10 - Perverso
ALEMANIA
Una semana había transcurrido desde el término del torneo Olímpico, durante ese periodo, el equipo japonés había permanecido en el castillo Jurgens preparándose para el torneo ruso. Sin embargo, había uno de los integrantes que no se encontraba en el área de entrenamiento con su equipo, quienes mantenían una batalla amistosa contra el Gladiador de Glasgow. Se trataba del bicolor, quien en ese momento yacía en el despacho del heredero de los Jurgens, quien le había proporcionado su estudio privado para que pudiera recibir una llamada importante de su tutor. Lo que ignoraba el alemán, es que no se trataba de una reunión convencional, del otro lado del monitor podía apreciarse la imponente figura de un estoico hombre de duras facciones y largo cabello plateado, manteniendo una sería conversación con el bicolor, la cual tenía como tópico los espíritus sagrados de su equipo.
— Quiero esos bits de poder, ¿entiendes lo que quiero decir, nieto? — indicó con gesto sombrío, provocando que el aludido desviara el rostro con orbes oscurecidos
— Ya lo sé... — masculló tratando de contener aquella ira que amenazaba con reavivar viejos recuerdos, en especial sobre su padre.
Susumo Hiwatari
Durante su infancia mantuvo una estrecha relación con su progenitor, quien se dedicaba a la ingeniería de Beyblades, centrándose en construir y mejorar sus estructuras. Sin embargo, cuando Voltaire se percató que su hijo estaba dedicando más tiempo a aquel deporte en lugar de trabajar en la fabricación de nuevos prototipos para la dominación de Biovolt, se desató una fuerte discusión entre ambos, donde su padre Susumo Hiwatari, decidió irse, perder su posición como heredero de las Empresas Hiwatari y dedicarse de lleno al beyblade, abandonando a su esposa e hijo en el proceso. Después de este hecho, Kai empezó a odiar a su padre, en especial a aquel deporte que tanto amaba, pues fue por el que lo abandono. De ahí nacieron las rayas azules que portaba en el rostro, aquella rebeldía que comenzó a surgir en él.
Tras la partida de Susumo, fue condenado a complacer los planes de Voltaire, quien trabajaba desde las sombras utilizando algún títere que haga el trabajo sucio por él, en este caso, su propio nieto como un arma de dominación. La meta de su abuelo era capturar los espíritus sagrados, por esa razón había participado en el torneo japonés, nunca esperó que se tratara de un campeonato por equipos, el plan inicial era infiltrarse en la BBA, ser el campeón mundial y robar las bestias bit más fuertes que encontraran. Esto sería cuando su abuelo le dé la señal, en ese momento entregaría la información de los espíritus sagrados más poderosos, ignoraba cómo las hurtaría su abuelo, lo único cierto, es que debía estar preparado para entregar las bestias bit de su equipo. Sin embargo, pese a su odio y deseos de venganza, había algo que lo inquietaba.
Los Bladebrakers...
Tratando con los miembros de su equipo, comenzó a replantear los planes de Voltaire, ¿estaba haciendo lo correcto?, y sinó ¿acaso importaba?. Después de todo ambos obtendrían lo que por años anhelaron, su abuelo poder y él venganza.
— Hasta nuestra próxima reunión, nieto. — se despidió esbozando una sonrisa torcida, desapareciendo en la oscuridad de la pantalla
Dicho esto, el bicolor cerró con brusquedad aquella portátil de tonalidad grisácea. Rusia sería el torneo decisivo en todo sentido, las lealtades se dividirían, malévolas intenciones saldrían a la luz.
Abadía Valkov
En el interior del cuarto de pruebas donde se terminarían las mejoras a Black Dranzer, un hombre de contextura delgada y cortas hebras ébano como la noche, se encontraba experimentando en aquellos reclutas que alcanzaron un nivel intermedio en sus pruebas, era el momento para probar aquel químico en el que tanto había trabajado, su objetivo era crear al soldado perfecto, bloquear toda muestra de humanidad en él.
"¡¡BASTA!!"
