El final del verano coincidió con un viaje oficial del Hokage a Sunagakure con fines diplomáticos.

En sí la visita había durado poco más de dos semanas, pero la organización previa a un movimiento de esa magnitud significaba horas largas y tediosas de preparativos.

La Aldea Oculta de la Arena con los años se había vuelto una nación hermana y los intercambios eran frecuente, aunque era Gaara y su contingente los que frecuentemente viajaban a Konoha, sobre todo para aprovechar la ocasión y ver a su hermana. Kakashi tenía la obligación de viajar al país desértico dos o tres veces al año. Odiaba cuando las visitas caían en verano.

Por muy hermosa que Sunagakure fuera, el calor agobiante de los días y las heladas de la noche eran especialmente duras en esas épocas. Su sequito acompañante, ANBU, asistentes y otros guardias shinobis, siempre tenían un mal humor que iba creciendo con los días en su estancia. Los nativos de la aldea los recibían muy bien, pero eso no compensaba el tener arena metida hasta en tus partes más íntimas hasta el final de la jornada.

La peor parte de ese tipo de viajes, significaba no poder hablar con cierto sensei. Su proyecto estaba casi terminado, empezaría la etapa de obras en cualquier momento, pero Shikamaru había sido quien se encargó de ultimar detalles con el director, ya que él había estado ocupado con la planificación del viaje en cuestión.

Shizune además lo había amenazado con delatarlo al Consejo si seguía escapándose de la oficina como lo hacía. No servía dejar a un clon sentado en el escritorio si después toda la aldea lo veía pasear por las calles, y meterse a escondidas en la Academia.

Disfrutaba estar de regreso en Konoha, el calor todavía presente era menguado por la brisa fresca de la tarde. Y disfrazado como su alter ego Sukea, cierto fotógrafo de ojos grises relajados, podía sentarse en una banca y comer tranquilo sin que nadie lo molestase.

Shizune debería aprender una lección de esto: cuando alguien le dice a Kakashi Hatake que no puede hacer algo, definitivamente tiene que hacerlo después.

Si además esa banca estaba en frente a cierto edificio que debía supervisar, no podía quejarse, estaba trabajando. Era conveniente, además, que esa banca quedase en un camino que el sensei solía tomar al salir de la Academia para su casa.

Sonrió para sí mismo al sentir que la banca era ocupada por una segunda presencia. Siempre era agradable volver a ver a Iruka después de un tiempo sin hacerlo, le generaba nerviosismo mezclado con euforia. Además, el sensei siempre se veía mejor de lo que lo recordaba, hoy llevaba su uniforme shinobi con mangas cortas. El chaleco táctico de verano y la banda en el brazo que lo identificaba como Director Interino no estaban presentes, lo que lo hacía parecer más relajado y joven.

El verano había hecho maravillas con su piel, podía notar unas pecas sobre el puente de su nariz que no habían estado presentes la última vez que lo vio.

-¿Bienvenido? - preguntó tentativamente, con una sonrisa cómplice en sus labios. - Así que ahora finges ser alguien más para escaparte... a Shizune no le va a gustar esto.

-Hay una lección para ella en esto, Iruka-sensei.

Le guiñó un ojo mientras sonreía, provocando que el castaño se quedara boquiabierto y el rubor coloreara su rostro intensamente. Kakashi se sorprendió por la reacción, pero disfrutaba verlo así.

-Si quisieran buscarme no les sería difícil encontrarme, como acabas de hacer, Iruka-sensei.

No estaba ocultando su chakra, solo su apariencia. Iruka asintió, bajando la mirada y observando lo que estaba haciendo.

-Entiendo, no puede ser agradable tener a tanta gente alrededor todo el tiempo. Pero... ¿En verdad esto es lo mejor que tienes para hacer, Rokudaime-sama? - Iruka se reclinó hacia él y bajó la voz, asegurándose de que solo sus oídos escucharan la pregunta. - Sentarte al lado del camino a comer...¿eso es fruta?

-Melón.- Le mostró el pequeño cuenco con melón cortado que había comprado en un puesto callejero, una cuadra atrás. - ¿Quieres?

Pinchó un trozo de fruta y se lo llevó hacia la cara.

-Abre la boca sensei.

