Disclaimer: Sólo sé que no son míos.

Admito que parte de este capítulo era resarcirme de la elipsis del final del sexto xD. Eso también significa, ojo, subir el nivel de cuán explícito es el fic.

Trigger Warning: Masturbación explícita entre dos personajes. Magreo de besitos.


Intimidad

El grupo de amigos de Katsuki estaba armando jaleo en un lado de la sala común. Izuku podía oír a Kaminari hablar en voz alta, contando con entusiasmo algo que arrancó las carcajadas de Sero y Kirishima. Cuando este último le dio un codazo a Katsuki, que se había distraído mirando a Izuku, este asintió y carraspeó, demostrando que se había perdido cualquiera que fuese la gracia de la anécdota. Sin embargo, ninguno de sus amigos pareció notarlo y una media sonrisa le cruzó los labios de forma inconsciente al volver a cruzar la mirada con Izuku, que le correspondió, sonrojado.

A su lado, Uraraka e Iida hablaban también. No sabía bien acerca de qué, pero como Todoroki estaba asintiendo, él también lo hacía.

Se sentía diferente. La tarde anterior no lo había pensado, pero ahora era consciente de la total extensión de su piel. Incluso de la temperatura cálida de los dedos de Todoroki a través de la tela de la camiseta cuando le tocó gentilmente el hombro para llamar su atención o del roce casual de la pierna de Uraraka contra la suya al sentarse en el mismo sofá. El resto de sus sentidos estaban igual de alerta: cuando Katsuki hablaba, escuchaba su voz a través de la habitación, independientemente del ruido que hubiese. Lo buscaba constantemente con la mirada, como si temiera perderlo de vista. Y, cuando Katsuki se acercó a él para cenar juntos antes de retirarse a los dormitorios, percibió su cercanía antes con el olfato, gracias al aroma a caramelo quemado del chico, antes que con la mirada.

Sin decir palabra, Katsuki dio por hecho que Izuku deseaba cenar con sus propios amigos, alternando con respecto al día anterior. Tsuyu, Uraraka y Todoroki los observaron con curiosidad mientras comían. En el caso de este último no había disimulo alguno: había ladeado la cabeza y tenía los ojos entrecerrados con interés. Katsuki lo fulminó un par de veces con la mirada, ignorando la charla inacabable de Iida, pero eso no sirvió para que Todoroki captase el mensaje.

—¿Está todo bien, Deku-kun? —preguntó Uraraka más tarde, cuando habían regresado a la sala común a disfrutar algo de tiempo libre antes de marcharse a dormir. Algunos leían, otros veían televisión o charlaban. Katsuki estaba en otro de los sofás, burlándose de algo que había dicho Kaminari e Izuku se había quedado ensimismado mirándolos.

—¿Eh?

—Desde que peleaste con Bakugou, estás más distraído que de costumbre —lo reprendió Iida. Izuku, recordando lo ocurrido la mañana anterior con su amigo, se ruborizó, pero Uraraka quitó importancia al comentario de su amigo con un gesto.

—Esta mañana, antes de irnos a clase, te noté bastante agobiado. Ahora estás más tranquilo, pero Iida-kun tiene razón, estás distraído.

—Estoy bien —se apresuró a decir Izuku, frustrado por no poder levantar las manos en un gesto que su cerebro ordenaba de forma natural.

—¿Es porque sois novios? —preguntó Todoroki en tono sereno y neutro.

—¿¡Qué!? —El chillido asustado de Izuku se escuchó en todo el salón, llamando la atención de todos sus compañeros, que lo miraron con diferentes niveles de curiosidad y desconcierto. Desde su sitio, Katsuki entornó los ojos con aire sospechoso.

«¿Novios?», pensó, mirando a Katsuki. A su alrededor, el resto, aparentemente acostumbrado a sus exabruptos, estaba regresando con naturalidad a lo que estaba haciendo, pero sus amigos todavía lo interrogaban con la mirada, sin sorprenderse por las palabras de Todoroki. «Es cierto que ha dicho que va a estar pendiente de mis necesidades y cerciorarse de que esté bien y que quería que yo hiciese lo mismo por él. Pero no ha mencionado esa palabra. Los novios hacen otras cosas, como ir a pasear a la feria y comer crepes, o regalarse chocolates por San Valentín. Y se supone que se lo piden formalmente. ¿Prometer cuidar de alguien es una petición de novios?»

