"Las páginas de éste diario relatan las singulares aventuras de una insólita hechicera, quien junto al Héroe del Escudo buscarán hacerse de una reputación en un mundo donde no son bienvenidos"

Diario de una extraña Hechicera y el Héroe del Escudo

Capítulo 1: La quinta heroína

Todo a mí alrededor se tornó oscuro. Lo único que emitía una luz bastante fuerte era la joya en la punta de mi bastón. Sentí como caía rápidamente, pero no me asusté, es más, me sentía muy feliz y hasta disfruté de ese descenso. De un momento a otro, me percato de que me estoy acercando hacia algo por debajo de mis pies, lo noté en la lejanía, por lo que decido prepararme.

Terminé aterrizando en suelo firme, un hecho de piedra labrada. Me levanto con lentitud, y entonces descubro a un grupo de personas frente a mí quienes llevaban túnicas. Ellos me devuelven la mirada, completamente atónitos, girándose luego para comenzar a vociferar entre ellos.

—¿Q-Quién es ella? —.

—¿De dónde salió? —.

—¿Acaso… ha venido con los héroes? —.

—¡Eso es imposible! Los héroes solo son cuatro, no existe un quinto héroe y menos alguien como ella —

—Miren, lleva un bastón, como cuando el rey llevaba uno también, ¿es posible que?… —

Aquellas personas quienes, juzgando por sus prendas, eran magos empezaron a debatirse entre ellos, buscando una respuesta al por qué de mi aparición. Sus examinadoras miradas estaban fijadas en mí, me analizaban a detalle aunque, por mi parte, les devolvía una mirada estoica, luego me giré y observé a quienes vinieron conmigo a este lugar. Eran los mencionados cuatro héroes de la leyenda de este mundo, jóvenes que no tenían ni la más remota idea de qué era lo que estaba pasando. No solo estaban confundidos por el hecho de que aparecieron en un lugar distinto a sus mundos de origen, sino que además se desorientaron más por las reacciones de los hechiceros, y al final, al descubrir mi presencia, se quedaron más atónitos. Dejando de lado la mirada muy interesada de Motoyasu –uno de estos cuatro héroes- puesta en mí, decidí volverme hacia el grupo de magos, y golpeando la base de mi bastón en el suelo, llamé su atención.

—Agradecería mucho saber qué es lo que está ocurriendo aquí —exigí, en un tono serio a la vez que calmado.

—B-Bueno, verán… u-ustedes han sido invocados a este mundo por medio de un ritual que hemos completado. Lo hicimos porque necesitamos la ayuda de los héroes para salvar nuestro mundo, y el ritual solo trae a cuatro personas, quienes son destinados a ser héroes. Jamás, en toda la historia, ha sucedido que se invocara a un quinto individuo… o sea, usted —me responde uno de los magos.

—¿Realmente están tan seguros de que yo no soy una de los héroes? —pregunté sin dejar el tono de antes.

—B-Bueno… los cuatro héroes siempre fueron todos hombres humanos, y además… usted… es una mujer semi-humana. Por eso, y más, es que creemos que usted no puede ser una de los cuatro héroes, ni siquiera una heroína como tal —me responde otro.

Miro a los magos con calma aunque sin dejar mi semblante serio, los observo a cada uno detenidamente, y ellos parecen ponerse un poco nerviosos ante esa reacción.

—Hmmmm… Bueno, eso ya lo veremos —comenté, relajando progresivamente mi tono —Ahora bien, supongo que habrá alguien que nos pueda explicar más a fondo acerca de este mundo y cuál es nuestro propósito en él, ¿verdad? —pregunté, señalando a los cuatro chicos a mi lado con mi bastón, el cual se veía como uno bastante simple, hecho enteramente de cobre.

—S-Sí, así es. Está nuestro rey, ya está al tanto de todo esto, así que está esperándolos, hablará con ustedes y contestará a todas sus preguntas —responde otro de los magos.

—Esperen un momento—.

Uno de los recién llegados levantó la voz. Era Ren, quien al parecer se mostraba enojado por algo que desconocía.

—Hemos llegado hace nada a este lugar, ¿y ahora estas personas pretenden que trabajemos para ellos así como así? Me niego rotundamente —expresó el muchacho con desagrado, levantando su espada, el arma con la que fue elegido.

—Yo también me niego. ¿Acaso no van a escuchar lo que nosotros tenemos que decir al respecto? —dice Itsuki, sosteniendo su arco aunque no de manera amenazadora.

—Opino lo mismo. Creo que tienen que considerar nuestra opinión, me parecería correcto que nos ofrecieran una compensación si debemos llevar a cabo un trabajo, ¿pero cuanto costarían nuestro tiempo y esfuerzos? —dijo Motoyasu, llevándose su mano derecha a su barbilla, y dejando a un lado su lanza.

En ese momento golpeo nuevamente la base de mi bastón contra el suelo, fue lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de todos los que estaban en esa sala. El pobre de Naofumi, quien estaba a mi lado, se sobresaltó pero se recompuso rápidamente para evitar que los demás vieran que se había asustado.

—Estoy segura de que lo mejor, ahora mismo, es escuchar lo que tengan que decir. Después de eso les daremos una respuesta —dije con calma y firmeza, observando a los cuatro héroes.

Ren me observó con la misma mirada de desagrado de antes, y entonces voltea para ponerse frente a mí, esta vez señalándome a mí con su espada.

—No me interesa quien seas o de donde provengas, no te atrevas a darme órdenes porque aquí nadie te ha puesto a cargo de nada —expresó el pelinegro, amenazándome con su arma. Yo solo le devuelvo una mirada tranquila y levemente sonriente.

—Okey okey, creo que nos estamos poniendo un poco tensos por aquí —Motoyasu se interpuso entre nosotros, encarando a Ren mientras él lo miraba enojado —Vamos amigo, no hay que hacer nada tonto, ella tiene razón, somos recién llegados en este mundo, estamos perdidos y confundidos, lo menos que podemos hacer ahora es seguir a estos tipos y que ellos nos lo expliquen —agrega luego, cambiando completamente su postura.

—Creo que él tiene razón, no perdemos nada con intentarlo y ganaríamos mucho, el saber qué es este mundo y lo que está sucediendo nos ayudaría bastante —dijo Itsuki, sumándose a Motoyasu y logrando que Ren se calmara y reflexionara.

—Como sea, vámonos entonces —responde el pelinegro, envainando su espada y siguiendo a los magos, no sin antes dirigirme una fría y afilada mirada.

—Oye, ¿estás bien? —me pregunta Motoyasu, dándose la vuelta, mostrando claramente su interés en mí, después de todo mi voluptuosa apariencia física, en conjunto con mis prendas, es bastante atrayente.

—Sí, gracias por eso, no creo que él se hubiera detenido por sí mismo —le respondo, mostrándole una pequeña sonrisa de agradecimiento, no importa si no es un personaje agradable.

—No fue nada, pero a mi parecer él no se veía capaz de hacerlo, igual decidí interferir, ya sabes, por las dudas —comentó el rubio, rascándose la nuca y exhibiendo un ligero aire de superioridad. Yo solo asentí para luego voltearme a ver a Naofumi, quien parecía estar ligeramente preocupado y absorto en sus pensamientos.

—Hey —lo llamo calmadamente a la vez que le doy una ligera sacudida, despertándolo —Hay que seguir a esos magos —le digo luego, con una pequeña sonrisa.

—O-Oh sí, cierto, lo siento —es lo que él me responde mientras se recompone. Lo noté algo nervioso, seguramente porque me acerqué demasiado a él y se sintió algo intimidado.

—No hay problema. Vamos —digo, y en eso Motoyasu se hace a un lado y se inclina, como si estuviera en presencia de una princesa.

—Las damas primero —dice el rubio.

No me molesté, al contrario, le mostré una pequeña sonrisa y asentí, sin decir nada. Él me siguió, y en la última posición de la fila se encontraba Naofumi. Mientras caminábamos, podía sentir con claridad la presión de la mirada de Motoyasu sobre mi cuerpo, él ni siquiera se molestaba en intentar ocultar su deseo hacia mí, por más que yo sea una semi-humana. Era más que obvio dados mis atributos, aunque en realidad todo eso era una nimiedad, no me importaba para nada, lo único que me interesaba era Naofumi, quien se notaba impresionado por la frescura del aire de aquel desconocido mundo, y ni hablar del gran panorama de una ciudad a sus pies, que vislumbró por una de las ventanas del castillo.

Transitamos por un par de largos pasillos, en todo momento mi rostro era neutral, pero internamente estaba ligeramente asombrada por la arquitectura del lugar, y no debía ser para menos si se trataba del castillo de una gran autoridad como lo era el rey. En eso, llegamos hasta un par de enormes puertas, que se abrieron a medida que nos acercábamos. En el otro extremo de un enorme salón se encontraba aquel hombre, de cabello canoso y ropajes lujosos, quien era Aultcray, el rey suplente.

De más está decir que aquel hombre se veía pasmado por mi presencia, y no solo él sino también sus consejeros y los guardias que estaban alrededor. Era obvio, yo era una figura completamente inesperada para todos.

—Bueno, debo decir que estoy muy asombrado, se suponía que invocaríamos solo a cuatro personas, pero… —expresó aquel hombre, con su mirada puesta en mí, a pesar de que su expresión parecía verse anonadada y confundida, se notaba con claridad el gran disgusto que sentía solo por mi presencia. Además me percaté de se interesó en mi bastón, creo que le trajo recuerdos de viejas glorias cuando lo observó —Mis disculpas, permítanme presentarme primero. Mi nombre es Aultcray Melromarc XXXII y gobierno estas tierras. Sé que están confundidos acerca de su situación actual, héroes, así que procederé a explicar todo. Este país… no, todo el mundo, está al borde de la destrucción —dice el hombre, y acto seguido habla acerca de las profecías y las olas de destrucción, las cuales son imposibles de repeler para los seres nativos de este mundo, por eso empezaron a invocar héroes de otros mundos para protegerlos.

Al terminar de explicar todo eso, los cuatro jóvenes hombres a mi lado empezaron a hablar.

—Muy bien, creo que entiendo lo que quieren, ¿pero eso no significa que nos están ordenando que los ayudemos? —pregunta Itsuki con seriedad.

—Todo parece muy bien… para ustedes —dijo Ren, con la misma fría mirada con la que llegó a este mundo.

—Estoy de acuerdo. Todo esto suena bastante unilateral para mí. Si su mundo está en el camino hacia la destrucción, pues deberían dejar que eso suceda. No veo qué tiene que ver eso con nosotros —comenta Motoyasu.

Yo no emití juicio alguno, decidí limitarme a observar la situación, hasta que mis ojos se posan nuevamente sobre Naofumi. Lo noté impresionado por las palabras de sus compañeros, él no podía creer el pensamiento que tenían sus compañeros.

—Como ellos dijeron, no tenemos la responsabilidad de ayudarlos. Si dedicamos nuestro tiempo y vidas para traer paz a su reino, ¿obtendremos algo más que un "gracias y hasta luego"? Quiero decir, supongo que lo que realmente quiero saber es si hay una forma de volver a casa, ¿pueden decirme algo al respecto? —habló Naofumi, intentando sonar convincente y seguro.

—Por supuesto que estamos planeando recompensarlos a todos por sus esfuerzos, ya he hecho arreglos para apoyarlos financieramente y proveerles todo lo que puedan necesitar, como agradecimiento por sus esfuerzos en nuestro nombre —contestó el rey, a lo que los cuatro muchachos hicieron leves gestos de victoria —Debo decirles algo antes. Confío en ustedes cuatro, héroes —expresa luego, haciendo ademanes con su mano derecha como una forma de señalar a Naofumi, Motoyasu, Ren e Itsuki —Ya que siempre se han invocado cuatro héroes humanos masculinos para llevar a cabo esta gran tarea. No estoy intentando ofenderla, señorita, pero no sabemos nada de usted ni por qué o cómo es que ha sido invocada también. Mis magos han hecho el ritual a la perfección como en anteriores veces, y se suponía que saldría de la misma manera en esta ocasión —agrega luego, dirigiéndose a mí.

—No se preocupe, su majestad, es completamente entendible esta situación —le contesto, con una pequeña sonrisa e inclinándome levemente como señal de respeto y educación —Pero permítame expresar que, seguramente, habrá alguna razón por la que fui invocada aquí, a pesar de no estar en la lista de los cuatro héroes predilectos para salvar este mundo —.

—Espero que sí —responde el hombre con seriedad —No te preocupes, has llegado con ellos, así que serás tratada con igualdad, esperamos que puedas cooperar con los demás héroes para salvar nuestro mundo —pide luego.

—Tiene mi palabra de que así será —le respondo, inclinándome nuevamente.

La mayoría de los presentes se quedaron impresionados por mi forma de expresarme, excepto Ren quien seguramente pensaba que yo estaba actuando genial, lo cual no podría importarme menos. A quien le causé una mayor impresión fue a Motoyasu, quien parecía estar anonadado, y luego estaba Naofumi, el cual también fue eclipsado por mi comportamiento. Hubo un momento de silencio en la sala, hasta que el rey decidió hablar.

—Muy bien. Ahora, héroes, díganme sus nombres —pidió el rey, sacando de su ensimismamiento a los muchachos.

—Mi nombre es Ren Amaki, tengo 16 años y soy estudiante de preparatoria —se presenta Ren, dando un paso al frente. No hay nada más destacable para agregar, él es el héroe de la espada, tiene cabello negro, complexión delgada y tez blanca.

—Sigo yo. Mi nombre es Motoyasu Kitamura, tengo 21 años y soy estudiante universitario —se presentó el rubio, quien era el héroe de la lanza. Su complexión era un poco más robusta que la de Ren, y era más alto.

—Bien, es mi turno. Soy Itsuki Kawasumi, tengo 17 años y todavía estoy en preparatoria —él se presentó mientras sostenía su arco. Su cabello era ondulado y de color marron claro, tenia casi la misma estatura que Ren y también su complexión física era casi idéntica. Eso sí, su rostro era más apacible.

—Yo soy Naofumi Iwatani, tengo 20 años y soy estudiante universitario —dijo Naofumi, pelinegro, de casi la misma estatura que Motoyasu; poseedor del escudo, complexión física mediana y tez clara.

Luego de esa presentación, las miradas de todos los que estaban en el lugar se posaron en mí, con presión en ellas.

—Mi nombre es Evangeline Stalsdfeldt, tengo 21 años y soy estudiante universitaria —fue todo lo que dije de mí, en un tono calmado, ignorando por completo la dicha presión de las miradas de todos los presentes. Algunos se mostraron atónitos al saber que una semi-humana estudiara, y otros se mostraron incrédulos. Sea verdad o no, lo cierto es que estoy causando mucha impresión en la gente de este mundo, y eso es perfecto.

Después de eso, el rey observó fugazmente a cada uno de los integrantes del grupo de héroes.

—Muy bien, entonces son Ren, Motoyasu, Itsuki… Naofumi y Evangeline —expresó él. Noté claramente que nuestros nombres, el de Naofumi y el mío, fueron dichos con un aire de desdén que intentó ser ocultado por el rey. Observé a Naofumi, y él miraba al rey con preocupación, seguro él también lo notó —Ahora, héroes, por favor confirmen su estado y den una evaluación objetiva —pide luego.

Naofumi, Motoyasu e Itsuki se mostraron confundidos, en ese momento Ren estaba por hablar para explicarles lo que debían hacer, pero decidí aventurarme a interrumpirle.

—Si se concentran en la parte inferior derecha de su vista encontrarán un ícono que los llevará a su panel de estado, allí verán toda la información que necesitan saber acerca de su clase —les dije a modo de guía, con una sonrisa. Los tres se notaron impresionados de que sepa algo como eso, y por su parte, Ren solo me dedicó una fulminante mirada de enojo por haberme adelantado.

—¡Es cierto! —exclamó Itsuki, empezando a revisar sus estadísticas.