Iruka automáticamente abrió la boca para recibir la fruta. Kakashi demoró un segundo extra en dársela, observando sin culpa la expresión del castaño, quería guardarla en su memoria para recordarlo así más tarde. Sonrió complacido cuando el otro le quitó el alimento con los labios y su rostro expresó sorpresa y agrado mientras masticaba.

-Está muy buena.- Admitió.- Sigue siendo bastante aburrido, Kakashi.

-Mm... no lo sé, me gusta verte con la boca abierta sensei, de haberlo sabido compraba más.

Una nueva ola de sonrojo invadió el rostro de Iruka quien le asestó un codazo sin fuerza en reprimenda.

-De todas formas, estoy trabajando de encubierto. -Kakashi señaló en dirección al edificio de T&I que tenían en frente.

Iruka observó un anexo en el edificio principal que no había visto antes, recién terminado y con la pintura fresca, la entrada principal era una puerta separada del edificio mayor. Había escuchado que el proyecto de Yamanaka Ema fue aprobado con facilidad por el consejo y rápidamente llevado a ejecución. La impresionante velocidad daba como resultado que dos meses después, ya estuviera casi listo.

Unos trabajadores todavía continuaban en la entrada, preparando lo que parecía ser un jardín. Un par de shinobis jóvenes, ambos rubios y cabello largo, que Iruka había visto trabajar en la tienda de los Yamanaka, coordinaban la colocación de plantas y flores. El contraste del sombrío edificio de T&I con la entrada del nuevo anexo era notorio, pero agradable. Además, recién veía la estatua alrededor de la cual acaban de colocar una fila de plantines florados, que, aunque todavía eran pequeños, en un futuro crecerían alrededor de la figura de piedra de manera hermosa.

Kakashi tenía la mirada fija en la estatua, que por su apariencia no debería llevar colocada ahí ni un par de días. Se trataba de la figura de un shinobi, la banda de Konoha en la frente y el cabello largo. Demoró unos minutos en darse cuenta de quién era.

-¡Oh! - Exclamó el sensei, al percatarse que estaban en frente de la figura del legendario shinobi Hatake Sakumo.

-Ohh...- lo imitó Kakashi, con un gesto alegre que contrastaba con la tristeza en sus ojos. - Yamanaka-san lo propuso y no tuve ningún buen argumento para negarme.

Iruka por instinto estiró su mano sobre la de Kakashi, apoyada en la banca. Al sentir el contacto se giró para mirarlo, y le dedicó una sonrisa agradecida.

-Yo creo que fue una buena idea, Sakumo Hatake fue un gran shinobi y merece ser recordado como tal. Que su lucha personal nos recuerde que no estamos solos, y que está bien buscar ayuda.

La mano de Kakashi se tenso al escucharlo, pero asintió, sin apartar la mirada de la piedra con el rostro de su padre.

Iruka había escuchado las historias del colmillo blanco de Konoha, su poder había sido comparable con la de los sannin, algunos decían que quizás mayor, pero además la gentileza y humildad de sus actos eran recordados por todos. Así como su terrible final.

Y aunque conocía su nombre y leyenda, nunca había visto su apariencia.

-No tenía idea de cómo se veía, era un hombre bastante atractivo.

Ante el comentario del sensei, Kakashi se giró de golpe, mirándolo con expresión entre divertida y consternada.

-¡Sensei! No te creía del tipo que iba tras señores mayores. - Le dio un codazo juguetón en las costillas.

La realidad era, pensó Kakashi, que su padre había muerto más joven que él. En la actualidad ya había superado por dos años la edad en la que Sakumo se había quitado la vida.

-Lo era, un hombre muy apuesto.- Admitió Kakashi, recordando la suave expresión del rostro de su padre. - Lo siento sensei, pero todos dicen que me parezco a mi madre.

-¿En serio?

-Ahh... eso dicen.- Se encogió de hombros.

-Yo sí puedo ver algo de Sakumo-san en ti, un parecido. Al menos en los ojos y ese cabello.- Señaló en dirección a la cabeza de la estatua. Kakashi revoleó los ojos en respuesta, pero todavía sonreía.

