Historia basada en el episodio "Cyborg, el bárbaro" de "Los Jóvenes Titanes (2003)" escrito por Simon Racioppa y Richard Elliott.

Feliz octavo aniversario, Undertale. Luego de casi 10 años, te sigo amando como la primera vez.

Multiverso.

Undertale.

One-Shot.

"La estrella milenaria"

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-[Prólogo: ¿A dónde vamos a parar?]-

"Huh..."

Levantando la mirada para observar su teléfono con cierta pesadez y lentitud, Sans vio la hora. Las 3 de la tarde con tres minutos, no era común en él llegar temprano, pero Alphys había sido insistente en que tuviesen una pequeña reunión en el teatro donde Mettaton, usualmente, presentaba sus obras a humanos y monstruos todas las noches.

Únicamente aceptó porque, pese a ser el flojo número uno de toda Ebott City, tanto su padre como su hermano menor le dieron a elegir entre ir o ser arrastrado de una pierna.

"¡HUMANO! ¡HOLAAAAA!"

Bramó Papyrus, alzando su brazo izquierdo y moviéndolo como saludo al ver acercarse a la familia Dreemurr. Gaster se cruzó de brazos, sonriendo ligeramente al observar los rostros de su rey y reina. Frisk venía a paso lento tras las cabras mayores, aparentemente perdido por completo en una conversación con la mocosa y Asriel.

Tras escuchar la voz de Paps, corrió hacia este con todas sus fuerzas: el hermano menor de Sans se agachó, rodeando al castaño con sus brazos al mismo tiempo que él extendía su mano para acariciarle la cabeza.

"Hey kiddo. ¿Qué onda?"

Saludó, y este simplemente asintió en forma de saludo. La única que faltaba era Undyne, obviamente ella terminó siendo la primera en llegar de todos ellos nada más escuchar el llamado de su amada. Toriel guiñó un ojo amigablemente a su mejor amigo, y el mayor de los hermanos esqueleto repitió el gesto de manera amigable.

Chara, sin ánimos de ver coquetear al vago de porquería con su progenitora, se puso en medio de ambos con un pisotón para imponer su presencia, dirigiendo su mirada al ex-científico real.

"Entonces, ¿qué quiere la chatarra?"

"Ojalá lo supiera"

Un suspiro escapó por los labios de Gaster, el trío de niños se miraron entre ellos, el pelinegro simplemente había solicitado su presencia con un maldito texto lleno hasta el hartazgo de emojis en el grupo que tenían aquella mañana. Tenía fé en que compartiría algunos detalles con los primeros en llegar, pero no fue así.

Papyrus, obviamente, fue el que más ilusionado estaba de todos ante el misterio.

"¡A NADIE LE GUSTA EL SUSPENSO! ¡ASÍ QUE EN MARCHA!"

Siendo el primero en adelantarse y transformándose en el líder del grupo precisamente por la iniciativa, Papyrus caminó hasta la entrada principal del teatro, empujando la puerta para entrar, manteniéndola abierta claro está para que uno a uno pudiesen pasar. Asgore se percató de lo oscuro que estaba el interior, ninguna de las luces estaba encendida, eso era extraño.

Generalmente durante los Domingos, siendo el único día donde Mettaton no se presentaba, se la pasaba ensayando hasta que saliera el sol del Lunes.

"Permítanme"

Sacando el pecho con visible orgullo, extendió la palma derecha para manifestar una pequeña bola de fuego. Escuchar el "Bien pensado" que salió de Asriel puso de evidente buen humor al monarca... su ex-esposa, no obstante, no dijo ni pío. Sabiendo de memoria el camino, continuaron adelante hasta llegar a la sala principal.

Obviamente la habitación era más grande de lo que Asgore podía iluminar.

"¡LUUUUUUCES!~"

La inconfundible voz del artista resonó por cada rincón, impidiendo que alguien más de su grupo de compatriotas hablase. Los reflectores se enfocaron en su figura; Mettaton tenía un micrófono en la mano izquierda, sujetándolo con todas sus fuerzas: extendió la derecha hacia sus amigos al mismo tiempo que alzaba una pierna, pegando una pirueta en el aire.

"¡CÁAAMAARAS!"

Detrás de él, una pantalla se iluminó; su rostro, ahora enfocado por las susodichas, brilló ligeramente al mismo tiempo que varios destellos caían del techo como efectos especiales. Alphys, quien estaba sentada en la habitación de director, subió sus dedos ajustando el volumen así como los efectos rodeando a su amigo.

Esa fue su señal.

"¡Y ACCIÓOOOOON!"

Dejando caer el micrófono que sostenía, confetti, el ruido de una explosión y finalmente llamas surgieron desde detrás suyo. Mettaton saltó una vez más, girando sobre si mismo mientras sus piernas salían despegadas de su cadera; siendo nada más que un torso con brazos, hizo unas cuantas maniobras hasta terminar por caer con la palma extendida.

Apoyándose a si mismo sobre sus dos piernas, como un acróbata, manteniendo el equilibrio sin problema alguno.

Fue ahí cuando guiñó el ojo y sacó la lengua, fijando su ojo en los recién llegados.

"¿Que tal queridos? ¡Qué opinan! ¡Alphys, Blooky y Undyne hemos estado trabajando en estas mejoras toda la mañana!~"

...

El silencio reinó por unos breves instantes; bastaron solo un par de segundos para que el ambiente cambiase de incertidumbre a uno de pena ajena muy evidente. Una gota de sudor descendió por la nuca de Alphys conforme salía del cuarto de director, observando los rostros de sus mejores amigos. Gaster estaba cruzado de brazos, Sans mantenía las manos en los bolsillos, mientras que Toriel, Asriel y Asgore tenían la misma expresión pensativa.

Chara, obviamente, tenía los dedos apretándose su puente nasal para intentar canalizar su ira en otra cosa que no fuese un grito de frustración. ¿Como podía haberlos llamado para una ridícula prueba de campo de su estúpido teatro? a ninguno de ellos le importaba sus funciones. Si, Mettaton era un artista hecho y derecho...

Pero ninguno de ellos-

CLAP CLAP CLAP CLAP~

"¡WOWIE! ¡SIMPLEMENTE MAGNÍFICO!"

Bramó el esqueleto menor, aplaudiendo en compañía del octavo caído. Claro, ellos dos terminaron siendo los únicos que verdaderamente se interesaron por el pequeño espectáculo. Un breve "Hmmm" escapó de la garganta del príncipe conforme el robot se acercaba hacia ellos, un aura de decepción muy evidente rodeándole a cada paso que daba.

"Oh vamos queridos, ¿en serio tienen esas caras tan largas? ¡Muestren algo de entusiasmo como Frisk y Papyrus! en mi opinión, todos los humanos y monstruos que trabajamos aquí ayudamos a estrechar relaciones y aumentar la confianza"

Contestó, y es que tenía un muy buen punto. Tal vez ellos no estuviesen interesados en sus porquerías y fanfarronerías, pero nada quitaba el hecho de que era la estrella favorita de hombres, mujeres, niños, niñas, humanos y monstruos de todos los tamaños y edades. Asriel asintió, optando por alzar el pulgar.

Eso bastó para convencerlo a él y a sus padres.

"Bueno, siempre y cuando no ocurra nada malo, ¿por qué no? casi todo el mundo ama tus shows."

Una risa fuerte escapó de la garganta del pelinegro, junto con un estridente "¿Verdad?" que no esperaba una respuesta. Su cabeza se giró para mirar a la actual científica real, al mismo tiempo que sacaba de un compartimiento en su pecho un pequeño libreto de unas aproximadas diez páginas.

Alphys se ajustó los lentes.

"B-bueno... no soy muy buena escritora en esto de las obras pero... también ayudé a Mettaton un poco con este nuevo proyecto que tiene. ¿Les gustaría ver lo poco que tenemos? Undyne aceptó interpretar a un villano, su forma de ser encaja... bastante bien con el personaje."

El primero en salir corriendo a los asientos en primera fila fue Papyrus, bajo la atenta mirada de su hermano mayor y su padre. Sans levantó la cabeza para mirar al susodicho en busca de aprobación, al mismo tiempo que Gaster observaba su reloj en silencio. Dejando salir un largo suspiro, terminó por acceder.

Frisk iba a quedarse, terminando por arrastrar a su familia consigo. La infante de orbes carmesíes levantó una pierna sobre la otra al mismo tiempo que sacaba una barra de chocolate de su bolsillo izquierdo, lo mínimo que hicieron fue ofrecerle palomitas a ella y los demás. Mettaton volvió a subirse al escenario; las luces se enfocaron en él.

La melodía, estridente y potente, similar a una canción de suspenso, comenzó a sonar tras Alphys presionar un botón. Esta era la escena de la presentación tanto de la antagonista como del protagonista, y luego de un rato, Undyne ya había memorizado perfectamente cuando tenía que salir.

Justo... aho-

TROOOOOOOOMP~

De un momento a otro, el cuerpo del pelinegro fue rodeado por un aura de electricidad. Como si fuese polvo, su ser desapareció sin dejar rastro. Papyrus escupió todo su refresco del golpe al mismo tiempo que la pelirroja salía, vestida por completo con un traje ostentoso similar a un villano genérico de una historieta.

El no ver a su "rival" por ninguna parte, junto a las muecas estupefactas de sus amigos, hizo que perdiera la motivación por completo.

"¡HEY! ¡¿QUÉ DEMONIOS LES PASA?!... ¡¿dónde está el microondas?!"

Todos tenían la misma pregunta.

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-[Fragmento 1: La pregunta no es dónde, sino...]-

TROOOOOMP~

La noche fue partida a la mitad producto del resplandor que cayó de los cielos. Mettaton dejó salir un grito de sorpresa al no sentir el suelo de su teatro bajo sus pies; en cambio, observó el suelo acercándose a su rostro a toda velocidad, estaba cayendo. Una gota de sudor descendió por su nuca artificial.

"¡ESTO TIENE QUE SER UNA BROOMAAAAAA!"

Exclamó, enviando poder a los propulsores de sus piernas para intentar amortiguar su caída. El fuego salió disparado a chorros, ayudándole a suavizar aunque fuese un poco el porrazo que terminó pegándose. Un quejido escapó de sus labios, había aparecido demasiado alto y no tuvo momentum suficiente para efectuar un aterrizaje perfecto.

"Ugh... ¿dónde... demonios... ?"

Antes de siquiera poder continuar, el suelo comenzó a temblar. El monstruo alzó la mirada ligeramente tras ver como las pequeñas piedritas y escombros rebotaban; desde el horizonte hacia unos cuantos metros, corriendo en su dirección, un grupo de humanos se acercaban a toda velocidad, entonando lo que parecía ser un himno de guerra.

Lo más interesante de todo, eran sus armas; metal, junto a vestimentas hechas de pieles.

Arrastrándose a toda velocidad hacia un arbusto cercano, el orgullo de Alphys logró dejarse caer por un lado del camino, temeroso de que fuese él a quien estaban buscando, pero se equivocaba; el sonido de espadas, escudos y martillos chocando junto al incremento de voces fúricas le hizo reconsiderar su posición. Asomando ligeramente la mirada por entre las hojas, terminó por ver y entender.

Hapstablook nunca había sido particularmente bueno en historia, su pasión siempre fue el arte, la danza y el teatro. Pero como todo monstruo, sabía una o dos cosas de su historia y su especie desde que, por lo menos, se tenía conocimiento del papel y los registros. Fue por eso que ver como aquellos hombres se peleaban contra criaturas verdes de ocho patas que parecían arañas, le hizo sentir un ligero escalofrío en su alma.

SLASH~

Una espada cortó la cabeza de una de las criaturas, no eran caballeros pese a estar usando armas metálicas. Su teoría se confirmó cuando el cuerpo, en lugar de hacerse polvo, se derrumbó sobre si mismo como si fuese una especie de ser líquido, ningún alma quebrándose a la vista. Aquellas criaturas no eran su gente.

Mettaton: ¿Dónde estoy... ? -musitó el artista, llevando su teléfono a su rostro; un pequeño cable se extendió de su dedo izquierdo para conectarse a la pantalla. Alphys y Gaster le hicieron muchas modificaciones luego de salir del subsuelo, y si bien él era un monstruo enfocado al entretenimiento en un 70%, siempre habría una parte de él hecha para la batalla y la guerra.