—Wow, así que te has dado cuenta de esto desde un primer momento. Sabía que eras muy inteligente desde el primer momento en que te vi, inteligente y muy hermosa, por cierto —expresó Motoyasu, coqueteando conmigo.

—Muchas gracias —le respondo, sonriéndole y asintiendo. No rechazo ningún halago, es más, me encantan, aunque solo veo a Motoyasu como un compañero.

Por un par de minutos, los cuatro se concentraron en examinar sus estadísticas.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Naofumi.

—¿No está familiarizado con este tipo de magia, héroe? Ustedes están experimentando la Magia de Estado, todos en este mundo pueden verla y usarla —dijo uno de los consejeros del rey.

—¿En serio? —volvió a preguntar Naofumi, como si no lo creyera.

—¿Y qué deberíamos hacer? Estos números se ven horriblemente bajos —pregunta Motoyasu.

—Deberán emprender un viaje para pulir aún más sus habilidades y fortalecer las Armas Legendarias que poseen —respondió el rey.

—¿Fortalecerlas? ¿Quiere decir que estas armas no son fuertes desde un principio? —pregunta Ren, levemente decepcionado.

—Eso es correcto. Los héroes invocados deberán fortalecer sus armas por sí mismos, así es como se volverán fuertes —responde nuevamente el rey.

—Hmmm… podríamos usar armas diferentes mientras éstas adquieren poder. Creo que sería lo más lógico —comentó Motoyasu mientras giraba su lanza.

—Después nos preocuparemos por eso, ahora lo más importante es fortalecernos a nosotros mismos, como dijo el rey —le dice Ren seriamente.

Aun sin emitir mi opinión al respecto, no pude evitar esbozar una sonrisa al notar que Naofumi se había puesto emocionado, estar en un mundo de videojuego le estaba pareciendo genial y no podía contener las ganas de empezar con su aventura.

—¿Entonces vamos a formar un grupo? ¿Solo nosotros cinco? —pregunta Naofumi, a lo que uno de los consejeros del rey interviene inmediatamente.

—Esperen un momento, héroes —.

Los cuatro muchachos dirigen su mirada a aquel hombre que les llamó la atención.

—Cada uno de ustedes deberá emprender su viaje por separado y reclutar a sus propios compañeros —explicó el consejero.

—¿Eh? ¿Y eso por qué? —pregunta Itsuki, confundido al igual que los demás.

—De acuerdo a las leyendas, las armas legendarias que ustedes poseen interferirán la una con la otra si están en el mismo grupo. Tanto sus armas como ustedes solo pueden crecer cuando están separados —responde el consejero.

—Entonces si permanecemos juntos no podremos subir de nivel —expresó el castaño, y en ese momento saltan los avisos en las pantallas de estado de cada uno, anunciando que tanto la armas como sus dueños experimentarán efectos adversos si luchan juntos.

—Supongo que es verdad… —dijo Naofumi, triste por aquella prohibición.

—¿Entonces intentaremos eso? ¿Formar nuestros propios grupos y viajar por separado? —pregunta Motoyasu.

—Intentaré asegurarles compañeros de viaje a todos ustedes. No obstante, la noche se acerca. Héroes, deberían descansar por hoy y prepararse para su partida en la mañana. Mientras tanto, encontraré compañeros para ustedes de la aldea contigua —respondió el rey.

—Se lo agradezco —dice Itsuki.

—Muchas gracias —agradecen Naofumi y Motoyasu. Ren no dijo nada más y yo me limité a inclinarme.

Después de eso, un par de sirvientes nos llevaron a una gran habitación comunal, muy bien decorada, con cinco camas bien arregladas y listas para ser ocupadas. Cada uno de nosotros ocupó la que le parecía más cómoda, y después de eso cada uno se volvió nuevamente hacia sus pantallas de estado. Yo decidí encaminarme al balcón y observar la ciudad, la cual poco a poco iba encendiéndose más y más a medida que el sol se escondía. En un momento, Naofumi había alzado la vista y se encontró con que ya había oscurecido, se había sorprendido por ello, después miró hacia donde yo estaba y no pudo evitar sonrojarse ligeramente al ver mi figura, aunque se enfocó más en mi rostro bajo la luz de la luna, pero solo me observó por pocos segundos para regresar su vista inmediatamente hacia su panel. Creo que él no se sintió cómodo haciendo eso, muy a diferencia de Motoyasu, que cada cierto rato levantaba la vista para observarme detenidamente, enfocándose en la parte inferior de mi torso. Su creciente deseo hacia mí me es completamente irrelevante, como ya he dicho anteriormente.

—Oigan, ¿no creen que esto es muy parecido a un juego? —preguntó Naofumi repentinamente.

—Creo que en realidad es un juego, conozco juegos que son exactamente así —le responde Motoyasu, jactándose de su conocimiento.

—¿Ah sí? —volvió a preguntar el poseedor del escudo.

—Sí, es un juego en línea bastante popular, ¿no has escuchado de él? —le responde el rubio con otra pregunta.

—Eh, ¿no? Y eso que soy un otaku bastante dedicado —contesta Naofumi nuevamente.

—¿Nunca has oído de él? Se llama 'Emerald Online' —vuelve a responderle el usuario de la lanza.

—No, ¿cómo es? —.

—Oye, ¿siquiera has jugado un juego en línea? ¡Es famoso! —.

—Jamás he oído de él, solo he jugado algunos como 'Odin Online' o 'Fantasy Moon Online' —.

—Nunca había oído de ellos, seguro deben ser títulos menores o algo así —.

Naofumi entonces muestra una cara desencajada de la confusión, Motoyasu le devuelve la mirada como queriendo saber qué le sucedía a su compañero.

—No sé de qué están hablando ustedes dos, esto no tiene nada que ver con juegos en línea, claramente es un juego de consolas —comentó Itsuki, sin quitar la mirada de su panel de estado.

—Motoyasu, Itsuki, ambos están equivocados. Esto claramente es un VRMMO —refutó Ren.

Yo no me uní a su conversación, en cambio, esbocé una sonrisa al escuchar que hablaban de videojuegos, ya que los chicos generalmente son los expertos en estos temas, por lo que se me hizo divertido verlos y escucharlos en la lejanía.

A partir de ese momento empezó una acalorada discusión acerca de las discordancias de cada uno, de que no existían los títulos de videojuegos del que los demás hablaban y demás cosas, después empezaron a comparar información del mundo del que cada uno provenía, y al final terminaron llegando a la conclusión de que cada integrante de este grupo provenía de un mundo distinto, un Japón distinto, aunque similar en ciertos aspectos.

—Entonces creo que todos provenimos de un Japón distinto, es decir, de mundos paralelos —dedujo Naofumi.

—Eso parece. En un principio pensé que podríamos provenir de tiempos distintos, pero ninguna de nuestras experiencias concuerda, así que no es el caso —agrega Motoyasu.

—Si es eso, parece que todos hemos sido traídos por razones diferentes, y de formas diferentes —expresó Itsuki.

—Esto no es de mi interés, ¿realmente debemos tener estas cosas en común? —pregunta Ren, molesto y a la vez indiferente, mostrando un poco de su lado de lobo solitario. Naofumi arquea una ceja en respuesta a su comentario, después Ren suelta un suspiro, como de queja —Yo estaba de camino a casa cuando tuve mala suerte y me vi atrapado en un caso de asesinato. Era de lo que se hablaba en la ciudad en ese momento —empezó a relatar, y los otros tres empezaron a escucharlo atentamente, yo por mi parte decidí voltearme y fingir seguir observando la ciudad —Yo estaba con un buen amigo, recuerdo haberlo salvado, y al criminal siendo arrestado… —en ese punto él se estaba sobando la parte baja de su estómago, y los demás dedujeron que fue apuñalado por el criminal —Y antes de darme cuenta desperté aquí —finalizó.

—Vaya, bueno, creo que eso ha sido muy honorable de tu parte, Ren —expresó Itsuki con una sonrisa sincera en su rostro.

—Sí, como sea —le responde el aludido, algo brusco, quien ya quería terminar con ese asunto.

—Okey, creo que yo soy el siguiente —anuncia Motoyasu, como si estuviera orgulloso de empezar a contar su historia, aunque parece que algo lo detuvo por unos instantes, se sintió ligeramente nervioso y su mirada viajó fugazmente un par de veces hacia mi ubicación, creo que se preocupó por mi presencia —Este… bueno, verán… había varias mujeres que conocía y ellas… bueno, estaban molestas o algo así, no recuerdo por qué… —dijo el rubio, sobándose la nuca.

Hubo un breve momento de silencio en la sala cuando Motoyasu expresó aquellas palabras.

—Espera… ¿estás tratando de decir que tenías muchas novias y que ellas te asesinaron porque descubrieron que les eras infiel? —pregunta Ren de manera acusadora, cruzado de brazos y arqueando una ceja. Motoyasu se sobresaltó de la rapidez con la que descubrieron el motivo de su muerte e intentó hacer que Ren se calle, pero solo logró que el susodicho se mostrara aún más confundido.

—De hecho no lo sé, no recuerdo bien qué pasó… en fin, eso es todo —comentó Motoyasu, dando por terminada su conversación de forma abrupta. Tanto él como los demás pensaron que yo no escuché nada de lo que decían, porque en ningún momento me moví… pero lo cierto era que sí estaba escuchando todo, y sinceramente me estaba divirtiendo con lo que sucedía.

Volviendo con los muchachos, Naofumi parecía estar molesto con Motoyasu, seguro era por el hecho de que el rubio era un casanova, e Itsuki dio un paso delante, posando una mano sobre su pecho.

—Ahora es mi turno. Yo estaba de camino a casa desde la escuela de refuerzo. Crucé una calle, pero un camión de basura giró en la esquina a máxima velocidad, y luego… —decía el chico de cabello castaño, pero inmediatamente después el silencio nuevamente reinó en el lugar por unos instantes que parecieron eternos. Efectivamente, todos asumieron que él fue atropellado por el camión, y pensaron que era una triste manera de morir.

—Eh… ¿Realmente todos debemos de hablar sobre cómo llegamos aquí? —pregunta Naofumi, no muy convencido de hablar sobre su forma de llegar a este mundo.

—Bueno, la mayoría ya lo hemos hecho, solo faltan tú y Evangeline. Por cierto, deberíamos llamarla, ¿no creen? —pregunta Itsuki.

—Cierto, no hemos hablado mucho con ella —comentó Motoyasu —¡Hey, Evangeline! —exclama, llamando mi atención.

—¿Sí? —pregunto, dándome la vuelta y encarándolos con una pequeña sonrisa.

—Acércate, charlemos un poco —me respondió el rubio animadamente, haciendo ademanes con su mano izquierda para que me uniera al grupo.

—De acuerdo —digo, sonriendo y yendo a su encuentro —¿Qué sucede? —pregunto luego.

—¿Cómo lo llevas? Todo esto de aparecer repentinamente en un mundo desconocido —Itsuki me responde, queriendo saber mi estado anímico.

—Pues bastante bien, sinceramente. Es un mundo muy hermoso, el aire es fresco y los colores tienen una intensidad realzada, además somos proclamados héroes, creo que todo es perfecto —le contesto.

—Lo disfrutas mucho, ¿verdad? —me interroga Naofumi, con una minúscula sonrisa.

—¿Cómo podría no hacerlo? —respondo con otra pregunta, sin cambiar mi expresión. Él se sorprendió por dicha respuesta, para luego simpatizar con mi sentimiento.

—Pareces otra persona hablando y actuando así, ¿qué pasó contigo en la sala de invocación? Te veías algo… amenazante —cuestionó el chico del arco.

—¿Me veía amenazante? ¿De verdad? —pregunté yo, viéndome atónita, a lo que Motoyasu, Naofumi e Itsuki responden con un asentimiento de cabezas —Habrá sido por la emoción del momento, a lo mejor me encontraba desorientada por lo que pasaba, pero me adapto rápidamente —respondo finalmente.

—¿Y qué piensas de este mundo? Digo, si conoces algo, como un videojuego, que se le pueda parecer —me interroga Naofumi.

—Pues de hecho conozco varios títulos que pueden ser similares: 'The Elder Scrolls Online', 'Final Fantasy', 'Tera', 'Blade n Soul' y 'Albion Online' son los que se me vienen a la mente ahora. Son tanto de pc como de consolas y realidad virtual, todos ellos poseen características de rpg similares a los de este mundo, por lo poco que pude vislumbrar —respondí con naturalidad.

—Vaya, parece que sabes bastante de videojuegos de rol —expresó Motoyasu, impresionado al igual que los otros tres muchachos.

—No hace falta decir que nunca he escuchado acerca de esos títulos, estoy seguro que es el mismo caso que el de los demás —comenta Itsuki, observando a Naofumi y Motoyasu, quienes asintieron —¿Y qué puedes decirnos acerca de tu mundo de origen? —.

—No hay mucho que destacar, es claro que vengo de un mundo distinto al de ustedes, por lo que no encontrarán ninguna similitud con los mundos de los cuales ustedes provienen —le contesto.

—Ya veo, pero… si no es una molestia para ti, ¿nos podrías contar más acerca de ese mundo tuyo? Por favor —pidió Naofumi amablemente. Motoyasu e Itsuki sacuden sus cabezas en señal de gran interés, por lo que no podía negarme a su petición.

—Claro, Naofumi —le contesto con una agradable sonrisa que hizo que el corazón de aquel jovencito palpitara —Es un mundo común y corriente, similar al de ustedes, pero habitado en su totalidad por semi-humanos, como se dirigieron a mí en este mundo. Allí no somos llamados semi-humanos, simplemente somos… nosotros —respondí, encogiéndome de hombros, dando a entender aquello como algo completamente natural.

Los ojos de Naofumi, Itsuki y Motoyasu se abrieron aún más por la sorpresa de escuchar que yo provenía de un mundo enteramente habitado por seres similares a humanos pero con características animales.

—E-Espera, espera un segundo… ¿Todo el mundo es de raza semi-humana? Eso quiere decir que… ¿hay chicas gato, chicas vaca y chicas perro? Con apariencia similar a la tuya, claro —pregunta Motoyasu.

—Estás en lo correcto —le respondo, sonriéndole. Aquel joven de rubia cabellera se emociona mucho, no solo por mi gesto, sino también por mi respuesta.

—Pero, si todo el mundo es semi-humano, ¿Dónde quedan los animales, es decir, vacas, perros, gatos y demás? Ya saben, los que son animales de verdad… s-sin ofender, Evangeline, no puedo encontrar otra palabra para expresarlo mejor —pregunta Itsuki, apenado por su comentario.

—Oh no te preocupes por eso, Itsuki, no me molesta, en serio —le contesto igual de contenta —Sé perfectamente a lo que te refieres, y de hecho sí, existen animales como pueden existir en este mundo o en otro, como sus mundos de origen —

—¿Y qué hacen con ellos? ¿También se los comen? Y si es así, ¿acaso no sería canibalismo? Ya que ustedes son mitad animales —pregunta Ren, acercándose, cruzado de brazos y exhibiendo un tono malicioso en su voz.

—Oye… —Naofumi se quejó, observándolo enojado, pero el susodicho ni siquiera le prestó atención.

—En efecto, utilizamos la materia prima que ellos producen, como por ejemplo la leche, para crear subproductos comestibles, y claro, también consumimos su carne. Y no, no es canibalismo, no te preocupes, Ren —le respondí con calma y sin que se me desdibujara mi sonrisa —Así como los seres humanos son animales más desarrollados, capaces de comunicarse entre sí y poseer niveles de consciencia más elevados que los demás seres de su reino, así mismo sucede con nuestra raza, lo cual nos hace diferenciarnos de ellos pero al mismo tiempo compartir ciertas similitudes, como la necesidad de sobrevivir alimentándonos o protegiéndonos del clima. Además, en nuestros procesos para aprovechar todo lo que ellos pueden ofrecer, nuestros animales no son dañados de ninguna manera antes o durante dichos procesos, ya sea física o mentalmente —continué explicando, a lo que el usuario de la espada decidió quedarse callado, aunque observándome con enojo —¿Alguna otra pregunta? —.

