Dalquiel se acerca de nueeeevo a la celda, donde Miguel está vez no está haciendo nada, pero esta histérica.
—¡H-Hey!
Miguel se levanta y se acerca a la reja. Dalquiel le sonríe desde el otro lado y ella levanta la barbilla.
—S-Sé lo que estabas haciendo.
—¿Aja? —pregunta él tan seguro de si mismo, sonriendo.
—Lo he buscado en internet.
—Tanto tiempo libre... ¿Y qué has descubierto?
—Las guarradas que… las… e-eso es… ¡nada que debiera buscar!
—Esto es como cuando buscas una enfermedad en Google y siempre te dice que tienes cáncer —se ríe.
—Esto… es… no. Esto es peor que cáncer...
—¿Por lo menos ya sabes lo que significa mojar las bragas?
—No. A-Alguna cochinada.
—¿Y qué es lo que sí has aprendido?
—Que no sé si lo que hiciste hace rato es… todo o… es… ¡No sé nada!
—¿Todo?
—CLARAMENTE no es todo lo que se puede hacer.
—¿Algo que... te haya gustado de lo que has visto?
—¿G-Gustado?
—Apetecido. Llamado la atención.
—¿A-Apetecido? ¿A mí? ¡N-No! —se sonroja.
—¿Nada de nada? Habrá que explorar eso.
—Estoy cansada de esta reja y de que no te veas como te tendrías que ver. Es que no puedo creer que decidas hacer esto AHORA.
—Bueno, no es como que cuando me veo cómo quieres y no haya una reja se pueda hablar contigo sin que me cortes la cabeza.
—Ahora esto es mi culpa —Ooooojos en blanco.
—Siempre lo ha sido.
Miguel le mira unos instantes fijamente.
—Nunca te he cortado la cabeza gratuitamente.
—Seguro que no —él sonríe.
—Te digo que no, SIEMPRE te lo mereces.
—A mí me parece que tú no eres quien para juzgarme.
—Tú podrías defenderte, ¿sabes?
—¿Cuándo el plan es primero dispara y luego pregunta? Seguro.
—No es el plan primero dispara y luego pregunta, ¡no seas ridículo!
—No es el plan, pero es el modus operandi habitual.
—Qué exagerado... eso era antes. Ahora... es a-a-ahora..
—¿Y qué pasa ahora?
—P-Pues ahora... e-es ahora. Ahora es diferente.
—¿En qué?
—E-En que ahora éramos amigos... bueno, hasta que decidiste encerrarme aquí como si fuera yo un animal.
—Más bien es que ahora necesitas algo de mí, convenientemente. Mira que altruista de tu parte.
Miguel parpadea, porque... por una vez, le estaba diciendo genuinamente que... ahora todo era diferente.
Lo que pasa es que él sigue un poco resentido con eso.
—¿Tú no crees que yo hubiera querido que esto pasara antes? —pregunta ella ajustándose un poco las mangas avolantadas.
—Pues no sé, a lo mejor no cortarme la cabeza hubiera ayudado.
—¿Vas ahora a reclamarme todas las veces que te corté la cabeza? ¡Tú me traicionaste también!
—Eso ya te lo dije. TÚ me traicionaste a mí.
—Tuvimos diferencias, Lucifer. Únicamente.
—Claro, hasta que soy yo quien te reclama a ti —Ojos en blanco.
—Estaba yo enfadada porque te saliste TANTO de la realidad que incluso caíste. ¿Tú crees que yo quería que cayeras?
—No me salí de la realidad más de lo que salimos los dos, TÚ me apoyabas en todo hasta el momento en que más lo necesité.
—¿Y por qué yo no caí?
—Porque me traicionaste tú a mí en el último segundo. Porque te quedaste callada, cuando necesite que hablaras.
—Nuestra señora lo sabe. TODO lo sabe. Sabía que estaba yo contigo y al final... lo único que hice fue arrepentirme.
—Exacto.
—¡Pues parece que arrepentirnos era lo que debíamos hacer! ¡Yo también intenté decirte que las cosas eran un poco demasiado!
Ojos en blanco de Dalquiel.
—¿Y qué me querías? ¿Ahí abajo arrepentida pensando que traicioné a nuestra señora en vez de a ti? ¿Odiándote por llevarme a esto?
—Así empezaron muchos y todos acabaron por resignarse y aprender.
