Disclaimer: Los personajes de Hellsing les pertenecen a sus respectivos autores, editoriales y productoras. Es una historia destinada sólo al entretenimiento y sin fines de lucro.
Prólogo
Los ecos de unos pasos apresurados resonaban por el húmedo pasillo en un repiqueteo desesperado.
Una joven de largos cabellos rubios corría sin mirar su camino; el odio, la rabia y las lágrimas, producto de esas emociones, le impedían ver con claridad por dónde iba. Sólo quería alejarse de todo y de todos. Y sus pasos furibundos la habían llevado a las cámaras subterráneas de la inmensa mansión familiar.
Y es que Integra Fairbrook Wingates Hellsing tenía un motivo para estar en tal estado de alteración e ira. Y ese motivo era su familia. Los hombres de su familia.
Todavía recordaba la conversación que había escuchado en el estudio principal entre su abuelo, su padre y su tío, con un fiel Walter siendo testigo silencioso en un rincón. Ya habían terminado de cenar e Integra se había retirado a dormir, pero la joven sabía que tendrían una charla de familia excluyéndola y, ni lerda ni perezosa, se escabulló entre los estantes de la biblioteca que conectaba desde arriba para escudriñar lo que pretendían. Todo lo que se refería a asuntos de los Hellsing, ya fueran familiares o de negocios, interesaba a la mozuela de 18 años, quien había terminado el colegio y planeaba ir a una buena universidad y ser más activa en los encuentros sociales, para llenar las expectativas de su familia.
Por eso decidió escuchar a escondidas… y lo que escuchó no le gustó nada.
Como era su costumbre cuando quería hablar, el más anciano de los hombres golpeó con la palma de la mano la superficie de su escritorio tres veces, como un llamado para que lo escucharan con atención. Los otros dos dejaron sus tazas de té y lo miraron expectantes.
— Creo que es vital para nosotros ir organizando y planeando el futuro de nuestro linaje. – dijo con solemnidad el patriarca Sir Albert Hellsing, mientras fumaba su pipa con elegancia – Nuestra organización al servicio de la Reina funciona de manera satisfactoria y todas las criaturas contra las que luchamos están a un paso de ser diezmadas; en resumen, Hellsing está en su mejor momento, pero eso no nos exenta de fijarnos en todos los detalles, inclusive los familiares.
— ¿A qué te refieres, Pater? – preguntó con respeto su hijo mayor, Arthur.
— Me refiero a la falta de herederos varones fuera de nosotros tres. – respondió su padre con severidad. – Lamentablemente, sólo tuviste una hija, Arthur. Y tú, Richard, – miró de reojo a su hijo menor – parece que no piensas sentar cabeza. Tanto la organización, como el título y nuestra casa se rigen por la ley sálica, y no veo cómo esto pueda llegar a tener continuidad si no hay varones en el horizonte.
— Pero Pater… – comenzó Richard.
— Richard, deberías apresurarte y casarte: ahora mismo eres la única esperanza de mantener la estirpe de la familia, dado que tu hermano prefirió guardarle luto permanente a su difunta esposa. – dicho esto, Sir Albert miró con cierto rencor a Arthur, quien se removió incómodo en su sitio – Sabías que Integra no es opción, y aun así nunca te planteaste rehacer tu vida para tener más hijos… y si no llegaran a cumplirse mis deseos de una descendencia con más proyección, me temo que, a la muerte del último de ustedes, Hellsing pasará a manos del gobierno. Ya no habría nadie de la familia para comandar.
— Pero es allí donde la pequeña Integra y su descendencia pueden salvar a la organización como patrimonio familiar. – sugirió Richard. No estaba dispuesto a renunciar, así como así, a su vida disoluta y despreocupada.
— Podría llegar a ser un último recurso, pero lo ideal sería contemplar a los varones que ostenten el apellido y sean hijos directos de alguno de ustedes. – rebatió Sir Albert – Mi gran esperanza con Integra es casarla con un noble de mayor rango que el nuestro para por lo menos perpetuar nuestra sangre en círculos más nobles.
— Pater, ya la familia Hellsing es muy cercana a la Familia Real; no veo que haya que aspirar a más… – Arthur se calló ante la mirada de advertencia del viejo.
