2 Semanas Después
Tras la resolución del sumo pontífice, Milo había decidido ausentarse del Santuario, necesitaba procesar todo lo ocurrido, por esa razón el patriarca había dispuesto mandarlo a una misión de reconocimiento y escolta a Tracia, donde según los informes habían atacado el templo del dios Ares, por lo que requerían la intervención del Santuario. Sin embargo, el de Escorpio no podía sacar de su mente lo dicho por el patriarca, quien había dispuesto respetar el lazo de Shura y Camus.
•
•
•
•
Nadie podía interferir en él.
Todo era una pesadilla, aún no podía aceptar su ruptura con el aguador, era doloroso verlo y no poder tocarlo o estar a su lado, en ocasiones sus miradas chocaban. Sabía por Aioria que Camus no vivía con Shura, tampoco había actos o palabras cariñosas entre ambos. Al parecer su relación no era de Alfa- Omega, eso en el fondo lo alegraba pero se preguntaba cuánto duraría, pues aunque le desagradara ambos necesitaban intercambiar feromonas.
« Camus...»
Amaba al peliaqua, pero este tenía un fuerte sentido del deber, aún si no lo amaba, sabía que respetaría a Shura como su alfa. Su deber era antes que todo, era tan propio del acuariano priorizar su deber antes que él mismo, por esa razón el Escorpión no estaba seguro de qué sentir respecto a su decisión. Debía odiarlo por no oponerse a la resolución del patriarca? Comprendía la situación pero no lo aceptaba.
— No quiero perderte.
No quería decirlo pero una parte de él deseaba profundamente la muerte del Capricornio. Ante este pensamiento, sacudió su cabeza tratando de alejar aquellas ideas de su mente, era mejor concentrarse en su deber, después de todo el patriarca le había ordenado mantenerse alejado del Santo de hielo y evitar cualquier conflicto con Shura, con quien había mantenido varios enfrentamientos desde la resolución, por esa razón lo habían mandado a una misión a Tracia. Según Athena, debía escoltar al guerrero de la diosa Hera hasta el Santuario, lugar donde tendría una audiencia con la protectora de la tierra. Al oír el nombre de la gobernante del Olimpo, el escorpión había considerado pedir a aquella diosa la ruptura del vínculo. Sin embargo, no era afecta a Athena o lo que tuviera que ver con la Diosa de la Guerra y la Sabiduría, a sus ojos era la hija bastarda de Zeus, sin duda todo lo que tenía que ver con los dioses era complejo.
En una taberna de Rodorio, dos Santos de Athena se encontraban tomando un descanso, aquel día habían terminado con su labor de patrullar los alrededores de la aldea, por lo que habían dispuesto comer algo en aquel lugar, no era que la idea agradara al Santo de Piscis. Sin embargo, había accedido ante la insistencia del alfa, quien parecía hallarse dentro de su entorno.
— ¿Qué ocurre? — cuestionó con burla el italiano — no te gusta el lugar, niño bonito?
— Las tabernas no son de mi agrado pero la comida es buena — aceptó con una sonrisa arrogante — Entiendo porqué te gusta este lugar. — desvío sus profundos orbes zafiro hacía unos estruendosos alfas que se encontraban bebiendo y apostando en unas mesas más alejadas, otros se encontraban haciendo pruebas de fuerza para impresionar a un Omega que atendía en la barra.
— Es el mejor lugar para descansar y obtener información. — se encogió de hombros, disponiéndose a beber lo que restaba de su cerveza
El sueco quiso responder pero fue interrumpido por una iracunda voz, al parecer un grupo de alfas se encontraba molestando a un Omega de medianos cabellos castaños, atractivo sin duda, su fino rostro contrastaba perfectamente con su fiera mirada azulada, si no mal recordaba lo había visto atender en la barra.
— ¡Suéltame! — espetó propinándole un fuerte golpe en la mandíbula al hombre que había osado aprisionarlo contra su cuerpo.
— No debiste hacer eso Glen — se quejó limpiando la sangre que brotaba de sus labios — eres muy bello para ser tan agresivo.
