Capítulo 2: Brillo intermitente.

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Jamás conocí un desastre tan maravillosamente perfecto como ella; su mirada está llena de ese caos que tanto precisa mi jodida calma _ Joel Montero.

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"¡¿Qué quieres decir con que no puedes asignarle un guardia anbu?!" Los gritós de frustración de cierta pelimorada retumbaron a través de todos los pasillos de la torre Hokage, provocando que la secretaria; quién había estado apunto de abrir la puerta de la oficina con la intención de entregarle algunos archivos nuevos a su líder, tomara la decisión de regresar más tarde al sentir la cantidad inaudita de intención asesina que provenía desde el otro lado del puerta.

Transcurrieron algunas horas desde el encuentro que tuvo Anko con Naruto en el bosque de la muerta, ella se encontraba actualmente teniendo una conversación bastante acalorada con el Hokage.

Luego de que el niño hubiera masacrado brutalmente sus raciones de dango, los dos conversaron durante algunos minutos más sobre diferentes temas al azar, en dónde Anko no pudo evitar sentirse contenta consigo misma al notar que el estado de ánimo del chico mejoraba con cada minuto que avanzaba la conversación.

Lastimosamente su plática llegó a su fin cuando ella le indicó al rubio que era necesario que ambos acudieran al Hokage para informarle todo lo sucedido. Al principio él se mostró inseguro con la idea, pero después de una breve explicación sobre que el Hokage no era como los aldeanos y que él podía ayudarle a encontrar un hogar, finalmente terminó accediendo.

Cargó al niño en su espalda durante todo el viaje de regreso, utilizando sus habilidades ninja para poder desplazarse más rápidamente. En algún momento del recorrido el rubio se había quedado dormido, por esa misma razón es que él ahora se encontraba descansando plácidamente en uno de los sillones de la oficina mientras era completamente ajeno a la conversación que se desenvolvía a su alrededor.

La primera reacción que tuvo Hiruzen cuando una muy enojada Anko interrumpió en su oficina con una patada en la puerta fue de, 'Santa mierda' Pero eso cambio rápidamente a una expresión de perplejidad cuando observó que la niña cargaba a un rubio en su espalda, lo reconoció inmediatamente.

Las primeras palabras que salieron de su boca fueron. "Naruto..."

Al contemplar los vendajes que cubrían todo su cuerpo, sumado a la mirada de enojó que Anko le estaba enviando, supo inmediatamente que cometido un grave error.

Luego de eso, la pelimorada se dedicó durante los últimos minutos a explicarle toda la información que logró recoplicar acerca del rubio.

Cabe resaltar que durante toda la conversación ella aprovechó la oportunidad para recriminarle de una manera muy poco amable; por no decir extremadamente vulgar y descortés, todas las incompetentencias que cometió con respecto al cuidado del niño.

Quien sea que pasara por allí podría decir que era una escena un tanto peculiar. El Hokage, el gran líder de la aldea, mejor conocido como Hiruzen Sarutobi el Dios Shinobi, siendo arrinconado por nada más ni nada menos que un simple chūnin. Si fuera cualquier otro ninja el que realizaba tal acto de irrespeto era muy posible que no hubiera vivido para contarlo.

Pero esta era Anko, a pesar de su corta edad, ella podía llegar a ser realmente aterradora cuando lo deseaba; además, por más que lo quisiera, Hiruzen no pudo encontrarse en desacuerdo con todos los insultos que le lanzaron, en su lugar terminó dándole la razón a medida que iba conociendo cada vez más sobre todas las atrosidades que tuvo que sufrir el niño.

Una gran parte de ellas fueron producto de su negligencia.

Al escuchar el trato que recibió Naruto en el orfanato; como éste acabó siendo expulsado para terminar viviendo un año enteró en la calle, en donde recibió palizas por parte de los tienderos y en donde fue forzado a comer de la basura para poder sobrevivir, sintió que una profunda decepción así si mismo crecía en su interior.

¿Cómo era posible que fue tan ciego? Pensó que él crecería en el orfanato como cualquier otro niño normal, pero ahora podía ver qué se equivocó.

Debió haber imaginado que los aldeanos jamás serían capaces de dejar atrás su rencor, era algo que se veía venir a millas de distancia; aún así, siguió siendo un tonto, fue un iluso, pensó que él simplemente estaría bien. Minato seguramente estaba rodando en su tumba al contemplar el fallo catastrófico que cometió con el cuidado de su hijo.

Habría sido facil, no hubiera requerido mucho esfuerzo visitarlo en el orfanato al menos una o dos veces a la semana para comprobar cuál era su estado, pero él no lo hizo, ahora era testigo de las consecuencias.

Hizo una nota mental para preparar varías ejecuciones por la mañana, no permitiría que ni los aldeanos, ni que los propietarios del orfanato salieran impunes después de todo el sufrimiento que le causaron al rubio. Las cabezas rodarían, se aseguraría de eso.

Sin embargo, eso no revertiría el daño causado. Tenía que encontrar una forma de reparar el alma rota del muchacho, que Anko estuviera aquí le facilitaba mucho las cosas, una idea ya se estaba formando en su cabeza.

"No hay necesidad de gritar Anko, ya te dije que no pudo darme el lujo de poner a un anbu a supervisar al niño, aún nos encontramos muy vulnerables después del ataque del Kyubi y la deserción de mi estúpido aprendiz. Con la aldea de la nube y la aldea de la piedra respirando sobre mi nuca, sería un error desperdiciar un operativo tan importante como un anbu"

Anko sintió que la furia crecía en su interior con cada palabra que salía de la boca de su líder. Le pareció indignante que su petición fuera rechazada sin ningún tipo de consideración.

No podía negar que el hombre tenía cierto grado de razón, los últimos años fueron los peores para la aldea de la hoja, el ataque del Kyubi les costó una gran cantidad de ninjas de alto perfil, incluido el cuarto Hokage.

Eso sumado a la deserción de su sensei y la creciente tensión polita por parte del clan Uchiha, provocaron que la aldea se encontrara en una situación extremamente delicada.

A pesar de todo eso, ella no iba a ceder con sus demandas, su terquedad no disminuyó ni un poco, era de Naruto de quién estaban hablando, el niño que tuvo que pasar por un infierno.

Pudo recordar como se iluminó su mirada cuando probó los dangos por primera vez, pudo recordar la sonrisa de felicidad que inundó su rostro, aún habiendo pasado por tanto dolor él aún era capaz de sonreír.

Ella le prometió que se aseguraría de que nadie volviera a lastimarlo, no se marcharia a ningúna parte hasta que cumpliera su promesa.

"¡Tienes que estar bromeando anciano! ¡¿Y qué piensas hacer?! ¡¿Enviar al niño de nuevo a la calle juntó a los lobos?!" Hiruzen dejo escapar una bocanada de humo de su pipa mientras su ceja se contraía con irritación, ese comentario mordaz con respecto a su edad hirió su orgullo.

"Dije que no iba a darle un anbu al chico Anko..." Sonrió con un aire de misticismo, tenía la clara intención de devolverle el golpe a la chica.

"No que lo dejaría sin protección"

Las cejas de ella se contrajeron en confusión, aunque esa reacción le duró muy poco cuando la comprensión finalmente la golpeó como un balde de agua fría.

Buscó atiendas en los ojos del Hokage algún indicio que le señalara que todo era un error, que solamente estaba malinterpretando las cosas, pero la sonrisa engreída que se presentó en el rostro del hombre solo termino de confirmar todos sus temores. Empezó a negar con la cabeza de forma rotunda. "¡No! ¡No! ¡Claro que no! Conozco muy bien esa mirada anciano así que ni siquiera lo pienses"

Hiruzen ignoró por completa la diatriba prefiriendo acariciar su barbilla en una mueca pensativa. "Creó que lo mejor sería asignarle un chūnin, ya sabés, no son tan débiles como un genin, ni tampoco tan imprescindibles como un jōnin.." Realizó una breve pausa para comprobar la reacción de la pelimorada, se sintió satisfecho al ver la incredulidad en su rostro.

"Pero no puede ser cualquier chūnin, tiene que ser uno de su confianza" Permitió que la idea se hundiera en la muchacha, sabía perfectamente que ella sería capaz de leer entre líneas.

Anko dejó caer los hombros en señal de derrota, un suspiro escapó de sus labios cuando su incredulidad anterior fue reemplazada rápidamente por incertidumbre.

Permitió que sus ojos se desviaran hacia el niño que yacía dormido plácidamente en el sofá mientras contestaba con algo de inseguridad en su voz. "¿Quiere que yo me haga cargo de él?" Recibió un leve asentimiento como respuesta, eso provocó que un mar de emociones se desencadenara en su interior.

El Hokage debió notar su preocupación ya que se apresuró a preguntar. "¿Qué es lo que te da tanto miedo Anko?" Ella llevo una mano a su cuello a la vez que buscaba una forma de moldear sus pensamientos en palabras.

