Podía sentir como mi pelo se erizaba desde mi columna hasta el cuello. Era una ráfaga de escalofríos que me atacaban sin dudar, y generaban los nervios en todo mi ser.
En mis manos, yacía una pequeña libreta en el que aguardaba una lista de nombres, de todas esas chicas a las que moleste y humille con mis "amigas". También contenía nombres de chicos con los que me aprovechaba para obtener atención y les hice creer que podía existir algo entre nosotros. Mackenzie es el único muchacho del que no me aproveche, pero, que si lastime su corazón.
—Hola, este... Ash ¿Cierto? —Pregunte, deteniendo a la Border collie que buscaba pasar desapercibida.
La chica me miró con fastidio y, a mi parecer, estaba rogando que la molestara rápido para poder largarse de ahí lo más pronto posible.
—Ashley. —Corrigió a regañadientes.
La atmosfera se tornaba oscura, era una niebla densa que me asfixiaba con la culpa.
—Ashley, perdón, si amm... Escucha. Yo, lamento, de verdad, todos estos años de maltrato. No fue justo lo que te hicimos mis amigas y yo... Debe sentirse horrible.
La joven apretó sus puños mientras desviaba su mirada en un intento de no perder la paciencia.
—Tú no sabes lo que se siente. —Hablo casi a susurros.
—Bueno, no. Pero de verdad, lo siento.
—¿Sientes la vez que cambiaron mi bebida por agua del pantano? —Sus ojos se tornaban sombríos mientras me echaba en cara mis acciones, eran balas muy dolorosas.
—Si y...
—O cuando cambiaron mi perfume por una mezcla, extraña. —Interrumpió mientras la culpa empezaba a invadirme— ¡Caí una semana entera enferma con pura agonía!
—Lo lamento mucho...
—Sin mencionar las otras veces que quede en cama. ¿Sabes el dolor que tuve que soportar? ¿Lo que me eh perdido por estar enferma? ¡No! —Esa forma de hablar era... similar a Honey. Ella quería estallar de ira, pero se contenía para no llamar la atención. Como si tratase de pasar lo más desapercebida posible.
—Se que estuvo mal, y por eso te pido disculpas.
—Cuando pases por lo mismo, quizás las acepte. ¡Idiota!
Sin nada más que decir, ella continuó con su camino, mientras que yo, volvía a tragarme el insulto del día y tratar de ser fuerte. Aunque. Siendo honesta, a comparación del resto al que les pedí disculpas, este insulto era el más ligero de todos.
Aún se me tensa la piel, al recordar esas miradas que tanto ansiaban destruirme, partirme y matarme como venganza. No las culpo, creo que yo también haría lo mismo si estuviera en su lugar.
En el resto del día, me la pasé lamentándome, ofreciéndole disculpas al resto, pero ninguna disculpa fue aceptada. Todos me veían con despreció y odió. Y como dije antes, me tuve que ir tragando los insultos de cada uno hasta más no poder.
De un momento a otro, los insultos se convirtieron en amenazas que generaban pánico y me generaba esos deseos de echarme a correr, de volver a esconderme, pero... No podía, ya no más. A mi mente llega la imagen de mi novio, quien, continúa visitando mi hogar, sabiendo perfectamente lo que podría pasar ahí adentro, y, aun así, está dispuesto a ir. Yo también quiero ser fuerte como él.
En medio de mi viaje a los salones, me reencontré con aquella chica, a quien llamaba "amiga". Ella aparto sus ojos de los míos y me ignoro, tal y como si yo fuera un fantasma o una pequeña partícula difícil de ver
Se que ella no es una persona buena, pero tampoco lo eh sido yo. Se me es algo difícil tener que aceptar, que la persona quien me acogió en la secundaria y me apoyo en ciertos momentos, empezaba a ignorarme. Todo porque ¿me estoy disculpando con la gente...? No... Es porque ya no soy su marioneta.
