SOFÁS DE CABARET
Onze.
Buscar lo que es verdad no es buscar lo que uno desea.
Albert Camus.
Una visita… ¿¡Qué!?
Maka sintió que estaba escuchando un chiste de pésimo gusto. Su entrecejo estaba a punto de convertirse en una «v» dada la fuerza imprimida para reunir las cejas. Incluso pareció sentir el impulso de un resorte que le obligó a ponerse de pie—. E-Espere, aguarde un momento —negó con la cabeza haciendo un ademán con la mano, como si intentara detener algún impacto inminente—, usted está diciendo que YO debo firmar esta acta de matrimonio para conocer a mi prestamista ¿Cierto?
El abogado se esperaba esta reacción. Se ajustó un poco la voz procediendo a explicarle—. Mi empleador ha especificado que es de suma importancia completar este paso, no sólo para conocerse. Es por el bien de su seguridad cuando salga de prisión. No estoy autorizado para decirle esto, sin embargo, es una deducción obvia que los verdaderos responsables del incidente en el cabaret son gente peligrosa. Altamente peligrosa —enfatizó mirándola a los ojos. No era fácil para él convencerla de casarse con un desconocido.
—Creo que usted lo está malinterpretado —se apresuró Maka tomando asiento, negándose a reconocer la pizca de incertidumbre que se sembró con éxito en su pecho tras oír sobre la peligrosidad de los verdaderos asesinos—, yo no estoy pidiendo protección extra fuera de la prisión. Eso solo haría crecer mi deuda. Así que, no gracias.
—Señorita Albarn. Entenderá que usted no puede correr peligro o ser tan despreocupada si quiere pagarle apropiadamente a su benefactor. O si ha aceptado su ayuda para al final salir y morir allá afuera.
La joven rubia sintió un escalofrío.
Lo sabía. Sabía que este teatro sobre ayuda desinteresada era una falacia. Debió ser más inteligente y negarse desde el momento en que llegó este abogado. ¿Por qué se dejó engatusar con el espejismo de la libertad? ¡Saldría de una prisión solo para entrar a otra mucho más peligrosa!
Su respiración se volvió errática, se sujetó la cabeza incapaz de replicar la última carta de este hombre. Era cierto que si salía y alguien allá afuera terminaba con su vida, sería incapaz de pagar la deuda; pero entonces no habría punto en conseguir limpiar su nombre si solo era para terminar arrojada en un callejón en una bolsa de basura por hacer enojar a las personas equivocadas.
¿Dinero fácil por trabajar como barman en un cabaret? ¡Qué gran broma!
La persona detrás del préstamo había calculado tan fríamente todos los pasos para acorralarla en este grado asfixiante. Había sido una jugada magistral y ella estúpida siguió su ritmo sin sospecharlo a pesar de recibir una ridícula propuesta de matrimonio desde el inicio. Ahora sus elecciones eran: firmar el certificado o morir. Comenzaba a ver la situación desde una perspectiva que no había considerado hasta ahora.
Afrontar la elección revolvió su estómago a niveles catastróficos. Volvió la vista hacia las hojas sobre la mesa incapaz de negarse, incapaz de firmar tampoco. Leyó el título del documento echando a andar los engranajes de su cerebro.
General Register Office.
United Kingdom.
London.
—El Acta no tiene siquiera el nombre del otro contrayente ¿Por qué? —se apresuró a cuestionar. El escalofrío se transformó en una sensación inefable mientras ese rostro rondaba de vuelta en su mente.
—Debo de realizar esto con suma discreción hasta que usted decida conocer a mi contratista. Espero que esto no sea un problema mayor, pero él insiste en tener todos los flancos cubiertos antes de hacer la prórroga por el nuevo juicio.
—¿No voy a salir de aquí hasta que lo conozca? —el abogado asintió—. Y no lo voy a conocer hasta que firme eso ¿No es así?
—Lastimosamente.
—Fuck! —maldijo apretando los puños. El sube y baja de su respirar agitado hacía vibrar sus hombros tensos. Luchando por eliminar esa pequeña expectativa de la que fue presa al leer «Reino Unido» en el documento. Era imposible que Soul hubiera hecho todo esto contra ella. Era doloroso incluso.
Pero si ponía su nombre en la casilla faltante; todas las acciones misteriosas se resolvían por si solas. Una parte de ella quería desesperadamente abrazar el sentimiento de protección al tiempo que otra le impedía dejar el miedo de lado. Todas las dudas despertando.
¿Cómo pugnar con las emociones sobreponiéndose una contra otra? ¿Cómo enfrentarse a las posibilidades? Se sujetó el pecho sin atreverse a confesar incluso dentro de su mente lo mucho que adoraba a Soul Evans.