Sus sensores se sobrecargaron al mismo tiempo que continuaba viendo el combate. Un hombre con un mazo de metal dejó salir un rugido barbárico al mismo tiempo que protegía a un muchacho que no parecía tener más de veinte años; la pata izquierda de una araña se alzó intentando clavarse en el hombro del guerrero corpulento, solo para que esta fuese cortada por el más joven.

Y la cabeza del monstruo fuese reventada de un solo golpe.

[Análisis completado]

Ver la fecha reflejada en su pantalla hizo que terminase por soltar el aparato, al mismo tiempo que todo atisbo de esperanza abandonaba su alma. No había sido llevado a otra parte del mundo, no era un "dónde", sino cuándo.

¿Tres mil... antes de cristo... ?

El año en el que aparecieron las primeras civilizaciones de la humanidad y los monstruos, así como la invención del concepto de la escritura. Mucho tiempo antes de que siquiera el Reino Ebott llegase a existir como un concepto, la fundación de su tierra, de su pueblo, ocurriría en como mínimo unos tres mil quinientos años más.

Definitivamente tenía que ser un sueño, o más bien, una pesadilla.

"¡AAAAGHHHHH!"

El grito de dolor cercano a su posición hizo que fuese sacado a la fuerza de sus pensamientos. Uno de los guerreros había sido golpeado con tanta fuerza que su cuerpo terminó por estrellarse unos metros detrás de si. Las cejas del moreno se alzaron en preocupación, notando el pequeño rastro de sangre que dejó a su paso.

No obstante, las ramas y las hojas crujieron y sonaron al mismo tiempo que el hombre de cabello dorado corría, dispuesto a regresar al combate de no ser por él. Sus ojos negros se encontraron con los rosados del pelinegro, observándole de arriba a abajo.

"¿Hmngh... ?"

Mettaton: Ah... yo... -murmuró, no sabiendo muy bien que decir. Parte de él esperaba que no tuviese ni ocurriese problema alguno. Es decir, los monstruos y los humanos nunca se habían llevado de la mano, pero tampoco es como si en esta época sucediera la guerra, o eso esperaba. La sola idea de ser él el causante de una paradoja le atemorizaba- yo no busco-

Esperaba muchas cosas, de una mirada como aquella. Era más alto que él por unos cuantos centímetros, y ciertamente no tenía una cara de muchos amigos. Pero, definitivamente, una mueca de decepción junto a un ligero puñetazo en su hombro no estaba dentro de sus expectativas. El hombre extendió su espada, señalando al campo de batalla.

"¡¿Qué crees que haces ocultándote, guerrero?!"

Gritó, con un tono que, más que enojo, parecía uno de decepción. El alma de Metatton hizo "click" junto a su cerebro al percatarse de su propia apariencia... no lo veía como un monstruo, es más. Con un poco de ropa y maquillaje, el podía pasar desapercibido perfectamente como un humano, pero en esta época donde ni siquiera existía la escritura...

Creían que era una armadura.

"¡LUCHA POR TU PATRIA, COMO TODOS NOSOTROS!"

Bramó, soltándole al mismo tiempo que se lanzaba de regreso al combate con otro bramido, bajo la atenta mirada del robot. Unas palabras algo inspiradoras, tenía que admitirlo, pero... aún si quisiera ayudar, ¿realmente debería hacerlo? puede que fuese una completa estupidez pero en múltiples ocasiones, había visto películas donde si algo era alterado en el pasado, el presente terminaba siendo un desastre.

Y él, claramente, no debería estar ahí.

"¡YAAAAARGHHHH!"

Otro grito de dolor; pero no de derrota. Múltiples guerreros se habían agrupado para intentar defender el ataque, al mismo tiempo que Mettaton comenzaba a correr protegiéndose a si mismo de cualquier ataque, y usando el polvo como cobertura. Necesitaba un plan; había terminado atrapado miles de años en el pasado... ahora su principal prioridad era pasar desapercibido e intentar encontrar alguna manera de volver a casa.

"Tengo que salir de aquí..."

Metiéndose entre otro follaje luego de haber pegado un pequeño barrido para evadir a otro grupo. El sonido de espadas cortando carne junto a suspiros le detuvo; y entonces, lo vio. Un guerrero diferente de todo el resto de personas con las que se había topado hasta ese momento.

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"¡HYAH!"

Moviendo su mano en un corte descendente, la espada chocó y cortó sin esfuerzo alguno las patas del monstruo que le atacaba. Viéndose superado, la araña dejó salir un chillido al mismo tiempo que sus ojos emitían un brillo de color carmesí: desde su boca, una especie de líquido verde salió, provocando que el humano saltara hacia atrás en una voltereta.

Tras aterrizar, al escuchar el sonido característico de sus patas tras de si, optó por darse la vuelta para observar como en efecto, otro par de arañas bípedas se acercaba hacia su persona. Empuñando ambas espadas a dos manos, corrió en dirección hacia ambas criaturas, quienes buscando descuartizarlo, dirigieron sus seis patas intentando cortarlo como si de guadañas se tratasen.

Deslizándose por el suelo justo por debajo de ellos, el guerrero agarró ambas espadas de manera inversa, poniéndose de pie al mismo tiempo que con dos simples movimientos clavaba las cuchillas de estas en las nucas de sus actuales atacantes, perforándoles sin esfuerzo alguno.

Retirando ambas armas de los ahora cadáveres, bloqueó justo a tiempo para detener una embestida. Puede que fuesen criaturas bípedas, pero también podían ir en ocho patas para aumentar su velocidad.

"GHHHKKK... ¡maldito demonio!"

Refunfuñó, con un destello morado escapando de sus ojos. Ambos se habían enfrascado en un pequeño "tira y afloja" entre sus dos espadas y las patas de la criatura. Como si pudiese entenderle, dejó escapar otro rugido mientras el líquido verde se acumulaba en sus fauces, probablemente preparándose para disparar algo de su ácido.

"¡NO VENCERÁN!"

Dándole un cabezazo para desorientarlo, logró cegarlo momentáneamente, aprovechando para moverse hacia la izquierda mientras clavaba una de sus espadas en el torso de la araña, perforándole hasta la espalda. Conforme su cuerpo se transformaba en aquel líquido verde, retiró rápidamente su arma para evitar cualquier daño hacia su armadura, volteando a mirar al campo de batalla.

Las cosas no se veían bien para su tribu, pero al menos nadie había muerto todavía.

"¡TODOS JUNTO-!"

Fue descuidado.

Un potente golpe en forma de una embestida llegó directo a su espalda, lastimándole en demasía. Se estrellaron contra él con tanta fuerza que su cuerpo salió volando unos cuantos metros, chocando contra una roca cercana. Toda la cabeza le daba vueltas, pero aún así estaba consciente; llevando la mano hacia su casco, se percató de que había una grieta en el mismo por el cual sangre escapaba.

Su visión estaba borrosa.

"Keguegue gue gue~"

Emitiendo una especie de siseo que parecía ser una risa, el que lo había emboscado se acercaba a paso lento, alzando una de sus patas, dispuesto a clavarlo directo en el rostro del susodicho; sus ocho ojos carmesíes brillaban de manera amenazante incluso con la luz de la luna tras de si, lo que en efecto, le daba el aspecto de un demonio.

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Eso le hizo actuar por instinto. Si, Mettaton no era ni remotamente tan bueno ni un santo como Frisk, pero su compás moral estaba lo suficientemente alineado como para saber que esto no estaba bien. Entrecerrando los ojos, salió de su escondite dispuesto a brindar ayuda; al menos, eso planeaba hasta que la corpulenta silueta del rubio que le había encontrado en primer lugar se interpuso en su camino.

"¡Es mío!"

Replicó, y la estrella de los monstruos reposó su mentón contra su mano derecha, musitando un "adelante"; el humano de ojos negros dejó salir un grito de guerra mientras alzaba su espada, dispuesto a cortar al monstruo en pedazos. Como si de un sexto sentido se tratase, la araña se dio la vuelta justo a tiempo para bloquear la espada del atacante.

Los brazos del hombre temblaron, intentando superar la fuerza de su enemigo, hasta que este soltó un chillido, dándole una patada directamente en las costillas que le mandó a volar. El robot se hizo ligeramente hacia la derecha, evadiendo el cuerpo del guerrero, dejando salir un breve suspiro tras acariciarse el puente de la nariz.

Sin importar las consecuencias... no dejaría que esto continuara.

SLASH

Antes de que las patas pudiesen perforar armadura y carne, la muñeca del moreno se interpuso entre la araña y el humano sin esfuerzo. Mettaton emitió una pequeña sonrisa, lamentándose el no tener cámaras para grabarse a si mismo, pero daba igual. Esta era su oportunidad tanto de lucirse como de hacer una buena obra, y si había algo que amaba era que su pasatiempo se mezclara con actos nobles, su embajador era una buena influencia después de todo.

"Lo siento querido, esta no es una tragedia..."

Dicho y hecho, alzó su pierna izquierda, propinándole una fuerte patada en el abdomen a la araña, que, sorprendentemente, la hizo explotar en pedazos. Ni rastro de la misma quedó; dando una leve pirueta sobre si mismo, la creación de Alphys se agachó, como un salvador, extendiéndole su mano a su posiblemente nuevo admirador.

"¿Necesitas ayuda? porque pareciera que si, cariño."

Habló, los ojos azules se posaron sobre él, analizándole por unos breves momentos. Esperaba que rechazara su oferta o que simplemente le diese la mano, pero no que dos cuchillas de metal le salieran de las muñecas. Nunca había visto a un guerrero como aquel con una armadura tan extraña, pero en efecto, cualquier tipo de ayuda era-

"Screeeeghhh~"

Había sido un idiota al darle la espalda. Dándole un manotazo a aquella mano amiga, brincó en el aire mientras apretaba los puños; dos cuchillas de metal salieron de sus brazaletes, seguido por los ojos de Mettaton mientras caía detrás de este, clavando sus armas directamente en el cráneo oscuro de una araña que había conseguido escabullirse, buscando cortar su cabeza.

Le había salvado por los pelos, literalmente.

"C-cielos... gracias querido, te debo-"

La mano derecha de su ahora salvador se alzó, callándolo en ese mismo momento. Posteriormente, agitó sus brazos para retirar restos de la asquerosa sangre que había manchado sus armas, preparándose para el combate sin siquiera voltear a verle.

"Paga tu deuda en la batalla."

Replicó fríamente. Mettaton cambió su expresión inmediatamente a una sonrisa ligera; saltando ligeramente hacia la derecha logró esquivar las patas de otro monstruo que se acercaba a él; aprovechando para extender su brazo izquierdo y darle un puñetazo tan fuerte que hizo explotar su cabeza.

Era hora de darle a aquellos humanos un MUY buen show~

Espalda con espalda, tanto el pelinegro como el guerrero comenzaron a hacer destrozos cada uno por su lado, primero y principal era tratar de disminuir la presión que ejercían sobre el resto de combatientes. Mettaton se agachó justo a tiempo para esquivar a una araña saltarina, dándole un rodillazo que la mandó a volar, para luego alzar ambos brazos.

Ninguna de sus patas era capaz de cortar el metal de su cuerpo; retener a dos no le fue difícil, ni tampoco explotar sus cabezas con un simple puñetazo.

Por el otro lado, ahora estando rodeado por tres enemigos, el líder empuñó ambas cuchillas; lanzándose en dirección a su contrincante más cercano, clavó ambas cuchillas en su abdomen y le utilizó como si fuese un arma, corriendo a toda velocidad con los brazos en alto, logró levantar aquel enorme cuerpo para empezar a chocar contra todo lo que viese.

"¡Es Zer!"

Exclamó uno de los múltiples combatientes, fijándose en el cuerpo de su líder, quien ahora agarró de las patas inferiores a su prisionero, girando para estrellarlo contra otro grupo, terminando por lanzarlo contra los mismos. Al menos una pequeña parte de su aldea ahora tenía menos presión; uno de sus allegados lanzó un hacha justo a su costado; pasándole justo por arriba del hombro.

Se clavó perfectamente en la cabeza de otro monstruo más.

"Ahora tenemos ayuda, ¡luchen todos juntos!"