Esperaba más de ella, al menos un apoyo o una señal que me dejara ver que no era una mala persona, como aparentaba ser. Pero sus palabras fueron claras al verme con esos juzgadores y fulminantes ojos que me helaron la sangre.
"Nosotras somos mejore que ellas" Había dicho. Era la misma frase que usaba todo el tiempo como excusa, pero esta vez, ya no iba a ceder. En esa misma mañana, un recuerdo perdido, o, mejor dicho, un pedido, había regresado a mi cabeza. "Quiero que te compares a ti misma en esas 2 situaciones".
Parece que mi hermana es una especie de ángel que siempre busca mi bienestar, un ángel que ha intentado, por muchos años, abrirme los ojos para visualizar mejor el caos que generaba a mi alrededor. Fue gracias a ella que tuve el valor de decirle "No" por primera vez; Fue el momento en el que contradije a Ruby sobre su lema, y como podrán adivinar, ella no se lo tomo muy bien.
"Que se puede esperar de la rareza después de todo" Fue lo último que había escuchado de ella antes de que me haga, junto a las otras dos, la ley del hielo.
No voy a negar que hubo un punto del día, en el que me adentre a uno de los cubículos del baño para derramar unas cuantas lágrimas, mientras sentía mi corazón, acelerado por las amenazas.
Intentaba retomar las fuerzas, para volver a salir y disculparme con las últimas personas que quedaban de mi lista. Pero al ver sus nombres, sabía que la cosa iba a empeorar.
No puedo evitar soltar unos cuantos gemidos de tristeza, mientras intento tomar las fuerzas para que sean pocas las lágrimas que abordaban mis ojos. Las amenazas junto con los insultos volvían a cuestionarme sobre lo que era en realidad. Yo soy mala, horrible, repugnante...
Vuelta en los salones, mis intentos por entablar una conversación con Mackenzie fracasaban. El Border Collie hacia todo lo posible para no devolverme la mirada ni dirigirme la palabra, como si yo fuera una clase de estatua ante sus ojos.
—Mackenzie ya no te va a hablar. —Escuche junto a mí—No después de romperle el corazón.
—Eso no me ayuda Judo. —Conteste mientras apoyaba mi cabeza sobre mi mano.
—Lo siento, pero es la verdad. —Dijo— Además, porque tanta necesidad de hablarle. ¿Te volviste a enamorar de él?
—No. —Respondí con calma— Es solo que, despegarse del amigo que te acompaño desde la infancia, es duro.
—¿No pasó lo mismo con Jean? —Cuestiono.
—Si, pero fue por las circunstancias. —Aclaré— Mas bien es... como Lucky y tú. Recuerdas como te sentiste.
Ella desvió los ojos mientras deslizaba sus dedos sobre la superficie, lisa, de su mesa.
—Si, aun lo recuerdo... Pero Lucky está de visita en la ciudad.
—¿Que? Pensé que Chucky fue el único que volvió a la ciudad—Pregunté algo sorprendida, logrando, por un momento, desviar aquellos recuerdos del día que estremecían mi pecho, a lo que Judo respondió agitando la cabeza— ¿Desde cuándo?
—Hace unos días que llegó a la ciudad.
—¿Qué? ¿Por qué no me lo dijo? —Pregunte.
—Ya sabes lo discreto que es y cómo se pone en las despedidas. —Una tierna sonrisa se dibujó en su rostro— Se pone muy delicado.
Estudie su rostro a detalle, para darme cuenta como su mirada se perdía por unos momentos en la pizarra del salón, otra vez. Ella ha estado muy pensativa estos días, como si también buscara palabras y formas de poder hablarle a aquella persona, al que yo suponía, que era Lucky.
—¿Y que cuenta? —Pregunte con una voz suave.
—No mucho. Dice que el primer semestre de la universidad lo agobia.
—Siempre dicen lo mismo. —Comente— No creo que sea tan frustrante.
