No volvió a encontrarse con el muchacho hasta unos años después, durante una de sus primeras misiones jounin.

-Hola a todos, mi nombre es Hatake Kakashi y soy su Capitán, disculpen la demora se me atravesó un gatito perdido y tuve que ayudarlo a encontrar a su mamá.

La cara de sorpresa al verlo aparecer de los otros tres ninjas siempre hacía valer la pena echarse esa clase de presentación.

Los demás siguieron su ejemplo y se presentaron también, aunque era claro que ya se conocían. El último fue el muchacho, que ya era un hombre en realidad. Kakashi trató de mantener su expresión jovial con su único ojo visible curvado en una sonrisa, mientras lo estudiaba de cerca.

-Umino Iruka, chunnin, tengo afinidad por fuinjutsu, espero serles útiles.- Hizo una pequeña reverencia el capitán y resto del equipo.

Era extraño verlo, no había vuelto a pensar en él en los últimos tiempos.

Después de aquella vez, volvió al mismo bar en dos ocasiones, pero nunca lo encontró. No habría sido difícil ir a preguntarle a Asuma o Genma su nombre, y también recordaba donde vivía. Pero hasta él se daba cuenta de lo extraño sería hacerlo. Cuando volvía de misiones en el mismo estado que aquella vez prefería ir a buscar a Gai para luchar hasta agotarse, pero unas cuantas veces tuvo que quedarse con la espalda apoyada en algún árbol fuera de la muralla de Konoha, intentando calmarse por su cuenta.

Kumo abandonó ANBU poco después de la vez que lo rechazó, el Sandaime le había permitido trabajar como un jounin regular en el departamento de T&I y Kakashi escuchó por los rumores en las barracas, que había decidido casarse con un Shinobi jounin que trabajaba como guardia en la Torre Hokage. Kakashi a veces pensaba en ella, se alegraba al pensar que no tenía que volver en ese estado nunca más, pero también sentía envidia por ella. Seguramente Kumo tenía a alguien a quien regresar, alguien que le recordara por qué seguían haciendo lo que hacían.

En esos momentos su mente le hacía una mala jugada y volvía a pensar en la noche con Iruka. Su parte favorita era recordar la sensación de alivio post-coital con el calor de su cuerpo relajado contra el suyo. Recordaba el ritmo de sus respiraciones, como sus latidos imitaron al corazón del chunnin. Nunca nadie antes o después de Iruka, se había sentido tan relajado al tener a Kakashi tan cerca.

Se preguntó si a Kumo también alguien la abrazaría diciéndole "bienvenida a casa".

La voz de Iruka pegada contra su sien se lo repetía una y otra vez en su memoria.

Kakashi había usado ese recuerdo para volver a sus cabales antes de entrar a la aldea más veces de las que podía contar. Después de hacerlo, se sentía sucio y con culpa, un asesino como él no se merecía tener ese tipo de felicidad doméstica.

Durante esa misión, veía a Iruka intercambiar comentarios con sus otros compañeros, sonrisa relajada y esos ojos marrones conservando el brillo jovial que recordaba. Kakashi se alivio de ver que todavía la vida de shinobi no había eliminado esa candidez que recordaba en el jóven, pero más culpa le daba haber usado sus recuerdos, por alguna razón se sentía más sucio que recordar los eventos de la noche para masturbarse. Usar la amabilidad del chunnin para complacer sus fantasías emocionales resultaba todavía más bajo en su perspectiva.

Aprendió que Iruka Umino era un shinobi capaz, eficiente en sus ejecuciones, sabía trabajar en equipo y tenía un gran análisis de la situación. Su fuinjutsu lo había impresionado al menos dos veces, estaba tentado a preguntarle quién le estaba enseñando, pero nunca encontró el momento adecuado. Sabía aceptar órdenes, pero también tenía la capacidad para cuestionar cuando era pertinente. Sus preguntas y aportes eran inteligentes, y siempre respetuosos.

Kakashi encontraba curioso que todavía fuera chunnin, tenía la impresión de que no se quedaría en ese rango mucho tiempo más.

-¿También eres sensor, Umino-san?- Kakashi le preguntó algunos días después de haber iniciado la misión. Se había dado cuenta que Iruka parecía percibir el ambiente y detectar trampas o presencias antes de que Kakashi pudiera olerlas.

Iruka negó con la cabeza, estaban solo los dos sentados alrededor de una fogata improvisada en el campamento de esa noche. Uno de sus compañeros hacía guardia en un árbol fuera del rango que pudiera escuchar su conversación y el otro no estaba a la vista, probablemente aprovechando para orinar.

-No en el sentido tradicional al menos.- Aclaró, y Kakashi asintió dándole a entender que quería seguir escuchando al respecto.- Es algo que puedo hacer desde pequeño, no entiendo del todo el principio pero puedo escuchar como el chakra rebota sobre diferentes superficies.

