Capítulo 31
Sesshoumaru hacía un repaso de su día mientras miraba el techo de la que había sido, y por insistencia de su madre, seguía siendo su habitación en casa de ella. El día había sido lo que podía denominarse 'entretenido', ¿hace cuánto no pensaba así respecto a sus actividades diarias?, no pudo ni quiso realmente hacer tal cálculo mental. Tan solo hace cuarenta minutos todos habían decidido retirarse a sus respectivos cuartos a descansar pero, con el tiempo, su cuerpo había creado cierta resistencia al acto involuntario de dormir cuando estaba cansado. Sin embargo, esa noche estaba sintiendo lo que hace mucho no sentía, sus músculos se estaban relajando de forma natural haciéndole sentir el agradable contacto de las sábanas sobre su cuerpo y la suavidad del colchón bajo su espalda.
¿Cómo se había hecho tan dependiente a las sustancias toxicológicas?, ¿cómo había perdido así el control de su cuerpo?, ¿cómo era posible que hasta ahora no sintiera esa abrumadora vergüenza por cómo había estado llevando la situación?
Viendo todos esos años en retrospectiva, estaba siendo mortalmente consciente de cómo cada una de las personas que querían a Kagome -y estaban al tanto de la situación- habían sufrido por su ausencia. Cada uno a su manera, desde su propia forma de afrontar la vida y los problemas, habían dado una lucha admirable ante la incertidumbre del vacío que había dejado la pelinegra desde que fue alejada de Nápoles por Colbet.
Y eso no era todo.
Aun teniendo que afrontar ese dolor, ninguno se había olvidado de él, habían estado para el japonés aun cuando ni siquiera él tenía las fuerzas para soportarse a sí mismo; cada vez que miraba un poco más atrás en el tiempo, las distintas caras de todos iban apareciendo en su camino para corroborar el hecho que nunca le habían dejado solo, que independientemente de sus posiciones en su vida lo habían apoyado y ayudado casi sin merecerlo realmente, porque él, él simplemente se encerró en sí mismo preocupándose tan solo por su propio dolor, como el hombre egoísta que había sido toda su vida.
¿No es eso algo nuevo Sesshoumaru?
Claro que no imbécil. Bonita actitud de mierda, por cierto.
Una risa seca resonó en sus oídos en medio de la oscuridad. Incorporándose levemente para coger su medicina y el vaso con agua de su velador, luego de haber encendido la lámpara, sus ojos se detuvieron algo más de tiempo en las grajeas que ahora sostenía en sus manos. Pasó con algo de dificultad un poco de saliva por su garganta mientras estudiaba los distintos colores y formas de las pastillas, hasta que finalmente las devolvió a la mesita de noche y bajó lentamente el agua del vaso.
No quiero esto.
Nunca más.
Con la iniciativa que no tenía en años, decidió que su vida debía cambiar en ese preciso instante. Kagome era el amor de su vida, no había más ni lo habría aunque volviera a nacer y si el resto podía dar la lucha, entonces él también.
¿Qué pensaría de él si lo viera de la forma en que estaba?
Sentándose en el borde de la cama frotó su rostro con ambas palmas y suspiró. Nadie había dado por perdida a Kagome, así que él tampoco lo haría. Ella volvería, tarde o temprano lo haría, y cuando eso sucediera él estaría esperándola con los brazos abiertos para retomarlo todo exactamente en el punto en que había quedado, las heridas sanarían, los problemas se afrontarían, las cosas se solucionarían y serían felices, muy felices juntos…
Y nunca más se apartarían.
Saliendo de su cuarto descalzo, con su pantalón de pijama y una cómoda musculosa de algodón, caminó por los pasillos de la casa hasta llegar a la puerta de Shippo. Llamó muy levemente a la puerta, mas, cuando no escuchó confirmación alguna, abrió suavemente la misma para corroborar si el chico dormía o no. Desde la entrada y gracias a la luz de su mesita de noche, vio al muchacho despatarrado en la cama, vuelto sobre su estómago y con las sábanas hechas un lío sobre su cuerpo. Esbozó una sincera sonrisa mientras lo veía descansar plenamente. Ese día lo había llevado a una clase de jujitsu con su antiguo maestro, un viejo parco y solitario que seguía siendo un genio de la disciplina marcial. De primera le había costado coger el ritmo al encuentro amistoso con el viejo, pero una vez que lo consiguió, lo hizo realmente bien. Habían sido solo un par de horas, pero Shintaro seguía siendo un instructor denso, con un método implacable que hacía desistir a los más débiles al poco rato de estar con él.
Shippo era genial.
A su corta edad ya había sufrido muchos más duros golpes que él y había logrado ponerse cada vez de pie sin perder la sonrisa de su rostro. Tenía mucho que aprender del chico. Sin duda, había sido uno de los motores primordiales en su proceso depresivo durante todo ese tiempo. Nunca pensó que podría sentirse tan afín a un pequeño, pero cada vez que reflexionaba acerca de él, las palabras de Kagome y el recuerdo de su padre venían a él.
'Quisiera tener hijos contigo algún día, ¿querrás tú?'
Tratando de apartar esos pensamientos, cerró la puerta tras él y se devolvió por el pasillo en dirección al cuarto de su madre. También había un leve haz de luz filtrándose bajo la puerta, pero en vez de tocar como lo había hecho anteriormente en el cuarto del niño, solo se quedó de pie frente a la puerta, pensando en qué diría o haría realmente si llamaba a ella. No fue consciente del sonido que hizo su madre al acercarse al umbral y, para ser sinceros, le sorprendió que solo se mantuviera al otro lado de la puerta esperando a que él diera el siguiente paso. Gracias a la sombra que se formaba por la rendija, comprobó que su madre realmente no se movería de donde estaba.
-¿Puedo entrar? –dijo sin tocar la madera. No hubo demora al abrir la puerta, pero los ojos de Irasue demostraban un poco de vacilación.
-¿Sucede algo cielo? –Sesshoumaru negó levemente esquivando un poco su mirada. La mujer se hizo un poco al lado-, adelante.
El hombre ingresó silencioso a la habitación sin saber muy bien qué hacer, mas, una vez fijando su vista en la cama, se dirigió directamente a ella y se tendió sobre la misma. Irasue luchó con la emoción en su pecho sin hacer ningún tipo de pregunta más. Volvió hasta su cama e ingresó en ella hundiendo levemente el colchón bajo su peso. Sesshoumaru se veía increíblemente largo tendido al lado de ella. Había dejado el libro que estaba leyendo sobre la cama, por lo que lo cogió entre sus manos sin saber realmente qué hacer con él, mientras su hijo descansaba con sus brazos cruzados bajo su nuca. La mujer jugueteó con las páginas rebuscando el marcador, lentamente lo puso donde había quedado para luego dejarlo sobre su mesita de noche y descansar sus manos sobre sus piernas.
Silencio.
Los segundos pasaron y lentamente fue girando su rostro en dirección a su hijo, detallando sus hermosos rasgos de príncipe. Su cabello, a la altura de los hombros, reposaban de forma casual en sus antebrazos; su cuerpo, aunque compacto como el granito, estaba mucho más delgado de lo que era su contextura habitual, por lo que la piel en sus pómulos se estiraba más haciéndolos destacar. Sus rasgos eran serenos pero distantes y mientras pensaba en los detalles de la elegante forma de sus cejas y lisa frente, queriendo acariciar su precioso rostro, la recta línea de su nariz le hizo notar que se estaba moviendo hacia ella y, de pronto, su cabeza buscó apoyo en su regazo, acomodando su cuerpo junto al de la mujer para no quedar en una pose incómoda donde la pudiera aplastar.
Irasue casi saltó ante el contacto.
Delicadamente, una de sus finas y delicadas manos de madre comenzaron a peinar las platinadas hebras de cabello del chico, mientras un leve nudo se formaba en su garganta.
-Nunca te he dado las gracias. En todo este tiempo… nunca te he dado las gracias por todo lo que has hecho por mí.
Irasue tuvo que contener las lágrimas. Sesshoumaru había entrado en ese estado que tanto amaba de él, pero que le provocaba una profunda pena ya que pocas veces lo adoptaba y solo cuando las cosas no iban bien para él. Ella lo había denominado 'el estado de cachorro grande'. Antes que pudiera responder nada, el prosiguió.
-Siempre has estado ahí para mí, me has soportado, me has dado mi espacio y nunca te he dicho lo bien que me haces sentir. Sé que te he hecho sufrir viéndome, prácticamente, autodestruirme todo este tiempo; sé que te causo dolor con la actitud que he tenido porque te preocupas por mí, porque soy tu hijo y me amas de una forma que ni siquiera puedo llegar a comprender del todo, pero quiero que sepas que soy consciente de todas y cada una de las cosas que has hecho y haces siempre por mí. Cuando era pequeño, ¿recuerdas la historia que me contaste sobre cómo los niños escogen a sus padres? –Sesshoumaru pareció resoplar una leve risa-, siempre pensé que era una fantasía, que había sido un buen cuento para ir a dormir pero… si fuera cierto, entonces volvería a elegirte una y mil veces… siempre.
Irasue hizo una mueca tratando que no se notara cómo sus emociones se desbordaban. Luchó con las lágrimas tras sus párpados, pero se acumularon de tal forma que lentamente comenzaron a bajar por sus mejillas.
-Eres la mejor madre del mundo, pero esa es solo una de las razones por las cuales te amo. Nunca he sido una persona fácil de tratar, pero tú siempre has sabido cómo llevarlo y te quejas increíblemente poco por lo borde que soy –Irasue no pudo evitar sonreír, sin embargo, sus lágrimas continuaron descendiendo-. Todo este tiempo lo único que he hecho ha sido revolcarme en mi propia miseria, sobreponer mi dolor, mis frustraciones y mis problemas por sobre la de los demás aun cuando todos me han mostrado su apoyo y han tratado de ayudarme y… me enferma darme cuenta lo inútil e infantil que he sido todo este tiempo. Quiero que sepas que no voy a continuar siendo esa persona, me cansé de ser esto en lo que me he convertido, siento que he tocado fondo y eso, en parte, ha sido gracias a ti, porque en todo este tiempo he sido un maldito desagradecido de las personas y cosas buenas que están en mi vida, he tratado de apartarlas, sin darme cuenta que realmente me han dado fuerzas para seguir adelante. Soy consciente que nunca volveré a ser una persona 'normal' hasta que no tenga a Kagome de nuevo a mi lado, que me sentiré incompleto hasta que ella vuelva a mí, que el amor que siento por ella me dolerá hasta que la vuelva a ver y sea correspondido nuevamente... pero necesito salir de este estado; quiero encontrar a la persona que era y que perdí en estos cinco años, quiero volver a sentir el control sobre mí mismo, sobre mis pensamientos... mis sentimientos, mi cuerpo... y sé que si tú no estuvieras aquí para mí, entonces no podría hacerlo o me costaría cien veces más.
Sesshoumaru se reacomodó en el regazo de su madre y la vio directamente a los ojos. Irasue luchó contra el impulso de apartar sus lágrimas para que su hijo no se viera interrumpido con el deseo de consolarla. Ella trató de rehuirle la mirada, pero una de sus manos delineó el contorno de su rostro, por lo que no pudo evitar contraerlo en una nueva mueca de dolor. El barrió delicadamente con el dorso de sus dedos el salino camino que bajaba desde sus ojos. Cuando ella volvió a encontrarse con la ambarina mirada de su hijo, se dio cuenta que parte de sus lágrimas habían caído en el rostro de él, pero a este no parecía importarle.
-Gracias por todo mamá. Te amo –y entonces le sonrió cálidamente, como no lo hacía en años, y sus lágrimas se mezclaron con una incipiente felicidad que se hizo notar gracias a su mueca de felicidad- ¿Sabes que hasta cuando lloras te ves terriblemente elegante?
Al contrario de lo que pensó el chico, aquel comentario hizo llorar más a su madre, por lo que se incorporó para poder abrazarla y acunar su cabeza en su hombro.
-No llores... Siento haberme demorado tanto en darme cuenta.
-Gracias… gracias por estar de vuelta Sesshoumaru.
Suikotsu se encontraba dando vueltas por el nocturno paraje cubierto de abetos. Era su turno dentro del relevo y en quién más confiaban para poder hacer un registro de la zona. Llevaban casi una semana en el lugar, pero cada vez que tenía la oportunidad de poder estar solo haciendo sus inspecciones nocturnas, podía divagar respecto a la premura con que los días habían transcurrido desde su llegada al país en el corazón de Europa central.
En este momento, solo se trataba de afinar detalles.
Roux, el francés de la Interpol, les había entregado la ubicación exacta de donde se encontraba la señorita Kagome; cómo lo había logrado seguía siendo toda una sorpresa y no porque subestimaran precisamente a la italiana, sino porque esto significaba que la mujer había estado esperando a por ellos durante todo este tiempo y, quizá, había tratado con anterioridad de fugarse por sus propios medios, solo que para alguien con cero entrenamiento en este tipo de cosas era increíblemente complicado.
Súmale a eso que no se trataba solo de ella…
Porque, claro, si de sorpresas se trataba, le hecho haber descubierto que la misión de rescate sería 'doble', pues eso sí que completaba la cuota de sorpresas por todo lo que quedaba de año. Por cosa de costumbre, cuando Bankotsu reunió al grupo y contó la gran noticia, los ojos de ambos hermanos se trabaron en una silenciosa forma de comunicarse, sin embargo, la cara de InuYasha y su reacción en general, era de esas cosas que uno suele decir 'se recordarían por siempre'… solo que no estaba del todo seguro si bajo el título 'sweet memories'.
Como un verdadero lince, acompañado de ágiles y seguros movimientos, trepó un árbol en menos de un latido de corazón y sacó sus prismáticos digitales. Ahí estaba el viejo caserón, solitario, enclaustrado en una fortificación natural donde el camino para llegar a la carretera se calculaba en unos buenos 30 kilómetros. Colbet había calculado bien los detalles ya que el lugar presentaba dificultades naturales que no levantaban sospecha alguna de la situación o personas que se encontraban en ese lugar. El panorama no presentaba ningún movimiento particularmente llamativo, pero eso para alguien común, ya que gracias a su trabajo no le costó mucho comprender la formación que habían adoptado los súbditos del húngaro.
Nada mal.
Sacando una pequeña grabadora, hizo una nota de voz en la cual disponía coordenadas, altitudes, relieves, senderos, distancias y tácticas de ordenamiento para su propio equipo, estaba en ello cuando unos focos desviaron su luz desde la carretera hacia el maltrecho camino de tierra hacia la vieja finca. Redirigió sus movimientos, guardando la grabadora y volviendo a poner delante de sus ojos los prismáticos. Al gran todo terreno no le costó cubrir la distancia hasta la parte delantera del caserón y cuando aparcó Colbet bajó del auto seguido de un rubio que salió por la puerta del conductor. No pasaron 15 minutos cuando el pelinegro volvía a salir por la puerta de entrada, seguido de cerca por un niño.
Así que ese era Saxton Colbet.
Apretando el botón de acercamiento, pudo divisar casi a la perfección a ambos. El pequeño parecía hablarle animadamente y, ¡vaya!, Naraku le sonreía. Desde el umbral de la puerta se asomó una pelirroja que solo se recostó un poco en la misma mientras miraba distraída al pequeño. Su pose aparentaba tranquilidad, pero algo en la forma en cómo movía la cabeza y se arreglaba el cabello tras las orejas le demostró que no era del todo así… o solo era que la conocía.