—Ve su cara, y pregúntaselo. —Ella soltó una pequeña carcajada, mientras se perdía en sus recuerdos con aquel labrador dorado. Son aquellos indicios que me recuerdan esas sensaciones que tuve desde el recuentro con mi labrador.
—Veo... —Llamé su atención— Que ese sentimiento todavía sigue presente. —Le dije con una sonrisa, a lo que ella negó, suavemente, con la cabeza.
—Eso ya fue hace años... —Tal y como si hubieran borrado su rostro, su mirada se apagó e inclino sus ojos hacia la mesa. Con sus dedos, blancos y lizos, jugo con el borrador que yacia sobre su mesa, y empezó hablar— Ahora me gusta alguien más...
—¡¿Enserio?! ¡¿Quien?! —La curiosidad es una especie de bestia que yace en todos nosotros, y mientras más se alimente, más hambre tendrá. Estuve expectantes de su mirada, esperando que me dijera quien era aquella persona.
—Es alguien igual de cercano, pero... ya tiene pareja.
Mis orejas cayeron al escucharla, sentí empatía por ella.
—Oh Judo, como lamento eso.
—Si... —Se tomo unos segundos en silencio— Pero, aun tengo ganas de decírselos, o nunca podre abandonar este sentimiento.
—Entonces díselo Judo. Tienes mi apoyo, y si quieres, puedo acompañarte como tu guardián.
—Es que... esa persona —Su cuerpo se tensó, y su lengua se trababa al pronunciar las palabras— e-esa per-persona e-
"RINNNNNNNNNNNNNNNNG"
La alarma se hiso presente en todo el edificio, recordándonos la hora de salida y que, prácticamente, vayamos abandonando el edificio. Mis ojos se enfocaron en Mackenzie, quien no tardo en guardar sus cosas y cruzar el umbral del salón.
—Perdón Judo, tengo que irme. —Dije antes de levantarme de mi asiento y seguir al Border Collie— Pero hablemos más tarde. —Fue lo último que le dije antes de cruzar totalmente el umbral de la puerta.
—Como digas. —Escuche casi a susurros.
Seguí los pasos del Border Collie, quien se encontraba a algunos metros delante mío, con la mirada perdida en el suelo y con el pelaje un poco más liso que las anteriores veces.
Dudaba en acercarme y darle un "Hola". Me asustaba que reaccionara al igual que el resto de personas que empezaron amenazarme a penas me disculpe. Simplemente dudaba.
Me quede como una tonta tras sus pasos, buscando el valor para ir y disculparme, y es que, si no encontraba las palabras apropiadas, tenia la posibilidad de perder a mi mejor amigo.
—¡Mackenzie! —Llame, logrando obtener la atención del Border Collie, quien me vio con cierto desinterés.
—Bluey... —Escuche quejarse mientras rodaba los ojos.
—Hola...
—¿Qué quieres ahora? —Pregunto con fastidio. Yo suspire por eso, antes de verlo a los ojos.
—Yo... venía a disculparme por, ya sabes... hacerte daño.
—O cierto. —Respondió con sarcasmo— No es algo nuevo. —Al menos no me amenazo.
—De verdad lo siento Mackenzie. —Repetí con la mirada gacha y mis manos juntas. Mackenzie levanto una ceja mientras estudiaba mi rostro.
—¿Por qué te disculpas? —Pregunto, mostrándose escéptico— Acaso ¿El labrador termino contigo?
Me desconcerté al oírlo, y le respondí con un ligero fastidio.
—No Mackenzie. —Se que yo debo ser la que se disculpe, pero, me agobia y me fastidia cuando se comporta así, esperando oportunidades como las que menciono para aprovecharlas y, es molesto.
—Entonces ¡¿Por qué te disculpas?! ¡¿Para sentirte mejor?! ¡¿Para no sentirte culpable?! —Empezó a cuestionar, mientras podía sentir el peso de sus dudas sobre mis hombros. Yo desvíe la mirada con algo de vergüenza.
—Mackenzie, yo solo intento...
