Hace 7 años
Estaban agotados, con los pies ardiendo y los músculos fatigados de tanto caminar. Habían decidido no aparecerse de nuevo para evitar dejar un rastro de magia por donde iban. Así que llevaban unos buenos kilómetros caminando.
Apenas se dirigían una que otra palabra, cuando era estrictamente necesario. Como cuando Hermione solo le dijo a Draco que había utilizado un tipo de magia muy antigua para absorber la de Harry y Voldemort. No había mas información que esa. La habían usado para castigar a magos y brujas que hacían mal uso de su magia. Un sacerdote o algo por el estilo era el reservorio, y eventualmente terminaba muriendo producto de la acumulación de magia, sin saberse que ocurría con esta después.
Así que estaban en un limbo, sin saber si podría morir, devolver la magia o seguir su vida como si nada hubiese ocurrido. Probablemente lo último no pasaría porque ahora se había puesto una diana en el pecho, y cualquiera que valorara su vida y su bolsillo la cazaría como un animal. Sin hablar del rubio que había traicionado a su señor y ahora era un traidor a su causa.
Estaban mas que perdidos. Y no solo metafóricamente hablando, sino que literalmente no tenían idea donde estaban parados. Habían aparecido en un cobertizo en algún campo cercano, porque no se había sentido como una aparición demasiado larga. Draco dijo que recordaba haber visto el lugar, pero jamás haber estado ahí. Así que solo lo recorrieron y se adentraron en un bosque donde habían pasado la noche. Fue aterrador, en especial porque no estaban preparados para esto, así que tuvieron que improvisar.
Y ahora los había alcanzado la segunda noche. No quería dormir en medio de un bosque donde podía aparecer un animal en cualquier momento y devorarla, pero no tenían muchas mas opciones. Con un par de encantamientos de protección, se sintieron lo suficientemente seguros como para recostarse en la tierra y cerrar un rato los ojos. No querían abusar de su magia, ya era suficiente con protegerse, algo mas era demasiado arriesgado. Así que todo lo demás era al mas puro estilo muggle. Lo irónico, es que a pesar de ser hija de muggles, nacida y criada entre ellos hasta los 11 años, no tenia ni la más mínima idea de como encender una fogata o armar un campamento. Siempre había sido de libros y estancias cerradas, a pesar de su padre que amaba el aire libre. Ahora habría agradecido un poco de conocimiento de campo.
Estaba tiritando del frío, llevaba apenas una camiseta, jeans y la túnica que Malfoy le había dado. Él, por el contrario, vestía un chaleco negro y pantalones oscuros también. Se veía un poco más abrigado y confortable, pero estaba más pálido que de costumbre.
- Granger, estas congelándote – lo escucho ponerse de pie y acercarse a ella. Sorpresivamente se acostó a su lado y la cubrió con su cuerpo lo mas que pudo sin llegar a aplastarla.
- Malfoy, ¿Qué haces? - estaba nerviosa de su cercanía. A pesar de haberle salvado la vida, no estaba segura si realmente podía confiar en él. Incluso cuando llevaba día y noche caminando con ella y cuidándola.
- No te salve de Potter para que te mueras de hipotermia – susurró dejando que su cálido aliento se colara por entre las hebras de su cabello. Era una agradable sensación y calmó un poco el frío constante en su cuerpo. - Quizás podríamos usar un solo hechizo calentador -
- Es arriesgado... -
- Más arriesgado es quedarnos aquí quietos y congelándonos – respondió acercándola un poco mas a su cuerpo. - Hare uno solo que nos cubra a ambos – asintió suavemente y espero hasta que el rubio movió su varita casi imperceptiblemente y de pronto comenzó a sentirse tibia.
Jamás en su vida había agradecido tanto la existencia de la magia y el calor. Se relajó en sus brazos, y en apenas unos minutos, se quedo profundamente dormida.