-Estoy agradecido con el arduo trabajo de Yamanaka-san.- Iruka asintió, dando a entender que coincidía con su sentimiento. - También con el tuyo, Iruka.

Kakashi le sujetó la mano sobre la que el sensei había puesto la suya, haciendo una pequeña presión.

-Me gustó volver a verte, sensei, siempre es bueno regresar a casa y encontrarte.

La franqueza con la que hablaba, sonrisa en los labios y expresión relajada, Iruka no podía quitarle los ojos de encima. El calor empezó a subir en su rostro, sentía la cara ardiente y sabía que tenia la boca abierta en una expresión poco atractiva. Kakashi, aun con esa apariencia de cabellos castaños y marcas púrpuras sobre las mejillas, era deslumbrante.

El Hokage se dio cuenta el efecto que su comentario había tenido en él, y con una expresión juguetona se acercó hasta tener su rostro a unos pocos centímetros, como solía hacer de vez en cuando para ponerlo nervioso.

-¿Estás bien sensei? Siento que hoy tengo un efecto especial en ti.

Si el rostro de Iruka había estado sonrojado antes, ahora estaba en llamas. Se removió para poner distancia entre ellos y movía los brazos para tratar de explicar. No sabía si enojarse o pedir disculpas, era enervante.

-¡Es ese estúpido henge tuyo!- Señaló el rostro de Sukea.- ¿Hacía falta ponerse la apariencia de un tipo tan apuesto? Me... distrae. - Confesó, cruzándose los brazos sobre el pecho.

Ante su postura defensiva la sonrisa del Hokage se amplió más. Kakashi se volvió a acercar, esta vez hacia su oído.

-El tema es, sensei, que no estoy usando ningún henge. Solo un mero disfraz. - Mientras admitía esto último, se llevó la mano hacia una de las marcas en el rostro, despegando lo que parecía ser una simple tira adhesiva púrpura cubriendo la cicatriz sobre su ojo izquierdo. - Me alegra saber que puedo distraerte, Iruka. - susurró, pudo sentir la vibración de sus labios contra la piel de su oreja.

Iruka estaba en shock, tratando de procesar lo que pasaba, cuando el otro shinobi habló antes de desaparecer en un shunshin.

-Ahora tengo que dejarte, el deber llama. Nos veremos pronto, bye bye sensei.

¿Qué es lo que acababa de pasar?

-El maldito... ¡el muy maldito! - Exclamó furioso y confundido, parecía ser que se había convertido en la única persona viva en conocer el verdadero rostro del Rokudaime Hokage. Su corazón había dado un vuelco y se negaba a volver al ritmo habitual.

Iruka se desplomó sobre la banca donde había estado sentado antes, el plato de fruta yacía inerte olvidado sobre la superficie.

En los años posteriores a la misión fallida con Iruka Umino, Kakashi había adquirido dos o tres hobbies.

Las actividades de distensión eran tan importantes para su cabeza como el entrenamiento, le había dicho la shinobi de T&I que lo interrogó después de dejar ANBU. En ocasiones un ninja aburrido puede ser peor que uno fuera de control.

El panfleto que le habían entregado antes de largarlo de regreso a la sociedad enumeraba una serie de actividades como sugerencia. Sin tener otra idea, Kakashi decidió probarlas casi todas.

Así fue como terminó con una planta y un libro bajo el brazo de regreso a su departamento un día. Había recogido lo primero que vio en el mercado, una novela erótica con contenido tan ridículo que lo fascinó desde la la segunda página. Así es como la saga Icha Icha, del gran ninja pero cuestionable autor Jiraira-sama, se volvió su adicción.

La planta, a la que llamó Ukki-san, era la única decoración en el mueble junto a su ventana, salvo por la fotografía de Minato-sensei y su antiguo equipo. El panfleto hablaba de como la jardinería podía resultar una gran fuente de relajación. Kakashi no se sentía especialmente relajado cuando la regaba dos veces por semanas, pero se sentía bien volver y tener a alguien/algo esperándolo al regresar a casa.

La tercera recomendación del panfleto, y estaba remarcada como la más importante, era pasar tiempo de ocio con amigos. Cuando leyó la frase en el papel supo que sería más complicado que ir a la tienda. No tenía muchas personas en su vida con las que quisiera pasar tiempo.