—¿Cambiar? ¿Ahora? —Interrumpió con ira y quitándome las palabras de la boca—Después de estos años, ¿recién te dignas a cambiar? —Era un golpe más, y directo, que se juntaba al repertorio de palabras que lastimó mi corazón.
Lo eh escuchado antes, pero no muchas veces en un solo día.
—Se que no he tomado las mejores decisiones Mackenzie.
—Si realmente lo supieras, me hubieras elegido a mí.
—¿Eso que tiene que ver? —La discusión estaba creando una atmosfera super densa que me hacía sentir ansiosa y nerviosa. Era estar entre una gravedad alta, al punto de sentir, o pedir, que la tierra me tragase o me aplastara.
—Que yo te apoyé Bluey, realmente lo hice... Pero, no sirvió de nada.
Podía sentir el corazón en la garganta, siendo exprimido por la culpa que humedecía un poco mis ojos.
—Yo, enserio lo siento. Pero no pienso dejar Jean por ti Mack...
Eso fue la gota que derramo el vaso y...
—Eres una persona horrible Bluey, la peor de todas. Y no es por desearte el mal, pero espero que pagues por todo lo que has hecho en esta secundaria. Idiota.
—Hey —De pronto, Jean Luc apareció a mi auxilio y se puso entre nosotros, con un semblante más tranquilo para bajar la tensión—, relájate amigo.
—No me llames amigo. —Respondió Mackenzie con los puños, y dientes, apretados.
Tome el brazo de Jean al sentir un escalofrío pasar por mi cuerpo. El volteo a verme con una mirada que me susurraba "Tranquila".
—De acuerdo. Está bien, entonces mantén la calma compañero. —Corrigió.
—No me pidas que mantenga la calma.
Esa mirada tan llena de odia hacia mi novio, me daba miedo... Los escalofríos solo se expandieron por las extremidades de mi cuerpo, al igual que mi pelaje, mientras podía sentir como el golpe pulsante, de preocupación, se estrellaba contra mi pecho.
—Vámonos Jean Luc —Pedí mientras sacudía su brazo.
—No, no. —Se rehusó Mackenzie fulminando, a ambos, con su mirada— Que se quede y así resolvemos esto de una vez por toda. ¿No te parece francés?
El Border Collie dio un paso al frente.
Jean Luc suspiro mientras negaba con la cabeza.
—Mira Mackenzie, sé que me odias, y tienes tus razones. Pero hay mejores formas de resolver esto.
—Ese pretexto siempre lo usan los cobardes.
Jean no es como Mackenzie, que se va a los golpes como una de las pocas soluciones, pero esa palabra en particular, parecía haber despertado una furia dentro de él, misma furia que lo incentivo a también dar un paso al frente.
—Realmente sigues siendo un niño. —Dijo Jean.
Los pelos se me erizaron por completo al ver como el brazo del Border collie se movió fugazmente para acertarle un puñetazo, acto al que reaccione y jale con fuerza el brazo de Jean. Cerré los ojos ante el pánico de saber que mi labrador acabaría herido, pero, gracias al cielo, no fue así.
Tal fue nuestra sorpresa, que incluso Mackenzie se quedó mudo, al sentir como Honey detenía su brazo y lo miraba fijamente, rogándole para que se detuviera. Ni si quiera necesito de palabras para convencerlo. Por otro lado, Jean no iba a poder evitar el golpe, y, aun así, mantuvo la frente en alto, colocando la mejilla.
—Eres un tonto Mackenzie. —Pude percibir preocupación a través de la voz de aquella Beagle, incluso, podía notarlo en su mirada y en como sujetaba con fuerzas el brazo de Mackenzie. Ella me vio con fastidio, y luego miro con amabilidad a Jean— Perdón Jean Luc, a veces le cuesta mantener la calma.
Mackenzie se limitó a desviar la mirada mientras posaba una de sus manos sobre la de Honey, siendo esta, de alguna manera, su calmante.
