CAPÍTULO UNO
El guerrero Edward Masen no dudo en disparar su blaster, matando al Zaludiano que intentaba impedirle entrar en la cueva. Nunca se había preocupado por los Zaludianos. Eran una raza de carroñeros que viajaban por los Universos Conocidos en busca de recursos descartados que pudieran usar y vender. Y parecía que habían decidido extraer los débiles cristales de energía que quedaban en el Ponto mientras la atención de los Kaliscianos se centraba en el otro lado de su Imperio, rechazando la amenaza de Ratak allí.
Pudo haber sido capaz de perdonarlos por ser una especie oportunista, pero no pudo perdonar su brutalidad. Hace seis semanas, el emperador Jasper Whitlock del Imperio Torniano regresaba de una reunión con el emperador Kaliszian cuando su nave se encontró con pandilleros que cruzaban entre los Imperios. Los pandilleros fueron expulsados del Imperio Torniano, por lo que el Emperador Whitlock les disparó, y luego detuvo la nave Gangliana. Debería haber terminado ahí, pero cuando el Emperador regresaba de inspeccionar la nave Ganglián, con una hembra maltratada que había descubierto, una nave Zaludiana atacó e hizo que la nave del Emperador se estrellara en el Ponto. Las fuerzas combinadas de los Imperios de Tornios y Kaliszios tardaron casi una semana en localizar el Emperador debido a una tormenta terrestre en el Ponto.
Una vez que la tormenta terminó, el Emperador Torniano y la hembra que había puesto bajo su protección abandonaron el Ponto. Fue cuando el Emperador de Edward -el Emperador Jacob Black- ordeno a el General Emmett McCarty -el Comandante Supremo de las Defensas Kaliszianas- y a sus Guerreros de Elite que investigaran por que los Zaludianos habían atacado. Edward era uno de esos Guerreros de Elite. Lo que descubrieron había sido chocante incluso para los guerreros experimentados. Los Zaludianos habían reabierto las antiguas minas de cristal de poder en el Ponto, y estaban utilizando mano de obra eslava ilegal en ellas. Este era el sexto sitio que habían encontrado, y con cada uno estaban encontrando mas y mas cuerpos. Esto les decía que había estado sucediendo mucho mas de lo que nadie se había imaginado.
Metiéndose en la siguiente apertura, disparo de nuevo matando a otro Zaludiano. Este llevaba las cuentas rojas de mando alrededor de su cuello. Edward hubiera preferido usar la espada atada a su espalda. Quería que los Zaludianos sufrieran solo una parte de lo que sus victimas sufrieron en sus manos, pero en los estrechos confines de la mina no podía hacer eso. Su mirada recorrió la habitación, asegurándose de que había eliminado todas las amenazas. Estaba apunto de seguir adelante, cuando se dio cuenta de que una forma inmóvil yacía sobre una plataforma de piedra. Acercándose mas, sintió que se quedaba sin aliento. Yaciendo allí tan quieta estaba una hembra restringida y severamente golpeada cuyas cubiertas apenas se mantenían unidas. En nombre de la Diosa, ¿Qué hacían los Zaludianos con una mujer, especialmente con una como esta?.
Los Zaludianos se parecían a los Kaliscianos ya que caminaban sobre dos piernas y tenían dos brazos, pero ahí era donde terminaba cualquier parecido. No tenían pe4lo en la cabeza, no tenían honor y lo que es mas importante, no podían unirse a ninguna hembra que no fuera de su propia especie, por que sus órganos reproductores estaban en un lugar completamente diferente. Solo habrían tenido uso APRA una hembra como esta. Para venderla a una casa de recreo. Buscando comunicación, Edward pidió ayuda.
—¿Qué tienes, Edward?— el Comandante Alec Vulturi entro a la habitación y encontró al Guerrero Masen, un Líder de Escuadrón, completamente quieto mientras miraba lo que parecía ser una pequeña criatura en la mesa de piedra.
—Una mujer— le dijo Edward.
—¡¿Qué!?— Alec se apresuro a ponerse al lado de Edward, mirando a la criatura con incredulidad —¿Por qué en el nombre de la Diosa tendrían una hembra? ¿Estas seguro de que es femenino?— Alec no estaba seguro de que Edward hubiera estado con muchas hembras, sin importar la especie, ya que la apariencia de Edward desanimó a muchas. Edward era un macho masivo para cualquiera. No tanto en altura, ya que tanto Alec como el General eran mas altos, lo era la circunferencia de Edward, que era todo músculo. Debido a su aspecto, muchos lo evitaron, especialmente las mujeres. No ayudó que rara vez hablara, prefiriendo dejar que su espada lo hiciera por él.
