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Orihime no entendía muy bien que estaba ocurriendo, pero Nell y ella no habían terminado de salir de la tienda cuando fueron rodeadas por cultivadores de la secta Quincy. Fueron empujadas hasta las afueras de la ciudad, a una inmensa estructura de paredes altas que rodeaba el perímetro de la secta Quincy.

En un descuido de quien las apresaban, Nell intentó liberarse golpeando a uno de los cultivadores casi noqueandolo, tomó la mano de Orihime tratando de sacarla rápido de ahí pero pronto los cultivadores desenvainaron las espadas, amenazandolas.

Fueron separadas, Nell estaba sorprendida por la violencia con la que la estaban tratando, intentó no moverse al ver como uno de ellos amenazaba con dañar a Orihime, su espada muy cerca de su rostro, lastimándola un poco.

El líder de la secta nunca la había tratado como si fuera un enemigo, tenían sus diferencias pero nada tan extremo como aquello, esta vez parecía que había sacado de sus casillas y Nell tenía miedo de haber arrastrado a su amiga a aquel problema.

Pero la pequeña hada no era tan indefensa como parecía, al sentir la gota de sangre en su rostro se asustó, instintivamente echó la cabeza con fuerza hacia atrás golpeando accidentalmente en la nariz a su atacante. El cultivador soltó a la hada por el dolor, Nell al verla libre se colocó delante de ella, iba a defenderla con uñas y dientes si era necesario .

Nell no era una hada de rango pero era obvio que había recibido entrenamiento en defensa personal y era muy buena, aun así eran muchos como para que ella sola les ganara.

Orihime no sabía pelear pero tampoco se iba a quedar sin hacer nada mientras su amiga salía lastimada, recibió unos cuantos golpes y rasguños, estaba asustada, no entendía que era todo eso, pero tampoco iba a dejar sola a su amiga.

—Basta, no las lastimen.

Una voz gruesa y fría detuvo los movimientos de todos los cultivadores, Nell cubrió a su amiga encarando al recién llegado, era el líder actual de la secta Quincy, Uryu Ishida.

Los cultivadores envainaron de nuevo sus espadas, se formaron haciendo una reverencia a su líder. Orihime pudo entonces apreciar a la persona que acaba de llegar.

Era un hombre alto de cabellos negros y ojos azul oscuro, ella lo reconoció. Era un cultivador inmortal, amigo de Ichigo, varias veces él había acompañado a Ichigo en sus visitas. Orihime sabía que era hijo de una prestigiosa secta pero nunca había puesto atención en su origen.

—Qué curioso que la pequeña hada de Ichigo esté relacionada con la estafadora más grande que tiene la corte celestial. Estoy muy sorprendido.

Orihime había compartido pocas palabras con él, no lo considero una mala persona pero sí una muy callada, en ese momento no se parecía en nada a quien había conocido previamente, su tono de voz era demasiado frío y hasta un poco odioso.

—¡Qué yo no soy una estafadora!

Nell se veía furiosa, odiaba qué la llamaran así pero el cultivador la ignoró viendo solo a Orihime.

—Te dejaré ir por consideración a Ichigo pero tu amiga se debe quedar, debe responder ante sus engaños.

Orihime dudó, vio a Nell y luego volvió a ver a Uryu:

—Pero…

—Nada de peros.. Estoy siendo flexible así que no refutes. Esta mujer necesita un escarmiento para que deje de engañar a los demás.

Nell se acercó, parecía ofendida por sus palabras pero Orihime pudo notar la tristeza en su mirada. Parecía tenerle aprecio a la persona frente a ellas.

—Uryu, ya te dije que yo no soy una estafadora, y no engañé a nadie.

—Pasé por alto hasta ahora tus negocios por la memoria de mi madre y el afecto qué ella te tenía pero nunca pensé que le pagarías a mi familia de esta manera.

—Uryu, no te engañé, te dije lo que sabía.

La expresión del líder de la secta cambió, la fría mirada azulada se volvió aún más oscura, parecía llenó de tristeza y rabia.