"Con todo respeto lord Hokage..." Sintió que su corazón se estrujaba al ver a esa mancha rubia descansar tan pacíficamente. ¿Cómo podría protegerlo cuando ni siquiera se sentía suficiente para ella misma? ¿Cómo podría ayudarlo cuando ella ni siquiera podía lidiar con sus propios problemas?

"Pero creó qué no soy apta para hacerme cargo del niño" Ella era ruidosa, descarada, mal hablada, grosera, rebelde; tenía un sin número de defectos, ella solo sería una mala influencia para él.

Se merecía a alguien mejor.

"¿Quién decide eso?" Hiruzen le restó importancia a sus palabras con una ligera sonrisa. Al ver qué la niña estaba dudando tanto, supo inmediatamente que ella se preocupaba genuinamente por el chico, eso solo la hizo más óptima para el trabajo según su propia persección

"¿Quién decide si eres o no eres apta para cuidar al chico? En lo que mi concierne es gracias a tí que ahora se encuentra sano, a salvo, y no devorado por las bestias del bosque. La verdad es que ya has hecho más por él en una sola noche que yo en toda su vida. Si alguien es adecuado para cuidarlo, esa eres tú" Ella se animó ligeramente gracias a las palabras de aliento de su líder, pero era evidente que la duda aún persistía.

"Pero señor..." Aún era incapaz de verse a si misma cumpliendo con la tarea sin arruinarlo todo en el proceso ¿Y si ella fallaba? ¿Y si terminaba siendo un mentor terrible al igual que su sensei? ¿Qué pasaba si terminaba lastimandolo en lugar de cuidarlo?

"¿De verdad usted cree que sea una buena mentora para el ni...?" Antes de que Anko pudiera seguir ahogándose en sus dudas, el anciano la interrumpió.

"Anko... Naruto no necesita un mentor, el necesita un amigo..." Hizo una ligera pausa para que sus siguientes palabras se hundieran de forma definitiva en ella. "Y estoy seguro de que tú también"

Se demostró que esa declaración obtuvo el efecto deseado cuando los ojos de la pelimorada brillaron con realización, eso alcanzado a tocar un punto sensible en su persona.

Quizás el Hokage tenía razón. Había estado tanto tiempo sola que ahora tenía miedo de arruinarlo todo y terminar espantando a la única persona que era capaz de comprender su dolor, que conocía la soledad tanto como ella.

Tal vez dudaba de sus habilidades como tutora ¿Pero una amiga? Eso sí podía hacerlo. Después de todo ella logrado animarlo una vez, estaba segura que podría hacerlo de nuevo. ¿Qué tan difícil podría ser? Le gustaba el niño, durante el breve momento que compartieron juntos ella podía decir que ambos tenían mucho en común, tenía que admitir que su compañía era bastante agradable.

Ella lo intentaría, trataría de ser una buena amiga, buscaría la forma de sanar el alma rota del muchacho y entonces tal vez.

Solo tal vez, ella también podría sanar.

"Bien..." Finalmente cedió. "Me haré cargó dé él" El Hokage sonrió complacido al precenciar que todas las piezas comenzaban a encajar en su lugar.

Estaba convencido de que este sería el mejor curso de acción. Tanto la chica como el niño tuvieron que afrontar situaciones muy similares; ambos fueron marginados, forzados al confinamiento, obligados a vivir de forma solitaria.

Lo único que deseaban era alguien en quien confiar, alguien que no los mirara con desprecio, un lugar al cual llamar hogar.

Tenían tantas semejanzas entre ellos que era evidente que ambos terminarían acercándose uno al otro eventualmente en busca de eso que tanto les faltaba.

Entre ambos podrían encontrar la forma de olvidar el pasado, sanar las heridas de sus corazones.

"Perfecto, ustedes pueden pasar la noche aquí mientras yo me aseguro de conseguirles un departamento por la mañana" Las cejas de Anko se arquearon en confusión al entender el significado implícito en la oración.

"¿Usted también quiere que viva con él?" Sabía que el niño sería su responsabilidad de ahora en adelante, pero no imagino que el Hokage iría tan lejos como para tenerlos viviendo bajo el mismo techo.

Lo más probable es que el hombre no estaba dispuesto a permitir que Naruto volviera a sufrir otro accidente como el de hoy.

"Así es, tienes que dejar de vivir en ese bosque ¡Por el amor de Dios, eso no es saludable!" Hiruzen dejó escapar una bocanada de humo de su pipa mientras observaba la renuencia en los ojos de la chica, una réplica ya se estaba formando en su cabeza para la protesta que sabía que vendría.

"Pero señor..."

"Les daré un estipendio mensual para cubrir los gastos de ambos"

Ella cerró la boca con un click, no era tan tonta como para decirle que no al dinero, eso significaba una gran cantidad de dangos gratis.

Oh bueno, el rubio encontraría la forma de soportarla.

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Naruto abrió los ojos lentamente al mismo tiempo que permitía que un largo bostezo se escapara de sus labios; no recordaba haber tenido una noche de sueño tan buena como ésta en mucho tiempo, era una vista agradable despertar estando rodeado de sábanas y colchones en lugar de ratas y bolsas de basura.

Espera un segundo ¿Cómo demonios terminó en una cama? Lo último que recordaba es que estaba corriendo por su vida hasta que terminó perdido en el bosque, entonces allí fue cuando conoció a esa agradable señorita...

Se sentó de golpe cuando los recuerdos de todo lo sucedido regresaron a su mente. Sus ojos escanearon su entorno analizando la habitación en la que se encontraba.

Pudo dislumbrar varios muebles, un armario y varios cajones. Al lado de su cama había una mesita de noche con un despertador encima, el cual era acompañado por varios libros.

Volteo el rostro hacia el otro lado, una ventana con vista al pueblo lo saludaba con los rayos del sol mañanero.

Se permitió divagar un poco cuando múltiples explicaciones de cómo terminó aquí pasaron por su mente, aunque ningúna de ellas lo convenció del todo.

"(Debí quedarme dormido cuando regresabamos al pueblo)" Fue su primera deducción.

Lo más probable es que aquella niña lo hubiera traído aquí luego de aquella supuesta conversación que tendrían con el Hokage. Lastimosamente su cuerpo estaba demasiado agotado en aquel entonces, el cansancio de todo lo ocurrido le termino pasando factura reclamando su conciencia al mundo de los sueños; por ende, se perdió toda la charla que se llevo a cabo con el líder de la aldea.

Se levantó de su cama, luego caminó hacia la puerta de su habitación con la intención de buscar respuestas; una vez que la abrió, fue recibido por la vista de un departamento no tan grande pero tampoco tan pequeño.

¿A caso era el departamento de esa chica? Su hambre de respuestas fue olvidada temporalmente cuando la curiosidad terminó venciendolo, decidió darse un pequeño tour por los alrededores para explotar su entorno.

Las paredes estaban pintadas de un color verde y marrón que brindaba un aire bastante hogareño; además de eso, el departamento parecía estar dividido en cinco bloques diferentes.

Primero estaba el comedor el cual contaba con una mesa en dónde podrían comer hasta cuatro personas, una ventana se encargaba de llenar de luz la habitación. También tenía una cocina que estaba apoyada encima de un mueble que contenía diferentes compartimientos, colgando en la pared se podía dislumbrar varias repisas y alacenas que albergaban productos de cocina, entre otros utensilios.

Luego estaba el bañó en donde se encontraba una ducha, junto a un inodoro y un lavamanos. Bastante ordinario, fue el primer pensamiento que tuvo al verlo.

La sala de estar contaba con una mesa para juegos en el centro de la habitación, un sofá, una televisión, repisas para plantas y libros. Además de una terraza que daba una vista bastante amplia del pueblo.

Finalmente el departamento terminaba en dos recamaras que estaban colocadas una frente a la otro con sus interiores siendo relativamente similares.

Durante todo el recorrido, no pudo evitar lucir ligeramente maravillado mientras se imaginaba cómo sería tener tu propio departamento. Poder contar con una cocina propia, una cama propia, tener todo este espacio a tu disposición.

Sonaba como algo alucinante para él.

No tener que preocuparse más porque lo atrapara la lluvia, ni tener que pensar en dónde pasaría la noche. Si tan solo tuviera un lugar donde vivir, ya no tendría que estar pendiente todo el tiempo de que no lo atacaran mientras dormía.

Se encontró preguntándose ¿Cómo sería decorar tu propia habitación? ¿Cómo la adornaria él? ¿Tan siquiera tenía algún tipo de habilidad para la decoración? Lo dudaba bastante; es decir, no tenía forma de saberlo, la única habitación que había tenido fue la del orfanato, eso fue más un cubículo demasiado estrecho en lugar de una habitación como tal.

A eso súmale el hecho de vivir un año entero en un basurero y te darás cuenta bastante rápido de que en realidad, no tenía ningún tipo de conocimiento sobre decoración.

Aún así le hubiera gustado intentar.