-Ecolocalización del movimiento del chakra.

Iruka asintió complacido y asombrado por su respuesta.

-Supongo que es algo familiar, creo que mi madre tenía mejor manejo, pero nunca llegué a interesarme en el asunto hasta que ya no estaban para preguntarles.

Kakashi no presionó por detalles, pero recordaba que vivía solo cuando lo conoció. No era extraño en el mundo shinobi encontrar otros huérfanos como él.

-Jamás había escuchado de eso, suena interesante.- Admitió, pero Iruka no parecía convencido de ello.

-No es tan útil, no puede usarse a larga distancia. No es como un Byakkugan o un Sharingan.

A la mención sintió una pulsación en su ojo izquierdo. No había tenido que usarlo durante esa misión, y deseaba que continuase de esa forma.

Kakashi simplemente le dio una sonrisa vacía en reconocimiento y dio por finalizada su conversación.

Si Iruka Umino lo recordaba, jamás dio indicio de ello. No sabía como eso lo hacía sentir.

La misión que era tipo B, suponía un rápido reconocimiento de inteligencia, extracción de pergaminos clasificados y regreso a casa; se fue a la mierda.

Cuando llegaron a su destino un grupo liderado por un Nukenin se habían hecho con los pergaminos antes y tuvieron que salir a su búsqueda. Ni su olfato ni la habilidad de Iruka detectaron la emboscada a tiempo, y eso les valió la vida de uno de sus compañeros.

Finalmente si tuvo que usar su Sharingan y armar una rápida estrategia para recuperar los pergaminos y al menos uno de ellos volver a Konoha con los mismos. De los tres, Iruka era el de menor rango y sin estar seguro de sus capacidades en la lucha, le ordenó que una vez que recuperaran los mismos, fuera él quien escapara, mientras Kakashi y el jounin restante ganaban tiempo.

Durante la ejecución de la estrategia, todos cometieron errores. El jounin, dudó un par de segundos en batalla obligando a Iruka a retrasar su salida una vez que Kakashi le entregó los pergaminos, para defenderlo y bloquear con un sello un ataque que resultaría mortal. No llegó a detenerlo del todo, pero el impacto fue menor y le ocasionó heridad al jounin que lo dejaron tirado en el campo de batalla, todavía respirando.

Kakashi tuvo que usar más chakra del necesario para eliminar a múltiples adversarios, y obligar a salir al Nukenin de su escondite, que cuando finalmente apareció, le hizo optar por una estrategia de escape. Hizo clones que le permitieron ganar unos segundos para tomar a Iruka del antebrazo y abandonar la escena.

Los dos corrieron en dirección a la última Casa Segura de Konoha que habían visto al menos 20 km de distancia de su posición actual.

Cuando llegaron presionó su palma contra el umbral, la pequeña casa estaba protegida por un jutsu de cancelación de sonido y vista desde afuera parecía abandonada. Por dentro, era un pequeño cuarto práctico estilo militar, no mucho más grande que su habitación en las barracas.

Hizo la señal a Iruka para que entrara primero, mientras chequeaba por segunda vez buscando indicios de haber sido seguidos.

No se percató en el estado en el que el chunnin se encontraba hasta que cerró la puerta tras él, activando la barrera de nuevo. No se volvería a abrir al menos que otro ninja de Konoha apareciera.

Se había apoyado contra la pared, la mirada clavaba en el techo, estaba tenso y su cuerpo emanaba una pequeña cantidad de chakra agresiva.

-Umino-san.- Lo llamó, pero Iruka no lo miraba, tenía los ojos perdidos y había empezado a temblar.

-Cometí un error.- la frase salió muy baja, como si hablara para sí y no con la intención de que Kakashi lo escuchara.

-Umino... basta.

Empezar a culparse en esos momentos era lo menos práctico. Quiso decirle que todos habían cometido un error, que el fracaso era suyo, que era el capitán de la misión pero volvería a Konoha con dos hombres menos y la mitad de los documentos que inicialmente iban a buscar. Pero la misión todavía no estaba completada, ya tendrían tiempo para sentirse miserables, ahora tenían que permanecer compuestos.

Se acercó al chunnin posicionándose frente a él, le tomó por la cara para obligarlo a verlo. La mirada de Iruka había perdido ese brillo habitual y todavía temblaba.

-Umino-san... Iruka, mírame.-Le ordenó, y su tono de Capitán ANBU pareció surtir el efecto buscado, esos ojos marrones todavía opacos se enfocaron en su mirada. - La misión todavía no termina, pero suelta ese kunai.

Una de las manos de Iruka había estado tensa todo ese tiempo, pegada a su cuerpo contra el bolsillo de su pantalón en posición defensiva, donde el mango de un kunai sobresalía.

