SANTUARIO DE ATHENA

Fuera de la cámara del patriarca dos santos de Athena yacían con semblante perturbado, desconocían cómo comunicar lo ocurrido al sumo pontífice, en especial al guardián del octavo templo.

— No puedo mirar a Milo... — dijo el peliaqua a medida que inclinaba la cabeza con profundo dolor.

Aquel acto fue observado con tristeza por el Capricornio, quien procede a dar un paso al frente anunciando que entraría primero a aquella sala.

Una vez anunciado la llegada de ambos caballeros, el patriarca procede a saludarlos para posteriormente escuchar el informe de su misión en las lejanas tierras de Chasis. Sin embargo, al recabar en las condiciones que venían ambos guerreros no pudo evitar enmudecer, no sólo por los daños en sus armaduras o las heridas que portaban, sino por algo más, una marca de unión en el propietario de la armadura de acuario. Eso significa que el omega había sido reclamado y que ahora estaba incondicionalmente unido a un alfa.

— No puede ser — La voz del patriarca se detuvo para observar con sorpresa al guardián de la deciava casa. — Camus es...

— Mi Omega. — dijo con firmeza

En ese momento las puertas del gran salón se abrieron dejando paso a los demás caballeros dorados quienes habían sido citados por el patriarca para informarles de la presencia anómala en las lejanas tierras de Chasis. Al verlos, el sumo pontífice intentó evitar delatar el actual estado del santo de hielo pero era tarde, el guardián de la octava casa se había abalanzado a atacar al capricornio.

— Basta Milo! — el caballero de Libra trató inútilmente de contenerlo, pero era imposible calmar a un alfa embravecido, sobre todo a uno al que le habían arrebatado a su destinado.

— Aguja escarlata!

Todos en la cámara del patriarca contemplaban con horror como una batalla a muerte se había desatado entre ambos santos, cuyas feromonas habían impregnado la habitación llenándolo de un amenazante hedor a muerte, el cual provenía del guardián del octavo templo, quien nublado por el odio y deseos de venganza, buscaba encajar su ataque mortal sobre el capricornio.

— Milo! — exclamó el peliaqua siendo detenido por el caballero de Virgo, quien advierte que no debe intervenir, no cuando la furia invadía al escorpión.

— Un alfa embravecido es peligroso — advirtió poniéndose frente al Omega como si de una especie de escudo humano se tratara, si bien el escorpión estaba enfrascado en su batalla contra el guardián de la deciava casa, no dudaba que en cualquier momento pudiera atacar al omega al percibir el aroma del capricornio sobre él.

« La ira ha nublado su razón.» pensó

Los alfas eran territoriales, él lo sabía perfectamente, después de todo, todos los santos de oro eran alfas a excepción del patriarca, Afrodita, Camus y Aioros que eran Omegas. Por esa razón, sabía hasta donde podía llegar la ira del escorpión y no podía permitir que la situación se saliera de control.

Aunque quizás ya lo estaba.

— Antares!

— Excalibur!

Exclamaron ambos santos emitiendo sus ataques más letales, logrando destrozar todo a su paso. Sin embargo, antes que estos puedan impactar en el otro provocando un daño irreparable, el patriarca interviene anulando ambos cosmos, siendo secundado por el Santo de Libra quien aprovecha el momento para separar a ambos guerreros, ordenando a Saga y Aioria sostener al escorpión, quien pese a no tener cosmos trataba de abalanzarse hacia el guardián del deciavo templo, quien era sujetado por los caballeros de Cáncer y Piscis.

— Por qué?! — exclamó iracundo el heleno, observando con auténtico odio a aquel que no sólo le había arrebatado a su Omega, sino a su destinado.

— Tuve que hacerlo...

Aquella escueta respuesta avivó la ira del escorpión, quien gracias al descuido del guardián del quinto templo, se libera para golpear el rostro del capricornio dejándolo en el suelo ante la atónita mirada de los presentes.

— CAMUS ERA MI OMEGA!

— Ahora es el mío. — dijo con dificultad a medida que una gran cantidad de sangre emergía de su boca.

— ¿Qué dijiste maldito? REPITELO! — bramó sujetándolo del cuello

— ¡Suéltalo Milo! — exclamó el de Piscis

Inmediatamente Deathmask y Afrodita salieron en defensa del capricornio, separándolo del iracundo escorpión.

