Ok, para este capítulo hay dos canciones que creo que deberían escuchar, una es con letra, la otra es solo un sountrack: Tattoo de Loreen y Life & Death de HiroyukiSawano. Everything I need de Skylar Gray también sirvió como inspiración, pero para el capítulo previo al interludio.


Aunque Damian no deja ir su mano en el camino de regreso a la mansión Wayne, su trato silencioso se vuelve ensordecedor para Raven.

Quizá no debió besarlo. Quizá sus sentimientos no eran mutuos. Quizá estaban apostando más de lo que podían ganar.

Ba-thump.

Quizá era simplemente imposible. Después de todo, le había pedido que la mate. ¿Qué clase de persona cuerda haría eso?

Sin embargo, antes de que pudiera hundirse más en el remolino que eran sus dudas y sentimientos, Damian dió un ligero apretón a su mano antes de soltarla, justo cuando llegaron a los jardines de la mansión. Ambos se detuvieron, entonces, y Damian tomó aire, como si necesitara algo de tiempo para pensar lo que quería decir.

Raven tragó saliva y él volvió a mirarla.

"No te voy a matar," él declaró, firme. "No lo voy a hacer."

Raven abrió la boca para decir algo, cualquier cosa, pero sus palabras se quedaron en solo un deseo cuando sus miradas se encontraron.

"Encontraremos otra manera. Quizá el poema consta de más partes. No tiene que ser el único final."

Sus palabras fueron aceleradas y su búsqueda casi desesperada de una respuesta lógica hizo que a Raven se le encogiera el corazón. A ella también le gustaría que hubiera otra manera. Una opción en la que ambos pudieran vivir en el mismo mundo sin miedo a las consecuencias. Ella quería que la esperanza que él le hacía sentir fuera real y palpable.

Pero…

La verdad era que la sed que empezaba a sentir de manera más seguida y la oscuridad que estaba segura la atormentaría durante cada sueño el resto de sus noches le recordaban que no era así.

Si no era en ese momento que perdía el control, sería en otro y si no era en ese otro momento, sería después. El poder, la fuerza, la oscuridad… Todo estaba ahí, en la punta de sus dedos, en cada rincón de su cuerpo, listo para ser liberado y, si Raven lo seguía rechazando, ella sabía, era muy probable que ni siquiera la fuerza de todos los cazadores del mundo pudiera detenerla.

Damian era su única opción mientras todavía tenía un atisbo de autocontrol.

Raven también sabía, sin embargo, que eso dejaría una cicatriz muy grande en su corazón, por lo que…

"Solo tienes que prometerme que si se da el peor caso, me detendrás antes de que haga algo muy malo," ella pidió, dando un paso hacia él y poniendo su mano en su brazo. Buscó con su mirada la suya y tragó saliva. Su voz apenas era un murmullo. "No quiero convertirme en lo que todos temen."

Puede que se haya sentido utilizada, e incluso traicionada, pero Raven no quería destruir ese mundo que Damian y su familia tanto luchaban por proteger. Ella quería evitar a toda costa que ese poema profético se volviera realidad en su totalidad.

Ella apretó su brazo.

"Promételo, Damian. Por favor."

Damian se quedó en silencio por un rato. Su corazón latía fuerte y establemente, y ella quería que se siguiera manteniendo así.

Él apretó los puños. Sus sentimientos y pensamientos llenos de objeciones no dichas en voz alta. La frustración claramente empañando su visión.

Sin embargo, Damian había sido criado por su padre y, por lo tanto, sabía qué era lo que tenía que decir y lo que tendría que hacer.

"Solo si se da el peor escenario," él aceptó, entonces, resignado y por poco negándose a mirarla. "En ese caso, lo prometo."

Para que el mundo no tuviera más razones para rechazarla, Damian haría lo posible.

Raven sonrió suavemente, casi suspirando en paz. "Gracias."

Pero por supuesto, quien sea que controlara el destino o lo que pasara, no iba a dejar que esa paz continuase por el resto de la noche.

