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Peones, Parte 3

En las afueras de Tokio de Cristal, 05 de diciembre de 2992, 12:50p.m.

La idea del búnker pudo haber sonado buena en su momento, pero Frostbite luego se dio cuenta que no era factible construir uno de forma expedita, por lo que indicó a Stormrider que creara un domo de electricidad, el que contendría a los monstruos hasta que regresaran a la normalidad.

—¿Y ahora qué? —preguntó Wildfire, una vez que Stormrider hubiese terminado su trabajo.

—Regresemos al palacio, en caso que la reina tenga nuevas órdenes —dijo Silverblade, y los demás estuvieron de acuerdo. Los cinco Galthazar se elevaron en el aire y enfilaron de vuelta a la ciudad, rumbo al palacio.

Mientras sobrevolaban los terrenos circundantes a la urbe, Silverblade miró a Frostbite con el propósito de hablarle. Notó que ostentaba una expresión de ligera preocupación, lo que le sorprendió un poco. Frostbite siempre se había caracterizado por mantener la frialdad en todo momento, al menos mientras era Frostbite, porque como William, su comportamiento era distinto, especialmente cuando esa chica llamada Amy estaba junto a él. Se preguntó si había pasado algo con ella últimamente, lo que al final tradujo a palabras.

—Te noto preocupado —le dijo Silverblade a Frostbite. El aludido le miró a los ojos, y supo que no podría mentirle, porque sabía que su expresión debió haber hablado por él, de forma más efectiva que con palabras.

—No sé qué me pasa últimamente —respondió Frostbite, después de varios segundos de mutismo—. La idea del búnker fue bastante mala. Debí haber pensado inmediatamente en algo que pudiera usar en ese mismo momento, como los poderes de Wildfire o Stormrider. Desde que Amy rompió conmigo que me siento de ese modo.

—¿Ella rompió contigo? —inquirió Lightbringer, y los demás también mostraron caras de sorpresa, eso hasta que recordaron que Frostbite difícilmente compartía su vida personal con ellos. Aquello era extensivo, hasta cierto punto, a los demás Galthazar, porque aunque no fuese malo para ellos tener vidas personales, evitaban hablar mucho sobre el tema, por temor a que un enemigo se aprovechara de ello para ejercer palanca sobre ellos.

—Sí —contestó Frostbite, mirando al frente, para no tener que mirar a sus compañeros—, porque, de algún modo, ella descubrió que yo soy un Galthazar, y dedujo que ustedes también lo son, porque formamos parte de la misma banda de heavy metal.

Silverblade frunció el ceño.

—Esa Amy es muy inteligente, casi tanto como tú, Frostbite —dijo en un tono grave, pero Wildfire no parecía muy preocupado por el asunto.

—¿Estás distraído por una chica? —preguntó, soltando una carcajada—. Por favor, Frostbite. Eres un Galthazar. No puedes dejar que esto te afecte. Es precisamente una de las razones por la que reemplazamos a las Sailor Senshi.

—Eso es porque no tienes una relación seria —intervino Stormrider, también luciendo preocupado—. La última vez que vi a Lita, pude ver sus ojos brillar por la emoción de la siguiente cita. Si Amy le dijo a Lita y a las demás que nosotros somos los Galthazar, puede ser un problema muy serio.

—No creo que sea algo de lo que preocuparnos —acotó Lightbringer con una sonrisa de confianza—. Pese a que ellas fueron las Inner Senshi, sin sus Sailor Cristales no pueden recordar nada. No hay forma de que puedan culparnos por robarles sus cristales.

—Y yo me aseguré de borrar todo registro de esa pelea en el salón del trono —dijo Frostbite, luciendo y sonando un poco más calmado—. Habría que ser un genio en computación cuántica para…

Frostbite dejó de hablar en seco. Un sudor frío recorrió su espalda, algo que ningún Galthazar había experimentado antes.

—¿Te pasa algo, Frostbite? —preguntó Silverblade, nuevamente frunciendo el ceño.