La abrazó por un largo rato, aún cuando sus cuerpos ya habían entrado en calor. Le daba una calma que no había sentido en demasiado tiempo. Su vida había sido un caos desde hacia años, y estaba agotado. Vivía en modo automático, cumpliendo con los requerimientos de Voldemort, lo suficiente como para no ser asesinado. Era un buen mortifago, y no tenia que esforzarse demasiado. Pero ya se había aburrido.
Verla en uno de los salones de la mansión, humillada, torturada y denigrada, provoco en él una furia que había estado dormida durante mucho tiempo. Todo en su interior le decía que Hermione Granger no se merecía estar colgada ahí. A diferencia de los demás, ella era demasiado buena para perderla. La había odiado por ser una sangre sucia, y por ser siempre la más lista, dejándolo en segundo lugar. Por eso mismo, sabia que podía dar mucho mas que vivir siendo ultrajada por mortifagos ineptos que estaban solo aprovechando su oportunidad.
El hilo de sus pensamientos se vio cortado por un ruido en la lejanía. Entre tanto silencio era fácil distinguirlos. Podría haber sido un animal, pero ya había escuchado varios y este definitivamente correspondía a otra cosa. O a alguien más.
Pensó en despertarla, pero si no era nada, lo habría hecho en vano y sabia que no volvería a conciliar el sueño. Así que espero.
Después de unos minutos, se relajó. Estaba comenzando a pensar nuevamente en los últimos años y días de su vida, cuando una luz roja impacto contra el débil escudo que habían invocado a su alrededor, despertando a Hermione en el acto.
- ¿Qué...? -
No tuvieron tiempo de hablar, solo de tomar sus pocas cosas y correr. Los rayos de luces de variados colores pasaron rozando sus cuerpos. Uno golpeo contra un árbol derribándolo y obligándolos a cambiar el curso de su huida.
Mas les valía ser rápidos, porque si no estaba equivocado, un par de licántropos se habían unido a su captura. Se preocupo que Hermione, quien no tenia su varita, corriera delante, mientras repelía lo mejor que podía cada uno de los hechizos o maleficios. Su cuerpo reclamaba el esfuerzo, pero no iban a detenerse. La única opción seria aparecerse lejos, aunque eso significara dejar otro rastro de magia que pudiesen seguir.
En un salto atrapó el hombro de Granger y los apareció al primer lugar que se le ocurrió. Esta vez fue bastante más lejos y eso pudieron notarlo, cuando los mareos y las náuseas los golpearon bruscamente. Hermione no pudo aguantarse y termino vomitando, otra vez. Estaba demasiado débil.
- Te... te lo dije – jadeo limpiándose el borde de la boca. Estaba mucho mas pálida que de costumbre, su cuerpo entero temblaba y jadeaba por un poco de aire.
- Necesitamos un lugar donde comer, descansar y cambiarnos – no iba a entrar en discusiones con ella. Lo del hechizo de calor era necesario, así los hubiesen encontrado.
- ¿Cómo... ? No tenemos dinero – respondió después de un rato en que logro recuperar el aliento y algo de entereza. Se imaginaba lo mal y humillada que debía sentirse de estar vomitando a cada aparición, sin su varita y dependiendo de él.
- Ya nos siguen el rastro, un imperio será suficiente – ya daba igual si seguían usando magia o no, incluso podrían estar rastreando su sangre gracias a sus padres, o la magia de Potter o Voldemort. Habían muchas formas mas allá del uso de la magia.
La joven asintió cansada, bajando la mirada y abrazándose a sí misma. Sentía mucha pena y lástima por ella, aunque esas fueran emociones con las que no estaba familiarizado. Llevaba en una guerra mucho más tiempo que él, había ayudado a Potter cada maldito año a sobrevivir, solo para terminar perdiendo a su mejor amiga, ser capturada por mortifagos y ser casi asesinada por su mejor amigo.
Tuvo el instinto de acercarse a ella y envolverla en sus brazos hasta que se olvidara de todo lo malo que le estaba pasando. Pero para eso, tendría que abrazarla una vida entera. En su lugar, tomo su mano y la acercó suavemente hasta que parecían una pareja caminando. Estaban en medio de Paris, donde su madre tenia una especie de casa de seguridad. Pero no podría acceder a ella sin poner en aún más peligro a sus padres.