De pronto, las alarmas de todo Gotham empezaron a sonar como si de una catástrofe se tratara, a oídos de Raven llegaron gritos, Damian pudo visualizar humo oscuro elevándose al cielo de algún punto inexacto, y la voz de Grayson se oyó del otro lado del audífono en su oreja cuando tanto él como Raven volvieron sus miradas a la ciudad.

"¡Damian, la ciudadestán atacando!"

La reacción de Raven fue inmediata, casi planeada, como si ya hubiera estado esperando algo así.

"Voy a adelantarme," ella le dejó saber y él asintió.

Sin embargo, antes de dejarla tomar impulso y que ambos partieran caminos, sabiendo qué era lo peor que podía pasar, Damian abrió la boca antes de poder pensarlo dos veces.

"Raven espera."

Ella detuvo todos sus movimientos justo a tiempo para volver a mirarlo con una expresión inquisitiva. A pesar de la urgencia de la situación, ninguno dijo nada por un par de segundos.

Y luego Damian tomó aire.

"Cuídate."

Raven asintió, no teniendo suficiente dureza en el corazón como para prometer algo, cualquier cosa, que muy probablemente no podría cumplir.

No había otra opción, después de todo. Ambos lo entendían. Tenían que.

Así que, ella sonrió levemente. A pesar de todo. Aunque sea para aligerar solo un poco el peso que de pronto ambos sentían en el pecho.

"Tú también."


Raven se apresuró en ir hacia el lado contrario por el que ella y Damian habían llegado a la mansión. No fue difícil visualizar el caos a la distancia, ya que pronto, cerca de la estación de policías, una camioneta explotó y más gente gritó.

Ella tragó saliva y sintió una arcada cuando el olor a sangre y muerte invadió sus fosas nasales.

Ba-thump.

No había tiempo para eso, ella se dijo, agitando la cabeza. A su alrededor, los pocos policías que habían disparaban al aire hacia las criaturas que, como ella, se movían a una velocidad inhumana. Era como un ciclo vicioso. Los vampiros atacaban a los policías y a los vagabundos. Estos gritaban y cuando los curiosos vecinos asomaban sus cabezas, o siquiera abrían las cortinas de sus ventanas para ver qué estaba pasando, otros vampiros los atacaban sin piedad. Muchos habían sido estrellados contra el suelo.

Su corazón latió fuertemente en sus oídos. Raven sintió la ira en la boca de su estómago, que se manifestó en el crecimiento de sus colmillos y garras. ¿Por qué? ¿Por qué estaban haciendo eso otra vez?

Su mirada rápidamente se dirigió a uno de los vampiros de clase baja, que estaba a punto de tirar abajo la puerta de un edificio departamental. Con solo enfocarse en él, Raven supo que no habría vuelta atrás cuando en un parpadeo ya había aplastado su cabeza contra el muro más cercano y atravesado su corazón con su puño.

Detuvo a otro cuando éste estuvo a punto de morder el cuello a un oficial y luego eliminó a otro que estaba sacando a rastras a una mujer de su departamento mientras sus hijos lloraban abrazado al umbral de la puerta.

¿Por qué?

¿Por qué? Ciertamente.

La sonrisa arrogante de la que se hacía llamar reina apareció en su mente al mismo tiempo que oía su voz.

Debo reconocerlo. Para haber pasado tantos días con sed, es increíble que aún te mantengas cuerda. ¿Será cosa de mestizos, o es porque eres descendiente directa de Trigon?

Raven apretó los puños, no importándole lastimarse, con tal de mantenerse estable al menos hasta que llegara Damian. Así que solo agitó la cabeza, como si eso fuera a espantar a la reina tal como agitar las manos espantaba moscas, y la bloqueó de alguna forma. Tenía que concentrarse. Tenía que detener a todos los que pudiera mientras esperaba a que llegaran los demás.

Veamos qué tanto puedes soportar.


Las ruedas del batimóvil chirriaron contra el asfalto cuando Batman conducía, ignorando todas las reglas de conducir que pudiera para llegar más rápido. A su lado, e incluso más adelante iban sus hermanos en motocicletas, cada uno tomando una posición estratégica.