Sir Albert Hellsing dio otras tres palmadas al escritorio para ir redondeando la conversación.
— Ya está decidido: o alguno de los dos se digna a procrear hijos según las leyes de Dios y de los hombres, – decretó – o la organización pasará al gobierno y las fuerzas armadas, encabezados por las familias de Sir Islands y Sir Walsh. – se dirigió a su hijo mayor – Quienes casualmente son amigos tuyos. – y terminó – He dicho.
Los tres hombres se dispusieron a encaminarse a sus aposentos. Les esperaba un día duro y de mucha actividad, como era habitual en Hellsing.
Pero había una persona que no volvió a su habitación.
Integra se había escabullido entre los oscuros recovecos de la interminable mansión, llorando de furia y frustración. Casi sin tener conciencia de lo que hacía, sus pies la llevaban hacia caminos más profundos y oscuros en la ostentosa residencia.
Pero en la mente de la jovencita rubia de anteojos sólo resonaba una frase.
Integra no es opción.
Ella, que había crecido admirando a los hombres de su familia, aspirando a ser una mujer respetable y de su misma vena fuerte, además de digna de ser tenida en cuenta para llevar adelante a la organización, tomando como ejemplo a la misma Reina, era sólo reducida por ellos mismos a la posición de joven casadera cuyo destino sería dar hijos de repuesto, quienes sólo serían considerados en caso de "emergencia". Su decepción no tenía límites en ese momento.
Cuando volvió en sí de su estado de tribulación, se dio cuenta de que estaba en el laberíntico sótano de la mansión, metida en una oscura y húmeda habitación que desconocía por completo. A tientas y como pudo, encendió la luz del foco que por milagro parecía funcionar, para encontrarse con gran sorpresa en una especie de laboratorio/estudio, abarrotado de papeles, cuadernos y libros, además de otros elementos que ni quería saber qué eran.
Identificó todo aquello como el antiguo estudio secreto de Abraham van Helsing, su antepasado y primer líder de la organización, de quien se contaban todo tipo de historias como héroe y gran hombre creyente. Supuso que todos se habían olvidado de la existencia de ese recinto desde hacía algunos años. Con la expectativa de conocer más sobre él y distraerse un rato, la joven se sentó en una polvorienta silla y se acomodó para leer sus notas y su diario.
Las horas que pasó allí siguiendo línea por línea lo que esos textos decían, serían las mejores de su vida, de boca de la misma Integra años después.
Pues había "algo" confinado en las mazmorras cercanas al cuarto donde se encontraba. Algo que, por lo que leía, había sido encerrado por su propio padre Arthur muchos años atrás, por expresa orden de su abuelo, Sir Albert. Algo que se había revelado y que estaba destinado a ser sirviente. Admirada, Integra seguía leyendo, investigando todo lo necesario sobre aquella cosa apresada.
Si bien había crecido sabiendo de criaturas como ghouls y vampiros, ya que la Organización Hellsing se encargaba de exterminarlos, este descubrimiento la dejó atónita. Así que todo lo que reducían a mitos, leyendas y obras literarias, eran verdad. Abraham van Helsing no era sólo un cazador de monstruos cualquiera que se había ganado el respeto y la admiración de nobles y eruditos de la época, siendo inspiración para Bram Stoker, sino que realmente había derrotado al famoso Drácula.
Ese ser realmente existía.
Ya de madrugada y habiendo averiguado todo lo que quería y necesitaba, se levantó y se dirigió a paso seguro hacia la mazmorra donde se suponía estaba aquel elemento ya obsoleto para la Organización Hellsing.
Y después de abrir la pesada puerta de hierro, ahí lo vio… parecía un despojo humano enorme, ataviado en lo que parecía una camisa de fuerza, prueba del control que intentaron imponer sobre él, con éxito, para sellarlo en un estado de indefinido letargo. Su cabello de tono blanquecino se desparramaba en una maraña por todo su cuerpo, ocultando su rostro cadavérico… pero Integra ya sabía que esa criatura se hallaba en cualquier estado, menos muerta.
