DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro. [Fic secuela de "Plan B".]

Summary: Habían acordado ser su plan B, y parecía ser la mejor opción para los dos. Pero quizá optar por algo distinto podía llevarlos a algo más especial. [Fic secuela de "Plan B".] ―Rating M: Lemon.


Cambio de Planes ―

VI ―


―Menos mal ya estamos de vacaciones, la universidad me estaba matando.

Ella sonrió al escuchar las palabras de su novio, quien refunfuñaba con el ceño fruncido, haciendo evidente que sus responsabilidades académicas eran todo un fastidio para él. Negó suavemente con un gesto, llamando la atención del varón, que la miró con duda.

―¿Y ahora qué pasa?

―Nada, sólo que siempre dices lo mismo. Supongo que debemos agradecer que las vacaciones lleguen antes de que tu paciencia se acabe ―dijo, logrando que él se sonrojara levemente, aunque no tanto.

―Sí, cómo sea ―hizo una mueca antes de desviar la mirada hacia su móvil para ver la hora ―. Entonces, vamos a mi departamento, ¿verdad?

―Así es, celebraremos que aprobamos nuestros exámenes y podremos descansar un par de semanas…

InuYasha sonrió al ver lo animada que estaba su compañera, pues ambos habían estado ocupados con muchas cosas el último tiempo y poder relajarse unos días era justo lo que necesitaban. Se subieron a su vehículo y fueron directo al hogar del ambarino, en donde prepararon la cena juntos, lo que no dejó de llamar la atención de Kagome, porque por lo general su novio evitaba cocinar y prefería pedir comida a domicilio. Sin embargo, decidió disfrutar de ese momento sin hacer ningún comentario, hasta que la comida estuvo lista y se sentaron a comer.

¡Itadakimasu!

Agradecieron los dos antes de probar la cena, y estuvieron en un inusual silencio por algunos segundos hasta que la azabache decidió romperlo, porque era demasiado extraño que su compañero no hablara, aunque fuese para quejarse por algo.

―¿Ocurre algo, InuYasha?

Él la observó un instante, terminando de tragar lo que acababa de llevarse a la boca y entrecerrando las cejas con extrañeza.

―N-No… ¿por qué lo preguntas?

―Bueno, no me estoy quejando, pero es raro que no hables mientras comemos, y más aún si aceptaste preparar nosotros mismos la comida, por lo general prefieres pedir algo… ¿Seguro que está todo bien?

―A-Ah… sí… bueno, todo está bien, pero quería hablar contigo ―dijo, un leve sonrojo apareció en sus mejillas y sus ojos reflejaron algo de nerviosismo que su novia pudo notar sin dificultad.

―¿Hablar? ¿De qué, pasó algo…?

―No… es decir, sí… ―InuYasha parecía luchar consigo mismo para decidir lo que quería decir, hasta que finalmente terminó frunciendo el ceño y haciendo una mueca. ―Lo que pasa es que ya llevamos 6 años juntos, y bueno… quería saber si… eh… ¿quieres vivir conmigo?

Kagome parpadeó un par de veces, completamente desconcertada con la propuesta de su novio. Tardó unos segundos en procesar las palabras, porque jamás imaginó que él podría pedirle algo así. Finalmente, terminó esbozando una sonrisa que, poco a poco, comenzó a ampliarse mientras sus ojos brillaban con emoción.

―¿T-Tú estás proponiéndome… vivir juntos?

―S-Sí… es decir, sólo si te parece bien, porque si crees que no es, ya sabes, apropiado o…

―Sí, InuYasha ―respondió, tomándole la mano para llamar su atención y logrando que la observara en silencio ―. Me encantaría vivir contigo.

―¿D-De verdad…?

―Sí. Tendremos mucho que organizar, además debemos decirles a nuestros padres… mi mamá estará muy emocionada. También hay que decidir cómo lo haremos, supongo que será aquí en tu departamento, ¿no? Quizá tengamos que poner algunas reglas, es decir a veces convivir con alguien puede ser complicado… Ay, no… ¿y si terminamos peleando por todo…? Tal vez no sea tan buena idea, aunque casi siempre me quedo contigo y pasamos mucho tiempo juntos, podríamos llevarnos mal o discutir por cualquier cosa, ¿qué tal si no podemos organizar las labores domésticas o…?

―Kagome, respira ―la intentó tranquilizar él, presionándole la mano para que no siguiera en esa línea de pensamiento ―. Si no estás segura, podemos esperar otro poco; aunque, según Miroku, vivir juntos es una excelente forma de conocernos mejor, unirnos y todo eso.

―Oh, bueno… supongo que tiene razón ―volvió a sonreír, intentando espantar los repentinos miedos que habían aparecido ―. Debe decirlo por experiencia, ¿verdad? Es decir, él y Sango reforzaron mucho su amistad desde que son roomies.

―Sí, ya sabes cómo son ―comentó, intentando no ahondar en el tema porque en el caso de su amigo, la convivencia no era lo mejor para su relación con la castaña, por lo menos ahora.

Sin embargo, la azabache percibió la fugaz expresión en los ojos dorados, intuyendo que algo más estaba pasando con el ojiazul. Entrecerró las cejas con duda, porque desde hacía un tiempo que había notado que su amigo tenía una actitud diferente, comenzando por el hecho de que llevaba bastante sin tener ninguna cita o conquista, pero no sólo eso.

