Capítulo 47. No conocíamos nada mejor.

Por un momento temí que realmente se hubieran atrofiado cuando ninguno de los tenientes tomo asiento; es como si miraran a un fantasma, por la forma tan pálida en que se volvieron sus rostros.

El primero en tomar asiento sin causarme sorpresa, mirándome con su habitual seriedad, era mi magnífico Taicho.

El único que parecía no estar sorprendido de verme sentada a la cabecera de Anbu Raíz, eso le gano una sonrisa en mis ojos, cosa que él respondió entrecerrando con cautela los suyos, tan preciosos ojos negros. Casi podía intuir que quería activar su dōjutsu, pero pudo ser mi imaginación jugueteando.

Ni siquiera debería estar haciendo esto, pero Hokage-sama, siendo la drama queen que es, me encargo darles todos los detalles a los caballeros frente a mí. Suspiro internamente cuando los veo sentarse a regañadientes, mirando con cuidado todo a su alrededor.

Por un momento considere mostrarles mi diversión, pero pensándolo mejor supuse que lastimaría sus inflados egos, así que me reprimiré por el momento. Tendrán mucho en que entretenerse el día de hoy. O la semana. O inclusive el mes.

Una vez tomados los asientos con Jiraiya-sama a la izquierda de Taicho, quien se sentaba justo frente a mí en la larga mesa de piedra negra, Shikaku-sama y Morino-sama se sentaron a su derecha respectivamente.

Podía sentir los músculos masculinos a nada de cortarme el cuello, por sus posibles sospechas de que algo le había ocurrido a Hokage-sama; así que como la dama burlesca que soy, decidí entretenerme otro rato.

Moviendo mi mano, el aire me trajo una taza de té y una jarra doble del mismo. Colocando telepáticamente la taza en la mesa sobre un portavasos, tome la jarra en el aire y vacíe su delicioso contenido en el mayor de los silencios.

Al finalizar, devolví la jarra por el aire a su mesa de servicio aun caliente. La tensión crecía al otro lado de la mesa mientras yo disfrutaba gratamente de sus gestos inanimados. Taicho no despegaba la mirada de mis ojos, cosa que me ponía eufórica y lo relegue al final de mi psique.

Hoy no me cautivarás Taicho.

Tomando la taza, bebí un pequeño sorbo tranquilamente, viendo a cada uno sentado alrededor de la mesa, y al finalizar escuché la voz rasposa de Jiraiya-sama comentar:

- Por lo general, es de buena educación compartir una taza de té con tus invitados – su voz estaba divertida, pero al tiempo pude ver sus puntos de estrés formados en arrugas forzadas alrededor de sus ojos y labios tratando de evitar preguntar antes de tiempo.

- Por lo general lo ofrecería, pero considerando que no lo beberán por el temor de estar envenenado, no desperdiciaré un excelente recurso para dejarlo enfriando en la mesa, mezquinamente – conteste naturalmente sin dejar de verlo a los ojos antes de tomar otro sorbo.

- ¿Dónde está Hokage-sama? – murmuro agresivamente Morino-san.

Al fin, un hombre que expresa lo que quiere.

- Desconozco – conteste mirándolo ahora a él, cosa que hizo que apretara sus puños y me mirara fríamente contestando.

- ¿Segura que no sabes dónde está?

Alzando la ceja, respondí con una octava más baja:

- ¿Por qué estas tan seguro yo sé?

- Permítenos reservar cautela Sakura-san – Nara Shikaku volvió a los honoríficos. Bien – pero entenderás que nuestra situación es por demás extraña. No todos los días encontramos un recinto estratégico secreto debajo de la Torre Hokage – comento seguro y firme mientras señalaba a su alrededor.

- Hablando de eso, dinos niña, ¿Dónde estamos? – cuestiono burlonamente Jiraiya-sama a quien lo mire uniformemente.

Ese hombre me llamaba niña cada vez que podía porque sabía que me molestaba, y esta vez no era una excepción.

- Cierto, mis modales son pésimos – suspiré casi dramáticamente – estamos… bajo tierra – sorbí otro pequeño trago de buen té.

Eso creo un silencio que a mi punto de vista fue enormemente cómico. No tanto para los hombres que se sintieron burlados.

- Jamás me lo hubiera imaginado – contesto sarcásticamente el peliblanco.

- Sakura-san, entiende que necesitamos mayor información antes de considerarte una amenaza.

Aunque eso sonaba como una dura advertencia de Shikaku-sama, continue bebiendo mi té. Me dirigí a él con un soplo de aburrimiento y absoluta seriedad.

- Créame Shikaku-sama, cuando le digo que hay peores cosas por temer en el mundo; una simple campesina sentada tranquilamente tomando el té no debería ser la mayor de sus preocupaciones.

- Sakura – la voz dominante y de terciopelo oscuro sonó frente a mi invocando mi atención con autoridad.

Tomándome mi tiempo para dedicarle una seria mirada, levanté mi cabeza cuando me encontré con los ónix monótonos de Taicho.

El hombre me veía con una expresión tan cerrada, que por un momento pensé que había perdido mi toque para leerlo, sin embargo, lo pensé mejor. Puede que yo haya cambiado demasiado en el tiempo en que no lo he visto.

A sus ojos evidentemente, no soy la misma harapienta que conoció.

Pasaron intensos segundos en que nadie hablo o se movió, creando una escena llena de tensión y nerviosismo porque evidentemente ellos estaban en desventaja si es que planeaban asestarme un golpe.

Mi mirada trabada con la de un Taicho renuentemente a dejarme salir de su control, sólo fue interrumpido por el golpe a la mesa de la enorme mano de Morino-san, el cual me veía con un brillo malicioso en los ojos.

- Habla, hechicera, ¿dónde estamos y dónde está Hokage-sama? – murmuro con violencia oculta en la voz.

Sin dejar de ver a Taicho, respondí:

- Si fuera por mí, caballeros, ustedes ni siquiera estarían aquí – tres machos se tensaron, más no se movió el que me veía fijo – Por el contrario, los dejaría en la tierna ignorancia dentro de sus hogares.

- ¿Qué está pasando aquí? ¿Dónde está el Elder? Incluso yo tengo un límite para mi paciencia Sakura-chan – pregunto secamente Jiraiya-sama.

Retirando mi mirada pausadamente de Taicho, mire al Sennin con aburrimiento, hasta que ordene mis ideas pensando como iniciaría esto. Cuando supe como continuar, sonreí lobunamente:

- Jiraiya-sama – hablé con más libertad en la voz - ¿crees en los cuentos de hadas?

La pregunta no impacto tanto como me hubiera gustado, pero frunció algunas cejas y alzo otras.

Acto seguido continue con la voz más dura, determinada:

- Has enloquecido definitivamente, no porque estes sentada ahí mostrándote altanera significa que lograste algo. ¿Por qué deberíamos hacerte caso? En cualquier momento podemos derribarte, minimizarte y sacarte cualquier pelo de información de tu cabecita rosada – respondió toscamente Morino-sama, quien continuo - ¿Segura que quieres continuar con esto, Hechicera?

Alce mi ceja:

- Segura estoy de dos cosas, Morino-sama – me acomode en mi silla, colocando mi codo izquierdo en el respaldo de los brazos y llevando mi mano hacia mi sien, mostrándome aburrida justo como estaba – Uno: Hokage-sama, a diferencia de lo que pueden pensar, está a salvo, vivita y coleando, y para su mala fortuna, sobria hasta donde sé, y dos: - agrave mi voz – lo que van a escuchar en la próxima hora puede definir el futuro de muchas vidas, entre ellas las suyas, las de sus hijos, y más de allá de las que ustedes crean posibles. – mi voz se endureció con cada palabra que salía golpeada, mirándolos tan fríamente a cada uno - Ahora díganme, ¿tengo su atención?

Silencio crudo y tenebroso se esparció más allá de la incomodidad mientras observe con los ojos entrecerrados a Morino-sama, quien se retrajo mínimamente en su asiento, cosa que tome como una excelente señal para continuar.

Me enderece y tomando un aire más formal, comente:

- Las carpetas frente a ustedes son una perfecta investigación sobre todos los logros que se realizaron en este lugar, pueden encontrar la historia y todo el marco teórico que creen necesitar. Palabras al azar para documentar lo que ha ocurrido aquí, porque aparentemente necesitamos escritos que avalen todo lo que está sucediendo en el Bajo mundo, iniciando por Konohagakure.

Ninguno abrió las carpetas y solo me dedicaron su atención. Listos.

- Por ahora encontraran en todo eso habladurías, historias sin sentido, pero no olviden que esas carpetas son únicas, realizadas específicamente para ustedes, anotaciones y tal, pueden hacerlas, pero conforme a mi superior todo se quedará aquí bajo llave, guardado al retirarse.

- ¿Quién es tu superior? – pregunto en automático Shikaku-sama

- Alguien con quien nos reuniremos en breve.

- ¿Dónde estamos? – pregunto el Sennin totalmente serio.

Sonreí presuntuosa.

- ¿Dónde más crees Jiraiya-sama? En Anbu Raíz, claro está – dije con mi voz entretenida ligeramente.

- Mentira – comento Morino-sama.

- Por supuesto que si estuvieron aquí antes, era una pocilga, una disculpa, necesitábamos… - pause un momento buscando la palabra - …un toque profesional. Pero los detalles los tendrán más adelante.

- ¿Por qué estamos aquí Sakura? – cuestiono tranquilamente Taicho.

Su lenguaje corporal era de completa seriedad, sin sentir presión ni tensión o cualquier rastro de nerviosismo. A veces envidiaba esa voluntad de él para su inexpresividad, hoy no era uno de esos días.

- Porque mi superior cree que ustedes pueden ser de ayuda o algo así – me encogí de hombros mostrando que tenía otras ideas – así que estoy obligada a compartir mis juguetes con ustedes.

Vi el movimiento por el rabillo del ojo de nuestro transporte llegar desde la puerta escondida detrás de la columna a mi derecha. Deslizándome de mi asiento, me levante de la mesa y mirándolos entretenida a los hombres sentados:

- Y no soy, sino obediente – les dediqué una falsa sonrisa y me di la vuelta hacia la ventana.

Colocando mi mano en la ventana, presione un botón y el cristal se abrió y camine a donde estaba aparentemente el aire.

Existía una ventana en la oficina que daba acceso a una puerta de cristal disimulada, la cual llegaba al ascensor metálico con capacidad para diez personas.

Para cuando los machos caminaron hacia el ascensor, vi sus impresiones en sus rostros cuando detectaron el mecanismo oculto.

Por supuesto me hinche de orgullo cuando en sus miradas sólo existía el impacto y la conmoción al ver frente a ellos, todo mi territorio. Bueno, tanto como un shinobi de sus calibres podían expresar.

- Suban, no muerde. – me miraron desconfiados un segundo, antes de caminar al elevador.

Colocándome en una esquina del ascensor metálico y cristalizado, presione un botón para acto seguido descender los dos pisos hacia abajo.

Donde nos encontrábamos era prácticamente visible cada piso dentro de la guarida y las nuevas instalaciones eléctricas hacían a la perfección su trabajo.

Sí, habíamos hecho cambios y donde antes eran feos campos de entrenamientos de mugre, ahora teníamos todo un campo iluminado completamente con suelos grises pulidos y limpios, paredes pintadas de gris pizarra con hermosos bajo relieves naturales.

Seis capsulas transparentes con capacidad para entrenamiento de dos personas las cuales eran idénticas al campo siete de ANBU en el exterior, sólo que a escala.

Eran entrenamientos mortíferos en miniatura donde estaban algunos de mis compañeros Raíz entrenando justo en ese momento y se veían los lanzallamas a toda potencia. En otra, un sinfín de flechas rastreadores de chakra le daban a pelear a uno de los miembros de Raíz.

Hoy el movimiento era extenuante, incoherentemente, no por mis visitantes, ni siquiera por aquella jefa nuestra que tiene horas metida en sus investigaciones.

- ¿Cuántos miembros tiene ahora Raíz? – pregunto Shikaku-sama más estratégico viendo las capsulas con sumo interés.

- Tenemos un total de cuarenta y uno, 80% de nuestra plantilla esta en campo ahora mismo, la gente que ven ahora son aquellos que obtuvieron heridas la semana pasada, y están preparándose para su siguiente salida – respondí sin moverme de mi lugar con los brazos cruzados.

- ¿Cómo funcionan las celdas? ¿o como las llaman? ¿Están programadas para sólo un shinobi a la vez? – cuestiona Morino-sama sin tanta crueldad como antes, fascinado mirando como se creaban genjutsu de la nada confundiendo a los integrantes dentro.

- Son denominadas cápsulas y funcionan con… - comente acerca del funcionamiento y sus capacidades para entrenamiento shinobi hasta llegar al piso bajo.

Al detenernos, mis invitados se abrieron paso mientras caminaba dejándome salir primero. Mientras caminábamos empecé a prepararlos para el misterio que nos abarcaba:

- Tendrán mucho tiempo en adelante para que puedan familiarizarse, ya sea aquí o en los proyectores; sin embargo, me temo que tenemos un problema que requiere sus ojos y sus oídos.

- ¿Estas demasiado misteriosa, no crees Sakura-chan? – pregunta socarrón el Sennin.

Algunos Anbu miraron con cautela a los hombres que me seguían, al tiempo que esquivaban mis pasos hacia el fondo, justo donde teníamos el salón de sellado confidencial.

- Querido Jiraiya-sama, lo has comprobado – gire la cabeza para mirarlo con el rabillo del ojo, susurrando – mis secretos valen la pena.

- ¿Cuánto? – pregunta velozmente Shikaku-sama

No le respondí y regresando la mirada al frente, coloqué mis manos hacia atrás unidas, mostrando que estaba calmada.

Mientras pasábamos más allá de las capsulas de entrenamiento, los cristales dejaban ver al otro lado, en otra parte del edificio separado por las tuberías que no pude eliminar, se mostraban los planos y los mapas en enorme tamaño de todo el continente, con varios puntos tachados en rojo y verde, estambre estaban rodeando gran parte de Otogakure.

Más allá se veía una puerta que daba a otro salón, uno de donde se veía salir un vapor caliente y más arriba, departamentos. Sí, algunos miembros habían optado por desarrollar sus propias habitaciones dentro del complejo, cosa que no interpuse objeción. Yo misma dormí incontables veces en el sofá de la oficina superior.

Cuando estuvimos a metros de llegar a la puerta oscuro del fondo, los dirigí a una habitación completamente insonorizada y cubierta. La única que no tenía ni ventanas ni cristales que dejaran traslucir lo que escondía dentro.

Entonces escuche a Morino-sama preguntar:

- ¿Por qué nos debería de interesar lo que sea que tengas por decir? Hasta donde sé, nadie te ha puesto a cargo y todo esto pudiera ser una trampa tuya, hechicera – dijo cruzándose de brazos cuando nos detuvimos en la puerta negra.

Tomando la manija plateada de la puerta, me gire para verlos. Aunque sus palabras fueran despectivas, podía ver el brillo de la curiosidad en las profundidades de sus ojos.

- Les interesará lo juro, porque si creían que Pain de Akatsuki era nuestro mayor problema – comente mientras miraba entretenida a Taicho, quien no había hablado en toda la excursión, sonriéndole un poco – es porque no conocíamos nada mejor.

Abrí la puerta, adentrándonos a uno de los misterios más escabrosos de los últimos tiempos.


Cuando tenía cinco otoños, Naruto me hizo algo horrible.

Corrección. Yo nos hice algo horrible y en su intento de protegerme, me cuasi asesina.

Obāsan-sama dijo que fui imprudente y fue tal vez la única ocasión en que la desafíe y aprendí la lección a la mala. Jamás volví a desobedecer después de eso.

Ella nos dejó solos a Naruto y a mí una fría mañana de invierno. La primavera llegaba y entre sus andares la nieve de Yugakure nos dejaba formar ángeles en ella.

Dijo que no tardaría, pero también dijo que no saliéramos; ya antes habíamos desobedecido algunas reglas en secreto, aunque pensándolo ahora, Obāsan-sama seguramente sabía de todas aquellas veces; aquella no fue distinta.

Ella dijo que había un extraño en el pueblo, alguien que querría hacernos daño en cuanto viera a Naruto, por eso nos pidió jamás salir cuando ella se ponía una capa roja, el cual la hacía ver muy hermosa con su cabello rojo y ojos tono miel, luciendo como una mujer seductora de veintitantos años; sólo cuando ella se sentía segura, dejaba caer el sello de su piel mostrando su verdadera edad y las cicatrices y los tatuajes de su cuerpo.

Un día dijo que yo sería como ella. Cuando era niña, ansiaba crecer a super velocidad para que fuera pronto.

Entonces nos creíamos seguros, por supuesto sabíamos que Obāsan-sama nos cuidaba, pero a veces, sólo a veces creíamos que exageraba. Fue la última vez que desconfiamos de ella.

Tan contentos como estábamos otouto y yo, saltándonos las reglas y en la nieve lanzándonos bolas de agua congelada, la escuchamos: su canto.

Corriendo otouto y yo estábamos entusiasmados por ver cómo es que ella los hechizaba, a los hombres, nunca habíamos tenido la oportunidad, siempre la escuchábamos cantar y minutos después ella llegaba con provisiones, con ropas por quemar, sangre en el rostro a la altura de los labios, y armas. Muchas armas semi usadas.

Llegamos a donde se nos dijo que era el sendero límite a donde podíamos jugar, y cubierto entre los árboles, estaba caminando en modo zombie un shinobi, uno que llevaba un Hitai-ate con un rasguño en su símbolo de la Hoja, identificándolo como un ninja traidor, desertor de su pueblo, e iba caminando ya hechizado por la melodiosa voz de nuestra bruja.

Para engatusar a los hombres hacia ella, Obāsan-sama utilizaba… ciertos encantos, canciones en otro idioma que lograban hechizar a los machos que lo escuchaban, y por alguna razón que a mis cinco otoños no entenderé, quise hacer lo mismo.

Mejor dicho: lo hice y demasiado bien.

Siempre tuve mejor control de chakra y de ninshu que Naruto y quería confirmar si yo también podía embrujar a los hombres.

Apenas empecé a murmurar cuando el hombre pareció detenerse, tartamudeé, pero con nuevos ánimos al ver que había inclinado su cabeza a nuestra dirección, continue mi canto murmurado.

Otouto me codeo advirtiéndome sobre detenerme, pero una vez que empecé, fue tan natural, no quería detenerme ante el poder que tenía sobre el shinobi, me dio el control de su cuerpo y yo estaba tan contenta de poder manejarlo a mi antojo que no me di cuenta que cante todavía más alto e inyecte mayor chakra y ninshu.

Algo que aprendí es que el ninshu corresponderá a tu ánimo. Tan contenta como estaba por mi éxito, por haber desviado a una víctima de Obāsan-sama y arrojarla a mi propia telaraña me enorgullecí.

La segunda cosa que aprendí es que mi canto era demasiado, demasiado poderoso, tanto que no pude detener al hombre cuando se abalanzo sobre mí a una tremenda velocidad y yo me congelé.

Mis sentidos cayeron y yo no entendí porque su mirada estaba enloquecida mientras me tiraba sobre mi pequeña espalda sobre la nieve y empezaba a toquetearme sobre la ropa.

Otouto a mi lado, también se congelo, no teníamos idea de que estaba pasando porque fue todo en fracciones de segundo.

Cuando me sentí completamente indefensa y pasmada estúpidamente, fue cuando el hombre bajo sus manos con desesperación a la punta de mi falda y tomando mis pequeñas rodillas, las separo levantando mi faldita y tratando de bajarme la interior.

El movimiento fue tan brusco que mis mallas invernales se rompieron en la entrepierna al tiempo que el hombre, que no rebasaba los veinte años, bajaba su rostro al mío e intentaba besarme enloquecidamente mientras hacía cosas con sus manos, intentando remover mi ropa en la parte inferior.

El hombre no hablo, en ningún momento. Estaba hechizado y sus ojos estaban inertes de cualquier sentido común, sudaba pavorosamente y su respiración era frenética mientras intentaba llegar a lo más profundo de mí.

Sólo hasta que sentí como me mordió cruelmente una mejilla regordeta, la cual abrió una pequeña herida sangrienta, vi los ojos cerúleos de otouto parado al lado de mí, completamente tenso y quieto.

Hasta la fecha, Naruto nunca ha querido hablar de ese día, en específico de ese momento, pero supe lo que vio en ese momento en mis ojos.

Una vez, una sola vez, me dijo que jamás permitiría que yo volviera a tener ese tipo de mirada en el rostro.

Recuerdo pedirle ayuda, pero mi voz no salía, simplemente no sabía dónde deje mi voz mientras miraba sus ojos asustados al tiempo que el hombre terminaba de romper mis medias negras.

Sentí de pronto algo extremadamente caliente rozar mi muslo activando mi instinto de alejarme de él. Me alcé un poco y mordí su nariz lo más fuerte que pude. Para aquel momento, incluso sangrando, incluso cuando escuche como su nariz se rompió ante mi adrenalina enfurecida, él trato de volver a abrir mis piernitas cuando yo las cerré lo más fuerte que pude.

Cuando continue tratando de morderlo y negando a que me tocara, él se desesperó y alzándose me regalo tremendo puñetazo a la cara, acto seguido mi visión se ensombreció y el olor a sangre broto en mis fosas nasales.

A partir de ahí no recuerdo con claridad muchas cosas.

Sin embargo, lo que sí recuerdo es como una llama ardiente, un chakra monumentalmente oscuro broto a mi izquierda, donde estaba otouto.

Un giro de mi cabeza lo vio muy distinto. Todo él era un pequeño demonio enrojecido y detrás de él, salía una cola alargada.

Sus ojos habían cambiado totalmente dejándolos de tonalidad naranja y le sobresalían colmillos de la boca, sus manos ahora tenían garras y su cuerpo en general me dio el vistazo como el de un depredador.

Uno que estaba furioso mirando al hombre encima de mí.

Cerré los ojos en el momento en que el tipo iba a besarme en la boca porque había tomado mis manos y las había subido por encima de mi cabeza; pero un segundo después, el peso encima de mi había sido retirado.

El peso fuera de mí fue lo que menos en lo que pensé cuando un dolor colosal me atravesó en mi cadera izquierda, baje la vista y toda mi ropa estaba empapándose rápidamente de rojo, no era el dolor como el de una cuchilla, o como de una navaja, sino como de algo que me quemaba por dentro y fue entonces cuando grite.

Grite con todas mis fuerzas por el colosal dolor.

Nunca volví a gritar igual.

Ante el shock, voltee a la derecha, aturdida por el dolor y viendo a Naruto, convertido en aquel demonio rojizo con orejas puntiagudas y cuyas garras estaban destrozando el pecho sin ton ni son del hombre que había intentado violarme sin éxito.

Sin más, escuchando como las tripas y las costillas eran desplazadas del torso del ninja traidor me deje caer en la dulce inconsciencia.

Años después, cuando recordaba que el mundo es una mierda, tocaba la cicatriz en forma de cuatro garras en mi cadera izquierda y me recordaba que algunas de esas mierdas, aunque las causara yo misma, eran para salvar a mi querido hermano.

Mi adorado otouto que impidió la violación de su hermana de cinco otoños; y a cambio, entrego su primera sangre al shinigami aquel día.

Por mi culpa, hice que Naruto cometiera su primera muerte, y ese hecho muchas noches, no me dejo dormir en los años venideros.

Me prometí a mí misma que incluso si debía vender mi alma al diablo, lo haría sin rechistar si debía rescatar la suya, porque la suya valía oro. Su corazón valía oro.

Así que controlándome nuevamente me enfoque en mi presente y en cómo debía venderme ahora, para que los tenientes creyeran en mí. Confiaran en mí.

Porque si no lo lograba, Seiryu-sama me perdone, pero entonces iría yo misma y los mataría a todos.


- ¿Qué es esto?

Morino-sama fue el primero en preguntar, dejando pasar unos buenos diez segundos desde que entramos a la celda final de la guarida de Anbu Raíz.

En lo que pareciera ser el centro del salón estaba una plataforma redonda, enorme, con cristal negro cubriendo la parte superior, casi como una mesa baja. Descubrí que el negro es perfecto para las proyecciones que necesito mostrarles.

En sí, la habitación era lóbrega y pobremente iluminada, limpia sí y vacía, pero precisamente porque necesitábamos oscuridad en este caso.

Ni siquiera había sillas, sólo era unas lámparas por encima de la plataforma y lo demás eran tinieblas, a tal grado que no eran visibles los dos guardias apostados a las dos esquinas más escondidas.

Acercándome a la mesa empecé a comentar, mi voz haciendo eco en el recinto:

- Esto, mis señores, es lo que necesito mostrarles, por favor – les insté para que se acercaran a la tarima.

Una vez que, con cautela, se acercaron miraron con cautela a todas partes, sólo Taicho era quien no desvió la mirada de mi lo cual me enorgulleció. Él ya confiaba en mí.

Solo un poco más.

- Ahora, su completa atención – moví mi mano hacia la mesa levantando el ninshu.

El cuarteto guardo silencio mientras las partículas doradas y verdes se alzaban mostrando una vista desde las alturas a Konohagakure en su totalidad.

- Lo que están a punto de ver, es algo que se localizó durante la realización de una misión.

Moví la mano e inmediatamente el ninshu se movió como si estuviéramos encima de las nubes moviéndose a alta velocidad dejando ver la flora y fauna de todo el camino hasta el destino al que quería llegar.

- Sólo para aclarar, la misión u objetivos no fueron relevantes para el descubrimiento de esto, simplemente fue algo que se descubrió por error. Un descuido mínimo de los miembros, más adelante verán porque hago énfasis en esto.

Dedicándoles una mirada a cada uno, termino de diseñar la nueva imagen holográfica a la que quería llegar:

- Lo que están viendo ahora es una región montañosa que se encuentra ubicada en la región norte sobre la mayor parte de la tierra entre Takigakure y Otogakure. Dispone de una flora densa y los huesos de muchas criaturas gigantes pueden verse sobresaliendo de la misma.

En la imagen predominantemente verde, se ve una cadena montañosa de un metro de alto con costillares y bosques bajos, mayormente de arbustos y abetos enanos.

- Este lugar es conocido por los pocos lugareños como Sangaku no Hakaba.

- La Montaña Cementerio, es un lugar abandonado – comenta Shikaku-sama.

- Bueno, no esta tan abandonado según nuestros informes – respondí seriamente.

Moví la mano alzándola un poco y chasqueándola frente a ellos.

Inmediatamente, un sonido emergió de los altavoces integrados en la habitación, un ruido sordo y de alta potencia.

- ¿Alguno reconoce que sonido es ese?

El sonido era muy parecido a cómo estar debajo del agua, a unas cuatro o cinco atmosferas por debajo en un lugar completamente en silencio y oscuro. Daba la sensación de que en cualquier momento algo surgiría de esas profundidades cavernosas.

Vi el fruncimiento de cejas de Jiraiya-sama y de Morino-sama, mientras que Shikaku-sama parecía pensativo, tratando de memorizarlo.

Taicho cerró los ojos y alzo la cabeza, pero a los segundos, los abrió mirándome y negando suavemente con la cabeza.

Ninguno respondió.

- Esto que están escuchando, es un sonido grabado justo a la entrada de una de las cavernas bajo la tierra de la Montaña Cementerio.

- ¿Se ha descubierto que es? – pregunta Taicho aun luciendo serio.

- Iie, pero hay una teoría fascinante sobre eso – chasquee los dedos para que terminara de reproducirse el sonido – sin embargo, lo que han oído hasta ahora no es razón suficiente como traerlos a la mitad de la noche.

- En efecto, ¿Dónde está la verdadera sorpresa? – pregunta Morino-sama.

- Cuando a alguien le causo curiosidad ese ruido, se adentró un poco más, pero al ser tan lúgubre e inestable se envió un jutsu de mapeo, primero.

Volví a mover mi mano, tintineando mis brazaletes y el ninshu de tonalidad amarilla broto formando el resultado de aquel jutsu.

- Como pueden ver, parece toda una red cavernosa ahí abajo, tal cual un nido de arañas, pero lo más impresionante de todo, es cierto cumulo de energía, que se encontró justo en el centro donde convergen todas las cuevas por debajo.

El ninshu dejaba ver como la montaña estaba estructurada por debajo con sus túneles.

- Al principio se pensó que el jutsu estaba errado, porque el centro debería de ser la zona más débil o frágil, según los análisis de la superficie.

- No fue así, deduzco – comento Jiraiya-sama

- Iie, resulta que alguien creo una capa de tres metros de tierra que resaltaba como arena movediza, creando la ilusión natural que era una zona arriesgada.

- ¿Tres metros? – pregunto Taicho.

- Por todo un diámetro de cinco kilómetros a la redonda – conteste en automático.

Eso hizo fruncir un poco su ceja derecha.

- Alguien se tomó demasiadas molestias, ¿Por qué? – cuestiono Morino-san.

- Una pregunta que el mismo escuadrón se hizo. Así que siendo unos rebeldes sin causa, se encaminaron unas cuantas decenas de metros por una de las cavernas tratando de averiguar si había algún tramposo ninja dentro.

- ¿El resultado? – pregunto Shikaku-sama

- No se encontró a ningún ser humano. Con vida – sentencie.

- ¿Con vida? Había muertos dentro, entonces – dice Jiraiya-sama

Asentí dos veces lentamente mirándolo con los ojos entrecerrados antes de negar también lentamente.

Ofuscado, pregunto:

- ¿Qué encontraste Sakura-chan?

Chasquee los dedos, y esta vez el ninshu arrojo muchos puntos rojos dentro de las cavernas dispersados en todas las cavernas y cuyo punto focal era justo en el centro de la montaña.

- Un problema Jiraiya-sama – conteste mirándolo seriamente.

Me di la vuelta, caminando al fondo unos cuantos metros, y chasqueando de nuevo los dedos, se activaron las luces de alta intensidad sobre la celda que estuvo todo este tiempo, escondida al fondo de la habitación, los dos miembros Anbu ocultos nunca dejaron caer sus guardias.

La celda estaba totalmente sellada, tanto para el ruido como para el aire siendo un fūton continuo de ninshu lo que proporcionaba el mínimo de aire dentro de la celda. Era una habitación de cristal grueso, tan fuerte que incluso Hokage-sama lo probo y fue resistente contra ella.

Quien sea que entrara aquí, no podría salir a no ser del jutsu de sellado negado al que incurrimos.

La iluminación tan sagaz e intensa hizo gruñir un poco al ser que estaba adentro encerrado.

El ser atrapado allí, era una criatura muy parecida a un humano, sólo que desnudo, tienen caras bien definidas, completas, con los brazos y piernas rectas, pequeños picos sobresalen de los hombros y la espalda, tiene lo que parecen ser grietas por todo el cuerpo. También tiene un patrón de zig-zag que va desde su diafragma hasta la ingle, y recuerda a cada pierna de la mosca de los originales de la trampa, como extensiones. Estas estrías demostraron ser capaz de abrirse de una manera similar.

Carece de órganos sexuales humanos, pareciendo un eunuco, uno cuya piel es antinaturalmente blanca con su cabello verde y a leguas se nota que es un ser que finge ser humano.

El ser deforme estaba acostado en su forma fetal, pero al ver a los visitantes se levantó y los miraba aturdido.

Los cuatro hombres con expresiones confusas se acercaron a la misma distancia que yo al cristal, mientras el ser dentro también quería acercarse, pero lucia confundido y se dejaba guiar por el ninjutsu de aire encima de él.

- ¿Qué es esto? – cuestiono Shikaku-sama.

Antes de responder, le asentí brevemente al Anbu a mi izquierda, el más cercano a mí, quien se movió trayéndome un ratón negro y colocándolo en mi mano.

Colocando mis manos juntas sobre el cristal y aprovechando el momento de distracción del ser, abrí un pequeño hueco para que el ratón corriera hacia adentro de la celda, mientras cerré el camino por detrás a su paso, prohibiendo cualquier salida.

En cuanto el ser entro al campo visual del ser, este se paralizo y miro con cautela al ratón.

- Lo que están a punto de ver, lo hemos denominado Clon Parasito.

El ser blanquecino sonrió dejando entrever que no tenía labios ni dientes y que hecho parecía mucho simular a una venus, una planta carnívora. Toco mínimamente al ratón y en menos del segundo, el ser blanquecino se convirtió en un ratón idéntico al negro que acababa de ingresar.

- Los exhorto a rastrear su chakra y encontrar las cinco diferencias con el ratón.

El cuarteto miro intrigado que el ser ni siquiera había hecho sellos manuales, sólo fue por medio del tacto que el ser se convirtió.

No pudieron responder, pero prepare otra prueba.

- Shikaku-sama, por curiosidad, ¿puedes hacer portales?

- Iie, Sakura-san, pero eso que… auch – se acarició cuando jale uno de sus cabellos y tire de él.

Sople el único pelo de la misma manera en que atravesó el ratón.

Cuando el ser detecto una infiltración corrió muy cerca del cristal donde estábamos de pie y sin más, se comió el pelo que volaba inocente por los aires.

Enseguida, otro Nara Shikaku incluso con el mismo atuendo que tiene hoy día, se vio reflejado al otro lado del cristal, un hombre que miraba intensamente al verdadero al otro lado de la celda.

- Intenten ahora, resolver quien es el verdadero y quien el falso.

- ¿Qué es esta cosa? – pregunto Jiraiya-sama quien había fruncido totalmente sus cejas, encontrando sentido.

- Zetsu – respondí.

- ¿Qué es un zetsu? – pregunto Morino-sama.

- Desconozco, pero es lo único que sale por esa infame garganta suya.

Casi como si me escuchara, el ser empezó a ladrar con la voz de Shikaku-sama la palabra Zetsu varias veces. Su sonido tan antinatural es como si estuviera raspando sus cuerdas vocales con una piedra volcánica, era atroz y sonaba errada.

- Esta celda es la única manera en que pudimos retraerlo, sellando completamente con varias capas de ninjutsu de fūton que impide que se acerque a las esquinas. Es capaz de ejecutar el jutsu Efímera, se confunde esencialmente en árboles, entre los bosques, jamás encontraríamos la diferencia entre un árbol y esa cosa, porque sencillamente no tiene chakra para ser rastreado. No hay forma de encontrar la disyuntiva entre la nada y él.

Cuando termine de hablar, la horrible criatura sorprendió de nuevo al cuarteto cuando miro hacia abajo y de su sombra se vieron crecer brazos en el suelo y manos queriendo desplazarse por los cristales, pero el sello era feroz. Inmediatamente un arco eléctrico automático, se aplicó contra Zetsu.

- ¿Puede usar los kekkei genkai?

- ¿Sin siquiera verlos?

Preguntaron Jiraiya-sama y Shikaku-sama casi al mismo tiempo, cosa que se confirmó cuando el ser de nuevo, utilizo la sombra alargada para probar su nuevo poder.

- No solo eso. Durante los últimos quince días que ha estado resguardado aquí, no come, no bebe, no necesita más que el mínimo de oxígeno, no habla más allá de esa única palabra y tal vez lo más importante: no muere.

El silencio, más allá de los horribles sonidos que salían de la garganta de ese ser, se extendió entre los tenientes y sentí sus miradas en mi nuca.

- Onmyōji – hablo el Anbu que me había pasado el ratón, en tono de regaño sutil.

- Sólo quería asustarlos, Kimchi. Por supuesto, sí muere; sólo que hasta el tercer o cuarto cercenamiento. Debe de ser una incisión separando el cuello completamente de la cabeza y aún así son capaces de regenerarse, con limitaciones claro está, eso aunado al hecho de que a ellos les encanta fusionarse.

Casi, casi como si la criatura estuviera oyéndome, regreso a su forma antinatural – o natural – e hizo exactamente lo que dije:

- Se esta… ¿dividiendo?

Con todo y la conmoción de Jiraiya-sama, los demás vieron como la criatura estaba clonándose a si misma, pero más allá de un clon, era más como ver a una célula en escala real reproduciéndose asexualmente.

Ahora dos Zetsu estaban dentro de la celda. Dos seres cuyo chakra era indetectable.

Los tres, Nara, Morino y el Sennin se acercaron más para ver el desarrollo de la división celular mientras Taicho se quedó cerca de mí, aun viendo al frente a la cosa espantosa.

A mi derecha escuche una pregunta:

- Básicamente son peligrosos, sí, pero me invade una duda. ¿Por qué deberíamos estar preocupados por ellos? Sí, son interesantes sus habilidades; en cambio tenemos prioridades más importantes, esto no representa una amenaza actualmente a Konoha.

- Me alegro de que pregunte Shikaku-sama, eso nos lleva al siguiente punto.

Alce mi mano manipulando al ninshu que se elevó al fondo de la celda, por dentro de donde se encontraba Zetsu, formando la imagen que yo tenía como bucle mental.

La forma de un enmascarado naranja con una capa oscura que salía de una de las cavernas, donde yo me situaba espiando metros arriba y alejada, se veía como el tipo de una sola cuenta focal vislumbraba a su alrededor y enseguida entraba a la caverna.

Zetsu entonces se acercó al holograma del ninshu sobre él mostrando una emoción única cuando quedo claro quién era el sujeto.

Devoción.

El amorfo se acercó levantando sus manos y dos brazos salieron de sus costados prácticamente de la nada, todo para intentar alcanzar a la imagen del encapuchado, haciendo ruidos sordos, incluso gemidos solicitando lo que parecía ser ayuda.

Cada teniente entonces mostro tensión cuando quedo claro que la capa del hombre tenía nubes rojas.

- Bajo el nombre de Tobi, este hombre es el único que entra y sale constantemente de las cavernas; y como pueden ver, es venerado por Zetsu. Lo mismo ocurrió con los otros tres que teníamos en resguardo.

- ¿Capturaron más? – pregunto Morino-sama

- En efecto, sin embargo, mi superior empezó a hacer experimentos con ellos, al momento sólo queda vigente el que está frente a ustedes, sin embargo, no logramos averiguar cómo pueden utilizar el elemento madera a su voluntad.

- ¿Pueden utilizar el mokuton? – pregunto alarmado Shikaku-sama.

- Oh, así es, ¿olvide mencionarlo? – pregunte retóricamente dirigiéndole una sonrisa ladeada cruel.

- Akatsuki está involucrado, es lo que dices – sentencia el Ero- Sennin.

- Ojalá sólo fuera Akatsuki, Jiraiya-sama – suspire con resignación.

- ¿A qué te refieres? – pregunta casi con urgencia Shikaku-sama.

- Esa parte, me temo que es mi superior quien se las debe; sólo para recapitular, tenemos aquí un probable experimento llamado Zetsu el cual es un animal fantástico, mortífero y auto sanador al mismo tiempo; fomentado por Akatsuki. La buena noticia, caballeros, es que nuestro prófugo del ácido fólico aquí presente – señale a Zetsu dentro – aparentemente hiberna.

- ¿Hiberna? ¿Cómo dormir? – pregunta Jiraiya-sama apresurado

- Así es, al parecer no tiene energía ahora, es por ello por lo que fue tan sencillo capturarlos; duermen 22 horas al día, y sólo cuando la luz tan intensa como la del sol les da en la cara es como si se activarán. No reaccionaran a otra cosa. Es casi como si…

- Estuvieran esperando algo – finalizo Shikaku-sama con sus ojos comprendiendo el problema.

- Bingo.

Dejando unos segundos de reflexión, fue Morino-sama quien pregunto genuinamente curioso:

- Dijiste que esa era la buena noticia, ¿cuál es la mala?

Dirigí mi mirada hacia la criatura en la celda hablando con la respuesta:

- Imaginen que este Zetsu sólo es uno de los tantos puntitos rojos que explique anteriormente – comente recordándoles el mapa holográfico de la Montaña Cementerio detrás de nosotros que estaba manchado en rojo.

Los tres mayores voltearon viendo el mapa y al blanquecino amorfo reiteradas ocasiones, sintiendo como el ambiente bajo unos cinco grados fácilmente.

Ignorando el impacto intelectual de los mayores, Taicho me miro a su lado y dijo:

- ¿Cuántos has contado hasta el momento, Sakura?

Su voz sonaba pacifica, pero el leve atisbo de dudas estaba resonando por abajo. El estrés estaba por invadirlo.

Confía en mi otro poco más.

Mirándolo a él y a sus ojos ónix peligrosos y letales, agradecí que él estuviera tan entregado a esto como yo, así que le contesté de la manera más honesta que pude, aunque Hokage-sama solicito no hacerlo:

- Hasta hace tres días, según el informe del escuadrón Anbu, la cifra más actualizada abarca un aproximado de 95 mil Zetsu… y creciendo.

El silencio fue absoluto y sólo hasta que deje que unos buenos diez segundos pasaran, declare con murmullo profundamente serio:

- Akatsuki está formando su propio ejército. Uno sin deficiencias humanas y justo en las narices de Konohagakure.

La forma en como sus ojos parecieron oscurecerse con cada palabra me dio ánimos para continuar con la siguiente parte del informe.

Si creían que esto era todo, que equivocados les demostrare que están.

Dando media vuelta de vuelta hacia la tarima del mapa geográfico, camine hasta llegar al otro lado y me gire nuevamente hacia ellos, mi voz sonando tan divertida a pesar de la situación:

- Ahora bien, dejando de lado el posible inicio de una masacre monumental, - se tensaron visiblemente ante mi entretenida voz - ¿están listos para la siguiente tanda de más malas noticias? o hasta aquí, ¿quieren ir a por un café, caballeros?

Mi sonrisa sardónica sólo los puso más ansiosos cuando chasquee los dedos y los soldados Anbu Raíz entraron a la celda colocándose al lado de ellos.


En la casa de Uchiha Shisui, había un saludable calor que cubría la recamara de cierto rubio enorme y aunque no quería despertar, lo hizo por la sensación de algo extraño en la habitación.

Sin embargo, él se sintió somnoliento y le gano el continuar durmiendo un poco más.

Horas más tarde, acomodado viendo hacia la ventana, abrió un ojo azul cielo para ver si ya era su hora de entrenamiento; aunque, por el contrario, poco le dedico a ese pensamiento cuando sintió el exquisito calor expandiéndose en su pecho cuando sintió un peso extra en su costado.

Medio despierto se acurruco aún más entre los brazos que lo cubrían desde atrás.

Hacía dos semanas que Sasuke había empezado a dormir infraganti con él, uniéndosele a la mitad de la noche cuando todos los demás pensaban que ya estaba dormido y buscando calor para sus fríos pies, se colocaba a la izquierda del rubio y sin más palabras, se dormía a su lado.

El rubio mantiene una sonrisa de oreja a oreja, totalmente satisfecho de tenerlo a su lado y girándose, pretende mirar la cara de Sasuke quien aún permanece dormido.

Le fascina lo sensualmente atractivo que es; siempre lo deja sin aliento cuando tiene los ojos abiertos y lo miran fijamente casi vocalizando sus deseos de besarlo en los momentos más impúdicos que encuentra.

