CAPÍTULO 7

La mañana siguiente amaneció muy soleada e iluminaba con su resplandor el cielo matutino. Era maravilloso ver el horizonte desde aquella posición en la popa del barco. Las olas ondeaban con el viento y el aire fresco desprendía un agradable aroma para el olfato aterciopelado de la joven rubia, quien levantaba su mirada con sus ojos verde esmeralda mientras quitaba con sus dedos unos de sus rizos rebeldes en el rostro.

Candy! Que maravilla encontrarte, la verdad es que usualmente no me alegro de hacerlo, pero se supone que somos familia y viajamos tan alejadas una de otra.

Hola Eliza, yo no tengo inconveniente alguno en ser tu amiga. Eres tú quien siempre me rechazas, así que no veo el porque te sorprende que no seamos más unidas.

Ay Candy, al menos por esta ocasión olvidemos nuestras discrepancias. Pronto te casarás con mi primo, y pues nuestros lazos se vuelven más estrechos aunque yo no lo quiera. Además ya somos adultas.

¿Sucede algo Eliza?

No, para nada. Solo quería charlar, ¿sabes? Anoche encontré a alguien muy particular en el festejo de la hija del conde.

¿Así ? Según tú quién es esa persona tan especial -dijo Candy poniendo los ojos en blanco al imaginar que seguro Eliza solo deseaba contarle algún chisme.

Terry Grandchester. Lo encontré anoche. ¿Acaso no lo viste? -inquirio Eliza, intrigante.

A Terry? No - agregó Candy con los ojos bien abiertos por la sorpresa - ¿por qué lo dices? Es absurdo.

Claro que no, si hasta Archie se lo encontró. ¿Acaso no te contó?

No, Archie no me dijo nada al respecto. Supongo que es alguna de tus mentiras Eliza. ¿Dime qué esperas? Por un momento creí que en verdad hablabas de forma honesta cuando me dijiste que querías que fuéramos más unidas. Pero ahora veo que solo buscas incomodarme.

¿Por qué habría de hacerlo? Te afecta en algo saber de él.

¡Por supuesto que no!

¿Entonces? Solo debe bastarte que no te estoy mintiendo, además no ganaría nada con decirte. Es más, ahí viene Archie. Pregúntale si ayer lo vio, seguro y él que mentira será otro.

Al decir esto último, Eliza se alejó de lado de Candy y se fue con el rostro haciendo pucheros de incomodidad. Candy no creía ni una palabra con respecto de Terry, aunque dentro de su alma sentía una especie de incomodidad al oírlo nombrar. Era como si de repente se removieran algunas fibras de su ser.

¿estás bien? ¿Qué pasó con Eliza? Te incomodaba?

No, es solo que vino a decirme incoherencias. Seguro eran unas más de sus patrañas para molestarme.

No le hagas caso, tu conoces como es ella. ¿Pero qué fue lo que te dijo para incomodarte tanto? Estás algo pálida, debió haber sido grave, solo dímelo y le iré a reclamar.

Olvídalo, solo dijo tonterías. Según ella que vio a Terry y tú también.

Archie no pudo evitar pasar saliva por su garganta, de pronto su faz se tornó en seriedad sin una sola expresión. Allí Candy supo que probablemente las incoherencias de Eliza no lo eran del todo.

¿Es verdad?

Si, es verdad Candy. Terry viaja en este mismo barco, anoche lo encontré antes de ir por ti a la borda. Me tropecé con él al salir, pero no quise decirte. Supuse que es parte del pasado. Además supongo que viaja con Susana, a estas instancias seguro ya están casados.

Si, tienes razón Archie. No te preocupes, no me molesta que no me lo hayas dicho. Él es parte del pasado. Además puede andar donde le plazca, nosotros no somos dueños del mundo, era de esperarse que en algún momento volviera a aparecer cerca. Pero como dices, él está con Susana y yo contigo. Cada quien tiene su camino.

La sonrisa burda de Candy, entre risas y melancolía, no le aseguro del todo a Archie que sus palabras fueran sinceras. Él presentía que a ella le afectaba saber de Terry, en verdad le dolía que así fuera. Hubiera deseado evitar esa noticia para ella, ahora solo deseaba evitar que ellos se vieran. Le atormentaba la reacción que Candy pudiera tener.