—Vámonos Mack —Pidió con amabilidad. Mackenzie se quedó mirando, por un par de segundos, a Jean Luc antes de asentir con la cabeza como respuesta, e irse junto con aquella Beagle a un lugar más tranquilo. A uno en el que no estemos nosotros dos.
Deje caer mi mirada, mientras podía sentir una mezcla de sentimientos crecer en mí.
—Bluey ¿Estas bien?
—¡Te dije que debía hacer esto sola! —Exclame con rabia y dolor. Jean se sorprendió y los nervios se apoderaron de él
—¿Y permitir que te insultara así?
—¡Jean! Él estuvo a punto de golpearte.
—Y eso no me importa.
—¡Pero a mí sí! —De pronto, las amenazas volvieron a perturbar mi cabeza, llevándome la mano al brazo mientras la ansiedad y la angustia volvían a domarme. Es un ácido feroz que me lastimaba por dentro, y por todo mi cuerpo— Se que quieres protegerme Jean, pero ya no puedo esconderme de mis acciones, debo afrontar las consecuencias.
—Pero realmente esto te está afectando, déjame al menos acompañarte en tus disculpas. —Las amenazas volvían con fuerza.
—No Jean, ya viste lo que iba a pasar... —Inconscientemente, empecé acariciar su mejilla con una de mis manos— Y no quiero que salgas lastimado por mi culpa.
—Eso no me impor...
—Por favor. —Le rogué una última vez. Ya estaba cansada de tener a varias personas heridas en mi lista, que no me perdonaría si algo le sucediera a Jean Luc por mi culpa— Debo hacer esto sola. —Dije después de que el labrador estudiara mi mirada.
—De acuerdo.
—Gracias cariño. —Dicho eso, acerqué mis labios a su mejilla para plantarle un pequeño beso antes de despedirme.
El único lugar en donde podía respirar con tranquilidad, era mi habitación, en el que yacían, todavía, mis perfumes y demás cosas revueltas sobre la mesa o esparcidas por mi cama.
Yo caí rendida sobre el colchón, arrugando a mí paso las mantas que me acogían con la suavidad de su tela.
—Día estresante ¿Verdad? Jaja. —Escuché su risa nerviosa en el umbral de la puerta. Yo me quedé en silencio, sin darle respuesta alguna para evitar originar un dolor de cabeza más. Papá agachó su mirada con pena, mientras volvía a buscar las palabras apropiadas— Sabes, estos días eh estado pensando y... Lamento mucho lo que sucedió en la playa.
—¿De verdad? —Pregunte incrédula ante sus disculpas.
—Si hija. —Percibí la sinceridad por medio de su voz. Papá tomó asiento aún lado de mi cama, y con una voz serena, continuo— Admito que no fue justo de mi parte haber tratado así a... Tu novio— Me incorpore en la cama para ver mejor su rostro arrepentido.
En un inicio, quise echarle en cara todo lo malo que hizo. Él momento tan preciado con el que iba a sonreír cada que lo recordase, arruinado por su culpa.
—Y realmente lo lamento. —Eran las mismas palabras que fueron pronunciadas, repetidas veces, por mis labios en la secundaria, y debo decir, que ahora comprendo mucho mejor la ira que todos sentían hacia mí. Es difícil perdonar, y más difícil, es dejar de odiar.
Pasaron segundos, unos grandes y eternos segundos en el que el silencio era la melodía que satisfacía mi cabeza, y me dejaba pensar con claridad.
—Tranquilo papá, está bien... —Posé mi mano sobre su hombro, dejando toda mi ira de lado para por fin perdonarlo— Pero no es conmigo con quién debes disculparte.
—Lo sé... —Respondió seguido de un suspiro. Me presento una pequeña sonrisa antes de hablar— Por eso, pensaba en que lo invites uno de estos días a cenar aquí en la casa, con nosotros.
—¿Lo dices enserio? —Cuestione con sorpresa.