Colbet cargó al pequeño, quien encerró sus piernas en torno a su cintura, sacó algo de uno de los bolsillos de su pantalón y se lo entregó, entonces el niño puso una radiante expresión dirigiendo su mirada de la mano al rostro del mayor. Para cuando lo dejó nuevamente en el suelo, Saxton rodeó sus piernas en un abrazo y Colbet se dobló en su altura para abrazarlo por los hombros y besar su cabeza. Hizo un simple gesto a la mujer en la puerta mientras el niño se alejaba de él y posterior a eso, subió al auto y volvió a marcharse, pero esta vez solo. Mientras madre e hijo intercambiaban palabras, cerraron la puerta de entrada y entonces de distintos puntos que rodeaban el sitio, comenzaron a alumbrarse señales rojas que delataron algunos puntos ciegos que había pasado por alto en su primera observación.
Perfecto.
Tenía todo lo que necesitaba.
Sango estaba encerrada en el baño de su habitación. La habitación que compartía con Miroku. El inglés había estado un poco extraño desde el día anterior cuando habló con Jakotsu. La verdad, es que fingía realmente bien y sabía que en el fondo lo hacía para no preocuparle, no porque realmente estuviera en algo turbio y no pensara contarle con el tiempo. Con certeza, si llegara a enfrentarlo para que le rebelara lo que estaba sucediendo, este le contaría y por lo que lo conocía, Miroku parecía estar tomándose su tiempo porque no sabía cómo hacerlo.
Esto tenía que ver con Sesshoumaru.
Quizás el japonés había tenido un retroceso en su tratamiento o, ¿quién sabe?, un inesperado avance en el mismo. El solo pensar que realmente podría tratarse de algo malo le apretaba el estómago. No quería perder otro amigo, se negaba a pensar de esa manera, pero haber visto a Sesshoumaru ser tragado por esa especie de oscuridad vacía y desesperante que lo mantenía en un estado catatónico, era terrible. Y no era como si el nipón no hubiera parecido tener leves mejorías, sin embargo, Jakotsu les había detallado cuidadosamente la gravedad de la situación cuando todo esto había comenzado y cómo no sabía a qué atenerse ya que nunca habían pensado en un tratamiento para las drogas que creaba su hermano.
Antídotos, sí. Tratamientos, jamás.
Pero eso no era lo que realmente le preocupaba en ese momento. No del todo por lo menos. El leve sonido que hizo el dispositivo sobre el mármol del lavamanos la sacó de sus pensamientos y antes de dirigirse a él, volvió a corroborar que la puerta tuviera el seguro puesto. De vuelta, se miró en el espejo, notó que su peinado no estaba del todo correcto, lo cual era mentira por supuesto, pero igualmente deshizo la coleta y comenzó a cepillar lentamente, de arriba abajo, una y otra vez, dilatando la situación actual. Cuando sintió que la puerta de la habitación se abría y Miroku la llamaba mientras ingresaba al cuarto, la castaña se puso tan nerviosa que pasó a aventar el cepillo de cerdas, que chocó con uno de los vasos donde tenían los cepillos de dientes y este con el dispensador de jabón.
-¿Sango? –la voz de Miroku estaba justo detrás de la puerta-, ¿amor? –el sonido del picaporte siendo manipulado, pero llegando a tope con la cerradura, solo hizo que la voz del hombre sonara más intranquila- ¿Sango, estás bien?, nena, abre la puerta.
-¡Un segundo! –con manos temblorosas aun, la chica comenzó a poner todo en su lugar. Los cepillos y el dentífrico se escaparon de sus manos por lo que maldijo levemente mientras hacía un segundo intento. Sin siquiera ver el pequeño aparato digital, lo cogió y envolvió en una de las toallas de mano del estante a su derecha, para luego esconderla en el fondo de uno de los cajones donde ella guardaba sus útiles de aseo personal y demás cosas.
Miroku no había insistido ni una sola vez más desde que ella le había hablado, lo cual la impacientó mucho más y sin siquiera volver a hacerse la coleta quitó el seguro y abrió un tanto brusco la puerta. Los azules ojos del hombre la miraron fijamente unos segundos, para luego comprobar el resto de su cuerpo. Mientras guardaba las manos en los bolsillo de su pantalón miró por sobre el hombro de la chica y actuó de forma normal, aunque un poco tirante, mientras estudiaba el interior del baño.
-¿Pasa algo? –Sango le sonrió mientras se apartaba un mechón de cabello de rostro, dándose cuenta que no lo había atado.
-No, solo hacía cosas de chicas y pasé a tirar algunos vasos por casualidad –dijo mientras se volvía a la repisa donde se encontraba empotrado el lavamanos y tomaba su coleta-, ¿todo bien por tu lado? – preguntó volviendo a él y cogiéndose el cabello, pero Miroku se acercó a ella cogiéndola de las manos.
El japonés la miró silenciosamente mientras la hacía descender sus brazos, acariciando con sus pulgares de forma circular la parte interior de los mismos. Sango pensó por un momento que podría sospechar algo, a Miroku nunca se le pasaban las cosas y era sorprendente cómo detectaba los más mínimos cambios de humor en ella, como si fuera capaz de leerle los pensamientos en ocasiones. Un poco nerviosa todavía, se obligó a sonreírle tímidamente mientras pasaba la lengua por sus labios que se habían secado de pronto, a lo que él desvió la mirada sobre los mismos, trabándose en ellos más de lo necesario.
-Me encanta cuando dejas tu cabello suelto –la alemana suspiró y entonces acortó la distancia para posar su boca en la de él, mientras su hombre subía sus manos a su cuello para tener mayor contacto con las hebras de su pelo.
-Entonces por ahora lo llevaré así.
-¿Qué pasa si con ello me excito y termino haciéndote el amor? –Sango lo empujó levemente a lo que este comenzó a caminar de espaldas junto a ella.
-Pues… tenemos una cama justo detrás tuyo –le rodeó la cintura con sus brazos mientras sus lenguas hacían un breve contacto, por lo que entre beso y beso él respondió.
-Como si la necesitáramos…
La chica sonrió y capturó con demanda la boca de su hombre, mientras este topaba con la parte posterior de sus piernas el colchón y maniobrara hábilmente para sentarse sobre el mismo con ella a horcajadas sobre sus caderas. Sango comenzó a frotarse sobre el sexo de él al instante, recorriendo con sus manos pecho y hombros de él. Miroku gruñó con satisfacción mientras ahuecaba el trasero de ella, yendo bajo su falda y arañando el encaje de sus pantaletas como queriendo romperlas.
'Sí, por favor, rómpelas'.
La mujer estaba preparada para todo tipo de respuestas de su pareja, pero que él gimiera como sufriendo, se apartara un poco de ella y se tirara sobre su espalda cubriéndose el rostro como teniendo una especie de debate interno… eso era algo totalmente nuevo.
-¿Miroku? –dijo entre jadeos la chica, tratando de recobrar un poco la compostura, normalizando su respiración. El inglés posó ambas manos sobre su cabeza y la volvió a mirar y, aunque el primer pensamiento de ella fue preguntar si todo estaba bien, su cuerpo se adelantó a todo raciocinio y su boca fue a parar al cuello de él, donde comenzó a lamer de forma ascendente para luego bajar y subir nuevamente, mordisqueando la mandíbula de él.
-Kuso… -aun no sabía que significaba eso, pero Miroku solía decirlo cuando se excitaba contra su voluntad. Sabía que era jugar sucio, pero su cuerpo se onduló sobre el de él, a lo que este comenzó a elevar cada vez más las caderas para poder rozar lo más posible el sexo de ella- Espera… Sango… detente un momento… -su voz estaba forzada y notaba que realmente le costaba pedirle que se detuviera, sobre todo teniendo en cuenta lo apasionado y desenfrenado que era respecto al contacto con su cuerpo.
Pero Sango quería hacerlo.
Ahora.
Incorporándose sobre las caderas de su amante, le sostuvo la mirada un tanto desafiante. Miroku la miró con ojos un tanto preocupados, entonces ella tomó el bordillo de su vestido y comenzó a subirlo por su cintura… aunque no pudo llegar muy lejos.
-¡Sango!, ¡espera! –Miroku se sentó bruscamente haciendo saltar a la mujer sobre su hinchado miembro, por lo que tuvo que apretar los dientes ante la corriente eléctrica.
-¿Qué ocurre? –preguntó realmente enfadada la chica mientras su ceño se fruncía. El chico de la coleta la miró a los ojos por un momento para luego abrazarla y esconder el rostro en sus pechos. Se suponía que hacía eso para calmarse un poco, pero al sentir como ella se quedaba quieta sin siquiera abrazarlo y con su bragueta a punto de estallar, su cara comenzó a frotarse en aquel abultado y delicioso busto.
'Solo un poquito. Luego volvemos a lo que íbamos Miroku'.
Pero el aroma que se desprendía desde la ropa de ella lo comenzó a marear terriblemente. Su mente comenzó a repetir la partícula no una y otra y otra vez, hasta que de pronto pareció que la gritaba dentro de su cabeza. Para cuando se dio cuenta, estaba mordiendo uno de los pezones de Sango por sobre el vestido, y las manos de ella comenzaron a estrujar sus hombros.
Miroku tomó el dichoso vestido, lo levantó y se lo quitó más que rápido gracias a la ayuda que ella le prestó, entonces tuvo camino libre para apartar hacia ambos lados el encaje del brasier y meterse de lleno uno de los pechos de ella a la boca. Como era un glotón, masajeaba y apretaba el pecho libre, para alternar las succiones y caricias de uno a otro. Siempre le habían encantado los pechos y los se Sango eran y serían por siempre sus favoritos, cosa que lo regocijaba cada vez que los tenía en la boca ya que era la confirmación de que eran de él, de nadie más que él, completamente de él…
-M-Miroku… -la voz entrecortada de ella lo hizo volver de pronto a la realidad. Se detuvo en seco con la lengua sobre uno de los rosados botones y sus ojos fueron a los de ella, como si lo hubiera descubierto haciendo algo que no debía. Ella le sonrió apartándolo un poco para besarlo brevemente- Quiero hacerte el amor, pero ahora que sé que hay algo en tu cabeza eso me está distrayendo –Miroku se apartó mientras ella volvía las copas a su lugar y acariciaba levemente la parte de su cuerpo donde él había estado trabajando tan bien-. Puede que sea una celosa que solo quiere que pienses en ella mientras lo hacemos, pero creo que sería mejor si primero aclaramos lo que tenías que decirme.
-Aun cuando tenga preocupaciones, en el momento en que estoy dentro tuyo es solo en ti en lo que puedo pensar. Quiero que eso quede claro. Tú estás siempre primero –Sango sonrió y jugueteó con su nariz.
-Y solo para que sepas, deseaba tanto tenerte dentro de mí que iba a utilizar cualquier recurso para que eso fuera así… pero soy una muy buena persona y me retracto de haberte querido obligar a hacerlo.
-Tú oblígame todo lo que quieras, yo encantado mi vida…
-Primero hablemos –la chica miró hacia los lados buscando su vestido, pero hizo un leve puchero mientras él se recostaba un poco sobre sus codos.
-¿Pasa algo?
-Creo que es mejor que me ponga el vestido, pero… primero necesito una nueva pantaleta –los ojos de Miroku fueron disparados a su entrepierna y comprobó la humedad en ellos, de inmediato una sonrisa apareció en su labios y sus ojos se iluminaron como si fuera un niño a quien le habían prometido un cucurucho de su sabor favorito.
-¿Puedo lamer un poco? –dijo poniendo cara de cachorro recién comprado. Sango bufó una risa, lo besó una vez más y se apartó de él para ir a uno de los cajones de la cómoda. Miroku la dejó pero se deleitó con ella contorneándose mientras se quitaba una prenda para ponerse de inmediato la otra. Al volver, él le tendió el vestido y ella se sentó a su lado.
-Soy toda oídos –el hombre a su lado la miró con una expresión entre duda y frustración, por lo que ella tomó una de sus manos y se la llevó a los labios para depositar un beso en sus nudillos y luego entrelazar sus dedos en los de él.
-Dios –suspiró pesadamente el chico-, no sé cómo decirlo -Sango dudó un poco, no quería interrumpirlo, pero su preocupación habló por ella.
-¿Pasa algo con Sesshoumaru?
-No… o sea, también se trata de él, pero… no, no directamente… Dios –dijo apretando los ojos.
-Estoy aquí mi amor, lo que sea estamos juntos, sabes que puedes confiar en mí –Miroku aguardó unos segundos y volvió a ella su azulina mirada.
-Se trata de Kagome.
Sango no pudo respirar por unos instantes.
-Roux ha encontrado a Kagome… Ban, Suko e InuYasha han viajado a Hungría y esperan traerla de vuelta.
Sango se llevó una mano a la boca. Sus dedos temblaron sobre sus labios y pronto las lágrimas estallaron de sus ojos. Miroku trató de continuar lo más rápido posible para acabar luego con el sufrimiento de ella.
-Jak ha venido a mí ayer para contarme sobre todo lo que está pasando. Todos estos años han estado trabajado paralelamente a Leduc, él lo ha tenido complicado ya que está siendo vigilado por sus superiores y estos solo quieren capturar a Colbet, no les importa mucho qué pueda pasar con Kagome y eso, por lo que expresa Jakotsu, lo ha cabreado a tal punto que está trabajando a espaldas de la institución. Ese tipo está arriesgando todo por su hermana, aun cuando prácticamente no se conocen, pero el que tenga un alto sentido moral nos ha favorecido de esta manera. Le llevó tres años dar con Colbet y hace poco lograron obtener la pista definitiva para llegar a ellos –Sango hipó levemente y Miroku la atrajo a su cuerpo-. Confío en nuestros muchachos Sango, también en Roux... siento que puedo hacerlo. Jak dijo que se han preparado todo este tiempo para este momento y estoy seguro que la traerán… ellos volverán con nuestra Kagome.
-¡Miroku! –Sango se colgó a su cuello. Su cuerpo se estremecía con el llanto que bajaba por sus mejillas, pero también por la risa de felicidad que comenzó a brotar de su pecho.
Ambos cogieron sus rostros al mismo tiempo mientras sus narices se rozaban y reían como dos chiquillos. Miroku igual estaba llorando y todas las muestras de cariño y ánimo que se expresaban el uno al otro, comenzó a llenar de esperanza y optimismo la habitación. Cuando ambos lograron componerse un poco, Sango comenzó a encerrarse en un silencio vacilante. Miroku comprendió en el momento y se sintió mal al pensar que eso no era todo lo que tenía por contarle.
-Dios… ¿están seguros de lo que están haciendo?, digo, esto es peligroso, no solo para Kagome… Ban, Suko… ¿qué hay de Inu?
-Es mejor que no pienses en eso nena. No puedo mentirte en este punto y aunque no es para nada mi área… creo que ambos podemos imaginarnos cuáles son las complicaciones. Colbet demostró ser una persona peligrosa, fría y calculadora, pero los hermanos y las personas con las que cuentan les hacen el peso sin duda, basta recordar cómo actuaron el día del secuestro. Fue el mismo Roux quién dijo que su escuadrón actuó de manera impecable.
-Miroku… -el inglés miró a su amada, esa preciosa cosita que parecía encogerse como una niña pequeña.
-¿Qué pasa mi amor?
-… Tengo… miedo… ¿qué pasa sí...?
