Lincoln nervioso centraba su mirada a la pared. Tenía la cara toda roja, y sentía los muslos de sus hermanas pegados a los suyos, moverse todavía más cerca; de un lado, Luan le sonreía entrecerrando los ojos pervertida; y del otro, Lucy veía el bulto que tenía el chico en su entrepierna. Ambas sonrojadas, venían, acaso de nuevo, a tener su tiempo con su único hermano varón, del que en el fondo de sus seres, sentían certeros deseos, efusiones e ilusiones para con él, en terrenos poco castos.

El peliblanco tragó saliva, y sintiendo los dedos de Luan desminándose por su pierna, tuvo un respingo que alteró a Lucy ocasionándole un pequeño salto, y a la castaña alertándola con una pregunta en tono alto:

—¡¿Por qué no prendo la TV?!

Las chicas casi se vieron, al mismo tiempo, cuando Lincoln se levantó y fue al televisor pequeño de enfrente, no muy moderno, que le habían comprado sus padres en una venta de garage. Pulsando un botón, dio un canal abierto, y volviéndose detrás ligeramente sudado y tímido, se encontraba con Luan (ladeando la cabeza) y Lucy (silente) que lo miraban intrigadas y confundidas, en lo que el chico sentía que no salían sus palabras de su interior, o dar claridad a lo que pasaba realmente en ese momento.

—¿Te sucede algo, Lincoln? —preguntó Luan alisando su falda, y Lucy no dejaba de verlo.

Lincoln alzó las cejas y abrió la boca sorprendido.

—Ah. ¿Qué si me sucede algo?

—Sí.

—No, no, no. A mí no me sucede nada, Luan... ¡¿Qué dices?! —dijo y trató de ver a otros lados rascándose la cabeza —¿Qué me sucede a mí? ¿Qué te hace pensar que me suceda algo?

—Pues te ves un poquitín nervioso... —dijo y mostró los brackets en una delicada sonrisa—. Además... estás sudando un poco también. ¿Tú qué dices, Lucy? ¿Puedes notarlo?

Lucy levantó los hombros con cierta timidez, tomándose de las manos y agachando la cabeza, con sus mejillas rojas y el silencio. Pareciera que aquella niña que le había escrito y leído un poema aclarando con valentía sus sentires, se había llevado su oscuridad y agallas.

—Lucy. ¿No lo crees? —preguntó de nuevo la castaña viendo a la más pequeña de cabellos azabaches.

—Sí. Puede ser... —respondió Lucy viéndolo, dando la cabeza en un meneo, se le movieron los cabellos del fleco, descubriendo ligeramente sus ojos azules por un segundo.

—Bueno, Lucy. Yo creo que sí... —apuntó Luan volviendo con Lincoln, y pasando unos mechoncitos almendrados salidos por su oreja, tomando cierta seriedad en un tono suave—. Yo creo que ya no hay que ponerse así. Creo que no entiendes la oportunidad que tenemos adelante... Verás, ~Linky —y el "Linky" sonó más cariñoso y aniñado que lo otro mencionado —, aquí frente a nosotras, tenemos un escenario excepcional que me parece que no entiendes que deberíamos de aprovechar al máximo... Sabemos las pocas y contadas ocasiones en las que nuestra agitada y numerosa familia, está por tanto tiempo fuera de casa, como lo está ahora que tenemos tanto tiempo como nunca lo habíamos tenido. Por lo qué... —y el rostro se le avivó —. Deberíamos de aprovechar esta oportunidad. ¡Aprovecharla! Ya lo habíamos hablado y lo hemos esperado, y ahora, ya está todo pa-ra... Ya sabes—sonrió —, para... practicar el viejo y conocido: mete y saca, ¿me entiendes? Jejeje...

Y los otros dos se pusieron muy de repente muy rojos y en silencio, y luego Luan sintió la vergüenza, y los tres juntos, no supieron muy bien en donde posar precisamente la mirada, sin embargo tuvieron cierta excitación sin que pudieran decirlo o pensarlo. "¿Mete y saca?"

Luan tuvo más pena en cuanto al tercio por haber dicho aquello, y aunque quería remendarse, se quedó sin decir nada. Era probable que hubiera metido la pata, pero aquellos con su silencio decían otra cosa, una cosa, igual de impensable e innombrable todavía.

