Héroes de Royal Woods.

La fría brisa peinaba mi cabello en una dirección, prácticamente neutralizando la calidez de los rayos del sol poniente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, y abracé con más fuerza mis rodillas a mi pecho. Traté de distraerme con la belleza del paisaje natural. El firmamento, una acuarela de tonos cálidos, bañando la ciudad en oro. Las hermosas nubes, frondosas y suaves en sus formas sinuosas. El vuelo de los pájaros, tan libres, invitándome a unirme a ellos. A sus bandadas. Sus familias.

Aclaré mi garganta, y sintiendo la luz del sol en mi rostro como un cálido cosquilleo, dejé que mi poder brotara en una fina capa de azuladas llamas que rodearon mi cuerpo. El frío se esfumó, y el vacío en el centro de mi pecho se volvió un poco menos insoportable. Un avión entró a los límites de la ciudad, y decidí seguirlo con la mirada, distrayéndome en su trayectoria y su suave vuelo para evitar que mi mente pensara, que mi mente recordara.

Por debajo de mí, oí el sonido de un choque metálico, casi como un martillazo. Acto seguido, el suave susurro de un objeto atravesando el aire. Pensé en alejarme cuanto antes para evitar lo que fuera que estuviera a punto de suceder, pero sabía que no era más que una infantil reacción para retrasar lo inevitable. Y odiaba ser o mostrarme infantil frente a él.

— ¿Disfrutando la vista, Nova?

No respondí de inmediato. No respondí, de hecho. Permanecí quieta en mi lugar, con la mirada siguiendo el avión, pero enfocada mucho más allá. O tal vez en ningún lugar.

—Es una hermosa vista —insistió—. Vale la pena el esfuerzo para llegar hasta aquí sin llamar la atención.

Dudo que lo haya hecho para que me sintiera mal, pero no pude evitar pensar que si se había tomado el esfuerzo de llegar hasta allí, lo menos que podía hacer era brindarle la oportunidad de hablar conmigo.

Descendí de mi posición suspendida en medio del aire, moviéndome lenta y gentilmente hasta quedar sentada en el borde del helipuerto en la cima de la Torre Yates. A mi lado, la fría brisa sacudía la capa de Ace Savvy, el Vigilante Nocturo, Protector de Royal Woods.

Acomodó su capa y se sentó sobre ella para evitar que se moviera. Noté que había ocupado un espacio mucho más cercano a mí de lo que esperaba. Por desgracia, en ese momento el avión se ocultó de mi vista, y ya no tenía una excusa para evitar mirarlo a los ojos.

—Escuché los reportes de la policía —dijo de repente—. Impresionante. Detuviste a cuatro vehículos y siete delincuentes sin que siquiera sacaran sus armas.

—No eran gran cosa, robaron un supermercado —objeté, quizás rechazando una felicitación por parte de Spade por primera vez en mi vida.

No me sentía de ánimos para celebrar.

—Para Tom y Gary, los dueños del supermercado, sí fue una gran cosa; esos delincuentes casi arruinan su negocio —respondió—. Otro día de trabajo para ti, un alivio inmenso para ellos. Nunca olvides el impacto que nuestras acciones tienen en la gente a la que protegemos. Después de todo, nuestro esfuerzo es para ellos.

Tomé aire para tratar de controlar las emociones que borboteaban en mi interior. Mi labio inferior temblaba, y traté de fruncir el rostro para mantener la compostura. No quería llorar. Mucho menos frente a él.

Cuando colocó un brazo alrededor de mis hombros, todas mis defensas se quebraron. Las lágrimas, los sollozos, no pude contener nada mientras hundía mi rostro en el pecho de Ace Savvy.

En aquel momento, sin embargo, él no era Ace Savvy. Era Spade Nifty.

Y yo no era Nova. Era Lori Lavigne, y ni siquiera la misma Lori del día anterior, sino una Lori Lavigne que se sentía de doce años una vez más.

En la cúspide de la torre más alta de Royal Woods, nadie podía oírme, nadie podía ver a la heroína llorar, por lo que aún vistiendo mi traje, no me preocupé por actuar como tal. Dejé que toda mi frustración, mi cansancio, y sobre todo mi tristeza fluyera y escapara de mí.

Lloré hasta quedarme sin lágrimas, y cuando terminé, me sentí más cansada que al liberar una Supernova. Mi cuerpo, pero sobre todo mi espíritu, estaban exhaustos, cansados de fingir ser fuerte.

—Todo va a estar bien —me dijo Spade, habiendo permanecido en silencio mientras me descargaba.

—Nada va a estar bien —respondí con un hilo de voz—. No hay nada que celebrar. Nadie nos respeta a Leni y a mí. Ni la policía, ni los medios. Nadie en nuestra escuela quiere ser amigo de las hermanas que nunca pueden salir de noche. Mis papás murieron. Mis padres biológicos no me quisieron. ¿Qué sentido tiene esforzarme tanto sólo para ser un fracaso?

—No digas eso.

—Es la verdad.

—Por supuesto que no.

Se separó de mí. Traté de limpiar mi rostro, de acomodar mi cabello, pero poco pude hacer para disimular el desastre que era.

Me miró a los ojos con serenidad.

—Atravesar adversidades no te convierte en un fracaso, te convierte en humana. Todos llevamos una cruz sobre nuestros hombros, y mientras más pesada, mientras más duro es el camino, más honrado es quien continúa adelante. A tu joven edad te has enfrentado a tragedias y dificultades de las que pocas personas podrían recuperarse. Y lo has hecho con mucha honradez.

Colocó una mano sobre mi hombro, y por un momento pareció que me hablaba de igual a igual.

—Te has hecho cargo de tu hermana, una responsabilidad que nadie podría haberte obligado a aceptar. Y por si fuera poco, has decidido convertirte en una heroína simplemente por querer ayudar a los que sufren y no pueden defenderse. No hay causa más noble que esa.

—Y sin embargo, no podemos ayudarte en casos importantes. Sólo somos un estorbo —mencioné, recordando lo inútiles que éramos para ayudar a Ace en su investigación contra Industrias Tetherby.

—Nunca serán un estorbo. Nova, ¿qué no te das cuenta de la increíble heroína en la que te has convertido?

—Oh, vamos. ¡No te hemos ganado ni una vez en los entrenamientos!

— ¿Y crees que me es fácil? Hace semanas que tengo que luchar al máximo de mis capacidades. Hacer sparring con ustedes es el entrenamiento más duro al que jamás me he sometido. Sólo necesitaron algunos meses para convencerme de que están preparadas para enfrentarse a lo que sea que se interponga en su camino.

Desvió la mirada con una sonrisa en su rostro.

—Nunca te lo dije, pero estoy seguro de que ustedes serán las heroínas que venzan a la Maldición de Royal Woods.

A lo largo de los años, noté el respeto que Spade le tenía a la superstición de la maldición. No era una persona supersticiosa en otros ámbitos. No temía romper espejos o pasar por debajo de la escaleras. Sí, tenía esa ridícula costumbre de vestir un suéter rojo cada vez que su equipo jugaba, pero no le daba importancia a ningún otro elemento metafísico.

Excepto a la Maldición de Royal Woods. Siempre hablaba de ella como si fuera real, como si fuera un peligro tangible. Era la principal excusa que ponía para llevarnos al límite a Leni y a mí. "Si no pueden vencerme, ¿como piensan enfrentarse a la Maldición?", nos decía.

Y sin embargo, nunca nos daba más detalles. Evitaba hablar de ella, o de su pasado. Éramos demasiado jóvenes, nos decía.

—Tú ya la venciste —le dije.

—No. Yo la evité. Pero jamás podría vencerla. Eso, Nova, estoy seguro que será obra de una nueva generación, de la cual tú formas parte.

—Supongo que todavía no soy lo suficientemente grande para que me hables más de esta Maldición, ¿no?

—No, todavía no —respondió con una sonrisa—. Pero cada vez falta menos.

Aquel comentario estrujó mi corazón. De no haber llorado a cántaros antes, lo habría hecho en aquel momento.

