Notas Iniciales: Se ha cumplido la profecía, he vuelto actualizar este fic. No entiendo cómo pude pausarla en un momento tan interesante, jeje.


Cap 13. Sin Opción.

Todo fue silencio para Star Fox mientras la nave insignia cruzaba las primeras capas atmosféricas del planeta Venom. Las toxinas abordando cada compuesto de metal, cristales, alerones o propulsores parecían rasgar como garras monstruosas enviando sonidos inquietantes a los oídos de todos los presentes. Ni Slippy o Fay resistieron en cubrirse la cabeza, horrorizados con el simple pensamiento de que llegarían al suelo estéril en trozos sin clemencia, aunque buscaron la manera de asegurarles al resto del equipo que el Great Fox resistiría; debía hacerlo. NUS64 continuo calculando la altitud que la nave nodriza descendía cada diez segundos, manteniendo al grupo al tanto del menor daño causado de manera automática, pues aparentemente las nubes que golpearon después de la tercer capa estaba resguardando químicos ácidos. Entonces fue cuando Fox ordenó que comprobaran sus cinturones en la sala de comando, pidiendo informe del área en la que cada uno estaba a cargo, repartidas con la intención de que no fuera uno solo quien vigilase toda la estructura de la nave y por consecuencia se perdiera algún detalle.

Comenzando por Slippy, quien informó un ligero daño de sobrecalentamiento en los motores terciarios pero que tal no afectaría el aterrizaje. Fay y Miyu aseguraron que tanto los alerones inferiores como superiores yacían intactos. Falco se encargó de avisar que las puntas de ambas alas principales se habían derretido pero salvo eso nada por reportar ni de lo cual preocuparse. Krystal revisó el funcionamiento de los propulsores que milagrosamente estaban intactos. Andrew liberó un suspiro de alivio, pues previamente les había advertido que las nubes de ácido serían su mayor obstáculo cuando comenzaran a entrar; a partir de ahí todo sería relativamente más sencillo.

Fox recibió los informes de su equipo con un asentimiento, al fin tranquilo porque todo estuviera marchando bien. Sin embargo, una fuerte y repentina sacudida alertó a todos. Nova gritó conmocionada y se apresuró exigir una explicación a ese doloroso golpe. El líder del grupo revisó en su pantalla el clima del planeta, advirtiendo una serie de gases desconocidos que estaban bloqueando la siguiente capa atmosférica.

— ¿Qué es eso? ¡Andrew!

—Oh, no. No esa cosa —murmuró el primate perturbado.

— ¿Qué? ¿¡Qué sucede!? —exclamó Fox fuera de sus cabales debido a la falta de respuestas. Andrew intentó recomponerse para contestar con la mayor calma posible ante la nueva situación que se les presentaba, y lo hizo mientras reafirmaba su agarre en el cinturón de seguridad en la silla que ocupaba, aturdido por los nervios.

— ¡Esto ocurre en especiales ocasiones, la densidad del veneno en la atmosfera incrementa hasta formar una especie de masa que dificulta el paso de asteroides! —Andrew habló para sí mismo entonces, temeroso de la reacción que tendrían los demás si lo mencionaba en voz alta—. Que termina derritiéndolos por completo.

— ¿¡Y qué!? ¿¡Qué entonces!? —exclamó Lombardi exasperado por el innecesario suspenso en la explicación que Andrew les ofrecía.

—¡Que debemos prepararnos para varios impactos!

Apenas finalizó la oración cuando una serie de grotescas sacudidas hicieron a sus cuerpos bailotear entre gruñidos y gritos entrecortados, obligándolos a sostenerse lo mejor que podían de sus asientos contra el abrumador peso. Fox sintió a su nuca golpearse varias veces contra el respaldo de la silla mientras trataba mantenerse lo más erguido posible, pues aunque los asientos estuviesen diseñados para amortiguar movimientos bruscos para seguridad de sus ocupantes, no era una estructura perfecta, así que no impedía que recibieran daño incluso de estos mismos cuando la situación fuese así de violenta; sólo esperaba ninguno acabase desnucado en el duro proceso. Los gritos llenando la cabina se volvieron más y más pronunciados en sus oídos conforme corría el tiempo hasta que sólo distinguió en pitido constante que lo abrazó de pies a cabeza, alcanzando a escuchar muy a la lejanía a NUS64 decir que perdían altitud y que existía el riesgo de sufrir un aterrizaje forzado. Y mientras su sentido de la vista se oscurecía sin remedio, pudo ver una silueta alta corriendo torpemente hacia los monitores principales poco antes de finalmente caer desmayado.