Los dedos trémulos se aflojaron contra el metal, pero todavía irradiaba esa aura combativa que Kakashi tenía que disminuir si no quería ser encontrado. La casa segura no los protegía de un ninja sensor y si Iruka continuaba emanando esa cantidad hasta un genin novato sería capaz de encontrarlos.

-Nobita-san esta muerto por mi culpa. Juutaro-kun...

-Estaba vivo cuando lo dejamos. Todavía debemos esperar a que regrese por su cuenta, Umino-san necesito que te tranquilices.

La lucidez volvió a los ojos de Iruka, empezaba a darse cuenta del riesgo que su estado actual estaba ocasionando para los dos, para la misión. Tomo una bocanada de aire tras otras.

"No, no así, estas hiperventilando." Pensó para sí. Por la expresión de terror en el rostro de Iruka, éste también se había dado cuenta. Kakashi sintió las manos del chunnin aferrarse a cada lado de su cara y lo siguiente fue la presión de su boca contra su máscara.

En respuesta su cuerpo de apretó automáticamente contra el suyo, sosteniéndolo contra la pared. El chakra violento en lugar de crecer, empezó a disminuir.

Las manos de Iruka fueron directo hacia el borde de su pantalón y empezó a bajárselo, liberando la erección que había estado haciendo presión contra el muslo de su Capitán segundos antes. Su otra mano tanteó el borde del pantalón táctico que Kakashi estaba usando, deteniéndose unos segundos. En su expresión desbordada lo miró como buscando permiso, a lo que Kakashi asintió, bajando en el acto su pantalón lo suficiente como para exponer su pene que ya estaba semi-erecto.

Sintió una sensación de deja vu al tener la mano de Iruka intentando sujetar sus dos miembros unidos y masturbarlos. La situación no era la ideal pero el contacto de su piel contra la del chunnin todavía se sentía magnífica. Kakashi aumentó la presión de su pelvis contra la del otro, friccionando con más fuerza. El movimiento provocó que Iruka se arqueara contra él y extendiera su cuello; la última vez no había tenido la oportunidad de verlo así de expuesto, la piel bronceada hacía un contraste hipnótico con la palidez de la suya; con la mano que sostenía a Iruka de la nuca usó su pulgar para acariciar la unión del cuello con su mandíbula.

En la oscuridad se habían perdido esos detalles, ahora la luz entraba clara por las ventanas, y al tenerlo así de cerca y de frente, podía aprovechar para tener una mejor visión del chunnin que frenéticamente los masturbaba.

La lubricación no era suficiente, el contacto entre ambos era caliente y con demasiada fricción, hasta por momentos doloroso, pero Kakashi se encontró disfrutándolo tanto como el gesto agónico de Iruka lo indicaba. Podía sentir el pulso acelerado en el cuello del chunnin, su respiración irregular le decían que no tardaría mucho en acabar. Por su parte se sentía incapaz de alejar sus ojos de la boca de Iruka, los labios apretados, mordiéndose el inferior con una fuerza que le hacía daño. Estaba tratando de no hacer ruido, pero todavía podía escuchar esos gemidos contenidos en su garganta.

Deseo poder volver a besarlo, recordaba la forma experta con la que Iruka lo había hecho la última vez. Ahogar esos gemidos con su propia boca y no tener que ser meramente un espectador. ¿Habría mejorado con los años? Seguramente. Pero era imposible confirmarlo en ese momento.

Recobró la razón por unos segundos, todavía consciente de lo duro que se había puesto bajo el contacto del chunnin, intentó prestar atención al ambiente que los rodeaba. No había rastro de presencias en las inmediaciones, pero el rastro de chakra que Iruka continuaba emanando los dejaba expuestos todavía.

Se sacó el guante de la mano libre y la usó para tocarlo en la piel sensible de los testículos, haciendo una presión firme pero sin dañarlos, se inclinó para hablarle directo al oído.

-Iruka... termina.

El tono firme lo hizo sonar como una orden, y lejos de resultar desagradable, provocó en Iruka exactamente eso. El chunnin exhaló gemido y con dos movimientos más acabó sobre su mano. Kakashi sintió el semen caliente contra su miembro y parte de su ingle. El sonido que hizo al terminar lo habían puesto al límite.

Mientras el cuerpo de Iruka se relajaba y lánguido se recostaba sobre la pared. Kakashi llevó la mano hasta su propio pene, con un par de movimientos eficientes el chunnin lo miraba hipnotizado como se tocaba hasta acabar. Cerró la palma de su mano contra el glande para contener su eyaculación y evitar en lo posible hacer mayor desastre. A diferencia de Iruka, el único sonido que emitió fue una suave exhalación de aire.