—No suena como tal, desde luego. —La voz de Tsuyu lo interrumpió. Izuku se sonrojó todavía más. Le ardían las mejillas y las orejas y bajó la mirada, avergonzado por haber murmurado una vez más de forma tan audible—. ¿O sí? La verdad es que no tengo experiencia como para decirlo.

—Bueno, te haces novio de alguien con quien te gustaría casarte —dijo Iida, muy serio, observando con suspicacia a Izuku.

—O con alguien que te gusta —le reconvino Uraraka, riéndose entre dientes—. Aunque sí, supongo que normalmente te haces novio de alguien a quien quieres mucho de esa manera, no de cualquiera.

—Alguien de quien te enamoras —asintió Tsuyu.

—Si cuidar de alguien, estar pendiente de sus necesidades y cerciorarse de que esté bien no es una declaración de amor, entonces ¿qué lo es? —preguntó Todoroki, mirándolos con genuina curiosidad y parpadeando lentamente. El resto enmudeció, impresionados por el razonamiento—. No como mi padre, que nunca ha hecho algo así.

—¡Todoroki-kun! —susurró Izuku, escandalizado. Hablar de Katsuki y amor resultaba incómodo y… eran dos conceptos que no parecían encajar, pero además le parecía mal hablar de ello a sus espaldas. Se alegró, al menos, de que no se le hubiese escapado que se había besado con él, ni lo que habían hecho las últimas dos tardes.

—Hora de dormir, Deku. —La voz de Katsuki, exigente, lo salvó del interrogatorio de sus amigos, que estaban impacientes por averiguar más, emocionados ante las novedades.

—Claro, Kacchan. Buenas noches, chicos, chicas —se despidió, tratando de obviar la mirada curiosa con la que Todoroki los observaba a ambos, la sonrisa cómplice de Uraraka, la suspicacia con la que Iida miraba a Katsuki y la cara de concentración con la que Tsuyu estaba analizando sus interacciones.

Izuku siguió a Katsuki al cuarto de baño. Eran los únicos que se habían levantado, pero Izuku sabía que el otro chico solía ir a dormirse temprano el resto de días. Había tardado un poco más, probablemente en deferencia a Izuku. Aunque no le hubiese importado irse a dormir después de cenar; llevan tres días sin ir a clase, pero estaba cansado igualmente. Katsuki le lavó los dientes con la pericia de quien ya lo había hecho más de una decena de veces y luego lo empujó hacia el retrete, para ayudarlo a orinar antes de dirigirse al dormitorio.

Cuando los dedos de Katsuki se posaron, con la delicadeza habitual, alrededor de su pene, Izuku creyó, por un momento, que sería incapaz de hacerlo, que se pondría duro sólo con el contacto y por el recuerdo de lo que habían hecho esa misma tarde, después de comer, tirados en los sofás de la sala común. Aprovechando que sus compañeros todavía tardarían en regresar de las clases, Izuku se había sentado de nuevo en el regazo de Katsuki y habían puesto una película en el televisor. Le habían bastado un par de besos para ponerse duro. Los mismos que había necesitado Katsuki, a quien había podido notar en las mismas condiciones que él al removerse entre sus piernas.

Ninguno había prestado atención a la película. Cuando Izuku estaba jadeando, deshecho de placer solo con el sabor mentolado de la boca de Katsuki y lo caliente de su lengua, las manos de este habían reptado de nuevo bajo su ropa, tanteando con la cautela de quien espera un permiso explícito. El suspiro anhelante de Izuku pareció ser suficiente, porque sus dedos habían rodeado su pene en una caricia que había mareado de placer a Izuku.

—Deku… —había susurrado Katsuki al cabo de un minuto, todavía moviendo la mano sobre su erección, despacio y sin apretar—. ¿Está bien si yo también…?

—¡Claro, Kacchan! —se había apresurado a contestar Izuku, abochornado y frustrado a partes iguales. Lo primero, por no haber sido capaz de darse cuenta de que Katsuki estaba deseándolo también. Era la segunda vez que se lo hacía a él, y la primera que le preguntaba si podía acompañarlo. La frustración, por supuesto, venía de no ser capaz de corresponderlo él mismo.

