Capítulo 2

Contra un carruaje vacío al final del pasillo solitario había dos jóvenes Sheikah imponentes, inclinadas en una pose desinteresada y aburrida. Una de ellas miró hacia arriba cuando un par de hombres Sheikah de aspecto lamentable salieron a tropezones al aire libre. Estaban en el borde inferior del coliseo, con las vastas colinas y llanuras de Hyrule visibles a lo lejos.

—Oye, jefe. Tenemos algunas Sheikah sin valor —llamó el primero a su compañero aún más grande en el otro lado del carruaje—Supongo que es hora de trabajar, ¿verdad?

—Cálmate, pez gordo. Puede haber más de ellos.

—N-no... Sooga fue el último en salir, y pasó su prueba... —dijo Minah entre sollozos. Amely solo pudo colgar la cabeza— Es... es... —Hizo una pausa, y luego respiró profundamente, determinada a permanecer tan fuerte como pudiera— Solo somos nosotras dos. Amely perdió su brazo... Se está desangrando. Necesita ayuda.

—No, ella es solo una vergüenza. ¿Qué nos importa a nosotros? Será mejor que ella no vuelva nunca más.

—¡E-Es posible que hayamos fallado en nuestra maldita prueba, pero eso no significa que no valga la pena mantenernos con vida! —Minah gritó en un destello de rabia. Estaba decidida a aferrarse a tanta dignidad como pudiera.

—Está bien, está bien, sheesh. Oye, Beck. Cuídala antes de salir. No quiero sangre en los asientos, acabo de lavar esa cosa. Ustedes dos. Suban.

Minah se subió a la carreta y se acomodó lo más que pudo en los duros asientos, pero se aseguró de dejar espacio para Amely. Tan pronto como el segundo de los Sheikah terminó de vendar su brazo, Amely subió con cuidado al vehículo y se acostó en el banco en la parte trasera. Minah se acercó más a ella y se inclinó para hablar cuando la puerta del carruaje se cerró de golpe. El Sheikah jefe se subió a su caballo para comenzar a andar y llevar la carreta por el camino de lo desconocido.

—Entonces —, Minah comenzó a hablar en voz baja, tratando de no hablar demasiado alto— ¿Tú eres Amely? Yo soy Minah. Lamento que tuviéramos que conocernos así.

—Cualquier reunión de un amigo es una bienvenida —dijo Amely suavemente, con sinceridad en sus ojos— Hicimos lo mejor que pudimos. Eso es todo lo que podemos decir. Eso es todo lo que cualquiera de nosotros puede decir. De todos modos, ¿quién puede decir que la ciudad de los deportados no es buena?

El pensamiento golpeó a Minah mientras lo consideraba. A nadie se le dijo nunca a dónde fueron llevados los Sheikah que fallaban la prueba. La mayoría de las personas consideraban que era una tierra extraña.

—Oye, a donde sea que nos lleven, entonces tiene que haber una manera de volver. No es como si estuviéramos prohibidas en Hyrule. Purah es una Sheikah que vive en Hatelia. Nunca pasó la prueba de Kakariko, nunca tomó su examen, y nunca vinieron y se la llevaron.

—Exactamente —coincidió Amely asintiendo— Creo que la razón por la que nos envían lejos es porque ningún Sheikah de Kakariko quiere admitir que alguien que reprobó la prueba podría venir de su aldea. Qué lugar tan horrible, ahora que lo pienso. Nunca quiero regresar.

—Tal vez es por eso que ningún Sheikah regresa. Simplemente no les gusta Kakariko.

—Ustedes, malditas inútiles, difícilmente pueden llamarse a sí mismas 'Sheikah' —dijo el jefe desde la puerta. Se balanceaba muy levemente cuando el carruaje fue conducido y trasladado a un lugar desconocido— Fracasadas inútiles, es lo que son. Ningún Sheikah regresa del exilio. Independientemente de la razón. Ni siquiera pudieron pasar su maldita prueba, ustedes dos me enferman.

Minah saltó de su asiento, se dirigió hacia el jefe quien conducía el carruaje— ¡No tienes derecho a tratarnos así solo porque fallamos la prueba!

—Puedo tratarte como quiera. Ustedes difícilmente clasifican como 'Sheikah' para Kakariko, o cualquier parte de Hyrule. Ahora siéntate y cállate hasta que llegues a tu destino.

—¿A dónde nos llevarán? No es como si pudiéramos decirle a alguien de todos modos, y estoy segura que ustedes como repartidores, deberían saberlo —razonó Amely con cautela.

—Nosotros solo entregamos este carruaje a miembros del Clan Yiga, y recibimos una bolsa llena de rupias para guardar silencio sobre todo el asunto. Es como siempre ha sido, durante mil años.