Jamás se imagino que el Uchiha fuera un pervertido al que le gustara tener sus sesiones de besos casi en público, buscando la adrenalina de ser atrapado con las manos en la masa. Naruto, por el contrario, le encantaba besarlo mientras tuvieran un almuerzo al aire libre, sólo ellos dos sin más público que las flores o el viento presentes.

Pero cuando esta dormido, Naruto suspira afectivamente, puede apreciarlo a sus anchas, tocando suavemente con el toque de un pétalo su nariz tan aristocrática o esos pómulos orgullosos. Los labios manchados de rosa que permanecen entreabiertos, llamándolo, dándose a desear por un beso más.

Tan ensimismado está tocando todo lo que puede tratando de memorizarlo a fuego en su mente, casi no presencia como los ónix perezosos se abren frente a él, y puede ver como una sonrisa risueña se le escapa a Sasuke.

Naruto siente su corazón explotar cuando los brazos de Sasuke lo atraen más a él mientras le dedica los buenos días con su mirada tierna.

Por las mañanas, al Uchiha se le olvidaba todo y eso amaba Naruto. Sasuke no recordaba que era el príncipe de un clan, o que debía ser el orgulloso shinobi sin emociones. No.

Sasuke era Sasuke, un chico del que Naruto se sentía perdidamente enamorado, perturbado hasta las anginas por él.

El pelinegro se enreda un poco y tomando la mejilla de Naruto lo atrae para un beso mañanero sensual, que incluye el tacto piel a piel de los labios tersos y humectados de ambos. Naruto no puede controlarse por más que quiere y termina devorando al Uchiha, convirtiendo su beso dulce e inocente en una ráfaga candente de sensaciones, en donde las manos recorren los brazos, las mejillas y la espalda principalmente.

Como siempre entre ellos, la respiración se vuelve un problema, si tan sólo pudieran abstenerse del estúpido oxígeno, se dice recriminando Naruto.

Retirándose sólo a centímetros del chico que llena sus pensamientos, mira sus labios húmedos, ahora inflamados y aún encantadores pidiendo más tactos, y posterior, alza la mirada para encontrarse con esos ojos aguados y flojos que aún no quieren despertar.

Atrapado ahora entre sus brazos, Sasuke es un espectáculo seductor para los ojos, en especial cuando es Naruto quien le pide dormir con ese kimono de seda blanco suyo, lo hace lucir tan atractivo y dominante, que hace tan difícil resistirlo aun cuando tiene esa mirada de presa retadora.

Continúan admirándose, y los ojos de Naruto apenas pueden creer que después de meses de tormento emocional, al fin lo tiene entre sus brazos y tan contento de estarlo, haciendo un beso de esquimal que hace sonreír tenuemente al pelinegro, le procura un nuevo beso, uno más lento y calmado e intensamente pasional.

En algún momento, el Uchiha toca el costado desnudo de Naruto, levantando su playera naranja para dormir y eso crea sensaciones exquisitas en el rubio deseando más de aquello. La peculiaridad de estar encima de Sasuke y que este lo abrace rogando en silencio que le deje caer todo su peso abrazándolo desde la espalda y atrayéndolo hacia él, pone a Naruto en un conflicto entre el éxtasis y el nerviosismo.

Esto solía suceder entre ellos, con más frecuencia últimamente, porque ante el toque de Sasuke, Naruto estaba perdido. Si un beso lo hacía rogar, una caricia lo arrodillaba. Aunque siempre terminaban el beso abruptamente cuando alguno de los dos sentía que habían ido demasiado lejos, pero eso siempre ocurría después de que quedaban ligeramente desvestidos.

Ahora en cambio, aprovechando el frio de la mañana y el calor entre las sábanas, Sasuke pide con los ojos que Naruto continue con sus caricias mañaneras, entreabriendo la boca para dejar escapar el puente de saliva de entre los labios codiciosos de Naruto.

El rubio se movió para que Sasuke retirara su playera, mientras él mordía un hombro del pelinegro, causando uno de esos deliciosos gemidos, cuando de la nada se abrió fuertemente la puerta azotándola contra la pared.

No paso ni medio segundo cuando Naruto ya tenía un rasengan en acción con dirección a la puerta y Sasuke tenía un kunai en cada mano.

El rubio ya estaba de pie en el medio de la habitación, frente a Sasuke, haciendo una barrera para que el pelinegro, quien seguía en la cama, quedará protegido innecesariamente.

Sin embargo, la amenaza que entro por la puerta ni siquiera fue una persona. Ni siquiera era una amenaza.

En cuanto Naruto bajo la mirada y vio a la figura sentada con mirada impaciente, el rubio abrió los ojos cuando reconoció aquellos ojos felinos morados enormes, y antes de que pudiera pensar en nada más, dejo escapar un jadeo, uno que no supo si era de alivio o de decepción:

- …Bastet… - Naruto esperaba que cuando viera de nuevo al neko, ya habría encontrado a su hermana primero, pero al verlo primero a él, pudiera significar que ella estaba en problemas.

- Me equivoque de habitación simio, ¿dónde está mi segundo seikō?

Ni bien había terminado de hablar el gato cuando fue levantado bruscamente de la nada y un Shisui que se veía recién levantado de la cama siendo las cuatro de la mañana, lo tenía fuertemente abrazado unido a sus mejillas rosadas.

- Mi precioso, mi precioso príncipe, miruño, ¿Qué te han hecho mi precioso?, ¿cómo has estado? ¿dónde te tuvieron apresado?, ¿Qué te hicieron mi querido príncipe?, ¿Te trataron mal esos Anbu? Dime algo, ¿Por qué no me dices nada?, ¿Te rompieron?

A cada pregunta cada vez con la voz más añiñada de Shisui, Bastet se restregaba con gula ante sus caricias y aunque quería enroscarse en el cuello del Uchiha, este no podía dejar de acunarlo como a un bebe; un bebe de diez kilos y un metro de altura.

Mientras seguían prodigándose un amor asqueroso al punto de vista de Naruto, el rubio no dudo en preguntar:

- ¡Bastet, ¿dónde dejaste a Sakura-chan?! – pregunto con urgencia mientras sentía a Sasuke tranquilizándose y levantándose de la cama.

- Ñiam, ñiam – y continuaba golosamente disfrutando de un Shisui deseoso por complacer al neko con caricias en la barriga.

- ¡Bastet! – gruño impaciente Naruto.

- Por favor príncipe, contesta, queremos saber sobre Sakura-chan, ¿Dónde está?, ¿Cómo se atrevió a dejarte solito a ti? ¿En este mundo tan cruel para los preciosos príncipes como tú?

Naruto se sentía repulsivo ante el amor que Shisui le prodigaba al gato, pero supuso que, conociendo a Bastet, había hechizado hace mucho tiempo al Uchiha.

En cambio, se concentró en la respuesta del gato:

- Seikō, primero comida – y Bastet ya no dijo más cosa que pudo a Naruto ansioso y tomándolo de los brazos de Shisui, ahorcando al gato.

- ¡Dime ya donde esta!

- ¡Ñiammm!

- ¡Naruto-kun!

- ¡Dime!

- ¡Ñiammm!

- ¡Naruto-kun, noooo!

Sólo hasta que un Kakashi-sensei llego y vio en primera fila a un Bastet con la lengua de fuera siendo estrangulado por un furioso Naruto, quien estaba siendo retenido por una llave al cuello por Shisui, quien estaba siendo ahogado con una almohada por un adormilado Sasuke, se congelaron en sus actos macabros sólo para segundos después continuar desenfrenados.

Entonces hasta que amenazo a todos y a cada uno sin excepción a ser electrocutados con su chidori – o entregados a las garras de los ninken, en el caso de Bastet – el gato pudo explicar las razones por las cuales visito la casa Uchiha.

Naruto, al terminar de escuchar las pocas y elocuentes palabras del neko, miro el suelo, resignado.

Suspirando derrotado, realmente pensó a que a Sakura-chan le hubiera gustado vivir de manera civil, o incluso ser un médico ninja en el hospital.

Pero de ahí a convertirse en lo que se ha convertido….

Suspira nuevamente. Al menos podrá verla, más seguido, tal vez no diario como pensó, pero al menos ya sabe dónde está y que se encuentra bien dentro de lo que cabe.

Por otro lado, sonríe irónicamente, al darse cuenta. Su hermana jamás quiso responsabilidades ni ser un líder ni ser alguien a quien los demás sigan; y ahora… incluso su Obasan estaría orgullosa si supiera que Sakura-chan es la nueva líder de Anbu Raíz.


- ¿Aquí es donde nos encierras tras dar tu Golpe de Estado?

Abrí los ojos, parpadeando como un búho ante la estúpida pregunta.

Fue tan tonta que incluso los miembros colocados a su alrededor se congelaron un pequeño momento antes de continuar con su labor.

- Es la hora del día en que no tengo tiempo para tratar de adivinar lo que sea de lo que estes hablando, Jiraiya-sama – hable genuinamente confundida.

El hombre quiso hablar, pero lo interrumpí antes de que iniciara con cualquier teoría loca suya.

Un miembro Anbu se aposto frente a cada teniente entregándoles una hoja a cada uno, y los otros dos que habían entrado, fueron el cambio de turno de escoltas de Zetsu, por lo que Kimchi y su compañero salieron en completo silencio sin dedicar una segunda mirada a la habitación y su contenido, cerrando la puerta tras ellos.

- Lo que tienen ahora en las manos, ¿alguien llega a reconocerlo?

Mi voz ocasiono eco en la habitación, la cual se ilumino de nuestro lado, y oscureciendo las luces que estaban dedicadas a la celda de Zetsu, precisamente para que pudieran leer sin problemas el texto antiguo.

- Es un poema, una lira de hace siglos – frunció el ceño aun leyendo Shikaku-sama.

- Así es, ¿Qué más encuentran, señores? – continue preguntando, fingiendo diversión.

- Es un mito – contesto Jiraiya-sama – La historia sobre Daidarabotchi, el cual era un yokai gigante. Su tamaño y la fuerza eran inconmensurables, y se decía que la criatura era tan enorme que sus huellas creaban huecos, lagunas y lagos, y que su fuerza era el culpable de la colocación actual de las montañas y los ríos.

- Así es, correcto – dije sonriente.

- ¿Y? ¿Esto que tiene que ver con todo lo anterior?

- Esa es una excelente pregunta Morino-sama, una de las muchas por resolver.

Colocándome por detrás de la tarima, teniendo a los caballeros frente a mí, eleve mi mano y permití que el holograma geográfico se moviera.

- Descubrimos en nuestras expediciones que la Montaña Cementerio, no es completamente una montaña. De hecho, es muy curiosa su forma real.

Acto seguido, las partículas de ninshu verde dejaron que el dorado eliminara los puntos rojos y crearan la forma real que encontramos bajo los sensores.

La forma de un monstruo de gran altura se empezó a formar justo cubierto por los bosques enanos de la Montaña. Como si algo enorme, colosal, hubiera muerto ahí y la naturaleza se hubiera encargado de bardear el lugar.

- Por algo se llama Montaña Cementerio, Sakura-san, evidentemente algo grande estaba oculto ahí – contesto Shikaku-sama frunciendo aún el ceño, encontrando mi lógica sin lograrlo.

- Por supuesto, ahora quiero que vean el dibujo que tienen en sus manos y me digan que es lo que ven aquí.

Taicho enseguida se tensó y mis ojos brillaron intensamente hacia él. Por supuesto, él sería el primero en darse cuenta y las preguntas las vi reunirse detrás de su mirada cuando se conectó conmigo al otro lado cuando me dirigió sus ónix.

Aunque fue el primero en darse cuenta, fue el Nara quien murmuro quedamente:

- No es posible.

El ninshu había dejado ver que la forma real de la -no- montaña Cementerio era el cuerpo amorfo de una criatura idéntica a lo que se describía como el Daidarabotchi, el enorme demonio mitológico.

Sin más tiempo que perder, continue hablando con mis brazos cruzados recargada en la pared:

- Verán, es muy interesante la historia de Daidarabotchi; se dice que está basada en una historia real, como cualquier mito por supuesto; sin embargo, en las historias de los druidas vagabundos antiguos, se cuenta que su fin se debió a un misterioso poder que no sólo logro vencerlo, sino que también dividió su cuerpo y cada trozo lo envió a partes lejanas del continente.

- ¿Estamos ahora confiando realmente en mitos? – cuestiono con burla Morino Ibiki.

- El problema, mi señor – lo mire fijamente mientras hablaba – no es en lo que nosotros creamos, sólo nos deberían de importar las respuestas de nuestras preguntas. Sólo que todo este tiempo, nuestras preguntas estuvieron mal formuladas.

- Sakura – Jiraiya-sama no me defraudo – No – declaro con la voz más lúgubre que le he escuchado alguna vez.

De todos, él fue el único que pudo haber escuchado los rumores, el único que escucho el origen del ninshu, el único al que le debieron contar sobre el origen de cualquier cosa gracias a los Sama sabios del monte Miroku. Es por eso por lo que el peliblanco me mira con cierto temor acrecentándose en la mirada.

Quiere preguntar, pero hacerlo, sólo haría realidad su mayor miedo. Lo mire con una sonrisa tenue en mis labios.

Los demás lo miraron, una vez que entendieron que él ya tenía la verdad en la punta de la lengua, y es por eso por lo que Shikaku-sama pregunto:

- ¿Qué es, Jiraiya-sama?

Pero el hombre no lo veía a él. Me veía a mí, con incredulidad en el rostro y sus facciones empezaron a endurecerse, pero no con determinación sino con la certeza de que él no quería escuchar más.

Morino-sama viendo que el Ero-Sennin no iba a hablar mientras procesaba lo que fuera que pensaba, me dijo con dureza:

- Habla claro, ¿Qué está ocurriendo?

Los mire a todos y cada uno antes de volver a observar a Jiraiya-sama quien estaba atento a cada movimiento mío. No me moví de la pared y él no hablo más, así que continue:

- Daidarabotchi es realmente el alias escondido del ser más poderoso jamás considerado en el mundo. Un ser que se decía capaz de ordenar al mundo bajo su mando, tanto así que su creador pereció tratando de controlarlo. Un monstruo dividido en nueve demonios cuyos cuerpos fueron sellados en seres humanos.

Esta información era completamente nueva para Taicho, Morino-sama y Shikaku-sama. Sus cuerpos se enderezaron bruscamente mientras me miraban intensamente cuando seguí mi teoría:

- Entonces recopilando: Tenemos a una organización que dice querer la paz mundial; una en donde trabajan duramente para extraer brutalmente a los bijuu de sus cuerpos humanos, bijuu que antes formaban un todo, un todo escondido en la forma de una estatua, el Gedō Mazō, la Estatua Demoníaca del Camino Exterior, el cual, según el poema en sus manos, es el cuerpo del fallecido monstruo mitológico, cuerpo escondido debajo de una montaña que también es controlada por la misma organización. Así que preguntare una vez más, ¿reconocen esto?

Chasquee los dedos dejando que las bocinas volvieran a reproducir el sonido que ahora tenía otro significado.

Evidentemente, ninguno de nosotros lo había escuchado alguna vez en la vida, pero el instinto decía que era un enorme cúmulo de chakra, profano y espeso, casi se podía sentir la maldad ahora llegando desde las profundidades de un peligroso océano sin punto de retorno, agitado que estaba forzado dentro de las cavernas.

El cuarteto de hombres no reacciono, sino continuaron mirándome intensamente con cada segundo que pasaba.

- ¿Me entienden ahora cuando digo que no importa si ustedes creen o no en los cuentos de hadas? Es porque alguien más sí lo hace y más importante aún. Ha hecho todo lo posible para volverlo realidad.

Moví mi dedo sin descruzarme de brazos mientras finalizaba mi hipótesis, dejando que el holograma de la montaña cementerio desapareciera y se formara correctamente la figura que describían torpemente los libros más antiguos que encontré.

- En pocas palabras, alguien ha trabajado muy duro tratando de regenerar a un ser que se dice puede poner al mundo de rodillas. – baje mi voz una octava - El Jūbi, el demonio de diez colas.

El sonido de las bocinas se desprendió cada vez más oscuro y peligroso casi como un preludio a la tormenta a la que íbamos en picada.

- Alimento para el alma. Bienvenidos entonces, caballeros, al preámbulo de la posible Cuarta Guerra Mundial Shinobi.

Al ver sus rostros pétreos absorbiendo cada pensamiento a toda velocidad, sonreí diabólicamente.

¿Por qué?

Porque me encantan los retos.


Un cuervo totalmente negro toco su ventana, cosa que le hizo fruncir el ceño porque no reconocía al animal.

Entonces abriendo la rustica ventana, el precioso animal voló un poco antes de posarse en una mesa y abrir su hocico.

Dentro se dejó ver una nota doblada. Un mensaje shinobi.

Con cautela y frunciendo el ceño mininamente de un lado y alzando la ceja rubia del otro, tomo el mensaje y el cuervo se quedó quieto totalmente.

Entonces el animal esperaba una respuesta.

Sentándose nuevamente vio el papel y lo verifico en búsqueda de posibles venenos o explosiones ocultas. Recuerda que una vez, una nota similar le costó la mano a un camarada y desde entonces, él mismo desconfía hasta de las sombras en los papeles.

Una vez que se confirma que todo está bien, revisa el sello impreso en él y por alguna razón, se pregunta porque no fue lo primero que reviso, aunque las cejas se vuelven a alzar.

Rara vez un mensaje shinobi conlleva un emblema, si alguien llegara a interceptarlo, bueno, hasta ahí terminaría el mensaje y podría causar mayores problemas.

Entonces quien envió al cuervo tiene total confianza de que la convocatoria es apta para llevar un mensaje, sin embargo, por el emblema reconocido mundialmente, le hace pensar que en cierta manera es arrogancia del escritor.

Conoce a varios en el mercado negro que estarían locos por obtener un sello original de uno de los clanes más cotizados de todos los tiempos.

Cuando abre el mensaje, las letras son todavía peor de lo que él cree. Aun así, lo que contiene le hace enderezarse y se da por enterado que es grave.

Dedicando una mirada al cuervo, lo acaricia y levantándose prepara un poco de agua en un tazón para el animal, el cual bebe en abundancia.

Suspira internamente, pensando que posibilidad existe para que todo esto ocurriera. No es como si sus cachorros gustaran de jugar a los héroes. Bueno sí, pero en el anonimato, jamás a la luz del sol, sino que ellos trabajaban en las penumbras; una más que el otro, pero lo hacían para jamás desobedecer a su abuela.

Nada tiene sentido, pero, en fin. A estas alturas esta más que acostumbrado a las formas tan extrañas en como hacían las cosas.

- Ven amigo, debemos buscar al otro interesado – le dijo al cuervo de Uchiha, quien se acercó al hombro del enorme moreno quien le ofrecía una galleta.

Estaba por salir de su habitación cuando escucha la voz de Gyūki dentro de su cabeza:

- ¿Crees que es relacionado con Akatsuki?

- Conociendo a musume, es relacionado con respecto al fin del mundo, pero, de cualquier manera, no creo que sea tan grave – dijo confiado y seguro, convenciéndose a sí mismo.

Así fue como Killer-B salió en la búsqueda de Yugito, a quien también se le convocaba.

Poco sabía él, que más tarde tendría que tragarse sus propias palabras.


Uchiha Shisui pocas veces estuvo impresionado en la vida.

Recuerda cuando Bastet-sama le advirtió con sus mustias maneras que se preparara para lo peor; pero pensó que su forma de hablar sólo era un decir, sabiendo que la mitad de lo que dijera el minino era exagerado para crear elegancia dramática a su alrededor, algo que lo hacía peculiarmente hermoso y adorable porque no importaba cuanto mintiera, aun así se dejaba amar.

En cambio, ahora sabe que debió poner más atención en sus ojos serios y sus garras salidas cuando le dijo más temprano que no le gustaría lo que vería. Y tenía razón.

Un sentimiento, no, un conflicto de sentimientos atraviesa a Shisui en cuanto es escoltado por Itachi quien también estaba exageradamente serio hasta una habitación, un laboratorio, dice su primo.

Al inicio, quedo impactado cuando vio las nuevas instalaciones subterráneas de Anbu Raíz, pero ante la mirada muerta de Itachi, supo que algo andaba mal. Terriblemente mal.

Cuando Hokage-sama lo miro, le coloco una mano en el hombro y vio a la rubia líder aplanar sus labios y mirarlo con una férrea determinación apretando su hombro, pero no dijo nada y en cambio, se fue caminando a otro lado con el Ero-sennin de vuelta a la superficie.

Por más que quería preguntar a Itachi, Shisui supo que esta sería uno de esos momentos que definían la vida de un ser humano, su corazón se sentía a estallar y su respiración provocaba que los sudores escocieran el cuerpo, dejándolo malhumorado y ansioso, sin dejar ver nada de esto en su exterior mientras veía el pasar de algunos miembros enmascarados.

Al llegar al laboratorio prometido, Itachi se detuvo un momento y lo miro seriamente, dedicándole un vistazo de afecto mutuo que fue rápidamente reprimido.

Asintiendo, Itachi abrió el laboratorio y él paso primero.

Al principio no sabía que estaba viendo, fue como si su cerebro se apagara en el peor momento. No entendía que hacían en un laboratorio vacío, y estaba a punto de preguntar cuándo por el rabillo del ojo vio movimiento más al fondo, pasando un mueble lleno de matraces y venenos.

Con tenue iluminación, pisos limpios y un nerviosismo disimulado, Shisui se encamino hacia el fondo donde vio un muro impregnado con diez peceras. Frunció el ceño cuando vio el tamaño de las peceras que en sí tenían el tamaño de una libreta cada uno, pero en cuanto se acercó para observar con mayor detenimiento, sólo fue su entrenamiento de alta cuna shinobi lo que impidió que jadeara y agrandara los ojos como cualquier otra persona.

En cada recipiente con formol dentro, oxigenando cada pecera, algo le devolvía la mirada.

Ojos humanos. Ojos con sharingan activados.

Diez en total.

Se acerco al que tenía justo frente a él, viendo que era un ojo pequeño, de un niño posiblemente, lo que ocasiono un revoltijo de emociones dentro de Shisui, desde la lastima y la misericordia hasta el rencor y el odio.

Sin saberlo activo su propio sharingan por la masacre, porque él supo, sin revisarlos aún, que cada ojo era único; es decir, no había pares.

Eran diez vidas que seguramente alguien arrebato con tal de conseguir cada uno de los ojos. Ojos de infantes incluidos.

Durante años, décadas, su clan había sido perseguido por su peligroso dōjutsu, pensando que quien tuviera uno, podría ser tan poderoso como un Uchiha, y por eso, fueron cazados sin descanso en búsqueda del poder. Una costumbre que él mismo pensó se había terminado hace años, pero aparentemente las pruebas de su continua cacería están aquí.

Está a punto de preguntar quién fue el gusano asqueroso que hizo esto cuando un par de vistazos más lejos, él vio uno que tan sólo con la mirada lo reconoció.

Un memorial le llego como latigazo a Shisui, quien se acercó alzando su mano tocando con delicadeza la pecera y sintiendo como la respiración le fallaba.

Era un ojo que él reconocería en cualquier lugar, en cualquier tiempo, porque él había adorado al dueño de este cuando era un niño.

Uchiha Kagami fue un héroe en la Segunda Guerra Mundial Shinobi y para cuando llego la Tercera, sus enemigos le temían tanto que por sí solo, le sumo fama al clan Uchiha.

Pero más allá de eso, más allá de su conteo de muertes, más allá de los mitos sobre el hombre, era un abuelo tan cariñoso.

Fue el héroe de Shisui. Siendo su abuelo paterno, Kagami y Shisui, vivieron tantas aventuras a diario, desde ir a por un dango hasta cuando jugaban a recolectar patitas de gatos.

Fue el mejor amigo de Shisui los primeros años de su vida hasta que un día, casi al finalizar la Tercera, se notificó que había perecido.

Desaparecido en acción.

Había sido asesinado. Y ahora, sabe que no fue la guerra quien lo asesino.

Su aura asesina bordeo todo el laboratorio, al recordar cuan destrozado estaba cuando su okasan le dio la noticia, sabiendo que alguien vil y ruin fue el verdadero perpetrador.

- Itachi – su voz sangrienta conllevaba una pregunta no dicha.

Itachi no se acercó a su primo sabiendo que necesitaba espacio, pero respondió de cualquier manera con la voz más amable que tenía su adorado primo:

- Los tenía incrustados en sus brazos. Por eso tenía grabados en la piel los sellos que encontró Bastet-sama; algunos los hemos identificados, aunque la gran mayoría desconocemos a quienes pertenecieron lamentablemente.

Al terminar su oración, Shisui entonces recuerda como un destello. A él, Shimura Danzo también le quiso quitar el ojo una vez. A él también lo había atacado por la espalda buscando su ojo. Miro alarmado a Itachi quien continúo comentando en murmullos:

- Está encarcelado, y aunque no lo estuviera, no puede hacer nada por sí mismo ahora. Se sello su chakra y no tiene contacto con nadie ahora. Hokage-sama entiende que este es un tema del clan Uchiha, aunque también hay evidencia que hizo lo mismo con los Hyuga; así que, en silencio, se nos ha permitido a nosotros disponer de él una vez que su contrato con Sakura termine. Todo en completa discreción ante la Aldea.

Shisui no conforme pidió una sola cosa a su primo, quien lucía determinado a buscar justicia:

- Debemos involucrar a todas las familias de las víctimas, estoy seguro que no sólo se metió con el sharingan.

Vio a su primo acercarse e ignorar a la lágrima rebelde, llena de impotencia y coraje, transcurría por la mejilla de Shisui, mientras le decía:

- Shimura Danzo pagara por cada crimen, eso te lo pudo jurar.

El mayor de los Uchiha entonces abrazó a su primo con fuerza, dejándose sentir vulnerable por un momento, extraviado entre el dolor y los recuerdos del amor de un abuelo perdido.


Cuando le dijo a la mocosa que explicara todo lo que creyera necesario a los cuatro hombres, nunca pensó que lo diría todo.

Es decir, pensó que lo diría todo, pero no TODAS sus teorías locas.

Si se hubiera callado un poco, ahora no tendría a cuatro hombres hambrientos de información abrumándola con preguntas que van desde el ¿Sabías todo esto? a ¿Cuándo empezamos a declarar la guerra?

Lo peor de todo es que la pelirosa ni siquiera tuvo el valor de llevarlos hacia la sala de mapeo donde la Senju estaba trabajando, justamente tomando notaciones junto a Shizune, sino que les dijo algo así como: Hinoe los llevará con mi líder y quiero sus sugerencias para el viernes muchachos, adiós, y acto seguido Jiraiya estaba listo para empezar una pelea al entrar a la sala.

Porque pensó que Sakura había hecho un Golpe de estado y tenía secuestrada a Tsunade de todas las cosas, jamás podrá entenderlo la Senju. Tampoco es como que se viera como tal.

Así que, reuniendo todo su ingenio, pensó que Sakura les diría lo esencial, no todas sus teorías qué, aunque fueran en cierta manera lógicas, no eran necesariamente ciertas.

No aún. No todas.

Cree.

- Dime que no crees en esto por favor – decía en cierta manera suplicante Ibiki, quien parecía querer ahorcar a la pelirosa.

- … Debes admitir que una vez que le tomas sentido, no suena tan alocado – contestaba ella, cosa que Ibiki regresaba con una mirada torturada como si no pudiera creer que hubiera enloquecido también.

Con toda una semana alocada, Tsunade apenas había esperado a que su propio Anbu, uno sólo, Yamato, se encargara de hacer su propia inspección a espaldas de Sakura cuando le conto todo. Alta fue su sorpresa cuando no sólo confirmo los datos, sino que proporciono otros.

El chakra que rezuma en la montaña es poderoso Hokage-sama, caí de rodillas varias veces, recuerda que le dijo el hombre totalmente asustado cuando regreso.

De inmediato, en cuanto se le comento sobre la nueva situación social de Sakura, Yamato pidió permiso para unirse a sus locuras y ahora bueno, tiene a otros tres tenientes entrando de lleno al agujero de Alicia en el País de las Maravillas.

Por supuesto, Itachi y Jiraiya estaban dentro, formulando, y calculando planes y estrategias en cuanto llegaron a la sala.

Una habitación en donde los pizarrones transparentes con plumones de limpieza fácil abarcaban el rededor y tres mesas al centro, sillas desperdigadas modernas en todas partes.

Era moderno y práctico para las juntas, donde ella misma había sido testigo de cómo la pelirosa planeaba junto a sus compañeros de Raíz.

Suspira internamente cuando Shikaku empezó a buscar los textos en donde se describen los mitos sobre un demonio prehistórico, el supuesto origen de los bijuu.

Y mientras estaba marcando con un gancho la última defensa de la Tierra del Fuego para calcular el tiempo de desplazamiento desde Otogakure de la Montaña Cementerio hasta ahí, fue Ibiki quien pregunto algo que a los demás se les había escapado:

- Hokage-sama, ¿dónde está Danzo-sama?

Eso provoco un silencio agudo sumado al congelamiento de movimiento de todos los demás presentes, incluso de Shizune quien miro nerviosamente hacia afuera, esperando que los vidrios fueran lo suficientemente gruesos como para no dejar salir el sonido, cosa segura ya que ella misma lo había confirmado en reiteradas ocasiones.

La mirada de tono miel de la Senju miro a Ibiki frunciendo ligeramente el ceño, tratando de buscar las palabras, hasta que se rindió, no tenían tiempo para esto.

- Está en prisión – bajo la mirada a sus cálculos sobre el número de shinobi que necesitaría en la primera línea de defensa – Se le adjudicaron cargos de alta traición, así como ciertos crímenes contra la nación. Por cierto, Uchiha, necesitaré hablar contigo más tarde.

- Eso no fue lo que quise decir, Hokage-sama, es decir, desconocía que el Elder estuviera en prisión, no me malentiendas, era obvio que requería ser encarcelado; sin embargo, pensé que todo esto de Raíz terminaría cuando él fuera capturado, entonces, ¿nos puede decir porque este escondite no sólo sigue en funcionamiento, sino que hasta luce…?

- ¿Competente? – se burló Jiraiya ante la faltante de palabra de Ibiki.

Mirando hacia las ventanas que daban a las capsulas de entrenamiento, quería informar que ella tampoco tenía idea de que estaba haciendo.

Sólo sabía que lo que fuera que estaba pasando, funcionaba.

Sabiendo que sus hombres no estarían cómodos hasta no tener todo el mapa completo, comenzó a relatar los hechos ocurridos tan sólo una semana atrás.

Al relatar como fue que Shimura cayó en una de las promesas malditas de la pelirosa, así como cada secreto encontrado por Bastet fue sacado a la luz.

Hubo distintos grados de indignación cuando se enteraron de como Danzo ocultaba los pergaminos secretos de sus misiones; enterrados junto a los cadáveres de los niños huérfanos que habían tomado a las afueras de Konoha, nadie revisaría el cuerpo de un infante, no en su estómago pegado a las costillas.

Durante su tiempo aislada, atando uno a uno, Sakura encerró en un favor a los miembros de Raíz a cambio de mantener con vida a Danzo al menos hasta al final del año; a cambio, ellos no debían de involucrarse en ninguna de las decisiones de su antiguo líder. La vida del anciano a cambio medio año de lealtad. Tan fácil como suena, no lo fue.

Así para cuando Danzo comprometió todo su poder en un juego de mesa, de todas las cosas, la promesa lo maldijo y ninguno de sus subordinados pudo auxiliarlo. Si lo hacían, él moriría de inmediato.

Por supuesto, esto le agrego unos cuantos enemigos potenciales a la pelirosa que ahora no la dejan ni a sol ni a sombra; sin embargo, la gran mayoría de los miembros, cerca del 95% consideraron correcto el cambio una vez que se instalaron con mejores condiciones en los subterráneos y no sólo eso, sino que gracias a las reformas implantadas por la sustituta de Danzo, ellos habían encontrado el misterioso ejército de donde se desprendieron una serie de eventos demasiado casuales como para evadirlos entre sí.

Las cosas que Sakura le mostro en conjunto con Bastet durante su tiempo en Anbu Raíz…. Tsunade sabe que no puede desperdiciar tiempo pensando en ello. La misión de infiltración para encontrar pruebas fue totalmente exitosa, pero el costo fue muy alto.

Aun así, todo lo que encontraron: los planes de atacar a la Hokage actual, la planificación de la masacre Uchiha, la captura de Naruto a su llegada cortándole los miembros, la extracción de Kakashi para asesinar al Tercer Hokage, el envenenamiento de varios padres y madres para secuestrar a sus hijos para experimentar con ellos repartiéndoselos con Orochimaru en secreto, la instalación de un brazo sellado con células de su abuelo para controlar el mokuton, entre otras hazañas macabras más, ponían a la Senju en constante tensión.

Este hombre estuvo libre durante mucho, mucho tiempo y nadie, mucho menos el tercero, lo detuvieron en su momento, lo que sólo hizo que se alimentará más aun su codicia y deseo de poder. Tan obsesionado con la paz dentro de la Aldea, que el anciano no se dio cuenta que todo lo que estaba haciendo estaba más allá de lo inmoral y profano.

Más allá de eso, lo que explico la Hokage con la más seria de las expresiones a sus tenientes, fue la estrategia que estaba planeando el Elder en conjunto con Akatsuki.

Al parecer, Sakura y Bastet interceptaron algunos comunicados en donde se decía que Pain consideraría la oferta de Danzo, que pronto tendría noticias de él.

No había que ser un genio para saber de qué se trataba.

Un Golpe de Estado en Konohagakure utilizando a Akatsuki como distracción.

¿Cómo? Pues bien, Senju Tsunade tuvo que explicar que Yakushi Kabuto fue liberado por Danzo de forma magistral, el ninja traidor también se llevó un secreto industrial consigo.

La ejecución del jutsu Edo Tensei.

Así que si se considera que Danzo tenía células de Hashirama, Sharingan, y cualquier otro kekkei genkai físico, Kabuto los obtuvo y podría replicar perfectamente la resurrección de muchas, muchas personas y tenerlas bajo su control.

El panorama ahora con todas las cartas sobre la mesa era desolador.

Los hombres frente a ella tomaban cada palabra con la seriedad que requiere la situación. Una que, si no controlaban y eliminan las amenazas desde cero, se volverá contra ellos y lo más importante.

No habrá escapatoria para nadie dentro de Konohagakure.


- ¿Cómo sabemos que es seguro confiar en ella? Por lo que sabemos y hemos visto, no dudara en actuar en nuestra contra si así lo desea.

La pregunta del encargado de Tortura e investigación sonó carente de cualquier emoción; sin embargo, eso no le quito el hierro a sus palabras.

Un pelinegro de cabello largo lo miro a los ojos con determinación mientras hablaba:

- Es seguro.

La voz, aunque menos gruesa que la de todos los demás presentes, sonó con una fuerza sólida a pesar de ser sólo un comentario. Fue tan firme y estable que todos procedieron a mirarlo, pero él bajo la mirada a las carpetas de investigación en sus manos, siendo tan indiferente que todos lo tomaron como parte de su seguridad.

Porque eso era.

Estaba totalmente seguro de que Sakura nunca los traicionaría.


Desde mi entretenida clase de historia con los hombres más poderosos de Konohagakure, y les deje tarea para entregar antes del término de la semana, la semana se fue volando.

Entre los cambios de relevo para las misiones con las que ya teníamos contratos y continuar con las estrategias de salvaguardar el perímetro de la Montaña Cementerio sin que nos vayan a detectar de parte de Akatsuki, y tratar de sobrevivir a las burlas de Hyo, el mayor fiel seguidor de Danzó; eso y el hecho de que Kido me persigue constantemente preguntando si puedo seguir extorsionando a unos cuantos peces grandes de otros pueblos para continuar la expansión de Raíz debajo de la Torre Hokage, me tienen de cierta manera estresada.

Suspiro internamente, sabía que soy tacaña y codiciosa con el dinero, pero ese hombre me destronaría fácilmente cualquier día con un simple movimiento de su pincel calculando la velocidad presupuestaria en la que el dinero sería gastado.

Aún no se si hice bien dejándolo como el Tesorero de Raíz.

De pie sobre el río Nakano, en una de sus muchas pendientes, veo el pueblo de la Hoja Oculta, dejando ir el día por el inicio del atardecer, uno que amenazaba con llover.

Las nubles grises estaban encima de toda la Aldea y sabía que, en este momento, Hyo debería estar buscándome, tratando de asesinarme nuevamente, pero necesitaba aire fresco antes de volver a encerrarme.

Más importante, quería ver a otouto. Al fin tenía algo de libertad para dedicarle. Quería tanto verlo y saber cómo estaba; si es que había superado el dolor de lo que ocasiono su padre biológico; si es que se sentía cómodo con su vida aquí; quería preguntarle tantas cosas, pero si lo hacía sabría que algo andaba mal y no me dejaría ir nunca.

No podía comprometerme, no ahora. Debía permanecer voluntariosa e impredecible. Sería la única forma de sobrevivir a lo que venía.

Tan enfrascada estaba en mis oscuros pensamientos sobre un nada prometedor futuro cuando sentí una presencia enorme y magnifica detrás de mí, salida de la nada.

No gire para verlo. Me desconcertó que no pudiera detectarlo, pensaba que había superado esa fase y ahora era capaz de encontrarlo en cualquier lugar, pero al parecer… me equivoqué.

No fruncí el ceño, pero me falto poco para hacerlo. Él no debía estar tan cerca de mi sin que yo no lo detectara, eso significa que todo el tiempo en que entrenamos juntos, ¿él fingió? Por eso pensaba que lo tenía dominado.

Una brisa suave me hizo llegar el sonido de su voz de chocolate derretido amargo:

- Sakura.

La forma en que dijo mi nombre me tuvo tan cautivada por un momento que desee que lo volviera a hacer, aunque sabía que estaba mal que lo codiciara.

No debería desear algo ajeno.

Hablé tan pronto como encontré estabilidad en mi voz:

- Taicho.

Mi voz salió cantarina, casi en tono de burla, como la mayoría de las veces que hablo con él. No contesto ni se movió a mi lado, sino que se quedó detrás de mí. Su mirada la sentía recorriéndome la espalda, pero quería pensar que era mi imaginación furiosa por no haberlo visto en tanto tiempo.

Cuando quedo claro que él no hablaría, pregunte:

- ¿Algo en lo que pueda ayudarte, Taicho, o es que también te encanta la vista?

Mis manos están tomadas desde atrás por lo que mi lenguaje corporal era totalmente sereno, sin deseos de pelear, aunque, a diferencia de cualquier otro día, los últimos tiempos me habían hecho más impaciente, menos divertida por las cosas simples de la vida como irritar a un Uchiha como reto personal.

No dijo nada durante minutos enteros en los que las nubes dejaron caer pequeñas gotas que apenas se sentían como brizna. Respirando profundo estaba a punto de disculparme y retirarme de su presencia cuando lo escuche comentar quedamente:

- No lo asesine porque no había necesidad de hacerlo.

Mi respiración se trabo cuando comprendí inmediatamente a quien se refería.

Nuestra tregua entonces había terminado.

- No importa si había necesidad o no. Tú me lo prometiste.

Mi voz sonó con un dejo de rencor y de traición dolorosa porque aún después de meses no podía creer que me había dejado engañar por él.

- La promesa incluía que eliminará todo aquello que representará a Akatsuki. Él ya no pertenece a ellos.

Fruncí el ceño esta vez mínimamente. Taicho entonces había planeado con antelación como tratar con Hoshigaki Kisame desde el inicio. Desde que ambos nos prometimos favores.

O incluso desde antes.

Entonces únicamente le hice un favor gratuito a Taicho. Él ya tenía en funcionamiento la eliminación del mapa al Demonio de cero colas desde que antes yo entrara en acción.

Me utilizo.

- No te utilice – escuche su voz inamovible desde atrás de mí.

- Nunca dije que lo hiciste.

- Estabas pensándolo, te delatas sola.

Elimine entonces mi ceño fruncido. Aunque él estaba detrás, a tan sólo unos pasos al lado, podía ver parte de mi perfil izquierdo. Él podía leerme con una facilidad pavorosa, una que empezaba a ocasionarme temor.

¿Cuánto más ha leído de mí sin que me diera cuenta?

- Hasta donde sé, sigues siendo un enigma para la mayoría. Te has ocultado bien, Sakura – y continuaba burlándose de mí. Era casi como si pudiera leerme la mente así que sintiéndome irritada pregunte.

- ¿Algo en lo que te pueda ayudar, Taicho? – mi voz sonó más dura, cero indulgente y sin la habitual diversión.

Él no respondió por un tiempo, y en cada segundo que dedico al silencio, sentí sus ojos clavarse en la parte posterior de mi cabeza. Podía imaginarlo tratando de leerme la mente nuevamente con sus poderes místicos que yo misma me había perdido de él.

Sin embargo, comento en calma algo totalmente distinto a lo que pensé:

- Pocas veces en la vida he sido un espectador interesado sobre ciertos sucesos. La mayoría de las veces he podido predecir el actuar de alguien; en cambio los últimos meses me perfilo más como un actor especulativo. ¿Sabes a qué se debe eso Sakura?

- A lo mejor necesitas vacaciones.

Escucho una risa que apenas sale de su garganta, contenida pero genuina.

- Puede ser, más desde que mi aprendiz parece aplicar mis enseñanzas para hacerse de su propio grupo rebelde. Aun así, me temo que no es eso.

Aquí es donde su voz, aunque no cambia de volumen o de tono, resalta como si estuviera a punto de decir algo muy importante.

Mi corazón late apresuradamente sin saber por qué.

- Hace un tiempo, Naruto-kun dijo algo que me produjo una duda.

Alce la ceja, cuestionando tanto por el cambio de tema como por su nuevo comentario, mejore mi voz, para preguntar:

- Por lo general mi hermano dice muchas cosas que parecen sin sentido, no te culpo. ¿Puedo saber que te dijo?

- Se seguía preguntando como es que su libro de fūinjutsu: "El dios del fūinjutsu", llego a las manos de Junsai, aquel ninja renegado de Kirigakure que podía levantar a los muertos de sus tumbas utilizando Meiton, ¿recuerdas a ese hombre Sakura? – su voz sonaba cadenciosa, tal cual una pregunta retórica.

- Claro Taicho, él es la razón por la cual tu escuadrón nos encontró evadidos en el bosque – respondí neutralmente sin girar a verlo aún.

- Correcto. Así como Naruto-kun, retome los pasajes y también empecé a cuestionarme cómo era posible que el libro más preciado de Naruto-kun hubiera caído bajo las manos de un hombre tan poco capaz de entender sólo lo básico, especialmente cuando contaban con Sacacorchos como su niñera y a ti misma como guardiana del bosque.

No respondí, pero tenía una idea a donde se dirigía Taicho. Escuche lo que tenía por decir.

