San Mungo

Hermione, Draco, Ginny y Blaise llegaron a San Mungo dos horas después.

No había sido fácil pero, con los contactos de Zabini, el dinero de Draco y el nombre de Hermione, consiguieron un traslador en tiempo récord.

—No deberías estar tan contenta, Hermione —estaba diciendo Blaise que la seguía a paso rápido por los pasillos —recuerda que el soborno es ilegal y creo que el dinero de Draco ha ayudado bastante a llegar tan deprisa.

—Eres un imbécil —masculló ella acelerando el paso.

—Eso no es nuevo —dijo Ginny tras ellos mientras Blaise reía entre dientes.

Draco se había ido al Ministerio alegando que lo mejor que podía hacer en esos momentos era hablar con Loughty, por lo que solamente ellos tres fueron hasta la quinta planta, donde un auror les había dicho que estaba Harry.

Cuando llegaron a la cafetería le vieron allí, sentado a una mesa junto a Katie Bell, ambos con sendas tazas de té ante ellos.

—¡Harry! —Hermione corrió hacia él, que ya se había levantado al verlos y le abrazó con fuerza —¿Cómo estás? ¿Qué ha pasado? —se apartó sujetándole por las mejillas para mirarle a la cara y comprobar que estaba bien, le miró el rostro, el cuerpo y finalmente los ojos. Le obligó a agacharse para besarle la frente y le abrazó de nuevo —¿Qué ocurre, Harry? —le sacudió la túnica que estaba llena de hollín y se apartó para dejar hueco a Ginny que trataba también de llegar a él.

—Hola —Harry abrazó también a la pelirroja y besó su sien en un gesto tierno antes de apartarla a un lado, manteniéndola pegada a su costado —¿Por qué estáis aquí?

—Kingsley nos mandó un patronus —respondió Hermione —diciéndonos que habían atacado San Mungo y que regresáramos.

—Cierto —Blaise ladeó la cabeza contemplando a Hermione con un gesto que a la mujer le recordó demasiado a la inquisitiva mirada de Draco —lo dijo en plural ¿Por qué?

Había hablado muy bajito y, pese a que Hermione le escuchó, decidió ignorarle y siguió pendiente de Harry.

—¿Qué es lo que ha ocurrido?

—Todo se ha ido a la mierda en cuestión de segundos —se volvió hacia Katie que seguía sentada y con la varita arrastró varias sillas para que todos ocuparan un puesto alrededor de la mesa —fue un atentado en toda regla —les pidió unas tazas de té y se frotó la frente con gesto cansado —un ataque simultáneo en varias de las plantas y salas del hospital. Todas a la vez, al mismo tiempo, solo duró unos segundos. Cuando llegamos lo único que pudimos hacer fue sacar a los heridos y a los muertos.

Suspiró, se despeinó y apoyó la espalda en el respaldo de su silla.

—Dean Thomas está muerto —le dijo a Hermione a bocajarro.

—¿Cómo? —Hermione se llevó las manos a la boca en un gesto de horror —¿Estaba aquí?

Harry negó con la cabeza y le contó, sin entrar en detalles dado que Blaise y Ginny estaban delante, lo que había ocurrido.

—Oh Merlín —ella sacudió la cabeza y se mordió los labios para no llorar —¿Cómo está Seamus? Eran casi como hermanos, llevaban un par de años viviendo juntos.

—No lo está llevando demasiado bien —Harry suspiró —Neville y Luna… —al ver que los ojos de Hermione se cuajaban de lágrimas y que Ginny se tensaba a su lado se apresuró a añadir —no, no —levantó las manos en un gesto defensivo —ellos están heridos… Neville ha salido de peligro en la última media hora… Luna —dejó salir el aire con brusquedad —ella continúa en estado grave, con pronóstico reservado. No quieren darnos más información. He pedido que envíen a Xinophilius Lovegood un mensaje, pero lo último que sé de él es que había ido con Luna y Rolf a Zambia y no regresó con ellos.

—Ni siquiera sabía que Luna había vuelto a Londres —susurró Hermione.