—¿El clan Yiga? —Minah cuestionó a sí misma— Eso quiere decir... Que estaremos bien, ¿verdad?

—Realmente eso espero... —Amely suspiró.

Las dos chicas se acurrucaron juntas de nuevo, temerosas de lo desconocido. Se mantuvieron en silencio mientras esperaban durante el insoportable viaje, ambas perdidas en sus propios pensamientos. Amigos, familiares, seres queridos. Nunca las volverán a ver, y algunos nunca descubrirán por qué. Minah no dejaba de pensar en Sooga, y en qué jamás volvería a verlo. Habían pasado solamente unas horas después de que se separaron y ya lo extrañaba mucho.

Pasó una hora. Y luego otra. Finalmente, el incómodo silencio fue roto por una repentina sacudida cuando el carruaje se detuvo en su camino.

—Ah —el jefe sonrió— Ahí está mi parada. Ustedes dos, jueguen bien ahora. Diviértanse en cualquier lugar al que las envíen.

La puerta del carruaje se abrió y el jefe bajó de él para recibir su pago. Era de noche, sin apenas luz para ver. Minah miró hacia afuera y notó al jefe hablando con un par de oficiales del Clan Yiga fuera de un enorme edificio. Los oficiales estaban acompañados de otra figura misteriosa quién enfocaba su vista dentro del carruaje. Su altura era más corta a diferencia de la de los oficiales; estaba vestido con el uniforme del Clan Yiga pero su color se notaba teñido en un rojo ligeramente más vivo y antinatural que el de los demás. Su rostro estaba cubierto por una máscara oscura y holgada que ocultaba su cabello, sin embargo, no era una máscara común como las que usaban los demas miembros del clan. Todo lo que era visible a través de la máscara, eran aquellos ojos de color azul celeste, mirando con indiferencia a las dos chicas en el interior. El jefe volvió al carruaje para bajar a las jóvenes y entonces partir de vuelta.

Minah y Amely miraban con incertidumbre el enorme edificio que tenían enfrente, mientras eran escoltadas hacia el interior por los oficiales del Clan Yiga. El hombre de figura misteriosa y oscura cerró las puertas una vez dentro.

—Al menos podemos hablar ahora... —susurró Amely en la oscuridad.

Pero no tenían nada de qué hablar.

...

𝐏𝐞𝐫𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐯𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐬𝐚𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝

𝐋𝐚 𝐝𝐞 𝐊𝐚𝐤𝐚𝐫𝐢𝐤𝐨 𝐞𝐬 𝐭𝐫𝐚𝐞𝐫 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐭𝐞𝐜𝐧𝐨𝐥𝐨𝐠𝐢𝐜𝐚

...

Los Sheikah organizaron una fiesta en Kakariko para celebrar la graduación de los estudiantes de la academia de guerreros, quienes ahora eran oficialmente miembros del Clan Yiga. Sooga junto a los demás estudiantes aprobados, se encontraban festejando junto a sus familiares y seres queridos.

—¡Sabía qué podías hacerlo! Desde el inicio lo supe —Kohga dio unas palmadas amistosas en la espalda de Sooga.

—No lo habría logrado de no ser por tus enseñanzas. No cabe duda que tengo al mejor mentor de Hyrule —respondió a su gesto con una sonrisa.

—Me habría encantado ver tu triunfo en el coliseo, malditas sean las reglas que prohiben audiencia en el exámen —se quejó, era sabido que la academia era muy estricta en ese sentido— ¡Tengo qué saber cómo hiciste eso! Ni siquiera yo habría podido sobrevivir a un ataque de esas chatarras ancestrales

—Es un secreto —declaró, sin querer admitir que en realidad tuvo que recurrir a su técnica especial en la arena.

—Eres impresionante —sonrió el mayor mientras llevaba sus brazos a su cadera— No cabe duda que serás un guerrero Yiga extraordinario.

Sooga no podía estar más orgulloso de sí mismo. Más que un maestro o mentor, Kohga era una figura paterna para él. Perdió a sus padres al nacer y el único que se hizo cargo de sus cuidados y crecimiento, fue el mismo Kohga. Escuchar que estaba orgulloso de él, llenaba su corazón de alegría. De pronto, notó que la mirada de Kohga se entristecía sutilmente.

—¿Qué ocurre? ¿Te preocupa que me convierta en un mejor guerrero que tú? —bromeó entre risas.

—Todavía te falta mucho para eso, muchacho —suspiró en un intento de despejar sus pensamientos, mientras en su rostro aún se podía ver un reflejo de duda y preocupación.

—Maestro... —Sooga notó de inmediato que algo no estaba bien— Conozco esa mirada. Sé que estás feliz por mí y porque finalmente estoy cumpliendo mi sueño, pero hay algo que no me estás diciendo.