Así que se aventuro hacia algunas calles donde no serían mal vistos con sus ropas sucias y su aspecto desaliñado. La joven apenas podía seguirle el paso, aunque este fuese lento. Llevaba días sin comer algo abundante y nutritivo, los mortifagos apenas le habían dado cosas para mantenerla viva y despierta. Y cuando aparecieron en el cobertizo, no tuvieron mucho tiempo de pensar en comida, así que no tomaron nada.
Llegaron finalmente a una pequeña taberna en un callejón, se veía de mala muerte y algo que no visitaría en su vida, pero sería un buen lugar donde esconderse por un rato.
Cuando entraron el lugar olía a orina y otros fluidos, unas mujeres se paseaban medio desnudas y los hombres gritaban y aullaban tocándolas a su paso. Quizás mas que una taberna, era un burdel.
- Quédate aquí - dejo a Hermione en una mesa junto a la puerta, en caso de emergencia y se aventuro a la barra donde un hombre de mediana edad comía frutos secos mientras esperaba por las camareras. - Bonne nuit – saludó amablemente, haciendo gala de su francés. No era común en él ser amable, pero tenía buenos modales y sabía que eran necesarios si querías ayuda de la gente.
- ¿Qué haces aquí muchacho? - preguntó el hombre limpiándose las manos sobre el delantal que cubría su enorme barriga. Tenia el cabello gris y el rostro plagado de arrugas, y por alguna razón, le dio una vaga sensación de confianza.
- La verdad, mi amiga y yo... - quiso reírse al decirlo, pero se dio cuenta que la había salvado, estaban un paso mas lejos de enemigos, quizás no amigos precisamente, pero mucho mas que dos personas que solo se conocen. - Mire, no quiero mentirle, estamos huyendo de su ex novio que... que quiso... creo que me entiende... -
El hombre enarcó una ceja y entrecerró los ojos mientras los dirigía a Hermione, que en ese momento se cubría con un brazo y acariciaba ausentemente su cuello donde las marcas rojas se veían incluso a esa distancia, mientras dos brillantes lagrimas descendían por sus mejillas. Quería matar a Potter por hacerle algo así. Si él lo hubiese hecho, daba igual, habían sido enemigos naturales desde siempre. Pero él, alguien en quien ella había confiado toda su vida, que amaba como un hermano y por el que había dado su vida... si lo tenia en frente alguna vez, iba a matarlo.
- Tengo una habitación libre arriba, llévala a que se de un baño y se cambie, una de las chicas le llevara ropa y un poco de comida – su voz tembló ligeramente, y por el brillo en sus ojos, debía haber visto o vivido algo muy similar para verse tan afectado.
- Señor, no sabe cuanto se lo agradezco, pero... no tengo como pagarle – por primera vez en mucho tiempo se sentía avergonzado. Pudo sentir que su rostro se calentaba y bajo la mirada. Podría haber usado el imperio y haberse ahorrado todo esto, pero por primera vez no quería hacer las cosas mal, en especial por Hermione.
- ¿Te pedí un pago? Te dije que la lleves arriba y la ayudes a bañarse, y esperen ahí a una de las chicas – alzo la mirada rápido para ver al hombre cruzado de brazos, con expresión dura y la mandíbula apretada.
- Muchas gracias, en serio – no solía decirlo jamás, pero esta vez este hombre se merecía todo su agradecimiento.
Le dedico una larga y significativa mirada, esperando que entendiera realmente cuan agradecido estaba.
Se encamino de vuelta a Hermione, quien al verlo acercarse se limpio el rostro y se mostro estoicamente entera. Quería decirle que admiraba su fortaleza y como podía mantenerse en pie después de todo lo que había sucedido, que era sin duda la mujer mas valiente que había conocido en su vida. Quería decirle muchas cosas, pero por ahora, habían otras prioridades.