Suponía que competir contra Gai en sus diferentes desafíos podría contarse como tiempo de ocio. Aunque a veces eso también entraba en la categoría de entrenamiento. Decidió contarlo más dentro de lo primero. Tenzo era una persona con la que disfrutaba hablar, a diferencia de sus actividades con Gai, el silencio y humor negro de su kohai solían relajarlo. Pero desde que se había reincorporado como Jounin sus agendas de misiones eran tan distintas, que casi no podía verle.

La imagen de Iruka se le vino a la mente. No podía considerarse su amigo, de hecho, prácticamente no se conocían. Pero hablar con él había sido muy fácil la última vez. Estaba claro que se debía a la naturaleza cándida del chunnin y no a la capacidad conversacional de Kakashi, pero de todas formas sentía que había un potencial ahí.

Iruka había empezado su entrenamiento como sensei en la Academia, así que no había posibilidad de cruzarlo en una misión o en la sala de entrega de misiones donde en ocasiones los ninjas, durante las esperas, podían encontrar un momento para fraternizar.

Intentó acercarse a Asuma y Genma, sobre todo al primero, pero ellos tampoco parecían tener mucho contacto con el futuro sensei desde qué había iniciado sus estudios.

Si Kakashi decidió esperarlo en el techo de su edificio o espiarlo desde un árbol frente a la academia (que en realidad estaba dentro del terreno Hatake, lo que servía como excusa si alguien lo miraba raro), era sólo para buscar el mejor momento para acercarse y empezar una conversación.

Seis meses después de la primera vez que lo siguió, todavía seguía sin hablarle.

El espiar a Iruka mientras asistía como auxiliar en la Academia o caminaba de regreso a su casa (en varias ocasiones tarde, cargado de libros y pergaminos, rostro exhausto), se volvió otro de sus hobbies.

Si era legal o no, estaba en el terreno de lo debatible.

Disfrutaba ver al chunnin y descubrir que no sólo era un tipo amable, sino que tenía un carácter explosivo que lo hacían terrorífico de enfrentar. Kakashi hizo la nota mental de nunca llevarle la contraria. Sus pre genin parecían disfrutar empujar el limite de su paciencia, pero ese talento "ecolocalicazión de chakra", como le llamaba en su cabeza, era muy útil cuando tenia a enanos traviesos y una tiza en mano.

Un par de veces durante esos años se topó por accidente con el aprendiz de sensei, una vez en el mercado y otra fuera de la floreria del clan Yamanaka cuando fue a comprar fertilizante y una nueva maceta para Ukki-san. Ambas veces el chunnin lo recordó al verlo, Kakashi le hizo una seña levantando la mano para saludarlo, e Iruka le sonrió o hizo algún tipo de gesto de reconocimiento en su dirección. Probablemente ambas habrían sido momentos aceptables para empezar una conversación, pero tampoco lo hizo.

De todas formas el Hokage Sandaime-sama parecía disfrutar darle misiones solitarias clase A, por lo que los días libres en la aldea no eran tantos ni tan seguidos.

Alrededor de tres años después de la conversación que tuvo con el chunnin, se topó a la salida de la oficina del Sandaime con Asuma, quien casualmente le comentó que los exámenes de la academia serían pronto e Iruka de aprobarlos, sería oficialmente un instructor.

Además, le dijo, que algunos de ellos estaban planificando llevarlo a comer en Ichiraku y luego a beber en un bar cercano al puesto de ramen. Asuma no estaba seguro de si era su amigo, pero recordaba que alguna vez Kakashi le había preguntado por el chunnin, sintió que debía mencionarlo.

Kakashi agradeció la información con un aire casual. Pero esa noche, después de que Iruka finalmente se había convertido en sensei, se encontró caminando en el área donde estaba en puesto de ramen.

Los vio a lo lejos festejando, muchos de los que lo rodeaban eran el mismo grupo de shinobis que recordaba de la última vez en el bar. Suponía que, si se acercaba a comer y casualmente captaba la atención del sensei, podía al menos felicitarlo sin que fuera muy extraña su aparición.

Estuvo pensando tanto en cómo hacerlo, que la oportunidad desapareció frente a sus ojos. Todo el comensal de ninjas prácticamente empujó a un eufórico Iruka hacia el bar más cercano.