Iruka ya no temblaba, pero su emisión de chakra todavía era irregular. Kakashi lo miró a los ojos, y empezó a regular su propio chakra, disminuyendo paulatinamente el rastro, indicándole sin palabras que lo imitase. El chunnin lo hizo, empezó a controlar su chakra y reducirlo lentamente. Estuvieron así un par de minutos más hasta que el rastro de su energia fue cancelada y finalmente Iruka dejó de emitir señal alguna de chakra.

Kakashi sintió una sensación de alivio.

Con la eficiencia que lo caracterizaba se fue a limpiar la mano y acomodar el uniforme. De uno de sus bolsillos sacó una tela que humedeció con agua de las provisiones que la casa segura ofrecía, y se la llevó al chunnin, que se había deslizado por la pared y ahora estaba sentado en el piso, recuperándose aún.

Le ofreció la tela y vio como la tomaba y procedía a limpiarse en silencio. Ninguno volvió a hablar en todo el rato que estuvieron esperando ahí, hasta que tres horas después, cuando Kakashi supo que su compañero Jounin no vendría, dio la orden para emprender regreso a Konoha.

La misión había sido un fracaso. Expuso los detalles frente al Sandaime en su oficina, que lo escuchaba sin delatar nada en su rostro inexpresivo. Al final de su informe, Iruka se largo a hablar y echarse la culpa por lo que había sucedido. Tomó responsabilidad por los errores que había cometido y cómo eso había resultado en la muerte y desaparición de sus dos compañeros.

De haber sido otro momento o quizás otro subordinado, Kakashi habría encontrado la intervención ofensiva. Era él quien había estado a cargo, era su error, no el de Iruka. Pero en la reunión, ese día, no dijo nada.

El Sandaime los escuchó y solo asintió antes de despachar a Kakashi. Le intrigó cuando le pidió a Iruka, en cambio, que permaneciera unos momentos más en su oficina.

Se alejó de la Torre Hokage pensando en lo que acababa de suceder. Hiruzen era un tipo recto, pero justo, no creería que fuera a sancionar de alguna forma a Iruka por el fracaso de Kakashi como capitán. Sin embargo, con él nunca estaba seguro.

En otro momento se habría dirigido a su apartamento después de finalizada una misión donde no tenía más heridas que la escasa depleción de chakra que estaba sintiendo en ese momento. Pero al final decidió quedarse sentado en un árbol en medio del camino que distanciaba la Torre del departamento del chunnin. Si es que todavía vivía ahí, información con la que no contaba.

En algún momento durante la próxima hora, lo vio aparecer, pero no dirigirse hacia el complejo de departamentos, sino que continuó de largo y Kakashi lo siguió.

Iruka caminaba tranquilamente, tenía un pergamino en la mano. Unas calles más adelante finalmente se detuvo y desplomó sobre un banco al lado del camino. No habían casas o complejos de departamentos cerca de esa zona, la única edificación que se eregía al frente de donde Iruka había tomado asiento, era una construcción institucional. La Academia de Shinobis de Konohagakure.

El chunnin continuaba sentado, mirando el pergamino que tenía en sus manos. Kakashi se encontraba intrigado, pero por segundos dudó si era lo correcto intervenir en ese momento. La forma en que Iruka miró en dirección al árbol donde estaba oculto, dándole a entender que sabía que estaba ahí, lo hicieron desechar la duda y aparecer frente al castaño.

En la hora que estuvo esperándolo pensó cuales serían las palabras que le diría al momento de verlo, pero ahora no estaba segura de ninguna frase que había armado.

-No fue tu culpa. - Fue lo que le salió. Iruka resopló al escucharlo, en claro desacuerdo. - No fue sólo tu culpa. -Aclaró.- El resultado de la misión es directa responsabilidad del Capitán a cargo.

Iruka no respondió nada, continuaba mirando el pergamino cerrado en sus manos.

-¿Qué es eso? - preguntó Kakashi, curioso por el pedazo de papel y la forma en que el chunnin no paraba de observarlo.

-Mi baja del servicio activo, firmada por el Hokage Sandaime.

Continuó repitiendo las palabras de Iruka en su cabeza, intentando procesar lo que estaba oyendo. No tenía sentido alguno.

-Me parece un castigo excesivo para alguien que cometió un simple error en una misión.

Iruka negó con un gesto de cabeza, una sonrisa irónica en su boca.

-Prueba para alguien que cometió un error en sus últimas tres misiones, contando la muerte de tres colegas en resultado.

No tenia idea de como sido el caso del primero, pero las dos muertes de las que Kakashi si tenia conocimiento era una exageración atribuirlas al error de Iruka. Seguramente Hiruzen no era tan ciego para darse cuenta de ello, el castigo, aún asi, le parecía desmedido. Se preguntó si era demasiado tarde para volver a la torre y meter algo de sentido al Sandaime.

