Capitulo 1
La primera vez que Miles Morales vio a Gwen Stacy era un día lluvioso y lúgubre. Su padre quien era capitán de policía, había muerto en un tiroteo salvando a unos rehenes de un robo, había muerto siendo un héroe.
El funeral había culminado y todos caminaban camino al cementerio, cuando Miles la vio a lo lejos. Su cabello rubio volaba por el viento y le azotaba el rostro. El vestido negro que le llegaba hasta las rodillas bailaba con la poderosa brisa, pero las zapatillas celestes combinadas con las medias negras llamaron su atención. Miles trató de ver su rostro, pero desde la distancia era imposible.
-Miles, tu mamá te espera – habló su tío con voz tranquila mientras lo empujaba levemente para que continuara caminando.
Miles sacudió su traje y siguió a la multitud que caminaba atrás del ataúd de su padre. A lo lejos escuchó el llanto de su mami y el corazón se le oprimió. Lagrimas picando en el borde de los ojos. Ya había llorado toda la noche, que había pensado que se le había acabado las lágrimas, pero aquí estaba llorando una vez más. Abrazó a su madre mientras el ataúd era bajado para nunca más ser visto.
Su mamá estaba saludando a algunos oficiales de policía que habían venido para acompañar a la familia. Miles frunció el ceño, no odiaba a la policía, pero no podía evitar pensar que si su padre no hubiera sido uno de ellos todavía estaría vivo.
El gris del cielo coincidía con su ánimo. Miles suspiró cansado con ganas de esconderse del mundo. Volvió a observar a su alrededor. Rostros tristes, murmullos y miradas de lástima es todo lo que recibió. Miles cerró los ojos un momento para luego sentir una mano en su hombro. Abrió los ojos. Un hombre robusto y rubio con un uniforme de policía lo miraba tristeza.
-Lo siento… él era un gran hombre. Fue un héroe.
Miles asintió levemente mientras observaba como el hombre hacía una mueca cuando una ráfaga de viento los golpeó a ambos. Miles cerró los ojos por el impacto, pero cuando los volvió a abrir, unas zapatillas celestes llamaron su atención. Miró más allá del hombre y la vio. La niña rubia lo miraba con enormes ojos que encerraban el océano en ellos. Miles se quedó sin aliento por un momento.
-Oh, ella es mi hija Gwen
El hombre hizo un gesto para que ella se acercara. La niña caminó vacilante hasta quedar frente a Miles.
Ambos niños se miraron.
-Lo siento… Sé lo que se siente… perder a alguien - susurró Gwen mientras le daba palmaditas en el brazo. Ella bajó el brazo para apartar un mechón dorado de su frente. Miles se sintió consolado al escuchar esas palabras de ella.
Un haz de luz se filtró de las nubes grises bañando el camposanto por un momento. La luz golpeó a Gwen haciéndola ver como acuarela, donde la pintura parecía difuminarla. Su cabello dorado deslumbraba y sus ojos color cielo parecían brillar como estrellas.
Miles se quedó sin aliento y tuvo ganas de llorar.
-Me gustan tus zapatillas – dice Miles con voz quebrada, parpadeando para apartar las lágrimas. Gwen bajó su mirada a sus zapatillas celestes, antes de mirar los zapatos negros de Miles.
-También me gustan los tuyos, pero unas zapatillas purpuras o rojas irían mejor contigo.
-Lo tendré en cuenta
Miles sonrió y ella correspondió la sonrisa. Miles sintió como algo tibio caía por su rostro y la sal de las lágrimas llegaba a sus labios. Cerró un momento los ojos para evitar las lágrimas. Un sollozo lo hizo volver abrir los ojos. Gwen estaba llorando con él. Acuarela se derramaba de sus ojos color cielo.
La luz de sol volvió a desaparecer y el gris volvió a envolver todo a su alrededor.
Después de la muerte de su padre, Miles se vuelve taciturno. Ya no dibuja como antes, ya no ríe como antes… Miles se encierran en su habitación mirando a la nada. La rabia y venganza corroen por sus venas. Arroja una pelota a la pared y lo atrapa, lo vuelve a lanzar y lo atrapa…
-Miles – llama su tío entrando en la habitación. Miles ignora el llamado y sigue lanzando la pelota. Aaron suspira y se sienta en la cama junto a él.
-Debes terminar con esto. No es sano
Una risa sin gracia se escapa de Miles sin dejar de lanzar la pelota.
-Bueno, no es sano que hayan matado a mi papá para empezar
-Miles, entiendo lo que sientes. Jeff era mi hermano, pero si sigues escondido aquí no resolverás nada.
