«La diferencia entre un hombre y un niño Ichigo está en la capacidad de aceptar responsabilidad por sus decisiones» le había dicho Isshin a su hijo antes de entregarse voluntariamente a la Sociedad de Almas. Había sido duro para él dar ese paso, jamás se había arrepentido por sus decisiones, por desertar de su posición de capitán e irse al mundo de los humanos con Masaki, de no haber sido por eso no tendría a sus hermosos hijos. Pero luego de la guerra con los Quincy una muy enojada Rukia al enterarse de su identidad, le había reclamado por todo el peso que había caído sobre los hombros del pequeño Kaien al hacerlo, sus acusaciones habían sido dolorosas y lo peor es que eran ciertas, aún con Ichigo sabiendo la verdad sobre su pasado, nunca se había preocupado si quiera por preguntar por la familia que había dejado atrás. Kaien, Kukaku, Ganju, todos habían pagado por sus acciones, por su deshonor. El Clan Shiba había caído en desgracia, y todo por su culpa.

Sin embargo la guerra había causado demasiadas muertes, muchos shinigamis poderosos habían caído en combate, y la Sociedad de Almas no se podía permitir que shinigamis como él estuvieran fuera de acción, claro, era cierto que había cometido un crimen, y que no se arrepentía, pero estaba lejos de ser un verdadero criminal, sin moral, sin ética, por lo que su condena había sido relativamente ligera, 200 años de servicio a la Sociedad de Almas.

No era tan malo, Ichigo lo visitaba con frecuencia, Karin y Yuzu por otro lado habían visitado la Sociedad de Almas para su juicio, le habían reclamado, lo habían criticado, Karin incluso lo había golpeado un par de veces, pero la verdadera sorpresa fue que al estar en contacto con tanto reiatsu había despertado sus poderes shinigami, hasta el punto en que ambas requirieron algo de entrenamiento para manejar sus habilidades, aunque eso sí, ambas preferían seguir viviendo en el mundo de los vivos, pero de vez en cuando lo buscaban y eso bastaba.

Pero ahora… «La diferencia entre un hombre y un niño Ichigo está en la capacidad de aceptar responsabilidad por sus decisiones» volvió a recordar, 10 años ya desde su juicio y estaba de nuevo en problemas. Pero el era un hombre, un antiguo capitán, Isshin entendía de deber, de responsabilidad, y nada iba a detenerlo, eso haría, si Ichigo no lo mataba primero.

—¡Papá! —exclamó su hijo con los brazos alzados anticipando un golpe.

Ichigo lo miro sorprendido al ver que nada ocurría, lo conocía bien después de todo, y si se encontraban y él no iniciaba un ataque, es que algo pasaba.

—¿Papá? ¿Está todo bien? ¿Pasa algo? —Preguntó su hijo antes de darse cuenta de que no estaban solos en la sala de su vieja casa—. Ehhhh papá ¿Por qué están Soi-Fon y Omaeda aquí? —siguió él al notar la presencia de la capitana y su teniente, y bueno, lo entendía, no era como si ellos solieran visitar el mundo de los vivos, y aunque Ichigo los conocía, no eran precisamente lo que él llamaría sus amigos.

—Solo espera un momento Ichigo ¿tus hermanas? —No quería tener que explicar lo mismo dos veces.

—Mmmmm deberían estar ya aquí —respondió Ichigo con los ojos entrecerrados por la sospecha, y es que aunque él respondiera que no pasaba nada, lo cierto es que si pasaba algo. Soi-Fon, Omaeda, sus hermanas, solo faltaba su nuera y nieto, pero había pensado que no era una discusión apta para un niño.

El ambiente en la sala era tenso, muy tenso. Isshin a pesar de actuar muchas veces como un payaso, podía ser bastante serio cuando quería. Y eso sin hablar del aura reservada y fría de la capitana de la 2da división.

Por suerte sus hijas no tardaron en llegar.