―Es cierto, creo que se complementan muy bien ―dijo, buscando la mirada de su novio antes de seguir ―. Aunque últimamente pareciera todo lo contrario. Es decir, se siente como si se estuviesen distanciando…

―Ah… bueno, sí… supongo que Miroku está muy ocupado con su proyecto, ya sabes cómo es cuando se enfoca en algo…

InuYasha trató de restarle importancia a la observación de Kagome, aunque logró todo lo contrario. Ella lo miró con detenimiento, descubriendo que él sabía más de lo que le estaba diciendo. No quería que su novio traicionara la confianza de su amigo, pero estaba preocupada por toda la situación y sospechaba que lo que sabía su compañero podía ser la clave para que las cosas se aclararan. Lo pensó un instante antes de volver a hablar.

―Sí, eso es verdad. Aunque no recuerdo que antes haya estado tan absorto en algo como para incluso no tener alguna conquista… y, si no me equivoco, ya lleva un tiempo sin tener ninguna cita.

El ojidorado lo pensó un momento, porque se dio cuenta de las intenciones de su novia. Sin embargo, la confianza que tenía con Miroku era algo que no iba a romper, aunque sospechaba que Kagome deduciría lo que estaba pasando incluso si él no le decía nada, porque conocía a su amigo y había notado los cambios.

―Sí, quizá no tiene cabeza para pensar en citas justo ahora ―respondió, intentando desviar su atención, pero fue evidente por el brillo en los ojos de ella, que había logrado justo lo contrario ―. E-Es decir, con su proyecto y todo lo que significa terminar la universidad…

―Por supuesto, su proyecto… ―Kagome mantuvo su vista fija en InuYasha, aclarando cada vez más sus sospechas. ―Es por lo mismo que Sango evita estar mucho en el departamento, o por lo menos eso dice, que no quiere desconcentrarlo… aunque yo creo que no es sólo por eso. Quizá realmente les afectó cruzar la línea y el sexo casual terminó siendo más que eso…

―A-Ah… ¿tú crees? Tal vez sólo están agobiados con todo, puede que el proyecto de Miroku sea más exigente de lo que parece y…

―InuYasha ―ella lo cortó, sin dejar de mirarlo y demostrándole así que ya había sacado sus conclusiones ―. Puede que ellos quieran creer eso, pero estoy segura de que no es así. Si me preguntas a mí, apostaría mi carrera a que ambos comenzaron a sentir más que cariño fraterno y ninguno de los dos quiere aceptarlo. Y deberíamos hacer algo porque presiento que esto puede terminar muy mal si siguen así…

El aludido soltó un suspiro, haciendo una mueca de resignación antes de volver a hablar.

―Puede que tengas razón ―dijo, aún queriendo resguardar el secreto de su amigo ―, pero aunque admitieran lo que ocurre, Sango tiene novio y tal parece que le va muy bien con él.

―Bueno, no sé qué tan bien, porque insiste en que su relación va de maravilla pese a que no se siente conforme. Sin embargo, no quiero presionarla a que abra los ojos, puede que eso sea peor.

―Quizá si dejara de alejarse de Miroku y negarlo todo, podría darse cuenta. Es decir, si su problema es que él no quiere comprometerse, podría ver que eso ha cambiado si no lo ignorara más.

El ambarino se dejó llevar por la molestia que le causó el hecho de que la castaña pudiese tener dudas y, al parecer, prefiriera ignorar lo que pasaba en lugar de hacerse cargo, causando que el ojiazul se sintiera desanimado y frustrado al respecto. Su reacción sólo causó que Kagome confirmara que su amigo sí había hablado de sus sentimientos con su novio y ahora todo tenía mucho más sentido para ella. Esbozó una sonrisa desanimada, llamando la atención de su compañero, que apenas se dio cuenta de lo que reveló con su respuesta.

―Tienes razón, a pesar de su reputación, debería ser claro para ella que Miroku no se tomaría las cosas a la ligera en su caso, porque dudo que la vea como una conquista pasajera. Pero es algo que ella tiene que ver, aunque primero debe decidir si quiere seguir la relación con su novio o no.

―Es cierto… y para eso también tiene que abrir los ojos y enfrentar sus sentimientos ―comentó él, frunciendo los labios con algo de disgusto.

―Lo sé… sólo espero que sea capaz de hacerlo y tomar la decisión que sea mejor para los dos… ―Soltó un suspiro al igual que su compañero, antes de volver a hablar, con sus mejillas levemente sonrojadas. ―Pero no podemos hacer mucho por ahora, y tenemos nuestros propios asuntos por resolver, ¿no?

―Por supuesto, creo que tenemos una mudanza que organizar.

InuYasha sonrió con astucia, decidiendo dejar el tema de sus amigos de lado por el momento, porque a pesar de que ahora ellos sabían que sus sentimientos podían ser más correspondidos de lo que creían antes, también tenían claro que la situación era más compleja debido a las circunstancias, porque estaban casi seguros de que ni Sango ni Miroku harían algo al respecto a menos de que tuviesen una señal, y terminaba siendo un dilema ya que ninguno de los dos daría el primer paso. Entonces, por ahora sólo les quedaba esperar y estar ahí para apoyarlos, y quizá en su momento, darles el empujón que necesitaban. Y mientras eso ocurría, ellos tenían otras cosas de las que ocuparse también.


―Esa fue una gran partida de shōgi

―S-Sí, muchas gracias… tú también jugaste muy bien. Le ganaste a todo el grupo, supongo que sigues siendo el mejor del club…

―Bueno, sólo es cuestión de práctica, concentración y observación…

Jin levantó la vista cuando escuchó las voces de su novia y su amigo, observándolos salir del salón en donde se llevaban a cabo las reuniones del club de shōgi al que asistían. Le llamó la atención la actitud de Sango, que parecía esforzarse en ser demasiado amable con el ojiazul, pero no resultaba natural. Y él sabía que eso no era así, porque había visto cómo se llevaban desde que conoció a la castaña unos años atrás. Esperó a que ella notara su presencia por sí sola, analizando la situación por unos instantes más hasta que finalmente fue visto y la dupla se acercó a él.