Papá asintió.
—Si.
—¿Estás seguro? —Arquee una ceja.
—Claro. ¿Por qué lo preguntas?
—Bueno, es que... Después de lo que hiciste en la playa, y lo de su pie, pues, es probable que te odie.
—Para eso es la cena, para cambiar eso.
—Lo sé, pero... —Esa sensación, vivida desde esta mañana, no se quería despegar de mi pecho, era similar a un insecto que se pegaba con fuerza a mi ser, y me lastimaba con sus mordeduras pequeñas, pero dolorosas— ¿Qué pasara si no te perdona? —Pregunte con los ojos puestos en él— Yo no puedo obligarlo hacerlo. ¿Como piensas resolverlo?
—No lo sé exactamente. Pero debo intentar.
—Y si... ¿Eso tampoco funciona? —El día volvía a repetirse en mi cabeza, recordándome una vez mas a todos esos alumnos que me detestaban o, mejor dicho, me odiaban.
—Pues... Al menos abre dado mi mejor intento. —Sus palabras tenían cierta similitud con las del labrador en aquella noche. Palabras que volvían adentrarse a mi cabeza. Papá reviso su reloj de muñeca antes de volver a posar su mirada en mí— Bueno, creo que debo irme a dormir. Mañana tengo que madrugar al trabajo. —Dijo con cierta decepción.
—Ese empleo no te da descanso.
—Ya sabes cómo son, unas lagartijas. —Retuve una carcajada— Buenas noches Bluey.
—Buenas noches papá.
El cerro la puerta y yo me cree un espacio en el colchón. "Debo ordenar mi cuarto" pensé con la vista puesta en el tejado. Mi mente divagó por la oleada de recuerdos de este día, una oleada intensa que se es difícil consumir.
Aún faltaba una persona con quién disculparme. Honey.
Hoy tuve la oportunidad de verla, y de poder decirle algo, un perdón por lo que hice, y un gracias por detener la pelea antes que comenzara. Pero hay cierta inseguridad que no me da el valor para poder verla a la cara y decirle lo siento, otra vez. Esa misma inquietud perturbaba mis sueños, obligándome a retorcerme en la cama hasta encontrar la posición correcta que, se supondría, que lograría sumergirme en un sueño profundo, en el que quizás, estaría más a gusta, pero no.
Irritada por eso, golpee el colchón con ambas manos, mientras volvía a posar mi rostro en el tejado, añorando aquellas estrellas brillantes que me brindaban cierta satisfacción cuando era pequeña.
De pronto, el sonido de pequeñas piedras chocando contra el cristal llamó mi atención.
Con algo de pesar, me levante de la cama y asome mi rostro por la ventana. Tal fue mi sorpresa por ver aquel labrador en mi patio, que casi suelto un grito. Él llevaba consigo el mismo canasto del campamento, y saludándome con la mano y con su, simple pero tierna, sonrisa.
—¿Qué haces aquí? —Pregunte a susurros mientras abría la ventana.
—Me perdí caminando a casa. —Respondió.
—¿Te perdiste? —Pregunte con una ceja alzada mientras empezaba a dibujarse una pequeña sonrisa en mi rostro.
—Oui, ni te imaginas. —Respondió algo nervioso. Aplique el mismo método que suele hacer mi madre, ver directamente a los ojos de su amado, y empezar a juzgarlo hasta que este escupa la verdad— Vamos, fue un buen pretexto.
—No en realidad, es el más viejo del libro.
—¿Enserio? ¿Acaso eres experta? —Los tiempos en el que me escapaba de la casa para largarme a fiestas, pasaron por un momento en mi cabeza.
—Si, un poco. —Su presencia me quito un poco la pesadez que traía sobre mis hombros, mi cola había empezado a menearse de un lado a otro sin que yo me diera cuenta—Ya, admítelo, querías verme. —Dije en un tono coqueto.
Jean se sonrojo mientras me presentaba su sonrisa nerviosa.