— No vuelvas a tocarme — advirtió dispuesto a regresar a su puesto pero fue detenido por el rudo agarre de aquel iracundo alfa
— ¡Pagarás por esto! — exclamó dispuesto a levantar una mano sobre el castaño pero fue detenido por el Santo de cáncer, quien interfiere sorprendiendo a Afrodita.
— Te dijo que lo dejes en paz — espetó amenazante presionando la muñeca de aquel hombre, quien se retorcía de dolor. Todo ante la atenta mirada del castaño, quien observaba embelesado al canceriano.
— Metete en tus asuntos. — bramó una vez que fue soltado y arrojado con brusquedad contra una de las mesas, pero se calló al percatarse de la intimidante mirada del alfa, por lo que tras tragar saliva se marcha rápidamente de aquel lugar.
— Alfas como él son basura. — se jactó el Santo de Cáncer, recibiendo una gentil sonrisa por parte del castaño, quien se le acerca sugerente agradeciendo su ayuda
— Vaya que eres oportuno
— Es bueno ver que no eres sólo un niño bonito — bromeó fijando sus penetrantes orbes azulados sobre los delgados dedos del menor, los cuales tenían un pequeño rastro de sangre perteneciente a su atacante.
Ante lo dicho, el Santo de Piscis no pudo evitar enfadarse, aquel Omega parecía tener química con el de Cáncer. Al ver aquella interacción, el sueco no pudo evitar sentir celos del castaño, dado su reputación ningún Omega del Santuario se acercaba con otras intenciones a Deathmask, eso y que el sueco intimidaba a cuanto Beta u Omega volteaban a ver al de Cáncer, pero era diferente con un civil.
Una vez que el alfa volvió a su mesa, el sueco trató de ocultar su incomodidad, no era que lo molestara que el italiano defendiera a un civil, era su deber como Santo de Athena pero aquella interacción lo había enervado.
— ¿Por qué esa cara? — cuestionó el alfa
— No creí que intervinieras. — acotó devolviendo su mirada a lo que restaba de su plato — Usualmente soy yo quien lo hace.
— Querías la atención? — se burló posando su vista a su tarro vacío.
— No digas tonterías.
— Diviértete un poco — sugirió llevando los brazos a su cabeza — Pediré otra cerveza.
— No es necesario. — intervino el castaño acercándose a su mesa, en sus manos traía un nuevo tarro, el cual depositó frente al de Cáncer liberando parte de sus feromonas — Esta va por la casa.
El descaro del Omega era el colmo, el Santo de Piscis podía sentir su sangre hervir ante tal directa muestra de interés, no pudo evitar dirigirle una dura mirada. Una que no pasó desapercibida para el castaño, quien al percatarse de los desafiantes orbes del sueco, no duda en observarlo de manera retadora, para posteriomente pasar sus delgados brazos por el cuello del alfa.
— ¿Tu omega? — preguntó abrazándolo con descaro, recibiendo una negativa por parte del de Cáncer
— Es sólo un amigo.
Eso le dolió a Afrodita, quien veía al italiano coquetear con el Omega de la taberna, aquella interacción lo hacía pensar que el alfa nunca lo miraría de la misma manera.
Amaba al Santo de Cáncer pero no era correspondido.
— Te veo en el Santuario, Deathmask. — se despidió el sueco, quien no podía tolerar por más tiempo aquella interacción.
El de Cáncer quiso detenerlo yendo tras él pero fue detenido por el castaño quien lo sujeta del brazo, aduciendo que debía dejarlo partir, era evidente que no le agradaba ese lugar.
SANTUARIO
Una ardua batalla se llevaba a cabo en el coliseo entre algunos Santos de Athena, quienes luchaban sin hacer uso de sus técnicas más letales, siendo observados a lo lejos por los aspirantes a caballeros y el guardián del templo de Acuario, quien tenía su atención en la batalla que el Capricornio sostenía contra Aldebaran.
— Tu alfa es muy fuerte.
Elogió una voz atrayendo la atención del Omega, quien voltea topándose con los profundos orbes del patriarca.