—¡PAPÁ! —gritaron las dos al mismo tiempo, pero se detuvieron rápidamente al ver a los dos shinigamis desconocidos.

—Yuzu, Karin —saludó él antes de que Ichigo interrumpiera.

—Empieza a hablar viejo —dijo su hijo con la voz dura, quizás ya presintiendo que no quería escuchar lo que obviamente tenía tan ansioso a su papá.

Era ahora o nunca pensó Isshin, para eso había regresado al mundo de los vivos, tenía cerca de dos años sin hacerlo.

—Bueno, hace dos meses era el aniversario de la muerte de Unohana, y los muchachos y yo decidimos reunirnos a tomar algo en su honor, tú sabes, un poco de sake, conversar… —comenzó él después de un profundo respiro.

—¿Los muchachos y tú? —preguntó su hijo con una ceja alzada.

—Sí, los conoces a todos, Shunsui, Shinji, Zaraki, Kisuke, incluso algunos de tus amigos, Renji, Ikkaku, Yumichika.

Ichigo se llevó las manos a la cabeza con un gruñido, era básicamente una reunión de los shinigamis más irresponsables de la sociedad de almas.

Isshin alzó sus manos para detenerlo antes de que dijera algo, era su historia, y conocía lo suficientemente bien a su hijo como para saber que no iba a reaccionar nada bien.

—Hey, no pongas esa cara, también estaban algunas de las muchachas, Rangiku, Isane, Lisa.

—Eso no lo hace mejor, Isane es responsable ¿Pero Rangiku y Lisa? ¿Qué era eso? ¿Una reunión de los shinigamis más borrachos que existen? —preguntó su hijo escéptico. Isshin se sentía apenado, porque su hijo no se equivocaba, si había un grupo de shinigamis dispuestos a destruirse en una noche, esos eran ellos. Y no era la primera vez, desde su regreso a la Sociedad de Alma lo habían hecho varias veces, que tuviera una condena tampoco era motivo para no divertirse.

Frente a él, Yuzu y Karin miraba, si bien era cierto que de vez en cuando visitaban la sociedad de almas, tampoco era que conocían a todos los shinigamis de importancia, menos aún conocían sus personalidades, mañas y defectos. Pero algunas cosas habían escuchado, claro, eran demasiado jóvenes para invitarlas, pero eso no las hacia ignorantes, y estaba seguro de que ambas entendían muy bien lo que un grupo de ellos era capaz de hacer.

—Déjame hablar hijo —respondió él antes de continuar—. En fin, estábamos tomando, comiendo, Unohana era una buena compañera ¿sabes? Sé que a veces podía parecer terrorífica, pero en serio era buena, y merecía un recordatorio. Y no pasaba nada, hasta que escuchamos a otra persona entrar.

—Hey, miren, es la capitana Soi-Fon —dijo Kisuke burlón al verla entrar. El antiguo shinigami generalmente no dejaba de pasar esos momentos, y menos aún dejaba de pasar las oportunidades para fastidiar a la capitana, era bien conocido por todos el desprecio que ella sentía por él, lo que él encontraba definitivamente gracioso.

—No Soi-Fon, no ahora, no eres divertida, habla con Nanaoooo —replicó Shunsui que con los ojos algo caídos y ya obviamente borracho.

—Pero Capitán Kyoraku, tiene que escucharme, es importante.

—¿Por qué no invitamos a Yoruichi? —Preguntó Kisuke—. Apuesto que si estuviera aquí Soi-Fon dejaría de fastidiarnos. ¡Ven, bebe con nosotros! ¡Solo uno! —invitó él.

Soi-Fon miró con seriedad al resto de los shinigamis, todos entendían su personalidad estricta y rígida, casi como una versión femenina y de baja estatura de Kuchiki. El desprecio emanaba de sus poros.

—No Kisuke, ella es aburrida —respondió Shunsui arrastrando las palabras.

Zaraki y Yumichika comenzaron a reírse al mismo tiempo después de que el oficial susurrara algo al oído del capitán de la onceava división.