Fuertes gritos resonaron en el oscuro recinto, dónde producto de aquella extraña sustancia, cada uno de los reclutas empezó a perder la cordura, intentando a toda costa liberarse de aquellas ataduras que los mantenía inmovilizados de manos y piernas.
— Pronto llegará tu dueño. — esbozó ignorando aquellos gritos, fijando su atención en el oscuro fénix, dedicándole una cálida sonrisa.
"¡¡AYÚDA!!"
"¡¡POR FAVOR!!"
— Ustedes tampoco son lo que busco. — espetó con enojo, observando como algunos habían logrado liberarse de aquellas máquinas, para posteriormente atacarse así mismos con el fin de acabar con aquel terrible dolor punzante en su cabeza, era como si algo los atacara por dentro hasta perder la cordura.
"¡¡PIEDAD!!"
— Sus vidas son controladas por mis hilos — esbozó con desinterés, observando como su blanca gabardina estaba salpicada de sangre, fue en ese momento que se percató que aquellos reclutas habían muerto. Sin embargo, no era algo que lamentar, nadie los extrañaría.
Dicho esto, aquel hombre de gesto calmo procedió a llamar a los celadores, quienes sabían qué hacer en esos casos, los cuerpos inertes serían trasladados al jardín de la abadía, el cual albergaba secretamente un cementerio, muchos lo denominaban "El jardín privado de Zadquiel"
Sí, aquel hombre era Zadquiel Antonov, uno de los principales científicos encargados de la extracción y modificación genética de bestias bit. Sin embargo, también era el encargado de crear un blader lo suficientemente fuerte para contener el temible poder de Black Dranzer, y si este no existía, entonces él mismo lo crearía.
— Que inútil es su existencia. — acotó con falso dolor, al recabar cómo aquellos cuerpos eran sacados del cuarto de pruebas cubiertos por un blanquecino manto, resultaba irónico que su nombre personificara al arcángel de la benevolencia, aquel que acompaña al hombre en sus horas más difíciles; y quizás de cierta forma lo hacía.
Aquel hombre de calmada apariencia era el ser más temible de la abadía, entre los reclutas se decía que incluso había recluido a su propio hijo en un sanatorio, al ser un intento fallido, aunque ignoraban si aquello era cierto.
CASTILLO JURGENS
Recostado sobre una de las columnas de aquel gótico castillo, se encontraba un serio bicolor, quien yacía absorto en sus pensamientos, rememorando lo ocurrido horas atrás con su abuelo y tutor, Voltaire Hiwatari.
"Quiero esos bits de poder, ¿entiendes lo que quiero decir, nieto?"
No pudo evitar gruñir, estaba a un paso de alcanzar sus objetivos. Sin embargo, algo lo perturbaba, no se trataba de su equipo, sino del lugar donde se llevaría a cabo el torneo, ¿Por qué lo inquietaba tanto partir a Rusia? No lo comprendía, pero planeaba averiguarlo, siempre se caracterizó por ser orgulloso y confiado, sentir temor no era aceptable, no cuando estaba dispuesto a sacrificar todo para obtener lo que quería. Nunca le importó aplastar a quien se interpusiera en su camino, así fue como conoció a su equipo. Realmente no disfrutaba del todo el beyblade, hasta que enfrentó a adversarios poderosos, aquellos capaces de igualar o superar el poder de su Dranzer, fue por su equipo que empezó a disfrutar realmente el juego. Por esa razón, siempre se mantuvo a cierta distancia de sus compañeros. Según la ayudante de Judy, él tenía miedo de conocerlos, ya que podrían comenzar a agradarles, lo que eventualmente sucedió, esos vínculos amenazaban con romper aquel muro invisible que había creado.
— ¿Te encuentras bien, Kai? — preguntó la europea acercándose a él, desde la mañana había actuado extraño, siempre era distante. Sin embargo, parecía que algo lo perturbaba, prueba de ello es que no había reparado en su presencia.
