Al salir del comedor, aunque Elsa y Honey se hallaban lo suficientemente lejos; pudieron escuchar el ruido proveniente de este. Al parecer, su hermana le estaba dando unos "lindos e intensos" cariñitos a su marido.

- Pobre Kristoff… - dijo la morena al escuchar todo, tenía su mano entrelazada con la de Elsa mientras llegaban a la habitación de la rubia.

En respuesta, escuchó ligeras risas por parte de Elsa, ligeras risas que no paraban y que poco a poco iban subiendo de tono sin poder evitarlo. Estaba realmente roja, era como si un ataque de risa se hubiera apoderado de ella.

- Oh cielos… ¿viste su cara? – trató de calmarse – Lo lamento es que…jajajaja – por inercia se cubrió los labios, no quería hacer mucho ruido.

- Que cruel… - soltó en broma la morena, verla reír era precioso.

- Lo siento, lo siento ya – finalmente se calmó – Ya estoy mejor.

- Solo a ti se te ocurre hacer eso Elsa.

Finalmente llegaron a su habitación, Honey se aseguró de cerrar bien la puerta.

- ¡Hey! ¿Qué pasa? Mi hermana quería decencia, ¿no? pues ya está.

- Aja.

- ¿Qué? No me digas... ¿Estás celosa? - en su boca se formó una sonrisa traviesa.

- No, en lo absoluto.

- Aww Honey... fue solo un baile. - En ese instante, la tumbó en la cama y se sentó a horcajadas en sus caderas.

- Te creo - sus labios atraparon los de Elsa con suavidad, y con su mano libre logró ponerle un mechón tras su oreja, admirando su belleza.

En ese corto y cómodo silencio, la morena volvió a articular:

- No alcancé a decirte lo hermoso que te sienta este vestido - sus manos se desviaron para acariciar vagamente su muslo. - Pero es una lástima.

- ¿Por qué?...

- Porque ahora solo quiero quitártelo.

- ¿En serio?... - Elsa rodeó su cuello con sus manos y empezó a mover sus caderas descaradamente, propinando el roce de sus sexos - ¿Solo eso?

- Todo lo que se te antoje...ahh... Elsa… - gemidos comenzaron a salir de sus labios, y sus manos pasaron a posarse en sus nalgas, apretando sus cachetes con brusquedad. Algo que sin duda sorprendió a la platinada.

- En ese caso ponte el dildo… quiero que lo hagas... mmm...au... – soltó un ligero alarido, uno que más parecía una petición.

Al sentir como sus manos se acentuaron más en sus nalgas, se arqueó sin remedio, soltando un gemido muy caliente - Ohh…Honey..

- ¿Te gusta rudo cierto? – apretó más ambos cachetes soltándole una sonora nalgada, una que resonó en toda la habitación. Y con eso, logró sacarle otro alarido a la platinada, otro más fuerte que el anterior.

- Si… au…oh dios…

- Rudo será entonces. - En ese instante, la morena rompió la posición, la tumbó de golpe a la cama y se posicionó encima de su delgado cuerpo, aprisionando duramente sus muñecas.

- Wow Honey…

- No te muevas.

- Ok…Que vas a… Ahh - ¡Ahhh Oh cielos!... – fue cuestión de segundos para que las paredes resonaran y la habitación se llenara de gritos y gemidos indecentes... Unos sin control. Muy muy fuertes...

- ¡Honey! ~

-o-o-o-

Por otro lado, en la habitación de la pareja real, una almohada y una cobija volaban por la puerta después de una "ardua" discusión en el comedor.

- Mi vida… no hagas esto – el recolector de hielo intentaba detener la acción de su esposa inútilmente, pues esta votaba a diestra y siniestra todo lo esencial de la habitación.

- Hoy dormirás en el cuarto de visita Kristoff, quiero estar sola, y da gracias, porque de ser por mi dormías con los caballos.