—¡Tenemos que darnos prisa! —exclamó Frostbite de repente, con una nota de urgencia en su voz.

—¿Por qué?

—Porque es posible que Amy sea capaz de descubrir que fuimos nosotros quienes robamos sus Sailor Cristales.

Silverblade consideró que aquella era una prioridad, por lo que ordenó a los demás a que se dieran prisa hacia el palacio de Tokio de Cristal.

Tokio de Cristal, en ese mismo momento

—¡Tú! —rugió Violet, y la única razón por la que no se lanzó en su contra para golpearle fueron Michiru y Sophie, quienes la sostuvieron por los brazos, de forma que no hiciera precisamente eso—. ¡Tú mataste a Saori!

—Y me enorgullezco de eso —dijo Warbringer con una voz petulante que solamente echó más leña al fuego. Sophie y Michiru agradecieron que Violet no tuviese la fuerza o la agresividad de Saori, pues de otro modo, ya estarían en el suelo, con sendos moretones en sus ojos—. Pero eso no acaba aquí. La reina Aurora ahora sabe que ustedes son Sailor Senshi. Los Galthazar vienen en camino hacia acá. Por eso, no seré yo quien acabe con ustedes. Tengo ms propios planes que llevar a cabo.

—¿Y qué quieres hacer? —preguntó Serena, acercándose un poco a Warbringer, como queriendo decirle que lo que fuese que iba a hacer estaba mal—. Si es algo malo, ten por seguro que alguien te va a detener.

—Bah, sigues siendo igual de ingenua —repuso Warbringer con desprecio—. Pensé que habías aprendido la lección cuando accediste a todo eso del acelerador de partículas. Ah, pero claro, no recuerdas ni mierda. Mala suerte, entonces, porque no te diré lo que pretendo hacer. Lo único que puedo decir es que será algo… impactante.

Y, dando una última mirada a las chicas, Warbringer desapareció del laboratorio, dejando a la reina Aurora sola con ellas.

—¿Estás aliada con ese… monstruo? —gruñó Violet, un poco más tranquila, pero seguía mostrando una expresión de disgusto—. ¿Primero creaste a los Galthazar para reemplazar por la fuerza a las Sailor Senshi, para después autodesignarte reina de Tokio de Cristal? ¡Eres repugnante!

Si Violet pensó que aquellas palabras afectarían a la reina Aurora, se había equivocado de manera rotunda.

—¿Y crees de verdad que soy Aurora? —retó la reina, crispando los puños brevemente, y un cetro negro apareció entre sus manos, cuyo extremo semejaba una hoz, pero Violet se dio cuenta que, más que una hoz, lucía como una letra, una letra griega.

—¿Eres… Sailor Omega? —preguntó Violet con un hilo de voz.

—No aún —dijo la reina Aurora, con una leve distorsión en su voz—. Aún no he consumido por completo el espíritu de Aurora, pero solamente es cuestión de tiempo para que lo haga, y ustedes conozcan su destrucción total.

Después de esas palabras, el cetro negro desapareció de la misma forma en que había aparecido. La reina Aurora lucía perdida, como si no hubiera estado al tanto de lo que acababa de experimentar, pues miraba de lado a lado, con la boca ligeramente abierta y los brazos colgando flojamente, como inanimados.

—¿Qué pasó? —preguntó la reina Aurora, y tanto Michiru como Sophie y Taiki se dieron cuenta que realmente no parecía tener idea de lo que había pasado, pero Violet aún tenía la sangre hirviendo por lo que le había dicho Warbringer, por lo que no le creyó.

—¿Realmente te atreves a hacerte la tonta? —gruñó, aunque ya no trataba de zafarse de Michiru y Sophie—. Acabas de hacer aparecer un cetro, diciendo que estabas en camino de convertirte en la fuerza que nos llevará a todos al fin de este universo. ¿Realmente crees que somos tontas?

