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Capítulo 4: Cosas brillantes
El encargo de Jaken no había sido difícil de conseguir, tampoco había sido tardado por que Sesshomaru había tenido la previsión de ordenar todo hacía tiempo, puede que Sesshomaru fuera consciente de la gran desventaja en la que se encontraba al reclamar a la sacerdotisa como suya pero. . eso no lo había hecho dudar que ella sería suya algún día, entonces mientras buscaba la mejor estrategia para conseguirla también había estado pensando en que hacer una vez que la tuviera. El primer paso había sido obvio, el cortejo era muy importante para la sociedad demoníaca, Sesshomaru siendo un noble siempre lo había tenido presente desde pequeño por lo cual había sido natural el empezar a buscar por los regalos de cortejo, así que había ido a ordenar. . que se hicieron los primeros.
Tal vez las sedas finas de los kimonos y las joyas resplandecientes podrían parecer demasiado frívolas como un primer regalo de cortejo pero Sesshomaru no podría dar otra cosa primero. Los cortejos aunque provengan de la misma base no son realmente iguales, cada raza de demonio tendrá sus peculiaridades para los suyos e incluso dentro de estos las familias suelen tener sus propias reglas o tradiciones ligadas a estos. No hay cortejos iguales así como no hay personas iguales con las mismas reacciones o los mismos deseos.
Entre la nobleza demoníaca se espera que el primer regalo demuestre la riqueza de uno y la disposición de proveer más allá de las necesidades básicas, el mantener un estilo de vida privilegiado y cómodo es importante para las familias nobles. Sesshomaru sabe que esta no podría ser una preocupación para la sacerdotisa pero aún así ha decidido seguir con la regla, y no era porque quisiera o necesitara hacer alarde de su riqueza o posición, no. Él quería hacer alarde de otras cosas, pertenencias por ejemplo, regalar algo con los colores de su casa, con su emblema, algo que le diga a todos que ella estaba inequívocamente en sus garras.
Puede que Sesshomaru contará con un gran control pero aún así sus instintos eran parte fundamental de su ser, siempre presentes en su mente y en su sangre. La bestia de Sesshomaru no era más que instintos que tienen voz, siempre esperando tomar el control, y si no se entretenía intentando que fuera el propio Sesshomaru quien sucumbiera a sus instintos por sí mismo. Había una satisfacción única al seguir los instintos de uno, una satisfacción que no se replicaba con nada, una que incluso Sesshomaru no puede terminar no disfrutar, él simplemente sabía mejor que dejarse arrastrar por la abrumadora sensación. Ahora sin embargo no puede evitar el pensamiento sobre lo fácil que sería sucumbir aunque sea un poco ante sus instintos, no a todos solo a uno en específico. Su padre lo había explicado alguna vez, "los demonios perro somos posesivos por naturaleza, es parte del instinto primario el querer proteger lo que es nuestro, hacer que la gente entienda que es de nuestras pertenencias o que nos pertenecen. Es muy fácil perderse en ese hijo instinto mío, una vez que es tuyo no hay vuelta atrás." Casi podía ver a su padre sonriendo mientras continuaba su lección. "El poseer es tan grato querido hijo, los débiles se pierden en la búsqueda del poseer, pero los fuertes no son mejores. Cuando encuentras una persona para que te pertenezca todo lo que quieres es poseerlo y que el mundo lo separa. Ten cuidado cuando encuentres a tu compañera o compañero, si no te controlas podrías echar todo a perder si no controlas tu instinto."
Desgraciadamente el general tenía razón, sucumbir ante ese instinto en particular en este momento arruinaría lo que ya se había logrado. Así que por más que Sesshomaru quisiera perderse en el instinto, por más que la bestia de Sesshomaru se quejara de que eran lentos y debían actuar, tomar, poseer, el no cedería. Además, los demonios perro también eran cazadores, depredadores, la emoción de la caza no le era ajena. La satisfacción de atrapar a su presa y disfrutar del fruto del esfuerzo en el pico de la adrenalina era incomparable, y para sentir todo eso había que ser paciente. El podia ser paciente. Incluso los juegos largos son entretenidos, ya veces son los que traen los mejores premios.