―Hola, Jin. Disculpa la tardanza, ¿llevas mucho tiempo esperando…? ―Sango mostró algo de preocupación, sonriéndole casi tímidamente.

―No, tranquila, llegué hace poco ―respondió él, tranquilizándola antes de dirigirse al otro varón ―. Buenas tardes, Tsujitani-san.

―Buenas tardes, Hashimoto-san ―le devolvió el saludo Miroku, con una leve inclinación de su cabeza. ―¿Cómo está?

―Bien, disfrutando las vacaciones. ¿Y usted?

―Igual, aunque aprovecho de avanzar en mi proyecto de grado.

―Le deseo suerte, de seguro le irá muy bien.

―Muchas gracias ―Miroku sonrió amablemente antes de mirar la hora en su móvil ―. Ahora, si me disculpan, debo irme. Ha sido un gusto hablar con usted, Hashimoto-san.

―El gusto ha sido mío, Tsujitani-san.

―Gracias. Por cierto, ¿llegarás a cenar hoy, Sango?

―Ah… ―Ella lo pensó un segundo, porque en realidad no estaba segura de cuánto tiempo estaría fuera o si quería compartir más con el ojiazul. ―No lo sé… ¿Te parece si te aviso?

―Claro, no hay problema. Entonces, adiós.

Se despidieron con un gesto de su mano antes de que Miroku se alejara de ellos, dejándolos solos. Sango observó a su amigo mientras se perdía de vista, en tanto Jin la miraba de reojo, hasta que decidió romper el silencio, tomándole la mano para llamar su atención.

―Así que… ¿Qué te gustaría hacer?

Ella fijó ahora sus ojos en él y se sonrojó levemente, porque sabía que no debería haberse quedado viendo cómo su roomie se iba. Sin embargo, la llegada de las vacaciones significaba que tenía menos excusas para no estar en el departamento y sentía que debía ser cautelosa en todos los aspectos posibles. Le dedicó una sonrisa a Jin, alejando esos pensamientos de su mente.

―La verdad, no lo sé. Lo que tú quieras está bien ―respondió, encogiéndose de hombros.

―De acuerdo, en ese caso, ¿vamos a mi casa y pedimos algo para comer?

―Claro.

Comenzaron a caminar hacia la estación de tren para tomar el transporte hasta el departamento de Jin, hablando poco y sólo de cosas triviales, siendo él quien buscaba temas porque la castaña se veía algo distraída. Llegaron a su destino y, después de pedir y recibir su comida, se sentaron y agradecieron por los alimentos para comenzar a servirse. Sin embargo, el ambiente estaba inusualmente callado, algo que no dejó de llamarle la atención al dueño de casa, hasta que finalmente decidió ser directo y averiguar qué estaba ocurriendo.

―Sango, ¿está todo bien?

La aludida parpadeó un par de veces mientras lo observaba con duda, sin comprender por qué su compañero hacía esa pregunta, ya que ella creía no haber mostrado signos de que algo estuviese ocurriendo.

―S-Sí… todo va de maravilla, ¿por qué?

―¿Segura? Te conozco desde hace tiempo y siento que algo está pasando.

―No es nada… ya sabes, los últimos exámenes fueron muy difíciles, supongo que sólo estoy algo cansada…

Jin soltó un suspiro, dejando sus palillos sobre su plato y mirando a su novia directamente a los ojos. Él sabía que ella no estaba siendo sincera del todo, pero al principio creyó que sólo estaba imaginando cosas. Sin embargo, con el paso del tiempo se dio cuenta de que no era así. Sango había tenido un cambio y, aunque no era algo que a él le molestara, no podía ignorar el hecho de que parecía buscar pretextos para evitar en lo posible estar en el departamento que compartía con su amigo. Él disfrutaba de su compañía y le gustaba pasar tiempo con ella; pese a eso, era evidente que Sango no lo buscaba sólo porque la pasaban bien juntos, porque si él no estaba disponible, recurría a su mejor amiga o encontraba cualquier excusa para no estar tanto tiempo en su hogar. Hizo una mueca, tomando la mano de su compañera antes de hablar de nuevo.

―Entonces, deberías aprovechar de descansar lo más que puedas. No es necesario que nos veamos todos los días.

―O-Oh… no te preocupes por eso, me gusta estar contigo. No es como si fuese una obligación o algo así…

―¿Estás segura? Porque hoy has estado perdida en tus pensamientos ―acotó, sin dejar de mirarla a los ojos, causando que ella se sonrojara.

―Lo siento, no era mi intención incomodarte… sólo, ya sabes, tengo muchas cosas en la cabeza ahora mismo y a veces es difícil hacerlas a un lado ―se justificó, sonriéndole a manera de disculpa.

―La verdad, no lo sé ―dijo, haciendo una mueca ―. Sueles decir que tienes mucho en qué pensar, pero no me has contado nada al respecto. Y no quiero presionarte a hacerlo si no quieres, aunque tampoco puedo apoyarte si no me dices nada.

Sango terminó soltando un suspiro y desviando la mirada hacia su plato de comida, ordenando sus ideas porque, pese a que su novio tenía razón, ella sentía que era injusto involucrarlo es su dilema sentimental, menos si se estaba forzando a seguir en ese camino.

―No es nada importante, se solucionará con el tiempo. Además, no quiero agobiarte con mis problemas.