No tenía idea de cuánto tiempo pasó para que volviera a recuperar la consciencia pero el dolor que atravesaba todo su cuerpo le recordó que no había muerto de milagro. Trató moverse pero el mareo que le atacó lo obligó mantenerse quieto más tiempo, al menos hasta que se concilió movilidad. Por mero reflejo se sostuvo la cabeza y luego se animó mirar al frente donde el primate yacía, respirando con suma dificultad, sin duda recuperándose del ataque de pánico que sufrió mientras trabajaba en estabilizar con ayuda del robot parlante la nave nodriza.

Fox no supo qué pensar de aquel hecho pero se deshizo de los cinturones para poder levantarse y verificar que su equipo que encontrase bien; apreciaba que varios de ellos se habían desmayado al igual que él por la agitación, a diferencia de Falco y Miyu, quienes se quejaban en un tono alargado con la cabeza apoyada en sus manos. El líder de Star Fox quiso preguntar si podía ayudarlos pero primero optó por caminar hasta Andrew que se sostenía hasta con las garras en el borde de la máquina, una vez a su costado posó una mano en su hombro para llamar su atención, cosa que consiguió con un sobresalto incluido. Sus ojos amarillos se impactaron con los verdes de Fox compartiendo un sentimiento que poco pudieron identificar antes de que el vulpino lo opacara con el alivio que por fin pudo demostrar en su semblante mientras lo palmeaba.

—No sé cómo lo hiciste pero… gracias.

—…No es nada —respondió el primate con aspereza, dejando al otro irse con el resto de tripulantes.

— ¿Cómo se sienten? ¿Consideran necesario que tomemos un descanso?

—Entre más pronto terminemos con esta mierda, mejor —contestó Falco con irritabilidad.

—Estoy de acuerdo —confirmó Miyu con un gruñido casi gutural.

—Yo puedo soportar continuar —dijo Slippy después de frotarse el rostro. Fay apoyó la noción con repetitivos asentimientos a pesar de su semblante aturdido.

— ¿Krystal? ¿Embajadora?

—Por mi bien —espetó Nova buscando la manera de levantarse de su asiento. Cuando el vulpino miró a su compañera vulpina se dio cuenta que esta parecía en trance ya que se mantenía erguida en su silla con los ojos cerrados, respirando con tal tranquilidad que McCloud no tardó en adivinar lo que ocurría, pues ella se lo dio a conocer después de unos segundos manteniendo el silencio.

—Hay unas sombras, se acercan a nosotros y no son muy amistosas.

Fox echó a correr al radar que estaba instalado frente a su silla, comprobando un gran número de puntos rojos sin duda hostiles rodeando la nave insignia que parecían acercarse más y más. Debieron verlos mientras caían, reflexionó en silencio. Cuando fijó la vista en el paisaje que podía apreciarse a través de los cristales frontales, notó que no era una zona desértica, en su lugar impactaron en lo que presumía ser una especie de selva siniestra, los arboles torcidos y las enredaderas que pareciera que en cualquier momento cobrarían vida le enviaron vibraciones negativas. Le dedicó una mirada a Andrew listo para hacerle preguntas.

— ¿Sabes los peligros que encontraremos aquí?

—Nunca salía a los afueras de la metrópolis construida por mi tío, pero escuché algunas anécdotas inquietantes en boca de los venomianos nativos sobre sus bosques y desiertos.

—Krystal, ¿cuál es la identidad de lo que nos amenaza?

—Te sorprenderás por esto, Fox. Pero no son criaturas salvajes.

— ¿Qué son?

—Primates. —La revelación causó un fuerte impacto en todos los presentes—. Probablemente ellos son vestigios del antiguo ejército de Andross.