Sin decirle nada la ayudo a levantarse y la encamino a las escaleras. La castaña ni siquiera lo cuestiono. Simplemente lo siguió. Eso era bueno, estaba comenzando a confiar en él. Y por algún motivo, eso le hizo burbujear el pecho.
No iba a admitirlo jamás, pero siempre le había parecido fascinante. No por su belleza, la cual había evolucionado con el paso de los años, sino por su cerebro, audacia, inteligencia, mordacidad... tenía demasiadas cualidades que admiraba y si no hubiese sido un pendejo que se desvivía por cumplir las expectativas de su padre, podría haber sido un muy buen amigo de ella. Solo de ella, porque si bien había soñado alguna vez con ser amigo de Potter, desde el día en que lo conoció y rechazo su amistad, entendió porque jamás hubiesen sido buenos amigos. Potter tenia demasiada oscuridad disfrazada en su interior, y nadie jamás pareció notarlo.
Entraron en una habitación que tenia la puerta abierta. A pesar de lo lúgubre y poco higiénico de la taberna abajo, el cuarto estaba impecablemente ordenado.
- Necesitas... deberías tomar un baño, ¿te ayudo? - lo miro con las cejas alzadas, aun tomada de su brazo.
- Creo que puedo sola, gracias – su voz sonaba débil, podía sentir el temblor de su cuerpo y vio como sus ojos brillaron con tristeza. No necesitaba ayuda con el baño, pero sobre todo, quería un momento sola para liberarse. Probablemente estaba ahogándose en sus emociones ahora mismo, porque así era ella.
- Bien, traerán algo de comida y ropa -
- Gracias – asumió que había utilizado un imperio con el tabernero.
- Deberías agradecerle al hombre de abajo – podría haber tomado el poco crédito que significaba utilizar un imperio en un muggle, pero no se lo merecía.
Asintió suavemente, su cabello sucio y enredado se movió pobremente contra su rostro. Sin decir nada avanzo hasta la única otra puerta en la habitación.
Se quedo en el mismo lugar, observando la puerta cerrada. Tenía una sensación extraña en todo su cuerpo, y estaba seguro que tenía mucho que ver con la razón por la que la había salvado.
- Hola – la voz de una chiquilla lo distrajo. Volteo y encontró a una niña con una sonrisa y unas prendas en sus manos. - Mi abuelo dijo que necesitabas esto – debía tener unos diez años, quizás menos, el cabello negro estaba atado en una coleta tirante y a su sonrisa le faltaba un diente. Sus ojos resultaban embelesadores, de un azul tan claro que se podía confundir con el cielo de un amanecer de verano.
- Si, muchas gracias – respondió devolviéndole la sonrisa y estirando las manos para recibir las prendas. Se dio cuenta que no era solo ropa para Hermione, sino para el también, lo cual agradecía enormemente.
- Traeré la comida – se dio la vuelta corriendo por el pasillo hacia la escalera, desapareciendo de su vista.
Entró y cerró la puerta con el pie, recostándose un momento contra esta. Las cosas estaban tan malditamente mal que no sabia donde llegarían. No podían confiar en demasiadas personas, podría incluso decir que no podían confiar en nadie, y eso le generaba una angustia mayor.
Se preguntaba una y otra vez por que se había metido en esto. Podría haber dejado a Potter lidiar con ella, podría haber seguido su vida como si nada. Aunque eso era una mentira, la vida ya no era la misma. La vida cada día se ponía peor con Voldemort al mando, y con la llegada de Potter estaba seguro de que seria insoportable.
Se preguntaba como lidiarían ambos ahora con el poder. La profecía decía que uno no podía vivir si el otro lo hacia, así que asumía que eventualmente, se traicionarían entre ellos. La pregunta era quien atacaría primero, sobre todo ahora que no tenían magia.
Se incorporó y avanzó hasta la puerta del baño, quedándose afuera y esperando que Hermione terminara de asearse.