- Aproveche para hacer una inspección, Sakura, encontrándome que alguien había intercambiado ciertos sellos en el libro, una configuración que el mismo Jiraiya-sama reconoció como errores intencionales, ciertos detalles que parecían entorpecer a propósito el diseño para la extracción del demonio de nueve colas, que era lo que buscaba Junsai.

El viento voló entre nosotros trayendo frío a mi piel.

- Era casi como si alguien le hubiera dado el libro con los sellos exactos para que nunca lograra nada peligroso. Él se convenció de que funcionaba debido a que los sellos más pequeños estaban perfectamente diseñados, su resultado era perfecto en la ejecución, es por ello por lo que creyó que el sello para extraer al Kyūbi era de la misma calidad.

Continue mirando las hermosas hojas verdes de los árboles meciéndose en su lugar con la tormenta por venir, por su parte, el Uchiha continúo hablando:

- Intrigado, busque los antecedentes del hombre, si de casualidad, algo se nos había pasado. Aparentemente en nuestra distracción por la identidad de Naruto-kun, dejamos pasar un detalle muy importante. Junsai, era un criminal que vivió en Yugakure básicamente una década, y según sus conocidos, el hombre se había rehabilitado y vivía en la clandestinidad, pacíficamente; sin embargo, un día, de la nada, le llego un paquete. Quienes lograron verlo, dijeron que era un libro envuelto con cientos de anotaciones dentro. Libro que al parecer contenía sellos.

Continue en silencio mirando el frente hacia nosotros, sintiéndome fresca por las gotitas que empezaban a tocar mis mejillas y nariz.

Taicho no callo más y prosiguió.

- Otro detalle importante que perdimos fue la situación económica del pueblo donde vivían. Un pueblo ni rico ni pobre y ciertamente, no parecían asustados por que alguien estuviera robando sus tumbas, de cierto modo, de sus interacciones dejaban ver que alguien lo resolvería pronto. Siendo así, consideramos tratar el tema con el señor feudal, sin embargo, este negó saber del problema hasta que fue el mismo Daimyo, quien, para sorpresa de todos, conto que le había contactado, y lo regaño por la falta de cuidado hacia la población en general de Yugakure. El pobre hombre comento que el Daimyo lucía, y cito textualmente: Hechizado.

Guardo silencio por un momento, mientras se dejaba que lo dicho se asentara antes de decir en voz alta sus teorías:

- El señor feudal se sorprendió aún más cuando su líder le pidió exigir involucrar a los shinobi más aptos de toda Konohagakure para la misión. Algo que para un rango A, apenas podría cubrir los gastos, cosa que el Daimyo desestimo y pago de su propia bolsa los sueldos de ese escuadrón. Mi escuadrón.

Seguí admirando la naturaleza frente a nosotros mientras sentí que Taicho miraba también al frente, respirando profundo y sin elevar la voz, sonó más autoritario:

- Cuando mencionaste el libro de Historia de Konoha que leyó Naruto-kun, dijiste algo que tampoco podía ser posible. Busque en cada librería, cada edición. La descripción textual de la imagen del padre de Naruto-kun se apreció en cada uno, y la única foto que contiene del Cuarto, es de su máscara en su lugar, por lo que no era posible que supieras que Namikaze Minato era idéntico a Naruto-kun de joven. Esa hoja fue agregada sutilmente en el libro de tu hermano. Una fotografía que es igual a una copia de los libros de Kumogakure sobre nuestro Yondaime.

Mi corazón latía rápidamente. Todos mis planes, mis años de dedicación, estaban a punto de ser exhibidos, y, aun así, deseaba tanto que él los dijera, que me explicara sus teorías, quería saber todo lo que estaba pensando. Tomando un suspiro, Taicho explico resumiendo:

- Si algo he aprendido de ti, mi kohai, es que nada es casualidad contigo. Tomaste a un antiguo criminal buscado por cargos de alta traición, alguien a quien nadie recordaría, y le hiciste creer que podía revivir a su hermano asesinado diez años antes mediante un falso libro, era un criminal del que podías deshacerte en dos segundos, todo para que el Daimyo de la región enviara a lo mejor de lo mejor de la Tierra del Fuego; todo lo anterior como parte de una fachada, de esa manera, comprobarías con tus propios ojos el grado de protección que Konoha podría procurarle a Naruto-kun. No aceptarías de ninguna otra manera si hubiéramos reprobado tus pruebas. Por qué elegiste a Konoha, aún no me queda claro, pero sospecho que fue porque te enteraste mucho tiempo antes, del origen real de tu hermano. Sabías que el poder de los bijuu se sella sobre la herencia de aquellos que son los líderes de las Aldeas, sabías entonces que Minato-sama era el padre de Naruto-kun desde hace mucho tiempo, y se lo ocultaste intencionalmente. Por eso sabías que Konoha lo cuidaría, lo protegeríamos a toda costa, porque era el legado de uno de los héroes de la Aldea. Sería tratado como a Minato-sama le hubiera gustado; por eso, le dejaste pistas a Naruto, querías que él formara lealtad por Konoha por sí mismo, fingiste todo este tiempo renuencia para que compráramos tu acto de negativa a quedarte en Konoha, sabiendo que eso haría que Naruto-kun se esforzara para convencerte y en el proceso, convencerse a sí mismo. Por eso te encadenaste a ti misma como shinobi, para que él pudiera experimentar una vida dentro de su aldea natal. Por eso, nunca aceptaste a Kirigakure como tu hogar, aunque te hubiera encantado, tampoco aceptaste a Kumogakure, donde Killer-B y Yugito los mantendrían a salvo, como es el mismo caso de Sunagakure. También explicaría, porque desde el inicio aceptaste ser una espía en contra de Danzo; querías acabar con todas las amenazas contra Naruto-kun. Tú planeaste todo esto, incluso años, desde antes de conocernos. Pero cuando notaste que Pain era más formidable de lo que pensabas te ataste a mí, me pediste ayuda para eliminarlos. Es por eso por lo que te hiciste de Raíz, cuando presenciaste el ejército que están armando en nuestra contra, sabías que no podrías sola, por eso formaste todo esto.

Nos engañaste a todos haciéndonos creer que fue idea de Konoha tomarlos a ti y a tu hermano de Yugakure, pero fuiste tú todo el tiempo, fue tu plan. Todo esto, tus tretas, tus engaños, tus artes, tu forma de ser, todo, es para salvaguardar a Naruto-kun, ¿no es así, Sakura?

El silencio sólo fue interrumpido por el viento que arreció en ese momento.

Estaba sorprendida por dos cosas, la primera y más evidente es que fue el tiempo más largo en que lo he escuchado hablar. Por lo general Taicho sólo se expresa en dos o tres frases a lo sumo y después regresa a su modo taciturno.

La segunda es que subestime enormemente a Taicho.

Nadie habría encontrado la correlación entre todos los sucesos, pero aquí está la prueba viviente de un genio observador. Sin siquiera preguntarme una sola vez, él descifro todo mi plan B por sí solo.

Todo lo que debió de ser un plan completamente confidencial y secreto estaba aquí, siendo relatado por mi capitán como si sólo esperara mi confirmación, pero tanto él como yo lo sabíamos.

Todo lo que dijo era cierto.

Mi plan A era conseguir que Naruto viviera por siempre feliz en Yugakure, pero a la par de la captura de los demás hijos amados de madre y de la infelicidad de otouto, decidí iniciar el plan B.

El plan B consistía en proteger a Naruto, incluso si eso significaba parte de nuestra libertad. Prefiero mil veces verlo encerrado a verlo asesinado, y haría todo lo posible para que ni uno ni otro sucedieran; por eso era importante vendernos como maravillas no-shinobi, cosa que fácilmente compraron los de Tierra Caliente, para brindarle protección.

Y si todo lo anterior no funcionaba, bueno, es donde entraba el Plan C, cosa que estaba a punto de suceder.

Tomando una decisión, supe que incluso si lo negaba Taicho creía certeramente en cada palabra, como el maldito genio que era.

Gire mi cabeza parcialmente, resignada ante la verdad, sin deshacer mis manos unidas a la espalda, y elevando lentamente mis ojos a sus ónix suspicaces y llenos de lo que creí era respeto, le dedique una sonrisa ladeada preguntándole sin ningún tono mordaz:

- ¿Qué me delato?

Mi pregunta no lo sorprendió y, por el contrario, una sombra de triunfo y algo más paso por su rostro antes de contestar:

- El ninshu – respondió quedamente a lo que alce una ceja preguntando en silencio y prosiguió – Cuando encontramos a Utakata-san, fue gracias al kodama y el trueno sobre el árbol anunciando la captura del cuatro colas, lo que me hicieron pensar que ya sabías que alguien estaba persiguiendo a las bestias con cola desde el minuto uno. Cuando capturaron al primero hace cuatro años, comenzaste a planificar el cómo proteger a Naruto-kun.

Asintiendo lentamente, regrese mi mirada al frente, tranquilamente, justo donde en el horizonte se acercaba una enorme nube cargada de agua, casi parecía un presagio de lo cerca que estábamos por entrar en Guerra con Akatsuki.

- Me alegro de que lo hayas descifrado Taicho. No eres sino excepcional. – estaba realmente sorprendida por su mente tan maravillosamente inteligente, eso me hacía sentir mal por lo que estaba a punto de pedirle.

Me gire para verlo completamente. Su cuerpo se alzaba imponente, con un aura poderosa y su chakra, aunque sereno, se sentía travieso y fiero; al igual que yo, lucía ligeramente entretenido con una trémula sonrisa en su rostro victoriosa al confirmarme descubierta.

- Así será más fácil cuando te hagas cargo de Raíz – sentencie mientras endurecía la mirada.

Él bajo también la intensidad de su pequeña sonrisa casi eliminándola cuando entrecerró los ojos, pero antes de que preguntara continue:

- He sido convocada a Akatsuki. – vi sus ojos abrirse y hubiera sido tan cómico, si no viera la sombra del miedo y el pánico detrás de esa oscura mirada, oscurecí mi voz – Serviré como tu espía desde su interior.

Aun no terminaba de hablar cuando él ya estaba enfrente de mi a toda velocidad tomándome por los hombros presionándome con sus manos y con una mirada tan agresiva que, por un momento recordé porque este hombre era uno de los más temidos en los últimos tiempos por todo el continente. Su aura rodeo en automático todo a nuestro alrededor, dejando salir una vibra, no como la intención asesina, no; era más bien como su sentir furioso irradiando fuera de su cuerpo.

Era oscuro y por poco me falta el aliento cuando esa mirada sangrienta se posó en mis ojos, casi sentí como quería desgarrarme hasta las entrañas, por la ilógica que le estaba presentando a su punto de vista. Sus manos estaban tensas tomando rudamente mis brazos y parte de mis hombros. Todo en él gritaba una atroz fuerza contenida por un gramo de control.

Abrió los labios para dejar salir una única palabra llena de tensión cruda:

- Iie.

Armándome de seguridad, ya que él no era mi Hokage – aún- , lo miré con desafío en los ojos, dejando salir una sonrisa pícara, quería, necesitaba que él entendiera que era lo mejor, dulcificando mi voz dije:

- Taicho, hay algo que no te he dicho. El hombre de Akatsuki, Tobi, es el mismo hombre que pudo controlar a Kurama-san hace diecinueve años en Konohagakure, cuando nació Naruto. Si puede controlar al más grande de los bijuu, puede controlar a los demás sin problema.

Me miro con sorpresa e incredulidad en los ojos y pregunto de inmediato:

- ¿Cómo sabes eso?

- Digamos que mi fuente es confiable. No es… capaz de mentir; se cree superior al estándar humano.

- ¿Qué más te dijo Kurama-san?

- Nunca dije que fuera él – fruncí el ceño latosa.

- Sakura.

Suspire, sin olvidar que sus manos abarcaban mis hombros sosteniéndome casi contra él.

- …Dijo que olvido prácticamente todo ese periodo de tiempo, tan fuerte fue el poder que tiene una laguna mental impresionante hasta hoy día, y con certeza confirmo que era este hombre. Tobi.

- …Madara… - susurro Taicho tan quedo luciendo estupefacto que por poco me perdí la palabra.

Lo mire con suspicacia un momento, procesando lo que dijo, pero supongo que la confusión en mi rostro fue evidente porque continúo diciendo:

- El Tobi que tú conoces se hace llamar realmente Madara.

- … ¿Cómo Uchiha Madara? ¿Ese Madara? ¿No debería ser un anciano de más de un siglo de edad? – Alzo mi ceja interrogante.

Taicho me mira con gravedad antes de asentir con los labios fruncidos una sola vez.

- Tú que crees en los vampiros no crees en un Uchiha inmortal.

Aquí hay más, así que pongo una cara arrogante hasta que él me diga que es lo que quiero saber. Suspira levemente, acariciándome con su aliento fresco y en cuanto la canela impregna mi nariz, sólo tengo un pensamiento en la cabeza. Sus labios.

Lo alejo a toda velocidad, mientras oigo a mi capitán susurrar:

- Desea unirme a Akatsuki también. Desde hace años, cuando más joven. Él trato de… asestar un gran golpe dentro de Konoha, pero fracaso cuando no me reuní con él; sin embargo, si tenía éxito me uniría a sus filas como su aprendiz.

- ¿Cómo siquiera pensaría que te unirías con él para eso? – interrogué inmediatamente, pero recibí una mirada fría y llena de dolor.

- Es una conversación para otro día.

Lo mire con el ceño fruncido. Aquí había algo truculento con historia pesada. Pero no permitió que me detuviera en ello así que siguió:

- Eso fue hace mucho tiempo – dijo cortante – Nuestros problemas actuales son más importantes.

Mire sus ojos tratando de comprender que quería de mí.

Quería que él entendiera, si me dejaba ir, se daría cuenta que era la mejor decisión. Acabaríamos con todos ellos. Acabaríamos con todo.

Entonces me broto una idea, la cual sentí iluminar todo mi rostro, cosa que hizo abrir mínimamente los ojos de Taicho.

- Es perfecto. Si Madara aun te quiere a ti, podemos aprovecharlo. Sólo debes de fingir perseguirme a mí. Obviamente pensarán que soy una espía, entonces tendrás que apuñalarme dos o tres veces antes de mostrar verdadera intención asesina; de esa manera perderán la mayoría de sus sospechas sobre mí. Puedo encontrar la manera en la que ejecutaran su plan cuando este dentro, porque si me persigues Madara me querrá cerca para llegar a ti…

Con cada palabra que iba diciendo, su cara perdía luz y parecía desconcertado, congelando su cuerpo, mientras que por mi parte ya estaba ilusionando como aplicaríamos los escenarios.

- … que no se vea tan obvio que me quieres asesinar, de lo contrario, ellos tampoco dudarían en hacerlo; sería más como si me estuvieras cazando…

- Iie.

- … Y podría ir con Bastet, funciono una vez, funcionará de nuevo…

- Sakura.

- … Pain es un problema con esos ojos, pero si podemos extirpárselos sin que nadie se dé cuenta…

- ¡Suficiente!

Me sentí salvajemente zarandeada cuando el perdió el control y me tomo con más fuerte con sus manos. Él parecía tan furioso conmigo, con esa mirada llena de irritación e ira, y empezó a gruñirme sin alzar la voz:

- ¡Basta con esta locura de ponerte innecesariamente en peligro! ¡¿Por qué?! ¿Por el bien de tu hermano? ¿Cuándo dejaras de hacerte esto, Sakura? ¿Tu vida no cuenta?

- Naruto es quien importa, y no descansare en esta vida o en cualquier otra hasta que él este a salvo – respondí mirándolo ferozmente con el mismo murmullo venenoso.

- ¿Cuándo empezarás a pensar en ti? ¿Cuándo dejaras toda esta locura? Naruto-kun estará bien, no tienes por qué pelear sola. No debes hacerlo sola.

- ¡Dime Taicho, dime si estuvieras en mi lugar, si Sasuke fuera un jinchūriki, si tu padre lo hubiera embrujado con un demonio de cola, si medio mundo lo persiguiera y la otra mitad lo quisiera muerto, ¿Qué es lo que habrías hecho?!

Él me miraba con furia contenida mientras seguí respondiéndole vorazmente mientras me inclinaba hacia él:

- Dime que no te dejarías la piel arrastrándola por la tierra y llenándola de sal con tal de verlo feliz y vivo. Con tal de que respirara incluso si a ti te cuesta un pulmón a cambio. No seas hipócrita, Taicho, harías lo mismo o algo peor, dime que….

Mis palabras quedaron atrapadas en la punta de mi lengua cuando la boca de Taicho se había impactado contra la mía en un beso duro, y con sólo medio segundo de retraso, coloque mis brazos sobre su cuello, rodeándolo y lo arrastre más hacia mí.

Me dejé ir ante mi furia mientras dejaba que él intentara dominarme, ni siquiera supe cuando mi cuerpo se había pegado al suyo; sus manos estaban en mi espalda atrayéndome hacia él tan fuerte pero no me importo.

Tenía su lengua pidiendo permiso a mis labios para abrirse duramente al tiempo que quería pegar mi pecho hacia el suyo y para cuando abrí la boca, mi lengua salió a su encuentro en una furiosa batalla de voluntades, maravillándome por la explosión de menta y frescura en mi boca codiciando más a cada momento.

Sus manos se desplazaban salvajemente por mi nuca y mi cabeza moviéndola a su necesidad, moviéndome tenazmente contra su boca, a su placer. Sintiéndome poderosa, opte por tomar su cola de caballo y jalarla hacia abajo haciendo que levantara un poco su cabeza rudamente.

El gruñido masculino ante el brusco movimiento encendió fuegos artificiales en el estómago, pero fueron sus labios sin misericordia quienes continuaron con su cruel expedición sobre los míos, arrastrando la lengua sobre la mía, que la abrazaba y la confrontaba buscando ser yo quien entrara en su boca, pero él se disputaba la pelea.

Un sonido, como ronroneos silenciosos, logro meterse entre nosotros y distraídamente me pregunte si había algún gato caprichoso cerca. Poco después sentí sus dedos tocando mi garganta lo cual provoco otro gemido ahogado candente, así fue como me di cuenta de que yo era quien gemía dulcemente ante la curiosidad maligna de sus finos dedos en mi piel.

No supe en qué momento había cerrado los ojos, o cuando fue que su mano llego a mi cuello recargado en el valle de mis pechos, mientras que con la otra me tenía agarrada por la cintura aplastándome contra su cuerpo musculoso. Al tiempo que una de mis manos errantes estaba por debajo de su camisa, tocando ampliamente su cadera, buscando su calor; y en la otra, tenía sedosos mechones de cabello negro ya sin la banda que los contenía.

De pronto, sin más, me sentí vacía. Su calor se había retirado dejándome abandonada en el páramo oscuro de la tarde, en cambio, sentí el efecto del subidón de la adrenalina de inmediato. Mi respiración era entrecortada, tartamuda, y el corazón parecía escaparse de mi pecho. Sentía los labios hinchados y magullados, así como el toque de manos fantasmales por mi espalda, cuello y nuca.

Abrí los ojos mientras me elevaba buscando más rastros de sus pecaminosos labios sólo para verlo a centímetros de mi rostro mirando fijamente mis labios. Los suyos lucían tan rosados y enormes, incluso un rastro de rojo bordeaba su boca entreabierta soltando suspiros entrecortados al igual que yo.

Pero sus ojos, oh, esos ojos.

Cuando alce la mirada a ese Sharingan, era como ver un par de rubíes que veían mi alma y deseaba enormemente que lo hicieran. Estaban entretenidos en mi boca y fui testigo de su levantamiento a mi mirada. Dedicándome tantos pensamientos, luciendo absolutamente irresistibles, susurrando promesas de caricias eternas entremezcladas con confusión, desasosiego y una sombra de culpa. Taicho había soltado mi cuerpo, estaba separado tan sólo por un palmo de distancia y parecía tener problemas para contenerse de volver a tocarme, en especial cuando abrí un poco más la boca y me incliné hacia él con los ojos aborregados.

Sus ojos me decían todo. Eran los ojos más expresivos del mundo para mí en ese momento; me hizo sentir tan deseada, tan admirada, tan llena de electricidad y no quería que eso terminara.

Esos remolinos rojos gritaban por más, estaban pidiendo tanto como yo, pero Taicho no accedía a nuestro instinto. No quería dedicarme más de ese bestial beso que me ha dejado estúpida.

La neblina del placer empezó a desvanecerse cuando una brisa especialmente fría paso entre nosotros, poniéndome la carne de gallina.

Su mirada con arrepentimiento y culpa me hicieron recordar que él no es libre, no de esa manera. Él tiene quien lo espera en casa, y si algo he aprendido, es en no meterme en relaciones ajenas.

Me enderezo, cuadro los hombros, tomo aire y estoy a punto de hablar cuando él me quita la palabra de la boca:

- Tregua.

Un susurro en el aire. Una única palabra que me rondaba también la mente, pero me la ha ganado. Mi respuesta es el asentimiento de mi cabeza.

Aclarándose la garganta, Taicho tomo otro pie de distancia, se metió un mechón rebelde de satín negro detrás de la oreja, y comento arreglándose la voz:

- No lo hagas. No te unas a ellos.

Recuperando mi respiración y mirándolo de frente, sintiéndome un tanto perdida, trague saliva y me enderece correctamente.

- Es la única manera.

Negando con la cabeza, miro más allá de mí cuando contesto:

- Estás inquieta por lo descubierto. Estas ansiosa, por eso sientes que no hay otra manera.

Ambos teníamos una especie de tensión incomoda de la que no sabíamos cómo salir, pero por alguna razón, no quería que se fuera. El problema es que él continuaría con sus necedades y yo ya no tenía paciencia para ello.

Enfocándome de nuevo comente con más determinación:

- Los miembros estarán preparados para sólo seguirte a ti Taicho cuando tomes el liderazgo, te entregaré los perfiles de cada uno. Sólo dos te darán problemas, pero son controlables.

Su respuesta fue entrecerrar los ojos y bajar la voz una octava:

- Te prohíbo hacerlo.

- No eres mi Hokage.

Nos miramos duramente por eternos segundos, tensando los músculos, yo preparándome para un ataque físico, aunque él parecía inamovible. El viento empezó a arreciar, llevando al fin gotas gordas de agua dejándome la piel aún más sensible pero no solté la mirada de Taicho.

Entonces vi el pasar de una idea en sus ojos y comento subiendo la barbilla:

- ¿Qué es lo que más deseas Sakura? La seguridad sobre la vida de Naruto-kun. Esto que estás haciendo, para cuando él lo descubra, te odiará.

Entrecerré los ojos, dejando salir un poco de mi intención asesina sin querer:

- Cuidado Taicho. Las amenazas sobre mi hermano no las proceso bien.

- Subestimas la inteligencia de Naruto-kun. ¿Cómo crees que actuará cuando se entere de las distintas veces en que los expusiste al peligro? ¿Te aceptara en su vida sabiendo que eres capaz de cualquier cosa?

- … -

- Necesitaras ayuda para que él jamás se entere.

- No hay necesidad de eso. Mis huellas las cubrí perfectamente.

- Si fuera así, no tendríamos esta conversación.

- … - Aplané mis labios con furia entrecerrando los ojos.

- Mas importante aún. El día en que le faltes, a él no le importaran las lealtades. No estuviste todo este tiempo; no tienes idea de cómo sufrió tu ausencia, aun sabiéndote con vida y en constante peligro. Poco falto para ser contenido por unos instantes cuando se le explico tu situación.

- Él entendería -

- Tienes una concepción muy distinta entre lo que él sería capaz de hacer si llegase a pasarte algo a como él realmente actuaría.

- No lo conoces como yo.

- Tú no permitirás que nadie lo maltrate, pero te has perdido las consecuencias si fuera él quien llegara a perder el control dentro de la Aldea, Sakura.

Eso último me pauso. Lo había pensado, por supuesto. Justamente por eso quería que desarrollara sentimientos hacia la aldea, que creara relaciones interpersonales para fomentar el apego a proteger otra vida que no fuera la mía. Si me llegaba a pasar algo, el ninshu le avisaría de inmediato a mi hermano, además de que… bueno… Byakko-sama y Seiryu-sama le harían la temida visita que prometieron años atrás.

Sé que Taicho está exagerando la situación como el gran manipulador que es, pero algo en su tono de voz me hace pensar que no está mintiendo del todo. Él por lo general actuaba así. Decía verdades a medias utilizando escenarios reales con certeras palabras, es por ello por lo que era tan difícil refutarle algo. Como yo, en este momento.

Enderezándome y dejando salir la tensión, comente con indiferencia:

- En ese caso hablaré con él. De cualquier manera, no soy eterna. Él sabe que moriré algún día, sólo es necesario hacerlo más consciente de ello.

La cara de Taicho se ensombreció cuando termine de hablar, pareciendo genuinamente irritado por un segundo.

- ¿Tu solución se basa en la posibilidad de que mueras dentro de una organización cuyo líder ha pedido tu cabeza específicamente para asesinarte de forma tortuosa mientras dejas a tu hermano a la deriva por la vida, Sakura? Naruto-kun no te perdonara y más allá de eso. No se perdonará a sí mismo.

- Él no se culparía de m-

Taicho dejo salir una risa oscura y tenebrosa dejando que su Sharingan se vislumbrara como un demonio al acecho:

- Eso ni siquiera tú te lo crees Sakura. Naruto-kun se culpará el resto de su preciosa vida si mueres – baja la voz aún más, sonando tenebroso – Gracias a ti se autodenominará nuevamente como un monstruo.

En eso…. No había pensado.

Retrayéndome, mi memoria se remonta a aquella vez en que vimos la carne quemada de mi cadera por primera vez cuando las vendas fueron retiradas.

Ese día me partió el corazón. Los ojos de mi hermano me miraron con miedo impregnado por su acción y sus manos temblaban, para cuando quise abrazarle él se había arrinconado en la cabaña y no me hablo ni me miro por días enteros. Sus sollozos aun llenaban algunas de mis pesadillas, sus semi gritos llamándose a si mismo demonio y monstruo una y otra vez resonaron por la cabaña, culpándose de mis heridas y los tres días en que permanecí dormida.

No me percate cuando mi mirada bajo al suelo, frunciendo el ceño, recordando como los hermosos ojos azul cielo de mi hermano lucían tan enrojecidos que incluso Obāsan-sama tuvo el corazón para besarlo constantemente en su frente, recordándole que estaba viva gracias a él. Aun así, con el pasar de los años, a veces, cuando mi cicatriz estriada se notaba, los ojos de Naruto se enrojecían y desaparecía un rato.

Jamás permití que él se volviera a culpar por mí.

Sentí humedad en mis ojos y un nudo enorme en la garganta que me impidió respirar por un momento, pero en cambio, el recuerdo de cuando éramos niños invadía cada capacidad mental que tenía.

Me sentí tan vulgar en ese momento. Planifique todo, cada milisegundo de tiempo y cada palabra que me ayudaría a proteger a otouto, pero olvide algo esencial: no podía proteger a Naruto de si mismo.

¡Soy un monstruo Sakura-chan, aléjate de mí!, es como si hubiera regresado en el tiempo y escuchara la tristeza histérica de otouto cuando éramos infantes.

Tan enfrascada estaba en mis memorias que no sentí la presencia cercana hasta que una pálida mano retiro una única gota perdida con una cuidadosa caricia de mi rostro.

Sorprendida, me moví inmediatamente alejándome de él, caminando tres pasos hacia atrás y alcé la vista para ver a Taicho con su mano derecha levantada, humedad se veía en su dedo.

Su mirada se había suavizado considerablemente y percibí comprensión empañada de tristeza en su rostro. Hablo suavemente, recordándome a alguien tratando de no asustar más a un animal acorralado:

- Te necesita. Te necesita más de lo que crees.

- … -

Avanza un paso muy lentamente, previendo que no me moviera, antes de continuar:

- Permíteme demostrarte que podemos ayudarte.

Me tense. Avanza otro aún más lento:

- No estás sola.

Se detiene a tan sólo unos centímetros de mí:

- Eres uno de nosotros ahora Sakura – alza su mano para terminar de limpiar el rastro de la solitaria lagrima, mirándola con sombras en sus ojos que no reconocí – No estás sola…

- … -

- Acéptanos, Sakura.

Tragando el nudo, mire su cara con la vergüenza de que me viera llorar, aunque fuera una lastimera lágrima, dejando que mi voz saliera ruda:

- ¿Por qué… porque quisieras ayudarme? – no quería tartamudear, pero el nudo fue más grande lo que pensé.

Me miro con una leve sonrisa triste desplazándose en su rostro mientras sus ojos, que lucían más cerca que antes, me miraban como si fuera obvia la respuesta:

- Acepta nuestra ayuda, no te sigas negando, te lastimaras a ti misma – evadió mi pregunta y continúo tratando de convencerme.

Su mano ahora acariciaba de forma suave y calmada mi mejilla mientras veía que su Sharingan se desvanecía lentamente de su mirada dejando esos ricos ónix expresivos de nuevo. Presentía que quería decirme algo con ellos, pero no entendía que pudiera ser.

- No lo hagas por Naruto-kun. Hazlo por ti misma… tú importas Sakura – su mano tenía los dedos doblados y así sus falanges me acariciaban distraídamente. – Tu vida importa más de lo que crees.

Lo pensé demasiado, mi mente pesaba los pro y los contra de quedarme o de espiar dentro de Akatsuki. Para mí, lo segundo valía más. Tal vez Pain me quería muerta, pero si Madara estaba involucrado tal vez podría…

Esos ojos oscuros no me dejaban pensar con claridad tan fijos en mí como estaban; quería huir de ellos, retirar la mirada, pero si algo me enseño Obāsan-sama es nunca huir.

Mire la profundidad de las escarchas negras llamadas pestañas que cubrían unos hermosos diamantes negros, unos que prometían cuidados y protección a cambio de confianza.

- Confié en ti una vez y me fallaste.

- Mi error por no decirte lo que planeaba con Hoshigaki-san, un error que no volverá a ocurrir.

- ¿Cómo garantizarlo?

Dejo salir un suave resoplido que salió un tanto irritado y otro tanto divertido, su aliento mentolado me llego con fuerza por la cercanía de su rostro con el mío.

- Contadas con los dedos de una mano han sido las personas que me han pedido garantías en la vida – su mirada se colocó determinada – cree en mí, no como tu superior, ni como futuro Hokage o como Uchiha. Si no como persona. Como hombre. Como tu amigo.

- … - miré entre sus ojos una y otra vez buscando la mentira, rastreando cualquier rastro de incertidumbre que él mismo tuviera en sus ojos, pero sólo encontré firmeza y seguridad.

Paso mucho tiempo hasta que la lluvia se empezó a sentir al fin.

Sin dejar de ver esa oscuridad que me prometía seguridad y protección irónicamente, deje salir un murmullo que esperaba que fuera estable firmando así mi última sentencia sobre mi lealtad.

- Está bien – su mano se detuvo sobre mi mejilla, impactado – Lo haré.

Más allá estaba de mí entender porque el brillo en sus ojos parecía brotar con un calor familiar del cual quería empaparme completamente.


En alguna parte del Bosque de Nara…

Un rubio le dedicaba una frase en tono molesto a un pelinegro:

- No me mires

- ¿Te molesta?

- Iie, me enamora

Y así, un picnic excelentemente preparado fue totalmente olvidado por un par de labios coquetos.


Las cinco figuras estaban enmascaradas frente a nosotros.

Taicho dijo que lo mejor era un escenario en donde estuviéramos ocultos para proteger las identidades de nuestros invitados, así que, auxiliándome de sus ideas, el mundo que cree fue totalmente negro y rojo.

La visión del Sharingan.

Taicho me miro con irritación y burla por igual en la mirada, pero hice de oídos sordos cuando se sintió la primera presencia llegar sobre el espejo a la izquierda.

La figura era alta, no tanto como la de Taicho, pero al menos se cubría el color real de su cabello y de ojos con el nuevo mundo.

No más de tres segundos después, los demás llegaron hasta que los cinco espejos tenían la figura sellada de nuestros invitados.

El silencio se hizo por un momento que todos se vieron entre sí, tratando de reconocerse. Era obvio que al ser los organizadores de esta improvisada reunión astral, Taicho y yo íbamos descubiertos con nuestros uniformes puestos. Bueno Taicho estaba vestido con una camisa negra y pantalones shinobi con su típica camisa de malla por debajo, sin capa, con las manos al descubierto.

Por mi parte llevaba el uniforme que Danzo me obligo a utilizar desde que se dio cuenta que se me daban bien las misiones diplomáticas.

Al ser una reunión convocada por el "Clan Uchiha" y no por Hokage-sama, no era una cumbre oficial ni mucho menos, por lo tanto, se consideraría una reunión social.

Los cinco llevaban máscaras, completamente a su diseño, y capas para cubrir tanto sus tatuajes como las armas que seguramente llevaban debajo. A diferencia del genjutsu, en este mundo sí podrían lastimarse, por lo que Taicho sería quien hablaría, ya que según él, hice un pobre intento cuando yo explique la situación.

Pffff, además de sometida, tonta al parecer.

Taicho empezó a hablar cuando pasaron unos buenos quince segundos de que termino de llegar el último de nuestros convocados:

- Les agradezco que se hayan tomado la molestia de acudir. En vista de sus agendas ocupadas, no tomaré mucho de su tiempo; sin embargo, consideren que lo que están a punto de escuchar sólo es para sus oídos por el momento. No tenemos la certeza, pero queremos que estén preparados para cualquier cosa. Véanlo como una sesión informativa de precaución.

Y así, con todos en silencio, el pelinegro comenzó a relatar todos nuestros descubrimientos, desde los avances de Akatsuki con respecto a la captura de bestias con cola, hasta el ejército de Zetsu en la Montaña Cementerio. Se guardo ciertas cosas como la posible existencia de Uchiha Madara; más que nada para que no culparan al clan de crear villanos a través de la historia.

Tampoco incluyo el jutsu Edo Tensei. Aun no teníamos información acerca de ello o que harían con ese jutsu, y tampoco queríamos crear paranoia entre nuestros invitados. Únicamente queríamos recalcar:

- … Van a ir por las bestias de cola faltantes, por lo que les pedimos tomen sus precauciones para protegerlos – finalizo Taicho.

- Del ejército que hablaste, ¿Cómo podemos fiarnos de que es cierto y no una forma de Konoha para asustarnos? – hablo con voz áspera el más agresivo de todos nuestros invitados.

- Porque fui yo quien lo encontró – hablé por primera vez ganando la mirada de todos los asistentes.

- … ¿Cómo sabemos que Konoha no gano tu favor y ahora los apoyas? – volvió a interrogar la misma voz áspera.

Resoplé suavemente, sonreí ladeadamente y comenté casualmente:

- Por supuesto que ganaron mi favor… desde que me hice líder del departamento de captura de ninjas renegados, ahora soy encargada del 10% de las muertes en el mundo – mi voz salió entretenida por el sarcasmo.

Una carcajada muy divertida sonó justo al frente de Taicho de mi dentro del círculo en el que estábamos y se escuchó la voz más varonil del mundo decir risueño:

- Ah, mi bebé, diecinueve y ya está cotizada en lo alto de los libros de Bingo, manipuladora de chakra oscuro, y una adquisición de una cuenta de muerte más alta de la que la mayoría de los shinobi nunca verá – se detuvo un segundo, sonando lastimero – no podría estar más orgulloso.

Eso hizo que se ganara un codazo de parte de la figura más baja a su lado mientras evite por poco rodar los ojos.

Sin embargo, eso gano la mirada del primer chico que había llegado, quien pregunto sorprendido al enorme alto:

- ¿B-san?

Acto seguido, el joven se retiró la máscara dejando ver su silueta pelirroja y ganando un jadeo de las últimas dos figuras que habían llegado colocadas a nuestra derecha.

La figura femenina que había dado el codazo, coloco una mano en su pecho, a la vez que también se retiraba la máscara y exclamaba:

- ¡Pero mira que enorme estas Suna, mira esto, ya eres todo un hombre y bien parecido chico! ¡Por cierto, felicidades! Las noticias volaron en cuanto se supo que eras el nuevo Kazekage.

- Gracias Yugito-san – dijo Gaara-kun mientras pensé que se sonrojaba, y se hubiera visto si no fuera por el escenario negro.

- Esperen… ¿el Kazegake? ¿y el hermano de A? – dijo la voz más femenina a la vez que también se retiraba la máscara.

- Espera, espera, ¿Terumi-San? – pregunto Yugito.

- ¿Mizukage-san? – cuestiono Gaara-kun al mismo tiempo que Zabuza se retiraba su propia máscara viendo que todos se habían descubierto - ¿El Demonio de la Niebla? – pregunto alzando las nulas cejas.

Mientras veía como se señalaban y cuestionaban entre sí, mire a Taicho, ambos prácticamente pensando lo mismo.

Tanto para proteger sus identidades.

Por un momento, temí la rivalidad entre Kirigakure y Kumogakure. Se es bien sabido que ambas naciones estuvieron taladrándose mutuamente por décadas. Si bien todos teníamos conexión, no era como si fueran amigos por tan sólo conocernos.

Suspirando vimos como Mei-san veía a Taicho y luego me veía a mí, incrédula, con toda su belleza digna señalando con un delicado dedo anillado a mi Otousan:

- ¿Es tu padre?

No podía negarlo, ni afirmarlo tan directamente, ya que la promesa maldita me vencería, y sabiéndolo fue Yugito quien respondió:

- Y yo su tía – decía orgullosa con los brazos cruzados y mirando presuntuosa a Mei-san.

- ¿Por qué nunca lo dijiste? – interroga la Mizukage, pero fue Gaara-kun quien respondió.

- El privilegio de los secretos.

Con una cara llena de estupefacción, Mei-san miro a Gaara-kun, y al final, supongo que llego a una conclusión satisfactoria porque dejo deslizar una sonrisa socarrona, mirando a Taicho:

- Jamás te aburrirás con ella, Uchiha, cuídala, porque en cualquier momento te la robaré.

Taicho me volteo a ver y creí ver sus ojos tan entretenidos como los verdes de Mei-san. No respondió, pero estoy segura de que su respuesta debió ser: Lo hare, por la forma en que me miraba.

- Entonces, dejando de lado que eres una verdadera princesa básicamente, y no la pordiosera que conozco – se burló Zabuza ignorando olímpicamente mi indignación – lo que tratan de decirnos es que vienen a por nuestras bestias de cola, ¿es todo? Es información que ya sabíamos, inútiles.

- ¡Oy tú! ¿A quién le estas diciendo inútil, inútil? – dijo Killer-B con su puño levantado y tronándolo, destacando los tatuajes de su brazo.

- Viendo que eres su padre, ahora entiendo porque era tan lenta para aprender cuando la conocí– contesto Zabuza quien también lucía bélico, levantando su brazo con una espada dentada que tenía manchas de sangre – suerte que me tuvo para reaprender.

Ambos hombres, rivales por naturaleza de sus países y peleas anteriores, sacaron intención asesina que detonaba en una fuerte pelea. Sus miradas regurgitaban fuego y cenizas, mientras sus brazos eran colocados en posición de ataque; sin embargo, no llegaron muy lejos. Fueron aplacados mansamente por las mujeres a sus lados que lucían levemente irritadas, pero al mirarse mutuamente se sonrieron cómplices.

Mire a Gaara-kun quien me regresaba la mirada igual de aburrido que yo.

Ambos entonces nos dedicamos al único adulto en la habitación.

Taicho sintiendo la mirada de nosotros, regreso la vista a los "mayores" y hablando imperiosamente dijo:

- Señores.

No se movió, no hablo en voz alta, no fue rudo ni cruel. Su palabra no fue fiera ni grosera, pero algo en su tono de voz detuvo todo movimiento de los combatientes.

El aura del Uchiha había salido imponente y autoritaria, no era intención asesina, pero poco le falto; y de alguna forma su figura en nuestro mundo ficticio se veía cual señor oscuro, rey de todo lo que se veía hasta el horizonte.

Sus ojos ensangrentados con el Sharingan fueron un fácil disuasorio para los presentes, pero algo en su vibra recomendaba obedecerlo al dedillo, tal vez la frialdad que disparaba o la facilidad en la que todos sabían en que podría detenerlos.

Taicho fue el único que ha logrado someterme en términos de peleas tanto físicas como verbales, no dudaba en que pudiera someter a todos los demás.

Cuando todos los ojos se dirigieron hacia él y su autoridad, Taicho los miro con esa forma suya, como si quisiera derretir a todos en sus lugares, haciéndolos desaparecer en el suelo. Ninguno se acongojo, por supuesto.

Todos eran padres o hijos de la guerra; todos compartían el entrenamiento de nunca expresar temor ni pánico; sin embargo, por la forma en que todos se enderezaron una vez que sintieron el aura fría y negra de Taicho, me dijeron que eran conscientes que el Uchiha no era para tomar a la ligera.

- Tenemos una teoría que compartir con ustedes – continuo con esa voz fría y sin emociones.

Era un capitán hablando como un cruel asesino, pero era necesario especialmente porque los presentes tarde o temprano trataran con él, cuando sea un kage en pleno derecho. De una vez, deberían saber que él es justo y equilibrado, pero si se requería mano dura, no dudaría en usarla para mantener la paz.

Todos lo escucharon, tomando en cuenta la seriedad de la situación. Agradecí que ninguno puso objeción ni risa sobre el mito haciéndose realidad.

Ninguno se burló por la teoría del Jūbi. Supuse que Naruto y yo les habíamos demostrado tanto en nuestras interacciones que ya no ponían en duda que ese tipo de historias pudieran ser ciertas.

Cuando finalizo de explicar Taicho, todos guardaron silencio y aunque vi a Otousan queriendo preguntarme varias cosas fue Gaara-kun quien cuestiono:

- ¿Cuál es el porcentaje de la posibilidad que está considerando Konohagakure para el inicio de una nueva guerra?

La pregunta no fue inesperada por lo que insinuaba, sólo acentuó la tensión que ya estaba en el ambiente. Taicho lo miro y respondió uniformemente:

- Considerando no terminar con el ejército de seres Zetsu, cien por ciento.

- Entonces dices que estos seres son la definición entre la victoria o la derrota – declara Zabuza.

- En efecto, con su jutsu de clon parasito, podrían hacerse pasar por capitanes o generales, creando confusión entre las tropas; sin embargo, Konoha se asegurará de deshacerse de ellos antes de que puedan actuar – respondió tranquilamente Taicho.

- Entonces ¿porque avisarnos? Si dices que Tierra Caliente finalizara con el ejército, ¿porque incluirnos en esta platica? – pregunta Yugito no sin amabilidad.

- Proponemos proteger a los jinchūriki – comenta Taicho, viendo específicamente a Otousan – si pueden ocultarse hasta que el peligro se vuelva obsoleto, ayudará a confundir a Akatsuki.

- Tardarían en ubicarlos y encontrarlos – comenta Mei-san, viendo el panorama.