— ¡Eso es imposible! —exclamó Andrew profundamente conmocionado—. No hay manera de que hayan sobrevivido… no, ¡tiene que ser un error! Muchos fueron fusilados por los cornerianos cuando ganaron la guerra. No hay manera que ellos hubiesen…

Andrew no terminó la oración mientras se llevaba una mano al rostro, pues todos esos años se había culpado por huir junto a Star Wolf sin mirar atrás, no cumpliendo su misión de proteger a aquellos que habían estado dispuestos a entregar su vida en nombre del ideal del imperio. De haber poseído pleno conocimiento de que seguían ahí, pudo buscar una forma de retronar a estas desconocidas tierras, compensarlos y quizás integrarlos a su –ahora fallida– revolución. Pero el conocimiento ahora no sólo le aterraba sino que le provocaba una profunda tristeza, ya que debieron ser empujados a convertirse en salvajes de aquel hostil mundo. Y el pensamiento le aterraba pues podían no ser lo que en un principio fueron.

—Emm, no quiero ser grosera —Fay intervino—, pero escuché rumores de que Corneria retiró a su ejército debido al envenenamiento que varios integrantes sufrieron. Ya que creyeron que el oxígeno había sido limpiado por alguna tecnología del Imperio se habían confiado entrando de lleno para castigar a sus enemigos, nunca sospecharon el método que Andross había usado para proteger a los monos que reclutaba de otros planetas.

—Todo este tiempo estuvieron aquí —se dijo Andrew incapaz de salir de su desconcierto—. Y todo este tiempo yo los estuve dando por muertos…

—Como sea este no es momento para pensar demasiado. —Falco se puso de pie, listo para marchar al campo de tiro donde guardaban la mayoría de sus armas terrestres—. O nos movemos o seremos presa fácil. Con tu permiso, líder.

—Voy con él —avisó Miyu con misma impulsividad, razón por la que Fay miró al vulpino con insistencia sólo unos instantes antes de seguir a quien fuese su propia líder. Fox suspiró para nada convencido de la batalla que se avecinaba pero como había dicho su ace pilot, no había más remedio; era actuar o arriesgarse a una derrota sangrienta.

—No tenemos otra opción. Krystal, Slippy, protejan a la embajadora —ordenó, mandato al que no tardaron acatar los aludidos mientras guiaban a la fénix por la nave—, y Andrew…

—Déjame intentar detenerlos —le interrumpió. La mirada de Fox se tornó severa.

—Sé que dije que no podía hacer gran cosa con los venomianos pero es posible que pueda hacer algo con los de mi especie. Si conservan la cordura podríamos hacer que Venom una fuerzas con todo el Sistema Lylat por primera vez en la historia —dijo con convicción.

—A eso hemos venido, Andrew —le tranquilizó Fox con una sonrisa entregándole su propio blaster al primate en las manos, algo que a Oikonny sorprendió de sobremanera, ya que no se esperaba un gesto como ese tan repentinamente a pesar de la situación—. Tienes mi confianza. Trataré de mantener al equipo al margen de asesinatos innecesarios. No desperdicies la oportunidad.

Sintiéndose más seguro que nunca, el joven mono sujetó el blaster que el líder de Star Fox acababa de concederle para enseguida asentir, siguiéndolo por la sala hacia la salida para reunirse con los otros. Con blasters en mano y otros aditamentos de combate ajustados en sus trajes, el grupo entero avanzó fuera de la nave insignia, la cual mantendrían sellada con la intención de que sus adversarios no pudieran aprovecharse de ello. Con Fox al frente, observaron sus alrededores, encontrando mucho más inquietante el paisaje ahora que lo observaban de forma más personal. El plan no era alejarse demasiado y esperar la emboscada que Krystal había sugerido próxima. El viento gemía en una melodía tenebrosa, tan estremecedora que varias veces se descubrieron temblando, con los agitados instintos a flor de piel.

—No veo nada —comentó Nova con blaster en mano también por su seguridad.

—Pero están ahí —declaró Krystal manteniendo sus dedos en la sien para expandir el alcance de su telepatía—. Se han vuelto uno con el terreno, seguro están esperando que nos separemos.

—La idea es conversar pero si no están abiertos al dialogo… —Miyu no se atrevió a concluir la oración a sabiendas de lo que tal provocaría en los cuerpos ya inquietos de todo el equipo.