—Sé que los extrañas —me dijo, leyendo mis pensamientos—. Y está bien hacerlo. ¿Crees que los héroes no lloramos por los seres amados que perdimos? ¿Por nuestra familia? Si no lo hiciéramos, no seríamos héroes. Tu dolor es parte de tu humanidad. No te hace débil, te hace fuerte. No tiene sentido que trates de reprimirlo durante trescientos sesenta y cuatro días al año. Acéptalo.

—Quiero superarlo.

—No se supera, pequeña. Se convive a diario con ello. Las personas que perdimos nunca nos abandonan.

Echó una mirada nostálgica al horizonte.

—Y tus padres biológicos sí te quisieron —dijo finalmente, cambiando de tema sin razón ni sentido.

—Si nos hubiesen querido no nos habrían abandonado.

—No es sano juzgar sin saber. Pero estoy seguro que las aman a ti y a tu hermana. Y en algún lugar, si es que pudieran verlas, estarían orgullosos de las maravillosas personas en las que se han convertido. Tan orgullosas como yo lo estoy.

Era un lindo pensamiento. Desde que los Lavigne nos adoptaron a Leni y a mí, no había pensado demasiado en mis padres biológicos. Estaba más interesada en mis verdaderos padres, los que nos llevaban a la escuela, cuidaban de nosotras, y nos enseñaban a mantener secretos nuestros poderes.

Desde el accidente, sin embargo, había vuelto a pensar en mis padres biológicos. Quizás suene mal, pero creía que tal vez era una forma de buscar llenar el vacío. Había perdido a mis padres, pero había otros ahí fuera, si es que seguían con vida. Quizás algún día volveríamos a encontrarnos. Quizás algún día volvería a tener padres.

No lo sabía. Quizás no eran más que pequeñas fantasías de una niña asustada, desesperada por no estar sola en el mundo. Pero no lo estaba, lo sabía bien. Tenía a Leni, que era todo lo que necesitaba.

Y también lo tenía a Spade.

— ¿Por qué haces todo esto por nosotras? —Pregunté finalmente, tras varios años— No haces todo este esfuerzo por cada niño huérfano que te encuentras. ¿Por qué nos dejaste entrar a tu vida a Leni y a mí?

Mi pregunta pareció tomarlo por sorpresa. Un nuevo avión comenzó a atravesar el cielo de la ciudad, y sus ojos lo siguieron detenidamente.

Me mantuve en silencio. Sabía que respondería, eventualmente.

—Ustedes no tenían ningún tipo de familia. Ni abuelos, ni tíos. No tenían a quién acudir. Y son metas. Vi tus habilidades en el accidente. Y sé lo difícil que es ser un meta en esta ciudad. Supe de inmediato que necesitarían mi ayuda.

Le creí. Y sin embargo, tenía la sensación de que no era toda la verdad. ¿Por qué no me miraba a los ojos? A veces deseaba tener los poderes empáticos de Leni.

Antes de que pudiera hacerle una repregunta, se puso de pie.

—Bien. Buena charla. Ahora levántate y ve a tu casa a cambiarte.

— ¿Qué? ¿Por qué?

—Porque a pesar de los malos recuerdos, hoy sí es un día para celebrar.

Extendió una mano para ayudarme a levantarme.

—Ya hablé con Leni. Encargué un pastel y llegará pronto a tu casa.

Debería haber supuesto que volvería a hacer lo mismo que el año pasado. Suspiré resignada.

Y, secretamente, muy feliz.

— ¿Lo compraste de chocolate, al menos? —Pregunté ilusionada.

—Como le gusta a la cumpleañera.


Abrí los ojos en cuanto me desperté. Me hallé a mí misma mirando hacia la ventana de mi habitación, con los cálidos rayos de luz golpeando mi rostro. Volví a cerrar los ojos mientras mi cuerpo se acostumbraba al estado de consciencia una vez más.

¿Por qué había soñado con un recuerdo? Había sido una memoria muy vívida. Todavía podía sentir los brazos reconfortantes de Spade, y el recorrido de las lágrimas por mi rostro. De hecho, las lágrimas definitivamente estaban allí. Llevé una mano para secar mi mejilla, y de inmediato sentí a mis músculos y huesos resintiéndose del dolor, y a mi estómago pidiendo a gritos comer algo.

Todo volvió a mí de repente. Me senté tan rápido como pude, causando que un nuevo dolor se expandiera por mi espalda. ¿Cómo había llegado allí? Lo último que recordaba era la batalla contra El Dragón y sus hermanos, y luego cargar con Leni, y luego…

¿Y luego?

—Oh, al fin despiertas.

Me sobresalté. Entrando a mi habitación como si fuera lo más común del mundo, Eva Alexander, mi vecina, se aproximó hasta sentarse junto a mí en la cama. Tomó una especie de bolígrafo con una linterna en un extremo y, tomándome por el mentón, pasó la luz por delante de mis ojos.

—Lamentablemente, no tengo tiempo para hacer un examen completo, mi turno en el hospital comienza pronto —dijo, palpando mis brazos y rostro con una mirada de concentración—. Avísame si te duele. Anoche te quitamos los vendajes, veo que casi ya no te quedan heridas superficiales.

— ¿Anoche? ¿A qué te…? ¡Ah!

—Mmm. Parece ser un hematoma en el periostio del húmero. Trata de no hacer esfuerzos con tu brazo derecho durante algunos días, hasta que el dolor desaparezca.

—Eva, ¿qué estás…?

—Por todo lo demás, pareces estar avanzando bien en tu recuperación —me interrumpió, poniéndose de pie—. Trataré de traer algunas medicinas del hospital, para aliviar los dolores. Esta noche o mañana te revisaré con más detenimiento. Kaelynn y Sam estaban preocupados, probablemente vengan a la tarde a visitiarte. En fin, lo siento, pero en serio debo irme. ¡Nos vemos! ¡Cuídate!

Y así sin más, dejándome llena de preguntas e interrogantes, Eva salió de mi habitación.

Por suerte, no pasaron más de dos minutos antes de que Leni ingresara corriendo a mi habitación y se lanzara a mis brazos.

— ¡Lori!

—Leni —respondí, evitando dejar escapar un grito de dolor; no quería alarmarla—. ¿Qué pasó?

— ¡Estaba tan preocupada! —Dijo, abrazándome aún más fuerte, presionando nuestras mejillas tan juntas y tan fuerte que estaba a punto de sentir sus pensamientos.

—Estoy bien. No te preocupes. ¿Y tú? ¿Estás herida? —Pregunté, aprovechando la excusa para separarme y revisarla.

Se veía bien.

—No me pasó nada —respondió, acomodando su cabello con una sonrisa y tomando mis manos entre las suyas—. Me desmayé por el cansancio, los villanos no me hirieron. Debería haber llegado antes, ¡lo siento! Dejé que tú y Ace pelearan solos.

—Hey, llegaste justo a tiempo para salvarnos —dije, recordando más detalles a medida que pasaban los minutos—. Te encargaste de dejar a La Tortuga fuera de combate, si no lo hubieras hecho… Todo salió bien.

Inclinó la cabeza, manteniendo su sonrisa.

—Aún así estás asustada —mencionó.

—Sí. Lo estoy. ¿Qué hacía Eva aquí?

—Viene todas las mañanas a revisarte.

Una horrible sensación se adueñó de mi pecho.

—Espera. ¿Todas las mañanas?

— ¡Así es!

—Leni, ¿cuánto tiempo llevo inconsciente? —Pregunté, temiendo que me dijera algo terrible como un mes o un año.

— ¿Sin contar cuando te despertaste ayer a pedir algo para comer en la cama?

— ¿Qué? Yo no… No recuerdo eso. ¿Hace cuánto fue la pelea?

—Oh. Tres días.

Me recosté contra el respaldo de la cama. Tres días desde la batalla contra los villanos. Y aún me sentía increíblemente cansada. ¿Sería cansancio por la batalla, o por no haber salido de la cama en setenta y dos horas?

Realizar mi movimiento de Supernova siempre me dejaba exhausta, e incluso había llegado a dormir doce horas de corrido en ocasiones anteriores. Pero, ¿tres días? Jamás me había exigido a ese punto. Era un gambito muy peligroso. Un ataque tan desesperado como devastador, a cambio de quedar fuera de combate por lo que aparentemente podrían ser varios días. ¿Había resultado así por el daño recibido durante la batalla, o porque mi poder había crecido en el último tiempo, y con ello las consecuencias de liberarlo todo de repente?