Las garras de Sesshomaru tomaron con delicadeza una de las joyas, un broche de cristal transparente pero con un ligero tono liláceo en forma de una luna menguante, era ligero pero resistente, no se rompería tan fácilmente. Los ojos del demonio bajaron a la pequeña caja donde hace unos momentos el broche había estado, no había mucho espacio dentro de la caja, no con el cojín que cubría el fondo y lo que se posaba sobre él. El broche en su mano era uno de un conjunto de las fases lunares. La luna había sido parte de su casa desde su concepción por lo que ofrecer un regalo con su forma era una manera de decir que estaba bien compartir su casa y lo que representa. Sesshomaru puede recordar el broche que el general usaba sobre su ropa cuando se realizaban reuniones, una luna llena envuelta en finos hilos del color de las amatistas que terminan entrelazándose y bajando hasta crear un columpio sobre el cual se posaba un perro blanco, uno que se parecería a la forma del general, así como el tono de los hilos era el mismo. que el del veneno de la dama del oeste, un regalo de este de hecho. Podía recordar como la dama del oeste se pavoneaba cuando las mujeres que intentaban insinuarse al general y este las rechazaba, una de las formas favoritas del general había sido traer a la conversación a su compañera, el broche había resultado una excusa perfecta para hacerlo, " ah, mi broche, ¿no es una exquisitez? mi compañera tiene el mejor de los gustos", "¿cómo podría negar la belleza de una fémina? una gran elección de accesorios, que mente, mi compañera tiene un don para los accesorios también ,
Los regalos de cortejo eran multifuncionales escuchados alguna vez, son intenciones, tienen significados, son reclamos y posesividad, a veces son escudos o armas para emplear, el broche había sido el escudo del general ante los avances no deseados, había sido el reclamo de la dama sobre el general. Dejo el broche junto a los otros, estos serán un reclamo.
La risa de Rin era un ruido constante surgiendo cada vez que sus ojos y manos se encontraban sobre un nuevo objeto, Sesshomaru la estudió en silencio. A simple vista era solo una niña humana, común y corriente, así la había descartado la primera vez que la vio pero se había equivocado. La pequeña era especial, tenía un corazón más grande que el de cualquier adulto, amabilidad, compasión e ingenuidad, nadie tiene eso, no humanos, no demonios. Por mucho tiempo Sesshomaru no vio a los humanos como más que una plaga, criaturas asquerosas y codiciosas, realmente no tan diferentes a los demonios en ese aspecto ¿no? Pero eso no era lo que a Sesshomaru le importaba, no, a él le importaba el poder y los humanos tenían más bien poco cuando lo llegaban a tener, los demonios siempre tuvieron poder, incluso si eran débiles. La debilidad y la falta de poder no eran rasgos favorables, lo sabía desde cachorro, en ese entonces había observado a todos con curiosidad intentando descifrar el mecanismo del mundo, fue fácil darse cuenta de que la fuerza reina junto al poder. Una voz de la cual ya ha olvidado el nombre le susurra "el legado prevalece" y los débiles no dejan legado se contesta igualmente el señor. Y a pesar de este conocimiento del cual no puede dudar, de alguna forma la niña parece estar sobre los otros humanos incluso si no tiene poder, sobre otros demonios aunque no posee energía demoníaca o espiritual, tan curioso, tal vez por eso la había dejado. Seguirlo porque había despertado algo que Sesshomaru no había sentido en mucho tiempo, curiosidad. Pero incluso cuando su curiosidad había sido saciada se encontró con que no quería deshacerse de la niña.
No tenía sentido mentirse a sí mismo, Sesshomaru sabía muy bien eso, así que simplemente aceptó que estaba bien con la niña cerca. Aceptó que su bestia la había reclamado como manada. Y luego ayudó que tal vez así se sintiera tener un cachorro. Rin era su cachorro.
