TOMA 18

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Fue un lento pasar del tiempo, las siguientes semanas después de su crisis en Kioto. Sus movimientos erráticos y la concentración fue difícil de encasillar, sumado a su mente nublada por los efectos secundarios, sus sentimientos no fueron la excepción al lío.

Tenía mucho en qué pensar.

Su amor por Umi, su cariño por Nico. La vida que había logrado construir con tanto esfuerzo y dedicación.

El primer día después de la crisis, se levantó ignorando el despertador. Hizo lo mismo con las demás alarmas y no se fijó en el tiempo. La agenda que por años estableció, dejó de importarle, ¿qué sentido tenía continuar con ello, si ya no era la misma vida?

La Honoka que dejó atrás con su amor por Umi estaba de vuelta. Era como si esos siete años fueron un simple parpadeo. Ya no existía el fantasma que la acechaba en pesadillas y que solía encontrarse en los reflejos del espejo. Era la misma adolescente de antaño. La terapia con Kotori no sólo le había ayudado a encerrar el recuerdo traumático de su aislamiento, sino que también adormeció los sentimientos por su amiga de infancia. Ahora que todo estaba de vuelta, no podía seguir ignorándolos. Ella era la culpable y merecía todo lo que sufrió. Nunca lo pensó de otra forma y no tenía por qué cambiar.

Cuando terminó de asear el departamento y comer algo, se quedó en la sala. No tenía programado entrenamientos, Nico estaba en reuniones con otros artistas, dejándola sola sin nada que hacer. Decidió ocupar su mente en seguir estudiando y aprendiendo el guion, cosa que no era tan difícil, considerando que leyó el libro incontables veces. La protagonista daba voz de muchas de sus emociones. Umi hizo una perfecta recreación, salvo por un par de defectos.

Practicó los diálogos de las escenas, y se sintió complacida con su interpretación. Era hábil, y su memoria no fallaba. Era gracioso cuando recordaba que Umi nunca creyó que lograría hacer esto. Para Umi, su futuro era menos complicado. Alguna vez le propuso que fueran maestras de kendo en el dojo, y aunque era un sueño precioso donde estaban juntas, el que Umi pensara que no podía hacer más, le molestaba. Quería ser alguien igual de confiable que ella. Justo ahora, mirando el presente, cuánto desearía que realmente hubieran cumplido ese sueño.

Terminado el tiempo de estudio, fue a su habitación con la intención de dormir. Sin embargo, no consiguió estar serena. Se sentía ansiosa, el sueño no llegaba, giraba de un lado a otro en la amplia cama. Los recuerdos de la noche en el hotel se turnaban con los de su época de escuela, la hacía pensar en que pudieron haber tenido una vida mejor si tan sólo, las decisiones que tomó fueran diferentes. Cansada de pensar, su vista se quedó fija en su clóset.

A diferencia de las películas y libros, donde todos guardaban los momentos de traumas y arrepentimientos en baúles secretos, o cajones bajo llave en algún escritorio, el suyo siempre estaba a la vista. Kotori alguna vez le dijo que lo mejor era tirar cosas así, o al menos esconderlas lejos de donde pudiera tomarlas para evitar los cuadros depresivos. Fue la única indicación a la que no le hizo caso.

No estaba segura de sí Nico sabía lo que guardaba en esa caja del rincón. Nunca la vio revisar su armario, o algo en el departamento que no estuviera relacionado con ella. Estaban juntas, pero no tenían esa clase de intimidad.

Se levantó de la cama, caminando con los pies pesados sobre el piso frío. Abrió el mueble y rebuscó en el fondo hasta sacar la pequeña caja, apenas más grande que un cajón de zapatos. No tenía ningún sello ni nota, era bastante simple.

Dentro, tenía la primera edición del libro de la película, autografiado por Umi; un viejo lazo con el que la escritora solía atarse el cabello cuando practicaban kendo en el dojo; varias fotos de ellas en sus diferentes etapas de infancia y adolescencia. Algunas enmarcadas, otras apenas desgastadas. Las fotos más recientes, que eran también las últimas eran fotos de Umi, ella y… Tsubasa.

Sintió punzadas en la sien. Sus manos temblorosas bañadas en sudor frío se negaron a soltar la caja. Esto solía ocurrir a menudo cada que su nombre aparecía en su mente. Sólo por medio de la terapia, consiguió inhibir las sensaciones y enviarlas a lo profundo de su psique, para permitirse armar nuevos pedazos de su vida.

