Si Dámaris pudo entrar a la Marina sin levantar sospechas por su apellido, fue gracias a un vecino experto en falsificaciones. Jon, su vecino, no estaba muy a favor de las aspiraciones de la entonces joven de 17 años. Su isla había tenido problemas con piratas bárbaros, pero los marines no habían sido mucho mejores.
- Si los que tenemos aspiración en cuidar del ciudadano no entramos, Jon, sólo habrán marines sinvergüenzas, ¡hay que cambiar la Marina desde dentro!
Dámaris sonrió levemente ante el recuerdo. Jon poseía una imprenta donde, además de vender libros, su maquinaria también servía para objetivos no tan lúdicos. Le consiguió la falsa identificación en un par de horas y se la entregó haciéndole prometer que se haría con la Marina y le metería una patada a los corruptos y buenos para nada.
Él no tenía mucha idea de porqué se quería cambiar el nombre, Dámaris le hizo creer que era "simplemente por si acaso". No se quedó muy contento con la respuesta, pero siendo una chica que conocía de toda la vida y que nunca había hecho nada malo, amén de que le debía mucho a sus padres, le hizo el favor sin hacer más preguntas.
En su isla, su hogar, nadie tenía idea de sus orígenes. Era un pequeño pueblo pesquero de apenas unos dos mil habitantes que sólo vieron a una familia que se mudaba por falta de trabajo. No era una isla atractiva para nadie; ni piratas ni marines pasaban apenas por allí y sólo para llenar de víveres sus despensas e irse de nuevo. Nunca hubo riesgo de que les encontrasen.
O al menos eso creyeron.
Pero la cuestión es que eso es historia y hay que atender a los problemas del presente, a ese secretismo de los altos mandos del barco.
Dámaris se dirigió a uno de los hombres que cargaban cajas de alimentos, esas irían a la cocina.
- Tú - le llamó - déjamelas, mejor sigue descargando del camión.
-Pero Irina, pesan bastante, déjame ayudarte aunq...
No le dejó terminar que ya le habia quitado las cajas de las manos. El chico era un debilucho: tampoco pensaban tanto.
- Kito, ¿de verdad te piensas que la única que aguanta más de tres asaltos contra Garp no va a poder con unas cajitas?
-S-si, lo que digas - dijo para girarse y continuar por la rampa hacia el camión.
El pobre Kito es uno de los marines más inocentes que conocía. Todo el mundo le gastaba bromas y el pobre se las creía. Aún recordaba aquella donde le hicieron creer que se había comido una fruta del diablo con el poder de la invisibilidad y que nadie le veía... Era buen chico.
Fue lo más rapido que pudo con la carga en sus manos teniendo en cuenta de que apenas podía ver. Entró y, memorizando el camino por donde habían ido aquellos marines enigmáticos: hacia el despacho de Garp, así que dejó las cajas apenas en la entrada de la cocina. Sabía que era descuidado, pero no era el momento de hacer las formas correctamente.
Se excusó con los marines que entraban con las cajas diciendo que iba al baño, cosa que se creyeron puesto que estaba en la misma dirección que el despacho de Garp. En el momento en el que entró en aquel pasillo que giraba hacia aquella habitación, tuvo que ser sigilosa. Realmente le apetecía mucho ponerse al lado de la puerta a escuchar pero iban a descubrirla en lo que se acercase a menos de un metro, así que tomó una de las escobas que se encontraba en una esquina (bendigo descuido del limpiador de la mañana), e hizo como que limpiaba el suelo en dirección al despacho. Al principio fue rápido hacia la puerta, la cual estaba entreabierta y se podían ver las sobras de los que estaban dentro, además de sus voces en susurro, pero luego actuó como que recogía la suciedad del suelo realmente.
"¿Qué hizo el marine que debió limpiar esta parte? ¿Tocarse los huevos? ¡Está muy sucio!"
Por mucho que intentaba a medida que iba pasando la escoba, no se escuchaba nada más que un "tststststststst" de los murmulleos. Así que para que no sospechasen más, se fue moviendo lentamente hacia la otra esquina que giraba a los pasillos de los compartimentos, escondiéndose. La verdad ahora no esperaba nada porque ni siquiera habia podido escuchar una simple palabra de los marines, pero si pasaba algo al menos ya estaba allí para verlo y tenía una excusa por si la descubrían... Una escoba.