"¿Cómo es que llegue a esto?", se preguntó Lincoln tenso, como si no recordara todo lo vivido. Hacía exactamente dos meses y medio de que, habiendo salido juntos al parque, habían dicho ciertas confesiones cómplices que le movieron el piso y el mundo a ciento ochenta grados, en una gran revelación de sentimientos que creyó imposible. ¿Qué pensaría si supiera que se pusieron de acuerdo mucho tiempo antes de que lo imaginara, y que aquella confesión no había sido tan espontánea como ellas le dirían (como creía), cuando en realidad sus dos hermanas llevaban largo tiempo profesando sentimientos muy profundos hacia él, y todo era planeado por meses de antelación?

—¿Qué? —preguntó Luan dando un tono de reproche —¿Ahora todos nos quedaremos en silencio? ¿Vas a fingir que no nos querías para ti en privacidad? —cuestionó dirigiéndose a Lincoln.

De solo pensarlo, el peliblanco se calentaba, y no tanto por la espera a su respuesta, escupía nervioso:

—No-No lo sé, Luan... Vamos... ¿De verdad? ¿Están seguras que quieren... —trago saliva —hacer esto... ?

Hubo un silencio. Tres cabezas se sincronizaban y veían ciertas metas.

Los ojos de Luan brillaron, y su sonrisa se hizo de labios y grande, con un toque enervante incluido que hacía que ladeara su cabeza. Luego volteó con Lucy, y aquella, acabando su mirada, subió su rodilla en la cama como siguiendo la muestra de una señal. Después ambas se llevaban sus rostros hasta quitar los pocos centímetros que las separaban, y cerrando los ojos, se dieron un beso en los labios...

Lincoln se quedó impresionado, mirando a Luan y Lucy separarse y juntar sus labios otra vez. Las reacciones fisiológicas no se esperaban, lo empiezan a alborotar más, y seguían besándose, moviendo sus mandíbulas, sus cabezas, tocándose el rostro o el brazo con suavidad, terminando después de menos de medio minuto pero que se supo más prolongado para el chico.

Esa era su respuesta, incluso ahora. Sus dos hermanas se habían besado enfrente suyo, y aquello le había causado cierto endurecimiento que se producía dentro de sus jeans. ¿Por qué aquello le parecía que tenía tanto aire erótico? Siendo que de verdad le gustaba que la castaña y la pelinegra se besaran, notando sus contrastes que no quería creer perfectos, mismos que lo visitaban en sueños y fantasías. Había quedándose otra vez sin hablar.

—¿Eso responde a tu pregunta, Linky~? —dijo Luan viéndolo a los ojos —. Nosotras hablamos en serio. No trates de jugar con nuestros deseos porque tú no estás seguro de los tuyos. Nosotras hemos sido muy claras contigo desde el comienzo... Y claro —agregó y giró sus ojos un momento a la pelinegra y volvieron a su consanguineo—, al final solo estamos por ti de todo corazón, así que tienes que ser un hombre, decidir por ti mismo, y no jugar con nosotras.

Luan sonaba tan seria que Lincoln se enrojeció como un tomate, aunque también sintió un escalofrío.

Sin bufonerías, decía y daba directamente con lo que quería, como cuando se dio cuenta que lo amaba todavía más de lo que se ama a un hermano, sino como lo haría una mujer con un hombre. Lincoln de repente había empezado a moverse y caminar de un lado a otro, en lo que Lucy abría la boca y sacaba algunas vocales sordas notando una angustia en el chico, que terminaba por un "Suspiro".

Luego Lincoln notó el cabeceo de la pequeña.

—Vaya, ¿a qué hemos llegado? Digo, ¿tú de verdad estás de acuerdo con lo que dice Luan, Lucy?

La niña con la piel de porcelana asintió un par de veces cortamente, y dio un "Sí" apenas audible, tomándose otra vez de las manos, y prendiéndose un poco.

—Sí. La mayor parte de lo que ha dicho Luan, me ha parecido correcto, mi querido hermano —respondió Lucy y su rostro enrojeció sin cambiar su expresión de seriedad que le confería el ocultamiento de sus ojos.

Lincoln enmudeció. Negó con la cabeza, y pensó que ese "mi querido hermano" sonaba con delicadeza.