Joder. El hombre le gustaba incluso si ella quería guardar el secreto bajo siete candados. No podía simplemente hacerle esto sin explicaciones. No podía hacerle eso a la burbuja donde a veces se encerraba a contemplarlo haciendo el café de la mañana. Su fascinación por él era de un tipo onírico e idealizado que como tal, nunca se planteó intentar alcanzarlo.
Y esa fantasía creada por su mente le impedía ser valiente. Le impedía romperla para afrontar una decepcionante realidad.
—Puede pensarlo por un tiempo si lo necesita. Estaré viniendo a visitarla un vez por semana ¿Le parece?
Maka mesó sus hebras rubias. Sintiéndose acorralada decidió arrancarse la venda de los ojos para enfrentar lo que viniera—. Lo haré —afirmó haciendo acopio de todo su valor. Siempre detestó ser amedrentada, las consecuencias de ese sentimiento solían ser decisiones temerarias. Esta no era una excepción.
El abogado internamente suspiró de alivio. No quería agonizar en visitas interminables con esta señorita, sobre todo porque el joven Soul parecía requerir tiempo para realizar los trámites de certificación en su país natal. Entonces el hombre extrajo un bolígrafo de su camisa ofreciéndolo a la chica—. Por favor señorita, en esta casilla.
Maka ni siquiera respiro cuando deslizó la tinta sobre el papel, su firma quedó impregnada con una ligera deformidad pero ya estaba hecho—. Solo tengo una petición —solicitó devolviéndole el bolígrafo. Ante sus palabras el abogado mudó su expresión a la de un completo escucha—. No quiero que me visite tan pronto ¿Podría pasarle mi mensaje? Que sea en un par de semanas.
—Le transmitiré sus deseos —prometió entonces el licenciado. Percibiendo la leve desesperación por la que atravesaba, se atrevió a dejarle palabras reconfortantes—. No tiene que estar tan nerviosa. Mi empleador jamás intentaría hacerle daño. Esta estrategia es por su seguridad, le garantizo que no existe sitio más seguro que a su lado.
Tras conocer al joven Soul desde hacía años, tenía pleno conocimiento de su personalidad. Aunque a veces resultaba excéntrico, era alguien leal e incondicional. A juzgar por la importancia de esta persona para él, podía garantizar con su vida su protección.
—Si me disculpa señorita. Continuaré con los papeleos correspondientes. Tenga un buen día.
Cuando Maka volvió a su celda, lo hizo en piloto automático. Sus pasos se arrastraban apáticamente mientras su cabeza colgaba resignada. Parecía un globo cuyo aire fue liberado dejándola sin fuerzas.
A veces quería poder ser menos impulsiva, es decir, ¿no acababa de casarse con «nadie»? Aunque en su mente todo comenzaba a encajar, quería aferrarse a la mínima posibilidad de que Soul no se acercó a ella con intereses malicioso. Quería creer que él no era la clase de tipo aprovechado de los que huyó antes.
En el momento que ingresó al cubículo compartido, las hermanas Thompson corrieron hacia ella con preocupación debido a su semblante—. Maka ¿estás bien? —fue una de las pocas veces en las que Patty cambiaba su sonrisa por una expresión más seria. La de ojos verdes negó con la cabeza.
—¿Sucedió algo? ¿Tu abogado trajo malas noticias?
—Yo… Acabo de casarme —musitó cayendo en cuenta de lo que había hecho. Al mismo tiempo, las otras dos encontraron sus miradas llenas de incredulidad—. Ustedes ¿no pueden decirme quién es la persona que las contrató? —solicitó sintiendo los ojos picarle por las lágrimas prontas a salir.
Elizabeth se mordió el labio. Soul se había vuelto completamente loco como para obligar a esta chica a casarse con él siendo un repelente humano de la palabra «matrimonio». Solo que de ellas no dependía revelar su identidad; y en todo caso, no entendía su propósito pero podían estar seguras de que no era la clase de hombre que hacía lo que hacía sin una razón. La mayor empezó a creer que el amigo de su protector tenía alguna clase de atracción por Maka, aprovechándose de su situación para atraerla a él como una especie de Cenicienta moderna.
—Por favor —imploró la menor alternando la vista entre ambas.
—No podemos decirte quién es —respondió Patty sin remordimiento. Incluso Liz se sintió levemente abrumada por su poco tacto, sin embargo pudo coincidir con las siguientes palabras de su hermana pequeña—, lo que si te puedo garantizar es que no correrás peligro con él.