Ren me mira por unos instantes más, en los que parecía intentar fulminarme con dicha mirada.

—No —fue lo único que respondió, para luego alejarse del grupo.

—Vaya, así que en tu mundo tienen sus propios procesos para obtener comida, ¿verdad? —interroga un fascinado Itsuki, a lo que le contesto afirmativamente asintiendo con mi cabeza —Me gustaría saber cómo es que se lleva a cabo dicho proceso —

—Bueno, esa es una historia que les contaré otro día, cuando establezcamos lazos más fuertes —le respondí con la misma radiante sonrisa de antes —Ahora bien, me gustaría plantearles algo que he notado, si me lo permiten —pedí luego, a lo que los tres muchachos frente a mí respondieron que sí con sus cabezas —Ustedes no lo han mencionado pero, viendo las armas que portan, sé que tú, Naofumi, eres el Héroe del Escudo; tú, Motoyasu, el Héroe de la Lanza; tú, Itsuki, el Héroe del Arco y tú, Ren, el Héroe de la Espada, ¿verdad? —pregunto, y nuevamente los tres antes mencionados me contestan que sí, Ren se les une y solo asiente.

—Por cierto, Evangeline, ¿acaso tú eres una Hechicera? Digo, por el bastón que posees —me pregunta Naofumi.

—En efecto, yo vendría a ser la Heroína del Bastón… o la Heroína Hechicera, como sea que se llame mi clase en este mundo —respondí, bromeando ligeramente —Volviendo al tema, ¿alguno de ustedes ha jugado algún juego con esta premisa? ¿Elegir una de cinco clases para salvar un reino de unas tales Olas de Destrucción? —.

Si bien es cierto que Itsuki, Ren y Motoyasu eran los más entendidos en cuánto a videojuegos, la verdad era que ninguno recordó haber siquiera probado algún título con esta trama; Naofumi, por su parte, sí sabía sobre la trama ya que leyó el libro que lo relataba, pero solo hasta cierto punto, claro está.

—¿Y tú, Evangeline? ¿Has jugado algún juego así? —me pregunta Motoyasu, los demás también querían saber mi respuesta.

—Juegos no, pero… —respondí al momento en que ponía una cara seria, muy pensativa, algo que dejó confundidos a los muchachos presentes —Me parece que he leído una historia casi igual en algún lugar… un libro, quizás —y con esas palabras dejé atónito a Naofumi y más confundidos a los otros tres jóvenes.

—¿Sucede algo, Naofumi? —le preguntó Itsuki.

—¿E-Eh? N-No, nada, todo está bien —responde inmediatamente el aludido, sacudiéndose levemente la cabeza —Evangeline —él me llama luego.

—Dime —le sonrio con esas palabras.

—Por las dudas, ¿no recuerdas cómo se veía ése libro o qué decía exactamente? —me pregunta el héroe del escudo, y sus compañeros arquean una ceja, preguntándose el por qué de su interés en saber sobre ese libro.

Yo acerco un dedo a mi mentón y miro hacia arriba, nuevamente pensativa, por unos instantes.

—Recuerdo que era un libro de tamaño medio, como cualquier otro, de tapa dura color carmesí y unas inscripciones llamativas a modo de título, pero lo que decía allí como en el interior es borroso. Me parece que sí relataba sobre unos héroes que portaban las armas que ahora portamos nosotros, pero lo leí hace muchísimo tiempo que no recuerdo bien, lo siento —.

Naofumi se quedó petrificado, pensaba en el libro que él leyó, estaba seguro que eran el mismo libro, incluso pensó en decirlo, pero cuando estaba a punto de hablar tocaron repentinamente a la puerta de la habitación.

—Héroes, hemos preparado una comida para ustedes —sonó la voz de una sirvienta al otro lado de la puerta.

Motoyasu e Itsuki se alegraron, Naofumi se recompuso y mostró una pequeña sonrisa y Ren solo se levantó de la cama, continuando con su rostro sin emociones. Ellos fueron los primeros en salir de la habitación, y yo era la última en la fila, después nos guiaron hasta el salón comedor del castillo. Al entrar todos vimos la gran mesa con una buena cantidad de exótica comida.

—Todos por favor coman lo que quieran —dijo una de las criadas.

—Muchísimas gracias —le agradecí, inclinando levemente la cabeza.

—No vamos a comer con los caballeros del castillo aquí, ¿verdad? —pregunta Ren, levemente molesto.

—No, ellos no tienen permitido entrar aquí hasta que ustedes estén satisfechos —contestó una de las criadas.

—Gracias. Comamos entonces —dijo Naofumi, sentándose en la mesa.

—Sí —.

—Enseguida —.

Fue lo que dijeron Istuki y Motoyasu, respectivamente, haciendo lo mismo que Naofumi, luego seguimos Ren y yo. La comida estaba deliciosa, pero lo realmente importante aquí era que Naofumi me miraba cada dos por tres, claramente seguía pensando en lo del libro, y seguramente me encarará después, cuando ambos estemos a solas en algún momento. Si eso llega a pasar, contestaré todas sus preguntas con la verdad. Más allá de eso no hubo más pláticas profundas, solo conversaciones triviales acerca del sabor de la comida y el aspecto del comedor. Una hora y media después, todos terminamos y abandonamos el comedor, pero ni bien salimos otros dos sirvientes se nos acercaron y nos detuvieron.

—Disculpe por este repentino cambio, señorita Evangeline, pero su Majestad ha ordenado que usted duerma esta noche en una recámara separada. Si me hace el favor de acompañarme le mostraré el camino —me dijo uno de los sirvientes, una mujer.

—Pero, ¿a qué se debe esto? Creí que íbamos a dormir todos juntos… —preguntó Motoyasu, sonando desilusionado.

—Lamentablemente no tenemos idea del por qué, estimado héroe —respondió el otro sirviente, un hombre —Si gustan acompañarme los llevaré de vuelta a su habitación —.

—Bueno, entonces supongo que aquí nos despedimos, chicos —les dije al darme la vuelta y observarlos. Motoyasu lucía desanimado, Naofumi e Itsuki se mostraban confundidos y Ren solo tenía una mirada neutra, no parecía que fuese a emitir palabra alguna —No se preocupen, los veré en la mañana —expresé luego, con una mirada decidida. Me despedí de ellos para luego seguir a la sirvienta a través de los pasillos del castillo, subimos una escalera y llegamos hasta mi nueva habitación, bastante alejada del de los muchachos. Al abrir la puerta noté que no era lujosa como la anterior, pero sí tenía lo necesario para ser acogedora.

—Es una linda habitación, muchas gracias —le agradecí a la mujer.

—Buenas noches —fue lo que dijo la mujer a modo de respuesta, a secas y sonando molesta por algún motivo, cerrando luego la puerta tras de sí. Ella intentó disimularlo, pero escuché claramente como es que le puso cierre con llave a la puerta. Yo solo miré en esa dirección y sonreí, puede que tenga algún motivo malicioso para hacerlo, pero lo considero algo completamente irrelevante.

Después de eso dejo mi bastón a un lado de la cama y me quito la ropa, quedándome vestida únicamente con mis prendas íntimas. No había ningún baño en esta habitación, tampoco había uno en la habitación de los chicos, pero no importa, después podré asearme como es debido, ahora solo debo descansar para estar rebosante de energía por la mañana. Procedo a acostarme y cierro mis ojos.

Me despierto repentinamente, mi reloj biológico me obligó a hacerlo. Sentí que eran alrededor de las cinco de la madrugada, por lo que me dispuse a levantarme, me vestí, tomé mi bastón y cerca de unos cuarenta minutos después ya estaba dirigiéndome a la puerta cuando alcancé el pomo, intenté abrir pero no pude, y recordé que la sirvienta había cerrado con llave la noche anterior.

—Oh bueno, es una lástima —me dije en voz alta, fingiendo tristeza, para luego tirar un par de veces más del pomo, hasta que finalmente la puerta se abrió, sin mostrar signos de forcejeo en lo absoluto —Vaya, miren eso, parece que la traba no era tan eficiente —expresé, nuevamente en voz alta, notando que la susodicha traba solo llegaba hasta cierto punto. No dije nada más, salí de la habitación y me encaminé a la de los muchachos, llegando en un par de minutos.

—¿Hola? —pregunté en voz alta después de tocar tres veces a la puerta —¿Hola, están ahí, muchachos? —vuelvo a preguntar y tocar tres veces, hasta que escuché movimientos dentro de la habitación, unas pisadas de alguien acercándose y, finalmente, abriendo la puerta.

—Hey, hola Eva —me saluda Motoyasu, descalzo y semidesnudo, solo llevando unos boxers como prenda, intentando además hacer una pose seductora.

—Buenos días. Son las seis de la mañana, creo que sería bueno que comiencen a despertar y levantarse de la cama, no sabemos si el rey nos querrá presentes tan solo en unos momentos o más tarde —le respondí con naturalidad, no me interesó que él me recibiera así, solo quería hacerles saber la hora y que debían prepararse —Esperaré afuera a que terminen de prepararse —Y después de decir eso me di media vuelta y me alejé.

—Eh… claro. Gracias —expresó el rubio, confundido, cerrando luego la puerta.

Me apoyé sobre la pared del frente a esperar a los muchachos. Era muy temprano y por eso no habían muchos ruidos, solo algunos pero a lo lejos aunque, de un momento a otro, escuché varios pasos presurosos, que intentaban ser silenciosos, primero lejos de mí y luego acercándose a mi posición. Mi rostro se gira cuando la persona que venía hacia mí estuvo a unos diez metros de distancia. Era nada menos que la sirvienta que me llevó a mi nueva habitación, y se sobresaltó ligeramente al verme girar mi cabeza y observarla fijamente.

—S-Señorita, p-pensé… pensé que seguía en su habitación, fui a despertarla pero ya no estaba allí y me preocupé, así que salí a buscarla —me dice la sirvienta, un poco nerviosa.

—No te preocupes, querida, todo está bien —le dije a la mujer —Tengo el buen hábito de despertarme muy temprano y prepararme con rapidez, después de eso vine para avisar a mis compañeros y que así ellos hagan lo mismo. Por cierto, ¿en qué momento el rey nos convocará? —le pregunto luego.

—Oí que es posible que los llame dentro de un par de horas, y… eh… les tendrán listo el desayuno en unos momentos, así que por favor avise a los demás que vayan directamente al comedor —y tras pedirme eso último se retira. Yo la observo irse hasta que se pierde de mi vista. Probablemente fue a mi habitación para hacerme algo no muy bueno, pero no fue así, por lo que esto me es irrelevante.

Varios minutos después la puerta de la habitación de los chicos se abre, y los cuatro héroes restantes salieron.

—Buenos días —los saludé a todos con una sonrisa.

—Buenos días —me saluda Itsuki animadamente, asintiendo con la cabeza.

—Buenos días, Evangeline —me saluda Naofumi con una sonrisa —¿Desde hace cuánto que estás despierta? —pregunta luego.

—Desde hace una hora, más o menos —respondo.

—Wow, supongo que estás acostumbrada a madrugar —comenta él.

—Algo así —contesto con la misma sonrisa de antes —Bien, hay que dirigirnos al comedor, una sirvienta me dijo que hay que ir allí, están terminando de prepararnos el desayuno —.

—Perfecto, entonces no hay que perder el tiempo —comenta Motoyasu, empezando la marcha y yendo por delante.

En cuanto arribamos al comedor entramos inmediatamente porque el desayuno había sido terminado instantes previos a nuestra llegada. Nos sentamos y desayunamos en calma, tomándonos como casi una hora y media para terminar y estar satisfechos.

—Hey, Eva —Motoyasu me llamó, captando mi atención mientras salíamos del comedor.

—¿Sí? —pregunté.

—¿No quisieras venir nuevamente a nuestra habitación? Así podemos charlar un poco más antes de que nos llame el rey, ya que creo que no volveremos más al castillo una vez comenzados nuestros viajes —me responde el rubio.

—Sí, claro —dije con una sonrisa y encogiéndome de brazos.

Los acompañé a la habitación, y una vez allí estuvimos hablando por otra hora acerca de lo que podríamos encontrar en este mundo, de su geografía y de los tipos de enemigos que deberíamos enfrentar, hasta que finalmente el rey nos llamó. Mientras salíamos, noté que Naofumi era el que estaba más emocionado por comenzar con su aventura, luego Motoyasu le seguía, después Itsuki y finalmente Ren. Yo me mantuve en control durante todo el tiempo que nos tomó llegar hasta las grandes puertas de la sala del trono, pero internamente sí que estaba ansiosa por recorrer las tierras de este mundo.

—Que ingresen los héroes —se escuchó la voz del rey del otro lado, y las grandes puertas se abrieron de par en par. En la sala estaban el rey, sus consejeros, los caballeros del castillo y quince personas de más, quienes eran los aventureros que nos acompañarían en nuestros viajes. Nos acercamos al rey y nos inclinamos —Como lo hemos discutido ayer, he llamado a estas personas para que los ayuden en sus travesías. Ahora bien, aventureros reunidos, por favor elijan al Héroe Legendario con el cual viajarán —.

Tras esa orden, aquellas quince personas se acomodaron detrás de nosotros, claro, del lado del héroe que iban a apoyar. Ren, Itsuki y Motoyasu, solo ellos tres, fueron los que tuvieron a cinco aventureros cada uno, por lo que Naofumi y yo quedamos solos.

—¡Pero su Majestad! —reclamó Naofumi, muy preocupado.

—Hmmmm… no he previsto algo así —expresó el rey seriamente ante nuestra situación. En eso, uno de los consejeros se acerca al rey y le susurra algo, además algunas risas se escucharon en el fondo —¿Así que hay rumores? —pregunta luego el hombre.

—¿Qué sucede? —pregunta Motoyasu.

—Tal parece que las personas están murmurando alrededor del castillo. Están diciendo que, dentro de los cuatro Héroes, el Héroe del Escudo no sabe mucho acerca de nuestro mundo —respondió el rey.

—¿¡Qué?! —exclamó el héroe del escudo.

—Las leyendas decían que los cuatro Héroes invocados tendrán un entendimiento respecto a nuestra tierra. Las personas se preguntan si usted realmente será capaz de cumplir las condiciones descritas en las leyendas. Con respecto a la señorita Evangeline, parece que las personas no confían en alguien de quien no saben nada, por mi parte no puedo hacer nada con eso, lo lamento —contestó nuevamente el rey.

—No se preocupe por eso, su Majestad, está todo bien —comenté con una sonrisa despreocupada.

—¿C-Cómo puedes estar tan tranquila? —me pregunta Naofumi. Ciertamente me dio un poco de pena su rostro de desesperación, así que decidí ayudarlo.

—Motoyasu, Itsuki, Ren, ¿pueden cederle cada uno un aventurero a Naofumi? Creo que cuatro para cada uno de sus equipos sería más que suficiente —les pregunté.

—Yo lo haría con gusto, es más, considero que sería justo que cada grupo tenga tres aventureros para ser equitativos, pero no sería educado rechazarlos una vez que han tomado su decisión —me responde Itsuki, y todos los aventureros asienten ante aquel comentario que llevaba razón.

—¿Q-Quieren decir… que debo empezar solo? —preguntó Naofumi con un tono de voz que expresaba derrota.

Yo no podía hacer más para ayudarlo, al menos no por ahora, pero en eso uno de los integrantes del grupo de Motoyasu levantó la mano. Era una chica de cabello rojo, conocida por mí.

—Señor, si está bien con eso, yo podría servir con el Héroe del Escudo —dijo Myne, poniéndose al frente del grupo. Naofumi se había sorprendido de que una chica quisiera unirse a él.

—¿Estás segura? —le pregunta Motoyasu.

—Sí —respondió la pelirroja con una sonrisa que embelesó a Naofumi y que intentaba ocultar su aura maliciosa.

—Bien, ¿alguien más quiere ser parte del grupo del señor Naofumi? —pregunta el rey, pero solo hubo silencio en la sala —Supongo que no hay otra opción —dijo luego, suspirando pesadamente.

