Los personajes de esta historia pertenecen a la increíble Stephanie Meyer, la trama pertenece a la asombrosa autora CaraNo, Alepattz la tradujo, sullyfunes01 es nuestra prelectora, yo tengo el permiso para publicarla.
Thank you CaraNo for allowing us to share this amazing story in Spanish!
[Traducido por Ericastelo en apoyo a AlePattz]
50 - LONDRES EN AGOSTO
WhistlerPOV
Liam y yo fingimos estar confundidos sobre por qué nuestras "clientes" serían trasladadas a otra "comisaría". También nos "preguntamos" por qué se supone que debemos acompañarlas. Quiero decir... este no es el procedimiento adecuado. O lo que sea. Y fingimos tragarnos sus estupideces cuando dicen que se trata de un caso especial.
Digamos que los secuaces de Aro no están hechos para una vida en Hollywood, porque su interpretación es pésima y se equivocan de terminología.
Es un poco insultante. Aro realmente piensa que estamos comprando esta mierda.
Fuera de la "estación", Liam y yo vemos inmediatamente el coche de Kellan. Eric y Sam también están ahí.
"Vamos", dice uno de los matones, abriendo la puerta de una furgoneta grande; ya sabíamos que iba a ser este vehículo. En su defensa, en realidad es una furgoneta de la policía, la Mercedes Benz Sprinter. Lo que significa que parece de fiar.
"¿Esto es realmente necesario?" Pregunto, haciéndome el tonto. "Nosotros no somos tus detenidos". Hago un gesto con la mano entre Liam y yo.
"Es el único coche que tenemos a nuestra disposición", responde el matón con su acento italiano.
Sacudo la cabeza internamente, ofendido por su pobre farsa.
"Esto no nos complace", dice Liam bruscamente, entrando en la furgoneta. "Pero estoy ansioso por llevar a mi cliente a casa, así que...".
Después de Liam, le siguen Rose y Bella, y luego subo yo también.
"¿Micrófonos?" Susurra Bella.
Niego con la cabeza, orgulloso de que esa haya sido su primera pregunta. Siempre está alerta, tomando precauciones y siendo cuidadosa.
Estamos completamente separados por la ventana blindada entre la cabina de la furgoneta y nosotros. Eso significa que podemos hablar libremente, y sé que mi mujer se muere por recibir información.
"Kellan y Eric están cerca", le informo en voz baja, metiendo la mano debajo de mi asiento. "Se han asegurado de que esto esté limpio; lo han barrido de micrófonos". También nos han dejado una bolsa de lona, que saco. Mi Glock y mi Sig. La Glock y la Wesson de Liam. Los cuchillos de Bella. Esposas falsas. Auriculares y micrófonos. Y una pequeña sierra para las esposas reales de las chicas. "Ven aquí, princesa." Levanto la sierra justo cuando la camioneta se aleja de la acera. Es a la vez una bendición y una maldición que esté oscuro aquí atrás. La pequeña ventana solo aporta un poco de luz y, aunque impide que los dos hombres de Avellino nos vean, también me dificulta ayudar a Bella.
"Oh, gracias a Dios". Levanta las manos cuando ve la herramienta. "¿Te importaría explicarlo todo ahora?"
Podría explicarlo.
Pero ella está mirando a Liam...
Me odio a mí mismo.
Bella cree que no veo su lado de las cosas, porque eso es lo que le he hecho creer. Soy un pendejo sin excusas para mi comportamiento. La verdad es que no tuve en cuenta en absoluto los sentimientos de Bella cuando le dije a papá que se apartara después de que se diera el golpe a Charlie. Me importaba lo que yo quería personalmente, nada más. Y después de que se enteró, pensé estúpidamente que, si discutía con ella, acabaría superándolo y podríamos seguir adelante. Intenté doblegar su voluntad, convencerla.
No solamente he subestimado su fuerza, sino que la he traicionado al querer manipularla.
Solo porque fui demasiado terco para admitir que ella tiene razón. Solo porque fui demasiado orgulloso para pedir perdón. Solo porque soy un maldito cobarde.
