La obra original es de Inoue Takehiko-sama, este es un fic mio con personajes inventados mios.
Las nubes grises advienen un tiempo de lluvias, pero casi nadie hizo caso a las advertencias en Ryonan o en caso de percatarse, creyeron que sería una lluvia liviana. Por la mañana todo estaba normal.
—¿No habrá partido contra Itonobo? —preguntó Higashi a su amiga Arai durante el primer receso.
—No, me encontré con Yamada-senpai y me informó de eso. Ayer fueron a Itonobo como tenían planeado pero la escuela fue clausurada por una epidemia o algo así entendí.
—Ojalá a nuestra escuela le pasara algo parecido —comentó Miko—. Sería genial quedarse en casa y tener la mañana y tarde libres.
—De todas formas, nos quedaríamos estudiando porque nos enviarían tarea —le dijo Higashi.
—Como en las vacaciones de verano —siguió Yuzuki.
—Esta tortura nunca termina —se quejó Miko con la cabeza gacha.
Por un lado, Akira se sentía decepcionada, estaba impaciente por tener su primer partido contra un equipo no conformado por sus compañeras. Pero, por otro lado, se sintió tranquila, algo en su interior suspiraba de alivio. No estaba nerviosa por sus piernas, podía usar una calza debajo de los pantalones cortos, era otra la razón de su ansiedad.
—Pero los chicos de todas formas se enfrentarán contra el Tsukubu este sábado. Será en el gimnasio más grande, Iré a alentarlos ¿Vendrás también?
Akira no pensaba en ir, pero debía alentar a su querido tocayo, él haría lo mismo por ella.
—Claro, aunque suena un poco pesado ir a la escuela un sábado a la mañana.
—Hay escuelas que tienen clases los sábados, Akira-san.
—Supongo que yo también estoy en la obligación de ir —volvió a refunfuñar Miko—. Hay cosas peores en la vida que ir un sábado en la mañana a la escuela. Como permanecer hasta cerca de la medianoche en la escuela, a oscuras, sin que nadie oiga tus gritos y con poca comida —la chica se estremeció de solo pensarlo.
—Sería horrible perderse la cena que nii-san prepare —secundó Akira.
En poco tiempo, una lluvia ligera empezó a caer sobre el patio, los estudiantes se movieron a las aulas y pasillos. La mayoría estaban molestos, el patio era un lugar de recreación donde se compartía las noticias más interesantes pero para Akira tener su recreo en el patio o el aula le daba igual, mientras pudiera comer y estar con Miko y Yuzuki.
Lo que quedó del recreo lo pasó en el aula en compañía de sus amigas. No pudo ver a Akira-kun, ni ayer lo pudo saludar, pero no se sentía molesta como el lunes. Además, ya se había disculpado con su hermana y todo terminó bien. Escuchar el sonido de la lluvia le provocaba un enorme sosiego.
Durante el entrenamiento las cosas fueron tranquilas, Miko las apoyó desde lejos pero en silencio por petición (y obligación) de la entrenadora, bajo amenaza de ser vetada de las prácticas del club. Miko estaba segura que fue todo culpa de la altota con trenza y pecas, así es como llamaba a Shiro.
Además de apoyar a sus amigas, Miko decidió quedarse por lo fuerte que la lluvia se estaba poniendo, esperaba que cuando el entrenamiento terminase también la tormenta acabara. Por otro lado, practicando pases, Yuzuki no paraba de suspirar.
—Que decepción no tener el partido de práctica. Ahora tendremos que esperar hasta el campeonato para jugar contra un oponente decente.
Como la entrenadora no estaba muy concentrada en ellas en aquel momento, Yuzuki aprovechó para hacer un poco de conversación.
—Si, supongo que es una… decepción —Akira no quería decirle que se sentía aliviada.
—Por supuesto, esperaba que varios compañeros nuestros nos apoyasen y así atraer a más alumnas al club y completar los doce puestos de jugadoras.
—Al menos los chicos tendrán su partido.
—¡Oh, estoy impaciente por ver a Sendoh-kun jugar! ¿Tú lo has visto?
—No, pero he jugado con él.