—También podemos solo besarnos —soltó Luan sin más, viendo que la duda del chico se hacía más grande, tal vez podía elevar las cosas con unas preliminares —. Si quieres, claro... —se apresuró a decir cuando los dos fijaron su mirada en ella.

Lincoln contrariado desviaba la cabeza y daba atisbos de caminar inquieto. Era una de sus dudas, a pesar del beso, traía la cuestión atorada en la garganta sin poder ignorarla, pero tampoco, podía decirla.

Luan que se preocupaba por mirar a su hermano, notó que estaba inmerso en sus pensamientos. Y sin tacto, dió a apabullarlo elevando el volumen de su voz.

—¿Qué pasa, Lincoln? ¿En qué piensas? ¡No me digas que te echas para atrás! —soltó de inmediato Luan con tono más disgustado, sin abandonar la calentura de su cuerpo —. No quiero decir nada, pero es un poco hipócrita que nos dejes mal paradas aquí y ahora, ilusionándonos, después de todo lo que has estado haciendo con nosotras.

—¿Qué? —dijo Lincoln saliendo de su trance —Si no mal recuerdo Luan, tú eras la que estabas de inoportuna acosándome en primer lugar.

—¿No vas a hacer nada con nosotras Linc? —preguntó Lucy en un tono algo preocupado.

Lincoln volvió a avergonzarse escuchando las palabras de la pequeña oscura, que bajaba sus piernecillas a la orilla de la cama, subiéndosele el vestido negro, y descubriendo sus muslos arriba de las medias. La comediante, por otro lado, cruzó sus piernas y puso las manos en la cama, escrutando al chico con una mirada curiosa y bonita, en lo que Lincoln volvía a ruborizarse notablemente...

—Es que, ¿ya no te gustamos, Linky~? —cuestionó Luan en lo que se levantó de la cama arrugando el entrecejo y poniendo sus manos en su cintura.

El chico se negó con la cabeza, y posó sus manos en la sien.

—No, no. No es eso... —arrojó Lincoln desprevenido y luego se arrepintió de decirlo —. ¡Ustedes saben lo que pasa!

—Mmm, que raro... ¿Lo qué pasa... ? Hacía dos días nos estabas besando y tocando a las dos Lincoln —volteó con la niña —¿Recuerdas, Lucy? Eso era lo que pasaba.

—Sí recuerdo, hermana —respondió Lucy y su tono adquirió cierta seriedad sin dejar de ver a su hermano mayor.

Lincoln sintió sus dos miradas clavadas y Luan cruzó sus brazos. Quería decirle, "¿acaso no recuerdas cuánto tiempo hemos planeado esto?" Cómo si pasar al siguiente nivel fuera una necesidad imperiosa, y Lucy tampoco se separaba de ese camino, como ciertos escritos suyos lo dejaban claro.

—¡Por Dios! ¡No ven que esto que hacemos está mal! ¿Verdad que es así... ?—profería dudoso con impías barreras. Sabiéndose tan obvio que con tan solo irse del cuarto evitaba todo, pero, ¿acaso no era cierto que era un hipócrita? El jueves las besaba una a una mientras se fingían ver la tele, y de la nada volvía la lucha que lo mantenía distraído, tanto para no notar cuando Luan se acercaba, y su expresión se iba a lo dócil y lastimero.

—Vamos, Linky, no estés pensando de más... Ya hemos hablado que pensar mucho no hace bien, ¿sí... ? ¿Por qué no nos sentamos para pensar mejor? ¿Bien... ? Vamos a sentarnos en la cama de nuevo, ven por favor... Mira —dijo y acercándose a su hermana en la cama, aquellas se besaron de nuevo, pero en esta ocasión utilizaron lengua, y fue lo que se calificaría como lujurioso aunque corto —Bah. Ves —dijo y se separó para empezar a desabotonar su camisa —. Vamos Lucy, enséñale...

