Esto de los comentarios siempre es como muy incómodo para mí, así que… solo dejare esto por aquí y me hare tonta con respecto a la otra historia que tengo pausada. Sorry…

Aclaraciones:

Okay, sobre el Hanahaki no sé mucho. He leído muchos fanfics al respecto y siempre había dos vertientes: trágicos donde todo terminaba en muerte y lagrimas o bonitos cliché donde los sentimientos del protagonista son aceptados por su "Amor imposible". Entonces… yo me pregunte: ¿Pero y si olvidaras ese amor, no se acabaría la enfermedad? Así que escribi lo que me dio la gana. Si mi razonamiento va en contra de las reglas establecidas sobre esta enfermedad ficticia pues una disculpa, al menos en este mundo si se pueden romper las reglas.

No he leído el manga de Bungou Stray Dogs pero voy al día con el anime. Yo no sé cuándo y cómo vaya a terminar el arco actual pero esta historia ocurre un tiempo después con todos vivos, porque si no viven todos me pondré terriblemente triste.

Capítulo 1 –

Los Pétalos Sobre el Concreto

Pasó sin que ninguno de los dos lo pudiese evitar. En medio de uno de sus ya más que comunes enfrentamientos mientras corren, gritan y atacan por la ciudad en un juego bastante retorcido que solo ellos saben jugar, donde se tratan de enemigos -porque lo son- aunque todo el puerto sepa ya que la Agencia de Detectives Armados y la Port Mafia tenían un cese al fuego.

No es que se odiaran -supone- simplemente es imposible que se lleven del todo bien aunque Dazai haya intentado calmar las aguas entre ellos. Al menos ahora podían pelear juntos como un equipo decente y no como el chiste que fueron al pelear contra Kamui.

Al menos ya no queremos matarnos. Pero…

"¡Detente de una buena vez, Jinko! ¡No huyas y pelea, cobarde!"

¿Acaso dije que ya no queríamos matarnos? Mentí.

Supo que la pelea ha llegado a un punto muy pasional cuando el chico del abrigo negro le ha dejado de lanzar cuchillas a diestra y siniestra, trasladando sus manos a su camisa impia sujetandola con fuerza queriendo imponerse, mientras él sujeta sus muñecas y gruñe por lo bajo intentando apartarle.

"¡Te mataré aquí y ahora!"

¿Nuevo y mejorado equipo doble negro? Vaya broma.

Se retorció molesto, ajustando su agarre en las muñecas del otro, buscando perforar con sus garras la carne bajo el abrigo.

"Yo también te quiero Akutagawa"

Se burló esperando el golpe en el rostro que sabe se aproxima, pero se vio liberado de su agarre cuando las manos fuertes en el cuello de su camisa se alejaron para cubrir la boca de su propio dueño, aguantando uno de sus terribles ataques de tos.

No es sorpresa para él ver al pobre muchacho caer arrodillado buscando desesperadamente un poco de oxígeno. Creyó -erróneamente- que la situación con Bram había sanado sus pulmones igual que se habían sanado muchas de las peores heridas de algunos de sus compañeros. Por un tiempo había estado bien. Y hace unos meses había vuelto a decaer.

Quizás los poderes no lo sanan todo…

Le miró con lástima desde su altura, pensando en marcharse para continuar con el encargo de Kunikida antes de que el otro se recuperará y la dinámica molesta se reiniciara. O al menos eso pensó hasta ver cómo de entre los terribles espasmos y las manos manchadas de sangre brotaban pétalos amarillos, tan hermosos y tan fuera de lugar al caer en ese piso de concreto aún ante los intentos obvios del villano por ocultarlos de su vista.

Tardó largos segundos en comprender lo que pasaba, pasmado ante la imagen. Cuando Akutagawa quiso levantarse y marcharse de ahí ya era muy tarde, él ya había unido las piezas en su cabeza y le sujetaba los hombros con violencia, reteniendolo frente a él.

"¿Pero qué mierda haces, Jinko?"