—Bueno, y tú entiendes ¿verdad Ichigo? Soi-Fon es la espía, tú sabes, ella escuchó lo que Yumichika había dicho, en serio que tiene muy buen oído.

—¿Qué dijiste Ayasegawa? ¿Puedes repetir eso? —preguntó la capitana visiblemente enojada al mismo tiempo que Zaraki llevaba sus manos hacia su zanpakuto casi que esperando una pelea. Probablemente deseándola.

Yumichika que generalmente era el shinigami mas inteligente y razonable de la onceava división por algún motivo había perdido todo el sentido común, era extraño, si querías a alguien grosero y maleducado bastaba con buscar a Ikkaku. Ese sake debía de estar adulterado, era la única explicación.

—¡Que usted no quiere quedarse a tomar con nosotros porque no se siente tan bonita como las otras mujeres! —respondió el oficial pasando un dedo por su rostro y echando un mechón de su cabello hacia atrás—. ¡Pero puedo ayudarla!

—Yumichika es un buen muchacho Ichigo, a veces no entiendo porque la gente lo critica, si, es algo pretencioso, y extraño, y pasa mucho tiempo cuidando su peinado, pero debiste haberlo visto, a cada rato tocaba las trenzas de Isane y le decía lo bonita que se veía, estaba muy sonrojada, era gracioso «!Oh, Isane! Quisiera tener el cabello de tu color» —observó él quizás divagando un poco, y es que la situación no era para menos. Aun cuando había querido tener una conversación seria con sus hijos, no podía evitar sentirse nervioso.

—¡Papá! ¿Qué tiene que ver que Yumichika estuviera coqueteando con Isane?

—Ok ok, ya va, cálmate ¿En qué iba? ¡Ah, sí! Entonces Omaeda saltó frente a su capitana.

—¡CAPITANA! ¡YO DEFENDERÉ SU HONOR! ¡SÍRVANME! —gritó el teniente tomando un vaso de sake y tomándoselo todo de un solo golpe.

—¡Cállate Omaeda! —respondió la capitana dándole un golpe en la cabeza, algo considerablemente común entre ellos—. ¡Yo puedo pelear mis propias batallas! —reclamó roja del enojo arrancándole una botella de sake a Shinji, que la miró conteniendo la risa.

—Y bueno, seguimos tomando, contando algunas anécdotas, estábamos pasando un buen tiempo. En serio, el sake de Shunsui es siempre excelente, y nada de aguafiestas como Toshiro o Kuchiki. ¿Sabías que Zaraki había peleado de niño con Unohana? ¿Te conté de la vez que la vi matar 100 hollows con un solo golpe de su espada?

—¡PAPAAAAA!

—Cierto, entonces estábamos todos muy borrachos. Ikkaku se había quedado dormido encima de Rangiku, tú sabes —siguió el antes de bajar un poco la voz—. Son como almohadas —susurró a su hijo—. En fin, y Omaeda se había quedado dormido en el piso, es un chico pesado si lo piensas, creo que debería hacer algo de ejercicio.

—Eso no me sorprende —respondió Ichigo un poco obstinado y alzando los ojos hacia el teniente que había estado muy quieto, y sin revelar los motivos por los que estaba en su casa—. ¡OMAEDA! ¡Deja de ver a mi hermana así!

Ichigo se sintió enojado, la historia de su papá no le parecía demasiado graciosa, y la verdad es que era como si no quisiera llegar al punto, y eso le preocupaba, porque si su padre estaba así era por algo, y temía escuchar el fin, además, la forma en que Omaeda veía a Yuzu era extremadamente desagradable, era casi como si fuera un emparedado, como con hambre.

—¡No estoy haciendo nada! Solo viendo la comida, tu hermana parece una buena cocinera —replicó Omaeda con una mirada como si hubiera encontrado algo que se le hubiera perdido.

—¡Compórtate! —amenazó Ichigo tratando de intimidarlo.