—E-Espere su Majestad, ¿y qué sucede con Evangeline? Ella también está sola —pregunta el usuario del escudo. Agradecía la consideración de Naofumi, pero no era necesario.

—Como dije antes, las personas no confían en ella, la leyenda solo profetizaba a cuatro héroes, no a un quinto. No sabemos nada de ella, y aunque quisiera imponer una nueva ley, tomará mucho tiempo para que la tengan en consideración. De verdad lo lamento, no puedo hacer nada —respondió el rey, encogiéndose de hombros y fingiendo pena.

—No te preocupes, Naofumi, me las puedo apañar perfectamente sola —comenté animadamente, levantando el pulgar.

—¿Estás segura, Eva? —me pregunta Motoyasu, algo preocupado. Itsuki se veía en las mismas, pero el más preocupado era Naofumi y con razón, por un momento creyó que iba a estar solo, aun si yo era una hechicera él consideraba que debía de tener a alguien de mi lado.

—Completamente segura —respondí, con una mirada positiva y decidida.

—Si ella lo quiere así entonces está decidido —anunció el rey —Señorita Evangeline, señor Naofumi, deberán encontrar y reclutar a otras personas para que los acompañen en sus viajes. Cada mes los abasteceré a todos con los fondos necesarios para sus viajes, aunque en compensación por los eventos de hoy, el primer pago para el señor Naofumi y la señorita Evangeline será mayor que el de los demás. Ahora bien, aquí están los fondos que he preparado para ustedes, Héroes —dijo luego, y varios sirvientes aparecieron para darnos a cada uno nuestras respectivas bolsas con el dinero —He reservado 900 piezas de plata para la señorita Evangeline, 800 para el señor Naofumi y 600 para el resto. Por favor, tomen estos fondos para comenzar su viaje —.

—¡Sí, señor! —respondimos los cinco, y acto seguido salimos de la sala. Naofumi, Motoyasu, Itsuki y Ren se quedaron fuera de la sala del trono para conversar brevemente con sus compañeros. Yo, por mi parte, decidí salir del castillo cuanto antes, sin mediar palabra con nadie más, para así empezar esta aventura.

Llegué a la ciudad, y la gente que caminaba en las calles y quienes se cruzaban conmigo me dedicaban miradas diversas, desde repulsión y odio hasta asombro, admiración y, por supuesto, deseo sexual. Nada de eso me importaba, yo solo me dirigí directamente hasta el herrero, aquel bien conocido en toda la ciudad. Nada más al entrar él salió de detrás de una puerta en la parte trasera del mostrador.

—¡Bienvenido! ¿En qué puedo ay-? —el hombre saludó en un primer momento, pero cuando vio quién era se quedó sin palabras, había quedado eclipsado por mi belleza, pero instantes después se sacudió la cabeza —¡Ahem! Bienvenida, señorita, ¿en qué le puedo ayudar? —pregunta después, intentando sonar profesional, pero lo cierto era que estaba nervioso.

—Buenos días —le saludo con una radiante sonrisa que nuevamente lo eclipsó —Bueno, necesito una armadura para poder comenzar mi viaje sin problemas, y me dijeron que usted es el mejor herrero en la ciudad y, por lo tanto, su tienda es mi mejor opción —.

—Oh, ¿es así? Bueno, debo decir que me halaga, señorita, aunque debo decir que me sorprende su presencia, son demasiado raras las ocasiones en las que recibo clientes semi-humanos —comentó el hombre, pero de repente muestra un rostro serio —Espere un momento, ¿dijo que quiere una armadura para comenzar su viaje? ¿Acaso usted es…? —.

—Exacto, soy una de los héroes convocados en Melromarc, la quinta heroína. Mi nombre es Evangeline Stalsdfeldt, y soy una Hechicera. Un placer conocerlo —me presenté formalmente ante el herrero de la tienda de armas, y él no hace más que abrir bien los ojos por la sorpresa.

—¡Así que eres la quinta heroína! —exclamó él, y yo asentí tranquilamente con la cabeza —Vaya, jamás pensé que vendrías a mi tienda, debí haberlo deducido antes al mirar tu bastón. Entonces será un honor para mí el poder atenderte, ahora dime, ¿qué es lo que andas buscando? —pregunta luego, con un tono orgulloso.

—Una armadura apropiada para mí —le respondí al hombre —¿Cuánto costaría un set completo de una armadura de placas? —.

—Bueno, las armaduras de placas son muy buenas, bastante resistentes, su costo es de 600 piezas de plata, y el precio aumenta dependiendo si la quieres con algún encantamiento que aligere su peso o que te otorgue más protección, o con alguna modificación adicional. Lamentablemente solo tengo un par a la venta y no están adecuadas a sus medidas, además me están faltando materiales para crear otra y también para los encantamientos, lo lamento —me respondió el herrero.

—Oh no se preocupe, está todo bien —le dije con una sonrisa, haciendo ademanes con mi mano derecha como si le restara importancia a ese asunto.

—Vaya, parece que los rumores son ciertos —expresó el repentinamente, sorprendido.

—¿Rumores? —pregunté.

—Sí, de que usted es amable y despreocupada —contesta el señor.

—Ah, es un buen hábito, heredado de mis queridos padres —.

—Seguro que sí —comentó el herrero —En fin, ¿querrá otra armadura en lugar de la de placas? —.

—Sí, si tienes otra que esté adecuada para mí y que esté en un rango de precio relativamente menor sería perfecto —respondí.

—Muy bien, veamos, tengo un set de malla por aquí, la protección que ofrece obviamente es menor que la de placas, pero puede ajustarse perfectamente a su figura sin tener que hacer retoques —me dijo el hombre, entregándome la armadura.

—Muy bien, me la probaré. Con su permiso —.

—Adelante, por ahí está el probador —me indicó él hacia una pequeña habitación apartada.

Le agradecí y entré, me quité las ropas con las que vine a este mundo y me vestí con la armadura de malla, la cual se ajustó perfectamente a mi cuerpo. Salí del probador para que el herrero me viera y me diera su opinión.

—¿Qué tal me veo? —le pregunté.

—¡Wow, le queda muy bien, señorita heroína! —exclamó el hombre, dando el visto bueno con un pulgar levantado.

—Gracias —respondí sonriendo —¿Cuál es su precio? —.

—250 monedas de plata, pero le haré un descuento, así que se la dejaré a 110 monedas —me respondió él.

—Perfecto —dije, y me acerqué hasta el mostrador, sacando la pequeña bolsa con las monedas y entregándole la cantidad requerida.

—¿No necesitará algún arma? Aparte de su bastón, puede que necesite algo que le proporcione daño adicional —me pregunta luego.

—Eso sería genial, pero lamentablemente solo puedo ocupar mi bastón, no se me permite usar otra arma —le respondí y él se mostró ligeramente preocupado —No se preocupe, puedo apañármelas muy bien con ella —agregué, mostrándome segura.

—Si lo dice así entonces confiaré en su palabra —comentó el herrero.

—Por cierto, ¿tiene alguna bolsa que no ocupe? Así puedo llevar las ropas con las que vine, no quiero deshacerme de ellas —.

—Claro, tome —dijo, y me pasó una gran bolsa de cuero —No la ocupo, así que puedes llevártela gratis —.

—Muchísimas gracias —.

Al tomarla escuché que la puerta de la tienda era abierta, me giré y descubrí a Naofumi, siendo acompañado por Myne. Él observa en mi dirección y también me descubre, y una expresión alegre se manifiesta en su rostro.

—¡Hey, Evangeline! —exclamó él, saludándome.

—¡Hey, hola Naofumi! —le devuelvo el saludo, sonriendo y agitando mi mano levantada.

—¿Así que tú también viniste aquí, eh? —me pregunta el héroe del escudo.

—Así es. Le pregunté a algunos habitantes de por aquí si conocían alguna tienda de armas y me recomendaron ésta, ahora yo también la recomiendo —respondí.

—Oh señorita, le agradezco sus palabras —comenta el herrero, rascándose la nuca en señal de vergüenza.

—Solo digo la verdad —le dije sonriendo y encogiendo los hombros —Okey, no te quitaré más tiempo, Naofumi. Nos veremos luego, te deseo mucha suerte —agregué, dedicándole una sonrisa cálida que hizo sonrojar al muchacho.

—G-Gracias, también te deseo mucha suerte —me respondió Naofumi.

—Un placer haber hecho negocios con usted, señor. Hasta luego —le hablé al herrero al darme la vuelta.

—¡Lo mismo digo, señorita! ¡Hasta luego! —contestó él.

Y después de eso salí de la tienda, llevando en la espalda la bolsa que contenía la ropa que usé al llegar a este mundo, no la voy a descartar porque me encantan esas prendas. Crucé las grandes puertas de entrada a Melromarc y me dirigí directamente al bosque cercano. El sol estaba casi en lo alto y el clima era cálido y agradable, probablemente era cerca del mediodía. Noté los globos anaranjados recorriendo los alrededores, por lo que decidí rodear la arboleda, hasta que me topé con una zona libre de globos. Tomé ese camino libre y rápidamente entré a la espesura. A primera vista parecía que no habían enemigos, pero tenía la seguridad que, mientras más avanzara hacia el fondo, habrían más probabilidades de encontrarlos y en buenos números, así que seguí caminando en esa dirección.

De un momento a otro llegué hasta una zona libre de árboles, aunque con una hierba algo alta, eso sí, esta vez repleta de los globos de antes, y además habían de otros colores, como rojos y amarillos, aunque éstos en menor cantidad. Se dieron cuenta de mi presencia y rápidamente vinieron hacia mí, pero yo no fui lenta, tomé mi bastón con firmeza y lancé varios disparos mágicos hacia los globos, eliminando a siete de ellos. Divisé a más de dos docenas de ellos entre el matorral, así que me preparé, reuní poder y disparé nuevamente varias balas en sucesión, eliminándolos a todos en poco tiempo. Aquel esfuerzo me recompensó con la subida a nivel 3, y decidí quedarme un rato allí, quieta y en silencio, por si regresaban los globos. Efectivamente, los globos regresaron y nuevamente había una considerable cantidad de ellos, así que terminé ejecutándolos otra vez.

—Muy bien, creo que ya fue suficiente grindeo en esta zona, debo moverme porque los globos ya no me dan experiencia —dije en voz alta, saliendo del matorral y adentrándome más profundo en el bosque. Estuve dos horas en aquella zona, y con los globos terminé subiendo hasta el nivel 10, mis estadísticas subieron y obtuve varias habilidades, tanto activas como pasivas. Una de ellas me permitía absorber todo material con el que me encontrara, así que absorbí todas las pieles de globos resultantes de mis batallas y los guardé en mi inventario. También absorbí muchas de las plantas que crecían en ese bosque, a juzgar por su apariencia pensé que podrían ser medicinales.

Llegué hasta otra zona despoblada de árboles, y esta vez vi Usapiles y Eggugs, enemigos que parecían conejos salvajes y huevos monstruo asesinos, respectivamente. Antes de que siquiera centraran su atención en mí, se materializaron varios disparos mágicos a mí alrededor, unos eran de fuego y otros de hielo, y se dirigieron directamente hacia mis objetivos, eliminándolos al instante.

—Bien, ya he subido al nivel 11 —me dije, chequeando mi panel de estadísticas —El botín de aquí me vendrá bien en cualquier estado, pero trataré de que la mayoría no esté rostizado o congelado, seguro que los materiales vírgenes son más preciados —.

Recolecté y absorbí parte del botín y otro poco lo guardé en el inventario. Después de eso continué grindeando. Los enemigos antes mencionados daban, ligeramente, más experiencia que los globos, por lo que me servirían por un rato más.

—Bueno, ya estoy a nivel 18, ahora estos enemigos no me dan casi nada de experiencia, necesito moverme otra vez —hablé, viendo el panel y el inventario, el cual tenía montones de los materiales recientes. Pasé otras dos horas en ese lugar, y estaba atardeciendo, tenía que aprovechar el poco tiempo de sol que me quedaba, por lo que salí rápidamente de allí y seguí caminando, alejándome más.

Después de un rato de estar caminando, y gracias a mis nuevas habilidades -siendo precisa, una habilidad de detección de enemigos de nivel bajo- pude detectar a un ser distinto, a cincuenta metros de mi ubicación, moviéndose rápidamente. Claramente era un enemigo, pero no era igual que los anteriores, así que me serviría para seguir subiendo de nivel. Llegué velozmente hasta la zona en donde estaba dicho enemigo, lo vi correteando más lejos, pero aun así se dio cuenta de mi presencia y vino corriendo hacia mi ubicación. Era un Puercoespín, y diez metros antes de que llegara a mí se estrelló contra una pared mágica invisible, acto seguido levanto mi bastón y le lanzo un disparo mágico distinto, similar a una cuchilla de viento, que lo corta a la mitad y finalmente cae muerto. En eso detecto varias presencias más, los mismos seres, los mismos puercoespines, quienes me rodearon y se abalanzaron contra mí, pero sucedió lo mismo, se estrellaron contra la misma pared mágica, lo que los dejó atontados y me dio tiempo para lanzar el mismo ataque varias veces. Tras un rato, hubo varios cuerpos de los dichos puercoespines en el lugar, todos despedazados y su sangre derramada por casi todo el lugar.

—Casi llego al nivel 20, deberían aparecer pronto más puercoespines porque la noche está al caer, tengo que alcanzar, por lo menos, el nivel 25. Cuando lo haga, me retiraré a una zona más segura y descansaré —dije en voz alta, absorbiendo los restos de los animales muertos.

Esperé unos cuantos minutos, y efectivamente, apareció una decena de puercoespines. Naturalmente, los eliminé en un pestañeo. Varios minutos más transcurrieron, y esta vez apareció una manada de más de dos docenas. Me sorprendí en un primer momento, pero luego descubrí que se había activado un evento de incremento de experiencia pero al mismo tiempo la cantidad de enemigos y su fuerza se duplicaban, quizás era un evento que se activaba por la noche. Después de luchar por un buen rato, ya había conseguido subir al nivel 28, ciertamente los puercoespines estaban dando muy buena experiencia, pero más que nada era por ese evento.

—Mmmmmm… ya está muy oscuro aquí. Resultó ser que la noche me viene muy bien para grindear, y aunque pueda ver perfectamente en la oscuridad es mejor que me apoye con una fuente de luz. Podría cortar debidamente estos matorrales y prenderles fuego, pero alguien verá el humo y vendrá, y no quiero que nadie venga, así que aprovecharé para usar una nueva habilidad que me permite crear pequeñas esferas de luz, y dejaré que ellas iluminen la zona —susurré para mí misma, y gracias a mis nuevas habilidades levanto mi bastón y convoco dichas esferas en varios lugares cercanos.

Ya con todo el lugar bien iluminado, los puercoespines no tardaron en aparecer, y en un número bastante grande como la última vez, más de dos docenas. Los despaché con facilidad, esperé nuevamente y aparecieron más puercoespines, los maté y esperé, y así sucesivamente por poco más de cuatro horas.

—Bien, ya es momento de parar —dije en voz alta, la luna estaba en lo alto, por lo que asumí que era la medianoche. Deshice los orbes y salí de la zona de los puercoespines —Ya he llegado al nivel 44, mi lista de habilidades pasivas y activas es enorme, pero voy a verlas en un lugar seguro. Puede que encuentre algo por aquí cerca —.

Caminé por un largo rato hasta llegar a un claro bastante amplio, el cual era atravesado por un estrecho río. Ese lugar me vendría muy bien para descansar y hacer un recuento de todo lo que aprendí y conseguí en este día.

Corté algunas ramas con magia y recolecté algunas piedras del suelo, me dirigí a la orilla del río y dispuse todo para hacer una fogata, cuando estuvo lista la encendí con el fuego que emanó mi bastón. Luego, divisé una gran piedra que podría usar para sentarme, y usando mi magia, la hice levitar hasta traerla cerca del fuego. Antes de sentarme, saqué algunos trozos de carne de usapil y puercoespín para que se cocinaran, y luego sí pude sentarme.