Suspiró ante lo que iba a hacer. Ya que en el fondo no estaba segura de si lo que planeaba le saldría bien o terminaría muerta y enterrada en ese lúgubre lugar. Tomó la cruz de plata que llevaba consigo desde su nacimiento, y ejerciendo fuerza en un extremo puntiagudo sobre su piel, se provocó una herida en el brazo. A continuación, lo entendió sobre el monstruo durmiente, bañando su rostro con ese líquido vital. Después de un rato, se apartó y esperó.
Para su asombro y terror, ese ser demoníaco comenzó a absorber su sangre sin siquiera dejar rastro a la vista, a la vez que su putrefacto cuerpo comenzaba a atravesar una metamorfosis impresionante en cuestión de pocos segundos. Había pasado de ser un cuerpo sin vida tirado en el suelo, a transformarse en un hombre alto y robusto que se relamía con su larga y lasciva lengua mientras la miraba intensamente. Fue en ese momento que la pobre Integra se preguntó si realmente había hecho lo correcto llevada por la rabia y los planes vengativos que había comenzado a maquinar. Pero ya era tarde para arrepentirse. Era hora de hacer su propuesta o morir en el intento.
— ¿Eres tú quien me despertó de mi sueño? – preguntó con voz ronca y serpenteante, sin quitarle la mirada de encima. Con sólo mirarla a los ojos, había leído sus deseos y sus razones, los cuales le tenían interesado y a la expectativa. Por eso, además de la excitación que le provocaba, no la había matado inmediatamente. – ¿Pretendes ser mi ama, señorita Hellsing? – se burló – ¿Cuáles son tus órdenes?
Dándose cuenta, con alivio, de que el monstruo parecía dispuesto a dialogar, Integra tuvo un acceso de valentía. Era ahora o nunca.
— Quiero hacer un trato contigo, conde Drácula. – respondió con voz decidida, que al parecer sólo emocionaba más al susodicho.
— Alucard fue el último nombre al cual respondí. – dijo él – Pero puedes llamarme como quieras… ama. – agregó en un ronroneo seductor.
Integra se dio por satisfecha.
— Pues escúchame bien, porque tengo un trato que proponerte. – le dijo – Y no pretendo ser tu ama, pues no necesito un sirviente: necesito un aliado.
Alucard sonrió tanto como su rostro se lo permitió. Sí que se vendrían tiempos interesantes.
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Notas: Bueno, aquí les traigo otro proyecto, a ver qué tal va. Ando muy manija ahora porque después se me vienen los exámenes, que significan sequía prácticamente XD.
También es un AU, pero ligado al canon y con la Organización Hellsing como eje central. Para darle a Integra una razón para actuar, decidí que la familia Hellsing se rigiera bajo los poderes del pater familias, en la que básicamente es el padre quien ejerce el mando y la autoridad en el hogar, además del establecimiento de la ley sálica, que pone a los hombres por encima de las mujeres para heredar títulos, propiedades, poderes y demás yerbas. Obviamente, esto a Integra no le gusta nada y hará algo al respecto.
Esto de las leyes sálicas ya lo planteé un poco en Salvaje es el viento. No sé, me gusta la Integra que no sólo lucha contra monstruos y ghouls, sino que también lucha contra el sistema. Y siendo estando sistema ligado justamente con la sociedad aristocrática y británica (muy jodida, por lo que he averiguado), me gusta mucho explorar cómo lidia ella con todas esas barreras a las cuales pudo sobreponerse, como pudimos comprobarlo en la obra original.
Por esta razón, además de lo rancio de la forma de pensar de las familias aristocráticas, van a leer mucho por acá las palabras pater y mater (padre y madre en latín) para dirigirse a sus padres, abuelos y suegros. Eso lo saqué de los libros de Wilbur Smith, que leía en mi adolescencia, y en los cuales los protagonistas se referían de esa manera a sus "mayores". Desconozco si en la vida real todavía existen familias así... seguramente.
En cuanto a Sir Albert Hellsing, convengamos que es hijo menor de Abraham y que, si ubicamos ese momento a los años 90, ya era nonagenario y todavía lúcido, como la Reina Isabel ahora.
Y nada, este es el prólogo. Ya irán viendo qué hace Integra y qué papel juega Alucard en todo este lío de familia. Espero que les resulte interesante.
¡Saludos y hasta la próxima!