Damian apretó su agarre en el mango de su katana. Era una suerte que, al haber toque de queda, las calles estuvieran vacías.

"Las escuché en mi mente," Damian confesó entonces.

La máscara de su padre impidió que viera cómo fruncía el ceño sin mirarlo. Sin embargo, por su tono de voz, Damian supo que no había estado demás decirle.

"¿A quiénes?"

"A la reina… y a Raven."

Hubo unos segundos de silencio. En realidad, Damian no sabía si Batman se había quedado sin palabras o si solo estaba pensando en qué decir, por lo que continuó:

"Desde que la enfrentamos, aunque no parece que Raven sea consciente."

"Los vampiros más poderosos pueden usar telepatía con sus sirvientes," Batman explicó, aunque eso era algo de conocimiento común. "No conocemos toda la extensión de esa característica, sin embargo."

Damian asintió y miró por la ventana, hacia el cielo humeante de la ciudad.

Se guardaría para sí mismo el sentimiento agobiante en su pecho que, estaba seguro, no le pertenecía a él. Si todavía no tenían idea de qué tan poderosa era esa habilidad, dudaba que lo fueran a averiguar en lo que quedaba del día. De lo que estaba seguro, no obstante, era de que se necesitaba una conexión. Probablemente sus sentimientos y los de Raven habían desencadenado ese poder para ella, pero entonces, ¿era la reina igual o más poderosa? Y si era así, ¿qué otra habilidad podría mostrar sin necesidad de tener una conexión?

Él tomó aire y exhaló, y entonces su padre llevó su mano a la computadora del batimóvil y activó la comunicación.

"Cada uno tome una entrada diferente al centro," indicó su padre. "Damian—"

"Voy con Raven," si su padre tuvo alguna objeción, no lo dijo en voz alta y solo terminó asintiendo. Ninguno de sus hermanos hizo algún comentario jocoso tampoco. Quizá por la seriedad de la situación, quizá porque sabían que tarde o temprano pasaría algo así.

Un solo "entendido" como respuesta bastó para que cada uno tomara una ruta distinta, con él y su padre siguiendo de frente y girando justo a tiempo para ver el desastre que estaba pasando. Su padre tuvo que hacer una maniobra con el volante para evitar que un tacho de basura prendido en fuego golpeara su parabrisas.

Damian aprovechó para abrir la puerta y bajar de un salto para atravesar a un vampiro por el pecho. Con solo pensar en que debía encontrar a Raven era suficiente para que algo en él supiera a donde tenía que ir.

"Damian," pero entonces su padre lo llamó y él, de mala gana, le dirigió la mirada. "No dejes que ella juegue con tu mente."

¿Se refería a la reina o a Raven? Damian frunció los ojos, mas no respondió antes de alejarse corriendo hacia donde parecían estar aglomerados la mayor cantidad de vampiros.

Con su espada, atravesó a uno que lo atacó directamente y con su batclaw se balanceó de un edificio a otro para no solo moverse más rápido, sino para tener un mejor ángulo de las calles. Sus hermanos y padre ya se habían enganchado en diferentes peleas cada uno.

Y entonces, como supuso, logró visualizar a Raven enfrentándose a varios vampiros a la vez. Sus ojos carmesí brillaban más que los de los demás y con sus garras arrancaba tanto la piel como la carne de los que intentaban tocarla.

Damian tragó saliva. Tenía que detenerla de algún modo, no podía dejarla perder el control de nuevo, pero cuando estuvo a punto de disparar su batclaw otra vez, una voz lo detuvo en seco.

"¿Realmente vas a arriesgarlo todo por esa vampiresa?"

La voz le heló la sangre y fue como si de pronto todo a su alrededor perdiera color y sonido.

No…

Damian giró lentamente sobre su eje, solo para ver a la mujer de cabello castaño y ojos verdes que le estaba hablando con una genuina y decepcionada despreocupación. Ella no había cambiado en lo absoluto. Estaba igual a la última vez que la vio antes de que se convirtiera en polvo a manos de su padre.