—Veamos… tengo diversos ataques elementales; mi maestría en pelea a larga y corta distancia ha aumentado bastante, además de tener variadas habilidades especializadas en ello; puedo otorgar buffs de defensa, daño, agilidad, salud y regeneración de vida; puedo curar heridas no tan profundas. Restablecer directamente la salud y energía… oh, vaya, la habilidad de absorción ahora ha mejorado enormemente, ahora puedo replicar todo lo que haya absorbido. Interesante —.

Decidí probar rápidamente la replicación con las pieles de los globos como prueba, así que extendí mi bastón –el cual, por cierto, ahora estaba hecho enteramente de plata- y de él empezaron a salir varias pieles, como si fuese una especie de impresora. Al final, terminé dejando una montaña hecha de pieles de globos, luego chequeé mi inventario y el número de pieles que había conseguido en la lucha no había cambiado en lo absoluto.

—Hmmmm, sin lugar a dudas es una habilidad que puede serme de demasiada utilidad. No la utilizaré con las pieles de globos ni con ningún otro material que consiga por aquí, ya que son materiales demasiado comunes, pero quizás pueda aprovecharla para usarla con ciertos materiales, como los más raros o exóticos. Es una suerte que puedo eliminar en un pestañeo todo lo que no quiero o necesito en mi inventario —dije, pensando seriamente, tomando luego aquel montón de pieles para guardarlas en la bolsa y luego eliminarlas con un botón de papelera.

Decidí chequear la hora actual, era la 1 de la madrugada, las carnes ya se habían cocinado así que las aparté, y mientras comía me fijé acerca del buff de experiencia, se mostraba un contador en el panel de estado que indicaba la duración restante. Tenía el buff disponible hasta las cinco de la madrugada, podría descansar media hora y luego volver al punto de grindeo de los puercoespines, no había más tiempo para ir a un lugar mejor así que estos enemigos eran la mejor opción. Tenía la sensación de que este evento de experiencia en este lugar solo se daría por esta ocasión, así que debía ceñirme al plan y aprovechar al máximo todo lo que podía ofrecerme este bosque para así poder desligarme de tener que estar en esta zona.

—Entonces está decidido, me tomaré treinta minutos de descanso y luego continuaré mi labor —dije, terminando de comer. Apagué el fuego, noté que quedaron unos tres pedazos de carne, no tenía más opción que absorberlos así que eso hice, seguro que ahora podía replicar montones de trozos de carne cocinada, pero no me importó.

Yo era capaz de permanecer despierta durante mucho tiempo sin que eso me afectara física o mentalmente, aun así es bueno tomarse un descanso de vez en cuando, por lo que solo me senté en el suelo, donde había un poco de pasto, me senté sobre mis piernas con la espalda recta, cerré los ojos y finalmente relajé mi cuerpo. Esa breve meditación ya bastaría para llenarme de energía y poder continuar, si yo lo quería así, por varios días más sin ningún contratiempo.

Y mis ojos se abrieron abruptamente. Ya eran las dos de la madrugada, el panorama era oscuro, frío y silencioso a excepción de unos cuántos grillos. Tomé mi bastón y la bolsa donde tenía mis antiguas ropas y me puse en marcha, ayudándome con la fuente de luz que emanaba desde mi arma.

Nada más llegar me topé con una exuberante cantidad de puercoespines, me atrevería a decir que eran más que antes, así que ejecuté el mismo hechizo para iluminar la zona y continué eliminándolos para poder alcanzar más niveles.

Ocupé dos horas y pude alcanzar el nivel 49, con poco más de media barra para el nivel 50, faltaba solo media hora para que sean las cinco, por lo que ni bien aparecían mis objetivos yo ya me encargaba de ellos. Y justo, en el último segundo antes de la hora acordada, el único puercoespín en pie me otorgó la victoria anhelada.

—Perfecto, nivel 50 —festejé en voz alta, con una gran sonrisa y suspirando de alivio —Uh… no me di cuenta de que esto parece un genocidio —dije luego, observando el terrible panorama, todo el lugar cubierto de sangre y vísceras por doquier. Tuve que recoger todo lo que podía ser usado, una parte la vendería y otra parte la guardaría por si era necesario para creación de equipo. Llevé a cabo esas acciones, llenando mi inventario hasta el tope, y me retiré del lugar para volver cerca del río, al lugar en donde estuve antes.

Pude notar la luz del sol queriendo asomar en el horizonte. Al llegar al lugar antes establecido, me senté en la gran roca y observé en completo silencio el panorama, como todo iba cambiando naturalmente con el pasar del tiempo. Mis labios se arquearon en una sonrisa, mis ojos se cerraron y lentamente respiré el fresco y puro aire de este mundo, me concentré solo en ese preciso momento por unos cuantos minutos, y después vuelvo a abrir mis ojos.

—Bien, veamos que hemos conseguido —me dije mientras abría el panel de habilidades. Solo había subido cinco niveles, y el panel estaba abarrotado de habilidades, parecía como si nunca fuese a llegar al final.

Me entretuve un buen rato leyendo lo nuevo que conseguí, y no me di cuenta de que había pasado más de una hora, por lo que decidí replicar un par de las carnes de usapil que quedaron de antes. Lo increíble era que seguían calientes, como si hubieran sido apartadas del fuego recientemente. Las consumí y tenían buen sabor, decidí replicar más, para probar la efectividad de la habilidad, y todas las porciones salían de la misma manera: frescas, recién cocinadas al punto justo.

—Muy bien, creo que ya no tengo que preocuparme por comprar comida o preparar demasiado de ella. Igual no dependo de esta habilidad para sobrevivir, si quiero puedo conseguir todo lo necesario por mi cuenta y después cocinar, después de todo me encanta hacerlo y mis habilidades culinarias son excelentes —dije luego, sonriendo y mostrándome orgullosa de mis capacidades.

Después de eso estuve otra media hora leyendo lo que tenía en mi panel de estado y chequeando mi inventario, el cual estaba lleno en su mayoría por carne fresca, piel y púas de puercoespín. Tiré bastante de cada material con el botón de papelera ubicado en la parte inferior, hacer eso me liberó varios espacios. Después me desnudé y lavé mi cuerpo con el agua del río, no había sudado pero sentir el agua fresca corriendo por mi piel me elevó las vibras. Al terminar, me sequé con el calor del fuego emanado del bastón el cual, por cierto, ahora tenía una apariencia más atractiva: la mayor parte estaba constituida por oro puro, una parte de la vara -por donde yo agarraba el bastón- ahora estaba hecho de un material similar al marfil, con muescas para que el agarre sea mejor; por último, la punta se dividía en tres pares que simulaban ser alas sin plumas, y la gema estaba incrustada en el medio.

Al salir, examiné la cota de malla, la cual estaba en perfecto estado, no había ningún daño, ni siquiera tenía manchas de sangre. Acerqué mi bastón y lo examiné más a detalle y el panel me arrojó un mensaje, volviendo a confirmar el excelente estado en el que se encontraba la armadura. Lo siguiente que hice fue absorber la cota y mi vestido, ahora podía replicarlos y no solo eso, podía otorgar a mí vestido de las mismas estadísticas de defensa de la cota, si así yo lo quería. Y sí lo quería, por lo que terminé replicando aquel atuendo con el que vine a este mundo, después de todo era un vestido muy bonito.

Ya ataviada con mis prendas preferidas, me fijé en el reloj, el cual marcaba las 8, por tanto resolví empezar a caminar en dirección a Melromarc. El sol ya iluminaba bastante bien, por ello pude seguir el camino de vuelta con suma facilidad, pero también me tomé mi tiempo para degustar el hermoso panorama ofrecido por aquel bosque. Caminé recto y derecho, y al salir me encontraba en una zona repleta de globos naranja, pero los pobres no podían acercarse a mí porque chocaban contra mi pared mágica invisible. Un par de minutos después, ya estaba llegando a la entrada a la ciudad.

—¡Alto ahí! —me gritó uno de los tantos guardias que estaban custodiando el paso. Todos tomaron sus armas y me apuntaron con ellas de forma amenazante.

—¿Sucede algo, caballeros? —pregunté calmadamente al detenerme.

—Eres la heroína del bastón, ¿verdad? El rey te ha convocado. Vas a tener que venir con nosotros —me responde agresivamente uno de los guardias.

—Mmmm interesante —comenté en voz alta, con el mismo temple —¿Se me está acusando de algo que yo no sepa? Si es así, me gustaría saber lo que sucede —.

—¡Cállese y obedezca! ¡Ahora sígame! —gritó el hombre, haciendo caso omiso a mi petición. Yo me encogí de hombros y lo seguí hasta un carro, en el que me obligó a entrar. Uno de los hombres que estaba fuera intentó darme una nalgada, pero su mano recibió un fuerte golpe que la apartó de mí cuerpo inmediatamente.

—¡Aagh! —gritó aquel hombre, tomando la mano, la cual se puso morada rápidamente.

—¿¡Qué demonios!? ¿¡Qué fue lo que hiciste, maldito monstruo?! —gritó el hombre que me llevó primero, y los demás alzaron nuevamente sus armas contra mí.

—¿El qué? —pregunté, fingiendo no saber lo que ocurría.

—¡No te hagas la idiota! ¡Nos darás tu bastón ahora mismo! —siguió gritándome el primer hombre. Yo me encogí de hombros nuevamente, y le entregué mi arma a otro de los caballeros, pero en cuanto la tomó fue paralizado por una potente descarga eléctrica, y mi bastón volvió inmediatamente a mis manos.

—Lo lamento, pero mi bastón solo puede ser sostenido por mí —fue lo que dije.

Ahora todos los caballeros me tenían en la mira, incluso había gente que estaba presenciando toda la escena, pero no me importó.

—¡Ni se te ocurra hacer otro movimiento o mis hombres se encargarán de ti! ¡Ahora sube al carro! —me ordenó el hombre. Parecía tener un atisbo de miedo asomándose en sus ojos.

Yo solo lo observé con una expresión neutra y decidí acatar. Me subí al carro y me ubiqué en el extremo derecho, siendo rodeada por tres caballeros, dos sentados al frente y uno a mi lado. Podía ver los rostros de las personas que se acercaron a ver lo que ocurría, veía en sus ojos el miedo, la confusión y el enojo. Después de eso, cerraron la puerta del carro y comenzaron la marcha. Tuve un breve -y algo agitado- tour por las calles de la ciudad; los dos hombres frente a mí estaban expectantes, ansiosos por si yo llevaba a cabo hasta el más leve movimiento; el que estaba sentado a mi lado, a pesar de vigilarme, su mirada expresaba deseo carnal hacia mí, miraba mis grandes pechos y mis muslos, los cuales sobresalían un poco de mi vestimenta, incluso creo que él se acomodó en su lugar para esconder la erección que estaba teniendo en sus pantalones, pero no sucedió nada más que eso.

En poco tiempo cruzamos el puente y llegamos a las puertas del castillo. Me obligaron a bajarme con armas en alto y con extremo cuidado, solo las puntas de sus lanzas y espadas estaban dirigidas a mí, por si intentaba hacer algo en su contra. Subimos algunos escalones y entramos al castillo, y me escoltaron directamente a la sala del trono, en donde había un bullicio. Ya habían empezado a acusar a Naofumi por los falsos actos deleznables que cometió, yo estaba llegando dos minutos tarde.

—¿Qué está sucediendo? —pregunté en voz alta y firme, llamando la atención de todos los presentes.

—¡E-Evangeline! —gritó Naofumi, dándose la vuelta enseguida, observándome con un rostro desesperado.

—¡Quédate quieto! —le gritó uno de los caballeros que lo tenía vigilado, empujándolo.

—No te atrevas a tocarlo —dije con seriedad, e inmediatamente aquel hombre fue empujado violentamente por una extraña fuerza invisible.

—¿¡Qué está pasando?! ¡Alto! —gritó el rey, alarmado. Todos los caballeros pusieron a la defensiva, con sus armas listas para ser usadas en nuestra contra.

—¡E-Es la heroína del bastón, Su Majestad! ¡Ella ha herido a dos de nuestros caballeros cuando intentaban traerla hacia aquí! —gritó uno de los hombres con armadura, quien corrió hacia el rey para explicarle eso.

—Es porque intentaron ponerme las manos encima de una manera indecente —comenté de forma calmada.

—¡Silencio, semi-humana! —bramó el rey, furioso, sin querer escuchar ninguna de mis palabras —Te prohíbo que hagas otra de tus tonterías aquí o me veré obligado a exiliarte —dijo luego. Naofumi se mostró más asustado y confundido por aquellas aterradoras palabras, pero yo me mantuve serena —Bien, continuemos con los cargos hacia el héroe del escudo y la supuesta heroína del bastón —.

—La señorita Myne acusa al Héroe del Escudo, Iwatani Naofumi, de haber perpetrado un acto de violación en contra de su voluntad. Además, acusa a la señorita heroína Evangeline Stalsfeldt de haber ayudado al héroe del escudo a someter a la señorita Myne, añadiendo agresión física contra su persona —dijo uno de los consejeros del rey, a su lado.

Mi vista se posa en la pelirroja, quien estaba detrás de Motoyasu, y su rostro mostraba moretones en su ojo derecho y a un lado de los labios, podía notarse con claridad que eran golpes reales. Así que ella fue bastante lejos para inculparnos a los dos. Eso era interesante.

—¿Cómo pudieron ustedes dos? Tú, Naofumi, sé que eres perfectamente capaz de hacerlo… pero tú, Eva, tú… no, no me creo que hayas accedido a hacer por voluntad propia, ¡Tú la obligaste, Naofumi! —gritó Motoyasu, encolerizado por las supuestas acciones que cometió Naofumi.

—¿¡Pero de qué hablas, Motoyasu?! ¡Te dije que no he hecho nada de eso, soy incapaz de hacer algo así! ¿¡Es que vas a seguir culpándome sin siquiera pensarlo?! —exclamó Naofumi, la desesperación parecía crecer en su interior a cada instante, el pobre no entendía nada.

—¡Silencio! —intentaron callarlo los caballeros que lo aprisionaban.

—E-Evangeline… —me llamó él, y le di mi atención —Sé que no he hecho nada de eso y que tú tampoco lo has hecho. No sé por qué nos están acusando falsamente. Tú… tú me crees, ¿verdad? —pregunta luego, en un tono más bajo pero igual de angustiado, queriendo encontrar consuelo en mí apoyo.

—Por supuesto que te creo, Naofumi. Solucionaremos esto, te lo prometo —le respondí, sonriéndole cálidamente. Noté que él se sonrojó, y además se relajó un poco al saber que tenía a alguien de su lado —Les recomiendo que dejen de acusarnos injustamente tomando en cuenta, como única prueba, la dudosa historia de alguien que ambos conocemos poco o nada —expresé tajantemente, con una seria mirada fija en el rey.

—¡Desgraciada, cómo te atreves a cuestionar mi juicio! —bramó nuevamente el rey, a lo que sus caballeros, otra vez, alzaron sus armas en nuestra contra —Claro que creo en las palabras de esta joven. Cualquiera que cometa un acto de agresión sexual en contra de alguien de mi reino, ya sea por un bárbaro o un Héroe, será castigado inmediatamente con la muerte. Y el mismo castigo aplica para quienes los ayudan a realizar dicho acto —.

—No, por favor no… —suplicó Naofumi otra vez.

—Tranquilo, nada malo nos sucederá, confía en mí —le dije, sonriéndole nuevamente para darle ánimos. Él nuevamente se muestra esperanzado, y asiente para indicar que me comprendió.

—¡Deja de relacionarte con él, Eva! ¡Te está utilizando, date cuenta! —exclamó Motoyasu, siendo tomado de las manos por Myne.

—Jamás pensé que pasaría algo como esto. Con Naofumi podemos esperar cualquier cosa, ¿pero Evangeline? Creí que ella era alguien inteligente y bondadosa… —pensó Itsuki en voz alta. Creía en las acusaciones, pero parecía que podía ser flexible si se le daba un buen argumento.