La pequeña silenciosa aceptó parándose de la cama, y se sacó el vestido con movimientos calmados nerviosos, en lo que Luan se quitaba la camisa y aparecía su pequeño sujetador, que no tardaba en quitar. Así relucían las dos en su cama sus sendos pezones rosados pálidos, en pieles caucásicas y blancas como la nieve; Lucy tenía la parte superior desnuda, con su pecho plano descubierto, solo quedaban sus medias cubriéndole y las panties moradas oscuras; Luan tenía sus pechitos más notables y le quedaba la falda con sus calcetas amarillas, en lo que metía la espalda y sacaba el pecho, podía apostar que se entregaba con cierta dignidad en el rostro. Ya el chico volvía a pasmarse sin dejar de verlas, y había dado unos pasos sin saberlo, y la mayor tomó su brazo para atraerlo con ellas.

—¿Te gustan? —pregunta Luan acercándolo y haciendo que se junte y vea sus pezones erectos —¿No quieres chuparlas? —dice recordando ciertas escenillas.

Y Luan acerca su nuca y se alza para besarlo en los labios, por fin, y meterle la lengua de sorpresa. Levantándose, lo abraza con una mano y la otra toca su bulto (ya bombeando de sangre) y lo mueve de un lado a otro acariciando, dejándose llevar a girar la lengua en todo el interior de la boca de Lincoln, entreabriendo los ojos y siendo desastrosa con la saliva.

Se alejan los labios suaves de Luan, y abrazándolo sin dejar de mover su mano de la entrepierna, ofusca su consciencia.

—¿Por qué seguimos esperando, Linky... ? —pregunta y pasa sus brazos a su cuello para que la mire directamente a sus ojos brillantes, en lo que siente como Lucy le desabrocha los pantalones —¿Por qué jugar a las apariencias? ¿Por qué volver, sí ya nos hemos dicho y hecho de todo... ?

—¡Ah, esperaa! —gritó el chico sintiendo el aire de sus inferiores, la verga enhiesta en los interiores que saca Lucy golpeándola en la carita, y el chico pasó la mano al culo de Luan y la cabeza de Lucy, y las atrajo para restregarlas a él.

Abriendo la boca, volvía a por los labios deliciosos de Luan, y ella acató en nada, besándolo. El chico pasó su lengua al interior de la boca, apretándole la nalga con todo lo que pudiera abarcarla, y con la otra pegó aún más la cabecita azabache de su hermana contra su falo, duro y caliente.

Ya tiraba a la borda los principios.

Terminó el beso, y levantó a la niña oscura. La besó en los labios y, agachando su cabeza, chupó sus pezones tocándole el culito, en lo que Luan empezaba a tomar su pene y a masturbarlo, antes de hincarse y hacerle sexo oral.

—Haah, Lincoln, no tan fuerte... —murmuraba Lucy sonrojada viendo al chico chupar con denuedo su piel, y estirando la piel, dejaba marcas en su torso de marfil.

Luan lo retuvo de su degustación, y con la sensibilidad del glande, que absorbía con sonidos notables y graciosos, lo sacó de sí. Con todas sus fuerzas, hacía que su hermano mayor volteara a ver su coleta yendo y retrayéndose, y dejó a Lucy y agarró la cabeza de Luan para zambullirse en su garganta...

—Aaah, sí, Luaan...

—Mghhg, Blakp, Blup, Glap, Buack, Mgnm... —se oía como una respuesta de Luan, y Lucy veía lo indecoroso de ello.

Luego era mejor que las dos lo chuparan, pero antes, Lincoln cambió la ranura de unos cables traseros del televisor para conectar el DVD, dio origen, y sacó una película de un cajón, que resultó ser una porno camuflada. Temblaba dubitativo de lo que hacía, más el pene podía más.

—Lincoln, qué atrevido... Y eso que estabas lloriqueando hace nada que no querías hacerlo, y ahora pones una porno de este estilo —dijo Luan al ver el menú con un muestrario de escenas obscenas subidas de tono y sexo rudo. La castaña le tomó el pene y ayudó a que se quitara los jeans por completo—. ¿Tanto querías cogerte a tus hermanas? —le preguntó al verle la verga bien parada y sacando líquidos preseminales de la punta.

Lucy se puso nerviosa, y vio en la televisión algunas escenas donde algún tipo follaba la garganta de alguna modelo rubia.

El chico reprodujo el porno, y las puso enfrente de él, sentándose en la orilla de la cama, haciendo que la pequeña mamara su pene grueso y largo para él. Para que Luan se uniera pasando la lengua por los lados que no alcanzaba a abarcar Lucy, hasta llegar a la cabeza cuando la menor retiraba su boquita, y ella podía comerse aquello como si fuera una paleta.

