03 | ? Amargo Dolor
Me enseñaste a olvidarte. ❞
INFRAMUNDO
En el interior del templo de Caina, el Wyvern se encontraba revisando los planos de la zona norte del inframundo, de las siete áreas bajo su dominio, había logrado delimitarlo a tres posibles sectores. Sin embargo, esto no era lo único que lo mantenía despierto.
« Kanon...»
Horas atrás el menor de los gemelos había dejado abruptamente el templo de Caina, supo por Aiacos que abandonó el inframundo junto a su diosa, aduciendo que el Wyvern lo había enviado a informar que se haría cargo personalmente de delimitar las zonas de búsqueda.
" — Dijo que no lo necesitabas".
Fueron las palabras que citó el de Garuda al relatar lo ocurrido, al parecer el peliazul había argumentado que delimitar las zonas requeriría más tiempo del que disponía, por lo que permanecer en los aposentos del segundo juez no era opción, no cuando había información que no podía ser compartida por nadie que no perteneciera al inframundo, por esta razón el Wyvern prefería revisar los planos de la zona norte él mismo.
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Fue coherente con su engaño.
«Mentir siempre se te dio bien.»meditó tomando con amargura uno de los pergaminos.
No podía negar que aquella labor le demandó gran parte de la noche, pero no estaba dispuesto a permitir que aquellos planos abandonaran sus dominios. Algo sensato según el de Garuda, si bien estaban en tiempo de paz, seguían siendo enemigos mitológicos, asi que no podían otorgar información clasificada, ante este argumento el portador de la armadura de Sagitario intentó conciliar, aduciendo que podrían avanzar más rápido al otorgarles tres de los pergaminos. Sin embargo, la postura de los dos jueces se mantuvo inquebrantable.
" — Son los dominios de Radamanthys, nada que no tenga su autorización podrá ser extraído de Caina.— acotó con severidad Aiacos, quien no estaba dispuesto a que nadie pasara sobre la autoridad que ejercician los tres jueces sobre sus dominios, en especial los Santos de Athena.
Ante lo dicho, el primer juez se colocó al lado del de Garuda, en clara muestra de apoyo hacia el menor de sus hermanos.
— Si quieren lo contrario, tendrán que pasar sobre nosotros, Sagitario. — advirtió con sonrisa sádica el primer juez, una que logró provocar escalofríos en el castaño, quién parecía haber visto por una fracción de segundo todo de lo que era capaz el Griffon, esto hizo sonreír tenuemente al de Garuda, en verdad Minos podía ser intimidante cuando se lo proponía.
Ante una posible disputa, Hades decide intervenir, aduciendo que será el Wyvern quien se encargue de delimitar las zonas, después se encargaría de mandar a Pandora para coordinar con la Diosa las acciones que tomarían para hallar la abertura entre el inframundo y el mundo terrenal.
— Hay información que no puede ser compartida. — Aceptó de forma diplomática la diosa
— En especial a un embaucador — esbozó el Griffon de manera que sólo el de Garuda y el menor de los gemelos pudieran escucharlo — Entiendo porqué no desea confiartelo — se burló, recibiendo una iracunda mirada por parte del peliazul, quien únicamente se limitó a retirarse junto a su Diosa y el guardián de Sagitario."
Al parecer se había perdido de mucho, pues cuando llegó, tanto Athena como sus escoltas se habían retirado. Sin embargo, tenía que agradecer que fuera Aiacos el encargado de mantenerlo al tanto de lo ocurrido y no Minos, quien seguramente haría uso de su lengua viperina para avivar su aprensión hacia el menor de los gemelos, desde que ambos jueces supieron sobre aquel turbio romance entre ambos guerreros, el Griffon fue el encargado de avivar aquel resentimiento, sepultando cualquier bonito recuerdo que pudiera mantener, aduciendo que el peliazul únicamente lo había usado, que nunca sintió nada real por él, que al igual que sus marionetas, él habia sido un juguete para Kanon, quizas por eso lo había tratado con tanta dureza cuando lo vio en la cámara de su gobernante.
— Luce agotado.
La voz de su amante lo atrajo de regreso a la realidad, ignoraba cuánto tiempo estuvo absorto en sus pensamientos, pero a juzgar por el semblante preocupado de la arpía, debió ser mucho tiempo. Al posar sus penetrantes orbes dorados sobre el reloj de pared, pudo percatarse de la hora, en efecto, era tarde.