"Mientras estaban fuera, en Hyde Park, recibimos nueva información del club", explica Liam. "Sospechamos que, como el club estaba vacío, no sintieron la necesidad de subir a su oficina o lo que fuera. De todos modos, los oímos: a Aro y Luca".
"¿Así que Aro estaba en el club?" pregunta Bella con incredulidad mientras sigo serrando con movimientos rápidos y pequeños. Casi al final, consigo meter un dedo entre el puño y su muñeca. Así no arriesgo su piel.
En cuanto termino, le doy vuelta a su mano para cortar por ahí.
Si pudiera doblar el acero, ¿cierto?
"Sí", responde Liam. "Cuando nos localizaron, planearon este golpe".
"No lo entiendo". Ella sacude la cabeza. "Luca me dijo que solamente pudieron encontrarnos a Rose y a mí".
Resoplo en voz baja. "Luca mintió. Lo saben desde ayer. Y no únicamente sobre Rose y tú". Termino con su primera muñeca, acerco la segunda y empiezo de nuevo. "Creemos que ayer consiguieron seguir a Sam y Liam cuando salieron del club. Conocen nuestro hotel y saben quién se aloja allí. A todos nosotros, de hecho. Por eso me molestó esta mañana cuando te escabulliste". Levanto una ceja, todavía preguntándome qué hacía fuera.
"Eso no tiene sentido", murmura mi mujer, con una pequeña arruga entre las cejas. "¿Por qué no atacaron antes o lo que sea?"
Exhalo, ligeramente sin aliento por el maldito aserrado. Esto no es lo más fácil, pero con tan poco tiempo, tenemos que ser rápidos.
"Nos quieren desarmados", responde Liam.
"Jesús, por fin", murmuro, casi terminada la última incisión. "¿Duele?" Este brazalete está más apretado, así que me resulta casi imposible deslizar el dedo por debajo.
"Un poco", admite, restando importancia a su malestar.
Se me escapa una maldición cuando pasamos por un bache o algo así, porque sucede justo cuando estoy terminando, así que me pincho el puto dedo. Raro, ¿verdad? Puedo soportar una herida de bala, ¿pero no un pequeño corte? Olvídalo.
Una vez liberadas ambas muñecas, saco del bolsillo interior de la chaqueta un tubito de pomada calmante.
Después de darle a Liam la sierra para que ayude a Rose, me quito el polvo de metal como puedo.
Bella me envía una pequeña sonrisa mientras le froto suavemente el ungüento en las muñecas lastimadas, y Liam continúa. "Lo montaron todo, querida. El arresto... todo era falso. Pero sabían que responderíamos sacándolas a las dos". Mira entre Bella y Rosalie. "Ahora mismo, por lo que saben, tienen a Edward Cullen y a Liam Masen sin medios para defenderse". Sonríe un poco. "También tienen a la mujer de Emmett Cullen". Señala con la mirada. "No hay nada que sus maridos no harían por ustedes".
Rose llora en silencio.
Bella sonríe irónicamente, lo que me duele. Pero solo puedo culparme a mí mismo. Después de todo, últimamente no le he dado motivos para confiar en mí.
"Claro. ¿Por qué arrestaron a Luca?", pregunta.
Le paso el tubo de pomada a Rose para más tarde. "Para que parezca creíble. Si fuera la policía de verdad, no se llevarían únicamente a dos mujeres y dejarían a los italianos".
"Hunh". Bella suspira y se lleva las manos al regazo. "¿Qué pasa con los nombres falsos? ¿Por qué Sam gritó Marie y no Bella?"
Liam se encoge de hombros, concentrado en las muñecas de Rose. "Es el nombre con el que estás en Londres. Sería una imprudencia gritar tu verdadero nombre, ¿no? Nosotros también tenemos que mantener una farsa".
"¿Qué pasará ahora?" Rose grazna. "Yo no..." Exhala un suspiro, parece enfadada. "No quiero esta vida. Ni siquiera nos avisaste".
Estoy a punto de hablar, pero Bella me sorprende defendiéndome... o defendiéndonos. "No tuvieron tiempo exactamente, Rose".