- Quieres distraer a Akatsuki, nunca imaginarían que las Aldeas se unirían para proteger a las bestias con cola – comenta acertadamente Gaara-kun.

Taicho asiente mientras los demás lo miran seriamente, pero sólo le responde a Gaara-kun:

- En el caso de Sunagakure, lamentablemente no podemos restaurar a su bestia de cola, pero pedimos de su apoyo, que estén alertas ya que Amegakure, la probable base de operaciones de Akatsuki, está en nuestras fronteras. Si detectan que vamos a por los Zetsu, tememos que Sunagakure sea su nuevo destino.

- Hablaré con el consejo, pero dalo por hecho. Tenemos mucho de qué hablar si es que Amegakure está involucrado en conjunto de Takigakure y Otogakure – dijo en voz profesional el Kazekage.

- Tiene sentido – expuso Zabuza, ganándose la mirada de todos ahora – se decía que Akatsuki estaba más allá de las fronteras involucrado con Takigakure y tomando en cuenta que el Sennin Orochimaru ha dejado en la soledad a Otogakure, se están haciendo de sus recursos.

- Estamos considerando la creación de barreras fronterizas con respecto a Otogakure, recomendamos lo mismo para Kumogakure, ya que, aunque atraviesan Yugakure, ustedes son los más cercanos, B-san, Yugito-san – comento Taicho, mirándolos tranquilamente a ambos quienes, aunque no respondieron ni asintieron miraron con determinación al pelinegro.

- ¿Entonces? ¿nos pedirán unirnos a su guerra Uchiha-san? – pregunta Mei-san luciendo como una feroz guerrera.

- Eso será una cualidad que cada uno de ustedes hablaran con sus consejos o con las personas más cercanas a ustedes, si llegara a pasar algo más grave, como una declaración de guerra. Únicamente les pedimos tener precaución de ahora en adelante porque ellos irán por sus portadores de bijuu.

Taicho era un excelente diplomático. Por supuesto dejo la espina de guerra a los líderes, o hermanos de líder, a shinobi combatientes, cuya sangre rezumaba por una acalorada pelea, más aún, una guerra que demostrara el poderío de cada aldea; especialmente si la guerra era contra un enemigo en común, a diferencia de las tres guerras mundiales anteriores en donde eran todos contra todos.

El hecho de esta reunión era hacerles ver que existía la posibilidad de una guerra y de paso, confirmar si estarían de lado de Konohagakure no Sato o fungirían como neutrales.

Esta vez, tendrían incluso una justificación y eso era, la vida de sus jinchūriki.

Una voz, la más fuerte de entre todos, se hizo eco entre los últimos comentarios:

- ¿Qué piensa Naruto de esconderse, musume?

La pregunta me la esperaba especialmente porque Otousan y Olli mostrarían renuencia, ellos de cierta manera, también fueron educados por Obāsan-sama: nunca huir; ellos querrían luchar, Naruto querría luchar, pero los estábamos delegando a esconderse.

Tranquilamente hable:

- No tiene por qué pensar nada, Otousan. Él acepto ser un shinobi de Konohagakure, y, por tanto, está obligado a aceptar las órdenes de Hokage-sama. De lo contrario, seré yo misma quien lo selle y lo mande a ocultar.

Dejando salir una risa macabra, Otousan continuo:

- ¿Y si lo apoyo, musume? ¿También me sellarías y me mandarías a ocultar, niña?

- Si es necesario que lo haga por el bienestar de tu terquedad, lo haré, Otousan.

- Me gustaría verte intentarlo, niña.

Y estaba aquí, mi Otousan, recordándome que, aunque me ama y el sentimiento es mutuo, cada uno tenemos nuestro carácter cien por ciento intenso, uno que casi nunca choca entre sí por lo parecido que pensamos, pero cuando nos enfrentamos, es una batalla de voluntades.

- No me pruebes para intentarlo, Otousan.

La tensión entre él y yo creció en el aire con cada segundo que transcurría, colocando a los demás en una posición incómoda, pero poco importaba, porque Otousan era a quien principalmente debía convencer.

Nos miramos fijamente amenazándonos discretamente, mientras murmullos de Mei-san a Zabuza se escuchaban a mi derecha:

- Y decías que querías adoptarla.

Frunciendo el ceño, Otousan murmuro enojado en voz baja sin dejar de mirarme:

- Itachi-san, quisiera hablar en privado con mi musume.

- B… - Yugito quiso intervenir, pero fue detenida por otro murmullo rápido de Otousan.

- Ahora mismo de ser posible – susurro contenido con los dientes juntos.

Taicho me miro por el rabillo del ojo y aunque parecía querer decir algo, asintió.

No podía negarse, no cuando no era una reunión oficial, y cuando era justamente mi padre hablando conmigo.

- Continuaremos en otra sala – dijo mi capitán a la vez que alzaba la cabeza y con un parpadeo, todos desaparecieron a excepción de padre y de mí.

Sabía que todos los demás estarían en la antesala del mundo espejo, aguardando hasta que finalizáramos.

Por un lado, será bueno, pensé.

Así terminarían de conocerse los otros.


Un día de abril, mientras reposábamos del almuerzo antes de comenzar a entrenar, los tres estábamos sentados bajo la sombra del sauce favorito para entrenar.

Obāsan-sama estaba atendiendo a un paciente dentro de la casa, mientras que Otousan, otouto y yo nos quedamos admirando la belleza del pasto verde y primaveral.

Naruto estaba a su derecha, yo a su izquierda y los brazos morenos de Otousan nos abrazaban impidiéndonos salir de su cuidado.

Entonces escuche un ligero roncar, mire hacia arriba y un ligero rastrojo de baba sobresalía de la boca de Otousan.

Obāsan-sama decía que se parecía en nosotros en eso. Naruto y yo también nos perdíamos en el mundo de los sueños sin calidad de recuperación.

Como Naruto también está empezando a quedarse dormido, a mis diez años se me hizo casual hacerles una treta para mantenerse despiertos.

Levantándome y deslizando a un lado el brazo enorme de Otousan, inicie el genjutsu.

Lo que despertó a Otousan fue el grito-gemido de Naruto, y descolocado bajo la mirada para verlo.

Mi hermano se había convertido en un muñeco de malvavisco en escala real. Y se estaba auto comiendo.

Obviamente fue Gyūki-san quien derribo el genjutsu, pero la imagen mental de un malvavisco rubio que devoraba con placer y culpa su propio brazo quedo impregnado en la consciencia del ninja de Kumogakure.

Gyūki no se rio e incluso me reprocho, pero fue la cautela en los ojos de Otousan durante todo ese día lo que me dijo que estaba molesto. Se había enojado, no sé si conmigo o con él mismo por haber caído en el truco; al final del día, sólo me dijo una frase:

- Con la familia no se juega.

Entonces entendí que él tenía límites, algo que Obāsan-sama rara vez nos imponía. Él también lo sabía, por ello, siempre trato de explicarnos, en sus formas, como veía el mundo a través de sus ojos.

Gracias a Otousan y luego de Olli, supimos que no era bueno envenenar por diversión, o desmembrar por aburrimiento.

Esa mirada que me dio esa tarde es la misma que estoy viendo ahora, nueve años después, como si me hubiera portado excesivamente traviesa en un plan indigno.

Es su voz la que nombra el eco en el mundo espejo:

- Te has posicionado más alto dentro de Tierra Caliente por lo que veo.

Sin cariños, ni su tono habitual cariñoso, significa que está molesto.

- Gane algunos puntos últimamente.

- ¿Y es por ello por lo que te acatas a sus órdenes ahora?

- Otousan -

- Iie, nada de Otousan. Eres un shinobi ahora de Konohagakure, ¿es así?

Lo mire inexpresiva aun con mi posición de manos metidas en los bolsillos de mi traje por unos segundos antes de responder:

- Esto es lo mejor, según Taicho.

- ¿Según él? – frunce el ceño, antes de alzar bruscamente los hombros – Por supuesto, quien mejor que un Uchiha para decirte que hacer y que no hacer, no es como si fueras mi hija y me pidieras ayuda a mí.

- Otousan…

- Ahora me dices que lo mejor es escondernos, tanto Naruto, Yugito y yo, en algún lugar perdido donde solo Kami-sama conozca porque no podemos participar en el tablero de guerra que estas preparando con Tierra Caliente, cuando sabes bien que tenemos la capacidad para apoyarte.

- Otousan…

- Y ahora me dirás que Konoha te ha dado algo importante y no puedes negarte a ellos.

- No me dieron nada valioso, de hecho, me lo quitaron, Otousan.

- ¡Desgraciados, malditos! – hace puños sus manos antes de tensarse completamente - ¿qué te quitaron? ¿Libertad? Por supuesto. ¡Oh, pero que tonto fui! Creí en sus palabras estúpidamente también yo.

- Otousan…

- Y pensar que el hombre me cayó tan bien que hasta un regalo le envié. ¡Maldición, tierras calientes!…

- Otousan…

- Nos iremos, tomaremos a Naruto, le diré a Yugito que se prepare, cubriremos la retaguardia mientras les enviamos bombas apestosas. Es lo único que tengo encima, pero si lo planeamos mejor puedo llevar…

- Otousan…

- Iie, mejor aún. Esta el río Nakano, ¿así se llamaba? Tómalo en la madrugada, diríjanse a Yugakure, y mientras tanto dejare unos clones de ustedes en la orilla del lado de Tierra Caliente, de esa manera no sospecharan de ustedes, sólo lo harán cuando los clones no despierten y empiecen a oler a putrefacción, y los gusanos empiecen a infestar sus casas, y se llenen de larvas sus cañerías y así no podrán usar sus baños, sus cocinas, la comida se les pudrirá y…

Enternecida por su forma de ayudarnos, me acerque y lo abrace fuertemente. El acto tan amoroso que acababa de describir para mantenernos protegidos me estrujo el corazón y no pude sino darle el abrazo más grande que pude transmitiéndole todo mi amor por él.

Inmediatamente, Otousan me devolvió el gesto sintiéndome tan cubierta por él como cuando niña. Genuinamente conmovida por su plan para sacarnos de Konohagakure temiendo que nos estaban amenazando, respondí tranquilamente:

- Taicho me prohibió hacer algo.

- ¿Quién se cree ese granuja para quitarte tu toma de decisiones? – su voz encolerizada.

- No quiere que me una a Akatsuki.

- ¿Por qué no? es tu decisión y más si… - Sus brazos me separaron de él y vi sus cejas fruncirse malamente sobre sus gafas oscuras antes de preguntar - ¿Nani?

Suspirando internamente, no deje de mirar su rostro mientras respondía con voz suave:

- Cerca de Takigakure, hace medio mes, una mujer con cabellos azules y capa de nubes rojas se me acerco al finalizar una redada. Ella extendió una invitación a unirme a Akatsuki, en total paz, comentando que cualquier disturbio anterior, aunque no sería olvidado, se consideraba digno para pertenecer a ellos. Le dije a Taicho que sería su espía si me unía, pero me lo negó. Prohibió que me uniera incluso si era por un bien mayor.

- Musume…

- Me dijo que unirme sería… - suspire realmente profundo esta vez – Me hizo darme cuenta de que Naruto estaría más allá de la decepción y que… también debía velar por mí misma.

- Chica tonta – me volvió a abrazar con más intensidad esta vez – pensaba que había quedado claro que tu hermano no es tu responsabilidad totalmente. Ohhh musume…

Lo último lo dijo como si sintiera mucho dolor, al igual que un gancho al hígado, pero sabiendo que el hombre era tan duro e inamovible como el acero, supe que realmente le dolía el pensar en lo que le acabo de soltar. Otousan nunca aprobaría eso. Siempre ha sido de pelear de frente, más como Naruto; no temen ir directo a la espada, simplemente lo hacen porque está en sus naturalezas ser directos, al contrario de mí claro está.

- Entiendo ahora – dice mientras me arrulla en su abrazo – por eso quieren esconder a Naruto, es la única forma en que aceptaste evadir ese plan suicida tuyo ¿verdad?

Por supuesto hubo otras variables, pero eso no es para los oídos paternales del hombre, por lo que asentí mientras seguía contenida en su abrazo.

- Esta vez te necesitamos Otousan – murmure entre su musculoso pecho y la falta de aire por su abrazo de oso. Alce la cabeza para mirarlo, aunque me faltarían unos buenos cuarenta centímetros para alcanzar su altura – No lo veas como quedarte atrás en la pelea; al contrario, serán el refuerzo más importante en caso de que todo lo demás falle, pero no quiero que Akatsuki este más cerca de ustedes de lo que debería.

Me pasa una tosca mano morena sobre mi mejilla de la forma más delicada que puede.

- Nunca le has temido a nada musume, ¿tanto es la destrucción que prevés?

- Tanta que me temo que Obāsan-sama no esté aquí para ver la caída shinobi.

- ¿Es así? Le hubiera encantado vernos caer – frunce un poco las cejas mientras vuelve a abrazarme, suspira una, dos veces, profundo, y deja fluir el silencio unos segundos más – De acuerdo, se hará a tu manera.

Ignoro la forma resignada en que sus hombros parecieran caerse de repente y estoy a punto de agradecerle antes de que vuelva a levantarme con un dedo la cabeza hacia su mirada.

- Pero – su voz se endurece – no harás nada para detenernos si decidimos actuar, sean cuales sean las condiciones.

- Hecho. – Sonreí sabiendo que gané.

Es un trato justo, decidí. Tampoco podía negarle eso a Otousan, él no era un cobarde. De hecho, en Kumogakure se le considera protector de su pueblo, es por ello por lo que es venerado y altamente respetado. Cualquier cosa inferior a la que me negara, sólo sería visto como una ofensa para él o sus habilidades.

- Ahora vamos musume, no quiero descubrir que la mitad de los reunidos se asesinaron entre sí… o pensándolo mejor, explícame que confiancitas son esas con Momochi Zabuza.


- Entonces…

- … ¿sí?

- ¿Eres la tía real o sólo una "amiga" del padre?

Terumi Mei tenía mucha curiosidad por lo visto. Lucía más impactada por haber tenido como subordinada en algún momento a la hija del hombre más influyente de Kumogakure que por haber estado con dicho hombre en la misma sala considerando que era un enemigo a muerte.

Así es como Itachi supo que su día estaba bien, no mal, no mejor, sólo… bien. Al principio había sido una excelente idea, aun lo pensaba. Ahora no estaba tan seguro, no quería que estas interacciones adelantaran la guerra mundial, cuando la intención era todo lo contrario.

Observando como Yugito-san regreso la mirada con cautela a Terumi Mei, fue Gaara-san quien se dejó fluir en esas aguas:

- Aunque las circunstancias no son las ideales, me alegra volver a verlos a ti, Yugito-san y a B-san – su cabello rojo se veía más favorable en esta sala, la misma donde alguna vez Killer-B y Sakura habían peleado.

- Pero Gaara-kun, mirat-

- Es un gusto conocer al fin a tan lindo chico, el Godaime Kazekage, me presento Terumi Mei y aquí presente Momochi Zabuza – interrumpió la guapa pelirroja mientras que su escolta se había sentado y estaba afilando su espada dentada sin mirar a nadie.

- El placer es mío, Terumi Mei, o ¿debo llamarle Mizukage-san? – dijo Gaara-san con una reverencia perfecta – Un gusto Momochi-san.

- Ohh, eres un encanto, puedes llamarme como gustes niño lindo – decía coqueta Mei-san esquivando colosalmente el kunai que Zabuza le lanzaba a la cabeza a su kage y murmuraba, déjalo en paz, loca, asalta cunas.

Aprovechando la distracción de los de Kirigakure, fue Yugito-san quien se acercó a Itachi para preguntar evitando sonar preocupada:

- ¿Cómo han estado? Sabemos que, ocupados, pero ¿los chicos han estado bien?

La pregunta llamo la atención de Gaara-san quien también se arrimó para preguntar:

- De Naruto, ¿Sabemos si Akatsuki ya se enteró de su identidad? ¿Vienen a por él?

Con calma, Itachi contesto ambas preguntas en una sola frase:

- Afortunadamente, los hechos transcurridos hasta ahora han estado lejos de cualquier peligro tanto para Sakura como para Naruto-kun. Sin embargo, tenemos la sospecha de que se le ha informado al grupo criminal la verdadera identidad del jinchūriki del nueve colas.

- Podemos ocultarlos – comento Yugito-san con una voz totalmente profesional – si es que no tenían pensado algún lugar, contamos con una isla equipada como refugio. Es conocida como Genbu, la Isla Tortuga. Naruto-kun la conoce.

- He escuchado de ella, Shimagame, se podría comparar con el Bosque de la Muerte de Konohagakure – comento Gaara-san recordando sus días pasados con B-san.

- ¿Estás diciendo que esta isla es igual de letal? Dime, ¿Por qué querría yo enviar a mi jinchūriki a ese lugar? – pregunto Mei-san mientras Zabuza continuaba afilando.

- Porque… - comenzó Yugito-san mirando pícaramente a los cuatro frente a ella - … es una tortuga gigante convirtiéndola en una fortaleza móvil.

- No tiene una ubicación geográfica específica – complementa Gaara-san.

- Akatsuki no podría encontrarlos – comenta quedamente Itachi.

- Exacto, además tiene un par de cosas que la hacen perfecta, se encuentra el Templo Bestia con Cola, un templo apartado donde el Jinchūriki debe pelear con su Bestia con Cola y tomar su chakra para luego poder usarlo. Es básicamente entrenamiento, pero podría servir a Naruto-kun, ¿aun tiene problemas para usar todo el poder de Kurama-sama, no es así? – pregunta Yugito-san a Itachi.

- Utakata no tiene problemas similares, sin embargo, podría ayudarle ya que desde el ataque a su persona comenta que tiene… deficiencias para conectar con su ser interior – comenta casualmente Mei-san.

- ¿Ataque? – cuestiona un pelirrojo Kazekage.

- Akatsuki trato de tomar a Utakata-san en una emboscada de seis contra uno – respondió Itachi.

- Déjame adivinar, Tierra Caliente lo rescato – dijo socarrona cruzada de brazos Yugito-san – así es como conociste a la reina del baile aquí presente.

- Podría ser reina del agua, por supuesto, pero si me ves superior, quien soy yo para negarlo – respondió sarcásticamente la Mizukage, ganándose ojos entrecerrados de parte de la rubia hermosa.

Se siente el fluir del ambiente, indicando que hay nuevas presencias en la cercanía.

Colocados más un poco a su derecha, entre velas y escalones, se ve a una pareja familiar abrazada. Tan dispares como son, se puede sentir el cariño que fluye entre los dos, aunque lo traten de negar.

Ella luce satisfecha, aunque nada en su lenguaje corporal la traicione, simplemente es su aura la que la identifica así; por el contrario, Killer-B se ve… resignado.

El enorme hombre moreno proclama seriamente mirando a Itachi:

- Nos llevaremos a Naruto para ocultarlo – mira a Terumi Mei ofreciendo también – Sabemos que tienen al sexto hijo. Podemos resguardarlo también si lo permiten.

Itachi, agradeciendo y asintiendo como un aristócrata, mira a Killer-B, quien luce mínimamente azotado y le responde:

- Agradecemos la ayuda. Hablaremos entonces del proceso, por supuesto que todo esto quedara evidenciado en contrato; sin embargo, eso será tema para proseguir con Hokage-sama.

- Hablando de eso Uchiha – continuo Killer-B – quiero dejar algo en claro. No estoy en posición para afirmarlo, pero en vista de que Akatsuki desea una guerra, me encargare de participar en ella. Itachi-san, si llega haber una guerra contra Amegakure o contra Akatsuki, hablo por mí, me uniré a tu causa. No puedo hablar por Kumogakure en su totalidad, veré lo que puedo hacer. Pero me asegurare de que mi espada sirva para evitar más muertes innecesarias ocasionadas por esos mercenarios.

Y así comenzó.

Itachi agradeció internamente mientras asentía y ahora era Gaara-san quien decía firmemente:

- Sunagakure peleará. No sólo por nuestra Alianza, sino porque también tenemos asuntos pendientes con ellos.

- Estoy con B, Matatabi y yo pelearemos, por nuestra familia – hablo Yugito-san mirando a Sakura y luego a Itachi – por nuestra alianza.

- Ya lo había declarado a tu kage, pero en vista de que somos prácticamente vecinos – dijo Mei-san casualmente para después dejar vislumbrar un peligroso brillo en su ojo visible – Kirigakure peleara. No sólo por lo que nos hicieron, sino para que aprendan a no meterse con las Naciones Shinobi.

Esto era justo lo que necesitaba Itachi. Confirmar quien pelearía a su lado, dos naciones y los jinchūriki de una tercera. Nada mal para una primera reunión.

Sin embargo, no era tonto. La palabra clave aquí era: Declaración.

Si no había una, Konoha estaría solo por su lado hasta que Akatsuki la declarara.

Más importante aún. Itachi esperaba sinceramente no llegar a esos extremos.


Hablamos un poco más sobre los términos de los apoyos a los jinchūriki y la Isla Tortuga.

Un lugar que te encantaría Musume.

Lo dudo, nunca he sido tan tropical, sino más bien de climas templados. Me gusta el frío, no el calor nauseabundo, pero la sonrisa de Otousan era incomparable, y no soy nadie para negarle una sonrisa.

- Te queda bien – escuche el murmullo de Yugito frente a mí, mientras Taicho y los demás líderes estaban hablando sus politiquerías.

- ¿El brillo asesino en mis ojos? – cuestione mirando a Zabuza quien lucía fúnebre.

- El corte de pelo y el traje.

Me sorprendí por su risa genuina cuando vio mi confusión.

- Te ves elegante, además te ves como una señora de alta cuna con ese vestido – dijo mientras me apreciaba.

- Me gustaría verme letal, pero alguien me hizo la observación de que debo ser grácilmente agresiva en lugar de solo parecer destructiva.

- Alguien sabio al parecer.

- Alguien a quien le quite su poder.

- Alguien no tan sabio al parecer.

Nos miramos y nos reímos discretamente, sólo para escuchar a Zabuza gruñir.

- ¿Qué tiene nuestro demonio de la niebla? – pregunte al ninja de Kirigakure, solo para ser derretida por su mirada laser que me arrojo – Si no te conociera diría que estas enojado. Cualquiera diría que te encantaría la guerra, pero no te veo tan feliz por eso.

- Cuando es una guerra que vale la pena pelear, sin embargo, es irritante cuando los demás se llenan la boca de palabras innecesarias como protección cuando no toman sus propios consejos.

Estaba desconcertada por su agresiva actitud. Era como si estuviera hablando con el Zabuza de hace cinco años.

- Dime, niña, ¿lo que me dijiste era cierto? ¿Tu sueño?

- ¿Qué sueño, Sakura? – cuestiona Yugito mirando con intriga entre Zabuza y yo.

- Lo es – respondí firme con el ceño medianamente fruncido.

- No lo parece. Sigues exponiéndote. No perderé mi tiempo con personas insensatas.

Estaba muy enojado, me percaté, y viendo a Yugito quien también lo veía, percibí que ella también estaba frustrada, aunque no lo demostraba.

Ambos se miraron por un momento antes de que fuera Zabuza quien le gruñera:

- Se supone que eres su tía, y ¿no le dices nada? Ahora entiendo porque es como es.

- Momochi – baje mi voz en tono de amenaza.

- Aunque le diga, no hará caso. Siempre ha sido así – se defendía Yugito.

- Entonces dale una daga y que se asesine ella sola al paso en el que va.

No entendía nada, era como si tuvieran una conversación donde yo estaba involucrada, pero no sabía en que estaba involucrada.

Se miraron retándose con la mirada, furiosos e irritados y por un momento, espere que nadie se haya percatado de nuestra conversación, pero Taicho tenía bien entretenidos a Otousan, Gaara-kun y a Mei-san.

En un momento, ambos parecieron llegar a un acuerdo silencioso, uno en donde Yugito suspiro resignada mientras Zabuza me miraba con molestia en los ojos. Mi Olly comento mirándome enojada:

- ¿Por qué tienes la lengua sellada, Sakura?

Cuadrando más mis hombros y perdiendo la expresividad de mi rostro conteste:

- Fue parte de una misión.

- ¿Qué misión? – pregunto Yugito inmediatamente.

- … -

- ¿Una para proteger a Naruto?

Aplane los labios y fue toda la señal que ambos necesitaron para verse decepcionados.

- Eres un caso perdido – gruño Zabuza con borde duro en sus palabras.

- Sakura-chan, ya no es necesario que lo hagas. Tienes a Konoha de tu lado, ellos lo protegerán. Incluso mira – Yugito señalo a Taicho – Tienes a un Uchiha de tu lado. Un Uchiha. Esas cosas no se dan en los árboles – aunque intento que su voz saliera estable, sonaba con compasión entretejida.

- Pero es mi hermano, es mi responsabilidad – declaré con seriedad, pero sólo fui recibida por más miradas de desilusión por ambas partes.

- Sakura, escucha – me dice Yugito tomándome por los hombros – Entiendo perfectamente que sientas que debes de cuidar a tus seres queridos, es normal, nos enseñaron eso a piedra y fuego; pero no quiero que olvides que también debes de protegerte a ti misma.

- Eso hago.

- Eres una idiota pensando eso.

- Momochi-san…

- Iie, algo de amor duro no le hará daño – Zabuza replico y me miro seriamente – Un día, cuando estes bajo la punta de una espada, tu vida pasará por tus ojos y ¿sabes que veras? Nada. Sera tan rápida tu visión y morirás más temprano que tarde, porque no hay nada extraordinario que hayas hecho por ti para ti misma, y eso niña, te lo recriminaras por el resto de la eternidad si es que ese dios tuyo te deja tiempo de sobra cuando te tenga amarrada con su correa en el otro mundo.

- Momochi-san, es suficiente.

- Claro que es suficiente – me barre con la mirada de arriba abajo – no importa lo sorprendente que pueda parecer, sólo es una cosa vacía, no vale la pena siquiera seguir hablando.

Inmediatamente continúo afilando su espada, sin dedicarme otra explicación. Deshaciendo mi fruncir del ceño, me aproxime a él y sintiéndome voraz, murmure:

- Una vez, tuviste un arma. La preparaste y la enseñaste a obedecerte únicamente a ti, a ser fiel a la orden de tu voz. Sólo fue hasta cuando la viste perdida, que pediste haber cambiado las cosas. En cambio, ahora me recriminas por actuar igual como un joven Haku.

Levanta la mirada con enojo por la crueldad del recuerdo, pero no desestimo para continuar:

- Mi propósito, mi único propósito en la vida es proteger a mi hermano. Nadie ni nada me quitara eso. Pero lo reconozco. Mis maneras ponen nerviosos a todos. Así me criaron y así crecí, pensando que mi hermano es la única persona que merecía vivir felizmente. Y, sin embargo, sé que ya no puedo valerme de eso, porque alguien me mostro que él está a salvo, que lo protegerán tanto como yo, y que yo misma importo. Sí, tengo un sueño, y de todos en el mundo, eres el único al que le conté de él, porque sabía que comprenderías. Un sueño para mí y mi futuro, uno que estoy dispuesta a perseguir con la misma fiereza con la que protegí a Naruto.

En lugar de la inexpresividad que espere ver en su rostro por mi largo monologo, su rostro se veía… orgulloso. Esperanza, era la palabra que se me venía a la mente, pero ese concepto y Zabuza no iban precisamente de la mano.

- Sakura-chan… - escuche el murmullo de Yugito a mi izquierda, pero no despegue la mirada de los ojos pizarros de Zabuza, quien de la nada, se vio por debajo de sus vendajes, el comienzo de una sonris atípica.

- Más te vale que lo cumplas.

Fue lo único que dijo, pero para mí fue su aprobación para mis planes y eso me hizo sentir muy feliz en mi pecho. En ese momento, entendí lo que él quería escuchar todo este tiempo y sin pensarlo mucho murmuré:

- Tengo una vida que vivir.

Eso me gano su sonrisa completa pero no la pude apreciar totalmente porque fue Yugito quien me atrapo en un fuerte abrazo de oso y me murmuraba incoherencias al oído.

- …oy muy contenta por ti.

Aunque todo lo oía ahogado por mis oídos tapados, fue su reacción lo que me sorprendió.

Estaban contentos porque yo dijera eso. Porque aceptara tener más propósitos que proteger a Naruto.

¿Eso querían de mi todo este tiempo? Pfff en ese caso, les hubiera dicho de mi plan desde hace tiempo para que no se preocuparan innecesariamente.

Una voz en el fondo de mi mente me hizo recordar la conversación de hace días con Taicho:

Tu vida importa más de lo que crees Sakura, decía su voz achocolatada.

Tal vez tenía razón. Tal vez no. Aún debatía conmigo misma esa frase.

Aunque esto… estaba bien. Me agradaba sentir esta sensación, era cálida y me hacía estremecer agradablemente tal cual estaba abrazada por Yugito y cobijada por Zabuza, era extraño decirlo especialmente en la dimensión espejo y sin Naruto cerca, pero esto se sentía como estar en casa.


- Ahora, ne, ne, cuéntame de que trata ese sueño tuyo.


Prometiendo agendar de nuevo para ponernos al día, esta vez con Naruto y Shisui incluyéndolos, desconecté el ninshu de los espejos, abrí los ojos para ver a Taicho frente a mí.

La reunión no oficial fue acorde al plan, nuestros contactos habían concedido colaborar y lo más rescatable para mí: se llevarían a otouto un tiempo, alejándolo del peligro que se avecinaba.

Claro que Otousan no estaba contento, pero al dejarle claro que era eso o yo uniéndome al Akatsuki, prefirió la primera opción. Aun extraño su abrazo cuando cedió al final, procurándome tranquilidad, aunque él mismo parecía estar en conflicto.

Traté de levantarme, sentada con las piernas cruzadas, de mi propio espejo, pero ni siquiera pude sostenerme más allá de las rodillas.

Una fuerte mano tomo mi brazo cuidadosamente para evitar que cayera estrepitosamente por mis miembros flácidos.

Rodeados de cinco espejos circulares, estábamos colocados en una de las salas de Raíz. Los espejos fueron sellados por ninshu y a través de mi conexión y rezos, horarios fijos y un pulso de chakra de cada asistente, pudimos realizar la reunión con localizaciones tan lejanas.

El problema radicaba en que, aunque no era un portal como tal, ya que no era un cambio físico del punto A al punto B, si me dejaba descargada de energía ya que fungía como la batería principal del mundo espejo. Cada asistente también debía estar sentado o parado en un espejo que cubriera completamente su reflejo y de esa manera sería transportado.

Algo que yo misma no he realizado con frecuencia, y es por ello la falta de costumbre ante el agotamiento. Eso explican las nauseabundas ganas de buscar un retrete ahora mismo.

- Estas cansada, permíteme – cual muñeca de trapo fui levantada en el aire y cargada entre dos brazos fibrosos, cuyos músculos se sintieron en mi espalda y debajo de mis rodillas cual estilo princesa.

- No estoy cansada, sólo estoy… - trague una bola de asco inmediatamente cerrando los ojos y cubriéndome la boca.

No dijo más, pero estoy segura de que logre escuchar un murmullo muy cercano al "Necia como siempre".

Una vez que cerré los ojos, no pude volver a abrirlos, y sintiéndome tan cálida, sin querer, me acurruque en su pecho y me deje ir a la deriva del país de los sueños.

Pudo ser mi imaginación, pero el camino a mis habitaciones pudo haberlo hecho con teletransportación; sin embargo, me sentí mecida con cada paso relativamente lento que Taicho hizo hasta mi guarida, uno de los tantos departamentos que servían como los nuevos hogares de los miembros de Raíz.

Sentí ser depositada suavemente en mi cama, y todavía cubierta por una manta con olor a menta. Una caricia fantasmal en mi mejilla se me escapo al dormirme completamente.

Soñé con aquellos días en que vivíamos con Obāsan-sama. El recuerdo fue tan vivido como aquella vez en que estábamos en el río pescando, y con el trauma de mi canto de días antes, me exigió que siguiera convocando a los peces. Ella era una maestra estricta y seria, no aceptaba un no como respuesta, mucho menos un berrinche. Eso lo aprendimos muy jóvenes.

Tan ofuscada estuve tratando de pescar salmón con mi voz, cantando melodías tartamudas para ellos para que se arrojaran a mi canasta, que nunca noté la mano firme de Obāsan-sama llegando por detrás, tomando la totalidad de mi cabeza y hundiéndola en el cauce del río. Me sentí ahogada inmediatamente, no podía respirar, pero afortunadamente no había tratado de tomar aire cuando mi cabeza ya estaba en el agua.

Por el rabillo del ojo podía ver a la vieja bruja, hermosa como siempre a los ojos de las ilusiones, así supe que ella tenía un genjutsu encima, pero en cambio, el agua en mi boca se sentía demasiado real, demasiado fría y con sabor a hielo. Cerré los ojos y dejé que fueran mis sentidos y mi chakra lo que fluyeran fuera de mi cuerpo. Tarde mucho, especialmente porque, aunque no quería, mi cerebro realmente pensaba que estaba ahogándome, y en un momento, al final, lo logre: Kai.

Inmediatamente abrí los ojos y cada una estábamos sentadas, yo totalmente seca, en el mismo lugar donde cantábamos para pescar salmones. Estaba asustada porque realmente pensé morir, pero cuando elevé la vista a Obāsan-sama, ahí estaba ella, con sus pequeñas arrugas en los labios, mostrando su verdadera edad. Tenía un brillo en los ojos, duró ínfimamente, ni siquiera lo suficiente como para que lo disfrutara, y lo reconocí hasta años después.

Orgullo.

Porque a pesar de todo, a pesar de mi trauma con mi propia voz, el dolor de otouto, quien no me quería ver, pude salir sola de una desesperante situación.

No dejo pasar más de tres segundos cuando nuevamente tomo mi cabeza con su mano y me volvió a hundir en las fauces del helado río, y esta vez con tres capas más de genjutsu encima.

Fueron un agradable peso en mi pecho y un sonido delicioso lo que me despertaron satisfactoriamente. Obviamente, no fue el hambre que rugía en mi estómago.

Unos ojos morados con centellas de dorado me devolvieron la mirada; sus patitas estaban pegadas a mi cuello, y su nariz estaba pegada a mi barbilla.

Esta visión fue con la que desperté cada día los últimos seis meses, cuando en cualquier momento Bastet y yo pensamos que moriríamos bajo la mano de Danzo con sus hábitos tan extraños para educarme. Al parecer la costumbre no ha cambiado nada.

Empiezo a acariciar a Bastet mientras el sueño es dispersado poco a poco. Esta forma de despertarme me recuerda que no estoy en peligro, únicamente es mi neko que seguramente tiene noticias de otouto.

Dejo salir un murmullo:

- ¿Cómo esta él?

- Estoy bien gracias por preguntar, no te enfoques en la linda deidad que expone su pellejo cada dos por tres por ti Seikō.

- Bastet…

- Ni siquiera porque he esperado a comer junto contigo, cuando se me propusieron banquetes dignos de un emperador.

- Seguro Shisui te sigue llorando amargamente, pero sobrevivirá, ahora dime.

- Ojalá algún enano venga y se robe tu alma cuando estes dormida, malvada seikō.

- Si, si, y un fauno comerá mis ojos por el eterno limbo de la absolución, ahora dime Bastet.

- Ya no tienen respeto por uno… En ese caso te alegrara saber que el simio tiene ahora a su propio seikō.

Entreabrí los ojos un poco mirando al neko loco, preguntándome internamente si quería saber la respuesta a eso; sin embargo, como cualquier gato, Bastet es impaciente y no espero a decir:

- El hermano del tercer seikō ahora se ha convertido en su fiel sirviente. Incluso vigila su sueño mientras duerme, se posiciona como un digno neko, encima del pecho de su sirviente; incluso para despertarlo, también lo lame a profundidad, con orgullo patricio y, es correspondido por una caricia de la misma índole. Se frotan entre sí para compartir sus calores. El simio sabe entrenarlos mejor que tú.

No quería interpretar al pie de la letra lo que decía mi Bastet. No quería imaginar a cierto Uchiha frotándose con mi hermano en plena madrugada devorando su boca.

Iuggghhh.

- Además de ser… entrenador de mascotas, ¿Cómo esta? ¿Lo viste bien?

- ¡Quiso estrangularme con esas manos de platanero que tiene! ¡Ñiam! ¡Aun duele mi hermoso pelaje por culpa de ese gorila! ¡Tu culpa! ¡¿Por qué no solo mandar a por él?! En cambio, mira que mandarme a mí a sufrir, ¿Qué no te doy ya todo como para que me pidas más?

- Ya, ya, ven aquí, ven Bastet – lo acerque aun acariciándolo con chakra medicinal para sentir si tenía moretones – Tranquilo, ya todo paso, tranquilo, shhh, shhh.

Supe que a este paso Bastet no me diría nada. Estaba en el proceso de ser toda una señora del drama, exagerada e histérica y hasta no sentirse satisfecho con comida y caricias no hablara.

Continue acariciándolo mientras recordaba que Bastet se merecía el mundo, y yo no se lo estaba dando.

Bastet siempre ha sido una hermosa bola de pelos llena de conocimientos y sabiduría; muy pocos saben que cuando él se propone a ayudar, lo hace con la mayor de las diligencias. Sus diligencias. En cada ocasión en que me vi en peligro antes de Konohagakure, mi gato fue el maestro al que le hice caso, junto a Obāsan-sama, y gracias a ellos dos nunca falle, ni siquiera cuando yo misma creí que lo había hecho.

Sólo que esta vez, durante el reinado del vendas como tiernamente llamamos a Danzo, Bastet fue más que mi maestro o mi compañero de lucha; más allá que mi mejor amigo o confidente, el neko se volvió una parte de mí, sintiendo que esta vez el peligro se sentía más real irónicamente.

De vuelta en Kirigakure, durante la revolución, no tuve miedo ni ansias, era más como una sensación de lamer las llamas del infierno y tentarlas con llevarme si se atrevían. Era mucho menos benevolente con mi propio cuerpo y no sé si era porque pelee junto a shinobi que ansiaban la sangre de sus enemigos impregnada en cada poro de su cuerpo que se me pudo haber contagiado.

En cambio, los últimos seis meses, algo se sintió… más real. No existen palabras para explicarlo, sólo se pudiera entender como la sensación de que, si no hacía las cosas bien, otouto sería apresado por mi culpa. Shimura aprovechaba cada ocasión para recordarme - en sus sutiles maneras – que si yo no era el arma que él requería, iría por Naruto.

Él pensó que amenazándome me sometería, sin pensar que, las amenazas no me van nada bien.

Fue Bastet quien me recordaba a cada paso, que esto era mayor a mí, a nosotros, incluso que al mismo Naruto. Gracias a mi neko, no me sentí tan enclaustrada siendo encerrada en una habitación sellada y encadenada cada vez que no estaba en misiones.

A veces Danzo entraba y me sorprendía, leyéndome pasajes sobre algunos conflictos mientras disfrutábamos de un partido de Shogi o go. Su tema favorito: la muerte de Senju Tobirama. No por el morbo sobre como murió sino las posibles alternancias que pudieron haber ocurrido para que el hombre no muriera ese día. Bastet me miraba al otro lado de la habitación y fue por su presencia tan tranquila que evitaba responder como me hubiera gustado.

Paciencia, me decían sus ojos.

En cambio, Danzo debatía conmigo porque consideraba que la muerte de su kage fue el inicio del declive de Konohagakure, o porque el Tercero, a mi punto de vista, fue el peor kage de la historia de la Aldea. Cosa que el mismo Danzo compartía conmigo. Y así, sentado cómodamente con su guardaespaldas personal en una esquina, Bastet en el otro, té caliente y un entretenido juego se quedaba horas enteras comprendiendo mis lógicas, escuchándome desafiar sus enseñanzas sin llegar a ser altanera, ni grosera y al parecer, eso le gustaba.

Nadie me desafía, no como tú, me repetía constantemente. Tal vez por eso me daba ciertos privilegios. Jamás me dejaba sola, por supuesto, pero me permitía leer estrategias y planes pasados y me pedía opinión sobre lo que yo hubiera hecho. Me enseño bastante sobre las consecuencias de una mala diplomacía, si tal vez se hubiera dedicado a ser maestro, hubiera tenido un mejor final que el que le dedique.

Aun así, Danzo sabía que yo no era su aliada, así que puso una cadena a mi muñeca junto a la Hyo. Su Anbu favorito. El asesino más eficiente de su organización. El hombre que nunca me dejo ni a sol ni a sombra, a menos que ya estuviera encadenada en mi nueva habitación. Alto, fibroso, de ojos y cabellos castaños era un arma mortal en línea. Bañarse era un tema incomodo cuando tenía sus ojos vigilando meticulosamente mi cuerpo; ni que decir sobre a veces encontrarlo mirándome al despertarme, o sobre cómo hacerme sentir incomoda cuando me susurraba al oído en los momentos menos esperados.

Nunca atraparon a Bastet, no sino hasta que Hyo, mi carcelero personal, lo sintió en la celda con el rabillo del ojo un día. Inmediatamente me tense para prepararme para una pelea con mi guardia pensando que atacaría a Bastet en cualquier segundo.

Después me miro seriamente, y sin más palabras, se fue, dejándonos con el ceño fruncido.

Dos días después tenía a su líder bajo mis pies. Creo que nunca le dijo al Elder. Cuando le pregunte, simplemente dijo:

- Si Danzo-sama nunca lo vio con sus propios ojos y se dejó caer bajo tus hechizos, era hora de tomarse un descanso.

Bastet apareció a mi lado mientras Hyo opinaba sobre su maestro de vida. Nunca pregunto su nombre, nunca permití que se acercara a Bastet, no por temor a asesinarlo. De eso, el neko podía procurarse a si mismo. Si no porque Hyo siempre se ha dirigido a Danzo como su eterno líder, por lo que, en cualquier momento, espero un acto de traición de él, y la única cosa a la que él podría acercarse para tratar de someterme es a Bastet.

Mi gato fungió todo este tiempo como un feroz espía, todo el tiempo busco señales, pistas, evidencia para incriminar al Elder y mientras yo estaba encerrada, era él quien se ponía en riesgo siguiendo a Danzo, por horas, a veces por días enteros. Una vez estuve a nada de soltarme cuando no lo vi por siete días.

Mi precioso gato regreso malherido, con su pelaje medio quemado, cojeando de una patita, y con una cola ensangrentada y uno de sus ojos morados lo tenía cerrado por una raspadura de kunai.

Ese día había logrado encontrar lo que buscábamos en un lugar lleno de trampas. Lo curé en cuanto lo vi, rompiendo mi corazón por su estado tan frágil.

Pero Bastet no es sino un guerrero feroz y sabio disfrazado bajo capas de caprichos y sedas negras, uno con el que crecí aprendiendo como ser impredecible. Cosa que le agradezco todos los días.