¿Sería del tipo emo con pósteres oscuros, o del tipo ratón de biblioteca con estanterías repletas de libros? Algo en su mente le dijo que ninguno de los dos se ajustaba a su personalidad.

La palabra emo simplemente no encajaba para nada con su actitud, los libros... Bueno, el aún no sabía como leer... Culpó a sus tutores por eso, siempre parecieron más emocionados por regañarlo en vez de querer enseñarle.

Dejó que sus pies se movieran a través de la terraza mientras sus ojos se desviaban en la dirección del pueblo; se sentía relativamente pequeño desde aquí arriba, el apartamento estaba ubicado en la parte más alta del edificio, dándole una vista extraordinaria del amanecer.

Sus problemas se sintieron tan insignificantes cuando los rayos del sol chocaron contra su rostro, la brisa mañanera acariciando su cabello. Era como si el mundo entero no existiera, solo estaba él y este sentimiento de plenitud.

Ojalá pudiera apreciar un paisaje tan hermoso como éste todas las mañanas.

"Veo que despertaste..." Fue sacado de su ensoñamiento por la voz repentina de Anko, en algún momento la chica debió haber entrado al departamento sin que se percatara de ello. Ella estaba apoyaba en la entrada de la terraza con los brazos cruzados, su rostro lucía una pequeña sonrisa.

La pelimorada en realidad llevaba algo de tiempo apoyada sobre el marco de la entrada, algunos minutos para ser exactos. Durante la mañana ella ya salió con la intención de conseguirle algo de ropa nueva al rubio para reemplazar las prendas añejas y desgastadas que aún llevaba puestas; luego regresó al departamento sabiendo que tenía muchas cosas que discutir con su nuevo compañero de piso.

Sin embargo, cuando ella lo encontró parado en la terraza; luciendo tan fascinado con la luz que se pintaba en el horizonte, tomó la decisión de dejarlo disfrutar el momento.

Se veía tan contento por un gesto tan pequeño que ella misma se encontró sonriendo sin darse cuenta.

"Sabes, tiene el sueño bastante pesado" Su burla provocó que él se rascara la nuca mientras dejaba escapar una risa un tanto nerviosa. No era su culpa que el futón se sintiera tan cómodo, ni que las mantas se sintieran tan acogedoras.

Sintió que sus ojos se iluminaban cuando todas las dudas que había tenido al despertar regresaron a su mente con fuerza. Se abalanzó sobre la pelimorada, apresurandose a bombardearla con todas sus preguntas.

"¡Espera, Anko! ¡¿Qué fue lo que sucedió después de que me quedé dormido?! ¡¿Hablaste con ese tal Hotage... Hosage.. Ho?!"

"Hokage" Corrigió ella luciendo más que divertida al ver su repentino arrebato.

"¡Eso! ¡Hokage! ¡¿Hablaste con él?! ¡¿Qué fue lo que te dijo?! ¡¿Podrá conseguirme un hogar o no?! ¡¿Cómo llegamos aquí?! ¡¿Este bonito departamento es tuyo?! ¡¿Y por qué esa planta parece que tiene ojos?!" Anko se sintió un tanto abrumada por la avalancha de preguntas que cayó sobre ella.

Ahora que el rubio estaba descansado gracias a una buena noche de sueño; eso sumado a que su desconfianza desapareció casi por completo, provocó que ella pudiera ver que el chico en realidad tenía un personalidad bastante... Imperactiva.

"¡Guau! Reduce un poco la velocidad, una pregunta a la vez por favor" Naruto se avergonzó al darse cuenta de lo que estaba haciendo, dio algunos pasos hacia atrás mientras se apresuba a retractarse. "Lo siento" salió con un sonrisa incomoda.

"Así está mejor..." La pelimorada respondió sonriendole gentilmente para desmostrarle que no tenía nada de que avergonzarse; de hecho, a ella le alegró saber que tenían otro razgo en común, los dos eran bastante bocazas.

"Ahora respondiendo tus preguntas, eso es porqué esta maceta..." Señaló la planta que captó la atención del rubio anteriormente, dicho arbusto se encontraba en un rincón de la terraza.

"No es una maceta, es una de mis serpientes" Se reveló que lo que decía era cierto cuando la planta; la cual tenía un aspecto circular, comenzó a retorcerse hasta desenvolverse demostrando que efectivamente, era un serpiente con un camuflaje de arbusto.

"Increíble" Lejos de parecer asustado por un animal que podría matarlo de una mordida, Naruto parecía más bien maravillado ante el aspecto de la serpiente.

El animal siceo en forma aprobativa indicándole a su dueña que le gustaba el chico, ese acto provocó algunas risitas de parte de ella.

"Dejando ese tema atrás..." La actitud relajada de la muchacha cambió hacia un tono más serio, mostrándole a Naruto que la conversación que seguiría era importante.

Eso causó que el entusiasmo del rubio por la serpiente se diluyera, su postura se volvió más rígida casi de forma inconciente.

Se mentiría a si mismo si decía que no estaba nervioso por la respuesta que recibiría ¿De verdad iba el Hokage a ayudarlo o lo mandaría de regreso a la calle? Se sacudió internamente para despejar sus pensamientos, no era hora de perderse en sus cavilaciones, tenía que prestar atención.

"Resulta que hablé con el Hokage..." Declaró con un tono suave; al percatarse que tenía la completa atención de él, continuó

"Y él me indico que nos daría un departamento en dónde quedarnos, de hecho lo estás viendo justo ahora" Abrió sus brazos señalando los interiores del hospedaje para enfatizar su punto, no pudo evitar sentirse satisfecha al ver que los ojos del rubio se abrían con incredulidad.

Naruto permitió que las palabras se derritieran lentamente dentro de su cerebro, una vez que finalmente se asimilaron, su rostro se iluminó como una antorcha.

No podía creerlo, el departamento que hace solo unos minutos le parecía como algo inalcanzable en realidad era suyo, tan solo unos momentos atrás había estado soñando dispierto con lo alucinante que sería vivir en un lugar así, imaginándose como sería tener su propio hogar; ahora lo tenía, un lugar al cual pertenecer, una casa propia.

Ese pensamiento hizo que algo hiciera click dentro de su razonamiento, un dato que dejó escapar por la euforia inicial del momento. Se dio cuenta de que Anko nunca dijo que el departamento le pertenecía; no, ella más bien utilizó el 'Nosotros' hablando en plural.

"¡Espera! ¿Quieres decir que vivirás aquí? ¿Te quedarás conmigo?" Intentó que su voz no sonara tan emocionada por la idea, pero falló rotundamente.

No quería parecer tan esperanzado, pero se le hizo imposible, así que decidió dejar de intentar esconderlo.

"Bueno ¿Por qué otra razón habría dos habitaciones entonces?" Anko se sintió aliviada con la reacción del chico, había tenido miedo de que no le agradara el acuerdo o que estuviera renuente a vivir con ella; para su buena suerte, en verdad era todo lo contrario.

La exaltación que él mostró cuando le dio la noticia la hizo sonreír, le gustaba saber que la tenían en tanta estima; se encontró siendo contagiada por su emoción. Él simplemente tenía ese efecto.

"¡Asombroso!" Naruto dejó que su felicidad fluyera mientras cerraba los puños frente a su rostro en señal de victoria. Hace solo unas horas atrás su vida era un asco, pero de repente su suerte terminó dando un giro de ciento ochenta grados.

No, reflexionando más profundamente sobre eso, él sabía que todo esto no fue por cuestión de suerte, todo era gracias a la niña que tenía enfrente. La primera persona que no lo miró de forma despectiva, que no lo ignoró ni rechazó.

"Ohh casi lo olvidó..." Ella volvió a captar su atención. "El Hokage también piensa que sería una buena idea ingresarte en la academia ninja...¿Puedes recordarme cuantos años tenías?"

"Ayer cumplí ocho" Levantó sus manos enseñando cinco dedos en su mano derecha y un solo dedo en la mano izquierda.

"Esos son seis Naruto, no ocho" permitió que su boca se abriera en una forma de 'O' mientras observaba sus manos con asombró.

Ella rio ligeramente al contemplar su estado de perplejidad, aunque internamente estaba algo sorprendida de que él aún no sabía cómo contar correctamente, eso era algo inaudito para la edad que tenía, supuso que los cuidadores del orfanato tuvieron algo que ver con eso; sintió que su odio por esos insensatos aumentaba aún más.

Sin embargo, tuvo que abandonar esa línea de pensamiento cuando recordó algo muy importante. Los niños ingresaron a la academia ninja a los siete años, él tenía ocho, eso significaba que llevaba un año tarde a comparación con los demás chicos de su edad.

No se preocupó demasiado, claramente sería un problema difícil pero no imposible de tratar, el Hokage podía mover sus influencias para que él estuviera en la clase que le correspondía mientras ella se encargaba de ayudarlo en recuperar todas las materias perdidas.

Odiaba estudiar, pero haría el esfuerzo.