—De acuerdo, lo admito. Yo, Jean... —Dio un pequeño suspiro de vergüenza antes de continuar— Peter Labrador, te propongo a que me acompañes a una cena. —Una pequeña risa se escapó por mis labios. Se ve realmente tierno. —Tu Bluey Christine Heeler, ¿aceptas?
—Por supuesto caballero, como podría retractarme ante la comida gratis.
—¿Quién dijo que era gratis?
—Bajo enseguida. —Dije sin más espera.
Con algo de sigilo y cuidado en mis pasos, pronto, estaba con él bajo aquel árbol que me acompañado a mí y al resto de mi familia por años. Sobre nuestras cabezas estaba aquel manto oscuro, que siempre estaba adornado por el brillo de las estrellas.
Esta noche, se sentía igual que el del campamento, pues, el sonido del agua fluyendo por el estanque era muy similar al del pequeño riachuelo. Los canticos de los insectos nos rodeaban, al igual que el aroma de la pizza que estaba entre nosotros.
—¿Comes la pizza caliente o fría? —Pregunto al ver que yo no le daba un mordisco a la rebanada que yacia en mis manos. No podía parar de pensar. Volteé a verlo, y dije.
—Sabes que papá es capaz de ahorcarte si te ve aquí, eso creo.
—Lo sé, y espero poder arreglar las cosas con él. —Le dio un bocado a su rebanada, dejando que el queso derretido colgara por unos segundos en su boca.
—Entonces...
—¿Entonces...?
Desvié la mirada mientras jugueteaba un poco con la comida.
—Si esto es un plan para convencerme de dejarte acompañarme en mis disculpas. —Levante ligeramente mi rebanada— Necesitaras más que esto para lograrlo.
—Quizás lo logre. —Comento— Pero no es por eso, simplemente te lo quise traer. —Lo mire desconcertada, ya que, buscaba un sentido, una razón lógica para esto.
—Pero... ¿Por qué? —Pregunte confundida.
—Por el esfuerzo que has dado hoy. —Respondió, dejándome muy extrañada.
—No entiendo...
—No te compliques Bluey, solo, disfruta la comida.
—¡Pero yo no lo merezco! —Eso es lo que siento. Realmente no merezco tener esto, ni su cariño y amor que me ha dado, y, aun así, me los da... ¿Por qué?
—Lo sé. —Sus respuestas solo me confundían aún más.
—¿Entonces por qué me lo das?
—Porque te quiero... —Vi en sus profundos ojos un fruto gigantesco de sinceridad— Y, después de verte en ese estado, pues... No se... no quería quedarme con los brazos cruzados. —¿Tan mal me veía para preocuparlo así? — Entonces, se me ocurrió esto. Darte un pequeño respiro de todo eso.
—Jean... —Mis mejillas se acaloraban.
—Y también para recordarte que —Poso sus ojos en los míos, y con una mirada tierna, dijo— estás haciendo lo correcto.
Arrugue la pizza entre mis manos, mientras mis ojos se humedecían rápidamente. Fue tal el impacto que podía sentir como mi garganta se quemaba y como mi pecho se liberaba de tanta presión.
Dejé a un lado la rebanada, y abracé con fuerza aquel labrador, porque, realmente necesitaba escuchar algo distinto a las amenazas o a los insultos de aquel desastroso día.
Se que no voy hacer perdonada, y me cuestionaba si valía la pena ir disculpándome con cada una de las personas a las que lastime, avergoncé y traicione. Y es justo ese momento que me recordó, que hacer lo correcto, no es fácil.
Jean Luc me atrapo en sus brazos, con sus dulces y cálidas manos que me acogían sin dudar.
—Que tu pasado no te permita continuar Bluey, es... parte del cambio. —Me susurro al oído— Yo sé que eres fuerte.
Para ese punto, no quise hablar, sentía que, si lo hacía, la voz se me partiría. Solo asentí como respuesta, mientras iba acariciando mis mejillas con las suyas.