La castaña y la pelinegra chupaban toda su verga, sus sonidos eróticos eran más rápidos que los del video de la televisión, y le era inverosímil que hubiera caído tan bajo de nuevo, y de forma tan arrebata y penosa, tan jodido convertido, pero estaba más ocupado mirando cómo Luan y Lucy chupaban con esmero, que pronto ya no le importó cuando iban las dos cabecillas a sus testículos.

Dividiéndose las bolas entre las dos, una tenía la izquierda y otra la derecha, la ponían toda dentro y se acercaban tanto chupando que parecía que se besaban haciendo trompas de pato (sacándole un farfullo de "increíble"). Luego era una competencia; Luan se metía el pene y avanzaba diez centímetros y se retiraba; Lucy seguía y solo hacía siete, echándole una mano, los mismos diez de Luan. Ambas volvían y se tomaban turnos para chuparlo, mojadas, escupían y lo llenaban de saliva cuando aquello estaba más brilloso. Lincoln pensó que el intercalar de una comediante y una gótica nunca hubiera sido tan perfecto. Y Luan quería pasarse cada vez más y llegar todavía más, y daba trece, quince, y llegaba hasta diecisiete centímetros antes de toser, atragantarse y alejarse dando arcadas, más que nada, tirando mucha, espuma, baba sobre sus bolas, su tronco y la ingle del chico. Lagrimeando, con puentes de saliva que iban de su interior de la boca al miembro blanco del chico, en lo que se reía y mostrando los fierrecillos de sus brackets.

Ya el maquillaje se le escurría y alejaba su boca para mirarlo, y Lincoln se llena de excitación al ver que una lágrima le corre en la mejilla y su boca preciosa sigue con la sonrisa mostrando los dientes.

Él no se aguanta y le da un beso francés. Luego la pone a mamar de nuevo llevando su coleta y cabeza a su pene.

A Lucy la acerca para besarla, y empieza a bajarle las bragas moradas oscuras para que solo quedase con las medias rayadas, en lo que ambos abren la boca mutuamente e intercambian saliva. La lengua de Lincoln domina y pasa por todos lados, acariciando encías, dientes, los lados y dentro de la boca tímida de Lucy.

Termina de quitarle las bragas y quedan sus flacas piernas. Su rajadura cerrada y calva.

—Ghghh, Luaan... —Lincoln se descontrola, Luan pasa la lengua lamiendo y acariciando el frenillo de su pene, y el borde del glande para succionarlo completo con fuerza, soltando sonidos salivosos.

Luego Luan se levanta, se hace a un lado las panties, lo empuja acostándolo, y posiciona sus labios vaginales alineados con la punta de la pinga de su hermano.

—Vamos a meterlo dentro —dice Luan, e ingresa aquello con fuerza —. ¡HAh! —El culo de Luan cayó a sus piernas, y se ensartó exitosa haciendo una gran presión escandalosa en el miembro —Aprovechemos que no hay nadie, Lincoln... —dijo y ya salieron aquellos líquidos y sangre con la jovencita lagrimeando y quedándose suspensa.

En cuanto Lincoln tenía la presión y el calor del interior de su hermana, alrededor de su miembro, ella movía un poco su culo para ensartarse y gemir, y él descubría un nuevo placer embrutecedor que se originaba por engullirse todavía más profundo, por follar ese interior cálido abrazador, ese agarre que lo llenaba sin pensar en más.

Incluso por un momento creyó que solo estaba él, y empezó a mover su ingle de arriba a abajo casi instintivamente... El placer de su pene oprimido, la procesión de entrar y salir. "¿Esto es el sexo?" Pensó asombrado.

—Woow, Increíble... —"Esto se siente muy bien", jadeando y tomando las nalguitas de Luan en lo que la penetraba.

—¡Lincoln, haah, espera! ¡Hagh! ¡No tan rápido! ¡HAhh!

