Disclaimer: Sólo sé que no son míos.

Trigger Warning: Referencias a fingering leve. Frotting y mordiscos.


Nuevas rutinas

—No se lo diremos a Eraserhead. —Izuku, serio y conteniendo una mueca de dolor, abrió y cerró los dedos de las manos. Le dolía hacerlo, pero no se sentía cómodo engañando a su tutor con respecto al castigo que le había impuesto—. No me mires así, niño. Él podrá decidir las sanciones que crea conveniente, pero una vez cruzas esa puerta, es mi criterio el que se impone, y no puedes reincorporarte a las clases sin haber sanado adecuadamente.

Izuku asintió, comprendiendo, sin apartar la mirada de las cicatrices de sus manos, más antiguas, fruto de otros enfrentamientos y no de este en particular.

Había ido solo. Katsuki no había podido acompañarlo. Tal y como le había dicho la noche anterior, se levantaron más temprano que el resto, con el cuerpo protestando por lo desacostumbrado del horario, pero gracias a eso pudieron disponer a solas de las duchas. Afortunadamente, gracias a que el despertador había sonado antes de que ellos se despertasen, a Izuku no le había dado tiempo a pensar en lo duro que estaba Katsuki, todavía abrazándolo desde atrás, y en la forma en la que, inconscientemente, este se había encajado entre sus nalgas mientras dormían.

Sí había podido pensar, en cambio, en la ducha. Concretamente, que ambos estaban tan desnudos como excitados y que Katsuki le frotaba todo el cuerpo con la esponja. No había servido de nada que lo reprendiese, fingiendo estar escandalizado tanto como temía que de verdad entrase alguien de improviso, cuando este se había demorado adrede entre sus nalgas.

—Sólo estoy asegurándome de que estás perfectamente limpio, Deku —había dicho Katsuki, con una sonrisa descarada y con un brillo feroz en los ojos que no había contribuido a disminuir la excitación de Izuku—. Dijiste que siempre que quisiera.

Izuku se había lamido los labios, a medio camino entre un jadeo de excitación y una carcajada, y había asentido con la cabeza, complacido porque Katsuki quisiera seguir tocándolo ahí, de esa manera, incluso aunque un rato antes hubiese tenido que ayudarlo de nuevo a utilizar el cuarto de baño.

—Puede venir alguien —había dicho Izuku, no obstante, cuando el dedo de Katsuki se había colado en su interior gracias al jabón y la temperatura cálida del agua de la ducha.

—Es demasiado pronto. Y ya me dirás cómo disimulamos esto —había respondido Katsuki, sujetando el pene de Izuku con el puño y ampliando su sonrisa tanto que dejó al descubierto los colmillos, blancos y que le daban un aspecto depredador—. Es mejor que nos encarguemos rápido de ello.

—De acuerdo, Kacchan. ¿Quieres que lo hagamos como ayer? —Katsuki se había reído entre dientes, divertido por lo sencillo que había sido convencerlo.

—No va a ser necesario. —Se había situado frente a él, tan cerca que Izuku retrocedió un paso por pura inercia.

Katsuki había avanzado, empujándolo con las caderas, hasta que la espalda de Izuku se topó con la pared de la ducha y se quedó quieto, mirándolo con los ojos entrecerrados y la sonrisa de chulería en los labios. Sin pensarlo, Izuku se había elevado sobre la punta de los pies para besarlo. No lo había hecho cuando se habían despertado, porque no sabía si era una cursilería por su parte y si Katsuki lo rechazaría por no ser el momento adecuado, y llevaba dándole vueltas en la cabeza desde que se habían levantado.

Sus miedos habían sido infundados. Katsuki había abierto los labios para recibirlo, mordiéndole la lengua con una delicadeza sorprendente en él y lamiéndole luego con la suya. Había sido electrizante, pero no tanto como el roce que Izuku había sentido en la entrepierna cuando, al auparse, se había frotado contra la erección de Katsuki sin pretenderlo.

—Veo que lo has entendido, Deku pervertido —había dicho Katsuki, riendo con una carcajada gutural y moviendo él las caderas para frotarse a placer.

Izuku había escondido la cara en el cuello de Katsuki, avergonzado porque no había oscuridad que los cubriese ni la excitación sorprendida y familiar del sofá, al que ya se había acostumbrado. Recordando las peticiones de Katsuki la noche anterior, cuando la explosión de color blanco había inundado su cuerpo de ramalazos de placer, lo había mordido en la clavícula, dejando salir a través de ese gesto parte de la potente intensidad que le invadía por completo, y eso había provocado que varias salpicaduras calientes, más que el agua tibia que seguía cayendo sobre sus cabezas, se estrellasen contra su abdomen y pubis.