Cuando pudo controlar el pánico de los recuerdos, continuó revisando. Recortes de diarios e impresiones de noticias. Todo lo relacionado con el pasado tormentoso de hace años. Se hablaba sobre el repentino alejamiento del escenario de la joven actriz, las teorías sobre su desaparición y las notas dónde mencionaban una escena del crimen deliberadamente oculta, poco después de que se alejara del ojo público. Apenas había imágenes borrosas de una camilla entrando a un hospital, sin que pudiera asegurarse de quién se trataba. También estaban notas aisladas de periódicos locales sobre su rescate luego de haber sido cautiva por días, sin siquiera tomarse la molestia de poner el nombre del perpetrador. Además de notas amarillistas sobre la ruina de la familia Kira, y el retiro de colaboraciones con diversos artistas sin que se explicara la razón.

Todos especulaban, y sólo ella sabía la verdad.

Por último, en una esquina, apenas separado de esas noticias, estaba lo que ella consideraba, lo único con lo que se ancló a la vida. Las notas donde Umi era mencionada. El premio de la Dengeki Bunko que obtuvo como la mejor escritora amateúr, las noticias sobre sus nuevas novelas, las críticas, las fotos de sus breves apariciones. Incluso las recientes notas sobre la película, antes de que ella misma entrara al proyecto. Todo estaba ahí.

La prueba de que Umi había avanzado en la vida. Que el pasado no la atormentaba y que podía seguir adelante. Aún si ella estaba en el infierno, mientras Umi siguiera feliz, podría continuar. Así es como logró sobrevivir todos estos años.

No fue gracias a Nico, como siempre había creído, ni mucho menos gracias a Kotori. Siempre fue Umi y ahora podía reconocerlo.

Por eso, cuando el reencuentro con Umi se dio, sus alarmas internas saltaron y la bruma del pánico la visitó. No es que pensara en ella como un monstruo, sino que temía que aquél monstruo volviera a surgir por su culpa. Era esa la verdad. Las pesadillas se intensificaron para recordarle lo que había hecho, siendo la única forma de protegerla.


Honoka siempre la amó, mucho antes de siquiera saber lo que era el amor. Siempre pensó que era su destino estar juntas. Se conocieron desde bebés gracias a la amistad de sus familias, y se volvieron inseparables. Umi siempre estuvo ahí para ella en todo momento, bueno o malo. Nada malo pasaba si ella estaba ahí, sus palabras dulces de aliento, siempre mostrándole cuan confiada estaba en que superaría cualquier obstáculo. Lo estricta que solía ponerse cuando vagueaba, su rivalidad interna para demostrar sus habilidades físicas. Eran el perfecto complemento de la otra.

Ella podía sentir el cariño y la comodidad que las rodeaba. Y todo se hacía más grande conforme avanzaban los años. Esos momentos mágicos donde sus miradas se conectaban, los pequeños roces y la imperiosa necesidad de estar cerca, porque estando lejos, la nostalgia era demasiado pesada para lidiar. No soportaba no verla ni un día, no saber de ella, lo que hacía o si la extrañaba también.

La amaba con tanta fuerza, veía su futuro juntas, y pensó, que ella también la quería de la misma forma.

Enterarse del compromiso, le demostró que Umi no se sentía así.

Fue una tarde en que horneaba pan con su padre. Le contó que el padre de Umi planeaba casarla con un alumno suyo, excelente en el kendo y de una respetable e importante gran familia. Un digno chico que podría llevar junto a Umi, la herencia del Dojo. Incluso le aconsejó a que Honoka siguiera el ejemplo de conseguir a alguien igual de bueno. Su padre, obviamente no estuvo de acuerdo, él creía que eran muy jóvenes para un compromiso de ese calibre, demasiada responsabilidad para dos chicas pre universitarias que aún tenían una vida por delante.

En otras circunstancias, habría felicitado a su padre por tal sabiduría, en cambio, el rodillo aplastó sus dedos. Incapaz de continuar, Yukiho la relevó, y ella se marchó a su cuarto. Todos pensaron que las lágrimas eran por el dolor, y era cierto, pero no era la de la mano.