—Yo siempre supe que algo andaba mal con ambos, y esto lo confirma. No me interesa si está siendo manipulada o no, es igual de culpable que Naofumi —expresó Ren con veneno en sus palabras.

Naofumi los observaba, él no podía creer las cosas que nos estaban diciendo, la sangre empezó a subírsele a la garganta por la impotencia de no saber qué decirles.

—Naofumi —le llamo repentinamente. Él me observa, descubriendo mi mirada serena y mis ojos que le decían "No te preocupes, estoy contigo, así que todo está bien". Él entendió y se relajó, observando esta vez con tristeza a sus compañeros y a los que estaban con el rey —Entonces, ¿qué sucederá ahora con nosotros, Su Majestad? ¿Planea regresarnos a casa? —pregunté luego, observando seriamente al hombre en el trono.

—¿Acaso intentan correr con la cola entre las patas cuando la situación no les favorece? Qué débiles —Ren seguía insultando.

—Creo que estoy de acuerdo, han ignorado la tarea que se les encomendó, abandonaron sus principios de justicia o responsabilidad… solo para agredir a una chica inocente —expresó Itsuki, triste y negando con la cabeza.

—No, ustedes no irán a ningún lado y menos tú, Naofumi. Voy a deshacer el control que tienes sobre Eva, lo juro. Haré que ella despierte y se aleje de ti —dijo Motoyasu furioso, apuntando al susodicho.

Muy bien, eso ya era suficiente. Golpeé la base de mi bastón contra el suelo, efectuando un estruendoso ruido metálico seguido de un fuerte vendaval, el cual dispersó a los caballeros que nos tenían vigilados a Naofumi y a mí. Cuando eso sucedió, fui hasta el lado del pelinegro, no me iba a separar de él por ningún motivo.

—¡Basta! ¡Guardias, aprésenlos! —ordenó el rey al recomponerse rápidamente. La escena actual era muy divertida, ya que la mayoría de los presentes lucían desencajados por causa del vendaval que convoqué.

—¡No se acerquen! —exclamé. Acto seguido, una brillante y transparente cúpula aparece y nos encierra a Naofumi y a mí, dejando a los caballeros sin posibilidad de que nos tocaran.

—¡Cómo te atreves, semi-humana! ¡Deshaz ese hechizo ahora! —gritó el rey, encolerizado porque nos estábamos saliendo con la nuestra, llamándome ahora despectivamente por mi raza y no por mi nombre o estatus. Los demás presentes estaban atónitos por el acto que presenciaban, parecía que no habían visto una sublevación en mucho tiempo.

—Lo haré cuando no intente apresarnos o algo peor. Si deshago este hechizo y usted intenta una tontería, ambos nos iremos inmediatamente y no volverán a vernos nunca más, ni siquiera para proteger a este reino de las olas, contará solo con los tres héroes que tiene a su lado, así que piénselo bien, el destino del país está en sus manos —le dije muy seriamente, también a modo de amenaza —¿Y bien? ¿Nos devolverá a nuestro hogar sí o no? —.

El rey no pudo hacer más que apretar sus dientes de la impotencia, se dio cuenta que yo tenía razón, estaba obligado a dejarnos tranquilos por el bien del país.

—Me gustaría mucho mandarlos de vuelta a sus respectivos mundos, pero las olas no lo permitirán. Solo se pueden invocar nuevos Héroes cuando los actuales hayan muerto. Eso es lo que nuestros investigadores han descubierto —fue lo que me respondió aquel hombre en el trono. Motoyasu, Itsuki y Ren lucían pálidos, sin poder creer aquella información que se le había ocultado. Después de eso, el rey suspira pesadamente —Bien, será como ustedes quieren, no les impondré castigo alguno a ambos. Él héroe del escudo es vital para la defensa de las olas, aunque todavía no tengo claro qué es lo que harás tú, supuesta heroína, pero asumo que podrás apoyar con magia a los demás, por lo que también te dejaré en paz. Sin embargo, sus crímenes ya son conocidos por las personas, ése será su único castigo. Dudo mucho que encuentren ayuda o trabajo en nuestro país —me responde el hombre.

—Muchas gracias —agradecí con una expresión neutra al momento en que deshacía la cúpula. Noté a Naofumi muy impresionado por mi destreza con la magia, aparte de que se había quedado observando por unos instantes a mi renovado bastón.

—Los convocaremos en un mes más, cuando las olas se aproximen. Podrán ser criminales, pero aún son Héroes, no deben descuidar sus responsabilidades —agregó el rey.

Yo asiento tras escuchar esas palabras, luego miro a Naofumi y le indico que era hora de irnos. Nos retiramos del castillo, sin mediar ni una palabra más con nadie. Cruzamos el puente, entramos en la ciudad en donde caminamos un par de calles, hasta que mi compañero me pide que nos detengamos a un lado del camino, lejos de los ojos de cualquiera que nos vea.

—No sabes cuánto te lo agradezco, Evangeline —expresó Naofumi, suspirando aliviado por tener a alguien que lo apoyaba sinceramente —Puedo asegurarte que, por un momento, me sentí como si fuera un cordero siendo acorralado por lobos. Todavía soy incapaz de entender por qué Myne dijo esas cosas de ti y de mí, te juro que en ningún momento se me cruzó siquiera la idea de querer propasarme con ella. Además, alguien se robó mi armadura y mi dinero, y curiosamente noté a Motoyasu vistiendo la misma cota de malla que yo tenía. Sé que era la misma, y puede que sea verdad el que Myne se la haya regalado… pero aun así todo eso me parece extrañamente sospechoso —.

—Yo te creo, Naofumi. De verdad que creo todo lo que dices —expresé, deteniéndome y mirándolo a los ojos. Él se sonrojó levemente y sus ojos se iluminaron por la gran ayuda moral que estaba recibiendo.

—G-Gracias, Evangeline. De verdad muchas gracias por confiar en mí —me dijo él, rascándose la nuca con nerviosismo. Sonreí internamente al verlo tan feliz.

—Es un placer para mí poder ayudarte. Oh, y por favor llámame Eva, ¿sí? —le pedí con cariño. Por un momento me pareció ver que él se tambaleó, y escondió por unos instantes un rostro muy enrojecido de mi vista, hasta que asiente a mi petición con dificultad, algo que me pareció muy tierno —Creo que nos merecemos tratarnos con más confianza después de lo que hemos pasado —.

—S-S-Sí… t-tienes razón —comentó él, sin dejar de rascarse la nuca, sonrojado, temblando y sudando levemente —A-Ah… a propósito, te agradezco que me hayas defendido en el castillo, esos hechizos que hiciste, ¡fueron impresionantes! O-Oh y tu… ¡tu bastón! ¡Se ve genial! No se veía así la última vez que nos vimos, o sea… prácticamente ayer —.

Parecía que él había olvidado completamente los estragos de antes, se veía como un niño emocionado al entrar en una juguetería, por lo que no pude evitar soltar una pequeña risa.

—¿Verdad que sí? Se ve muy bien ahora, te agradezco tus halagos, Naofumi —expresé, y lo contemplé con la misma sonrisa que le había dedicado anteriormente, lo que causa que vuelva a sonrojarse y aparte su mirada a un lado.

—N-No… n-no fue nada —me dice él, riendo nerviosamente —Y-Y bien… ¿qué haremos ahora, Eva? Yo… lo he perdido todo, me quitaron mi armadura, mi dinero… he guardado unas treinta monedas aquí, detrás de mí escudo… —y al haber dicho eso, saca dichas monedas de su herramienta de defensa —… pero esto es nada, no podremos hacer mucho con treinta monedas de plata —.

Sus dedos temblaron por un momento mientras miraba fijamente las monedas apiñadas en su mano, su expresión derrotada pasó a ser una de enojo por las imágenes que súbitamente aparecieron en su mente, mostrando a Motoyasu con el rey y los demás héroes quienes lo acusaban injustamente. Se estaba debatiendo internamente sí debería dejarse esas monedas o descartarlas.

—¿Qué se supone que debería hacer, Eva? —él me pregunta, buscando una respuesta en mi mirada. Yo le devolví una mirada que calmada y rodeé, con mis manos la suya, que sostenía las monedas ya mencionadas.

—Lo que sea que decidas hacer, Naofumi, hazlo si estás seguro que tal decisión te hará sentir mejor. Eso sí, ten la certeza de que contarás con mi apoyo, pase lo que pase —.

En un primer momento él se había sobresaltado por mi repentina acción, puede que me haya excedido un poco en traspasar su espacio personal, pero gracias a eso él entendió que mi apoyo era incondicional y la mejor decisión que podía tomar no se hizo esperar, así que terminó arrojando al suelo sus treinta monedas de plata, todo el capital que le quedaba.

—No sé si cometí un error al hacer esto, Eva, pero siento que es lo mejor para mí. Esas monedas me hacían sentir atado a toda esta incómoda situación por la que estamos pasando —me dice él.

—Si consideras que es lo que te hace sentir mejor entonces no has cometido ningún error, tu felicidad y paz interior es primero —expresé con alegría —Ahora vayamos a la armería, hay que volver a equiparte adecuadamente para la batalla —.

—¿P-Pero con qué dinero? Y-Yo ya no tengo nada… —él me dice, temblando por sentir sus bolsillos vacíos.

Yo le sonrío de una manera pícara y entonces saco la bolsa que contenía los fondos que había otorgado el rey el día de ayer. Al verla, Naofumi exhibió un rostro desencajado por el tamaño de dicha bolsa.

—Aquí aún me quedan 790 monedas de plata más un buen botín que conseguí ayer y que todavía me falta vender. Todos estos fondos irán para tu equipamiento —fue lo que dije, muy contenta.

—¡P-Pero Eva, e-esto es demasiado! Y-Yo… yo no puedo aceptarlo, de ninguna manera —Naofumi se negó rotundamente, cruzando sus brazos en forma de X y moviendo su cabeza hacia ambos lados con energía.

—Demasiado tarde, Naofumi, ya no te puedes negar —dije, asustándolo un poco con mi sonrisa afilada —Ahora continuemos, vayamos directamente a la armería —.

Empecé a caminar, y con un semblante animado le incité a hacer lo mismo. Naofumi no sabía dónde meterse de la vergüenza, tenía su rostro enrojecido, y aun así acató mi petición. Durante nuestro recorrido, la gente en las calles nos miró de formas no muy buenas, la mitad eran de odio y la otra de miedo. Cuando llegamos a la tienda de armas, el herrero estaba fuera, en la puerta, con un rostro poco amigable y de brazos cruzados, como si ya nos estuviera esperando.

—Ustedes dos… —empezó a hablar el hombre, con un tono que denotaba su enojo —Tienen muchas agallas para venir aquí después de lo que hicieron, ¿cómo es posible que se atrevieran a hacer algo así? —.

—¿Ahora usted también nos acusará injustamente? —preguntó Naofumi, enojado y entristecido.

—Tranquilo, Naofumi —decidí intervenir, apoyando una mano sobre el hombro de mi amigo para calmarlo, después de eso observo fijamente al vendedor de la tienda de armas —Señor, le pido que por favor nos vea directamente a los ojos y crea cuando le decimos que nosotros somos inocentes —dije seriamente, aquel hombre seguía mostrándose furioso, pero aun así mantuve el contacto visual directo con él —No sabemos quienes nos han plantado esas acusaciones ni por qué, pero ambos estamos completamente seguros de nuestra inocencia, así que le imploro que abra su corazón y permita darnos el beneficio de la duda —.

El herrero me miró fijamente por unos instantes, luego a Naofumi, luego nuevamente a mí y entonces suspira pesadamente mientras se frotaba la frente con fuerza.

—No puedo creer que diré esto… pero les creo. Sus ojos no mienten, estoy seguro de eso —dijo el herrero, después mira a ambos lados de la calle y nos indica que le sigamos —Vengan, entren antes de que alguien más los vea. Hablaremos con calma adentro —.

Entramos a la tienda con rapidez y el herrero fue el último en pasar.

—Bien, ¿y no tienen idea de quién les pudo haber hecho esto? —pregunta el hombre.

—No, no lo sabemos —contesta Naofumi, haciendo a un lado un rostro afligido.

—No por ahora, al menos, pero lo más importante para nosotros ahora es volver a equiparnos… bueno, Naofumi es quien más lo necesita, yo estoy bien —

—Muy bien, puedo ofrecerles algo bueno —dijo el hombre, tronándose los dedos — A propósito, chica, tienes puesta la misma vestimenta con la que viniste ayer, ¿sucedió algo con la cota de malla que te vendí ayer? ¿Estuvo en mal estado o sufrió alguna rotura? Si es así puedo arreglarla, si quieres —.

—Oh no, no es necesario, mire —le dije, chasqueando los dedos y haciendo que mi vestido se transforme nuevamente en la cota de malla.

—¡Vaya! —exclamó el herrero.

—¡G-Genial! —Naofumi hizo lo mismo, aunque se notó sonrojado porque se fijó que la cota estaba algo ajustada en mi pecho y mi cintura, resaltando mis atributos femeninos.

—He obtenido un hechizo que me permite transformar la apariencia de la cota en mi vestido, manteniendo las mismas estadísticas de defensa de dicha armadura. Pero solo funciona con equipo que sea de mi propiedad —expliqué a los dos hombres presentes.

—Mmmmm bueno, ese es un hechizo muy interesante, chica. Nunca oí de algo parecido que cambiara la apariencia de las armaduras así de fácil. Hubiera estado genial que sea un hechizo de uso general, así quizás te habría pedido ayuda, estoy seguro que las personas adorarían equipo con la apariencia que ellos quieran —comenta el herrero, con una expresión de lamento fingido mientras se encogía de hombros.

—Seguro que sí —agregué.

—Bueno, entonces veamos, equipo para el héroe del escudo —dijo el hombre, mirando lo que había alrededor —Tengo otra cota de malla por si… —.

—No —responde Naofumi tajantemente —No quiero una cota de malla, por favor —.

—Muy bien, ¿cuál es tu nivel actual? —pregunta el vendedor.

—1 —responde mi amigo, con vergüenza.

—Pues… lamento decírtelo, chico, pero la cota de malla es tu mejor opción, no hay nada que sea mejor dado tu nivel —le dijo el herrero, cruzado de brazos, viéndose algo preocupado.

—¿No tiene nada que sea ligeramente mejor? No podemos aceptar otra cota de malla, no después de lo que pasó —pregunté.

—Lamentablemente no, lo siguiente mejor es la armadura de hierro bandeado, tiene mucha más protección que la cota, y obviamente su precio es mejor, pero solo puede ser equipada a partir del nivel 18. Puedo ofrecerles una armadura de cuero forrada, pero tendrás una protección pésima, sufrirás bastantes heridas si no eres extremadamente cuidadoso mientras la tengas equipada, chico —contestó nuevamente el herrero.

—Tsk… —masculló Naofumi, apretando sus dientes y su puño de la impotencia —De las cuatro clases yo tuve que ser el del escudo… —se lamentó el pelinegro.

—Hey, escúchame —dije dándome la vuelta y tomándolo de los hombros —No quiero que vuelvas a decir eso, ¿de acuerdo? No permitas que los comentarios de los demás genere un odio hacia ti mismo. Deja que los demás digan lo que quieran, tú solo enfócate en mejorar para proteger a los débiles. Si haces eso, eventualmente tu reputación te precederá, y el respeto que anhelas llegará —.

La chispa en los ojos de Naofumi volvió a encenderse, estoy segura que su motivación se elevó otra vez tras haberle dicho esas palabras.

—Tienes razón, Eva —comenta él, levantando la vista y encarándome —No puedo dejar que lo que pasó me derrote. No sé exactamente qué sucedió… pero ya no me importa, cumpliré el objetivo para lo cual he sido llamado a este mundo, que es el proteger a los demás —expresó con decisión —P-Pero… aun así creo que preferiré la armadura de cuero —finalizó, con pena en su rostro.