Un escueto "uhmm" fue su respuesta, lo que la europea tradujo como un "sí", por lo que tras un hondo suspiro, procedió a cambiar de tema, era evidente que no obtendría respuesta, por lo tanto, no lo presionaría, después de todo tal vez esta era la última vez que se verían, mañana los Bladebrakers partirían a Rusia. Lo último que quería era conservar un mal recuerdo del bicolor, cuya personalidad era intrigante pero extrañamente agradable.
— Tu equipo te busca para entrenar. — comentó con aparente calma para posteriormente delinear una sonrisa maliciosa — Parecen extrañar a su niñera.
Esto causó una socarrona sonrisa en el bicolor, quien comúnmente se adjuntaba el apelativo de "niñera" del equipo japonés, era el capitán, pero con frecuencia terminaba encargándose de sus compañeros, un ejemplo de esto era lo ocurrido en las instalaciones de los All Starz, donde en más de una ocasión se vio obligado a intervenir para proteger a su equipo.
— Debo suponer que se trata de Tyson, ¿verdad?
La europea asintió, no era difícil suponer que aquel alocado azabache era el rival a vencer del bicolor, pese a estar en el mismo equipo, en cada uno veían un reto a vencer, entendía el sentimiento, después de todo era muy similar a la relación que tenía con el centurión de Roma.
— Supongo que lo comprendo — acotó fijando sus profundos orbes cielo en aquel gótico castillo — Todos tenemos un rival a vencer.
Estas palabras llamaron la atención del bicolor, quien no dudó en reparar en la relación entre los hermanos Tornatore, donde el nacer dos minutos antes había marcado grandes diferencias entre ambos, en especial en el lugar que ocupaban dentro de la jerarquía familiar, siendo relegada como la sombra de su hermano, ninguno pudo ver el poder que guardaba, tras su delicado aspecto una gran determinación se ocultaba, pudo ser testigo de ello desde su llegada a Italia, en especial en el torneo Olímpico. Si bien ambos Tornatore mantenían una buena relación, también albergaban una gran rivalidad, uno por mantenerse en la cúspide del clan y el otro por librarse de las penumbras a las que fue confinado. Paradójicamente, aquellos espíritus sagrados que les fueron otorgados para la protección de su Clan, también era aquello que tanto los dividió.
— Siempre he odiado estar bajo su sombra. — confesó atrayendo la atención del bicolor, quien la observaba expectante, sabía se refería al centurión de Roma — Más que mi hermano, era mi rival. — esbozó una inusual sonrisa — aún lo es; pero...— pareció meditar lo que iba a decir — Ya no me impulsa el rencor...eso es gracias a los Bladebrakers.
— Pudiste hacerle frente a Amphilyon. — acotó rememorando lo ocurrido en el Coliseo Romano, especialmente cuando su mítica sirena la protegió — Una bestia bit es tan fuerte como su portador, de no estar a su nivel, jamás hubieras podido contener a Amphilyon.
La europea meditó sus palabras, debía reconocer que incluso tras su inminente derrota en su última batalla con el Centurión, había podido hacerle frente en un momento crítico, no debía olvidar aquello, Kai la había hecho recordar algo importante, "Una bestia bit es tan fuerte como su portador", viniendo del bicolor, aquello podía tomarse como palabras de ánimo, a su manera la alentaba a no rendirse, aduciendo que desde su óptica, tenía buenas posibilidades de derrotar a Amphilyon, estas palabras la hicieron sentir un extraño calor en el pecho.
— Kai... — susurró con un leve rubor en los pómulos.
La europea quiso decir algo más, pero fue interrumpida por la llegada del francés, quien llegó en búsqueda de la ojiazul, aduciendo que los Majestics habían recibido una invitación, ante esto el bicolor procedió a retirarse al salón principal donde se encontraban reunidos. Sin embargo, fue detenido por la suave voz de la europea.
— La próxima vez, quiero enfrentarte. — esbozó con una cálida sonrisa
Ante lo dicho, el bicolor se limitó a marcharse levantando su dranzer con una sonrisa retadora, una que no pasó desapercibida para la europea, en especial para Oliver, quien no pudo evitar mostrar una seria expresión.
Continuará...