—¿Y eso querrías? ¿Que yo me resignara y aprendiera?
—Hubiera estado bien hacerlo juntos, sí. Mejor que tenerte ahí de abanderada de la causa contra nosotros, como si tú nunca hubieras estado de acuerdo y fuéramos la peor escoria.
Miguel suspira con eso.
—¿Y qué hubieras hecho tú de haber sido al revés? ¿Qué tal que te hubieras arrepentido y yo no?
—Yo no me hubiera arrepentido.
—Piensa que fuera otra cosa, Lucifer.
—¿Dónde están los Arcángeles? —la mira con intensidad cambiando de tema.
—¿Para qué quieres saber?
—¿Confías en mi o no? —levanta la barbilla.
Miguel se humedece los labios pensando en toda la conversación anterior y es que quiere. Quiere confiar en él.
—Están en la Tierra —susurra.
—¿Dónde? —se le ensombrece la mirada.
Miguel suelta amor sin poder evitarlo, cerrando los ojos. Él aprieta los ojos con eso. Aguantando y resistiéndose.
—En una cabaña, en el bosque. En Canadá.
La mira unos instantes largos en silencio y finalmente añade:
—Vendrán los nuevos Arcángeles a interrogarte sobre mi —sentencia y luego se da la vuelta para irse.
—¿Y cuál es el plan? —pregunta, tensándose un poco y queriendo preguntar que a dónde va ahora.
—Tú decides —se encoge de hombros
—Lucy… —Miguel traga saliva.
A pesar de todo, se detiene. Miguel se acerca a la reja y toma los barrotes.
—Mira tú... teléfono.
Va a mirarlo mientras camina a la sala de juntas y le va a llegar un link para... un video porno que le... llamó la atención.
¿Y de qué... va?
Ugh… pues seguro son dos personas teniendo sexo un poco salvaje.
Dalquiel lo ve, humedeciéndose los labios, en el pasillo de las salas de juntas, sin sonido.
No creo que sea nada muy… extraordinario De hecho debe ser un video porno bastante… "estándar". De besitos primero, luego toqueteos, sexo oral de ambas partes y luego A en B que fue ALTAMENTE educativo.
Por lo menos ahora ya sabes lo que tiene que pasar. Aun nos preguntamos si ya sabe lo que significa mojar las bragas.
Ah.. eso no. No del todo.
Bueno... ya lo sabrá. Algunos ángeles que pasan se quedan mirando a Dalquiel, que se muerde el labio y sonríe de ladito mientras ve el video en el pasillo.
Cochinote.
Pues... ella.
—¿Vienes a la junta, Dalquiel? —pregunta Leliel al pasar junto a él—. ¿Todo bien?
—Ah, sí, sí —se guarda el teléfono otra vez.
—Venga, han dicho que es urgente...
—Por supuesto... ¿cómo vas con tu nueva asignación?
—He hecho todo lo posible para que los primeros pisos estén ya completamente bendecidos.
—Bien, muchas gracias, estas haciendo un buen trabajo. ¿Crees que funcionara con los Arcángeles?
—No sé cómo puedo hacer una bendición que no permita entrar a los Arcángeles. Pensé en ver si podíamos hacer algo en contra de los que perdieran la virtud.
—Eso suena bien, pero... ¿cómo sabrás si sirve?
—No lo sé, habría que traer a un ángel que haya perdido la virtud.
—Mmmm... hablaremos de esto ahora.
—Vale —Ella le sonríe.
Dalquiel le abre la puerta de la sala galantemente, haciéndole un gesto para que pase. La verdad, de mejor humor después del video, a pesar de la discusión... pensando que quizás podrían quitarle la virtud a Leliel si eso es lo que necesita y que a lo mejor no habría que exterminar a los Arcángeles si no solo hacerlos prisioneros.
¡¿Podrían quienes?!
Pues... él. Y si quiere unirse alguien más...
O sea… ¿qué? ¿Está pensando AHORA en acostarse con otro ángel? Pues no en otro ángel... en pervertir a los nuevo Arcángeles sexualmente.
Uhm... bueno, es una forma como cualquier otra.
Ya. Entonces... ahí van todos a la sala, acomodándose unos y otros muy. ordenadamente y esperando a que Dalquiel hable... que es el único que habla últimamente.
Dalquiel se pone efectivamente frente a todos para ser el que habla. Le miran todos tan calladitos.