—¡Pero es que no estoy haciendo nada! —repitió el teniente antes de volver a posar sus ojos sobre Yuzu.

—Aja, entonces… —continuó Isshin intentando evitar que se desatara una pelea en la sala de su casa, aunque no viviera ya ahí, era la casa que había comprado para Masaki, no quería verla destruida—. Yumichika se ofreció a acompañar a Isane a su cuartel. En serio, es un buen muchacho, me agrada bastante… Son una bonita pareja…

—¡Papá! —exclamó Ichigo nuevamente antes de que su papá comenzara a hablar de cosas que no necesitaba saber.

—¡Aja, entonces! Bueno, sabes que yo soy de origen noble, y tengo excelentes modales, elegantes y caballerosos, y tenía que dar el ejemplo, claro, no soy un estirado como Kuchiki, pero eso no implica que pueda portarme como un animal, o sea, Masaki amaba cuando le abría la puerta, y la ayudaba a sentarse, recuerdas…

—¡Sí! ¡Porque nunca has actuado como un salvaje! —replicó Ichigo sarcástico interrumpiéndolo una vez más.

—No me interrumpas hijo, como decía…

—Hey Soi-Fon, yo te acompañaré a tus barracas —dijo Isshin absolutamente ebrio. Todo daba vueltas, ya algunos de los muchachos se habían ido.

—¡No necesito tu ayuda Shiba! ¡Yo puedo sola! —respondió ella tambaleándose sobre sus pies. Por mucho que lo negara estaba bastante ebria, nadie le había mandado a dejarse provocar por el imbécil ese de Kisuke Urahara ¿Y quién le dijo a ella que podía tomar lo mismo que el Capitán Kyoraku? Ese hombre vivía casi que en alcohol.

—¡Ahhh Soi-Fon, has tomado mucho, permíteme! —insistió Isshin tratando de sostenerla por el brazo, pero la capitana ya le había dicho más de una vez que era un desleal e irresponsable, y por nada del mundo se iba a dejar ayudar por él, era humillante, y sacudió su brazo hasta sentirse libre.

—Chicas, ustedes no conocen a Soi-Fon —dijo él mirando a sus hijas y luego a la capitana que no había dicho ni una palabra en todo el tiempo que habían estado reunidos—. Ella es orgullosa y fuerte, no me extraña que no quisiera ayuda, pero como le decía a su hermano, yo soy un caballero, pero bueno, antes de poder acompañarla, ella se desvaneció y yo no podía permitir eso, así que me lance a correr tras de ella.

—Y… —Sus hijas miraban todo con expectativas y apariencia nerviosa. Estaban asustadas. Su papá le estaba dando demasiadas largas al asunto, y al igual que su hermano, sabían que no era su forma de actuar.

—¡Deja de detenerte, termina con tu historia! —reclamó Ichigo que cada segundo parecía más molesto, era fácil verlo, el rubor en sus mejillas, las cejas levantadas, la boca apretada, los puños cerrados, la espalda recta, y esa actitud sospechosa cada vez que hablaba.

—¡Soi-Fon está embarazada! —declaró Isshin con firmeza.

—¡¿QUEEEE?! ¡¿PERO COMOOO?! —gritó Ichigo poniéndose de pie. Karin y Yuzu ambas calladas y sin reaccionar sentadas muy juntas y agarrándose de las manos.

—Bueno, la alcancé, y me dio un golpe, ella es algo agresiva —dijo Isshin un poco apenado mirando a Soi-Fon de reojo—. Y yo estaba borracho, de hecho, Zaraki quería ir al Rukongai a buscar una pelea, lo conoces, pero yo no podía, ya saben, los modales… Y era tarde, y Zaraki no se puede quedar quieto si no hay un baño de sangre, y mi kimono era nuevo, aunque olía un poco a alcohol ¿sabes? Quizás debería traerlo a una lavandería, seguro que…

—¿QUE HICISTE PAPÁ? —preguntó Ichigo viéndolo fijamente. Su hijo estaba alterado, furioso.

