Todo lo que vive muere... y lo que muere, renace
- Lo siento Inuyasha - dijo, con sus ojos llenos de lágrimas
- Tonta... no tienes que disculparte - respondió, tomándo sus manos
- Desearía ser mitad demonio - hizo una pausa - Así podría estar más tiempo a tu lado
- Kagome - sus ojos se llenaron de lágrimas
- No llores - acarició su mejilla - Fui muy féliz a tu lado
- No quiero... no quiero que te vayas - su voz se entrecortaba - ¡No quiero perderte!
- Inuyasha - murmuró
- Prometo buscarte Kagome - apretó su mano, miéntras acariciaba su ya canoso pelo - Prometo seguir a tu lado en la otra vida - las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas
- Prometo esperarte Inuyasha - sus ojos comenzaron a temblar - Por favor... cuida de Moroha
- Lo haré... - suspiró - Kagome... gracias por salvarme
Ella sonrió, y sus ojos se cerraron para siempre
Kagome... prometo encontrarte... estarémos juntos para siempre, no importa en que vida... iré a buscarte... por favor, por favor... espérame
Apoyo su cabeza en el pecho de la sacerdotisa, dejándo salir todo el dolor que le ocasionaba su partida
Japón, año 2010
Abrió sus ojos y, como siempre, tomó su celular sólo para darse cuenta de que se le había hecho tarde... otra vez
- ¡Maldición! - dijo mientras se vestía y peinaba su largo cabello negro
- ¡Inuyasha! - dijo su madre al abrir la puerta - Bueno, al menos ya estas listo
- Lo lamento madre - respondió saliendo del cuarto
- ¿No vas a desayunar? - preguntó su padre, miéntras leía el periodico
- No - respondió seriamente, saliendo de la casa
Corrió unos metros, sin embargo, la voz de su mejor amigo, lo hizo deternse
- ¡Vas tarde coqueto!
- Miroku - murmuró, volteando - ¿De que hablas? Tú también estás retrasado
- Pero en mi es normal - sonrió
Para su suerte, la escuela no se encontraba demasiado lejos, por lo que, la caminata hacía el lugar, se les hizo bastante amena a pesar de la tardanza
- ¿Por qué tuvimos que mudarnos aquí? - se quejaba miéntras arreglaba su corbata roja
- Porque es un lugar económico - sonrió - Además, tenemos una pequeña tienda para administrar
- Que lindo - murmuró
- Vamos hermana, será divertido - sonrió su hermano - Tendrás la oportunidad de hacer nuevos amigos
- No es tan sencillo Sota... Ya estoy en mi último año antes de ingresar a la preparatoria
- Lo se hija - se acercó y acarició su ondulado pelo negro - Pero también confió en que lo harás bien - la abrazó
- Gracias mamá - sonrió
- Ten hija - entró emocionado - Esto te dará suerte en tu primer día
- ¿Una perla? - se quedó mirando el llavero
- No es cualquier perla, es la perla de Shikon - levantó su dedo índice - Es tan poderosa que es capaz de cumplir cualquier deseo
- Está bien abuelo - sonrió incómoda
No quería decepcionarlo, por lo que, cóloco el amuleto en el cierre de su mochila
- Bueno, ya me voy - sonrió - ¡Nos vemos!
Salió corriendo, en dirección a su nueva escuela
Pasó frente a aquel árbol y, casi sin darse cuenta, se quedó viéndolo mientras se dirigía a la salida del templo
La profesora explicaba el tema del siguiente exámen, sin embargo, él no podía concentrarse. Miró la ventana, en la cuál ondeaba las hojas del árbol del patio escolar
- ¿Qué es este lugar? - dijo mirando el cielo - ¿Y por qué se me hace tan familiar?
Miró el pozo que se encontraba a su lado y, casi por inercia, se asomó, esperándo ver algo, sin embargo, allí no había nada
Comenzó a caminar, adentrándose en el bosque
- Parece tán pacífico
Observaba los árboles, hasta que, uno de ellos, llamó su atención
- Este árbol - murmuró, acercándose - ¿Por qué tendrá esa marca?