Kohga llevó su mano a su nuca tratando de ocultar su expresión afligida —Me conoces bastante bien, Sooga. Es verdad, estoy feliz por tí y no podría estar más orgulloso de todo lo que has logrado.

—¿Pero...?

Kohga dudó antes de hablar, sabía que sus palabras confundirían a Sooga, pero no podía ocultar más ese pesar —¿Realmente fue la mejor decisión haber permitido que te unieras al Clan Yiga?

Tal como Kohga lo predijo, Sooga mostró confusión en su mirar. Sintió una sensación extraña en el pecho, como si, indirectamente hubiera sido una sutil advertencia. El tono en que Kohga habló parecía serio y firme, ¿a caso el Clan Yiga no era como él pensaba? Realmente quería aclararlo, pero justo antes de que pudiera decir algo, escuchó que alguien lo llamaba.

—¡Sooooga! —el jóven Sheikah volteó en dirección a dónde lo llamaban y vió que se trataba de Link, quién corría desde la entrada de Kakariko hacia él. Pronto llegó a sus brazos y lo abrazó con mucha alegría— ¡Estoy tan feliz por tí! ¡Sabía que ibas a lograrlo!

Sooga sonrió al sentir el cálido abrazo de su pareja, no podía hacer otra cosa más que abrazarlo devuelta —Gracias mi vida, no lo habría logrado sin todo tu apoyo.

Kohga aclaró su garganta un poco mientras miraba el momento, no es que se sintiera incómodo, pero tampoco quería estorbarles —Iré a ver si me necesitan en la base. Disfruta tu celebración, Sooga —dio unas palmadas en su hombro y después de crear su excusa, se marchó.

Sooga aún estaba confundido por sus palabras, pero decidió dejarlo así por ahora. Después podría retomar el tema con Kohga, por ahora quería centrarse en estar con Link y celebrar su victoria.

—¿Entonces ya sabes a qué sector del clan quieres pertenecer? —Link preguntó mientras lo miraba con sus adorables ojos azules.

—Quiero luchar por nuestra gente, y proteger esta aldea y al reino en general de cualquier peligro. Quiero estar en el sector de los guerreros, y deseo convertirme en el más fuerte de ellos —una mirada de ambición y anhelo surgió en su rostro.

—No dudo que lo lograrás tesoro, eres el Sheikah más fuerte que conozco —el hyliano llevó su mano a la mejilla de su pareja mientras sonreía orgulloso por él— Por cierto, tengo un regalo para tí.

—¿Un regalo? —de pronto sintió una intensa curiosidad y emoción, realmente amaba cuando Link le daba algún detalle.

Link buscó entre su alforja y lo sacó entre sus manos para entregárselo a Sooga. Era un precioso amuleto hecho de rubíes con la forma de un corazón —Toma. En Arkadia, los rubíes son conocidos como un símbolo de amor puro y buena suerte; úsalo cuando te sientas perdido y así podrás sentir que estoy contigo.

—Es hermoso, muchas gracias, mi vida —habló en un tono totalmente comnovido mientras tomaba el amuleto entre sus manos y lo guardaba en el bolsillo de su pantalón.

—¿Sabes? Hubiera sido interesante que te unieras al sector del clan que trabaja en el Laboratorio de Artefactos. Siempre me he preguntado qué tipo de misterios guarda ese sitio.

Sooga asintió y habló en un tono añorante. Recordó a Minah, pues ella tenía el sueño de unirse al Laboratorio como una Yiga —Me pregunto lo mismo... ¿Qué clase de misterios esconderá?

Suspiró, para entonces dirigir su mirada a la edificación del sombrío laboratorio que se encontraba en lo más lejano de Kakariko. Sus sentimientos se comenzaron a mezclar. Por un lado sentía tristeza al recordar a Minah, por el otro lado, sentía una nube de emociones combinadas respecto al mayor misterio de Kakariko y de la tribu Sheikah; el Laboratorio. Nadie sabía cómo es que se trabajaba dentro de ese lugar. Los empleados de altos niveles, es decir, los del Clan Yiga, estaban obligados a vivir dentro de las instalaciones y jamás hablar sobre lo que ven ahí. Su sangre se helaba con solo pensar en la clase de secretos que debe ocultar tal sitio.

—¿Interrumpo algo?

Sooga salió de su trance y volteó a ver a la mujer que se acercó a ambos, la matriarca de la tribu —Para nada, ¿qué sucede, Impa?

—¡Tengo qué felicitarte! —su voz era energética y activa— Sabía que sin duda tú pasarías la prueba, fuiste el mejor estudiante de la academia. No tengo idea de cómo hiciste para sobrevivir en la arena, ¡pero fue increíble!

