It is a lovely thing that we have
It is a lovely thing that we
It is a lovely thing
The animal
The animal instinct
So take my hands and come with me
We will change reality
So take my hands and we will pray
They won't take you away
They will never make me cry, no, oh
They will never make me die
Animal Instinct - The Cranberries
El laboratorio y la sala de comandos estaban destruidos. Chispas saltaban de los aparatos hechos pedazos. El colisionador era solo chatarra. Años de investigación tirados a la basura. Kinpin observó serenamente los restos de todo su dinero invertido hechos pedazos.
Caminó entre los escombros junto a su guardaespaldas que lo seguía de cerca. Apoyó ambas manos en un escritorio, respiró hondo y gritó. Gritó con rabia. Se levantó del escritorio para comenzar a lanzar lo que encontraba a su paso.
Se agachó y tomó un enorme pedazo de metal que alguna vez había pertenecido a un ducto de aire. Lo lanzó al otro lado de la habitación. Un estruendo se escuchó cuando el metal tocó el suelo.
En el momento que iba a tomar otro pedazo de metal, notó el teléfono celular roto en el suelo. Lo tomó y observó el aparato. Frunció el ceño.
-¿Qué demonios hace este teléfono aquí? Se supone que ningún teléfono o cámara debían ser introducidos a este sector.
-No creo que sea de algunos de nuestros científicos. Ese teléfono podría ser del Merodeador – sugirió el guardaespaldas observando el teléfono en manos de Kinpin.
Kinping dio la vuelta el teléfono notando las calcomanías pegadas en la carcasa del teléfono. Él sonrío.
-Llévalo a los técnicos a que lo reparen. Necesitamos saber quién es el dueño de ese aparato. Esperemos que nos lleve al Merodeador.
Kingpin sonrío satisfecho. Se vengaría del Merodeador.
Gwen se estaba volviendo loca. Saber que tu novio era un vigilante nocturno que peleaba contra criminales y al mismo tiempo era considerado un criminal no era fácil. Ella volvió a morderse las uñas mientras lo esperaba en su habitación en Chelsea. Su papá estaría trabajando todo el fin de semana, tenía todo el apartamento para ellos sin que nadie los molestara.
Decidiendo que estaba actuando como una tonta, volvió a sentarse en su escritorio para terminar el artículo que debía enviar a Ben Urish sobre lo que había visto hace una semana durante la explosión del colisionador. Urish había estado furioso con ella. La acusó de querer apropiarse de la historia cuando desapareció durante toda la noche. Él le había gritado y ella había aguantado no gritarle de vuelta, realmente necesitaba que la ayudara a entrar al Daily Bugle.
Él se había calmado después de que Gwen le dio la cámara con los videos de esa noche e incluso le prometió que podía escribir todo lo que vio y escuchó. Ben Urish la perdonó y le dio otra oportunidad.
Gwen siguió escribiendo molesta, pensar en todo ese asunto la molestaba. Se sintió herida cuando la acusó de querer robar la historia, se suponía que ambos compartirían los créditos. ¡Ella casi muere por esa estúpida investigación!
-¿Qué pasa, nena? Pareces molesta – dice Miles sentado en la cama mirándola con preocupación. Gwen se sobresalta. Al notar a Miles, ella salta a su encuentro.
Lo besa casi con desesperación antes de separarse de él y buscar signos de heridas.
-Quítate la chaqueta – demanda ella ya tirando de la tela. Mile ríe entre dientes.
-Tranquila, Gwen. Apenas he llegado y ya me quieres desnudo.
El rostro de Gwen se pone rojo, pero ignora las burlas de Miles.
-Hablo en serio. Necesito ver que no tengas una bala en el estómago o que te estés desangrando.
Miles tomó las manos de Gwen y la apartó suavemente.
-Estoy bien. Un moretón quizás, pero nada más.
Gwen lo miró a los ojos buscando algún rastro de mentira, pero no vio nada de eso.
Ella suspiró dándose por vencida.
-Bien
Miles la sube en su regazo. Peina el cabello rubio antes de besarla suavemente.
-Mi amor– dice él entre besos. Ella sonríe, besándolo profundamente.
Entre besos ambos terminan enredados entre las sábanas.
Miles había esperado sorpresa e incluso ser bombardeado con preguntas una vez que él y Gwen hubieran anunciado a sus amigos que estaban saliendo. Lo único que obtuvo fue hombros encogidos y risitas burlonas.
"Pensé que nunca lo admitirían" había sido una de las frases que más escuchó ese día.
Gwen solo había reído de la situación sin darle importancia.