Me mira a los ojos mientras pienso en todo esto y me siento perdida cuando murmura con su voz teñida en décadas de sabiduría:

- Te tiraron a los lobos y volviste liderando a la manada. Es tu logro seikō, no lo demerites pensando en cosas innecesarias.

- ¿Pero sirve de algo? Cuando no puedo siquiera visitar a Naruto, atrapada entre estrategias y políticas que nunca solicite.

- No recuerdo que se te enseñara a quejarte. Tus pruebas más fuertes, te trajeron victorias colosales; pero no las disfrutas como tal por pensar únicamente en tu hermano.

- Y en ti…

- ¿Yo que tengo que ver con tus problemas mentales, retrasada?

- …Bastet… - continue acariciándolo – …dijiste una vez que conocías al clan Uchiha desde años atrás, ¿verdad?

- … ¿Ñiam?... – sus ojos morados se entrecierran coquetamente sin querer.

- Ellos… ¿te…? - me cuestan tanto las palabras.

Como decirle que quiero que se quede con ellos, cuando yo misma no quiero que se vaya.

Quiero que viva en tranquilidad, conmigo, pero no puedo ofrecerle nada seguro ahora. Ya ha hecho mucho por mí, por otouto. Pero sé que es lo mejor, para él. Lo trataran como el rey que es, y así estará a salvo, completamente seguro y sano donde que sea que Shisui le ponga su pedestal.

Podría ser que Bastet tenga la vida que merece vivir, entre lujos y com…

Espera un segundo.

Mire a las gemas moradas de Bastet con determinación cuando pregunte seriamente, sin dejar de acariciarlo:

- Bastet, ¿desde hace cuánto los conoces? – pregunte con la voz baja.

- … -

- ¿Casualmente en el periodo de Estados Combatientes? – volví a preguntar, cosa que el neko entrecerró los ojos esta vez con seriedad.

- … -

- ¿Tuviste la oportunidad de conocer a Uchiha Madara?

Bastet no contesto, sino que me miro como si hubiera visto una serpiente venenosa, a punto de sacar sus garras, por lo que explique rápidamente sabiendo que tenía cierto trauma con esa parte de su historia.

- Taicho me dijo que Tobi, el enmascarado naranja, lo conoció hace años presentándose como Uchiha Madara.

Bastet respondió monótonamente sin cambiar su actitud pasivo-agresiva:

- Mentira.

- Taicho no me mentiría, no así.

- No el tercer seikō, sino lo que le dijeron a él.

- ¿Uchiha Madara no es el enmascarado Tobi?

- Si fuera Uchiha Madara, el tercer seikō habría sido exterminado. Más importante aún, no le habría dado opción alguna. Es demasiada competencia para sus habilidades – murmuro.

- Entonces es real lo que se cuenta del ancestro Uchiha, ¿era así de fuerte?

- Fuerte y letal son dos conceptos muy distintos seikō.

- ¿Debilidades?

- Si tienes a un shinigami a placer, sería útil.

- ¿Cuánto lo conociste, Bastet?

Sin más respuesta que levantarse y estirarse grácilmente sobre mi pecho, salto al suelo majestuosamente y se encamino hacia la puerta, la cual fue abierta por su propio ninshu. Me dirigió una última mirada antes de seguir caminando, pero me dijo algo sin voltearse antes de salir:

- Seikō. No recuerdo que pidieras permiso a nadie antes. Las alas son tuyas y el cielo de nadie.

Y sin más desapareció en cuanto su patita delantera piso al frente, desvaneciéndose en su genjutsu de invisibilidad.

Dos cosas me quedaron claras y tuve repentinas ganas de haber besado a mi gato cuando me lo recordó:

Uno: en todo este tiempo, alguien tuvo la milagrosa osadía de engañar a Taicho, el hombre más intuitivo del mundo, después de Momochi, o al menos hacerlo sospechar.

Dos: yo misma soy mi propia dueña y ni por mucho trabajo o escalaciones políticas que existan me pueden alejar de mi familia. No si yo misma lo permito, cosa que arreglare inmediatamente.

Tomando mi capa y mi máscara de liebre, decido visitar a Taicho más tarde, tal vez en la caída del amanecer o del atardecer. Ahora mismo tengo una misión más importante.


Era una dulce melodía.

Naruto

Era sólo palabra cantada.

Naruto.

Era una frase.

Naruto. Ven aquí.

Estando entre el mundo de los sueños y el real, entre dormido y despierto, escucho que alguien decía su nombre. Alguien lo llamaba. Una voz dulce y que se le hacía enormemente familiar.

Naruto.

Había estado tan cansado por los entrenamientos con los jōnin, con el equipo Taka, con el propio Jiraiya-sama durante toda la semana que no estaba preparado para tener sus fuerzas mentales altas.

Ni siquiera había comido ese día, a la par de que prefería un par de horas con Morfeo.

Es por eso por lo que no se dio cuenta como el brazo de Sasuke se deslizaba de su pecho cuando el rubio se levantó en modo zombie.

Naruto.

Tampoco se percató de que dicho pelinegro no se despertó para detenerlo.

Siguiendo la voz, se subió al alfeizar de la ventana y colocando un pie, escucho una orden sutilmente suave:

Hace frío, Naruto.

Y arrastrando una mano por la silla más cercana, tomo lo primero que encontró y se lo puso encima de él; esta vez tomo vuelo y salto por la ventana, caminando tranquilamente al bosque.

La voz ya no decía su nombre, en cambio ahora tarareaba una melodía, algo que se le hacía remotamente familiar, pero sus sesos no le dejaban concentrarse, no así, tan dormido como iba.

Fueron los suaves golpecitos del aire lo que evitaron que el rubio cayera de bruces contra raíces, abrazara troncos, o tocara las profundidades de un charco con sus pies desnudos; sin embargo, él se iba despabilando poco a poco, como si algo muy tierno estuviera acurrucándolo al tiempo que intenta despertarlo suavemente.

Nunca se entera como llego, solo sabe que es seguro, ahí en la colindancia con el río Nakano, el hogar de la soledad y la tranquilidad.

Naruto.

Escucha, para acto seguido oír una risita que pareciera cubierta. Es entonces cuando sigue escuchando a la voz:

- Despierta dormilón.

- No quelo.

Contestaba semi dormido a la vez que le cansaba quedarse de pie y prefirió sentarse cuando sintió frío traspasar sus huesos, pero, antes de nada, sintió como el aire lo cargaba suavemente, levantándolo silenciosamente y cargándolo hasta colocarlo en lo que él sintió un cumulo de hojas. Inmediatamente, una manta cálida lo cubrió hasta el pecho y con el sentimiento de estar en casa, se dejó ir por un rato.

Fue el cacaraqueo de un gallo madrugador lo que lo despertó, eso, o sus hábitos que lo despertaban a las cuatro de la mañana.

Antes de estirarse, quiso otros cinco minutos, y respiro profundamente jalando la manta sobre él mismo, aspirando su olor.

Madreselva.

Abrió los ojos de repente, sentándose a una velocidad inusitada, mirando a todos lados sin ver realmente, y justo frente a él, estaba ella.

Su one-chan. Sakura.

Lo miraba con risas en los ojos y los labios, como si se burlara de su cruel despertar y que sólo llevaba un par de pantalones de chándal usándolos como bufanda. Por la forma en que estaban tan cerca, se percató que él había estado durmiendo en sus piernas, mientras que ella se quedaba sentada en un tronco, viendo el amanecer desde lo alto del rio.

Hizo una inspección rápida, moviendo sus manos, levantando sus brazos, mirando su nuevo uniforme con capa negra, y para el final, dejo su rostro.

Aún era ella. Era difícil describirlo. Obviamente era su hermana, pero pensaba que de alguna manera ella se habría hecho más… oscura.

En efecto, todo el uniforme era más negro que antes, pero ahora era más… madura, era la palabra que se le venía a la mente.

Tenía esta aura de sofisticación, como si fuera una dama de alta clase, que se sabía intocable y podría hacerte trizas con un chasquido de sus dedos. Donde antes era sádica, ahora es elegantemente cruel.

Un latigazo de nostalgia lleno de recuerdos se deslizo por Naruto. Sakura era más parecida que nunca a Obāsan-sama y al mismo tiempo, era tan diferente.

La anciana jamás habría aceptado ser shinobi, mucho menos comandar a un ejército de Anbu, ni hablar de acercarse a un kage. Los aborrecía, pero en cambio su hermana, transitaba feliz como un pez en el agua.

Su pálida piel ahora era tan parecida a la de la anciana y ambas portaban esa vibra de letalidad; sin embargo, donde la guardiana del bosque hubiera sido juguetona con sus presas, su hermana lucía intolerante a la mínima provocación.

Sin pensarlo dos veces, la tomo entre sus brazos y la aplasto contra él. La manta que lo había envuelto ahora descansaba arremolinado sobre sus caderas cuando el sol regalaba sus primeros rayos a la tierra.

El abrazo entre hermanos se antojó infinito y lleno de amor, incluso un suspiro de satisfacción broto de ella al sentir el calor del rubio, lo que le dijo a Naruto cuanto lo había extrañado.

Pasaron minutos eternos en los que Naruto olio la fragancia afrutada y cálida que desprende de su piel y lo hizo sentir completo de nuevo.

- Has crecido otouto.

Él se aleja un poco de ella para darse cuenta de que aun sentados, él le saca unos buenos treinta centímetros, pero no le importa y sonríe tontamente al ver que ella le sonríe más suavemente.

- Iie, sólo te has quedado enana, Sakura-chan – cosa que resulto en un pellizco duro debajo de sus costillas

Riéndose por las tonteras de su hermana, la abraza de nueva cuenta y los hace rodar en el pequeño nido de hojas que ella hizo a su alrededor. Acostados de espaldas viendo el espacio esclarecerse con la menguante mañana naranja, el rubio comenta:

- Ese fue un largo tiempo, Sakura-chan.

Desconoce si ella realmente se estremeció por el comentario o por el fresco de la mañana, pero escucha su aguda voz en tono bajo:

- Había mucho por hacer.

No hubo más. No existieron más justificaciones o alguna razón con la cual ella explicará su larga ausencia.

Sabía que ahora ella tenía una responsabilidad para con el pueblo, cuestión que le prohibía revelar muchas cosas sino es que la totalidad de los últimos seis meses; sin embargo, es su propia aura la que cambio, como si fuera más fría consigo misma y, por ende, con los demás.

Con varios minutos de espera, fue el apretón en sus manos entrelazadas lo que le hace saber que ella quiere saber cómo esta él.

Eso no consuela el corazón de Naruto, pero al menos sabe que ahora tiene su tiempo y atención dedicados a él.

- Dime, ¿Cómo te ha tratado Konohagakure, Otouto?

Respirando profundo, quiere evitar que su corazón lata rápido o ella se daría cuenta, porque, aunque no quiere, le tendrá que decir que le ha ido infinitamente mejor.

Como le encantan sus días; sus rutinas, las personas que ha conocido.

Le cuenta sobre una misión que hizo junto a Yamanaka Ino y Akimichi Chōji donde ayudaron a Ichiraku ramen con un nuevo platillo, o como aquella vez en que él y Sasuke quisieron quitarle la máscara inferior a Kakashi-sensei y estuvieron a nada de hacerlo sino fuera por Akamaru que de pronto apareció justo frente a un Kakashi-sensei que estaba a punto de comer. Le relata sobre como Shikamaru lo busca para pedirle consejo continuamente, genuinamente, como si le gustara lo que tiene por decir y no sólo porque sabe de quien es hermano. Le cuenta sobre cómo la heredera Hyūga a veces parece enferma cuando se le acerca y esta se desmaya sin ningún aviso previo.

Y por supuesto, le relata con mucho sonrojo y ternura en la voz, sobre Sasuke.

Sasuke, quien ha resultado, ser con un enorme margen, el mayor foco de felicidad que pueda tener el rubio.

Mientras platica lo maravilloso que se siente cada vez que el pelinegro lo mira como si fuera el único hombre en la tierra para él, Naruto no se percata de su propia voz amielada ni de los ojos dilatados o la piel cálida. Sakura sí lo hace.

Cuando voltea la cabeza para mirarla, ella tiene un brillo particular en los ojos. No calculador, ni triste. Solamente… aceptación.

Y por alguna razón, Naruto siente que la está perdiendo.

Es un ramalazo de un segundo y deja un sabor insípido en la boca del estómago del rubio, y decide olvidarse de él rápidamente. Al contrario, sólo mira a su hermana, quien ahora sólo observa inexpresiva como el gran astro solar se posiciona frente a ellos, despertando a la Aldea.

- Me alegra que te haya ido bien, otouto.

- ¿Te quedaras ahora conmigo, verdad Sakura-chan?

Algo en la voz de Sakura-chan lo alerto, por eso pregunto velozmente, sin embargo, ella se sentó y mirando el techo celeste amarillo y rojizo del amanecer, ella respondió:

- Siempre que pueda, estaré contigo.

Fue una respuesta estándar, algo que no satisfizo la ansiedad de Naruto quien la volvió a abrazar y beso su frente en reiteradas ocasiones.

Es cierto. Ella se había quedado enana a comparación de él.

- Puedes hacerlo mejor, Sakura-chan.

Y trataba de hacerle cosquillas para que ella soltara esa imagen de señorita de alta alcurnia, cosa que no logro; porque antes de que pudiera contestar, Naruto sintió vibraciones en el ambiente. Alguien los estaba viendo.

Sakura-chan también lo hizo, y es por ello, por lo que, girándose en su abrazo, estiro su mano y exquisitamente la paso por aquellos bigotes más marcados en el rostro del rubio.

Lo hizo como lo había hecho tantas veces anteriores, aunque esta vez, parecía más una despedida.

- Pronto, otouto.

Prometió ella a la vez que se dejaba abrazar una última vez por él.

De las sombras de entre los árboles, mientras la cabeza de Sakura-chan estaba por debajo de su barbilla, Naruto vio a Sasuke, con la playera al revés y levemente sudado como si hubiera corrido frenéticamente, mirándolo con alivio en el rostro cuando lo vio sentado en el nido.

Vio como el pelinegro soltó un suspiro cuando noto la pequeña bola rosa entre sus brazos.

Supo entonces que su hermana de nuevo escondió sus auras, para que nadie pudiera encontrarlos por un tiempo al parecer; viendo como su amante pelinegro parecía recién levantado de la cama y aspiraba pequeñas bocanadas de aire superficialmente.

Ella se separó de Naruto lenta y toscamente, mientras acariciaba sus bigotes de nuevo y se deslizaba a un lado mientras le dedica a Sasuke un asentimiento imparcial.

El Uchiha responde con un leve cabeceo como saludo educado y es cuando Naruto siente como es despedido en silencio por su hermana.

No quiere dejarla, quiere que los acompañe de nuevo a casa, a la del clan Uzumaki donde tienen todas sus cosas aun sin tocar, donde puede cocinarle su ramen de tres minutos, donde se encargaría de hacer el quehacer y hacerle masaje en los pies, todo con tal de que se quede con él. Sabe que puede hacerlo si tan sólo abre la boca y lo expresa mirándola con esos ojos aborregados que ella adora; pero, por otro lado, también conoce las condiciones. Fue testigo del cómo Yamato-senpai parece más motivado, enérgico y ya no tan cabizbajo como las semanas anteriores, ha sido espectador de la desaparición de Sai quien sólo regresa cada dos o tres días y eso para confirmar que Naruto sigue vivito y coleando, porque toda su atención ya está enfrascada en otra parte, y eso apenas son algunas visiones, sabe que hay más en el trasfondo.

Toma una decisión. Lo que sea que Sakura-chan este haciendo, al parecer lo está haciendo excelente pero cuando termine el periodo de dos años de prueba dentro de Konoha, su nueva condición será que ella no vuelva alejarse así de él. No más.

Sin mayores palabras, la besa una última vez en la frente, fuertemente, rezando en silencio por su seguridad, y se adelanta para tomar la mano de su amado pelinegro.

Queriendo despedirse verbalmente, voltea su cuerpo hacia atrás pero sólo es recibido por la hermosa vista de las hojas del nido alzándose vuelo y agitándose cual caleidoscopio de mariposas oscuras fusionándose con los ricos colores amarillos y naranjas del caluroso amanecer a las orillas de la cima del río Nakano. Sakura-chan no está a la vista.

Con un dejo de tristeza, está a punto de girarse para continuar su camino, hasta que siente una amorosa caricia del viento tan fragual y pasajera sobre sus mejillas.

Te veré pronto, Sakura-chan.


- La próxima vez que interrumpas mi tiempo con mi hermano, te evisceraré de tal forma que no puedas desangrarte hasta que haya terminado de extirpar hasta el último de tus órganos, ¿quedo claro, Hyo?

- Por supuesto, Onmyōji.

Saque la mano llena de ninshu de adentro del torso de Hyo, dejando de apretar dolorosamente su hígado, haciéndole pagar su osadía por acosarme mientras mi tiempo es dedicado a mi hermano.

Obviamente le dolía, pero como el shinobi experto que es, no emite más que un gruñido admirable y me ve con un odio propio que el mismo Danzo podría estar envidioso.

Al levantarme, sentí los ojos del hombre perforarme la nuca, pero nada me impediría observar a Naruto alejándose, tomado de la mano y con una sonrisa cuasiforme pegada a su rostro dirigida al ajetreado Uchiha, mientras regresaban a su residencia.

Para cuando ya no pude sentir sus firmas, suspire internamente mientras miraba al Anbu Raíz que fungía como mi sombra y mi segundo al mando.

Su postura era la misma permanente a la que me había terminado por acostumbrar. Alto, letal, totalmente cuadrado, recto en la línea de sus hombros y espalda, esa máscara de pantera pegada de por vida en su rostro.

Y esos ojos muertos de pizarra los que brillaban con malicias prometidas me indicaban que por lo visto hay nuevas noticias del departamento de Estrategia y Planificación.

- Vamos Hyo. Hay cosas que hacer, lugares que visitar y personas que matar.

- Hai, Onmyōji.


Estando rodeados de los Anbu, aunque escondidos discretamente, Naruto no se sentía tan cómodo como para despedirse como quisiera. Además, Otousan ya lo esperaba al otro lado. Su rostro estaba sonriente mientras veía el tronco frente a él. Olli venía corriendo desde atrás sonriendo felizmente.

Así que lanzándole una mochila con piedras aparentemente – son regalos para la familia, otouto – Sakura-chan se despidió con un suave beso de Naruto, mientras deslizaba sutilmente una carta en la manga de este. Y se alejo en su camino hacia un nuevo entrenamiento con su padre y tía, junto a un séquito elegido especialmente por Itachi hasta Kumogakure.

Sólo hasta caída la noche, en su campamento temporal, Naruto se permitió abrir dicho pergamino, haciendo que la voz mental de ella hiciera eco en su imaginación:

"Querido Otouto:

Mi memoria me hace jugarretas con aquellas veces cuando Obāsan-sama se enfadaba con nosotros y nos obligaba a cocinar nuestras propias botanas de chapulines venenosos con sal y pimienta sin sartén ni palillos y en ocasiones, ni con agua suficiente para calmar el escozor del ácido que arrojaba el Sphenarium machacando nuestros dedos.

¿Recuerdas porque lo hacía?

Porque éramos incapaces de controlar nuestro reflejo en el espejo. Fallábamos cuando nuestros otros "yo" se movían con libertad y voluntad propia al otro lado, mientras que nosotros estábamos pasmados viendo como alargaban sus manos a nosotros queriendo tomar nuestro lugar en el mundo terrenal.

Esta vez, creo sería yo misma quien me auto impusiera un castigo similar. Sólo que, en lugar de chapulines, me sumergiría completamente en un nido de cucarachas en germinación dejando que colocaran sus huevecillos en mi vesícula e hígado como parte de mi penitencia ante mi negligencia para contigo.

Me he apartado ineludiblemente de ti, amado otouto.

Y lo peor de la situación es que desconozco en qué momento comenzó.

Hace poco, se me ha hecho una bíblica revelación acerca de mi actitud contigo. Taicho, siendo el hombre secretamente beligerante y negociante que es, me ha propuesto cambios en mi vida. Cambios para acercarme nuevamente a ti.

Conoces mi alma más allá de lo que la conozco yo misma, es por ello, que sabes, que no puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y buscarlas junto contigo. No puedo cambiar tu pasado, pero puedo participar en tu futuro si eso deseas.

No puedo evitar que tropieces, de hecho, sabes que te he arrojado antes al barranco, por tu bien claro está. Debías aprender a caer. Con gracia. Múltiples veces.

Ahora en cambio, solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas. Es mi propuesta.

Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos, pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz. Tonto, y desafortunadamente para mis tímpanos, eres pleno.

Conoces demasiado bien mi carácter como para saber que no juzgo ni juzgaré tus decisiones en la vida, así como tú las mías. Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides. Desangraré a quien sea que tú quieras con un traje de caperucita roja si así lo deseas, desgarrándolo en la nieve de tus lágrimas.

No puedo trazarte límites – quiero, pero Taicho, siendo el esclavista que es, dice que no debo – dentro de los cuales debes actuar, pero sí te ofrezco el espacio para crecer. No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón, pero puedo llorar contigo, y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.

No puedo decirte quién eres ni quien deberías ser. Ni Obāsan-sama puede. Ni aquellos padres salvadores tuyos podrían. Eres tú quien debe decidirlo y todos estaremos bien con eso.

Solamente puedo amarte como eres y seguir siendo tu encantadora hermana mayor.

En estos días me puse a recordar algunas de mis memorias más preciosas, llegando a una definitiva conclusión, soy una persona feliz porque te tengo a ti. Veo brillo en tus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sientes al verme. Y yo también siento paz y alegría cuando hablamos o cuando al fin puedo verte. Te destacas por esa luz extraviada del astro solar que transmites y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida. Eres mi prioridad en lista de deseos; pero tampoco tengo la pretensión de ser la primera, la segunda o la tercera opción de tu lista de recuerdos.

Basta que me quieras.

Entonces hoy di gracias a la vida por haberme dado la oportunidad de tener un hermano como tú. Tú has dado más valor a mi vida, más allá de las palabras redundantes y llenas de sabiduría antiquísima a la que nos acostumbraron de niños.

Siempre me ha parecido curioso que dos personas tan diferentes como nosotros, hayan conseguido encontrar el camino hacia la amistad y amor filial más verdadero y puro de todos. Por eso pelearé por ti, porque mereces un y mil amores que te quieran recién despierto, con todo y las razones que te levantan con prisa, con todo y los demonios que no te dejan dormir. Mereces el amor que te haga sentir seguro, que pueda comerse al mundo si camina de tu mano. Mereces un amor que quiera bailar contigo, que visite el paraíso cada vez que mira tus ojos, y que no se aburra de leer nunca tus expresiones. Mereces un amor que te apoye en tus ridículos, que respete que tu libertad, que te acompañe en tu vuelo, que no le asuste caer. Uno que te traiga la ilusión, el té y la poesía.

Cuando me necesites estaré junto a ti. Pronto. Lo prometo.

Tuya,

Sakura.

Posdata: Mentira. Mataré al vampiro, si se atreve a hacerte llorar, y aunque sea perseguida y cazada cruelmente por su hermano mayor el resto de la eternidad, te dejaré su corazón palpitante envuelto en un moño negro encima de su camisa planchada de alta calidad Uchiha sobre tu almohada para que lo quemes y entierres adecuadamente según los ritos funerarios de Suzaku-sama."

El papel empezó a empaparse de unas gotas, que caían libres y divertidas por la risa y los sentimientos encontrados de Naruto, que no dejaba de leer una, dos, hasta seis veces la misma carta.

Revisando un pequeño sello de almacenamiento, el rubio compartió la carta con sus entrometidos Olli y Otousan, que los carcomía la curiosidad, y ya habían leído la mitad de la hoja por encima de su hombro, mientras abría el regalo adjunto al pergamino.

El rubio continúo sonriendo, dejando caer unas pequeñas lágrimas de una mezcla agridulce de tristeza, melancolía y nostalgia cuando abrió un joyero similar al otro, donde se representaban a sus padres biológicos fallecidos.

Sólo que este joyero, al abrirlo, no era una canción de cuna si no un recuerdo de las joviales aves cantando en la víspera de la mañana con la sensación del rocío bajando del crepúsculo lo que abría paso a la vista de una linda cabaña moderna en algún lugar de Yugakure. Dos niños, una parejita, no mayores de nueve otoños, se veían riendo y danzando con estorbosos trajes paganos, descalzos, alrededor del fuego con hadas de suiton a su lado divirtiéndose con sus payasadas. Una anciana sentada meciéndose al fondo fumando un tabaco estaba mirándolos en las sombras de aquel sauce luchador con un brillo espectacular en los ojos.

Las imágenes de dos personas jóvenes identificadas como de Kumogakure por sus tatuajes, sin uniformes shinobi presentes, con las caras maquilladas conforme al ritual entraban en escena del recuerdo cargando a los niños y jugando con ellos en su ritual de veneración por la llegada de la primavera. Sonrisas y alegría sin igual marcaba el recuerdo en ninshu que Sakura-chan había impregnado en el invaluable regalo.

Risas juveniles y el olor a tabaco con rocío mañanero fue lo que lleno el abrazo de júbilo que se dieron los actuales familiares en aquel campamento nocturno.


Habíamos tomado posición 45° al oeste de nuestro objetivo, considerando que Otogakure era tierra de nadie ahora, más de ladrones y bandidos.

La mayoría de los presentes eran Jōnin, y por supuesto, Anbu de Raíz, quienes a diferencia de los demás, nunca se retiraron la máscara, marcando una línea muy clara entre quienes eran leales a Taicho y quienes leales a Raíz como tal.

Por más que Shikaku-sama me propuso reincorporarlos, simplemente opte por indicarle que esa no era mi obligación. Su apoyo hacia mi liderazgo actual no era condicionado por si querían retomar lugar bajo las filas normales de las Fuerzas Especiales; simplemente me seguían porque prometí no asesinar a Danzo y asegurar su vida al menos hasta el terminar de este año.

De ahí en fuera, ellos estaban por su cuenta. Y lo sabían. Pero eso no significa que les gustará.

Los entendía.

Especialmente cuando tantas miradas prejuiciosas de los mismos compatriotas los – nos – miraban con temor y reto mezclado. Al parecer Raíz era considerado lo más bajo a lo que podía caer un shinobi de Konohagakure; pero yo pensaba, al contrario. Estos hombres y las contadas mujeres habían pasado por mucho desde la más tierna infancia, algunos incluso cometiendo parricidio, o asesinando antes de los ocho otoños, robando y mintiendo, y al final aceptando a un padre como Shimura Danzo para poder sobrevivir, así que sí.

Para mí, no eran lo más bajo que podían caer, de hecho, eran fuertes. Sólidos y férreos. Y a cada paso los defendí contra cualquiera que pensara menos de ellos. Y poco a poco, ellos aceptaron que los defendiera.

Como tal, nosotros no teníamos parte del simulacro de campamento. Nos instalamos como la valla de seguridad por órdenes de Taicho entre el campamento y cualquier peligro. El plan era simple.

Iríamos a por los Zetsu durante el día, atacando por secciones simultáneamente, anulando el sonido y el aire hacia las otras cavernas de tal manera que no se alertara a la parte centralizada de la Estatua Demoníaca del Camino Exterior, donde sospechábamos, se resguardaba el hombre conocido como Tobi-Madara.

De esa manera lo terminaríamos enjaulándolo, lo suficiente para que los usuarios de Doton pudieran encerrarlo.

La ejecución debía ser perfecta ya que estaríamos sincronizados, atacando y relegando, así hasta el núcleo, en el transcurso de seis días completos, según los cálculos de Shikaku-sama. Con una totalidad de quinientos shinobi, la mitad aún dentro de Konohagakure, considerando a todos los Zetsu encontrados cuya cifra llegaba a los cien mil, y considerando un minuto por metro cuadrado, Shikaku-sama tenía fe en nosotros. Demasiada fe.

El problema es que muchos de los shinobi, a pesar de tener la instrucción de parte de sus superiores para atacar, se veían… recelosos, ante el hecho de que debían asesinar básicamente células del mundo plantae.

Personalidades contadas como Kakashi-Taicho y su fiel amigo, Gay-san, se veían totalmente obedientes cuando se les ordeno asesinar todo lo que se moviera.

Un hecho aún más sorprendente: los llamado Once de Konohagakure me miraron solemnes y obedientes antes de asentir con la cabeza a una Mitarashi Anko, su propia asesora y una acosadora constante de Taicho, quien lucía igual de cautelosa que todos los demás. También se arrojaba con sinigual frenesí al pecho de mi capitán.

Alzando una ceja, la femme fatal me miro cuestionándose tal vez la cordura o el sentido común que arraigaba en los nobles jóvenes.

Pero lo que se llevó la cereza del pastel, fue a Uchiha Sasuke con los hombros bien rectos, reclutándose a si mismo junto a los Anbu Raíz, cosa que fue recibido con un Sai brindándole una máscara entintada con forma de halcón para encubrir su rostro.

Porque sí, tanto Yamato-senpai, como Sai se me habían unido. Este último había optado agradecerme el haber salvado su vida, quedándose como mi eterna mano izquierda, ya que Hyo no se alejaba de mi derecha.

Por otro lado, el menor de los Uchiha parecía rudo, enfocado. Desde que Naruto se había ido con Otousan apenas dos días antes bajo la premisa de que dicho viaje ayudaría a finalizar su entrenamiento para manipular a la perfección las nueve colas, se involucró lo más que pudo en la operación. Se veía la ferocidad con la que quería desatar su sed de sangre. Supongo que mi hermano realmente lo tenía colgado en las barbas de la luna para pelear bestialmente contra aquellos que querrían arrebatárselo. Sus ojos oscuros eran ónix resplandecientes que fulgían con un brillo malvado cuando una sombra llena de recuerdos parecía traspasar su atractivo rostro.

No había mucho tiempo que perder, y no se podía dejar a la Aldea sola por un periodo largo, por lo que Taicho ya había instruido a que el primer golpe, lo haríamos nosotros. Éramos el grupo que los había encontrado, éramos quienes ya habían combatido contra los amorfos, éramos quienes podían enseñarles a los demás como vencerlos.

Así que, aprovechando el inicio del día, la oscuridad semi iluminada del crepúsculo, nos colocamos en una cima cercana, ocultos entre la maleza y árboles medianos. Todos en posición.

Se les hacía curioso a los escuadrones que una cosita de mi tamaño estuviera dirigiendo a la recién descubierta Raíz; que el menor Uchiha fue reclutado enseguida, que Taicho me diera espacio para maniobrar a mi gusto, que incluso Shikaku-sama evaluara sus tiempos conforme lo que yo decía; todo ello, hacía que los demás que no me conocieran, me miraran con intriga apenas velada.

Capturando la mirada en otra ladera a metros y metros arriba de nosotros, estaba el Sharingan girando perezosamente, viéndome, midiéndome, evaluándome; su mirada me calentaba, pero no por las cosas que no hemos hablado, ni dicho entre nosotros. Casi no lo hemos hecho.

Era porque estaba a punto de dejarme desatada, me dejaría hacer lo que yo quisiera, sin trabas, ni quejas; la libertad de mi poder a segundos; y en un momento, el hermoso rostro griego de Taicho asintió.

Era nuestra señal.

Bajando ligeramente la cabeza, mire al frente, donde resguardaban los maxoesqueletos de alguna legendaria criatura y gire mi cuerpo hacia los Raíz.

Miré a cada uno tan seriamente como pude, siendo un alto Yamato-senpai y un indiferente Sai mis primeros camaradas, siendo los ojos carmesíes de Uchiha Sasuke los últimos por ver totalmente enmascarados, antes de alzar mi voz, sin gritar:

- Todos ustedes, malvados melómanos, son más que meros utensilios. Son la élite de la élite. Armas afiladas intocables a la voz de Konohagakure no Sato. Ustedes son la katana, - sonreí macabramente – demuestren que tan afilada esta. ¡Ahora mis demonios! Vayan y bailen al son de mi canción.

Me gire de nuevo hacia nuestro objetivo sin vítores, ni ánimos de guerra. No los necesitábamos.

El silencio de un shinobi es su moneda. El sigilo es nuestro precio.

Alce mi mano izquierda incitando al ninshu a actuar haciendo emerger en mi palma, energía muy parecida al chakra de color verde esmeralda sólo que esta actuaba en espirales en forma de humo.

No hubo murmullos de los demás equipos, pero hubo una inquietante sensación de incredulidad cuando la tierra reacciono a mi voluntad, elevando una parcela cavernosa partiéndola limpiamente y sin ruido alguno de la unión con la red subterránea.

La vibra se desprendió de tal forma que la sentí cavar profundo en la tierra, bajo los huesos, moviéndose por el campo. La parcela con una extensión de quince metros se alzó orgullosa justo frente a nosotros, empezó a girar en el aire, sólo para que, en un movimiento de mi mano, la tierra empezara a diluirse en el aire en formas tribales, como si el polvo, el lodo, y las piedras tuvieran una vena viviente propia, y moviéndose con graciosos movimientos en el aire. Todo para dejar únicamente visible a unos treinta zetsu profundamente dormidos que levitaban en el aire.

Un hueso costillar pareció caerse de pronto, pero fue detenido en el aire y por el nivel de ninshu, empezó a deshacerse en motas blancas, disolviéndose ordenadamente dejando ver sus componentes volando en el espacio, empezando a mecerse con el doton a nuestro alrededor.

Sin ruido, sentí a los miembros de Raíz encapuchados moverse hacia adelante. Sombras negras volátiles y fluidas en el aire que se movían junto al suiton, utilizándolo a su antojo cual demonios con largas capas negras de un mundo oscuro con un objetivo: cazar. Levantando sus tanto con triple punta y degollando a cuanto ser amorfo vieron, una, dos, tres veces. La velocidad y la discreción eran nuestro fuerte. Si se despertaban, las cosas se complicarían.

Cuarenta y ocho segundos después, la parcela había sido depurada.

Los miembros Raíz alzaron sus máscaras hacia mí, que aún no me había movido, no hasta que aprete mi mano derecha con mis propias uñas y me sangre, dejando salir a mi tesoro más preciado.

Kubikiribōchō rugió a la vida sedienta de pelea.

Sé que alguien meterá la pata. Sé que algún shinobi despistado despertará a los zetsu creando histeria colectiva a pesar de su arduo entrenamiento, y estaré lista para eso.

Sonreí ante la perspectiva.

Subiendo la mano izquierda de nuevo, empuje más ninshu esta vez, y la tierra tembló con insospechado ímpetu.

Cuatro parcelas de entre quince y veinte metros se alzaron con la misma magnificencia que la primera a cada lado de nuestro grupo y mientras giraban y se deshacían en figuras magistrales de magia, alce a Kubiki-chan y me adentre a la masacre.


El tercer jueves de cada mes, así como el sábado siguiente.

Siempre giraba su cabeza a todas partes antes de ingresar confirmando que nadie lo siguiera.

La figura encapuchada entro por la misma caverna como era su rutina.

Había caminado unos cuantos metros cuando supo que algo iba mal.

Intento fingir que no se había dado cuenta, pero esa breve pausa en el movimiento de su muñeca derecha al andar fue lo que lo delato.

Siguió caminando con relativa normalidad hasta que en un movimiento ridículamente veloz lanzo una ráfaga de kunai por toda la pared, siguiendo a una sombra.

Se desplazo hacia la pared contraria tratando de camuflajearse con la oscuridad, pero, aunque él no lo sabía, ya estaba capturado desde el segundo cero en el que piso la caverna.

El hombre apostado en la pared espero pacientemente sin hacer ningún ruido, necesitando saber quién lo estaba siguiendo. No entendía cómo, si sus sellos estaban completamente intocables hasta su llegada, las trampas, los sensores de activación, todo estaba en su lugar, entonces… ¿cómo? ¿quién?

Aunque a toda velocidad estaba su frenética mente pensando, su cuerpo estaba al pendiente de cualquier movimiento delator de su acosador. Fue entonces cuando la escucho.

Y se congeló en el acto. Luego se enojó, pero entonces la volvió a escuchar.

Lo estaba llamando con aquella voz aguda de chiquilla que tenía, justo como la recordaba hace diez años:

- ¡Obito, ven aquí! – risueña le gritaba más adelante, en el centro de su base de operaciones.

Con el corazón a tope, pero su ceño duramente fruncido, se desplazó con Kamui hasta la caverna más grande, la central de toda la Montaña Cementerio.

En cuanto llegó, ahí estaba, el chakra de ella. Pero lo más impactante de todo, su forma corpórea estaba ahí. Ella estaba sentada en el suelo, justo en el centro de todo, ignorando la maquinaria a sus costados, viendo a las oscurecidas paredes en búsqueda de algo.

Era idéntica a como la veía en sus sueños.

Llevaba un traje de color claro con patrones shuriken sobre ella, con un cinturón alrededor de su cintura y varios bolsillos. Por debajo de esto, llevaba una malla corta de armadura, y unas sandalias de media caña. Su delantal médico lo tenía atado a su cintura de once años y aquellas mejillas seguían pintadas con las dos marcas rectangulares color púrpura en cada lado de su angelical rostro.

Trastabillando un paso cuando ella movió su amado kit médico a su regazo, el enmascarado hizo un ruido delator, cosa que ella aprovecho para identificar donde se encontraba.

En cuanto aquellos enormes ojos café claro lo miraron, él se paralizó. La enorme sonrisa de dientes completos que le dirigió, así como su grito de:

- ¡Obito!

Lo abrumaron al extremo.

La vio colocar velozmente su kit a un lado en el suelo, y levantarse en una loca carrera para estirar sus brazos hacia él.

Dando un paso hacia atrás, entre su instinto y la forma asustada, no pudo evitar alzar sus manos para indicarle que se detuviera, hasta que se dio cuenta de que sus brazos habían cambiado.

Bajo su mirada rápidamente a su propio cuerpo, y de nuevo era él. El niño de once años que vestía un uniforme de manga larga azul con placas de metal en la parte que alcanzó el dorso de las manos, así como una chaqueta azul con adornos de color naranja y el cuello. La chaqueta fue fijada al resto del equipo por dos botones en el cuello. También llevaba un cinturón blanco, sandalias shinobi, el estándar protector de Konoha en la frente, y un par de gafas con lentes naranjas conectados a los protectores para los oídos.

Su apariencia sobre si mismo lo impacto tanto que no se dio cuenta cuando ella se estrelló sobre él en un movimiento tan familiar y antiguo. Un abrazo.

- Al fin estas aquí, Obito – dijo la niña en sus brazos mientras lo abrazaba con más fuerza.

Cerrando los ojos, sólo un momento, sólo uno, aspiro su olor.

El niño dentro de él hubiera estado alucinando con este sueño por días, semanas, incluso meses, deseando jamás volver a despertar de tan maravilloso regalo.

La forma de ella, tan inocente e ingenua, tan genuina, como la recordaba era un pinchazo en su corazón, recordándole como es amar, como sería ser amado.

Pero el cerebro del hombre adulto, está más desilusionado. Casi… casi lo había atrapado ella. Y su forma de demostrar su decepción es a través de la ira.

Así que abrazando con fervor a la niña por última vez, la separa un poco y le susurra con cariño a su otrora compañera genin mirándola con ternura a la cara:

- Pronto Rin. Pronto.

Acto seguido, la apuñalo en el pecho y bajando el kunai, le desgarro las costillas, pulmones y parte del estómago. Siente su sangre, el olor, los restos ensangrentados cayendo a sus pies, llenándose de rojo a su alrededor. Ella lo miro aterrada y con tal realismo de desesperación y traición en los preciosos ojos que por un momento se arrepintió de asesinar la ilusión.

Mordió duro entre sus dientes.

Hablo a la nada con una voz calmada, aunque por dentro esta furioso; sentía a su chakra palpar iracundo necesitando, saboreando la sangre del que hizo esto, del que fingió que una ridícula ilusión de Rin, por muy bien que estuviera hecha, pudiera ser idéntica a la original.

- Asumo que entonces conoces mi identidad entonces, Itachi-kun. Debo felicitarte, supongo.

El hombre en mención apareció justo delante de él, como si siempre hubiera estado ahí, luciendo tan tranquilo y parsimonioso como siempre.

Obito, nunca lo admitiría, pero no logro heredar ese brillo aristocrático clásico de su clan; y en cambio, Itachi había sido bendecido con kilos y kilos de aura elegante e imperial.

Luciendo menos que serio, el Uchiha de cabello largo, hablo con una voz monótona:

- Uchiha Obito.

El criminal, volviendo a su figura normal, ahora que el genjutsu ha quedado deshecho comento agriamente:

- En verdad tardaste mucho en darte cuenta, Itachi-kun. Más tarde aun para detenerme.

Sin mucha prisa, Obito, aun con su máscara colocada sobre su rostro, activo su chakra, agitando los sellos rápidamente en sus manos a una velocidad increíble.

Pasaron dos, tres segundos.

Itachi no se movió.

Nada ocurrió.

Ahí fue donde Obito comprendió. Primero riéndose esquizofrénicamente colocando una mano sobre su estómago y la otra sobre su cabeza, se rio hasta confirmar su locura total para posterior, reestablecerse de manera maniaca y mirar con un odio inusitado a Itachi, con su ojo en modo Mangekyō.

Enfurecido dijo negativamente:

- ¿Qué has hecho Itachi? ¿Qué has hecho con mi ejército? ¿Cómo te atreves a negar la ascendencia del poder de Madara?

- Por órdenes de Hokage-sama, serás extraditado y encarcelado bajo resguardo y vigilancia de la Seguridad de la Aldea de Konoha…

- ¡Respóndeme! ¡¿Qué has hecho Itachi?! – perdiendo la calma, el criminal grito furioso - ¡¿Qué te has atrevido a hacer?!

Entonces una nueva voz se hizo sonar en alguna parte por detrás de Itachi, una voz igual de macho, pero de alguna forma caprichosa:

- ¿Ves, seikō? Madara jamás alzaría la voz. Él no lo necesitaba. Este no es sólo más que un tonto imitador.

Un gato negro gigante, con dos colas largas, salió de las sombras y se acomodó al lado del Uchiha de cabello largo. Se subió por sus ropas y le susurró a Itachi sin dejar de mirar al otro:

- Además, no apestaba a vergüenza.

Itachi, sin mirar al gato en ningún momento, pareció entrecerrar los ojos hacia Obito con rencor, porque evidentemente lo había querido manipular en algún momento con una falsa identidad.

Obito se reía sin parar:

- Ahora, ahora Itachi-kun, de todas las cosas, colocaste tu fe en un… - Obito recordó aquellas historias que hablaban de estas criaturas - … ¿bakeneko?

- Soy Kami para ti, malvada criatura apestosa – dijo arrogante el neko alzando su barbilla.

- Arigatou, Bastet-sama – dijo Itachi mientras lo acariciaba levemente por su oreja, sin dejar de mirar a Obito – Aquí, Bastet-sama conoció a Uchiha Madara en persona. Quien mejor Obito, que un allegado para reconocer el verdadero poder de nuestro ancestro.