Bramó, y todos los que pudieron escuchar su demanda alzaron sus espadas, escudos, lanzas y hachas mientras gritaban, llenos de motivación y energías renovadas. El pelinegro pegó una patada al suelo, partiendo parte del mismo; Mettaton pateó los escombros para emplearles como proyectiles, no era lo más convencional ni su método favorito...

Pero sin sus bombas ni su equipamiento, era mejor improvisar.

CRASH CRASH CRASH~

Las rocas se clavaron con tanta fuerza y velocidad que donde sea que impactasen, generaban un gran daño junto a una pequeña explosión, destrozando partes de los abdómenes, "piernas" y "brazos" de las arañas, además de conseguir destruir unas cuantas cabezas. El actor dejó salir una pequeña risa, interrumpido poco después por un enorme golpe que llegó desde su espalda.

"SCREEEEEEEEGHHHH"

Obviamente molesto, el moreno clavó sus pies sobre la tierra para detenerse, empezando a forcejear ahora con su actual atacante. Si bien estaba sosteniendo dos patas, las otras cuatro intentaban constantemente penetrar su torso y cualquier otra parte de su cuerpo, rebotando contra el duro metal sin esfuerzo alguno.

La tierra se agrietaba, al mismo tiempo que el antiguo fantasma continuaba empujando.

"¡Oye! ¡¿tienes idea de cuanto me gusta este cuerpo?!"

Ofuscado, propinó un cabezazo al susodicho, aturdiéndole producto de la fuerza. Mettaton levantó su pierna, pegándole una patada de guillotina con tal poder que logró explotársela, solo para percatarse de que, aparentemente, un enorme grupo había salido del bosque. Los gritos de sorpresa y temor en los humanos no se hicieron esperar.

Habían tomado tanto terreno que optaron por multiplicarse en demasía.

"¡SON DEMASIADOS!"

Y eran como cucarachas. Moviendo su cabeza hacia donde había visto a Zer ir, se percató de que tanto este como los otros miembros del pelotón estaban en iguales condiciones, él incluido. Bajando la mirada para observar su mano derecha, suspiró. Esta era la situación que estaba buscando... pero lo que iba a hacer lo dejaría extremadamente seco.

Era mejor que permitir morir a un grupo de inocentes.

"Lo siento queridos; estas personas están bajo mi protección."

Dicho y hecho, el actor alzó su mano derecha hacia el aire mientras esta emitía un ligero brillo rosado con tintes blancos; su palma junto a sus dedos se introdujeron dentro de su brazo, para que de este terminase saliendo el cañón que caracterizaba a su forma NEO. Los dos ojos del moreno emitieron un destello al mismo tiempo que una enorme ráfaga de poder salía de este.

FWASHHHHH~

Como un haz de luz angelical, a donde sea que moviese su mano los cuerpos caían transformados en cenizas. Mettaton comenzó a caminar lentamente en dirección hacia donde sus sensores le indicaban, irradiaba la determinación característica de todas las almas humanas. Con gritos y chillidos, todos y cada uno de los monstruos morían víctima del único disparo que dejaba ir.

Al cabo de un minuto, las voces que antes clamaban por ayuda con temor y duda de una victoria posible, gritaron en alegría.

Casi todas.

"¡UNGH!"

Poniéndose de pie, el hombre de cabello dorado volvió a empuñar su espada, lanzándose en dirección al enemigo más cercano que encontró, pero no hubo suerte. Justo antes de que su filo tocase la carne del insecto, este estalló en pedazos producto de un disparo del forastero pelinegro; su rostro ofuscado se enfocó en el último grupo que quedaba, los cuales se acercaron hacia él y el resto de la aldea en un último intento de una resistencia inútil.

SWASH~

Ni siquiera tuvo tiempo para acercarse antes de que casi todos ellos fuesen convertidos en ceniza. Alzando su brazo para protegerse de los restos, bajándolo no mucho después, solo quedaba uno. Mettaton, quien había terminado justo frente a la aldea como un ángel guardián, se preparó para dar el tiro de gracia.

La mano del humano se puso justo sobre su cañón, bajándole. Los párpados del robot se cerraron, mientras este dejaba salir un pequeño asentimiento aprobatorio.

"Es todo tuyo querido."

Dicho y hecho, se lanzó en dirección al último de su especie, alzando ambos brazos. Espada en alto, se preparó para cortar su cabeza en un solo movimiento; la araña alzó dos de sus patas para detener sus brazos, empezando un ligero forcejeo. Una gota de sudor escapó por su nuca, notando la enorme diferencia de fuerza que había.

"¡Maldito mons-!"

SLASH~

El par de patas que se incrustó en su abdomen le calló la boca. Mettaton actuó de inmediato, reventándole la cabeza al mismo tiempo que su corpulento cuerpo caía de espaldas contra el piso, emitiendo un leve quejido. Las alabanzas no tardaron en llegar, junto a un hombre de cabello marrón.

"A un lado, salvador. Necesitamos parar el sangrado hasta regresar a la aldea."

Habló, agachándose mientras hacía un torniquete improvisado para tapar las heridas recién hechas. El moreno fue rodeado por el resto casi de inmediato, quienes alzaron su brazo derecho en señal de respeto. El ojirrosado dejó salir una pequeña risa, percatándose de como "Zer" se acercaba en su dirección.

Los "hurra" y los vitoreos solo se hicieron más fuertes tras que su líder alzara el brazo de igual manera, en señal de respeto.

"Ohohoho~ nada mal para un forastero, ¿no lo crees Mon ami?~"

Los brazos del mandamás subieron hasta su casco, retirándoselo. Mettaton sintió una gota de sudor descender de su nuca, percatándose del rostro delicado del guerrero. Su largo cabello marrón junto a sus ojos azules se enfocaron en él... no se trató de un hombre como había intuido por aquellos movimientos...

Era una mujer.

"Mi nombre es Zeresta, líder de esta humilde tribu... ¿y quién es este Monami del que hablas?"

...

Esto era muy vergonzoso.

.


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-[Fragmento 2: No hay hogar como tu hogar...]-

"¡METTA-TON! ¡METTA-TON! ¡METTA-TON!"

Como una turba, aún extasiados, durante casi treinta minutos habían estado repitiendo su nombre sin cesar en ningún momento. El orgullo de Alphys, si esta estuviese aquí para verlo, probablemente se dispararía a las nubes al ver todo lo que había conseguido. La estrella del show recibía halagos y palmadas en sus hombros con los brazos abiertos.

Esto era justo lo que había buscado.

Los guerreros se detuvieron en frente de lo que parecía ser un pequeño fuerte de piedra; sus enormes y largas puertas se abrieron luego de que Zeresta dejase salir un grito pidiendo entrada. Hombres visiblemente no aptos para el combate, mujeres, ancianos y niños le dieron la bienvenida y pronto se unieron al vitoreo.

Así que este es su hogar...

Pensó, siendo llevado aparentemente a la plaza del sitio. Era un lugar bastante grande, pero ni de lejos una ciudad o un pueblo; como había dicho la castaña hacía un par de horas en el campo de batalla, no eran nada más que una tribu humilde que había descubierto el metal, usándolo junto a la piedra y las pieles de los animales.

Esta era una buena oportunidad para sincerarse, aunque sea un poco.

"Está bien queridos, estoy agradecido, es un bonito gesto pero... ¿alguna idea de dónde estoy?"

Zerasta fue la primera en hablar, por razones obvias.

"Tu aparición en nuestro momento más oscuro debe haber sido un obsequio de los dioses antiguos, salvador. Como tal, lo mínimo que podemos hacer es ofrecerte un lugar donde dormir, nuestra aldea habría estado condenada al fracaso de no ser por ti."

Ciertamente... ahora que lo pensaba, tenía razón. Casi toda la fuerza "militar", si no es que toda, había partido al campo de batalla. El darse cuenta de que sin su intervención, no solo su líder sino incontables padres de familia y la fuerza de trabajo habría sido perdida en aquella noche, le dio escalofríos.

Prácticamente los salvó de la completa extinción.

Zerasta alzó su mano derecha, volteando a ver al hombre de cabello dorado; Yurn, que observó atentamente los ojos de su líder, llevó su mano a su espada con recelo.

Sabía lo que estaba pensando.

"Entrégame tu espada, Yurn."

Exigió, confirmando sus temores. Alzar la mirada para ver los ojos de sus pares, que obviamente apoyaban la decisión de la guerrera, destruyó por completo el orgullo y espíritu del hombre.

"¡He luchado valientemente, mi señora! He sido campeón de la tribu por tres años, darle este título aun forastero no me parece-"

Escucharle insultar y denigrar los logros del pelinegro no solo bastó para enfurecer y ofuscar a la mujer, sino también a sus propios compatriotas. Suspirando al percatarse del ceño fruncido junto a la palpable aura de desaprobación que rodeaba a quienes consideraba hermanos en armas, fue lo que le hizo aceptar.

A regañadientes claro está.

Zeresta la desenvainó rápidamente; reflejando el rostro tanto suyo como del pelinegro en la misma.

"Por tu valor en la batalla, haber salvado a nuestra gente y tu corazón que sin temor se enfrenta al mal, junto a tu heroísmo desinteresado... te nombro a ti, Mettaton, el nuevo campeón de Villa Muruk."

El mencionado dejó salir un ligero "¿Oh?" en sorpresa, tenía muchos títulos y apodos que le habían dado humanos y monstruos por igual a lo largo de toda su carrera como actor, escritor y director... Pero jamás pensó que "campeón" sería uno de ellos. Zeresta le guiñó ligeramente el ojo al mismo tiempo que envainaba su espada nuevamente, ofreciéndosela en su totalidad.

La mano izquierda del habitante del subsuelo se extendió ligeramente, dudando por unos segundos... hasta que simplemente aceptó, agarrando con fuerza la empuñadura; alzó su nuevo trofeo al aire, justo como hicieran todos sus nuevos fanáticos con sus puños en su trayecto. Los gritos no tardaron en volver, alegres y jubilosos al verle aceptar.

"¡Traigan el banquete, vamos todos! ¡hay que celebrar otra campaña exitosa!"

Gritó el segundo hombre más alto del pueblo, Mettaton le reconoció de inmediato como aquel que había visto portar un mazo durante el combate, le traía algo de nostalgia pues le recordaba un poco a Gerson. No es como si pudiese comer comida humana al ser 100% de metal... pero podría enseñarle un par de cosas a esta bella gente sobre el entretenimiento y poner su nombre aún más en alto en lo que durase la celebración.

Esto ya empezaba a gustarle y bastante.

"¡Estoy de acuerdo con Sevirik! ¡Honremos al campeón!"

Dicho y hecho, todo mundo partió en dirección a la mesa de los guerreros. Una vez más, Mettaton comenzó a reír, agitando su nuevo trofeo en todas direcciones, pegando cortes con una sola mano. No era muy diestro en la esgrima, pero en más de una ocasión había visto aquellos animes en compañía de Alphys y Undyne cuando tenía tiempo libre, junto a las lecciones de combate entre la pelirroja y Papyrus, al menos sabía unas cuantas cosas.

El único que se quedó solo fue Yurn, cuya mirada estaba enfocada en el piso.

Sus puños temblaban producto de la ira, y no se detuvieron en ningún momento.

.


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Tap... tap... tap~

Sus pasos emitían un eco estridente. El olor a humedad, a musgo y en especial, el aura oscura que inundaba aquella cueva siempre había sido una de las cosas que más había odiado de la misma. Cubierto por su capucha para evitar ser visto, el antiguo campeón dejó salir un gruñido, aún molesto ya no solo por la terrible humillación a la que le habían sometido...

Sino por el fracaso.

Yurn se detuvo en medio de la caverna, aclarándose la garganta.

"¡Hechicero!"

Clamó, empezando a caminar hasta lo más profundo de la cueva. No tener ni sentir el peso de su espada sobre su cinturón le afectaba en demasía, porque se sentía desnudo. Era como si hubiese perdido todos y cada uno de sus derechos, no podía soportarlo. Su confianza, su ego al ver los rostros jubilosos, el haber sido herido frente a todos sus compañeros...

Salvado por un forastero...

"¡MALDITA SEA HECHICERO! ¡SAL YA!"