Cuestiones para reflexionar más tarde. Primero, había algo fundamental que resolver.

— ¿Qué le dijiste a Eva? —Pregunté— ¿Que tuve un accidente?

—No le dije nada —respondió Leni con total tranquilidad.

— ¡¿Cómo que no?!

—O sea, todos vieron las noticias —me dijo como si fuera obvio—. Sam y Ricky nos encontraron en el pasillo, para cuando Eva llegó ya estaba al tanto. Trajo vendas y cosas del hospital esa noche, incluso nos preparó la cena. Bueno, tú estabas inconsciente, pero estuvo deliciosa.

Dejé de escucharla a mitad de su respuesta, mientras todo mi mundo parecía desmoronarse a mi alrededor. Toda clase de terribles pensamientos comenzaron a cruzar mi mente. ¿Deberíamos mudarnos a otro edificio? ¿Cómo hablar con nuestros vecinos para explicarles lo delicado de la situación? ¿Sam se lo habría contado a sus amigos? Todas las escuelas ponían documentales sobre el Día de la Identidad Secreta, debería saber lo importante que era, pero no podía apostar a la integridad de un niño de catorce años.

—Hey, tranquila —Leni apretó con gentileza mis manos—. Todo está bien.

— ¿Cómo puedes decir eso? —Pregunté, genuinamente sorprendida por la calma con la que Leni se tomaba la situación— Leni, sabes lo importante de mantener nuestra identidad secreta. Logramos ocultarla durante años, y ahora…

Me detuve. La sonrisa de mi hermana no vaciló ni un centímetro.

—Leni… ¿Ellos ya sabían?

Desvió la mirada con una sonrisa traviesa, como una niña a la que atraparon con la mano en la jarra de galletas.

—Oh, por Dios —dije—. ¿Todos?

—Sí.

— ¿Desde cuándo?

—Um… ¿Después de que detuvimos a los ninjas morados? ¿Los que terminaron siendo robots?

— ¡Ese fue nuestro tercer caso!

—Sí, ese.

— ¿Y cómo…? ¿Por qué…? —Mi mente pensaba demasiado rápido, tratando de reconciliar esta nueva información con mis experiencias vividas— ¿Y por qué nunca me dijiste nada?

Se acercó más a mí, y soltando mis manos, me rodeó en un gentil y cálido abrazo.

—Lo siento. No creí que fuera correcto.

—Es peligroso que sepan quiénes somos.

—Están al tanto de eso —respondió—. Todos entienden la gravedad del asunto. Por eso nunca nos dijeron que saben; quieren protegernos y evitarnos problemas.

—Espera, ¿ellos no saben que tú sabes?

Negó con la cabeza.

—Lo leí en sus sentimientos. La preocupación, la admiración, la tristeza. Cada vez que volvemos de una batalla. ¿Por qué crees que siempre nos regalan cosas o nos invitan a cenar cuando nos quedamos hasta tarde combatiendo el crimen? Saben que estamos solas, y por eso tratan de ayudarnos en lo que pueden.

Sonrió nuevamente y se encogió de hombros.

—Bueno, ahora sí saben que sé, porque nos encontraron inconscientes en las escaleras y tuvieron que ayudarnos. Pero quieren pretender que no pasó nada.

Era mucho para digerir de repente. Nuestros vecinos (¿todos?) llevaban años conociendo nuestras identidades secretas. No había logrado proteger nuestra debilidad más grande ni por más de un par de meses. Spade habría estado muy decepcionado de mí.

— ¿Cómo está el niño? —Pregunté de repente, cambiando de tema.

—Bien. Volvió a patrullar sin descanso.

Al menos unas buenas noticias.

Me recosté, agotada psicológicamente. Y lo peor de todo es que sabía que todavía faltaba mucho por discutir, y que lo más importante aún no había llegado.

El sentimiento de angustiante anticipación debió de ser muy obvio para los asombrosos poderes empáticos de Leni.

—Lori… Tenemos que hablar —dijo, sin ningún rastro de enfado o queja en su voz. Sólo decía lo que ambas sabíamos.

No había por qué retrasar más lo inevitable, pues.

Me tomé mi tiempo para explicarle la realidad de nuestra situación. No le oculté nada en esta ocasión. Expliqué en detalle los problemas legales con los fondos comunes que Spade había dejado a nuestro nombre, y las complicaciones que su muerte había provocado con ellos. Revelé que ya desde hacía meses vivíamos de nuestros ahorros. También compartí mis temores acerca de nuestra falta de recursos como heroínas. Sin seguro, ni cobertura médica, ni regalías por nuestra imagen o apariciones televisivas.

Por supuesto, Leni estaba al tanto de las múltiples complicaciones a las que nos enfrentábamos, pero ignoraba el condimento económico que se sumaba a nuestras dificultades. Y por mi parte, había logrado esconder de ella las preocupaciones que me atormentaban. Mi preocupación por nuestro futuro, su seguridad.

Le comenté la verdadera razón que me había llevado a Great Lakes City, así como mi fracaso en tratar de conseguir una agencia que nos represente, e incluso la propuesta de Bobby.

—Deberías habérmelo dicho —me pidió, sin recriminar nada, más bien con tristeza—. No sabía que las cosas estaban tan mal.

—No quería preocuparte. Es mi responsabilidad poder…

—No —me interrumpió—. No es tu responsabilidad. Lori, somos familia. Somos un equipo. Ninguna de las dos tiene que hacer nada por su cuenta.

—Nunca fue mi intención dejarte fuera de esto —respondí, sintiéndome ligeramente culpable—. Sólo quería tener algún tipo de… respuesta, o solución, o al menos un plan antes de consultarlo contigo. No quería caer con las manos vacías sin al menos un poco de esperanza.

Suspiró con una sonrisa, sacudiendo la cabeza, como si no pudiera creer lo tonta que su hermana era.

O sea, yo.

—Lori, cuando vamos a pelear, nunca tengo miedo. ¿Sabes por qué? Porque tú estás conmigo. Las dos hemos pasado por mucho, pero siempre salimos adelante. Juntas.

Se puso de pie, cerrando los puños y levantándolos como si estuviera lista para pelear con alguien.

—Saber que estamos juntas en esto es toda la esperanza que necesito.

Por algún extraño motivo, sentí un impulso por llorar. Pero no podía permitirlo.

—Sé que quieres ser como Spade —continuó—, pero tú no eres él. Él estaba solo. Tú no.

Okay, las ganas de llorar fueron demasiado. Derramé una o dos lágrimas.

—Bueno, entonces resolvamos esto como un equipo —dije, cuando recuperé la voz—. ¿Qué crees que deberíamos hacer?

Pasamos toda la tarde discutiendo nuestras opciones.

A la mañana siguiente, las dos partimos en un viaje a primera hora.


—Es allí —dije, estirando un brazo para señalar al edificio.

— ¡Oh, wow! ¡Es, o sea, genial! —Dijo Leni— Se ve súper moderno. Me encantan esas gárgolas, le da un verdadero toque de heroísmo.

—Uh, no. Ese es un hotel. La agencia está en el edificio de enfrente.

— ¿El que parece una bodega?

—Sí.

—Oh. ¡Qué bonito!

Volteé a verla. Atravesando los cielos de Great Lakes City, con su cabello desafiando la gravedad y el empuje del viento, Leni no parecía estar riéndose o mintiendo. Realmente encontraba al edificio encantador, por algún motivo que se me escapaba.

Quizás porque, al igual que yo cuando había llegado por primera vez, lo encontraba entrañable. Una familia llevando adelante una agencia de héroes. Un sueño hecho realidad.

Llegamos a las puertas de la agencia de los Guardianes del Firmamento. Al tocar el suelo, Leni trastabilló, perdiendo el equilibrio momentáneamente.

— ¿Estás bien?

—Sí, lo siento —dijo, tomando aire.

Nunca había volado tanto, y su poder requería mucha más concentración que el mío.

— ¿Lista? —Pregunté, y ella asintió.

Por supuesto, yo era la única con dudas y un cierto miedo por lo que debíamos hacer. Respirando profundo, me acerqué al portero eléctrico del edificio, y presioné el timbre. Esperé unos segundos en silencio, preparando mis palabras.