Su mundo giró con la noticia. Por mucho tiempo, pensó que Umi la veía de la misma manera, que quería estar junto a ella por siempre. El compromiso del que ni siquiera le contó, demostraba cuán equivocada estaba. Ella no fue capaz de decirle nada, porque seguramente, Honoka no importaba. Todas las emociones que sentía, no eran correspondidas. Lo peor es que podía entenderlo. Umi era todo lo que cualquiera soñaría, inteligente, confiable, hermosa, atlética, fuerte, segura de sí misma. Ella por otra parte, era lo opuesto. De calificaciones promedio, holgazana, nada bonita y sin ningún ápice de habilidad. El kendo era la única cosa de la que podía jactarse y tal vez, la única cosa por la que Umi sentía que valía la pena estar a su lado. Sólo era pura amistad, no había nada más de su parte.

Entendía el punto del papá de Umi. Su destino era un futuro brillante, un futuro que alguien como ella, jamás podría darle, ¿cómo siquiera pensó en que tendría una oportunidad? Cuando más lo pensaba, más doloroso se volvía. Los padres de Umi jamás aceptarían una relación entre ellas. Eran tradicionalistas y apegados a las reglas sociales. Por más ideas de luchar por su amor, sabía que Umi no podría oponerse a ellos. El futuro que soñaba, no podría dárselo. Fue doloroso entender todo de golpe.

Se odió por no ser suficiente, por no ser lo que necesitaba para luchar. Estaba decepcionada de sí misma. Quería creer que Umi la amaba tanto como ella lo hacía, y saber que Umi no se sentía así, era desastroso. Toda su vida se basaba en estar junto a ella, ¿qué parte quedaba ahora?

Debió rendirse cuando supo del compromiso, debió trabajar en eliminar sus sentimientos y apoyar a Umi. Decirle que estaba con ella, que no estaba molesta porque se lo ocultara y que la apoyaría en su matrimonio… pero no lo hizo.

En cambio, el instinto de lucha surgió en su corazón herido; se negaba a aceptar que Umi no la amaba, estaba segura de las señales que vio, y estaba dispuesta a probarlas.

Ese fue su primer error. Dar por sentado todo.

Se convenció de que, si presionaba a Umi de alguna forma, no sólo le contaría sobre su compromiso, sino también, podría encontrar el valor para enfrentarse a sus padres, huir si era necesario. Mientras su amor sea fuerte, cualquier cosa podrían superarlo.

Y entonces, Kira Tsubasa llegó a su mente. Honoka no era ninguna tonta, como muchos creían. Cuando su padre le contó del compromiso, le dijo también el nombre del chico, que casualmente coincidía con el apellido de su nueva amiga. Se dio cuenta de que era la hermana del chico que le estaba quitando a Umi, estaba segura de recordar verlos en alguna revista juntos.

En ese entonces, no supo que el destino que creía que le daba una oportunidad, en realidad la estaba maldiciendo.

Pese a su relación familiar con su rival, Tsubasa era diferente a lo que podría esperar de una joven idol. Era refrescante, divertida y segura de sí misma. Lo guapa sólo era un extra. No se iba con rodeos, sabía lo que quería y no dudaba en expresarlo. Ni siquiera le tomó más de unas semanas para decirle a Honoka que le gustaba, de una manera romántica. Nunca imaginó que Tsubasa podría fijarse en ella. Y lejos de pensar en una forma de rechazarla porque su corazón ya estaba ocupado, infló su ego. Si alguien tan fabulosa como a la que acababa de conocer, podía verla de esa forma, ¿por qué Umi no? Se convenció más que nunca, de que tenía una oportunidad. De que Umi podría mirarla de la forma en que quería.

Ese fue el segundo error, y el peor. Desde el momento en que supo que Tsubasa era la hermana del prometido de Umi, surgió la idea de usarla para provocarle celos y hacerla reaccionar. Sólo… no se imaginó la magnitud del resto.

Lo demás, fueron piezas de dominó cayendo uno tras otro, directo al vacío.

Empezó a pasar aún más tiempo con Tsubasa, invitarla a los entrenamientos, corresponder sus gestos galantes de conquista, y tenerle más atención incluso cuando no estaba presente. Todo con el fin de ver los celos de Umi. Lo consiguió, por supuesto, notó con deleite los ceños fruncidos, el tono molesto y la sensación agria de su alrededor cuando alardeaba de la idol. Fingía que no se daba cuenta de nada, segura de que lo estaba consiguiendo y Umi le confesaría su amor en cualquier momento.

Sin embargo, los días pasaron, la fecha del compromiso siguió acercándose y Umi nunca se atrevió a decirle de ello.