Un par de ojos verde oscuros le devolvieron la mirada desde las sombras justo frente a él, momentos antes de que volviese a enfurecerse. Vistiendo un traje carmesí con detalles dorados y una bufanda del mismo color, el pelinegro inmediatamente se arrodilló ante su señor, no sin antes alzar ligeramente la mirada.

"Aquí estoy, mi señor... ¿el plan ha funcionado?"

Preguntó, recibiendo el muro a su costado un puñetazo en respuesta. Yurn dejó salir otro rugido de molestia al recordar las heridas que tenía a su costado, a Mettaton se le había dado su espada y el título de campeón como muestra de su triunfo, él había recibido humillación y heridas como muestras de su fracaso.

Heridas que dejarían cicatrices inolvidables.

"¡NO! ¡¿Por qué salió todo tan mal maldito inútil?! te liberé de tu sello para que me sirvieras, ¡PARA QUE ME CONVIRTIERAS EN UN HÉROE LEGENDARIO!"

Aún arrodillado, el rostro del ojiverde cambió ligeramente a una mezcla entre decepción, ya no solo de si, sino también de su propio maestro. Dejando escapar un suspiro, el más pequeño llevó sus dedos a su barba, pensativo. Aquel gesto no hizo más que enfurecer y frustrar a Yurn, quien contuvo las ganas de atacar a su aliado.

No debía olvidar que, por muy grande que fuese su ira... aquel hombre era su única oportunidad.

"Es mi mayor deseo que se cumpla tu voluntad, maestro... ¿no fueron vencidas mis criaturas por ti? ¿no te has convertido en el héroe de tu gente?"

Yurn negó con la cabeza, cruzándose de brazos al mismo tiempo que sus manos apretaban su cuerpo. Las heridas que tenía aún le dolían; cosa que su familiar notó. Extendiendo ligeramente su mano, las susodichas se cerraron con un rápido hechizo sanador. Bueno, algo era algo...

"No fui yo; has enviado monstruos poderosos que casi nos destruyeron a todos; pedí tu auxilio, pensaba que me harías más fuerte pero tu hechizo trajo a un forastero... ¡Él fue transformado en campeón mientras que a mi me degradaron a bufón!"

La ceja derecha del pelinegro se alzó con visible curiosidad... ¿había venido alguien más? eso no estaba en sus planes, y esto ciertamente complicaba mucho más las cosas. Yurn se dio la vuelta, alzando el brazo en señal de despedida, preparándose para volver a su hogar, ya era tarde y no quería levantar sospechas.

"Debes arreglar tu error, hechicero. No lo olvides."

Verle desaparecer bajo la luz de la luna provocó que sus ojos volviesen a brillar, al igual que sus manos. Una pequeña sonrisa se apareció en los labios del pelinegro, al mismo tiempo que este se daba la vuelta; la pared cambió de forma lentamente ahora que estaba solo... la roca retrocedió, formando ojos, boca, dientes, y una lengua.

El inconfundible rostro de un dragón; el lugar donde había sido sellado hacía centurías, que ahora no era nada más que una herramienta para su poder.

"Como usted desee, mi señor..."

Susurró, dejando su magia salir libremente de sus manos y su alma; comenzando a recitar un ritual. Si su amo quería ser un héroe, entonces seguiría cumpliendo su voluntad. Pues el mago Cun Lung nunca rompía sus promesas, incluso si estas terminasen perjudicando a sus allegados en menor o mayor medida.

.


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Scrench scrench scrench~

A la mañana siguiente, habiéndose asegurado de tapar tanto ventanas como la puerta de su nuevo hogar en caso de que algo saliese mal, Mettaton movía su mano izquierda de arriba hacia abajo, girando. Había pasado toda la noche construyendo y planificando un muy rudimentario sistema de poleas para generar electricidad, que ahora mismo había conectado directamente a su alma.

"Vamos... no me falles ahora cariño..."

Murmuró, observando su propio sistema. Haber lanzado todas esas ráfagas de disparos la noche anterior había drenado sus reservas completamente, junto al hecho de haber creado aquel pequeño proyecto. El porcentaje, que estaba en un 20%, comenzó a subir ligeramente, haciendo que el actor ganase una enorme sonrisa.

"¡OHHH SI!~ ¡eureka! ¡ahora tendrán que llamarme el señor del rayo!~"

Bramó a todo pulmón, justo para que sus esperanzas fuesen pisoteadas; los materiales no pudieron aguantar la potencia, emitiendo rayos; el moreno se cubrió el rostro justo a tiempo para ver como una pequeña explosión ocurría, levantando polvo y destrozando por completo el sistema, junto a su descubrimiento y cualquier tipo de esperanza que tuviese por mantenerse despierto.

Había sido un total desastre.

"¡Oh vamos! ¡esto tiene que ser un muy mal chiste!"

Bramó, escuchando pasos tras de si. Agitando su mano para disipar el polvo, Zeresta, quien vestía unas cuantas prendas hechas con pieles en lugar de su clásica armadura, inclinó ligeramente la cabeza en forma de saludo, para luego cruzarse de brazos al observar los pedazos de piedra, madera y diferentes materiales en el piso.

"Tus artilugios y hechizos asustan a mi pueblo, Mettaton. Y eso no es nada fácil, puede que seamos guerreros pero a veces nos quitamos la armadura, como puedes ver. ¿Por qué no te desprendes de la tuya?"

Habló la líder, el primo de Napstablook arqueó las cejas ligeramente mientras se dejaba caer sobre la silla en la que había estado sentado, ya no solo desanimado porque solo fuese cuestión de tiempo para que se apagara, sino también por la pregunta. Los monstruos, si existían en esta época, aún no establecían contacto con el homo sapiens.

¿Como explicarle a ella que alguna vez fue un fantasma?

"Lo siento cariño, mi armadura no puede quitarse. Es... parte de mi, lo que soy."

Replicó, provocando que la castaña colocase su mano sobre el hombro de su nuevo amigo, asintiendo con ligero pesar.

"¿No es duro? ser un guerrero a cada momento del día, debe ser una enorme carga en tu espíritu."

Un largo suspiro escapó por los labios metálicos del actor. El ambiente se había tornado deprimente en muy poco tiempo. Zeresta, sin embargo, observó como el campeón llevaba una mano a su pecho, negando con la cabeza mientras tomaba una pose de gallardía e ilusión, había malinterpretado las cosas.

"No solo soy un guerrero, querida. Mi principal profesión es traer alegría y risas a las personas por donde quiera que vaya, darles esperanza y relajo. Podrías decir que... estoy a cargo de que los guerreros recuerden que hay algo más que simplemente la batalla, es algo que amo, como mi armadura, es parte de mi. Es quien soy."

Fiel a su profesión, a su razón de ser, Zeresta terminó completamente encantada y maravillada con su pequeño discurso. Definitivamente había tenido la impresión equivocada, pero le alegraba saber que no vivía una vida desdichada. La joven de ojos azules se agachó, observando con intriga los planos y restos del ahora destruido mecanismo.

"¿Cuál era el objetivo de esta cosa? parecías muy empeñado en dibujar esto en la noche."

"Se suponía que alimente mis baterías. La hazaña que demostré durante la batalla me han dejado en una situación muy precaria."

Contestó, y obviamente ella no le entendió en absoluto. Lo único que su mente registró fue la palabra "alimento"; llevando su mano hacia abajo, agarró amigablemente al moreno, mientras señalaba la puerta.

"Si es comida lo que deseas, estaríamos felices de proporcionarte toda la que gustes, ¿por qué no vienes con-"

Ver su cabeza moverse en una negativa a la vez que sus cejas se arqueaban en una expresión de pena la hizo detenerse. Mettaton señaló el compartimiento donde estaba guardada su alma, su estómago. El corazón invertido ya no emitía un brillo tan poderoso y bello como sucediera mientras peleaban codo a codo.

"Esa no es la comida que necesito... lo siento mucho querida, tú y todos han sido muy bellos conmigo, pero no puedo sobrevivir aquí, es demasiado... primitivo..."

Conforme hablaba, se separó de la misma. Ya sea porque Frisk, Alphys y los demás estaban influenciándole o porque extrañaba a su gente, optó por sincerarse. Llegó hasta la pared, sosteniendo la espada que se le otorgó; Mettaton observó atentamente la vaina de la misma, admirando el bello símbolo lunar a la vez que extendía sus brazos.

El rostro de dolor en la humana le destrozó el corazón.

"No te lo tomes a mal, Zeresta, pero tengo mi propio hogar, mis propias batallas. No puedo aceptar esto..."

La castaña, no obstante, le sorprendió una vez más cuando colocó su mano sobre la espada, no para recuperarla, sino para empujarla contra el cuerpo del mismo, sonriéndole.

"La espada es tuya, por favor, quédatela. Entiendo que debes buscar tu propio hogar... pero por favor, permíteme mostrarte el mío una última vez, ¿si?"

Pidió, con un tono algo suplicante. Los ojos rosados del robot se fijaron profundamente en los iris azulados de la fémina, percatándose de los atisbos de esperanza, tristeza y resignación en los mismos. Le recordaron demasiado a su primo, el día que se fue de Waterfall para cumplir su sueño.

Esta vez no sería egoísta.

¿Como podría negarme a una carita como esa?

Sonriéndole a su nueva amiga, terminó por asentir, encaminándose en dirección a la puerta de su hogar temporal. Era hora de conocer aquella bella aldea a fondo.

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"¿Como está tu herida, hijo mío?"

Teresis movió su hombro de izquierda a derecha, emitiendo un pequeño quejido de dolor bajo la atenta mirada de su padre, que había detenido sus martillazos contra el metal. La herrería se había abierto un poco más tarde el día de hoy, precisamente porque Sevirik había estado preocupado por su niño.

El pelirrojo, intentando calmar a su padre, movió la mano para restarle importancia mientras sonreía, cosa que no alivió mucho las preocupaciones del herrero.

"No te preocupes padre, solo fue un rasguño gracias a ti."

El calvo dejó salir un suspiro mientras se cruzaba de brazos, volviendo a martillar la espada una vez más, asegurándose de que estuviese perfecta y afilada. La noche se había convertido en un símbolo de temor desde la aparición de aquellas criaturas, sin duda alguna nunca había tenido tanto trabajo en los cuarenta años que llevaba fungiendo como herrero de villa Muruk.

"Más bien gracias al campeón. De no ser por Mettaton, ninguno estaría aquí."

Habló con pesadez, volteando a mirar atrás. Su hijo estaba imitando los ligeros movimientos con una sola mano que Mettaton estuvo demostrando la noche anterior durante el festín, nunca había visto una técnica similar a aquella. ¿Esgrima, le había llamado? por lo que dijo, se trataba de dar cortes certeros con la menor energía posible.

Tal vez eso podría interesar al maestro de guerra del pueblo.

"¡Ciertamente! definitivamente quiero ser como él, no puedo esperar para volver a verle"

Contestó, pegando una patada al aire al mismo tiempo que giraba sobre si para dar un corte. Sevirik dejó salir una larga y fuerte risa mientras miraba a la calle, percatándose de las figuras inconfundibles de su líder y salvador se acercaban en dirección hacia su tienda. El hombre se acarició la barba, retrocediendo para darle un suave manotazo en los hombros a su muchacho.

"Pues parece que no vas a tener que esperar mucho para eso. ¡Hey! ¡Salvador, mi señora! ¡buenos días!"

Gritó a todo pulmón, saliendo desde atrás del mostrador junto a su hijo. Mettaton y Zeresta saludaron al par cada uno a su modo; el pelinegro dio un abrazo al hijo del herrero, haciendo una reverencia ante este mientras que tanto Teresis como su padre inclinaban sus cabezas ante su gobernante.

"Buenos días para ustedes también, Sevirik. Teresis, ¿cómo está tu herida?"

Teresis movió su hombro ligeramente, conteniendo sus ganas de hacer un quejido de dolor. El de ojos rosados, sin embargo, detectó como su pulso se aceleraba ligeramente gracias a sus sensores.

"Voy mejorando, al menos padre no está insistiendo con que vuelva a trabajar en los cultivos junto a madre y mi hermano menor. ¿Qué hay de usted, mi señora?"

Al verse cuestionada, la de ojos azules simplemente propinó un ligero golpe al hombro del pelinegro.

"Solo estaba mostrándole al campeón el estilo de vida que llevamos. Debieron haberlo visto, la gente en el mercado lo adora."