Luego, el altavoz se activó.

¡Nova! ¡Volviste!

El entusiasmo en la voz de quien parecía ser Carlota me tomó por sorpresa. Eché una rápida mirada a la entrada, buscando alguna cámara, pero no vi ninguna.

¡Te vimos por la ventana! —Habló, como leyendo mis pensamientos— ¡Vamos, entren por el tercer piso!

Leni y yo nos miramos. Luego de que me encogiera de hombros, las dos nos elevamos hasta el tercer piso, donde los Casagrandes nos esperaban con un ventanal abierto.

Las reacciones de los miembros de la agencia fueron divididas, aunque definitivamente mucho más positivas de lo que hubiera esperado. Pasé todo el día anterior preocupada de que la familia me odiaría, pero ninguno parecía particularmente enfadado conmigo. Aún así, Arturo y María me recibieron con cierta distancia y sonrisas forzadas. Carlos se mantuvo sentado en su escritorio, escribiendo en una computadora, apenas echando furtivas miradas hacia nosotras. Rosa y Héctor abandonaron la habitación en cuanto entramos.

Los demás nos recibieron con mucha alegría, como si fuéramos viejos amigos de la familia que regresaban luego de mucho tiempo. CJ y Frida se acercaron a verme, preguntándome rápidamente cómo me encontraba y mil preguntas más. Carlota fue con Leni, presentándose, halagando el traje de superhéroe de mi hermana, y diciendo algo sobre una colaboración. Carl también pareció olvidarse por completo de mí, dando vueltas alrededor de Leni, buscando impresionarla con… algo, evidentemente.

—Escuchamos sobre su pelea —me dijo CJ—. ¡Vencieron a los malos!

—Sí. Lo hicimos.

— ¿Tienes alguna idea de lo que pasó con ellos? —Me preguntó Frida— No han vuelto a mostrarse desde entonces.

—Quizás están recuperándose —supuse—. Todos quedamos muy heridos. Por ahora no han vuelto a aparecer por Royal Woods tampoco. Quizás quieran tomarse un tiempo antes de atacar de nuevo.

O quizás quedaba en ellos la suficiente humanidad como para decidir dejarnos en paz. Preferentemente por un sentido de supervivencia, siendo que los habíamos derrotado claramente, pero estaba dispuesta a aceptar su retirada sencillamente por un profundo sentimiento de humillación.

—No bajen la guardia —dijo Frida con sombría—. El Triunvirato no suele mostrarse demasiado. Se ocultan esperando el momento justo para actuar. Fue muy afortunado que decidieras volver a Royal Woods cuando lo hiciste. Quién sabe qué hubiera pasado si no lo hacías.

Según La Profecía, muerte y destrucción. Me preguntaba si volvería a saber de aquella extraña niña. ¿Cómo es que había logrado predecir el ataque de los villanos? ¿Cuáles eran sus poderes exactamente? ¿Una nueva metahumana en Royal Woods? En parte, esperaba que ese no fuera el caso. Era demasiado joven como para utilizar sus poderes abiertamente en nuestra ciudad. Por el bien de todos, era mejor que no hubiera más juveniles metahumanos. Aquella chica DiAngelo que había causado una escena en un musical escolar y luego se había escapado de prisión era una prueba de que no estábamos del todo preparados para lidiar con ellos.

La Profecía, al menos, parecía estar de nuestro lado. Si volvía a aparecer ante nosotros, quizás podría convencerla de que no se arriesgara.

El sonido de truenos bajando por la escalera anunció la llegada de La Tormenta. Sentada de piernas cruzadas sobre una pequeña nube negra que centelleaba con rayos y relámpagos en miniatura, la niña abrió la puerta de las oficinas con una potente ráfaga de viento.

Sus ojos prácticamente (quizás literalmente) echaron chispas cuando cruzamos miradas. El olor a ozono opacó el aromatizante de la oficina, y tragué saliva al sentir los vellos de mi cuello erizándose por la corriente eléctrica que recorría el aire. ¿Estaba a punto de electrocutarme frente a toda su familia?

— ¡Tú debes ser La Tormenta! —Dijo Leni de repente, deslizándose por el aire con gran elegancia hasta colocarse frente a la pequeña heroína.

—Uh, sí, soy yo —respondió ella, mirando a mi hermana con cierta desconfianza.

— ¡Soy Eclipse! Nova me habló de ti.

La Tormenta volvió a mirarme, y aquella chispa de enfado volvió a encenderse.

— ¿Ah, sí? —Cuestionó con veneno en su voz.

—Sí. Me dijo que la salvaste en la pelea contra La Cobra. Y que sin ti, no podría haber llegado a Royal Woods a tiempo.

Para sorpresa de todos, Leni abrazó a Tormenta, quien quedó sorprendida y sobrecogida por el repentino gesto de Eclipse. Tras unos segundos anonadada, y con rubor expandiéndose por su rostro, elevó una mano para devolver tímidamente el abrazo, dirigiéndome una confundida mirada.

Me encogí de hombros, pero poca atención pude prestarle a la conversación que Leni inició con ella, pues pocos segundos después, El Falcón entró a la oficina, también.

O mejor dicho, Bobby entró, pues a diferencia de La Tormenta o Leni y yo, no llevaba puesto su traje de superhéroe. Vestía, en cambio, unos sencillos pantalones de jean, zapatos marrones, una remera blanca, y una camisa verde a rayas. Por supuesto, lo más llamativo eran los yesos. La parte baja de una de sus piernas se hallaba inmovilizada, obligándolo a moverse con una muleta. Su brazo derecho también estaba enyesado, cubriendo gran parte de su torso. Por lo menos su rostro se veía mucho mejor, apenas con unas gasas encintadas en su mejilla y un ojo morado pero sin inflamación.

La culpa y tristeza por verlo así inundaron mi corazón, pero los sentimientos negativos se calmaron al ver la calidez de su sonrisa, como si todo estuviera bien.

—Nova —me saludó.

Trató de acercarse, pero me apiadé y fui yo la que acortó la distancia.

—No te muevas tanto —le pedí, colocando tentativamente una mano en su hombro bueno para ayudar a sostenerlo.

—Ya tengo a mi mamá pidiéndome que no me mueva —bromeó—. Me alegro de verte.

—Yo también —dije, sonriéndole.

Permanecimos en silencio durante unos instantes, y fui consciente de que el silencio se propagó al resto de la oficina. Él pareció notarlo también.

—Aunque ahora que lo mencionas, estoy un poco cansado. ¿Me acompañarías a la otra sala? Hay un sofá para sentarme.

—Sí, claro.

Sin atreverme a voltear atrás, lo ayudé a caminar hacia una habitación un piso por debajo. Había una especie de mostrador y sala de reuniones, con un sofá lo suficientemente cómodo y amplio para varias personas. Colaboré para que se sentara con su pierna estirada sobre los almohadones.

Y yo junto a él.

Sin la presión de nuestras respectivas familias mirándonos o escuchando nuestra conversación, tuvimos varios minutos de tranquilidad. No voy a aburrirlos con las banalidades que todos esperan; él preocupado por lo que escuchó sobre mi batalla contra el Triunvirato, yo preocupada por su estado de salud. Mi culpa por las heridas que sufrió, su culpa por no acompañarme. Las cosas de siempre.

Me adelantaré a la parte más relevante de nuestra conversación.

—Estuve muy preocupado. En verdad no te das una idea lo aliviado que me siento —me dijo con una gran sonrisa.

Sonreí también, debiendo desviar la mirada para no perder la cordura y hacer algo de lo que pudiera arrepentirme.

—Vamos, no iba a dejar que unos escamosos me derrotaran.

—Oh, no, después de tu pelea con La Tortuga aprendí a no subestimarte. Eres una de las heroínas más poderosas que jamás vi. Hasta Muscle Fish tendría problemas en vencerte.

—No subestimes a los profesionales, en especial a los que llevan tantos años en el trabajo. No todo es poder —advertí, recordando a mi mentor—. ¿Y si confiabas tanto en mí, por qué estás tan aliviado?

—Porque te fuiste antes de que pudiera pedirte tu número —respondió con una naturalidad que me sorprendió—. Pensé que quizás nunca más te vería.