—Como sabréis todos... he estado interrogando al demonio.
Todos te han visto ahí miles de horas, así que asienten.
—Y sé que los Arcángeles están organizándose para preparar alguna ofensiva. Así que he estado hablando antes con Abaddón y pensamos que hay que organizar un ataque preventivo.
—¿Una ofensiva de qué tipo? —pregunta Adriel.
—Para que se les quiten las ganas de agredirnos.
—Atacar a los... Arcángeles... —Leliel se persigna—. ¿No es eso como super pecaminoso?
—No, si ellos son los que quieren atacarnos, esto es preventivo.
—¿Y estás seguro de eso? ¿Por qué quieren atacarnos? es horrible.
—Están ardidos porque los hemos echado, sedientos de venganza al tener a los demonios mal influenciándoles.
—Pero saben que no pueden ganarnos.
—Están aliados con el infierno... —comenta Raziel, nerviosa.
—Igualmente nuestro ejército es más poderoso que el suyo —replica Dalquiel—. No todos los demonios van a ayudarles y Belcebú no va a conseguir organizar a todo el infierno por Gabriel.
Abaddón bufa.
—Pero es que atacar primero nunca ha sido el modus operandi del cielo —discute Raziel.
—Podemos... si os vais a sentir mejor, podemos solo hacerlos rehenes. Leliel necesitaba un ángel que estuviera mancillado... —propone Dalquiel.
—Ah, sí —asiente Leliel—. Para confirmar que no puedan entrar.
—No dijiste que tú... —vacila Raziel, mirando a Dalquiel y él la mira sin saber qué piensa decir con eso—. Dijiste que tú ibas a sacrificarte por nosotros, que por eso estabas intentando... entrar a la celda de Lucifer.
—Ohh, eso dijo, sí —asiente Abaddón—. ¿Pero qué iba a hacer de sacrificio? ¿Su propio cuerpo?
La verdad, Dalquiel se sonroja con eso porque no era... o sea, sí era, pero...
—Pues... supongo —Raziel no está segura.
—Oh, qué noble.
—En realidad... el demonio no llegó a hacerme nada gracias a la rápida intervención de todos —asegura.
—¿Así que aún tienes tu virtud? —pregunta Adriel.
—Sí —sonríe Dalquiel.
Abaddón hace un pffff por lo bajini y Dalquiel le mira de reojo.
—A lo mejor tendrías que ir otra vez a intentar entrar en la celda... —vacila Raziel—. P-Porque Leliel... n-necesita...
—Sí, sí deberías —asiente Abaddón.
—No creo que... eso sea necesario —carraspea incomodo igual porque el video que le ha mandado antes... está haciendo efecto en su cerebro.
—¿Te ha dado miedo cuando entraste? ¿Qué te hizo? —repregunta Abaddón.
—Pues claro que me ha dado miedo, ¿tú qué crees? E-Estuvo a punto, pero entraron todos con el ariete...
—¿Y qué te estaba haciendo?
—No queréis saberlo...
—Bueno, en realidad sería bastante revelador —comenta Kushiel, que estaba manteniéndose solo como espectadora.
—Sí, es… tenemos que saber a qué nos enfrentamos —asegura Leliel.
Dalquiel los mira con cara de... really?
—Tal vez sería más fácil esto entre nosotros y no con un demonio —propone.
Parpadeos.
—¿E-Entre...? —empieza Raziel a repetir eso y mira alrededor a todos los presentes—. ¿Pero eso no haría que pecáramos todos?
Todos se miran un poco unos a otros.
—Eso es como… una de esas urgías —asegura Leliel en un susurro y luego se persigna.
—Pero como... es... ¿U-Una urgía? —Raziel esta escandalizada.
—Pues todos ellos entre ellos, ¿no? —sigue Leliel también escandalizada.
—Pero nosotros no somos demonios, es completamente diferente —Dalquiel se encoge de hombros.
—¿Cómo es completamente diferente? —pregunta Abaddón.
—¿Te parece que no es diferente?
—Pues me parece que es bastante parecido.
—¿De verdad? A mí me parece que nada más estar en la misma sala con un ángel o con un demonio es diametralmente opuesto.
—O sea, claro que somos diferentes, pero… vamos, vale, vale… no estaría mal —levanta las manos.
—No será que eres tú el que prefiere a un demonio, ¿no?