Eso solo provocó que Sevirik volviese a soltar otra de sus características risotadas, junto a un "seguro que si"; tanto Mettaton como la líder se despidieron no mucho después, al mismo tiempo que el par volvía al interior de su establecimiento.

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"¡Vamos, sigan luchando! ¡No quiero que aflojen el paso, el siguiente descanso aún está a treinta minutos de llegar!"

Gritaba un anciano de brazos cruzados, con una cicatriz en el hombro mientras observaba fijamente a tres grupos de seis hombres cada uno, todos ellos divididos en números pares. Los dieciocho guerreros de esta mañana se encontraban entrenando con todas sus fuerzas, motivados por su terrible desempeño en la noche de ayer.

Puede que estuviese retirado y muy viejo para usar un arma, pero Vamado alguna vez fue el mejor guerrero de la villa, he allí que hubiese sido promovido a instructor y retirado con honores hacía veinte primaveras tras perder su brazo derecho por culpa de un derrumbe. Sus cansados ojos se iluminaron al observar tanto a Mettaton como a Zeresta caminar en su dirección con visible interés.

"Ah, el campeón y la señora. ¡Muy buenos días! ¿vienen a practicar con los reclutas?"

Preguntó con visible curiosidad, Zeresta negó con la cabeza, al mismo tiempo que un "Hola" escapaba de los labios del pelinegro, inclinando la cabeza en señal tanto de respeto como de presentación.

"No creo que nos hayamos presentado, ¿o si? no recuerdo haberte visto en la fiesta de ayer."

Vamado negó con la cabeza, mientras observaba ligeramente a su líder. Los tintineos de espadas y puños chocando así como puños y patadas siendo bloqueados continuaban, Zeresta se aclaró la garganta, para luego señalar con ambos brazos al instructor de su gente.

"Mettaton, este hombre es el entrenador de nuestros ejércitos. Su nombre es Vamado, antiguo campeón y el mejor luchador de hace cuatro generaciones, su abuelo fue uno de mis predecesores."

"¡Y con orgullo, eh! ¡HA HA HA!"

La voz rasposa y amigable del anciano salió a todo pulmón, para luego recriminar a uno de los hombres el que sus puños estuviesen siendo demasiado blandos así como su técnica. Mettaton observó el régimen con algo de nostalgia, recordando las pocas pero interesantes ocasiones en las que vio a Undyne entrenar a la unidad canina en los terrenos de Waterfall.

Así es como practicaban rastreo después de todo.

"Por cierto Campeón, debo decir que ese estilo de pelea de utilizar una sola mano y dar golpes directos es muy intrigante. Tal vez pueda hacer algo con ello en mis ratos libres, quizás incluso mejore la efectividad de nuestros guerreros"

Habló el anciano, colocando su única mano en el hombro del actor como señal tanto de respeto como de agradecimiento. Mettaton asintió junto a un "no fue nada", enseñarles el concepto básico de la esgrima a quienes estaban despiertos durante la noche estaba probando ser útil, al parecer les gustó tanto que lo primero que hicieron fue contarle a su instructor.

Eso le hizo feliz.

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"¡Ahahahaha!~"

Las risillas de los niños recorriendo los campos tras haber terminado de ayudar a sus madres a rellenar las canastas con alimentos eran preciosas. Sentado sobre el muro, Mettaton observó atentamente con mucha admiración todo el resto de aquel enorme pueblo amurallado, entendiendo y admirando su autosuficiencia.

Todos tenían un papel; eran un pueblo guerrero autosustentable gracias a la agricultura y la cacería, así como la pesca; junto al hecho de que estaba construido literalmente pegado a una cascada, así es como lograban mantener sus cultivos en óptimas condiciones, una utopía casi perfecta y harmoniosa.

"¿Te gusta?"

Cuestionó Zeresta, cruzada de brazos al lado de él mientras sonreía. El primo de Napstablook asintió inmediatamente, llevando su mano a su pecho. Le recordaba un poco a los esfuerzos de Frisk y todos ellos, una paz así de hermosa no era algo sencillo de alcanzar pero siempre era hermoso de observar.

"Si, me recuerda a mi gente. Tienen algo por lo que vale la pena luchar justo como nosotros, desde cierto punto somos iguales."

Aquello captó la atención de la mujer de ojos azules, quien se volteó para observar a su amigo con visible interés.

"¿También hay invasores que amenazan la paz en tu hogar?"

El monstruo meditó largamente la pregunta de la humana. Era complicado de explicar, pero si. Siempre habría humanos que no estarían contentos con los monstruos saliendo del subsuelo, protestantes y en el peor de los casos, terroristas con creencias radicales, que tanto Frisk como Asgore y la policía militar hacían su mejor esfuerzo por apaciguar de la manera más pacífica posible.

Tenían paz, pero no era perfecta.

"Supongo que podrías decir que si, tenemos paz, pero hay alborotadores justo como aquí."

Zeresta asintió ligeramente, reclinándose sobre el puesto de avanzada mientras se volteaba para observar la puesta de sol en compañía de él. Ver tanta naturaleza realmente era hermoso, similar al Monte Ebott; el mundo antes de la civilización también tenía su encanto.

"El anochecer solo nos trae miedo, Mettaton... los invasores regresarán y resistirán nuestras defensas, pese a que mi gente no lo demuestra, en el fondo temen que esta sea nuestra última noche..."

"Debe ser difícil... tener el peso de tantos sobre tus hombros."

Pero como su líder, era su deber. Cargar tanto con sus esperanzas, sus sueños, miedos, victorias y fracasos. Fuese lo que fuese a pasar, ella estaría ahí para su pueblo. Desde el punto de vista del monstruo, aquella mujer era bastante similar a su monarca, Asgore pasó mucho tiempo en una posición similar tras la muerte de sus dos hijos.

Por ello es que la entendía.

"Somos guerreros, Mettaton... el temor también es nuestro enemigo, todos peleamos contra él a cada momento del día, casi nos había devorado por completo... hasta que tú llegaste para salvarnos."

Felizmente volvió a poner su mano sobre su hombrera. El pelinegro sonrió una vez más, gesto que su compañera imitó no mucho después. Para ese momento, la noche ya había caído por completo, dando paso al satélite natural del planeta y a sus hijas las estrellas. Fue por eso que ver una enorme esfera de luz cayendo del cielo le resultó anormal.

SWASH~

La tierra se levantó y parte de los cultivos se incendiaron una vez esta cayó al suelo. Seguida de muchas otras. Los pocos aldeanos que aún estaban trabajando salieron corriendo a toda velocidad, agarrando a los niños para refugiarse dentro de los hogares.

Habían llegado, esta vez, directamente al pueblo.

"¡A LAS ARMAS! ¡TODOS JUNTOS HACIA LA BATALLA!"

Gritó Zeresta, agarrando una lanza a la vez que uno de los peleadores hacía sonar la trompeta en señal de guerra. Desde los asteroides, las arañas empezaban a surgir una vez más, esta vez, con un tamaño ligeramente más grande. Mettaton entrecerró los ojos, algo temeroso por sus nuevos amigos al notar que ninguno de ellos tuvo tiempo para armarse.

"¡Cariño, no! ¿qué hay de su equipamiento? ¡todos ustedes carecen de-!"

"¡UN VERDADERO GUERRERO NO NECESITA ARMADURA! ¡AL ATAQUE!"

Habló Sevirik, mirando a su líder quien asintió como señal de aprobación. Emitiendo un bramido de guerra, toda la fuerza militar se preparó para la contienda. Mettaton se quedó atrás, observando el porcentaje de su batería: solamente le quedaba un 18% de poder, para su gran horror. Utilizar su cañón sería una muy mala idea.

Tendría que hacer esto a la vieja escuela.

CLASH~

Alzando su pierna en alto, el pelinegro alcanzó a bloquear las patas de una araña que aprovechó los cultivos para intentar emboscarle, propinándole un derechazo con intenciones de explotarle la cabeza. Grande fue su sorpresa cuando en lugar de esto, simplemente la aturdió lo suficiente para alejarla de si.

Se habían hecho más fuertes.

Con un demonio

Propinándole otra patada, lanzó a la misma lejos de si; Sevirik quien estaba combatiendo en compañía de Teresis para mantenerle seguro movió su mazo bloqueando a un atacante, mientras que el pelirrojo pegaba un salto con espada en mano rebanándole la cabeza al actual rival de su padre, una idea le surgió dentro de su cabeza.

"¡Campeón! ¡usa un arma!"

Gritó, lanzándole su espada a la vez que cogía otra para si. Mettaton se dio la vuelta, extendiendo el brazo en el aire justo a tiempo para agarrar el arma del hijo del herrero. Una sonrisa se dibujó en su rostro en ese mismo momento; pegando un salto para aterrizar en medio de las criaturas, comenzó a dar cortes a la vez que bloqueaba usando tanto sus brazos como sus piernas.

"Bien pensado hijo"

Habló el herrero, guiñándole un ojo a su pequeño, provocando que una sonrisa nerviosa escapara de los labios de este. Teresis asintió a la vez que observaba a su padre agarrar un cuchillo de su cinturón, lanzándolo en dirección al cráneo de una araña que atacaba a varios de sus compañeros, clavándose sin esfuerzo.

Zeresta, quien estaba luchando usando una lanza en lugar de sus clásicas espadas, se percató de como el fuego se extendía a gran velocidad por los campos, una gota de sudor escapó por la nuca de la castaña, a la vez que alzaba su arma para bloquear las patas de su actual enemigo, golpeándole con la parte trasera de la misma, giró sobre si para aprovechar la fuerza y clavarle la cuchilla en el pecho.

No solo estaban siendo atacados dentro de su propia aldea, sino que debían de apagar el fuego.

"¡TRAIGAN AGUA! ¡NECESITAMOS QUE ALGUIEN APAGUE EL FUEGO O NO HABRÁ ESPERANZA PARA SOBREVIVIR EL INVIERNO!"

Habló la lider, varios hombres alzaron el grito en el cielo mientras el enfrentamiento continuaba, Yurn, quien ahora en lugar de su espada estaba utilizando una maza con cadena, bloqueó una embestida de uno de los monstruos con fuerza bruta, para luego estrellar su nueva arma contra la cabeza del mismo, explotándola.

Maldita sea hechicero, ¡fuiste demasiado lejos!

Y de verdad lo había hecho.

¿Atacar directamente su hogar? ¿dejar caer esta tanda de enemigos sobre sus cultivos? ¡era una completa locura! Mettaton pegaba un corte descendente para bloquear las seis patas de una araña, al mismo tiempo que pegaba un brinco para evitar la lluvia de ácido que otra disparaba en su contra.

Una larga cantidad se acercó corriendo en su dirección, intentando embestirle para lanzarle al suelo. Haciendo uso de su agilidad, el moreno comenzó a esquivar y hacer piruetas al mismo tiempo que corría saltando sobre los arácnidos, clavando su espada en lo que intuía eran puntos vitales para matarlos o ya sea inmovilizarlos.

Los arqueros comenzaron a actuar, lanzando flechas desde la lejanía para finiquitar a aquellos que no tenían tiempo de ser asesinados. Mettaton se agachó justo a tiempo para esquivar un set de estocadas que comenzaron a ser lanzadas en su dirección, percatándose de como ahora estaban aprendiendo a pelear.

"AGH"

Un grito de dolor escapó de sus metálicos labios a la vez que era atacado por la espalda, su pesado cuerpo voló unos cuantos metros, dando vueltas en el suelo. Poniéndose de pie rápidamente, observó aumentando la vista de sus escáneres como la situación estaba tomando un giro de ciento ochenta grados; la coraza protectora estaba endureciéndose en pleno combate.

Por más cortes, flechas y golpes que les diesen, si bien estaba funcionando, no eran tan efectivos como en la noche de ayer. No eran tantos, pero eran demasiado duros de matar.

Eso, y que el fuego todavía estaba extendiéndose más. Un tercio del campo había sido reducido a cenizas y, si las cosas no cambiaban, el resto de la aldea sería convertida en polvo.

"Maldita sea... tiene que haber una manera..."

Murmuró, viendo a lo lejos como Zeresta alzaba su lanza pegando un grito de guerra para motivar a su gente, pese a estarse viendo superados. El puñetazo del moreno se estrelló contra el suelo, hasta que escuchó el sonido del agua cayendo de la cascada directo a la presa. Sus párpados se abrieron en sorpresa, mientras una sonrisa se dibujaba en la comisura de sus labios.