Pero no habría mucho por evitar, ya que ambas parejas desayunarían en el mismo lugar y ninguno tenía en cuenta que así fuera. Esa mañana también, del otro lado, Terry se acercaba jalando consigo una silla de ruedas, en donde felizmente se asomaba una sonrisa, Susana Marlowe. Feliz y plena al ser llevada por Terry, sin la presencia de su madre. Solo ellos dos disfrutando de una hermosa mañana.

¿verdad que si Terry? - preguntó Susana a su prometido después de una larga charla relacionado con temas triviales de la obra de teatro que tanto gustaba a Susana.

Eh, que… si -vociferó Terry entre tartamudeos, fingiendo haber puesto atención a todo lo que se le había mencionado. Cuando en realidad su mente se encontraba a millas de ahí.

¿Te ocurre algo? Desde que me fuiste a buscar no has hecho más que responder con monosílabos todo lo que te pregunto. Es como si prestaras la mínima atención. Como si nada te importara, estás sumergido en el mundo de tus pensamientos. ¿En qué tanto piensas?

¿Te molestarás de mis pensamientos?

Ay Terry, no me molesta que pienses. Me enojo que no me prestes atención. Dijiste que desayunaríamos, que estaríamos juntos, pero parece que solo estás siendo mi acompañante.

Susana es que….

La mente de Terry volvió a quedarse en el limbo, frente a él y tomada del brazo de un elegante caballero se acercaba la rubia de rizos rebeldes, risueña y con pecas. ¿Cómo olvidar ese rostro? Como olvidar la majestuosidad de su mirada, esa mirada con aquellas esmeraldas adornadas por sus largas pestañas, llena de hermosura, de dulzura. Era ella Candice White, Candy…, su adorada Candy. De nuevo frente a él, pero no estaba sola, el hombre que la acompañaba era Archibald. ¿Pero qué hacía con Candy? ¿Dónde estaba Annie, su esposa? Eso era tan extraño, de momento su mente voló a la noche anterior, donde Eliza Leagan llenó su boca de incoherencias diciendo que ellos se casarían. No, eso no, era imposible.

Era difícil creerlo, ahí estaba nuevamente frente a ella, tan cerca. De nuevo como lo recordaba, repleto de altivez, de gallardía y de imponencia. Era él, Terry, su amado Terry. Aquel hombre al que alguna vez le entregó su corazón. De pronto el mundo se detuvo, era como si no existiera más nadie que ellos dos, a pesar que ahí estuvieran Archie y Susana. Candy sentía tantas emociones juntas, un torbellino de sensaciones, quería correr abrazarlo y preguntarle cómo estaba. Pero otra parte de su ser la obligaba a permanecer inmóvil en donde estaba, aferrada al brazo de su prometido.

De pronto la mágica brisa que los envolvía, se apagó como un estruendo, acompañada de una repentina nube gris que cubrió la embarcación. Ambos se miraron a los ojos y ella fue quien cedió primero a la mirada, para después fugazmente refugiarse en los ojos ámbar de Archie, este tan solo le regaló una sonrisa de empatía y a la vez desconcierto al interpretar los sentimientos que la joven parecía percibir.

De lado de Terry, una mano menuda y blanca se aferró a la suya logrando captar también su mirada y salir de ese momento de utopía en el que se había hallado sumergido.

Hola Susana - se atrevió a romper el silencio Candy. Echando nuevamente un vistazo a Terry- Hola a los dos. Que agradable sorpresa encontrarlos.

Hola Candy, igual es una grata sorpresa para nosotros. ¿Cómo te va? -añadió Terry sin saber qué más podría decir.

Bien, muy bien. Nosotros vamos hacia Escocia. Nos dio gusto saludarles igual. -aseveró Candy con voz nerviosa y presurosa. Buscando evadir miradas, en especial la de Terry que ni por un segundo se había apartado de la suya desde que lo vio. A decir verdad se sentía un poco incómoda con ese momento.

Que bien, ¿y a qué van a Escocia? Claro, si es posible saberlo.