- Sé que no quieres hacer esto, podemos arreglarlo ven… – intentó abrazarla y robarle un beso, pero ella no se dejó, esquivándole el rostro – Suéltame Kristoff

- Anna…

- ¡Suéltame! – gritó colérica.

- Ok…ok cálmate – inmediatamente rompió su abrazo y levantó sus manos en señal de rendición, su mujer estaba hecha un volcán, muy muy furiosa.

Finalmente, cuando logró sacar todo, caminó decidida hasta el umbral de la puerta señalándole la salida.

- Retírate por favor

- Anna… mi amor – su marido lo intentó por enésima vez aun a sabiendas de que perdería. - ¿Por qué no nos sentamos y hablamos tranquilos? Escucha…

- ¡LARGO!

- Bien ya ya… ya me voy – literal corrió a la salida con sus pertenencias en mano. Al ver la frazada que llevaba consigo, habló como cachorro herido:

- ¿Solo esta?

- Si, ¿qué tiene?

- Es muy delgada…estamos en invierno Anna.

- Awww pobrecito, ¿tienes frío? – comentó con sorna

- Si….

- Pues ahí está Elsa, pídele que te caliente

- Pero...

*Portazo en la cara*

Ya afuera, no le quedó más que ir con el rabo entre las piernas al frío y solitario cuarto de visita. En el camino, pudo escuchar los escandalosos gritos de su cuñada.

"Wow".

Las paredes resonaban duro, había risas, gemidos y gritos de placer. Prueba del goce absoluto por parte de Elsa.

Para Anna, por el contrario; fue un total suplicio dormir esa noche, pues en efecto, su hermana no dejaba de gritar, de gemir y de invocar nombre ajeno.

Empezó a rabiar en su habitación intentando pegar el ojo en varias ocasiones, pero no lo logró. Los gemidos se dieron toda la noche y alrededor de la una de la mañana pararon.

Finalmente, debido a su falta de sueño; se incorporó para ir a la cocina a comer un bom bom de chocolate y un café. Le urgía.

Ya de regreso a su habitación luego de haber saciado su apetito, notó una silueta en toda la oscuridad de la noche, pequeños candelabros iluminaban.

Al darse cuenta de quién era, sus sentidos se alteraron, era Elsa, y al parecer salía de su antigua habitación con cautela, como si hubiese escondido algo. Además, caminaba medio extraño, como si cojeara, eso la llenó de curiosidad, sin embargo, lo que más le llamó la atención e hizo que hirviera de la ira, fue verla en ese mismo babydoll de la vez pasada, con la diferencia que esta vez estaba totalmente desnuda. Pudo ver su trasero a través de la delgada tela, pues este era semi transparente, se le notaba todo.

¿Qué pretendía? ¿Qué los guardias la vieran? Cualquiera podía llegar en ese momento.

Decidida y sin siquiera preguntar, se acercó a zancadas a su hermana y antes de que pudiese emprender su camino o darse cuenta de su presencia, la atrapó contra la pared teniéndola de espaldas, agarrándola duramente por las muñecas.

- Wow que… - Elsa saltó de un respingo – Ah, eres tú.

- ¿Qué demonios haces Elsa? – la voz de Anna salió en un susurro y con suma molestia por las altas horas de la noche.

- Eso no es de tu incumbencia Anna.

- Si, si lo es, ¿quieres que todos los guardias te vean? ¡Estás en medio del pasillo! – apretó más su agarre.

- Ya es madrugada alteza, no hay nadie despierto… ahora suéltame, me estas lastimando.

- No, no voy a dejar que salgas así, pareces una…

- ¿Una qué? – Elsa se soltó de su agarre con brusquedad y quedó frente a frente con el rostro de Anna, muy muy cerca a sus labios – Dilo Anna.

- Verdulera. – soltó la menor sin temblor en sus palabras, sintiendo su cuerpo estremecer por la cercanía.

- ¿De verdad? ¿Eso crees que soy? – su voz cambió a una rasposa y sexy, logrando descolocarla por completo.