-Aún así.- Insistió Kakashi, a lo que Iruka no respondió nada.

Se sentó a su lado, deseando tener algo más que decir en un momento como ese. Pero fue Iruka el que rompió el silencio.

-En realidad, es algo que ya había venido hablando con Sandaime-sama. Entiendo que los shinobis morimos en las misiones, así es como sucede en más ocasiones de las que uno quisiera. Siempre pensé en mi propio destino y estoy listo para morir por la aldea o cualquiera de mis compañeros sin dudarlo. No estuve preparado para pensar en la muerte de otros... ¿soy un idiota, no?

Kakashi no estaba de acuerdo. Pensaba en Rin en momentos como esos. Todavía podía sentir la sangre de su amiga en su puño y moriría mil veces si eso le evitaba el dolor de su perdida. Pero eso también, comprendió a temprana edad, era parte del camino ninja.

-Los errores que cometí, Hatake-san, fueron porque tomé decisiones en acción que comprometieron el objetivo de la misión todo por intentar salvar a un compañero. Y aunque suene noble, son acciones estúpidas que terminan afectando la seguridad de la misión y a más compañeros shinobis.

Kakashi asintió lentamente, comprendiendo a qué se refería, pero también dándole a saber que lo seguía escuchando.

- Llevo algún tiempo hablando con Sandaime-sama, desde que mis padres murieron durante la invasión del Kyubi, él ha sido lo único que tengo parecido a una figura paterna. Le pedí consejo sobre como continuar con esto.

-Y... ¿qué fue lo que te dijo?

-Que mi corazón está en el lugar correcto, y que tengo la tenacidad más grande que ha visto en años en un shinobi. Que cualquiera fuera mi decisión, no tiene dudas que soy tan terco que lo llevaré a cabo. - Explicó dejando escapar una risita desapasionada.- Y... sé que tiene razón en algunas cosas, soy obstinado Hatake-san, mi falta de talento natural se compensa con lo duro que trabajo, sé que si quisiera dejar esta situación de lado podría, enfocarme en la misión y olvidarme de la responsabilidad que siento por la vida de mis camaradas. Pero sé que es un camino sin retorno para mi cabeza, sé que no podría volver de eso...

Kakashi imaginó a Iruka tomando ese camino. No le gustó visualizar ese brillo en los ojos chocolate del chunnin desaparecer, volverse una máscara como la que él había usado (todavía usaba) por tanto tiempo.

-Estuve pensando mucho en el asunto, pero decidí finalmente que no quiero hacerlo. No quiero dejar de ser yo, me ha tomado mucho tiempo sentirme bien con respecto a quien soy, y mi camino shinobi tiene que representar eso. Suena ingenuo, lo sé. Pero Sandaime me dijo hace mucho tiempo que hay varias formas de mantener viva la llama de la Voluntad de Fuego, y luego, el verano pasado tuve una misión clase D que consistía en ayudar a Kimiko Inuzuka-san en las actividades de verano en la academia, como asistente de la sensei. Admito en que en el momento me resultó tedioso tener que aceptar ese tipo de misión siendo un chunnin, pero desde el primer día disfruté mucho el trabajo.

Kakashi no entendía a los niños, no los había entendido ni siquiera cuando él mismo era uno, así que se sintió admiración por Iruka cuando le comentó lo último.

-He pensado mucho en eso que me dijo Sandaime-sama, pero hoy he decidido que el trabajo activo en misiones no es para mí, y quisiera contribuir a la aldea de otra forma. Esto,-señaló el pergamino en sus manos,- es mi baja del trabajo activo. A partir de la próxima semana dejaré las misiones para empezar mi entrenamiento formal como profesor en la Academia.

-Oh...- respondió Kakashi, sorprendido.

No había imaginado la posibilidad hasta que se lo dijo, pero encontró mucho sentido ahora que lo pensaba. Iruka tenia unos básicos impecables, su cabeza para la estrategia lo habían sorprendido, además de otras particularidades de su personalidad, era un sujeto agradable y la gente parecía disfrutar tenerlo alrededor. Lo había notado durante la última misión. Estar cerca de Iruka era agradable, si hasta un shinobi desalmado como él podía sentirse así, no dudaba que era el tipo de persona adecuada para estar cerca y cuidar de un pre-genin.

-Sé que debe parecerte una tontería, para un shinobi de tu calibre Hatake-san. - Por primera vez lo vio avergonzado, haciendo ese gesto de rascarse sobre la nariz.

Lindo. Volvió a pensar como años atrás.