Si… este… vamos a…

En Escocia se celebrará nuestro matrimonio. Candy y yo estamos comprometidos y vamos a casarnos. La tía abuela quiso que allá fuera el evento como petición especial.

Terry abrió los ojos de par en par para mirar a Archie con recelo y desconcierto. De modo que era verdad, pensó. Pero también dentro de su cuerpo comenzó a arder una extraña sensación de fuego dentro, algo entre enojo e ira, demasiados sentimientos juntos que ni él mismo podría explicar. Estaba confundido.

Pero eso no puede ser posible - se atrevió a decir, sin darse cuenta que sin quererlo había externado su pensamiento.

¿Por qué no puede ser posible Terry? Candy es una mujer bella y tiene derecho a casarse con alguien especial como al parecer lo es su prometido -sonrió Susana, feliz con la noticia. Por fin no tendría de que preocuparse, Candy ahora estaba con otro hombre y pronto se iba a casar, por fin se alejaría para siempre de Terry, por fin él tendría que olvidarla.- ¿no es verdad Candy?

Emm…

No lo digo por eso, me refiero a que no entiendo. Archie estás casado con Annie. Yo lo vi, los periódicos lo anunciaban.

Si Terry, es una larga historia. Annie falleció, ella murió hace aproximadamente un año y durante este tiempo Candy y yo nos hemos enamorado.

Terry no podía creer lo que sus oídos percibían, no, eso no era verdad, ella parecía muy nerviosa. Ni siquiera había emitido alguna palabra, lucía muy distinta, diferente de la joven risueña y parlanchina que él conoció. No era posible que se enamorase del esposo de su mejor amiga fallecida. ¿Por qué?

Debemos entrar Archie, tal vez George nos esté esperando para desayunar. Bueno, de nuevo fue un gusto verlos. Con permiso.

Candy y Archie avanzaron al interior del restaurante, dejando nuevamente atónito a Terry quien se sentía inmovilizado de continuar. Aún no se explicaba lo que ocurría, necesitaba con desespero encarar a Candy y preguntarle qué había ocurrido. ¿Era verdad lo de su amor por Archie? Pero qué, porque habría de darle explicaciones, no tenía derecho a hacerlo, Dios, pero que le estaba pasando se sentía desesperado. Encadenado a no poder hacer algo para evitarlo, ahora sentía tal vez lo mismo que ella sintió aquella noche de invierno cuando él decidió quedarse con Susana y dejarla ir bajo aquella triste nevada, sola y posiblemente desconsolada. Si, había sido un cobarde y ahora mismo lo reconoció. Quizás era demasiado tarde.

Terry, Terry, reacciona. ¿Qué ocurre contigo?

Nada Susana, ¿sabes? Quiero ir a descansar.

¿Qué? Pero si no hemos desayunado. ¿Es por ella verdad? Es por Candy. No ya escuchaste que va a casarse con otro hombre. Olvídala de una vez por todas!

Basta Susana! No quiero discutir, solo quiero irme de aquí, entiendes.

Su voz suplicante y sus ojos demandantes denotaban la agonía que vivía en su interior. Susana lo miró con recelo y desprecio al saber que sufría por ella, si, se notaba fervientemente que lo hacía. Era lógico que no lo reconocería, que no aceptaría que aun la amaba y le dolía. Maldita Candy, aun después de tantos años, seguía ahí, impidiéndole ser feliz, arruinando la posibilidad de que Terry por fin se enamorara y entregará plenamente.

No, no tiene por qué ser así, me prometiste que desayunariamos juntos y el hecho de que hayas visto a esa mujer, no lo arruinará. Basta Terry, basta a ti. Basta de ocultar que es por culpa de ella que no has podido estar conmigo como debe ser, que no has querido fijar la fecha de nuestra boda. ¿Qué acaso tenías la esperanza de volver a su lado? Pretendías deshacerte de mí de algún modo para correr tras ella.

No digas tonterías Susana.