Sooga llevó su mano a su nuca para rascarla sintiéndose avergonzado, lo cuál podía notarse por el rubor de sus mejillas. Ya había tenido suficientes halagos y solía abochornarse al ser demasiado modesto —En verdad no fue nada, solo di lo mejor de mí mismo, como los demás.

—Será mejor que no le digas nada mas, Impa, o se le subirá a la cabeza —Link rió entre murmullos al ver la adorable reacción de su novio.

—No debería recibir tanto mérito. Fue todo gracias a mi mentor y maestro, Kohga, quién me preparó para este momento. Y también fue gracias a tí, Link —se volteó para mirar a su pareja mientras tomaba sus manos— No solo me brindaste tu apoyo y amor para poder hacer esto, también me enseñaste lo que sabes con la espada. Gracias por todo tu apoyo.

—Sabes que haría lo que fuera por tí —el de cabello dorado le sonrió mientras le brinadaba un tierno beso en su mejilla.

—Oh vamos, no sean tan cursis frente a mí —se quejó la líder de la tribu en un puchero.

—No seas celosa, deberías buscarte un novio —sugirió Link en un tono burlón.

—Como si tuviera tiempo para romances. Soy la líder de la aldea y estoy muy ocupada —cruzó sus brazos indignada, siendo consciente de su propia mentira.

—Eso ni tú te lo crees. Incluso la princesa, quién vive todo el día ocupada, tiene un poco de tiempo para el amor —Link siguió, con el afán de molestar a Impa.

La Sheikah tan solo cerró el puño y zapeó a Link fuera de sus casillas —¡Ya deja de humillarme!

Sooga río desde su lugar. Era común que Link molestara de vez en cuando a Impa, así era como solían llevarse. Ese momento se sentía tan familiar, Sooga se sentía totalmente en casa. Aunque, claramente su hogar ahora estaba incompleto. La ausencia de Minah aún lo perseguía y el no podía seguir ocultándolo.

—Impa... ¿puedo preguntar una cosa? —la jóven Sheikah asintió y escuchó atenta a Sooga— Quisiera saber sobre Minah... ¿ella se encuentra bien?

Impa suspiró y miró hacia abajo con desconsuelo —Lo siento, conoces la regla. No se nos permite hablar sobre eso... —Sooga bajó la mirada al escuchar sus palabras, Impa notó su desilusión, y trató de arreglarlo— Pero te prometo que ella está en un buen lugar. No te atormentes más por ello, ¿sí?

Sooga permaneció con la mirada hacia abajo. Realmente extrañaba a su amiga y su asuencia crecia cada vez más. No había podido ni siquiera despedirse de ella y desde que se separaron, él no había sido capaz de procesar el hecho de que jamás volverá a verla. En ese momento, sólo tenía muchas ganas de soltarse a llorar, pero no se lo permitió. Planeaba mantenerse fuerte hasta el último momento. Sin embargo, seguía preguntándose si de verdad hizo lo correcto. De pronto, un Oficial del Clan Yiga se acercó a los tres y miró a Impa con una expresión decidida.

—Es hora —Impa asintió ante las palabras del oficial.

—Sooga —Impa lo llamó con voz suave— Él es uno de los oficiales del Clan Yiga, parece que llegó la hora de comenzar con el entrenamiento y capacitacion de los nuevos miembros. Debes ir con él.

Sooga salió de sus pensamientos y asintió mientras concentraba su mirada en el oficial. Entonces volteó a ver a Link una vez más —Te buscaré después, ¿está bien?

Link asintió mientras tomaba su mano —No te tardes mucho —entonces cortó la distancia que los separaba para besar sus labios, y después de unos segundos, volverse a separar— Te amo.

—Yo también te amo —Sooga sonrió después de besar a su novio, y soltó su mano poco a poco mientras comenzaba alejarse.

Miró a Impa e hizo una leve reverencia para despedirse, la cuál fue correspondida. Y entonces comenzó a caminar al lado del oficial para dirigirse a su camino hacia el cañon de Gerudo, donde estaba ubicada la guarida del Clan Yiga. Conforme más se alejaba de su aldea natal, más nervios e incertidumbre comenzó a sentir. Así que metió su mano en el bolsillo de su pantalón para alcanzar el amuleto que Link le regaló y tomarlo fuertemente entre sus manos. Ahora es cuando más quería sentir su presencia, y un poco de suerte.

Y realmente, la iba a necesitar. Lo peor está por venir.

...

¿𝐓𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐬 𝐬𝐢 𝐥𝐨𝐬 𝐒𝐡𝐞𝐢𝐤𝐚𝐡 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐧 𝐚 𝐥𝐚 𝐚𝐥𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐥𝐚𝐛𝐨𝐫?

𝐋𝐚 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐢𝐦𝐩𝐥𝐞 𝐢𝐧𝐬𝐭𝐚𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧

...