—¡Si! ¡Dame la cubierta!— exclamo Edward, impaciente. Frunciendo el ceño Alec le entrego lo que le había traído a Edward, y observó como Edward cubría a la hembra y luego la recogía cuidadosamente, de modo que su cabeza descansaba sobre el corazón en su pecho montañoso.
—Necesito llevarla a Luol— Alec sabia que tendría una pelea si intentaba detener a Edward. También sabia que perdería la pelea.
—Toma el transporte de Emmett. Informare al General— Alec se giro para irse y luego se detuvo cuando su pie pateó algo. Mirando hacia abajo, vio una restricción metálica destrozada. Estaba apunto de preguntarle a Edward, pero Edward ya se había ido.
Bella no estaba segura de donde estaba. Sabia que alguien la estaba cargando, pero no sabía quién. Todo lo que sabía era que por primera vez en lo que parecía una eternidad, se sentía segura. ¿Por qué fue eso? El profundo estruendo bajo su oreja la obligó a abrir los ojos para encontrar ojos brillantes, de color verde púrpura, mirándola fijamente. Ella vio sus labios moverse, sintió la vibración en su pecho, pero no pudo entender lo que él estaba diciendo.
—¿Qué?— susurro ella, encontrando que una palabra era una lucha, y luego se encogió de hombros ante el enorme fruncir de ceño que llenaba si visión.
Edward no podía creer lo que estaba escuchando. La pequeña hembra en sus brazos hablaba Zaludian, y aun mas extraño, no parecía entender Kaliszian.
—¿Me entiendes ahora?— pregunto cambiando a Zaludian.
—Si— Bella no podía describir como se sentía al saber que la entendía.
—¿Qué tienes ahí, Edward?— pregunto Tyler. Los ojos de Bella siguieron a los verde brillante, y luego se acobardo en sus brazos cuando descubrió a varios seres grandes mirándola fijamente.
—¡Sigue adelante, la estas asustando!—
—¿Ella?— el otro guerrero se inclinó para mirar mas de cerca y Bella empezó a temblar —¿Estas seguro que es femenino?—
—Muevete o me aseguraré de que todo tu entrenamiento se haga sólo conmigo durante la próxima semana— esa amenaza hizo que ambos machos avanzaran rápidamente —no temas, pequeña— Edward se encontró tirando de ella, susurrándole en la oreja —juro que estas a salvo— se echo hacia atrás un poco y la encontró mirándole fijamente —¿Cómo te llamas, pequeña?— Bella se encontró perdida en esos ojos brillantes, y por un momento, fue como si hubiera vuelto a casa.
—Isabela, Isabela Swan— susurró débilmente, luego el cansancio se apoderó de ella y se desmayó.
—¿Qué es lo que me traes, Edward?— el curandero Carlisle se burló del enorme guerrero que irrumpió en su unidad medica.
—Una hembra. Lastimad por los Zaludianos—.
—¡Una hembra!— Carlisle perdió su porte burlón y rápidamente te fue a la cama —acuéstala aquí. ¡Cuidado!— la ultima palabra fue innecesaria mientras Carlisle observaba al guerrero pesado acostar a la hembra como si fuera la cosa más frágil del universo —veamos con que estamos lidiando aquí— abriendo la capa que había sido envuelta con seguridad alrededor de ella, Carlisle aspiró con dificultad al ver lo que encontró —¡Diosa!— alcanzando ciegamente su escáner de mano, comenzó a manejar la maquina mientras observaba visualmente el daño hecho a esta pequeña hembra. Mientras su cara estaba muy magullada, Carlisle sabía que esas heridas se reparaban fácilmente. Era el resto de ella la que lo tenia preocupado. Nunca había visto un cuerpo tan delgado. Mientras que su cara estaba hinchada y magullada por los golpes que había recibido, el reto de su cuerpo era lo opuesto. Podía contar cada costilla, y la forma en que su piel estaba tirante sobre los huesos de la cadera… nunca había visto nada igual —¿Cuánto tiempo estuvo retenida?— pregunto Carlisle.