—Entonces esta viaje no habría valido de nada —señaló Fox aligerando un poco más la carga que arrastraban las palabras de la hembra—. Seamos pacientes y no caigamos en su juego, algo ocurrirá tarde o temprano.

—Ellos no saben que hemos sido inyectados por Andrew —comentó Slippy—. Sospecho que están esperando vernos caer envenenados.

—Es una posibilidad —apoyó Oikonny.

— ¿Y? ¿Nos quedaremos aquí haciendo nada? —renegó Falco reteniendo un gruñido—. ¿A esperar que nos intercepten?

—Rodearemos el Great Fox en intervalos para asegurarnos que no tratarán de darnos una sorpresa y nos anticiparemos a posibles movimientos. Pero en gran parte, lamento decirte que sí, Falco, nos quedaremos aquí quietos.

—Ese plan no me gusta nada, Fox.

El vulpino no volvió a responder a la queja de su ace pilot perdiendo la mirada en las ramificaciones de los arbustos que tenía justo delante, éste simulaba la forma de un cuerpo humanoide apresado contra el tronco, así que se estremeció al imaginar que podría tratarse de un cadáver real y no mera apariencia. Lo peor de un planeta desconocido era dejar fluir pensamientos, pues de esta manera un individuo sería capaz de enloquecer, abrumado por los misterios que escondía, las apariencias que brindaba. No entendía cómo Andross sobrevivió a eso para darles a los nativos la oportunidad de cambiar el funcionamiento de su sociedad; Fox no quería ni pensar lo complicada que era la vida en ese mundo ahora que el Imperio había desaparecido y con ello su moderna modo de vivir. Un rumor en el espacio los alertó, por lo que no pudieron evitar alzar sus cañones de nuevo, preparados para disparar ante quien se estuviera acercando pero por más que aguardaron su llegada no sucedió.

—Ya, estoy harto —gruñó Falco—. Me apunto para ser el primero en rodear el Great Fox. ¿Quién viene conmigo?

Miyu y Fay se ofrecieron voluntarias instantáneamente, por lo que Fox se sintió cómodo de dejarlas ir junto al faisán, pues de esa manera no peligrarían demasiado; además de que había comprobado que aquellas dos eran más temerarias aunque no al nivel de su amigo, por lo que eran mucho más prudentes y no dudarían pedir refuerzos en cuando notaran algo fuera de lugar. Fox observó su reloj de pulsera digital sólo para darse cuenta lo enloquecido que se encontraba, ya que pasaban los números con velocidad sin detenerse en una sola combinación, así les sería complicado determinar cuánto tiempo llevaban ahí.

—Slippy, ¿puedes explicarme esto? —Fox le mostró el objeto a su amigo.

—Creo que se debe a la densidad, por ello es que podían mantenerse aislados, considerando que los satélites y fuentes de energía previamente instalados por el Imperio ya deben estar fuera de servicio. Gracias a la energía que alimenta el Great Fox es que sus aplicaciones trabajan con normalidad… o al menos es lo que pienso.

—Este es un sinsentido —reprochó la embajadora—. No hay forma de que obtengan algo de provecho aquí, moriremos sin hacer el menor contacto con los supuestos simios que quieren emboscarnos. Su telepata aquí no está obteniendo respuestas concretas.

Krystal se sintió ofendida por el comentario de la embajadora pero trató de suprimir su ira creciente, sus fallas anteriores la habían arrinconado a perder confianza en sus poderes pero había estado dispuesta a reconciliarse con los mismos después de que lograse ubicar a Falco antes de que partieran a este peligroso viaje; no podía dejar que unos comentarios desdeñosos la perturbaran, todos estaban nerviosos, sería imprudente perder los estribos.

—Le voy a pedir, embajadora, que por favor se abstenga de meterse con algún miembro de este equipo —le reprendió Fox con la mayor tranquilidad que pudo reunir—. Con sus críticas no hará que este sinsentido, como usted lo llamó, avance.