—Yo tampoco —añadió Ginny

—Por lo que hemos conseguido averiguar regresó porque Rolf se contagió de algún tipo de bacteria en su viaje y estaban aquí para tratárselo.

—¿Y Rolf? —preguntó Hermione, alarmada.

Harry negó con la cabeza, maldijo y golpeó la mesa con el puño en un raro arrebato de furia.

—¡Maldita sea! —se levantó y se alejó de ellos acercándose a una ventana que daba a un pequeño claustro interior. Apoyó la frente en el cristal y se quedó allí, intentando lidiar con todas las emociones que se arremolinaban en su interior.

—Harry… —Hermione se había levantado, se acercó a él y apoyó su pequeña mano en el brazo de su mejor amigo, comprendiéndole quizás mejor que nadie —vamos a terminar con esto.

—Pensé que ya lo habíamos hecho cuando acabamos con Voldemort, Hermione.

—Y yo… pero aunque matamos a la Hydra, nos dejamos algunas cabezas agonizantes en el camino —le dio un apretón en el brazo —no nos dimos cuenta, pero ahora lo sabemos y no vamos a parar hasta acabar con todos ellos.

—Estoy cansado de perder a gente por el camino… ¿Cuántos más? Dean, Rolf… ¿Luna?

—¡No! —Negó ella con fervor —Luna va a salir de esto.

—¿Para enterarse de qué ha perdido a Rolf?

Ella se mordió los labios y se limpió, furiosa, la lágrima que resbalaba por su mejilla.

—Luna es fuerte. Muy fuerte. Ella saldrá adelante, como todos lo hemos hecho, Harry. No podemos derrumbarnos ahora, hay que terminar con esto.

—Hay más —miró de soslayo a los demás que seguían en la mesa —el cuerpo de Dean ha desaparecido.

—¿Desaparecido? ¿Entre los escombros?

Harry negó con la cabeza

—No, no está, hemos limpiado toda la zona y el cuerpo se ha esfumado.

Hermione se dio cuenta de que Ginny se levantaba para ir hacia ellos.

—¿Crees que podremos vernos en casa de Draco más tarde esta noche? Bueno, casi esta mañana —añadió pensando en lo tarde que era.

Él asintió justo cuando Ginny llegó a su lado.

—Creo que voy a ir a casa, supongo que tienes que quedarte aquí

—Sí, aún no puedo marcharme.

Tampoco iba a hacerlo hasta que no supiera algo más de Luna.

—Entonces iré a la madriguera —dijo dándole un beso en la mejilla —no quiero estar sola…

—Te avisaré si me dicen algo más.

—Yo también me voy —Hermione se agarró al brazo de Harry mientras ambos se iban hacia el pasillo. Blaise se había marchado con Ginny y Katie ya no estaba tampoco en la mesa —iré a casa de Draco y os esperaré allí.

—Así que ahora es Draco ¿No? —él sonrió sin humor.

—Harry…. yo…

—¿Sabes que ha habido una publicación en Corazón de Bruja?

—Sí —ella suspiró, frustrada —¿Por qué crees que Ginny y Blaise vinieron conmigo?

Harry frunció el ceño.

—¿Ginny y Blaise?

—Vinieron a Atenas a buscarnos —respondió ella poniendo los ojos en blanco —o más bien Blaise vino y Ginny fue tras él para evitar que se metiera en problemas.

Su amigo sonrió con algo de humor.

—¿Quería buscaros por la publicación?

—Más bien por el dinero que había perdido en las apuestas.

Harry soltó una carcajada

—Ron también quería ir —sacudió la cabeza —aunque pude evitar que lo hiciera.

—Bien, pues Ginny no tuvo la misma suerte con Zabini.

—Blaise es una fuerza de la naturaleza —Harry besó la coronilla de su amiga —no quiero saber qué ha pasado allí entre Malfoy y tú—se frotó la cicatriz descolocándose las gafas —realmente vivo mejor sin pensar en ello, sobre todo después de esa fotografía mágica… pero ¿Estás bien?