Lincoln la abrazó y la trajo consigo. Se pusieron más arriba de la cama subiendo los pies, acostándose y él empezó a bombearla con más ternura, y le preguntó si le dolía cuando sus gemidos eran tan sonoros y apuraba el ritmo, y Luan le dijo que le dolía pero que le gustaba a la vez. Por lo que Lincoln siguió metiendo y sacando su pene por unos minutos, y se aceleró por lo dicho disfrutando de la calentura del interior de su hermana mayor. Ella temblaba, y se ocultaba el rostro a un lado del suyo, y se mantuvieron juntos en lo que sus besos sonaban, y le quitaba algunas lágrimas nacientes. Luego se separaron diciéndole un murmullo en la oreja que la menor que miraba no escuchó, y Luan se hizo a un lado con lentitud en lo que el pene del chico salía de su vagina.

Con Lucy fue diferente. La acostó en la cama, posicionándola como muñeca, la ponía cercana a la orilla para tomarla de misionero con sus pausas a pesar de estar agitado, y quiso presionar su pene en su rajadura todavía antes, solo que sus labios inferiores estaban cerrados, y se interrumpió para pasar su lengua a la entrada rosita, introducirla, pero solo un breve instante, como si la probara, subiendo al clitoris, hasta que alejó con la lengua de fuera, y con el pene bien erecto y lustroso, la vio desnuda pálida, y decidió que ya era momento de metérsela.

—Carajo Lucy, ya no puedo contenerme...

—Hazlo Lincy... —murmuró tenue la pequeña, tomándose las manos y poniéndolas en su pechito, con las piernas medio abiertas.

Y el chico albino colocó el glande en la entrada, y de una zambullida sin pensarselo mucho, viendo la expresión cachonda de Lucy transfigurarse a la del susto con los lagrimeos y la cara muy roja, ya entrando en aquel hoyito, ya no era virgen también.

—¡Ahh, duele... ! ¡Duele Lincoln... ! —gritó Lucy abriendo la boca y lloriqueando un poco.

Lincoln no dudó en meterla toda hasta el útero como a Luan de una. Un tope pequeño provocaba un gruñido y un respirar que se llevaban al placer debido al estrujamiento excesivo de la verga, que, como de mil demonios, lo desvariaba a querer eyecular de una.

—¡Ohh Dios! ¡Estoy dentro... ! ¡Sí que estás apretándome, Lucy. Tan caliente! —exclamó el extático Lincoln con rostro descompuesto e inmerso, dejaba que su tronco avanzara un poco ignorando los chillidos y la sangre que venía con ciertos fluidos del interior de la pequeña, aunque no podía moverlo mucho debido al placer.

Apretado y succionando su pene, su cuerpo enteco de porcelana, temblaba en el intento de ir y venir, hasta que no aguantó y se retiró, sacándole un suspiro a Lucy, y se irguió subiéndose a la cama, y mirando a Luan acostada a un lado, sujetó su miembro y prosiguió a eyacular sobre ambos cuerpos de sus hermanas. Con las rodillas blancas enflaquecidas, todavía con sus calcetas, abriendo la boca, gimiendo y jalándosela, deteniéndose y entregándose a su orgasmo, seguido de disparar al cuerpo mediano y al cuerpo chico; a la castaña y a la pelinegra. Hasta que de su glande ya no salió nada, y empezó a llevar su prepucio a cubrirlo y sacarlo, en una masturbación que volvía a lubricar su pene con líquido preseminal al ver a Luan y Lucy, salpicadas y manchadas por su semen.

¿Qué había hecho?

¿De verdad —se preguntaba — había perdido la virginidad con sus hermanas? Aun así era como si ya lo hubiera planificado junto a ellas entre líneas, y ahora lo habían realizado; se había cogido a Luan y luego a Lucy, sin protección y egoísta. A sus queridas hermanas con las que jugaba, hacía pijamadas y se quedaban dormidos en el sofá viendo la televisión, y con las que después, sintiéndose incómodo en la cama con las dos a ambos lados, con una erección dura, en lo que la comediante y la niña oscura lo abrazaban, y ellas se movían, lo rosaban y lo tomaban.

Ahora ya las había cogido.

—Carajo, creo que nos hemos pasado... —decía el albino sin dejar de mover su mano en su verga, siendo él la figura clave —. Creo que ahora sí lo hemos estropeado... : Lo he estropeado —dijo entre bien y mal, y miró a Lucy en la cama sin moverse y a Luan viéndolo —, ¿verdad?