-La aldea funciona porque existen diferentes tipos de shinobis, Umino-san, si todos fuéramos desalmados capitanes con sangre en las manos y nula capacidad para hacer otra cosa que no sea seguir órdenes y matar, sería imposible mantener esta aldea en pie. - El tono con el que hablaba era neutro, sin ninguna clase de emoción, como si estuviera contando un hecho irrefutable. - Me alivia saber que hay gente como tu... solo puedo salir a hacer misiones sabiendo que al volver, si vuelvo, habrán personas como Umino-san manteniendo la aldea en pie y cuidando a su gente. Creo que serás un gran sensei.

La expresión avergonzaba de Iruka se acentuó con un rubor que empezaba a cubrirle la nariz y mejillas.

-Ah... Disculpa si te impuse toda esta conversación, gracias por escucharme Hatake-san.- Agregó rápidamente un nervioso chunnin.

Kakashi sonrió y le hizo un gesto despreocupado con la mano, mientras se ponía de pie para irse.

-Kakashi... Hatake-san era mi padre, Umino-san.

-Ka...Kakashi-san, gracias. - Repitió, sus ojos chocolate recuperando ese brillo que Kakashi había empezado a disfrutar sobre todo después de la útima convesación. No quería verlo perderlo nunca.-En ese caso por favor, llámame Iruka.

La sonrisa en el rostro de Kakashi, solo evidente en la forma que se curvada su único ojo visible, se acentuó al escucharlo. Asintió e hizo un ademán de despedida con la mano, antes de desaparecer en la oscuridad de la noche.

Esa banca permanecía en el mismo sitio frente a uno de los laterales de la Academia, Kakashi la miraba y era capaz se recordar vivamente la escena que había sucedido ahí muchos años atrás. Sentía una sensación de orgullo al saber que probablemente era el primero que lo escuchó tomar la decisión de volverse sensei.

Una de las ventanas principales del segundo piso en el edificio del frente se abrió de golpe, Iruka sacó la cabeza y dirigió la mirada directamente al árbol donde Kakashi estaba sentado.

-¿Vas a entrar o qué? - le gritó, desapareciendo en el interior del cuarto, dejándole abierta la ventana que correspondía a la oficina principal del Director.

Kakashi sonrió divertido y de un movimiento ya estaba en el marco de la ventana.

La oficina principal era de menor tamaño que la suya, pero la arquitectura era muy parecida. Iruka sin embargo, estaba trabajando en otra más pequeña anexada al despacho principal, que era originalmente destinada para el subdirector de la Academia, puesto real del sensei.

Le gustaba un poco más ésta oficina, cuando entraba podía sentir más fuerte la presencia de Iruka en cada rincón. Desde cómo estaban organizado los libros en la biblioteca a la pila de pergaminos en la mesa. El olor a tinta característico del sensei le llegaba con intensidad y esa tarde además una jarra de té recién preparado se cernía en una mesita auxiliar al lado del escritorio que Iruka usaba para trabajar.

Kakashi no tuvo que pedir permiso, como siempre hacía, sacó la pila de libros en una silla apoyada sobre la pared y la puso frente al escritorio de Iruka, donde procedió a sentarse sin ceremonias. El sensei estaba ocupado revisando unos papeles, pero le hizo señas en dirección a la jarra de té.

-Sírvete y dame un poco, está recién preparado.

-Oh... ¿esperabas mi visita, Iruka-sensei? - Iruka levantó la vista de los documentos con una expresión de obviedad.

-No, la puse hace veinte minutos cuando sentí tu presencia en ese árbol del frente. ¿Qué se supone que hacías, por cierto? ¿Me estas espiando, Hokage-sama?

Kakashi sonrió divertido mientras servía el té para ambos.

-Solo descansando... ¿no puede un viejo sentarse al lado del camino a rememorar tranquilamente?

Iruka lo miró con la misma expresión exasperada que ponía cada vez que decía algo disparatado

-No eres viejo Kakashi.

-Ahh... a veces siento que sí.

Iruka dejo los papeles y se reclinó sobre el espaldar de su asiento, con un suspiro admitió para sí que él mismo tenía esa sensación a veces.

-En ese caso, sirvete todo el té que quieras y puedes quedarte aquí escondiéndote de tus secretarios cuanto tiempo gustes, pero yo voy a terminar esto.- Señaló una pila de hojas con fotografías sobre su escritorio.

-En realidad sensei, y por mucho que me guste la oferta de estar aquí sentado mirándote trabajar por horas,- Iruka revoleó los ojos, pero Hokage era sincero, en realidad la perspectiva de verlo le interesaba.- vine a traerte un par de cosas.

Puso sobre la mesa el primer paquete que tenía en la mano, Iruka-sensei había estado tan concentrado en su trabajo que no notó que traía algo a cuesta. Cuando el paquete envuelto en una tela se posó en frente suyo, pudo ver la expresión de sorpresa que tanto le gustaba en el rostro del castaño.

-¿Qué es esto?