No son tonterías, basta de nuevo Terry. Ya fue suficiente, todo este tiempo he sufrido por tu culpa. Que acaso crees que soy feliz sin piernas, impidiéndome actuar como lo hacía. Crees que disfruto de todo esto, soy yo quien sufro mas, por que no solo sufro por ser una discapacitada, sino encima de todo tengo que sufrir por tu amor, por que estás conmigo solo por lastima, por que solo me estás haciendo un favor con seguir aquí. No pedí perder las piernas Terry, lo hice por ti, no me importó perder la vida incluso por ti, no me importaría hacerlo de nuevo si fuera posible y tu qué haces? Solo desagradecer todo lo que he hecho.

Yo no pedí que me salvaras. Hubiera sido mejor perderlas yo, o perder la vida si así era necesario.

Terry! Terry!, espera, vuelve, no puedes dejarme aquí!

Terrence se alejó sin importarle que Susana no llevaba a nadie que la guiará de regreso a su alcoba. En realidad él no estaba pensando con claridad. Su mundo se había desvanecido más por completo. Si, en verdad no se atrevía a reconocer frente a Susana que aun amaba a Candy, se suponía que se había prometido olvidarla. Pero era imposible, y ahora, al parecer ella ya lo había olvidado. Tras el cristal de una de las ventanas al restaurante, se apreciaba la melena rubia de Candy, le sonreía a Archie, parecía ajena a todo lo que se vivía fuera de ese lugar. Odiaba su suerte, y todo lo demás.

Tras esos cristales se hallaba Candice asomando una ligera sonrisa que no imaginaba emitir después de un largo rato de seriedad y silencio incómodo que su prometido decidió suspender, logrando hacerla cambiar de faz.

Que ocurrente Archie. Sin duda Stear era demasiado ocurrente. Lograba hacer sonreír a cualquiera, aunque él pareciera tan serio. Ojalá el tiempo volviera y él pudiera estar con nosotros de nuevo.

Así es Candy, créeme que cada día qué pasa extraño a mi hermano. A veces solo quiero pensar que él está en algún otro lugar del mundo, en donde simplemente no podemos vernos.

Si Archie, igual yo.

Candy tu extrañas todo del pasado, incluyendo a Terry?

No Archie, ¿Por qué lo dices?

Es que desde que lo encontramos tu has estado muy sumergida en tus pensamientos. Es como si el volver a verlo te hubiera afectado.

No Archie, no me afecta ver a Terry. Es solo que…

Significó mucho para ti, lo se. Se también que sufriste mucho esa separación que hubo entre los dos. Aunque no hayas querido reconocerlo.

Es parte del pasado. Terry forma parte de mi pasado, en aquel entonces ambos éramos muy jóvenes. No sabíamos nada de la vida y ambos tomamos decisiones. Y esas decisiones fueron el que él estuviera ahora mismo a donde está. Con ella, con Susana. Ella lo necesita. No miras cómo está esa pobre chica, en silla de ruedas. Ella perdió todo por salvarle la vida.

Esperabas que fuera diferente?, no lo sé Candy, no me lo tomes a mal. No lo digo por incomodarte. Solo que siento que después de tantos años, el verlo nuevamente sería para ti algo sin importancia. Pero…

Lo es, es algo sin relevancia. Terry y yo podría decirse que fuimos buenos amigos, quizás aún podríamos ser amigos. Solo eso amigos, y quizá tome una actitud solo de sorpresa , es todo. Archie si no te molesta, quisiera que cambiáramos de tema.

Claro, discúlpame por ser tan imprudente.

La joven negó con la cabeza y se dispuso a continuar con el plato de desayuno que tenía servido enfrente. Por lo que el joven hizo lo mismo y decidió no emitir palabra alguna al respecto. Pero había algo más que solo sorpresa en Candy. De pronto se sintió receloso de Terry, percibió los mismos sentimientos que tenía cuando estaban en el colegio San Pablo y ella hablaba con tanta emoción de él. Se sentía como un adolescente desconcertado. La verdad es que no quería pensar que ella aún guardará esos sentimientos de anhelo por verlo. Por ver a ese tipo que alguna vez considero su rival.

La noche hizo su aparición y Candy sin poder dormir aun, sin poder conciliar el sueño. Decidió quitarse el pijama y salir de su dormitorio con rumbo a la popa del barco. Quería respirar aire fresco mientras miraba el cielo nocturno y el mar oscuro. Mientras se encontraba erguida abrazándose a sí misma percibió con claridad a alguien pararse a un lado suyo para acompañarla a mirar la profundidad del océano.