Cuando tomó asiento en Ichiraku ramen, se encontró solo pidiendo una porción de comida. Con sensación de fracaso decidió acabar su plato y volver a casa, en realidad tenía una misión temprano al día siguiente. Otro solo clase A.

De camino a su departamento escuchó que alguien gritaba su nombre.

-¡Kakashi-san! ¡KAKASHI-SAN!

Se giró en dirección al llamado y con shock descubrió que no era otro que el mismísimo Iruka quien repetía su nombre mientras agitaba el brazo por el aire. No habían estado mucho tiempo adentro del bar, Kakashi no se explicaba como lo encontraba afuera del establecimiento con tal estado de ebriedad. En algún momento de la noche se le había soltado el cabello y la banda de shinobi, que siempre traía en su frente, le colgaba laxamente alrededor del cuello.

Se detuvo y desde el otro lado de la calle, levantó su mano e hizo un pequeño gesto de saludo.

Aquello pareció animar más a Iruka, quien con todo el rostro enrojecido sonrió e intentaba cruzar la calle al parecer, para ir a su encuentro.

La situación era bizarra.

Entre los amigos de Iruka encontró el rostro familiar de Genma, Mitarashi Anko y dos chunnin que siempre andaban juntos y custodiaban la entrada de la aldea, cuyos nombres Kakashi no recordaba. El ex ANBU había palidecido al verlo, y parecía intentar convencer a Iruka de volverse a meter al bar. Los otros dos chunnin lo sostenían, uno de la cintura y otro por el brazo, intentando retenerlo. Anko simplemente saltaba y gritaba en apoyo a Iruka, la kunoichi era la más borracha en ese momento.

Finalmente, ninguno pudo detener al sensei, que se soltó y cruzó la calle, el frio de la noche acentuaba más el rubor de su cara.

-¡Kakashi-san! Esto es muy extraño, yo estaba hablando de ti y de pronto apareces como si fueras algún tipo de psíquico.

Intentó darle sentido al comentario del shinobi frente suyo, pero por como arrastraba las palabras sospechaba que ni el mismo Iruka había entendido de lo que hablaba. Kakashi asintió lentamente, dándole a entender que lo estaba escuchando.

-Kakashi-san, - de pronto su rostro se tornó serio.- ¿puedo hablar contigo un minuto?

-¿Sí?- Respondió.-¿Estás bien Iruka-san? Tus amigos te están llamando.

El castaño hizo un gesto con la mano desestimando a sus amigos.

-No les hagas caso, les gusta meterse en mis asuntos. ¿Podemos hablar Kakashi-san?- volvió a repetir.

-Claro... ¿de qué quieres hablar?

El chunnin miró al suelo y luego a los costados, dubitativo.

-Aquí no, en otro lado. - Pidió. Acto seguido le tomó por la mano y empezó a caminar, arrastrando a Hatake Kakashi un par de cuadras mientras se alejaba de los demás.

En algún momento Iruka decidió detenerse, todavía mirando a sus alrededores, como buscando algo.

- Iruka... ¿A dónde me estás llevando? - Quiso saber. El castaño lo miró por primera vez desde que decidiera raptarlo, y con una sonrisa de victoria señaló a un callejón vacío al costado del camino.

Sin estar muy seguro, decidió llevarle la corriente y acompañarlo. Se detuvo al final, en la oscuridad pudo notar que la actitud envalentada del chunnin comenzaba a flaquear y alternaba entre mirarlo a los ojos y al piso sin decidirse a hablar.

-Creo que debería felicitarte. ¿No? - Kakashi se apiadó del más joven y fue él quien habló primero. -Iruka-sensei, finalmente.

Cuando lo escuchó llamarlo de esa forma, los ojos nublados del castaño ganaron determinación y se echó hacia adelante, arrinconandolo contra uno de los muros. La piedra angulosa y helada en su espalda lo tomaron por sorpresa, pero no tanto como cuando vio al chunnin echarse de rodillas frente a él.

Sintió las manos del sensei en su pantalón, con la misma urgencia que recordaba lo había hecho años atrás. El aire helado de la noche contra su piel descubierta fue opacado por la sensación de los labios tibios de Iruka contra su ingle, había empezado a darle besos alrededor del nacimiento de su pene.