—Lincoln, ¿por qué no traes un poco de papel para que nos podamos limpiar... ?

—¡Oh mierda! ¡Claro, voy! —dijo y se dirigió a la puerta sin más.

Salió del cuarto y nadie había en casa todavía, mas, aún se cubrió tomándose la verga erguida en las manos y se sintió nervioso.

Al entrar al baño, pensaba en el interior caluroso de sus hermanas y en que ya no era virgen de nuevo. Él también desde luego y lógicamente les había quitado la virginidad a las dos. Y tomó un rollo completo nuevo sin abrir, y volvió al cuarto deprisa.

En su habitación, ambas siguieron en las mismas posiciones, y fue rápido a ellas, viendo el respirar de Lucy en su pecho. Tomó varias tiras largas y entregó dos a Luan, y una que utilizó para limpiar a la menor. Que actuaba y se movía con la sensación del tocamiento con un ligero temblor, y luego sentía que lo miraba, sacando más trozos de papel, y limpiando por el tórax, acomodándose, para seguir quitando su impío rastro.

Luan requirió su atención, y Lincoln cuando menos fue a apoyar lo poco que quedaba por hacer por limpiar aquel lozano cuerpo de la comediante. Era una flaca castaña, que torneaba curvas suaves. El chico se quedó un rato viendo sus labios vaginales limpiando la sangre (mojando el papel un poco con la lengua y su saliva), y no pudo evitar quedarse viendo la redondez de sus dos montes aplastados saliendo y contrastando ligeramente sus muslos y su entrada con vellos ralos.

Se quedó estupefacto y la púber sonrió mostrando su aparato dental. Se ha excitado como ella, y le pregunta asertiva y poniéndose un poco seria:

—¿Por qué no la metes de nuevo, Lincoln?

Y Lincoln nervioso, sorprendido de lo dicho y dispuesto, traga saliva y dice: "No lo creo... Sería malo. Me acabo de correr... Eso, es malo, ¿no?... ¿Crees que haya peligro... ?

Luan se encogió de hombros y puso una expresión seria.

—No lo sé. Tal vez lavándolo —dijo Luan y se levantó sentándose.

Lincoln notó que Lucy tenía la cabeza volteada y las manos sobre su torso, y giró con Luan al sentir su agarre y pronto chupar su miembro viril.

—¿Eh? ¿¿Qu-Qué haces?? —cuestionaba con el rostro rojo el albino, y veía como la castaña chupaba con cierta enjundia su falo. Sintiendo su estructura bucal y el encierro, casi no recordó lo que preguntó.

—Mn. Lho eschtoy lavhandoch...

—Ah, Luan, tú de verdad... —dijo Lincoln y Luan se aventuró y decidió guardar la totalidad de su verga en su garganta —. Ouh, woa, ahh... Diablos, Luuan... ah...

—Mmphf. GLuAkp, shí —dijo Luan viéndolo con los ojos fijos y los hilos de saliva conectando su boquita —. No sabía muy bien por la sangre, pero ¿con eso de limpio crees que sea suficiente? —preguntó aniñada y empezó a lamer y chupar sus testículos.

El chico no podía responder. Lucy giraba la cabeza en la cama viéndolo.

—Sí... Creo que así está bien...

"Bien", dijo Luan y dio otra chupada cubriendo todo el glande, dando un chupetón, y dejó al chico.

Luego se para sacándole altura a su hermano, y se gira dándole la espalda, se quita la falda y las panties blancas, y pone sus brazos en la cama parando el culo de corazón que tiene.

—Tienes que apuntar certero —dijo agachando su espalda hasta acostarse en la cama, levantando sus nalgas, y poniendo sus dedos en la presentación de su entrada vaginal, sus labios que estiraba con el anular y el índice, mostrando lo rosita y húmeda que era —. Justo ahí, Linky~...

Luego Lincoln sostiene su pene y apunta con certeza. Ya no le importa.

—¡HAahh!...

—¡AHh!...