Miles disfrutaba el tiempo que pasaba con Gwen y ahora ya podían entrelazar sus dedos mientras caminaban por los pasillos de la escuela o en la calle o besarse sin descaro. Se sintió bien, pero Miles quería llevarlo a otro nivel. Quería que Gwen conociera a su mamá y a su tío y él quería presentarse formalmente como novio de Gwen al Capitán Stacy…
"¿Sería lo correcto?" pensó Miles mientras observaba a Gwen hacer una rutina de ballet. Ella se estiró y giró elegantemente. Ella lo miró y le sonrió. Él le devolvió la sonrisa.
Miles solo había tenido un par de novias anteriormente. Kamala Khan y Tiana Toomes y solo Tiana había conocido a Río y a Aaron, pero la relación no había funcionado.
Luego de la ruptura, Río no dejaba de preguntar por Tiana y del porqué del rompimiento de la relación. Esos meses habían sido tediosos y Miles había prometido que no presentaría a ninguna chica al menos que sea la indicada.
Gwen saltó, cayendo con gracia para finalizar su rutina. Ella se acercó a él con la piel sudada.
-No estoy tan oxidada como pensé.
-Estuviste increíble
Ella le sonrió tímida. Agarró la botella con agua, bebió un par de tragos antes de sentarse a lado de él.
-Extrañaba sentir los músculos arder.
Miles la miró como si hubiera dicho una locura.
-Eres la única persona que podría decir eso después de pararse de puntas de pie y hacer un salto imposible.
Gwen río encogiéndose de hombros.
-Eso debiste pensar antes de enamorarte de mí – dice Gwen petulante. Miles ríe pasando un brazo por sus hombros. Gwen se aleja de él.
-Estoy toda sudada
-No me importa
Miles la acerca a él nuevamente. Ambos se quedan en silencio. El auditorio de la escuela estaba completamente vacío. Se supone que habría un ensayo de la banda de The Mary Janes, pero fue cancelada a último momento. Ambos ya había llegado al auditorio y Gwen decidió practicar un poco de ballet.
Miles juguetea con el cabello de Gwen, mientras disfrutan la compañía del otro.
-¿Por qué nunca me muestras tus dibujos? – pregunta Gwen sin mirarlo.
-¿Qué?
-Sé que dibujas, Miles. He visto tus murales, pero nunca me has mostrado tu cuaderno de bocetos. Me has visto tocar la batería y bailar, creo que es mi turno de ver tus bocetos.
Miles se sonrojó. Él no le había mostrado sus bocetos porque todos ellos eran… ella. Era muy vergonzoso. No podía dibujar otra cosa que no sea ella. No quería que ella pensara que él solo estaba obsesionado con ella.
-No son tan buenos – replicó él.
-No te creo
Miles suspiró. Apartó el brazo de ella.
-Es solo algo muy personal. Me ayuda a distraerme después de mi trabajo como el Merodeador…
Gwen lo mira con sorpresa.
-Entiendo.
Miles volteó a mirarla al escuchar la decepción en su voz.
-¿Entiendes?
-Sí, es tu forma de liberar el estrés. Yo también lo hago con la batería.
-Te mostraré mis dibujos, pero llevará un tiempo…
Gwen sonrió, apoyando su cabeza en su hombro.
-Trato hecho.
Volvieron a quedarse en silencio.
-¿Te gustaría cenar en mi casa esta noche?
Gwen levantó la cabeza para mirarlo.
-Creí que tu mamá tenía días libres este fin de semana.
-Sí, quiero que conozcas a mi mamá y a mi tío.
Gwen abre la boca como un pez. La vuelve a cerrar.
-¿Estás seguro?
-Sí, ¿Tú no?
Gwen se sonroja.
-Me encantaría conocerlos, pero… - ella se muerde el labio inferior.
-Les gustarás Gwen.
Ella ríe negando con la cabeza.
-Nunca puedo dar una buena primera impresión. La primera vez que conocí a May, arruiné sus flores cuando me puse a bailar sobre ellas.
Miles ríe.
-Eras una niña
-Arruiné la fiesta de ascenso a Capitán de mi papá.
Miles la miró con una ceja levantada.
-Terminé tirando toda una mesa de aperitivos con una patada al mostrar mis pasos de ballet.
Miles volvió a reír.
-Tuviste una buena impresión conmigo.
Ella sonríe.
-Eres la excepción. Te gustan las chicas locas.
Ambos ríen.
-Entonces… ¿Vendrás a cenar?
Gwen miró a los lejos pensando.
-Si…
Él la besó.
Gwen no mentía cuando dijo que nunca podía dar una buena primera impresión. La primera cosa que salió de la boca de Gwen al saludar a la mamá de Miles fue llamarla por su primer nombre.
La cara de Río se había arrugado de disgusto. Gwen se había encogido a lado de él.
Miles solo pudo sonreír tensamente mientras veía la incómoda interacción entre ellas.