"Te habríamos contado más si hubiéramos tenido tiempo", digo en voz baja. "Pero todo sucedió demasiado deprisa y, de repente, teníamos que planificar y llevar a cabo un nuevo ataque. También tuvimos que llamar a Em y a su equipo de la frontera. Y mi padre aún no había regresado. Llegaron una hora más tarde".
"Entonces, ¿nada de esto fue real?" Rose pregunta a continuación. "El arresto, ser puesta bajo custodia..."
Liam niega con la cabeza. "Nada de eso. Todo es cosa de Avellino. Los agentes de policía eran hombres suyos, y la comisaría era falsa. En realidad, lleva allí mucho tiempo, según la investigación de Eric, y creemos que Aro lleva allí a la gente a veces, ya sea para asustarla o para interrogarla. En teoría es brillante". Se da un golpecito en la sien. "Podría 'salvar' a gente fingiendo que la arresta y luego sacarla. Y entonces tendrá gente que le deba algo".
"¿Cómo te enteraste del arresto, entonces?" se pregunta Bella.
"La notificación llegó a Brighton", respondo, refiriéndome a la dirección que figura en el perfil de Marie Swan. "Tardó un poco, pero..."
Ella asiente. "Seis horas, no tres".
"Lo siento", suspiro, más apenado de lo que ella nunca sabrá.
"Lo hicimos lo mejor que pudimos, cariño", murmura Liam.
Aprieto la mandíbula. "Es Isabella para ti. ¿Está jodidamente claro?"
"¡Edward!" Bella sisea. "Por el amor de Dios."
Gimo internamente y me restriego las manos por la cara.
Después de alejar a Bella de mí durante semanas, me he convertido en un bastardo inseguro. En realidad, yo también era así en Roma. Soy un asco.
"¿Ya terminaste, primo?" pregunta Liam con impaciencia.
"Sí", murmuro. No tengo derecho ni razón para estar celoso. Liam llama a todas las jodidas mujeres con algún término cariñoso, pero... maldición, sigue sin gustarme lo cerca que está de mi mujer. De acuerdo, es mi maldita culpa. Si no me hubiera comportado como un pendejo, Bella no habría tenido una razón para acercarse a Liam, como amigos.
Me he metido en este puto agujero yo solo.
Durante nuestra última semana en Suecia, Bella me lo dejó claro.
Únicamente me exigía lo que yo le había prometido: honestidad y respeto.
Cuando no pude dárselo, cuando me negué a escucharla, a oírla, me pidió espacio. Me dijo que quería un tiempo a solas para asimilarlo. Mis acciones básicamente le dijeron que yo sólo quería que lo superara de una vez, sin disculpas de mi parte. Quería que siguiéramos adelante como si nada hubiera pasado. Así que me pidió tiempo. Y yo respondí acusándola de infidelidad. La llamé infantil. Le grité, le ordené que me escuchara ya que soy su marido. ¿Pero cuándo carajo la escuché? Nunca, eso es cuando. Y después de todas las veces que le he dicho
que odio las leyes americanas, donde los hombres y las mujeres no son iguales, no me extraña que haya perdido la fe en mí.
Probablemente se divorcie de tu lamentable culo.
Ni siquiera lleva sus anillos, ¿recuerdas?
Trago con fuerza mientras se me contrae el pecho.
Sé que no lleva sus anillos, y no solamente porque antes me haya enseñado su dedo desnudo -muy a propósito-, sino porque tengo su anillo de compromiso y su alianza de boda en el bolsillo. Conseguí recuperarlos -también los de Rose- mientras Liam entretenía a la "policía" antes de que nos registraran en busca de armas.
"Como Rose preguntó, ¿qué pasará ahora?" Bella susurra. "¿A dónde vamos?"
Incapaz de hablar, dejé que Liam les explicara.
"Aro tiene una gran casa a las afueras de Midhurst", dice entrecerrando los ojos para mirar por la ventana. No es que podamos ver mucho. Creo que la ventana está parcialmente tintada, porque afuera parece más oscuro de lo que debería estar a las ocho de la tarde en agosto. "Los hemos oído hablar de ello: a Luca y Aro. Allí es donde nos llevan para acabar con todo. Está en medio de la nada, nada más que bosques alrededor".