Al apartarse de él para limpiarlos a ambos, Katsuki también estaba ruborizado y avergonzado y eso había hecho que el corazón de Izuku latiese dos veces en un solo segundo.

Tras ayudarlo a vestirse y desayunar, Izuku había tenido que dirigirse a solas a la enfermería: una vez finalizada la sanción impuesta por el profesor Aizawa, Katsuki tenía que reincorporarse a las clases, como debería haber hecho él de no tener todavía los brazos lesionados.

Izuku pasó el resto de la mañana en la enfermería, tumbado en una camilla y frustrado por perderse otro día más de clase. Recovery Girl lo había besado nada más recordarle que el uso de su Don como parte de su tratamiento entraba en la privacidad de su información médica y después tuvo que esperar hasta que la heroína dio su visto bueno. Todavía le dolían los antebrazos al cerrar los puños o al alzar peso, pero era soportable y Recovery Girl le había asegurado que antes del entrenamiento vespertino estaría totalmente recuperado.

Katsuki estaba esperándolo en la puerta de los dormitorios cuando regresó, en lugar de estar en la cafetería, comiendo. Ceñudo, lo revisó con la mirada, desde los pies a la cabeza, asintiendo satisfecho al ver que llevaba los brazos libres de todo tipo de vendaje.

—No has ido a comer —preguntó con brusquedad.

—Acabo de terminar, Recovery Girl quería asegurarse. —La mirada de Katsuki se tiñó de suspicacia, por lo que se apresuró a tranquilizarlo—. Estoy bien. Estarán bien del todo en unas horas. Utilizó su Don en mí —confesó.

—Ha —dijo Katsuki con una sonrisa triunfal—. Sabía que al final lo haría.

—Si lo hubiese hecho antes, no habría supuesto tantas molestias para Kacchan. —A pesar de sus palabras, Izuku no podía lamentar sinceramente que no hubiese ocurrido así, pues no estaba seguro de que los acontecimientos hubiesen transcurrido igual.

—Eres un grano en el culo, Deku, pero no ha sido una molestia. Además, nadie podría haberte cuidado mejor que yo —presumió Katsuki, todavía sonriendo—. Vamos, te haré algo de comer y llegaremos a tiempo al campo de entrenamiento. No tengo ganas de que a All Might le posea el espíritu de Aizawa y nos castigue también por llegar tarde.

—Kacchan es genial —dijo Izuku, también con una sonrisa, feliz por la perspectiva de comer algo cocinado por él de nuevo, siguiéndolo.

Durante el entrenamiento, se distrajo varias veces mirando a Katsuki. Estaba seguro de que este se había dado cuenta, al menos a partir de la tercera vez, pues una sonrisa de medio lado, petulante y satisfecha, no había abandonado su rostro a partir de entonces. Se adelantó, mientras el resto de sus compañeros terminaban de ducharse, armando un gran alboroto por parte de Kirishima y Kaminari respecto al regreso de Katsuki al entrenamiento, para llegar cuanto antes a la cocina comunal. Cuando Ochaco le preguntó por qué, Izuku se encogió de hombros, sonriendo como un idiota. Esa noche, se sentó a cenar con Katsuki en la mesa de sus amigos, que lo miró de reojo, examinó la comida que había preparado para él con los ojos entrecerrados y terminó por asentir, con aprobación, asegurándole en voz baja que al día siguiente cenarían con Ochaco, Tsuyu, Iida y Todoroki.

Esa noche, sin excusas sobre tener que cuidarlo, Katsuki durmió en su propio dormitorio. Tras acompañar a Izuku hasta la puerta de la habitación, se quedó de pie, con las manos en los bolsillos, fulminando con la mirada el interior de esta, como si la considerase la culpable de no poder quedarse. Izuku se balanceó sobre los pies, deseando decir algo, hacer algo, pero finalmente agachó la cabeza, ruborizado y desanimado por la expresión hostil del otro chico.

—Buenas noches, Kacchan —se despidió. Katsuki hizo una mueca y un gesto con la cabeza. Izuku, que lo conocía lo suficientemente bien como para saber que era su propia forma de lidiar con la misma desazón que la que él sentía, había sonreído antes de cerrar la puerta y apoyar la espalda contra ella, exhalando un suspiro.