—Quiero alentarlo con todo mi corazón —dijo la chica suspirando.
Akira recordó los sentimientos de Yuzuki por su amigo de pelo puntiagudo y eso la desanimó un poco. Pero… ¿Por qué se desanimaba? ¿No debía apoyar a su amiga en esto?
—Yo también lo alentaré, así que las dos deberemos esforzarnos mucho por él.
Yuzuki se rio y devolvió el pase.
—Quiero ya que entremos a la cancha a tener nuestro primer partido ¿No será genial cuando Sendoh-kun también nos aliente?
Akira se ruborizó y sintió un nudo en la garganta.
—Cl-claro —tartamudeó sin darse cuenta—. Tendrás que entrenar más duro si quieres lucirte para él.
Su amiga quedó boquiabierta y con la cara tan roja que podría salirle humo de sus orejas.
—¡No digas cosas como esas, Akira-san! —le gritó pasándole la pelota con muchas fuerzas.
El pase fue tan fuerte que Higashi no pudo atraparlo, en el proceso, sus anteojos se cayeron.
—¡Discúlpame, Akira-san! ¿Estás bien?
—Si, no te preocupes.
La chica fue por la pelota y tomó sus anteojos también, descubrió que la caída provocó un pequeño problema en una de las bisagras. No le dio mucha importancia y prosiguió con el entrenamiento.
Poco antes de terminar el entrenamiento, mientras las chicas estiraban, un muchacho pasó a informarle algo a la maestra. Antes que Shiro saliera, la sensei llamó en un silbido.
—Chicas, cámbiense y tomen todas sus pertenencias, nos quedaremos en el gimnasio más grande.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntaron varias.
—¿Qué pasa, sensei? —interrogó Hyuga.
—Me acaban de informar que debido a que la tormenta emporó llamaron a sus padres para que vinieran a buscar a todos los estudiantes que se quedan después de clases. Sin embargo, los camino están cerrados, estamos esperando hasta nuevo aviso que los abran para que el tren y otros medios de transporten vuelvan a funcionar. Hasta entonces, esperaran a sus familias en el gimnasio más grande.
Las chicas se movieron rápido e hicieron lo que la entrenadora les demandó. Miko se quedó a esperarlas con su mochila en mano. Cuando todas estaban listas, fueron por el camino interior de la escuela hacia el otro gimnasio. Ya estaban muchos clubes con sus respectivos integrantes y maestros. Un maestro hablaba desde un megáfono informando a los estudiantes que ingresaban sobre esperar tranquilos a sus familias respectivas.
—Qué mala broma —se quejó Miko sentándose en el suelo—. Y justo cuando pensé que ir temprano un sábado a la escuela no podría ser peor —se dio la vuelta escuchando ronquidos ensordecedores—. No entiendo como Chiba puede dormir con todo este alboroto.
Akira estaba en silencio, pensando en el pequeño problema de sus anteojos y en la pena que le causaba no tener algo para comer en ese momento, se le antojaba chocolate o algo frito. Yuzuki no paraba de mirar a su alrededor, como buscando algo.
—¿Pasa algo, Yuzu-chan? —preguntó Miko al notar las vueltas que hacía su cabeza.
—Si, estaba buscando a mi hermana menor, Yukari.
—¿Cómo es ella?
—Es igual a mi, pero más baja, está en el club de fotografía. Supongo que debe estar por aquí.
—Ah, si, ahora me acuerdo. Fue la que nos tomó una foto a Aki-chan y a mi aquella vez, una chica muy entrometida.
—Suele ser así a veces. Si la ves, avísame.
—Oki-doki.
—Lo mismo para ti, Akira-san.
—De acuerdo.
Las tres se pararon del piso y buscaron con la mirada por el gimnasio, una tarea dificultosa puesto que era mucho más grande que en donde entrenaban y estaba lleno de gente.
—Así que este es el otro gimnasio ¿Cierto? Vaya… este lugar es mucho más desorganizado y asqueroso que el gimnasio donde ustedes entrenan —comentó Miko.
—Es porque está lleno de gente, Miko-chan.
—Iré a moverme por allí —dijo Yuzuki y se marchó al lado oeste del lugar.