-Nena… -el hombre la abrazó y posó su barbilla en la cabeza de ella- No puedo prometerte nada, quisiera hacerlo, pero esto no está en mis manos y detestaría mentirte. Lo único que puedo hacer es ser optimista y asegurarte que no me apartaré de tu lado en ningún momento. Tendré que hablar con Sesshoumaru… mierda… no sé cómo haré eso… pero le diré que no puedo volver, no por lo menos hasta que sepamos qué ha pasado, cuál ha sido el resultado… son muchas cosas en las que tengo que pensar ahora mismo.
-Pero debemos decirle… ¿cierto? –Sango se apartó una vez más del pecho de Miroku.
-No lo sé… Jak debe asegurarse de cómo está tanto biológica como mentalmente. Me dijo que debíamos hacer que se tomara unas muestras de sangre para poder analizar el nivel toxicológico en sus células, pero Sessh no irá a un psicólogo… lo conozco y ese maldito cabeza dura no lo hará. Sin tener eso primero, no podemos simplemente decirle y aún con eso… Irasue… tenemos que dejarle esto a ella, debemos pasar de Sesshoumaru de momento.
-Entonces creo que lo mejor será tener un hecho concreto, quizá deberíamos consultarlo con Jakostu también.
-Sí, pienso igual.
-Dios… esto se siente tan… irreal… Shippo, ¿cómo lo haremos con él?, sin duda es un niño fuerte y se pondrá contentísimo al saber que Kagome volverá… pero… ¿qué pasa si las cosas no salen como esperamos?...
-Sango… hay algo más… -la chica lo miró por un lapso de tiempo incalculable mientras él parecía tratar de armarse de valor nuevamente. Ahora qué…
-Miroku… no me pongas más nerviosa, por favor, se trata de Kagome, ¿cierto?... ¡ese infeliz le hizo algo a Kagome!… -Miroku trató de calmarla. En una cosa tenía razón, tenía que dejarse de rodeos.
-Kagome no viene sola Sango –la chica lo miró un tanto confundida-. Al parecer, si todo resulta como esperamos, Kagome volverá con un niño… su hijo… y el de Sesshoumaru.
Kagome contenía las lágrimas en sus ojos mientras se ponía de pie y aplaudía con todo lo que su alma daba. La sonrisa en su cara estiraba de tal manera sus mejillas que casi le provocaba dolor. Era una sensación sacada de recuerdos lejanos, que le rememoró tiempos mejores, en el que compartía junto a las personas que amaba, a su familia, amigos, y el hecho de no poder de tenerlos a todos ellos en ese momento en el que su hijo recibía ovaciones de pie junto a todos sus demás compañeritos de salón, le estrujó un poco el corazón.
'No pienses en eso ahora. Tu niño está viviendo su momento'.
Saxton la buscó con la mirada mientras tomaba de las manos a las compañeras que tenía a cada lado y se preparaban para hacer una tercera venia. La sonrisa que le regalaba a su mamá estaba cubierta de esos profundos hoyuelos en cada una de sus mejillas, ella le moduló un 'te amo', mientras él soltaba a una de las niñas y le tiraba un beso con la mano.
Naraku no había venido, a su lado en cambio, Neilas continuaba sosteniendo firmemente la grabadora y Barthos –aunque conteniéndose- aplaudía creando un atronador sonido sordo con sus grandes palmas. Los protagonistas dieron una paso al frente e hicieron nuevamente una venia, cuando la niñita que hacía de Wendy cogió su falda para hacer una reverencia un poco diferente, Saxton aplaudió a su lado, y cuando a este le tocó recibir todos los aplausos y vítores de la audiencia, la pequeña se acercó a él, se colgó de su cuello y le dio un beso en la mejilla. Kagome se cubrió la boca mientras reía, a Saxton no le había gustado lo más mínimo la muestra de cariño, pero no hizo ningún ademán irrespetuoso a su compañera y simplemente forzó una sonrisa mientras se apartaba sutilmente un paso más a su izquierda.
Todos los niños volvieron a hacer una fila, se tomaron una vez más de las manos y el telón se bajó dando paso a las luces en el teatro. Kagome comenzó a tomar sus cosas calmadamente mientras los cuerpos de los guardaespaldas se ganaban en sus poses habituales: uno delante de ella y el otro detrás. Los padres de los niños ingresaban a un salón contiguo ordenadamente, intercambiando palabras de felicitaciones o mostrándose las pantallas de los móviles para comparar fotos y vídeos. Como los pequeños debían cambiarse con la ayuda de algún adulto Kagome le habló a Neilas para que este la siguiera, quedándose cerca de la entrada de los camarines aguardando pacientemente. Kagome le sonrió a las mamás con las que se iba topando, todas alababan la actuación de su pequeño con verdadera simpatía, recalcando que no solo parecía ser brillante en sus estudios y los deportes, sino en lo que se propusiera. También le destacaron el hecho que Saxton parecía estar creciendo realmente rápido, ya que era bastante más alto que el resto de sus compañeros y una que otra madre le hizo saber que su hija parecía estar 'enamorada' del pelinegro.
-Kagome, ¿has pensado en venir al paseo de fin de curso?, siempre echamos en falta a Saxton y los niños hasta preguntan si es porque realmente él no quiere asistir.
-Debo salir en defensa de mi hijo Katra, Saxton se muere por poder ir y hace unas pataletas que no te imaginas, pero todo se le pasa cuando llega su abuelo y lo lleva de viaje.
-Si quieres podríamos hacer algo para que él igual fuera, como nos has dicho que es de las pocas veces que puede estar con Sax, también entendemos que quiera estar con él y se lo lleve de viaje, pero, no sé, piénsalo.
-Lo tendré en cuenta, ¡oh!, ahí está Saxton, te veo luego.
-Szia.
Kagome levantó su mano en dirección a su hijo, quien corrió en picada a ella y saltó directo a sus caderas. La mujer lo abrazó moviéndolo de lado a lado mientras el pequeño reía y se dejaba cubrir de besos.
-¡Lo hiciste increíble mi amor!, estoy muy orgullosa de ti –Kagome lo depositó en el suelo y Saxton comenzó a jalarla del brazo para llegar a uno de los apartados donde tenía su ropa-, todos los padres de tus amiguitos quieren verte para felicitarte, están diciendo cosas maravillosas de ti, como siempre.
-Sí, sí, genial –el pelinegro comenzó a quitarse solo las mallas y zapatos dejándolos caer en cualquier parte-, pero solo me interesa si te ha gustado a ti –sus dorados ojos se posaron en ella-, ¿notaste que utilicé la línea que me enseñaste? –Kagome lo miró derritiéndose de amor.
-Lo noté todo, desde el acento que usaste, la ayuda que le diste a Wendy cuando se le olvidó su parte y la línea que cambiaste –Saxton ya estaba prácticamente listo y sus manos volaban tratando de guardar rápidamente la ropa casi sin doblarla.
-¡Genial!, espero que… -de pronto el niño se detuvo un poco y para pasar desapercibida su distracción comenzó a tararear una canción. Kagome lo notó de inmediato, Saxton solo hacía eso cuando estaba nervioso o quería que no notaran su incomodidad.
-¿Qué? –preguntó tomando las prendas y ayudándole a poner algo de orden a su pequeño bolso.
-Yo… -Saxton suspiró y la miró como disculpándose con ella- espero que Neilas haya grabado bien todo para mio nonno… me hubiera gustado que estuviera aquí… -Kagome se acuclilló delante de él, tomó sus manos y los miró directamente a los ojos para brindarle una cálida sonrisa.
-Él igual estaría orgulloso de ti mi vida... –a pesar de todo, ella sabía que su pequeño quería al infeliz de su abuelo y que buscaba su reconocimiento y cariño con el más mínimo de sus actos- Desearía que hubiera estado aquí para que fueras completamente feliz, pero descuida, Neilas no te ha perdido ni un minuto de la vista de su cámara y se ha encargado de que la grabación quedara perfecta –Saxton esbozó una sutil sonrisa mientras rodeaba el cuello de su mamá y olía su cuello.
-Está bien. Te tengo a ti y la verdad eso me basta –pronto volvió a ser todo energía y comenzó a revisar todos los espacios del pequeño e improvisado cubículo que le había servido para cambiarse-. Vamos, ya tengo todas mis cosas.
-Dame eso, yo te ayudo.
-Así está bien –dijo el niño tomándola de la mano y tirando de ella a la salida.
Fuera de la sala de camarines, Neilas lo miró y levantó una palma en frente del pequeño. Saxton soltó la mano de Kagome y la chocó con fuerza en la del rubio quien sin preguntarle más nada tomó su pequeño bolso y se lo puso en el hombro. Cuando el niño comenzó a apurar más a su madre en dirección a la salida esta miró al guardaespaldas que solo levantó una ceja y entonces le habló al pequeño.
-Saxton, la recepción es hacia la derecha –el niño la miró por sobre el hombro un poco confundido.
-¿Hum? –Neilas le sonrió.
-Barthos está esperando allí. Están repartiendo chocolate caliente a los actores, si nos apresuramos alcanzarás malvaviscos –le dijo el gran rubio al pequeño, que esta vez lo miraba a él.
-Quiero irme a casa –Kagome se sorprendió un poco. Eso no era parte del plan, por lo que le tiró un poco la mano a su pequeño.
-Amor, todos quieren compartir un poco contigo, ¿qué tal si…
-¡Tengo hambre y quiero ver luego a mi nagyapa!, por favoooor mamma, quiero alcanzar a darme un baño y aprovechar para sacar toda mi ropa y llevarla a la lavandería sin que Clothe me regañe.
Kagome miró a Neilas y este casi sonrió, aunque trató de pasarlo desapercibido. Carraspeando levemente sacó su móvil, marcó a Barthos y le dijo que se reuniera con ellos en el estacionamiento ya que volverían de inmediato a casa. Saxtón corrió hacia el Hummer saludando con la mano a las personas que a lo lejos lo llamaban y les hacían señas para que se les unieran a la chocolatada, pero él se excusaba con todos alegando que su abuelo lo estaba esperando con una sorpresa.
Como de costumbre, Kagome se subió en los asientos traseros junto a su hijo ayudándole a ponerse el cinturón de seguridad mientras los guardaespaldas cruzaban palabras y Barthos felicitaba a Saxton, quien les sonreía con genuino entusiasmo y los instaba a llegar cuanto antes a la casa de campo. La italiana sacó su móvil para corroborar la hora y tratar con eso de despejar un poco sus nervios, cuando de pronto el niño miró el dispositivo y luego a ella.
-Mamma, ¿me dejas jugar un poco? –Kagome lo miró un tanto distraída y asintió entregándoselo mientras se acomodaba mejor a su lado y le pasaba un brazo por los hombros. Acarició el cabello del niño distraídamente mientras las luces de la calle iban iluminando de forma constante el interior del vehículo y los hombres intercambiaban un par de palabras.- Le quitaré el sonido para que no te moleste.
La mujer miró el móvil en las pequeñas pálidas manos de su hijo y notó como este lo que hacía era meterse a la aplicación de las notas. Como era un niño que iba bastante adelantado a su grado ya sabía leer y escribir, por lo que pronto se fue formando un texto que ella comenzó a leer disimuladamente.
-'Mi abuelo me dijo ayer que volvería antes de lo previsto, pero que no te dijera, por eso hemos tenido que venirnos antes. Lo siento' –Kagome le dio un sutil apretón en el hombro que funcionó a modo de afirmación para el niño- '¿Sigue en pie lo que hablamos?' –nuevamente un apretón, esta vez, mirando brevemente al espejo retrovisor para comprobar que Neilas no los estuviera observando- 'Escondí mi mochila en el armario para que Clothe no la revisara cuando entrara a mi habitación a ordenar. He guardado solo lo necesario como me dijiste'.
-Oye, eres realmente bueno en eso cielo –Kagome lo besó en la mejilla esperando que comprendiera la doble intención de sus palabras, lo cual obviamente el niño hizo y le sonrió.
-Tienes la batería baja, es mejor que te lo devuelva –Saxton descartó la nota, salió del menú y tras bloquear el celular se lo devolvió a su madre quien esta vez no pudo evitar mirarlo con un poco de preocupación en el rostro.
¿Estaba realmente bien lo que estaba haciendo? Saxton era solo un pequeño, un niño indefenso y ella no era ni de lejos una aspirante a Sarah Connor precisamente. En el pasado, ya había intentado fugarse más de una vez, y las consecuencias de sus fallidos intentos era algo que llevaba marcado en la piel. Por un momento la preocupación pudo más que ella, pensando en desistir del alocado plan. No podía estar segura que el libro fuera cogido por aquel hombre que parecía haberla estado vigilando ese día en el salón de té, no podía estar segura que realmente no fuera todo parte de su desesperada imaginación el que ellos estuvieran siguiéndolos todo este tiempo, no podía estar segura que la intención de esos desconocidos fuera encontrarlos, no podía estar segura que realmente...
Ahora, el peso de su terrible ingenuidad le hacía sentir flojas las extremidades, sobre todo porque en menos de veinticuatro horas había logrado insertar esa idea, esa esperanza en la cabecita de su pequeño hijo, que sin cuestionamiento alguno y poniendo toda su integridad en las manos de su madre había aceptado aquel alocado plan.
Si algo le llegara a pasar a Saxton jamás se lo perdonaría.
Jamás.
¿Cómo podría si quiera mirar algún día a Sesshoumaru a la cara y decirle que por su culpa su hijo había…?
No.
No podía pensar de esa manera. Ya todo estaba en marcha. Antes de salir de casa esa tarde, había molido unos narcolépticos que logró esconder de la vez Naraku la obligó a separarse de Saxton a modo de castigo por haberse escapado de la vigilancia de Barthos y llevarlo a un parque de juegos al que los amiguitos de su hijo lo habían invitado. Escrupulosamente, ella nunca aceptaba nada que viniera directamente de Colbet, pero esa noche, luego de la cena, este hizo una de sus sucias jugadas delante del pequeño, diciéndole que su madre se encontraba algo enferma y no quería tomar una medicina que le había prescrito su médico. Kagome no podía creer que utilizara los sentimientos de su propio hijo como móvil para sacarla de juego porque, obviamente, al escuchar toda la historia, Saxton palideció frente a ella, comenzó a cuestionarle su forma de actuar e, incluso, el mismo cariño que le tenía, hasta que finalmente, sin saberlo, cogió el mismo la medicina y se la entregó delante del mismo Colbet esperando hasta que la tragara.
Puto enfermo.
Menos mal ese maldito vejestorio parecía tener unas rutinas muy marcadas, por lo cual ella misma se ofreció a cebar el mate de la mujer y en cuanto esta se descuidó, puso en el mismo el polvo que obtuvo al moler dos pastillas. No se sentía del todo correcto hacerlo, pero eran ellos o el personal de Colbet.
Al tomar el desvío, el móvil de Barthos sonó y tras contestar, le hizo un gesto a Neilas, quién miró a los pasajeros en el asiento trasero y le subió un poco a la radio. Kagome no manejaba perfectamente el húngaro, pero podía comunicarse bien con los padres y profesores de Saxton en el colegio gracias al inglés que algunos hablaban, sin embargo, el guardaespaldas estaba usando esa especie de jerga especial que era aún más difícil de comprender. Saxton estiró un poco el cuello y Kagome le hizo un gesto disimulado. El niño era un políglota nato y más que seguros podría comprender lo que Barthos decía si lograba escuchar un poco más.