— Su santidad.
— Deberías observar la batalla más de cerca.
Dicho esto, el lemuriano procede a sentarse a su lado, estaba dispuesto a hablar con el Santo de hielo sobre su situación, hacerlo meditar sobre su vínculo con el Capricornio. Sin embargo, para eso necesitaba averiguar qué tan indiferente le era Shura.
— Cuando eras un niño siempre buscabas estar a su lado. — comentó rememorando aquella época en la que el acuariano corría a los brazos de Shura cuando era asustado por las almas en pena de Deathmask, el Capricornio constantemente regañaba al alfa por meterse con los aspirantes.— Eso no ha cambiado.
El peliaqua lo observa interrogante, era consciente que el patriarca siempre veía por los Omegas del Santuario. Sin embargo, esta vez no entendía sus palabras.
— ¿Por qué lo dice, patriarca?
El lemuriano sonrió con calidez, en verdad el Santo de hielo podía ser un Omega sumamente inteligente pero aún desconocía sobre aspectos emocionales.
— Porque incluso cuando las personas tienen miedo, aún así buscan amor. — acotó señalando su marca de unión, logrando que un fuerte rubor se instalara en los pómulos del peliaqua, quien desvía la mirada, esta acción confirmó las suposiciones del patriarca. Shura aún representaba un lugar seguro para Camus.
Podría usar eso a su favor.
— ¿Podrías llegar a amar a tu alfa? —
El Santo de hielo guardó silencio, para el lemuriano era evidente que aún pensaba en el guardián de Escorpio. Entendía que aquello era una pregunta difícil. Sin embargo, esperaba de todo corazón que Camus pudiera amar a su alfa, quizás esta era su forma de intentar resarcir el daño pero debía intentarlo, después de todo el Capricornio era un alfa muy formal, no dudaba que protegería a su Omega, si ambos se lo proponían podrían formar una relación Alfa-Omega, al menos era lo que deseaba el sumo pontífice, por esa razón había decidido mantener un tiempo lejos al Escorpión, quizás la distancia le serviría a ambos para asimilar su nueva situación. Milo era un alfa sin lazo formado, no dudaba que podría encontrar a un Omega, después de todo aunque tuviera un destinado, esto no significaba que esten obligados a estar juntos.
— A veces no basta con ser destinados. — esbozó posando su vista el entrenamiento de los caballeros, esta vez el Capricornio tenía un enfrentamiento contra el impetuoso león, quien logró herirlo estampando su cuerpo contra unas rocas al hacer uso de su plasma relámpago, acto que le costó la descalificación por parte del Santo de Sagitario quien intervino llevándose al leonino, era evidente que lo reprendería.
Al culminar la batalla, un magullado Capricornio se retira a su templo, siendo seguido por la penetrante mirada del sumo pontífice, quien se pone de pie atrayendo la atención del peliaqua.
— Anda. Debes curar a tu alfa. — acotó recibiendo un asentimiento por parte de un ruborizado Camus, quien tras una reverencia procede a marcharse del lugar
El patriarca no pudo evitar mostrar un serio semblante al posar su atención sobre el templo de Capricornio, sabía que durante el primer año de formado el vínculo, el alfa y el omega tenían una mayor necesidad de compartir feromonas, sentirse cerca. De no hacerlo, esto podría dañar física y emocionalmente a los vinculados, pero por lo que tenía entendido, Shura y Camus no tenían una relación Alfa-Omega. Vivían en templos separados, no tenían muestras de afecto dentro o fuera de sus templos. Por esa razón entendía que el Santo de hielo observara a lo lejos el entrenamiento del Capricornio, en un vano intento de saciar esa necesidad de sentir cerca a su alfa.
«Acercarse o alejarse. ¿Qué les haría más daño?» meditó
Por lo que recordaba al formar su lazo con Dohko, todo ese primer año se mantuvieron cerca uno del otro, principalmente en la cámara patriarcal.
— Quizás deba intervenir.
La situación no era convencional, pero Shura necesitaba las feromonas de Camus y este las del alfa, sin duda en situaciones como esa, ser el patriarca era una dura labor.