—Espera, muévete un poco.

Al final, Izuku había quedado recostado encima del sofá, con las piernas cruzadas a lo indio. El reposabrazos se le clavaba en la parte baja de la espalda, pero no le importó. Katsuki se sentó frente a él, al otro lado del sofá, con una pierna a cada lado del cuerpo de Izuku. Había enganchado los pies tras la espalda de Izuku para, con habilidad, acercarlo un poco más a él, y después había aflojado los pantalones de ambos para liberar sus penes. Utilizó la derecha con Izuku y la izquierda consigo mismo.

El orgasmo lo pilló desprevenido. Se había distraído contemplando el rostro de Katsuki, sudoroso y concentrado, con un rictus de placer en la comisura del labio. Con una sonrisa satisfecha, este había disminuido el ritmo con el que lo acariciaba para no saturarlo con la estimulación, pero no lo había soltado. Izuku había perdido la firmeza entre sus dedos húmedos por el líquido caliente, pero la caricia le gustaba casi tanto como el jadeo entrecortado con el que Katsuki había anunciado su propio orgasmo unos segundos después, contrayendo la cara en un gesto de placer y relajándola después en una sonrisa satisfecha y presumida.

Izuku regresó de sus recuerdos cuando Katsuki sacudió levemente su pene una vez terminó de orinar y lo limpió antes de hacer uso él del baño y lavarse las manos, aparentemente ajeno a las tribulaciones de Izuku, que sí se había puesto un poco duro sólo por pensar en lo que habían estado haciendo.

—Vamos, Deku —le ordenó.

A pesar de la mala experiencia durmiendo la noche anterior, volvió a quedarse con él sin que Izuku tuviese que preguntarle si lo haría. Tras ponerle el pijama, se desnudó hasta quedar en calzoncillos y se metió en la cama con él, apretándose contra su cuerpo para caber en ella. Estaban frente a frente, tan cerca que el aliento cálido de Katsuki le golpeaba la nariz y los labios cuando exhalaba y podía notar el roce de su cuerpo en su hipersensibilizada piel.

Katsuki apagó la luz. Izuku iba a susurrar un deseo de buenas noches y cerrar los ojos para dormir, pero los planes del otro chico eran diferentes. Sus labios rozaron los de Izuku, primero tentativamente y luego con decisión, lamiéndoselos con la lengua y abriéndoselos para invadirle la boca. Encantado por una nueva sesión de besos, Izuku se apretó contra su cuerpo lo más que los brazos cruzados a la altura del pecho le permitían y, con ansia, metió la lengua en la boca de Katsuki para lamer la suya.

Las manos de Katsuki lo abrazaron, sujetándolo más cerca de él. Siguieron besándose. Izuku había cerrado los ojos, entregándose con gusto a los labios de Katsuki, cuando notó que las manos de Katsuki se desplazaban, acariciándole la espalda con fingida casualidad. Primero descendieron hasta el borde de su pantalón de pijama. Después, subieron de nuevo por su espalda, pero esta vez debajo de la camiseta, rozando directamente su piel. Cuando volvieron a descender, no se detuvieron.

Por encima de la tela del pantalón, las manos de Katsuki acunaron las nalgas de Izuku sin dejar de besarlo. El contacto era excitante. Izuku movió las caderas involuntariamente, frotándose contra Katsuki, que se rio dentro de su boca y correspondió su movimiento. Estuvo a punto de pronunciar una de sus exclamaciones presuntuosas, satisfecho por el escalofrío de placer que recorrió a Izuku, pero este se lo impidió volviendo a meter la lengua en su boca, ansioso. Cuando las manos de Katsuki volvieron a ascender por su cuerpo, rozándole la parte baja de la espalda por debajo de la camiseta y tanteando con los dedos en la gomilla del pantalón, Izuku interrumpió el beso y escondió la cara en el hombro de Katsuki, un poco avergonzado.

—¿Deku? —preguntó este, conteniendo apenas una carcajada socarrona y deteniendo lo que estaban haciendo sus dedos.

—¿Sí?

—Iba a decir que no lo haré si no quieres, pero claro que quieres, condenado idiota —se burló Katsuki.