Miko decidió quedarse en el lugar y Akira fue hacia cerca de las puertas. No pensaba que podría hallar a la hermana gemela de su amiga pero podía probar suerte.
—¡Yukari! —gritó la chica buscando a su hermana, sin darse cuenta, terminó chocando contra una espalda—. Lo siento —se disculpó y también se sintió congelar cuando reconoció de quien era la espalda.
—¿Arai? —preguntó el mismo chico que ella siempre quería evitar.
—¡Lo-lo lamento, Fukuda-kun! —se reverenció varias veces dejándose llevar por la impresión y el susto. El muchacho por su parte solo parpadeó.
—Ya te disculpaste.
—Lo siento, estoy buscando a mi hermana gemela menor, me iré por allí a buscarla —se dio la vuelta, sin darse cuenta que se disculpó por tercera vez en poco tiempo y trató de huir de allí sin mucho éxito.
—Arai —la volvió a llamar Fukuda posando su mano en el hombro de Yuzuki. Ella tembló y casi se le escapó un pequeño siseo de la boca.
—¿Q-qué, Fukuda-kun? —preguntó mientras se daba la vuelta temblando.
—¿Tú hermana gemela? ¿Es idéntica a ti?
—Pues si —esta vez no tartamudeó, ni tembló al responder—. Excepto que ella es un poco más baja.
El chico de cabellos de alga levantó su índice a una dirección.
—¿Es ella?
Yuzuki miró a donde señalaba y sus ojos brillaron ¡Era ella! No solo encontrarla fue una buena noticia para ella, sino también reconocer con quien estaba.
Luego de caminar mucho sin nada de éxito, Akira volvió al punto de partida donde estaba Miko con las mochilas.
—No tuve éxito —se lamentó la muchacha cayéndose al suelo y respirando agitada.
Miko alzó la cabeza y sonrió.
—No te preocupes, Yuzu-chan lo tuvo y mira a quien trajo —la chica señaló a una parte del gimnasio donde volvían su amiga con su hermana.
Akira miró a donde señaló y se quedó de piedra.
—¡Chicas, encontré a Yukari! Sendoh-kun estaba hablando con ella —exclamó Yuzuki cuando estaba muy cerca de sus amigas. Ante sus gritos, su hermana la calló.
—Nee-san, silencio, no hables tan fuerte en un lugar con tanta gente, que vergüenza.
—Mira quién habla —le respondió su hermana mayor.
Con ellas venía Sendoh Akira, quien levantó la mano para saludar a las otras dos chicas.
—Hola, Akira-chan —saludó primero a su más cercana conocida. La nombrada se ruborizó de solo recordar lo que le dijo la última vez que se vieron.
—Akira-kun, buenas noches —respondió sin mirarle a los ojos.
—No tan buenas —suspiró Miko—. Quisiera ya irme a casa.
—No te preocupes, estoy seguro que terminará pronto —la intentó animar Sendoh—. Por cierto, no escuché tu nombre.
—¡Miko! —exclamó.
—¿Miko? ¿Cómo las sacerdotisas?
—En realidad su nombre completo es Mikoto, Akira-kun —aclaró su tocaya.
—¡Ay! Aki-chan, revelaste el único secreto mío que me hacía un misterio andante ¡Ahora ya no tengo nada que ocultar a la gente!
—También suele ser melodramática. En fin, ¿Cómo te encontraron?
—La hermana de Arai quería mostrarme unas fotos que tomó hace poco.
—¡Todas son de Jolly! —exclamó Yukari acercando unas fotos de un pequeño caniche peludo y blanco.
Mientras la hermana menor mostraba orgullosa las fotos de su pequeña mascota, la hermana mayor negaba a un lado, avergonzada. Higashi intentó animarla.
—No entiendo como Akira-kun es tan paciente —le susurró a su amiga señalando al susodicho que miraba las fotos junto a Miko. Esta última parecía más interesada que cuando sus amigas hablaban algo de basquetbol, era como si pudiera entender el mismo idioma que Yukari.
—Lo sé, es un chico maravilloso —suspiró Yuzuki.