"Pero ya no estamos desarmados", concluye Bella en voz baja mientras compruebo el cargador de mi Sig. "¿En qué peligro nos estamos metiendo?"
Liam sonríe. "Dudo que haya peligro".
Bella le lanza una mirada inexpresiva y se coloca distraídamente una mano en el vientre. "Dudas. Pero no estás seguro".
"No estaremos solos ahí fuera", murmuro. "Papá y Emmett ya están allá con sus equipos, y tenemos a Kellan, Eric y Sam siguiéndonos justo detrás".
"Chris y Mac también están en camino", añade Liam, refiriéndose a sus dos hombres más cercanos, y todos sabemos que ambos son asesinos despiadados. Al igual que Seth, son francotiradores.
"¿Por eso ha llevado tanto tiempo?", pregunta en voz baja. "¿Porque necesitabas orquestar todo esto?"
Asiento con la cabeza, esperando que lo entienda. "Dejamos que lo hagan porque así tendremos de nuevo el factor sorpresa. Creen que tienen ventaja, que acaban de secuestrar a cuatro peces gordos de nuestra organización. Pero en realidad, finalmente los tenemos donde queremos. ¿Cómo los llamaste, princesa?". No puedo evitar sonreír. "¿Italianos de mierda?"
Ella se ríe temblorosamente. "¿Estabas escuchando cuando estábamos en el club?"
Asiento con la cabeza. "Lo has hecho muy bien, lo sabes, ¿verdad?". Tengo tantas ganas de tocarla, abrazarla, besarla, pero... "Estoy orgulloso de ti", susurro.
"Gracias". Ella asiente lentamente y se muerde el labio. "¿Dónde está Autumn?"
"En un nuevo hotel. En Notting Hill". Le entrego los dos cuchillos. "Está a salvo; el personal del hotel está cuidando de ella. Póntelos a la espalda; mételos en la cintura o algo".
Como ya llevamos un rato en la carretera, Liam finge estar confundido y molesto mientras golpea la ventanilla y exige saber adónde nos llevan. Como respuesta, los dos italianos se ríen y siguen conduciendo. El sonido de sus carcajadas es muy sordo, lo que me asegura que realmente no nos oyen.
"Ya falta poco", suspira Liam, recostándose en su asiento. "Vamos a esposarlas de nuevo".
"Oh, no", se queja Rose.
Aprieto los dientes.
"Dios, cállate, Rose", dice Bella.
Se me abren un poco los ojos, pues no esperaba que se pusiera así con Rose.
Supongo que pensaba que era la única que piensa que es una quejumbrosa.
"¿Que me calle?" Rose muerde. "Oh, lo siento. Siento no estar hecha para esto como tú. Pero a diferencia de ti, yo tengo un bebé en quien pensar".
"Cuidado", amenazo en voz baja. No tiene ningún puto derecho a hablarle así a mi mujer.
"No tienes ni idea de lo que estás hablando", sisea Bella, mirando a Rose. "Te sugiero que mantengas la boca cerrada. Así podremos hacer nuestro trabajo y dejar todo esto atrás".
"Miau". Liam sonríe. "Te están saliendo las garras, ¿eh?"
Le echo una mirada antes de volverme hacia Bella. "No son de verdad". Levanto un par de esposas y ella me ofrece sus muñecas. "Están cromadas, pero el resto es falso. La cadena: separa las muñecas y la cadena se romperá". Ella asiente en señal de comprensión. "Pensándolo mejor, ¿puedes colocar tus cuchillos en la cadera? Será más fácil acceder a ellos, ya que estás esposada por delante". Otra inclinación de cabeza, y ella mueve sus cuchillos a su lado antes de que yo espose su otra muñeca. "Genial. Rose, eres la siguiente". Le paso las esposas a Liam.
"¿De verdad Emmett estuvo de acuerdo con todo esto?" Rose refunfuña. "Usar a su esposa embarazada como cebo, quiero decir".