—Yo le devolví el golpe, y ella lanzo una patada, y yo le di otra, y después liberó su shikai, y yo saqué mi zanpakuto… y ella estaba sudorosa, y respiraba agitada… y… —respondió Isshin viendo a sus hijos, a Soi-Fon.

—¡EMBARAZASTE A SOI-FON! —gritó Ichigo horrorizado. Y es que así se sentía. Si, él entendía que su papa era un hombre, que su madre había muerto hace mucho tiempo, no es que esperaba verlo vivir como un monje por los siglos de los siglos. ¿Pero Soi-Fon? Habría podido tolerar a Isane, demonios, la habría aceptado, pero al parecer ese barco había zarpado. Yoruichi era aceptable, Nanao era seria pero pasable, es que hasta Momo habría recibido con gusto en su casa, ¿pero Soi-Fon? Ella era… como un bloque de piedra, inflexible, abrasiva, sin humor.

Ichigo comenzó a caminar por la sala de un lado a otro, sus manos en la cabeza, el dolor palpitando en su frente, no, no podía ser, era una pesadilla, su papa, no, no, no… Podía escuchar los latidos de su corazón ¿y su mama qué? ¿Estaría ella bien con eso? Si, no, es que no podía pensar con claridad, se sentía confundido ¿un hermano? ¿Iba a tener un hermano? ¡Demonios! El estaba ya muy grande para tener que encargarse de cuidar a un niño, si a veces creía que Kazui era demasiado.

—¡PERO ERES UN VIEJO! —reclamó él intentando dar forma de alguna manera a todo lo que pasaba por su mente.

—Ya va Ichigo, apenas tengo 300 años, no soy tan viejo así… —respondió Isshin cansado. Y es que Isshin entendía bastante bien lo que debía estar sintiendo su hijo, no era lo que uno precisamente esperaba a estas alturas de la vida, y el chico de verdad adoraba a su madre, él nunca había dejado de amarla después de todo. Lo de Soi-Fon había sido un accidente, y no negaba haber pasado por mucho de lo que quizás sentía su hijo en ese momento.

—¿PERO SOI-FON? ¿SOI-FON? ¡EMBARAZASTE A SOI-FON! —Demonios… Está bien, no era ciego, Soi-Fon podía tener sus defectos, pero si, tenía su atractivo, no como el de Orihime por supuesto, quizás pensando con su parte más masculina podía entender como había ocurrido, igual eso no era motivo para no cuidarse.

—Es que caímos al piso, y tu ya ves… fue… o sea… ella y yo… —replicó él algo apenado, de verdad que quería explicarlo, pero no recordaba demasiado lo que había pensado en ese momento, o sea, lo único que había hecho era sentir, y su cuerpo delicado y firme bajo el suyo lo había hecho olvidar todo. De verdad la había encontrado hermosa al sentirla entre sus manos.

—¡PARA, PARA! ¡NO QUIERO SABER NADA! —gritó Ichigo antes de caer desplomado sobre el mueble. Omaeda miraba todo con lágrimas en los ojos…

—¡¿Y tú por qué lloras? —preguntó Ichigo un poco grosero.

—¡Es que ahora no voy a ser el hombre más importante en la vida de la capitana! —respondió el teniente entre sollozos. Pobre Omaeda, siempre zalamero detrás de su capitana, ayudándola, prestándole apoyo, halagándola ¿y ahora? Le daba lastima.

—Nunca lo has sido —refunfuñó malhumorada Soi-Fon, era la primera vez que decía algo. Isshin había jurado que la capitana no iba a pronunciar palabra alguna, que le iba a dejar todo a él, lo que no era ilógico, era su familia, él era quien tenía que informarles.

—¡Pero capitana!

—¡SOI-FON! —exclamó Ichigo otra vez como si se le hubiera olvidado todo su vocabulario. Y si seguía así…

—¡BANKAI!

Todos en la sala alzaron las cabezas.