-Déjame aquí, haz que suban directo a sus habitaciones y quédate cerca de ellos hasta que envíe a alguien para que te releve. Te necesitaré fuera –Barthos casi no esperó que se detuviera del todo la Hummer y bajó a dos tercios de la distancia del aparcamiento frontal de la casa.
-¿Neilas? –dijo Kagome en un falso tono de preocupación.
-No es nada. Algunas de nuestras cámaras de seguridad parecen estar presentando un leve desperfecto. Solo queremos arreglarlo todo antes de que llegue el señor Colbet y nos regañe.
-¿Llegará pronto? –preguntó un poco más alto Saxton. El todo terreno ya se estacionaba.
-Dentro de 30 a 40 minutos debería estar aquí.
Mierda.
Kagome sintió un enorme retortijón en el estómago. Realmente llegaría más pronto de lo previsto… como si sus nervios necesitaran más tensión. Si seguía así, seguramente terminaría con una úlcera mortal.
-¿Necesitas que aseguremos algo dentro de casa? –Neilas había abierto la puerta de Saxton y le ayudaba a quitarse el cinturón de seguridad mientras Kagome hacía lo propio con el de ella y bajaba. El rubio se lo pensó unos momentos mientras cogía la bolsa del niño.
-¿Podría entrar y activar el código de seguridad en las puertas?, así me adelantaría a revisar la situación, haré que vengan Mica y Sven –Kagome se acercó disimuladamente al guardaespaldas mientras el niño entraba como una tromba a la casona.
-¿Está todo bien?, me… me están asustando –el hombre la miró un tanto fríamente, como estudiando los niveles de sinceridad de la ahora pelirroja.
-Si es así, me quedaré.
-Solo quiero que me digas que mi hijo está a salvo –le dijo tajante la mujer. La verdad, se arrepentía de haber insistido porque lo necesitaba lejos.
-Si hace lo que le digo, entonces no tendrá problemas –tratando de infundir un poco de confianza en el hombre, Kagome lo encaró nuevamente, pero esta vez más seria.
-Ocúpate de la puerta principal, iré de inmediato a por la puerta trasera. Quiero que me envíes un mensaje en quince minutos con tus noticias –y con eso se dirigió a la parte trasera de la casa, haciendo toda una pantomima sobre la alarma de seguridad.
La casona era vieja, pero Colbet se había encargado de prepararla apropiadamente para que nada entrara o saliera del lugar sin su consentimiento. Sin embargo, dada las características rústicas de la construcción, había uno que otro punto ciego que ella había estudiado con cuidado durante aquellos cinco años. Cuando deshizo el camino hacia la entrada para subir por la amplia escalera, comprobó con disimulo por una de las ventanas hacia el patio. El esbirro de su padre ya no se encontraba allí, pero no podía confiarse del hecho que no estuviera aun acechándoles desde la oscuridad, más que mal, el lugar era una verdadera boca de lobo cuando caía la noche y los peligros y obstáculos que habían tendido para cualquier merodeador foráneo podían ser realmente mortales.
Clothe no se encontraba en ninguna parte del primer piso, por lo que supuso que realmente la vieja pudo haberse notado algo indispuesta y retirarse a sus aposentos. Para cuando llegó al segundo piso fue directamente al cuarto de la mujercilla, la llamó a través de la puerta y al no recibir respuesta abrió la misma y comprobó que esta se había tirado media despatarrada, vestida y todo, sobre la cama. Por un momento se asustó. Más parecía una desaliñada alcohólica que apenas y había logrado dar con la cama, que alguien sedada por somníferos, sin embargo, algo había en el cuerpo que le hizo temer que quizá se le había pasado la mano con la dosis. Temiendo lo peor se acercó lentamente. Mierda. El tiempo estaba corriendo y ella lo estaba perdiendo en comprobar que la vieja no hubiera estirado la pata por error. A medio camino, la anciana se estremeció haciendo un ronquido como si fuera un jabato siendo torturado.
Perfecto.
Dulces sueños. Fue un dudoso placer conocerte.
Volviéndose rápidamente, notó como en la perilla de la puerta estaba puesta la llave. Sin pensarlo dos veces la quitó, cerró tras ella la madera, echó el seguro y corrió a su habitación. Saxton ya se encontraba en el medio de su cama, mirando con algo de preocupación hacia la ventana. Se había cambiado de ropa, poniéndose la más oscura que tenía y, aunque la visera de su negra gorra hacía sombra en sus ojos, estos brillaron como los de un gato cuando encontró la mirada de su madre.
-¿Por qué demorabas tanto? –preguntó preocupado saltando de la cama con la mochila calada en sus pequeños hombros.
-Lo siento, tuve que… ¿qué es ese olor? –el niño se sonrojó un poco, pero su expresión se mantuvo un tanto entre enojada y preocupada mientras le respondía.
-Me apliqué un poco más de tintura en el cabello, solo por si acaso.
-El olor es bastante penetrante bebé, ¿tienes alguna gorra que te cubra completamente la cabeza? –Saxton asintió mientras abría su mochila y rápidamente cambiaba la que llevaba por un ushanka. Kagome se quitó rápidamente la peluca, se vistió en un pispás completamente de negro y tomó una mochila un poco más grande lo habitual. Había logrado comprarla hace algún tiempo cuando trató de convencer a Colbet de dejarla ir con Saxton a uno de sus paseos de curso.
-Neilas se fue por el camino de la derecha, los vigilantes en el bosque estaban haciendo señales intermitentes fuera de lo normal, ¿se habrán dado cuenta de algo? –Kagome miraba la llave del cuarto de Clothe y sin pensarlo mucho fue hasta el váter y la arrojó dentro asegurándose que se perdía tras descargar el agua. Para cuando volvió se acuclilló delante de su hijo, el niño la miraba con grandes ojos, la forma almendrada de los mismos lo hacía ver hermoso pero frágil, entonces tomó sus manos encerrándola en las de ella y le habló con suavidad pero firmeza.
-Te amo. Te amo con toda mi vida, con todo lo que soy y seré, y si hago esto es porque quiero lo mejor para ti, sin embargo, tu seguridad es lo primero y si quieres desistir de est…
-Mamá, también te quiero, pero estamos perdiendo tiempo –le cortó el niño con premura. Kagome asintió una vez y antes de salir con él de la habitación lo abrazó con fuerza, dándole un piquito en la boca.
-No te sueltes de mí. Si nos cogen ahí fuera no quiero que te resistas. Volveremos con ellos inmediatamente y sin intentar nada tonto, ¿está claro? –el niño asintió con la cabeza mientras llegaban a la escalera.
-Un… niño… -Miroku asintió con la cabeza mientras sopesaba la reacción de su novia.
-Una vez ya habíamos pasado por una situación similar, pero como no resultó ser nada, realmente nunca se me pasó por la cabeza que algo así podría pasar.
-Dios mío…
-Esto lo complica todo… es un verdadero problema –dijo exasperado el abogado. Sango divagaba respecto a un montón de cosas relacionadas con el supuesto niño de Kagome, pero nunca pensando en este como un problema, sino más bien, en todo lo que había perdido de poder compartir con su amiga, en las dificultades que debía haber pasado mientras estaba embarazada o imaginándose cómo sería el pequeño en cuestión, por lo que las palabras del chico la descolocaron un poco.
-Miroku, estamos hablando de un niño, una persona –sentenció un poco enfadada-. Entiendo que estés preocupado por la seguridad de todos pero no puedes hablar de esa for…
-Sango –dijo enfático el moreno-, Kagome fue secuestrada por un psicópata, puedo entender si no tuvo tiempo para pensar en su tratamiento anticonceptivo mientras todo eso pasaba, pero de ahí a haber tenido realmente a ese niño es una… -la alemana lo interrumpió de improviso sin dejarle terminar.
-¿Qué estás diciendo Miroku?, ¿te estás escuchando realmente?, piensa en lo sola y desesperada que debe haberse sentido Kagome durante todo este tiempo, sobre todo cuando supo que estaba embarazada; piensa en cómo deben haberla amenazado y quizá hasta chantajeado con hacerle algo a su pequeño, en lo que debe haber luchado para no descartar la posibilidad de tener un hijo del hombre que ama, porque quizá podría haber sido lo único que tendría de él en todo este tiempo, ¡cinco años Miroku!, no lo hagas parecer un simple descuido ni una negligencia cualquiera.
-¡Es por eso mismo Sango!, no solo puso su vida en peligro todo este tiempo, ¡la de ese niño también!, si logran volver sin un maldito rasguño sera todo un milagro, porque esa gente está enferma, podrían haberle hecho cualquier cosa, ¡a ambos!... aún podrían. Piensa por un momento en cómo quedaría Kagome si en este momento algo le pasa a ese niño, ¿y Sesshoumaru?, ¿te gustaría estar en el lugar de Kagome y darle la noticia de una tragedia a Sesshoumaru si algo saliera mal?, ¿cómo crees que quedarían ambos? –Sango negó con la cabeza.
-Estás contradiciéndote Miroku, tú mismo dijiste que deberíamos ser optimistas y ahora estás prácticamente pensando el peor destino para ese pequeño.
Ambos guardaron silencio por un momento, en el que rehuyeron deliberadamente la vista del otro. Sango ni si quiera conocía al niño pero ya sentía que lo quería. Lo único que deseaba en ese momento es que todo esto pasara realmente rápido para que Kagome volviera a casa y le presentara a su sobrino y le dieran todo el amor y cuidado que se merecía. La actitud de Miroku le incomodó más de lo que debía, hace solo un día era él quien hablaba de hijos y ahora parecía que la sola idea de presentar un problema lo podía convertir en alguien que pudiera decidir prescindir de una vida.
Miroku por su parte se sentía fatal. No estaba expresando bien sus sentimientos, porque lo que realmente le preocupaba era el hecho de saber que alguien pudiera hacerle daño a ese par. Una de las ideas que más habían poblado sus pensamientos por esos meses era el poder formar una familia y que pronto hubiesen niños por todas partes, pero cada vez que pensaba en lo que eso podía significar para Sesshoumaru, se le rompía un poco el corazón. Había imaginado la loca idea de que sus propios hijos crecieran junto a los del albino, hicieran una amistad como la que él había hecho con su amigo y crearan un montón de planes, viajes y juegos juntos, por lo que su cabeza había entrado en un tenso debate entre lo que era 'apropiado' o no en esos momentos.
-Nena yo…
-Necesito tomar un poco de aire –dijo Sango acercándose al colgador de ropa y cogiendo un sweter-. Debo hacer una llamada.
-Sango, espera –la chica lo miró a mitad de camino de la puerta. Sus ojos eran una advertencia de que no debía acercarse a ella, no en ese momento-. Nena, no quise sonar de esa forma, creo que no he expresado lo que realmente quería decir.
-Si hubiera estado en el lugar de Kagome estoy segura de que hubiera hecho lo mismo… solo para que lo sepas –antes de salir del cuarto, Sango volvió al baño. Miroku se quedó sentado donde estaba y la vio salir con una toalla entre las manos sin darle una mirada.
Miroku se cubrió la cara con ambas manos y restregó fuerte. No le gustaba ni un poco la idea de imaginarse la situación que había planteado Sango sobre todo por cómo aumentó su preocupación con solo plantearse aquella imagen. Lo más probable es que se hubiera vuelto loco de preocupación y hasta habría ido él mismo tras ellos a rescatarlos, pero la sola ilusión de que ellos pudieran al fin tener un bebé, en las circunstancias que fueran, lo hacía sentir realmente ansioso.
Sango pensó que Miroku podría seguirla al patio aun cuando la excusa que le había dado sugería claramente 'déjame sola'. Sin demorar más de la cuenta entró al cuarto de Kagome y se encerró en él. Sin bastarle eso se dirigió hasta el cuarto de baño y repitió la acción, para finalmente bajar la tapa del váter y sentarse en el mismo.
Quizás estaba malinterpretando las cosas. Ciertamente eran muchas las emociones que estaban bullendo en el cuarto que acababa de abandonar, sabía lo tremendamente amoroso que era Miroku y que en el fondo, la preocupación constante que tenía sobre Sesshoumaru lo sacaba un tanto de lugar. Si analizaba bien sus palabras, lo que realmente lo descolocaba era lo mismo que a ella: saber que no solo una sino dos personas que consideraba de su familia estuvieran en peligro.
Sin darse cuenta, un par de lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas y al poco rato estaba sorbiéndose la nariz. Lentamente comenzó a desdoblar los pliegues de la toalla que en su interior escondía el test de embarazo que esa misma tarde se había hecho. Aun sin tener la caja a mano, la cual había hecho desaparecer antes de llegar a casa, el aparato arrojó toda una información detallada de su estado actual.
Seis semanas.
Sango apretó con fuerza los ojos mientras su cuerpo se sacudía con silenciosos sollozos y presionaba con algo de fuerza el medio de su frente con la mano libre. No buscaba quedar embarazada y era ella de los dos quien usaba métodos anticonceptivos para evitar la concepción, sin embargo, no era algo que apuntaría en su libreta de 'errores' o 'malas decisiones'. Por el contrario, la sorpresa de saber que sin quererlo su propio cuerpo era quien la sorprendía, la hacía sentirse casi bendecida como si se todo se tratara de una especie de mensaje cósmico.
En un principio era ella recreando sus monótonos planes diarios, tratando como siempre de aparentar que las cosas estaban bien, para luego saber que habían encontrado a Kagome, que la traerían de vuelta y que junto a ella vendría su primer sobrino.
Imagínate…
Sin planearlo, la familia crecería y de no haber tenido una buena noticia en años ahora tenía tres de un viaje.
BOGO.
Secándose las lágrimas cogió su móvil y marcó a la única persona que en ese momento podría hacerla sentir mejor. Al segundo pitazo atendieron su llamada.
-Increíble, justo estaba pensando en ti –ante el tono de la voz de su hermano, se imaginó claramente su sonrisa.
-¿Cómo estás? –Kohaku guardó silencio por unos segundos, Sango no hizo el más mínimo sonido, pero supo que él había captado algo en su tono.
-Todo bien. He entregado un proyecto el cual le ha encantado a los catedráticos de la facultad, por lo que he me han eximido del curso para que pase directamente al siguiente, así es que en estos momentos estoy libre. Mañana haré los trámites para adelantar el último.
-¿Tu siguiente curso no es la tesis de grado?
-Correcto –rio despreocupadamente el muchacho-. Pero dime, ¿qué tal tú?, ¿has discutido con Miroku? -preguntó directamente Kohaku.
-¿Tan evidente es?
-Bueno, no es como que tengan muchas discusiones, la verdad no tengo muchos recuerdos tuyos llamándome porque algo fuera mal con él, pero es en lo primero que puedo pensar.
-Necesitaba hablar contigo... pero ahora no sé si lo correcto sea hacerlo por teléfono –sintió un leve sonido de mantas, como si su hermano hubiese estado tendido sobre una cama y de pronto se levantara.
-¿Necesitas que viaje?, puedo ver un billete de avión ahora mismo –Sango sentía un leve 'tac, tac, tac', como si Kohaku se hubiera puesto a escribir sobre el teclado de su portátil.
-No sé si sea justo pedirte algo así…
-Cabeza de chorlito. Acabo de decirte que estoy libre. Si no viajo mañana, igualmente lo terminaría haciendo dentro de un par de días, a lo más una semana.
-Entonces esperaré a que estés aquí, solo quería escuchar tu voz un momento...
-Hermanita… -dijo suspirando el tierno muchacho- estoy para ti siempre, a cualquier hora, para lo que sea ¿En qué momento dejaste de confiar en mí?
