Introdujo la mano de forma lenta y cuidadosa dentro del bolsillo, como si lo que estuviese dentro fuese a quemarle. Tomó aquella fruta del diablo con el cuidado y miedo que no tuvo en aquel instante en el que la robó, y la observó detenidamente a poca distancia de su rostro.
"La Gura Gura No Mi" pensó, "es esto lo que puede hacer que un hombre sea capaz de destruir el mundo".
TOC TOC TOC
Alguien llamó a la puerta tras de sí y ella se sintió morir por un instante. No quiso pensar mucho y escondió la fruta bajo la almohada de su cama. Un lugar tonto pero en eficaz en términos de evitar que alguien pudiese verla.
-¿Qu-quién..? – carraspeó - ¿Quién es?
-Hola, Irina – comentó Kito tras la puerta - ¿sabes que hoy nos dejaron noche libre, no?
Suspiró de alivio. Fue hacia la puerta y abrió teniendo a un Kito un tanto avergonzado.
-Hola Kito, perdona. Sí, sí, me lo comentó Kentaro justo hace un momento, aunque seguramente no salga del barco y descanse.
A pesar de que habían estado "encerrados" en un barco durante casi mes y medio, lo cierto es que estaba agotada tras los entrenamientos de Garp y las tareas diarias del barco. Sin olvidar, por supuesto, que tenía algo escondido de lo que no quería separarse.
Kito, sin embargo, se vio desilusionado tras escuchar a Dámaris.
-Ah, es que… bueno, pensé en… que podíamos ir a comer a un sitio… ya sabes… siempre comemos lo mismo de los cocineros, así que pensé…
Ahora entendía. No era un secreto que Kito tenía ciertos sentimientos hacia ella, sobre todo por lo nervioso que se ponía siempre que estaba cerca, pero por desgracia estos no eran correspondidos. A Dámaris le daba cierta ternura el chico, pero él era sólo eso, un chico que aún no descubría lo que es la vida, inocente e inseguro. Estaba segura de que podría encontrar a una chica que pegasen como con cola, pero al menos ella no lo sería.
Además de que era algo menor que él.
-Pues lo siento, Kito. Ya sabes, las palizas del Vicealmirante me han dejado hecha trizas… Necesito descansar ahora que tendré paz en el barco y no a mil monos gritando y yendo de aquí para allá, ya sabes.. – intentó darle algo de gracia al asunto para intentar alegrar un poco a su compañero, pero apenas consiguió una leve sonrisa.
-Vale, bueno… espero que la próxima vez puedas. Eh… yo… iré con el resto de compañeros… que descanses – y apenas iba a contestarle pidiendo disculpas de nuevo, Kito ya se había marchado corriendo, ocultando su rostro bastante avergonzado.
"Pobre chico…"
Y tras cerrar la puerta, quedó de nuevo en soledad con aquella fruta del diablo.
"Aún no sé qué hacer con eso. No puedo esconderla para siempre; se darán cuenta de que habrá desaparecido y la buscarán por todos lados y me descubrirán", suspiró, "tampoco puedo dársela a alguien; a saber qué es lo que haría esa persona con semejantes poderes y, además, ¿a quién se la daría? No conozco a nadie a quien confiarle semejante cosa".
Se quito los zapatos y se tumbó en la cama, con la cabeza al lado de un bulto redondeado cubierto por su propia almohada.
-¿Qué es lo que haré contigo? – susurró como si aquello le fuese a responder.
Cerró unos instantes los ojos y para cuando se quiso dar cuenta estaba dormida.
PUM PUM
PUM
PUM PUM PUM
-¿DONDE ESTÁAAAAAAAAAA?
Aquel grito de Garp le despertó. Su cerebro reaccionó en dos segundos y entonces comprendió que estaba pasando. Estaban buscando algo. Y ese algo lo tenía ella.
Miró el reloj: las 3:40 de la madrugada. ¿Qué era lo que estaba haciendo para descubrir que la Gura Gura no estaba en su sitio? Bueno, lo cierto es que no importaba, y que ahora estaba en riesgo de ser descubierta y ser juzgada por traición.
-Señor, tranquilícese, estoy seguro de q…. – no podía reconocer esa voz, a pesar de hablar también alto para tratar de acallar al Vicealmirante, desde luego no se comparaba con los estruendosos gritos del Vicealmirante.
-¿QUE ME TRANQUILICE DICEEESSS? ¿SABES LO QUE ESTO SIGNIFICA?
Su corazón empezó a latir de forma desbocada.
-SIGNIFICA QUE, O HAY UN TRAIDOR EN EL BARCO, O LOS PIRATAS HAN ENTRADO A ROBARLA.
Se levantó y puso la oreja en la puerta, tratando de escuchar también al otro hombre que apenas podía oír apenas unos murmullos.
-Pero…Señor… nadie sabía que la Gu… eso – corrigió tras un carraspeo- estaba aquí en el barco.
-PUES ALGUIEN HA TENIDO QUE SER QUIEN LA TOMASE. APROVECHEMOS AHORA QUE NO HAY NADIE Y BUSQUEMOS POR AQUÍ ANTES DE DAR LA ALARMA, A LO MEJOR EL DESDICHADO SIGUE POR AQUÍ.
Y como si le hubiese dado un calambrazo, se separó de la puerta y corrió hasta su cama. Ya no escuchaba los gritos de Garp, sino un corazón que quería salírsele por la boca. Miró aquel bulto de debajo de su almohada y no lo pensó mucho y se la comió.
Ni siquiera sabía qué era lo que le esperaba.