―De acuerdo, lo entiendo ―él le presionó la mano con suavidad, con lo que ella creyó que daría el tema por finalizado. No obstante, esa no era su intención ―. ¿Puedo hacerte una pregunta? ―Sango asintió con un gesto, por lo que Jin tomó aire y se animó a resolver su duda. ―¿Por qué estás evitando pasar tiempo en tu departamento?

La interrogante tomó por sorpresa a la castaña. Terminó abriendo los ojos de par en par, observando a su compañero atónita, mientras buscaba palabras para responderle, pensando en excusas creíbles que no delataran la confusión que tenía en esos momentos ni la razón por la que le aterraba compartir más de lo estrictamente necesario con su roomie.

―Y-Yo… ah… no sé a qué te refieres, no estoy evitando estar en casa…

Ahora fue Jin quien suspiró, sabiendo que ella no estaba siendo sincera. Negó con un gesto, porque desde hacía un tiempo que había notado algunas cosas, juntando las piezas y sacando sus conclusiones. Quizá era algo que Sango hacía de forma inconsciente, pero él no podía ignorar sus sospechas. Volvió a inhalar profundo, decidiéndose a ser completamente directo, creyendo que eso era lo mejor para los dos.

―Sango, es probable que me arrepienta de preguntar esto, pero… ¿Qué sientes por Tsujitani-san? ¿Te gusta?

Ella terminó abriendo la boca, completamente desconcertada por las palabras de su compañero. ¿Acaso había sido tan evidente? Pero estaba segura de que no había mostrado interés en su amigo; por el contrario, intentaba mantener distancia. Y, al mismo tiempo, se esmeraba en pasar tiempo con su novio. Entonces, ¿qué la había delatado? Pasó saliva, no quería mentirle a Jin, pero tampoco era su intención lastimarlo. Tomó aire antes de volver a hablar.

―Sinceramente, Miroku es alguien muy especial para mí. Le tengo un gran cariño y somos muy cercanos, después de todo, es mi mejor amigo.

―Sí, y aún así, has estado evitándolo el último tiempo ―hizo la observación, notando la duda en la mirada castaña.

―Sólo ha estado muy ocupado con su proyecto de grado, no quiero molestarlo…

Jin lo pensó un momento, eso podía tener sentido, pero había otras señales que él había notado. Sonrió de medio lado, llamando la atención de Sango.

―¿Puedo ser completamente honesto? ―Preguntó, a lo que ella asintió con un gesto. ―He visto cómo se miran. Los nervios que disimulas, incluso el cambio de actitud. Nos conocemos desde hace años y nunca te había visto ser tan amablemente distante con él. Se siente como si fueses demasiado precavida, temiendo dar un paso en falso. ―Buscó sus ojos, mirándola con atención antes de seguir con su idea. ―Hasta podría asegurar que en su momento, sentiste algo de celos de Meiko. Así que…

―No, Jin, yo no… ―Sango quiso huir de su mirada, pero se la sostuvo mientras le daba su respuesta. ―Lamento si sentiste eso, no quiero que tengas una idea equivocada de lo que ocurre. Mi relación con Miroku siempre ha sido diferente, pero nunca va a dejar de ser mi mejor amigo, eso no cambiará. Lo mejor es que no sigamos dándole vueltas a este asunto y lo olvidemos…

―¿Quieres olvidarlo aún si él siente algo más por ti? ―Observó con atención la reacción de su compañera, a quien las palabras parecieron tomarla por sorpresa, sus ojos intentando contener la emoción causada por lo que acababa de oír. ―Como dije, los he visto, a ambos. Y quizá no lo conozco tanto como tú, pero presiento que siente algo más por ti que cariño fraterno. Entonces, no respondiste del todo mi pregunta. ¿Te gusta?

Sango finalmente bajó la mirada, cerrando los ojos e inhalando profundo, resignándose a admitir la verdad, porque no tenía sentido mentirle a su novio si ya había notado las señales.

―Sí. Por favor, no creas que lo nuestro no ha sido sincero… tú también me gustas y te quiero mucho. Sólo… ―Volvió a suspirar, apretando los puños. ―Las cosas con Miroku son complicadas y decidí ignorar lo que pasaba, mantener la amistad y enfocarme en otras cosas.

―¿Por eso lo evitas?

―S-Sí… no ha sido fácil, después de todo somos roomies, sin embargo creí que era lo mejor.

―¿Y sigues pensando así?

―Yo… ―Sango lo meditó unos instantes, ya no estaba segura de qué era lo mejor. Negó con un gesto, sintiendo ganas de llorar por lo tonta que se sentía ahora. ―No lo sé, me da tanto miedo hacer mal las cosas y arruinarlo todo… terminar lastimándote a ti y perdiendo su amistad…

Jin se acercó a ella para abrazarla, permitiéndole llorar en su pecho hasta que se calmó un poco, en tanto analizaba lo que ocurría. Porque, pese a todo lo que acababa de escuchar, sabía que la intención de Sango jamás fue utilizarlo de ninguna manera.

―Está bien, supongo que hay cosas que no podemos evitar, como lo que sentimos por los demás ―habló finalmente, acariciándole la cabeza ―. Y lo entiendo, debe ser muy difícil para ti.

―L-Lo siento… no creas que te quise usar de alguna forma o que no te quiero, eres importante para mí y yo…

―No voy a recriminarte, Sango. Agradezco que hayas sido sincera conmigo y comprendo que no es sencillo para ti. Sin embargo, creo que lo mejor es que dejemos lo nuestro hasta aquí y volvamos a ser amigos. Te quiero mucho y deseo que seas feliz.

Sango volvió a sollozar, estrechando un poco el abrazo antes de separarse y dedicarle una sonrisa triste, porque sabía que él tenía razón y, pese a lo mucho que lo quería y que podía seguir esforzándose en construir una relación con él, no era justo para ninguno de los dos.