Higashi frunció el ceño, le ponía nerviosa escuchar halagos a su amigo. La gemela mayor se sentó al lado del chico de pelo puntiagudo.
—¿Aquí entrenas, Sendoh-kun? —preguntó ella.
—Si. También el equipo de básquet solemos tener algunos roces con el equipo de voleibol por ver quien entrena aquí.
Mientras las demás hablaban con el muchacho, Higashi se mantuvo a un lado. Todavía se sentía un poco tímida y no sabía por qué. Cuando entrenaba con él era como si pudieran hablar de todo pero en otro entorno se volvía retraída y tímida. Intentó pensar en algo interesante para hablar y tener por un momento el mando de la conversación.
—Ya que vamos a quedarnos aquí mucho tiempo, podríamos hacer nuestra tarea.
Ante su sugerencia, las chicas mostraron un rostro de disgusto.
—Hacer la tarea en el colegio que embole —comentó Miko.
—Podría ser una buena idea —supuso Yuzuki—. Quién sabe cuánto estaremos aquí y cuando lleguemos a casa estaremos más que cansados.
—Pero traje naipes —objetó Miko.
—Y yo quería jugar al juego del Rey —le siguió Yukari.
Sendoh apoyó la idea también y con eso se convenció a las otras dos se realizar las tareas. En medio del silencio de ese pequeño grupo con los cuadernos y libros, Chiba seguía roncando.
—¿Cuándo hará la tarea? —se preguntó susurrando Miko.
—Oí que la hace poco antes de la entrega —respondió Yuzuki.
—¿Ella también es del equipo de básquet? —preguntó el único muchacho del grupo señalándola.
—Si, es nuestra alera —dijo Arai—. Yo suelo ser base.
—¿Y tú, Akira-chan?
La aludida levantó su cabeza del libro tratando de ocultar la sorpresa que esa pregunta le generaba.
—¿Yo? Pues… esto es un poco vergonzoso… pero todavía no tengo una posición.
—¿Has probado ser base? Podrías hacerlo muy bien —le aconsejó Akira-kun. El tono de su voz y su sonrisa le recordó a ella cuando entrenaban en las mañanas.
—¿Lo dices porque soy bajita? —preguntó en un tono sarcástico y con una media sonrisa.
—Si y también porque eres muy rápida y ágil.
—Él tiene razón, Akira-san —lo apoyó Yuzuki.
—Aún soy una novata, no me veo como titular.
—Quien sabe, tal vez en nuestro primer partido te lleves la sorpresa que Okabe-sensei te haga titular.
Akira dejó de escribir en su cuaderno y meditó esas palabras, le encantaría llevarse una sorpresa tan grata como aquella. Cuando volvió a la tierra, descubrió a su tocayo sentado a su lado espiando su cuaderno. La chica respingó y escondió las hojas en su pecho.
—¿Qué miras, Akira-kun? ¿Te estás copiando?
—Es que tienes una letra bonita, Akira-chan.
—¡Es cierto! Aki-chan tiene una linda letra —secundó Miko—. Cuando íbamos a secundaria, ella fue por un tiempo al club de caligrafía.
—Estuve un año —confirmó la aludida.
Ella recordaba ese tiempo, eran tiempos en que estaba buscando algo con lo que destacar en su familia y pensó que la caligrafía podía ser una salida. Aunque mejoró mucho su letra en aquel año, le aburrió y al año siguiente trató con ventriloquía.
—Si en un año lograste una letra con ese estilo es porque tienes mucho talento, Akira-chan.
La muchacha detuvo su respiración y empezó a apretar el botón de su portaminas repetidamente ¿Por qué él tenía que ser tan… amable? Se sintió nerviosa, con la respiración agitándose poco a poco, no quería que nadie notara aquello.
—Debo ir al baño —dijo parándose sin expresar alguna emoción en su cara.
Corrió a informarle a un profesor y después salió al pasillo. Cada vez se sentía más extraña y culpaba a la hermana de su amiga. ¿Por qué tuvo que traer a Sendoh Akira? ¿Y por qué no podía comportarse normal cuando estaban en un ambiente distinto a la cancha de basquetbol? Corrió hacia el baño, movió sus anteojos a la cabeza y se mojó la cara. No tenía ganas de orinar, solo quería estar sola… sola con su corazón palpitando. Esperaba que no fuera un problema cardiaco.