Tratando de salvar la situación, Miles comenzó a hablar sobre la escuela, como Gwen estaba en una banda… Gwen comenzó a relajarse y en menos de una hora, ambas mujeres se llevaban bien. Como si hubieran hablado de toda la vida.
Gwen contaba anécdotas divertidas y Río contaba historias vergonzosas de Miles.
Todo fluyó como Miles esperaba.
Miles entrelazó los dedos con Gwen mientras estaban sentados en el sofá charlando con Río. La mujer mayor sonrió al ver el gesto.
-¿Alguna vez has probado la comida puertorriqueña?
-No, todavía no he tenido la oportunidad.
-Es tú día de suerte. Hice mofongo y arroz con gandules. Estoy segura que te encantará.
Gwen asintió con entusiasmo mientras Río le explicaba a la chica los ingredientes de cada plato. Miles acarició con el pulgar la palma de la rubia, mientras sentía como el afecto por ambas mujeres lo llenaba. Se sentía bien.
El sonido de la puerta abrirse llamó la atención de los tres. Aaron entró con una bolsa de víveres.
-¿Miles? ¿Río? Traje un poco de víveres para la semana.
El hombre bajó la bolsa en el suelo y miró con sorpresa a la chica sentada con su sobrino.
-Muchas gracias, Aaron. No era necesario – dice la mujer levantándose para llevar la bolsa a la cocina.
-No hay problema… - dice el hombre mirando las manos unidas de Miles y la rubia.
Miles parece darse cuenta de la sorpresa de su tío y sonríe.
-Tío Aaron, te presento a Gwen Stacy, mi novia.
-Mucho gusto, Aaron… digo señor ¿Aaron? ¿Davis? ¿Cómo debo llamarlo, Miles? – susurró Gwen con preocupación.
-Puedes decirme Aaron, no hay problema – dice el hombre sentándose a lado de Miles. Gwen sonríe aliviada.
-Me sorprende que tu novia sea una chica blanca, sin ofender.
Miles abre los ojos sorprendido igual que Gwen.
-¿Qué?
Aaron nota el tono de advertencia de Miles. Levanta las manos tratando de hacerse entender.
-No lo digo como algo malo. Es solo que tus anteriores novias eran diferentes, sabes a lo que me refiero.
Miles entiende lo que dice y vuelve a relajarse.
-Lo sé, pero me enamoré de ella.
-Muy bien, niño
Gwen aún parecía nerviosa después del comentario de Aaron. Miles le da un suave apretón para relajarla. Ella le devuelve el apretón de manos.
La habitación queda en silencio. Miles nota que su tío miraba a Gwen de reojo.
-¿Tú nombre es Gwendolyn Stacy? - preguntó el hombre cruzando una pierna sobre la otra.
Miles y Gwen parecen sorprendidos. Ella asiente con una sonrisa tensa.
-Sí, ese es mi nombre, pero todos me dicen Gwe-…
-¿Eres la hija del capitán de policía? – interrumpe Aaron frunciendo levemente el ceño.
Gwen se sonroja, voltea a mirar a Miles que también parecía estupefacto con las preguntas de su tío.
-Sí, mi papá es policía.
-Vaya, a mi sobrino le gusta jugar con fuego – dice soltando una carcajada. Miles entiende lo que quiere decir.
-No es tan malo como parece – dice Gwen riendo también.
-Seguro – Aaron le sonríe amistosamente a Gwen. Ella se relaja notablemente.
La conversación vuelve a surgir naturalmente hasta que Río los llama para cenar.
Después de la cena, Gwen ayuda a lavar los platos a Río. Ambas mujeres cuchichean y ríen en la cocina.
Miles y su tío hablan casi en susurros en la sala de estar. La televisión habla al fondo de la habitación.
-¿Por qué le preguntas a mi novia si es hija de un policía?
Aaron ríe por el tono molesto de su sobrino.
-Sabes porque. Te gustan los retos ¿eh?
El hombre empuja con el hombro a su sobrino.
-¿Entonces ella es la chica que no quería nada serio?
-Sí…
-¿Cómo la convenciste de que sean algo oficial?
Miles no sabe si sería correcto decirle que Gwen sabe su identidad como el Merodeador, que ella casi muere, que eso la había empujado a admitir sus sentimientos por él…
-No pudo resistirse a mis encantos…
Aaron ríe.
-Me gusta ese optimismo, bro
Miles ríe. La televisión y las voces femeninas todavía se escuchan en el fondo.
- Yo la amo – admite Miles encogiéndose de hombros.
-¿Y ella a ti?
-Lo hace. Me lo dijo.
Aaron sonríe suavemente, pasa un brazo por los hombros de Miles.
-Eso es lo importante.