Su enojo le supo a nada, una triste actuación de fuerza cuando todavía está jadeando por aire, con pétalos sucios entre sus manos y los labios manchados de sangre.

"¡Estás enfermo!"

"¡No lo estoy! -otro espasmo y más pétalos ahora blancos caen pesados al suelo entre ellos, como una exposición vergonzosa de sus mentiras- ¡Métete en tus propios problemas, Jinko!"

"¡Tienes Hanahaki! ¡Y está muy avanzada! -gritó con desespero hincado frente a él, aún con sus manos sobre esos hombros delgados, entendiendo con horror la situación del mayor- ¡Te vas a morir como sigas así!"

Akutagawa retrocedió molesto al agarre, soltándose de un manotazo desdeñoso y levantándose con la poca dignidad que siente aún le queda.

"¿Y a ti qué te importa si muero o no? -las palabras son lentas y sin ceremonia, el ataque de tos ha pasado pero la voz ronca arrastra un dolor notable- en todo caso sería lo mejor para ti ¿No?"

¿Pero qué diablos le pasa a este sujeto y por qué su vanidad por querer morir? Y es ahí cuando se le ilumina el rostro con una explicación coherente. La única que ve posible para la situación del pelinegro.

"¿Es por Dazai-san? -pronunció la pregunta no sin cierta molestia oculta ante la idea. Él siempre le estaría agradecido a Dazai por ayudarlo y creer en él, pero es más que consciente del maltrato ejercido al chico frente a él. No entiende entonces y jamás entenderá la devoción ciega que el otro tiene hacia su maestro en común- ¿Por él tienes Hanahaki?"

Akutagawa le da la espalda, había estado por marcharse pero escuchar el nombre de su mentor le detuvo, prestando atención a sus palabras.

"¿Por qué piensas eso…?"

Pero que hombre más obstinado en creerlo estúpido.

"Porque es obvio, pedazo de idiota -Akutagawa no dice nada pero es clara su molestia cuando sus hombros se tensan- creo que deberías dec-"

"¡Noo! -las manos han llegado a su cuello antes que el grito a sus oídos, de un solo movimiento le habían levantado del piso y zarandeado con violencia, pareciera que a Akutagawa se le saldrán los ojos por su agitación- ¡Tienes prohibido decir cualquier cosa, Jinko! ¡O te mataré! ¡Te juro que te-"

Otro ataque de tos más violento que el anterior les separó. Al menos está vez no hubo pétalos adornando el piso.

Se sintió mal. Con dolor y molestia en su interior. Siempre había visto a Akutagawa como un igual, un rival, un superior, un ejemplo de lo que hacer y que no. Alguien a temer, a vencer y quizás, bajo mucha palabrería y circunstancia, algo parecido a un compañero de batallas, un amigo.

Y verlo así, tan mancillado y roto, tan frágil por sentimientos no correspondidos de un hombre que simplemente no le valora, le sienta terrible.

"No diré nada…"

Cedió. Y ambos se separaron en silencio -como nunca antes había pasado- cada uno con la mente perdida en sus propios pensamientos. La situación le molesta. Le molesta mucho aunque no sepa muy bien el porqué.

Tres Días Después –

Durante un Enfrentamiento en Conjunto

Los días siguientes sus pensamientos vagaron día y noche en el problema de su rival, confirmando efectivamente que sus ataques de tos no se debían a su anterior enfermedad sino a una nueva, más dramática y misteriosa: Hanahaki. Una enfermedad causada por un amor no correspondido, que según fuese el caso podía llegar a ser mortal. Por lo obstinado que es el mafioso, sabe que no se confesara a su mentor. ¿Entonces qué queda? ¿Esperar paciente a que un día simplemente no llegue a la batalla? La idea parecía inverosímil.

Akutagawa era alguien que luchaba como un guerrero formidable. Morir de esa manera sería vergonzoso para alguien como él. Pero conociéndolo cómo lo conoce tampoco se querría operar y mucho menos pedir ayuda a Yosano o Mori.

Entonces… ¿Qué podía hacer para ayudarlo?