Por cosas como aquella quería tanto a aquel hombre. Asintió sin romper el contacto visual con él.

—Sí.

—¿Y estarás bien? —preguntó mirándola con fijeza y sin ocultar su preocupación.

Sonriendo, Hermione le apretó la mano y mintió.

—Sí

Se fue antes de que su perceptivo amigo se diera cuenta de que en realidad no estaba tan segura de aquello como quería aparentar.

¿Estaría bien después de lo que habían vivido? ¿Después de todo lo que habían compartido aquellos días? ¿Después de haber dejado una parte de ella en aquellos momentos de absoluta intimidad con Draco?

No lo sabía.
Esperaba que sí, realmente se creía lo bastante madura como para ser capaz de compartimentar las cosas, pero también se sabía lo suficientemente emocional como para terminar metida en un problema con sus propios sentimientos.

Sentimientos… Se estremeció solo de pensarlo ¿Qué clase de sentimientos tenía por Draco Malfoy?

Necesitaba pensar en ello, pero no esa noche, no en ese momento en que sus emociones estaban a flor de piel, no cuando acababa de enterarse de la muerte de Dean y de lo que les había pasado a Luna y Neville.

Se apareció en su casa, se dio una ducha rápida, se cambió y, pese a que eran pasadas las doce de la noche, usó la red flú para ir a casa de Draco.

Todo estaba en silencio cuando llegó, como siempre y, no por primera vez, Hermione se encontró preguntándose cómo serían el resto de las estancias en las que no podían entrar.
Draco les había dejado su casa como centro de operaciones porque nadie más conocía su ubicación ni tenía acceso a ella, pero se había cerciorado de restringir las zonas a las que podían entrar, asegurándose de mantener su privacidad intacta.

Sabía que nada de lo ocurrido en Atenas le daba derecho a colarse más en su intimidad y sintió una punzada de tristeza al darse cuenta de que, una vez en Londres, aquella extraña convivencia había llegado a su fin.

Sacudiéndose aquellos pensamientos tristes y negativos, fue hacia el comedor, se sentó en una de las sillas y empezó a sacar papeles y documentos de su bolsa.

Antes de salir de San Mungo envió su patronus a Theo por lo que suponía que llegaría de un momento a otro.

Miró su reloj de muñeca y se frotó los ojos decidiendo que prepararía algo de café para poder mantenerse despierta el resto de la noche.

Era un asco cómo el plan había cambiado tan radicalmente y como, en lugar de estar en aquella preciosa habitación de hotel pasando las últimas horas con Draco, estaba allí, preocupada por sus amigos y lista para no dormir por culpa de actividades mucho menos placenteras que las que había planeado.

—¿Hermione?

Ella levantó la cabeza y vio a Theo contemplándola con intensidad bajo el dintel de la puerta.

La miraba de arriba abajo, como si quisiera asegurarse de que estaba bien y entera antes de acercarse a saludarla.

—Hola Theo

Hermione sonrió y él acudió hasta ella, levantándola para darle un rápido abrazo.

— ¿Estás bien? —se apartó para volver a observarla detenidamente y pasó un dedo por su párpado inferior —has estado llorando ¿Por qué?

Apretó los dientes cuando una idea atravesó su mente.

—¿Malfoy? —murmuró entre dientes.

Hermione se sorprendió al ver la furia brillando en los habitualmente insondables ojos de Theo.

—¿Malfoy? —ella arrugó la frente, repentinamente perdida en la conversación —Oh… no… no no —dejó salir el aire, cansada. Obviamente Theo también había visto la publicación —¿No te has enterado de lo que ha ocurrido en San Mungo? —se apartó de él, le tomó de la mano y tiró del hombre hacia la cocina —hagamos un poco de café y te lo contaré todo.

Draco había pasado más de media hora en la Agencia escuchando como sus compañeros se burlaban de él sin misericordia.

—¿Granger? —estaba diciendo Pucey entre risotadas —¿En serio Draco? —le dio un codazo a Tony —¿Lo habrías siquiera imaginado?