Oyó unos truenos que la asustaron. No les tenía miedo pero si que la sorprendían. Tenía muchos miedos, como que vieran sus piernas desnudas pero el miedo que ella consideraba más infantil y la paralizaba no era algo que quisiera decir en voz alta a alguien. Fue por una toalla y se secó la cara, se miró en el espejo y se rio pensando si aparecería otra cara allí. Entonces cayó otro rayo y…
—Entonces Jolly volvió a vomitar ayer, estoy preocupada, tengo miedo de estar dándole demasiado para comer —comentó Yukari sobre su pequeño caniche.
—¿Le dieron algo con ajo o cebolla? —preguntó Miko—. Leí en una revista de mascotas que son alimentos nocivos para ellos.
—Le dimos de una pequeña porción de estofado pero no creo que haya sido eso —dijo Yuzuki.
—Ahora que me acuerdo, el estofado tenía cebolla rayada.
—Entonces debió ser eso.
Las chicas hablaban del perro mientras Sendoh comentaba algo de vez en cuando, no sabía mucho de mascotas.
—¿Alguna vez tuviste un perro, Sendoh-kun? —preguntó Yuzuki.
—No, una vez quise, pero perdí el interés muy rápido. Sin embargo, tengo peces que gané en un festival.
Un trueno hizo retumbar los ventanales y causó que algunas chicas gritaran. A lo lejos vieron como una chica se refugiaba en los brazos de su compañero quien respondía entre tartamudeos.
—Una tormenta como esta es la mejor excusa para dar abrazos —se burló Yukari.
—Y si sumas una película de terror, bingo —secundó Miko.
—No olvides los ruidos provocados por ventiscas frías —siguió Yuzuki mientras se frotaba los brazos y hacía ruidos del viento—. No hay nada mejor que calmar el frío con un cálido abrazo.
—Creo que les falta un elemento más —dijo el único muchacho del grupo.
—Oscuridad —se oyó a una voz tenebrosa.
Todas jadearon y buscaron de donde venía esa voz.
—¿Quién dijo eso? —se resignó en preguntar la Arai mayor.
—Fue ella —señaló Sendoh el cuerpo de Chiba, cuya cabeza descansaba sobre su mochila.
—¿Chiba-san? —cuestionó Yuzuki por verla despierta—. Creí que dormías.
—Así estaba —la muchacha alta se sentó y emitió un largo bostezo—, pero el trueno me despertó. Desearía que todo estuviera oscuro para dormir más cómoda.
Un dicho dice "cuidado con lo que deseas", otro dice que las estrellas conceden deseos. Sea eso cierto o no, se podría decir que los rayos podrían concederlos porque tal vez uno escuchó el deseó de Chiba y decidió caer en un sistema de control eléctrico de la escuela lo que provocó un apagón.
Algunas chicas gritaron e incluso muchos muchachos se quedaron espantados.
—¡Atención! ¡Mantengan la calma! Las luces de emergencia se encenderán —gritó el profesor que sostenía el megáfono.
—Así es como comienzan las películas de terror —murmuró Miko.
—¿En serio? Yo creo que esta debería ser la parte del clímax —la corrigió Sendoh.
—Oh, cierto, la parte en que mueren todos los personajes secundarios.
—¡Nee-san! ¿Dónde estás? —preguntó Yukari estirando los brazos quien se inquietaba más por cada cosa que comentaban Miko y Sendoh.
—Estoy a tu lado, Yukari —respondió sin perder la calma, la gemela—. Ya prenderán las luces de emergencia.
Las luces de emergencia iluminaron el gimnasio y la calma volvió a reinar poco a poco en toda el área.
—Qué mal y yo ya estaba conciliando el sueño —se quejó Chiba recostada sobre su mochila.
—¿Las luces de emergencia tendrán la suficiente energía para iluminar el gimnasio por varias horas? —preguntó el muchacho.