Esa noche descansó bien, pero se despertó varias veces. No tanto como para desvelarse, pero sí lo suficiente como para recordar el vértigo, la sensación de no estar sujeto y la inmensidad de una cama que la noche anterior se le antojaba estrecha. Cuando el despertador sonó a la mañana siguiente, se apresuró a ir a las duchas. No era tan temprano como el día anterior y algunos de los más madrugadores, como Todoroki o Kirishima, ya estaban allí. Tampoco había rastro de Katsuki.

Sin embargo, al regresar al dormitorio su uniforme escolar estaba preparado encima de la cama y, al llegar al comedor, había una bandeja con un desayuno preparado justo al lado de donde Katsuki estaba sentado, ya vestido y con el cabello seco.

—Madrugas poco, Deku —masculló este, sorbiendo de su taza sin dejar de mirar la pantalla de su móvil, cuando Izuku se sentó junto a él.

—Procuraré recordarlo mañana. —Una sonrisa ladeada cruzó el rostro de Katsuki, contento de que Izuku hubiese captado la indirecta—. Muchas gracias por prepararme el desayuno. No era necesario.

—No me costaba preparar el doble, seguimos la misma tabla de alimentación. Además, no eres el único que puede cocinar para el otro. —Izuku se rio, comprendiendo que Katsuki estaba compitiendo con él a base de cuidados y que esta era su forma de recuperar una desventaja imaginaria por la cena que Izuku había preparado la noche anterior.

La idea le gustó. «Competir con Kacchan, al fin y al cabo, es algo que llevo haciendo toda la vida», pensó, apurando el plato con apetito.

—Vamos, Deku, no quiero llegar tarde. —Entre carcajadas, Izuku permitió que lo empujase en dirección a la puerta de entrada, donde el resto de sus compañeros salían en dirección a las aulas.

También lo empujó hacia el pabellón de entrenamiento después de la comida. Izuku se había sentado con Todoroki, Uraraka, Tsuyu e Iida, que estaban ansiosos por tener más detalles sobre el trato de cuidado mutuo y sobre la razón por la que estaba tan sonriente y relajado tras el agobio de los días anteriores. Katsuki, que había comido con Kirishima, Sero, Ashido y Kaminari, había interrumpido la breve sobremesa al ir a buscarlo, farfullando algo sobre que le gustaba llegar puntual a los sitios.

Sin embargo, una vez allí, All Might los separó para sus respectivos entrenamientos, emparejando a Izuku con Todoroki y a Katsuki con Kirishima. A Izuku le habría gustado ayudar a Katsuki a fortalecer y practicar su nuevo movimiento especial para compensar los tres días que ambos habían perdido por culpa de su pelea idiota, pero le animó estar de regreso en la clase y que sus brazos no le doliesen cuando, con precaución, procedió a romper los bloques de hielo que Todoroki creaba para él.

La clase estaba cercana a terminar cuando un aullido de enfado, que no conseguía ocultar el dolor subyacente bajo él, resonó por todo el pabellón. Izuku lo identificó al instante y la diatriba de insultos que lo siguieron se lo confirmaron.

—¡Kacchan! —dijo en dirección a Todoroki, que se limitó a asentir con la cabeza, comprendiendo, antes de salir corriendo juntos hacia donde habían visto a Kirishima y Katsuki por última vez.

—¡Alejaos, malditos extra! ¡Ni se os ocurra acercaros a mí! ¡Qué no me toques, pelopincho! —Izuku se abrió paso entre los compañeros que rodeaban a Katsuki. Uno de ellos salió corriendo para avisar a All Might, que debía estar al otro extremo del pabellón.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Izuku a Katsuki, pero este estaba demasiado cabreado como para escucharlo. Estaba sentado en el suelo, sujetándose la pierna derecha, y mostraba los dientes y gritaba en dirección a cualquiera que hiciese ademán de acercarse a él.

—Cree un escudo impenetrable mientras me disparaba, la onda expansiva de la explosión rebotó hacia él e hizo un mal aterrizaje al caer al suelo —le informó Kirishima en su lugar, solícito.

—¡He dicho que lo dejes estar, pelopincho! ¡Estoy perfectamente bien y te voy a reventar el culo en cuanto pueda levantarme!

—Katsu, deberías ir a la enfermería para…

—¡Que te calles, joder! —aulló Katsuki.