—Ni en un millón de años —rió entre dientes —tío, me gustaría saber qué has hecho para conseguir que ella se fije en ti —sacudió la cabeza con incredulidad.

—¿Eso es lo que encuentras increíble? —preguntó Adrian —Yo más bien no entiendo cómo Draco ha terminado fijándose en una hija de muggles… no, en esa hija de muggles.

—¿Tú la has visto? —preguntó Tony alzando las cejas — Hermione se ha convertido en una mujer impresionante.

Draco gruñó y Tony se echó a reír.

—¿En serio? Vaya vaya, el príncipe de Slytherin ha caído en las redes de la leona.

—Con razón estabas tan desaparecido —Adrian le dio un puñetazo amistoso en el hombro —¿Atenas? ¿Por qué Atenas? Tío, después de la última misión no sé muy bien por qué has querido volver.

Draco se encogió de hombros.

—Ella quería conocer la ciudad y a mí me daba igual un sitio que otro.

—Con ese beso no creo que hayáis salido mucho de la habitación —Adrian volvió a reír su propia gracia subiendo y bajando las cejas —siempre había pensado que era una mojigata. Dinos Draco ¿Lo es?

—Eso no es de tu incumbencia —espetó Draco a quien no le estaba sentando bien nada de aquella conversación —No voy a hablar de mi relación con Hermione Granger en esos términos —añadió terminantemente.

No sabía por qué le molestaba, pero se estaba cabreando de verdad. Normalmente ninguno de ellos tenía reparo en contar algunas cosas íntimas cuando se ligaban a alguien. Nada demasiado personal, pero en momentos de camaradería, solían bromear con cosas como esas todo el tiempo. Ahora, el simple hecho de pensar en decirles cómo era ella en la privacidad de su dormitorio le hacía rechinar los dientes.

—Wow —Tony asintió, casi con asombro —Me parece bien. Hermione fue una amiga para mí, quizás con los años la vida se encargó de separarnos, pero la admiro como bruja y siempre he pensado que es una buena persona. Tienes suerte, Malfoy.

Con una sonrisa se fue a la puerta

—Voy a terminar ese informe para Caspar, mañana nos vemos.

—Venga ya —Adrian le miró a los ojos cuando se quedaron solos —no me creo todo eso de la relación shakespeariana de la que habla Corazón de Bruja ¿El amor entre el ex mortífago y la heroína de guerra? —resopló — Te conozco demasiado. Es verdad que Granger está buena, pero los dos sabemos que siempre te has planteado el futuro con Greengrass.

Draco apretó los puños, odiando las conversaciones que había mantenido con Adrian en noches de copas solitarias. Tony le caía muy bien, pero Pucey era, al fin y al cabo, un Slytherin y siempre se había sentido más cercano a él.

—Bueno, puede que empezara como algo físico —se decidió por una verdad a medias porque, además, no podía echar por tierra la tapadera ya que, según le había dejado claro Caspar, la necesitaban mantener —pero creo que no es solo un polvo y ahora mismo no estoy pensando en un futuro con Astoria.

—Vaya vaya… —Adrian alzó las cejas —eso sí que no me lo esperaba ¿Y lo sabe Greengrass?

Draco se encogió de hombros con fingida indiferencia

—Supongo que habrá visto la revista, como todo el jodido mundo —replicó con fastidio.

—Bueno, no te preocupes —se levantó y le dio una palmada en el hombro —yo la consolaré si lo necesita —le guiñó un ojo y salió por donde había salido Anthony —hasta mañana.

—Adiós —masculló el rubio.

Cuando Draco regresó a su casa se encontró a Hermione y a Nott tomando un café en su cocina.

O al menos habían estado tomando un café antes, porque en ese momento estaban abrazados.

¿Abrazados? No, más bien pegados el uno al otro como un jodido cromo a un álbum, como dos lazos del diablo entrelazados que intentaban asfixiarse.

Apretó los dientes con tanta fuerza que pensó que se había desencajado la mandíbula.

Nott había pasado sus brazos sobre los hombros femeninos y ella se pegaba a su pecho rodeándole la cintura con los ojos cerrados como si estuviera disfrutando del momento.