—Es muy posible —todos voltearon a Aoi Miyuki quien se mantenía cerca de allí y respondió a la pregunta—. Las luces de emergencia en el colegio funcionan con reservas de energía. Sin embargo, para iluminar el gimnasio el mayor tiempo posible, lo más seguro es que estén utilizando energía de otros sectores.
—Entonces, Aoi-senpai ¿Estamos utilizando la energía de las luces de emergencia de otras aulas para mantener la iluminación algunas horas más? —preguntó Yuzuki.
—Algo así lo entendí cuando leí el plan de evacuación de la escuela en un caso de emergencia.
—Espero que no tengamos que permanecer más horas aquí. No hay peor película de terror que estar en la escuela, a oscuras y sin comer o eso pensaría Aki-chan —se quejó Miko.
La queja de la chica le hizo recordar algo al muchacho. Fue por su mochila y buscó algo que se guardó en el bolsillo de su saco.
—¿Por qué se estará tardando, Akira-chan? —se preguntó Sendoh cuando volvió.
—Espero que esté bien. A ella no le gusta la oscuridad.
Mientras hablaba de su amiga, Miko se dio cuenta de algo, algo que no debió haber olvidado.
—¡Si estamos usando la energía de otras habitaciones quiere decir que Aki-chan está sola en la oscuridad, como Audrey Hepburn en aquella película!
—¿Higashi-san está afuera? —preguntó Aoi.
—Fue al baño —respondió Yuzuki.
—Los pasillos tienen una tenue iluminación, podrá guiarse.
—¡Ustedes no entienden! Aki-chan en verdad le teme a la oscuridad, hasta tal punto de paralizarse. Espero que haya salido del baño antes del corte sino aún estará allí.
Era verdad que Miko era conocida por actuar de forma exagerada pero sus palabras alertaron a los presentes. Sendoh se paró y caminó para hablar con una maestra que se encontraba cerca.
—¿Sendoh-kun? ¿Qué haces? —preguntó Yukari cuando el chico había terminado de hablar.
—No se preocupen, encontraré a Akira-chan —dijo con su expresión habitual.
Científicos dicen que la oscuridad, de cierta manera, no existe, puesto que es la luz la energía que se puede estudiar. Sin embargo, Higashi Akira no estaría muy de acuerdo con esa afirmación.
La muchacha temblaba en el piso, era irónico que el ruido de los truenos y la lluvia la mantuvieran tranquila y cuerda.
"Mrs. Sardonicus, Mrs. Sardonicus no existe", se repetía una y otra vez en la cabeza.
Tan pronto la luz desapareció del baño, ella hizo un mal movimiento hacia atrás lo que provocó que sus anteojos se cayeran y como no podía ver nada, no supo que más hacer que quedarse en el piso sujetada a sus piernas. Incluso si encontrara sus lentes, no podría ver algo nítido.
Tenía frío y hambre. Como deseaba estar sentada en la mesa de su casa comiendo la cena, pero no hubo estrella o rayo que oyera su petición.
—Mr. Sardonicus no existe —susurró a la oscuridad.
A medida que repetía las mismas palabras para tranquilizarse, su tono de voz aumentaba.
—Mr. Sardonicus no existe... Mr. Sardonicus no… Mr. Sardonicus…
El chillido de la puerta provocó que las palabras volvieran intactas a su memoria.
—¡MR. SARDONICUS NO EXISTE! —gritó y expulsó todo el aire que sus pulmones contenían.
—¿Quién es Mr. Sordonico?
La tenue luz de afuera iluminó a la persona que estaba en la entrada del baño para chicas. Higashi se frotó los ojos y distinguió a la figura.
—¿Akira-kun? ¿Cuándo, digo, cómo?
La dulce sonrisa de Sendoh hizo que ella se sintiera cálida y tranquila.
—Tus amigas me dijeron que estabas aquí. Le diré a la maestra que te encontré.
Antes que el muchacho diera unos pasos hacia atrás, notó el rostro espectral de ella, tan pálido y perturbado, como si hubiese muerto unos segundos y haya vuelto a la vida en el mismo instante que él abrió la puerta.