Fue ahí cuando se rompió, incapaz de contener sus sentimientos y el dolor del rechazo, decidió contarle una parte de la verdad a Tsubasa, buscando el consuelo que nadie jamás podría darle. Tsubasa la escuchó dolida, y al mismo tiempo, comprensiva. Entendió por lo que estaba pasando, la sensación de ahogo de estar enamorada y no ser correspondida. Evitó hablar de quién era la persona, y rezaba porque Tsubasa no quisiera saberlo tampoco debido a su propio sufrimiento. Que se conformara con saber que ambas no tenían el amor que querían. Pero que al menos, ella intentaría corresponderle.

Le mintió, de nuevo. Su corazón no podría pertenecerla a nadie más.

Deseaba huir lejos de todos, de Umi, no soportaba pensar en la boda, visualizar a la chica que amaba al lado de otra persona, verla en el futuro con una familia, con hijos. No quería estar ahí. No confiaba en que su corazón sanaría a tiempo para poder mirarla sin sentirse tan miserable. Por eso, cuando Tsubasa le ofreció la salida que necesitaba, no dudó en tomarla.

Sus padres estuvieron de acuerdo, Tsubasa se hizo con su confianza sin problemas, y les explicó del potencial que ella tenía por delante. Si había alguien que podría cumplir los sueños de Honoka, era ella. Aun así, sabía que no podía ocultarle su decisión a Umi, al menos, quería fingir ser fuerte para despedirse. Buscó los momentos para contarle que se iría, pero mientras más lo intentaba, más lejos estaba Umi de ella.

El torneo, los exámenes finales, los preparativos del compromiso que la hacían irse cada vez más temprano. Fueron muchas cosas y sólo… nunca pudo contarle… hasta el fatídico día en que su vida se volcó.

Muy en el fondo de la caja, yacía un papel estropeado, de las tantas veces en que fue arrugado, alisado, y vuelto a arrugar. La esquina estaba negra, la evidencia del intento para quemarlo que no pudo concluir. La tinta no se borró, las letras seguían visibles, tan claras como la mañana en que despertó sola y fría, en su cama sin Umi a su lado.

"Lo siento" leyó. Las lágrimas brotaron de sus ojos, su pecho se apretujó, recordando el dolor que sintió cuando las vio por primera vez.

"Lo siento"

Umi, se arrepintió de haberse entregado a ella.

"Lo siento"

Umi no podía aceptar su amor.

"Lo siento"

Umi no cancelaría su matrimonio por ella.

"Lo siento"

Umi no la amó.

Eso es lo que esas dos simples palabras significaban.

Honoka lo aceptó. Perdió la batalla, no podía hacer más. Todo estaba dicho. Umi se casaría y ella se iría de gira con Tsubasa para poder encontrar una manera de continuar viviendo.

Entonces… ¿cómo es que ocurrió todo lo demás? No debió ir a la fiesta de compromiso, lo sabía, pero no tenía opción, no pudo negarse al ruego de la madre de Umi. Sus familias no podían verse afectadas por lo que ella sentía, así que pensó en hacer uso de lo poco que quedaba de su valentía y fingir que nada pasó, que lo que sea que ocurrió esa noche, no significó nada. Sólo tenía que desearle lo mejor e irse después. Si era posible, para siempre.

Las fichas empezaron a caer una tras una, en descontrol. No soportó ver a Umi ataviada hermosamente con su traje ceremonial. Huyó del lugar, con una sorprendida Tsubasa detrás de ella, que en tan sólo un segundo, ató cabos y supo que la persona a la que Honoka amaba, era la prometida de su hermano.

La angustia y la tristeza mezcladas en su interior fueron demasiadas. Tsubasa la persiguió, intentando calmarla. La alcanzó en el parque, hablaron de lo que estaba pasando, le rogó que la llevara lejos de todo eso y que la ayudara a olvidar. Y Tsubasa lo aceptó. Tristemente, aceptó las migajas de su corazón.

Tsubasa la besó, tan tiernamente desesperada por esa oportunidad.

Y cayeron al vacío.