Kakashi exhaló en sorpresa, tomado desprevenido, se mantuvo quieto con las manos en el aire, sin saber exactamente dónde ponerlas.

-Iruka... ¿Qué estás haciendo? - preguntó con voz estrangulada.

El chunnin, quien parecía disfrutar acariciar su pene contra la piel de su mejilla, le sonrió divertido, con una expresión cargada de lujuria.

-Creo que sabes exactamente lo que estoy haciendo, Kakashi-san.

El Iruka tímido de unos minutos atrás había desaparecido sin dejar rastros. Kakashi entendía en frente a un muchacho decidido y cargado tanto deseo que le generó vértigo.

Abrió la boca y empezó a lamer el largo de su miembro. Había estado flácido tras la sorpresa inicial, pero ahora lo sentía hincharse bajo la lengua del chunnin.

Las rodillas se le aflojaron y tuvo que sostenerse contra la pared para no caer, la visión de Iruka lamiéndolo y metiéndose su glande entero entre sus labios juguetonamente, era demasiado abrumadora. No podía apartar la mirada de él, jugaba con su lengua apretándola dentro de la boca contra la punta de su miembro.

-Ahhh...- Exhaló un quejido cuando el castaño se llevó el resto de su pene a la boca. Una de sus manos se reposaba sobre la cadera de Kakashi, la otra con los dedos curvados alrededor de la base de su erección.

Podía sentir la sonrisa sobre la piel de su pene, una experiencia que jamás había tenido.

La cabeza de Iruka comenzó a moverse, subiendo y bajando para chuparlo. No podía tomarlo por complejo con su boca, pero notaba como se forzaba a tragar más con cada estocada.

Quizás tenía que recuperar la compostura y separarlo, su conciencia (que sonaba muy parecido a Tenzo) le decía que Iruka estaba intoxicado y probablemente no estaba en condiciones para consentir lo que estaba pasando.

Se le escapó un quejido al sentir la forma en que la mano insistente en su cadera, lo mantenia atrapado contra la pared. Visto así, técnicamente el atacado había sido él. Sabía que ese tecnicismo no convencería nadie.

Dejó su pene y en un rápido movimiento la boca de Iruka atrapó una de sus bolas, chupándola con la misma entrega. Primero una, después la otra y de nuevo su miembro. Sabía que su respiración se estaba agitando, y aunque al principio el entusiasmo de Iruka había sido descoordinado, ahora empezaba tomar un ritmo que lo estaban sacando de control.

Llevó una de sus manos a la nuca del chunnin, tocando su cabello y con el pulgar acariciándole la mejilla. Iruka, con la boca todavía llena de su pene, se reclinó sobre la caricia y Kakashi nunca había visto una imagen tan tierna y obscena en su vida.

El joven sensei cerró los ojos, disfrutando la forma en que Kakashi acariciaba su nuca y mejilla. El pulgar se deslizó hacia la boca, Iruka con una docilidad que estaba empezando a resultarle intoxicante, se dejó separar los labios y recibir sin reclamo el movimiento de cadera que Kakashi realizó.

Jamás pensó que podía haber algo tan adictivo, los ojos chocolate entrecerrados, labios separados y relajados, Iruka se estaba dejando penetrar la boca sin ningún reproche. Al contrario, había empezado a gemir de una forma descarada, si había alguien pasando por la calle de seguro sería capaz de escucharlo. A Kakashi no le importó nada de eso, solo quería generar más sonidos en la garganta del chunnin.

-Ahh...- volvió a exhalar un gemido ahogado por la máscara, sus ojos oscuros con la pupila dilatada, no se apartaban del castaño.- Que visión eres, Iruka-sensei... ah,- admitió, voz entrecortada por los movimientos de su pelvis. - No puedo dejar de verte.

Quería recordarlo así, sabía que eso sería material interesante de masturbación en el futuro. Su corazón latía desbocado, estaba por acabar en cualquier momento.