- ¡Suficiente! ¡Yo soy Madara! – grito enloquecido Obito arrojándose con kunai en mano hacia Itachi.

El bakeneko sonrió y entonces, toda la realidad se empezó a distorsionar. Aun con el Sharingan avanzado, no era capaz de detectar el flujo de chakra para romper con la ilusión.

El Mangekyō le proporcionaba una nueva vista, pero este chakra era tan extremo, al grado de que Obito perdió completamente estabilidad y antes de llegar a golpear a Itachi, se sintió caer bajo el suelo, a un vacío oscuro, mientras que las dos figuras delante se diluían en una vista de nube, como si nunca hubieran estado ahí en primer lugar.

Perdiendo el equilibrio, Obito aplico Kamui para llegar a un nuevo lugar, a las afueras de la Montaña Cementerio.

Abriendo el ojo lo más que pudo cuando visualizo a su alrededor, se percató de que todo el día lo habían engañado. Pero… ¿cómo?

Toda la montaña había sido saqueada brutalmente; la tierra estaba tan removida y los cadáveres de los Zetsu blanco retozaban separados entre sí tan carniceramente que pareciese que fue una estampida humana voraz quien destruyo sus planes que tenían años de planificación.

Según las huellas de sandalias shinobi y la humedad en la tierra, esto fue apenas el día de ayer u hoy mismo.

No lo podía creer. Con razón, ninguno de sus sellos funciono cuando los activo, ningún Zetsu blanco quedaba para presentar pelea. Los huesos que eran tan representativos en la montaña ahora parecían más como alfileres por la forma en que los dejaron, disminuidos, sus cien mil soldados clones ahora eran sólo retazos que se ahogaban en kilos de tierra encima.

Ni siquiera lo pensó, estaba más allá de la coherencia en este momento cuando noto que todo su plan, todo por lo que había trabajado todo este tiempo, todo lo que Madara le enseño, la forma en como nadie entendía su estrategia para conseguir la paz, todo estaba hecho un borrón en este momento.

Sintió a Itachi detrás de él. Se giro hacia él en la búsqueda de su venganza.

Sabía que el hombre estaba custodiándolo, sabía que lo había investigado a fondo como para saber acerca de Rin, incluso conocer el olor y el chakra de ella para poder haberlo engañado por dos minutos, sabía que si un ejército había sido derrocado era porque el enemigo estaba aún a la vuelta de la esquina, pero no le importo.

En este momento, odiaba a Uchiha Itachi, y buscaba asesinarlo.


De todas las teletransportaciones que he visto, la de Taicho me pareció una de las más originales que decenas de cuervos se lleven tu cuerpo mientras dos capas de genjutsu deforman el rededor de ti, me parecía elegante y especial; sin embargo, este hombre parecía tener un jutsu singular de transportación, casi como si se tratase de un hoyo negro en funcionamiento.

El Akatsuki empezó a parecer como si estuviera siendo succionado por su propio ojo derecho, el aire a su alrededor actuaba como rehilete, dando vueltas introspectivamente, y cuando estaba a punto de ser devorado por si mismo hacia un destino insólito que sólo él conocía, fue detenido cuando noto que bolas de fuego estaban adhiriéndose a su cuerpo atrapando su enorme capa negra, y por ende, serían transportadas con él a donde fuera sin darle tiempo a apagarlas, por lo que detuvo su curioso jutsu y palmeo su capa rápidamente, a tiempo de que trataba de detener una fuerte patada dirigida a su cabeza, cortesía de Taicho.

Aunque detuvo el ataque, no evitó ser arrastrado hacia atrás por la potencia de la pierna entrenada del Uchiha.

Inmediatamente, se enfrascaron en una pelea en donde el fuego y la velocidad eran apremiantes.

Esta pelea era completamente de Taicho contra el criminal Akatsuki.

La estimulación de chakra y flujo sanguíneo de ambos hombres era inigualable, inexorablemente una muestra de poder y fuerza mental, con los continuos cambios en el flujo del aire entre ambos, una confabulación de genjutsu lanzados uno contra el otro, vibraciones de intención asesina llenaban el lugar, donde Jiraiya-sama, Bastet y yo éramos los únicos espectadores visibles.

Si tan sólo moviera el espacio frente a mí con mi mano, el aire se sentiría espeso, viscoso y agresivo; si existía alguien llamado a si mismo Madara era porque mínimo debía haberlo estudiado, haber indagado sobre su biografía y aceptarlo como un estereotipo a seguir. Sin embargo, no se podría comparar el haberlo conocido en persona.

Fue mi neko, Bastet, quien se pegó como plaga a Taicho y comenzaron a tener una lección de historia antigua ellos dos. No fue sorpresa que después de lo que se descubrió, Taicho pareciese más estratégico que nunca. Estaba decidido a recuperar a toda costa, con vida, a este hombre.

Por eso pidió que nadie participara contra él, simplemente observáramos como guardias a Jiraiya-sama, Sasuke y a mí, junto a todo el Raíz, en caso de que otro de Akatsuki decidiera hacer su aparición – entiéndase: Pain -.

Conocía a Taicho, usualmente controlaba cualquier batalla desde los movimientos iniciales hasta las notas finales; y aparte de Obāsan-sama, él podía llamarse un digno usuario al momento de utilizar el chakra de la ilusión mental, en lugar de sólo utilizarlo como un ninjutsu cualquiera. Pero este otro hombre, Tobi, era atroz.

Era extraño decirlo, pero ambos parecían tener la cantidad justa de violencia para atacarse mutuamente, y a pesar de saber que el Akatsuki tenía un Mangekyō Sharingan, no humillo a Taicho; al contrario, mi capitán se enalteció con cada músculo en movimiento. Como si todo el resentimiento de años atrás por tratar de convencerlo de acabar con su amado clan volviera a su favor con toda su fuerza y buscará venganza contra Tobi.

El Uchiha era controlado pero temible. Sereno y magnífico. Cada golpe, cada cálculo, cada movimiento era con un fin.

Me alegre tanto de no estar en la lista negra de Taicho. Aun.

Se murmuraban palabras ininteligibles entre sí, unas soeces al parecer de parte del Akatsuki, otras más cortantes de parte del de Konohagakure.

La velocidad a la que iban impedía escuchar correctamente lo que se decían, pero palabras como Honorable, costumbre, lealtad, poder, sobresalían en ocasiones haciéndose eco entre las chamuscadas paredes rosas e irritadas.

Llegando a un punto muerto, donde el Uchiha los condujo, se sintió un tremendo y peligroso brillo en el ojo carmesí manchado de Tobi, exactamente proporcional al nivel de intensión asesina que desprendía cada centímetro de su cuerpo, mirando con un odio descomunal a Taicho, quien lucía impoluto, cual flor al viento, sin ningún rasguño.

Era sorprendente como ninguno de los dos parecían haber estado peleando a muerte tan sólo segundos antes, como si cierto aire aristocrático los envolviera todo el tiempo.

Tenía mis sospechas, pero ahí fue cuando me percate. De todo el tiempo que lo vigilamos, Tobi se me hacía enormemente familiar, pero no porque lo conociera en persona. Sino porque su aura, sus maneras, todo me hacía recordar inconscientemente a los Uchiha.

Pensé que, así como Danzo, este hombre habría robado un Sharingan, pero no era así. Este hombre, Tobi, el llamado Madara, realmente era un Uchiha. Se percibía su crianza y la elegancia en la pelea, aunque en cierta manera parecía más desordenado, más agresivo a comparación de Taicho. Era como si no estuviera criado cien por ciento por el clan, pero las bases, los fundamentos de su educación estuvieran permanentemente arraigados.

Como era una posibilidad, semanas atrás ya había solicitado a Kido, el tesorero de Raíz, una lista de muertes Uchiha de hace veinte años con un margen de cinco años por delante y detrás. La mayoría de los desaparecidos Uchiha fueron de la tercera guerra mundial shinobi y sólo el clan conoció los destinos finales de dichos cuerpos; pero hubo una historia en particular que me llamo la atención y que lamentablemente cuadraba con nuestra presa del crimen organizado aquí presente.

Cuando aparecí en un jutsu de teletransportación a la mitad de la noche en la oficina del vicepresidente de Fuerzas Especiales y entregue el informe a dicho capitán indicando que su Madara era en teoría, un posible joven de la edad de Kakashi-Taicho y un posible estudiante del padre de mi hermano – sí, cada vez es más entretenido este embrollo – Taicho me miro inexpresivo por unos segundos antes de tomar el reporte y leerlo.

Podría haber más explicaciones o más sujetos de estudio, pero el tema con los clanes tan ricamente poderosos política y militarmente es que sólo sus miembros tienen autorización a cierto tipo de información, cosa en la que no me podía inmiscuir. Al menos no aún.

Para cuando los felinos ónix de Taicho miraron el reporte vi el fruncimiento mínimo de sus cejas y procedí a desaparecer antes de que comenzará con sus preguntas, sobre ¿Cómo es que sabes esto o aquello? No le diría la fuente o algunas de mis conexiones.

Supongo que él hizo su parte por su cuenta porque no me pregunto nada del reporte días después.

Perdida entre mis pensamientos sobre posibles hipótesis de infancias perdidas, sentí más de lo que escuché el jutsu que hizo brillar el ojo malvado de Tobi:

- Amaterasu.

La palabra murmurada ocasiono que algo místico ocurriera: flamas negras.

Flamas cuyas puntas eran hostiles y agresivas contra el aire, devorando el oxígeno, el calor se siente inmenso y asfixiante.

Taicho las evadió con su jutsu de cuervos alejándose de las volubles llamas, pero quedé tan fascinada con las preciosas llamas líquidas que me perdí la siguiente parte de la batalla.

Mi enfoque quedo atrapado en ese agujero que no terminaba, su decaimiento era inexistente y todo lo que tocaba lo dejaba en las cenizas, a saber, el suelo estaba siendo agujereado y ennegrecido.

Trate de controlarlas, pero las llamas no respondían a mí. De ninguna manera. Era katōn, pero era inestable y rebelde, sin voz ni consciencia. Era un fuego necio, bellísimo, y voluble.

Fue Sasuke quien detuvo mi andar a las llamas en mi afán de verlas mejor de cerca. Negó con su cabeza cuando le cuestione con la mirada tomando mi codo y arrastrándome hacia atrás.

Tan desconcertada como estaba, escuche como Taicho daba su ultimátum a Tobi:

- Has sido vencido, es innecesario el derramamiento desprolijo de sangre – su voz sonaba grave y dura, como si estuviera irritado por continuar peleando con Tobi.

Taicho estaba prácticamente intacto, únicamente raspones en sus brazos y codos, alguna que otra rayadura en sus rodillas, pero eran eso, apenas unas gotas visibles de sangre.

El tal Obito era una maraña de telas negras agonizantes, que miraba con un grado de mayor odio que al inicio a su contrincante, pero incluso su máscara estaba en el suelo y permitía ver su rostro ahora. Estaba deformado como se esperaba según el informe, y se confirmaba aun su identidad con el ojo faltante izquierdo.

Sin embargo, sin su capa de nubes rojas, se hacían evidentes todos los cortes controlados que Taicho le dedico. Había zonas en las que, si Taicho lo hubiera querido, hubiera podido terminarlo; pero no lo hizo. Una deuda con Kakashi-Taicho, dijo.

Mi capitán se entrenó hasta sangrar el alma para esta pelea. Este hombre, aunque era un renegado y también Uchiha, se había confiado entre sus muros beligerantes y se había escondido del mundo. Obviamente se sabía quien ganaría desde antes que iniciará esto.

- De todas las personas, pensé que entenderías Itachi, del por qué necesitamos una revolución, por qué el mundo necesita recordar sus orígenes para al fin tener paz.

- Si esperas lograrlo reviviendo al Diez Colas, el Jūbi, debo informarte que no tendrás éxito en tus planes, Obito.

Eso, el Akatsuki, definitivamente no lo esperaba ya que el hombre se congelo en el lugar mirando a Taicho impactado, su único ojo vislumbrando por un segundo como su plan, que seguramente detallo por años cuidadosamente, manipulando centímetro a centímetro cada perfil necesario para su estrategia era simplificado en una sola frase por el Uchiha, ni que decir de su identidad real.

- ¿Cómo…? Todavía no…

- Por órdenes de Hokage-sama, serás extraditado y encarcelado bajo resguardo y vigilancia de la Seguridad de la Aldea de Konoha…

- ¡Jamás me llevarás! – Tobi movió su cuerpo de tal forma que quedo justo frente a Taicho.

Grito un jutsu, con su respiración agitada, algo que jamás había escuchado antes:

- ¡Susanoo!

Lo sentí antes de verlo; fue como si arrastraran mi alma hacia donde estaba el nombrado Obito.

Me quede enceguecida por un momento y falta de aire antes de ver a un torso espiritual con forma de un esqueleto gigantesco donde las costillas eran visibles con realismo táctil.

Jamás había visto algo como esto; lo más parecido era el Onii que podía crear Momochi, pero el de Zabuza era un tamaño más reducido. Esta cosa… si estas costillas eran sólo el tamaño proporcional al resto del cuerpo, entonces era un espíritu descomunal.

Por desgracia, no pude verlo completo. El tipo cayo de rodillas exhalando e inhalando gravemente.

Mi desilusión fue demasiado obvia para otros ojos:

- Necesita ambos Mangekyō para poder completar al Susanoo además de una reserva más que decente de chakra – me susurra Sasuke al oído – fue más orgullo y prepotencia lo que lo llevó a usarlo.

Asiento en silencio por su gramo de información comprendiendo porque el tipo parece de pronto mucho más cansado de lo normal, agotado como hombre sediento en el desierto.

Veo a Taicho. Ni siquiera se ha movido de su lugar mirando con indiferencia al hombre a sus pies.

Una idea se me viene a la cabeza, iluminando mis ojos, pero Sasuke me detiene antes de siquiera expresarla:

- Iie, Shisui no va a jugar contigo y su Susanoo – lo dice como si no pudiera convencer al hombre de lo contrario.

Apenas, por poco, reprimí un puchero, optando por fruncir un poco los labios. Jiraiya-sama me mira como regañándome con la mirada como si fuera una mimada, cuando escucha a Sasuke negarme mi diversión.

Taicho se acerca al hombre caído y le proporciona una mano para levantarse, Obito la rechaza golpeándola lejos, aunque permanece en su posición en cuatro, derrotado, sudoroso y un poco sangrante.

Su dignidad ha quedado a años luz caída entre escombros de rocas y una infancia perdida.

Para cuando Taicho vuelve a anunciar:

- Uchiha Obito, serás llevado bajo cargos de traición a Konoha…

Obito se levanta con kunai en mano a una velocidad que no captan los ojos y lo apuñala en el corazón. Había esperado a que mi capitán se acercara lo suficiente a él todo este tiempo para asestarle un golpe, sólo para ser recibido por la nada.

Obito sonríe victorioso hasta que siente su propio kunai atravesar el aire, aunque el pecho del otro Uchiha está frente a él. Frunce el ceño confundido, viendo entre la herida fatal hasta los ojos de su contrincante.

Entonces, el cuerpo de Taicho se desvanece lentamente entre humo blanco y mínima neblina; dejando únicamente su cabeza sin cuello, la cual empieza a flotar en el aire. La cara de Taicho se distorsiona y deja salir una sonrisa demasiado grande para sus proporciones. Sus ojos cambian y avanzan hasta ser enormes tonos violetas y grises, y unos bigotes largos, negros resaltan por encima de sus labios los cuales cambian para ser mucho más delgados, pequeños y negros.

Esa bola con forma de cabeza da vuelta en el aire, y su cabello largo, ahora suelto, se transforma en un cuerpo voluminoso y felino.

Cuando da otra vuelta, su transformación ha terminado, dando lugar a mi neko quien está flotando, en lugar de la cabeza decapitada de Taicho.

La confusión de Obito es clara antes de que vea la transformación, pero para cuando se da cuenta que ha sido estafado es muy tarde. Taicho está posicionado detrás de él y tiene entre sus dedos las cervicales de la nuca de Obito. Una presión contundente después, el criminal de Akatsuki ha sido disminuido a un costal de músculos cansados en el suelo.

Levitando hacia Taicho, Bastet se vuelve a colocar en sus hombros, acariciándose contra la mejilla del pelinegro, murmurándole algo al oído.

Taicho asiente y es cuando me ordena con la mirada acercarme para la siguiente fase del proceso.

Amarrándolo de brazos, muñecas, rodillas y piernas gracias a las enredaderas que emergieron de entre los escombros de tierra, sabiendo que estará fuera las siguientes doce horas, asentí a Taicho, quien lucía nada menos que orgulloso de si mismo. Una victoria sobre sus pesadillas más enterradas.

Aun así, dejaré un ojo vigilante sobre el hombre. Algo sobre su chakra, cuando lo toque, me hizo sentir cosas graciosas en mi columna, casi como un temblor.

Si no lo hubiera vigilado un tiempo, diría que este hombre, aunque no era Madara por la edad física de sus órganos, ciertamente podría decir que tiene a otro ser viviendo dentro de él.


La tierra se llenó de una sustancia viscosa negra y piezas blancas destrozadas por donde fuera que iba nuestro camino.

Si hubiera sido sangre humana como tal, se diría que fue un exterminio inhumano.

Siendo que los zetsu no eran humanos, no podría decirse tal cosa.

Era el séptimo día y habíamos terminado exitosamente con el ejército de Zetsu, todo conforme los cálculos del departamento de Estrategia. El departamento de Tortura e Investigación únicamente hizo su aparición para llevarse a Tobi, quien era custodiado fuertemente por Morino Ibiki y Jiraiya-sama.

Shikaku-sama parecía aliviado cuando nos confirmó que no se habían detectado más seres amorfos blanquecinos, y en finalidad, la mayoría de los Jōnin emprendían el camino de regreso a casa. La mayoría se veía que no entendían en lo que acababan de participar, pero tampoco es como que necesitarán saberlo.

Sabían que era para la paz dentro de Konohagakure y con eso les bastaba.

Tomando el último respiro ya que debíamos de limpiar el lugar antes de retirarnos – no fuera que Takigakure ahora buscará venganza por lo que hizo Konohagakure en sus territorios – tomaba una taza de té caliente alegrándome ante el sabor de las hojas fermentadas de la planta Camellia sinensis.

Tranquilamente disfrutando del momento después del desayuno, con mi traje sucio y algo desarreglado por el lodo salpicado y el veneno negro que arrojaron algunos Zetsu, estaba sentada sin hacer daño a nadie ni a nada cuando mi espacio fue invadido por un peli plateado que se sentó en el tronco perpendicular al mío, frente a la pequeña fogata, sus sentaderas se posicionaron cómodamente y soltando un suspiro cansado estiro su mano hacia su pecho sacando algo de entre sus ropas.

Un infame libro naranja fue abierto y empezado a leer concienzudamente por Kakashi-Taicho, quien lucía igual de sucio y desarreglado pero la parte visible de su cara lucía recién lavada.

Pasaron uno, dos segundos antes de que su voz, que sonaba engañosamente pacífica se dejara sentir en nuestro pequeño espacio agradable:

- Entonces….

Alce la ceja mientras tomaba un sorbo de mi exquisito té negro. No conseguí que continuara hablando así que comente casualmente:

- ¿Té?

- Por favor, que amable eres, Sakura-chan.

Estaba sirviéndole una taza bastante generosa cuando lo vi realmente y le comenté:

- Necesitas un corte de pelo, Kakashi-Taicho.

- … De todas las cosas que esperaba de ti, una propuesta de estilismo no era mi ideal, pero no soy quién para negarme ante tan agradable oferta, Sakura-chan – dijo tan fresco.

- ¿Entonces dejaras que mis manos se posicionen en tu cabeza para que yo pueda manipularla a mi antojo, considerando que tendré un arma punzocortante en mis dedos?

- Cuando exhibes un escenario tan dulce, incluso parece una propuesta indecorosa, Sakura-chan.

- Eres un hombre tan audaz, Kakashi-Taicho – solté alegremente con una sonrisa genuina.

- ¿De quién nos estamos burlando ahora? – comenta un sonriente y zarrapastroso Yamato-senpai que se sentó en el otro tronco perpendicular, frente al copia ninja.

- De Kakashi-Taicho, quien tiene un gusto masoquista por tener su cabeza entre mis manos bajo el falso pretexto de un corte de pelo.

- Kakashi-senpai – Yamato-senpai lo miraba como quien mira una obra de arte abstracta, como si no entendiera de que trataba – es una niña, no le hagas eso. No te pensaba… así.

- … A diferencia de lo que puedas pensar Tenzō – comenzó el peli plateado a defenderse – Sakura-chan ya no es una niña; aunque evidentemente deberías de tener una mejor idea sobre ello ya que perteneces a su séquito de fugitivos de la obediencia.

Aunque el hombre había utilizado mokuton para aplastar, prefirió utilizar mayormente sus manos para la matanza de los híbridos, por lo que su uniforme Anbu estaba totalmente manchado con sangre seca de los zetsu, pero no impidió que también se lavará con cuidado la cara y los brazos. La mirada de Yamato-senpai se suavizo en cuanto regreso su mirada hacia mí, pero lejos de cualquier termino de afecto o ternura, más bien, era respeto solidificado y simbólico orgullo en su mirada.

- Te encantaría formar parte de nuestra secta – se escuchó la voz de Sai que se sentaba frente a mí y se dejaba caer con gracia silenciosa, aunque lucía igual de sucio que nosotros tres.

Tanto Sai como Yamato-senpai tenían sus máscaras amarradas en los cinturones de su cadera por lo que se veía la faz calmada del pálido pelinegro quien sacaba su nuevo cuaderno de dibujos, un regalo aparentemente de Naruto a Sai cuando logro curarlo sacándolo del terrible coma cuando lo rescatamos de la zona de desastre de Raíz.

Sai, quien no había cambiado mucho físicamente, me había sorprendido gratamente ya que hoy día no era más como aquel ser sin alma con el que compartí misiones en varias ocasiones. Ahora lucía más expresivo no tanto en su rostro, sino en sus acciones; donde antes podía aceptar órdenes sin rechistar, ahora preguntaba el para que era necesario. Donde antes hubiera abandonado a cualquier compañero herido en pro de continuar hacia el objetivo, lo había visto ahora detenerse y llevar a la enfermería a los heridos en su camino.

No significaba que era malo como shinobi, simplemente era como si su concepto de camadería hubiera sido activado; todo en él, apestaba a la filosofía de Naruto y me sonreí internamente. Si alguien podía cambiar formas de pensar y hacer cuestionar lealtades, ese era mi otouto.

- La idea de tener que evitar dormir hasta medianoche para sacrificar a un pollo negro a nombre del dios de la muerte y la guerra, alrededor de artífices velas negras a la luz de la luna con un misterioso fuego azul al centro, no es mi ideal de un sábado por la noche, Sai.

- Olvidas la sangre de una virgen – contesta Yamato-senpai – aunque puedes llevar fideos calientes. Siempre quedamos hambrientos después del tercer macho cabrío cercenado.

- Ahh… por más que me encantase formar parte de los inadaptados sociales, me temo que Hokage-sama me tiene en otro concepto.

- No sabía que los vagabundos tacaños eran un término aceptado por Hokage-sama – dijo Uchiha Sasuke mientras se dejaba caer a mi lado, sentándose a gusto con su manchado y rasgado uniforme Anbu, y mirando a su sensei con ojos oscuros calmados.

Sasuke había resultado ser una excelente adición a Raíz. Era un líder nato; se quedó al frente luchando como un carnicero en busca de justicia o venganza con un control preciso sobre cada movimiento para evitar gastar energía de forma innecesaria y esa expresión corporal la transmitió a los demás miembros, llenándolos de confianza hacia sus habilidades.

A diferencia de Sai, a Sasuke lo percibí más serio, concentrado. No habíamos hablado mucho más allá de la relación de un capitán hablando con su general, pero había un acuerdo no tácito entre el pelinegro y yo que decía que cada cosa que hiciéramos era por Naruto. Cada gota de sangre derramada, cada desenvaine, cada golpe y gancho al hígado era para salvaguardarlo.

Confió en mí para no mandarlo al matadero como cordero en sacrificio y yo confié en él para que sus habilidades fueran aprovechadas al máximo en el campo de batalla.

Ayudo mucho que él, al igual que todos en Raíz, siguiera al pie de la letra las ordenes, y según él, ayudaba a que yo no lo presionara a contenerse, sino al contrario, alimentaba su sed maligna por sangre ajena.

No lo pondría a la altura de su hermano mayor, no podría compararlos porque no estaban formados en los mismos ámbitos, uno era veloz, el otro era fuerte; era cuestión de tiempo para que Sasuke estuviera a la altura de su nombre, sólo que, en otro lado del espectro, porque donde Taicho era un elegante y fino asesino, Sasuke era una bestia brutal en la masacre. Hermosos especímenes masculinos en el campo de batalla, incomparables.

- Ne, ne, ahora eso Sasuke-kun me hiere hasta el fondo de mi corazón – continuaba con su falsa indignación el copia ninja.

- Eso me sorprende – comenta Sai inexpresivamente.

- ¿Qué? ¿Qué Sasuke-kun lastime a ancianos moribundos y en la vagancia? Sí, suena triste – explico Yamato-senpai.

- Iie, que Kakashi-Taicho tenga un corazón.

- … Ninguno de ustedes me simpatiza, y tú – Kakashi-Taicho me señala con su barbilla – no sé cómo hiciste para envolverlos en la misma bolsa de regalos en la que venías tú.

- Y si te dijera que puedo convencer a cada autor de libros megalómanos y eróticos que conozca para que dediquen un borrador exclusivo para ti, ¿cambiarías de opinión?

Continue bebiendo té tranquilamente mientras veía la cara de Kakashi-Taicho mirarme con cautela y esperanza:

- Así es como lo haces, entonces, prometiendo algunos de los mejores sueños y utilizándonos en contra de las personas.

Asentí vigorosamente una vez.

- Está bien, no digas más, ¿de cuántos borradores estamos hablando?

- Oh Kakashi-Taicho, ¿cuántos días tiene el año?

Estábamos en la segunda jarra de té negro hablando cosas tan triviales sobre como Kakashi-Taicho podría tener su propio departamento siempre limpio dentro de Raíz con croquetas incluidas, negociando sobre cuantos de mis shampoo puede tener, cuando fue Sai quien de todos los presentes pregunto incoherentemente mientras veía el cielo y sus manos lo soportaban desde el tronco:

- Si no nos hubieran criado como shinobi, ¿se imaginan como serían sus vidas?

Su pregunta había llegado de la nada con respecto al número de ninken del copia ninja que podría aceptar bajo tierra e hizo que cada uno lo mirásemos intrigados por su nivel de emoción.

Cuando no recibió respuesta, bajo la cabeza y nos miró a todos mientras explicaba a su manera:

- Una vez me hicieron esa pregunta, tampoco la esperaba. Aun hoy pienso que me gustaría hacer o ser si hubiera tenido opinión. Quiero saber qué dirían ustedes.

- ¿Por qué? – pregunta Yamato-senpai quien lo mira como si entendiera lo que quiere decir Sai.

Sai miro al cielo de nuevo mientras respondía:

- A lo mejor mis pensamientos no son tontos.

El ruido de las fatuas llamas de la fogata y el tronido de la madera en ella eran el único sonido entre nuestro pequeño grupo, por segundos enteros antes de que preguntará:

- ¿Quién te pregunto eso?

Sai bajo su cabeza nuevamente para mirarme con lo que creí era una sonrisa muy pero muy pequeña, como si estuviera recordando algo divertido:

- Naruto.

Claro que esto está impregnado de mi hermano. Emule la sonrisa de Sai sintiendo mi propia faz suavizarse ante el nombre de mi otouto.

Fue Kakashi-Taicho quien respondió primero llamando la atención de todos:

- Bien, ya que tuviste la amabilidad de preguntar, responderé Sai – cambio la página de su libro mientras hablaba – yo sería un… - tenía a los hombres inclinándose hacia él esperándolo - … trovador.

- Por favor – resoplo Yamato-senpai mientras Sasuke ponía los ojos en blanco.

- ¿Qué? Es un oficio totalmente digno y honesto – refutaba entretenido Kaskashi-Taicho.

- ¿Qué es un trovador? – preguntaba Sai ignorante.

- Es un vividor – respondió Sasuke de forma sarcástica.

- Ah entonces ya estas viviendo tu sueño Kakashi-Taicho – dijo Sai mientras evadía el kunai que le enviaba el peli plateado quien lo veía negando con la cabeza y con los ojos entrecerrados.

- Yo sé que sería – continuaba Yamato-senpai ahora ganándose nuestra atención – un jardinero.

- Es algo muy factible, te gustan mucho los árboles – dijo Sai mirando con asentimiento de sabio a Yamato-senpai, quien cruzando los brazos se veía orgulloso de su profesión – eso hasta que te cases con una señora árbol.

- … ¿Por qué me casaría con un árbol, Sai?

- Seguramente lo dice por la vez en que te descubrimos besando a ese abeto – comenta Sasuke con brillos malvados en los ojos.

- ¡Ya les dije que fue un accidente!

- ¿Cómo cuando descubrimos que tuviste una cena romántica con Sacacorchos? – continua el Uchiha.

- ¡No era una cena romántica! Estábamos probado una semilla de rosas que no funciono y por eso había tantos pétalos en el suelo.

- Si eso explica porque los encontramos con vino de arroz muy caro y un mantel de picnic aquella vez, Tenzō – decía casualmente Kakashi-Taicho.

- Naruto también besaba a Sacacorchos cuando más joven, no te preocupes, no te romperá el corazón, le gusta pasar de hombre en hombre – dije antes de tomar un trago de mi té.

Me gane un agudo jadeo de parte de Yamato-senpai y risas en distintos niveles de los hombres a mi alrededor. Mientras Sai dejaba salir una sonrisa maliciosa directa a Yamato-senpai, Sasuke se cubría con su mano, educadamente para ocultar son sonrisa especialmente con la imagen mental, pero fue Kakashi-Taicho quien lucía con ganas de preguntar más sobre ese suceso.

Yamato-senpai por otro lado, lucía totalmente enrojecido, ya fuera de vergüenza personal o de decepción amorosa, y no hacía contacto visual con nadie.

Después de un rato de risas, el silencio lleno nuevamente la fogata, hasta que Sasuke murmuro en una voz que, de no ser porque lo conocía, diría que lucía tímido:

- Libre.

Fue su única palabra, y era curioso como un hombre de metro con ochenta, musculoso y ancho de hombros y espaldas, oscuro tanto en aura como de personalidad, podía decir la palabra como si fuera un pecado.

Su respuesta no fue sorpresa para Kakashi-Taicho quien lo miro con afecto oculto en los ojos, pero para los demás, en especial Sai, no quedaba muy claro a que se refería:

- Pero lo eres, eres muy libre de hacer lo que quieres, Sasuke.

Resoplando Sasuke continúo mirando el fuego mientras continuaba con sus brazos colocados sobre sus piernas, unidas sus manos e inclinado hacia adelante. Sólo un minuto sólido después contesto:

- Hace años pensé que era libre. Hijo del patriarca del clan, con fondos y recursos ilimitados, todo a mi disposición. Luego llego el momento de ser un shinobi. Me criaron y entrenaron para ser parte de la estrategia militar desde que nací. Soy consciente que mi linaje esperaba tanto de mi como de aniki y que de hecho él se llevó la peor parte, pero… - parece que suspira un poco - …fue Orochimaru quien me enseño que necesitaba volverme más fuerte. Ganar experiencia, poder. Permití que él me hiciera algo, que me hiciera preso de su red de terror. Así me volví esclavo del miedo… por muchos años. Nadie podía nombrarlo sin que yo temblará, y lo odie, aún lo odio.

Guardo silencio por un segundo antes de que tomará el camino de nuevo hacia su voz:

- Hasta hace un año, algo me impacto en el rostro y me obligo a luchar. Nunca había sentido algo así antes, esta fuerza me tomo y me arrastro junto con él y al día de hoy no me deja ir. Cuando menos lo pensé, esa fuerza me obligo a luchar contra mis miedos. Fue lo que logro que dejara de permitirle a Orochimaru que me controlará, que me manipulara a su antojo.

Entonces el Uchiha voltea a verme con una expresión tan determinada y endurecida, pero a la vez llena de esperanza y ternura.

No tenía que preguntar. Sabía a qué fuerza se refería.

Naruto.

Incluso el impacto de esa mirada sobre mí fue tan tremendo, que no dude por un segundo que el Uchiha haría cualquier cosa por otouto. Tenía su nombre tatuado en el corazón de piedra del pelinegro y éste lo adoraba totalmente, como si no pudiera concebir la idea de una vida sin mi hermano.

Sasuke volteo hacia la fogata nuevamente mientras continuaba serenamente explicando:

- Quiero ser libre de esos miedos que aún me atormentan. Miedo del que una serpiente pueda aparecer de la nada en la oscuridad de la noche, miedo de la deshonra en los ojos de Chichiue-sama, o miedo de la decepción en los ojos de Hahaue-san, miedo del que dirán y el más importante: el miedo a perderlo.

Las llamas medianas provocaban el tronido de algunos leños que aún se visualizaban frescos mientras las palabras del Uchiha eran absorbidos por todos nosotros. Podía identificarme con él justo en la última parte, y fue por ello, que aún sin el permiso completo de mi mente, mi mano en automático encontró su camino a las manos entrelazadas del pelinegro pensativo.

Al principio se sorprendió, pero cuando giro su cabeza y miro mis ojos, encontró el entendimiento que buscaba desde que pronunció su respuesta.

Comprensión.

Una incondicional hermana comprendiendo el amor de un amante. Dos personas preocupadas por la vida de un tercero. Tomo mi mano y la apretó entre las suyas mientras dejamos que las miradas dijeran todo lo que tenían por decir.

Sus ojos me decían que amaba a mi hermano más allá de lo que jamás creyó posible, y aunque seguramente al inicio lo odio, ahora no podía imaginarse la vida sin él. Y le creí.

Esa clase de mirada sólo la había vista en contadas ocasiones: un Zabuza a un Haku era el mejor ejemplo que se me venía a la memoria. Obāsan-sama también veía a Byakko-sama igual, aunque en esa mirada tenía más emociones involucradas.

El siguiente en hablar fue Sai, una vez que quedo claro que Sasuke no diría más:

- Aun no tengo claro que me gustaría ser. Bruja, ¿Qué te hubiera gustado ser?

Dirigí mi mirada entonces a Sai y fingí suspirar mientras veía al cielo un segundo y volvía a verlo un segundo más tarde:

- Es fácil Sai. De hecho, es un plan bastante sencillo.

- ¿Así? Déjame adivinar, cantante – dijo Kakashi-Taicho muy resuelto.

- ¿Cantante? ¿Cómo, una estrella? – cuestiono Yamato-senpai mirando al peli plateado como si no comprendiera la lógica.

- Por supuesto, ¿la has oído cantar? – continuo el copia ninja, cosa que a senpai le ilumino el rostro.

Dándose una palmada en al frente, Yamato-senpai me pregunto.

- Ciertamente tienes voz, serías una excelente cantante.

- O puede ser que quiera ser policía – continuo Sai – La bruja puede reducir a un hombre con tan sólo mirarlo.

- Iie, podría ser luchadora, como de box clandestino – prosiguió Kakashi-Taicho, mirándome con brillos en los ojos – podría ser tu representante, ganaríamos millones Sakura-chan.

- Aunque también podría ser pirata – decía Yamato-senpai.

Una vez que el tema escalo a que podría ser la directora del Hospital de Konohagakure, cosa ridícula, aclare sin piedad en la voz:

- Empresaria.

El cuarteto de hombres me miro como quien mira a un ídolo recién llegado; sus ojos dejaban ver estrellas de ilusión. A excepción de Sasuke, quien lucía más cauteloso, y de Kakashi-Taicho, quien lucía incrédulo.

- ¿Qué clase de empresa sería, bruja? – cuestiono Sai interesado.

- De pan.

- … -

- … -

- … -

- … -

Mi voz tan seria aunado a mi rostro pacífico, tomando una taza de té casi tibio les hizo dudar – supongo – de la veracidad de mis palabras.

- ¿Pan? ¿Cómo una panadería? – pregunto Yamato-senpai como si no pudiera creerlo.

- Hai. Como dije, un plan muy sencillo en realidad.

- ¿Cómo? – pregunto lentamente el peli plateado quien lucía ahora receloso de mi respuesta, entrecerrando sus ojos.

Tomando una respiración profunda, me prepare:

- Conseguiría un lugar, uno bien ubicado, con la mayoría de las paredes cristalizadas y casi no ventiladas, que se exhiba toda la mercancía de adentro.

- … Eso suena… maravilloso, Sakura-chan – dijo con trémulos tartamudeos Yamato-senpai.

- ¿Por qué no ventiladas? – pregunto Sasuke como si tuviera sumo interés.

- Porque de lo contrario, ¿cómo sudarías Sasuke? – le cuestione en contraataque.

- … ¿Nani?

Suspirando, lo mire con molestia en los ojos por tener que explicar.

- ¿Cómo vas a atraer a clientas deseosas de ver carne magra viéndote a través de las paredes de cristal, si no sudas? Lo mismo aplica para Taicho. Una vez que los contrate a ambos, sus uniformes serán los delantales blancos que les daré, política de cero camisas. Estarán haciendo el pan mientras son observados por decenas, no, cientos de ojos femeninos devorándoselos con los ojos y cualquiera de ellas, pagara lo que sea necesario por la más ínfima cantidad de harina que logren hacer ustedes dos con sus manos y sudor, y mientras hornean, será Kakashi-Taicho quien estará al frente, mismo uniforme, acomodando los panes y colocándoles el precio, limpiando el lugar, todo mientras cada movimiento tuyo será analizado con lupa por las clientas y aunque tires el pan, esas mujeres desesperadas pagaran por lo que sea que haya tocado tu cuerpo. Podríamos dar un paquete de churros con todo el pan que sé que Taicho y el inútil de Sasuke arruinarán.

- … ¿Nani? – preguntaron al unísono tanto el copia ninja como el pelinegro impactados ante su nuevo trabajo.

- Por supuesto para ti, Sai, también tengo trabajo – el mencionado parecía emocionado ante la idea de ser contratado – serás tú el recepcionista, quien sirva reciba a las clientas, sólo debemos trabajar en tu sonrisa, hacerla más real, menos falsa, sólo lo suficiente como para que algunas te arrojen algunos ryo a la cara esperando ver como tu espalda se mueve mientras las recoges.

Mientras Sai lucía expectantemente positivo, pase con Yamato-senpai quien se estremeció ante mi mirada calculadora:

- Yamato-senpai, serás el encargado de la publicidad, misma política, mismas reglas, levantarás esa sonrisa de oro y si es necesario, aplicaras cada gramo de experiencia de seducción en esta misión de conseguirnos clientas, por supuesto en cuanto vean la mercancía envuelta en los cuerpos sudorosos y negreados de Taicho, Sasuke, Sai y Kakashi-Taicho, no querrán irse jamás, pero será tu responsabilidad llevarlas en primer lugar. Claro está que cada uno tendrá las prestaciones de ley, vacaciones, seguro e incapacidad por maternidad.

- Hecho – lo dijo como si de una misión se tratara.

- Y una vez que terminemos de vaciar los bolsillos femeninos y algunos cuantos machos…

- Sakura-chan – inicio Kakashi-Taicho tragando saliva.

- … Empezaremos a aceptar hipotecas, pagarés, propiedades y terrenos que obviamente revenderemos a Hokage-sama…

- Sakura – dijo con temor Sasuke quien me veía con mucha cautela.

- Abriremos franquicias en Sunagakure, tendremos que ver la mercancía de allá, pero no habrá problema con el sudor, allá sobra calor…

- Hai – parecía que tanto Sai como Yamato-senpai querían tomar notas por mi voz que se notaba cada vez más entusiasta.

- Y luego abriremos uno en Kirigakure donde contratare a Zabuza y a Haku, en Otogakure donde pondré a trabajar a Jugo y a Suigetsu, aunque ese último de mantenimiento; en Kumogakure, Otousan tendrá que sacrificarse y en Iwagakure, aunque no conozco a nadie, no dudo en encontrar a algún espécimen, los machos fértiles más cotizados serán contratados, sólo los que me satisfagan con los más altos estándares de estricta calidad. La harina no importa, una vez que se vea el éxito de la panadería, cualquier proveedor querrá trabajar con nosotros…

- ¡Sakura-chan / Sakura! – dijeron en voz más alta tanto Kakashi-Taicho y Sasuke quienes lucían asustados con cada segundo.

- ¡… y cuando tenga el suficiente dinero y propiedades, todo lo venderé al Daimyo de Agua y compraré una isla cercana País de las Olas: mi propia Isla; mis reglas, mis políticas, y viviré el resto de vida en completa tranquilidad, sabiendo que soy la reina del Pan, y ningún reinado será tan delicioso y exquisitamente alabado como el mío!

Para cuando finalice entusiasmada había distintos grados de observaciones de los cuatro. Principalmente Sai y Yamato-senpai me dieron nuevos bríos ya que lucían verdaderamente contentos con las expectativas que tenía sobre sus propias vidas, sin embargo, no podía decir lo mismo de Sasuke o de Kakashi-Taicho.

Sasuke me miraba como quien mira a un fantasma espectral bastante horrible, pero después de uno o dos segundos, el copia ninja parecía haber llegado a un acuerdo consigo mismo, ya que subió los hombros en tono de resignación, y comento:

- Me tenías desde que mencionaste lo de la incapacidad por maternidad. Además, Sakura-chan, deberías considerar un servicio de cafetería en cada panadería.

Lo mire como quien mira a un heróe. Esa idea es totalmente maravillosa y se ganó un aplauso de parte de Yamato-senpai y una anotación en el cuaderno de Sai, quien escribía furiosamente cada palabra.

- Café servido en el cuerpo de algunos cuantos hombres, es una idea espléndida, Kakashi-taicho.

- No por nada me llaman genio, Sakura-chan.

Sasuke era el único que no había aceptado su destino, y cuando sintió la mirada de todos, él simplemente bajo la mirada por unos momentos, aun con sus brazos sobre sus piernas antes de decirme:

- ¿Qué pasa con Naruto?

- Él será el administrador de las finanzas – me encogí de hombros porque era obvio que mi hermano – No se va a desnudar para nadie; permanecerá puro… para ti.

Eso evidentemente le agrado al Uchiha, quien a pesar de que sus orejas empezaron a colorearse de un rojo intenso, me miraba incrédulo como si no supiera si lo que decía era cierto o no.

Dejando salir una sonrisa traviesa, que obviamente era rebelde, porque trato con todas sus fuerzas de detenerla, me miro y asintió, confirmando que sería mi panadero oficial.