Era tradicional pedir ayuda a la manada o la familia durante el cortejo así que Sesshomaru le había pedido a Rin que lo ayudaría. Además de los broches junto a él, los cuales estaba seguro debían ser entregados como regalo de cortejo no sabia que más dar. Los diferentes artículos extendidos frente a él sobre el suelo fueron hechos por pedido suyo, sabía que cada uno había sido trabajo de los mejores en su ámbito, fabricado a conciencia y detallados, se habían usado los materiales más finos, más caros y duraderos para su elaboración, esas habían sido parte de las instrucciones que había dado en cada pedido, era lo mejor que cualquiera podría querer o buscar y aun así, aun así no creía que fuera suficiente, no para ella.
El chillido emocionado de Rin lo sacó de sus pensamientos, cuando levantó la vista la vio admirando uno de los kimonos. Entre todos los kimonos encargados no era el que más destacaba pero era bonito con su color verde oscuro y un obi del color de las ciruelas, un poco demasiado sencillo hasta que uno veía las mangas cubiertas en lo bajo con hojas dispersas cocidas con hilo brillante con el patrón de las hojas del brocado. Sesshomaru realmente no entendía por que Rin se emocionaba más por ese kimono antes que cualquier otro, como el blanco cuya tela se veía brillante o ese rosa con flores bordados con hilo de oro pero esa era otra razón para pedir su ayuda, Sesshomaru podía pensar como guerrero con practicidad o podía pensar como noble buscando lo que grite riqueza y privilegio, ninguna de esas mentalidades podrían ser de ayuda para este cortejo.
Sesshomaru podía sentir como su bestia se acicalaba ante el trabajo que estaba haciendo, trabajo bien hecho. Los dos sabían que todo saldría a su favor. "Pronto", escuchó a su bestia gruñir complacida mientras veía los broches nuevamente. La bestia volvió a acicalarse dentro de Sesshomaru mientras éste luchaba para no mostrarse complacido cuando Rin le presenta una delicada peineta y le habla emocionada.
Kouga se sintió bien, más que bien, probablemente mejor de lo que nunca se había sentido en su vida. Borra el probablemente, el demonio se sintió mejor que nunca. Su cola se movía de un lado a otro felizmente. Su mujer había aceptado su cortejo y en ese momento de su vida era lo único que importaba. La emoción lo embarga completamente, lo mantenía en un estado de éxtasis, de placer y de alguna forma lo hacía sentir como si estuviera borracho, no un borracho enojado sino como un borracho feliz y amoroso, algo así como Ginta cuando se pasa con el sake. .
En el aquí y en el ahora es donde Kouga quería quedarse por un rato y solo disfrutar, disfrutar el triunfo. Puede que Kouga, y Sesshomaru también, no haya ganado una guerra pero por ahora ha ganado una batalla decisiva para su futuro, y el de Sesshomaru, y el de Kagome. Pero el lobo sabía cómo funcionaba la guerra y sabía que no podía regodearse mucho tiempo por sus victorias sin perder su ventaja o distraerse, así que solo se permite unos minutos más de dejarse llevar por lo que siente antes de marchar. No marcha a una zona de guerra pero si hacia lo más parecido a un consejo de guerra que Kouga haya conocido jamás.
Kouga respetaba a los ancianos como todos en la tribu, eran fuentes de sabiduría siempre dispuestos a compartirla con quien se acercara a ellos, el mismo se había acercado a ellos en innumerables ocasiones, especialmente cuando se convirtió en el líder de la manada hace tantos años. siendo tan joven y sin experiencia se había tragado su orgullo y aplastado su ego al pedir consejo por que no estaba dispuesto a fallar a su manada, él puede recordar como cada anciano le había sonreido genuinamente sin rastro de burla. Había pasado una prueba que no sabía que existía, los ancianos lo habían elogiado por haber buscado consejo y aceptado que no podía solo con la situación, "un buen líder acepta sus errores y sus deficiencias" había dicho uno, "aquel líder que escucha a su gente y puede pedir ayuda será amado joven príncipe,
Así que no era realmente una sorpresa para ninguno en la sala que Kouga haya convocado a los ancianos en busca de su consejo para el cortejo que había iniciado.