- Si. - Anna mantuvo la firmeza en todo momento, sin embargo, su cuerpo la traicionó. Empezó a arder, sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso, sus pezones se erizaron bajo el vestido y sintió unas enormes ganas de besarla.

- Pues…al parecer te gusta.. - Sin darle tiempo a reaccionar; cambió de posiciones, la acorraló contra la pared, agarró sus muñecas y poniéndolas encima de su cabeza, la inmovilizó haciendo unas esposas hechas del hielo más duro y resistente que pudo crear

- ¿Qué? Elsa qué haces ¡Suéltame! – intentó liberarse sin remedio.

- Entonces dime Anna…

En ese instante, Elsa la miró coqueta, invitante, y al ver que Anna tenía su completa atención en su desnudo cuerpo a través del babydoll, comenzó a tocarse:

Sus manos se posaron en sus pechos y empezaron a amasar y manosear cada uno descaradamente.

Las yemas de sus dedos apretaron sus pezones y su boca jadeó adrede, votando sonidos indecorosos y calientes.

Quería que rogara.

- Debo suponer que no se te antoja, ¿verdad? Ohh…. – sus gemidos fueron en aumento, volviéndose cada vez más y más cachondos.

- Elsa basta.

- No quiero… ohhh...que rico..

- Por favor detente

Verla así no ayudaba mucho. Sentía que estaba empezando a mojarse. La visión de su hermana con ese diminuto babydoll manoseándose entera lograban encenderla a un nivel inimaginable. La manera en cómo se toqueteaba sus pechos era… muy sexy.

- No, me llamaste verdulera… deja que me porte como una… - La mano libre de Elsa bajó y ante la total visión de Anna, empezó a masturbarse duro y parejo. Metió tres dedos de frente y empezó a arquearse a medida que sus dedos le daban placer. Su otra mano pasó a apretar y estrujar sus senos mucho más duro que antes.

- Ah- ahh… Annaa… - aceleró el movimiento de sus dedos en su vagina y gimió cachondamente, provocando a la menor – Anna… estoy taan caliente...

- Elsa…suéltame… - Anna ya no podía, quería hacerla suya. Nunca en su vida la había visto así, tan dispuesta, tan caliente, tan p*ta. Era una nueva faceta, que en efecto, lejos de molestarla le excitaba. La ponía muy cachonda.

Su cuerpo le clamaba, la necesitaba.

- ¿Soltarte? ¿Para qué? – sus dedos aceleraron más su movimiento - ¿Qué quieres hacerme? Ohhh…- gimió de nuevo y se quitó el babydoll de un tirón, quedando desnuda ante ella – Dime…

Al verla, Anna sintió enloquecer en ese mismo instante, por lo que comenzó a moverse inquieta queriendo escapar. Elsa, al percatarse de semejante escena, curvó los labios y una gran sonrisa se formó en su boca. Una que clamaba su victoria.

Había ganado.

Viendo su inquietud, se acercó lo suficiente y, luego de parar con su labor, se enfocó en atender su mojada vagina. Metió su mano bajo su bata verduzca y empezó a tocarla bajo su braga, acelerando la masturbación de golpe.

- ¡Ahh Elsa! – lanzó un grito ante la intromisión e inmediatamente se mordio los labios callándose. Si alguien las descubría así, sería el fin.

Elsa, mientras tanto, continuó tocandola y pudo sentir lo lubricada que su vagina estaba, por lo que, aún triunfante, gesticuló:

- Vaya... sí que estás excitada. "Dejavu".

- Elsa… - Los dedos de la mayor aumentaron su velocidad y Anna se retorció en su lugar.

- ¿Si Anna?

- Déjame tocarte…besarte...

- ¿Perdón?

- Por favor… – rogó, a esas alturas no le importaba nada, solo quería soltarse y hacerle el amor en su antigua habitación.

- ¿Es una orden?

- No, te lo suplico...

- ¿En dónde? Quiero oírte Anna. – sus dedos golpearon más fuerte.

