En la profundidad del oscuro bosque que bordeaba el santuario, el menor de los gemelos se encontraba absorto en sus pensamientos, no recordaba como terminó en aquel punto. Sin embargo, no podía evitar perderse entre sus recuerdos. En aquel lugar solía encontrarse con el juez de Wyvern y tener sus noches de pasión cuando el tercer templo se encontraba ocupado.

Todavía podía recordar la calidez de sus labios, su tacto sobre su cuerpo, pero sobre todo, la entrega del juez en cada una de sus noches.

— Radamanthys... — susurró dirigiendo sus profundos orbes sobre su pecho, aún conservaba el collar con el símbolo de Wyvern que el rubio le había dado.

Sin duda, Radamanthys podía ser serio por fuera, pero lo consentía en todo, pese a su oscuro pasado y su fría actitud con el juez, el Wyvern lo amaba, aún con sus deberes en el inframundo tenía tiempo para verlo.

Lamentaba no haberlo valorado.

— Tarde me di cuenta lo que por ti sentía.

Ahora era tarde.

Un año había pasado desde su rompimiento. El menor de los gemelos había escuchado por los Saint de bronce que el de Wyvern inició una relación con Valentine de Arpía. Aquello lo enfadó, pero más que enfado era dolor.

Dolía...

❬❬ Él ya te olvidó, Kanon...❭❭ pensó

Recordarlo dolía.

— Me equivoqué...

Él había alejado al Wyvern por seguir una obsesión, un capricho, por seguir a Milo. Desde los sucesos en la guerra santa había desarrollado una fuerte atracción por el escorpión. La relación que mantuvo con Wyvern no fue impedimento para aproximarse a él.

Dejó ir a Radamanthys por perseguir un espejismo, un capricho que no duró más de unas pocas noches de pasión, pues al escorpión le bastó ver de nuevo al guardián de los hielos para que afloren nuevamente todos sus sentimientos.

En el fondo lo sabía...

Milo nunca dejaría de amar a Camus, aún con los sucesos ocurridos en Asgard, los sentimientos del escorpión no habían cambiado.

Estaba solo...

Pero era algo a lo que estaba acostumbrado, después de todo...

— Siempre estuve solo.

Un ruido lo sacó de sus pensamientos, al parecer alguien más se encontraba en aquel bosque. El menor de los gemelos no pudo evitar abrir los ojos con sorpresa, frente a él se encontraba uno de los tres jueces del inframundo.

— Radamanthys... — susurró

Continuará…