— Suficiente! — espetó Shion

El ambiente era tenso en la cámara del patriarca, donde a juzgar por la acusatoria mirada de los otros caballeros sobre el guardián del deciavo templo, era evidente que dudaban de las condiciones en que se dio aquel lazo, sobre todo que este fuera consensuado. Lo cual dejaba abierta la siguiente interrogante: ¿Acaso Shura marcó a Camus contra su voluntad?. Por lo que el patriarca tenía entendido, el Santo de hielo mantenía una relación con Milo, si bien no había una marca de unión, ambos eran destinados. Además, antes de partir el acuariano le había informado que pretendía unirse a Milo en su siguiente celo. Al recordar aquello, el sumo pontífice no pudo evitar desviar la mirada hacia el sueco, quien sujetaba con cuidado a un ensangrentado capricornio, cuyos orbes trataban a toda costa de evitar la mirada del peliaqua, quien aún era sujetado por el Santo de Virgo. Si aquella sospecha resultaba ser cierta, tendría que tomar cartas en el asunto.

«Marcar a un Omega contra su voluntad se castiga con la muerte.» pensó

El patriarca ordenó a los presentes abandonar la habitación, hablaría con los involucrados por separado.

— Saga encargate de Milo. — dijo con notorio enfado para posteriormente dirigirse a los caballeros de Cáncer y Piscis, quienes sostenían a un ensangrentado Shura — curen sus heridas, Dohko les informará cuando requiera su presencia.

— Sí patriarca — dijeron los aludidos

A medida que se alejaban de aquella habitación, Saga trataba de contener a un malherido escorpión de buscar la mirada del peliaqua, quien aún era custodiado por el Santo de Virgo.

Una vez que ambos alfas fueron retirados de la cámara del patriarca, el rubio se dispone a retirarse haciendo una reverencia ante su superior, para posteriormente dejarlo a solas con el Omega.

Un incómodo silencio reinaba en los pasillos del Santuario, era claro que ninguno sabía qué pensar. Sin embargo, debían esperar el descargo de los involucrados, pero sobre todo la resolución del sumo pontífice. Si aquel acto había sido consensuado, Shura y Camus tenían mucho que explicar, de lo contrario se tomarían las medidas correspondientes contra el guardián de la deciava casa. Aunque dado el carácter recto y diplomático del mayor, algunos dudaban que fuera capaz de cometer tal bajeza. Sin embargo, otros parecían ya haber emitido su sentencia.

— Cómo pudo?! — espetó un muy indignado Aioria

— Calmate Aioria — dijo el Santo de aries tratando de mantener aquel temple que tanto lo caracterizaba

— Cómo puedes pedirme que me calme?! — acusó con verdadero enfado — no sólo marcó a un Omega contra su voluntad, también le arrebató a uno de nosotros su pareja destinada!

— Shura no es ese tipo de persona...— Aioros trató de calmar la situación. Sin embargo, su tono de voz no proyectaba seguridad, si bien quería confiar en el capricornio, aquellas escuetas respuestas que dio en la cámara del patriarca ante las acusaciones del escorpión, dejaban mucho que pensar. — Él es...

— Correcto? — se burló el menor

— Basta Aioria — dijo con seriedad el Santo de libra — aún no sabemos lo que ocurrió.

— El viejo maestro tiene razón — secundó Aldebaran — Será mejor no tomar ninguna decisión hasta escuchar al patriarca.

— Acaso ustedes pueden creer en él? — cuestionó indignado el de Leo, en verdad esperaba esa actitud de los caballeros de Cáncer y Piscis, quienes tenían una estrecha relación con el guardián de la deciava casa, estaba seguro que si en algún momento el capricornio cometía algún acto imperdonable, en lugar de entregarlo lo cubrirían, la lealtad que mantenían entre ellos era más fuerte que la que profesaban a su diosa.

Un silencio sepulcral inundó la habitación, era claro que ninguno de los presentes creía completamente en el capricornio. Sin embargo, no querían emitir un juicio, no abiertamente al menos.

— No deberías tomar decisiones apresuradas.— aconsejó el caballero de Virgo, quien había sido el último en abandonar la cámara del patriarca. — Debemos escuchar la versión de Camus.

— Estuviste a su lado, debió decirte algo.— acotó Aioria, para ninguno en aquella sala era un secreto la estrecha amistad que mantenían ambos caballeros. Sin embargo, aquel cometario pareció no agradar al guardián del primer templo, cuyo semblante era notablemente más serio.

— Nada con relación a lo ocurrido.

Si bien el caballero de Virgo había podido sentir el dolor del Omega, no podía asegurar que esta tristeza se debiera a un lazo impuesto. Si bien Shura era un alfa poderoso, Camus no era un Omega débil, tenía la fortaleza suficiente para enfrentar a cualquiera de la orden dorada.

— Debe haber una explicación — meditó Mü — De lo contrario...