—¿Akira-chan? ¿Te pasa algo? Akira-chan.
Él recordó lo que Miko dijo sobre la oscuridad, pero no esperaba esta reacción. Caminó hacia ella y se inclinó a su altura. Tomó sus hombros y la sacudió.
—¿Akira-chan? Ya podemos irnos.
Fue en ese momento que ella reaccionó, como si hubiese despertado de un trance. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Gracias, Akira-kun! —y lo abrazó. Enterró su cabeza en su pecho y frotó su mejilla humedecida contra su uniforme. De pronto, sintió que todo el frío a su alrededor se desvaneció.
Akira borró su sonrisa, como muy pocas veces pasaba y no supo qué hacer ante tal reacción. Retrocedió unos pasos para mantener el equilibrio, pero le era difícil, así que se paró con la chica todavía en su pecho sollozando. Pensó que ella parecía una pequeña que se perdió en el supermercado y había estado esperando por sus padres por un tiempo infinito.
Posó sus brazos y correspondió su abrazo, no se sentía cómodo, pero esperaba que al menos así ella se calmara.
—Ya, ya. Tranquila, Akira-chan, no pasó nada.
—Lo sé, lo sé, pero, pero… —murmuró entre sus hipos sin poder decir algo coherente.
—Vámonos, la maestra está buscándote en el piso de arriba, tenemos que informarle que estás bien.
Ella asintió sin apartarse. Akira-kun no sabía cómo decirle que para irse, ellos debían separarse.
—Akira-chan ¿Te sientes mejor? —preguntó acariciando su cabeza. Ella volvió a asentir—. Tenemos que irnos…
Pero ella no se apartaba. Sin saber qué hacer, decidió hacerla hablar con una pregunta que podría incomodarla.
—Akira-chan ¿Me responderías si te preguntara quien era ese tal Mister del que gritabas su nombre?
La joven jadeó y se separó en ese momento. No estaba consciente que su rostro estaba muy rojo por tanto llanto y si lo supiera, trataría que su tocayo no la viera.
—Él… él… —secó algunas lágrimas de sus ojos y trató de reprimir sus hipos—. Él era un personaje de una película que… que yo vi cuando era pequeña. Mi hermano me la mostró y me dijo que era de terror, pero como estaba en blanco y negro no pensé que me asustaría, así que… fui una tonta —ella frotó sus ojos—. Desde que la vi le temo a la oscuridad. Temo encontrarme con un… con un ca-ca-dáver.
Sendoh posó su mano en la cabeza de la chica y la frotó. Él había vuelto a sonreír.
—Mira bien el lugar, Akira-chan ¿Ves algún cadáver?
Ella tembló y se dio la vuelta lentamente. Entre la poca luz que iluminaba el baño desde afuera y lo que podía distinguir a pesar de su miopía, no vio algo que parecía un cuerpo humano, solo las puertas de las cabinas y los lavamanos.
—No.
—Entonces no hay porque temer. Vámonos.
Él le extendió la mano y ella estaba a punto de tomarla cuando recordó algo.
—Mis anteojos, Akira-kun. No sé dónde se cayeron.
El chico ayudó a buscar los lentes en la oscuridad haciendo contacto sus manos con el suelo. Ella hacía lo mismo.
—Tenía miedo que se me cayeran, hoy recibí un golpe que los hizo estrellarse contra el suelo y creo que eso aflojó una de sus patas.
—El piso del baño de chicas está más limpio que el de varones —comentó sin darse cuenta lo impropio que era un varón en ese baño, pero no fue el caso de Higashi, quien se sintió enrojecer por recordar que Sendoh no debería estar allí.
—No le diré a nadie que entraste al baño de chicas —aseguró en un tono nervioso, ahora con sus ojos secos.
—¿Por qué?
—Pues, porque… no importa, ayúdame a encontrar mis gafas —decidió no darle vueltas al asunto y concentrarse en lo importante. Después de todo, si a Akira-kun no le importaba ¿Por qué a ella si?
—Creo que las encontré —avisó él. En efecto, las había encontrado.
Higashi las limpió y luego procedió a lavarse las manos, él también lo hizo. Su reflejo en el espejo se veía borroso, pero podía distinguir su pequeña altura al lado de su amigo.