"Esto no es real. Es imposible," su madre alzó ambas cejas.

"Esperaba más de mi primogénito, no voy a mentir," ella lo miró a los ojos, impasible, emulando la actitud de su padre aunque siendo muy diferente a él. Damian lo sabría. "Que estés así de desesperado cuando no pudiste ni siquiera eliminarme, ¿realmente crees que ella vale la pena? ¿O que tú eres lo suficientemente capaz?"

Damian sintió coraje arremolinándose en su corazón. No solo coraje, sino frustración y confusión.

Él tragó saliva y presionó los ojos tan fuertemente por un par de segundos antes de volver a mirarla y alzar su espada hacia ella.

"¿Quién eres?" le preguntó, aunque eso no importaba en lo absoluto.

Su madre sonrió ligeramente.

"Sé que es difícil de creer, hijo mío," ella continuó, dando un paso hacia él y luego otro. "Pero es más sencillo así. Estoy dispuesta a ayudarte, por más de que me hayas defraudado. Por más de que me hayas traicionado a mí y a la humanidad por haberte enamorado de una vampiro, ¿no crees que es la mejor opción? Para estar con ella hasta el final, eso es."

Damian frunció el ceño.

"¿De qué estás hablando?"

Y entonces los ojos de su madre se tornaron rojos y en su sonrisa relucieron sus colmillos afilados.

"Me refiero a que así como estás ahora, nunca podrás protegerla… Proteger a los que amas," otro paso hacia él y su pecho tocó ligeramente la punta de su katana. Damian supo entonces que no estaba alucinando. Alguien estaba ahí realmente. "¿No lo quieres? El poder para poder estar junto a ellos por siempre."

"¿Por eso dejaste que te convirtieran?" él quiso saber entonces.

Su madre pareció aturdida por un momento, pero solo fue por un segundo en el que trató de mostrar una sonrisa genuinamente maternal.

Un sentimiento hizo que Raven mirara hacia el techo de un edificio específico. No supo qué exactamente, pero lo hizo y sus ojos se ampliaron cuando vio lo que pasaba.

¿Por qué la reina estaba con Damian?

Y peor aún, ¿por qué él estaba bajando su espada?

Intentó rápidamente ir hacia él, pero más vampiros se lo impidieron y su desesperación y preocupación aumentaron cuando la mirada de la reina se posó en ella. Una sonrisa siniestra en la que mostraba sus colmillos hizo que la respiración de Raven se agitara y el que estuviera tan cerca de Damian logró que, una vez más, todo a su alrededor de pronto dejara de parecerle importante, o siquiera digno de su atención.

Ba-thump.

El poder y la oscuridad que su aura empezó a emitir hizo que los vampiros de clase baja empezaran a retroceder.

¿Qué importaba el resto de la gente si no podía proteger al único que realmente quería proteger? ¿Cómo se atrevía esa mujer a querer siquiera tocarlo? Raven la destruiría. Los destruiría a todos los que quisieran dañarlo.

"Cuídate."

Ella parpadeó.

Oh.

Ahora lo entendía.

Ella observó a su alrededor. Los vampiros ya no se le acercaban. Ni siquiera los de rango más alto, los que decidieron enfocar su atención en los hermanos y padre de Damian. En su cuerpo todavía estaba toda esa oscuridad y resentimiento contra todos, pero, ella notó, todavía era consciente. Todavía estaba en control.

Tomando aire, Raven fijó su mirada en Damian. A eso era a lo que se refería Dick. La apuesta que había hecho Batman.

Con la influencia correcta ella podría controlarlo.

Damian era esa influencia.

Y solo terminó de reafirmarlo cuando el jadeo de la reina robó la atención de todos los no-muertos.

Damian observó la sangre oscura de su madre gotear sobre el techo. Aunque ella mostraba una expresión sorprendida, incluso traicionada, él se mantenía impasible mientras presionaba más la daga en su pecho.