— Debió dejarme ayudarlo. — dijo pasando sus brazos por el cuello del rubio, quien aducía que no era necesario, después de todo ya había culminado y la arpía tenía mucho trabajo dirigiendo las tropas en busca de la abertura.
Al escuchar aquello, la arpía no pudo evitar esbozar una cálida sonrisa, le gustaba la forma en la que el Wyvern se preocupaba por él, pero había algo que lo preocupaba, esto era el semblante perturbado del juez, quien tras un pesado suspiro procedió a pedirle que regresará a su lecho, esto tomó por sorpresa a la arpía.
— ¿No dormirá mi lord? — preguntó recibiendo una negativa por parte del rubio — Algo lo perturba?
— No es importante, Valentine.
El Wyvern dirigió sus profundos orbes ámbar hacía un grueso libro, cuyos bordes yacían cubiertos de sangre, al parecer perteneciente al Santo de géminis. No podía olvidar su actuar en la biblioteca al revisar su herida, pero sobre todo...
El dolor en los ojos de Kanon.
Odiaba aceptarlo pero aquello le provocó una incómoda opresión en el pecho, por reflejo intentó acercarse pero fue rechazado abruptamente por el peliazul, quien procedió a abandonar el despacho, si bien su historia había culminado, no podía evitar sentirse perturbado, no lo entendía pero le afectaba el dolor de Kanon, esto lo hizo meditar en la veracidad de aquella aprensión que decía sentir por el menor de los gemelos.
En verdad lo dejó de amar?.
La arpía no pudo evitar cerrar con fuerza los puños, ver que el embaucador había perturbado a su señor lo enervaba.
SANTUARIO
En el interior del tercer templo, el menor de los gemelos yacía encerrado en su habitación, era tarde, pero los acontecimientos de aquel día no le permitían conciliar el sueño.
"Vivo con Valentine"
Aquello había sido un duro golpe para el peliazul, nunca esperó que el segundo juez diera ese paso, si bien el Wyvern se caracterizaba por su formalidad, no creyó que fuera capaz de convivir con la arpía en sus dominios, no tan pronto al menos.
¿Tan pronto lo había olvidado?
Con él siempre fue un romance clandestino, por petición suya debía reconocer, tarde se arrepentía de haber tomado esa decisión. Con Valentine todo era formal, todos en el castillo reconocían a la arpía como la pareja oficial de Lord Radamanthys.
No había nada que ocultar.
" — Lo esperaré en nuestros aposentos, mi amado señor Radamanthys — dijo sugerente, al separarse con lentitud de los delgados labios del Wyvern, para posteriormente retirarse a la habitación que ambos compartían"
No podía sacar de su mente la burlesca sonrisa de la arpía al abandonar la habitación, quiso atacarlo, quería desaparecer aquella expresión de superioridad pero se contuvo.
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Lo odiaba.
Nunca tuvo el más mínimo aprecio por la arpía, no era ciego, conocía el amor desmedido de la arpía hacia el juez, quizás por ello disfrutaba dejar notorias marcas en el cuello del Wyvern cuando estaban juntos, en el fondo deseaba que Valentine lo viera, estas eran en su mayoría cubiertas por su sapuri pero podían notarse cuando observabas con atención, aquella atención y devoción que Valentine tenía por Radamanthys. Recordaba cómo se burlaba de la arpía cuando este venía por el juez al bosque que rodeaba el Santuario.
▬▬▬▬ ❴Flash back❵ ▬▬▬▬
2 AÑOS ATRÁS
El menor de los gemelos dirigía una mirada arrogante a un espectro de pálidas hebras rosadas, el cual se encontraba recargado sobre un árbol esperando por su señor, quien se encontraba vistiéndose.
— ¿Duele, verdad? — preguntó divertido.
Aquello provocó que el aludido arqueara una ceja en clara confusión.
— Sentir algo por tu "amado señor Radamanthys"; Cuando él desea a otra persona — aclaró con fingido dolor
El semblante de la arpía no tardó en tornarse amenazante.
— Por eso tu odio hacia mí, noto la forma en que lo miras. — continuó burlesco, con clara intención de herir a la arpía — una devoción, un amor que jamás será correspondido.
— Suficiente. — espetó con enfado
— Logré más en unos meses que tú en siglos. — se jactó
Al terminar de decir aquello, la arpía lo tomó del cuello de la polera, estampándolo contra uno de los muchos árboles que bordeaban el Santuario.
— Una palabra más y estás muerto. — amenazó presionando una de sus filosas garras en la garganta del mayor provocando que un pequeño hilo de sangre brote de él — O tal vez debería hacerlo ya.