Él le iba a enseñar lo que era disfrutar, pensó aferrando la varita que tenía en el bolsillo de su túnica.

Entonces, recordándose a sí mismo que era un adulto cuerdo y racional y que no podía sacarlos de su casa a base de depulsos, inspiró hondo y se cruzó de brazos cubriéndose con aquella máscara de frialdad que tan bien manejaba.

¿Celos? Él era un Malfoy, por el amor de Salazar, un Malfoy no caía en esas bajezas. ¿Cómo iba a tener celos de Granger? Casi resopló de incredulidad. Si había tenido dudas sobre el acierto de dejar lo que había ocurrido entre ellos en Atenas, se le borraron de un plumazo al verla allí agarrada a ese gilipollas.

—Ejem —carraspeó y les miró con una ceja arqueada cuando se giraron hacia él.

—¡Draco!

Para su más absoluto asombro, ella se apartó de Theo y fue hacia él como si fuera lo más normal del mundo. Solo le dio tiempo a descruzar los brazos y alzarlos antes de que la bruja se abrazara a su cuerpo con fuerza y temblara ¿Sollozando?

Mirando a Nott con abyecto horror, golpeó a Granger en los hombros, incómodo.

¿Qué demonios había pasado?

Theo, en lugar de ayudarle, le contempló con una sonrisa perniciosa y, encogiéndose de hombros, cogió la jarra de café y un de las tazas y salió de la cocina en silencio.

¿De verdad habían sido amigos en el pasado? Se preguntó observando con odio como aquel idiota se marchaba sin una sola mirada atrás dejándole con aquella llorosa mujer entre los brazos.

¿Qué se supone que tenía que hacer él? Sabía algunas cosas sobre las chicas, más que nada a un nivel básico y sexual, pero ¿Consolarlas?

Merlín, solo con acordarse de los arrebatos hormonales de Pansy se ponía enfermo.

Draco miró la coronilla castaña de la mujer y, finalmente, con un suspiro frustrado, decidió rodearla con los brazos, olvidándose de su anterior decisión de tratarla con desdén.

—¿Qué te pasa? —preguntó algo más bruscamente de lo que había pretendido —ella solo se aferró a él más fuerte y Draco volvió a suspirar, acariciando con torpeza el cabello y los hombros de la joven —ya está, venga, no puede ser tan malo.

—Oh Draco —se apartó un poco de él para mirarle y se limpió los ojos con los dedos —Dean ha muerto y Luna está en San Mungo y Rolf…

—Está bien —Volvió a empujarla hasta su pecho y la golpeó con algo más de suavidad en la espalda —Ya lo sé.

Lo sabía. Caspar le había puesto al día sobre la muerte de Thomas y lo que acababa de ocurrir en San Mungo. No tenía la información tan actualizada como Potter pero Adrian y Tony fueron al hospital en el momento en el que se dio la alarma sobre el ataque. Tony, que era tan meticuloso como Hermione, le había dejado ver lo que llevaba del minucioso informe con todo lo ocurrido.

Draco sabía que Lovegood y Longbotton habían sido heridos y que ambos eran muy amigos de Granger.

Siguió abrazándola, intranquilo. Todo eso de las emociones le ponía francamente nervioso y aunque en los últimos días se había acostumbrado a tocarla y a estar cerca de ella, consolarla estaba fuera de los límites que habían establecido.

Siempre puedes dejar que lo haga Nott, le dijo una vocecita en su cabeza.

Draco entrecerró los ojos y aplastó sin misericordia esa idea, abrazándola un poco más.

Si Granger necesitaba abrazos pues se los daría él. Era posible que no quisiera tener nada con ella, pero la posesividad era un rasgo Malfoy contra el que no podía luchar y, por el momento Granger era suya.

Ya no estáis en Atenas, dijo aquella misma voz.

Cerrando los ojos para no pensar, siguió acariciándola hasta que ella se tranquilizó y al cabo de unos minutos recobró el control de sí misma y se apartó de él.