- De cualquier manera, capitalizarás nuestros cuerpos al igual que hace Hokage-sama – comenta entretenido.

Coloque una mano en su hombro y le murmure:

- Buena decisión.

- Viviremos en una isla privada – dijo Sai entusiasmado a la vez que Yamato-senpai continuaba aplaudiendo en triunfo.

La mirada que compartió el Uchiha con el copia ninja me hizo pensar que creían que todo era una broma. Desconozco porque pensarían eso. Nunca dije que fuera una.

- Y así es como inicia tu franquicia panadera de poder – una nueva voz llego a nuestro circulo fraterno antes de poder servir la siguiente tarra de té.

La voz de barítono sonaba tan entretenida como la de felicidad implantada en el rostro de todos, pero fue la sorpresa lo que nos deparo ya que nadie lo había sentido llegar.

Saliendo justo detrás de mí, Taicho miro a cada uno como estábamos relajados, viendo al último a su hermano, quien lo veía como su único e inigualable héroe.

- A tiempo para una taza de té, Itachi-san – pregunto Kakashi-taicho de buen humor.

- Por más que me encantase vislumbrar adorables recetas sobre como cocinar donas y galletas – tanto Sai como Yamato-senpai se rieron discretamente con las palabras graves de Taicho – me temo que debo llevarme a su futura empleadora. Sakura, ¿te importaría?

- En absoluto Taicho – tome la educada y fina mano que me ofreció para levantarme del tronco, sintiendo el calor de su palma inundar la tibieza de la mía – Caballeros, por favor discúlpenme.

- Más tarde hablamos otouto – prometió Taicho mientras miraba a Sasuke, quien asentía traviesamente a su aniki.

Las risas del cuarteto alrededor de la fogata me siguieron mientras salíamos a nuestra nueva misión, haciéndome sentir agradecida con un pedacito de diversión en un día lleno de temor.


Lo último que recuerda de ese día, de ese pútrido día en particular, es cuando su cuasi alma gemela le había dado el regalo más apreciado de todos los tiempos.

Al principio no podía creerlo, lasbestialidad con la que el humor vítreo se expulsó con la presión ejercida de los dedos a través del cristalino y la cavidad vítrea, también lo impacto la poca cantidad de colorante rojo que salpico a través del glóbulo extirpado.

No se interesó en la higiene con la que le fue entregado dicho bien; más que nada, su único ojo color pizarra quedo clavado hacia su compañero acostado y medio aplastado en el suelo, cuya sonrisa rota era auténtica luz incandescente con intención de emular al astro solar.

Sus pequeños dedos abrieron su palma revelando aquel orbe rojo, digna herencia de su linaje.

Estaba muerto de miedo, congelado, ante la perspectiva que con cada segundo que transcurría una pequeña parte de la vida del que fuera su más tonto enemigo se estaba yendo por la borda, derramado por una enorme roca cuyo cuerpo a destruir hubiera sido el mismo si es que su tonto compañero no lo hubiera empujado. Y ahora…

El otro miembro de su equipo está llorando desconsolada, a tan sólo pasos de él gritando el nombre del pelinegro travieso que ahora tenía un ojo inerte mirando al techo. No quiere ver su rostro porque sabrá que ella tiene el corazón y el alma rotos ante la perdida inminente de su compañero.

Sus palabras rebotan a través de él:

- … no es equipaje extra, estoy dándotelo, mi… - su voz no contiene dolor, aunque se adivina triste, desconsolado de saber que son sus últimas palabras – quiero que veas el futuro a través de mi…

Los dedos del pelinegro estaban manchados con sangre, callos y un objeto ocular que sería considerado un tesoro en cualquier parte del mundo.

Él no quería aceptarlo. No quería. Se grito a si mismo, se lamentaba y se recriminaba cual estafador, porque claro, como podía llamarse a si mismo capitán cuando dejo que a él le pasara esto, como podía llamarse líder cuando fue su compañero quien volvió por Rin.

Si tan sólo no le hubiera hecho caso, si tan sólo le hubiera hecho caso desde antes, si tan sólo Minato-sensei no lo hubiera considerado apto, si tan sólo él no fuera una escoria…

El chico bajo la roca le sonríe ciegamente cuando toma su ojo espesamente bañado en fluido, pero un dejo de tristeza ocupa su lugar cuando la sonrisa de él se quiebra cuando sabe que es su último minuto con vida.

Ni siquiera tiene la oportunidad de ver la luz del sol que tanto ama por última vez o la sonrisa de su compañera a la que él adora.

El jōnin se siente a morir cuando observa en su palma el regalo, viéndolo fijamente. Sintiéndose irreal y lento; toma grandes bocanadas de aire, pero nada sirve, porque siente que está asfixiándose con su propia respiración.

Quiere gritar, llora, suplica y maldice a la vida por haber sido así de cruel con su amigo.

Amigo.

Eso era su compañero para él. El único que lo trato conforme a su edad, el que quería derrotarlo a toda costa, porque mientras Gai quería emparejarse con él sólo porque sí, este chico quería derribarlo para demostrar que era un digno candidato a Hokage algún día.

Una meta, un sueño, ahora rotos. Destrozado como su cuerpo moribundo.

Cuando levanta la vista hacia su rostro, no se encuentra con la visión de su compañero, se encuentra con el cuerpo cenizo de un chico cuyo ojo y boca están abiertos de forma exagerada dejando salir un grito mudo lleno de terror que hace que su cuerpo se congele y se estremezca ante el fantasma que ahora se desliza a un lado de la roca y gatea hasta llegar a él.

Puede ver volutas negras en el aire levitando que asemejan la sangre que debió haber derramado cuando la piedra le cayó encima y aplasto su cuerpo.

Todo el ambiente dejo de tener color y el espacio se siente vacío y profundo, llenándose de una niebla oscura que amenaza con tragárselo.

Toda la parte derecha de su cuerpo ahora es inundada por un espectro negro que deja ver como quedo deforme ese lado, y cuyo brazo y piernas se desprenden maliciosamente a pedazos, cayéndose en las ropas del jonin, quien de alguna manera ahora yace contra la pared y las piernas apenas recogidas, observando al niño fantasma acercarse a él y sonreírle de una manera atroz dejando ver unos demoledores dientes de piraña.

Largas extremidades que terminaban en manos y pies salen de la espalda del yūrei tenebroso quien no deja de acercarse a su cara, atormentándolo con cada centímetro tomado, haciendo que los infernales miembros empiecen a envolverlo en una capa de nieblas negras.

Sabe que es lo correcto, una vida involucrada en una muerte violenta e injusta ahora regresa en forma de una horripilante venganza, regresando de los brazos de los shinigami para tomar su lugar en el Kojiki.

La mandíbula del fantasma de su compañero se abre de forma oscuramente depredadora dejando salir la voz exageradamente alegre de Uchiha Obito:

- Ne, ne Kakashi, ¿ahora quién es la escoria?

El peli plateado se despierta de imprevisto empapado en sudor. Aun después de once años, ese recurrente sueño lo despierta cual despertador a las 4:16 de la mañana.

Cuando llegaba el aniversario luctuoso tanto de Obito como de Rin sabe que lo mejor es no dormir esas noches. Es cuando las pesadillas lo atormentan peor con una fuerza descomunal y ni diez minutos después, está de nuevo de pie, recorriendo su ajetreado departamento.

Decide que lo mejor es levantarse. De cualquier manera, Itachi-san pidió verlo a primera hora junto a Hokage-sama.

¿Una misión?

No lo cree. El que fuera su kodai hace años, ahora es todo un hombre digno merecedor de su título, a quien le servirá gratamente cuando tome su posición como futuro Hokage. Y aunque la mayoría cree que es porque considera a Itachi-san mejor hombre que él mismo, la verdad es que rechazo el puesto a Kage porque él no lo merece. Cuando la rubia Senju le cuestiono rudamente porque se negaba, siendo que Itachi-san aún era un post adolescente, él simplemente miro a la ventana, rememorando aquella sonrisa estúpida de cierto pelinegro cuyo sueño era ser merecedor de lograr el puesto de líder máximo de la Aldea Oculta entre las Hojas.

Él no era digno de cubrir ese puesto. No con ese fantasma a cuestas.

Mirándose en el espejo, se odio a si mismo como dictaba su rutina, mirándose con aquellos ojos dispares ridiculizándose y matando cualquier gramo de autoestima que tuviera.

El último año había sido bueno, bueno…había sido excelente. Sintió su ánimo y vida renovarse cuando se enteró de la existencia de Naruto y más cuando logro conocerlo, y aunque se sentía como una mierda sólida como para no sentirse apto para enseñarle unas cuantas cosas, el chico era, en pocas palabras, adorable.

Sí, travieso y a veces demasiado distraído, pero era un joven sano, fuerte, extrovertido y lleno de un inaudito vigor rugiente en sus venas Namikaze.

Era un orgullo de hijo, un ejemplo de lo que cualquier hombre desearía como su crío.

No por nada tenía a Jiraiya-sama compitiendo con Killer-B por su continua atención, que decir de la Senju de la que gano su corazón cuando comenzó a llamarla Oba-chan.

Lo que tenía de genio del fūinjutsu, lo tenía de denso para algunas cosas, pero eso estaba bien.

Por un momento, tuvo vislumbres de Obito sobre Naruto, tal vez la luz demasiado brillante en sus vividos ojos, o la actitud rebelde de hacer las cosas a su manera anteponiendo los sentimientos antes que la razón, o la forma de proteger a sus compañeros y amigos por el placer de no verlos lastimados.

Pero eran sólo eso, destellos.

Naruto era simplemente brillante, un rayo de sol a donde fuera que caminara, ganándose el aprecio y la buena vibra de todos los que lo trataban. Tan sólo ver cómo era celosamente cuidado por una hermana sociópata y un amante posesivamente territorial.

Regresando a sus presentes pensamientos, sigue eliminando de su lista las posibles causas por las cuales debe de ir a una reunión a primera hora de la mañana a la Torre Hokage, pero sabe que no será nada bueno.

La última vez que lo convocaron de esta manera fue Jiraiya-sama quien lo esperaba en la puerta y colocando un brazo sobre su hombro le relato sobre la supervivencia del hijo de Minato-sensei.

Mientras sube las escaleras, tomando el camino largo a la oficina presidencial, sólo ruega que esta vez no sea nada relacionado a una guerra, o tomar una esposa como intento el consejo el año pasado para que su clan no se extinga con él, o que Naruto este a salvo con Killer-B en alguna punta del mundo, o…

Oh, oh…

Entra sin tocar a la oficina de la Hokage únicamente para ser recibido por la persona que menos esperaba ver en este momento.

Y sabe muy en el fondo de él que la inesperada noticia será enormemente maligna.

Porque nada bueno puede salir cuando está presente Uchiha Fugaku.


Kido me mira como si no entendiera lo que acabo de decir, y, sin embargo, es Hyo quien pregunta en un tono, que, si no lo conociera bien, diría que es una suave sombra de incredulidad:

- ¿Enloqueciste finalmente o sólo te tiraron demasiadas veces de cabeza cuando eras una mocosa?

Resistir el rodar de mis ojos a mis capitanes era demasiado cansado mientras continuaba leyendo el listado de misiones que se nos habían adjudicado desde el año pasado.

Dirán lo que quieran de Shimura Danzo, pero el hombre era un genio en negociaciones. Al menos hasta hace un año cuando al parecer empezó a derrochar la riqueza de Raíz en – según Hyo – cientos de atrapasueños y mata brujas.

La burla en los ojos de Hyo me hizo sospechar altamente de esa locura. Aunque, por otro lado, el hombre anciano me había retado a tocarlo. Nadie en su sano juicio se ha atrevido a hacer eso.

Senectud, oh calamidad de las pestes de los cuidados paliativos.

Con una nota mental para pasar a saludar al Elder más tarde, siento de pronto ser tocada por mi codo por un imponente Hyo que se alza sobre mi forma - una cabeza – más pequeña.

- No vamos a discutir la semántica, pero en cierta manera, lo que llamas locura es una parte importante de mi herencia familiar.

- ¿Tomas en serio esta organización? Porque no veo tus mejores intereses en este momento, considerando que ahora somos recinto de otros veinte miembros que nos delegó Uchiha-sama y no pertenecen realmente a nosotros – comenta Kido algo molesto porque más allá de lo que diga sobre su afiliación a Raíz, el ser el tesorero lo tiene constantemente al borde del estrés y la presión.

Más bocas que alimentar ejercen movimientos sobre las saludables finanzas que gozamos a costa de Hokage-sama.

Aunque ese fue un movimiento inteligente de Taicho debo admitirlo. Pedirme – ordenarme – que aceptara a unos cuantos Jōnin dispuestos a – morir - ser Anbu y entrenarlos para el proceso. No solo hace parecer a Raíz como un hervidero de desesperación y tinieblas; sino que obliga a los miembros a involucrarse con ciudadanos de la Aldea Oculta entre las Hojas. Hokage-sama lo respaldo a cada paso de esa discusión.

Socializar lo llama él.

Esclavizarnos le respondí.

Socializar, - pff por favor -, lo dice el hombre cuyo mejor amigo es el esclavo de mi gato en engorda.

Hyo aprieta ligeramente mi codo antes de decir:

- Déjanos.

Kido mira casi, casi, perplejo a Hyo, pero pasa un segundo antes de elevar ínfimamente sus hombros y dejarlos caer rápidamente como si no le importara la vida tomando las estadísticas fiscales para este año y dando media vuelta, retirándose en silencio por la enorme puerta de madera de mi oficina.

Hyo me suelta como si le quemara la mano el tan sólo tocarme, pero no se retira ni se mueve dos pies lejos de mí. Simplemente se queda igual que yo, mirando hacia afuera de los cristales, abajo donde entrenan duramente los chicos nuevos junto con algunos de los originales, siendo duramente tratados, aunque es su primer día.

Un río de sangre empieza a emerger de una de las celdas. No hay gritos para llamar a un médico ninja, ni nerviosismo por un shinobi herido.

Me he encargado de que los Raíz tengan sesiones frecuentes cada cuatro días sobre ninjutsu médico, adiestrando a los que cuentan con un mejor control de chakra a otro nivel. Al menos ahora todos pueden fungir como semi enfermeros en un campo de batalla.

- Estas siendo inflexible, Hyo.

- A diferencia de ti, tengo un puesto que atender. No puedo darme el lujo de perder el tiempo discutiendo los puntos finos de lo que te hace ser una idiota.

- Me sorprende que logres levantar tu cabeza de la almohada por las mañanas con un ego así de grande.

Creo escucharlo resoplar, pero al estar detrás de mí, no lo sé con certeza.

- ¿Eso es un no, entonces, a mi petición de exterminar a los nuevos?

- Esto va mucho más allá de asesinarlos. Necesitamos la confianza de Hokage-sama con nosotros, porque como sabes bien, sólo tenemos misiones asignadas hasta finales de año. Fuera de eso, no tendremos una fuente digna de ingresos a menos que Hokage-sama nos considere como su nueva fuente fructífera de monstruos bajo la cama.

- Cualquiera pensaría que con los espectáculos que hemos regalado, nos vería de tal forma. También podríamos matarla, Onmyōji.

Giro mi cuerpo para enfrentarlo con una sonrisa palpable mientras que sus ojos están mortalmente fríos, y por esa misma razón, me hace sonreír sádicamente con más fuerza.

Me acerco, dejando los papeles en la mesa y volteando a enfrentarlo, dejándolo contra la ventana e invado su espacio personal colocando mis manos sobre las amarras de cuero de su uniforme. Es la versión masculina del mío, con botas sin tacón en su lugar y una máscara igual de negra simulando a un tigre. Es el único de todos los miembros cuyo uniforme fue diseñado especialmente por Shimura que, tratando de emparejarme con alguien en mis enjaulados inicios, decidió que Hyo sería mi sombra gemela, eso incluía nuestras formas de vestir. Sigo pensando que, aunque al principio fue una imposición, Hyo se terminó por acostumbrar al uniforme rebelde revestido en cuero y algodón, o lo continúa haciendo porque de todos, él es el más leal a Shimura y jamás desobedecería una orden suya.

Por eso decidí pegarlo a mi costado el mayor tiempo que he podido.

Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos…

¿O era mata? Mata a tus amigos … Estoy segura de que es una de esas dos frases.

El hombre se queda tan quieto y detrás de la máscara veo sus ojos inamovibles de los míos mientras mis manos se colocan gentilmente sobre su pecho, y de pronto tomando con mis uñas afiladas todo lo que estén a su alcance, tanto ropa como carne, y lo obligo a inclinarse ligeramente hacia mí, dejándonos a mortales centímetros cerca cara a cara.

Dejo que todo el hielo de mi corazón se propague a mis ojos y aunque deseo que se estremezca, veo como se está divirtiendo con mi molestia, así que usando una voz educada le susurro:

- Recuerda, Hyo, tus palabras se reflejan en las mías. Si se te ocurre mencionar algo que suene remotamente a la palabra Traición en oídos ajenos a los míos, no dudaré en ser yo misma quien te introduzca huevos de helmintos y fermentare tu cuerpo cociendo tu boca impidiendo que puedas devolverlos hasta que terminen de devorarte desde tus entrañas mientras mantengo activa tu consciencia, evitando que duermas por el dolor.

- Mis disculpas, Onmyōji.

Por supuesto su disculpa es más falsa que cualquier interés de Jiraiya-sama en ignorar a una chica bonita caminando por la calle evitando besar el suelo por el que camina, pero al menos se ha disculpado.

Meses antes me hubiera enfrentado como tiende a hacer, tratando de lanzarme un golpe al hígado sólo para ser detenido por un contraataque a su mandíbula.

Ni que decir de cuando me despertaba burlonamente a base de baldes llenos de lodo congelado.

Dejo que mis uñas deshagan los nudos en los que ahora quedo su ropa, tratando de alisarla nuevamente de forma calmante mientras busco como disipar sus dudas acerca de mi propuesta para hacernos de Otogakure y apropiarla para Konohagakure, como una subsidiaria. Si habláramos con el Daimyo de la Tierra del Fuego estoy segura de que apoyaría la idea. Antes que líder, es un comerciante.

Sería fácil apelar a que por la grandeza de Konohagakure o cosas tan infantiles como esa, para que acepte la invasión pacífica – ja - a la Tierra del Sonido.

¿Mi meta?

¿Debería tener una que no sea controlar un pequeño país para mí misma, especialmente uno en ruinas?

Pero al parecer, el tesorero y mi segundo al mando no piensan lo mismo. Algo sobre que Taicho nos lo impediría sin contar con que Hokage-sama se opondría a invadir un territorio especialmente si posterior es gobernado por Raíz o tonterías así.

Soy adorable. Aceptarán. O los obligaré.

Además, Taicho dijo que me apoyaría si me quedaba. No podría retractarse ahora.

- Te necesito concentrado en nuestras metas, no es propósito ulterior para ayudar a tu otrora líder. Sé el inteligente shinobi que sé que eres Hyo.

Trato de apelar a su ego, algo que raramente he hecho antes, pero me interesa más alejarlo de Konohagakure. Hyo es bueno asesinando, es su especialidad. Pero no dudo que sus amenazas sutiles contra Hokage-sama sean no tan bromistas como las quiere hacer ver.

Por eso no le niego el hablar conmigo de ello, necesito que él crea que estoy de su lado, y me cuente sus aventuras magistrales antes de hacer cualquier idiotez. Por otro lado, si consideramos que destrone a su querido padre Shimura y modifique todo Raíz a mi capricho, puede que no vea mi punto.

- Seguro que no me utilizarías como un cordero de sacrificio, Onmyōji, - acerca su cabeza aún más a mí con amenazas en la mirada helada mientras toma un mechón de mi cabello entre sus dedos – te recuerdo que valgo más vivo que muerto.

Alzando una ceja, sonrió mirando sus nulos ojos divertidos, aunque su voz así lo represente; ignoro el ruido de la puerta abriéndose detrás mío, mientras respondo susurrando al igual que él:

- Jamás pensaría en sacarte las entrañas y dárselas de comer a los lobos, Hyo.

Pasan cuatro buenos segundos en los que nos miramos fijamente, amenazándonos de muerte con la pura fuerza de voluntad, antes de que unas cuerdas vocales familiares resuenen en el centro de mi oficina.

- Sakura.

Ese barítono me hace girar un poco la cabeza viendo a un Taicho de pie, a mis espaldas, luciendo como si fuera el dueño inmutable del lugar, un rey sin corona, esperando a que sea yo quien presente un informe.

Tan oscuro y alto como es siempre, es su aura imponente la que hace que despida a Hyo.

Fingiendo que lo he estado tratando bien, paso las manos de nuevo por la ropa sobre su pecho delicadamente como una nana a un niño molesto, mientras Hyo se queda inamovible sin dejar de mirarme en ningún momento e inclusive llevándose mi mechón de cabello a la altura de su nariz, simulando olerlo.

Realmente odia a mi capitán por la falta de respeto para no reconocer su presencia y mucho menos de hacer una reverencia acorde a su posición. Por otro lado, yo tampoco lo estoy haciendo.

Mirando a Hyo una vez más con la dulzura practicada más inocente del mundo, lo incito:

- Retírate.

Me alejo de él mientras dejo que mis manos caigan de su pecho y abro espacio entre nuestros cuerpos para que pueda pasar.

- Onmyōji.

Se despide con una reverencia perfecta hacía mí, enderezándose en toda su altura antes de caminar.

Una escueta reverencia es dedicada del de Raíz al pelinegro alto.

La mirada pétrea de mi capitán no abandona la vista del cristal frente a él, pero me da la sensación de que un momento sumamente territorial pasa entre los dos cuando Hyo pasa al lado de Taicho.

Siento crecer una tormenta mental por la insultante forma en que Hyo ignora el protocolo y no saluda a Taicho como debe de ser. Debo recordar taladrarle modales la próxima vez que lo vea. O tal vez si vamos a invadir Otogakure pueda esparcir sus desmembradas extremidades por toda la tierra como pago por su crimen.

Sí, esa idea me agrada, me digo a mí misma mientras me imagino sentada en una silla blanca en un fondo blanco con mi uniforme negro acariciando a un Bastet adormilado mentalmente.

Sólo cuando la puerta se ha cerrado, procedo a saludar a Taicho como se debe. Giro mi cuerpo totalmente hacia él e inclinando mi cuerpo, suavizo mi voz genuinamente, y saludo:

- Bienvenido Taicho – me enderezo para verlo a los ojos - ¿en qué puedo servir a nuestro capitán el día de hoy?

Su mirada se desplaza a mis manos, que ociosas, han retomado el informe de misiones para este año. Noto que una sombra nada en las heladas oscuras de sus ojos y por un momento, muy ínfimo y minúsculo, siento que me mira con recriminación.

Puede que haya sido esa leve contractura en los labios indicativo del reflejo del músculo AU10 o el del AU9 en donde su nariz pareciera querer arrugarse, pero siendo el Uchiha entrenado que es, todo lo anterior sólo fue mi imaginación. Taicho jamás dejaría salir sus emociones de esa manera tan corriente ni me permitiría ver la falta de control sobre su neuro lenguaje.

Pasa un minuto entero en que no dice nada, sino que su mirada parece querer hacer añicos a la mía, como si deseara derretirme, - realmente en esta ocasión – en una bolsa gelatinosa de carne sobre el piso.

No estaba aquí por órdenes; cuando Hokage-sama trae algo entre manos, por lo general Taicho siempre es directo y certero, sin obstáculos verbales ni pérdidas de tiempo. Eso sólo deja lugar a dos cosas: una y la más probable, me dará una mala noticia, no sabe cómo procederé y está verificando todas las maneras en que podrá detenerme si es que llego a presentarme como amenaza. O dos, realmente me quiere regañar.

Una sola vez me llamo la atención y fue por estar distraída. Jamás le di el placer de volverlo a hacer y ahora no sería la excepción. Opto por animarlo con mi prioridad:

- ¿Todo bien con Naruto?

- Lo está.

Su voz es cortante, pero aun así se mantiene educada, y lo más importante: otouto está bien.

Entonces sin malas noticias a la deriva, realmente me tiene intrigada por saber qué es lo que busca decirme fríamente. Cuando termina de desintegrarme mentalmente, decide caminar aleatoriamente, dirigiéndose a la parte cómoda de la chimenea donde justo, duerme a gusto en el sofá, un enorme bakeneko. Se sienta a su lado, arrastrando a Bastet sobre su regazo a lo cual el mínimo permanece dormido, pero parece contento con el nuevo cambio de calor.

Viendo que se ha relajado un poco y se ha puesto cómodo decido imitarlo.

- ¿Té? Es negro.

- Por favor.

Tomo la jarra y la vacío sobre dos tazas de un precioso juego de té vikingo que obtuve en un viaje a Iwagakure, a cambio de salvar a un bebé de morir ahorcado por su propio cordón umbilical, el padre era tan pobre que solo pude pedir una artesanía como parte de su trabajo a cambio. Las ocho horas que le dedico a mi conjunto de tazas fueron gratificantemente agradecidas. Taicho toma la taza tocando ligeramente mis dedos y siento un choque de electricidad cuales chispas moverse por toda mi mano y subir por mi brazo calentándome hasta mi estómago.

Por poco evito que mi respiración me exhiba delante de él así, tan patéticamente, por sentir un toque de su piel, y sé que es completamente unilateral el sentimiento de atracción porque él no parece perjudicado para nada, manteniendo su vista tranquila hacia las cálidas llamas de la chimenea luciendo molesto de alguna manera.

Me siento en el sillón para uno mientras oigo como Bastet hace ese lindo ronroneo buscando calor entre las ropas del Uchiha.

Nos quedamos en silencio un tiempo degustando el té negro que sabe delicioso aun cuando son cuernos de un animal de la época medieval donde está servido; viendo las llamas estoy recordando que debo prepararme para mi próxima misión cuando escucho la gutural voz preguntándome:

- ¿Algún día terminaran los secretos contigo?

Dirijo mi vista a Taicho y veo que sus ojos ya están sobre los míos desde hace tiempo, su voz sonaba cansada más allá de la resignación y por alguna razón, eso me hizo sentir ligeramente triste.

- Algunos secretos no son míos para compartir, Taicho.

- ¿Y aquellos de los que puedes hablar?

- Ya no serían secretos.

No obtengo respuesta, simplemente se me queda viendo un momento más, mientras veo como desliza su mirada de nuevo a las llamas.

Bastet deja salir otro ronroneo dormido y se acomoda contra el regazo de Taicho.

Un tronido de leña más tarde, su voz oscura se vuelve a escuchar en la silenciosa estancia, aunque sus ojos permanecen en el fuego:

- Eres la primera persona que conozco que, para hablar con sus subordinados, discute en una distancia muy invasiva al espacio personal.

- Hyo necesitaba entender algunas cosas.

- Existen métodos para disuadir a alguien Sakura. – me dirige una mirada oscura – y lugares.

- Llamarle la atención en mi oficina me parece lo mejor Taicho.

- Si gustabas de llamar su atención, lo has logrado.

Por alguna razón, sentía que esta conversación estaba en dos vertientes, con un trasfondo oculto, pero no entiendo el segundo.

¿Escucho lo de la traición?

Me devano los sesos regañándome por no recordar si coloque los sellos de confidencialidad esta mañana. Se supone que son permanentes, pero siempre reviso antes de entrar o salir que permanezcan activos, pero no puedo recordar si lo hice esta mañana.

Trato de pensar en una forma – no fatalista – de explicarle a Taicho que la mención de asesinato a Hokage-sama solo es una broma – falsa – de Hyo para fastidiarme, pero obtengo en cambio otra regañina:

- Consideraba que tu nivel de profesionalismo se categorizaba en dejar los placeres carnales fuera de tu lugar de trabajo.

Frunzo el ceño mínimamente, mientras termino de procesar lo que acaba de decir, pero soy recibida por una mirada indiferente, helada, justo como al inicio de conocerlo, que me mira casi por encima de su nariz.

Mi alta coherencia verbal se ve claramente ilustrada cuando pregunto:

- ¿Nani?

La indiferencia persiste en esos lagos oscuros llamados ojos cuando contesta:

- Recomiendo que cualquier estación de trabajo no la ensucies con relaciones extralaborales en las que estes participando con tus subordinados.

Mi mente ha sido expulsada de mi cerebro en una búsqueda infructífera en el espacio para intentar entender de que está hablando Taicho. Me quedo mirándolo con la boca ligeramente entreabierta y supongo que mi cara es de una estúpida total porque todavía se detiene a aclarar:

- No debes ser vista abalanzándote sobre ningún hombre, especialmente si es tu subordinado. Otorgas una imagen baja, aún más, a Raíz de lo que deplorablemente ya se encuentra.

Sin entender realmente porque le debo una explicación, me siento presionada a hacerlo:

- Amenazo con actuar de gravedad contra alguien importante en tu círculo social, así que le advertí educadamente con la idea de meterle gusanos a través del esófago, y no dejarlo morir hasta que se ahogue con su propia sangre si se atrevía siquiera a pensarlo. Posiblemente mañana amanezca con hematomas en el pecho que asemejen a un nido de cucarachas bajo su piel – respondí lentamente viendo a Taicho en todo momento, fruncí el ceño confundida - ¿te refieres a qué no debo hacer eso, Taicho?

Mi cara es de total desconcierto. ¿Cómo se supone que debo de reprochar a alguien? ¿Dándole rosas?

El pelinegro me mira como si no entendiera ahora lo que yo decía. Su boca se entreabre un poco pareciendo decidido a hablar antes de cerrarla y mirar hacia el fuego con una mirada perdida en sus oscuros orbes.

De vez en tanto me arroja miradas de cautela y sospecha, pero al menos ya no siento su aura asfixiante tratando de absorber mi alma.

- ¿Taicho?

- … ¿Estabas torturándolo?

- Un poco, sí.

- No lo hagas.

- ¿Quieres que lo mate?

- Iie, no es necesario.

- ¿Lo incapacito?

- … -

- Entonces lo desaparezco.

- Sakura, no es lo que quise decir.

- ¿Qué quisiste decir?

- Era que… Sólo habla con él. Llámale la atención.

- Pero dijiste que no lo amenazara.

- No es lo mismo.

- ¿Cuál es la diferencia?

- Hablar. No lo vuelvas a amenazar.

- Al final, ¿no es lo mismo?

- Sakura… -

- Amenazar, matar o desmembrar, me impides todo, Taicho.

- … ¿Todo debes de llevarlo a la sangre?

- Y a la inminente destrucción, no la olvides– digo con una sonrisa juguetona.

- Ninguna de tus opciones anteriores son opciones realmente, Sakura.

- Ahh. Eres un hombre tan difícil de complacer– dije resignada dejándome caer levemente en el sillón, derrotada con los brazos cruzados.

Entonces sucede un milagro para mis oídos. Su cabeza se lanza hacia atrás soltando una carcajada llena de diversión y entretenimientos genuinos.

Es tan maravilloso el sonido, aunque intente cubrirlo con el dorso de su mano, pero incluso cierra levemente los preciosos ojos letales dejándolos en forma de medialuna, mientras con su otro brazo trata de no mover a Bastet, cuando su estómago pelea contra los espasmos de su melódica risa.

La risa es tan inocente que termina por contagiarme un poco, aunque sigo mirándolo con incredulidad disimulada. Mi propia boca desliza una sonrisa ante su alegría y sólo unos segundos después logra controlarse, dejándome ver esos ojos cuyo pozo helado ahora se ha convertido en una mirada solar por el cálido sentimiento que desprende dentro de mi pecho.

Cualquier molestia que lo haya preocupado ha desaparecido.

Mi querido Taicho ahora sonríe por su continua negativa ante la perspectiva del cuello de Hyo cortado bajo mi espada, cuando antes seguramente me habría puesto a correr doce vueltas por todo Konohagakure por mi atrevimiento. Tan hermoso su cambio de psique.

Aun con una sonrisa semi cubierta por su palma, me explica muy contento:

- Me considero a mi mismo como una de las personas más sencillas y simples dentro de mis círculos sociales, y que vengas tú, la tormenta más desquiciada que conozco, a decirme que soy complicado, da lugar a que me entretenga con la ironía.

Entiendo que es lo que le pareció tan gracioso, pero no evita que lo vea con admiración.

Esa sonrisa, que se desvanece poco a poco, lo ha dejado rejuvenecido unos buenos diez años; de hecho, todo su espectro facial lo ha dejado de la edad a la que pertenece, y es ahora más que nunca, el hombre más atractivo que he tenido el placer de conocer.

Su belleza me golpea tan fuerte que, en contra de toda mi crianza y años de ciego entrenamiento, no dudo en murmurarle:

- Hazlo.

- ¿Hacer qué? – me pregunta aun sonriendo gratamente.

- Sonreír más.

Siento entonces todo el enfoque de su mirada sobre mí, y la confusión nada por un segundo, antes de que sus piscinas oscuras se llenen de comprensión y de… ¿asombro? Debe ser, porque no puede ser el afecto que pienso que es.

Estando a dos metros de distancia, sentados perpendicularmente, dejo de sentir todo a mi alrededor mientras me pierdo en esos manantiales negros que llama ojos.

Toda mi atención está en él y cosas graciosas suceden en mi cuerpo, empezando con mi respiración que se siente aún más superficial, aunque estoy respirando profundo realmente, mi piel se calienta por saber que estoy siendo observada por él, y cada neurona activa en planes y estrategias para conquistar mis propósitos salen disparados a un vacío cósmico porque sólo puedo concentrarme en el hombre frente a mí.

Me siento por varios momentos, perdida, como si fuera una hoja al viento, y al mismo tiempo, tan contradictoria, reducida a sólo ver a mi capitán.

Sus ojos no perdieron el brillo de la diversión, en cambio, lo convirtió en algo más, algo que podría describir como añoranza. Sus cabellos negros que escapan de su modesta cola de caballo enmarcan de una manera tan sensual su rostro, como si fuera un incubo, uno que está acechando a su presa sin saberlo. Su piel tan pálida y aterciopelada termina donde comienza su camisa negra por debajo de su chaleco de jōnin, y, aun así, se las arregla para que lo poco que está expuesto se vea tan suavemente tentador, como si exigiera pasar cuidadosamente los dedos por su garganta, tropezando graciosamente con esa manzana de Adan tan fuerte.

Siento que he pasado una eternidad admirándolo y podría pasar otra más sin cansarme hasta que un destello brilloso delata los pensamientos de Taicho haciendo que su mirada se atenué y parezca que el brillo tan envolvente y espectacular muera un poco.

Su susurro, suena más ronco de lo normal, pero las palabras son firmes:

- No puedo complacerte con eso.

Es así como cualquier hechizo en el que me atrapo ha sido disuelto.

Su sonrisa termina por decaer al igual que cualquier sentimiento cálido que estuve experimentando, por lo que decido desviar la tensión que siento de pronto en el ambiente. Alzo ligeramente mi voz:

- Te ves terriblemente más joven, funcionaría a tu favor el día que decidas que ser Hokage no es lo tuyo y prefieras una carrera en el modelaje.

Tomando la salida que brinde, él responde un poco animado:

- De todas las nobles profesiones, ¿elegiste modelaje para mí?

- Si no te agrada, puedes cobrar como enfermero de cuidados paliativos.

Alza la ceja, preguntando en silencio por qué el cambio tan drástico de escolaridad, a lo que procedo a responder.

- Seguro que cualquier anciana moribunda agradecería tener en sus últimos segundos un rostro como el tuyo, procurándola como si fueras su amable nietecito.

- ¿Un rostro como el mío?

- ¿Porque la confusión? Eres un hombre grotescamente hermoso Taicho, lo sabes. Tu belleza es obscenamente incomparable.

Me mira dos veces con los ojos un poco abiertos antes de desviar un poco la mirada mientras son sus orejas las que lucen calientes, pero pudieran ser por los reflejos calientes de la chimenea.

- Con frecuencia, tu lógica es exasperante– contesta mirándome receloso por un segundo.

- Y totalmente funcional.

Su mirada cambia a divertida de nuevo en un centelleo y algo más oculto, cuando murmura:

- Lo es.

Aprovechando que el tenso ambiente en el que su aura había sentado ese perfecto cuerpo en el sofá pregunto casualmente:

- Sé que mi presencia es difícil de resistir, pero pudieras agraciarme con la razón que te trajo aquí, ¿aparte de tu incontrolable necesidad de prohibirme cosas, Taicho?

- Trabajo – su respuesta es lo más opuesto a cortante mientras deja que una sonrisa más leve adorne esos semi carnosos labios.

- Qué casualidad, justo quería hablar contigo de lo mismo.

- ¿Es así? – pregunta elegantemente mientras acaricia a mi neko dormido detrás de su oreja.

- Taicho, no es necesario verme con esos ojos recelosos; es más, incluso podría apostar ciegamente a mi amada Kubiki-chan en que te agradara mi conversación.

Eso llamo su atención, pero no descartaba aquellos ojos cautelosos, inclinándose ligeramente hacia adelante, su cabeza totalmente dirigida a mí, que gozaba de un sano trago de té negro.

Debía refrescar mi garganta ya que se venía una larga explicación.

- ¿Quieres escuchar, entonces, mi plan de trabajo?

- A pesar de que el instinto me dicta que no ponga atención, dejare que sea el voto de confianza que te prometí el que acceda a tu petición.

- Lo dices como si te fuera a morder, Taicho.

- La última vez que hablaste sobre un plan de trabajo, me presentaste un ejército escondido formado por Uchiha Obito, hasta entonces un supuesto fallecido, y la vez anterior a ello, convertiste a un pueblo entero soberano e independiente en un aliado comercial obligado – me dice como si yo tuviera la culpa de muchos crímenes - por ello creo tener bases sustentables para ser suspicaz con lo que llamas plan de trabajo Sakura.

- Taicho, ojalá jamás sientas este sentimiento de traición y desolación que recorre ahora mi entristecida alma – toco mi pecho como si me doliera profusamente el corazón a lo que casi él rueda los ojos.

- Kakashi te está contagiando sus excentricidades – dice más para sí mismo.

- Y ahora culpas a ancianos seniles de mis problemas existenciales, provocados por tu manera tan desconcertante de tratarme.

Mirándome como si fuera una exagerada dama de sociedad, me pregunta:

- ¿Este plan tuyo consta de masacre y muerte, Sakura?

- Taicho, Taicho– empiezo a ronronear - ¿existe otra clase de plan acaso?

Entonces empiezo a relatarle un sueño. Una forma de bloquear las alas comerciales de la Tierra del Hierro, quienes siempre se han caracterizado por ser neutrales, contra Otogakure.

Sin una administración real, el territorio del Sonido es un pueblo grande sin ley. Jamás tan grande como lo es Konohagakure, debido a que es 39 veces más grande que Otogakure, además de que, gracias al país de los Ríos por un lado y al País de las Olas por el otro, marítimamente estamos cubiertos, cosa que Otogakure no tiene. Sus defensas son nulas tomando en cuenta que sus fronteras son con Yugakure – otro pueblo neutral – y Tetsugakure.

Cuando explico que no necesitaríamos asesinar a nadie, - tal vez solo atormentar - sino colocar un sistema judicial contando con policía militar y posiblemente un concejo civil mixto shinobi en lugar de un solo líder como kage, me gano un interés más profundo de Taicho, quien, aunque no deja de acariciar a Bastet, su atención está enfocada totalmente en mí.

Tomando los papeles de la mesa, regreso a sentarme ahora a su lado en el sofá mientras explico los datos y gráficas que se representan.

Otogakure no representa más allá del 89% de recursos con los que cuenta Yugakure, o la misma Tierra del Hierro, no tiene infraestructura útil ni un comercio estable, inclusive la razón por la cual era tan valorado, era la producción de arroz la cual ha caído a sus niveles más bajos en quince años; sin embargo, tiene algo más allá de las pandillas y mercenarios que ahora controlan el país en la frontera norte de Konohagakure.

Para cuando finalizo la toma de control y restauración de poderes, construyendo una ley general civil, me percato que Taicho no está viendo los papales que le muestro. Sus ojos están fijos en mí como si estuviera mostrándome cierta cantidad de curiosidad.

- ¿Todo bien, Taicho?

No habla por un minuto entero, tomándose su tiempo viéndome antes de preguntar con voz queda:

- ¿Por qué?

- ¿Por qué no?

Le regala una mirada a toda mi papelería estadística antes de mirarme nuevamente.

- Has dedicado tu tiempo y recursos, kodai, no te costaría mucho compartirme la razón real por la que estas tratando tan arduamente de convencerme de aceptar tu propuesta.

Mirándolo, sé que no tengo más remedio que contarle, especialmente cuando me mira con esa expresión de grave sensei que no importa que es lo que haga, esperara sentado a que yo me abra si es necesario.

Suspirando internamente, dejo todos mis reportes en la mesa del centro, rescatando mi té ahora tibio. En cada momento siento los ojos de mi capitán sobre mí, pero no de una mala manera. Es un momento tan pacífico entre nosotros que me cuesta empezar a disolverlo, porque lo que estoy a punto de contarle no es nada agradable.

Ni siquiera para el hombre más sencillo y simple de toda Konohagakure.


Inicios de Abril.

Coordenadas: 35.18147, 136.90641, 34° al Norte de Otogakure, Aldea del Sonido.

La cabeza de Hyo estacada será mostrada como tradición bárbara como señal de su propia humillación en la puerta de mi casa, he decidido.

Ahora entiendo más que nunca a Obāsan-sama cuando decía que los ninjas debían morir de forma agonizante, explotando cada glóbulo blanco antes de pudrir las plaquetas con ácido liberando iones de hidrógeno, para hacer que sus células envejecieran prematuramente y producir continuamente células cancerígenas de factor maligno.

Nunca había apoyado la idea, pero hoy, Hyo se lo ha ganado.

Entiendo que es mi vigilante, pero eso no quiere decir que es mi capitán, mucho menos debo obedecerlo.

El costo de la misión estaba cubierto, habíamos ultrajado el interior de la choza en la que se había escondido uno de los traficantes de una nueva arma tecnológica cuya función era tirar de un gatillo como lo llamaban y al parecer una concentración concreta de pólvora sería expulsado a velocidades desproporcionadamente rápidas. La idea de un arma cuyo objetivo es destrozar cada pedazo de carne indiscriminadamente que encuentre a su paso en segundos suena más terrorífico que cualquier pesadilla que haya producido alguna vez Obāsan-sama.

En tiempos de paz, por alguna razón, el hombre insiste en crear armas.

Tomando los planos de construcción del armamento para entregárselos a Danzo, fue Hyo quien se le quedo viendo al niño pequeño que había presenciado cada segundo de la muerte del hombre que ahora yace bajo mis pies.

Limpiándome los guantes con sus propias ropas, ya había notado al menor – una pena que lo haya visto todo – sin embargo, no le dedique una segunda mirada. Era un niño, un inocente, y aunque traumatizado por toda su vida, tal vez jurando venganza, tal vez convirtiéndose en un shinobi para buscar mi muerte más adelante, tal vez huyendo a otro país, él no era una amenaza.