―Es cierto… lamento mucho que las cosas hayan terminado así, no era mi intención…

―Lo sé, descuida. Sólo espero que todo se aclare con Tsujitani-san, y que sigamos siendo amigos.

―Por supuesto ―volvió a sonreírle, esta vez agradecida ―. Muchas gracias, Jin, por comprenderlo y, bueno… por todo. Fueron momentos maravillosos juntos.

―Estoy de acuerdo ―él también le sonrió, aunque sus ojos demostraron algo de tristeza ―. Tengo muy buenos recuerdos y me quedaré con eso.

―Me alegro ―ella le tomó las manos para presionárselas con cariño antes de decidir despedirse ―. Ahora, lo mejor es que me vaya. Que disfrutes las vacaciones, nos vemos al regreso a la universidad.

―Sí, también disfruta. Cuídate, nos vemos pronto.

Sango se despidió con un gesto antes de tomar sus cosas y salir del departamento, respirando profundo para calmarse. Pese a la tristeza que sentía porque realmente quería a su, ahora, exnovio, y no esperaba que la situación acabara así; un repentino alivio había aparecido, porque finalmente había sido completamente sincera y, además de hablar con la verdad a Jin, había admitido sus sentimientos a sí misma, dejándole claro que eran más que una confusión pasajera debido al sexo casual. Negó con un gesto, sacando su móvil y enviándole un mensaje a Kagome, porque en esos momentos necesitaba hablar con ella para pedir su consejo y para ordenar sus ideas. Después de todo, era la única que no la juzgaría y entendería por lo que estaba pasando, algo que agradecía profundamente.


Inhaló profundo mientras se limpiaba el sudor de la frente con una toalla y bebía de su botella con agua, observando a su amigo hacer lo mismo antes de indicarle el camino a los camerinos del gimnasio y comenzar el trayecto juntos.

―Podría decir que me sorprende que no hayas perdido la práctica, pero conociendo lo metódico que eres…

Sonrió ante las palabras de InuYasha, encogiéndose de hombros casi despreocupadamente.

―Bueno, sólo dejé de ir a un gimnasio, no de ejercitarme ―explicó, volviendo a beber de su agua ―. Seguía una rutina en casa, salía a trotar tres veces por semana… ya sabes, un cuerpo como este no se mantiene solo…

―Tampoco es para que alardees, engreído ―le dio un codazo justo en el momento en el que llegaban a sus casilleros ―. Además, creí que la vanidad era un pecado o algo así.

―Sí… pero no la estoy usando para hacer mal a nadie, así que no cuenta ―Miroku soltó una risita, abriendo su casillero para sacar sus cosas antes de ir a las duchas, acto que su compañero imitó ―. Por cierto, ¿tienes algo que hacer después? Pensé que podrías ir a cenar al departamento, invitar a Kagome…

―Lo siento, estamos viendo los últimos detalles de la mudanza, cenaremos en mi casa.

―Oh, entiendo. No hay problema, será para otro día…

―Sí, dalo por hecho ―el ambarino le presionó el hombro a su amigo, pero en ese momento su móvil comenzó a sonar con una llamada entrante que él no tardó en responder ―. Hola, Kagome, justo estábamos hablando de ti… Sí, terminando en el gimnasio… ¿Le pasó algo? Claro, entiendo… No te preocupes, acompañaré a Miroku entonces. Por supuesto, nos vemos mañana, cuídense. Adiós.

Cortó la comunicación e hizo una mueca, llamando la atención de su compañero, quien había fingido estar concentrado buscando sus cosas para ir a ducharse, pero había escuchado claramente a Kagome decirle a InuYasha que no podría ir a cenar con él y que algo le había pasado a Sango.

―¿Qué ocurrió? ―Preguntó, disimulando muy mal su preocupación por la castaña.

―Sango le pidió a Kagome que se juntaran, al parecer algo pasó ―respondió, haciendo una mueca.

―Qué extraño, cuando salimos de nuestra reunión del club de shōgi, ella y su novio se veían bastante bien… ―Entrecerró las cejas, un poco contrariado. ―¿No tienes ninguna idea…?

―No, Kagome tampoco sabía nada ―respondió, frunciendo el gesto ―. Supongo que pronto nos enteraremos. Así que, ¿sigue en pie tu invitación…?

―Por supuesto.

Ambos asintieron con un gesto antes de dirigirse a las duchas para darse un baño corto y cambiarse las prendas deportivas que llevaban puestas durante su sesión de ejercicios. Después de eso, se juntaron en los camerinos y emprendieron el viaje hacia el departamento del ojiazul, en donde InuYasha insistió en pedir algo de comer en lugar de preparar ellos mismos la cena, argumentando que era una pérdida de tiempo cocinar.

―Muchas gracias por acompañarme, InuYasha ―Miroku le sonrió luego de haberse sentado a la mesa y agradecer por la comida ―. Así no me siento tan solitario…

―Keh, no agradezcas ―respondió, dándole una mordida a la pizza que habían ordenado ―. Además, tampoco es como si no hiciéramos nada juntos.

―Es cierto, no es a eso a lo que me refiero, lo sabes ―aclaró, también probando de su rebanada.

―Sí, aunque no entiendo la actitud de Sango ―negó con un gesto, bebiendo de su gaseosa ―. ¿Has hablado con ella sobre esto?