Tuve que confirmar que no había desplegado sus alas de fuego, porque la habitación se sintió mucho más cálida de repente.

—Falcón…

—Sé que suena… raro. Un poco egoísta.

—No. No, para nada. Es… lindo.

Se sonrojó. Visiblemente. Mi corazón latía con rapidez.

— ¿En serio creíste que no volvería?

—Bueno… Era una posibilidad.

—Muy baja. Todavía no respondí a tu invitación.

Frunció el ceño, confundido, pero pronto comprendió a lo que me refería. Tomó aire, preparándose para oír mi respuesta.

—Lo hablé con Eclipse. Nos encantaría unirnos a tu agencia.

Sus ojos se iluminaron por un instante, pero su pecho se desinfló al comprender que aún no había terminado de hablar.

—Eres un fantástico héroe, y una mejor persona. Tu familia es maravillosa. Y tienes razón. Los dos queremos proteger a nuestras familias, y podríamos ayudarnos mutuamente a lograrlo. No sólo eso, sino que Great Lakes tiene todo lo que buscamos, todo lo que necesitamos. Una… estructura. Un sistema que funciona. Nuestra vida sería mucho más sencilla si viviéramos aquí.

Asintió lentamente, con una sonrisa resignada.

—Pero no es tu hogar —dijo, como leyendo mi mente.

—Exacto. Sé que suena raro…

—Para nada. Lo entiendo. En serio. No esperaba que aceptaras, no realmente. Eres el tipo de héroe que no busca el camino más fácil, sino el correcto. ¿No?

—Eso trato —dije con timidez—. Toda nuestra vida está allí. Y… Bueno, digamos que todo esto me ayudó a darme cuenta que no estamos tan solas como creíamos.

Pensé en el pequeño Ace Savvy. En nuestros vecinos del edificio.

—Te entiendo. Es muy noble. Me sentiría culpable de quitarle dos heroínas tan geniales a una ciudad como Royal Woods. Los necesitan más allí que aquí.

—Eso creemos. Pero estamos muy agradecidas por tu oferta. Es más de lo que nadie podría pedir.

Bobby desvió la mirada con una sonrisa.

—Bueno, como dije, quizás fui un poco egoísta. Todos en esta ciudad me tratan como un novato, incluso los héroes de nuestra edad. Eres la primera heroína con la que siento…

Movió su mano en el aire, revolviendo un calderón invisible, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Quizás para evitar que moviera sus brazos y se lastimara —al menos me convencí a mí misma que era por eso—, lo tomé por la muñeca, bajándola del aire.

—Opino lo mismo.

Sin darnos cuenta, nuestras manos se movieron hasta tomarse con delicadeza.

—Pero, sabes, sólo porque no nos unamos a tu agencia no significa que no vayamos a volver a vernos.

—Me encantaría. Aunque preferiría que no fuera con un supervillano en el medio —dijo con una sonrisa.

Busqué con la mirada hasta encontrar lo que necesitaba. Me acerqué al mostrador y tomé un marcador negro. Al sentarme nuevamente, me incliné sobre el yeso de su pierna derecha, y con cuidado y claridad escribí mi número de teléfono.

Firmé con "Nova", aunque un instante antes de cerrar el marcador me arrepentí, y volví para agregar un corazón.

—Quizás no haya que esperar a que aparezca otro villano —dije.

Su rostro apenas podía contener aquella gran y boba sonrisa.

Unos minutos más tarde (no pregunten qué pasó en el medio), lo ayudé a regresar a las oficinas de la agencia. Nos soltamos de la mano antes de abrir la puerta.

La mayoría de los Casagrandes había vuelto a sus tareas, trabajando desde sus escritorios, apenas echándonos una mirada a Bobby y a mí mientras nos acercábamos al sector de Carlota, quien parecía muy entretenida tomándose fotografías con Leni. La Tormenta, a un lado, las observaba con una extraña sonrisa, especialmente a mi hermana.

—Eclipse, es hora de irnos —avisé.

— ¿Qué? —Preguntó Carlota, bajando su teléfono— ¿Ni siquiera van a quedarse a almorzar?

—Lo siento, nos encantaría —lamenté, recordando las deliciosas comidas de Rosa—, pero tengo una entrevista esta tarde. Y tampoco es una buena idea permanecer lejos de la ciudad por mucho tiempo. Nunca se sabe cuándo nos puedan necesitar allí.

—Oh, de acuerdo —dijo Carlota—. ¡Qué pena! Quería filmarlas recorriendo nuestra agencia. Un pequeño tour guiado para nuestros seguidores.

— ¡Carlota estaba explicándome cómo manejar nuestras redes como heroínas! —Me dijo Eclipse, mostrándome su teléfono— ¿Por qué nunca abrimos nuestras propias cuentas?

—Por seguridad —le recordé. No confiaba demasiado en la tecnología. No después de algunas experiencias en el pasado.

—Oh, no es tan peligroso —Carlota le restó importancia—. Sólo recuerden usar autenticación de tres factores. Entre eso y VPNs, créanme, es más que seguro de usar. Dos heroínas como ustedes podrían romper las redes sociales.

—No te preocupes Nova, yo me encargo —dijo Leni con confianza.

—Como quieras. En fin… Lamento que sea una visita tan breve. Quería darles las gracias una vez más por todo, y… Bueno, ver cómo se encontraban.

Mi mirada se cruzó con la de Bobby, y nos sonreímos una vez más.

Incluso aquellos que no me habían recibido con demasiado entusiasmo se acercaron para despedirse de nosotras. Mientras Frida lloraba en mi hombro, vi cómo Leni se acercaba a La Tormenta.

—Nadie te subestima —le dijo de repente, con una gran sonrisa, tomando las manos de la niña—. Todos están muy orgullosos de ti, saben que eres muy poderosa. No tienes que demostrar nada a nadie.

La Tormenta palideció como si hubiera visto a un fantasma.

— ¿C-Cómo…?

—Y Falcón nunca te reemplazaría por nadie. No te preocupes, no tienes por qué sentirte celosa.

— ¡Y-Yo no…!

—Hey, te entiendo —la interrumpió con una sonrisa—. Yo también amo a mi hermana mayor, y también me daría miedo que alguien me la robara. Pero ellos nunca dejarán de querernos.

Nadie más parecía estar prestando atención al intercambio entre Eclipse y Tormenta, algo que esta última seguramente agradecería. Su rostro ruborizado y asustado, tan común en personas que no estaban acostumbrados a los poderes empáticos de Leni, no combinaba precisamente con su actitud tan ruda y autosuficiente.

Me sentí tentada a hacerle alguna broma, pero Leni me dirigió una mirada de advertencia, y me contuve. Mi hermana y yo nos acercamos finalmente a la ventana por la que habíamos entrado. Su cabello se elevó, mi cuerpo se rodeó con un aura azulada, y las dos nos despegamos del suelo.

— ¡No olviden escribir! —Nos pidió Carl, moviendo sus cejas sugestivamente antes de que Carlota lo tirara de la oreja y lo dejara lloriqueando.

—No se preocupen —respondí, mirando directamente a Bobby—, estaremos en contacto.

Con un último adiós, salimos por las ventanas abiertas y nos internamos en el cielo de Great Lakes City. Recorrimos las calles desde las alturas, envueltas por el agobiante ruido del tráfico y la ocupada vida de la ciudad. Nos cruzamos con varios héroes que patrullaban las calles y los cielos, la mayoría demasiado ocupados como para prestarnos ningún tipo de atención. En un momento vi a Polaris, el Héroe de Luz, almorzando en las gárgolas de un rascacielos, y elevó su mano y produjo una luz blanca que asumí significaba un saludo. Levanté mi brazo también, preguntándome si alguna vez volvería a cruzarme con él u otros héroes de la ciudad.

Además de Bobby, por supuesto. No cabían dudas de ello en mi corazón.

—Es una ciudad muy grande —comentó Leni a mi lado.

—Sí, lo es. Muy ocupada.

—Sé que sería nuestra mejor opción, pero no creo que podría acostumbrarme a vivir aquí.

Sonreí.

—No sé si yo podría —admití—. Pero tenemos otras prioridades.