¡ESO ES!

Corriendo a toda velocidad, brincó y quitó de su camino a cuanto monstruo se puso en frente de si, ya no preocupándose de matarles. Yurn, que interpretó aquello como un acto de cobardía, no pudo sino dejar salir una pequeña risa arrogante mientras peleaba al lado de su líder y compatriotas.

"¿Ves a tu nuevo campeón, mi señora? ¡Simplemente huye, como un cobarde!"

Mettaton, no obstante, terminó probándose a si mismo. Sus puños y piernas comenzaron a destrozar sin piedad alguna la presa de la villa; generando múltiples agujeros por los cuales el agua comenzaba a escapar. Zeresta, dándose cuenta de lo que hacía, ordenó a los arqueros enfocar toda su potencia contra esta para ayudarle.

CRASH~ CRASH~

Al mismo tiempo que el agua se desbordaba, las arañas continuaban avanzando por los campos junto al fuego, el de ojos rosados dejó salir un último grito antes de destrozar por completo la presa; no resistiendo más la presión de la cascada, toda el agua salió disparada como un chorro a presión.

No era agua suficiente como para inundar Villa Muruk, pero si suficiente como para ahogar por completo tanto a los invasores como al fuego. El robot, quien se había puesto a una distancia segura para evitar sufrir un cortocircuito, con una sonrisa producto de su propio ingenio. Tomando nota de como los arácnidos parecían deshacerse en partículas al entrar en contacto con el agua, alzó el puño en señal de victoria.

"¡LO HICISTE CAMPEÓN!"

Gritó uno de los múltiples guerreros, notando su gesto, también alzó su espada, siendo imitado breves segundos después por casi todos sus pares. Una sonrisa se vio el cuerpo de la castaña de ojos azules, quien jubilosa, también empezó a festejar junto a su gente. Sus cultivos estaban arruinados en su gran mayoría, pero nada que no pudiesen volver a plantar.

Al menos ninguna de sus casas se había quemado, y nadie había muerto.

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"¿Estás herido, amigo mío?"

Varios minutos más tarde, una vez terminado el júbilo, había sido tiempo de empezar a reconstruir todo lo que se había perdido. Ahora mismo no solo se estaba preparando un pequeño festín nuevamente para celebrar la victoria, sino que también estaba haciéndose un recuento de las raciones para el invierno y reconstruyendo la presa.

Mettaton, no obstante, fue el único que desapareció nada más terminada la batalla. El pelinegro suspiró, dándole la espalda a la ojiazul mientras sujetaba su mano izquierda con fuerza; haber golpeado la presa tan fuertemente había destrozado parte de su mano, y en una época como aquella no tendría esperanza alguna en volver a repararla.

La simpatía de Zeresta era muy dulce, pero hiriente a la vez.

"Estaré bien, cariño... no es nada grave."

Replicó, intentando mantener su distancia y dándole la espalda. La líder musitó ligeramente, notando como ocultaba su mano de forma insistente. Acercándose, colocó su mano sobre la hombrera del pelinegro, dándole una ligera caricia amistosa mientras señalaba la puerta, en señal invitadora. La soledad no era lugar para un héroe.

"La aldea desea honrar tu victoria una vez más, ¿por qué no te nos unes?"

La creación de Alphys negó con la cabeza, mirando fijamente su palma, a sabiendas que la lastimaría emocionalmente ya no solo a ella, sino a todos los que trataban de demostrarle tanto su afecto como su agradecimiento. Esto era como un escupitajo en sus buenas intenciones, algo que Mettaton conocía bien, pues su ego lastimó a Alphys y a su primo en el pasado distante.

Pero ya no se trataba de ego.

"Me encantaría, pero cuanto más tiempo me quede más me costará partir. Nunca podría sobrevivir aquí."

Era como si la situación que vivieron en la mañana estuviese siendo replicada, pero en esta ocasión, sus propias palabras serían usadas en su contra. Zeresta retiró su mano del hombro del pelinegro, obviamente herida.

"Entiendo... somos demasiado simples; primi... tivos, ¿no es así?"

Verla hablar con aquel tono fue lo que le hizo ponerse de pie, ofuscado y obviamente avergonzado. ¿Quien diría que otra vez su bocaza iba a meterlo en problemas? tras aquel llamado y el como los monstruos le rogaron porque no fuese a la superficie en su batalla final contra Frisk, se prometió a si mismo cambiar para mejor.

Dejar de ser tan imprudente e hiriente... pero estaba fracasando.

"¡No, cariño! no, no pienses así, es solo que... mírame."

Alzando su mano herida, terminó por mostrarle su exoesqueleto. Alphys era una mujer brillante, he allí que Gaster la hubiese tomado bajo su tutela, pero inspirada, más que nada en la anatomía humana, es que basó su cuerpo completo. Bajo capas y capas de metal, lo que fungía como "huesos" en el cuerpo del actor había terminado por desvelarse.

Haber golpeado tantas veces la presa provocó que perdiera la coraza de su mano izquierda. Zeresta, incluso si no comprendía muy bien lo que veía, si tenía algo en claro. Alzando su propia mano en alto justo frente a sus ojos, cerró los dedos, una, dos, tres veces, para explicar su punto. Ver las cejas de su compañero alzarse en confusión solo la hizo reír.

"¿No entiendes, Mettaton? no somos tan diferentes. Debajo de tu armadura, eres idéntico a mi. Eres igual a nosotros."

...

¿Como podía ser tan cruel, pero a la vez tan firme con sus palabras? era hasta cierto punto gracioso. La humana esperó cualquier reacción por parte del actor, pero en lugar de ello, negó con la cabeza. Todo esto estaba mal, no solo se trataba de que él era un monstruo, un antiguo fantasma, habitando un robot.

Sino que era imposible que se quedara. Estos lazos, estas amistades, todo esto tenía que terminar y eso era lo que más le dolía. Los adioses eran algo a lo que no se había terminado por acostumbrar, precisamente porque miraba con asco su antiguo actuar; el Mettaton que dejó Waterfall difería muchísimo del que salió del subsuelo.

"Lo siento cariño... en verdad..."

Contestó, colocando su mano derecha sobre el hombro de la mujer, para luego salir por la puerta. Oír a lo lejos los cánticos de los demás habitantes hizo más pesada su carga emocional, no había dejado de hacer comparaciones con su propia gente, con sus amigos. ¿Así es como Frisk se había sentido durante su viaje por el subsuelo? el octavo caído no tenía certeza de volver a verlos en su viaje original, ni siquiera de si sobreviviría al rey.

Pero simplemente siguió adelante.

¿Cómo lo hizo? ¿no le dolía el tener que decir adiós?

"Héroe."

La voz de Yurn le sacó de sus pensamientos. El rubio, cuyo cuerpo estaba cubierto una vez más por su capucha, movió ligeramente su cabeza en forma de saludo. Mettaton ladeó la suya propia, percatándose de como señalaba la salida del pueblo con el pulgar.

"Ven conmigo si quieres volver a tu época, pero que sea rápido."

Eso... era inesperado.

.


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Llamar a aquella cueva "espeluznante" era ser generoso. Mettaton, cuyos brazos estaban cruzados, estuvo siguiendo por al menos treinta minutos al rubio antes de que le terminase llevando a aquel sitio tan escabroso. ¿Siquiera que era este lugar? ya sea por curiosidad o por mera intuición, no pudo sino vociferar sus dudas.

Yurn y él no eran precisamente amigos después de todo, Mettaton no era estúpido.

"¿Por qué me ayudas, cariño? desde que llegué, las cosas no han ido bien para ti."

El antiguo campeón se detuvo, el nuevo también. En un principio, no obtuvo respuesta. El gruñido mezclado con el largo suspiro de molestia y humillación que escapó de la garganta del rubio eran claras señas de que había, sin querer, tocado una fibra sensible. La mano derecha del humano fue hasta el puente de su nariz, acariciándoselo para intentar lidiar con sus emociones.

Solo un poco más...

"Tú lo dijiste, no perteneces a este mundo."

Contestó, continuando la caminata hasta cierto punto: deteniéndose justo en frente del dragón de piedra que Cun Lung utilizaba para canalizar su magia. La estrella del subsuelo observó atentamente la figura tallada en la pared, al mismo tiempo que desde las sombras el hechicero se hacía presente, arrodillándose ante el hombre de ojos negros en forma de saludo.

"Llévalo de regreso a su hogar, hechicero."

Ordenó, Cun lung asintió al mismo tiempo que se ponía de pie, acercándose al pelinegro para observarle atentamente con sus ojos verdes. Mettaton de inmediato detecto magia emanando del alma de aquel hombre, el tono oscuro del verde que le rodeaba se le hacía similar al rasgo Amabilidad pero de alguna manera... era diferente.

El hechicero observó ahora el alma invertida descansando dentro del robot, asintiendo para si. Posteriormente, sus manos apuntaron a la boca del dragón, bañando la figura con su poder; la inconfundible figura de Ebott City se manifestó entre un mar de magia verde, para asombro del pelinegro. ¿Era esa magia temporal? ¿qué clase de mago era aquel? nunca había visto nada parecido ni siquiera en los registros de los magos antes de la guerra.

"¿Es este tu hogar, no es cierto?"

Cuestionó el barbudo, a lo que Mettaton asintió, con visible alegría. Era como si el destino mismo hubiese escuchado sus plegarias. Caminando en dirección al portal, en el momento en el que su brazo atravesó el susodicho, cerró los ojos, preparándose para irse... hasta que todo hizo "click" como si un camión le hubiese golpeado.

"¡UN MOMENTO! ¡es tu culpa que yo haya acabado aquí, y estoy seguro que usaste a este hombre para causar los ataques!"

Yurn apretó los puños una vez más, ganando un rostro de ira. No tenía sentido negarse, no con esa mirada de determinación y decepción que le encaraba de regreso. Había esperado mal, hubiese sido mejor emboscarlo, pero era obvio que ya no serviría. Si no iba a irse, entonces lo obligaría a pasar por ese maldito portal por las malas.

"¡Regresarás a donde perteneces, miserable forastero!"

Dicho y hecho, ambos se enfrascaron en un combate. Agarrando la espada que colgaba de su cintura, el de ojos negros se lanzó al ataque pegando un corte descendente que Mettaton detuvo con su palma derecha; percatándose de la gran cantidad de fuerza que tenía pese a ser un humano. Fuese como fuese, no tenía que haberlo subestimado.

Era un guerrero, después de todo.

Pero él también lo era.

Levantando su pierna, propinó un rodillazo directo al estómago del antiguo campeón, a la vez que este se agarraba de la barriga, Yurn sintió como la saliva le escapaba de la boca junto al aire de los pulmones, Mettaton le agarró del cuello, estrellándole contra la pared tras lanzarle cual saco de papas.

Aún así, se rehusaba a rendirse. Escupiendo algo de sangre a la vez que se ponía de pie, el traidor se limpió los labios con la muñeca, propinándole una patada al pelinegro que este no tardó en bloquear alzando su antebrazo.

"Maldito seas... si no fuera por ti, ¡yo me habría convertido en un héroe!"

Gritó, intentando propinarle un derechazo al monstruo que este no tardó en detener, agarrándole el puño con su propia palma. Eso le había enfurecido, y bastante.

"¿Héroe?... por favor... yo conozco a un héroe de verdad; comparado con ese niño... tú no eres ni la sombra de uno"

Agregando más sal a la herida, terminó por doblarle la mano por completo al rubio, haciéndole gritar al mismo tiempo que se arrodillaba producto de la presión y el dolor esparciéndose desde su brazo hasta el resto de su cuerpo. Viéndose superado, el ex-campeón de Muruk observó a su aliado, extendiendo su otro brazo.

"¡Hechicero! ¡dame tu fuerza! ¡por favor!"

Una pequeña sonrisa se extendió por la comisura de los labios del ojiverde, a la vez que su mano derecha se posicionaba detrás de su espalda, la izquierda apuntaba en dirección a su señor. Verle en aquella situación llenaba su alma de crueldad, ciertamente, le serviría fielmente como había ordenado... pero lo haría a su modo.