Miles se levanta de un salto, con la mirada rabiosa.
-¡Y como se supone que debo resolver esto! Mi papá está a tres metros bajo tierra, mi mami está llorando por los rincones y…
Miles no puede continuar. Lágrimas caen por sus mejillas.
Aaron lo toma por los hombros y lo mira con seriedad.
-Podemos atrapar a esos malditos y hacerlos pagar
Miles parpadea desconcertado.
-¿Cómo?
-Te mostraré y te enseñaré como hacerlo.
Miles Morales tenía 14 años cuando se convierte en el Merodeador.
Miles juega con su teléfono mientras ve a su madre alistarse para su turno de la noche en el hospital.
-Hay comida en el refrigerador – dice Río mientras agarra las llaves de la casa y se acerca a él. Lo besa en la mejilla y acomoda sus trenzas. Desde hace un par de años Miles se había dejado crecer el cabello y se lo había trenzado, nunca pensó que lo haría tan popular, pero lo hizo.
Su tío lo molestaba diciendo que se había vuelto todo un casanova aunque solo había salido con algunas chicas. No es que no le gustara salir con chicas y hacer cosas de parejas… es solo que la acuarela de aquella chica lo seguía, como si ella se hubiera pintado en él, en su mente, en su corazón. Aunque no la había visto desde aquel día, la recordaba muy bien, sus cabello dorados, sus ojos color cielo, su sonrisa triste…
Para su consternación después de su primer trabajo como el merodeador, lleno de adrenalina la había dibujado en su cuaderno de bocetos, con acuarela y con mucho amarillo. Solo la había dibujado una vez a diferencia de su padre que lo había dibujado múltiple veces. No quería olvidarla.
-Ok, mami
-No olvides que debes llegar temprano a tu primer día de escuela. Ya es tu último año, mi hombrecito.
-Lo sé, mami
Río sonríe y sale del apartamento.
Miles espera unos cinco minutos antes de caminar a su habitación y llamar a su tío.
-Mamá ya se fue. ¿Dónde es el trabajo?
Llega tarde a la primera clase del año. Camina con desgana al asiento del medio y se frota los ojos con sueño. Aún se sentía adolorido por la pelea de ayer y un dolor de cabeza amenazaba con empezar.
La clase aburrida de física comenzaba a adormecerlo cuando la puerta se abrió. Una chica rubia y un chico de su misma edad entran al salón.
Miles casi cae de su silla cuando reconoce a la chica rubia. Su cabello está más corto de lo que recordaba, rozándole los hombros. Su uniforme desentonaba con las zapatillas de ballet que llevaba. Miles sonríe.
-Oh, ustedes deben ser los nuevos alumnos - habla el profesor Connors acomodando sus lentes. Gwen mira al salón de clase con una mirada aburrida mientras el chico a su lado parece que está a punto de encogerse en sí mismo. Es obvio que el chico es tímido.
-Bueno, pueden presentarse a sus compañeros… - anima el hombre mientras se sienta al borde del escritorio.
Gwen parece poner los ojos en blancos. Miles ríe entre dientes, mientras se acomoda en su lugar y se cruza de brazos poniendo atención a la chica rubia.
-Soy Peter Parker. Tengo 16 años y me gustan los juegos y la ciencia – murmura el chico a su lado mientras se acomoda los lentes. Gwen sonríe como una madre orgullosa y pone una mano en su hombro. Peter le sonríe y parece más confiado.
A Miles no le gusta esa interacción. Frunce el ceño. ¿Acaso están saliendo? Miles esperaba que no. Una punzada irracional de celos lo golpeó. Suspiró molesto, era ridículo.
-Ok, sigo yo… - habla Gwen levantando la mano – Soy Gwen Stacy, tengo 16 años, amo las frituras y Nirvana. Eso es todo lo que puedo compartir en público.
-Muy bien, señorita Stacy, señor Parker pueden tomar asiento.
Ambos adolescentes caminan hasta el fondo del salón y se sientan juntos.
Miles oye murmurar a Gwen junto a Peter. Sin poder evitarlo él gira para poder mirarla. Sus miradas se encuentran. Marrón con azul. Miles se siente como aquel día que la vio por primera vez, sin aliento. Ella parece sorprenderse por un momento hasta que Peter llama su atención y desvía la mirada de Miles para escuchar a Peter.
Miles frunce el ceño y vuelve a mirar al frente.
La segunda vez que Miles Morales vio a Gwen Stacy era un día soleado y vibrante. Miles sabía que estaba en problemas.
Nota de Autora:
No puedo dejar de pensar que Miles de Earth 42 tiene su propia Gwen.