"Si algo convenció a mi madre de convertirse en un chupasangre," él movió la daga y, cuando ella gruñó, todo a su alrededor volvió a tener color y sonido. Asimismo, pronto, la criatura frente a él dejó de tener la apariencia de Thalia Al Ghul. "Fue la promesa de más poder, no la de estar por siempre junto a mí y a mi padre."

Muy astuto, él oyó en su mente, pero a diferencia de cuando oía a Raven, la sensación que lo llenó fue repugnante y sombría. "Si hubiera reaccionado medio segundo tarde, habrías acertado a mi corazón."

Pero, quizá es muy tarde.

Los instintos de Damian se activaron cuando la reina sonrió. Sin embargo, fue tarde para cuando sintió el golpe directo a su cuerpo. Su espada y su daga salieron volando. Obviamente, las costillas que apenas empezaban a sanar volvieron a romperse y el oxígeno dejó de llegar a sus pulmones mientras caía a una velocidad impresionante desde lo alto del edificio. Las voces preocupadas de su familia llegaron a su oído en unísono, pero aunque quisiera, no había forma en que pudiera responderles.

El impacto esta vez lo mataría.

Pero Raven no iba a permitirlo. Él fue capaz de sentir sus intenciones y su presencia justo a tiempo que una nube de polvo se levantó a su paso. Su piel roja fue lo primero que notó cuando lo dejó detrás de un auto dañado.

"Raven—"

"Esa herida tardará en sanar," ella lo interrumpió, sin mirarlo. Damian tenía la sensación de que le costaba hacerlo. "Tenemos una oportunidad."

Él intentó levantarse.

"Entonces, yo— ugh!" pero tuvo que detenerse cuando un fuerte hincón lo hizo doblarse sobre su estómago. Si la sangre que escupió llamó la atención de Raven, o de algún vampiro alrededor, Damian no pudo notarlo.

"Tienes que quedarte aquí y recuperarte todo lo que puedas," ella pidió, apoyando una de sus manos en su pecho y ayudándolo a sentarse otra vez. "... No olvides tu promesa."

Él frunció el ceño. Pero ahora estaba bien, ¿o no? Estaba totalmente en control de sus—

Sus pensamientos fueron detenidos cuando miró a los ojos de Raven… a sus dos pares de ojos que brillaban intensamente.

Ella sonrió, resignada a su sorpresa. La apariencia de Trigon siempre había sido un misterio, así como su verdadera fuerza. Bueno, Raven sabía que ahora Damian podía hacerse una idea.

"¡Damian!" y entonces oyó la voz de Dick a lo lejos. "Los vampiros dejaron de… uh…"

El acróbata de la familia también se detuvo en seco ante la presencia de Raven. No solo por su apariencia intimidante, completamente contraria a lo que conocía, sino por la enorme oscuridad que la rodeaba y que, por alguna razón, no tocaba a Damian por más juntos estuvieran.

"Cuídalo," fue lo último que ella dijo antes de volver a la batalla.

"Raven, espera—"

Pero ella hizo caso omiso. Mientras todavía tenía control, antes de que fuera engullida por la oscuridad de su sangre, tenía que acabar con toda amenaza.

Miró hacia atrás por última vez, a Damian, quien no desvió la mirada, y tomó una profunda respiración.

Ba-thump.

Tenía que concluir la misión.

El suelo bajo sus pies se quebró cuando tomó impulso. El olor de la sangre de la reina era particular. Olía a viejo y podrido, y prometía poder inalcanzable para aquellos ambiciosos e ilusos. Por lo que no fue difícil encontrarla a unas calles de distancia, rodeada de vampiros de clase baja dispuestos a brindarle su sangre con tal de obtener un sorbo de la suya.

Pero las heridas por plata no eran fáciles de curar, mucho menos las que eran cercanas al corazón.

Ambas se observaron por un momento. Raven se preguntaba todavía qué era lo que movía a la reina. La reina solo disfrutaba de la mirada llena de determinación de la mestiza.

¿Creía que si terminaban rápido podría librarse de su destino? Era gracioso el solo pensarlo.