—No lo sé—.
—¿De donde es ella?—
—No lo se—.
—Bueno, en nombre de la Diosa, ¿Qué conoces, Guerrero Masen?— pregunto Carlisle frustrado. Nunca antes de había encontrado una mujer así.
—Se que su nombre es Isabela Swan, y que no es Kaliszian—.
—¿Y como sabes eso?—
—Porque sus ojos son hermosos, de color marrón dorado, pero no brillan—
—¿De verdad?— Carlisle recogió un pedazo de su sucio y opaco cabello —¡Entonces explícame como puede usar esto!— los ojos de Edward se abrieron de par en par, y se hecho hacia atrás agarrando la trenza que contenía sus dos cuentas de Suja mas importantes; una seria para su Ashe, y si la Diosa lo bendecía, la otra para su Verdadera Compañera. Su verdadera cuenta de compañera había desaparecido —supongo que no lo sabías—.
—No— dijo el ronco susurro de Edward —ayudala, Carlisle— sus ojos verdes rogaban.
—Hare todo lo que pueda por tu verdadera compañera, Edward, pero nunca he tratado a una como ella antes. Solo podemos rezar a la Diosa para que la unidad de reparación profunda pueda ayudarla— Carlisle presionó el botón que activaba la maquina y al cerrarse la tapa de la cúpula, Carlisle se sorprendió al ver a Edward caer de rodillas y comenzar a rezar.
Como Comandante Supremo de las Defensas Kaliscianas, el General Emmett McCarty era un guerrero experimentado. Había estado en cientos de batallas, había visto y había librado mas de una vez la muerte. Pero mientras estaba de pie en la estrecha cornisa fuera de la mina, mirando la carnicería en la grieta de abajo, la repulsión lo lleno.
—General— la llamada de su segundo al mando y amigo de toda la vida, Alec, hizo que Emmett se volviera hacia él.
—¿Qué pasa Comandante?—
—Descubrimos otro grupo de sobrevivientes—
—¿Jerboaianos?—
—No. Yo… nunca antes me había encontrado con una especie como ellos. Son similares a nosotros, pero mucho mas pequeños, pero no tan pequeños como los Jerboaianos. Sus ojos no brillan, y su pelo cubre toda su cabeza como los Tornians pero en diferentes colores. También tienen pelo en la cara como los pandilleros, y algunos incluso lo tienen en el cuerpo—.
—¿Qué?— Emmett frunció el ceño ante su segundo. Nunca había oído hablar de una especie que fuera una mezcla de las tres poderosas de los Universos Conocidos.
—lo sé, es muy confuso. Hasta que consigamos que usen un educador con el idioma Kalisciano, solo podemos hablarles en Gangliano o Zaludiano.—
—¿De que estas hablando?— pregunto Emmett.
—Ganglios y Zaludios parecen ser los únicos idiomas que entienden. Hablé con el que parece ser su líder, y dice que los pandilleros los capturaron en su mundo natal. Un lugar al que llaman Tierra. Esos eran los únicos idiomas que se les enseño. No reconozco el idioma que hablan entre ellos—
—Eso es imposible. Nuestros educadores están programados con todos los idiomas conocidos. Que no reconozca el de ellos solo puede significar…—
—Que son una especie desconocida— termino Alec por él.
—Llevame con ellos.—
—Si, General— Alec asintió con la cabeza y luego se giró y se dirigió hacia la cueva —hay una cosa mas, General—
—¿Qué?— pregunto Emmett.
—Había una hembra herida que el Guerrero Masen descubrió en una de las cuevas exteriores. Le ordené que la llevara de vuelta a la base para su tratamiento en su transporte.—
—¿En el mio?—
—Si, es la mas rápida, y parecía estar en mal estado.—
—Muy bien, ¿Cuál es el problema?—
—Parece que la hembra es una de las especie desconocida, y han estado exigiendo saber dónde esta.—
—¿Qué les dijiste?—
—Que estaba siendo tratada por sus heridas. Es esta— Alec señalo hacia la abertura de la cueva a su izquierda.