Retomó el foco central de la conversación. "Como decía, quizás tengas un año atrasado con tus compañeros de clase, pero no es nada que no se pueda solucionar; aún así, nadie va obligarte a convertirte en un ninja si no quieres serlo, es por completo tu decisión"

"Claro, me apuntó" Ella fue sorprendida por lo inmediata que fue su respuesta.

"Tú eres un ninja ¿No? Bueno, me parece que eres alguien genial, así que también me gustaría ser un ninja" él cruzó los brazos detrás de la cabeza mientras sonreía de forma zorruna.

Anko sintió que su rostro se teñía de rojo por el cumplido tan repentino.

No estaba acostumbrada a recibir adulaciones, de hecho la única persona que la halagó en el pasado fue su ex sensei; lo que hacía que por obvias razones, sus elogios no contaran.

Eso sumado a que él estaba tratando de dar a entender de forma implícita que le gustaría ser como ella, solo hizo que su calor aumentara.

"Si bueno..." Tosió en su mano en busca de recuperar la compostura. "Le informaré al Hokage sobre tu respuesta la próxima vez que lo vea"

La alegría le duró muy poco cuando una mano se posicionó en su cuello de forma inconciente, ocultando la marca de maldición que recibió hace años atrás. Un símbolo de desgracia, una huella que le recordaba todos los días lo quebrada que estaba por dentro, un reflejo de su corazón fragmentado, una cicatrices en su piel, una pesadilla que la perseguiría por siempre.

Su más grande error.

Su mirada cayó al suelo; volvió a analizar las palabras del rubio pero esta vez desde otro punto de vista, la hicieron feliz, pero también provocaron que los malos recuerdos florecieran una vez más en su mente. La incertidumbre volvió a asaltarla, sus miedos regresaron con toda su fuerza, comenzó a reeplantearse su decisión ¿Fue correcto aceptar este trabajo? Las dudas comenzaron a carcomerle.

¿Y si ella no era suficiente? ¿Y si el rubio tenía una percepción equivocada de ella? ¿Qué tal si no terminaba cumpliendo con sus espectativas? ¿Él se alejaría cuando conociera quien era en realidad?

"Anko..." Él debió percatarse de su preocupación ya que se apresuró a sacarla de su tren de pensamiento.

Naruto observó que las emociones de la niña cambiaban de un estado alegré a uno de deprimido de forma repentina; eso lo desconcertó, lo preocupó.

Nunca creyó que ella podría llegar a lucir un rostro tan angustiado, una mirada tan afligida; llena de soledad, dolor. Eso le desagradó, no le gustó en lo más mínimo, esa mueca de inseguridad no encajaba con sus delicados razgos, no quedaba bien en su bello rostro, sus suaves facciones no deberían verse envueltas en una sensación tan horrible como lo era la tristeza, fue algo tan impropio de ella, tan ajeno.

Quería verla sonreír de nuevo; sintió que una necesidad casi implacable crecía dentro de él, deseaba que su alegría inicial regresara, anhelaba que ella pudiera ser feliz otra vez. Era tan reluciente, tan resplandeciente, tan bribante.

El jubiló de la niña lo cautivaba, era tan radiante que no pudo evitar sentirse maravillado. Ella debería ser así siempre, debería sonreír siempre.

Era tan hermosa cuando brillaba.

Haría lo que sea por recuperar esa luz en sus ojos.

"¿Pasa algo?"

Vió que ella dejaba escapar un suspiro mientras se arodillaba para quedar a su misma altura; sus miradas se encontraron, un mar de emociones no habladas fueron transmitidas a través de ese mínimo contacto.

El azul combinaba perfectamente en el color café.

"Mira Naruto..." Ninguno de los dos rompió el contacto visual.

"Cuando comiences a conocerme, tal vez te des cuenta que no soy lo que piensas que soy. Y no quiero que tengas una imagen distorsionada de mi, con el tiempo verás que tengo muchos defectos, soy ruidosa, agresiva, tengo gustos extraños y no sé cómo tratar a las personas"

Ella permitió que sus miedos fluyeran, dejándolos expuestos para él los mirara, abrió su corazón para expresarle su más grande temor.

Soledad, fue el pan de cada día desde que tenía uso de memoria; le dolía tanto, no tener nada, no tener a nadie, solo este sentimiento de vacío, este infinito abismo que la devoraba por dentro.

Le aterrorizó la idea de que el niño se alejara de ella una vez que conociera su verdad, que la repudiara una vez que viera sus cicatrices, que la rechazara como todos los demás, que a él no le gustara la verdadera Anko.

Sus aflicciones, sus penas; la sangre que brotó de su herido corazón, sus miedos, inseguridades; las huellas de sufrimiento marcadas en su piel ¿Él podría aceptarlo?

No quería volver a ser desechada.

"Por eso es que quiero advertirte, no me conocés, puede que no te guste cuando lo hagas"

Durante toda su diatriba, él ni siquiera parpadeó, se mostró impasible durante todo el proceso.

Sin que ella lo supiera. Él se sintió feliz, la alegría burbujeo en su pecho, no lo demostró, pero internamente estaba tan contento; sabía que eso no era correcto, deleitarse en el dolor ajeno estaba mal.

Pero se le hizo imposible no hacerlo cuando una verdad le fue revelada.

Ambos eran iguales, compartieron la misma mirada, una que hablaba de incontables años de sufrimiento, de soledad, de tormento. Los dos conocían mejor que nadie lo que era vivir en angustia; una existencia plagada de desesperanza, desilusiones.

Dos almas desquebrajadas, dos fragmentos destrozados de lo que antes era un corazón, dos espíritus que vagaban solitariamente por las tinieblas.

Una mansión oscura, sucia, desaliñada. Creyó que vivía solo en este lugar, pero se equivocó, ella siempre estuvo delante de sus ojos, esperándolo.

Eran tan similares, le fascinó porque ahora sabía que no estaba solo en el mundo; tenía a alguien, alguien igual a él.

Añoraban tanto el calor de una familia, anhelaban tanto tener a alguien en quien apoyarse, deseaban que esta soledad se terminara.

Tanto dolor acumulado, él pensó que tal vez podrían compartirlo.

"Eso no importa..." Su tono de voz no dejo espacio para las dudas. "Lidiaré con eso cuando llegue el momento"

Ella negó con la cabeza ¿A caso el rubio no presto atención a lo que dijo? Aún era joven, existía la posibilidad de que él no la hubiera entendido.

Era una tonta al desparramar sus sentimientos así nada más, se equivocó ¿En qué estaba pensando?

"Naruto, no es tan faci..."

"¡Si lo es!" Fue tomada con la guardia baja cuando él la interrumpió tan abruptamente.

"¡Eres la primera persona en mi vida que me trata con amabilidad, que no me mira como si fuera una apeste! ¡Qué no me aparta como si fuera una enfermedad! ¡Eso ya te hace diferente y más increíble que todos los demás!" Sus ojos se abrieron cuando lo escuchó gritar con tanta ferocidad.

"¡Dices que no sabes tratar a las personas pero eres la única persona que me a tratado bien en toda mi vida! ¡¿Así qué a quién diablos le importa si eres agresiva, ruidosa o tienes gustos extraños!? ¡Para mi eres y seguirás siendo alguien genial!"

Esas palabras salieron con una convicción tan férrea, trasmitieron tantos sentimientos que ella se quedó en completo shock. Una sensación extraña creció en su pecho, su boca se abría y cerraba pero nada salía de su garganta, su voz desapareció por completo.

Se quedó totalmente sin habla.

No estaba segura de qué estaba sintiendo en estos momentos, sus emociones eran un desastre tan confuso como su expresión lo hacía ver.

Una bruma tan espesa invadió su mente, impidiéndole comprender de que forma debería reaccionar, era incapaz de percibir en qué dirección estaban yendo sus sentimientos, qué era lo que eso significaba.

Eso fue hasta que la primera gota cayó de sus ojos y unos brazos se envolvieron alrededor de su cuello.

Allí fue cuando finalmente comprendió.

"No creó que los defectos que puedas llegar a tener terminen cambiando lo que pienso de tí..." Las palabras del niño la llenaron de calidez, sus brazos la sostuvieron de forma gentil. "En verdad... ¿Soy yo el que tiene una visión distorsionada de ti, o eres tú la que se niega a ver lo valiosa que eres?"

Se sentía cálido, no se comparaba a ningúna otra sensación que hubiera experimentado antes, era como un fuego abrasador que quemaba sus extrañas, como las llamas de un purgatorio que buscaba reducir en cenizas hasta el último de sus miedos.

De forma casi inconciente, ella se encontró devolviendo el abrazo, quería obtener más de ese calor como fuese posible, deseaba perderse aún más en esa sensación, refugiarse allí, nunca más volver a salir.

No recordaba que alguien la hubiera abrazado antes, ni siquiera cuando era una niña, se sintió bien.

Como si una parte de tí que se había perdido hace mucho tiempo finalmente fuera encontrada, como si la pieza faltante de un rompecabezas al fin encajara en su lugar.