Cada uno de los ancianos tenía sonrisas de suficiencia en el rostro y solo se hacían más grandes cuando lograban cruzar miradas con el príncipe.
Kouga a veces se preguntaba por qué estaba tan cerca de los ancianos, podían ser tortuosos si así lo querían, lo cual era la mayoría del tiempo, un poco cegado tal vez por la neblina del amor y la satisfacción en la que se vio envuelto desde que su mujer aceptó el cortejo no se detuvo a pensar en lo muy llenos de sí mismos que estarían los ancianos. Realmente no sabia por que se metió en esa situación él solo, "familia" le susurro su bestia desde donde descansaba en el lugar más oscuro de su mente, familia no manada que son conceptos diferentes. Los ancianos habían sido una parte importante de la vida de Kouga mucho antes de que este asumiera el puesto de líder, prácticamente, no borra eso, definitivamente lo habían criado. El lobo observa como dos de los ancianos juntaban sus cabezas mientras lo señalaban con sus manos y se reían,
Uno de los ancianos, Kotaro creía o su hermano, se inclinó un poco hacia él para empezar a hablar, "entonces cachorro, ¿para que nos ha convocado aquí?" la sonrisa que tenía era una que a Kouga le encantaría borrar, obviamente él, y todos para el caso, sabe por qué los llamó, el anciano solo quiere reírse un poco de él, mirando a los demás dentro del lugar sabe que no es el único. La anciana a su izquierda, Kanae, decide seguir el juego "si cachorro, ¿para que nos llamaste? ¿Otra vez tienes problemas con tu transformación?" Intenta decir seriamente pero Kouga puede ver cómo sus hombros tiemblan por aguantarse la risa. El anciano Koharu al extremo dice "Kouga-Kun ¿tienes pulgas otra vez?" la osadía pensó Kouga "yo nunca tuve pulgas" gritó el príncipe. Los ancianos se quedaron callados antes de empezar a reírse del lobo. ¿Cómo se atreven a reírse? él nunca había tenido pulgas, solo había estado esa temporada que había mucho calor y el sudor le picaba un poco, y se sentía un poquito como mordidas.
Una de las ancianas logró hablar entre sus risas, "no se rían de nuestro príncipe, es cierto que él nunca ha tenido pulgas, así como nunca fue mordido por un cervatillo cuando lo intento cazar" y las risas solo empeoraron. En defensa de Kouga era muy joven y estaba aprendiendo a cazar. Fue un pequeño error de cálculo donde terminó cayendo de cara al suelo entonces el cervatillo no lo vio como una amenaza y también había rodado un poco y tenía pasto en su trasero que el cervatillo vio y quiso seguir con su comida.
Desgraciados, eso era lo que estaban burlándose de él de esa manera. Ni siquiera ha podido empezar a hablar y ya está siendo atacado. Kouga solo quería pedir un consejo y se convirtió repentinamente en objeto de burlas. Es un príncipe caído en desgracia.
Entonces alguien se apiado de él.
La anciana Kanae dirigió su vista hacia él y hablo, "entendemos muy bien príncipe, no necesitas decir para que estamos aquí. Estás intentando hacerlo bien y mejor, quieres dar los mejores regalos de todos y demuestra que eres el mejor ante tu compañera". La sonrisa de la anciana solo se hizo más grande cuando volvió a hablar. "Pero debe mi príncipe de entender que no hay regalos mejores que otros, o mágicos que nos hagan ser mejores. Lo que diferencia a los regalos en realidad son las intenciones, el por qué se da, que signifiquen algo." Kanae soltó un suspiro y miró sobre el hombro de Kouga, como si hubiera algo más que la roca de la pared. "Fui cortada una vez, por dos lobos de hecho. Uno me profesaba amor y el otro prometía que nunca me faltaría nada, era conveniencia. ¿Sabes cómo elegí a mi compañero príncipe? Fue sencillo en realidad, cuando era joven me gustaba llevar una flor sobre mi oreja entre mi cabello, un hábito que tomé de cachorra gracias a mi padre, fue una de las historias que compartí con ellos en mi cortejo. Hubo una diferencia entre cómo reaccionó cada uno en el momento pero fue después lo que marcó nuestros futuros." La anciana le sonorizó cuando sus miradas se cruzaron. "En el siguiente regalo después de mi historia uno de ellos me trajo la piel de un oso , muy grande y cálido para el invierno que se avecinaba, el otro por su parte llegó con un broche de madera tallada con la forma de un lirio, dijo que debia ser difícil para mi buscar las pocas flores que resisten el invierno y que no debería de dejar de usar una solo por que no pude encontrarlas. Creo que puede intuir a quien elegí.