—Siempre tendrás mi apoyo.
Una mañana comenzaba, pero no quitaba la pequeña tensión que sentía al ver algunas miradas, observándome a la distancia, en la secundaria. Ahí estaba yo, en medio del receso, observando a unos cuantos metros de aquel dúo, al que debía disculparme
"Inhala" rellene mis pulmones, "exhala" lo bote todo. Sabía lo podría pasar, como podrían reaccionar, pero tenía que hacerlo.
Sin decirles una palabra. Coloque la carpeta, que yacía entre mis manos, sobre la mesa. Está chocó y el sonido que generó llamó la atención de esos 2.
Mackenzie recorrió la carpeta con sus ojos, intentando averiguar lo que contenía. Honey, por otro lado, suspiro de cansancio, y antes que pudiera preguntar, dije.
—Lo siento, a los 2. —Ambos arquearon una ceja y no les di ni un segundo para hablar. Fui directo al grano— Mackenzie, yo... Realmente lo siento. Sé que tuvimos nuestros momentos y todo, pero, quiero que entiendas que yo me enamoré de otra persona. —El desvió su mirada, como si hubiera tirado la toalla de una vez por todas— Y sabes, al igual que Honey, tienes todo el derecho de estar enojado conmigo, porque el gran error que cometí contigo, fue haberte dado esperanzas en algo que no iba a ocurrir... Lo siento.
Mackenzie tenía ganas de explotar y yo estaba preparada para recibir los peores insultos que podría escuchar, pero, Mackenzie se limitó a permanecer en silencio, mientras observaba ligeramente a la Beagle, tal y como si se contuviera gracias a ella.
—Y Honey...
—¿Cuántas veces más voy a tener que decirte, que nada de lo que hagas...?
—Resolverá lo que te hice. Lo sé... —Interrumpí con calma— Pero eso no me detiene para hacer lo correcto.
—¿A qué te refieres?
—¡BLUEY! —El ladrido de Charlotte me hiso estremecer del miedo. Aun así, intente mantenerme firme y con valor ante aquella mirada rabiosa y desafiados que me lanzaba aquella "amiga"—¡¿Qué demonios hiciste?! —Pregunto mostrándome los colmillos.
—Dije la verdad. —Respondí apretando las manos con fuerzas en un intento de mantener el pánico cubierto.
—¡Esa canción es mía! —Exclamo con rabia.
—¡No! ¡La verdadera compositora es Honey Beagle! —Expuse— Tu no creaste la canción, tú me obligaste a robarla porque sabias que perderías contra ella.
Mis palabras parecían abrir puertas que me daban pasos a ver más de cerca la realidad, dándome a entender varias cosas en cuestión de segundos.
—Me suplicaste que lo tomara, hasta incluso lloraste... Eres buena para actuar. ¿A cuántas artistas más robaste? O ¿A cuántas personas más has manipulado?
—¡BLUEY HIJA DE...!
El chirrido del de los altavoces lastimaron nuestras orejas.
—Se solicitan a los estudiantes: Bluey, Charlotte y Honey a mi oficina inmediatamente. —Escuchamos la voz del director a través del altavoz.
Charlotte me vio con sus ojos amenazantes que me decían "Te asesinare".
—Esto no se va a quedar así. —Susurro con mucho fastidio antes de darme un pequeño empujón.
Me tomé unos segundos para poder recolectar valor y poder ver de nuevo a los ojos a aquella Beagle.
—Se que esto no reparará nuestra amistad, y está bien... Me queda claro que no seré perdonada, pero tampoco vas a poder decir que no lo eh intentado...
Los vi a ambos una ultima vez. Dejé que una ráfaga de buenos recuerdos inundase mi cabeza, y con mucha sinceridad, les dije.
—Gracias. —Por aquellos momentos graciosos y profundos que compartimos— Los siento. —Por todas las heridas e inseguridades que les deje— Adiós. —No los volveré a molestar.