—Sí. La gente de Royal Woods nos necesita.

—Exacto. Será mejor que volvamos antes de que el niño destruya otra fábrica.

Diez días atrás, Leni me hubiera regañado por burlarme del pequeño Ace Savvy. Esta vez, sin embargo, me sonrió.

Esos estúpidos poderes de ella no me permitían siquiera hacer bromas sin que ella supiera realmente lo que pensaba.

—Vamos, súbete a mi espalda —dije con una sonrisa—. Estás cansada, deja que yo te lleve.

—De acuerdo. ¡Pero no vayas muy rápido!

Por supuesto que no lo hice.

¿Qué clase de hermana sería si no respetara el límite de velocidad mientras llevaba a mi hermana por los cielos?

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Perdón por tardar tanto, tuve un semestre brutal en la univ. Quería tener este capítulo e historia terminados desde hace tres semanas, pero siempre surgían más y más problemas. En fin, la tercera entrada al Heroverse está oficialmente acabada.

Me alegra no haberla cancelado en su momento. El tema de esta historia, como seguramente notaron, era "familia", y cómo todos los principales grupos de personajes defienden a su familia. Lori y Leni, obviamente. Pero también Los Casagrandes, los Chang (cómo ponen la salud de su familia por sobre sus aspiraciones filantrópicas) e incluso los villanos. Era una temática que quería explorarla. Hasta dónde uno está dispuesto a ir por su familia. Obviamente las referencias al Ace Savvy original siendo una especie de padre para ellas tienen que ver con eso. En fin, estoy contento con la historia. Recortar capítulos/escenas de Los Casagrandes me ayudó a reencontrarme con la inspiración jajaja.

Muchas gracias a todos los que la siguieron hasta este punto. Déjenme, como siempre, responder las reviews:

J0nas Nagera: Obviamente Ace era el más complicado de incluir en la batalla, pero desde el principio lo imaginé como aquel que contrarrestaría a La Cobra. Puro combate cuerpo a cuerpo y lucha de reflejos y agilidad. Lori es de la escuela de Ace Savvy, el original. Ella no mataría villanos sin al menos darles una oportunidad de arrepentirse. Ahora, si ellos decidieran volver… ya es otra cosa. No es tan idealista como su mentor. Gracias por seguir la historia!

Leo 23: Me alegra que te gustara la pelea! No sabía cuánto me convenía estirarla, tenía miedo de que se sintiera repetitiva o aburrida. Sobre extraterrestres, es enteramente posible que en algún momento haga algo así, pero sería mucho más adelante. Por ahora me interesa introducir a los personajes principales e ir armando el equipo principal. Siendo honestos, nunca lo consideré realmente, pero no lo descarto. Ah, y Spade no tenía ningún truco. Es menos un Batman y más un Capitán América en su prime enfrentándose a dos heroínas novatas. Aprovechándose de la inexperiencia de sus pupilas y usando todos los trucos y estrategias que él fue acumulando con los años.

ElTrasteroDeDemian: Me alegra que detectaras la referencia a la Fastball jajaja Sobre la personalidad del Ace original, en este fic sus escenas fueron en general en situaciones donde debía consolar o ponerse serio con las chicas. En esta oportunidad ya estaba un poco más relajado, por lo que se veía más cercano a la personalidad que tenía cuando enfrentaba villanos (¿recuerdas el chiste de los crocs?). Sobre El Dragón, te la debo el lore chino, no lo conocía jajajaja Pero lo cierto es que nunca imaginé a El Dragón como el más poderoso, sino como el líder. El hijo del medio que fue un poco quien llevó a sus hermanos por el camino equivocado. Aunque claro, el hecho de que puede escupir fuego y volar lo haría extremadamente letal. La Tortuga es más un Juggernaut. No es tan difícil esquivarlo, pero el hecho de no poder detenerlo lo hace realmente el más peligroso de todos. Y eso es así porque como el hermano mayor, él se sentía en necesidad de proteger a su familia, y tal como Ace Savvy explicó, esa voluntad de proteger lo vuelve invencible. Cosas temáticas de la historia. Sobre la Supernova de Lori, ese movimiento toma las reservas dentro del cuerpo de Nova a las que ella usualmente no puede acceder, es un último recurso que la deja prácticamente fuera de combate sin importar las reservas que tenga. Y puede ser que no haya hecho un buen trabajo describiendo sus vulnerabilidades, pero quería realmente enfocarme en la idea de que los héroes siempre pueden dar más de sí mismos cuando se trata de proteger a otros, especialmente si son seres queridos.

daglas99: Jeje, todos se quedaron con eso de hermano menor. Me alegra que te gustara!

Luis Carlos: Me alegra que alguien reconociera a Guldo jajajaja. Y sí, la idea era que los villanos podrían haber acabado como Lori y Leni de habérseles dado una oportunidad, o más aún, que Lori y Leni podrían acabar como ellos si las circunstancias hubieran sido distintas. Decidí no poner el capítulo dedicado específicamente a El Dragón porque básicamente me quedé sin historia jajajaja No tendría sentido volver a revisarlo ahora que la historia acabó. Y creo que fuiste el review 101 en verdad. Pero te tomo la palabra jajaja Gracias!

Jairo De la Croix: Las referencias a los Avengers se harán más y más recurrentes a medida que avance el universo jajaja. Sobre nuevos personajes… Ya veremos.

Luna PlataZ: No tienes nada de qué disculparte jajaja Sobre el error con Lola, la verdad no lo veo. Es la heredera porque es la hija menor que sobrevivió al accidente de los Yates. Quizás en algún momento me expliqué mal, pero esa fue siempre la idea. Y voy a hacerte la vida más fácil y contarte que realmente no tengo ningún tipo de plan para Thornhead jajajaj ¡Lo siento! ¡Sé que tenías muchas esperanzas en ella! Pero no es un personaje que vuelva a mencionar. Era parte del lore del Día de la Identidad Secreta, pero hasta ahí llegó su participación en la historia. Cambiando de tema, por supuesto que la entrada de La Profecía fue exagerada jajajaja Con ella es todo muy teatral. Lori los dejó ir porque realmente no le quedaban fuerzas para detenerlos. No había nada que hacer, La Tortuga resistió la batalla, es realmente imparable para el nivel actual de los héroes. Trató de disfrazar eso con un "¡Y que no te vuelva a ver!" para que La Tortuga no se acercara a terminar el trabajo. Aunque quizás alguien más lo habría detenido si intentaba eso… No lo sé. Extrañaba tus poderes de videncia. Tuviste algunas ideas geniales, pero tengo otros planes para los personajes. Y, además, no podría soportar escribir una nueva historia donde Lori está con los Casagrandes jajaja.

Y muy bien, con eso acaban los reviews. ¡Muchas gracias a todos!

¡Ya pueden ir a sus casas!

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Oh, a quién quiero engañar, ustedes ya saben lo que se viene.

¡Adelante con la escena!


—Ya puedes bajarte —le dije a Leni, cruzando por encima del cartel de bienvenida a la ciudad.

—Aw, ¡pero es divertido! —Dijo, sentada sobre mi espalda con una mano extendida al frente.

—Sí, pero si nos ven creerán que estamos jugando.

—Pero estamos jugando.

—El público no tiene que saber eso. ¿Recuerdas dónde dejaste mi mochila?

No respondió, pero bajó de mi espalda, volando ahora a mi lado. Examinó las calles a medida que volábamos por encima de ellas, hasta que reconoció una torre de agua.

—Aquí está —dijo.

Movió la mano que mantenía apuntando frente a nosotros. Su "escudo parabrisas" se desvaneció, por lo que las fuertes corrientes de viento volvieron a golpear mi rostro. A veces deseaba que mi traje incluyera un visor para proteger mis ojos.

Segundos más tarde, mi mochila se acercó desde abajo hasta colocarse frente a mí. Con cuidado tomé mi teléfono y revisé la hora.

—Rayos. Casi se me hace tarde.

—Lo siento. Fui yo la que te dijo que no volaras tan rápido.

—No, fui yo la que estaba muy ocupada pensando en… cosas.

—Querrás decir en Bobby —me corrigió con un tono picarón—. Me alegra no ver lo que piensas, porque a juzgar por lo que sentías, no creo tener la edad suficiente para ver lo que pasaba por tu cabeza.