Desenvolvió la caja de bambú del obento con sorpresa y deleite, Kakashi tuvo que reprimir una risa cuando escuchó el ruido que hizo el estómago del sensei al observar la comida.

-Quería devolverte el favor de la otra noche, te lo dije la otra vez, hasta un director interino tiene que parar a comer de vez en cuando.

-Espera un momento... esto es casero.- Apreció mientras masticaba el primer bocado.-Kakashi, ¿cocinaste esto?

Asintió despreocupadamente. Y le sirvió más te para pasar la comida.

-Maldita sea... ¿Hay algo que no sepas hacer bien? – Cerró los ojos con placer mientras disfrutaba un segundo bocado.

-Mi trabajo actual,-comento en tono de chiste.- pero todavía no se deciden a echarme. Me alegra que mi comida te guste sensei, puedo cocinar para ti cuando quieras.

Iruka le sonrió en respuesta, aunque apreciaba la sinceridad en la intención de Kakashi, sabía que el asunto era un poco más complicado que eso.

-La segunda sorpresa es ésta.

Saco de su bolsillo un par de pergaminos, ambos muy viejos por su aspecto.

-Te fuiste muy alterado de la última reunión, Iruka-sensei, cuando Matsuda nos advirtió que el presupuesto se estaba yendo por encima de lo disponible en el Fondo Hokage.

Los gastos operativos de armar un nuevo edificio para el Orfanato habían resultado mayores a lo esperado. La verdad es que ninguno de ellos tenía idea de lo que costaba construir algo hasta que Matsuda desgloso los números frente a ellos. Las opciones habían sido recortar algunos gastos o pedir dinero al Consejo, ninguna de las dos eran muy agradables.

Iruka tomó el primer pergamino en sus manos, abriéndolo con cuidado para no romperlo. El papel estaba amarillo pero podía leerse con claridad.

-Te dije que el proyecto había sido planteado antes, esos son los planos completos de un Orfanato con mayor capacidad de albergue. Al parecer Minato-sensei los hizo hacer pero quedaron archivados.

El castaño estudiaba con atención cada detalle en el papel, las habitaciones, el jardín, todo estaba ahí pensado. Hasta tenía una enfermería propia. El diseño cuidado pero sensible era justo lo que tenía en mente.

-Esto nos ahorra el gasto del diseño. -comentó sin poder creerlo. Era demasiado bueno.

-Si, pero además está lo otro.

Fue Kakashi quien abrió el segundo pergamino. También era un plano, pero salvo por lo que parecía ser vivienda, el resto eran coordenadas de bosque y parte de un río, con uno de los muros de Konoha cómo límite posterior.

-¿Qué estoy mirando, Kakashi?

- Todo esto, sensei, es la Estancia del clan Hatake. O lo que queda de él…- se señaló divertido.

-¡Es enorme! ¿Dónde está metido todo esto? Jamás lo había visto.

-Al contrario sensei, lo ves todo el tiempo. -Con una sonrisa juguetona le señaló la ventana que tenía a sus espaldas.

Iruka se giró para contemplar el paisaje de árboles del terreno que lindaba con el campo de la Academia.

-¿Esto es en serio?

El Hokage asintió divertido de poder revelárselo.

-La academia se encuentra por aquí,- señaló uno de los costados del plano- todo este espacio será destinado para construir el nuevo edificio. Creo que la cercanía con este será ideal para tu proyecto, Iruka-sensei.

-Kakashi…

Se había quedado sin palabras, miraba de nuevo la extensión de tierra con el emblema de la familia Hatake dibujado en la esquina superior derecha.

-¿Estás seguro de querer hacer eso? Está es tu casa.

-Esto lleva tiempo sin ser mi casa, sensei. En realidad llevo algún tiempo pensando en qué hacer con estas tierras. Esta parte de aquí linda con los bosques de la familia Nara, a veces Gai y yo íbamos entrenar ahí, ahora se que Lee y él llevan a sus alumnos, por eso me parecería bien abrirla al público como campo de entrenamiento.

-¿Y está? – señaló el castaño al otro lateral, dónde una huella de pata de perro parecía haber sido marcada con tinta.-¿Es la pata de Pakkun?

Kakashi empezó a reírse mientras se rascaba la nuca con vergüenza.

-Que buen ojo sensei, es justamente eso. Toda esta parte se comunica con las tierras de los Inuzuka, en realidad inicialmente les perteneció a ellos pero se unió al complejo Hatake por herencia matrimonial.

-¿Los Inuzuka están relacionado con los Hatake?

Tenía sentido, cuando Iruka lo pensaba bien, la afinidad con los perros de ambos clanes era conocida.

-Por matrimonio, -repitió- pasó a ser parte Hatake cuando mi madre se casó con mi padre.

-No tenía idea de que tú mamá había sino Inuzuka.