Iruka pareció notarlo, porque empezó a succionarlo y en un par de movimientos más, Kakashi sintió el orgasmo recorrerle por toda la columna y dejarlo sin equilibrio. Su semen llenaba la boca del castaño, quien hacía su mejor esfuerzo para tragarlo todo. Estaba consciente de que su respiración jadeante seguramente podía escucharla cualquier transeúnte pasando por la calle, mientras le limpiaba con el pulgar el líquido blanco que caía por la comisura de sus labios.

Perdió la fuerza en las piernas y empezó a deslizarse contra la pared, tratando de recuperar el aire. Iruka, igual de agotado terminó reclinándose hacia adelante, su frente contra el pecho del jounin. Kakashi lo abrazó sin pensarlo, sosteniéndolo mientras cerraba los ojos.

Cuando sus pulsaciones empezaron a regularse, sintió la respiración lenta y acompasada de Iruka. Abrió los ojos y lo encontró inconsciente. Se había quedado dormido, pero salvo eso, parecía estar bien.

Intentó pensar con calma su siguiente movimiento. Ya sin los sonidos que habían estado emitiendo momentos antes, el callejón estaba tranquilo y silencioso. Suspirando, alzo a Iruka en sus brazos y decidió que llevarlo hasta su casa era lo menos que podía hacer en una situación como esa.

Aunque no podía pretender saber que era lo normal en una situación así, era la primera vez que alguien lo acorralaba en la calle contra un callejón para practicarle sexo oral. Kakashi se imaginaba que cosas así solamente pasaban en su novela favorita. Aparentemente no.

Sonrió divertido mientras veía el rostro relajado de Iruka, se había acurrucado contra su pecho como si tuviera intenciones de quedarse a dormir ahí toda la noche. No pudo evitar notar la humedad en el pantalón del joven sensei. ¿Se habia corrido sin siquiera tocarse? ¿Sólo con hacerle eso a Kakashi?

Soltó una pequeña risa, ese chico lo sorprendía cada vez más.

Saliendo hacia la calle principal con intenciones de dirigirse hacia el departamento de Iruka, sintió dos presencias conocidas.

-Asuma... Genma.- Saludó. Los dos parecían acabar de llegar (Kakashi agradeció que no hubieran aparecido un minuto antes), Genma tenía los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión desafiante. Asuma por su parte, solo lo miraba expectante, quizás algo confundido.

-Se puede saber a dónde vas, Kakashi. -Preguntó, dando una pitada al cigarrillo que tenía en los labios. Su tono no parecía enfadado, solo casual.

-¿Qué haces con Iruka, Kakashi-kun?

En retrospectiva, suponia que Genma tenía motivos para parecer alterado. Acaba de ver salir a uno de los jounin más peligrosos y extraños de la aldea de un callejón oscuro con su amigo inconsciente en brazos.

-Maa... mah, sólo pensaba que lo correcto sería llevar al sensei a su casa. Parece que la emoción del festejo lo dejó agotado.

Se separó unos segundos para mostrarle que Iruka, en efecto solo dormía. Eso pareció tranquilizar al shinobi con el senbon en los labios.

- ¿Sabes dónde vive si quiera? - objetó Genma.

Por supuesto que lo sabía, había estado más de una vez en el techo de ese edificio leyendo tranquilo, esperando captar un vistazo del chunnin de salida o regreso de sus clases. Además estaba esa única vez en la que había sido invitado, pero probablemente no era buena idea mencionar ninguna de las anteriores. Kakashi optó simplemente por encoger sus hombros, con aire casual.

-No te preocupes, yo me encargo desde aquí. Soy el único que sabe abrir sus departamento por emergencias.- Comentó Asuma. Se acercó y Kakashi le cedió el cuerpo del muchacho, aunque se había sentido reticente a hacerlo por unos segundos. Asuma era un tipo decente, y en verdad Kakashi no había pensado en el tema de la cerradura. No podía ir y dejar a Iruka acostado en el pasillo y marcharse como si nada.

-Hai... Lo dejo a tu cuidado, Asuma.

-¿No tienes una misión mañana?- preguntó, casual. Era el mismo tono con el que hablaban en ocasiones en la sala de misiones, mientras esperaban en la fila para entregar reportes.

-Sí, debería irme.

Asuma asintió y Kakashi solo le dio una última mirada al sensei, antes de agitar su mano en un gesto perezoso de despedida y desaparecer.