—Hey ¿Qué hice ahora? —preguntó Ichigo asustado, la capitana estaba apuntándolo con Jaikuho Raikoben que brillaba dorado como un misil de la muerte.

—Ichigo, hijo —respondió Isshin de pie entre Soi-Fon y Ichigo tratando de calmar la situación—. Son las hormonas, no la hagas enojar, seguro que puedes recordarlo por Orihime ¿no? —preguntó él, quizás lo mejor era intentar otra estrategia, sus hijas no podían reaccionar tan mal así, eso esperaba—. ¿Karin, Yuzu?

—Este… ¿Es ella nuestra madrastra? ¿Tenemos que decirle mamá? —preguntó Yuzu, la más sensible y educada de sus dos niñas. Aunque si era sincero consigo mismo, era quizás la pregunta más estúpida que su hija pudo haber hecho, aunque tampoco podía culparla, no conocía realmente a Soi-Fon, que si daba vibras de algo, era de asesina, no de madre.

¡Demonios! Eso era justo lo que Ichigo necesitaba, no se le había ocurrido, Soi-Fon su madrastra.

—No, no, chicos, voy a asumir mi responsabilidad, pero no hemos hablado de eso —respondió Isshin otra vez con las manos alzadas, si lo había pensado, podía admitírselo a sí mismo, no la amaba, no estaba enamorado de Soi-Fon, ¿pero era lo correcto no? Solo que le daba pánico discutir la idea con ella —. Todavía.

Soi-Fon lo miro con los ojos entrecerrados, «Fantástico» pensó él, ya debe estar planeando como matarme y dejar a nuestro bebé huérfano de padre. Sin embargo lo que realmente le sorprendió, es que la capitana en vez de saltarle encima con la zanpakuto ya sellada en sus manos, más bien se había puesto a llorar.

—¿Soi? ¿Estás bien? Ichigo es un idiota a veces, puede ser algo insensible… —Le dijo él acercándose y tratando de ser tan amable como le fuera posible, quizás intentar consolarla no era la mejor de las ideas, pero es que tenía que hacer algo, y no podía dejarla sola después de ver el comportamiento de su hijo.

—Te dije que no me llamaras así Shiba… —respondió enojada antes de seguir llorando—. ¡Mi hijo, va a ser un idiota como su padre y su hermano! —siguió ella entre lamentos. Ella no había querido quedar embarazada, tampoco entendía lo que le había pasado esa noche, no era el tipo de mujer que precisamente buscara esas cosas, lo sabía, siempre había vivido rodeada de hombres y jamás había caído tan bajo. Pero entonces ese imbécil de Shiba tuvo que insistir en vez de hacerle caso y dejarla quieta. Y lo peor es que no había sido una vez, lo recordaba bien ¡cinco veces! ¡CINCO! Y era ella la que le había exigido más. Y él en vez de negarse, se había dejado.

Pero lo que más la alteraba era la actitud de Kurosaki, su incredulidad, su duda, como si ella no fuera una mujer deseable, como si no fuera bonita, la hacía sentir insegura, ella podía ser perfectamente femenina. Y escucharlo hablar así de ella le llenaba de lágrimas los ojos, era… era… ¡se sentía herida! ¿Por qué no podían entenderla?

—Hey ¡No soy un idiota! Aunque no puedo decir lo mismo de papá.

— Por favor, se un poco razonable, ella no es una mala persona —Reclamó Isshin— ¿Viste lo que hiciste? ¿Te enseñe a hacer llorar a las mujeres? —preguntó el enojado. Ya era suficiente, ya había pasado, no había nada que pudiera hacer, iba a tener otro hijo, y Ichigo iba a tener que aceptarlo.

—¿YO? ¿YOOOO? ¡YO NO EMBARACÉ A SOI-FON!

—¿QUE TU HICISTE QUEEEE? ¿EMBARAZASTE A OTRA MUJER? —preguntó Orihime que justo había elegido ese momento para regresar a casa. La esposa de su hijo parecía verdaderamente furiosa, y pensaba quedarse callado, era lo justo que alguien se molestara ahora con él.