—Como tú quieras, Naofumi, es tu decisión —dije yo, volviendo a sonreír como antes.

—Entonces que así sea, les daré la armadura de cuero —habló el dueño de la tienda, poniendo sobre la mesa dicho equipo.

—¿Cuánto cuesta? —pregunté.

—140 monedas de plata, pero les haré un descuento, la dejaré solo a 60 para ustedes —contestó el herrero.

—Puedo pagarle el precio original, no es problema para mí —le dije con una sonrisa despreocupada y encogiéndome de hombros.

—No, chica, insisto, acepten el descuento. Les han dado bastantes problemas el día de hoy, al menos consideren esto como una ganancia, no me importa si tienen el dinero suficiente —comentó aquel hombre.

—Realmente se lo agradecemos mucho, señor —comentó Naofumi, viéndose más alegre.

—No hay de qué, chico —contesta el herrero —Eso sí, asegúrense de pasar regularmente por aquí, ustedes le dan un toque diferente a este lugar, en especial tú, muchacha —bromeó el hombre para luego enfocar su vista en mí, dándome a entender que aquello era un halago por mi belleza.

—Le agradezco mucho el elogio —respondí con una risa leve —A propósito, ¿sabe dónde puedo vender esto? Conseguí un poco al matar los globos cerca del bosque, además de un par de plantas que parecen ser medicinales —pregunto luego, mostrándole una piel de globo naranja.

—Ah sí, para vender botín de monstruos tienes que ir a una tienda cercana, sal y ve a la izquierda, camina dos calles más y la encontrarás fácilmente. Si son plantas medicinales lo que tienes puedes ir al boticario a cuatro calles en la dirección contraria —contesta el herrero.

—Muchas gracias —respondí.

Le entregué el dinero y él nos dio la armadura de cuero, Naofumi se la probó, se veía algo tosca en él, pero es lo que había y no estábamos buscando nada que sea estéticamente lindo. Agradecimos nuevamente y nos retiramos. Después, fuimos donde el vendedor de botines, al vernos hizo una mueca de desagrado.

—Muy buenos días, señor. Quisiera venderle estas pieles de globo naranja —dije al momento de presentarme, sacando de mi inventario una bolsa con, exactamente, 2000 pieles de globo naranja.

Naofumi se quedó boquiabierto, no solo por la manera en la que la bolsa salió materializada del inventario sino también por la gran cantidad que había a simple vista en ella, y el vendedor se mostró igual de impresionado.

—¡Jojojo, vaya, esto sí que es una sorpresa! —exclamó al momento que casi se ríe a carcajadas —¿Cuántas pieles tienes aquí? —.

—2000, ni una más y ni una menos —le respondo.

—Hmmmm… —el hombre se rascó la barbilla por unos instantes mientras pensaba —Puedo ofrecerte 1 moneda de bronce por 25 de ellas —

—Demasiado barato, no nos sirve —respondí automáticamente, en un tono tranquilo, mientras tomaba la bolsa y amenazaba con alejarme del mostrador.

—¿Q-Qué? Espera, 1 moneda de bronce por 20 pieles, es mi mejor oferta —.

—¿Qué le parece si reduce el precio a 1 moneda de bronce por 4 pieles? ¿O es que acaso está intentando timarnos? —le pregunté, ahora mostrándome aparentemente molesta, acercándome lentamente al vendedor con ojos atemorizantes.

—N-no noo, yo no… —intentó excusarse, viéndose nervioso.

—Guarde silencio. Usted sabe bien quienes somos y está intentando estafarnos, cree que con esta gran cantidad de material nos haría perder fácilmente con el precio, ¿verdad? Me pregunto… ¿qué pensaría la gente si se enteraran que usted intentó estafar a dos héroes? Creo que una noticia así no le hará muy bien a su negocio, ¿verdad? Piénselo detenidamente. No le estamos pidiendo que nos compre esto a muy buen precio, solo queremos un precio justo, además le prometo que vendremos a venderle materiales con regularidad. Ésta es mi oferta y le conviene, lo sabe bien… pero ahora si usted no quiere, entonces… —dije, nuevamente amenazando con irme y llevarme todo el botín a otra tienda.

—¡Está bien, está bien! Aceptaré su oferta —exclamó el vendedor, resignado.

—Muchas gracias —agradecí, volviendo a mostrar mi sonrisa usual.

En total, el vendedor nos pagó 5 monedas de plata por todas esas pieles. Aun me quedan un montón de ellas, y también tengo un extenso botín de otros monstruos pequeños, pero es mejor que los venda luego.

—T-Tengo tanto que quiero preguntarte ahora… q-que no sé por dónde empezar —expresó Naofumi, pasmado aun por lo que presenció. Ambos estábamos saliendo de la ciudad bajo las silenciosas miradas acusadoras de los guardias.

—¿Oh? ¿Sobre qué, Naofumi? —pregunté, interesada en lo que quería decir.

—B-Bueno… ¿cómo es que conseguiste tantas pieles? En mi primer día no fui capaz de recolectar más de veinte —él responde con otra pregunta.

—Se me da bastante bien la magia, además me enfoqué todo el día de ayer solamente a subir de nivel, no paré ni por un momento… bueno, en realidad sí me detuve, pero solo por una hora y media, para comer y descansar —contesté con naturalidad.

—¿D-De verdad? —él vuelve a preguntar, como si no me creyera, a lo que yo le respondo afirmativamente, asintiendo con la cabeza —Vaya… entonces te gusta mucho grindear —.

—Creo que sí —contesté tras soltar una corta risa. Naofumi también se rio tras haberme escuchado dar esa respuesta.

Llegamos rápidamente hasta los alrededores del bosque, y los globos anaranjados no tardaron en hacerse presentes e intentaron atacarnos, pero no consiguen más que estrellarse contra mi muro invisible.

—¡Wow! ¿Qué fue eso? —pregunta Naofumi, sobresaltado.

—Es un muro mágico de protección —le respondo.

—¿Como el de antes? —.

—Así es —.

—¡Genial! Uh… ¿ahora es completamente invisible? —vuelve a preguntarme mi amigo del escudo.

—Exacto, pero no te preocupes, podemos movernos sin ningún problema —le respondo por tercera vez consecutiva.

—Eva, umm… ¿piensas… ayudarme? —pregunta el pelinegro, escuchándose apenado mientras los globos seguían chocando contra el muro.

—Lo haría, pero sabes bien como yo que no puedo dadas las restricciones de nuestras armas —le contesto con una expresión calmada. Él se mostró derrotado por unos instantes, hasta que su rostro pareció cambiar y aceptar que debía luchar solo —Sin embargo… —tras decir eso, él se da la vuelta, confundido —Puedo ayudarte indirectamente gracias a unos hechizos que he obtenido. Son buffs, puedo otorgarte ventajas para hacerte más fuerte en batalla. Hacemos grupo, te aplico los buffs, luego te sales del grupo y luchas solo sin problemas, así evitaremos la restricción de las armas sagradas —.

—¿D-De verdad puedes hacer eso, Eva? —otra vez me pregunta el pelinegro, atónito.

—¡Claro! Ahora acepta la invitación que te mandaré —le respondo. Él se fijó en su panel y notó que tenía una notificación, era la susodicha invitación para que él se una a mi grupo —Perfecto, ahora te coloco los buffs —.

Levanté mi bastón, lo moví levemente y acto seguido, bajo los pies de Naofumi, aparecieron varios círculos brillantes, con extraños símbolos y de distintos colores, que giraron rápidamente por un par de segundos hasta desaparecer.

—¡Listo! Ya puedes salirte del grupo, los buffs permanecerán por dos horas completas —

—Wow, eso fue… increíble, Eva —expresó Naofumi, impresionado y observando sus propias manos —Me… me siento fuerte… y algo pesado pero al mismo tiempo ligero, e-es… es extraño. ¿Cuáles son los buffs que aplicaste? —

—Fíjate en tu panel de estado, míralos por ti mismo y luego me cuentas —le respondí, sonriéndole de oreja a oreja.

—Okey, muy bien… —dijo el pelinegro, intentando no reírse por mi expresión al mismo tiempo que no muy convencido. Se fijó que el ícono del panel estaba titilando, así que lo abrió y lo leyó. Lo que descubrió lo dejó con una cara desencajada —E-Esto... esto no puede ser… —empezó a murmurar, como si no creyera lo que pasaba.

—¿Siiii? Dime qué ves —le pedí, con la misma sonrisa enorme en mi rostro.

—¡P-Puedo atacar! —exclamó con una felicidad inconmensurable —¡Me has otorgado 35 puntos en todas mis estadísticas! ¡La gráfica ahora es una locura! Tengo mi defensa casi por los cielos, mi ataque, agilidad y recuperación son bastante altas. ¡Ahora puedo hacer daño con mis propias manos! —siguió clamando, con sus puños apuntando al cielo.

—¿No es maravilloso? —le pregunto, y él asiente enérgicamente.

—¿E-esto… es real? Es decir, ¿de verdad soy un tipo que puede luchar con un escudo? —pregunta otra vez, sin creerse lo que sucedía.

—Sí, pero creo que lo tendrás que comprobar por ti mismo, así lo crees completamente —le contesto, y deshago el grupo —Ahora golpea fuerte a uno de estos globos —.

—¡D-De acuerdo! —.

Deshice también la protección, para que los globos pudieran acercarse, y Naofumi lo aprovechó lanzándose a una batalla sin cuartel. Empezó a dar patadas y puñetazos a diestra y siniestra, y los globos reventaban tan pronto él los golpeaba.

—¡Esto es genial! —gritó él, sin dejar de pelear. Varios globos se acercaron por detrás, pero él se dio la vuelta velozmente y los evadió en un pestañeo, para luego terminarlos a cada uno con golpes certeros.

Mientras lo observaba divertirse, me ubiqué debajo de la sombra de un árbol y me senté en el suelo. Repliqué un trozo de carne de usapil cocinada, y mientras me alimentaba, me dediqué a seguir observando mis habilidades. Estaba bien cubierta para los días venideros, solo tendría que ocuparme de seguir buffeando a Naofumi y llevarlo con los puercoespines después de aprovechar toda la experiencia que le pudiera ofrecer esta zona. Tras haberlo decidido, cierro el panel de estado y vuelvo a observar a mi amigo, quien además de divertirse, parecía que ya se había vuelto todo un experto luchando contra estos pequeños enemigos.

En eso, un globo se me acerca y me salta encima, pero se queda estático en el aire, a solo un metro de mí. Lo observé detenidamente, como movía sus fauces queriendo morderme sin éxito alguno. Lo muevo de aquí a allá como si fuera un verdadero globo inflable, hasta que de repente se me ocurre algo… acerco mi bastón a él y dejo que lo absorba, acto seguido aparece una notificación en el borde de mi visión, y leo lo que decía el mensaje.

—Mmmmm… Interesante, muy interesante —me dije a mí misma, en voz alta, con un rostro sorprendido —Así que también puedo hacer esto con esta habilidad, ¿eh? De igual manera está un verde, debo seguir subiendo de nivel, así esto mejora —.

Yo me quedé bajo el árbol y Naofumi siguió peleando, y un par de minutos antes de que los buffs se terminaran, me levanté y fui con él. Lo vi ligeramente exhausto, pero podía continuar sin problemas mientras los efectos siguieran activos.

—¿Cómo vas? —le pregunto, acercándome.

—Muy bien. Puedo con ellos fácilmente, pero siento que no estoy recibiendo casi nada de experiencia ahora —me responde él.

—¿En qué nivel estás? —vuelvo a preguntar.

—5 —.

—Hmmmm, bueno, será mejor que te detengas, esta zona ya no te favorecerá —.

—De acuerdo —contestó Naofumi, relajándose.

—Acompáñame, nos adentraremos en el bosque. Conozco un buen punto de grindeo para tu nivel, en donde subirás más rápido. Eso sí, tendremos que caminar un rato —comento yo.

—Sí, como tú digas, Eva, no hay problema. Oh, por cierto, ¿venderemos el botín que saqué ahora? —cuestionó mi amigo del escudo.

—Claro, pero lo haremos luego. Si tú quieres puedo encargarme de llevarlo —.

—Sí, hazlo, por favor. Yo no lo necesito —

Yo asentí, y acto seguido las pieles que obtuvo Naofumi empezaron a ser atraídos hacia nuestra ubicación hasta ser absorbidos por mi bastón. El número de pieles de globo naranja en mi inventario aumentó en 120 unidades.

—Vaya… eres genial, Eva —me halagó mi querido escudero.

—Muchas gracias, Naofumi —respondí sonriéndole con cariño. Él no puedo evitar sonrojarse —Vamos, no perdamos tiempo. Tienes que intentar aprovechar todo lo que puedas en la nueva zona, y después tomaremos un descanso —.

—E-Entendido —.

Ambos emprendimos marcha hacia un nuevo destino, el cual era el lugar donde estaban los usapiles y los eggugs. Cuando llegamos no habían muchos enemigos, pero Naofumi igualmente los aprovechó, claro está, con los buffs que yo era capaz de proporcionarle. Él estuvo una hora luchando, hasta que decidió detenerse para descansar, por lo que ambos nos alejamos un poco de esa zona para que los enemigos no nos molestaran.

—Bueno, ¿en qué nivel te encuentras ahora, Naofumi? —le interrogué mientras me sentaba bajo un árbol.

—Recién subí al nivel 9 —me responde el aludido, sentándose frente a mí bajo otro árbol.

—Perfecto. ¿Tienes hambre? —pregunté de nuevo.

—Sí, bastante —.

—Toma, aquí tengo unas cuantas carnes de Usapil recién cocinadas, servirán para mantenerte con energías por un buen rato hasta que volvamos a la ciudad y podamos comer bien— al terminar de decirle eso, levanto mi bastón y hago aparecer dos trozos de aquella carne en sus manos.

—¡Gracias! Eh… oye, espera un momento, ¿cómo es que las cocinaste? En ningún momento vi que hayas puesto una fogata o que siquiera hayas preparado la carne —interrogó el muchacho, claramente confundido.

—Las cociné en la madrugada de este día y luego las guardé en mi inventario. Puedes comerlas con total tranquilidad, se han conservado excelentemente —le respondí, segura de lo que decía.

—No te preocupes, Eva, no dudo de tu palabra, además se nota a simple vista que estas carnes están bien hechas. ¡Tan solo mira lo humeante que están! Se ve y huele delicioso —y tras pronunciado esas palabras, Naofumi da un bocado y se muestra anonadado —¡Oooh, está rico! —.

Él se terminó ambos trozos con ganas, deduje que se quedaría con ansias de más así que materialicé otro par y se los di, esa cantidad ya lo dejaría satisfecho.

—Hmmmm… —bufé, exhibiendo un rostro serio mientras observaba el cielo.

—¿Sucede algo? —me pregunta Naofumi.

—Están apareciendo bastantes nubes, además el viento se siente húmedo, asumo que una tormenta se avecina —respondí. En eso, noto que el pelinegro estaba mirando algo por encima de mi rostro, estaba segura que observaba con interés mis orejas, las cuales se movían insistemente de arriba abajo —Naofumi —llamé repentinamente, y él se sobresaltó.

—¡E-Eh sí! Te he escuchado, Eva, perdón si no lo parecía —él se disculpa, viéndose levemente ruborizado.

—No pasa nada, no te preocupes —le digo con una sonrisa y haciendo señas de que no era importante —Por cierto, vamos a descansar un par de minutos más y luego retomaremos el ritmo de antes. Intentaremos que alcances, por lo menos, el nivel 12 en esta zona, después nos moveremos un poco más lejos, donde hay puercoespines. Esos enemigos son veloces e intentarán hacerte más daño, si puedes con todos ellos y llegas a nivel 17 o 18 antes de la tormenta entonces nos daremos por satisfechos —.

—Entendido —respondió el pelinegro, asintiendo.