La reina Aurora miró a Violet, sin entender de qué estaba hablando. Realmente no recordaba haber hecho aparecer un cetro negro entre sus manos, ni mencionar nada sobre Sailor Omega o algo parecido. Sophie, Michiru y Taiki concluyeron que algo terrible le había pasado a la soberana de Tokio de Cristal, pero ninguna de ellas podía imaginar qué pudo haber sido. En cuanto a Serena y las demás, ellas eran de la misma opinión que Sophie, y Amy trató de tranquilizar a Violet, solamente para ser interrumpida por la reina misma.

—Puede que no sepa qué me ocurrió, pero ahora sé que ustedes —la reina Aurora señaló a Violet, Taiki, Michiru y Sophie con un dedo—, son Sailor Senshi. Ya no importa realmente qué fue lo que me pasó. El sujeto llamado Warbringer me dijo todo sobre ustedes, aunque se vio sorprendido que ustedes siguieran con vida. Él pensó que ustedes habían muerto a manos de los Galthazar.

—Entonces eres más tonta de lo que pensé —dijo Violet, un poco más calmada, pero los vestigios de su ira en contra de Warbringer seguían ardiendo como brasas de una fogata que se había apagado hace poco—. Los Galthazar no matan a las Sailor Senshi. Solamente las incapacitan, para luego robarles sus Sailor Cristales. Lo vimos todo en el video de vigilancia que Amy acaba de recuperar.

La reina Aurora frunció el ceño, pero a Violet le dio la impresión que aquel gesto fue un poco forzado, como si estuviera actuando para un propósito desconocido.

—Entonces, las Inner Senshi saben la verdad —dijo la reina Aurora, mirando a Serena y a sus amigas—. Poco importa que lo hayan hecho. No cambia el hecho que los Galthazar vienen en camino, y se apoderarán de los Sailor Cristales que restan. Completarán el trabajo para el que fueron creados, y se convertirán en los guardianes que esta galaxia necesita. No serán capaces de evitarlo.

Violet no lo pensó dos veces. Tomó su cetro, y se transformó en Sailor Amethyst. Lo mismo hicieron Sophie, Michiru y Taiki, pues, pese a que Violet había tomado una decisión basada en una emoción y no en un plan concreto, también tenían en mente que aquella era la única forma de salir del palacio, aunque tuvieran que pasar por encima de la misma reina de Tokio de Cristal, todo bajo las miradas de desconcierto de Serena y sus amigas.

—¿Ellas son Sailor Senshi? —preguntó Rei, y Lita y Mina tenían sendas caras de pregunta. Serena y Amy, por otro lado, no dijeron nada, pero miraban a las recién transformadas Sailor Senshi con un poco de entendimiento, después de haber visto el video de vigilancia.

Sailor Amethyst y las demás se prepararon para atacar a la reina Aurora, y sacar a Serena y a sus amigas del palacio, cuando, por la puerta de acceso al laboratorio, aparecieron cinco figuras con capas de diversos colores. Sailor Neptune los vio, y tragó saliva de inmediato.

Eran los Galthazar.

Tokio de Cristal, tres minutos antes

—¡Allá vienen! —exclamó Seiya a las demás, señalando a cinco puntos que se acercaban velozmente hacia el palacio—. ¡Rápido! ¡Escondámonos!

Las chicas que se habían quedado afuera del palacio de Tokio de Cristal se apresuraron en esconderse detrás de una arboleda que flanqueaba el palacio, la que formaba parte de la plaza que se extendía frente a la sede de gobierno de la ciudad. Les tomó diez segundos parapetarse detrás de unos álamos, todas conteniendo el aliento, rezando a sus respectivas deidades a que los Galthazar no las encontraran, o al menos sospecharan de ellas si las hallaban.

Por fortuna, los Galthazar parecían tener prisa por algo, pues cuando aterrizaron, entraron directamente al palacio, sin siquiera una segunda mirada hacia alguna otra dirección. Respirando de alivio, las chicas salieron de su escondite, para luego volver a preocuparse.