—¡HEY, HEYYYYYY! ¡FUE PAPÁ! —respondió el señalando a su papa con la mano.

Pero Orihime era tan simpática que tuvo que haberse dado cuenta que el plan no tendría mucho éxito.

—¡Ahhhh! un bebé, que bonito ¡estoy muy feliz por ustedes! —Orihime atrapó a la capitana entre sus brazos, que obviamente no estaba muy acostumbrada a muestras de afecto, ni a que la tocaran, o felicitaran. Se notaba en su postura, rígida como si no supiera que hacer. Aunque es noche, de vez en cuando las imágenes regresaban a su cabeza, y bueno, de rígida nada. ¿Por qué era que la llamaban inflexible? Porque si de algo podía dar fe es que la futura madre de su hijo sabía como moverse. Si, era muy flexible… Isshin sintió una pequeña sonrisa en su rostro.

—No hay un nosotros —murmuró Soi-Fon en respuesta mirándolo a los ojos. Esperaba él que no se diera cuenta de lo que estaba pensando. Se habían evitado muchísimo después de esa noche. Por lo menos Orihime no le había preguntado por la fecha del matrimonio.

Ichigo miró una vez más a su padre, la verdad es que sabía que estaba actuando de manera irracional, su papá era un adulto, su papá era dueño de sus actos, tampoco es que lo viera muy cariñoso con Soi-Fon, no era como que estuvieran pensando en casarse, y si lo pensaba, ver a Orihime alegrarse al escuchar las noticias le había recordado que un bebé era un motivo para sentirse feliz, no para actuar como un imbécil. Por otro lado no podía dejar de sentirse un poco culpable, su papá tenía razón, no le habían enseñado a tratar así a las mujeres, y tenía que disculparse con Soi-Fon.

Por suerte la capitana no se había marchado, estaba ahí sentada con Orihime que le preparaba un té y Karin del otro lado manteniendo la mano unos pocos centímetros sobre su abdomen, como si quisiera tocar pero sin atreverse a hacerlo.

—Este… capitana —dijo él poniéndose de pie y caminando hacia donde estaba la shinigami—. Yo… bueno… lo siento, de verdad que lo siento, no tuve que haber reaccionado así, y felicitaciones, a los dos, me alegra tener otro hermano, y voy a ayudarla con cualquier cosa que necesite. —Mmmm, tal vez no debió haber dicho eso, la capitana no era de la que dejaba a otros hacer cosas por ella, y si por algún milagro aceptaba su oferta, imaginaba que lo mandaría siempre con Omaeda, que ahora que lo pensaba ni se escuchaba.

Ichigo alzó la mirada rápidamente buscando al teniente, ahhh, y ahí estaba Omaeda sentado con Yuzu, que le daba bocadillos uno a uno directo en su boca, el hombre celebraba con las manos emocionado tras cada mordisco. Era horrible, un espanto, su pequeña hermana, la más inocente, la más tranquila, la más amable, y lo peor es que ambos se miraban casi embelesados «Bueno, al menos no es Mayuri» pensó, se imaginó unos sobrinos con esas caras blancas y tocados extraños, un circo de los horrores, eso sí que sería catastrófico. Por ahora se quedaría callado.

—Gracias —respondió Soi-Fon sacándolo de sus pensamientos. Ichigo giró su cabeza y se sintió preocupado, era como si algo se le hubiera metido bajo la piel, una gota de sudor comenzó a bajar por su frente al recordar la habilidad de su shikai, veneno. Un escalofrió recorrió su cuerpo entero, y esa mirada que le había dado al responder, era como una promesa, era macabro, lo sabía, Soi-Fon se vengaría.

Al menos su papá se veía agradecido.

Nota: esto es algo que se me metió en la cabeza ayer, no tengo planes de escribir una historia completa, pero si les gusta entonces todo cambia, créanme que Toshiro y Karin me reclamaron un poco por dejarlos por fuera.