Solo bastó que ella comandara para que todos los vampiros volvieran a abalanzarse sobre Raven, olvidando por completo lo que los había hecho detenerse en primer lugar. Esta vez, sin embargo, Raven no les dió una segunda oportunidad y dejó que toda la oscuridad de su interior saliera.

No tomó atención a sus rostros. No le importó si eran jóvenes o ancianos. En ese momento, su objetivo era uno solo y la estaba esperando.

O eso parecía, porque no se vio en lo absoluto perturbada cuando casi logra sujetar su cuello con sus manos, deteniéndose justo al segundo en el que sintió la verdadera fuerza y maldad de su presencia chocando contra la suya como si de un imán repeliendo a otro se tratara.

"Estaba preguntándome," Raven habló. "Cuándo empezarías a defenderte por ti misma."

La reina sonrió.

"No necesito defenderme, solo alargar esto lo suficiente."

Ba-thump.

Raven no pudo no enojarse.


Desde el suelo, apoyado en Dick, Damian observó la batalla, aunque, bueno, no era tan fácil como parecía desde que ambas se movían a una velocidad sobrenatural.

Lo que sí era fácil, sin embargo, era sentir las ondas que sus garras chocando provocaban en el aire.

"B y los polis están evacuando a cuantas personas pueden," Dick le informó. "Babs y los demás se están encargando de resguardarlos."

Damian asintió, ahorrándose el esfuerzo que significaba responder en voz alta. No planeaba que fuera de otra forma. No cuando Raven creía en él.


"Dime," la reina le dijo cuando ambas se detuvieron en el techo de otro edificio. Su pecho subía y bajaba con irregularidad, y Raven sabía que se debía a las heridas que no estaban sanando, aunque ella no estaba en mucho mejor estado. "¿Lo sientes? Lo que está brotando de tí."

Ba-thump.

Raven no quiso responder a eso. No había necesidad cuando poco a poco su conciencia parecía desvanecerse y ambas lo sabían. En cambio, tomó la oportunidad para lanzarse hacia la reina y poner en práctica todo lo que Damian le había enseñado acerca de combate cuerpo a cuerpo. Sus puños y patadas golpeaban con velocidad y precisión, cada golpe alimentado por su necesidad de terminar lo antes posible.

Sin embargo, un solo descuido bastó para que la reina la golpeara de regreso. Puede que no haya sido tan elaborado, pero sí lo suficientemente poderoso como para que la espalda de Raven golpeara contra el muro del edificio más cercano y escombros cayeran a su alrededor.

Ba-thump.

Ella se limpió con el dorso de la muñeca el hilo de sangre que se escapó de sus labios.

¿Cómo se atrevía? ¿Quién se creía que era para osar siquiera tocarla?

Ba-thump.

La reina sonrió y mostró sus garras como si estuviera dando la bienvenida a lo que sea que fuera a pasar. Raven se llevó una mano a la cabeza. ¿Qué era lo que tenía que hacer?

Ah sí.

Tenía que acabar con aquella que se hacía llamar reina. Tenía que terminar la misión.

Y para hacerlo, destruiría todo a su paso.

Esta vez fue demasiado rápido, incluso para la reina, cuando se abalanzó con todo su poder, cogiéndola por el cuello, y atravesando muros de dos edificios seguidos como si no estuvieran hechos de material noble. Fue un milagro que no se derrumbaran por el impacto, pero poco importó cuando el fuego se mezcló con las fugas de gas y el cielo se cubrió de humo negro.

Si en su ser todavía quedaba una pizca de compasión, ya no era notorio. La energía oscura era cada vez más fuerte, tanto que hasta cualquier humano sin ojos entrenados podría verla y sentirla. Raven ya no era Raven. Damian apretó la mandíbula y tomó su espada cuando lo percibió.

"Woah, hey, hey, ¿qué crees qué estás haciendo?"

Todd se apresuró en intentar ayudarlo cuando se levantó de donde había estado apoyado. Una aspirina y un calmante solo podían hacer tanto. Y aunque esperó que Jason hiciera algún comentario burlón como normalmente lo hacía en situaciones como esa, la verdad era que ahora estaba notoria y seriamente preocupado por su hermano menor.