"Él no tenía exactamente nada que decir", le digo. "Igual que yo no la tuve". Me señalo el pecho, aunque dudo que pueda verme en la oscuridad. "¿Crees que disfruto teniendo a mi mujer cerca del peligro? No tuvimos elección, Rosalie".
"Sabíamos que estarían a salvo", dice Liam. "Oímos a Aro y a Luca hablar de todo esto, ¿recuerdas? También fueron un cebo para ellos, para llegar a Eddie y a mí. Y Emmett".
Después nos callamos.
Inclino la cabeza hacia un lado y miro a Bella; se está mordiendo el labio e imagino que tiene las cejas fruncidas. El ángulo de su cara y la oscuridad no me permiten verlo. Pero no hay duda de que está pensativa. Su pierna izquierda, cruzada sobre la derecha, rebota un poco, como cuando está pensando mucho.
No es el momento adecuado, pero no puedo evitar inclinarme para susurrarle algo al oído. "Por si sirve de algo..." suelto un suspiro, un lío nervioso "-Lo siento mucho. Por todo". Trago saliva y me alejo lo suficiente para mirarla a los ojos. Ojos interrogantes. "Cuando esto acabe..." Siento la boca demasiado seca y, de repente, siento un zumbido en los oídos. El silencio es ensordecedor; el zumbido constante del motor es una pausa apenas perceptible.
"¿Cuando esto acabe...?" Su voz es suave, temblorosa.
La miro fijamente, deseando poder leerle la puta mente o algo así.
"Espero que me des la oportunidad de ganarme de nuevo tu confianza", admito en voz baja.
No hay duda de que tanto Liam como Rose pueden oírme, pero me importa una mierda. Al menos son lo bastante educados como para ignorar lo que está pasando entre Bella y yo en este momento.
"¿Por qué ese repentino cambio de opinión?", susurra, casi rotundamente.
Sacudo la cabeza minuciosamente. "Una parte de mí desearía que fuera repentino. He... carajo". Me paso una mano por el pelo. Tengo que decantarme por la sinceridad. Por una vez. Bueno, en mucho tiempo. "Lo he sabido todo este tiempo", confieso. "No tienes ni idea de lo culpable que me siento. Intenté..."
"Intentaste hacerme cambiar de opinión", afirma, con una sonrisa siniestra en la comisura de los labios. "Eras demasiado orgulloso para disculparte, así que te pusiste a la defensiva. A la ofensiva. Intentaste hacerme creer que mis sentimientos eran injustos y equivocados, que era ridícula por importarme una mierda mi padre".
No digo nada, mi silencio lo confirma todo.
"Bueno", susurra y se inclina un poco más cerca, "¿qué tal te ha ido, Edward?".
No fue así.
Trago saliva. "Lo siento."
Bella sonríe, sigue pareciendo siniestra y más que cabreada. Pero también está herida, y eso es lo que me desgarra.
"Todavía no", dice moviendo la cabeza. "No lo sientes lo suficiente. Pero lo harás antes de que te perdone".
Sé que ella puede ver la esperanza en mis ojos ante eso.
No me importa cuánto tenga que arrastrarme y suplicarle. Lo haré.
"¿Realmente, en algún momento, pensaste que no te perdonaría?"
Me encojo de hombros. "No tienes por qué".
Se ríe un poco. "Bueno, no estoy de acuerdo con eso, pero..." Suspira y se acomoda en su asiento. "Tienes que asumir las consecuencias, cabrón de mierda".
Ahí está mi princesa.
Liam suelta una risita, pero se detiene cuando lo fulmino con la mirada.
"Por cierto, te perdono por la demora de antes", añade Bella con ligereza. "Estaba fuera de tu control, no puedes controlar todas las pequeñas cosas que ocurren en un ataque. Pero no deberías haberme dicho la hora. No deberías haber dicho tres horas, incluso lo juraste. Estábamos a ciegas, Edward. Y cuando me dijiste tres horas, eso sí que importaba. Porque, ¿qué más teníamos para poder continuar?"
Asiento, aceptándolo. "Tienes razón".
Ella también asiente. "Lo sé. Dicho esto, estoy deseando volver a ver a Whistler".