En los alrededores del coliseo podía escucharse una acalorada discusión entre los guardianes de Leo y Sagitario, la cual tenía como tópico el ataque hacía el Santo de Capricornio.
— ¿Por qué lo defiendes?! No merece consideración.
El Omega suspiró con cansancio, aquella no era la primera vez que su hermano tenía un roce con el alfa pero con la ausencia del escorpión esperaba que esto cambiara. Sin embargo, no parecía ser el caso.
— Suficiente, esto no cambiará la resolución del patriarca. Además hemos escuchado lo ocurrido, no fue culpa de Shura, él...
— ¡Él pudo evitarlo!
— No estuviste ahí Aioria. — regañó
— Preferiría la ejecución al atar a un Omega a mi lado. Si tiene honor debería hacerlo. — espetó marchándose enfadado.
TEMPLO DE CAPRICORNIO
En el interior de los dominós del alfa, podía escucharse el sonido del agua correr, al parecer este se encontraba lavando su rostro en el lavabo, tras su disputa con el guardián del quinto templo necesitaba relajarse, por lo que había decidido retirarse la polera, permitiendo que el agua cayera por su trabajado cuerpo. Por momentos no podía evitar preguntarse cómo había terminado en aquella situación.
▬▬▬▬ ❴Flash back❵ ▬▬▬▬
AÑOS ATRÁS
Un Shura de 12 años observaba a lo lejos a un pequeño Milo perseguir nuevamente al Santo de acuario, aquello sin duda era una conducta demasiado recurrente en el Escorpión, quien siempre que podía buscaba estar al lado del Omega, lo que resultaba tierno para aquellos que pensaban que se trataban de destinados, de aquella existencia inigualable, atraída por el instinto y el cuerpo. Se dice que nadie puede resistir la atracción del destinado, y quizás ese era su caso, por ello dejaba pasar esa conducta. Sin embargo, no pudo evitar intentar separarlos cuando lo vio abrazando al peliaqua, acción que provocó que Afrodita se burlara aduciendo que parecía un padre celoso.
— Dejalos — se mofó Deathmask pasando un brazo por su cuello — Además es evidente que son destinados.
El Capricornio asintió suspirando resignado, quizás estaba tomando su rol de cuidador demasiado en serio. Aioros le había encargado cuidar a Camus, debido a la cercanía de sus templos y que no confiaba en Afrodita, su sinónimo de cuidar era hacerlos trabajar en su jardín, por lo que Shura regularmente iba al templo del peliaqua y leía con él. No era de su agrado ser un cuidador o "niñera" como lo llamaba Deathmask pero debía admitir que disfrutaba tener mayor responsabilidad, aquello elevaba su estatus de alfa. Además cuidar a Camus no era molesto, pues a diferencia de Milo y Aioria, Camus no era problemático. Era respetuoso, básicamente se la pasaban leyendo o entrenando el aire frío del menor. En ocasiones Afrodita aducía que el peliaqua sería un Omega muy bello, ante esto Shura asentía dándole la razón, sin duda Camus sería un Omega muy hermoso, muchos alfas pelearían por su atención, pero nunca esperó ser uno de esos alfas, fue a su segundo regreso de Siberia que quedó prendado por el Omega.
Al sentir la presencia de alguien, el Santo de Athena procede a dirigirse con el torso descubierto a la entrada de su templo, seguramente se trataba de Afrodita y Deathmask quienes volvían de sus rondas en el pueblo. Grande fue su sorpresa al ver al Santo de hielo apoyado en una de las columnas de su templo, en sus brazos traía un pequeño botiquín
— Camus... — susurró con asombro, ciertamente no esperaba la presencia del peliaqua, a quien desde la resolución había procurado darle su espacio, evitando propiciar algún encuentro, dejaría que fuera el omega el que decidiera cuándo acercarse
— El patriarca me pidió curar tus heridas. — dijo desviando su mirada tratando de ocultar el fuerte rubor que se había instalado sobre sus pómulos, recibiendo un asentimiento del mayor, quien tenía daños en la espalda de los que no podría encargarse sin ayuda.