La discusión, la ira de Umi, el cuerpo malherido de Tsubasa en el suelo, su propio ardor en el rostro mientras la sangre se escabullía de sus manos y su visión se volvía borrosa. La cabeza le zumbaba. Todo pasó en un borrón de segundos. Y a pesar de todo, en lo único que podía pensar es que se equivocó, Umi… si la amaba. Sus sentimientos eran iguales, ¡las dos se querían! ¡Era amor! ¡Siempre fue amor! Gritó por Umi con todas sus fuerzas, sin importarle el dolor, sin importarle nada más que la confesión que tanto anheló escuchar, quiso ir a su lado, pero Tsubasa la mantuvo sujeta. Odió que hiciera eso, que le impidiera ir por ella. No le importaba lo que hizo, que las haya golpeado, ¡no fue su culpa! En cambio, observó impotente cómo era golpeada por su padre para dejarla inconsciente y cómo se la llevaban, antes de que el hermano de Tsubasa llegara junto con sus abuelos, y la policía.

Cuando su familia se enteró de lo que pasó en el hospital, no supieron cómo reaccionar. Su madre estaba impactada, su padre no podía ni siquiera mirarla porque se sentía culpable de haberle hablado de ese compromiso, Yukiho fue la única que pudo decir palabras reconfortantes con todo lo que estaba pasando. Era difícil de procesar, el hecho de que a ella le gustaba una chica, Umi, especialmente. Sin embargo, lo hicieron. No la juzgaron y aceptaron el hecho de que el amor que ella sentía, era un amor puro, sin importar a quién iba dirigido.

Lamentablemente, las cosas no fueron sencillas en ese punto. Todo se complicó.

La familia de Umi no le permitió verla apenas pudo salir. Le negaron cualquier palabra e intento de charla. El padre de Umi apareció un día en la tienda, destrozando todo y jurando que todo era la culpa de Honoka, que su hija no era ninguna rara y que no iba a permitir que dañara su reputación, y si para eso tenía que enviarla lejos, lo haría. Sus familias no volverían a estar cerca jamás.

No importa cuánto lloró y suplicó perdón, cuánto gritó que Umi era inocente, que ella era la culpable y que no podían apartarla de su lado. Sufría por no poder verla de nuevo para aclarar sus sentimientos. Tuvo fiebres, dolores inmensurables en el rostro por el daño físico. Necesitaba escucharlo de nuevo, que la amaba para estar segura de cruzar el infierno por ella.

En todo ese tiempo, se olvidó de Tsubasa. De los momentos divertidos, de sus sentimientos y de sus promesas. Fue su hermano el encargado de recordárselo y el responsable de crearle un propio infierno.

Ella y cualquiera lo llamaría secuestro, para el juez y la policía, fue solo una detención ilegal. El hermano de Tsubasa la capturó mientras intentaba hablar de nuevo en el dojo para ver a Umi. La encerró en un cuarto y le puso algo en la cabeza para que no pudiera ver. Sabía que era él por la voz, y porque, en todo ese tiempo, se encargó de culparla de todo lo que pasó. Le dijo que Tsubasa estaba grave, que Umi la odiaba por arruinar su matrimonio y su vida, que se iría lejos para nunca verla jamás. Que era una mentira eso de que la amaba, jamás podría tener sentimientos por alguien tan insignificante como ella.

Lloró, tanto que las lágrimas no le alcanzaron. Su cuerpo se entumeció, y su mente se volvió inestable. No sabía qué creer, qué era realidad y qué mentira. Si Umi la amaba, si no lo hacía, si atacó a Tsubasa por celos o si lo hizo porque le resultaba desagradable que fueran chicas. Él se encargó de atrofiar su cabeza con sus palabras.

No pudo probar ningún bocado que le diera, temiendo que estuviera envenenado, apenas bebía agua. El hambre junto al ataque psicológico, dañaron su cuerpo y mente, la herida mal cuidada se infectó. Para cuando fue rescatada, había pasado una semana. Fue internada en el hospital, sin la capacidad de poder hablar.

Sin signos de tortura física, alegando que fue impulsado por emociones de enojo sin infligir un daño real, los abogados lograron obtener una condena reducida de tres años de cárcel para él.

Cómo si lo que hizo, fuese una broma cualquiera. Una broma que a ella le trastocó la mente. Aceptó su culpa y aceptó el castigo que la vida le dio. Lo merecía, por haber creído en algo que no existía.