SWASH~

El aura verde que comenzó a rodearle junto al grito de agonía provocaron que Mettaton se alejara, principalmente, por precaución. Yurn, cuyo cuerpo estaba empezando a ser cubierto por una capa negruzca volteó a mirar a su aliado, quien tenía ambas manos detrás de la espalda, dejando que su hechizo hiciera el trabajo.

"¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!"

Cun Lung solo asintió, a la vez que observaba la transformación de su señor.

"Simplemente cumplo con su voluntad, mi señor..."

El humano creció en demasía. Su piel ennegrecida se endureció a la vez que dos patas extra emergían de su espalda. El rostro de Yurn, si bien mantuvo su forma humana, ganó otro par de ojos rojos sobre los que ya tenía; mientras sus manos ahora parecían transformarse en tenazas. Se había fusionado en una especie de criatura arácnida humanoide.

"Esto... es... ¡MARAVILLOSO, HECHICERO!"

Viéndose a si mismo, sin esfuerzo alguno brincó, dándole un puñetazo directamente en el rostro al actor, provocando que este soltase un quejido de dolor a la vez que su cuerpo se estrellaba contra un pilar de piedra, dañando parte de su espalda. Mettaton intentó levantarse, pero fue agarrado por las tenazas derechas de Yurn quien le trató como si fuese un muñeco de trapo.

CRASH CRASH CRASH~

Su cuerpo fue azotado de izquierda a derecha. Mettaton sintió como la electricidad recorriendo su alma y su cuerpo causaba ligeros espasmos en su sistema, lastimándole producto del daño. Cun Lung movió ligeramente sus manos, obligándole a ponerse de pie para que su amo pudiese darle otro puñetazo que le estrelló contra la pared.

"¡Patético! ¡Ahora te quedarás y serás destruido!"

Otro puñetazo, esta vez en su pecho. Por breves segundos, Mettaton sintió como su sistema se apagaba producto del daño, reiniciándose casi al instante. Tanta fue la fuerza que llegó a traspasar la pared; Cun Lung nuevamente intervino, forzando al Monstruo a flotar con su magia mientras las dos patas traseras se dirigían hacia lo que él intuía eran su punto débil.

Su alma.

ZRAAAAAAAAP~

"¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!"

Al mismo tiempo que él se puso a gritar, el hechicero y el ahora híbrido reían con malicia. Al cabo de unos minutos, el habitante del subsuelo dejó de moverse y de quejarse. El dedo del hechicero se alzó ligeramente, apuntando en dirección hacia el barranco de la cueva, Yurn asintió, arrastrándole por el piso.

Este era su final.

"Hasta nunca... campeón"

Habló, lanzando el inerte cuerpo del primo de Napstablook para que se perdiese en la oscuridad. Mettaton, quien aún estaba consciente, observó su cuerpo estando en daños críticos, junto al hecho de que había perdido casi todas sus baterías. Lo último que pudo ver antes de que la oscuridad se lo tragase, fue la silueta del traidor observándole desde lo alto.

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-[Fragmento 3: La unión hace la fuerza]-

[Sistemas recargados... iniciando... iniciando... iniciando...]

"¿Huh?"

Todo su ser le dolía, si. Su primer instinto fue llevar su mano hacia el compartimiento donde descansaba su alma; alegre de que al menos este hubiese logrado aguantar todo el maltrato que había sufrido la noche anterior. Los rayos del sol no fueron lo único que le dieron la bienvenida, también lo hicieron los rostros alegres de Sevirik, Zeresta y Teresis, junto a varios otros miembros de la villa.

La castaña fue la primera en tocarle el hombro, asintiendo en forma de bienvenida.

"Buenos días. Es un gusto volver a verte, encontrarte fue un milagro, Campeón."

Dijo la humana, alejándose un poco para que el pelirrojo pudiese abrazar a su Héroe. Mettaton correspondió el abrazo con una ligera sonrisa, a la vez que ejecutaba un chequeo automático de todo su ser. Sus baterías estaban cargándose en lentamente, pero el daño en su cuerpo era extenuante, eso nada podían hacer.

"¿Cómo fue que lo hicieron?... mi prototipo ni siquiera funcionó"

El herrero fue quien dejó salir una estridente risa ahora, señalando en dirección a la presa. Había construido, basado en los planos que encontró dentro de su casa, un sistema de poleas para darle energía utilizando la cascada.

"Todo fue gracias al ingenio de Sevirik y las instrucciones que dejaste"

Mencionó la castaña, justo en ese momento la historia volvió a repetirse; tal y como sucediera con su pequeño prototipo, los materiales fueron incapaces de continuar resistiendo. Una pequeña explosión ocurrió entre la piedra y la madera, destruyendo el sistema por completo. Al menos nadie salió herido.

Mettaton observó su sistema; únicamente le quedaba un 7% de poder.

Lo suficiente como para mantenerse despierto un día más, fuera lo que fuera a pasar. El Actor alzó su brazo llamando la atención tanto de la guerrera como del resto de hombres, quienes se acercaron a él. Era momento de sincerarse, porque tenían que prepararse para la batalla definitiva.

"Su atención por favor. En la noche de ayer, Yurn me llevó fuera del pueblo intentando devolverme a mi hogar... él es el causante de todo este mal; los ataques, y el que yo esté aquí."

La indignación no se hizo esperar, pero no tenían motivo alguno para dudar. Los ojos del robot se posaron en Sevirik, Zeresta y Vamado. Era momento de actuar.

"Nuestros vigías han visto un gran ejército aproximándose. No tardarán en llegar, incluso si son más lentos producto de los números, solo será cuestión de tiempo... esta noche será la última."

El ambiente se tornó pesado casi de inmediato tras aquello. ¿Una pequeña villa contra todo el ejército de criaturas de un mago, y su antiguo campeón ahora mutado? simplemente una locura, las cosas no se veían nada bien a su favor... pero no importaba. Su pueblo ya había perdurado muchos inviernos y generaciones.

No era momento para rendirse.

"Necesitamos prepararnos entonces."

Mencionó el instructor, señalando las puertas de la villa.

"Construyan defensas, talaremos y colocaremos troncos en la puerta para que solo puedan entrar saltando los muros. ¡El resto afilen sus armas, colóquense sus armaduras! Sevirik, enciende la forja. Es tu momento."

Haciendo uso de los dotes de liderazgo que llevaba en la sangre Vamado tomó un poco de control de la situación, a la vez que Mettaton se ponía de pie. En su estado actual, luchar sin una armadura puesta sobre su cuerpo sería prácticamente un suicidio. Por muy poco convencional que fuera al estar hecho de metal...

"Sevirik, querido... tengo un favor que pedirte."

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SLASH SLASH SLASH~

Dando unos cuantos cortes al aire para probar su espada y su técnica, Mettaton se encontraba vistiendo su propio set de armadura modificada, recién hecha con los mejores materiales que Sevirik pudo encontrar. Portando un casco con una similitud ligera al Kabuto de los guerreros japoneses, un peto, botas y un único guante en su mano izquierda para protegerla, debía admitir que le terminaba por gustar.

Se veía muy intimidante.

"¿Nervioso?"

Habló el pelirrojo. Tanto el moreno como el resto de los guerreros estaban sentados, preparándose tanto mental como físicamente a su propio modo. Sevirik, quien había apagado su forja hacía unas cuantas horas, bebía algo de alcohol en compañía de su hijo, el moreno, y por supuesto, su líder. El resto de civiles, mujeres y no combatientes estaban refugiados en sus hogares.

Mettaton observó fijamente al muchachito. Teresis si que estaba algo atemorizado, podía sentir la rapidez de su pulso, pero no importaba. La creación de Alphys asintió, colocando su mano sobre el hombro del chico, bajo la atenta mirada de su padre.

"Claro que lo estoy, querido. Pero eso es parte de ser un guerrero, y también de ser un actor. Este es nuestro momento; y tenemos que vivirlo. Lo único que podemos hacer cuando nos encontramos en situaciones como estas, es dar lo mejor de nosotros."

Contestó, y su pequeño discurso pareció darle algo de valentía al hijo del herrero. Zeresta soltó un ligero "hey" una vez que la luna por fin se hizo presente junto a la oscuridad nocturna. Con ella, también vino una neblina verde acompañada de unas risas. Zeresta se paró sobre la mesa más cercana, alzando su espada.

"¡ESTA NOCHE LA GUERRA TERMINARÁ! ¡¿NOS ESCUCHAS YURN?! ¡TÚ Y ESE HECHICERO CAERÁN!"

Como era de esperarse, los bramidos ante la determinación y coraje de su líder siguieron casi al instante. No estaban dispuestos a rendirse ni dejarse vencer. Yurn, quien se encontraba fuera de su antiguo hogar, sonrió al mismo tiempo que se transformaba en su nueva apariencia, perdiendo su forma humana nuevamente.

Era momento de la acción.

Cun Lung alzó ligeramente sus manos, provocando una pequeña explosión que destruyó la puerta, permitiéndose tanto a él como a su señor y sus esbirros entrar. La batalla empezó casi al instante. La gran mayoría de luchadores menos experimentados se fueron a contener a los arácnidos, mientras que Sevirik, y Zeresta se concentraron en el hechicero, el moreno inmediatamente chocó miradas con su "predecesor".

"Veo que sigues vivo... esta vez me aseguraré de hacerte añicos"

Mettaton empuñó la espada que se le fue otorgada, apuntándola en dirección a él. Como actor que era, si había algo que le caracterizaba era ser una absoluta bestia en cuanto a lo que actuación se llamaba, y todo buen actor que se respetase, sabía una o dos cosas sobre la regla más importante del escenario.

Improvisar.

"¡Ven a mi entonces querido! ¡Quizás seas grande, pero sigues siendo un insecto; solo hay que pisarte más fuerte!"

Visiblemente trastocado tras el insulto, Yurn se lanzó en dirección a Mettaton con los puños en alto, pegándole un par de puñetazos que él detuvo con el escudo que sostenía su mano izquierda; pegando un corte descendente, intentó cortar las muñecas del híbrido, quien detuvo la espada usando las patas traseras de su espalda.

Posteriormente, bajó estas intentando atacar a Mettaton desde arriba, causando que el robot pegase un giro gracias a su menor tamaño y habilidad con las piernas, esquivando el ataque justo a tiempo para aparecer detrás pegándole un corte en la espalda para cortarle una de sus extremidades extra. Yurn dejó salir un grito de dolor a la vez que utilizaba la restante para golpear al pelinegro, alejándole de si.

Mettaton clavó su espada en el suelo para usarla como soporte, logrando detenerse, alzando la mirada: Yurn pegó una patada al suelo para destruirlo, agarrando una roca y lanzándosela como hiciera él la noche que llegó con ellos, aunque la de él era muchísimo más grande.

Sus ojos emitieron un destello rosado a la vez que se impulsaba contra el enorme proyectil, retrocediendo su brazo para cortarlo en pedazos, Yurn hizo su puño hacia atrás preparándose para chocarlo contra el escudo de Mettaton, ambos el híbrido y el moreno chocaron como dos objetos, Mettaton clavó sus piernas en el suelo rápidamente, iniciando un forcejeo.

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Al mismo tiempo, Cun Lung, cuya alma se había manifestado en su pecho, su cuerpo había sido rodeado por un aura verde al igual que sus ojos. El hechicero alzó ambos brazos, lanzando una calavera explosiva en dirección al herrero y la líder. Sevirik agarró un par de cuchillos de su cinturón al mismo tiempo que esquivaba el proyectil, que levantó polvo.

Cun Lung aprovechó para correr dentro de la cortina de humo como un haz de luz, preparándose para dar unos cuantos golpes tras bañar sus manos con magia; grande fue su sorpresa cuando una lluvia de cuchillos fue lo que se encontró en lugar del herrero, forzándole a detenerse para alzar ambas manos y protegerse con un escudo.

"¡Te tengo!"

Exclamó la castaña, empuñando tanto una lanza como una espada, la fémina agitó su sable preparándose para cortar al hombre; pero otro campo de energía mágica la detuvo. Cun Lung ahora extendiendo ambos brazos a sus costados, bloqueó ambos ataques, bañando las armas del herrero en su propio poder no mucho después.