Nova bufó y se encaminó contra la separación de la compuerta del Great Fox para recargarse, mirando con asco el cielo amarillento y nubes verdosas que los cubrían, preguntándose cómo podía Falco Lombardi sentirse satisfecho con yacer dentro de esa jaula de mercenarios si no eran menos que gentuza considerados equivocadamente héroes. Si aceptase su propuesta de irse con ella a la Fortaleza Galáctica para que fuera libre de surcar los cielos como mejor le placiera, entendería los beneficios de no estar atado a nada ni nadie, mucho menos alguna agrupación mediocre. Simplemente, ¿qué tenían estos tipos de especial para que él decidiera darles su lealtad? Porque desde su perspectiva ni siquiera estaban haciendo un buen trabajo.

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Alcanzando la posición de la cabeza del Great Fox, el peculiar grupo de tres se detuvo para seguir contemplando el entorno. Ya habían bajado sus armas pero no la guardia, así que se tomaron la osadía de inspeccionar sólo un poco más lejos tras rodear el espacio hasta el otro costado de la nave, en ese tiempo Fay desvió su atención de la zona salvaje para apreciar con más detenimiento la dura coraza que componía tan imponente vehículo espacial. Las modificaciones sufridas por la invasión de los Aparoids casi no se le notaban (por lo que sabía gracias a Slippy), reconstruirlo debió valer una fortuna y poco más. Posó su mano en el fortificado metal, paseando sus dedos de arriba abajo, fantaseando con la posibilidad de construir algo remotamente parecido. Su pensamiento debió ser evidente ya que cuando miró a Miyu, esta le sonrió divertida, antes de que esta misma se dirigiera a su compañero.

—Oye, Falco, quería hacerte una pregunta. —El faisán no respondió pero con una mirada le dio a entender que la escuchaba—. Es sobre Nova. ¿Es posible que te haya propuesto algo?

— ¿Qué es lo que sabes?

—Sólo una corazonada, una que mi compañera y yo hemos estado sospechando desde que se unió en nuestro viaje. No parece importarle nada más que otras aves, entonces pensamos que estaría lista para alejarse de la guerra una vez te convenza de ir con ella.

Lombardi se debatió sobre si decir la verdad o simplemente evadir la conversación pero no había manera de que sus enemigos los interrumpieran pronto, así que suspiró con pesadez, mirando directo a los ojos de la felina, quien en ningún momento pareció titubear. Su porte confiado le recordaba mucho a su mejor amiga y no era porque ella y Katt compartieran aspecto en su apariencia porque fueran felinas, se trataba de algo más. Desde que comenzaron a tratarse le había agradado, no se le dificultó nada abrir una convivencia amena con ella después de todo.

— ¿Prometen que no se lo dirán a mi equipo? —Miyu y Fay se miraron, haciendo que la spaniel se alejara de la nave para romper distancia y así demostrarle que buscaban absoluta confidencia, fortaleciendo su promesa silenciosa con un firme asentimiento—. Están en lo cierto, ella me pidió que huyera con ella en la más mínima oportunidad y… estaba decepcionada cuando me negué, por lo que me dijo al final supuse que ya no importaba.

—Se quedó a pesar de ello, ¿cierto? Eso significa que no ha desistido.

—Pues yo no pienso irme.

— ¿Estás seguro? —inquirió Fay suspicaz, un aspecto que perturbó en cierta manera a Lombardi ya que la expresión de la canina era hueca, nada comparado a la personalidad que había profesado anteriormente. No cabía duda que estas dos mercenarias distaban de todo lo que experimentaba junto a sus amigos, le inspiraban un aire a melancolía, como si retornara al tiempo en que trabajó por su cuenta y se mezcló con antropomorfos moralmente cambiantes—. El deseo de libertad es tentador y dudo que puedas conservarte firme en toda nuestra travesía. Ya nos has demostrado que no eres alguien muy apegado. ¿Cuántas veces te fuiste?

—Bastantes veces —admitió Falco—. Pero esta vez es como otras, no puedo dejar a mis amigos cuando me necesitan. Es posible que vuelva a marcharme cuando todo termine, pero sólo hasta entonces.

— ¿No tienes una misión a espaldas de Star Fox? —La asertividad de Miyu lo impresionó—. Te has estado colando lejos del grupo en determinados momentos. ¿Cómo confiar en ti?

—Tienen agallas para decirme eso cuando ustedes sólo trabajan con nosotros temporalmente.