Tsubasa la buscó una vez, cuando pudo moverse, pero Honoka le gritó que se fuera, que nunca la amó y que siempre estuvo en su plan que sirviera para producirle celos a Umi. Sentía que era lo mejor para ella, que la odiara al igual que el resto lo hacía, para que pudiera olvidarla. Después de eso, no volvió a saber de Tsubasa ni tampoco buscó a Umi. Se apartó de su familia, no ingresó a la universidad, se alejó del mundo y de las personas temiendo volver a dañar a cualquiera que se acerque. Empezó a creer que no merecía ser amada, no merecía tener amigos y menos, a su familia. Ella sólo ocasionaba daño. Pasaron meses sin que saliera de su cuarto.

No encontraba un sentido de vida por el cuál seguir. Lo perdió todo.

Nunca pensó en la muerte, lo veía como algo lejano. La vida era tan hermosa y siempre descubría algo nuevo… pero, su existencia sólo ocasionaba daños. No era buena. No debía estar. Pensamientos así se volvieron parte de su día a día. Si ella no estuviera más, todos seguirían adelante. Llorarían si, uno o dos meses, y luego, continuarían. Sin ella. No había diferencia entre estar o no.

Sus padres se dieron cuenta de lo que pasaba por su mente y antes de que sucediera lo peor, decidieron llevarla con un especialista. Nadie sabe cuánto pánico sufrió para lograr salir a la calle, porque en cada rostro veía a Umi, lo veía a él y veía a Tsubasa. Con sus miradas llenas de odio y sus manos ensangrentadas.

Cuando llegó al consultorio y bajó del auto, su cuerpo actuó solo al ver la oportunidad. Corrió hacia la calle y se detuvo en medio, segura de que era lo mejor para todos. En lugar de ser alcanzada por la oscuridad, apenas recibió un golpe que la aturdió. Yukiho corrió a su lado, llorando, mientras un par de ojos rubíes bajaba del coche que la golpeó.

Su vida no terminó ahí, sino que, en esos iris rojos que la miraban con pena, empezó una nueva.

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Cerró la caja, con todas sus memorias de regreso.

Años de terapia para olvidar, y ahora, con sólo abrirla y después de lo que pasó en el viaje, estaban de vuelta de nuevo. Lejos de sentirse destrozada, se sentía renovada. Cualquier atisbo de tristeza desapareció. Su mente estaba clara, su corazón rebosaba de alegría.

Las dudas del pasado desaparecieron.

Umi si la amó, y la siguió amando hasta el día de hoy. Así como ella lo hacía. Había una brecha en su historia de vida, y estaba dispuesta a escucharla de su voz ahora que volvían a tener una oportunidad de verse otra vez. Los miedos, las dudas, todo se esfumó.

Lo sabía, pudo verlo en Kioto. La desesperación con que Umi la llamaba, su insistencia, sus celos y el beso, sobretodo el beso. Fue agrio, supo a cerveza y ni siquiera duró tanto, pero en esos segundos, significó el mundo entero. Ambas se aferraron a ese choque de labios cómo si nada más existiera, su cuerpo se encendió ante el leve toque, todas las noches que pasó con Nico no se compararon con las sensaciones que explotaron en esos míseros segundos, porque simplemente, era un beso de amor.

El amor que tanto ansío existía, Umi estaba ahí, para dárselo.

Y esta vez, no estaba dispuesta a que se arruinara. Merecían estar juntas. Era su destino, estaban de vuelta y tenían que vivir este amor. Esto era lo correcto. Umi era suya y la conseguiría, costara lo que costara.

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La oficina de la directora Ayase siempre lograba intimidarla, cada premio y reconocimiento a la vista en el elegante cuarto, añadía un cierto peso a sus hombros. Era consciente de lo mucho que se esperaba de ella en esta película, y que no podía cometer ningún error que arruinara ni su carrera ni la de nadie.

Estaba inquieta, sentada en la espaciosa oficina. No se supone que tardaría, sólo quería la información de Umi, su teléfono y dirección para poder contactarla ella misma ya que no obtuvo respuesta al correo que le envío. Para su sorpresa, la asistente de las productoras se lo negó comentando que no podría darle dicha información debido a la confidencialidad. Pero verla esquivando su mirada, le hizo pensar que había algo raro, y que más que confidencialidad, parecía que deliberadamente se la ocultaban. Pidió hablar con la directora entonces, para explicarle, y decidió esperar a que regresara, no dejando más opción que quedarse en la oficina. Tuvo que pasar como una hora mirando una y otra vez los premios, hasta que la puerta se abrió de golpe.

—Siento la tardanza, vine lo más rápido que pude apenas Hanayo me llamó —saludó la directora, tomando asiento en su escritorio, al frente de ella.