—Lo siento —inspiró hondo y exhaló despacio —supongo que han sido muchas cosas a la vez.

—Está bien —sin saber muy bien qué hacer en ese momento, cogió las tazas que había sobre la encimera —vayamos con Nott, me ha parecido escuchar activarse la red flú, seguramente Potter haya llegado.

Draco tenía razón. Harry se había dejado caer en una de las sillas y tenía los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza entre ellos.

—¿Qué pasa? —ella fue hacia su amigo y puso su temblorosa mano sobre su oscuro cabello —¿Harry?

El auror levantó el rostro para mirarla.

—Luna está fuera de peligro —murmuró.

Hermione dejó escapar el aire que había estado conteniendo

—Gracias a Dios —susurró cubriéndose la boca con la mano.

—Seguimos sin encontrar a Regie.

—¿Regie? —preguntó ella —¿La medimaga de Beauxbatons que ha venido alguna vez contigo?

—Sí

—¿Ha desaparecido?

—Robards cree que está… —Harry tragó saliva —cree que encontraremos su cuerpo antes o después.

—Oh Harry —abrazó su cabeza con ternura —lo siento.

Ella no había visto a la bruja más que un par de veces, pero sabía que Harry la apreciaba ya que había trabajado con él en algunos casos leves.

Era una joven de su edad que, pese a haber nacido en Inglaterra, había estudiado en Beauxbatons porque su madre, mitad francesa, había sido alumna de aquella escuela y la habían enviado allí cuando llegó el momento de cursar sus estudios mágicos.

—Está bien —sonrió forzadamente y señaló la jarra de café —¿Puedo tener uno de esos?

—Claro —Nott le sirvió una taza a él y a los demás.

—Como le dije antes a Hermione, el cuerpo de Dean ha desaparecido —empezó diciendo a los demás —Katie y Gemma habían terminado la autopsia y, según consta… constaba en el informe, la causa de la muerte fueron, al parecer, lesiones provocadas por arma blanca.

—¿Usaron un arma? —preguntó la mujer.

—En realidad no ya que en las heridas no se encontró evidencia de instrumentos típicos o atípicos. Además, aunque ya no tenemos los recuerdos porque se han volatilizado con el resto de las pruebas, yo los vi y en realidad fue un hechizo muy similar al —miró a Malfoy —al que utilicé contigo en sexto curso.

Draco simplemente alzó una ceja ante el recuerdo.

—No obstante fueron heridas punzantes y penetrantes que seccionaron las arterias principales.

—Está bien —Hermione levantó una mano —entendemos el punto.

Harry asintió

—Como en los escenarios anteriores no hay nada que podamos utilizar, ni huellas, ni rastros mágicos fáctibles de seguir. Aunque sabemos que Rodolphus Lestrange estuvo allí.

—¿Lestrange? —Preguntó Draco —está muerto. Ambos están muertos.

—Eso creíamos —Harry apoyó las palmas de la mano en la superficie de madera y arrugó la frente —todo lo que sabíamos, lo que creíamos saber… Theo y yo hemos estado haciendo dos listas, una con los nombres de los mortífagos que sabemos que están realmente muertos y los que están en Azkaban—señaló un papel que Nott puso sobre la mesa —echarle después un vistazo por si consideráis que haya que añadir algún nombre.

—El resto de los antiguos seguidores de Voldemort que no estén ahí —añadió Theodore —son susceptibles de continuar con vida —sacó otro pergamino — vamos a considerar estos como prófugos.

—¡Merlín! Eso lo cambia todo —masculló Draco.

—Después de haber visto a Lestrange vivo —dijo Harry —es lo único que podemos hacer.

—Además —continuó Hemrione que había estado en silencio — como tú mismo nos dijiste —continuó dirigiéndose al rubio —Rodolphus era uno de los enviados por Voldemort para conseguir el báculo, junto a Igor Karkarov y a Rockwood. Lo que nos lleva de vuelta a nuestro viaje.

—¿Descubristeis algo? —preguntó Harry.

—Unas cuantas cosas —respondió Draco con una mueca.