Como pocas veces le había ocurrido, el corazón se le oprimió cuando escucho un suave gemido del otro lado, seguido de un sollozo que le impacto el pecho como un proyectil.
Afirmo la espalda contra la pared y se deslizó despacio hasta el piso, dejando caer la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos. Los sollozos se hicieron más audibles y dolorosos, y lo único que pudo hacer fue sacar su varita e insonorizar el baño.
¿Qué carajos estaba haciendo? ¿Qué iba a hacer ahora? Granger podría dar la vuelta y dejarlo abandonado a su suerte. Él no tenia un lugar donde volver como ella, que probablemente podría volver con la orden. Si lo encontraban lo matarían, o peor aun, lo llevarían en frente de Voldemort, o Potter, para castigarlo por su traición.
Su respiración se volvió superficial y comenzó a escuchar el fuerte y rápido latido de su corazón en sus oídos, anulando todo sonido a su alrededor.
Quizás aún podía volver. Quizás si la llevaba de vuelta podrían perdonarlo. Podría...
No, no podía hacerle eso. Si la llevaba de vuelta experimentarían con ella hasta que encontraran el modo de devolverle la magia a Potter y Voldemort, sin importarles una mierda lo que pasara con ella en el camino. No estaba dispuesto a sacrificarla de ese modo. Era un ser demasiado valioso como para perderlo.
Se golpeo la parte trasera de la cabeza contra la muralla, castigándose por sus pensamientos, por seguir siendo un débil como su tía había repetido hasta el cansancio. Por más que quisiera seguir negándoselo, seguía sintiéndose extrañamente atraído por ella, como lo había hecho durante su ultimo año en Hogwarts. A pesar de todo lo malo, había notado sus miradas de preocupación, y como ya no parecía querer discutir con el, sino que mas bien lo evitaba. También podía ver su lastima, la cual odiaba, pero era el polo opuesto del odio que supuestamente sentía por el.
Estaba confundido y temeroso. Por el y sobre todo por ella.
La puerta se abrió y Hermione salió envuelta en una toalla, confundiéndolo por un momento y llevando su nerviosismo a niveles extremos. No era un chico tímido, pero jamás creyó que vería a Hermione Granger mojada y envuelta en una toalla. Era muy sexy.
- Puedes entrar a bañarte mientras me visto – su voz sonaba grave y tenia el rostro rojo de tanto llorar.
- Claro – respondió poniéndose de pie y entregándole las prendas que habían seleccionado para ella, dejándose las de él para cambiarse dentro del baño. Claramente no quería que ella viera su cuerpo y sus cicatrices.
- Deberíamos ir con la orden – escucho que decía cuando le daba la espalda para entrar al baño. Se detuvo en seco, sabiendo lo que esto significaría. Ellos la acogerían a ella, por supuesto, era uno de sus miembros mas importantes, pero a el lo juzgarían por todo lo que había hecho, e incluso por lo que no.
- No creo que sea una buena idea -
- No tenemos otro lugar donde ir, y ellos pueden protegernos – sonaba firme y decidida, y estaba seguro que no podría discutir con ella al respecto.
- Querrás decir que a ti te protegerían, porque a mi me lanzarían a un calabozo de por vida. Si es que tengo esa suerte – se dio la vuelta y la enfrento con su mejor expresión fría y desdeñosa que había entrenado por años, aunque todo su cuerpo se sentía de gelatina y le sudaban las manos y la espalda. - Puedo llevarte con ellos, pero no me quedare ahí -
- No te dejare a tu suerte solo y vulnerable, te estarán buscando. Te quedas conmigo – sus ojos se encontraron y todo su cuerpo se sacudió con electricidad. Trago con un poco de dificultad y negó suavemente.
- No es necesario Granger, en serio puedo cuidarme solo -
- Ya te dije que no. Tu me salvaste la vida sin ni siquiera pedírtelo, lo mínimo que puedo hacer por ti es intentar protegerte de algún modo – se cruzo de brazos decidida. ¿Cómo podía discutir con ella?