Ambos hombres se giran cuando escuchan a Gwen entrar a la sala de estar. Miles sonríe al verla, pero la sonrisa cae cuando el rostro de Gwen se pone pálido como si hubiera visto a un fantasma.
-¿Gwen?
Ella no contesta sigue con la mirada fija al frente. La mirada azul cielo, siempre brillante, parece congelarse convirtiéndose en una mirada de horror. Miles sigue la mirada de la chica. Ella está mirando el televisor.
"El periodista del Daily Bugle, Ben Urish, ha sido encontrado muerto en extrañas circunstancias a las afueras de su propio departamento"
Un hombre comentaba en la televisión. Toda la alegría de la noche se había esfumado dentro de la habitación.
Miles volvió a mirar a Gwen que no apartaba la mirada de la televisión. Él la vio temblar.
-Oh mierda – suspiró Aaron negando con la cabeza.
Miles se acercó a su novia. La tomó de una mano.
-¿Gwen?
Ella lo miró con los ojos brillosos de lágrimas.
-Él está muerto…
Miles frunce el ceño al escucharla con la voz rota.
-Él sabe que estuvimos ahí… - susurra ella con miedo.
-No, no lo sabe. No dejaré que nada te pase.
-Él está muerto… - vuelve a repetir Gwen entre dientes. Como si le doliera decir aquellas palabras.
-El motivo podría ser otro. Ese hombre siempre metía la nariz en todos los asuntos del bajo mundo.
Miles la toma del rostro. Ella asiente. Miles respira hondo y ella lo imita.
-¿Qué sucede? – pregunta Río al salir de la cocina y ver a la chica tratar de calmar su respiración con Miles.
-Un problema surgió en la escuela. Gwen y yo debemos irnos.
-¿Qué?
-Lo siento, mami. Tengo que llevar a Gwen a la escuela. Vendré para la hora de dormir - dice Miles besando la frente de su madre. Gwen parpadea varias veces.
-Gracias por la comida. Estuvo deliciosa, señora Morales
-Puedes volver cuando quieras, mi niña – la mujer abraza a Gwen. La rubia sonríe y corresponde el abrazo.
Miles entrelaza los dedos con Gwen. Aaron mira a Miles interrogante. Miles asiente dándole a entender que lo verá en su guarida. El hombre asiente en acuerdo.
-Nos vemos Aaron – se despide la chica.
-Hasta luego, Gwen
Ambos adolescentes salen del apartamento. Caminan en silencio hasta que Miles siente temblar a Gwen.
-Bebé, tranquilízate.
-Debemos saber quién le hizo eso a Ben.
Miles para de caminar. Gwen se detiene a su lado.
-No lo harás. No investigarás esa mierda. Es muy peligroso.
Gwen sonríe de forma extraña.
-Debo saber quién le hizo eso. Tengo que saber si Kingpin sabe que estuvimos ahí.
-La policía se encargará de eso.
-Sabes que no tendrán nada y si lo hacen nunca lo sacaran a la luz.
Miles niega con la cabeza.
-Qué pasa si Kingpin sabe que yo estuve ahí.
Miles la mira. Gwen parece que está a punto de llorar.
-Debo saber si debo prepararme para morir o…
-Cierra la boca. No digas esas estupideces.
Miles la abraza. Ella se esconde en él.
-Yo me encargaré. Investigaré al infeliz de Kingpin. No te pasará nada. ¿De acuerdo?
Gwen asiente con el rostro escondido en el pecho de Miles. Se quedan en silencio, solo los sonidos de la ciudad los acompaña.
-Podríamos escapar juntos si todo esto se sale de control – murmura Gwen -Ese será nuestro plan B. Si todo explota en nuestras caras, huiremos a las Vegas.
Miles sonríe.
-Por supuesto. Huiremos juntos a otra dimensión si es necesario.
Gwen se aparta de Miles para mirarlo a los ojos.
-Papá lo entenderá. Tener una hija prófuga no es el mayor de sus problemas.
Miles ríe.
-Una hija prófuga con el merodeador. El sueño de todo padre.
Gwen sonríe.
-No creo que se moleste más de cuando me puse el piercing en la ceja.
Miles peina con los dedos los cabellos rubios de su novia.
-Todo estará bien. Me encargaré de esto.
Gwen frunce el ceño y suspira.
-Tendré que dejar mi sueño de periodista por un tiempo.
-Es lo mejor por el momento. No podemos arriesgarnos.
Ella asiente.
Vuelven a entrelazar sus dedos.
Ambos adolescentes vuelven a caminar.
Miles vuelve a sentir esa sensación de que algo andaba mal. Miró por encima de su hombro, pero no había nada. Sacudió la cabeza. Caminaron con cautela hasta la escuela sin darse cuenta que el destino venía por ellos, por ella.