Agachándose, Emmett entro en la cueva que Alec había indicado y estaba agradecido de que una vez dentro de la cueva pudiera ponerse de pie a su altura completa de seis pies y ocho pulgadas. Los Kaliscianos crearon estas cuevas mientras extraían los poderosos y abundantes cristales de energía que una vez contenía el Ponto. Los cristales comenzaron a desaparecer hace quinientos años hasta que solo quedaron cristales muy débiles. Hace cientos de años se detuvo toda la minería en el Ponto, ya que no había mercado para los cristales mas débiles. Parecía que los Zaludianos habían encontrado uno.
Ante él, acurrucados en un rincón, estaban los machos que Alec había mencionado. Eran tal y como Alec los describió, solo que omitió lo sucios que estaban o que la ropa que llevaban puesta seria considerada harapos en el mejor de los días. No había forma de que pudieran evacuarlos con lo que llevaban puesto. El sol del Ponto se estaba poniendo, llevando consigo el calor del día, y no sabía si los cuerpos de estas criaturas no podían compensar el cambio de temperatura como los Kaliscianos.
—Que traigan las capas— ordeno Emmet por encima de su hombro.
—Si, General— Alec sacó su comunicador de su cinturón retransmitiendo la orden.
—Soy el General Emmett McCarty, Comandante Supremo de las Defensas Kaliszianas— dijo Emmett en Zaludiano, con la mirada fija en el grupo que se lamentaba —¿Quién habla por ustedes? ¿Quién es su lider?— un hombre delgado, con el pelo sucio y enmarañado en la cabeza y la cara, se separo del grupo.
—Yo lo hago.—
—¿Cómo te llamas a ti mismo?—
—Craig. Mi nombre es Craig Collins—.
—¿Y tu especie?—
—Humano.—
—¿Cuánto tiempo llevas aquí, Craig Collins?— Emmett sabía que no podía haber sido mucho tiempo, no con los pequeños y débiles que parecían. la cantidad de trabajo que los Zalidianos les habrían exigido los habría matado en pocos días.
—No tenemos idea— Emmett vio a los demás asentir con la cabeza —¿Dónde esta Bella? ¿Qué has hecho con ella?—
—¿Hablas de la mujer herida que encontramos?— pregunto Emmett.
—Si.—
—Ella esta siendo transportada a nuestra base para que nuestro Sanador pueda tratar mejor sus heridas.—
—¿Por qué deberíamos creerte?— pregunto otro hombre. El profundo gruñido de Alec hizo que todos los machos se adentraran en la cueva. El insulto que el pequeño humano acababa de lanzar hacia su General cuestionaba el honor de un Guerrero Kalisciano. Nadie hacia eso y vivía. Emmett puso una mano en el brazo de Alec para contenerlo de desenvainar su espada, y luego Emmett giro hacia Alec.
—Parece que tiene razón, Comandante, no saben nada de notros. Así como nosotros no sabemos nada de ellos— la mirada de Emmett volvió al grupo —no entienden que insultar el honor de un guerrero Kalisciano de tal manera equivale a desafiarlo a un combate a muerte— vio como los machos se hundían aun mas en la cueva —seremos generosos con ellos esta vez— enfatizó la palabra "vez" —ya que fue la ignorancia del hombre lo que lo hizo hablar y no que me esta desafiando— cuando nadie habló continuo —bien. Como dije, su hembra esta siendo transportada a nuestra base. ¿Hay alguno entre ustedes que sea su pareja?— el silencio reinó durante varios momentos antes de que Craig se adelanto de nuevo y contestó.
—No—.
—Entonces, después de que nuestro Sanador la haya curado, si ella desea reunirse con ustedes, se lo permitiremos— le dijo a Craig —se les traen los revestimientos exteriores. Les protegerán de las condiciones aquí en el Ponto. Una vez que se los pongan, los escoltaran hasta el área de carga donde los otros sobreviviente están esperando. Serán llevados a nuestra base— Emmett se detuvo dejando que su mirada viajara por encima de ellos —a menos que quieran quedarse aquí—.
—No lo queremos— respondieron inmediatamente. Con un movimiento de cabeza Emmett se giro sobre su talón y abandonó la cueva.
—¿Qué opinas, Rosalie?— pregunto Craig en voz baja. Rosalie salió cuidadosamente de donde había estado escondida desde que escucharon los inconfundibles sonidos de batalla. No había podido ver quienes habían entrado, pero había podido oírlos.