La cascada se rompió, las lágrimas fluyeron libremente cuando la venda cayó de sus ojos.

Se dió cuenta del grave error que cometió, pasó los últimos años de su vida culpandose por todo, atormentandose con su pasado, admitiendo la responsabilidad de lo sucedido.

Pasó años diciéndose así misma que la traición de su sensei sucedió por su culpa, que si tan solo ella hubiera hecho las cosas diferente, nada de esto habría ocurrido.

Si su inteligencia fuera mayor, si su fortaleza fuera mayor, si su astucia fueran mayor, ese hombre nunca la habría manipulado.

Esos reproches constantes terminaron convirtiéndose en algo rutinario hasta que sin darse cuenta, comenzó a volverse cada vez más insegura.

No dejó que nadie más se acercara, no solo fue por miedo a ser traicionada, sino también, porqué creía que ella no valía la pena.

Era una herramienta desechada después de todo ¿Quién iba a querer estar con alguien cómo ella? ¿Quién iba a tolerarla? No era nada más que una estúpida vocazas traumatizada por su pasado, una kunoichi con poblemas de carácter que lo único que tenía para ofrecer era un corazón roto.

Nadie deseaba tener a alguien así a su lado; moriría sola, nadie se quedaría junto a ella, nunca sería amada, simplemente no valía la pena.

Ella se repitió eso tantas veces que terminó creyendo que era verdad.

Pero todo eso se derrumbó en tan solo segundos. Sus inseguridades fueron sanadas con un abrazo, sus cicatrices besadas por el fuego, un aliento de vida sopló sobre su alma, reavivando su esperanza.

Se permitió llorar en el hombro del rubio, desahogó todas sus penas junto a él. Tantos años de soledad, tantos años de dolor, tanto sufrimiento almacenado dentro de ella; lo dejo ir todo, sintió que una piedra demasiado pesada caía de sus hombros.

Sus labios maldecían, se reprochó a si misma por ser tan tonta, por llegar a creer una mentira tan estúpida, blasfemó el nombre del bastardo que la hizo pensar de esta manera.

No necesitaba la aprobación de un lunático, psicópata para sentirse suficiente; ella era única, espectacular, extraordinaria, si todo el mundo pensaba lo contrario entonces todo el mundo podía joderse.

El niño fue capaz de ver a través de su máscara, vió quien era ella en realidad; sus ojos la encontraron en el abismo, sus brazos la atraparon en la oscuridad, la trajo de regreso a casa. Si él era el único capaz de apreciarla, entonces estaría contenta con eso.

Ella se separó del abrazo para poder limpiar sus lágrimas. Fue algo vergonzoso derrumbarse así frente a un simple niño, pero ella sabía muy bien eso no era del todo cierto; él no era alguien normal, no era alguien ordinario, simple no era una palabra que lo describiera.

Él rompió su tapadera, su mirada atravesó su alma, la leyó como un libro abierto ¿Qué clase de niño sería capaz de algo así? Él era especial, alguien único, la salvo de las tinieblas, le gritó a su alma que despertara.

Su pequeño héroe.

Se sentío mucho mejor ahora, su resolución se volvió mucho más fuerte, la neblina se alejó de su mente. Fue como quitarse un peso de encima, la sensación que oprimía su pecho desapareció; alivió, consuelo, por primera vez en años se permitió sentirse completa de nuevo.

Todo fue gracias a él, esa pequeña mancha rubio que apareció en su vida para vociferar en su rostro que ella estaba equivocada.

Pasillos estrechos, pasadizos oscuros. Pensó que esta mansión estaba abandonada, pero se equivocó, él siempre tuvo allí, esperandola.

"¡Si alguna vez le cuentas a alguien sobre ésto voy perseguirte por todo el pueblo con mis serpientes!"

Su amaneza fue inofensiva, no hubo calor detrás, era difícil actuar intimidante cuando tu rostro era una combinación de risas y lágrimas.

Se pregunto por qué estaba riendo, por qué se sentía tan feliz, una hermosa sensación creció en su pecho; no pudo detenerlo, tampoco lo estaba intentando.

Él ni siquiera registro las palabras, sus ojos fueron atraídos de forma ignotica hacia la niña que reía tan despreocupadamente. Sintió un cosquilleo en su estómago, un escalofrío agradable recorrió su espalda.

Le gustaba ese sonido, fue como música para sus oídos, una melodía perfecta, una orquesta inimaginable, su voz fue como una caricia al alma, lo conmovió.

Ella tenía una sonrisa hermosa, era un tesoro sagrado que debía ser cuidado con suma delicadeza. Él se encargaría de protegerlo con su vida, se prometió a si mismo que no permitiría que la tristeza volviera a tocarla.

Desánimo, inseguridad, tristeza, no eran rasgos que encajaban con ella, no eran dos factores que pudieran coexistir juntos; iba a eliminarlos por completo, los arrancaría de raíz para que nunca más volvieran a molestarla.

Juró bajo el armonioso sonido de esa canción; no dejaría que ese brilló volviera a apagarse, su luz no se extinguiría nunca, lo defendería hasta su último aliento.

"Naruto..." Ella finalmente encontró sus palabras. "Gracias" Palabras simples, pero con un gran significado detrás.

"No hay problema..." El cruzo los brazos detrás de la cabeza. "¡Somos amigos!" Sonrió de esa forma zorruna que solo él sabía.

La pelimorada sintió que sus ojos se abrían. 'Un amigó' sonaba muy bien. Sus labios se torcieron de forma involuntaria, le emocionaba la idea.

"Si, amigos" Ambos se miraron bajó la luz del amanecer, diciéndo todo y a la vez nada a través de ese contacto.

Tantas cosas por decirte y tan pocas salen de mis labios. Deberías aprender a leer mis ojos cuando te miro _ Frida Kahlo.

XXXXX

Akairy Amane era una mujer mayor de cincuenta años que nació con un único talento en su vida.

Tenía una habilidad extraordinaria en la cocina.

Por esta misma razón es que ella no tuvo la necesidad de pensarselo dos veces cuando se le presentó la oportunidad de abrir su propio restaurante.

La competencia que recibió en sus inicios por parte de los demás locales fue más que implacable. Muchas veces sus sueños fueron empujados al borde del acantilado cuando su negocio fue acorralado contra las cuerdas, no fue tarea nada sencilla mantenerse a flote.

Pero ella nunca se rindió. Siguió buscando más estrategias, coleccionando nuevas recetas, llegando al estómago de más personas, transmitiendo alegría a través de su cocina, cautivando los corazones gracias a su toque mágico.

Su paladar tenía un talento nato para percibir los sabores correctos, sus manos bendecidas a la hora de sasonar los alimentos, fue solo cuestión de tiempo para que su clientela aumentara cada vez más.

Pero lo que verdaderamente hizo que ella saltara al estrellato, la razón por la qué fue conocida conocida en toda la aldea.

Fue gracias a su receta secreta de palillos de dango, los cuales fueron considerados como los mejores de toda la tierra del fuego. Su restaurante se ganó el respeto de toda la población y ella recibió el título de 'La mágica'

Pero nada de esto hubiera sucedido sino fuera por su cliente número uno, la chica que ayudó a mantener su negocio a flote incluso en los momentos más difíciles; su incontrolable apetito muchas veces le sirvió de apoyo para pagar los vulominosos gastos que requería el restaurante.

Por esa misma cuestión es qué; cuando esa misma chica apareció en su restaurante siendo acompañada por un niño rubio, el cual demostró tener un apetito sorprendentemente superior al de ella, Akairy no pudo evitar que los signos de dólar aparecieran en sus ojos.

"¡Está buenísimo!" Anko y Naruto gritaron al mismo tiempo mientras se abrían paso a través de su desayuno como si sus vidas dependieran de ello. Eso les valió varias miradas llenas de nerviosismo por parte de los demás clientes, los cuales se sintieron asustados ante tal exhibición.

Contrario a lo que uno podía creer, visitar el restaurante no fue la idea inicial que tuvieron para el comienzo de su día.

Anko intentó preparar un desayuno para los dos, pero solo bastó una cucharada de su comida para dejar muy en claro que las habilidades culinarias que poseía no eran las mejores, por no decir que no tenía ningún tipo de conocimiento sobre cocinar.

De esta manera es que terminaron en las puertas del local con el objetivo de saciar su hambre; provocando que la mujer mayor se viera obligada a hacer un esfuerzo inhumano para cubrir la enorme cantidad de comida que estaban consumiendo, sus articulaciones desgastadas protestando en el proceso.

Cada vez que un plato salía de la mesa otro entraba inmediatamente para reemplazarlo.

Pescado, arroz y sopa de miso, Naruto juraba que nunca antes obtuvo un desayuno tan delicioso como éste.

En el orfanato solo recibió lo necesario para sobrevivir; además, el sabor siempre fue algo horrible, simple en el mejor de los casos.