-No es eso cielo, es solo que… yo… -Sango gimoteó un poco y al volver a hablar bajó un poco la voz, sonando esta un tanto quebrada- estoy embarazada...
-¿Qué-tú-qué? –la cantarina risa de Kohaku se filtró fresca y acogedora desde el otro lado de la línea. Por un momento imaginó que él podría estar girando sobre su silla de escritorio. Ante la efusividad de las palabras sueltas que iba diciéndole su hermano, ella no pudo evitar sonreír.
-Me hice una prueba casera esta tarde, tengo poco más de un mes –dijo sorbiéndose un poco la nariz mientras alcanzaba un poco de papel higiénico.
-¡Es una noticia fantástica!, Dios, tendrás un bebé, ¡seré tío! Sabes… cuando Shippo llegó a casa me sorprendió darme cuenta lo bien que me podían llegar a caer los niños… Estoy tan feliz por ustedes Sango –la chica guardó silencio por unos segundos y Kohaku no pudo pasar eso desapercibido-. Humm… Miroku aún no sabe –bueno, eso facilitaba un poco las cosas, ya que no era una pregunta.
-Hemos discutido… -esta vez fue su hermano quien guardó silencio.
-¿Y eso cómo influye en esto? -Sango solo guardó silencio y su hermano hizo calzar las piezas- Ya veo.. estaba en los planes de Miroku.
-La verdad, no estaba en los planes de ninguno de los dos...
-¿Qué te ha dicho exactamente?, ¿te ha tratado mal? –Sango se sorprendió del tono de voz de Kohaku. Hace bastante tiempo había pasado por la pubertad, pero su voz parecía haberse vuelto mucho más profunda con el tiempo y al momento de hacerle la pregunta, notó un leve tono como de indignación.
-No, no, claro que no… él… aun no le he dicho nada –línea muerta nuevamente- ¿Kohaku?
-Sí, lo siento, estoy aquí. Entonces, ¿qué va mal?... ¿acaso tú no quieres…? -la chica se apresuró a responder.
-Mira, las cosas son así: me he cuidado todo este tiempo, como digo, ninguno ha pensado durante todo este tiempo el tema de los niños porque realmente tenemos la cabeza demasiado ocupada con otras cosas. Sin embargo, ayer el mencionó algo al respecto y me causó un poco de curiosidad porque yo había notado que estaba un tanto atrasada y eso no me suele ocurrir, entonces, en la tarde, salí un momento y compré un test. Como no uso pastillas comencé a pensar en qué es lo que debería hacer, entonces hoy me lo hice y ha salido positivo.
-Debes pedir una hora al ginecólogo lo antes posible Sango, no sé mucho de estas cosas, pero supongo que deben hacer algo con el tratamiento para que no le afecte al bebé.
-Iré mañana mismo a ver al señor Ghirga. Pediré que me atiendan sin hora.
-Ya… ¿y qué le dirás a Miroku?, porque supongo que como están las cosas, irás sola.
-No me siento bien contándole en estos momentos.
-Por la discusión que tuvieron -afirmó el muchacho.
-Sí… aunque supongo que las cosas se arreglaran cuando vuelva al cuarto.
-Haremos esto: estoy viendo vuelos a Italia y el primero que sale es mañana a las 7.10, por lo que estaré llegando por la noche. Tú irás al médico, verás que te dice y según cómo lo estés llevando me esperas para estar contigo cuando quieras decirle a Miroku.
-Eres el mejor.
-Pues, es de familia. No estés triste, ¿vale?, es una noticia maravillosa y no me creo que Miroku piense lo contrario. Ve y soluciona tus problemas con él ahora, es el padre de esa criaturita que viene en camino, por lo que deben estar juntos más que nunca.
-Sí… sí... eso haré –dijo más relajada la chica-. Gracias cielo, lamento habértelo dicho así, preocupándote de más, la verdad me siento feliz, la noticia me ha tomado por sorpresa, pero quiero seguir adelante, totalmente.
-Esa es mi chica. Ahora debo colgar, tengo que preparar las valijas y alcanzar a dormir un poco antes de salir.
-Te quiero, gracias por todo.
-No digas eso, lo haces parecer como si fuéramos desconocidos. Yo también te quiero.
Ambos se despidieron y luego la llamada se cortó. Sango cogió la muestra y una vez más la envolvió en la toalla para posteriormente guardar todo en uno de los armarios del baño de Kagome. Saliendo comprobó la hora, ya era entrada la noche pero no sentía realmente apetito como para bajar a comer. Mirando alrededor, comprobó cómo el cuarto de su amiga se había mantenido prácticamente intacto desde que ella había desaparecido. Constantemente hacían limpieza en el lugar, como en cualquier otro sitio de la mansión, por lo que siempre parecía que su dueña llegaría a casa en cualquier momento. Sonrió ante la idea de que ahora eso fuera realidad, mientras se tendía con cuidado sobre el edredón de la cama y suspiraba ante todas las noticias que había recibido ese día.
Por fin las cosas comenzaban a mejorar.
Sesshoumaru le había llevado de regalo un PS4 a Shippo, el cuál le insistió a su madre que no era porque él tuviera ganas de jugar, sin embargo, ambos pasaron toda la tarde tirados en el salón frente al Dark Soul's, jugando en modo colaborativo mientras Takezou iba y venía llevándoles refrescos o cosas para comer.
Shippo era un buen jugador y le había encantado la última entrega de esa serie, le fascinaba despertar y saber que, aún con todo su trabajo, Sesshoumaru siempre se hacía tiempo en el día para ir a verlo o preparar alguna actividad en la que estuvieran juntos.
Era extraño.
La figura masculina más cercana a él siempre había sido InuYasha, ya fuera por su temprana conexión o porque era con quién más tiempo había compartido, sin embargo, cada vez que estaba con Sesshoumaru veía más en este una figura paterna que en el moreno. No era como que prefiriera a uno por sobre el otro, ni tampoco que quisiera a uno más que al otro, pero extrañamente era -sin proponérselo en el fondo- Sesshoumaru a quien veía más cercano a una figura paterna –o que le evocaba el recuerdo de su padre-, mientras que a Inu lo veía como un hermano mayor, sobre todo cuando estaban los tres juntos.
Ambos eran distintos y tremendamente especiales para él, ya que compartía experiencias diferentes con cada uno de los hermanos. A su corta edad, solía preguntarse cómo es que pudo tener tanta suerte de haber conocido a todas esas maravillosas personas… y perder a las más importantes de su vida. Recordaba haber hablado algo similar una vez con Kagome y supuso que de eso se trataba cuando hablaban de los intercambios equivalentes o cómo, en el fondo, la vida misma se encargaba de poner ciertas cosas en su lugar para crear un balance. Sin embargo, no todos los niños en el mundo compartían esa misma suerte, por lo que solía preguntarse qué era lo que en el fondo lo había hecho tan especial como para haber 'merecido' aquello.
Mientras Sesshoumaru se encontraba en el menú del juego para arreglar las características de su personaje, el niño tomaba de su refresco de pomelo y miraba al hombre al otro lado de la mesita de centro del salón de Irasue. Hace algún tiempo se había dejado crecer nuevamente el cabello, por lo que le caía un poco por sobre los hombros, aunque en ese momento llevaba la mitad recogido en una especia de tomate. Shippo siempre había relacionado mucho la cara de Sesshoumaru con la de Irasue, ambos tenían esos rasgos finos, como si hubieran sido modelados por alguien; en el caso del hombre, resultaban un poco atípicos y pensó que por lo mismo era que solía llamar tanto la atención, sobre todo de las mujeres. Con esa sencilla camiseta blanca de algodón y el par de tejanos azules, bien podría aparentar estar al final de la veintena, aunque supuso que no solo su buena genética jugaba a favor, sino también lo delgado que se encontraba.
Por lo menos sonreía… o solía hacerlo cuando estaban juntos.
Sesshoumaru lo miró de reojo y lo atrapó observándolo. Shippo se atoró un poco con el jugo y el albino medio sonrió, mas no le dijo nada y volvió a mirar la pantalla del televisor. De pronto Irasue entró a la habitación 'supervisando' como estaban las cosas. El niño le movió la mano y ella sonrió mientras se detenía un poco más en su hijo para luego poner los brazos en jarras y hablarle en un falso tono de reproche.
-¿Estás siquiera dejando jugar a Shippo? –Sesshoumaru ni la miró, a lo que el pequeño fue quien contesto divertido.
-Está mejorando las características de su personaje y ya estaba bueno, porque estuvo a punto de hacerme perder –Shippo sintió el suave golpe de un cojín en su cabeza- ¡Ay!, madura Sesshoumaru.
-Creo que ya es hora que lo vayan dejando, deben comer algo más que frutos secos y galleticas y descansar esas pobres retinas –el pelirrojo medio protesto ante aquello pero igualmente se puso de pie para estirarse un poco. Mientras, Irasue se acercó a él y lo abrazó por la espalda reposando las manos en el pecho del niño- ¿La has pasado bien?
-Muy bien –dijo estirando su cuello hacia atrás para ver el rostro de la mujer-, Japón es maravilloso.
-¿Y si te quedas conmigo? –Shippo sonrió y posó sus manos sobre las de ella.
-Seguro y te volvería loca…
-Debes venir a verme más seguido… se siente tan bien tener niños en casa… -Irasue no se percató de la quieta pose de Sesshoumaru hasta que levantó la vista a él y notó que el mando descansaba laxo en sus manos sobre sus piernas cruzadas. Tratando de pasar la actitud de su hijo por alto, sin que Shippo se percatara del leve cambio en su humor, lo volteó a ella agachándose para quedar casi a su altura- Pero, ¿sabes qué?, no tendrás que volver solo a Nápoles.
-¿En serio? –los ojos de Shippo se iluminaron y le dio un corto abrazo a la mujer- No sabes cuánto agradecería eso, me ha encantado Tokio, pero no así el viaje.
-¿Volverás a Italia? –Sesshoumaru había apagado el PS4 y ahora se encontraba de pie mirando un tanto curioso a su madre, la que le sonrió mientras asentía con la cabeza.
-Sí, por suerte aun no comprábamos el pasaje de Shippo, así podremos tener asientos juntos –el albino dudó un momento y solo por hacer algo se sentó en uno de los sillones mientras Shippo se acomodaba a su lado en uno de los reposabrazos.
-¿Todo bien? –preguntó un tanto inquieto.
-Sí, Miroku me ha llamado hace un momento y me dijo que Sango necesitaría un poco de mi ayuda allá por algo que no estaba previsto, pero como él tiene que resolver lo de volver pronto y todo eso, me preguntó si era posible. La verdad es una buena noticia para mí, ya que acá no tengo mucho por hacer de momento y sé lo inquieto que puso el viaje a Shippo.
Sesshoumaru se quedó un tanto pensativo mientras su madre intercambiaba palabras con el prepúber, interviniendo de vez en cuando en la conversación, pero pensando en lo que Irasue acababa de decir. No era como que la mujer estuviera nerviosa o tensa, como si le estuviera ocultando alguna noticia o algo por el estilo, pero el viaje lo hizo pensar un poco en todo lo que había hablado con ella unos días atrás.
Comprobando el móvil, se excusó diciendo que ya era hora de volver a su casa y que él mismo se encargaría de ver los pasajes de ellos. Shippo se colgó de su cuello mientras él se ponía de pie, si bien ya había crecido, le agradaba que el niño siguiera teniendo ese tipo de actitudes con él, ya que pronto solo chocarían las palmas y se vería raro llevarlo pegado encima con la altura que estaba echando. Le dio un abrazo y un beso a su madre y tanto ella como Shippo lo acompañaron a la entrada, viendo cómo se montaba en su auto y se alejaba.
Al llegar al estacionamiento del hotel, cogió el elevador directo a su penthouse un tanto pensativo. Con las manos en los bolsillos, apoyado en una de las paredes, esperó llegar a su destino y cuando las puertas se abrieron ingresó acercándose a los amplios ventanales para ver la ciudad. Hace cinco años que no salía de Japón, los mismos cinco años en que no había vuelto a pisar Italia ni dejar el trabajo por un solo día. Recordando nuevamente las palabras que le había dicho a su madre, pensó que era un buen momento para insuflar algo de valor en él y enfrentarse al recuerdo que significaba el volver a la mansión. Hace bastante que no veía a Sango, los hermanos, InuYasha e incluso Camulus, que cada vez estaba más viejo.
No quiso precipitarse y decirle a su madre 'eh, eh, que yo también quiero ir', porque la verdad, no estaba del todo seguro en dar ese paso todavía, pero al menos tenía unos buenos tres días para tomar su decisión final.
No es como que debiera llamarle la atención que Miroku recurriera a su madre para pedir tal favor, pero igualmente pensó en que no había recibido noticias del moreno hace algún tiempo. Sacó su móvil sin pensar en qué hora sería en Italia, si pudiera estar ocupado en algo o durmiendo, y simplemente llamó a su mejor amigo. Este, demoró más de lo habitual en responder el teléfono, por lo que supuso que podría estar durmiendo y entonces desistió. A medio camino de guardar el móvil en uno de los bolsillos de su tejano, el nombre de Miroku apareció en la pantalla y lo quedó mirando mientras pensaba en para qué realmente lo había llamado en primer lugar.
-Hey.
-Hey –respondió una voz cansada del otro lado-, ¿es la hora de las nudes o qué?
-Con ese tono quejumbroso que traes, casi me estás convenciendo de que te mejore la noche- Miroku resopló un breve risa.
-Qué buen humor tienes dulzura, ¿será que me llamas para celarme un poco?, ¿me echas de menos tal vez?
-Pretencioso… solo llamaba para… saber cómo estabas –Miroku aguardó unos segundos y ante el silencio, Sesshoumaru simplemente aguardó, sin pensar, solo sintiendo, dejándose llevar por la conversación.
-Aaah… puesss… -lo siguiente fue un largo suspiro por parte del abogado, mientras el albino escuchaba cómo este parecía caminar chuteando hojas secas a su paso- hace poco tuve una pequeña discusión con Sango. Las cosas se pusieron un poco tensas y bue… eso…
-¿Te echaron del cuarto?
-Pfff, claro que no.
-Entonces, ¿por qué deambulas de madrugada por el patio pateando hojas?
Los comentarios mordaces –pero siempre en broma- fueron de uno a otro por algún tiempo, hasta que paulatinamente Miroku comenzó a entrar en confianza con su amigo como para contarle el cómo se sentía y las cosas que durante algún tiempo no salían de su cabeza. Sesshoumaru lo escuchó atentamente, más parecía una confesión culposa que una casual llamada entre viejos amigos, entonces comprendió cuán de lado había dejado todo ese tiempo a Miroku y cómo, sin embargo, este siempre había estado ahí para él.
La conversación comenzó a alargarse más de la cuenta, pasando por diferentes temas que a ambos los hizo sentir como en los viejos tiempos. Cercanos. Como siempre habían sido ¿Era normal sentirse así de culpable por la distancia que había creado entre él y su mejor amigo?, supuso que la respuesta era evidente y que aunque en algún momento debería pedir disculpas, por esta vez dejaría que las cosas fluyeran de la forma en que lo estaban haciendo.
Miroku sentía como el peso se alivianaba sobre sus hombros al mantener una charla normal, como no la tenía en años, con Sesshoumaru. El albino estimulaba la conversación con preguntas precisas y lacónicas, intervenía con comentarios objetivos y, obviamente, siempre le subía el ánimo con una que otra broma.