—No creo que podamos hacer mucho, pero por lo que el General dice parece ser el que manda aquí.—
—Pero…—
—No podemos quedarnos aquí, Craig. Sabes lo que Bella y yo descubrimos fuera de esta mina. Nunca sobreviviremos a condiciones tan duras, y además de eso, no podemos abandonar a Bella.—
—¿Qué hay de ti? ¿y si descubren que también eres mujer?—
—Nos ocuparemos de eso si o cuando ocurra. Ahora mismo tenemos que llegar a Bella— los sonidos de alguien que se acercaba hicieron que los hombres se giraran mientras Rosalie se agachaba para que no la vieran, pero aun así podía mirar entre los cuerpos.
—Humanos— el macho parecía burlarse —soy el Guerrero Dimitri. El General McCrty me ha puesto a cargo de asegurar que lleguen al transporte. Estos— levantó el brazo antes de tirar lo que tenía en el suelo —son revestimientos. Pónganselos— cruzo los brazos sobre el pecho y los miro fijamente. Lentamente Craig se adelantó, vigilando a Dimitri mientras recogía las cubiertas, y luego dio un paso atrás para repartirlas. Lo que descubrieron fue que la -cubierta- era en realidad una capa con una gran capucha. Seria perfecto para disfrazar a Rosalie —¡Date prisa!— ordeno Dimitri enfadado —¡Todo el mundo esta esperando!— Rosalie se puso la capa pesada tan rápido como pudo.
Obviamente fue hecho para un Kaliszian, ya que sus mangas colgaban a una buena distancia de las puntas de sus dedos y había, al menos, un pie extra de ella en el suelo. Pero tenían una capucha y ella la levanto rápidamente, dejándola caer hacia delante cubriéndole la cara. Levantando todo el exceso de longitud que podía, asintió a Craig diciendo que estaba lista. Craig y Paul flanqueaban a Rosalie mientras seguían a Dimitri a través de los túneles, cada uno agarrando uno de sus codos ayudándola a mantenerse a pesar de que ella sabía que el paso rápido también era duro para ellos. Finalmente disminuyeron su velocidad al pasar por la entrada de la mina y estar en un paisaje que se oscurece rápidamente.
—¡Dimitri!—
—Si, Comandante— Dimitri se volvió hacia Alec, que estaba de pie a unos metros de distancia.
—¡Subanlos al transporte! Se acerca una tormenta de tierra— ordenó y se volvió para Hablar con otro Guerrero.
—¡Si, Comandante!— Dimitri se dio la vuelta y empezó a empujarlos —¡Muevanse!— Rosalie se sentí tan atrás en su asiento en el transporte como pudo, con los delgados hombros de Paul y Craig haciendo todo lo posible para impedir que otros la vieran. Mirando a través de la habitación, vio a varios Jerboaianos acurrucados juntos contra la pared opuesta. No estaba segura si eran los mismos que habían llegado con ellos porque les faltaban grandes manchas en la piel. Cuando los Guerreros Kaliscianos empezaron a entrar en acción, ella bajo aún mas su capucha, esperando pasar desapercibida.
—¿Están todos contados, Comandante?— pregunto Emmett.
—Si, General— contesto el Comandante.
—Entonces sácalos de aquí.—
—Si, General.—
—¿Cómo está?— pregunto Edward, aun de rodillas al lado de su verdadera compañera.
—Mejor de lo que esperaba. La buena noticia es que la unidad de reparación pudo escanearla y diagnosticar lo que necesita para recuperarse—.
—¿Qué es lo que no es bueno?—
—Lo que no es bueno es que tenga un peso muy inferior al normal. Aunque su salud general parece buena, su cuerpo ha sido severamente estresado y agotado de algunos nutrientes muy vitales. Tomara tiempo para que la unidad reemplace lo que ha perdido.—
—¿Qué hay de sus otras heridas?—
—No te preocupes, Edward. La unidad de reparación profunda los arreglara fácilmente. ¿Cuánto tiempo la tuvieron los Zaludianos?—
—No lo sé.—
—¿Hay mas como ella?—
—Yo tampoco lo sé. Me fui tan pronto como la descubrí.—
—Probablemnte le salvaste la vida. No había sobrevivido a muchos mas abusos.—
—¿Abusos? ¿Fue abusada? ¿Por quien? Los Zaludianos no pueden…—
—¡No, Edward! ¡No ese tipo de abuso! Lamento que mis palabras te hicieran creer que tu Verdadera Compañera había sido abusada sexualmente. La unidad de reparación profunda no encontró evidencia de eso.—
—¿Entonces a que te referías?— Edward aspiró con un aliento áspero tratando de calmar su palpitante corazón.