"La batalla todavía no termina, si vas ahora—" pero antes de que pudiera terminar de hablar, una fuerte explosión lo interrumpió.

Aunque no fue una explosión. En realidad, fue el sonido del cuerpo de la reina cayendo brutalmente sobre un auto y Raven aterrizando seguidamente, abollando el automóvil sin piedad. Les estaba dando la espalda, pero cuando se levantó, todos pudieron ver que en su mano derecha sostenía algo.

Un corazón. El corazón de la reina, que todavía palpitaba.

Solo para después aplastarlo entre sus dedos como si solo se tratara de una masa de plastilina mojada.

"...Un camino de sangre y fuego," Damian recordó.

Jason lo miró anonadado.

Era lo que decía la profecía.

Su estado no le permitiría hacer mucho, todos lo sabían, pero Damian no faltaría a su promesa.

"Solo aléjense," él pidió, mirándolo a los ojos, su voz rasposa por el esfuerzo cuando se soltó del Red Hood.


Raven volvió lentamente su cabeza cuando Damian se acercó, sus pasos haciendo eco. Ninguno dijo nada por unos segundos. Ella no parecía tener intenciones de hacerlo mientras daba media vuelta. Su cabeza inclinada, con los cuatro ojos fruncidos como si se estuviera preguntando quién era él o cómo era que tenía el descaro de mostrarse frente a ella.

La oscuridad y amenaza que irradiaba era suficiente para que cualquiera quisiera correr hacia el lado contrario, pero él no podía hacerlo. El peso de la responsabilidad estaba totalmente en contra de lo que sus instintos le gritaban.

"No quería llegar a esto."

Ella no respondió, sus garras negras reflejando el fuego de los incendios a su alrededor.

"Sé que todavía estás ahí."

Sus manos apretaron el mango de su espada. Deseando, en contra de su propia naturaleza y creencias personales, rezando a cualquier dios que lo escuchara, si es que estaban ahí, que la trajeran de vuelta.

"Raven…"

Pero no fue así y haciendo caso omiso de sus palabras, ella se abalanzó hacia él, a una velocidad increíble, levantando polvo y ejerciendo tanta presión con solo un movimiento que la onda expansiva fue suficiente para zarandear autos, hacer que hojas se desprendieran de árboles y tumbar tachos de basura.

Damian estuvo seguro que incluso oyó vidrios romperse, como cuando se enfrentaron a la reina por primera vez y se preparó para el choque.

Con su espada logró desviar sus garras, que iban directo a su pecho, pero no fue suficiente para evitar que lo empujara más de una cuadra hasta que su espalda golpeó ferozmente contra un edificio. Él se quedó sin aire, pero a ella no le importó cuando lo tomó de su uniforme y lo elevó, arrasando con ladrillos, concreto, ventanas y con todo lo que se interpusiera.

"¡Damian!" oyó una vez más, las voces preocupadas de su familia.

"¡Ugh!"

Ella lo aventó al suelo de la azotea y él, como pudo, se levantó en el momento preciso para que su espada repeliera con chispas sus garras. No fue algo lento. Por el contrario, a diferencia de su primer encuentro, no solo ella estaba repotenciada, sino que él estaba a un golpe de que una de sus costillas atravesara su pulmón. Por eso, no fue raro que la batalla se viera tan unilateral.

"Sé que todavía estás ahí… ¡Raven!"

Utilizando y juntando toda su fuerza restante, Damian volvió a lanzarse hacia ella logrando asestar golpes y darle batalla. Sin embargo, en el último segundo, solo bastó un golpe más para que su katana se partiera a la mitad y ella lo mandara volando hacia el otro extremo del edificio.

Luego, como si todo lo que había hecho solo fuera el preámbulo, lo recogió sin esfuerzo por el cuello y lo llevó al borde del edificio. Las puntas de sus pies apenas tocaban el suelo, sus pulmones luchaban por recibir un poco de oxígeno, pero Damian no desvió la mirada, por más que todo su cuerpo gritara de dolor.

"¡Rodeen el edificio y!"