— Shura será ejecutado. — finalizó el caballero de Libra

En otra habitación perteneciente a los dominios del patriarca, el caballero de géminis se encontraba conteniendo a un embravecido escorpión, quien sin su cosmos no era un gran rival para el mayor de los gemelos.

— Acabaré con él! — exclamó un iracundo escorpión dirigiéndose a la salida, siendo detenido por un contundente golpe proveniente del peliazul.

Si bien el mayor no había hecho uso de su cosmos, eso no reducía la fuerza de aquel golpe que había logrado dejar en el suelo al escorpión.

— Suficiente. — espetó tratando de mantener la compostura.

— No lo entiendes...— respondió con dificultad a medida que limpiaba la sangre que brotaba de sus labios.

— Es verdad — reconoció dirigiendo sus penetrantes orbes jade hacia el menor, quien pese a no tener su cosmos aún desprendía un aura amenazadora, quizás de estar en su situación actuaría de la misma manera. Sin embargo, no podía permitir que la furia nublara su juicio, no cuando tenía una orden directa del sumo pontífice — no puedo imaginar por lo que estas pasando, pero si debo dejarte inconsciente hasta la resolución del patriarca, lo haré. — sentenció colocándose frente a aquella puerta — Así que piensa bien lo que harás.

El escorpión golpeo el suelo en señal de frustración, por mucho que odiara reconocerlo, en esas condiciones no era rival para alguien como Saga, por ello no tuvo otra opción que permanecer en aquella habitación hasta que el patriarca requiriera su presencia.

« Camus...» pensó.

El peliazul no podía evitar observar con cierta tristeza al escorpión, sin duda aquella situación no era fácil de asimilar, después de todo el acuariano no sólo era su pareja, era su destinado, hasta donde recordaba, desde pequeños ambos caballeros sintieron una fuerte conexión el uno por el otro, para todos en el Santuario era claro que eran destinados. Por ello lo impactaba tanto lo ocurrido, hasta donde tenía entendido, el patriarca había designado a Shura y a Camus para ir a las lejanas tierras de Chasis, lugar donde se encontraba el templo de la diosa Ilitia. No había problema en mandar a un alfa y un omega, siempre y cuando su celo no este próximo, o si poseían un lazo. Sin embargo, las únicas parejas formadas en la orden dorada eran Dohko y el patriarca, seguido por Aioros y el peliazul.

« Aioros...» pensó

No podía imaginar si un día perdiera a su arquero.

TEMPLO DE PISCIS

En el interior de los dominios del sueco, este se encontraba curando las heridas de un ensangrentado capricornio, quien yacía con la mirada perdida en un punto muerto de la habitación, aquello sin duda preocupaba al Omega, quien hasta el momento únicamente se había limitado a retirar la sangre de su rostro.

— Qué fue lo que pasó, Shura? — preguntó dejando notar su preocupación, pero lo único que recibió fue un incómodo silencio por parte del mayor.

— Shura. — llamó el de Cáncer, observándolo con seriedad, su paciencia se estaba agotando. Sin embargo, no podía quedarse de brazos cruzados, a diferencia de Afrodita, él no era delicado y quizás eso necesitaba el mayor, por lo que sin dudar procedió a sujetar con rudeza el hombro del alfa, obligándolo a mirarlo. — Qué ocurrió con Camus?

El alfa reaccionó, topándose con los penetrantes orbes del guardián de Cáncer, quien al igual que el pisciano demandaba una explicación, ambos conocían los verdaderos sentimientos del capricornio hacia el Santo de hielo, así que si con alguien podía ser sincero, era con ellos, después de todo para ninguno era un secreto que el mayor había amado al peliaqua desde que eran pequeños, el capricornio siempre supo que Camus era omega, su físico lo delataba. Sin embargo, nunca intentó nada con él, para todos era evidente que Milo y Camus tendrían un vínculo.

— Tuve que hacerlo...

— Qué quieres decir? — cuestionó Deathmask. Sin embargo, sólo recibió un amargo silencio del mayor.— Shura acaso tu...

El de cáncer palideció ante la probabilidad de un lazo forzado, pero antes que pudiera decir algo fue interrumpido bruscamente por un iracundo Afrodita.

— Cómo puedes pensar algo así?! — lo enfrentó por tal insinuación — Shura nunca haría algo como eso!

El canceriano únicamente se limitó a observar al mayor, conocía lo suficiente a su compañero como para creerlo capaz de cometer tal atrocidad. Sin embargo, no podía negar el primitivo instinto que albergaban los alfas, por lo que si alguien podía entenderlo, era él.

— Shura? — inquirió

— Yo soy el responsable...

Continuará...