Doy una pequeña sonrisa, deseando nada más que ser su Whistler de nuevo.
"Te amo", susurro y beso su mejilla rápidamente.
"Sabes que yo también te amo".
"Por alguna razón desconocida", murmuro.
Menea la cabeza, con una expresión entre enfadada y divertida... y adoradora.
"La lista es interminable, Edward. Deja de ser un pendejo". Hace una pausa. "Tenemos que terminar con esto. Luego hablaremos y arreglaremos las cosas. Y estarás a mi merced". Asiento con la cabeza. Lo que sea. "Oh, y tengo noticias para ti."
Ladeo la cabeza. "¿Noticias?"
Sonríe de verdad. No es amplia, pero sigue siendo brillante y feliz. "Te lo diría ahora mismo, pero no quiero que te asustes y pierdas la concentración, que tomes una decisión en una fracción de segundo que lo ponga todo en peligro".
Sí, ahora tengo el ceño fruncido. "Tienes que decirme".
"No. No tengo que hacer nada."
"Bella". Me pongo a suplicar.
"Es una buena noticia, una noticia asombrosa. Vamos a dejarlo así".
Hmph. Bueno, al menos no es que ella me vaya a dejar. Buenas noticias. Puedo vivir con eso. Sea lo que sea. Noticias increíbles.
*O*O*O*
Antes de que la furgoneta se detenga en medio de un puto bosque, me aseguro -una vez más- de que a Bella no se le vean ni el auricular ni el micrófono. Pero lleva el pelo suelto, así que no pasa nada. Lo mismo ocurre con Rose. Y por eso Liam y yo no podemos llevar los auriculares, porque se verían. Al igual que las chicas, tenemos micrófonos en los broches de nuestros relojes, pero eso es todo. Básicamente, significa que solo podemos dar órdenes, no podemos oír una puta respuesta.
"¿Están listas?" pregunta Liam.
"Sí", responde Bella con firmeza.
"¿Tengo elección?" Rose chasquea.
Liam y yo intercambiamos una mirada, pero no decimos nada.
Y los minutos siguientes son un frenesí de actividad. Para nuestra decepción, aunque lo esperábamos, los italianos nos esposan a Liam y a mí. A nuestras espaldas. Y no son unas esposas endebles.
Pero lo veíamos venir, así que da igual. Kellan tiene una sierra con el nombre de Liam y el mío en ella.
Liam y yo luchamos débilmente para mostrar nuestra rabia, pero somos lo suficientemente obedientes para que los matones no hagan ninguna estupidez. Quiero decir, no es que no podamos aguantar un golpe, pero necesitamos todas nuestras malditas extremidades para conseguirlo.
Bella y Rose lloran. Aunque, sospecho que Bella es la única que está fingiendo.
Al mirar delante de nosotros, veo una gran casa -parece sacada de una maldita novela de Austen- justo cuando salen otros dos hombres.
Un chupapollas para cada uno de nosotros.
"¿A dónde nos llevas?" Bella solloza, siendo la estupenda actriz en la que se ha convertido. "¡Mierda, deja de empujarme!" Lucha contra el italiano que la agarra del brazo. "¡Dime adónde me llevas!"
Con las cejas fruncidas por la concentración, escudriño el bosque, sabiendo que tenemos a unos quince tipos ahí fuera esperando.
"Aro no se saldrá con la suya", afirma rotundamente Liam cuando entramos en la casa.
Los imbéciles italianos se ríen y nos hacen subir unas escaleras.
Se acabaron las charadas.
Cuando llegamos a unas puertas del tercer piso, solamente he contado cinco hombres de Avellino aparte de los cuatro que nos acompañan.
Son buenas probabilidades.
Uno de ellos toca una puerta, y...
"Entren". La voz de un hombre se cuela por las pesadas puertas, y espero... Dios, rezo porque sea Aro.
Resulta que tengo razón.
Nos empujan a un despacho anticuado, Aro sentado detrás de un enorme escritorio, y tres guardias están allí también.
Y Luca, que está de pie junto a la silla de Aro.
Bella tose, lo que es una respuesta afirmativa a lo que le hayan preguntado por el auricular.