—Eclipse —dije, absolutamente devastada por no haber podido evitar pensar en Bobby durante el trayecto de regreso a casa—, vuelve a casa y prepara tus tareas. Que ni se te ocurra salir a patrullar antes de que regrese.

— ¿No vas a ir a cambiarte a casa?

—No tengo tiempo. Volveré en un rato.

—Oh, de acuerdo. ¡Suerte!

Desvié mi camino hacia la izquierda, atravesando la ciudad con mi aura lo más tenue posible, camuflándose con el cielo azul. Pasé por los parques, el centro comercial, las escuelas, hasta finalmente llegar a los límites por el lado opuesto de las playas. Busqué con la mirada, hasta hallar un recóndito almacén a un costado del estacionamiento. No era lo ideal, pero me había cambiado en peores circunstancias.

Silenciosa como una sombra, descendí en un abrir y cerrar de ojos, habiéndome asegurado que nadie me viera. Quité mi ropa de la mochila, dejándola en una ordenada pila junto a un cesto de basura. Con un suspiro, comencé a desprenderme de los guantes.

Estaba por comenzar a bajar el cierre en la espalda de mi traje cuando una voz a mis espaldas me hizo chillar del susto.

—Supongo que hay peores lugares para cambiarse.

Tras aquel vergonzoso grito, volteé tan rápido como pude, sonrojada y con una mano lista para lanzar una esfera de energía cósmica.

Desde la parte trasera del almacén, una niña pequeña con cabello despeinado, lentes, y una socarrona sonrisa se acercaba a mí, sentada en una silla futurista y tecnológica que flotaba medio metro separada del suelo.

Gruñí en frustración y bajé la mano.

— ¿Cómo me encontraste? —Pregunté, continuando con mi cambio de vestimenta— Estoy apresurada, tengo una…

—Una entrevista de trabajo —respondió antes de que pudiera acabar—. Lo sé. No te preocupes, el dueño está atrasado unos minutos. Tenemos tiempo para hablar.

—Eso es si quisiera. Date vuelta, me pones nerviosa.

Su silla giró ciento ochenta grados.

—No tienes nada que temer —continuó, incluso dándome la espalda mientras me vestía—. Y el trabajo es tuyo, así que no te preocupes por aquello tampoco.

Levanté la mirada mientras abrochaba mis pantalones.

— ¿Huh? ¿Y tú cómo sabes eso?

Presionó un botón en su silla, y unas imágenes que parecían ser de cámaras de seguridad se proyectaron en el aire como hologramas. Dos figuras hablaban en el campo de golf, aunque era difícil discernir quiénes eran. Un software de lectura de labios generaba subtítulos en tiempo real de lo que hablaban, pero no llegaba a leerlo desde mi posición.

—El dueño del golf llegará tarde a entrevistarte porque accidentalmente mencionó tu apellido a su hija mientras practicaban en el hoyo catorce. En estos momentos, ella le está contando acerca de la tragedia de tus padres, y acabará convenciéndolo de que te dé el trabajo sin importar cuán mal te vaya en la entrevista.

No pude evitar sentirme aliviada al oír aquello. Leni y yo habíamos acordado que encontraríamos trabajos de medio tiempo para pagar nuestras cuentas hasta que se resolviera la situación judicial de los fondos de Spade. El trabajo en el campo de golf era la mejor opción en mi lista. Asegurarme ese puesto me traería muchísima tranquilidad.

Sin embargo, no pude evitar sentirme confundida por la situación.

No por el hecho de que la niña aparentemente siguiera todos mis movimientos. Era raro, pero ya habíamos tenido encuentros en el pasado. Por su culpa desconfiaba de las redes sociales.

Era otra cosa la que no terminaba de comprender.

— ¿Y por qué estaría Carol Pingrey tratando de convencer a su padre de que me dé el trabajo? —Pregunté, acomodando mi blusa— Nunca fuimos buenas amigas ni nada de eso.

—Al igual que el resto de tus compañeros de clase, sabe de lo que le ocurrió a tus padres. No puedo asegurarlo, pero infiero que eventos recientes la han llevado a creer que ayudar a aquellos que necesitan una mano amiga es la mejor forma de evitar… problemas. En especial aquellas personas con pasados difíciles.

Fruncí el ceño. De repente, no me sentía tan bien aceptando este trabajo. No quería que me aceptaran por lástima.

Tampoco podía darme el lujo de rechazarlo, sin embargo. Pues bien, si efectivamente me daban el trabajo, me esforzaría por ser la mejor empleada de todas.

—Ella también trabajará en el golf de su padre —continuó la niña—. Tiene pensado entrar a Juilliard el próximo semestre, y quiere ganar su propio dinero antes de ir. Por lo que veo, es probable que trabajen juntas. ¿Cómo te hace sentir eso?

Mientras me peinaba, consideré aquella pregunta.

—No tengo nada contra ella. Los chicos populares nunca me trataron mal. Siempre me invitaron a sus fiestas, pero no tengo tiempo para divertirme. ¿Por qué lo preguntas? Y ya puedes voltear, si quieres.

—Oh, ya sabes, —dijo, volteando a verme nuevamente—, me interesa saber cómo te sientes trabajando en equipo.

Suspiré. Ya lo imaginaba.

—Tus recientes apariciones junto a los Guardianes del Firmamento en Great Lakes City y en particular tu batalla junto a Eclipse y Ace Savvy me hacen creer que quizás estás a tiempo para reconsiderar mi vieja oferta.

Guardé mi traje en el bolsillo oculto de mi mochila y me acerqué a la silla flotante de la niña.

—Escucha… ¿Lola? ¿Lulu?

—Lisa.

—Lisa. Te lo dije el año pasado y lo repito: no tienes idea de lo que estás sugiriendo.

—Al contrario, Nova. Llevo al menos un año y medio trabajando sin cesar en la Iniciativa L.O.U.D. Las condiciones están dadas. No sólo hay peligros sueltos a resolver, sino que hay nuevos factores con los que no contaba previamente.

Comprendí a lo que se refería. Le dirigí una mirada severa.

—Que ni se te ocurra meter a Ace Savvy en esto.

Ella sonrió.

—Lo digo en serio —le advertí, señalándola con un dedo—, no le llenes su cabeza con tus ideas locas para salvar a Royal Woods. No está listo.

—En eso estamos de acuerdo —concedió, lo cual me calmó por un instante, al menos hasta que continuó—, pero cada vez está más cerca de estarlo. Y no es el único. Te sorprenderá oírlo, pero hay más metahumanos con los que podemos trabajar.

— ¿Te refieres a La Profecía? —Pregunté.

Por primera vez desde que la conocía (lo cual no era mucho, apenas nos habíamos encontrado tres veces), Lisa se vio confundida.

— ¿Disculpa?

—La Profecía. Oh, espera, ni siquiera sé si ese es su nombre real. O de heroína. Chica como así de alta, cabello negro, vuela y tiene poderes raros. ¿Fuiste tú quién la envió?

Lisa se mantuvo en silencio por lo que parecieron varios minutos, sus manos sosteniendo su mentón, absorta en sus pensamientos.

—No —dijo finalmente—. Mi regla número uno es no interferir hasta que las condiciones estén dadas. No envié a nadie contigo. Lynn estuvo a punto de unirse a la batalla contra el Triunvirato. Estaba desesperada por proteger a…

Se detuvo, carraspeando.

—A la ciudad, por supuesto. No te imaginas lo difícil que fue detenerla. Oh, vamos, no me mires así. Te aseguro que mis cálculos daban como ganadores a la alianza que formaste con Eclipse y Ace Savvy. Nunca dudé de su victoria

—Me alegra que tus cálculos no se equivocaran.

—Pocas veces lo hacen.

— ¿Y qué te dicen tus cálculos ahora? —Pregunté, colocándome la mochila a mi hombro— ¿Que voy a aceptar tu iniciativa esta vez?

—No —reconoció con una sonrisa—. No lo harás. No estás lista para unirte aún.

— ¿Y por qué viniste a verme, entonces?

—Porque nunca consideraste mis propuestas, no realmente. Esta vez lo harás, al menos una vez que me vaya. Lo pensarás. Y la próxima vez que nos encontremos, entonces sí estarás lista.