La siguiente vez que se vieron ya tenía una solución para ese problema y claro que la convicción para obligar a ese idiota a llevarla a cabo. En medio de un enfrentamiento contra el malo en turno dónde Agencia y Port Mafia se unieron nuevamente, tomó al chico del abrigo y lo arrastró a un callejón cercano sin que éste pudiera huir o quejarse.

Total, ya le había encajado a Rashōmon en el cuerpo infinidad de veces. ¿Qué importaba la liana dolorosa que se cerraba en su muñeca?

"¿A dónde se supone que me llevas, Tigre?"

Ni siquiera se molestó en responder.

"¡Tengo la solución para tu problema! -exclamó feliz ante la ceja alzada, Akutagawa le miró con brazos cruzados pero permaneció callado, esperando al parecer su grandiosa idea para burlarse- ¿Y si olvidas a Dazai?"

Sus palabras sonaron tan estúpidas en voz alta que sintió sus mejillas calentarse de vergüenza. Esta por corregirse, azorado por parecer tan estúpido frente al chico que le reconoce como su rival, pero una risa suave le distrajo.

Akutagawa se cubre el rostro, con una risa vibrante que no puede contener.

Se sonrojó aún más, porque nunca ha escuchado al villano reír, no de esa manera al menos. Sin burla ni regocijo, sin crueldad ni mesura. Debe admitir que su risa es… encantadora. Y eso le hizo sonreír también, feliz de alguna manera de causar eso en él.

"¿No crees que si eso fuera tan fácil… -el chico se limpió una lágrima traviesa, causada por la felicidad improvisada- ya lo habría hecho, Jinko?"

"Lo sé, lo sé. No fue mi comentario más inteligente… -se rasco la cabeza algo apenado, se aclaró la garganta ordenando sus ideas- me refería a… ¿Por qué no intentas olvidar a Dazai con alguien más?"

Esta vez akutagawa no sonríe, pero tampoco le ha gritado. Ese era un avance ¿No?

"¿Estás de broma? No sabía que la Agencia entrenaba payasos"

"¡Lo digo en serio! Podrías intentar… ya sabes, apoyarte en alguien por un tiempo, una persona que sea un medio que te haga olvidar poco a poco el amor hacia Dazai y te ayude a abrirte con otra persona después. No necesariamente necesitas tener algo con él o ella -los ojos grises le taladran, pero Akutagawa no dice nada- Higuchi es una buena opción ¿No crees? Es claro que siente algo por ti, ella seguro querría ayudarte"

Se alertó ante el ceño fruncido, la amenaza latente.

"Justo por eso no haría algo así con ella. Sería injusto de mi parte cuando no siento nada más que compañerismo y amistad hacia ella"

Pero no se está cerrando ante la idea…

Eso era algo bueno. Entonces solo debía pensar en un prospecto que sirviera para esta tarea.

Se llevó una mano a la barbilla sopesando las opciones. Debía ser una persona apegada al pelinegro pero no tanto. Que le conociera y reconociera, alguien que pudiese ayudarlo por un tiempo pero no estuviese enamorado de él y mucho menos se fuese a enamorar de él. Alguien que no estuviese saliendo con nadie ni tuviera intereses amorosos.

Alguien como…

"¿Y qué tal yo? -sí sus primeras palabras sonaron estúpidas, cabe aclarar que estás sonaron peor- velo como una pausa entre nuestras peleas y ya que te recuperes podemos seguir como siempre"

Akutagawa le miró largo rato, más pálido si es que se podía. Casi ve el ataque de tos aproximarse, o las cuchillas de Rashōmon que están por atravesarlo.

Pero nada pasó.

"¿Por qué lo harías?"

"Porque… -dudó, pues no esperaba esa reacción- somos algo así como… ¿Amigos? Y quiero ayudarte"

Y porque no puedo dejar a alguien morir frente a mis ojos si puedo evitarlo…

Akutagawa se giró ignorando su respuesta, comenzando a marcharse hacia la batalla que seguía en proceso.