—¡Olvidé que las demás están dentro! —exclamó Nicole, y sus compañeras tragaron saliva, sabiendo lo que eso implicaba.

La batalla que se avecinaba bien podría ser la última que libraran, pero era necesaria, porque se lo debían a las personas que estaban en peligro en ese mismo momento. Respirando hondo, Nicole ordenó a las demás a que se transformaran en Sailor Senshi, y que entraran en el palacio. Las demás, imitando el gesto de Nicole, tomaron sus respectivos cetros y se transformaron.

—¡Saben lo que está en juego en este momento! —exclamó Sailor Tourmaline, con la voz trémula, pero elevada, como si estuviera buscando el coraje necesario para acometer lo que tenía por delante. Ella, de forma instintiva, se tocó su vientre brevemente, con el único consuelo de que, si perdía esa batalla, podría retomar su vida junto a Jeremy, quien debía estar esperando ansiosamente por su regreso—. ¡Nuestra única misión es sacar a Serena y a sus amigas del palacio!

Las chicas gritaron en señal de apoyo, y siguieron a Sailor Tourmaline hacia el interior del palacio.

—Pensé que las Sailor Senshi ya eran historia —dijo Lightbringer, mirando a Sailor Amethyst y a sus compañeras con una mirada desapasionada, como si ellas no fuesen ningún reto para él, o para sus compañeros—. Supongo que se la pasaron como chicas normales para pasar desapercibidas.

—Seguramente saben que nosotros detectamos Sailor Senshi a través de la radiación sigma —añadió Frostbite, evitando mirar a Amy, pues no era muy cómodo para él estar en el mismo lugar que ella—. Eso significa que no sabemos qué estuvieron haciendo estos últimos meses. Probablemente estuvieron recolectando información sobre nosotros, tratando de encontrar alguna debilidad con la que derrotarnos.

—No deberíamos perder tiempo —dijo Silverblade, desenvainando su espada, sin florituras ni movimientos innecesarios—. Acabemos con las Sailor Senshi, apoderémonos de sus Sailor Cristales, y habremos concluido nuestro trabajo para la reina Aurora.

Por fortuna para él, no tuvo que hacer el primer movimiento para comenzar la batalla, porque Sailor Amethyst creó una esfera de energía de color púrpura que envolvió a los Galthazar. Mientras tanto, Aurora aprovechó de escapar del laboratorio, esperando por una mejor oportunidad para realizar su movimiento, del que ni siquiera era consciente, debido a la otra conciencia que parecía habitar su mente.

—¡Váyanse! —exclamó Sailor Amethyst a Serena y a las demás, pero, en cuanto ellas dieron el primer paso, Silverblade usó su espada para romper la esfera, e iba a usar su ataque amplio de espada para enviar a todas las Sailor Senshi lejos, y, de paso, dejarlas inconscientes, cuando Sailor Neptune y Sailor Turquoise atacaron a Silverblade al mismo tiempo, haciéndolo trastabillar un poco. Sailor Starmaker usó un ataque de área para distraer a los Galthazar, y Sailor Amethyst les indicó a Serena y a las demás que trataran por todos los medios de escapar. No obstante, Wildfire creó una muralla de fuego que impidió cualquier posibilidad de escape, y Stormrider, rodando por el piso para escapar del ataque de área de Sailor Starmaker, usó un arco eléctrico para paralizar a Sailor Amethyst. Pero Sailor Turquoise aprovechó la oportunidad, y, en un movimiento tanto audaz como suicida, lanzó un chorro de agua a Stormrider, y ambos fueron presa de los shocks, y ambos cayeron al suelo, sacudiéndose la cabeza para mantenerse conscientes.