Dicho y hecho, un par de minutos después del descanso, Naofumi y yo nos levantamos, creamos otro grupo, le aplico los buffs de antes y él se salió. Luchó con más energías que antes –pero no a causa de mis hechizos- y así consiguió subir hasta el nivel 13 en otra hora. Por mi parte, había estado reuniendo a cada tipo de enemigo en ese lugar y los absorbí. Finalmente resolvimos seguir avanzando, habían más nubes en el cielo y el viento era más fuerte.

Cinco minutos después ya estábamos en el lugar poblado por puercoespines, y nada más llegar allí recibieron a Naofumi con embestidas, aunque él podía evadirlos con facilidad. Le tomó algo de tiempo, pero al final terminó aprendiéndose el patrón de ataque de estos enemigos menores, eliminándolos de un golpe certero en el momento justo. Uno de los puercoespines intentó atacarme por la espalda, pero se detuvo en el aire unos dos metros de distancia. Con mi magia, lentamente lo acerqué hasta mí y mi bastón empezó a absorberlo, se resistió por unos instantes, pero al final terminó siendo completamente engullido.

—Hmmmm, interesante. Al parecer, si los enemigos suben en nivel y dificultad, se hace más difícil el absorberlos —comenté en voz baja. Eso era todo para mí, no intentaría absorber otros enemigos, me enfocaré en subir de nivel, ya que únicamente de esa manera mis hechizos pueden mejorar, y después veré qué hago.

Antes de que se termine el tiempo del buff le pedí a Naofumi que rehagamos el grupo, para refrescar el contador de sus ventajas, y al terminar él pudo continuar grindeado por una hora y media más, hasta que empezaron a caer las primeras gotas.

—¡Suficiente, Naofumi, dejémoslo por hoy y volvamos a la ciudad! —le grité para que pudiera escucharme entre el ruido de la lluvia.

—¡De acuerdo, Eva! —él me responde la misma manera, terminando con el último puercoespín y volviendo conmigo.

—¿Y bien? ¿Qué tal estuvo? —le pregunté, curiosa.

—Excelente, he podido alcanzar el nivel 20 —me responde Naofumi, muy feliz de su éxito.

—¡Eso es genial! ¡Bien hecho! —le felicité con una cálida sonrisa.

—G-Gracias —me contesta avergonzado, apartando su sonrisa temblorosa mientras se rascaba la cabeza.

—Ven, hay que volver a la ciudad —le pedí luego. Ambos empezamos a caminar bajo una ligera llovizna, pero no nos mojábamos ya que modifiqué el hechizo de barrera para que sea una especie de paraguas invisible, el cual flotaba sobre nosotros y nos seguía al movernos —Tenemos que encontrar un lugar donde comer y también hospedaje. Yo puedo arreglármelas muy bien sin ambas cosas, pero tú obviamente querrás una buena comida y un colchón caliente, ésta parece que será una noche algo fría —comenté luego.

—Sí, así parece… —me responde con un tono que se oía más apagado en comparación a su voz exaltada de antes —O-Oye, Eva… realmente aprecio todo lo que estás haciendo por mí, te tengo que agradecer nuevamente y, además, disculparme por el hecho de que estás gastando tu tiempo y dinero en mí —me dijo de repente.

—No tienes nada de qué disculparte, Naofumi, esto lo hago porque quiero y me gusta ayudar a aquel que lo necesite, en especial a un amigo quien claramente tiene dificultades para poder progresar, así que el dinero y el tiempo no son ningún problema para mí. Vamos, cambia ya ése ánimo, te necesito feliz y atento, acuérdate que éste mundo lo exige —le contesté. Ambos nos habíamos detenido y nos miramos mutuamente mientras yo declaraba aquellas palabras. Él ladea la mirada por unos instantes, como si estuviera afligido, pero al final vuelve a fijar sus ojos en los míos, con más decisión.

—S-Sí, tienes razón, Eva. Lo… lo haré —es lo que él me dijo.

—Perfecto. Continuemos entonces —.

Tras haber dicho eso, continúo el paso y Naofumi me sigue. Caminamos como por media hora hasta que conseguimos salir del bosque, la lluvia ahora era más intensa y el cielo estaba cubierto de nubarrones, el viento era más fuerte también, pero nosotros solo apresuramos levemente el paso. Al pasar por las puertas de la ciudad, los guardias nos observaron sorprendidos, parece que los impresionó el hecho de que hubiera un hechizo mágico, como el mío, que sea capaz de proteger de la lluvia. Al entrar, deambulamos por un rato hasta divisar a unas personas y les preguntamos si sabían de alguna cantina cercana, y nos indicaron el camino a una que estaba a un par de calles.

Llegamos al lugar y entramos, pocas personas estaban en el lugar, pero aun así la mayoría nos dedicó miradas de molestia y odio. A mí no me importó, pero Naofumi se percató de ello y se sintió incómodo. Nos ubicamos en una mesa que estaba algo alejada, y enseguida vino una camarera, llevaba puestos unos harapos que la hacían ver como una criada. Le pedimos tres platillos que estuvieran en un rango de precio medio, con un costo de 30 monedas de cobre. Yo entregué 1 moneda de plata y recibí el resto como cambio. Pasó poco más de media hora, y la camarera volvió con los tres pedidos.

Ni bien los tres platos estuvieron en la mesa –y la camarera se retiró-, alcé levemente mi bastón y dejé que absorbiera la comida que estaba en dicho plato. Naofumi se sorprende al ver lo que hacía.

—¿Q-Qué haces, Eva? —pregunta él, confundido y algo alarmado.

—Tranquilo, solo obtengo la receta de este platillo para después poder cocinarlo yo misma —le respondí con naturalidad.

—¿E-En serio puedes obtener la recta solo haciendo eso? Y… espera, ¿esto estará bien? —.

—Está todo bien, no te preocupes —volví a responderle —Ahora comamos, recuerda que debemos buscar alojamiento para pasar cómodos esta noche —.

—Sí, claro —fue lo único que dijo el pelinegro a mi comentario.

Ambos probamos bocado, y noté que el rostro de Naofumi pareció iluminarse por unos segundos, le había encantado el sabor de aquel platillo, por lo que procedió a comerlo con más ganas. Por mi parte, cuando lo probé, sí que me pareció delicioso, pero no era comparable a las comidas que se preparan en mi mundo, así que no me mostré tan emocionada.

Cuando terminamos de comer, le preguntamos a la camarera en dónde podíamos alojarnos, y nos indicó un lugar, el cual convenientemente también estaba cerca. Al llegar, entramos y notamos que el hombre encargado de la recepción nos miró con un rostro de pocos amigos en un principio, pero luego mostró un gesto aparentemente bondadoso.

—Hola, ¿tiene disponible una habitación doble? —pregunté al encargado.

—Sí, son 60 piezas de cobre por noche —respondió el hombre. Era justo el dinero que me quedó de la comida, eso también era muy conveniente. Le entregué el dinero, y aquel hombre llamó a una mujer quien nos guio hasta nuestra habitación.

—Se ve bastante cómoda —comentó Naofumi al entrar a la habitación, la cual no era lujosa, pero sí tenía lo necesario para poder pasar la noche sin percances.

—Sí, esto bastará, al menos por hoy. En la mañana decidiremos si nos quedaremos otra noche —agregué.

—De acuerdo —dijo él —Por cierto, ¿tenemos plan de acción para mañana? —pregunta después.

—Bueno, si la lluvia no se detiene, dudo que podamos grindear tranquilamente. Los buffs que te otorgo son buenos, pero quiero que puedas luchar a tu máximo potencial con ellos, y la lluvia dificultará tu movimiento y tu daño de ataque aun con mis ventajas activas —

—Vaya, viéndolo de esa forma sí que se parece un poco a la vida real, las estadísticas se ven reducidas cuando hay lluvia —comentó mi amigo del escudo.

—Exacto. Por cierto, tu escudo también podía absorber materiales, ¿verdad? —le interrogué.

—Así es, en mi primer día absorbí unas cuantas pieles de globos naranjas y desbloqueé un par de escudos con bonificaciones, ¿por qué preguntas? —.

—¿No has absorbido nada de lo que hemos cazado hoy? —vuelvo a cuestionar.

—Oh, no, no lo hice —él rascó la cabeza con preocupación tras responderme —Estábamos ocupados con la subida de nivel, ¿recuerdas? —.

—Sí, tienes razón —dije, y por un momento me quedo callada para pensar, mientras tanto, Naofumi solo me dedicaba una mirada desconcertada, hasta que mi mirada regresa a él —Te daré los materiales que hemos sacado hoy, y también quiero que veas unas plantas que recolecté el primer día. Todo eso será para que se lo des al escudo —le digo luego.

—De acuerdo —asintió el pelinegro. Saqué del inventario varias pieles, algunos huesos, hongos, púas, cáscaras y plantas y se lo di todo a Naofumi. Él dejó que cada uno de los materiales fuera absorbido por el escudo, y al terminar observó sorprendido su panel de habilidades.

—¡Genial! He desbloqueado otros escudos y un montón de bonificaciones y algunas estadísticas adicionales, por ejemplo, éste escudo me permite tener una habilidad de recolección ligeramente más alta —me dijo cuando transforma su escudo común en uno que parecía una hoja gigante.

—¡Impresionante! —exclamé, notándome claramente asombrada.

—Así es —lo confirma un muy feliz Naofumi —¡Ah, cierto! Ahora que estamos hablando de las transformaciones de mi escudo, hay algo que quería preguntarte desde hace rato, Eva —.

—Bueno, tú dirás —.

—¿Tú bastón se transforma de igual manera que mi escudo? Ya que he visto que absorbes materiales, inclusive comida, pero solo noté dos estilos, el primero parecía estar hecho de cobre, y ahora se ve como hecho enteramente de oro puro —cuestionó mi amigo del escudo.

—Sí se transforma, pero de una forma muy distinta a la de tu escudo. Mi bastón solo mejora conforme yo vaya subiendo de nivel. Mientras más alto sea mi nivel, las estadísticas de mi bastón aumentarán y su apariencia cambiará. Todo lo que absorba no influye en nada de lo anterior mencionado, solo se guardará en mi inventario, claro, si tengo espacio para ello —le respondo.

—¿Con que es así? Vaya, sí que es un sistema distinto, no sabría decir si es una forma fácil o difícil de progresar —comenta él.

—En mi opinión es fácil, ya que me permite enfocarme, mayoritariamente, en subir de nivel. Me saca de encima el peso de andar teniendo que mejorar el bastón con algún material, además tengo a mi disposición un gran repertorio de hechizos que pueden ayudarme mucho en batalla—le expliqué.

—¿Cómo cuales, por ejemplo? —pregunta Naofumi de nuevo, queriendo saber qué hechizos tenía.

—Hechizos de protección, como por ejemplo las barreras invisibles o parcialmente visibles de antes; hechizos de aumento, como los buffs que te otorgué; hechizos que pueden ser usados para atacar o dar algún tipo de soporte, por ejemplo, magia elemental —y al haber dicho eso, abro mi mano derecha y sobre ella aparece una bola de fuego.

—¡Wow! —exclamó mi amigo del escudo, sorprendido a la vez que fascinado —Eh… ¿no quema? —.

—Tranquilo, mis hechizos no pueden dañarme ni a mí ni a mis aliados, claro está, a menos que yo realmente lo quiera. Además, siempre está la posibilidad de que tenga algo más frío a mano —y tras haber respondido a eso, la bola de fuego se convierte en una de agua, la cual a pesar de intentar parecer redonda, se movía como si hubieran pequeñas olas en su superficie.

—E-Eso es impresionante, Eva —comenta Naofumi, con sus ojos tan abiertos como dos platos —Hasta ahora fuego y agua, ¿eres capaz de manipularlos a tu antojo? ¿Y puedes controlar más elementos? —pregunta luego.

—Sí, puedo manipularlos con absoluta libertad. Y estos dos no son los únicos: también puedo manipular los elementos tierra, aire, luz, oscuridad y rayo —respondí con mi típica sonrisa amigable.

Naofumi me observó con la misma impresión de antes, pero su emoción se fue apagando lentamente.

—E-Eso… es genial —dijo él, mirando al suelo, con la tristeza queriendo asomar en su rostro.

—¿Sucede algo, Naofumi? —pregunté, preocupada porque había notado esa reacción.

—No es nada, Eva, no te preocupes —me respondió Naofumi inmediatamente.

Él había intentado ocultar su cara y eso también lo noté, así que me le acerqué y me puse frente a él, queriendo que me mirara directamente.

—Naofumi —le llamé, él duda por unos instantes hasta que fija sus ojos en los míos —No tienes por qué sentirte mal si los demás parecen avanzar más rápido que tú. Tienes tus propios procesos, tus propios tiempos, progresarás tanto o tan poco como tú desees, además, no debes derrotarte antes de tiempo, porque quién sabe, a lo mejor una buena recompensa te está esperando al final de un largo recorrido —.

Él me observa por instantes, no muy convencido, hasta que finalmente parece aceptarlo.

—Te tomaré la palabra, Eva. No decaeré de nuevo… al menos lo intentaré —me contesta, riendo con algo de nerviosismo.

—Así se habla —comenté levantando el pulgar.

—Por cierto… ¿cuál es tu nivel actual? —me interrogó.

—50 —respondí tranquilamente.

—¿¡Q-Qué?! ¿¡Ya estás en el nivel 50?! —exclamó él, volviendo a sentirse inferior.

—Sí, y haré todo lo posible para que puedas alcanzar mi nivel, Naofumi, así que no vuelvas a sentirte mal, ¿de acuerdo? Te quiero con todas las energías posibles para cuando sigas grindeando —le dije, ésta vez con más seriedad.

Al escucharme, el héroe del escudo decidió acatar mis palabras. Puede que él todavía tuviese un nivel bajo, pero conmigo a su lado, él tenía asegurado un fortalecimiento rápido, además no tendría que preocuparse por la comida o costear su equipo, ya que de eso me encargaría yo misma.

—Bueno, es mejor que nos preparemos para dormir. Es poco más de medianoche, tendrás que descansar todo lo que puedas ya que nos levantaremos a primera hora en la mañana. Si sigue lloviendo, intentaremos ir a vender los materiales que tenemos guardados, luego iremos a comprarte equipo, y después veremos qué haremos —expliqué detalladamente lo que tendríamos que hacer al día siguiente.

—De acuerdo, Eva —fue lo que Naofumi me respondió, asintiendo con seguridad.

Después de eso, me doy la vuelta y empiezo a desvestirme. Por un instante, Naofumi se quedó viéndome, anonadado pero también sonrojado y embobado, como yo bajaba el cierre de mi vestido y el mismo caía lentamente hasta revelar mi cuerpo semidesnudo, cubierto solo en la parte de mis pechos y zona privada con un sujetador sin tirantes y un culotte, respectivamente. Pero antes de que él pudiera ver eso, ya se había dado media vuelta, avergonzado y temblando, con su pene amenazando con ponerse erecto.

—¡E-Eva, n-no deberías desvestirte así tan repentinamente! ¡Avísame primero! —exclamó él, rojo como tomate.

Yo solo lo miré de reojo, levemente desconcertada en un principio, para después sonreír de manera pícara al notar que mi compañero de cuarto estaba temblando.

—De acuerdo, Naofumi, no lo volveré a hacer —respondí, sonriendo, pero eso él no lo notó así que pensó que se lo dije seriamente.

Coloqué mi vestido y zapatos cerca de mí, luego Naofumi se desvistió, obviamente me di vuelta para que él no se sintiera más incómodo que antes, y al final ambos nos acostamos en nuestras respectivas camas, por supuesto, apagando las velas de la habitación de antemano.

—Eva —Naofumi me llama de nuevo, entre la oscuridad de la habitación y el sonido de la lluvia en el exterior.

—Dime, Naofumi —respondo tranquilamente.

—Sonaré demasiado repetitivo… pero gracias por lo de hoy —es lo que él me dice.

—Tranquilo, es un placer ayudarte —le contesté —Descansa —.

—Tú también —.

Ambos cerramos los ojos, y después de eso, la habitación quedó sumida en el silencio.

Continuará…

(Éste capítulo ha sido revisado y modificado el 06/05)