¿Tampoco puedes dormir? - le preguntó el hombre que al mismo tiempo decidió cubrirla con su propia gabardina. A lo cual ella sorprendida quiso negarse en un gesto - No, está helando aquí afuera y es mejor que te la dejes puesta para no resfriarte.

Terry, gracias pero no es correcto. Creo que mejor regresaré a mi alcoba.

Candy espera por favor - suplicó el hombre atreviéndose a tomar el brazo de la joven. Ella inmovilizada sintió que no podía continuar su paso. La mano de Terry era tan cálida, tal y como la recordaba. Pero más cálida era su mirada, esos ojos azul profundo, que brillaban con el reflejo de la luna, quién era la única que los iluminaba en aquel punto del barco.

Terry…

No has podido dormir, por que has estado pensando en mi como yo en ti desde que nos vimos esta mañana.

No seas soberbio. Esto no se trata de ti.

¿A no? Entonces no puedes dormir porque piensas mucho en tu prometido Archie y en su próxima boda juntos -fue despectivo.

¿Qué te ocurre?

Si, aun sigo sin entender cómo es posible que te hayas enamorado del ex esposo de tu mejor amiga. Que por cierto ahora está muerta, que oportuno para él, quien siempre quiso estar a tu lado. Ya se le cumplió, por fin el elegante tendrá a la chica.

Basta Terry! Actúas como un adolescente. Hace años que no nos veíamos, no esperaba esa reacción de tu parte. El hecho de que me vaya a casar con Archie o con alguien más, no tiene por qué hacer que te comportes de ese modo. Me ofendes con tus comentarios, no debes, no lo hagas.

La sentencia de Candy hizo que Terry diera un paso hacia atrás y apretara un poco con fuerza su mandíbula, lleno de ira por dentro al saber que efectivamente no tenía ningún derecho a reclamar nada, cuando ambos decidieron seguir su vida y se prometieron ser felices, cada quien por su lado. Pero esa promesa él aún no podía cumplirla, tal vez nunca lo haría. Le calaba que ella hubiera podido olvidarlo.

Lo siento Candy, no se que me pasa. Te pido que me disculpes. Entiendo que ahora eres feliz tal y como lo prometiste y por eso vas a casarte -Candy tragó en seco y poco faltó para que una lágrima rebelde escurriera por su mejilla, por qué hizo hasta lo imposible en guardar ese sentimiento en su interior.

Así lo prometimos, ese fue nuestro acuerdo -asomó una sonrisa fingida y temblorosa.- veo que sigues con Susana, me alegro por ella. Me alegro por ustedes, hazla feliz Terry. Ella lo necesita.

Terry bajó la mirada sin saber qué más podría decirle, más bien no podía agregar nada más a esa conversación. Estaba claro, Candy no era para él. Y ahora mismo le recordaba aquella cruel decisión de seguir con Susana, pese a no amarla.

Por otro lado, alguien más observaba con interés la conversación que ambos mantenían. Aguardando a una distancia prudente, para girarse hacia el pasillo en cuanto noto que la joven rubia continuó su camino dejando a Terry erguido sobre el mismo lugar en donde habían estado charlando.

Neal, quien había salido del bar luego de tomarse algunas copas, no podía creer lo que veía. En parte sentía un aire de celos al ver de nuevo juntos a Terry y Candy. Tal vez lo que Eliza decía era cierto, ella aun lo quería, se notaba tan angustiada, además Neal había logrado mirar cuando algunas lágrimas resbalaban sobre sus mejillas mientras ella corría en dirección a su habitación.

De momento pensó que había sido parte de su imaginación o parte de su borrachera. Pero lo que sí era un hecho, es que si la tía abuela se enteraba de ese comportamiento nocturno de Candy con un hombre que no era su prometido, podría acarrearle muchos problemas. ¿Por que Candy estaba con Terry juntos a la medianoche y a parte llevaba su gabardina puesta? Neal tenía que sacar provecho de alguna manera de esa situación, si, si que lo haría.