Si no la conociera, diría que era una modelo. Su belleza resaltaba, y su carácter no era para menos.

—No tienes por qué disculparte, fue mi error venir sin cita, es bueno que pudieras recibirme.

—No podía no hacerlo, fue sorprendente que fueras tú quién quisiera hablar conmigo, no tu agente, así que vayamos directo al grano, ¿para qué quieres el número de Sonoda-sensei? —Lejos de sonar afable, su voz tenía un tinte de sospecha.

Imaginaba que se debía al altercado de hace unas semanas en Kioto, ella se negó a hablar con cualquiera de las productoras sobre el tema, dejándoselo a Nico, porque se encontraba pasando por la recuperación del ingreso médico. Algo que obviamente no podían revelar.

Haciendo uso de sus dotes de actriz, compuso su postura para verse más segura, ignorando el tono y la mirada suspicaz de la mayor.

—Mi agente está ocupada en otros asuntos y no podía quitarle tiempo por algo tan simple. Y tampoco quiero quitarte más tiempo. Necesito contactarla para hablar detalles de mi personaje, quiero que ella me oriente con algunas actitudes y lograr entender un poco más su mente —dijo, firme—, lamentablemente he cometido el error de no pedir su número en las oportunidades que tuvimos, y como dije, Nico está ocupada, ¿por qué es un problema pedir su número? Pensé que querían lo mejor para esta película.

Eli la observó sin cambiar su expresión. No parecía sorprendida pero tampoco se relajó.

—No te equivocas, queremos lo mejor, pero pensé que estabas lista para este papel, dijiste que lo estudiaste a fondo y que podrías hacerlo, además, ella te eligió en la audición a primera vista, no veo por qué sentirte insegura ahora.

La directora tenía un buen argumento, sin embargo, no retrocedería, necesitaba hablar con Umi a como diera lugar.

—No me siento insegura, sólo quiero terminar de pulir mi actuación. Esta película es lo más importante en mi carrera, y sé que lo es en la de ustedes, por eso quiero entregarles lo mejor —dijo honestamente. Sabía que sus habilidades eran excepcionales, sólo que con Umi a su lado, serían mucho más fabulosas.

—Entonces habla conmigo —Eli replicó—. Soy la directora y productora, sé lo que los espectadores quieren ver y cómo dárselos. El trabajo de Sonoda-sensei terminó en cuanto entregó el guion. Tu trabajo es seguirlo, nada más.

Honoka fue sorprendida por la actitud cortante de Eli, aumentando sus sospechas.

—N-No me malentiendas, sé que conoces al personaje, lo acabas de decir, sabes qué mostrar, pero no es lo mismo a haberla creado. Es diferente.

—¿Es diferente porque no soy Umi-san?

—Si, eso es.

—¿Diferente porque apenas te conozco?

La pregunta la tomó por sorpresa.

—¿Qué quieres decir?

La expresión de Eli cambió, se reclinó en el asiento, sin desviar la mirada.

—Basta de rodeos, no vas a ver a Umi-san, nadie en esta oficina ni en la producción te dará su contacto, y si quieres tratar algo del personaje, sólo puedes verlo conmigo o Nozomi, es mi última palabra. Enfócate en tu trabajo, sólo eso te pido —dijo, enfadada.

Sus manos se formaron en puños. Frunció el ceño, imitando su molestia.

—Bien, sin rodeos, ¿qué está pasando? ¿Por qué de repente me niegan algo tan sencillo? No creo que se trate del trabajo.

—Si es algo tan sencillo, ¿por qué no llamó Nico? Pero ella no sabe que estás aquí, ¿o me equivoco?

—Me estoy cansando, ¿de qué se trata esto?

Eli se levantó del escritorio, caminó despacio alrededor hasta que quedó a un lado de ella, su palma se posó en la mesa y su cuerpo se inclinó hasta estar cerca de su rostro. No parpadeó ningún segundo. Honoka sintió un escalofrío bajar por su columna. Intentó no mostrar su nerviosismo.

—Sé que tú y Umi-san fueron amigas de la infancia y que se separaron en circunstancias extrañas —La respuesta logró derribar su postura, los puños de sus manos se deshicieron, dejando la sensación de frialdad—. Honestamente no me importa lo que sucedió, y no me importaría menos que ustedes hablen y arreglen sus problemas. La cosa es que el viaje a Kioto me mostró que, si ustedes están cerca, más que un beneficio, puede ser un desastre, y no pienso poner en riesgo esta producción por lo que sea que ustedes sientan. No voy a hacer incómodo el trabajo. Si ustedes quieren resolver sus diferencias, será después de que todo esto termine.