—Precisamente por ello queríamos hablarte a solas —declaró Fay—. Esto no funcionará si no se lo dices a tu líder, lo decimos por experiencia.

—No puedo hacer eso.

— ¿Por qué?

—Ustedes lo ven, estamos en medio de una misión patentada por Corneria, lo mío es un asunto personal que entorpecería el procedimiento. Mortificar a Fox con ello… ya tiene suficientes cosas en qué pensar para agregar algo nuevo.

—Dividirte en un momento tan importante lo entorpecerá —señaló Miyu con severidad, Falco se tensó y volvió a relajarse para luego sonreír derrotado.

—Apuesto que sí.

— ¿Quieres que te ayudemos? —propuso Miyu de pronto, Falco se mostró conmocionado mientras Fay finalmente sonrió entusiasmada.

—Ahora somos un equipo y podemos ver cuánto te preocupa fallarle a tu líder. Déjanos el drama a nosotras, de esta forma haremos que puedas deslindarte cuando te sea necesario y entonces actuaremos como tu soporte. Obviamente nuestras habilidades no serán las mismas pero estaremos ahí para no dejar caer la balanza.

—Cuentas con nosotras, Falco Lombardi —afirmó la felina—. Entendemos la dificultad de adaptarse a dos vidas, por ello es que nosotras solamente somos dos en nuestro equipo. Aun así te aconsejo no dejar pasar el tiempo para abrirte con McCloud y tus amigos si de verdad los aprecias, es la única forma en la que no puedes arrepentirte después.

—Además ellos te quieren mucho —Fay sonrió con dulzura nuevamente—. A pesar de tus groserías se nota que te tienen gran aprecio, así que no hay manera de que si hablas con ellos te desprecien. Deberías confiar más en ellos para estas cosas.

—…Gracias.

Falco no pudo evitar frotarse la nuca avergonzado, compartiendo sonrisas con ambas hembras que rápidamente prestaron atención cuando percibieron movimiento detrás de los árboles, poniendo también alerta al ace pilot. El sonido repentino cesó pero había abandonado una tensión palpable junto al letal silencio, al olfatear Fay se preguntó si aquel aroma ya había estado ahí antes o era algo de lo que debieran preocuparse en la actualidad, después de todo no conocían cuál era la flora y fauna de aquel planeta, más comprendían que no podían confiarse de nada en un lugar inexplorado.

—En este punto ya debieron darse cuenta que no moriremos intoxicados —asumió Miyu con el pelaje erizado por la anticipación del combate.

— ¿Deberíamos volver con los demás? —quiso saber Fay.

—No —dijo Falco enseguida—. No hasta que nos aseguremos que no atacarán desde este ángulo.

—Si sus intenciones son matarnos, da igual donde estemos. Yo preferiría que nos enfrentaran a todos juntos.

Miyu tenía razón, así que Falco no rebatió y prefirió hacer caso a su sugerencia, retornando la caminata para encontrarse con sus compañeros por el otro extremo, sólo por si pretendían sorprenderlos. Pero entonces una extraña niebla que se distribuyó por el suelo los alertó, no era espesa pero sintieron por un momento que caminaban sobre las nubes, lo cual no podía ser buena señal para ninguno cuando desconocían qué tanto podría jugarles la naturaleza en contra siendo aquella su primera visita. Fox debió pensar lo mismo ya que se dirigió nuevamente al grupo que se mantenía junto a él.

—Estén preparados, no sabemos lo que pueda ocurrir ahora —decía mientras desenfundaba nuevamente su blaster, fue cuando Oikonny tomó una decisión, avanzó varios pasos más allá de la posición de Fox, a quien inquietó un poco pero no lo detuvo, mucho menos cuando habló.

— ¡Hola! ¡Comandantes, capitanes y soldados de las divisiones 20, 21 y 22! ¡Presentes! —El soplar del viento fue su respuesta inmediata, así que Krystal y Slippy estaban inseguros de que tal cosa fuera a cambiar algo, más Fox mantuvo su mirada expectante entre los árboles—. ¡Repórtense, soldados imperiales!

—A-Andrew, no c-creo que… —tartamudeó Slippy, dispuesto a detenerlo pero Fox lo detuvo a él con una seña de su brazo.