"Bueno, bueno, bueno". Aro parece satisfecho mientras apoya los dedos en el escritorio. Es la viva imagen de la calma y la serenidad. Superior. "Hace tanto tiempo que quería conocerlos en persona".
"Aquí estamos", dice Liam encogiéndose de hombros. "¿Dónde está mi viejo?"
"Oh, ¿te refieres a mi querido hermanastro? Está en el sótano, vivo", responde Aro con sencillez. "Por ahora".
"¿Por qué la espera?" pregunto.
Sus ojos brillantes encuentran los míos. "Por todo lo que has causado..." Se ríe sombríamente. "Quiero que mueran todos juntos. Ahora únicamente necesito a tu padre y a tu hermano". Luego se enfrenta a Princesa, para mi furia. Ni siquiera quiero que respire el mismo aire que ella. "Ah, bella ragazza. Me pregunto cómo reaccionará tu marido cuando te corte delante de él".
Cada fibra en mí se convierte en hielo.
"Me gustaría verlo intentarlo, grasiento hijo de puta", escupe Bella.
"Tranquila", le advierto en un susurro, sin apartar la mirada de Avellino.
Aro sonríe. "Me follé a tu madre, sí". Asiente, satisfecho de sí mismo. "pero luego ella se volvió pegajosa, y..." Suspira tristemente. "Ya tengo esposa. No necesito otra". Se ríe a carcajadas.
Pero su cacareo se interrumpe bruscamente cuando suena un disparo en el piso de abajo.
Por fin.
"¿Y ahora qué?" Aro gruñe mientras todos los guardias apuntan sus armas hacia nosotros.
La adrenalina me recorre y tengo unas ganas locas de entrar en acción, pero no puedo... no cuando estoy esposado.
Solo un par de segundos más tarde, Eric, Sam y Kellan derriban las puertas e irrumpen, con sus armas apuntando y listas.
Esta oficina, grande por donde se la mire, es demasiado pequeña para un puto enfrentamiento.
Nueve hombres de Avellino, Aro el único que no apunta un arma. Y siete de nuestro lado, aunque solamente cuatro están listos para disparar. Rose no está armada, y Liam y yo estamos inmovilizados. Así que quedan los tres recién llegados y Bella.
Aro, con cara de estar calculando e intrigando, habla. "¿Esto es todo lo que tienes, Masen? Aún te superamos en número".
Liam no responde.
"Luca", Aro hace señas con calma, "dispara a mi querido sobrino..." Se enfrenta a Kellan, Eric y Sam. "Eso es, a menos que bajen sus armas".
"No las bajen", ordeno. "Bella". Le hago un gesto con la cabeza.
La observo en mi periferia mientras se libera de las esposas, mete una mano en mi cintura y saca mi Sig, apuntando rápidamente a la cabeza de Aro.
Levanto una ceja hacia Aro. "Kellan".
Kellan se acerca por detrás, con una cizalla en la mano, y rompe la cadena que me sujeta las esposas.
Hace lo mismo con Liam.
"Todavía quieres a mi padre y a mi hermano, y crees que vamos a ayudarte con eso", le digo a Aro, sacando mi Glock. "Eso te hace codicioso. Deberías habernos disparado cuando tuviste la puta oportunidad".
La calma exterior de Aro ha desaparecido. Está pálido y lo demuestra. "Tienes razón", gruñe. "¡Luca, ahora!"
Mis ojos se abren de par en par durante un segundo antes de entrar en acción y que se desate el infierno.
En cuanto suena el primer disparo, me lanzo delante de Bella al mismo tiempo que apunto a la cabeza de Luca. La habitación es demasiado pequeña, demasiada gente. Demasiado peligrosa. Y con una sola prioridad, no quiero pensar a quién voy a perder. Pero mientras mi mujer esté a salvo...
Disparo mi arma justo cuando choco contra Bella, haciéndonos caer a los dos al suelo.
"¡Ahora!" Aro ladra de nuevo, esta vez a todos sus hombres.
"¡Cúbranse!" Grita Kellan. Empuja a Rosalie lejos de él.
Luca cae al suelo, rezumando sangre de la herida de bala que tiene entre los ojos.