—Gracias de nuevo, Akira-kun. En verdad, no se cómo agradecértelo —dijo mientras se ponía los anteojos.
—No fue nada, debes saber que como tu admirador número uno, siempre te cuidaré —respondió sonriendo y sobando su cabeza.
Ella se ruborizó recordando aquella declaración que le dijo el otro día. Se alejó de él desviando su cara.
—E-eso fue algo del momento, no fue algo en serio que dije, puedes olvidarlo. De hecho, agradecería que lo olvidaras.
La sonrisa de Sendoh cambió a una expresión de desconcierto. En verdad, ese chico era muy despistado.
—Pero no quiero olvidarlo.
Ella se sorprendió, volteó a ver su rostro en lo poco de luz que procedía de afuera. Otra vez, él volvía a sonreír ¿Por qué mantenía esa expresión casi siempre? ¿Qué hacía a un chico en plena adolescencia, así de feliz? Ni que fuera Mr. Sardonicus. Higashi sintió un escalofrío por hacer tal horrible comparación. Él tenía una sonrisa dulce, no escalofriante.
Como no supo que responder a la declaración del muchacho, solo se quedó contemplándolo largo rato, no supo cuánto tiempo fue. Entonces, ella respondió haciendo el mismo rictus de él. Las sonrisas pueden ser contagiosas.
Un ruido fuerte interrumpió ese intercambio de miradas ¿Fue un trueno? No, era el estómago de Akira-chan que rogaba por comida. Ella volvió a sonrojarse y abrazó su panza. Él se rio.
—¿Hambre? —ella respondió a su pregunta asintiendo en silencio—. Ten, te traje esto.
Sendoh buscó en el bolsillo de su saco y le entregó una barra de chocolate. Los ojos de Higashi brillaron.
—¡Gracias de nuevo, Akira-kun!
—Es mi regalo de disculpas por haberte dejado sola el lunes.
—No esperaba que te lo hubieras tomado en serio —. Lo agarró, abrió la envoltura y lo partió en dos partes—. Esta es para ti.
Se lo extendió y él lo agarró sin borrar su expresión.
—Eres muy amable, Akira-chan.
Los dos volvieron hacia el piso en que estaba la profesora buscándola. Mientras caminaban, intercambiaban una agradable conversación.
—Como desearía estar en casa, ahora mismo estaría comiendo el tonkatsu de mi hermano.
—Yo estaría duchándome —respondió él.
Un trueno sonó afuera, pero las gotas de lluvia ya no se escuchaban. Higashi sospechó que la lluvia ya se había apaciguado.
—¿No tienes miedo a los truenos, Akira-chan?
—No, al contrario, me gustan —dijo y recordó cómo se abrazaron en el baño. Estaba avergonzada de ello, pero más le avergonzaba que él descubriera un lado muy débil de ella—. Akira-kun ¿A ti algo te da miedo?
Ante su pregunta, el muchacho elevó su índice en una pose pensativa.
—Creo que me asusta enfermarme.
—¿Por qué? Si es genial faltar a la escuela.
—Porque si me enfermo no podría entrenar o ir a pescar.
—Eso tiene sentido.
Ninguno de los dos se animaba a declarar sus verdaderos miedos. Ni él diría lo que le aterraba más que nada, ni ella comentaría sobre el miedo que le generaba usar pantalones cortos o faldas.
Cuando encontraron a la profesora, volvieron al gimnasio y descubrieron la buena noticia que las calles se abrieron y los medios de transportes estaban de nuevo en funcionamiento. Miko recibió a su amiga con un llanto exagerado y Yuzuki suspiró de alivio porque nada malo haya pasado.
Todos pudieron volver a sus hogares sin ningún accidente. En el auto de su padre, Akira pensó en su tocayo y la forma en que lo animaría en su primer partido.
Hace poco vi la película "The First Slam dunk", estuvo muy buena, me encantó la canción y la forma tan cineasta que fue contada la historia, pero me hubiera gustado ver las escenas graciosas del manga (como cuando ellos salen de chibis cuando se enojan).