―No, no quiero que piense que estoy celoso o algo así… además, hace unos días me comentó que no quería molestarme mientras trabajaba en mi proyecto…

―Bueno, siendo sinceros, sí estás algo celoso, aunque lo has manejado bastante bien ―hizo la observación antes de engullir otro poco de su plato ―. Ahora, es a Sango a quien no entiendo, no creo que su distanciamiento sea sólo por tu proyecto. Eso parece más una excusa…

―¿Tú crees? La última vez me dijiste que quizá sólo era su etapa de enamoramiento…

―Sí, pero no sólo sale con su novio. Si él no puede, busca a Kagome o se queda estudiando en la universidad… Y no es que sea algo malo, sólo pareciera que prefiere estar fuera la mayor parte del tiempo.

Miroku soltó un suspiro abatido, él presentía que Sango lo estaba evitando pero creyó que era sólo su imaginación o quizá producto de sus sentimientos; sin embargo, si InuYasha lo estaba sospechando, significaba que era algo evidente.

―No lo sé, quizá tengas razón ―admitió finalmente, haciendo una mueca ―. ¿Qué debería hacer entonces? Porque si hablo con ella, es posible que se dé cuenta de lo que ocurre… eso si no termino diciéndoselo directamente…

InuYasha lo pensó unos instantes, su amigo tenía razón y sabía que no quería enfrentarse a ese escenario, porque no buscaba incomodar a la castaña de ninguna forma o poner en peligro su amistad. Frunció el ceño, algo no le cuadraba en toda esa situación.

―Es verdad, pero ¿qué pasa con Sango?

―¿A qué te refieres?

―¿Por qué te evita? Quizá… se dio cuenta de lo que te pasa y no quiere complicar las cosas. Puede que sea su forma de no perder la amistad. O tal vez…

El ambarino recordó la conversación que había tenido días atrás con su novia y lo segura que parecía ella de que no sólo Miroku, sino también Sango, habían comenzado a sentir algo más por el otro. Él no estaba tan convencido, porque su amiga tenía novio y se veían muy bien, hasta donde él sabía no tenían mayores problemas. Pero ¿y si su actitud se debía a que no quería admitir lo que sentía por el ojiazul? Lo miró directo a los ojos, encontrándose con un rostro cargado de confusión.

―¿O tal vez qué? ―El otro varón también frunció las cejas, intrigado ahora por lo que fuese que estaba pensando su amigo.

―No… no es nada, olvídalo. Sólo pensé que podía estarse tomando demasiado en serio su noviazgo, pero es muy pronto… es decir, sólo llevan 3 meses…

A pesar de que Miroku no le creyó, decidió no indagar más por temor a encontrar algo que terminaría empeorando las cosas. Después de todo, si InuYasha no quería decírselo, debía tener sus motivos y, aunque no supiera cuáles eran, confiaba en su criterio.

―Tienes razón, y, conociendo a Sango y lo insegura que es con sus relaciones, es difícil que sea eso…

Al decir esas palabras, Miroku sintió un nudo en el estómago. Conocía muy bien a su roomie y todos sus miedos e inseguridades, en especial con respecto al ámbito amoroso. No podía culparla por no darle a él, el beneficio de la duda o desconfiar de la seriedad que podía tener con sus compromisos, en especial porque siempre había manifestado lo mucho que le gustaba su libertad. Entonces, era esperable que la castaña no quisiera arriesgarse incluso si sentía algo más por él. Negó con un gesto, sintiendo que lo mejor era ocultar sus propios sentimientos y desearle lo mejor a Sango.

―Supongo que sí ―InuYasha lo observó con detenimiento, notando el pesar momentáneo en su semblante y presintiendo qué podía haberlo causado. Le apretó el hombro con seguridad, llamando la atención de su amigo ―. Pero no te desanimes, de seguro es cuestión de tiempo para que las cosas vuelvan a la normalidad.

―Sí, debes tener razón ―le sonrió lo más alegremente que podía antes de inhalar profundo y decidir cambiar de tema ―. Pero ya fue suficiente de esto. Mejor cuéntame cómo va lo de la mudanza. Al parecer, Kagome se tomó bastante bien irse a vivir juntos…

El aludido sonrió de medio lado, aceptando que el foco de la conversación se dirigiera a sus asuntos.

―Sí, se emocionó cuando se lo propuse… obviamente también se llenó de temores, sabes lo ansiosa que puede ponerse algunas veces, pero lo resolvimos bien. La próxima semana iremos a Osaka para darle la noticia a mi madre. Mi padre y la familia de Kagome también están muy felices.

―Me alegra escuchar eso, estoy seguro de que les irá muy bien y, quizá pronto, tengamos una boda…

―No te adelantes tanto ―le reclamó, haciendo una mueca ―. Todavía es muy pronto para pensar en eso…

―¿Pronto? ―Miroku demostró su incredulidad ante las palabras de su amigo, sonriendo algo soberbio. ―¡Llevan 6 años juntos! ¿Acaso pretendes esperar a que sean ancianos para casarse?

―Cierra la boca, nadie ha dicho que no lo haremos, sólo… prefiero ir paso a paso.

―De acuerdo, si tú lo dices… ―Se encogió de hombros antes de mirar con malicia a su compañero. ―De cualquier forma, cuando eso pase, tendré que darte un curso intensivo de cómo comportarte para que no hagas que Kagome pase alguna vergüenza…

―Sí, sí, qué gracioso eres. Mejor te ayudo a ordenar aquí, ya se está haciendo tarde y quiero ver si alcanzo a ir donde Kagome…

―Oh, ¿me estás ofreciendo ayuda para una tarea doméstica? El mundo se va a acabar…

InuYasha entornó los ojos, pero con una sonrisa en su rostro porque era un alivio que su amigo se mostrara más animado hasta para hacerle bromas, incluso con todo el dilema que debía tener en mente. Esperaba que la situación se resolviera pronto, y presentía que lo que le hubiese ocurrido a Sango esa tarde podía ser algo clave para eso; y, fuese lo que fuese, estaba seguro de que tendría que apoyar a Miroku en lo que viniera. Por su lado, el ojiazul sabía que podía contar con el ambarino pasara lo que pasara, y eso lo reconfortaba porque sabía que, de no ser por su apoyo, seguramente estaría llevando eso mucho peor. Después de todo, las palabras de InuYasha lo ayudaban mucho más de lo que cualquiera podría pensar.