Nova entrecerró los ojos mirando con más atención el entorno mientras Krystal agudizaba su sentido del oído cerrando los ojos. Los tres que se habían separado habían escuchado el grito del primate, así que no dudaron en echar a correr para acortar camino y ahora estaban de vuelta girando la esquina de los propulsores en el Great Fox. Unos segundos más el mundo se quedó en silencio mientras el grupo aguardaba cualquier tipo de respuesta, hasta que de pronto resonaron un par de crujidos por minuto, cada vez acortando más los intervalos de espera entre uno u otro. Nova se separó de donde había estado recargada. Krystal abrió los ojos y Slippy preparó su blaster ya que los sonidos no dejaban de incrementar y provenir de todas direcciones, señal indiscutible de que aquellos en las sombras estaban saliendo de sus escondites.

—Ahora si la haz hecho, simio —dijo Falco apuntando hacia donde surgió un fuerte golpe que los sobresaltó tanto a él como a sus dos acompañantes.

— ¡No abran fuego a menos que lo ordene! —exclamó Fox conservando la calma.

— ¿Qué? ¡No me jodas, Fox! ¿¡Por qué!?

—Recuerden la misión.

A regañadientes el faisán bajó el cañón. Entonces observaron con asombro a un gran número de siluetas formándose entre la oscuridad del bosque donde las lianas parecían cortinas para aquellos seres peludos de porte amenazante. Fox tragó espeso su saliva, esperando que no fueran atacar como primera opción. Andrew por su parte sintió el fuerte impulso de retroceder pero se obligó mantenerse firme frente a los hirvientes deseos de huir; simplemente no esperaba que su maniobra fuese a brindar frutos de forma tan efectiva pero no lo iba desperdiciar.

— ¡Andrew Oikonny, ex miembro del escuadrón 906! ¡Solicito envíen a su líder ante mí!

En repuesta una especie de proyectil logró impactar contra el pecho del joven primate causándole un ligero dolor, Falco no tardó en reaccionar alzando nuevamente el cañón del blaster pero Fox lo reprendió al momento, razón por la que no concretó disparar. Andrew se mantuvo firme reconociendo la presunta arma a sus pies, no era más que una roca, a la que pronto se le unió una lluvia de ellas de aspecto afilado que no alcanzaban más allá de la posición de Oikonny aunque parecía ser el objetivo, razón por la que todo el equipo quedó conmocionado. Pero entonces una figura emergió fuera de los arbustos y troncos, deteniendo el desorden, saliendo a la luz para mostrar la apariencia de un macaco mediano que portaba una capa desgarrada color amarillo. Star Fox no pudo reconocerlo pero Andrew sí, por lo que no pudo evitar que las lágrimas se acumularan en sus párpados inferiores.

—Algy… —pronunció, incapaz de ahogar el temblor de su voz.

— ¿De verdad eres tú, Andrew? —El tono del aludido era rasposa y entristecida—. ¿Qué haces volviendo a un lugar como este? —El macaco detuvo sus pasos para mirar con rencor a quienes estaban detrás de quien fuese alguna vez un amigo importante—. Y con esos bastardos.

— ¿Cómo escaparon? ¿Cuántos…? —Andrew se interrumpió, no se atrevía a pronunciarlo—. Creí…

—Como podrás ver, no somos ni la sombra de lo que éramos en el pasado. Muchas cosas han cambiado, Andrew. Todo se terminó, nosotros ya no somos merecedores de ser llamados «soldados imperiales». Tienes suerte de que haya estado entre el grupo, Andrew. Todo estaban listos para atacarles… yo mismo estaba imaginando asesinarlos a todos con mis propias manos. Escucharte a ti nos hizo cambiar de opinión, no podíamos creer que eras tú.

—Sé lo ridículo que parece pero la situación en la galaxia es urgente, yo…

—Espera —Algy cortó las palabras del joven primate en el acto con una severidad que casi intimidó al antiguo heredero del Imperio—. No vas a decir que viniste aquí porque te lo pidieron ellos, ¿o sí? ¿Estás bajo amenaza? —inquirió con cólera.