"Quédate en el suelo", gruño, arrebatándole mi Sig a Bella. Al otro lado de la habitación, veo a uno de los guardias apuntándole a Eric.
Los disparos resuenan en el aire, acompañados de gritos en dos idiomas.
"¡Suéltame!" Bella grita. "¡Carlisle! ¡Ven aquí!" Empuja y empuja, con dos cuchillos en la mano izquierda. Conmigo encima, aún consigue lanzar uno de ellos, y la hoja de titanio surca el aire hasta hundirse en la garganta de un guardia Avellino.
Antes de darme cuenta, abren la puerta de una patada y se oyen más disparos.
Es un puto infierno.
El caos.
"¡Carajo!" Eric grita.
"¡Detrás de ti!" Liam tose.
Después de matar a otro guardia, miro y veo que han disparado a mi primo en el pecho. Papá no tarda en correr hacia él, y más tipos llenan la sala, tipos de nuestro bando.
"¿Dónde demonios está?" grito, levantándome del suelo. Mis ojos buscan frenéticamente en la abarrotada habitación, pero no puedo ver a Aro, mierda. Guardias muertos... Luca... pero no Aro. "¡Mierda!" A mi derecha, veo otra puerta. "Ford, Sam, ¡vengan conmigo!" Ordeno.
Luego salimos corriendo de la oficina y entramos en una habitación contigua, una puta sala de estar, no sé.
"¡Edward!" Bella grita, pero yo ya he salido. "¡Liam! No, no, ¡nooo!"
Cuando siento que algo cálido y húmedo me resbala por el cuello, me cubro con una mano y me doy cuenta de que me ha rozado una bala. Jesucristo. Afortunadamente, es solo una herida superficial.
"Por aquí", gruño, y empezamos a correr por un pasillo vacío. Es la dirección opuesta a la oficina, lo que significa que también es la dirección opuesta por la que vinieron nuestros hombres.
"Está herido", gruñe Kellan, señalando una mancha roja en el suelo justo cuando volamos junto a ella. "Lo alcanzaremos".
Más nos vale.
"Sam, dame tu auricular", jadeo, metiéndome la Sig en la cintura.
Mi Glock lo hará bien. En medio del frenesí en la oficina, no pude ver salir a Aro, y eso significa que no sé si se fue solo. No me quedé exactamente para hacer un recuento de cadáveres. De todos modos, somos tres, y tenemos familia a segundos de distancia. Aro no.
Sam me entrega su auricular y me apresuro a ponérmelo en la oreja al doblar una esquina. "Carajo". Hay puertas por todas partes.
"Más sangre", susurra Kellan.
Aliviado, sigo corriendo; seguimos las pequeñas manchas aleatorias de sangre en el suelo.
Me estremezco cuando me encuentro con rápidos gritos y chillidos en mi oído, y maldigo el hecho de que todos estemos en la misma frecuencia.
"Tercer piso despejado", oigo gruñir a mi hermano.
"¡Necesitamos refuerzos en el vestíbulo principal!" Ese es Garrett.
"La oficina está despejada", informa mi padre apresuradamente. Puedo oír a Bella llorando. "Chris, Mac, bajen. Necesitamos un coche. Ahora mismo."
"Estamos en camino, Garrett." Mi hermano otra vez.
"Que me jodan", resoplo en un suspiro. "¿Arriba o abajo?" Estamos frente a otra escalera, y no podemos ver más sangre para guiarnos.
"Abajo, está buscando un escape," Sam especula.
Asiento con la cabeza y volvemos a correr.
Corriendo por un pasillo poco iluminado, acabamos en un enorme garaje.
"Mierda", exhala Kellan.
Hay coches de un millón de dólares por todas partes.
Cada una de las cincuenta o más plazas está ocupada.
"Dispérsense", susurro. Hay tres pasillos, uno para cada uno de nosotros.
Pero antes de que podamos separarnos, el chirrido de unos neumáticos nos hace dar media vuelta.
N.T.: ¿Y...? Nos quedan dos capítulos más un epílogo para despedirnos de esta espectacular historia.