Sango se detuvo un momento frente a la entrada de la casa de su amiga, soltando un suspiro antes de decidirse a tocar el timbre, mordiéndose el labio inferior mientras esperaba. En sólo unos segundos, la puerta fue abierta y Kagome la invitó a entrar. Tras saludar a la familia de la azabache y preparar té con algunos bocadillos, ambas se dirigieron a la habitación de la dueña de casa para poder charlar sin interrupciones.

―Disculpa el desorden, sigo revisando mis cosas para la mudanza ―Kagome sonrió levemente, mientras se acercaba a su escritorio para dejar la bandeja con comida ahí ―. Olvidé que tengo un caos aquí…

―No te preocupes, es comprensible ―Sango la ayudó a desocupar la superficie del mueble, que estaba abarrotada de diversas cosas ―. Recuerdo que también fue caótico cuando me mudé con Miroku…

―Supongo que es normal ―dejó la bandeja en el espacio hecho por su amiga y luego se sentó en su cama, indicándole a Sango que hiciera lo mismo a su lado.

―Sí, debe serlo ―dijo, mientras le hacía caso a Kagome, ubicándose junto a ella y alcanzando su taza con té para beber un poco ―. Muchas gracias por recibirme, seguro tenías otros planes y los tuviste que cambiar por mí…

―Oh, no te aflijas por eso ―la azabache la tranquilizó, mirándola con atención ―. Sólo tenía que ir donde InuYasha y seguir organizando todo, pero eso puede esperar. En cambio, presiento que tú me necesitas más ahora.

―Gracias, Kagome, eres muy considerada…

―No es nada, de verdad. Pero ¿qué pasó? Me dejaste preocupada…

Sango inhaló profundo, buscando las palabras adecuadas para explicar la situación, porque sentía que era algo difícil de comprender, además de revelar cosas que ella le había negado más de una vez a su compañera.

―B-Bueno, lo que pasa es que… Jin y yo terminamos.

Kagome se quedó con una galleta a medio camino hacia su boca, la que se abrió por la sorpresa, al igual que sus ojos. Parpadeó un par de veces, como si esperara que la castaña le dijera que era una broma, pero eso no ocurrió.

―E-Espera, ¿terminaron…? ¿Por qué? Se veían bien y, la última vez, me dijiste que las cosas iban mejorando…

―Lo sé, es sólo que… se dio cuenta de que siento algo más por Miroku ―admitió, huyendo de los ojos de su amiga porque eso era algo que precisamente ella se negaba a admitir ―. Comenzó cuestionándome porque evitaba estar en el departamento, hasta que decidió preguntarme directamente si me gustaba… Y, aunque intenté explicarle la situación, finalmente le dije la verdad…

―Vaya, no imaginé que alguien más pudiese notarlo… ―Comentó la azabache, sin dejar de mirar a su amiga. ―¿Se lo tomó muy mal?

―No en realidad ―Sango bajó su mirada hacia el líquido en su taza, ordenando las ideas ―. Dijo que nos había visto, la forma en la que nos miramos, mis nervios mal disimulados, incluso había notado los celos que sentí por Meiko… Le expliqué lo que pasaba lo mejor que pude, le aseguré que nunca había querido usarlo de ninguna forma y que de verdad él me gustaba y que lo quiero… ―Terminó soltando las lágrimas que había retenido desde que se fue del hogar de Jin, porque no esperaba que todo acabara de esa forma.

―Lo siento mucho, Sango… ―Kagome dejó su taza a un lado para abrazar a su amiga, permitiéndole llorar en su hombro por unos instantes.

―Gracias… Jin lo entendió, no va a recriminarme y sabe que todo lo que tuvimos fue real. Sin embargo, dijo que lo mejor era terminar… y creo que tiene razón…

La azabache mantuvo el abrazo, conteniendo a su amiga mientras se calmaba y analizando la situación, porque entendía lo difícil que era para Sango, en especial porque se había negado mucho tiempo lo que pasaba y, además, lo mucho que conocía a Miroku le jugaba en contra en esos momentos. Pensó con cuidado lo que diría a continuación, sin dejar de abrazar a la castaña.

―Es un alivio que Jin no se lo tome a mal y tenga esa madurez ―comentó, sonriendo levemente ―. Y también creo que su decisión es la mejor, aunque entiendo que te sientas mal… sé que de verdad lo quieres.

―Sí… quería intentarlo, estaba esforzándome… nunca pensé que todo iba a terminar así, creía que estábamos bien y… no lo sé, es algo frustrante y decepcionando pero… ―Inhaló profundo, otro par de lágrimas escapó de sus ojos antes de seguir hablando. ―Lo peor es que, de cierta forma, me siento aliviada… pero al mismo tiempo, eso me hace sentir culpable. Estoy tan confundida…

―Es comprensible, pero no has hecho nada malo. Después de todo, imagino que cualquiera en tu situación, se sentiría igual de confundido y, en especial, tendría sus dudas con Miroku…

Sango soltó un sollozo, se suponía que ella conocía mejor que nadie a su amigo, vivían juntos y habían compartido muchas experiencias juntos. Y, aún así, no podía hacer a un lado sus miedos. Negó con un gesto, sintiéndose estúpida.