La comida de Akairy era totalmente diferente, tenía un toque mágico que hizo honor a su apodo; la textura, el sabor, los condimentos, su preparación, todo fue colocado en el punto perfecto.

"Podría comer esto todos los días" Su comentario le saco algunas sonrisas a la anciana.

La primera impresión que tuvo al verla, fue de incertidumbre. Anko había insistido que conocía a la mujer desde que era una niña, le dijo que estaba completamente segura de que ella no lo trataría como los demás aldeanos, sin embargo eso no hizo mucho para calmar sus nervios.

Pensó que la anciana lo miraría con odio, que explotaría en un ataque repentino en contra de él, que le gritaría improperios mientras lo echaba del restaurante; se preparó para lo peor.

Sin embargo, nada de eso paso.

Ella le sonrió tan dulcemente como solo una madre podría sonreír, luego lo invitó a pasar en un gesto de cordialidad para después preparle la comida más única que probó en el mundo.

Se alegró mucho al saber que Anko no se equivocaba con respecto a la mujer.

Sin que él fuera conciente de ello. Akairy lo reconoció apenas verlo, lo supo con una simple mirada, estaba al tanto de quién era él, también sabía exactamente que era lo que portaba en su interior.

Aún así ella no era tan tonta como para pensar que el muchacho era el zorro de las nueve colas, tampoco lo culpó por absolutamente nada, en su lugar, ella creía que él no era nada más que otra víctima en todo el asunto.

Él fue quien terminó siendo sacrificado después de todo, sellaron al monstruo en su interior para proteger a los aldeanos, para proteger a todos los habitantes de la aldea.

Su padecimiento le dio vida a los monos que ahora lo torturaban.

Fueron estúpidos. El niño los protegía a diario, se encargó de mantener el demonio a raya, pero al final su sacrificio fue recompensado con escupitajos en la cara.

Eso le hizo hervir la sangre, se aseguraría de que ninguno de esos idiotas pusiera ni un solo pie en su restaurante.

Si alguien deseaba probar su comida, entonces también tendrían que soportar al rubio o ella los echaría.

"Anko hoy estás ordenando más de lo normal ¿Crees que vas a tener el dinero suficiente para pagar todo esto?" Ella sudó al precenciar la montaña de cuencos acumulados encima del mostrador.

No creía que la chica tuviera el nivel monetario suficiente para pagar por todos ellos, incluso tomando una cantidad razonable de misiones rango D, sería difícil cubrir el gasto.

"¡No te preocupes! ¡Todo cae a la cuenta del anciano!" Eso explicaba todo, sintió pena por el Hokage, sin duda sus ingresos sufrirían un fuerte golpe.

"El Hosage es muy amable al dejarnos ordenar tanta comida" Naruto colocó su cuenco vacío sobre el mostrador, su mueca complacida indicaba que estaba saciado.

"Hokage" Anko lo corrigió.

"Lo que sea" Ella soltó algunas risitas cuando vió que él sacaba la lengua en una rabieta infantil.

"Parece que los dos finalmente están llenos, casi creí que no la contaba" El comentario de Akairy fue respondido con expresiones nerviosas por parte de ambos.

La anciana utilizo su antebrazo para secar el sudor de su frente, hizo una nota mental para estar mejor preparada la próxima vez que regresaran.

Si volvían a tomarla por sopresa como pasó hoy, no viviría para contarlo.

"Bueno..." Akairy volvió a hablar. "Estabas diciéndome que el pequeño Naruto aquí va a iniciar en la academia ninja" El rubio se animó al recordar la noticia.

Se estaría convirtiendo en un aspirante a ninja; entre todo el ajetreo de la mañana, su posterior conversación con Anko y su visita al restaurante, había terminado olvidandose de ese detalle en específico.

"¡Cierto! Anko, dime ¿Cómo es la academia ninja?" No pudo evitar lucir espectante ante la respuesta.

Anko lo pensó un poco, recuerdos de su niñez asaltaron su mente, la hizo sentir algo nostálgica.

Su nostalgia le duró muy poco cuando recordó lo malditamente aburridas que eran las clases.

"Lo más importante en la academia ninja es sobrevivir al inició. Durante los primeros años te enseñan sobre lectura, escritura, matemáticas, ciencia, greografia..."

Naruto sudó frío mientras escuchaba como ella enumeraraba todas la materias que estaría recibiendo.

De repente ser un ninja no sonaba tan genial como al principio. El solo hecho de pensar en libros lo mareó.

"Y si logras sobrevivir a ese infierno, entonces serás premiado al recibir las cosas realmente interesantes. Durante los últimos años los estudiantes suelen ser adiestrados con conocimientos ninja básicos. Desbloqueo de tus bobinas de chakra, también te enseñan a cómo moldear el chakra. Conocimientos sobre Gentjutsu, Ninjutsu y Taijutsu, fabricación de trampas, manipulación de instrumentos ninja, tácticas de sigilo y infiltración"

Ella se complació al ver que el entusiasmo del niño regresaba con toda su fuerza, estaba casi saltando de la silla en este punto.

"No parezcas tan emocionado..." Ella decidió que burlarse un poco no tenía nada de malo

"Primero tienes que aprender a contar antes de tan siquiera pensar en ser un ninja" le dió un ligero golpe en la frente para enfatizar su punto.

Tuvo que llevar una mano a su boca para contener la risa cuando observó que él reaccionaba enfurroñandose en si mismo, su expresión se convirtió en una mueca agria.

"¡Ja! Muy graciosa" A pesar de estar enojado por las burlas hacia su corto conocimiento de los números, Naruto se encontró dándole la razón a ella en algo.

Antes de convertirse en un ninja, primero tenía que arreglar su educación académica. No sabía cómo leer, los números tampoco se le dieron extremadamente bien, sus conocimientos generales eran un desastre.

Pero eso no fue su culpa, los instructores del orfanato siempre hicieron todo lo posible para frustrar su enseñanza, de hecho todo lo que sabía lo aprendió por cuenta propia.

Se pregunto si eso le sería suficiente para ingresar a la academia ¿Sería lo suficientemente listo para pasar todas sus materias? ¿O terminaría reprobando y decepcionando a Anko?

"No te preocupes por eso Naruto..." Akairy intervino en la conversación con una dulce sonrisa que envío escalofríos por la espalda de la pelimorada.

Conocía esa sonrisa bastante bien, la anciana la ultlizaba cada vez que estaba a punto de decir algo extremadamente vergonzoso sobre ella.

"Akiri..." Fue interrumpida antes de que pudiera intervenir.

"Tal vez no lo sepas, pero Anko fué una estudiante pésima durante su tiempo en la academia..." La anciana se acercó a la oreja del rubio como si estuviera contando un secreto. "De hecho ella reprobó tres veces el examen de graduación"

Naruto sintió que sus ojos se abrían en estado de shock cuando recibió la nueva información.

Nunca imaginó que Anko era tan mala en lo académico; claro, ella no parecía para nada el tipo de chica estudiosa, pero esto superó sus espectativas por mucho.

Su sorpresa rápidamente se convirtió en satisfacción al contemplar que los papeles entre él y la chica fueron invertidos.

"¡Akairy!" Anko lucía muy consternada al ser expuesta de esa manera.

¡Ella no perdió esas pruebas por qué fuera tonta! ¡Simplemente eran tan aburridas que nunca pudo reunir la motivación suficiente para esforzarse en pasarlas! O al menos esa era la excusa que siempre utilizaba.

"Debiste verla cuando tenía clases de historia..." Su horror se incrementó cuando vió que la anciana no tenía intenciones de detenerse, haciendo oídos sordos a sus quejas.

"Ella siempre se saltaba esas clases, durante las mañanas podías ver a los maestros chūnin de la academia correr detrás de ella mientras gritaba cosas como... ¡No me llevarán nunca malditos estúpidos!" Akairy agitó sus brazos de forma exagerada al mismo tiempo que su tono hacía una imitación de como sonaría la voz de la niña.

El rubio estalló en carcajadas cuando su mente fue bombardeada con una imagen en dónde una Anko mucho más joven corría desesperadamente por todo el pueblo mientras escapaba de una muchedumbre de ninjas.

Al parecer las clases de historia no eran lo suyo.

La pelimorada dejó caer su cabeza sobre el mostrador generando un ruido sordo cuando su frente chocó contra la madera, intentó esconder su vergüenza como solo un avestruz podría hacerlo.

Casi podía jurar que escucho como su dignidad se rompía lentamente. "Se nota que estás disfrutando esto" Su voz fue amortiguada por el mostrador.

"¡Oye...!" Akairy protestó. "Fuiste tú la que se burló del chico porqué no sabía contar, bueno, dos pueden jugar ese juego" Se cruzó de brazos mientras compartía un guiñó de complicidad con el rubio.

"Pero eso es diferente ¡No es justo!"

"Eres una Kunoichi, la palabra justo ni siquiera debería estar en tu vocabulario..."

Naruto sintió que las comisuras de sus labios se torcían hacia arriba cuando las dos femeninas comenzaron una discusión.