Por supuesto, ningún enemigo es pequeño, y jamás se debe de subestimar a alguien; sin embargo, sabía que tampoco mis pecados quedarían sin castigo toda mi vida. Algún día alguien vendrá a por mi alma y estaré conforme con ello. Es lo justo.

Pero hasta entonces, simplemente haré dormir al pequeño. Sin Hitai-ate a la vista, el pequeño de tal vez ocho años no podrá relatar a que aldea pertenecían los shinobi que tomaron la vida del que creo es su padre.

Tiene los mismos ojos color miel, que, en otro momento, si no fueran por las lágrimas y el miedo acuoso, dejarían ver que son afectuosos orbes llenos de luz y esperanza.

Si tan sólo su padre no hubiera sido un monstruo en vida, nadie hubiera pagado por su muerte, y él no tendría que haber presenciado su terrible asesinato.

Estoy a punto de girarme para mandar a dormir al tartamudeante niño y cargarlo a su cama, cuando escucho un crujido muy familiar a mis espaldas.

Volteo inmediatamente para encontrar que el cuerpo del menor está resbalando de entre las manos de Hyo.

Sus enormes ojos que reflejaron un terror extremo segundos antes ahora pierden rápidamente cualquier brillo de vida confirmándome lo que ya sé.

Hyo le rompió el cuello.

Él se voltea y me indica con sus dedos nuestro retiro inmediato del cuchitril.

No respondo, simplemente salgo del lugar sintiendo a Hyo detrás de mí, corriendo a través de las altas ramas que proporciona el territorio de Nagoya; sólo cuando estamos en nuestro campamento improvisado, giro, me acerco a él con pasos furiosos silenciosos y preparo mi mano.

El puñetazo a la cara de Hyo lo hace voltear la cabeza, pero no lo hace retroceder.

Su máscara ahora esta estrellada y cuando endereza lentamente la cabeza me deja ver un destello peligroso amenazándome de muerte con tortura incluida.

Me tiene sin cuidado como me vea, en cambio, le susurro maléficamente mientras invado su espacio personal tomando su cuello con mi mano:

- En la vida, vuelvas a hacer eso.

Mirándome oscuramente responde igual de enojado, aunque su voz es estable:

- Sin testigos.

Sí, sé lo que dijo Danzo, pero es una regla que al menos para mí no aplica para niños menores de cuatro inviernos. Para mí, son inocentes, culpables de ser curiosos, pero nada más, y por tanto merecen vivir. Traumados pero vivos.

- La próxima vez que asesines a un niño frente a mí, será tu sangre la que escurra entre mis dedos.

- ¿Te hice recordar tu patética infancia Onmyōji? – aunque son palabras burlonas, su voz es igual de monótona que siempre.

- Toca el cabello de otro infante y seré yo quien te haga olvidar, pero tu patética existencia.

- Claro, Onmyōji.

No puedo asesinarlo. Si regreso a Konohagakure sin él, el Elder me encerrara sin posibilidades de liberarme.

Es el coraje de la impotencia, porque ese niño más temprano me había regalado una margarita tan común, pero fue ese brillo espectacular en sus ojos, lo que me hizo recordar a Otouto. Esa sonrisa que sólo un niño puede emular como si no hubiera preocupaciones a las que tomar en cuenta.

Para poder encontrar al traficante de tecnología armamentista, Hyo y yo nos habíamos hecho pasar por una pareja de recién casados que había sido asaltada y maltratada kilómetros antes de Yokohama, lugar donde vivía actualmente el objetivo.

Siendo la única casa en kilómetros, el hombre que perseguíamos nos vio con cautela, pero al ver mi pierna sangrante – mi propia apuñalada para fingir – y los golpes en la cara de un Hyo disfrazado, nos aceptó en su casa y los siguientes tres días esperamos a que su cliente acabara de negociar con él, para matarlos a ambos, obteniendo nombres y organizaciones.

Ya habíamos investigado sus rutinas y hábitos antes de siquiera acercarnos a ellos. Sabía que la madre se la pasaba en cama, porque tenía leucemia en fase terminal. El hombre había caído en un pozo de desesperación y necesitando tanto dinero como recursos había entrado al sucio negocio del mercado negro, convirtiéndose así en un objetivo muy codiciado por ambos bandos. Quienes deseaban su mente y quienes deseaban eliminarlo de la faz de la tierra.

Pero nada de lo que hizo, sirvió para curar a su mujer, sin embargo, empezando a contrabandear desde kunai de ácido termino volviéndose codicioso y abandonando de a poco a su drogada esposa en una cama al rincón de la destartalada cabaña.

El niño de ojos grandes y esperanzados era una cosita que parecía de cuatro inviernos, pero eso no lo hacía menos precioso.

Estaba tan necesitado de amor y de atención, que se encariño rápidamente con los pocos cuentos y la comida que le pude preparar. Me abrazo tres veces durante nuestra misión.

Cuando lo había enviado a la cama esa noche, me pidió que no me fuera. Fue cuando subí mi mano a sus puntos de presión y esperé que su cansancio fuera tan grande que no despertara hasta el día siguiente.

Mi culpa por no haberlo drogado mejor o aplicado ninshu.

Mi negligencia le costó la vida.

Algo se removió en mi pecho esa noche y las venideras, al recordar como sus manitas sucias me entregaban una flor cada mañana y me pedía jugar con él con sus muñecas de trapo.

Tanta riqueza que poseía el padre y no podía comprarle ni siquiera un juguete digno a su hijo por el temor a que lo encontraran por sus acciones.

Hyo no volvió a mencionar al niño, olvidándolo tan rápido como a cualquier daño colateral; pero en cambio, me percibí culpable un tiempo. Para cuando las drogas terminen con el dolor de la mujer y la obliguen a levantarse cuando nadie responda a sus gritos de auxilio, descubrirá el cadáver de su podrido esposo, pero lo que le romperá lo que le queda de su somnoliento corazón, serán aquellas manitas sin vida del pequeño cuerpo centímetros al lado.

Si Otogakure pudiera cambiar esas condiciones, si hubiera leyes y un servicio gratuito de salud, si volvieran a generar empleos, si volvieran a ser la potencia más cercana a una nación shinobi, si no se necesitarán de armas, si el amor fuera suficiente…

No habría necesidad de manitas sucias rogando por un poco de atención.


El silencio era inmenso y por alguna razón, percibí cierto nivel de tristeza de Taicho cuando terminé de hablar.

El té yacía frío en la mesita de piedra negra del centro y aunque ya no percibía tanta culpa, supongo que deje muy clara mi intención porque tan sólo segundos después Taicho expreso en voz baja:

- Quieres abrir un hospital gratuito.

- Iie, un hospital no es mi idea principal. Quiero que se vuelva una comunidad médica, al menos su ciudad principal. Soy consciente de las deficiencias de mi estrategia y, por tanto, espero puedas ayudarme con aquellos detalles donde reside el diablo. Se consideraría potenciada por Konohagakure, aunque la meta es impulsarlo para ser estimado neutral, de tal forma que las demás potencias puedan encontrar refugio medicamente hablando. Crear un servicio de calidad para la salud, ¿me explico?

No dijo nada, por lo que, continue mirando las llamas controladas en la chimenea. Frunzo el ceño mínimamente internamente: tal vez fui muy lejos con mi petición. Tal vez Kido y Hyo tenían razón cuando dijeron que me volví loca.

Estoy a punto de levantarme para pedirle que lo olvide, cuando escucho en un tono grave algo que sólo una vez antes le había escuchado a mi capitán. Aquella vez cuando arriba del río Nakano, me pidió quedarme en Konohagakure.

- Es la idea más noble que he escuchado en mucho tiempo.

- Difícilmente, Taicho. – ruedo los ojos sonando cansada - Estoy hablando de invasión y ocupación que será considerada ilegal por todas las demás naciones para imponer las políticas de Konohagakure; aunque estoy apostando a que el trato que el fallecido Sennin Orochimaru le brindo a sus ciudadanos, fue tan inhumano, que apreciaran la mejora cuando vean los beneficios de una nueva calidad de vida. Así espero que no muestren resistencia al cambio los ciudadanos.

El silencio vuelve a llenar la oficina, pero en aras de que me confirme si aprueba mi plan, a largo plazo por supuesto, giro la cabeza a mi derecha para mirarlo.

- ¿No crees?

Cuál es mi sorpresa al encontrarlo mirándome con unos ojos tan llenos de admiración y respeto. Orgullo y si veo más al fondo, ternura y afecto. Siento como el aire se congela en mis pulmones cuando su mano derecha se eleva para meter un mechón rebelde de rosado cabello mío por detrás de mi oreja.

El toque de sus dedos se queda un segundo, pero ese segundo es el que me deja nuevamente hechizada. Nada en mi atrofiado cerebro logra hacerme entender como hace esto. Como me envuelve en un núcleo donde lo único que deseo es ver esos ojos oscuros y desear que sólo me miren a mí en cuestiones de segundo. Ni siquiera Obāsan-sama en toda su infinita experiencia me había explicado alguna vez este tipo de magia.

- Es noble, Sakura. Rudo, pero noble.

Su voz es tan baja y ronca, pero llena de un respeto inusitado como si estuviera asombrado y a la vez afectado de manera positiva por la meta de mi plan.

- Parte de ello, fuiste tú – le susurro.

Eso hace que abra sus ojos un poco más y un segundo después, baja un poco más los parpados, encendiendo una llama en esas profundidades ricas de sus ojos.

Me inclino hacia él, atraída por ese suave movimiento mientras pregunta con voz queda:

- ¿Cómo?

- Me dijiste… - recuerdo el río Nakano hace unos días – …que peleara por mí misma. No por otouto. Bueno, esto es mi idea de pelear por y para mí misma.

- Ayudar a otros es lo que quieres hacer.

- …No… – frunzo el ceño suavemente.

- No te sientas culpable por ayudar a otros que no sean Naruto, Sakura.

- … Pero ¿y si otouto me necesitará más…? – coloca su pulgar en mis labios interrumpiendo mi pregunta, el resto de su mano continúa tocando mi mandíbula, mientras veo sus labios decir suavemente.

- Estarás ahí para él también, y estarás para cualquier persona a la que crees que puedes ayudar. Eres noble Sakura, y te molesta que los demás lo vean.

- ….Ves cosas que no están ahí, Taicho…

- Si tan sólo te vieras como te veo, si te escucharas como te escucho, te darías cuenta de que eres… - se calla mientras mira mis ojos con mil palabras detrás de ellos.

- ¿Soy qué?

- Eres… - desconozco como se llama la fuerza que hace que Taicho se acerque inclinándose hacia mí, pero le agradezco tanto por hacerlo.

No termina la frase, no cuando siento terciopelo húmedo tocar mis labios y aquella mano continúa tocando mi cabello y tomando más allá la piel de mi nuca y parte de mi cuello.

Cierro los ojos en cuanto siento la menta y el calor entrar con suavidad a mi boca, dejándolo tocar mi lengua tan delicadamente, como si apenas estuviéramos conociéndonos.

Su mano recorre con suma ternura mi nuca, corriendo los dedos a través de mi cabello, haciendo que los vellos de esa zona se levanten como si exigieran más atención y toques mágicos de piel.

Su boca es un laberinto de placer y sensualidad, así como está dirigiendo mi cabeza, inclinándola a su gusto, para dejar que sean sus labios los que me seduzcan con cada roce.

Me siento tan ingrávida y al tiempo soy tan consciente de su cuerpo, aunque sólo una de sus manos esta sobre mí y sus labios me tienen azotada y clavada en mi lugar.

Siento como su cuerpo empieza a moverse, sólo para segundos después escuchar un gruñido que pensé que sería algo animal viniendo de él.

Vuelvo a sentir su movimiento, ahora con su mano bajando hacia mi costado y tomando mi cintura, atrayéndome hacia él provocándome un gemido involuntario de satisfacción cuando vuelvo a escuchar el gruñido animal.

- Cuando dejen de lamerse como si estuvieran en temporada de celo, podrían recordar que su amo está siendo ultrajado aquí.

La voz gruñona de Bastet nos hace detenernos inmediatamente abriendo los ojos y mirándonos en el reflejo del otro. Nos alejamos, antes de nada, colocando un sano espacio entre los dos, mientras Bastet continúa quejándose y gimiendo como si lo hubiéramos lastimado.

- Por mí no se detengan, no es como si fuera importante, porque evidentemente ambos no me merecen, son unos indignos para cuidarme, soy una cosa insignificante a sus ojos, pero no fueran los cuervos verdad Seikō, porque entonces estarías dándoles galletas de tu okasan inmediatamente….

- Bastet-sama le debo una disculpa – comienza a decir Taicho, con su voz más alta y menos ronca que hace unos segundos – no era mi intención ofenderte.

- ¿Y tú? ¿No te vas a disculpar? – me pregunta Bastet mientras se arroja al suelo grácilmente y se estira completamente.

- Tu culpa por quedarte dormido.

- ¡Ñiam! ¡Nunca había visto tanta osadía y falta de respeto desde que el simio rubio quiso pintarme de blanco para atraerle buena suerte!

- Dos platos de Salmon cocido y una tarta de hormigas rojas con ancas de rana asadas para tu cena de esta noche – conteste en automático.

- … Algún día ese truco ya no te funcionara, malvada Seikō.

- Pero hoy lo hizo ¿no, Bastet?

- … Y galletas de Mikoto-chan, Seikō – dice altanero a Taicho quien se ha levantado y camino a un lado del sofá, dándome la espalda.

- Por supuesto Bastet-sama.

Ante la nota mental de que Bastet ha llamado cariñosamente a la madre de Taicho, me levanto igualmente penosa.

Veo algunos movimientos de Taicho, como la forma en que se lleva una mano a la frente, seguramente presionando el triángulo de la tristeza para deshacerse del sentimiento que lo este embargando. Su otra mano yace serena a su costado, aunque es su cabeza en negación constante la que me hace hablar aclarándome la voz sonando lo más uniforme posible:

- No volverá a ocurrir Taicho, por lo que sugiero que tanto este como el episodio anterior sean omitidos de tu memoria. Procederé a hacer lo mismo.

Se congela cuando escucha mi voz, pero cuando termino de hablar retoma su postura bajando su mano, enderezándose y girando lentamente su cuerpo hacia mí.

Ahora que lo tengo de frente, noto que se ha recompuesto de lo que fuera que lo atacaba, seguramente la culpa y el remordimiento.

Sus labios están marcados en un tono suave de rojo, levemente hincados, pero no tiene emociones visibles en esos ojos oscuros que ahora lucen como pozos helados de indiferencia y cuando habla, ni siquiera contiene el grado de afecto que tenía cuando hablo con Bastet:

- Es mi error. Te debo una disculpa, no era mi intención incomodarte de tal manera.

Estoy a punto de decirle que es innecesaria su disculpa, que podemos olvidarlo cuando dice de manera más formal:

- Como tu superior y mayor, me avergüenza que hayas sido testigo de un acto tan deplorable de mi parte – mi corazón se estremece un poco – por lo que puedo asegurarte de que esta situación será imposible de volver a suceder.

- … Entiendo que no eres libre Taicho – empiezo a decir, aun con menos hielo que la voz de él, pero me parece que se encoge un poco cuando me oye – De mi parte tampoco impedí la escena por lo que también es mi culpa. Para futuras referencias, no volveré a acercarme de tal manera. No quiero causar problemas entre tú y tu compañera. Disculpa.

Cuando dije lo último, al contrario de lo que pensé, él me miro con tristeza por un segundo, quebrando el hielo que tenía su mirada, pero lo recobro rápidamente asintiendo duramente y dando un tosco:

- Arigatou.

Con el ambiente tan espeso, no sabíamos a donde movernos, sentarnos o incluso que decirnos. Ni siquiera cuando nos conocimos nos hablamos tan formalmente, ni siquiera cuando me entrenaba era tan duro.

Bastet, como mi ángel salvador como siempre, maulló altamente entre mis piernas y comento con su voz ronroneadora:

- Premio, ahora.

Fue la señal para que Taicho reaccionara profesionalmente:

- Entrega los documentos de tu investigación de Otogakure a mi oficina, revisare los datos y te entregaré una respuesta a finales de semana.

Me dio una reverencia sumamente formal y perfecta, lo cual devolví, y con un controlado adiós procedió a retirarse.

Dio la vuelta completa al sofá para no pasar a mi lado y sin ver su espalda, supe cuando salió de la oficina hasta que Bastet confirmo:

- Se fue – me senté en el sofá dejando salir un suspiro cansado antes de sentir a mi neko sentarse a mi lado, con su enorme cuerpo dirigido hacia mí.

- Deberías de darme las gracias.

- Arigatou Bastet.

- Y eso me indica lo mal que estas.

Lo miro con confusión mientras continua:

- Tu jamás me agradeces todos mis sacrificios por ti.

- … - Procedo a abrazarlo llevándolo a mi pecho y acostándome sobre el sofá.

Mi neko me mira con diversión nada disimulada.

- Si no hubiera estado presente, los dos habrían terminado por devorarse como mantis religiosas al ritmo en el que iban.

- Obāsan-sama me mataría si supiera.

- Tampoco es mal prospecto tu cortejo.

- No es mi cortejo Bastet. Él tiene su cortejo en casa.

- No es lo que dicen sus feromonas. Están por todo el lugar. Reacciono a ti, cuando tú aun no tenías desprendías las tuyas, cuando vio al otro macho cerca de ti, empezó a soltar su territorialismo, definitivamente quería aparearse contigo…

Cubro su lindo hocico con mi mano mientras cierro los ojos:

- No vamos a dirigirnos a ese campo. Nop. Hablemos del porque fingiste estar dormido todo el tiempo.

- Mnosififsof – suelto su hocico – Bueno, si no quieres saber el nivel de testosterona que produjo, te interesara saber que él no huele a ninguna otra feromona.

Lo mire con escepticismo, alzando una ceja.

- Pensé que lo sabrías, eres buena oliendo, deberías haber notado que no huele a emparejamiento desde hace un tiempo.

- …. – Lo pienso un segundo, antes de considerarlo realmente con la cabeza fría – No importa. Es mi capitán. Un superior.

- ¿Eso cuando te ha impedido faltarles el respeto?

- Cuando son los futuros kages de sus aldeas lo pienso dos veces; además respeto su vida privada. Si tiene o no cortejo en casa, no es de mi incumbencia. Y por mi misma debo procurarme. Seiryu-sama podría enfadarse.

- Conociendo a ese dios travieso, te animaría a robárselo a su compañera. Le gusta molestar a los usuarios de Suzaku-sama.

Bastet tiene razón. Toda la amabilidad de Seiryu-sama a veces se va por la borda cuando se trata de jugar con sus hermanos utilizando a sus herederos.

Aún así, suspirando internamente, debo mantenerme alejada de Taicho. Me hace sentir cosas nuevas y por más excitantes que sean los destellos eléctricos que me provoca con cada toque o cada mirada, debo reprimirlo.

Pensé que era astuta. Hoy demostré que puedo ser demasiado carnal dejándome llevar por mis sensaciones. No volveré a cometer ese error.

Me alejaré emocionalmente de Taicho. El único problema es que para hacerlo debería estar alejada físicamente de él, cosa que no ocurrirá en un futuro cercano. No cuando aún otouto está en inminente peligro.

Ignoro los felinos ojos morados-grises de Bastet mirándome con travesuras en sus profundidades.


La sombra se movía casualmente agraciada por la penumbra de la noche.

Ni siquiera los perros ferales la habían detectado evitando, anunciar su llegada al sucio pueblo mercenario, donde solo los asesinos y alguno que otro niño aprendiz, residían.

Incluso las prostitutas evitaban el lugar, por la alta tasa de feminicidios. Había aprendido hace años que los hombres cuando han perdido la cordura y la dignidad tienden a marcar a otros con sus desgracias.

Entro al bar de mala muerte de donde las risas masculinas maliciosas eran palpables.

Había considerado su futura acción en reiteradas ocasiones, alegando entre las ventajas y desventajas de hacerse conocer para los shinobi de Konohagakure no Sato, pero al final atribuyo su movimiento como la decadencia de su mente por su edad.

Ya no era una joven criatura del bosque que podía respirar tranquilamente ignorando a terrenales.

El sentimentalismo propio de su senectud sabía de donde provenía.

Quería volver a abrazar a sus preciosos chicos. Los extrañaba tanto. Ya habían transcurrido cinco años sin verlos crecer, sin escuchar dirigirse a ella con respeto infundado en amor y protección.

A pesar de que intentó asesinarlos en reiteradas ocasiones, jamás los desmotivo a amarla incondicionalmente.

Les dio el año de prueba que ella misma se propuso y para cuando se metió de incognito en la Aldea Shinobi cuyas absurdas barreras antiguas habían sido gratamente mejoradas en los últimos tiempos, supo por el tipo de sellado, que toda la marca de su adorado kitsune estaba empapado en esa protección.

Perfecto, estaba creciendo maravillosamente, se dio cuenta. Por la forma en como los asquerosos herederos de clanes shinobi hablan de él, como si fuera una especie de sanador espiritual, luciendo impresionados y atraídos a su ser lleno de luz. Incluso el hombre que cocina para él, volviéndose técnicamente su chef personal, habla de él con una dosis de generosidad y pacifismo. Lamentablemente, no pudo verlo porque se ha ido al parecer de viaje con su padre. Entonces ella sabe que el hombre de las nubes ha venido por el kitsune y conoce su situación. Interesante… que ese moreno no haya enloquecido en cuanto se enteró.

En cuanto a su linda ninfu, había escuchado los tumultuosos rumores.

La tiene un tanto decepcionada, sin embargo. Siempre le dijo que se mantuviera oculta, que conociera su diferencia contra los ninja, que se diera a respetar y a temer, pensó que le tenía forjado en fuego esa lección; y, sin embargo, todo el mundo, incluyendo los ignorantes civiles en todos los niveles, hablaban con misticismo y reverencia religiosa sobre la hechicera mimada de Uchiha. Sólo unos cuantos hablaban con escepticismo sobre sus habilidades. Pobres de aquellos mercaderes, cuando todos y cada uno de los trece que ella tuvo el disgusto de escuchar, perdieron partes de sus cuerpos en estrepitosos accidentes de trabajo.

Sólo ella tenía permitido el criticar a su ninfu.

Suspira con tristeza y negación cada vez que la recuerda.

Aun así, su niña esta escalada en lo más alto, siendo considerada un cuasi tesoro nacional al que casi nadie puede ver, la mantienen clavada a su Aldea; lo sabe porque fue ella misma quien impuso con ninshu a la kunoichi líder de Akatsuki a reclutarla para ver cómo reaccionaría su ninfu, y la enorgulleció saber que estaba dispuesta a aceptar unírseles con tal de continuar protegiendo a kitsune, pero fue ese hombre de alto linaje quien la retuvo innecesariamente. No sabe cómo lo hizo, pero sabe que fue él quien lo hizo.

Al menos es un hombre… de clase y fuerza. Realmente parece querer protegerla, - aunque ninfu no necesita protección y menos de un macho Alfa – pero es gustoso saber que es un difícilmente rompible shinobi, al menos, es uno digno, ya que es considerado uno en su propio nivel.

Ciertamente el macho es idéntico a su hermosa madre. Honorable.

Pero eso no significa que ninfu esté haciendo las cosas tan bien. Debe recordarle sus orígenes antes de ir a buscar a su pequeño kitsune.

Un mensaje únicamente para ella, decidió.

Cuando entra a la caverna, baja su capa dejando que los pecaminosos hombres vean su cabello rojo ondulado y permite que le silben como si fueran una manada de lobos hambrientos.

Patéticos.

Antes de que siquiera le toquen una mano, mientras uno de ellos le habla sobre si la preciosidad necesita un trago o algo más fuerte, decide que ese primero no merece la pena.

Sin mover un músculo, el hombre empieza a quemarse en llamas verdes y en menos de los cuatro segundos de rigor, sus huesos han quedado carbonizados en el suelo evaporando cualquier señal de su existencia previa.

Los demás levantan entonces sus espadas, pero ya es muy tarde. Ella ha sonreído.


Había ido cada día a verlo. Cada mañana sin falta, ignoraba las capas oscuras que lo escoltaban desde las pocas sombras del recinto y se dirigía a un camino que empezó a memorizar con cada paso desde la primera vez que lo hizo.

Con el epitafio olvidado, se dirigía ahora a los cuarteles subterráneos de Raíz, siendo acompañado por Yamato quien, siendo una sombra de comprensión, no decía una sola palabra y más que guiarlo a la celda 24 se quedaba a su lado como si intentara brindarle fuerza.

Entendía porque lo hacía, pero no le importaba. Estaba concentrado únicamente en quien estaba detrás de esa puerta cristalizada fortalecida con seis capas de mokuton y acero, sellada por el propio Jiraiya-sama con configuraciones de perro y zorro para que la persona dentro no pudiera siquiera visualizar si quiera donde iniciaba o terminaba su celda, dejando ver sólo cuando su visitante se dejara ver tras un sello.

El propio Uchiha Fugaku había proporcionado un sello de Amaterasu como un doble refuerzo en caso de que alguien intentara liberarlo. La misma Senju-sama había cortado las conexiones con sus muñecas para evitar que pueda hacer sellos.

Para cuando Itachi-san hizo una inspección final, encontró que estaba tan resguardado que él no agrego sello alguno, pero ordeno permanente observación, sellando a cualquiera que quedara como guardia para evitar ver el rostro y escuchar al encarcelado personaje, evadiendo que puedan ser tentados por cualquier propuesta que este pueda asegurarle a cambio de ayuda.

Las celdas estaban ubicadas en un piso muy inferior, el noveno – el décimo quedo clausurado eternamente -, y tan modernas como eran, se veía un pasillo oscuro al llegar, del cual las luces sólo iluminaban el medio de la habitación. Placas de acero con números se veían en el suelo y al llegar a la 24 un sello de pájaro era necesario para activar la alta iluminación, permitiendo ver al recluso adentro.

A diferencia de los encarcelados normales, a este no lo habían atado o esposado ni le habían cubierto la frente para evadir su ojo. Al contrario, excluyendo que tenía nula privacidad cuando era observado, considerando que su baño era un váter de metal – no porcelana - localizado al fondo, un lavadero al lado y una regadera sin paredes en la esquina, la celda contemplaba una cama flotante al otro lado, colchón y sabanas irrompibles para evitar el suicidio.

No había ventanas, pero los registros de ventilación estaban en el suelo por medio de canaletas en donde a duras penas una mano podría pasar; sin mesas, sin sillas, sin forma de arrancar los pocos muebles, sin vecinos oyentes o visibles, no había posibilidad de que el hombre dentro pudiera escapar.

Eso y los cuatro Anbu Raíz empotrados a cada esquina de su celda, escondidos en las paredes oscuras. Además de una alarma que se activaría al sensor de dos pasos de distancia de la celda.

Pero Kakashi sabía que todo eso era inútil. El hombre dentro no huiría. No podía huir porque él amaba a Konoha, a pesar de todo lo que escucho que dijo Hokage-sama sobre él. A pesar de las pruebas, a pesar de su colosal ejercito o haber sido cómplice de Akatsuki. No podía creerlo porque sí lo hacía entonces…

Uchiha Obito habría muerto realmente.

Pero ahora está parado justo frente a él, luciendo prendas limpias, con un pantalón y camiseta gris claro, con los pies descalzos y sin una máscara ocultando su rostro. Recargado en la pared frente tenía los brazos cruzados mostrando sus – dos - brazos bicolor trabajados llenos de venas latientes. Con vida.

Era Obito. Estaba vivo. Y estaba continuamente furioso. Aunque trataba de disimularlo muy bien.

Tomando asiento en la única silla de la habitación, fingiendo tranquilidad, Kakashi abrió su libro e improviso leer cuando Obito, fiel a su rutina no dijo nada hasta que Yamato ya tenía rato que había desaparecido.

- Buenos días para ti también Obito.

Y aquí era lo maravilloso para Kakashi. Obito guardaba un iracundo silencio, pero su expresión delataba cada emoción que estuviera experimentando.

Uno pensaría que el Uchiha habría criado a todas sus herencias con el mismo pensamiento estoico, pero Kakashi siempre supo que Obito fue único. Su compañero era una persona tan expresiva, y al parecer, el haberse ocultado bajo una máscara por años, le dio la oportunidad de que nadie pudiera ver sus expresiones, y, por tanto, él podía mover esos músculos faciales a su antojo. Jamás pudo disciplinarse para controlar por completo esa serenidad fría que usaban sus ancestros.

Y ahora mismo lo demuestra con una mueca de desprecio que le dedica a Kakashi, que casi parece prometerle que lo asesinará en un futuro cercano.

Había crecido fuerte, eso quedaba claro. Entrenándose cual ninja renegado. Con su cabello negro cuervo corto como siempre, emulaba a su apariencia infantil, era evidente que había heredado los buenos genes Uchiha; sin embargo, tras la catástrofe en el Puente Kannabi, la mitad de su cuerpo quedó gravemente dañada, a la vez que perdió su ojo izquierdo al cederlo a Kakashi. Todo el hemisferio izquierdo, quedó marcado por profundas cicatrices, similar a arrugas profundas, otorgándole una apariencia de anciano a simple vista.

Habían asignado a Morino Ibiki para interrogar a Obito; sin embargo, su compañero jamás sabrá cuanto peleo Kakashi contra Hokage-sama para conseguir este trabajo. Él podía, sabía que podía, sacar a Obito de sus redes mentales de quien fuera que le hubiera hecho esto.

Porque el Obito que recuerda, el que conoció jamás se habría denigrado tanto a si mismo para volverse un terrorista que actuara contra su más amada Aldea, poniendo en peligro a las personas que juro curar y proteger cuando se volviera un digno Hokage. Ese Obito jamás habría llegado a ser este que esta enclaustrado a no ser porque alguien, un enemigo de Konoha, le haya llenado de mierda el cerebro.

Eso ponía furioso a Kakashi. Alguien había envenenado el corazón de su mejor amigo por años.

Pero tan contrariado como estaba, se alegra infinitamente de que el Uchiha éste vivo.

Obito jamás se enterará de como Kakashi lloro encamado por horas, consolado por sus ninken, después de que regresará de ese informe con Hokage-sama hace tres semanas. Yamato, Sai y Sasuke, Sakura, e incluso una vez Itachi-san, le llevaron comida o lo cobijaron cuidadosamente los siguientes días, cuando regresaba a la casa de Shisui, cuando Obito se negaba a reconocerlo o hablarle.

Su corazón lloraba por lo que habían hecho a Obito pero también enfurecía prometiendo cobrar venganza en su nombre contra quien le hubiera cometido tal atrocidad.

El primer día que Obito lo reconoció fue desagradable.

El séptimo día desde su encarcelamiento, el Uchiha en desgracia había recibido la única visita de Fugaku-san, quien se retiró con la misma indiferencia con la que llego, no duro más allá de diez minutos, pero era evidente que lo que fuera que le dijo a Obito había tenido cierta grieta en su actitud porque ni siquiera se acababa de sentar el peli plateado cuando fue atacado verbalmente:

- ¡Eres tú quien debería estar encerrado, torturado hasta la muerte, maldito bastardo!

Arremetió contra la pared, pero bajo el sello ni siquiera podía atinarle a golpearla donde estaba realmente, haciendo que su furia hirviera aún más.

- Obit-

- ¡Cállate idiota! – resoplaba iracundo, dejando ver a Kakashi como Obito rompía esa máscara de frialdad para dejar salir su frustración - ¡Es tu culpa Kakashi! – El copia ninja contuvo el aliento cuando escucho el odio en su voz cuando lo nombro – Debiste ser tú, debiste ser tú – murmuraba para si mismo quien atenuó un poco el ataque.

- Obito – la compasión en su voz volvió a fundir lava en ese Sharingan que brillaba con odio.

- Dime Kakashi, ¿cómo se sintió? ¿Te satisfizo? ¿Te gusto el olor? ¿Te gusto el calor? – bajo la voz en un tono falsamente conciliador.

- Obito, ¿de que estas habl…?

- Adelante Kakashi, no seas tímido – su voz goteaba veneno – dime como se sintió atravesar la tierna carne de Rin con tus propias manos.

Kakashi retrocedió cual bofetada sintió por sus palabras.

- ¿Cómo se siente asesinar inocentes Kakashi? ¿Cómo se sintió desgarrar su joven corazón?

- Obito… Rin… había… - no pudo continuar hablando por el nudo en la garganta que desgarro sus cuerdas vocales.

El ojo cubierto de maldad y odio de Obito, giraba con vigor sus tomoes, convirtiendo la escena en la peor pesadilla de Kakashi.

No importaba cuantas veces sus pesadillas lo hubieran preparado para este momento, en donde Obito lo encaraba por la muerte de Rin. Ni el más horrible de los yūrei había sido capaz de hacer sentir al corazón de Kakashi como la mayor de las basuras.

Obito no paro su ataque ante un inestable copia ninja, quien se estremecía visiblemente:

- Como siempre, eligiendo el camino fácil Kakashi. Deshaciéndote de ella porque la convirtieron en una jinchūriki, no pensaste en ningún momento en otra solución ¿verdad? No, porque ella interfería con tu objetivo; porque Kakashi, el niño genio, el favorito de sensei, no podía permitirse perder ante el enemigo aún si eso costaba la vida de una niña inocente. ¡¿No es así Kakashi?! ¡Habla cobarde! ¡Dime cuanta gloria te trajo el cuerpo destrozado de la que pudo ser la mejor mujer que jamás conocerás en toda tu maldita vida!

Había dos vertientes aquí. Una, que Obito sabía desde hacía años como murió Rin, es por eso por lo que no pregunto por ella en todo el tiempo de su encierro. Y dos, le guardaba un rencor inmenso a Kakashi por ello. El copia ninja entendió lo último, claro. Él mismo se odiaba cada día, con cada respiración, con cada movimiento de sus manos, porque todo lo que él puede hacer, ella no podrá jamás.

A partir de entonces, Obito no volvió a hablar. No después de ese arranque de ira. Pero sólo a Kakashi le mostraba esas expresiones. No importaba quien se presentará a interrogarlo, sólo la indiferencia y el silencio los saludaban.

Pero era con Kakashi con quien dejaba salir su helada ira.

Y el copia ninja aguantaría cada silencio de su compañero. Él se quedará con él todo el tiempo que este encerrado hasta que se designe un juicio por su traición y, aún así, peleará a cada segundo a su lado.

Porque él no es el mismo Kakashi de diez años. Él lo sabe mejor ahora.

Así como Obito, Kakashi también está pagando una condena, una mental, una espiritual; junto a su compañero sufrirá la misma penitencia, porque no puede, sino rogarle que lo perdone, aunque sea imposible.

Se lo debe. Se los debe.

Por eso Kakashi esperará el tiempo que sea necesario, para que Obito vuelva a romperse y esta vez, él estará ahí para apoyarlo.


Algo en toda la situación me daba mala espina.

De hecho, era como si estuviera bajo genjutsu, pero he corroborado cuatro veces sensorialmente y he visto a Taicho hacer lo mismo, por lo que sé que no soy la única que se siente tan… ligera.

Estando haciendo un mapeo completo de Otogakure donde Taicho se ofreció a acompañarme junto a un séquito de Chunin de reconocimiento, y así como si se tratara de niebla invisible, sentí como algo se elevaba por debajo de la tierra, ocultándose, esperando.

Como si un velo de ilusión cayera sobre nosotros, pero era imposible. Taicho lo habría detectado hace kilómetros, en el amplio campo donde estábamos descansando un segundo; mi propio ninshu no revelaba nada extraordinario.

Fue entonces cuando, de entre el bosque quince hombres sobresalieron. Quince ninjas renegados que al ver a las tres kunoichi de nuestro grupo comenzaron a reír con lascivia; al verme a mí, comenzaron a silbar. Sin más, tome asiento sobre una piedra, esperando a que caminaran hasta donde nos detuvimos.

Lucían peligrosos, pero al final del día eran renegados de baja categoría. Y aunque ninguno de nosotros iba especialmente cargado hasta los dientes con armamento, no era necesario más que presionar un poco sobre cierto tendón o rompiendo uno de que otro codo para detenerlos.

Y aun así…

Taicho simplemente ordeno la estrategia a seguir y así se quedó evaluando el desempeño de los seis chunin machos de entrenamiento a Jonin, arremeter contra los toscos y sucios hombres. Casi parecía algo muy sencillo; parecían estar todo bajo control hasta que sentí algo que me congelo los huesos. Sin mascara que me cubriera, gire mi cuerpo hasta dar con el culpable de mi repentino miedo.

En el frenesí de la sed de sangre de los mercenarios y los cuerpos controlados de los de Konohagakure, observe como justo detrás de mí, a unos cuatro metros oculto entre los arbustos, un hombre de sonrisa torcida me veía como si me hubiera estado esperando todo el tiempo.

No fue la sonrisa atrofiada mostrando sus dientes insalubremente amarillos o la forma en que sus manos se quedaron inmóviles a sus costados totalmente ensangrentados. Fueron sus ojos.

Esos ojos los había visto antes.

No eran de él.

Eran de un muerto.

Entonces mientras termina mi cerebro de procesar lo que estoy viendo, me gire a toda velocidad, mi corazón late a toda prisa, siento la sangre bombear en mis sienes, mis brazos se tensan y mis nervios se ofuscan; todo ello tratando de buscar a la dueña de dicho poder. Sé que debe de estar aquí, pero antes de poder moverme, el hombre sonriente abre su boca para susurrarme con una voz que reconocería en cualquier parte:

- Du har skuffet meg, ninfu, kanskje jeg ikke burde la deg fri i verden. Du var ikke klar. Og det er tilfelle, jeg burde ikke forvente mye av Kitsune heller.

No había escuchado esa voz en mucho, mucho tiempo, sorprendiéndome la facilidad con la que detuvo toda respiración mía, todo procesamiento cerebral fue obstruido porque su voz sonaba irritada.

La misma voz rasposa y aguardientosa femenina que me contaba historias de terror para dormir en mi infancia.

Cuando termine de comprender lo que me dijo, mi corazón se quedó helado, mi piel se estremeció y me comencé temblar levemente mientras mi respiración se agudizaba, mis manos se detuvieron cuando el viento arreció con mi cabello obstruyendo mi vista un segundo.

Ella estaba… no. No. No. No. No. No. No. No. No. No. ¡Jamás!

Me siento tan ingrávida por el dolor que enrolla mi pecho por sus pesadas palabras, que no escucho la advertencia gritada con cierto nivel de pánico por parte de Taicho detrás de mí:

- ¡Muévete, Sakura!

Al mismo tiempo, siento como mi costado es atravesado por la mano de otro hombre, uno más bajo y demacrado que se escapó de las manos de los Chunin, pero que luce los mismos ojos de cadáver del otro tipo, una vez que su propósito está finalizado.

Su cuerpo se recarga sobre el mío, mientras su brazo continúa perforando mi baso, con uno de los más horridos jutsu para mí. Uno de castigo.

Arrojo lejos su cuerpo cuando el dolor físico impacta sobre mí, pero el daño ya estaba hecho.

Ella se encargó de hacerlo bien.

El cuerpo del hombre que me apuñalo, así como el del sonriente se desmoronan dejando únicamente ropas viejas y cadáveres cuya piel está en pleno estado de putrefacción, claramente de varias semanas en su estado mortuorio.

Los demás mercenarios empiezan a mostrar señales de los mismos ojos inertes y desenfocados con ese velo neblinoso tan característico.

Estoy cayendo de rodillas mientras siento el jutsu recorrer mi cuerpo a toda velocidad, pero Taicho es más veloz; está en menos del segundo a mi lado y empieza a cargarme a un lado del claro, el cual empieza a oscurecerse rápidamente, dejando la muerte impregnada donde antes había flores de todos colores.

Aun puedo moverme un poco, pero definitivamente me logro hacer daño como sólo ella sabe hacerlo.

Estoy tan impactada, sentada tan rota contra un árbol, que no pongo atención al rostro preocupado de Taicho quien está diciendo algo, pero sólo es aire vicioso lo que salen de sus cuerdas vocales. No entiendo nada de lo que dice, porque no me interesa entenderlo. Necesito verla a ella. La necesito.

Pero el dolor empieza a incrustarse en mi piel y me hace estremecerme violentamente. Hiperventilo bruscamente; Taicho se ha arrodillado junto a mí, inclinándose y más o menos entiendo lo que dice de forma casi desesperada:

- ¿Por qué no te estas curando? ¿Sakura?

La sangre empieza a salir de mi nariz, cosa que provoca que él abra los ojos de manera inusual y coloque sus dedos revisando mi pulso. Se asusta cuando siente el inigualable latido de mi corazón, me mira tan preocupado como jamás lo he visto antes, pero no me importa.

La necesito a ella.

Trato inútilmente de levantarme, manoteando tontamente, mirando a todas partes. Ella debe estar cerca, tal vez a uno o dos días, o tal vez cerca de un río, o tal vez en una pendiente, debo correr, debo ir a ella, debo…

- ¡¿Sakura?! – el barítono suena algo deformado en mis oídos por que el jutsu ya ha terminado de recorrerme y ahora atacara con fuerza.

No puedo respirar, no puedo moverme, y veo aquellos Sharingan distorsionándose en mi vista, por las alucinaciones que me invaden. Sombras desde mis puntos ciegos empiezan a bombardearme. Siento sus manos tratar de levantarme cuando me retuerzo en el piso, ahogada por el dolor.

Veo a los demás acercarse una vez que todos los muertos caen al suelo al mismo tiempo que lo he hecho yo, creo distinguir la inquietud de los chunin desconcertados, pero lo que más siento es el dolor que me recorre todo el cuerpo de una manera poderosamente paralizante.

- … Raiton – logré murmurar entre dientes sabiendo que no soy capaz de responder ninguna pregunta, pero sé que Taicho podrá resolverlo.

- …lante… Kura – escucho ininteligibles palabras – gre… Konoha… ra mismo…evo… -

Su voz se pierde para mí en el momento en que intenta cargarme, porque el dolor se incrementa exponencialmente y me hace gritar por primera vez en años.

Trato de contener mis gritos mordiendo mis labios y presionando mi garganta, arañándome a mí misma presa de mi fuerza cuando siento hilos de mi sangre descarriarse por mi piel, pero no puedo evitar dejar salir quejidos de colosal dolor que seguramente están asustando a todos.

Siento los brazos de Taicho dejarme en el suelo de nuevo de forma cuidadosa y su voz suena tan preocupada y ansiosa cerca de mi oído esta vez:

- Necesito hacerlo, Sakura. Lo siento.

La oscuridad se lleva mi consciencia inmediatamente.

Mi último pensamiento no es por el agradecimiento del dulce sueño lejos de la agonía a Taicho gracias a su golpe en mi nuca, sino en lo inútil que me he convertido para poder perseguir a Obāsan-sama.