¡No!

"¡No se acerquen!" él les gritó como pudo, esperando que al menos uno de ellos lo oyera y pasara el mensaje. Lo menos que necesitaba era perder a alguien más.

Él sufrió con su decisión.

Todavía tenía una mitad de su katana después de todo.

Pero.

"No me hagas hacerlo… ¡Raven!"

Cuando ella no respondió al instante, él se preparó para caer, pero entonces…

Ella no lo dejó caer.

Damian alzó la mirada al oír un sonido, similar a un sollozo. El segundo par de ojos había desaparecido, pero su piel seguía del mismo color y sus ojos brillaban con el mismo carmesí intenso… Incluso sus manos, una sujetando a la otra como para evitar que lo soltara.

Raven estaba luchando contra sí misma. La energía oscura volviéndose loca a su alrededor. Sus sentimientos en avalancha, chocando unos con otros.

"Hazlo," ella le pidió, sus ojos amenazantes suplicando y llenándose de lágrimas, desviando la mirada por una fracción de segundo a lo que quedaba de su katana. "¡Damian, hazlo!"

Él sintió su visión nublandose. Tanto por la pérdida de sangre como por la situación. No quería hacerlo. Realmente no quería. ¿Por qué tenía que ser él? ¿No había sido suficiente con lo que pasó con su madre?

Él apretó la empuñadura de lo que quedaba de su katana.

Y entonces, cuando ambos escucharon el cable de un batclaw, Raven gruñó como un animal salvaje. Sus ojos volviendo a ser dos pares de color carmesí brillante ante la presencia de alguien de su familia, aflojando solo muy ligeramente su agarre en su cuello por la distracción.

Él pensó en su madre.

No. Damian no iba a defraudar a Raven también.

Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, toda aura maligna y oscura desapareció cuando su espada rota atravesó su pecho. Ella jadeó y se tambaleó. Sus ojos y piel volviendo rápidamente a la normalidad justo a tiempo para soltarlo hacia el interior de la azotea.

Damian cayó casi como costal de papas. Raven observó sus manos, con las que casi asesinaba a la única persona que quería proteger, y luego observó alrededor. Los vampiros que quedaban, si es que no eran sirvientes directos de la reina, habían huído. El fuego parecía expandirse. El peligro inmediato había pasado.

Pero.

Sus piernas temblaron en cuanto sintió los residuos de plata viajar por su torrente sanguíneo. La mitad de la espada seguía enterrada en el medio de sus costillas, burlándose de su habilidad regenerativa con su brillo. Su herencia indudablemente humana recibiendo todas las consecuencias de ser acribillada.

Raven tragó saliva. Dolía. Dolía mucho.

Y aún así decidió sacar la espada para que dejara de obstruir el camino de la sangre.

Lo último que su mente registró, cuando sus piernas fueron vencidas por su peso y tosió sangre oscura, fue a Damian acercándose lo más rápido que podía, aun con tantos huesos rotos y magulladuras en el cuerpo, su expresión era de pura consternación por ella.

Raven sintió ganas de sonreír. Por alguna razón se preguntó si se convertiría en polvo como los vampiros normales, o si podrían enterrar su cuerpo, como los humanos, y estiró su brazo para intentar tocar a Damian.

Él logró tomar su mano. Estaba diciendo algo, ¿acaso era un "vas a estar bien" cuando ambos sabían que no era así? ¿O un desesperado "no, no, no"?, pero Raven ya no estaba escuchando.

Gracias, ella intentó decirle y estuvo segura que de alguna forma él lo entendió. Gracias. Por cumplir su promesa. Por estar con ella.

Por convertirse en su persona importante en el momento que más lo necesitaba.

Entonces, todo se oscureció.


Damian apretó la mandíbula y presionó los ojos con fuerza. Raven había cerrado los ojos, pero la falta de su presencia, de sus sentimientos, le dejaban claro que no estaba durmiendo.

Él tragó saliva y abrazó su cuerpo inerte sin importarle quiénes de su familia lo estaban observando.

Había cumplido su promesa.