Genial. Incluso ya estaba bromenado.
De pronto, el moreno sintió como si algo hubiera cambiado en el ojidorado; el solo hecho de estar mostrando un sincero interés en los problemas y preocupaciones que le comentaba le hacía notar que su mente no estaba ida o desenfocada como él creía. Tal vez Sesshoumaru sí estaba mejorado, solo que no lo había demostrado hasta ahora, lo que lo hizo volver un poco a la realidad cayendo en la cuenta que había sido realmente él quién le había llamado.
-A todo esto, no viene al tema pero, ¿por qué me llamabas?
-Ya te lo dije –Miroku rebobinó rápidamente en su mente y, a falta de mejor respuesta, optó por la más obvia.
-¿Solo para saber cómo me encuentro? -preguntó dos octavas más alto de lo normal.
-Tampoco es como que te esté pidiendo una cita, bastardo –Miroku rió pero de a poco su tono fue volviendo a ser normal y, quizás, un tanto profundo.
-Vaya… la verdad… me alegro. Se siente bien saber que llamas solo para saber cómo estoy… sobre todo con lo que te acabo de soltar.
-Ya te lo debía –Miroku se detuvo ante esas palabras y se animó aún más-, además… es genial saber que puedes hacerle mejor la vida a un pobre infeliz –el abogado rió-. Por cierto, supe que mi madre volverá a Italia –rápidamente la cabeza de Miroku trabajó con la misma mentira que le había inventado a Irasue. Era simple, copiar y pegar.
-Sí, como tiene que ver con lo de la fundación ella podría despejarme esas tareas para yo así enfocarme en la empresa y… quizá… -el chico dudó un poco, pero Sesshoumaru lo cogió en seguida.
-Cuánto más.
-Como mínimo… una o dos semanas más, después de todo puedo hacer el mismo trabajo desde aquí y no es muy relevante que yo est…
-Está bien, no tienes que explicar nada. Si fuera al contrario de lo que dices ambos nos daríamos cuenta y sé que volverías, así que no hay problemas –Miroku suspiró por milésima vez ese día.
-Gracias, eso es genial… quisiera besarte ahora mismo.
-Púdrete… y mejor arregla pronto las cosas con Sango en vez de coquetear conmigo.
-Deséame suerte entonces.
-Como si la necesitaras.
Entonces ambas llamadas fueron cortadas al mismo tiempo.
Ya era entrada la madrugada cuando Miroku volvió un tanto vacilante al cuarto que compartía con Sango. Ella dormía en el lado que daba hacia el balcón y en ese mismo momento, se encontraba yaciendo de espaldas a la puerta, por lo que no podía comprobar realmente su cara. Cuando bajó al primer piso luego que discutieran y las horas pasaron sin que ella se apareciera, le escribiera algún mensaje o alguien supiera algo de su paradero, desistió de coger comida y simplemente tomó un café mientras salía a fumar.
Evidentemente no había salido al patio, no solo porque nadie la hubiera visto, sino porque no se encontraba allí. Al poco rato, Jakotsu hacía su rutina nocturna y cruzó un par de palabras con el japonés. El chico no era bueno para fingir, por lo que hizo unas cuantas caras cuando el inglés le contó lo que había pasado, como diciéndole 'hermano, no quisiera ser tú en este momento'. Aun con todo, casi le causó risa, ya que Jak era bastante transparente y todas esas expresiones eran muy propias de él, nada fingido ni mal intencionado.
Sin embargo, lo dejó simplemente estar. Los autos estaban en casa, por lo que no tenía de qué preocuparse que pudiera estar por fuera expuesta sin la protección de Jakotsu y el volver ahora al dormitorio y corroborar que su dulce cuerpo descansaba como siempre en el lado de la cama que era suyo, le hizo suspirar un poco en resignación a que, por lo menos, no había decidido que la discusión que tuvieron fuera algo intratable entre ellos.
Furtivamente entró al baño para lavar sus dientes y refrescar un poco su rostro antes de volver al cuarto. Se valió solo de la luz de la luna para poder hacer el camino de un lado a otro y también desvestirse, dejando todo pulcramente ordenado en los percheros y armarios. Aun cuando ella estuviera enfadada y se hubiera puesto esa linda camisola verde de satén, él nunca llevaba más que bóxer a la hora de dormir, por lo que de forma lo más sutil posible ingresó a la cama, esperando que si con ello despertaba, por lo menos no se enfadara más.
Sango no se había movido en ningún momento.
Mas, Miroku no quería simplemente darse la vuelta hacia su lado y dormir. Detalló con cuidado el cuerpo de la mujer, notando como su largo y sedoso cabello descansaba extenso sobre la almohada. Sus hombros desnudos, sobresalían por el edredón sin molestarles el ligero frío que hacía y por un momento el inglés tuvo el deseo de poder cubrirlos, pero con sus propios brazos. Conformándose solo con juguetear con las puntas de su cabello, Miroku pasó un buen rato haciendo ir y venir las hebras castañas por entre sus dedos. A veces se acercaba un poco y las olisqueaba, otras las peinaba sobre la almohada y otras simplemente las acariciaba con cuidado.
¿Y si la abrazaba y ya?
Hombre, después de todo no perdía nada, si lo apartaba se haría a un lado y ya. Casi tímidamente acortó el espacio entre sus cuerpos, acomodando el cabello de ella para no aplastarlo, se situó justo detrás de su espalda y posó su frente en su nuca. Se quedó allí varios minutos, pensando si rodearla con sus brazos o pasar una de sus piernas sobre la de ellas y mientras su cabeza iba y venía, Sango se removió para darse vuelta y quedar frente a frente con él. Sus rostros a centímetros, sus cuerpos casi juntos. Ella lo miró directamente a los ojos, los cuales resplandecían calmos como un mar nocturno.
-Hola.
-Hola.
Miroku pasó la lengua por sus propios labios, de pronto sintió la garganta un poco seca, pero no podía dejar las cosas simplemente como estaban.
-Lo siento… estuve pensando en lo que dijiste y tienes razón, soné como una imbécil, porque no era eso realmente lo que quería decir. Sé que justificarme solo lo hace peor, pero en serio estoy preocupado y eso me saca de mis cabales porque me siento impotente desde la posición en la que estoy. Solo quiero que Kagome vuelva sana y salva junto con su pequeño, poder conocerlos y hacer que se reúnan junto a Sesshoumaru… y todo esto acabe… -Sango acarició su rostro y cerró sus ojos por unos segundos.
-Yo también lo siento mi amor –la mujer se acercó para cubrir completamente el espacio entre ellos, aprisionando con una de sus piernas la cadera libre de él, quien de inmediato la sostuvo para no dejar que se apartara nuevamente de su cuerpo, acariciando el muslo de ella en forma ascendente, hasta perderse en su desnudo trasero-. Sé cómo te sientes, porque yo estoy en las mismas, pero más importante, sé quién eres y el hermoso corazón que tienes. También estuvo mal de mi parte el hab…
-Nena… -Miroku capturó sus labios y Sango respondió inmediatamente ante el contacto, enredando sus dedos en los cabellos de la nuca de él, atrayendo más su cabeza hacia sí- No puedo concentrarme mucho más en lo que tengas que decir cuando sé que no llevas bragas y desde la tarde deseo estar dentro de ti –la chica rió mientras chupaba el labio inferior de él y lo soltaba haciendo un ruido sordo.
-Entonces solo lo siento, lo siento y te amo, hay otras cosas por decir pero ahora tampoco puedo pensar en ello. Quiero quitarte estos –dijo tirando de la cinturilla de su negro bóxer mientras lo ponía a él de espaldas sobre la cama y arrancaba todas las ropas que estaban en su camino. Sentada a horcajadas sobre Miroku, este gimió al ver su cuerpo desnudo y ella en respuesta se onduló sensualmente-. Ahora, voy hacerte el amor.
Kagome y Saxton habían salido por la puerta trasera que daba al espeso bosque tras el caserón. Ahora que lo pensaba, no había traído más que un simple cuchillo de cocina lo suficientemente grande para incomodarle en el muslo, pero no era como si tuviera acceso a algún arma como para poder defenderse de los animales que podrían acechar dentro del mismo.
El pequeño miraba la luna como si en su cabeza estuviera resolviendo complicadas ecuaciones, la mujer tomó su mano y pronto comenzaron a marchar sigilosamente entre los árboles, buscando un punto donde la luz del astro no los pusiera al descubierto. Genial, justo esa noche la luna era tan grande como júpiter y alumbraba casi como si fuera de día. De esa forma podrían detectarlos rápidamente. Cuando ella comenzó a tomar un camino a la derecha Saxton tironeó un poco de su mano y la llamó en un susurro.
-No, debemos ir por la izquierda.
-Ese es el camino principal, es el camino obvio si comienzan a buscarnos, por aquí es más largo pero seguro para nosotros.
-No si seguimos el camino que llega al sendero.
-¿Qué sendero?
-Lo descubrí una vez que salí con Barthos. Está clausurado para el público, pero aún se mantiene la huella. Si damos con él podremos llegar directo a la carretera, pero tendremos que adentrarnos en el bosque.
-No podemos hacerlo bebé, pueden haber lobos o algún otro animal peligroso en el…
-Los chicos de mi abuelo han puesto trampas para que fuera seguro para ellos. Además, por la derecha están los arqueros –Kagome abrió mucho los ojos.
-¿Qué? –Saxtón volvió a tirar de ella, esta vez realmente preocupado. No habían caminado ni dos pasos y ya habían perdido casi siete minutos.
-¿No lo sabías? –Kagome vaciló sobre sus talones.
-Tenemos que volver –dijo Kagome con la intención de abortar el plan, mas, en ese preciso momento, una especie de bengala fue disparada al cielo desde el lado sur, por donde ella había pensado en escapar.
Saxton no lo pensó dos veces y se adentró corriendo al bosque, Kagome quiso gritar, pero solo pudo salir en picado tras el niño, quien se metió por entre unos arbustos para serpentear entre gruesos troncos de árboles que cubrían cada vez de forma más tupida el panorama.
¿Qué había hecho?
Se habían logrado alejar un poco ya del patio trasero de la casa, pero aun con ello, sintieron un fuerte rumor proveniente desde la casona. Kagome corría torpemente mirando constantemente por sobre su hombro y luego frente, hacia donde su pequeño encabezaba el camino. Saxton era realmente ágil y parecía conocer bien el lugar, aun en penumbras.
Un nuevo rumor, esta vez de ramas siendo partidas por un peso grande y posteriormente algo semejante a sacos de cemento dando golpes en los troncos y suelo cerca de donde ellos estaban, le cerró la garganta con ganas de querer llorar. Saxton se paró de improviso mirando hacia su izquierda, al momento se tiró al suelo y comenzó a andar a gatas, mientras volvía su rostro sobre el hombro y le hacía señas a su madre para hacer lo mismo. El pequeño se arrastró bajo el follaje de un gran arbusto que por dentro parecía estar hueco, ya que los cuerpos de ambos cupieron a la perfección. En el momento en que ella encerró el cuerpo del niño entre sus piernas y brazos, frente a ellos dos grandes cuerpos rodaban luchando entre sí por una navaja. La luz de la luna creaba destellos en la hoja del arma mientras golpes iban y venían de uno a otro.
El cuerpo que parecía ser más pequeño, asombrosamente estaba sacando ventaja, haciendo todo tipo de movimientos que Kagome pensó serían llaves de artes marciales o cosas por el estilo. Sin embargo, el cuerpo que se encontraba en el suelo, era el del hombre que tenía la navaja en la mano, por lo que en un brusco movimiento logró asestar un corte en el pecho del más delgado, quien al instante saltó hacía atrás tambaleándose.
Kagome le tapaba con una mano la boca a su hijo, quien estaba mortalmente quieto y por un instante le hizo pensar que podría no estar respirando. Cuando la situación comenzó a ponerse más cruda entre los luchadores, la mujer desistió de la posición en la boca del niño para ahora cubrirle los ojos y volver su rostro hacia su pecho. Los hombres no emitían mas ruido que el de sus cuerpos peleando, hasta que finalmente, no sin ganarse unos cuantos cortes más cerca de sus brazos, el más pequeño de ellos logró derribar al grande sobre sus rodillas para saltar sobre su espalda y coger la cabeza del tipo en un brusco movimiento que lo hizo caer inerte al suelo.
Sentado aun sobre la espalda del tipo, el hombre trato de conseguir aire con la cabeza echada hacia atrás. Lentamente comenzó a girarla en dirección hacia el escondite de la mujer y le niño, por lo que Kagome se encogió de miedo ante la certeza de que sabía dónde se encontraban. El delgado hombre se puso lentamente de pie llevándose una mano hacia una de sus orejas, mientras comenzaba a acercarse a los arbustos, Kagome no lo pensó más y como pudo sacó el cuchillo que llevaba en la cadera. En lo torpe de su movimiento no solo creo ruido e hizo que Saxton se removiera tratando de ver qué sucedía delante de ellos, sino que logró romperse un poco el jeans y pasar a arañarse con el filo del arma.
La figura se detuvo unos segundos ante el movimiento, para luego sacar una especie de… ¿era eso un machete? ¿Por qué demonios peleaba con el otro hombre por una simple navaja si llevaba eso encima?, ¿acaso él…?
Saxton salió rodando hacia delante por entre las ramas, por el mismo lugar por el cual había entrado. Kagome inmediatamente trató de seguirlo pero su gran mochila se enredó entre las ramas y le impidió un rápida y efectiva salida. El pequeño se puso de pie con las manos alzadas frente al hombre y este se detuvo esperando a ver qué hacía el niño. Al ver que este se mantenía quieto, sin decirle nada, se llevó una mano a la cara comenzando a bajar la parte de la balaclava que cubría su boca, pero sin previo aviso, el niño salió disparado hacia la derecha, saltando entre las ramas como una liebre y dejando atónito al hombre que tenía en frente.
-¡Saxton, no! –gritó Kagome, mientras lograba salir de los arbustos y veía a su hijo perderse en la espesura. El hombre se volvió a ella y esta, nerviosa pero con mano firme le apuntó con el cuchillo de cocina.
El chico la miró y después nuevamente hacia el lugar por donde se había marchado en niño solo para volver a mirarla a ella y maldecir. Tenía una cara bastante delgada y afilada, con unos ojos color caramelo que lo hacían parecer nada más que un muchacho.
-Soy de los buenos, ¿vale?, necesito que no vuelvas a hacer eso y sigamos de inmediato al niño –Kagome no procesó las palabras, sobre todo cuando él no hizo ademán alguno de guardar el machete que aún sujetaba con la mano derecha. El hombre volvió a maldecir y se acercó a ella. Kagome volvió a apuntar con el cuchillo en dirección a él y este la miró fastidiado- ¿Es una broma? –dijo haciendo un ademán en el que comparaba su simple cuchillo de cocina con su machete-, no te voy a pedir que lo guardes, mejor si sabes usarlo, pero no vayas a lastimarte o me caerá una grande encima. Soy Garm. DE-BE-MOS-IR-NOS.
-¿Qué?... –Garm suspiró, se acercó, en un rápido movimiento que la mujer no vio venir, la desarmó para apuntarla esta vez a ella con el arma blanca y ella palideció.