Algo en toda la situación tenía un aire ¿Hogareño?

Fue un cambió de aires muy remarcado, pasar de vivir en la calle a tener una casa, pasar de estar solo a tener dos amigas, pasar de tener un estómago vacío a estar saciado, pasar de tener un aspecto deplorable a una apariencia más presentable.

Su ropa vieja fue reemplazada por una nueva. Su torso fue cubierto por una camisa de malla metálica con mangas largas, la cual permanecía oculta debajo de una playera de color negro con bordes rojos en sus mangas y cuello. Unos shorts grises y unas sandalias shinobi negras; para finalizar, portaba unos calentadores de red que abrazaban sus pantorrillas.

Se dió cuenta de que a Anko le gustaba mucho ese tipo de ropa.

También se ducho, por lo que su figura ahora parecía mucho más cuidada, su tez lucía más limpia sin toda ese barro y basura cubriéndolo.

Fue un baño real, no fue como esas sesiones de aseo improvisadas en los lagos del bosque; tenía una ducha de verdad, una que podría utilizar todas las veces que quisiera, ya no tendría que oler a basura todo el tiempo.

Pudo probar los platillos de Akairy que bajo su persección, era la comida de los dioses. Comida de verdad, no como las sobras que solía recoger de los basureros. Nunca más tendría que alimentarse con las sobras de las demás personas, ni robar para sobrevivir.

Él tenía una amiga, tenía a Anko, ya no estaba solo... En su mente todo se sentía tan surrealista; su vida dio un cambio radical de la noche a la mañana. No pudo evitar preguntarse que le depararía el futuro ¿Qué seguía de ahora en adelante?

"¿Qué estaremos haciendo hoy?" Por algo tenían que iniciar, era mejor ir paso a paso.

Su voz interrumpió la discusión de las dos mujeres. Anko tardó unos segundos en procesar la pregunta, una vez que lo hizo, llevo una mano a su mentón mientras tareareaba pensativamente.

"De hecho pensaba comprar algunas cosas para el departamento, conseguirte más ropa, también algo de comida para mis serpientes" Explicó cuál sería el plan que estarían realizando por el resto del día.

"¿Podemos comprar cosas para mí habitación? Me gustaría adornarla un poco"

A ella le gustó el brillo que adquirieron sus ojos cuando él le hizo esa pregunta. Se veían tan rebozantes de vida, llenos de tanta ilusión; fue incapaz de negarse.

Sonrió cariñosamente. "Claro que podemos" Si fuera posible, sus ojos parecieron iluminarse aún más.

Era tan brillante.

Se sintió atraída por su mirada casi de forma hipnótica, tenía que admitir que le gustaban sus ojos azules.

El bramido de la olas resplandeciendo con agua cristalina, un océano inagotable. Fue una vista hermosa, le fascinó.

/

"Fue un día largó" Anko se dejó caer sobre su cama, rebotando ligeramente sobre el colchón cuando los resortes fueron aplastados.

La luna se alzó en los cielos, las estrellas iluminaron la oscuridad de su manto; la noche era añeja, pero ella no quería dormir.

Aún no, su mente estaba demasiado ocupada en estos momentos, reflexionando sobre el transcurso de su día, sobre cierto rubio que reposaba en la habitación de al lado.

Naruto, el chico resultó ser alguien muy interesante por decir lo menos. Se sorprendió cuando se encontró sonriendo involuntariamente, los recuerdos de esa mañana regresaron a su cabeza.

Sus palabras realmente lograron alcanzarla, nunca habría imaginado que el rubio sería tan audaz como para gritarle de esa manera, en definitiva, era una caja de sorpresas ambulante.

Una muy agradable.

A medida que transcurría el día, se dio cuenta de que en realidad, el rubio era alguien muy inteligente. Todo lo que ella le explicó, él lo desmenuzaba rápidamente, lo comprendía al instante.

También era demasiado curioso, haciendo preguntas ocasionales cada vez que algo llamaba su atención, gracias a eso nunca se quedaron sin temas de conversación. Él era un buen oyente, a ella le encantaba despotricar cada que podía, así que no fue una sorpresa cuando terminaron encajando perfectamente.

Pero si algo podía resaltar de él, sin duda eso fue su imperactividad la cual fue capaz de rivalizar con la suya, era como ver a dos torbellinos andantes causando estragos por los mercados de la aldea.

Fue muy satisfactorio observar las miradas horrorizadas de los transeúntes cuando se percataron que había nacido un clon de ella en versión miniatura.

Inesperadamente, el rubio pudo llegar a ser tan ruidoso como ella, lo que a su vez provocó qué sus discusiones fueran bastante acaloradas. Ella diría un comentario burlezco sobre algún rasgo en su persona, él contraatacaría con su propio comentario mordaz, para cuando ambos se dieran cuenta, los dos estarían gritándose en medio de la calle mientras se soltaban púas sin cesar.

Aunque tampoco era algo que la molestara; de hecho, fue bastante divertido tener a alguien capaz de seguirle el ritmo cuando se trataba de discusiones.

Resultó que actuar de forma infantil fue bastante desestresante; así que, si, ella también se encontró disfrutando de sus peleas.

Ese pensamiento provocó que reflexionara sobre un dato que estaba dejando por fuera. No había pensando en Orochimaru en todo el día, tampoco le dio importancia a las miradas de odió que los aldeanos les enviaron ocasionalmente.

Era como si el restó del mundo no existiera, era como si ella ya no fuera la dama serpiente, ni tampoco la aprendiz de un ninja desertor.

Juntó a él, ella solo fue Anko Mitarashi.

Se encontró tan exhorta en sus aventuras que no tuvo tiempo de ahogarse en su mísera. No hubo tiempo para el dolor, su sufrimiento se escapó, sus inseguridades se esfumaron, sus miedos desaparecieron.

La oscuridad fue iluminada por ese rayo de sol parlante.

No estaba sola.

Se divirtieron mucho durante el día. Interrumpieron en las tiendas de ropa en dónde ella utilizó al rubio como su maniquí humano, lo obligó a probarse diferentes atuendos y ella tenía que admitir para si misma que él sería alguien bastante atractivo cuándo creciera.

Los dueños de los locales en un inicio se mostraron bastante hostiles, los idiotas intentaron cobrarle una cantidad de dinero absurda por los artículos.

Basta decir que solo hizo falta varios cortes, mordeduras de serpiente y algo de veneno para que ellos desistieran en sus agresiones, por no decir que literalmente se cagaron encima mientras rogaban por sus vidas.

Lejos de parecer alterado por esa muestra de brutalidad, Naruto estaba más asombrado que otra cosa. Le dió una mirada llena de tanta admiración que ella no pudo evitar sentirse orgullosa de si misma.

Era otra cosa que le gustaba de él, nunca la juzgó.

Luego de eso, su aventura prosiguió con ellos interrumpiendo en el bosque de la muerte en busca de comida para sus serpientes.

Ella le enseñó como cazar jabalíes, fue solo lo básico y era torpe al principio, pero como ya había dicho antes, él era inteligente, aprendía muy rápido.

Se sorprendió gratamente cuando al caer la tarde; él consiguió atrapar a uno de los animales con un lanzamiento de kunai excepcional, demostrándole que también estaba dotado con una muy buena apuntería.

Caja de sorpresas.

Cuando la noche se hizo presente, sus travesuras llegaron a su fin pero no antes de realizar una última tarea.

Decorar el cuarto de Naruto.

Sintió que su corazón daba un vuelco al ver como esa mancha rubia estaba prácticamente burbujeando de alegría mientras ambos adornaban la habitación juntos.

Tapizaron las paredes con diferentes tonos de gris, blanco y negro. Los rollos de papel tenían un estampado con distintas formas de mosaicos, los cuales eran acompañados por figuras de todo tipo.

Colocaron en las paredes cuadros y pósteres, los cuales en su mayoría eran de temática ninja. Hubo algunos cuadros que no tuvieron ningún tipo de significado en específico, solo estaban allí porqué se veían bien.

Cambiaron las sábanas y las almohadas de su cama, optando por nuevas telas de color anaranjado y azúl. Naruto había insistido precisamente en esos colores; ella no era quién para negarselo, mucho menos cuando él le estaba dando esos ojos de cachorro.

Añadieron unos muebles extra, colocaron algunas plantas en ciertos lugares, removieron las cortinas de la ventana por otras.

Su cuarto era ciertamente una representación de su personalidad, podía describirlo con una sola palabra. Impredecible.

Un poco de esto, un poco de aquello.

Nunca serías capaz saber qué haría a continuación. Fue un rasgo que le resultó fascinate.

Su mente volvió a la conversación que tuvieron esa mañana casi de forma inconciente. Naruto había hecho tanto por ella en tan solo un día que no pudo evitar estar sinceramente agradecida con él.

No recordaba haberse reído tanto en años, ni tampoco podía recordar cuando fue la última vez que lloró con tanta libertad.