El Capricornio hizo pasar al Omega hasta el salón principal, donde procedió a sentarse para darle mayor comodidad al momento de observar sus heridas. Sin embargo, el peliaqua parecía tener su atención en las feromonas que impregnaba aquel recinto, sin duda todo tenía el aroma del alfa, aquello lo distraía un poco pero haciendo uso de algunos ungüentos y su aire frío procedió a curar su espalda en silencio, pasando sus manos por la musculatura del alfa, quien tenía una espalda ancha y bien trabajada. Aquello le trajo un recuerdo de su entrega en las lejanas tierras de Chasis, si bien mucho de aquel día era borroso, podía recordar al Capricornio profanando su entrada, sus embestidas, su cuerpo reaccionaba ante su contacto, aunque en su interior sólo podía pensar en el escorpión. Recordaba el rostro del alfa desfigurado de placer, arqueando su espalda en una profunda estocada para inundarlo con su semilla. A medida que el calor se fue aplacando en sus cuerpos sus recuerdos eran más nítidos, podía sentir al alfa moviéndose con ahínco dentro de él, morder su pecho, tocando zonas que sólo habían sido recorridas por el escorpión. Al despertar podía sentir la semilla caliente del Capricornio correr entre sus piernas, agradecía a las sacerdotisas haber impedido un embarazo. No podría con ello, sin más el Santo de hielo sacudió su cabeza haciendo a un lado aquellos recuerdos.
— ¿Ocurre algo? — preguntó el mayor percatándose de su reacción
— No es nada — dijo continuando con aquella frotación, seguido de su aire frío
El Capricornio asintió, disfrutaba sentir las manos del peliaqua sobre su cuerpo, que lo curara, que haya ido a curarlo lo hacía sentir una agradable sensación, aunque fuera una petición del patriarca. Aquellas frotaciones lo hacían pensar en las caricias del Omega, aún recordaba las manos del galo recorriendo su espalda hasta clavar sus largas uñas en su espalda. Aquella entrega donde se volvió uno con el menor, aún tenía presente la sensación de su miembro al ser apresado por las paredes del Omega, su interior era estrecho y caliente, esa sensación lo excitaba, podía sentir su miembro endurecerse al recordar los gemidos del aguador cuando dio en aquel punto. Esto provocó un fuerte rubor sobre el alfa, al que le era inevitable rememorar cuando estuvieron juntos por primera vez. En verdad esperaba poder volver a sentirlo de esa manera, aún no habían hablado sobre sus periodos de celo. En Chasis acordaron tocar el tema cuando el Santuario dictaminara su situación. Sin embargo, aquello era un asunto demasiado íntimo, pero debían tocar pronto el tema de su celo, el de Camus se había adelantado producto de aquel brebaje, para el suyo aún faltaba 5 meses. Ignoraba si el del peliaqua seguiría su curso o no aparecería hasta dentro de 6 meses. Entendería si Camus no deseaba pasar su celo con él o viceversa, podían recurrir a supresores. Sin embargo, el primer año del vínculo era el más difícil. Necesitaban sentir las feromonas del otro.
— Debí haber venido antes... — se disculpó el peliaqua, era consciente que aquella necesidad de feromonas no sólo los afectaba emocionalmente, también lo hacía debilitándolos físicamente, por esa razón las heridas del alfa eran mayores a las que deberían. — Lo lamento.
El Capricornio negó, lo último que quería era imponer su presencia al peliaqua, quería que se acercara cuando estuviera listo, no por sacear aquella sensación de necesidad.
— ¿Estás bien con esto? — preguntó refiriéndose a la resolución del patriarca
— Es nuestro deber, Shura
Continuará...
Algunos puntos:
?Afrodita ama a Deathmask
?ᅡ El omega de la taberna será un problema para nuestro Santo de Piscis?
?ᅡ Milo podrá convencer a la Diosa Hera de romper el vínculo de Shura y Camus?
?ᅡ Qué tan indiferente le es Shura a Camus?