-Bankotsu, Suikotsu, InuYa…- el chico no pudo decir más cuando de pronto un impacto aterrizó en su hombro izquierdo. Una flecha, eso era una flecha. Garm gruñó mientras cogía su bícep y la miraba realmente enfadado, rodando el cuchillo entre sus dedos para que el mango quedara nuevamente a la vista de ella. Se lo tendió y Kagome pestañeó rápidamente mientras lo volvía a tomar- ¡POR LA MIERDA!, debemos irnos, si quisiera hacerte daño ya lo habría hecho y solo mira mi maldito hombro.
El chico la empujó y ella torpemente avanzó, ¿acaso se había olvidado de su hijo?, rápidamente volvió a la realidad y la desesperación pudo más que ella. Comenzó a correr, pero de pronto no supo hacia donde iba, Garm le indicó que siguiera derecho, lo cual era bastante complicado de entender cuando lo único que tenía delante eran árboles y más árboles. Saxton no se veía por ninguna parte, pero sabía que el hombre tenía razón, no podía gritar su nombre o podría ser peor para él.
-Saxton… -las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas- dónde estás…
Y pronto dos hombres cortaron el camino de ambos.
Saxton corrió lo más rápido que pudo tratando de desviar toda la atención hacia él. Si por lo menos su mamá podía llegar a la carretera y conseguir alejarse de ahí, entonces sabía que vendría por él en algún momento y lo llevaría junto a ella nuevamente. Sin embargo, al poco rato se dio cuenta que realmente nadie lo perseguía.
No.
Reposando su espalda en el tronco de un árbol recuperó por un momento el aire. No sabía qué hacer, pero algo dentro de él le decía que su mamá podría estar bien, ya que la cara de ese hombre no le era para nada conocida, quizás… ¿alguien había venido por ellos?
De pronto una idea pasó por su cabeza. Calculando cuál era el árbol más alto frente a él, eligió un delgado pino para luego lanzarse como un gato y trepar lo más rápido posible. No lograba ver por ningún lado a su mamá ni aquel desconocido y cuando comenzó a gemir en frustración una luz roja le apuntó a los ojos. Instintivamente se cubrió los ojos pero al momento comprendió que no estaba solo. Con temor miró hacia su derecha, donde tres árboles más allá una figura le apuntaba con un arma. Saxton sintió el miedo alojarse en lo profundo de su estómago, mientras la figura se inclinaba un poco más hacia la luz que se filtraba por entre las ramas para levantar un dedo índice sobre sus labios y hacerle un gesto con la cabeza hacia el suelo, a espaldas del niño.
Sax giró lentamente la cabeza rodeando con firmeza sus piernas en el tronco en el que se encontraba sentado, un hombre avanzaba lentamente tensando un arco profesional delante de él. Ese era uno de los hombres de su abuelo, lo reconocía por el arma que portaba. Mirando nuevamente hacia la figura del árbol, este le hizo una nueva seña como para que cubriera su rostro, a lo que el niño asintió para reposar su frente en la rugosa madera y apretar con fuerza los ojos.
Siempre había tenido un oído muy agudo, por lo que estuvo seguro que solo escuchó una especie de 'puf' y algo desplomándose. Abrazó con firmeza el tronco frente a él, esperando que no fuera alguien que conocía y que el otro hombre no estuviera realmente herido, sintió una piña golpearle la pierna. Con temor miró hacia abajo, en dirección de donde supuso que venía el objeto y comprobó que la alta figura que antes había estado en el árbol ahora le hacía señas para bajar. Volviendo a mirar en dirección hacia el arquero comprobó que estaba tirado en el suelo, con una mano cerca de su cuello y eso lo asustó como el infierno.
Ante su demora, el hombre comenzó a trepar el árbol tratando de llegar a él, por lo que Saxton apresuradamente calculó la distancia que había hacia la rama del árbol cercano para lanzarse a ella. Al notar la intención del niño, el hombre escaló más rápidamente, con una agilidad asombrosa que le hizo pensar por un momento al niño cómo era que no lograba hacer ruido, ya que no sintió cuando bajó del otro árbol y se acercó al pino en el que se encontraba y tenía un cuerpo muy grande para eso. Desesperado y sin pensarlo más, recogió sus piernas sobre la rama en la que estaba sentado, se equilibró levemente para saltar, pero resbaló y su cuerpo se inclinó hacia delante. Abrió la boca para poder gritar, pero el aire salió fuertemente sin hacer sonido, su corazón se agitó fuerte en su pecho y supuso que eso dolería bastante. Por instinto estiró una de sus manos para poder asirse a cualquier cosa que pudiera detener el impacto, sin embargo, un fuerte brazo rodeó como la garra de un oso el de él y lo mantuvo suspendido de forma un tanto dolorosa. Saxton gimió angustiado mientras dos castaños ojos en la ranura de la balaclava lo miraban penetrantemente y comenzaba a ser elevado para poder regresar a donde antes había estado.
El niño movió sus piernas para conseguir aferrarse nuevamente a la rama mientras el desconocido lo ayuda a equilibrarse, quedando pronto sentado frente a él. Saxton contuvo por un momento la respiración y luego fue soltando el aire en breves intervalos. No tenía sentido luchar con alguien que triplicaba su estatura, tenía un arma con mirilla láser y… parecía haberle salvado. Mas, no por eso podía simplemente confiar en un desconocido, sobre todo uno al que no podía verle el rostro. Como adivinando sus pensamientos, el hombre deslizó fuera de su cabeza la balaclava y un lacio cabello pareció escapar de lo que era una pequeña coleta tras su nuca. Nunca lo había visto, tenía toda la pinta de ser extranjero, pero aún con todo, no vislumbraba un poco de hostilidad hacia él, lo que corroboró cuando el hombre se inclinó un poco hacia delante y esbozó una suave sonrisa.
-Mírate… sí que eres un niño valiente –Saxton no dijo nada y solo lo miró seriamente, tratando de contener al máximo todas sus emociones. Evidentemente era extranjero, le estaba hablando en inglés, pero el acento en el fondo de su voz era el mismo que tenía su madre… ese hombre era italiano-. Hiciste todo muy bien Saxton, pero solo fallaste en una cosa: alejarte de tu madre. Vas a tener que seguir haciéndolo como hasta ahora, porque en este momento, debemos irnos y esta es la parte más complicada del plan, la parte final donde los sacamos a ambos de este lugar y te llevamos a casa… a tu madre y a ti.
-¿Quién eres? –preguntó secamente el niño, el hombre no le prestó mucha atención y solo corroboró el lugar que los rodeaba con ojos de lince.
-Suikotsu. Puedes decirme Suko, trabajo para tu mamá.
-¿El hermano mayor de Bankotsu y Jakotsu? –Suko giró rápidamente la cabeza de vuelta al niño, que lo miraba con una expresión extrañada, arqueando una de sus cejas.
Dios. Ese chico sí que se parecía a su padre. Excepto por el cabello.
-¿Vendrás conmigo?, no tenemos mucho tiempo Saxton –dijo luego de asentir afirmativamente con la cabeza a la pregunta del pequeño.
-Mi mamá… debo ir por mi mamá.
-Tú mamá está con uno de los nuestros. Creo que ya conociste al tipo del machete, su nombre es Garm y ahora, basta de charla. Sígueme, con cuidado.
El alto hombre bajó una rama más para luego simplemente saltar hacia el suelo. A Saxton le brillaban los ojos por lo genial que era, exactamente como lo había imaginado gracias a las historias que le había contado su madre. Descendió rápidamente, sin poder hacer un acto tan genial como el del hombre, pero igualmente ágil. Antes de avanzar, Suko lo miró como calculando su altura, entones el niño se inquietó un poco.
-Necesitamos hacer esto rápido, ¿te molestaría subir a mi espalda?
El niño negó con la cabeza, pero no pudo evitar sonrojarse un poco ante la idea de ser una carga. Dándole la espalda, Suikotsu se agachó frente a él para que pudiera subir y le susurró un leve gracias al cual el hombre volvió a asentir con la cabeza.
-Cógete firme de mis hombros, necesito tener las manos libres.
Y entonces el guardaespaldas habló por un intercomunicador alojado en su muñeca izquierda.
-Tengo a Sax. Vuelvo a mi punto base.
Roux se encontraba junto a un grupo de cinco hombres escondido en el borde del camino en el que se encontraba el desvío para llegar al antiguo caserón. No podía saber qué era lo que estaba pasando con Kagome y su hijo porque no podía tener contacto con el grupo de Bankotsu, pero fuera lo que fuera, Colbet estaba tardando en aparecer. No podía ser que en este punto no lograran capturarlo.
Unos faros se acercaron por el camino a un evidente exceso de velocidad, haciendo que automáticamente todos tomaran posiciones con él encabezando el frente. La idea era poder rodearlo dentro de los límites de su propiedad, por lo que si Colbet era avisado antes de llegar a la misma de que las cosas andaban mal y se devolvía, cerrarían el paso principal.
Cuando el auto tomó el desvío y continuó perdiéndose rápidamente, Roux habló por radio e hizo el comunicado para que cerraran ambas vías de la carretera. Inmediatamente cuatro de sus hombres salieron y se acercaron a la polvorosa vía para extender barras de clavos y tres autos swat llegaron para hacer descender de ellos tropas con largos escudos que formaron un bloqueo de cuerpos mientras franco tiradores se posicionaban tras las puertas abiertas de los autos.
Sacando su arma de la cadera, Roux se preparó para recibir noticias desde el escuadrón que se encontraba en el radio cercano a la casa. Si no volvía por ese camino tendría que dar aviso al helicóptero, lo que sería tomar el camino largo para Colbet.
'Inténtalo. De cualquier forma te tengo hijo de puta'.
-Interpol, las manos donde las pueda ver, suelten sus armas, ahora.
Kagome dejó caer sin más el cuchillo, pero Garm no estaba tan dispuesto a soltar su machete. Refunfuñando tiró le arma y levantando su brazo sano para ponerlo tras de su cabeza. Los dos hombres frente a ellos, vestidos con trajes salidos de una verdadera película de acción comenzaron a avanzar hacia ellos sin dejar de apuntarles con sus armas.
-Dije manos arriba.
-¡Tengo una maldita flecha en el brazo por si no lo notaste imbécil! –el agente que portaba el fusil se acercó al chico y le dio con la parte posterior del arma cerca del mentón con tanta fuerza que lo hizo caer y volver a maldecir mientras aferraba su brazo herido.
-Quedan detenidos por policía internacional son considerados inocente, hasta que se demuestre lo contrario. Tiene derecho a declarar o guardar silencio, así como también contar con un defensor de su elección; en caso de no contar con uno, el Estado se lo proporcionará de manera gratuita. Tiene derecho a un traductor o intérprete… -el hombre seguía rezándole sus derechos a ambos mientras iba a por Kagome y el otro trataba de hacer algo con la situación de Garm.
La mujer trataba de conectar los sucesos a un paso de entrar en la histeria ¿Por qué si Garm parecía haberla ayudado y estar del lado de 'los buenos', la Interpol los estaba tomando detenidos?, ¿qué acaso no eran del mismo grupo?, ¿quién demonios eran 'los buenos' entonces?, claramente no recordaba ninguno de los nombres que Garm le había mencionado con anterioridad. No estaban tan lejos de la casa, aunque tampoco cerca, pero lo principal de todo, Saxton no estaba por ninguna parte.
-¡Mi hijo! –gritó Kagome desesperada. Y una mierda el sigilo-, ¡mi hijo está solo en el bosque!, ¡tengo que ir a por mi hijo!
-¿El niño? –preguntó alerta uno de los agentes. Kagome trató de comenzó a hablar rápidamente mientras se atragantaba con sus propias lágrimas, por lo que el hombre le hizo una seña a su compañero mientras se tapaba un oído para acallar la voz de la mujer y así poder contactarse con radio.
Nadie supo de dónde, pero entre ellos cayó una especie de proyectil que comenzó a emanar un espeso gas que cubrió rápidamente el espació. Garm se revolcó furioso en el suelo gritando un 'idiotas' mientras todos comenzaban a toser convulsivamente tratando de alejarse de la fuente de humo.
Lo último que supo Kagome fue que no podía ver nada y que el tener las manos atadas a la espalda con esa especie de cinta de plástico le impidió aplacar el peso de su cuerpo cayendo al suelo ¿Ahora qué?, ¿más 'buenos' se unían a la convención de 'buenos' o esta vez eran los hombres de Colbet? Lo único que pudo borrar el sarcástico pensamiento que tuvo antes de quedar inconsciente fue el rostro de su hijo, el cual fue borrado por las turbulentas lágrimas que seguían cayendo de sus ojos.
-¡Maldita sea InuYasha!, cuando dije 'piensa en algo' no me refería a 'esto', hablaba en voz alta para mí mismo-el moreno de ojos azules salió de entre el humo arrojando la máscara a un lado mientras cargaba a Kagome y recostaba parte de esta en el suelo y parte sobre sus piernas- ¿¡y qué demonios haces aquí en todo caso!?, tu tenías que estar en el jeep –buscando el pulso en el cuello de la mujer comprobó que todo estaba normal, de hecho, estaba un poco agitada.
-Dámela –ordenó el músico mientras tiraba de su balaclava hacia atrás junto a la máscara de gas y dejaba caer sin cuidado el cuerpo de Garm en la grama, haciendo con ello que la cabeza de este rebote un poco. Bankotsu lo miró malhumorado pero, tras comprobar el rostro y cuerpo de la mujer rápidamente, notando solo un leve rasguño en uno de sus muslos donde su jeans estaba roto, decidió cambiar de lugares con el rockero que ya estaba quitándosela de sus brazos.
-Ten un poco de cuidado, ¿quieres?, y por si no lo notaste Garm tiene una flecha en el brazo.
InuYasha miró el rostro de Kagome y lo acarició con cuidado, agradeciendo en voz baja el que se encontrara bien y ambos llegaran a tiempo. Técnicamente, él no debería estar ahí, pero cuando supo que Kagome estaba tan cerca, no pudo evitar escabullirse para poder ayudar. La acunó por unos segundos contra su pecho y besó su frente apartando unas cuantas basurillas de su cabello mientras Bankotsu maldecía y rasgaba algo como tela. Seguramente había aprovechado la inconsciencia del chico para retirar la flecha y hacer un improvisado torniquete.
-Dime que por lo menos fuiste inteligente en traer un algunas cápsulas de sales para despertarlos, no podremos salir a tiempo de aquí si tenemos que cargarlos y tu estúpido truco debe haber llamado la atención de más de al…
En ese preciso instante comenzó a sentirse el fuego cruzado proveniente desde la casona y el patio delantero. Ambos miraron en dirección a la misma y cuando Ban se volvió para encontrar el rostro de InuYasha, este le aventó una de las dichosas cápsulas para luego partir otra y ponerla el contenido bajo la nariz de Kagome.
La mujer tuvo un par de espasmos en el regazo del pelinegro mientras comenzaba a volver de a poco en sí, haciendo que su hermano comenzara a sonreír. Tras su espalda, el gruñido de Garm y las maldiciones que intercambiaba con Bankotsu le hizo saber que el chico igual estaba volviendo en sí y con más mala leche de lo que tenía antes de que InuYasha aventara el gas somnífero.
Kagome pestañeó unas cuantas veces tratando de enfocar mejor y cuando cayó en cuenta de a quién pertenecía ese rostro, a quién pertenecía realmente, sus lágrimas volvieron a brotar. Levantando torpemente su mano, acarició la mejilla del australiano, mientras este sentía igualmente su mirada hacerse vidriosa. Ambos sonrieron y entonces él la abrazó fuertemente.