—No he dicho eso en mi vida.
—Es lo que parece.
—Solo he dicho que hacer esto entre ángeles es como hacerlo ENTRE demonios, no con demonios.
—Nadie estaba discutiendo sobre lo que hacen los demonios entre ellos.
—Claro que sí ¡Hablaban de una orgia!
—¡Hablaban de encerrarme con un demonio!
—Y tú has dicho lo de los ángeles entre sí.
—En fin, creo que podríamos... centrarnos mejor en la ofensiva antes de estar pensando en sexo.
Ojos en blanco de Abaddón.
—Ambas cosas parecen terribles —asegura Raziel.
—Quizás solo valdría atacarles y volver a la vida de antes —asegura Adriel.
—¿Y que nos invadan los demonios? Parece que todos aquí estáis pensando justamente en el sexo —protesta Dalquiel.
—¡No estamos pensando en sexo! —protesta Leliel.
—Yo he venido aquí de hablar de protegernos a todos y solo oigo que propuestas para encadenarme en la celda de un demonio —nadie ha hablado de cadenas, pero si te va ese rollo...
—Anda ya… encadenarte ahora… —Abaddón levanta las cejas.
—Bueno, no estamos aquí para hacer kinkshaming a nadie —Kushiel sonríe de ladito.
Abaddón levanta las cejas mirando a Kushiel porque … esa frase. Dalquiel también la mira y ella se cruza de brazos, sonriéndoles a ambos.
—Esto no es ningún... Kink —asegura Dalquiel sonrojándose un poco y mirándola fijamente porque qué va a saber un ángel lo que es un kink siquiera. De hecho...
—¿Qué es un Kink? —pregunta Raziel.
—Sí, que es un Kink —pregunta Abaddón.
—No veo porque no... —sigue Kushiel sin hacer caso de Raziel—. A ti a lo mejor no te va a ese rollo, pero seguro Lucifer tiene sueños húmedos con ello. Especialmente pues con Miguel. O sea... todo ese asunto del ejército y la violencia. Un poco en plan dominatrix. "¡Te he dicho que no te corras, MorningStar! ¡Es una ORDEN!" —chilla en tono de mando imitando la voz de Miguel.
Dalquiel se SONROJA con eso. Boca abierta.
Es que Abaddón tiene que hacer un ENORME esfuerzo para no morirse de la risa con la cara de Lucifer.
—Ohh! —abre la boca Leliel tapándosela con una mano porque ¡Lo que ha dicho!
Raziel y los otros ángeles miran a Kushiel un poco con la boca abierta también porque todo eso... No podría ser más Out of Character de ella.
—E-Eso… q-que… —balbucea Adriel.
—¿Sí sabes de lo que hablo? Oh, seguro que lo sabes, mira la cara que pones —sigue Kushiel y le da un codacito a Abaddón—. ¿Tú que dices?
—Que seguro en su cabeza es incluso peor —es que Abaddón está muy concentrado en no reírse.
—Bueno, no esperaras que yo sepa lo que piensa un demonio, claro —Dalquiel susurra y desvía la mirada.
—¿Qué... porque no querría Miguel que... corriera? ¿Te refieres a huir? —pregunta Raziel. Dalquiel aprieta más los ojos con eso.
—Claro, la idea es mantenerlo ahí... retenido. Aguantando sin poder... correr —sigue Kushiel para Raziel, mirando a Dalquiel de reojo.
—¿Tú crees que va a aguantar algo? Yo no creo… ni dos minutos —se burla Abaddón.
—Claro que va a aguantar, Miguel es muy buena para manejar a un demonio, si ella no quiere que corre, seguro no corre —Raziel defiende a Miguel.
Dalquiel facepalm. Abaddón se ríe un poquito.
—Si le amenaza con cortarle… la cabeza.
—Ah, sí, Miguel suele ser así de... frustrante, en eso tienes razón —Kushiel asiente a Raziel.
—No es frustrante, es... su trabajo —Raziel frunce el ceño—. Le cortará la cabeza y cualquier cosa que haga falta.
—Eso quisiera ella… —se burla Abaddón.
Todos. TODOS los que están aquí presentándose como masculinos o que normalmente se presentan como masculinos aprietan las piernas con ese comentario.
—B-Bueno... —vacila Dalquiel finalmente atreviéndose a hablar de nuevo, intentando cambiar de tema.