—¿Cómo puedo saberlo? —bufó Albarn ligeramente molesta. A pesar de solo ser tres individuos, todos ellos tenían la certeza de que este hombre no le iba a hacer «nada». Ya le había hecho algo, muchas gracias. El mismo fuego que sintió con las palabras del abogado resurgió al verlas tan confiadas de esta persona—. Liz quiero aceptar tu oferta, la de aprender mejores movimientos para pelear.
Dos semanas después, Maka recibió la notificación de que tendría una visita conyugal en el reclusorio, dejándola ducharse largamente en una regadera exclusiva; le entregaron un cambio de ropa elegante, algunos accesorios para el cabello que con ayuda de Liz pudo arreglar. El resultado fue exquisito incluso si no hizo más que colocarse un poco de crema hidratante y bálsamo labial que el economato conseguía regularmente para la Thomson mayor.
Por su parte, Soul se aseguró de que cada detalle estuviera en perfecto orden para verla después de todo este tiempo. La impaciencia que guardó durante este lapso comenzaba a terminarse aún sabiendo que dentro de pocas horas estaría delante suyo.
Con la inteligencia que poseía era muy probable que ya supiera su identidad. Ella no conocía a nadie británico además de él; y el modo en que obtuvo la ventaja sobre todas sus decisiones le indicaba que la conocían lo suficiente para hacerla ceder. Teniendo en cuenta esto, deseó sinceramente no lastimarla demasiado.
Levantó la aguja del fonógrafo tras comprobar su aspecto por última vez, enmarcó los hombros bajo aquél traje obtenido en su última visita a Nápoles dirigiéndose a la salida del chalet. Su recorrido fue tranquilo hasta que tomó la desviación rumbo la penitenciaría. El Jaguar que conducía llamó la atención de más de uno cuando este ingresó al control de seguridad. Se le hicieron chequeos de rutina más por formalidad que por sospechar de él. Con su apellido era mejor tener cuidado y no meterse demasiado en sus asuntos.
Un guardia amigo de Kilik usó la forma más respetuosa para llevarlo hasta el lugar donde sería la visita. Una de las mejores oficinas disponibles -la más alejada también-, ambientada para una cena romántica llena de veladoras y champaña fría que un mesero estaba resguardando junto a la langosta.
Los demás guardias habían sido retirados en aras de mantener su visita tan discreta como fuera posible, al menos para los ojos públicos—. Buenas noches, señor Evans —saludó el mesero apenas ingresó.
Soul asintió al joven de aspecto profesional entonando posterior—. Retírense, si necesito algo los llamaré, solo dejen entrar a mi esposa cuando llegue.
Ambos hombres obedecieron como si se tratara de su propio superior. El albino escaneó la locación un poco insatisfecho; hubiera preferido llevarla a un lugar fuera de la penitenciaría pero era un poco imposible en ese momento.
Sonrió observando el pequeño tocadiscos de maletín seguramente conseguido por su amigo policía. Mientras esperaba se dedicó a mirar entre las opciones de LP a un lado, eligiendo a Frank Sinatra como su acompañante para esta noche. Encendido el aparato lo dejó en un volumen mate, disfrutable; siguiendo la pista con su tarareo.
Llévame a la luna.
Déjame jugar entre las estrellas.
Déjame ver cómo es la primavera en Júpiter y Marte.
En otras palabras, toma mi mano.
En otras palabras, amor, bésame.
Soul sonrió dándose la vuelta para revisar la botella del champán dejándose llevar por la música. Su pie subía y bajaba la punta a ritmo.
Llena mi corazón con -tu- canción.
Y déjeme cantar para siempre.
Eres todo lo que anhelo;
Todo lo que venero y adoro.
En medio de aquella estrofa oyó el pestillo botarse junto las bisagras dar un levísimo chirrido, su enfoque llevado hacia la puerta le permitió verla para coincidir con la canción.
En otras palabras: por favor, sé real.
En otras palabras, te amo.
Ambos encontraron sus miradas, una cargada de añoranza bien oculta y otra indignada sin tapujos. Tal como espero. Aún así fue imposible evitar la disquisición a la que sometió el aspecto de esta mujer que aceleraba los latidos de su corazón. Hizo un recorrido desde sus pies sobre los flats, pasando por la falda largo midi del vestido color arena, formada en pliegues elegantes hasta ceñirse sobre su pequeña cintura ajustada por un cinturón a pesar de estar cubierto por ese chal apretado entre sus puños.
Subió por el brazo derecho encontrándose finalmente con su rostro, descubierto gracias al moño en que le fue recogido el cabello. Cuando ella notó su mirada estática en su fisonomía, soltó—. ¿Lo mataste para obligarme a esto?
À suivre…