Puso su mano sobre él y un pálpito resonó dentro de su cabeza. Inmediatamente una imágen vino a su mente: Un jóven de cabello plateado, con orejas de perro y garras, estaba en el árbol, atravesado con una flecha
- Hug - abrió grande sus ojos, separando la mano del árbol - Ese... ¿era yo?
En ese momento, sintió que no estaba solo, por lo que miró a un costado
- ¿Quién eres? - preguntó al ver a aquella chica de cabello negro ondulado, vestida con una hakama roja y una camisa blanca con hombros sueltos, quién también observaba el árbol
Es una jóven... ¿Por qué no me siento perturbado con su presencia? Es como si... como si la conociera
En ese momento, la jóven lo miró, regalandole una hermosa sonrisa
- Esa sonrisa - murmuró
- Señor Inuyasha - pronunció la profesora - ¿Puede responder mi pregunta?
- ¿Qué? - la miró sorprendido
- No estaba prestando atención, ¿verdad muchacho?
- Lo siento señora Kaede
- Pongan mucha atención - desvió la mirada - Ya que esto estará en el próximo exámen
El jóven volvió a dirigir su mirada a la ventana, tratando de alejar el rostro de aquella mujer
- ¿Estás bien Inuyasha? - preguntó Miroku, miéntras estaban apoyados en la pared
- Si, ¿por qué preguntas?
- Bueno, ya sabemos que no eres un estudiante destacado, sin embargo, no eres tan distraído
- Ja - miró a un costado - Eso no es asunto tuyo
- Siempre tan amable - suspiró
- Inuyasha - dijo una voz femenina
Ambos jóvenes miraron a un costado
- Kikyou - murmuró el moreno
- ¿Cómo estas? - sonrió tiernamente
- Eee bi... bien - titubeo - y tú ¿cómo has estado?
- Bien - miró el piso, sonrojada - Me preguntaba si... ¿querrías que almorzaramos más tarde?
- ¿Almorzar? - se ruborizó - S...seguro
- Entonces... nos vemos - volvió a sonreir, pasando por el lado del jóven
- Kikyou - susurró
- Vaya coqueto - dijo, picaramente - Parece que al fin estas avanzando con ella
- ¡¿De que estás hablando?! - lo miró, frustrado
- No te hagas Inuyasha - sonrió - Todos sabemos que tu y la señorita Kikyou se gustan desde hace tiempo
- ¿Por qué le dices señorita?
- En mi familia acostumbramos a referirnos a las jóvencitas como señoritas
- Que extraño eres
- No juzgues los valores de mi familia - levanto su dedo índice - Y si de cosas extrañas hablamos, ¿alguna vez le preguntaste a Izayoi por qué te llamas Inuyasha? Es un nombre bastante extraño para ésta época
- Te llamas Miroku - lo miró con sus ojos a medio abrir
- Mi nombre es en honor a mi antepasado, el monje Miroku, el cuál era muy popular con las mujeres y tu sabes a lo que me refiero - guiñó su ojo
- Ahora entiendo de dónde heredaste lo libidinoso
- Calla boca, o el monje te castigará
El único sonido que se escuchaba era el de las teclas de la computadora de la secretária. Kagome se sentía impaciente e insegura, después de todo, ella no quería abandonar su pequeña ciudad, más en un momento tan desicivo como lo es el terminar la secundaria
En ese momento, la puerta se abrió y otra jóven ingresó. Su cabello castaño estaba atado en una media cola, sus ojos marrones parecían serenos y llenos de vida, resaltados por una sombra color violeta
- Ésta es la sala de espera - dijo el hombre que la acompañaba - El director dijo que debías esperarlo aquí
- Esta bien - sonrió
- Ten un buen día - sonrió
- Muchas gracias padre
- Mucha suerte hermana - sonrió el niño moreno, levantando ambos pulgares
- Gracias Kohaku - cerró sus ojos, riéndo
Ambos se retiraron y la jóven tomó asiento al lado de Kagome, quién instantaneamente, sintió el deseo de hablarle
Parece una jóven agradable... además, está en la misma situación que yo
- ¿Eres nueva? - dijo la castaña, mirándola cálidamente
- ¿He? - se sorprendió - S... si, soy nueva - sonrió - ¿Tú también?