-...llevarla hasta la Isla Juimo.
-Vamos a avisarle de que ya la metimos a su despacho.
Lo único que pudo escuchar fue mejor que nada. Salieron los dos corpulentos a, según pude entender, avisar a Garp, por lo que habría unos segundos en los que ella podría entrar a curiosear.
Cuanto más lo pensaba peor era la idea.
Dejó la escoba con cuidado apoyada en la pared y, habiendo comprobado que los marines ya no se encontraban en el pasillo, entró al despacho. Un despacho que, por cierto, tambien era la habitación de Garp, aunque su cama y baño propio estaban a través de otra puerta, por supuesto. Suertudo el tipo.
Haciendo el menos ruido posible, pudo ver la caja encima del escritorio. Era negra y de metal, con una cerradura cuya llave no teni... Ah no, que estaba encima de la mesa justo al lado de la caja... ¿PERO A QUIÉN SE LE OCURRE? Sorpresa que la Marina siga en pie con tantos descuidos, es que hay que ver...
Pero al menos ya eran dos descuidos ajenos que le traían suerte y, tomando la llave para abrir la...
- JAJAJAJAJAJA, ¡QUE NO OS PREOCUPEIS! - le dio Garp una palmada fuerte a la espalda a ambos. - LA LLEVARÉ COMO NUEVA A ESE SITIO..
- ¡Pero baje la voz! Nadie puede saber que...
-JAJAJAJAJAJA, QUE SI, QUE SI, ENTRAD Y HABLADME DE ESO MÁS CLARO...
Dámaris quería morirse allí mismo en ese instante. Dejó la llave donde estaba en la postura que pensaba que se encontraba antes y miró alrededor.
"El armario"
Justo 10 segundos antes de que Garp entrase junto con esos dos hombres de nuevo, pudo esconderse dentro del armario de las capas de los uniformes del vicealmirante y eliminar su presencia del Haki. Sabía que su superior manejaba el Kenbunshoku Haki, lo que hacía que si no tomaba esa precaución podría llegar a descubrirla si él estuviese alerta.
- Como ya le dijimos, Vicealmirante Garp, tenemos Gura Gura de Barba Blanca. El Almirante Akainu le espera en la isla de Juimo, le exige que se dé prisa - habló en susurros uno de ellos.
Dámaris juró en ese momento que le faltaba el aire.
¿¡LA GURA GURA NO MI!? ¿¡LA QUE SE DICE QUE PUEDE DESTRUIR EL MUNDO!?
Nonononono, esto no podía ser cierto. ¿La Marina la había encontrado? ¿CÓMO? ¿La Marina sería capaz de dársela a alguien decente? Bueno, ¿Si alguien random la hubiese encontrado hubiese sido mejor? ¿Qué si la hubiese cogido un pirata asqueroso? Es mejor que la tenga la Marina, ¿no?
Quizá su mente podía darle más vueltas al asunto pero su subconsciente era claro: la Marina era uno de los peores destinos donde esa fruta podría haber llegado.
- Debe de tener extremo cuidado -dijo el otro-, sabemos que Akagami no Shanks estará en la isla esta noche y debe de partir antes. Evitar peleas es lo indicado en este momento, así que nada de buscarle las cosquillas por mucho que quiera atrapar a los piratas del pelirrojo, son órdenes del Almirante.
Garp chasqueó la lengua.
- Está bien, está bien... Joder Akagami, uns vez que podría haberte pillado de forma desprevenida... Que suerte tienes, cabronazo...
El otro marine comenzó a hablar: - Recuerde: debe de tener máximo rigor y cuidado, e ir a la isla cuanto antes, son órdenes d...
- ¡QUE SI, QUE SI! ¡Venga, idos de aquí ya, tengo que vigilar a mi tropa!
- Pero señor, la fruta...
- Cerraré el despacho con llave, ¿Entendido? Nadie nunca ha entrado y no lo va a hacer ahora. Además voy a cerrar así que dejad de preocuparse, ahora si... ¡Adiós!
Escuchó como golpeaba a los hombres para que saliesen deprisa y, después, una cerradura.
Estaba atrapada con la Gura Gura.
Disculpen por no publicar pero el último año de universidad me tenía consumida. Iré subiendo este mes algo más amenudo. No prometo nada después de septiembre porque comienzo el master 😞, pero por ahora habrá historia para rato.
Byeee✨