—Quiero decir que no había sobrevivido a otra paliza. Se pequeño cuerpo había alcanzado su limite para poder repararse a si mismo.—
—Es pequeña, ¿verdad?—
—Si.—
—Ella lo es… ya es mayor, ¿verdad, Carlisle?— el estomago de Edward se hundió ante la idea de que podría haber encontrado a su Verdadera Compañera cuando ella aún era joven. Había oído historias de cuentas de Suja haciendo esto, y mientras esperaría voluntariamente a que ella llegase a la mayoría de edad para reclamarla, sabía que seria una tortura.
—Todos mis hallazgos muestran que, para su especie, ella esta completamente desarrollada— le aseguro Carlisle.
—Gracias a la Diosa.—
—Eso no significa que puedas reclamarla inmediatamente, Edward. Tendrás que tratarla con mucho cuidado. Porque no solo es mucho mas pequeña que nuestras hembras, sino que su cuerpo ha sido estresado mas allá de cualquier otra cosa que haya visto. Si sobrevive…—
—¿Si? ¿Qué quieres decir con si?— Edward se elevo a toda su altura, su ira se oía fácilmente.
—Guerrero Masen…— ambos hombres se congelaron cuando la mujer entre ellos grito repentinamente.
—¿Qué pasa?— Edward miró desesperadamente a Carlisle —¿Esta sufriendo?— Carlisle comprobó la lectura de la máquina y agitó la cabeza.
—No, no lo creo. Parece que tu Verdadera Compañera esta reaccionando a tu ira, Guerrero Masen.—
—¿Qué?—
—Esta bien documentado que con el tiempo Verdaderos Compañeros se darán cuenta de las emociones del otro. Es parte del vinculo, pero nunca había oído que ocurriera tan pronto o que fuera tan fuerte, pero eso también puede que no sea lo que estamos presenciando—.
—¿Por qué no? ¡¿Crees que no soy lo suficientemente digno para merecer una Verdadera Compañera?!—
—No, Edward, no creo que sea así— Carlisle rápidamente le tranquilizó —se que eres mas que digno de una Verdadera Compañera. Todo lo que intentaba decir es que no sabemos nada de ella ni de los de su especie. Sus reacciones podrían no significar lo que pensamos.—
—Pero, ¿Has oído antes que el vinculo es tan fuerte?—
—Si, pero como dije solo con Verdaderos Compañeros— le echo una mirada de consideración a Edward —Vamos a probarlo. ¿Estas tranquilo ahora mismo?— Edward frunció el ceño.
—Si— ambos miraron a Isabela y vieron que estaba descansando cómodamente.
—Bien. Entonces te ordeno que dejes esta hembra y no vuelvas nunca mas.—
—¡¿Qué?!— Edward rugió, y mientras lo hacia Isabela comenzó a golpear y gritar violentamente en la unidad de reparación.
—Tranquilo, Guerrero Masen, o tu Verdadera Compañera de hará daño a si misma.—
—Pero…—
—Esa era la prueba, Edward. Para ver si podías haberte unido tan rápido. Nunca esperé una reacción tan violenta de ella. Lo siento… y te felicito, Guerrero Masen. Has encontrado a tu Verdadera Compañera.—
—Pero…— metió el dedo en la cuenta que quedaba en sus trenzas, la que él debía ofrecer y ella debía aceptar.
—Dale tiempo, Edward. Eres un hombre digno, un Guerrero noble. Necesitará tiempo para adaptarse, tiempo para conocerte, pero no tengo ninguna duda de que te la ganaras. Nunca he oído hablar de una Verdadera Compañera que no acepte la cuenta de Ashe de su Compañero. Felicitaciones de nuevo, Edward. La Diosa te ha bendecido con una Verdadera Compañera.—
—Yo…— Edward palideció un poco. El regalo mas grande que la Diosa podría dar a un hombre era tener una Verdadera Compañera. Sintió que su mundo combiaba.
—Va a necesitar mucha comprensión y atención— advirtió Carlisle.
—Puedo darle eso.—
—espero puedas, Guerrero Edward. Porque si no puedes, me temo que se perderá algo mas que tu Verdadera Compañera.—