Sailor Neptune usó sus poderes para tratar de arrollar a los Galthazar, pero Lightbringer, empleando una técnica similar a la de Sailor Starmaker, cegó a las Sailor Senshi, y Silverblade, con un movimiento de espada tanto elegante como poderoso, las envió contra las paredes, dejándolas inconscientes. No obstante, se escuchó un sonido como de varias cosas de piedra rompiéndose al mismo tiempo y, para cuando los efectos del ataque de Lightbringer hubieron acabado, Serena y sus amigas vieron varios pilares de roca que brotaban del piso, y los Galthazar no se podían ver por ningún lado. Unos segundos después, Serena vio a un segundo grupo de Sailor Senshi, aunque tenía la impresión que no iban a molestarse en presentarse, a juzgar por las expresiones en sus caras.

—Tienen que salir de aquí —dijo Sailor Tourmaline en un tono urgente, y Serena y las demás no tuvieron que pensarlo dos veces. El resto de las Sailor Senshi se hicieron a un lado para que Serena y sus amigas pudieran pasar y ascender hasta el salón del trono, y fuera del palacio. Sailor Tourmaline instruyó a Sailor Starfighter y Sailor Starhealer a que las escoltaran, mientras que las demás se encargarían de llevar a sus compañeras inconscientes. Por último, ella usó sus poderes para extraer el Cristal de Plata del núcleo del reactor, y, aunque era un método que no se caracterizaba por su sutileza, fue bastante efectivo. El Cristal de Plata voló por los aires y Sailor Tourmaline lo agarró, aunque sus manos temblaban un poco, lo que casi hizo que la preciada gema cayera, pero consiguió sostenerla firmemente entre sus dedos. Por último, ella siguió a sus compañeras hacia el salón del trono.

La reina Aurora, debido a que ella no tenía poderes (hay que recordar que ella entregó voluntariamente su Sailor Cristal a los Galthazar), no pudo hacer nada para evitar que las Sailor Senshi, junto con Serena y sus amigas, salieran del palacio, pero sí se preguntó dónde estaban los Galthazar, porque no parecía posible que las Sailor Senshi los hubieran derrotado tan fácilmente.

Sailor Tourmaline y sus compañeras habían recorrido unos míseros trescientos metros, cuando un estruendo se escuchó desde arriba, y ellas estuvieron en peligro de ser aplastadas por los escombros, pero Sailor Amethyst, quien había recuperado la conciencia mientras las Sailor Senshi subían las escaleras hacia el salón del trono, usó sus poderes mágicos para proteger a sus compañeras de los detritos. No obstante, solamente pudieron avanzar otros cuarenta metros, antes de ser interceptadas por los Galthazar. Los cinco se dispusieron en fila frente a las Sailor Senshi, impidiéndoles el paso hacia el centro de la ciudad.

—Ustedes sigan sin nosotras —dijo Sailor Tourmaline a Serena y a sus amigas—. Nosotras trataremos de detenerlos por el mayor tiempo posible. Corran a todo lo que den sus piernas, corran lejos de aquí.

Serena iba a protestar, pero al ver a Silverblade no perder tiempo, avanzando a paso decidido hacia las Sailor Senshi, se refrenó de decir cualquier cosa, y urgió a las demás a que se alejaran lo más posible del campo de batalla. Ninguna de ellas hizo alguna objeción, teniendo en cuenta la situación actual, y se alejaron de las Sailor Senshi, justo cuando Silverblade hizo su movimiento de espada. Sailor Amethyst usó sus poderes para crear un escudo que las protegiera, o al menos minimizara el impacto, pero el ataque de Silverblade fue tan potente que rompió el escudo y envió a todas las Sailor Senshi al suelo, pero no con la suficiente fuerza para que quedaran inconscientes. Sailor Tourmaline se quedó mirando a los Galthazar con ojos desorbitados, comprobando que ellos realmente eran así de poderosos y temibles. Pero, si algo había aprendido de Saori, era que la única forma de morir para una Sailor Senshi era de pie, y luchando hasta el final.

Mientras tanto, en una estación en Nueva Londres, Darien se aprestaba a tomar un tren de levitación magnética rumbo a Tokio de Cristal. Tenía malas noticias que comunicar a las Sailor Senshi.