"No tienes por qué. No es tu problema y no quiero tu lástima -inflo las mejillas, pero que pedazo de idiota era Akutagawa. Está por insistir en su idea pero el chico que le da la espalda continúo- de igual manera no podrías hacer algo así. No seas tan ególatra cómo para compararte con Dazai-san…"

Su ego dolió, ese había sido un golpe muy bajo. Y la vena de la vanidad ardió molesta en su pecho queriendo cerrarle la boca.

"¡Claro que puedo! -gruñó jaloneando de mala manera el abrigo negro, esquivando una de las vainas afiladas que le quiso cortar la mano- ¡Y lo haré si me das la oportunidad! ¡Todo lo que hizo o no hizo Dazai lo haré mejor que él, así que cállate y observa!"

El rostro pálido apenas se giró evaluándolo, suspirando con algo similar a la frustración y un brillo raro en esos ojos grises.

"Eres un estúpido, Jinko ignorante"

Apretó los puños que aún sostenían a Rashōmon, sonriendo con suficiencia.

"No sabía que eras tan cobarde, enfermo…"

Una nueva pelea estalló entre ellos ante sus últimas palabras, tan común como las de siempre, con insultos, gritos y patadas giratorias. Pero ahora es diferente. Porque si pone real atención a los movimientos de su oponente puede ver lo grave que el chico en realidad está. ¿Cómo no lo había notado antes?

¡Si apenas logra mantenerse en pie!

Saltó sobre él y ambos rodaron por el suelo sucio, Akutagawa con su dignidad intacta intentó resistirse lo mejor que pudo a su agarre pero él ya lo apresaba bajo su cuerpo, intentando contener a Rashōmon con sus garras, ignorando a propósito la sensación perturbadoramente agradable de estar sobre ese muchacho de cuerpo cálido.

"¿A qué le temes?"

"No soy una gallina como los miembros de tú preciada Agencia ¡Pero no seré el receptáculo de tu lástima!"

"Velo como compañerismo, sirve que nos conocemos más y mejoramos el equipo doble negro… -calló un momento ante la obvia negación ¿Qué más podía decir para convencerlo? Si quería hacerlo tendría que usar su cabeza y ofrecerle algo lo suficientemente atractivo como para que no se quisiera negar- ¿Qué te parece si apostamos?"

Akutagawa dejó de removerse, mirándolo atentamente. ¿Será que el chico tenía alguna clase de vicio por las apuestas?

"¿Qué quieres perder, Jinko?"

Casi sonrió. Esto sería fácil.

"Si no logro hacer que olvides a Dazai en tres meses y te cures del Hanahaki… admitiré mi derrota ante ti y aceptaré que eres mucho mejor que yo en todo -¿Debería molestarse porque los ojos del pelinegro brillaron con emoción contenida? Como si mirarán un caramelo al alcance de sus manos- y te doy mi palabra de que no volveré a molestarte, pero si yo gano…"

El brillo se apagó y Akutagawa le miró cauteloso, desconfiado. ¿De verdad este idiota no confiaba ni en su propia sombra?

"Si yo gano y te curas, tendrás que prometer que valorarás más tu vida… -una explosión se oyó a la lejanía y él supone que el tipo raro de los limones bomba se arto de la pelea sin sentido, aún así toda su atención está en la persona debajo suyo, la que parece sopesar detenidamente toda la información- ¿Qué dices? Para ti es prácticamente un ganar/ganar…"

El chico se mantuvo en silencio unos segundos más, debatiéndose internamente entre escoger su orgullo o su vanidad. Al final, pareció ganar la vanidad.

"Tsk. Está bien, Jinko. Veamos que tan buen material de novio eres…"

¿Eh?

Y Akutagawa le empujó violentamente hacia su costado, sacándoselo de encima y limpiándose la suciedad de la ropa.

"Tenemos que volver"

Pero él ya no lo escucha. Porque no sabe si escuchó bien.

¿Acaso él dijo… novio?

Próximo Capítulo:

Un Regalo para Akutagawa

¿Entonces Dazai-san le había obsequiado ese abrigo?

Bueno, él le daría algo más personal.

Saluditos~