"Por supuesto para hacer algo así aun le falta tiempo, joven príncipe. Por ahora tiene que centrarse en dejar claro que usted quiere cuidar de su compañera." Dijo una de las ancianas a su izquierda.
"Y debe recordar que nada se fuerza, ese tipo de regalos nacen." Dijo otro anciano. "Recuerdo haber planeado por mucho tiempo uno de los regalos en mi propio cortejo, y un día simplemente decidí no darlo. En uno de los viajes que tuve que hacerme acerqué al mar, y encontré tres conchas en la orilla, cuando las abrí grande Fue mi sorpresa al ver que cada una tenía una perla. Deseche la idea que había tenido por tanto tiempo y me puse a trabajar, nunca intento hacerle un agujero a una perla es un infierno para lograrlo. Cuando logré perforarlas también hice agujeros en las dos. conchas, al final conseguí un pedazo de tela brillante y suave que usar como cuerda y uní las piezas en un collar que presenté a mi amada. Ella lo adoro, no lo sabía en ese entonces pero su madre era de otra tribu, una cercana al mar, y solía contarle historias de su juventud juntando conchas y buscando perlas por lo cual asociaba estas dos últimas con ella. Su madre había muerto antes de que siquiera pensáramos en un cortejo." El anciano se mostró muy satisfecho. "Ella me dijo que el día anterior a mi regalo había visitado el descanso de su madre para pedirle una señal, una señal que su corazón y bestia no se equivocaban y yo era el indicado para ella. Lloro mientras me decía que su madre dejó esas conchas en la arena para que yo las encontrara. Y aun a día de hoy le creo, fue una señal para ella y también creo que era una prueba para mi por que fácilmente pude haber ignorado esas conchas pero decidí seguir lo que mi bestia decía y fui hacia ellas." El rostro del anciano se volvió serio mientras lo examinaba. "Somos uno con nuestras bestias joven príncipe. De nada sirve negarlo, de nada sirve no escucharlas que si no puedes confiar en ella entonces en nadie lo harás. Escuche atentamente cuando le hable, podría ser que tenga la respuesta que te le del corazón de su amada de una vez por todas."
"Confíe en su instinto y en su bestia príncipe, ya lo han llevado a ver a su compañera, aún pueden hacer mucho más por usted." Le dijo el anciano Koharu mientras se cernía sobre él. "Yo mismo le pedí ayuda a mi bestia para los obsequios del cortejo, le recomiendo hacer lo mismo." Le dio un par de palmadas en el hombro antes de comenzar a caminar hacia la salida. Antes de salir volteo sobre su hombro para hablar. "No se pierda al príncipe Kouga, y no pierda su oportunidad".
No lo haría, Kouga no perdería la oportunidad que se le presentó.
Una vez solo cuadró sus hombros y le preguntó a su bestia qué hacer.
Cazar fue la respuesta. Cazar dice su instinto. Demuestra que puedes cazar, que puedes proveer, que puedes cuidar, le decía su bestia.
Y a cazar fue.
Así que, tarde en subir este capítulo. No fue mi intención, mi computadora decidió descomponerse y luego borrar mis avances así que hubo que volver a iniciar este capítulo casi desde cero. Este fue solo un capítulo sencillo para dejar que los chicos nos muestren un poco de como es la búsqueda de un regalo de cortejo.
Nuestra querida Kagome volverá en el siguiente capítulo para recibir sus regalos.
Espero que este capítulo les haya gustado aunque sea un poquito, trataré de traer el siguiente pronto.