—Entonces vas a ir con Lucifer por el bien de todos —anuncia Abaddón como si estuviera decidido.
—¿Q-Qué?
—Pues a la celda, ¿no?
—¡No! ¿A-A cuento de qué, ahora?
—Pues eso hemos decidido antes, tú te ofreciste. Puede ir alguien más si quieres…
—Con... ¿Lucifer? ¿Quién se iba a ofrecer?
—Yo —responde Kushiel, sonriendo y... siente la envidia.
—Yo —suelta Abaddón a la vez, porque tiene una cuenta pendiente con Miguel por la foto.
Raziel abre la boca con eso, porque no esperaba que se ofreciera nadie... a lo mejor debería ella ofrecerse también.
En realidad, hay un par de ángeles que también se mueven un poco inquietos en su sitio.
—¿Sí sabéis a lo que os estáis ofreciendo? —protesta Dalquiel. Abaddón se encoge de hombros—. Es LUCIFER. Ninguno de los dos iba a sobrevivir a esto.
—Ni que Lucifer fuera tan impresionante —Ojos en blanco de Kushiel.
Dalquiel frunce el ceño con eso y Abaddón le mira y… le cierra un ojo.
—Tal vez sí deberíais entrar vosotros si no le tenéis ningún miedo a los demonios.
—Pero el que se ha ofrecido eres tú, no vamos a quitarte la fama... —replica Kushiel.
—Además tú eres el comandante del ejército —asegura Abaddón.
—Y vosotros los que no tenéis miedo —replica Dalquiel, frunciendo el ceño.
—¡Eras tú el que quería ir! ¿Ahora no quieres?
—Yo nunca quise. Una cosa es sacrificarme por vosotros y otra es QUERER IR.
—Bueno, te toca el sacrificio… ¿o ahora por alguna razón repentinamente has decidido no hacerlo? Deberíamos ponerlo a votaciones.
—Creo que habrá tiempo para eso después de la ofensiva —ojos en blanco.
—¿Qué vas a hacer en la ofensiva entonces? ¿Capturar a los Arcángeles y traerles? —pregunta Raziel.
—Mientras estén aquí, no estarán conspirando con los demonios.
—¿Cómo los vas a retener? —sigue Abaddón.
—Quizás puedan arrepentirse sinceramente una vez estando aquí —propone Leliel.
—En celdas... o tal vez no hagamos rehenes.
Abaddón le mira fiiijamente y Dalquiel se encoge de hombros porque oootra vez le han sentado mal todas estas burlas.
Venga Lucifeeeeeer... No te enfadeees...
Pues ¡pues!
—Creo que a todos nos da más curiosidad esto de Miguel —valora Abaddón.
—Bueno, yo en realidad si necesito a alguien sin virtud —asegura Leliel.
—Es verdad, esto era para lo de la protección del cielo —asiente Raziel.
Abaddón sonríe y Dalquiel aprieta los ojos.
—Bueno pues, venga.
—Uuuuh —susurra Kushiel y lo que pasa es que Dalquiel les mira a los dos, seguro que algo está pasando con ellos.
Ya, ya… ya.
—Anda, vamos. Podemos hacer una ventana y ver.
—No —sentencia Dalquiel.
—¿Por?
Dalquiel vacila porque... no quiere que vean esto, además. Pero es una celda infernal, cualquier modificación que le hagan todos los demás sabrán también que son demonios. Porque está SEGURO que lo son. Aún no sabe exactamente qué dos idiotas son, pero... que lo son, lo son.
—Bastante humillante y complicado es esto, quisiera que no fuera un espectáculo y acabara convertido en escarnio público —apela a la empatía de los ángeles presentes, mirando a Adriel y Leliel.
—Yo aún no se cómo conseguiste entrar… quizás puedas solo describirnos lo que pase una vez que ocurra.
—El demonio fue el que me permitió entrar, ¡no sé si lo hará de nuevo!
—Pues habrá que probar, ¿no? ¿Necesitas algo? —pregunta Adriel.
Dalquiel suspira dramáticamente. Ojos en blanco de Abaddón.
Kushiel chasquea los dedos discretamente y hace aparecer una caja negra, pequeñita y misteriosa frente a Dalquiel de manera que no se sepa quien la ha invocado.
El chico que no habla la nota, haciendo un par de gestos con las manos.
Dalquiel quiere MATARLOS, porque la caja es negra y van a puto notar todos que hay demonios aquí.