Un botón rojo comenzó a titilar en su silla. Presionó una secuencia de botones, y tanto las imágenes holográficas como el botón se apagaron.

—Mis disculpas, pero hay otros asuntos que requieren mi atención. Suerte con tu entrevista de trabajo. Volveremos a vernos.

Y sin más, se alejó flotando.

Lori y Leni Lavigne regresarán.

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¡Hohohoho! ¡Lisa volvió! ¡Hay menciones de Lynn! ¡Y de la Iniciativa L.O.U.D.! ? ¿Qué rayos significará eso? ¡Y Carol Pingrey! ¿A qué se refería Lisa? ¿Por qué está Carol ayudando a Lori?

Bueno, ahora sí, ha acabado la escena post créditos. Los invito a que dejen una review antes de irse.

¡Adiós!

Oh.

OH.

¡¿HAY MÁS?!

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Las aves volaron y las liebres se alejaron a toda velocidad cuando La Tortuga arrancó al gran árbol del suelo como si de una pequeña flor se tratara. Las pesadas y profundas raíces se aferraron a la tierra, pero la fuerza de la colosal criatura pudo más que los reacios dedos de la naturaleza. Un pequeño nido cayó de las ramas, aplastándose en el suelo mientras el gigante cargaba con el árbol a su espalda a través del sendero que había marcado en los últimos días.

La Tortuga continuó con su marcha manteniendo la guardia en alto. Había algo en aquel bosque que lo perturbaba y no lo dejaba dormir por las noches. Como si algo lo estuviera observando, una fuerza invisible que mantenía sus ojos sobre él y sus hermanos. Con un escalofrío recorriendo sus escamas, decidió apresurar el paso, al menos un poco.

Pronto llegó al improvisado campamento que él y sus hermanos habían construído la misma noche que escaparon de Royal Woods. Allí, sentados contra los árboles que hacían las veces de refugio, se hallaban La Cobra y El Dragón.

La Tortuga lanzó el árbol que había tomado al centro de la fogata casi extinta. El peso y la humedad del árbol estuvieron a punto de acabar definitivamente con la hoguera, pero El Dragón dejó escapar una llamarada de su boca que encendió al árbol.

Tosió después de hacerlo, pero ya se lo veía mucho mejor que hacía unos días. Tras la batalla contra Nova y los otros mocosos, La Tortuga temió que su hermano no resistiera.

—Todavía estamos débiles —mencionó El Dragón, examinando su mano bajo la danzante luz del fuego—. Pero pronto nos recuperaremos.

— ¿Y qué haremos entonces? —Preguntó La Cobra— Sin nuestro vehículo, nos llevará días regresar a Great Lakes City. Y no tenemos forma de comunicarnos con nuestros secuaces.

—El camino más rápido es de regreso a Royal Woods —dijo el líder.

La Cobra y La Tortuga lo miraron.

— ¿Lo dices en serio? Esos niños…

—Tuvieron suerte —interrumpió El Dragón—. Los subestimamos. Ahora sabemos sus habilidades. Fuimos demasiado tercos en no cambiar nuestra estrategia. Rafa, tú te encargarás de Nova. Puedes resistir todo lo que ella tiene para lanzarte. Yo me encargaré del niño. Sus trucos y golpes no podrán hacer nada contra mi fuego.

— ¿Y cómo quieres que me encargue de la otra mocosa? —Preguntó La Cobra— Pudo mantener a Rafael fuera de combate durante toda la batalla.

—Tú te mantendrás oculto. Atácala por la espalda cuando menos se lo espere. Un golpe rápido y certero, esa es tu especialidad. Sin ella para controlar a Rafa, no hay nada que puedan hacer.

—Yo… Miguel, no lo sé. Quizás deberíamos dejarlos en paz.

— ¡¿Qué?! ¡¿Y aceptar la derrota?! ¡¿Qué te pasa, Gabriel?! ¡No podemos dejar que se salgan con la suya! ¡Piensa en todo lo que construimos durante estos años!

Mientras La Cobra y El Dragón discutían acerca del mejor rumbo a tomar, La Tortuga notó algo por el rabillo del ojo. No eran las hojas que parecían moverse incluso sin viento; se había acostumbrado a ello tras dos días en aquel extraño e interminable bosque. Así como se había acostumbrado al hecho de que los árboles parecían cambiar de posición de un día al otro, o a la increíble sobrepoblación de animales que se paseaban sin ningún tipo de problema o cuidado. Gracias a ello, habían tenido de qué alimentarse sin pasar demasiados sobresaltos.

No, lo que notó fue un ave que se posó sobre una rama al otro lado del claro donde habían levantado su improvisado campamento. No era un ave común. Parecía ser un canario amarillo, del tipo que uno podría tener en su casa, pero había algo extraño. Bajo la luz del fuego, parecía…

La Tortuga se puso de pie, alerta.

Aquella ave tenía un brillo propio. Su cuerpo etéreo tenía cierta transparencia, y sus ojos enfadados brillaban con un aura dorada.

— ¡...protegerte! ¡Esa es mi prioridad, no el maldito Triunvirato! —Decía La Cobra, enfadado.

— ¡Protegerte a ti es mi trabajo, Gaby! ¡Por eso hago todo esto, maldita sea! ¡Necesito asegurarme que nadie vuelva a amenazarte!

— ¡Silencio! —Rugió La Tortuga, levantando un brazo para callar a sus hermanos menores— ¡Hay algo que…!

Un resplandor plateado salió desde los arbustos justo por debajo del ave. Atravesó el claro a toda velocidad, girando sobre su propio eje. Pasó por encima de la hoguera, destrozando el árbol y apagando las llamas.

Parecía dirigirse directamente hacia sus hermanos, por lo que Rafael interpuso su brazo para protegerlos.

Las escamas de su brazo cedieron frente al filo plateado, que se hundió varios centímetros en el antebrazo otrora inquebrantable de La Tortuga. Rafael dejó escapar un rugido de dolor, viendo con sorpresa cómo la sangre comenzaba a brotar de su brazo, y examinando aquella extraña arma. Era…

…una piedra atada con enredaderas a una rama de árbol.

— ¡¿Qué es esto?! —Gritó La Cobra, poniéndose de pie.

El Dragón se incorporó lentamente.

— ¡¿Quién nos ataca?! —Gritó al aire— ¡Muéstrate, cobarde!

La Tortuga trató de tomar aquella improvisada y primitiva arma que de alguna manera se las había arreglado para atravesar sus defensas, pero una fuerza invisible tiró de ella antes que pudiera tomarla.

Una figura saltó desde la copa de un árbol cercano y cayó sobre el chamuscado pero apagado árbol que hacía poco habían agregado a la fogata. La figura, imposiblemente pequeña, tenía la mano derecha estirada, y la hacha de piedra voló por los aires hasta ser recibida por aquella mano.

La figura llevaba una capa cubierta por cientos y cientos de hojas de árboles, con una capucha que ocultaba su rostro.

— ¡¿Qué clase de juego es este?! —Dijo La Cobra, observando con irritación al recién llegado.

El ave brillante y etérea voló desde la rama donde se posaba, dando vueltas por encima de la misteriosa figura. Con un gran destello blanco, el ave desapareció, y gruñendo junto a la figura hincada apareció un pequeño perro fantasmal, su cuerpo entero brillando en tonos rojos.

— ¡Márchense del bosque y nunca regresen! —Dijo la voz, mucho más aguda de lo que ninguno de los villanos esperaba.

Y había algo más, algo que ninguno llegó a comprender.

— ¡¿Quién te crees?! —Preguntó El Dragón.

—Han matado a muchos animales y plantas desde que llegaron —les advirtió—. Den media vuelta y desaparezcan, o nunca más abandonarán este bosque.

Los villanos intercambiaron miradas.

—Elegiste a los enemigos equivocados, pequeña.

La figura levantó la cabeza, y bajo la luz de la luna, los tres hermanos vieron unos ojos celestes llenos de furia.

—Se los advertí —dijo, gruñendo como un lobo.

Tres meses más tarde, Great Lakes City celebraría cuando los matones del Triunvirato de Reptiles anunciaran la disolución de la organización criminal por la desaparición de sus líderes.