Entró apretado y húmedo. Se sorprendió que siguiera sintiéndose tan increíble y suave. La tenía de perrito, y la veía entregada. Empezó a mover su trasero como un instinto primitivo casi instantáneo, y estaba de vuelta moviendo las caderas, pegando su ingle al poto blanquito de Luan, con su entrada manando tanto jugo en su pene. Separándose sin despegarse nunca, ve el punto donde su genital está entrando en la abertura de ella, que dentro, caliente y mojado, lo aprieta tan cómodamente... Entre más lo aplaste, mejor, pero si te mueves y haces fricción, sientes el cielo y estás en el trance, estás dentro de ella. No puedes tener suficiente. Lincoln mete todo su falo dentro de ella con cuidado y ella lo recibe gimiendo, bajando la mirada, no a su hermana, que se levanta, casi cerrando los ojos. "¡Hah,Lincolnnn!", es ruidosa, siente el pedazo de duro y caliente remoliéndola.

El chico toma su cadera y culo, y acelera tomando aire insípidamente.

—Ha, ah, mmn, sí, ah...

—¡¡Haah, Ahh, HAhh, Lin-Haagh, Hah!

—Ah, ¡se siente muy bien, Luuan! ¡Se siente genial tu vagina, Luan!

Empezó a atraer las nalgas de la castaña, empezaron a oírse aplausos por el choque de sus pieles, y sonidos húmedos por lo rápido que se deslizaba dentro y fuera de ella. "Whoa!" Abría la boca y fue a tocar su espalda y senos, cuando vio a la pequeña y oscura Lucy viéndolo fornicar como animal con Luan.

—¡¿Ya estás despierta, Lucy... ?! —preguntó adverso y agitado, pasando sus manos a las tetitas de Luan, que agarraba y apretaba sus pezoncitos, y después giraba la cabeza desconcentrado, únicamente en la corriente de la sensación membranosa y cálida que se sentía tan bien. ¡Era el cielo!

A Luan ya le gustaba el sexo. La sensación de un pene duro y caliente dentro suyo, que a mejor, era del chico que le gustaba, era un deleite para ella, aunque siguiera cierto dolor. Ya tenía ciertos excesos de jugos, la verga de Lincoln brillaba, e iba sumergido para apreciar el interior de su hermana. De verdad se había adelantado a Benny y había robado la virginidad de Luan. ¿El tipo siquiera intentó algo con ella? Y también había adelantado a todos en su salón. Ya no era virgen y volvía a tener sexo. "¿Acaso era tan asombroso?" Porque se sentía asombroso, e incluso adelantar por mucho a la pequeña pálida que se acomodaba en la orilla de la cama cerca sin hablar, se le había parecido de improviso asombroso, placentero y morboso.

Ahora, poniendo las manos en las manos del culo redondo de Luan, nota el ano rosita y hermético, que llega a agitarse.

—¡Creo que me voy a venir, Luan! —soltó Lincoln acelerando sus movimientos.

—¡Vente dentro de mi Lincoln! ¡Tirame todo dentro!

Lincoln abrió los ojos sorprendidos. "¿De verdad?¿De verdad podía venirse adentro?", quiso preguntar, pero pensando en acabar dentro y lo que, no ignorante a lo que sucedería si lo hiciese, se sentiría y lo que preguntar sería quitar la aprobación, pensó erróneamente que Luan lo tenía todo controlado con esa simple exclamación, y se abalanzó al cuerpo de Luan a la cama, acostándose arriba de ella y siguiendo a embutirse en esas nalgas tersas y curvas. Empezó a follarsela sin reservas más rápido, y a embutirse propiamente en ese culo redondo que tenía tan precioso.

Sin retorno lo dio todavía más rápido y luego metiéndola toda hasta el fondo, hasta el tope, se corría dentro sin pensar de su hermana con mucha fuerza. Gemía y su verga, dentro de su concha, pulsaba cada chorro propiciando una mueca rara y cachonda en él, que abría la boca para resoplar y gemir, a cada inseminación, con Luan continuando con gemidos más suaves y notorios seguidos a cada descarga, caliente como el demonio, explotaba en su interior llevándola al orgasmo. Era asombroso venirse dentro!

Lucy sintió ciertos celos, viendo al peliblanco seguir moviéndose mientras gemían abiertamente como si lo gozaran con exultación, parecía ser en efecto placentero, siendo que su interacción anterior la había sobrepasado.

No obstante, sentía calor en su interior y Luan y Lincoln seguían con lo suyo a pesar de ya "haber terminado".

Aún estaban solos.

"Debían aprovechar".