—¡Me dijiste que la ayudaría!

Nell se vio culpable y ya Orihime empezaba a entender que era lo que pasaba.

—Creía que mejoraría, Uryu. De verdad lo creí así, y te aclaré desde el primer momento qué las lágrimas de sirena eran muy famosas por sus facultades curativas, qué yo solo conocía algún hecho real porque quien me las entregó me dijo que vio con salvaban a un hombre a punto de morir. Fui sincera contigo.

Uryu pareció tranquilizar su arrebato, le dio la espalda a ambas.

—Pues no funcionó.

Nell suspiró y se acercó a él, tenía mucho tiempo conociendo a aquel joven cultivador. Orihime pudo notar que había una especie de lazo entre ellos.

—Entiendo tu frustración, Uryu. Nemú tiene una condición muy difícil de tratar y has buscado todo tipo de cura. Yo estoy muy agradecida contigo y con tu familia, te ofrecí lo que conocía, y bueno te cobré porque mi negocio y mi vida personal están desligada pero sabes muy bien que yo también tenía la ilusión de que funcionara.

Ella parecía igual de triste que el hombre junto a ella. Uryu finalmente suspiró y realizó una seña a sus hombres.

—Liberenlas—ordenó para luego volver a ver a la hada sin rango presente—. Debería quemar tu maldita tienda, Nelliel, pero no lo haré. Si me vuelves a engañar, lo lamentarás.

Su amenaza quedó en el aire, sacudió sus mangas y caminó de regreso a su secta.

—Ajá, como digas —dijo Nell, tomando a Orihime del brazo para salir de ahí, antes de alejarse mucho, volvió la vista a atrás y le gritó al cultivador—. ¡Lo siento mucho, Uryu, seguiré buscando algo que pueda ayudarla!

—No debes hacerlo, no pagaré más por tus engaños.—Lograron escuchar ambas, Nell suspiró de nuevo mientras retomaban el paso.

—Y sigue con lo mismo, yo no engaño a nadie.

. *. *

Ambas suspiraron una vez que estuvieron lejos de esa secta, Orihime no entendía muy bien qué ocurría. Imaginó que Uryu quería curar a alguien cercano y Nell ofreció algo que no dio los resultados que esperaban.

La sonrisa de Nell apareció y se abrazó a Orihime mientras caminaban de regreso a la capital.

—No fue mala idea traerte, Hime. Te ganaste esa pócima, fuiste muy valiente. Creo que le fracturaste la nariz a ese cultivador.

Nell parecía muy divertida con la anécdota, parecía olvidar que hace unos minutos atrás estuvieron en una situación complicada.

—¿En serio? —Orihime la observó preocupada.

—¡Sii! No esperaba que fueras tan fuerte, estoy muy sorprendida.

Orihime negó mientras sonreía, su amiga no cambiaba ni un poco aunque pasarán los años. Nell parecía encontrar diversión en los problemas.

—Debes tener más cuidado con él, Nell. Parecía realmente molesto y dolido.

El semblante de Nell cambió, al igual que esa actitud alegre que siempre la acompañaba, volvió a suspirar.

—Uryu siempre me ha dado dolores de cabeza. Su temperamento es igual al de su padre. Su madre era un poco más amable, era seria pero con su hijo y conmigo siempre fue alguien cariñosa. — empezó a contar con sentimiento en su voz—. Los padres de Uryu me salvaron, estuve a punto de morir en un invierno cuando tenía 6 años, pero ellos me encontraron y cuidaron hasta que yo fui capaz de hacerlo por mi misma. Siempre tendré una deuda de sangre con esa familia.

Orihime asintió pensativa, se había imaginado qué ellos tenían una historia.

—¿Esas lágrimas de sirena?

Nell suspiró, resignada.

—Me las trajo uno de mis proveedores, me dijo que vio como curaba a alguien que casi estaba muerto, pero creo que también fui estafada por él. Había pensado que encontré una cura para la esposa de Uryu. Perdí muchas piedras espirituales para obtenerla.

—¿Su esposa está enferma?