- Bien, descansemos esta noche aquí y mañana salimos temprano -
No le dio tiempo a respuestas, dio media vuelta y se metió en el baño insonorizado. Estaba seguro que el siguiente día seria el tercer peor día de su vida. El primero había sido cuando ayudo a los mortifagos a entrar a Hogwarts y amenazo la vida de Dumbledore, el segundo hace dos días cuando traiciono todo en cuanto creía el y su familia... esperaba que fuese mejor que todo eso.
Presente
Mansión Malfoy
Habían pasado ya cinco días desde que Potter se había llevado a Elanna y estaban a un paso de colapsar física y mentalmente, pero necesitaban mantenerse en pie hasta que la tuvieran entre sus brazos.
La sola idea de pensar en que algo pudo pasarle, en que podría estarle haciendo Potter...
- Draco... - la voz de Hermione lo trajo de vuelta mientras observaba el vasto jardín de la mansión. A pesar de estar todo muy bien cuidado, se notaba la ausencia de sus dueños. Mantenían la mansión lista para cuando venían visitas, pero no la visitaban jamás.
- La necesito Hermione, no te imaginas como la necesito – abrazo a su esposa con tanta angustia y desesperación que sintió como el nudo en su garganta se volvía mas y más profundo.
Hermione era la única que alguna vez lo había visto llorar. Quien conocía sus sentimientos y pensamientos mas profundos. La única que lograba que expresara sus emociones. Por eso se dejo ir, llorando como lo haría un niño, aunque el jamás lo hubiese hecho. Se sintió tan inútil, tan patético e inservible, no pudo mantener a su familia a salvo. Por su culpa Potter había llegado a ellas.
La apretó con tanta fuerza que un gemido de dolor escapo de sus labios, pero no lo alejo ni obligo a bajar su intensidad. Solo lo abrazo de vuelta y acaricio suavemente, dejándolo botar todo el dolor que se había acumulado en su corazón estos días.
- Te prometo que la recuperaremos, cueste lo que cueste Draco, así tenga que hacer arder este mundo y mil más - su voz suave era un bálsamo para su alma herida, pero la determinación de sus palabras encendía la llama extinta de la venganza en su corazón. Potter pagaría, por lo que le había hecho a su mujer y lo que estaba haciendo con su hija. Ese bastardo pagaría.
Los tacones de Narcissa los obligo a separarse. Rápidamente le dio la espalda a su madre y limpio su rostro. Era su madre, pero no tenia un ápice de confianza en ella mas allá de lo que estaba haciendo por ellos en este momento.
- Ya llegaron – se volteo y la observo esperando que continuara. Siempre se veía tan malditamente perfecta que generaba recelo. Nadie podía verse así de bien cuando la vida de tus seres queridos estaba en riesgo. - Ustedes esperaran aquí y enviaremos a Fana cuando sean requeridos en el salón -
- Procura que padre no cometa un error -
- ¿Qué error habría de cometer? Solo debe hacer su papel de siempre. El resto depende de ustedes -
- ¿Siempre invitas a los Potter a cenar con ustedes? - el plan era que sus padres invitaran a Harry Potter y su esposa Pansy Parkinson, lo cual le generaba un repudio horrible, a una reunión social en la mansión, para poder encerrarlos y obligarlo a entregarles a Elanna.
- No estaríamos vivos si no jugáramos bien nuestros roles en todo esto, y claramente gracias a ti hemos tenido que... reinventarnos – el ácido en las palabras de su madre le dolieron hasta lo mas profundo.
- Esperaremos a Fana entonces -
- Oh, eso no será necesario -
La voz de Potter paralizó la estancia entera. Cuando lo vio quiso matarlo. A su lado Pansy lo miraba con los ojos abiertos y brillantes, apretando los puños y mordiéndose el labio. La ultima vez que la vio estaban en medio de algo, y el solo desapareció.
- Creo que tenemos mucho que hablar, ¿no Herms? -
