Aunque Darcy era un hombre muy meticuloso, y estaba acostumbrado a tomar las principales decisiones en la administración de sus propiedades y en sus negocios, en las últimas semanas se habían acumulación en su escritorio una gran cantidad de cartas y propuestas de sus administradores de Pemberley y Rosings que requerían su atención inmediata.
Sabía que debía regresar a Pemberley pronto, pero se quería quedar en Londres al menos por dos semanas más. Tenía mucho miedo de irse en ese momento, porque si había aprendido algo de sus experiencias pasadas, era que en cualquier momento podía pasar algo impredecible y no estaba dispuesto a tomar ningún riesgo de perder nuevamente a la mujer que amaba.
Sin que Elizabeth siquiera hiciera un esfuerzo, ella se había convertido una vez más en el centro de su vida y pensamientos. La verdad era simple y llana: él la amaba y la iba a amar siempre. Había llegado a la conclusión que, aunque habían pasado varios años, le bastó verla solo por un momento para volver a caer en su hechizo.
Sabía que había pasado poco más de un mes desde que había vuelto a ver a Elizabeth por primera vez en tantos años, y probablemente era demasiado pronto para proponerle matrimonio nuevamente. Pero sentía que estaba cada vez más cerca de cumplir su sueño de estar con ella para siempre. Tenía que tener más paciencia ya que todavía tenía que convencerla de lo que él hacía tiempo estaba convencido: juntos podrían ser inmensamente feliz.
Mientras revisaba la correspondencia que su ama de llaves le había entregado hacía unas horas, encontró una invitación que debía responder de inmediato para cerrar por completo la posibilidad de un matrimonio con Lady Victoria.
14 de junio
Londres
Estimado Sr. Darcy,
Me complace invitarlo a una fiesta en honor del cumpleaños de mi hija, Lady Victoria. Se llevará a cabo en mi hacienda "Earnstone" desde el 27 de junio hasta el 29 de junio.
Por favor confirma tu asistencia.
Lord Jersey
Era consciente que por varios meses había mostrado interés por Lady Victoria, y aunque nunca había pedido permiso para cortejarla, su cambio de actitud fue debido a la reaparición de Elizabeth en su vida. Desafortunadamente, todavía había algunos rumores sobre un posible compromiso con Lady Victoria. A veces sentía que le debía una explicación sobre su abrupta falta de interés, pero, por otro lado, a veces pensaba que era mejor que el tiempo simplemente pasara y los rumores terminaran por sí solos. Respondió a la invitación cordialmente, pero dejó claro que, por otros compromisos, no podría asistir a la fiesta.
Era irónico que hacía poco más de un mes había estado dispuesto a hacer un matrimonio por conveniencia, basado sólo en dinero y conexiones, pero ahora esa misma idea parecía vacía y sin sentido.
Después de responder a los administradores de Pemberley y Rosings para hacerles saber que llegaría dos semanas después de lo previsto, fue a la casa de los Thompson a buscar Elizabeth, la señora Thompson, Isabella y Edward.
Ese día iban a la 'Menagerie' ya que dos días antes, Isabella había visto un libro con imágenes de elefantes y otros animales exóticos. Habían pasado casi 10 años desde la última vez que había ido allí con Georgiana, y eso trajo a su mente recuerdos agridulces de su hermana.
Como era de esperarse, los niños quedaron muy emocionados y asombrados con los animales exóticos, especialmente el elefante y un simpático monito que estaba sentado en el hombro de un hombre al que podían tocar y acariciar por una pequeña contribución. Darcy pagó el estipendio, recogió al monito con mucho cuidado para que tanto Isabella como Edward pudieran acariciarlo. El pequeño y travieso mono se escapó y se subió a su cabeza de Darcy. Todos empezaron a reír a carcajadas, incluso Darcy.
Para darle unos minutos de privacidad a la pareja, Jane se adelantó con los dos niños para que vieran al elefante.
Elizabeth comentó, "Cuando era pequeña, mi padre solía contarme historias fascinantes sobre la India, y una de las cosas que recuerdo con mayor claridad es que la gente monta elefantes como si fueran caballos. Recuerdo que cuando vine por primera vez tenía unos diez años y quedé fascinada cuando vi al elefante, aunque reconozco que ese monito es muy lindo y amigable."
"Mi primo, el coronel Fitzwilliam, estuvo en la India hace unos años. Me contó que es un lugar fascinante. A diferencia de nosotros, tienen muchos dioses y uno de ellos es un mono. Algunas personas allí tienen monos como mascotas."
"Me imagino que debe ser un lugar muy interesante. Por favor, no le digas a Isabella que algunas personas tienen pequeños monos como mascotas, sino ella va a querer uno." Los dos se rieron de buena gana y Elizabeth continuó: "Me gusta viajar, visitar nuevos lugares y personas con diferentes costumbres y creencias. No te puedes imaginar lo diferente que es la vida de una mujer en Américo en comparación con Inglaterra. En América, las mujeres trabajan junto a sus maridos y padres, y nadie las censura si tienen su propio negocio. A veces extraño mi vida en América."
"Te entiendo perfectamente; una mujer como tú no debería verse limitada por lo que puedan pensar personas muy anticuadas. Las mujeres son la mitad de la población y es una pena que tengan pocas oportunidades para que se escuche su opinión. Hay muchos ejemplos de mujeres inteligentes y capaces en nuestro Reino, por ejemplo, Isabel I, fue sin duda una gran Reina."
"Me alegro mucho de que piense así, señor Darcy, ya que algunos hombres piensan que las mujeres son simplemente un bonito adorno para su brazo y para entretenerlo de vez en cuando. Lo triste es que algunas mujeres están de acuerdo con esa idea y su único objetivo en la vida, incluso si tienen medios económicos, es casarse".
Darcy asintió, conocía a muchas mujeres de la alta sociedad londinense cuyo único objetivo era casarse con un caballero rico, hacer compras y cotillear sobre la desgracia de los demás.
Un viejo conocido universitario de Darcy, el Sr. Farragut, se sorprendió mucho al ver a Darcy en la Menagerie acompañada de dos hermosas mujeres y dos niños. Él y su esposa saludaron Darcy y hablaron unos minutos con él. Ese mismo día, la señora Farragut les dijo a sus buenas amigas - Sra. Fulton y Sra. Raymons – que había visto a Darcy en la Menagerie con una hermosa dama. En menos de un día, se difundieron chismes en Londres que el señor Darcy había sido visto en la Menagerie con la misma mujer misteriosa que lo habían visto en el teatro.