Kakashi asintió, no es que hablara mucho de ella, en realidad no la había conocido. La gente solo había comentado que era una gran Kunoichi, que amaba a sus perros y que Kakashi se parecía demasiado a ella, sobre todo el lo fino de su rostro y el lunar bajo el labio. Alguna de sus tías, del clan Inuzuka, le había comentado que también tenía una capacidad para decir cosas inapropiadas en momentos de seriedad.

Kakashi se preguntaba si se habrían llevado bien , de conocerse.

-Aquí es donde Pakkun y mis otros ninken prefieren jugar. No hay límite demarcado con las propiedades del clan , por eso sus perros también entrenan en este espacio.

Ya no los podía sacar tanto como antes, y es le generó una punzada de culpa. Quizás debería ir pronto, tal ves invitar a Iruka a acompañarlo.

-Me gustaría conocerlo.-Dijo el sensei, cómo si hubiera leído sus pensamientos.

Le asintió, volviendo a sonreír.

-Cuando querías. Hasta podría cocinarte de nuevo.

Iruka le correspondió con una sonrisa relajada, mientras terminaba su plato.

-Kakashi… estás seguro de esto? ¿Qué hay de la casa?- señaló la vivienda en medio de la propiedad.

No era muy grande, lejos estaba de parecerse a la mansión Hyuga. La propiedad era un edificio mediano de corte más militar, una estructura solida y bella, pero sencilla. Al menos así la recordaba.

-El consejo lleva tiempo intentando convencerme de que debería usarla de vivienda principal como Rokudaime. Pero necesita un montón de reparaciones que no tengo tiempo de hacer.

-Parece una casa preciosa, ¿ése es un estanque?

-Si, también tiene un jardín. -Se señaló la zona donde estaba en el dibujo, justo frente a la galería. -Es hermosa, pero demasiado grande para mí sensei. La mayoría del tiempo duermo en mi escritorio o en el viejo departamento en las barracas jounin. No sabría que hacer con tanto espacio…

Otro en su lugar probablemente la llenaría de una esposa y muchos hijos, pero eso jamás había estado en sus planes. Se mantuvieron en un silencio denso por varios minutos.

-Gracias Kakashi, es demasiado generoso.

-Maah sensei, no es para tanto. No soy el único que pensó en esto, Sasuke penso en darte toda la Villa Uchiha para que hicieras lo mismo.

-¿De verdad?

La villa Uchiha era casi o más amplia que la Estancia Hatake, pero a diferencia, tenía mucha más construcción en sus tierras.

-El consejo lleva un tiempo también queriendo hacer algo con ese terreno, pero siendo el último Uchiha vivo el lugar técnicamente es suyo. Así como los tesoros del clan.

Kakashi había visto la lista, iban desde pergaminos con jutsus secretos hasta artefactos históricos a oro, mucho oro. El consejo había estado más que gustoso se declarar a Sasuke como traidor para hacerse parte de su herencia, pero el Sandaime y Kakashi nunca se lo permitieron. Ahora de regreso en la Aldea, y aunque pasaba más tiempo fuera de ella que viviendo ahí, Sasuke volvía a ser el dueño legítimo de todo eso.

-Sasuke quiso darnos todos, incluso el tesoro, pero espero que me entiendas sensei, decidí no aceptarlo. Al menos no todo.

Iruka no parecía enfadado por lo que acababa de admitir, aunque si curioso.

-Sakura está embarazada.- Informo en voz baja. Estaban solos, pero nunca se podía ser demasiado cauto. – Va a volver pronto a la aldea para continuar sus cuidados hasta el parto. Sasuke continuara fuera, en una misión.

El sensei asintió mientras procesaba lo que acababa de oír. La noticia no era buena o mala, solo eso, una noticia. Albergaba un cariño especial para sus dos ex alumnos, pero nunca había entendido del todo la relación entre ambos.

-Ahora que habrá un nuevo Uchiha, la herencia también le pertenecerá. El dinero puede no significar nada para Sasuke, pero tener un hijo cambia el panorama. Por eso acepte solo una parte de la donación.

-Si, si, por supuesto. Voy a escribirle una carta de agradecimiento… y felicitaciones, supongo.

-Naruto todavía no lo sabe, creo que tengo que pedirte discreción en el asunto sensei.

Iruka asintió pensativo, probablemente preguntándose cómo se tomaría Naruto la noticia. Kakashi también tenia su propia dosis de preocupación, pero era un tema del que prefería no hablar. Al menos no en ese momento, y por la expresión ausente de Iruka, tampoco él.

Kakashi le palmeo el hombro.

-Gracias Kakashi. – dijo finalmente el sensei. Iruka se reclino hacia adelante en su escritorio, para verlo de cerca, con una sonrisa de alivio.

Ese brillo en sus ojos, Kakashi no quería verlo desaparecer jamás.