—Sí quiero, Kacchan —dijo, con la voz ahogada contra la piel de la clavícula de Katsuki. Para reforzar sus palabras, quizá porque se sentía más valiente, depositó un beso justo allí, contento de que hubiese elegido dormir con tan poca ropa.

«Kacchan quiere tocarme el culo». La sola idea lo mareaba de pura anticipación.

—Claro que quiero, idiota. —Una vez más, Izuku había murmurado demasiado alto. O Katsuki se había vuelto un experto en escucharlo, incluso cuando hablaba con los labios pegados a su piel—. Deku… Tú sabes cómo son las cosas entre dos chicos, ¿no?

—¿Qué? ¿A qué te refieres? —preguntó Izuku, un poco confundido. A él, aunque para la mayor parte de la gente pudiera no ser así, le parecía lo mismo regalar chocolates a una chica que a un chico. O ser el regalado.

—Digo que si sabes dónde hay que ponerla, Deku. —Reforzó sus palabras con un movimiento de caderas que provocó que sus dos penes se frotasen por encima de la tela.

—¡Sí! ¡O sea, nunca he…! Quiero decir que sí sé, Kacchan. —Katsuki se rio, divertido por el tono ofendido con el que Izuku se estaba defendiendo tras comprender a qué se refería—. No soy… Yo… No soy tan idiota. —Otra carcajada de Katsuki. Izuku, que no podía golpearlo, le mordió en la clavícula, para hacerlo callar. Fue sumamente efectivo, pues la risa de Katsuki fue sustituida por un jadeo sorprendido—. Yo también miro vídeos de vez en cuando y en algunos salen chicos, a veces. —Como Katsuki no se burló de él esta vez, lamió con la punta de la lengua donde había mordido.

—Eso ha estado muy bien, Deku —dijo Katsuki, hablando despacio. Izuku levantó la vista, sorprendido porque le hubiese gustado tanto—. Puedes hacerlo siempre que quieras.

—Entonces, ¿Kacchan quiere hacer eso conmigo? —preguntó Izuku, mordiéndose el labio.

—Claro que no, idiota. Es decir, por supuesto que sí, pero no ahora mismo. Me muero por hacerlo. ¿Tú no?

—Yo… —Izuku meditó sus palabras, poniendo en orden sus pensamientos. La primera respuesta que se le venía a la cabeza era un no. Acto seguido un sí rotundo. Y luego le invadió el miedo a lo desconocido—. Sí. Creo que sí. Sobre todo si es con Kacchan, pero no… ¿ahora?

—Ya te he dicho que ahora no —dijo Katsuki, poniendo los ojos en blanco—. Tengo que estar preparado. Me muero por hacerlo, pero no por hacerlo ya. —Enfatizó la última palabra e Izuku comprendió que, en cierto modo, se sentía igual que él. La mezcla entre las ganas de saber cómo se sentía, de hacerlo y el miedo a cómo se sentiría y a si era el momento adecuado—. Y, desde luego, tú tampoco lo estás.

—Pero, cuando estemos preparados, Kacchan quiere hacer eso conmigo.

—Por supuesto que sí, Deku.

—Y por eso no te ha importado… —Katsuki volvió a poner los ojos en blanco.

—¿Todavía estás con eso? ¡Está claro que no es lo mismo!

—¡No! Quiero decir, ¡sí! Es… Yo también quiero hacerlo contigo cuando esté preparado, pero sí tú quieres tocarme el culo, puedes hacerlo. Siempre que quieras y como tú quieras. Aunque no estemos en la ducha.

—Eso ya lo habías dicho antes, Deku —dijo Katsuki, descarado.

—Lo sé, pero…

—Te he entendido, no hace falta que me lo vuelvas a explicar. —Los dedos de Katsuki se introdujeron justo debajo de la gomilla del pantalón del pijama, sin moverse de ahí. Izuku cerró los ojos e inspiró profundamente.

«Esto es justo lo que necesitaba. Lo que ambos necesitábamos». La noche anterior, un poco desorientados, no habían sido capaces de hablar, de romper la distancia ficticia que ellos mismos habían instalado entre ambos tras la anterior, donde se habían desnudado emocionalmente. Sin embargo, ahora se sentía seguro entre los brazos de Katsuki y notaba que la conexión que los había unido un par de noches antes seguía entre ellos con más fuerza, si eso era posible.