—Menos mal —suspiró Harry frotándose la cara.

Hermione y Draco se turnaron para explicarles lo que habían descubierto en su reunión con Argenis Zervas y, a su vez, Theo y él les contaron lo que les había dicho Bill.

—No creo que tenga nada que ver —dijo Draco — Necesitamos recopilar toda la información que encontremos sobre Herpo el Loco, pero ¿Imhotep? Ni siquiera creo que vivieran en la misma época.

—No lo hicieron —apostilló Theodore — no hemos investigado a Herpo el Loco porque, hasta ahora, no sabíamos que estuviera relacionado con todo esto, pero sí he recabado mucha información sobre Imhotep y vivió entre el año 2.667 y el 2.600 antes de Cristo, lo que debe dejar unos dos mil años de diferencia.

—Por lo tanto —intervino Hermione —estaría bien investigar si la figura de Imhotep influenció de alguna forma a Herpo.

—¿Y qué importa si le influenció o no? —preguntó Draco —deberíamos centrarnos en el puto báculo y en todo eso de que es capaz de servir de recipiente mágico de a saber cuantos hechizos.

—El saber no ocupa lugar —replicó ella.

Draco la miró como si le hubiesen salido dos cabezas.

—¿Cómo? —preguntó, desconcertado por aquellas palabras.

—Es un dicho muggle —dijo Harry.

—Pues es un dicho estúpido —respondió el rubio con un bufido —obviamente el saber es información y la información sí ocupa lugar en el cerebro.

La chica puso los ojos en blanco y Nott rió entre dientes.

—Lo que significa —aleccionó la chica con aquella voz de marisabidilla que a Draco seguía crispándole los nervios —es que el saber no representa ningún tipo de inconveniente, nuca estorba saber algo más.

Draco masculló en voz baja algo que sonó a maldita sabelotodo petulante.

¿Cómo dices, Malfoy? —preguntó, envarada.

—Que saberlo todo debe ser vigorizante —siseó con una sonrisa falsa que no engañó a nadie.

—Está bien saber que hay cosas que nunca cambian —murmuró Harry dando un trago a su café —creo que será mejor que intentemos dormir un rato, mañana será un día intenso en el Ministerio.

—Me incorporaré a la oficina a primera hora —dijo Hermione —por la tarde me pondré con la investigación. Además quiero ir al Callejón Diagon, creo que estaría bien pasar por Libros de Segunda Mano y por la Editorial Obscurus a ver si encuentro algo.

—Te acompañaré —intervino sorpresivamente Draco —tenemos que mantener la tapadera —continuó, ignorando el gruñido de Theo y el ligero brillo de dolor que vislumbró en los ojos de la bruja.

—Perfecto —Harry se levantó y se despidió de ellos con un bostezo —Hablaremos mañana —dio un beso a Hermione en la cabeza y salió, seguido de Theo.

—Vendré aquí al salir del Ministerio ¿Está bien? —preguntó Hermione a Malfoy una vez se quedaron solos.

Él asintió sin decir nada y cogió el pergamino que había dejado Nott para revisar los nombres de los mortífagos.

Inspirando profundamente, Hermione salió al salón y se dirigió hacia la chimenea. Era una idiota ¿De verdad había esperado que Draco le pidiera que no se marchara? ¿Qué la impidiera irse?

No sabía por qué continuaba engañándose a sí misma, tenía que adaptarse a las circunstancias y actuar como la mujer madura y segura de sí misma que era. Habían pasado juntos unos días estupendos en Grecia, disfrutado de un sexo fantástico y descubierto cosas que desconocían el uno del otro.

Bien, puede que nunca hubieran sido amigos pero podrían llegar a serlo ¿Verdad? Solamente tenía que olvidarse de lo que había comenzado a sentir por él porque, serpiente o no, lo cierto era que nunca la había engañado o dado falsas esperanzas. Si quería buscar un culpable, ciertamente no era Malfoy.

Con un suspiro tomó los polvos flú de la repisa de la chimenea y los lanzó poniendo rumbo a Ladbroke Grove.