—No es así, yo…

—Has caído muy bajo, Andrew. Estoy decepcionado. Justo con el grupo que asesinó a tu tío.

— ¡No es así! —espetó sin saber qué más decir, abrumado por la manera en que su pasado y presente se mezclaban de una manera que Oikonny no conseguía eludir Le dolía el pecho, tanto que pensó enloquecería. Todas las emociones que experimentaba se compactaban y se convertían en una masa imposible de asimilar. Estaba tan aliviado de saber que un amigo como Algy estuviera convida pero comprender sus realidades le hacía complicado reaccionar correctamente. Se secó las lágrimas y miró con la mayor seriedad que pudo reunir a quien tenía delante—. ¿Cuántos de ustedes quedaron? ¿Mantuvieron su alianza con los reptiles?

—Las alianzas se rompieron en el momento que fallamos, los nativos huyeron a sus madrigueras, abandonándonos a nuestra suerte en el proceso.

—Entonces…

—Los que están aquí, somos los que sobrevivimos a la crueldad de un planeta que no admite débiles. Somos menos de los que había antes de que las tropas de fusilamiento cayeran intoxicadas.

— ¿Existe una manera de reparar-?

—No —declaró contundente—. Ni siquiera sabemos lo que dicen, se deshicieron del idioma universal y se retiraron al cien por ciento a su lengua madre y no tienen interés en cambiar sus formas. Es una lucha constante por los recursos.

—Un gran peligro amenaza el sistema. Incluso este planeta tan hostil podría estar en grave peligro, no podemos simplemente rendirnos de tratar…

Andrew se detuvo. Se suponía que eso no le importaba, sus sueños y deseos de vivir se habían marchado con la caída del imperio y su revolución fallida. ¿Por qué de pronto sentía esa abrazante necesidad de evitar la destrucción del Sistema Lylat? ¿Pasar tan poco tiempo a lado de Star Fox había conseguido lavarle el cerebro? Ni siquiera debería estar tratando de rebatir los argumentos de su amigo y presumible líder de tribu, todo era tan confuso para él en esos momentos.

—Si así fuera, créeme que sería un final adecuado. No le debemos nada a esos sujetos que ahora sirves. Si sabes lo que te conviene, lárgate, porque si en ese tiempo no lo has hecho no me haré responsable de lo que te suceda.

Algy estuvo a punto de girarse y dar marcha atrás cuando Andrew lo sostuvo del hombro, dedos que temblaban aterrorizados de su propia actitud, de lo que sería capaz de hacer con tal de conservar lo poco que quedaba del Imperio de su tío. Quizás no compartiera los ideales de Star Fox y no le importara mucho el destino de todas las especies a las que despreciaba con su alma pero era un hecho que no podía abandonarles, no ahora que tenía pleno conocimiento de que seguían vivos, no cuando tenía la oportunidad de compensarles un poco por todo lo que estuvieron obligados a sufrir.

— ¿Por qué si desprecian tanto su existencia se empeñaron en sobrevivir? —Los ojos de Algy se afilaron con aquella interrogante. Andrew finalmente volvía a levantar la vista, conectándola con la ajena—. Es obvio, nadie quiere morir, mucho menos en nombre de algo que no cree. Ustedes apoyaron a mi tío, entregaron sus vidas por la utopía que sentíamos cerca. Yo luché por mi cuenta durante mucho tiempo por tratar de revivir esa gloria, alcanzar un ideal en el que creí con fervor pero fallé y acabé en la cárcel. Créeme, me sentí peor o quizás más cuando Star Fox se me plantó enfrente. Aún dentro de Venom no me importaba lo que nos sucediera hasta que sentí que realmente iba a morir. Y entonces te encontré, tú a quien pensaba muerto hace mucho tiempo. Por eso… déjame servir de algo, quiero devolverles sus vidas.

Algy no salía de su asombro por lo que Andrew tenía las agallas de decirle en un momento como ese, cuando todos los días eran un desafío de muerte inmediata desde el final de la guerra y su resultado, como si de verdad tuviera el poder de cambiarlo todo. No era tan elocuente, no irradiaba seguridad ni inspiraba tranquilidad por su gesto imponente pero la decisión en sus ojos le recordaron a su emperador; Andross, el salvador caído.