Sin embargo, lejos de mostrar temor, el peliazul esbozó una sonrisa cínica.
— Ni deshaciéndote de mí lograrás que Radamanthys te quiera. — espetó
La arpía intentó clavar sus garras en el aquel embaucador pero el sonido de unos pasos acercándose provocó que soltara al peliazul, se trataba de su señor.
Aquel fue su primer enfrentamiento.
Por años se mofó del amor no correspondido de la arpía. Ahora era el turno de Valentine de burlarse de él. Aquella arpía era la única persona en el inframundo que conocía sobre su relación con el Wyvern, odiaba admitirlo pero aquella confianza lo llenaba de celos.
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Radamanthys tenía plena confianza en él.
" — Es el único que sabe lo nuestro — confesó el rubio rodeando el desnudo cuerpo del peliazul, aquel día ambos se encontraban en el tercer templo, por lo que podían darse el lujo de estar más cómodos.
— No deberías confiar tanto en Valentine. — acotó con claro enfado, se suponía que nadie debía saber sobre su relación. Sin embargo, el Wyvern no parecía tener secretos con la arpía, y aquello lo enervaba.
¿Tan importante era para él?
— Le confiaría mi vida, Kanon."
Amargas lágrimas rodaron por las mejillas del peliazul, quien podía sentir un horrible dolor desgarrando su pecho al ver entre sus manos el collar de Wyvern.
INFRAMUNDO
En el interior de la sala principal, el Dios del averno se encontraba informando a los tres jueces las acciones que tomarían para hallar la abertura entre el inframundo y los dominios de Athena.
— Minos dirigirás a tu escuadrón a cuatro de las prisiones señaladas para identificar la posible abertura.
— Como ordene Lord Hades — asintió inclinando su cabeza en señal de respeto — mientras tanto, Lune tomará mi lugar en el tribunal.
— Aiacos y Radamanthys partirán al Santuario — ordena — su deber será cazar a las criaturas y encontrar una posible abertura entre los dominios de Athena.
— Eso quiere decir que permaneceremos en el Santuario, mi Lord? — inquirió el de Garuda
— Asi es — afirmó — si queremos hallar la abertura es necesario rastrear los portales en ambos planos, tanto en el mundo infernal como terrenal.
— Comprendo.
— Ustedes permanecerán en los dominios de Athena hasta que sus respectivos escuadrones terminen de delimitar las zonas de búsqueda en sus dominios. — entrelaza sus pálidos dedos fijando sus profundos orbes zafiro sobre ambos — Athena los espera dentro de tres días en el Santuario; no está de más decir que sus actos no deben afectar el tratado de paz.
— Sí señor — aceptaron ambos jueces imitando la acción del primer juez.
Una vez fuera de los aposentos de su gobernante, Aiacos se percata del semblante ausente del menor de sus hermanos, era evidente que lo perturbaba la orden de partir al Santuario, ignoraba lo que había ocurrido en los dominios de Caina entre el Wyvern y el menor de los gemelos. Sin embargo, no quería problemas que puedan poner en riesgo el tratado entre sus dioses. A diferencia de Minos, el tercer juez no disfrutaba de provocar disputas sin sentido, en especial contra sus ahora "aliados", aunque eso no quería decir que los tuviera en alta estima, de hecho prefería actuar indiferente, al menos hasta que la situación amerite lo contrario, quizás por ello era el más diplomático de sus hermanos mitológicos, aunque no por eso menos arrogante.
— Tu odio a Géminis será un problema en nuestra misión? — cuestionó el tercer juez atrayendo la atención del rubio.
— No odio a Kanon — sentenció con firmeza, si bien había mantenido una dura actitud con el mayor, no podía decir que lo odiaba, pero prefería mantenerse al margen — su presencia no será un problema.
Para el de Garuda era evidente que el rubio aún estaba herido por lo ocurrido con el menor de los gemelos, mucho había influido la labia de víbora de Minos, quien parecía disfrutar avivar la discordia entre los Santos de Athena y el inframundo.
— ¿Lo has perdonado?
Un incómodo silencio se formó entre ambos jueces.
—...Aunque quiera perdonarlo, no puedo confiar en él. — dijo retirándose a sus aposentos.
El de Garuda no pudo evitar dejar escapar un cansado suspiro, no había duda que el Wyvern era un guerrero cuyo orgullo no le permitía mostrar debilidad ante nadie, ni siquiera ante el menor de los gemelos.
Continuará…