—¿E-Eso es... una... caja del infierno? —pregunta Raziel, porque es que es NEGRA.
—Ehm... será mejor deshacernos de ella —propone Dalquiel.
—Pero ¿cómo ha llegado aquí? —pregunta Raziel.
—¿Hay más demonios en el cielo? —pregunta escandalizada Leliel.
—¿Tal vez Lucifer nos esté escuchando? —pregunta Kushiel, que hasta se gira a mirar alrededor.
Ugh. Por eso en el infierno no podemos tener cosas bonitas. Protesta Dalquiel internamente.
—Tienes que ir ahí y detenerlo, Dalquiel —pide Adriel.
Dalquiel asiente tímida pero solemnemente con eso, yendo a salir.
—¿En serio no vais a abrirla? —protesta Kushiel que sigue sin poder creerse la poca curiosidad de los ángeles. What the fuck?
—Es que... podría ser peligroso —comenta Raziel.
—No podría, SEGURO es peligroso —responde Dalquiel.
—Mejor que la abramos cuando haya muchos ángeles que cuando solo estés tú —asiente Abaddón que… tiene mucha curiosidad.
Dalquiel mira a Abaddón. Mira la caja. La toma de un ladito y la empuja hasta ponérsela enfrente.
Abaddón si la abre así, pum, de golpe.
La verdad, Kushiel chasquea los dedos otra vez a escondidas y... antes había condones, ahora hay un dildo del tamaño de Gabriel.
¿De… Gabriel?
Pues... todos le recordareis en sus pantalones de correr grises.
—¿Qué es... esa... cosa? —pregunta Raziel.
—Un… ugh. ¿Para qué es esto? —protesta Abaddon, cerrando la caja.
—¿Qué... era? —Kushiel sonríe de ladito—. No lo escondas, sácalo —añade.
—Algo raro, seguramente lo puso aquí Lucifer para alguien.
—Bueno, ya basta de tonterías —sentencia Dalquiel y todos le miran—. Esto es absurdo, voy a matarle y se acabó.
—¿A Miguel?
—A Lucifer.
—Pues tendrás que matar a Miguel pera eso, ¿no? ¿O usaras agua bendita? —pregunta Leliel.
—Ya le haremos un cuerpo nuevo a ella.
—Eso… también lo queremos ver —suelta Abaddón.
—Bien por ti, tener aspiraciones es importante. Que se te cumplan es otro asunto.
"No peleemos" pide Dumah con un letrero.
Abaddón le mira, porque esa respuesta parece mucho menos políticamente correcta de lo que debería ser para estar hablando con un ángel.
¡Como si las que habéis estado dando vosotros fueran mucho mejores!
Por supuesto. Más bien lo que Abaddón supone es que… ahora sí debe haberse dado cuenta.
Eso sí. Bueno, se va para la puerta porque está harto de todo el mundo.
Ahí se le va Abaddón detrás. La verdad es que Leliel, Dumah y Adriel se levantan también, un poco asustados. Seguidos del resto de los presentes.
De hecho, Dalquiel los mira de reojo y le hace un gesto a Leliel para que se acerque a hablar con él ella sola.
Ay, sí, "Leliel, Leliel" Ahí va ella detrás de él, por supuesto, solícitamente.
Dalquiel intenta separarse un poco del resto del grupo y se acerca a ella para susurrarle...
—Abaddón y Kushiel están raros, quizás deberíais llevarlos a sanación. No me fío de que no les haya pasado algo raro.
—¿Qué crees que tengan? Sus Alas son blancas... no pueden estar invadidos por un demonio ¿o sí?
—No lo sé. A lo mejor es el estrés. Solo para asegurarnos.
—Vale, vale. ¿Tú qué harás?
—Intentaré descorporizarle y contenerle. Aunque me da miedo que escape y se meta dentro de alguien más.
—No se puede salir de la celda si está bien sellada. Alguien debería sellarla por fuera, pero es IMPOSIBLE que se salga de ahí siendo un demonio.
—No quisiera arriesgarme con sus malas mañas.
—Algo habrá que hacer. Lo que creo que va a pasar es que se te va a meter a ti.
—Yo... llevaré mi protección en la boca.
—Vale. Que Dios te proteja.
La pequeña muequita como media sonrisa y asiente.
Ahí se va Leliel por los otros dos.