—Yo me haré cargo, Kirishima-kun —dijo Izuku, en voz baja, dirigiéndose a su compañero pelirrojo.

—¿Seguro? Midoriya-kun, sé que estos días os habéis estado llevando mejor, pero ahora está… —«Sumamente cabreado», comprendió Izuku. La cara de preocupación de Kirishima, que estaba apurado porque no quería arruinar el buen entendimiento entre él y Katsuki, lo hizo sonreír.

—Estará bien, te lo aseguro. Decidle a All Might que me lo he llevado a la enfermería.

—¿Katsubro? —Katsuki desvió la mirada, chasqueando la lengua, antes de afirmar secamente con la cabeza. Chocando el puño contra la palma de su mano, Kirishima asintió y se apartó, alejando a sus compañeros un par de metros para dejarles algo de intimidad.

En lugar de tenderle la mano, Izuku se sentó al lado de Katsuki, que seguía esquivándole la mirada y entornando los ojos con un mohín enfadado hacia el infinito. Apretaba uno de sus puños, el izquierdo, con fuerza. La mano derecha, en cambio, descansaba laxa sobre su rodilla. A Izuku no se le escapó el detalle, pero se limitó a quedarse en silencio, a su lado, hasta que la respiración de Katsuki pasó de estar agitada a ser más profunda y cadenciosa.

—Recovery Girl lo arreglará en un periquete.

—¿Quién dice 'periquete' hoy día, Deku? —se burló Katsuki. Izuku, alegrándose de que estuviese de mejor humor, lo acompañó en su carcajada—. Eres un jodido friki hasta para hablar.

Katsuki apoyó la cabeza contra la pared y suspiró. Abrió y cerró tentativamente los dedos de la mano derecha, disimulando una mueca de dolor que Izuku sólo percibió porque sabía qué detalles debía buscar en su rostro. Había tendido la mano hacia él, buscando rozársela, tomarla de un modo tan parecido, y diferente, a cuando se tomaban de las manos de pequeños para consolarse mutuamente o defenderse, pero decidió no hacerlo y mantenerse en silencio hasta que el puño izquierdo de Katsuki se relajase.

—No quiero ir a ver la vieja.

—Pero Kacchan… —protestó Izuku, frunciendo el ceño.

—Sólo es una mala caída, ¿vale? —Izuku estuvo a punto de mencionar que, si era así, un beso de Recovery Girl le permitiría retomar la clase al día siguiente, pero se calló de nuevo, observando a Katsuki.

«Está frustrado por haberse lesionado justo hoy, interrumpiendo su entrenamiento cuando apenas lo acababa de retomar». Izuku, con la mirada perdida entre sus manos, trató de encontrar la forma de convencer a Katsuki sin hacerlo sentir más frustrado u ofenderlo. «Al fin y al cabo, Kacchan siempre me cuidó tratando de minimizar mis sentimientos negativos al respecto y buscando que me sintiese cómodo».

—Le das demasiadas vueltas, Deku. Me he torcido el tobillo y necesito descansar un rato, nada más. —Las palabras de Katsuki abandonaron sus labios con media sonrisa presumida. Estaba mirándolo de reojo y su puño izquierdo se había destensado. Izuku, inmerso en sus pensamientos, tardó unos segundos en reaccionar, sonriendo ampliamente gracias a la idea que acababa de cruzar por su mente.

—No te llevaré a la enfermería si no quieres. —Izuku se levantó con un ágil salto, plantándose delante de Katsuki y tendiéndole la mano izquierda. Este lo observó, con la cabeza ladeada y la media sonrisa todavía en sus labios—. El trimestre pasado yo estuve en el curso de fisioterapia y primeros auxilios, ¿recuerdas? —Katsuki asintió. Él, aunque había participado también, había estado en la especialidad de rescate. Izuku se había dividido entre ambos, deseoso de no perder un solo ápice de conocimiento.

—Está bien, Deku. —La mano izquierda de Katsuki se cerró con fuerza sobre la de Izuku, que utilizó una mínima porción del One For All para levantarlo con facilidad. Antes de que le diese tiempo a quejarse, rodeó la cintura de Katsuki con un brazo y se pasó el de este por los hombros, suponiendo que sería mucho mejor llevarlo así hasta el dormitorio que en brazos. Lo último sería lo ideal, pero Katsuki no iba a permitírselo de ninguna de las maneras, por mucho que con One For All fuese algo sencillo de llevar a cabo.