—Sii, han pasado muchos años. La secta Quincy siempre se ha catalogado como una secta recta y virtuosa, luego de la de Karakura es la más reconocida. Hace unos años Uryu y su padre tuvieron como misión desmantelar a un grupo de cultivadores demoníacos qué estaban haciendo estragos en la ciudad de las hadas. Una noche hubo un ataque dentro de la secta cuando ellos estaban fuera, su madre y esposa lucharon para proteger su hogar, su madre murió durante el ataque al realizar un ritual de protección y su esposa gastó hasta lo último de energía espiritual en su cuerpo para ayudarla evitando una masacre. Desde entonces ella cayó como en un sueño permanente, los médicos dicen que su alma está fracturada pero aún no han logrado determinar la razón ni tampoco tienen una cura para eso. Uryu estaba muy enamorado de ella, lo sigue estando por esa razón ha cambiado demasiado, es más huraño y hasta un poco déspota, al único que ha mantenido cerca es a Ichigo.

Orihime entendió un poco la actitud del cultivador inmortal, porque quería que Nell respondiera por sus actos. Tratando de ayudarlo la hada comerciante lo había ilusionado de volver a ver a su esposa sana.

—Qué triste.

—Mucho. He intentado ayudarlo pero realmente todo lo que he encontrado ha sido un fiasco, y bueno, parece que Uryu perdió la paciencia—suspiró Nell, luego alzó la vista al cielo, ya empezaba a atardecer, sacó una botellita de su túnica y se la entregó a la otra hada—. Apresurate, para que puedas volver a tu casa antes del anochecer.

Orihime asintió, tomó la botellita, se despidió de su amiga para retomar su caminó casa.

En el trayecto no dejaba de pensar en la historia de Uryu Ishida, que en una noche perdió a su madre y a su esposa. Debía ser difícil para una persona, ella no se imaginaba que dolor

podría estar llevando pero si imaginó que tal vez toda esa ira debía ser por no proteger a su familia.

Entendió en parte sus sentimientos, no tenía una familia a la que recordar, después de todo su origen era humilde, un simple espíritu floral qué logró transfigurarse a un hada gracias al cuidado y poder de su maestra. Se podría decir que ella amaba a su maestra como un familiar, así que pensar en nunca volverla a ver le rompía el corazón.

Solo imaginar perderla a ella y a Ichigo en una sola noche solo le arrugaba el corazón, porque si, Orihime llevaba muchos años enamorada del cultivador y podía imaginarse fácilmente el dolor que experimentaba Uryu con respecto a su esposa.

Desde hace un tiempo, ella se había dado cuenta, más que todo porque cuando Ichigo estaba en alguna misión peligrosa, ella quería acompañarlo, si estaba en peligro ella quería estar a su lado, así sea solo para prestar un pequeño apoyo, esa era la principal razón por la que quería adquirir un rango.

Sabía que no iba a poder ser correspondida con los mismos sentimientos de amor porque Ichigo ya estaba comprometido pero por lo menos quería estar siempre a su lado y la única forma de hacerlo era teniendo un rango alto para poder solicitar formar parte de la secta de Karakura, era la única forma que un hada podía formar parte de una secta de cultivadores, aprobando aquel examen de rangos.

Apretó la botellita contra su pecho, a pesar del susto el día había sido productivo y ella había logrado tener la posición que la ayudaría a reparar su raíz dañada. Estaba cada vez más cerca de lograr su objetivo.

La guardó en cuanto pisó el puente qué conectaba su casa a la ciudad de las hadas, ella vivía en una zona medio aislada, su maestra había construido el famoso pabellón del destino, aislado de vecinos y zonas concurridas con la idea de poder "trabajar"...

Para su sorpresa al final del puente y frente a su casa, se encontraba un hombre de pie observando la estructura. Orihime lo reconoció en una fracción de segundo a pesar de tener una apariencia distinta y ni siquiera ver su cara, el aura de esa persona no la olvidaría nunca.

—¡¿Tú?! —exclamó sin controlar su tono.