¿Qué tenía de especial el chico? ¿Cómo podía ver a través de ella tan fácilmente? ¿Fué por qué eran iguales? ¿Fué por qué ambos compartían una carga similar?

Sus cavilaciones fueron interrumpidas cuando escuchó el sonido de quejidos que provenía desde la otra habitación.

Eso no era bueno.

Anko salió de su cuarto, caminó hasta la habitación de Naruto y abrió la puerta ligeramente para comprobar que estaba pasando, lo que vió la hizo fruncir el ceño.

El niño se contorsionaba de forma incómoda mientras murmuraba palabras inteligibles.

Pesadillas, ella supo inmediatamente. Se aventuró dentro de la habitación, sentándose en el borde de la cama y colocando una mano en la frente del niño, estaba sudando frío.

"Shhh, shhh" Ella arrulló al mismo tiempo que acariciaba su cabello.

Recordaba haber experimentado episodios similares después de la traición de su sensei, noches en las que se despertaba gritando y al borde de las lágrimas.

No iba a permitir que él tuviera que pasar por lo mismo. Mientras ella estuviera aquí, no dejaría que sus demonios lo persiguieran.

¿No bastó con arrancarle ocho años de su vida? ¿No bastó con todo el sufrimiento que tuvo que pasar? ¿También tenían que atormentarlo dentro de sus sueños?

Malas noticias, de ahora en adelante, tendrían que pasar por encima de ella si querían tocarlo.

"An- ¿A-Anko?" Naruto abrió sus ojos de forma somnolienta, parecía desorientado, sus sentidos adormecidos.

"Tranquilo, solo era una pesadilla" Ella le sonrió gentilmente sin dejar de acariciar su cabello.

"Qué alivio..." Él habló con una voz distante, demostrando que estaba más dormido que despierto.

"Por un momento pensé que todo había sido un sueño, creí que aún estaba atrapado en el bosque y que tú no estabas allí..."

Ella sintió un nudo en la garganta cuando escucho esas palabras, su pecho se apretó con fuerza al oír el tono de su voz.

Desquebrajado. Sonaba como alguien que estaba destruido por dentro, sonaba como alguien que estaba cansado de tanto sufrir.

Torturas, tormentos, martirios; lucía como alguien afligido, alguien que vió demasiadas cosas, se veía como alguien que acababa de salir del mismo infierno.

Observó los ojos del niño, una vez que lo hizo, se arrepintió de su decisión, el horror se apoderó de ella.

Estaban tan muertos, cahrentes de vida, como si no poseyera un alma, como si su cuerpo no fuera más que un cascarón vacío; un espíritu en ruinas, un corazón devastado, sin un propósito, sin motivos para vivir.

Una mirada totalmente desolada.

Se quedó atónita, no supo que hacer, él se veía tan frágil, como una vasija apunto de romperse en miles de pedazos. Tenía miedo, si no media bien sus palabras podía terminar arruinandolo todo.

Se sintió asustada, no deseaba que su luz se apagara, no quería que su brillo desapareciera, no podía permitir que su luz se desvaneciera. ¿Qué debería hacer? ¿Qué debería decir? ¿Cuál era el camino correcto?

Su incredulidad se triplicó cuando sintió que él se inclinaba más cerca de ella, abrazándola por la cintura y posicionando su cabeza sobre su regazo.

Sus brazos se aferraron a ella como si pudiera desvanecerse en cualquier momento.

"Tú... ¿Tú no vas a desaparecer cuándo despierte verdad?"

Escuchó un crujido, algo se partió dentro de ella, su corazón se desmembró, su alma se hizo añicos.

Ya no era el mismo niño alegre que ella conocía, su sonrisa desapareció por completo; tan débil, tan vulnerable, tan indefenso, tan endeble, como si pudiera disolverse entre sus manos en cualquier instante.

¿Cómo podía él, lucir tan sonriente, fuerte e inteligente, y al momento siguiente sonar como alguien tan quebrantado? Tan pulverizado, sin ninguna razón para seguir respirando.

La devastó verlo de esa forma, se sintió acongojada; su estómago se revolvió cuando se dio cuenta de una cosa. Esa pregunta no fue hecha con la intención de ser respondida.

Él no estaba esperando una respuesta, solo estaba comprobando cuando tiempo faltaba para que esta ilusión se acabara, parecía como si estuviera listo para que todos sus sueños fueran aplastados.

Preparado para lo peor, preparado para que todo desapareciera en un instante. Él creía que nada de esto era real, cuando despertara todo volvería a ser como antes, el abuso, los maltratos, el hambre, el frío.

La soledad.

Él verdaderamente creía que ella no estaría allí en la mañana siguiente.

No pudo soportarlo más.

Ella envolvió sus brazos alrededor de él, acunando su cuerpo con toda la amabilidad que pudo reunir, transmitiendo todo el calor que poseían sus manos, abrazándolo con todo el cariño que aún le quedaba a su debilitado corazón.

Sosteniendolo, negandose a dejarlo ir, negandose a dejarlo caer al vacío.

¿Cómo un alma tan pura podía estar tan rota? ¿Cómo se atrevieron a dañar a alguien tan inocente?

Era un gran chico, con unos ojos preciosos, con una sonrisa hermosa y un corazón el doble de maravilloso ¿Cómo tuvieron la osadía de torturar a alguien así?

No era justo, no se merecía ese castigo, no se merecía el infierno por el que tuvo que pasar.

Lo quería de vuelta, deseaba que ese niño alegré e infantil estuviera de regreso; su corazón se llenaba de felicidad cada vez que lo escuchaba reír, su alma se conmovía cuando veía sus ojos brillar.

Esos mismos ojos que la alcanzaron en la oscuridad, que le demostraron que aún existía esperanza para ella; él la salvó, le enseñó que aún existían motivos para sonreír, que aún no era demasiado tarde, incluso en la noche más oscura el sol siempre vuelve a salir.

Ahora iba a devolverle el favor, ellos apagaron su brillo, pero ella se prometió que lo recuperaría.

No iba a dejarlo caer, lo atraparía en medio de las tinieblas, caminarían juntos por este valle de desolación, nunca más tendrían que estar solos.

"No iré a ninguna parte Naruto, estaré justo aquí cuando despiertes..." Sintió qué el agarré en su cintura se fortalecía. "Quiero que tengamos más días como éste..."

Las lágrimas brotaron de sus ojos.

Los hechos transcurridos durante el día regresaron a su mente, se dio cuenta de que nunca antes estuvo tan cerca de la felicidad.

Recordó lo maravillados que se veían esos ojos azules cada vez que ella hacía o decía algo; no quería que eso desapareciera, no permitiría que esto se terminara.

Deseaba que él siguiera mirándola de esa forma.

"No iré a ninguna parte, me quedaré aquí, contigo"

Una verdad le fue revelada.

Merecían ser felices, tenían el derecho de empezar de nuevo, reescribir su historia.

"Qué alegría..." Él apenas tuvo tiempo de contestar antes de que sintiera que la inconsciencia lo atrapaba. "Me alegra mucho... Oír eso" La sonrisa que partió su rostro antes de quedarse dormido, era un testimonio que narraba la muerte de todos sus demonios.

Ella observó sus delicados razgos a la vez que acariciaba su melena rubia, lo sintió respirar de forma rítmica mientras lo sostenía sobre su regazo.

Los rayos de la luna se asomaron por la ventana, enviando un espectáculo deslumbrante a través de la habitación. Bajo esa nueva luz que inundaba su vida, fue que ella encontró la respuesta para todas sus preguntas.

Ambos podrían encontrar la forma de sanar juntos, se aseguraría de ser su pilar al mismo tiempo que él sería el suyo.

Si ambos estaban solos, entonces compartirían su soledad con el otro. Era algo irónico, como dos almas fragmentadas se unirían entre sí para reparar todas las fisuras que la vida les causó.

Dos corazones rotos bailando bajo el firmamento de la noche, dos vidas que se entrelazan para buscar lo que alguna vez perdieron.

Si el estaba roto, y ella estaba rota, entonces juntos construirían una obra de arte a partir de los pedazos que aún quedaban. Con la sangre que brotó de sus heridas pintarían un lienzo hermoso.

Grabarían un magnífico poema con la tinta de sus lágrimas.

Anko permitió que su cuerpo se deslizara debajo de las sábanas, acostándose junto al rubio y envolviendo sus brazos alrededor de él.

Un suspiro escapó de sus labios cuando sintió ese calor abrasador nuevamente; las llamas serpentearon a través de su piel enviando escalofríos por su espalda, era como si todo su cuerpo estuviera ardiendo. Fue una sensación indescriptible, ella podía acostumbrarse a esto.

"Nunca más estarás solo..." Ella juro mientras sus cuerpos se acurrucaban entre sí, en busca de la cercanía del otro.

Iré a dónde tú vayas, viviré dónde tú vivas. Moriré dónde tú mueras y allí me sepultarán _ Rut 1:16-17.

"Es una promesa..."