Cuando dejó de hablar, Eli se alejó, regresando a su asiento, sin darle ni siquiera tiempo de procesar todo.

¿Umi le contó? ¿Por qué lo hizo? Era cierto que fue su culpa que volvieran a alejarse, sus sentimientos estaban confundidos, ahora que los tenía claro, pensó que al hablar de ello y pedirle perdón, podrían encaminarse a finalmente estar juntas, ¿qué pasaba con esto entonces?

—¿Umi te pidió eso? ¿No quiere verme? —Preguntó, dolida. Su corazón se estrujaba al pensar que Umi pidió que se mantuvieran alejadas. No podía suceder, no otra vez que estaban cerca.

Eli negó con la cabeza, aliviando un poco la pesada carga.

—Es una decisión mía. No busques problemas, Kousaka-san, sólo haz tu trabajo. Después, haz lo que quieras.

Comprendió que no obtendría mayor respuesta de Eli ni de la producción. Si quería hablar con Umi, tendría que encontrar otra manera.

—Está bien, no seré ningún problema para ustedes. Soy una profesional, y sé cumplir con lo que me propongo —dijo, recuperando su animosidad. Sabía que de una u otra forma, conseguiría ver a Umi. Se levantó, hizo una leve reverencia y le sonrió a la mayor, cómo si nunca hubiera alguna tensión antes—. Me retiro, que tengas un buen dia.

Eli asintió, viéndose no muy convencida.

—Igualmente —la despidió.

Cuando estuvo fuera de la oficina, soltó un largo suspiro. No esperaba que esto sucediera, ¿qué tanto sabría Eli? ¿Qué fue lo que Umi les contó? Si ella sabía, era seguro que Nozomi también sabría, ¿actuaría de la misma manera si le preguntaba? No estaba segura.

Lo mejor era retirarse por ahora, mientras pensaba en un nuevo plan. Antes de poder salir del edificio, alguien la tomó de la mano, deteniendo su paso. Al voltear, se encontró con la sonrisa afable de Nozomi.

—Te vi salir de la oficina de Eli, ¿no fue muy bien verdad?

Eso terminaba de confirmar que Nozomi también estaba enterada del asunto.

—¿Tú tampoco me dirás nada?

La sonrisa de Nozomi se volvió compasiva.

—Lo siento, políticas de la producción.

Su ánimo se desinfló, su mirada se clavó en el suelo, hasta que sintió que Nozomi se acercó a ella.

—Pero a cambio, puedo ofrecerte algo, Umi-sensei está fuera del país, en una gira de promoción con Sakurauichi-san, no va a regresar hasta que el rodaje comience, y… no sé, estoy segura de que muchos blogs de fans le siguen la pista —Le susurró al oído—. Fue un gusto verte, Kousaka-san, que las estrellas iluminen tu camino~

Nozomi se fue después de darle tan valiosa información, dejándola abrumada con la emoción de una pequeña luz al frente. Tal vez aun no podía hablar con ella, pero al menos podría saber en dónde estaba, y tenía la seguridad de que volvería. La productora no podría ocultársela para siempre, si estaba tan cerca de Riko.

Umi se volvió a ir, se seguía escapando de sus manos.

Siempre cuando creía estar cerca, ella se aleja. Pero esta vez, no estaba dispuesta a rendirse. Aún si tiene que esperar. El control que logró con los años se rompió, y en vez de querer recuperarlo, crearía uno nuevo, con Umi dentro.

Ya no más depresiones, ni llantos, ni vida rota. Atraparía a Umi para nunca, nunca, dejar que se vaya de nuevo.

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N/A:

¡Buenas a todos! Aquí cumpliendo con la cuota anual… parece broma pero es gracioso que así se vea, ¡mil disculpas!

En esta nueva entrega, tenemos el POV de Honoka, cerrando los detalles del pasado, las chicas lo pasaron mal por no ser sinceras, y ahora en su adultez, de nuevo les sigue afectando esta falta de comunicación, ¿podrán estar juntas de nuevo? Ahora que los lados se han invertido, ¿qué creen que tenga que pasar? Los leo ;D

¡Saludos a todos y que estén bien!