Zeresta, que se percató de sus intenciones, se cubrió a si misma con sus brazos, logrando protegerse de los cuchillos de Sevirik. Cun Lung aprovechó aquellos breves instantes para propinarle una patada mágica en el pecho a la mujer, lanzándola lejos a la vez que volteaba a ver al herrero, quien se acercaba a él con mazo en mano.

"HHHHRAGH"

Motivado ante la idea de proteger a su mujer y sus dos hijos, el hombre estrelló su arma contra el hechicero, quien bañó su brazo izquierdo en magia para bloquear el ataque. Sudor comenzó a descender por la piel de ambos hombres; no solo Sevirik estaba usando toda su fuerza para lograr derrotarlo, sino que este estaba debilitado al haber utilizado gran parte de su magia para el ejército que creó durante el día.

"¡Maldito gusano persistente!"

Dijo ofuscado, chocando sus puños contra los constantes mazazos del herrero. Partículas verdes escapaban de sus nudillos cada vez que el choque ocurría, no tenía tiempo para conjurar otro proyectil. Parte de su concentración estaba en mantener a las criaturas arácnidas manifestadas. Zeresta, quien por fin se había puesto de pie, se dirigió de regreso al combate con tal de ayudar a su amigo.

Empuñando la lanza a dos manos, intentó perforar el pecho del hechicero, quien pegó un salto tras enviar magia a sus pies para incrementar la distancia; estando en el aire, volvió a ejecutar otro conjuro; su cabello se movía por el viento, transformándose poco después en un grupo de serpientes que escupieron bolas de fuego contra el par.

Sevirik y Zeresta se pusieron a correr, a sabiendas que no podían comprometer los edificios donde estaban asegurados el resto de civiles. Los arqueros estacionados en las torres vieron su oportunidad, comenzando a lanzarle flechas al moreno, cuya vista seguía de cerca a su líder y compañero.

Los proyectiles se clavaron sin esfuerzo en la espalda del pelinegro, haciéndole gritar. Fúrico, el hechicero volvió a conjurar otra calavera explosiva, lanzándola en dirección a las torres, provocando que estas explotasen en pedazos al a vez que aterrizaba una vez más, intentando sanarse a si mismo.

Su respiración estaba en extremo agitada.

Pero no se rendiría, y por lo que veía, este pueblo tampoco. No importaba, fuere como fuere, si su señor deseaba iniciar una dinastía, así sería.

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Yurn, cuyo cuerpo había recibido varios cortes, había conseguido destrozar eventualmente el escudo del pelinegro. Poniendo sus manos en alto para intentar recuperarse, emitió un rugido para comunicarse con parte de las criaturas, que dejaron sus combates para intentar proteger a su líder. Mettaton observó como el híbrido terminó siendo rodeado y apoyado.

Pero no estaba solo.

"¡Tranquilo campeón! ¡todos estamos contigo!"

Teresis acudió a él, acompañado de múltiples otros humanos y guerreros de la villa. Grande fue su sorpresa al ver que también, incluso Vamado, había salido de su retiro para empuñar una espada con su único brazo. Toda la villa contra lo que quedase del ejército del traidor, una bellísima escena para aquella bonita obra de teatro.

Definitivamente tenía que guardar esto en su memoria para épica futura, Undyne de seguro le encantaría participar.

Dejando salir otro grito de batalla, los humanos, liderados por el robot, se lanzaron contra las fuerzas del humano araña. Yurn gritó en respuesta, emitiendo más que nada un chillido estruendoso a la vez que sus criaturas y esbirros se le unían. Mettaton cortó, pateó y golpeó cuanto enemigo se encontró, todo con tal de acercarse al gigante.

"¡¿CUÁNDO SE SUPONE QUE TE VAS A MORIR?!"

Habló furioso una vez más, intentando darle otro puñetazo al pelinegro, recibiendo otro corte en su antebrazo. Era demasiado ágil, pero él tenía la piel más dura y resistente. Mettaton, cuyo robótico ojo derecho brillaba, alzó su espada en alto como muestra tanto de honor, ego y valor en forma de respuesta.

"Querido, ¡los héroes nunca fracasamos!"

Yurn agitó sus manos, las cuales emitieron una sustancia verde, lanzándosela. El ácido que empezó a secretar su piel rápidamente puso en aprietos al monstruo, así no es como se suponía que fuesen las cosas. Él debía ser el héroe, él debía ser quien estuviese liderando a esta gente, que fuese su campeón, su motivo de esperanza.

Por culpa de él...

Por culpa suya...

"¡TODO ESTO ES CULPA TUYA MALDITO! ¡SI NO PUEDO SER SU HÉROE, SERÉ SU CONQUISTADOR!"

Como si su ira y su odio estuviesen dándole poder a su ejército, así como a su propio ser, Yurn de manera súbita incrementó su velocidad, más allá de lo que Mettaton pudo registrar y reaccionar, terminó por embestirle usando su hombro, estrellándole contra una pared cercana; las arañas rápidamente empezaron a ganar terreno contra los humanos, a la vez que Mettaton observaba con horror como a la distancia, Cun Lung había capturado tanto a Zeresta como a Sevirik.

"No..."

Lo peor de todo, era que se estaba quedando sin energías. Tenía una oportunidad... solamente una.

No permitiría que esto se convirtiera en una tragicomedia.

Agarrando una lanza cercana, utilizó su sistema para calcular tanto la fuerza como la distancia que necesitaría; su objetivo no era Yurn, sino aquel asquerosa e inmunda alma humana de tono verdoso. Si su teoría correcta, todo lo que tendría que hacer era matar al hechicero para menguar, aunque sea un poco, el poder del ex-campeón.

Y luego gastaría su último disparo en matarlo.

"¡TOMA ES- UGH!"

Antes de que pudiese decir algo más, una mano esquelética gigantesca le agarró. Mettaton reconoció de inmediato la técnica; era una de las manos de Gaster. Mirando hacia atrás, se percató del portal que había surgido aparentemente de la nada, le habían encontrado. El pelinegro negó con la cabeza, ¡ahora no!

En el peor momento.

"¡ZERESTA! ¡SEVIRIK! ¡TERESIS!"

Nada de lo que hiciera detendría a Gaster, quien ni siquiera estaba viéndole, arrastrándole de regreso a su época. Con sus últimas fuerzas, logró arrojar la lanza, apuntándola en dirección a Cun Lung, pero no siendo capaz de ver nada más. Toda su visión se obscureció, al mismo tiempo que Villa Muruk se alejaba de él.

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"¡Ya lo tengo!"

Gritó el científico real, teniendo ambas manos metidas dentro del portal. Luego de casi dos días escaneando la firma mágica del alma del actor, Sans, él y Alphys lograron reparar la maldita máquina que estaba en el sótano del esqueleto. Poco a poco la figura de Mettaton emergió desde el portal, capturado por su mano.

El cuerpo del actor cayó directo contra el piso del laboratorio, a la vez que su mejor amiga se acercaba hacia él.

"¡L-lo logró señor! ¡está de-!"

Mettaton, no obstante, se levantó casi de inmediato, asustando tanto a la científica real como al par de esqueletos. Sin siquiera pensarlo, corrió en dirección al portal, apurándose todo lo que pudiese, pero fue tarde. El agujero temporal terminó por cerrarse, a la vez que la cuenta regresiva llegaba a cero.

"¡NO! ¡TIENEN QUE REGRESARME! ¡ESTÁN ATACANDO LA VILLA!"

Incluso cuando le entendieron, la reptil amarilla, Undyne y el padre de los hermanos esqueleto se miraron entre si. Gaster negó con la cabeza, dejando salir un suspiro a la vez que Sans se guardaba las manos en los bolsillos. La falta de respuesta hizo que se temiera lo peor, y fue la novia de Alphys la que confirmó sus sospechas.

"Microondas... lamento decirte esto pero... no es un viaje con retorno. Solo pudimos abrir ese portal en base a tus piezas para rastrear tu alma."

...

Las piernas del primo de Napstablook se rindieron en ese momento. Le quedaban solo unos pocos minutos de batería, pero no le importaban ni ello, ni todas las aperturas y fallos que sufría su cuerpo. En lo único en lo que podía pensar, era en el horrible sentimiento de incertidumbre que inundaba su alma.

"Ni siquiera pude... ni siquiera pude decirles adiós..."

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-[Epílogo: Érase una vez...]-

No eran muchas las veces en las que Mettaton terminaba enojado o en las que buscaba estar solo. Esta era una de ellas; habían pasado casi cuatro días desde su milagroso regreso al presente y, por obvias razones, aún estaba "de luto" luego de haber perdido a sus nuevos amigos. No es como si no valorase su carrera, su vida, su hogar y a todos sus seres queridos...

Pero...

Aún con todo ello en mente, no podía quitarse de encima aquel arrepentimiento de no haber sido capaz de proteger a aquél pueblito de humanos inocentes y bonachones. Por eso había optado por cancelar todas sus obras y funciones hasta nuevo aviso, permaneciendo en su forma original, mirando únicamente su nueva posesión.

Su estudio había recibido una modificación nada más llegar: dentro de una pequeña vitrina estaban descansando impolutas la armadura que Sevirik le creó aquel último día, y la espada de campeón que Zeresta le regaló por haberlos salvado la noche en la que llegó.

TOC TOC TOC~

Dejando salir un pequeño bufido de molestia, el monstruo agitó ligeramente su mano de derecha a izquierda, restándole importancia tanto a su visitante como a los golpes en su puerta.

"No quiero visitas..."

Respondió, con un tono deprimente. Desde el otro lado, la capitana de la guardia real, volvió a insistir, esta vez con más fuerza y brusquedad, no pasándose de la raya precisamente porque sabía que no era el momento de hacer estupideces.

"Soy yo, Microondas. Ábreme la puerta o la echaré abajo a patadas."

Obviamente era capaz de cumplir sus amenazas si quería, y estaba dispuesta a hacerlo. Mettaton, obviamente no queriendo problemas ni tampoco tener que cambiar toda su pared, extendió su brazo derecho para girar la manija de la puerta, permitiéndole la entrada. La mujer de tez azul arqueó las cejas ligeramente, notando el aura deprimente que rodeaba al amigo de su amada.

Era un buen momento.

"Hay algo que necesitas ver."

Dijo, acercándose a la mesa del monstruo. Mettaton observó con sorpresa como un libro era dejado en frente de él. Undyne metió uno de sus dedos en una página que había enmarcado con anterioridad; mostraba a una mujer de cabello marrón con ojos azules, espada en alto, rodeada de humanos. A sus pies, el cuerpo de un hombre de cabello negro con una lanza perforándole el corazón y el de un hombre de cabello dorado.

Era el pueblo de Mururk.

"¡Imposible!, ¡¿como es que-"

La chica sonrió, golpeándole la cabeza al notar el símbolo de exclamación que se dibujó en el tablero del actor, mientras alzaba su pulgar en señal de aprobación.

"Resulta que tu pequeña aventura cambió un poco el destino de esta tribu. Lograron sobrevivir y su leyenda fue registrada en este libro que habla sobre civilizaciones antiguas. Tuvieron algo de ayuda; mira esto."

Moviendo la página, Mettaton observó con sorpresa como una de las pinturas que acompañaba los relatos mostraba al grupo completo enfrentándose a los esbirros de Yurn y Cun Lung. Lo más destacable de todo, era un guerrero de cabello negro con una cicatriz en el ojo derecho, similar a la zona negra de su rostro, vistiendo únicamente un pantalón y botas hechas con pieles.

Empuñaba una espada, y un escudo, junto a una sonrisa.

"Este debes de ser tú. Es curioso, de todos ellos... eres el único que no trae armadura"

...

Ver aquella muestra de su triunfo, junto al hecho de que en efecto, su último tiro había conseguido dar en el blanco, provocaron una risa en el pelinegro; quien entró en su forma EX casi al instante, para limpiarse una lágrima que descendía por una de sus mejillas, al mismo tiempo que colocaba su mano en el hombro de la guerrera.

"No la necesitaba... gracias por todo esto cariño. ¿podrías irte?... necesito un tiempo a solas."

Habló, y Undyne asintió. Mettaton observó por unos momentos el libro que le había traído, a la vez que sacaba desde su escritorio un lápiz y unas cuantas hojas, sonriendo al ver una vez más su nueva vitrina.

Toda obra necesitaba su título...

"Creo que llamaré a esta... la estrella protectora..."

Fin.