La lucha era constante y salvaje, Inuyasha no se rendiría ante el hombre que le había arrebatado a su compañera, el siempre iría a por ella sin importar la distancia, la adversidad y el lugar, el se había jurado a si mismo protegerla de cualquier cosa y ante esa fuerte convicción su espada resonó con fuerza, desenvainando a una roja Tessaiga para clavarla en una barrera que se quebró como si de un cristal se tratase, dejando a un sorprendido Yui que sin tiempo a pensar fue lastimado por una garra que perforó su cuerpo cerca del corazón.

Inuyasha sonrió victorioso, el aroma de Kagome le lleno por completo su olfato, al fin la tendría; pero la sonrisa oscura del perforado cuerpo que aún sostenía su brazo lo sorprendió.

-Infeliz - bramó - como puedes estar vivo después de esto - la voz de Inuyasha era áspera y ronca, digna de la más pura ira en su interior removiendo el brazo en un Yui que le escupió el rostro, alcanzando a ensangrentarle la mejilla al peliplata

-Te dije que ella... - su voz se detuvo un instante mientras la sangre brotaba de su boca - ella me protege mientras este vi...

Aquellas palabras no hicieron más que alimentar al hanyou que sin vacilación extrajo el brazo del perforado pecho de Yui haciendo gemir en el acto y seguido a su movimiento una flecha lo impacto en la cabeza, cayendo inerte a la base de los pies descalzos de Inuyasha quién miró sorprendido a Yui y luego a Kikyo, encontrando muy acertado su movimiento y corriendo inmediatamente hacia Kagome.

-Kagome... - la llamo al tomarla con suavidad y acomodarla en su regazo, ella estaba maltratada, su cuerpo era frágil ahora y su respiración era más débil de lo necesario - estas tan mal...

Se lamentó al tardar tanto en llegar a ella mientras la tomaba en brazos para salir de la cueva con la miko, sintiéndose aliviado de saberla ahora con él; era lo más importante.

-¡Kagome! - grito Shippo al verla en brazos de Inuyasha y acercándose una vez que estuvo frente a él en tierra firme, ella no se veía bien, así que le dirigió una mirada inquieta a Inuyasha y el asintió con seriedad. Estaba seguro que lo que haría sería llevarla con Kaede lo más rápido que pudiesen.

-Oh Kagome! -dijo Sango preocupada al ver a su amiga en aquel estado, tanto ella como Miroku se hallaron preocupados al unísono - debió soportar mucho mientras aguardaba por nosotros... - susurro acercándose a Inuyasha para retirar las cuerdas que le ataban brazos y pies a su amiga.

-Detesto verla así... - dijo un Inuyasha más calmado, aspirando el cabello de la mujer en sus brazos, no tenia el mejor aroma pero había un vestigio de su aroma favorito oculto detrás de toda la mugre que ella tenia ahora - debo llevarla con Kaede ahora... - aseguró

Miroku, Shippo y Sango subieron en Kirara mientras Inuyasha se preparaba para avanzar, no sin antes ver a Kikyo quien asintió y le señalo el camino con una mano, agradeciéndole su comprensión; se marcharía ahora dejando algo pendiente entre ellos y ese algo el debía aclararlo pronto o nunca podría abrirse como deseaba hacerlo.

La velocidad que estaba tomando casi era inhumana, se balanceaba sobre la copa de los arboles con un fulgor que lo llenaba por completo de alegría y de inquietud mirando cada cierto tiempo a la miko dormida en sus brazos. Una vez en la aldea de Kaede aterrizo como alma que lleva el diablo asombrando a los aldeanos que lo vieron llegar con tal furor y preocupándose al mirar a la miko en sus brazos.

-KAEDE! - grito Inuyasha caminando a paso acelerado hasta llegar a la casa en cuestión, sin dejar de llamar a la mujer - Kaede!

-Inuyasha...pero que es todo ese alboroto - dijo pasivamente la sacerdotisa que guardo silencio al ver tal escena - ven entra muchacho... ¿Qué ha sucedido Inuyasha? - preguntó al indicarle el lugar donde podía depositar a Kagome.

El se sentó junto a la inconsciente Kagome al tiempo que relataba una larga y tortuosa historia mientras la sacerdotisa examinaba el cuerpo de la miko, tomando primero sus manos para untarlas con un ungüento de hierbas ideal para las quemaduras por fricción y masajeando la zona en busca de alguna fractura que no había, aliviándose al darse cuenta.

-¿Y bien? - preguntó Inuyasha

-No hay daños graves en sus muñecas - dijo girándose un segundo para lavar sus manos y moverse a los pies de la miko para frotarlos y lavarlos un poco - Espero que no exista ninguna lesión en sus tobillos ... - susurro con esa tranquilidad que la caracterizaba

-Esta herida? - pregunto nuevamente Inuyasha escuchando a las afueras de la casa el suave aterrizaje de Kirara junto a sus amigos, ellos habían llegado.

-Cálmate Inuyasha, no hay un daño mas que las quemaduras por las cuerdas que la ataban - dijo mirándolo un instante para masajear ahora los tobillos de Kagome - Recuérdame muchacho... ¿Cuánto tiempo estuvo atada?

-No estoy seguro - respondió con vergüenza, no estaba seguro del tiempo que paso sin la miko - ...mas de tres noches quizás, no puedo saberlo con exactitud, no lo recuerdo...

-Entiendo ... - su silencio fue apremiante y reconfortante para el hanyou, él se miraba bastante preocupado - al ver este moretón en su rostro... - comenzó de nuevo al tocar con cuidado la mejilla femenina - probablemente ese hombre le haya dado dos bofetadas... - sintió a Inuyasha tensarse y agrego - nada que un par de días, un baño y el suficiente descanso no puedan curar - Dijo para secar sus manos luego de lavarlas y salir de la cabaña con el cuenco de agua y la canasta con las hierbas medicinales utilizadas en Kagome.

A las afueras pudo escuchar con claridad las suaves palabras "acompáñenme por favor, ellos necesitan un corto tiempo" junto a los pasos alejarse de la anciana sus amigos, encontrándose solo con una Kagome llena de olores de ungüentos que para nada le agradaban pero que podía soportar solo por el hecho de tenerla frente a él otra vez. Se aseguraría de velar su sueño y esta vez no permitiría otro descuido como ese.

-No tardes demasiado en abrir los ojos Kag ... - susurro tiernamente acariciando el flequillo de la frente femenina con ternura - ... estoy esperándote...