- Así es... mi familia se mudo hace poco aquí... mi nombre es Sango
- Sango... que lindo nombre - rió - El mío es Kagome
- Mucho gusto Kagome - sonrió tiernamente
El director abrió la puerta de su oficina
- Buenas tardes jóvencitas, disculpenme por hacerlas esperar - dijo el hombre de estatura media, pelo corto negro y unos lentes del mismo color
Las chicas se pusieron de pie
- No se preocupe - respondio la morena
- Estabamos charlando - acotó la castaña
- Me algera que se lleven bien, porque ambas irán a la misma clase
Ambas jóvenes se miraron y sonrieron ampliamente
- Se preguntarán porque las cité para la segunda clase - hizo una pausa, pasando la mirada por los rostros de ambas mujeres - La realidad es que, en la primera clase estaban revisando cuestiones relacionadas al exámen que tendrán en unos días...
- ¡¿Exámen?! - abrió grande sus ojos
- Oh no no - levantó sus manos - Descuiden, ustedes no harán el exámen
- Que alivio - suspiró Kagome, mientras Sango reía
- Cuándo termine el período libre, las llevaré a su salón
Ambas asintieron
Kikyou es muy hermosa... me gusta desde hace tiempo, pero... desde que tuve ese sueño, no puedo sacarme a esa jóven de la cabeza... se parece mucho a Kikyo, de hecho, son casí idénticas... sin embargo, algo en mi interior, me dice que no es ella
- ¿Qué ocurre sarnoso? ¿Tenías prisa por regresar a clases? - dijo al ingresar
- Koga - gruño - ¿No tienes nada mejor que hacer que molestarme? ¡Y dejá de hablarme como si fuera un perro!
- Bueno, hueles como uno - lo olfateó
- Tu pareces un lobo sarnoso
- ¡¿Qué dijiste?! - levantó su puño, al mismo tiempo en que Inuyasha se ponía de pie
- Calma, calma - intervinó Miroku - Si siguen peleando, los castigarán de nuevo
- Tienes razón - dijo Koga - No vale la pena por un perrucho como tú
- ¡Cierra la boca! - gritó mientras el jóven se retiraba a su asiento - ¡Qué coraje!
- Inuyasha - se sentó detrás de él - No dejes que te provoque
El timbre sonó y los demás estudiantes ingresaron y se acomodaron en sus lugares
- A sus lugares niños - dijo el anciano mientras acomodaba sus libros sobre el escritorio - Hoy veremos las propiedades del hierro... caray ¿dónde dejé mis anteojos? - puso su mano en la cabeza
- El buen Totosai - murmuró el jóven, con una sonrisa
En ese momento, el director ingresó
- Disculpe maestro Totosai, le traigo dos nuevas estudiantes
Las jóvenes ingresaron
- ¡¿Hgmd?! - abrió sus ojos, mirando a Kagome
Esa jóven... es la misma de mi sueño
- ¿Ya lo notaste Inuyasha? - murmuró el monje, acercándo su rostro
- ¿Qué... que cosa? - se reclino en su silla
- Esa jóvencita de pelo negro... es igual a la señorita Kikyou
- Eeee, si - dijo casi en un suspiro
- Y las dos son unas bellezas
- ¡Ya cierra la boca! - lo miró por sobre su hombro
- ¿Tiene algún problema, señor Inuyasha? - dijo el director
- ¿He? - giró su cabeza y su mirada se cruzó con la de la jóven durante unos segundos - No, nada - se cruzó de brazos, desviando su mirada
- Muy bien, porque usted será quién le muestre las instalaciones a las jóvencitas
- ¡¿Qué?!
- Que suerte que tiene Inuyasha - suspiró, cerrando sus ojos
- No se preocupe señor Miroku, usted también lo acompañará
- ¿De verdad? - sus ojos se iluminaron
- ¡No puede ser! - se quejó el pelinegro
Ese jóven... ¿Por qué siento que ya lo he visto antes?
Pensaba Kagome miéntras observaba a Inuyasha