-Nada de eso compañeros. Nos largamos de aquí ahora –Bankotsu pasó por el lado de ellos empujando a InuYasha mientras ayudaba a Garm a recuperar el equilibrio.
El rubio utilizaba su hombro mientras trataba de despejar su cabeza y le hacía un par de indicaciones a Ban sobre qué camino tomar.
-¿Puedes caminar?, no importa si no puedes realmente, puedo cargarte, ven –InuYasha ni siquiera le había dado real oportunidad de responder a la pelinegra mientras la ayudaba a ponerse de pie y esta se tocaba la cabeza.
-Está bien… estoy… estoy… oh por Dios... ¡Saxton!, ¡Saxton está perdido! –Bankotsu se volvió rápidamente a ella. Garm ya podía continuar por su cuenta mientras aseguraba un poco más la venda de su hombro. El ojiazul tomó el rostro de Kagome entre sus dos manos, acercándose mucho a ella para que pudiera ver la verdad dentro de sus ojos.
-Tenemos a Saxton, lo tenemos. Suko lo está llevando ahora mismo a nuestra base refugio, pero si no nos movemos rápido, entonces no llegaremos a ellos y eso sí será un gran problema –la italiana miró al guardaespaldas con los ojos muy abiertos, sus ojos se movían rápidamente de un lado a otro, pero cuando notó la fuerza en el azul marino que la observaba, asintió con seguridad y contuvo un puchero. Ban dulcificó un poco su rostro, le dio un beso en cada mejilla y juntó sus frentes-. Estoy muy feliz de saber que ambos están a salvo.
Escabulléndose entre los arbustos y árboles, serpentearon el camino tomando la dirección sur. Rápidamente Kagome notó hacia dónde iban y recordó las palabras de su hijo, transmitiéndoselas a los tres hombres que iban con ella. Garm le explicó que estaba todo despejado, ya que era por donde ellos habían venido y que la bengala que había sido arrojada hace alrededor de una hora atrás había sido de ellos.
La italiana confió en el trabajo de los muchachos y continuó sin demora, no quería ser un estorbo pero, más aún, le urgía llegar luego con su pequeño para constatar que todo estaba bien. Corrieron en las partes que el camino se los permitía pero, igualmente, tuvieron que esconderse en algunos puntos, en los cuales Garm y Bankotsu tuvieron que noquear a unos cuantos sujetos. Kagome no pudo evitar sentir como se le revolvía el estómago al pasar cerca de uno de los cuerpos inertes. No podían perder tiempo en una lucha cuerpo a cuerpo, por lo que ambos hombres de su grupo usaron pistolas para abrirse paso.
InuYasha la tomó fuerte de la mano y le explicó por lo bajo que solo eran pistolas que arrojaban dardos tranquilizantes y que realmente ni Garm ni Ban ni nadie de su grupo habían matado a nadie durante todo el proceso de llegar a hasta ellos. Los minutos se hicieron horas y la desesperación embargó una vez más a la mujer, quien al ver sobre su hombro, notó que realmente no se habían logrado alejar tanto.
Continuaron avanzando otra media hora, esta vez para comenzar un ascenso en vertical por una colina que debería llevarlos hasta la carretera, sin embargo, un fuerte sonido cruzó como un trueno el cielo y los árboles comenzaron a mecerse violentamente. Por sobre sus cabezas, un helicóptero alumbró con una gran foco la parte del bosque con menor visibilidad y Bankotsu les gritó lo más fuerte posible que se pusieran a cubierto para no ser detectados por este. Esa cosa estaba sobrevolando realmente bajo.
InuYasha la tomó de la cintura y aprisionó fuertemente su cuerpo al de ella, atrapándola contra el grueso tronco de un abeto, mientras con sus brazos rodeaba su cabeza para evitar que el fuerte sonido retumbara en sus oídos. De pronto Kagome recordó que no eran solo ellos, los hombres que le habían cortado el paso a Garm y ella se habían identificado como agentes de la Interpol y eso le hizo suponer que Roux también debía estar cerca y que, probablemente, ellos habían sido quienes dieron con su libro.
Una vez que la nave se alejó en lo que fue una cuestión de segundos, InuYasha volvió a besar su frente, le preguntó si podía continuar, a lo que ella asintió con firmeza para luego ser jalada nuevamente por una de sus manos y continuar lo más rápido posible el ascenso.
No sabía cuánto faltaba para llegar a donde sea que debieran hacerlo pero estaba segura de algo: la esperaba había llegado a su final. Ban, Suko e Inu habían ido a por ella y la llevarían a casa.
A ella y Saxton.
-¿Dónde mierda está Saxton?, ¿dónde se lo llevaron? –gritaba neurótico Colbet a uno de sus subordinados mientras las balas iban y venían por todo el lugar. El hombre cerca de él no quería darle las malas noticias, sinceramente, preferiría que le llegara una bala en un brazo o pierna desde el bando contrario.
-¡Neilas los ha dejado a ambos en la casa!, ¡pusieron la alarma en ambas puertas, deberían estar dentro, pero no sabemos nada de ninguno! –le gritó el hombre desde de la otra puerta abierta de la Hummer, que le servía como escudo. Colbet estalló de ira, estaba rodeado de imbéciles.
-¡MALDITO IDIOTA! –apuntando a la cabeza del hombre, descargó una vez el cañón de su arma y el cuerpo cayó muerto hacia el costado izquierdo.
Sabía que algo no andaba bien desde hace un tiempo, por lo mismo había decido que era hora de salir de ese maldito lugar, pero nunca pensó que sería tan pronto y que sin ningún tipo de pista que le caerían encima. Espera… ese sonido… ¿era un helicóptero?
¿UN PUTO HELICÓPTERO?
Sin preocuparse de sus hombres volvió a subir al auto sin siquiera cerrar la puerta del copiloto. Comenzó a conducir nuevamente hacia la carretera elevando una nube de polvo tras él que no ayudaba mucho en su situación. Las luces de la maldita cosa sobre su cabeza, iluminaba todo el camino delante de él y pronto escuchó como le rezaban una serie de órdenes.
Y una mierda.
De haber sabido habría traído su propio jet para pirarse junto al niño de ahí. Al diablo con Kagome, solo quería a Saxton en esos momentos. Él era el futuro. Mientras llegaba al borde de la carretera notó una barricada delante de él, pero no estaban solos, pudo reconocer a lo lejos a varios de sus hombres, entre ellos Neilas y Barthos, los imbéciles que debían estar con el pequeño, pero al notar las cadenas de clavos giró violentamente el auto adentrándose entre una espesa mata de arbustos que lo hizo saltar dentro de la cabina mientras la máquina daba tumbos y el parabrisas chocaba con ramas que le impedían ver el camino.
El airbag saltó en el momento en que la Hummer dio con el tronco de un árbol y su cuello sonó con un crujido que hizo repiquetear sus molares. El humo comenzó a entrar en grandes cantidades por la puerta del copiloto –o lo que quedaba de esta-, mientras mareado trataba de abrir la de él y arrastrarse fuera antes que el auto pudiera estallar.
Salió cayendo de bruces al pasto, haciendo que el arma que llevaba en la mano saliera disparada unos metros delante de él. Como pudo gateó hasta ella y siguió más allá, haciendo infructuosos intentos por ponerse de pie. La única ventaja, era que conocía bien el camino, estaba totalmente en su territorio y sabía de memoria todos los caminos para poder perderse y salir de esta, sin embargo, el helicóptero no lo había perdido de vista y pronto la luz de xenón lo detectó como si fuera una hormiga bajo la lupa de un niño.
Por puro instinto logró ponerse de pie, mientras cogía la base de su cabeza y hacía unos movimientos para reacomodarla en su sitio. Cuando desde el aire le anunciaron que, de no detenerse, comenzarían a disparar, pensó en que la única opción segura era llegar al pequeño río que se encontraba unos dos kilómetros más a adelante.
Como poseído, corrió por la parte donde se encontraban los árboles más grandes y frondosos, pero de pronto el cañón de un arma comenzó a descargar balas en su dirección… y esas no venían del aire.
-¡Alto ahí Colbet!, ¡esas fueron solo para captar tu atención!, ¡si no te entregas en este momento haré disparos directos!
Ese maldito bastardo…
Naraku se detuvo tratando de coger aire. El helicóptero se mantuvo girando sobre él mientras se volvía lentamente con las manos alzadas pero sin haber soltado su Beretta. Gracias a la iluminación que proporcionaba el transporte aéreo pudo notar que solo eran él y Roux en el bosque. El francés tenía la mitad de la cara cubierta de sangre que corría por su cuello perdiéndose en la ropa negra, pero aun así lo miraba con decisión y sin un poco de debilidad.
-¡Dispara!, ¡quiero ver si realmente eres capaz! –se mofó el húngaro.
Roux no tenía ningún sentimiento a su progenitor, ni siquiera impulsos violentos en ese momento. Colbet no tenía escapatoria y no quería disparar su arma sin ser necesario, después de todo, no era un asesino. Más que oír la risa del hombre, vio los espasmos de la misma en su cuerpo, estaba loco y al igual que él, sabía que esto había terminado.
-¡Esa fue tu última oportunidad!
Naraku apuntó el arma directo al pecho de Roux, quien había logrado acercarse un poco más estando a una distancia de diez metros de él, sin embargo, ninguna bala llegó a él y en su lugar, un tiro limpio abrió un agujero cerca del cuello del hombre de los ojos rubí. Tambaleándose mientras llevaba una de sus manos hacia la herida, cayó sobre su trasero, soltando el arma mientras boqueaba en busca de aire como lo haría un pez fuera del agua.
El francés se acercó corriendo al cuerpo del hombre, no se suponía que dispararan en un punto de riesgo, en el helicóptero había francotiradores profesionales, por lo que el hecho de fallar un tiro a esa distancia era poco probable, entonces, comprendió que sí había sido una falla después de todo.
Estaban apuntando a la cabeza de Colbet…
Roux tomó el torso del hombre tratando de ver la herida, pero el brillo burlón en los ojos del herido hombre se estaba comenzando a apagar rápidamente. Mientras hablaba por su smartwatch, Naraku comenzó a borbotear sangre por su boca. Pronto sus manos y parte de su chaleco antibalas comenzó a empaparse de sangre y cuando supo que ya no había nada más que hacer miró esos ojos que nunca pensó tener tan cerca de él y una repentina ola de ira comenzó a recorrer su ser.
-Per… di-s… te… Jot-a... ro...
Y mientras la cabeza caía laxa sobre la nuca, la roja mirada de quien había sido su progenitor se perdió en el nocturno cielo, haciendo que la luna se reflejara de forma opaca en esos orbes sin vida.
Sesshoumaru se encontraba en su oficina, frente a él, dos portátiles se encontraban abiertos. Turnando sus largos dedos de un teclado a otro, respondía un mail mientras mantenía una llamada por Skype con los franceses. Al no tener que estar atrapado frente una reunión en vídeo, adelantaba las modificaciones de unos proyectos que necesitaban su visto bueno para ser revisados y firmados formalmente por Miroku.
Mientras se tomaba un poco de tiempo para hacerse una coleta, comprobaba la hora en la barra de tareas de uno de los Mac, cuando su móvil comenzó a vibrar sobre el escritorio. No podía contestar en ese momento, por lo que desviando la llamada, comenzó a responderle a su madre mediante mensajes de textos que fueron contestados en simultáneo. Tenía menos de tres horas para salir de ahí pero, la verdad, ya estaba terminando los informes y para cuando acaba la reunión, que sería dentro de unos veinte minutos, podría salir con el folio bajo su brazo y entregárselo a su asistente para que ella hiciera el resto.
-'¿Estás seguro que alcanzas a llegar?, podemos imprimir las tarjetas de embarque en casa, Shippo entiende si no puedes despedirte' –su madre, insistente como ella sola, trataba de convencerlo en vano.
-'Dos horas. Aeropuerto.'
Sesshoumaru supuso que Irasue realmente había logrado leer entre líneas cuando dejó de insistir en que no tenía por qué llevar personalmente las tarjetas de embarque al aeropuerto. Al poco rato, tenía ya todo listo e impaciente por salir luego de la empresa, abrió la sesión de Skype desde su iPhone para apagar los portátiles, guardar los papeles y agenda sobre su mesa y salir de la oficina dejando todo lo importante bajo llave.
Se acercó al escritorio de su secretaria que lo ayudó silenciosamente con las carpetas mientras él arreglaba el manos libres en sus oídos. Poniendo en silencio el micrófono le dio unas últimas instrucciones a la mujer que hizo una reverencia cuando él se despidió alejándose rumbo al elevador. Condujo rápidamente a su penthouse mientras finalizaba la reunión y más rápido subió en el elevador, se quitó la ropa de trabajo para darse una ducha, vestirse nuevamente y tomar sus cosas rumbo al hall del hotel desde donde lo llevarían al aeropuerto.
Mientras iba en el auto, sacó nuevamente su móvil, marcó a Shippo y este le contestó al segundo toque. El niño estaba realmente feliz al saber que realmente podría ir a despedirlos y aunque iba justo de tiempo, lo tranquilizó diciéndole que en cuarenta minutos estaría con ellos.
Para cuando llegó al aeropuerto internacional de Tokio, mientras el chófer sacaba su valija, Sesshoumaru le tendió una propina que el hombre se rehusó a recibir, mas, por la insistencia del albino tuvo que hacerlo sin antes dejar de hacer una gran venia hacia el mismo.
Sesshoumaru abarcó en grandes zancadas los pasillos del gran edificio, mientras comprobaba que iba con evidente retraso. Ágilmente sorteó el mar de cuerpos hasta llegar a la plataforma donde Irasue lo buscaba inquieta con la mirada. En el momento en que dio con él alzó una mano a modo de saludo, pero para cuando su hijo llegó a su lado sus ojos se abrieron ampliamente y una sonrisa comenzó a formarse en su rostro al ver la gran valija que arrastraba tras de sí y la mochila sobre su hombro.
-Sessh… ¿y eso? –Shippo no pudo evitar abrir los ojos muy grande también y su contagiosa risa llamó la atención de las personas a su alrededor.
-Siento la demora –respondió pasando por alto la pregunta de su madre.
-¡Vienes con nosotros!, ¡Sessh viene con nosotros! –chilló el niño, mientras el albino le sonreía y revolvía el pelirrojo cabello.
-¿Es en serio? –Sesshoumaru miró a su madre y asintió con la cabeza.
-Solo será una pequeña visita- dijo mientras los tres se unieron a la fila para pasar las maletas y presentar sus documentos.
Era hora de afrontar la realidad y reconciliarse con el pasado que había dejado atrás hace cinco años en Nápoles.
Esto es publicar de forma flash, apurada como siempre. Lamento no haber podido lograr la meta de terminar todo el año que recién pasó y no haber subido tampoco capítulo en enero, pero el trabajo me absorbe tiempo hasta en vacaciones. Lamento también si para algunxs resulta demasiado extenso este pero, créanme, recorté lo más posible la parte de la fuga y otras para que no fuera tan tedioso, pero aún así...
Como siempre, gracias a Faby por sus lindos mensajes, me alegro que te haya gustado mi humilde regalo, espero que estos últimos capítulos también los puedas disfrutar. Lo he estado pensando, y de tener tiempo, una vez publicado el final subiré un par de capítulos cortos con 'trocitos de vida' o quizás algunas de las partes que dejé fuera de la historia con anterioridad.
Un beso y un abrazo grande a todxs, cada vez queda poco, gracias por seguir leyendo.
Lo dice,
Jú la Deppravada.-