- Elsa por favor… ¡Ahhhh! – se arqueó más duro debido a la intensidad – No me hagas esto…

- Dilo, y quizá considere soltarte una muñeca.

- Elsa…

- Habla. - ordenó

- Quiero tocarte y besarte entera, en tus labios, tu cuerpo, tus pechos, tu… ¡Ahhh! – lanzó otro grito. Elsa no se medía en masturbarla, solo daba duro y sin tapujos.

- ¿Mi qué? – se posicionó de tal forma que quedó cerquísima de su rostro para gozar de su expresión. Anna tenía todo el rostro sonrojado, se mordía los labios duramente para callar sus gemidos y mantenía la respiración agitada de tanto luchar.

- Tu…tu vagina.

- Uy… qué sucia. - Cumpliendo su palabra, le descongeló solo una muñeca y puso en bandeja sus pechos a la altura de su boca

- Todo tuyo...Ohh...Anna...

Soltó un gemido y se arqueó entera al sentir como los labios de su hermana atraparon sus pechos antes de que pudiera siquiera reaccionar. Anna los devoraba desesperada como si dependiera de ellos, chupando, lamiendo y mamándolos con destreza. La mano de esta agarraba todo lo que alcanzaba. Todo lo que podía mientras se deleitaba.

Le hacía falta.

- Mmmh... que rico… ~

Elsa se calentó al verla tan sedienta, así que dejó que se divirtiera un rato con ellos apretando su nuca producto del éxtasis. Finalmente, cuando ya vio que era suficiente, le levantó el rostro para besarla, haciéndolo de la misma forma que Anna osó esa mañana en la cocina.

Atrapó sus labios y bebió de ellos, metiendo su lengua en su boca para explorar y saborear cada rincón de esta. Anna en respuesta, la devoró entera y sus lenguas empezaron a juguetear dentro de aquel cachondo beso.

La pelirroja aprovechó que tenía una de sus manos libres para coger su nuca y apretar más duro contra sus labios. Necesitaba sentirla toda.

El beso propinado se volvió voraz, intenso, salvaje, rico…

El ruido de sus lenguas batallando duramente podía escucharse. Se estaban quedando sin aliento.

En medio de este, Elsa comenzó a masturbarla el doble de fuerte, estimulando su clítoris y tocándola de tal forma que Anna llegó a enloquecer.

- ¡Mmmmgh!... - Anna empezó a moverse más inquieta que antes, en cualquier momento llegaría al clímax, fue ahí que al separarse, rogó una vez más, necesitaba más que tocar sus pechos, lo quería todo, y lo quería ya.

- Elsa suéltame...vamos a la habitación y hablemos, ¿sí? te lo suplico...

- ¿Ahora quieres hablar?

- Si… Elsa por favor…. podemos arreglarlo…vamos a la cama.

- Pues no.

- ¿No? – aquello la descolocó.

En ese momento, Elsa paró su labor de golpe y se puso el babydoll como si nada, dejándola a medias.

- Me encantaría en serio – se acercó a su hermana y le habló bajito, como si le confiara un secreto - Pero mi sesión con Honey me ha dejado un tanto… – le regaló una mirada traviesa – adolorida.

- ¡¿QUÉ?!

- Además...sería una burla para el reino, ¿cómo su alteza se va a acostar conmigo? - su rostro mostró fingida tristeza - Si solo soy una simple verdulera... no no no ¡Qué vergüenza!

- Elsa no estoy jugando, ¡suéltame!

- Yo tampoco alteza.

A lo lejos se escuchó una vocecita, era Honey, quien la llamaba insistentemente.

- Creo que habrá segundo round - en sus labios se dibujó una sonrisa pícara - descansa, ¿sí? - le dio un beso en la mejilla como si nada

- Respecto al hielo no te preocupes, estoy segura que para mañana se derretirá te lo prometo.

- Eres una...

- Si como sea, buenas noches alteza.

- ¡Elsa no me dejes aquí! ¡Elsa te estoy hablando! ¡ELSA!