―Sí, pero es mi mejor amigo desde hace años, me ha apoyado en momentos difíciles y siempre está cuidándome y preocupándose por mí… parece injusto que lo juzgue de esa forma, sé que no es una mala persona ―suspiró, apretando los puños con algo de impotencia ―. Sin embargo, llevo tiempo evitándolo y él parece indiferente a eso. Puede que esté demasiado ocupado con su proyecto, aunque siento que simplemente prefiere mantener la distancia. Quizá de verdad no le interesa si me alejo o no…

Kagome fue quien soltó un suspiro ahora, negando suavemente con un gesto, porque ella los conocía a ambos y había visto las señales, además de que InuYasha le había revelado más de lo que quería en sus conversaciones.

―No creo que a él no le interese si te alejas ―aseguró, sonriéndole levemente a su compañera ―. En mi opinión, lo que le pasa a Miroku es que tiene tanto miedo como tú, y quizá más porque debe saber que su pasado y su forma de ser, y todo lo que implica que lo conozcas tan bien, son un fuerte factor en su contra. Es probable que por eso haya decidido actuar como si realmente no le importara tu lejanía, pero estoy segura de que te extraña.

La castaña lo pensó unos segundos, analizando las palabras de su amiga y encontrándoles sentido, aunque si lo que ella decía era cierto, eso implicaba algo más.

―E-Espera… así como lo planteas, pareciera que él también… ―Se mordió el labio, negándose a verbalizar la idea que de pronto había nacido en su mente.

―¿Siente algo más por ti? ―Completó la frase Kagome, sonriendo con seguridad. ―Es probable, y puede que desde hace mucho tiempo, no sólo después de su aventura con el sexo casual… sólo que no se había dado cuenta. Sin embargo, también es posible que sólo esté imaginando cosas. Me siento demasiado optimista con esto, y no quiero pasar a llevar lo que sientes ahora…

―Lo sé… agradezco tu sinceridad, aunque creo que lo mejor es no precipitarme. Ir paso a paso, volver a acercarme de a poco… Acabo de terminar mi relación anterior, tampoco quiero que sienta que puedo estar usándolo como consuelo o que soy una despechada… Además, llevo tiempo alejada, creo que tengo que ponerme al día en muchas cosas.

―Es cierto ―Kagome apoyó su punto, porque era verdad ―. Y tal vez, cuando hayan vuelto a tener la misma cercanía y confianza, las cosas se vayan dando solas…

Sango sonrió levemente, porque esa no era una mala idea. Incluso si eso no llegaba a pasar y seguía siendo la mejor amiga de Miroku, eso sería suficiente porque lo extrañaba y, definitivamente, no quería perderlo por tomar decisiones apresuradas.

―Puede ser, pero aún si eso no ocurre, seré feliz recuperando el tiempo perdido y volviendo a ser tan unidos como antes ―aclaró, aunque el brillo de ilusión en su mirada fue notorio para su amiga.

―Por supuesto. Sólo recuerda mantenerme al tanto de los detalles, ¿de acuerdo?

―Claro, serás la primera en saber qué está pasando.

Se dedicaron una sonrisa algo cómplice antes de decidir dejar el tema de lado y ocuparse de organizar algunas cosas de Kagome para su mudanza. Sango agradeció profundamente poder contar con el apoyo de su amiga, porque le había brindado la contención y consuelo que necesitaba, además de animarla a su modo y darle esperanzas y comprensión. Porque, pese a todo lo que ella había negado lo que le ocurría y lo cabezota que había sido en su momento, la azabache la había entendido mejor de lo que esperaba y eso por sí solo era un alivio.


Momento cultural.

Vacaciones escolares en Japón: A diferencia de occidente, en donde el fuerte de las vacaciones es en verano y suelen ser cercanas a los dos meses; en Japón dependen del nivel educativo y, en el caso del superior, de la institución. Sin embargo, en su gran mayoría, las universidades tienen régimen semestral y contemplan 3 periodos de vacaciones: verano (2-3 semanas, desde finales de julio a finales de agosto), invierno (una semana, desde finales de diciembre hasta principios de enero, especialmente para celebrar el Año Nuevo Japonés), y primavera (una semana desde finales de marzo hasta principios de abril). El año académico en la mayoría de las intituciones comienza en abril, después de las vacaciones de primavera, aunque hay algunos lugares en donde lo comienzan en otoño (octubre). Los chicos están en sus vacaciones de verano.


¿Hola...? Sé que he estado más ausente de lo habitual, me disculpo por la larga espera, sólo puedo decir que tuve algunos temas familiares y laborales que me tuvieron ocupada y estresada, causando un bloqueo de escritor que me costó superar. Pero he vuelto y espero no volver a desaparecer.

Agradezco infinitamente su paciencia y, en especial, a quienes se pasaron a dejarme sus bellas palabras en un review~ Lin Lu Lo Li, Rankosaotendo1957, DAIKRA y Sayra Caratomate, ustedes son el motor que me da energía y ánimos para seguir escribiendo y no dejarle a mi bloqueo de escritor tomar más fuerza. También un agradecimiento enorme a mi amada Retsu, que sigue beteándome con paciencia y entiende todos mis enredos ajajajaja

Bueno, las cosas ya van tomando forma y espero pronto tener algo más para ustedes de este fic que ha tomado forma por sí solo, pero aún así me gusta mucho. Estaré atenta a sus comentarios, les mando un abrazote enorme~

Yumi~

P.D.: Hice un fanart de la escena en la que están viendo series del capítulo IV, por si quieren echarle un ojo lo subiré a mi IG.