- Capítulo 6 -
Desafiando Obstáculos
El edificio donde se encontraba el Reloj de Arena del Dragón era grande y se podía observar desde lejos en la ciudad. Me recordaba a las iglesias de mi mundo, aquellas que veneraban al Creador, con sus ventanas de colores y su característica arquitectura de templo. La presencia de monjas en los alrededores no ayudaba a distinguir el lugar de una simple iglesia.
Cuando nos acercamos a la entrada, una de estas monjas nos recibió. Miró a Naofumi y luego a mí, y al hacerlo, su rostro se arrugó con asco. Luego, volvió su mirada hacia Naofumi.
Otra idiota que no sabe diferenciar un monstruo de un semihumano... ¿Para qué me molesto? Es una mortal, está en su sangre ser así.
La monja sonrió y en un tono suave, habló:
—¿Qué se le ofrece, Señor?
—Ve... Venimos a ver el tiempo para la ola.
Estaba nervioso, lo entendía, y aún más cuando la monja pareció fruncir el ceño. ¿Nos descubrieron tan pronto?
—Ya veo... ¿Puede decirme su nombre?
Y ahí es cuando yo entro en acción.
Antes de que Naofumi pudiera responder, incluso antes de que toda la conversación hubiera comenzado, creé dos manos espectrales y las coloqué a los lados de la cabeza de la monja. Iba a manipularla, o más bien, manipular su mente, era un conjuro sencillo que había dominado hace siglos, pero dependiendo del poder mágico del oponente y su resistencia mental, el conjuro podía fallar.
En este caso, si fallaba, no pasaría nada importante. La monja solo sentiría un leve dolor de cabeza y ya está. Había muchas razones por las cuales podría no funcionar. La primera sería que era magia de otro mundo. La segunda, sus niveles. La tercera, su equipamiento anti-control mental, si es que existía. Y la cuarta, su resistencia mental.
Si la monja no poseía nada de esto o era demasiado débil para resistir mi conjuro, entonces sería controlada con éxito.
La vida se basa en prueba y error, ¿no?
—¿Y bien? ¿Me dirá su nombre?
Naofumi me miró de reojo, su piel lucía un tanto sudorosa, y su mirada nerviosa.
—Si, yo me llamo...
Las manos se presionaron contra la cabeza de la monja y sin provocarle daño alguno comenzaron a aplicar el conjuro. Y para mi sorpresa, el efecto fue instantáneo. Ahora no solo teníamos a una monja bajo control, sino que también obtuvimos acceso libre al interior del edificio.
Con una sonrisa plana y unos ojos desprovistos de voluntad, la monja se dio media vuelta y extendió su mano hacia nosotros.
—Por favor, síganme, señor, señora.
Ambos caminamos detrás de la monja, y mientras lo hacíamos yo le sonreía a Naofumi.
—Te lo dije, soy muy poderosa.
Él solo rio un poco por lo bajo.
—Solo espero que no utilices eso en mí.
—Si lo hiciera, tendría que desperdiciar más magia, así que no te preocupes por tonterías.
—... Bien.
Continuamos el trayecto hasta alcanzar nuestro destino, y al llegar, quedamos sorprendidos por la imponente presencia del colosal Reloj de Arena del Dragón. Con una altura cercana a los siete metros, estaba adornado con intrincadas decoraciones que parecían irradiar un aura sagrada. En su interior, la arena carmesí caía sin cesar, marcando cada segundo que transcurría.
Era un espectáculo hermoso. Sin embargo, mi admiración no duró mucho, ya que frente a nosotros se encontraba un numeroso grupo de mortales, todos ellos aventureros. Entre los cuales, tres se destacaban de manera evidente, uno portaba un arco, otro una espada y el último llevaba consigo una lanza.
Las tres armas tenían algo en común entre sí, y era esa pequeña gema que traían incrustadas en su interior, visible solo para aquellos que se fijaran en ellas. La única distinción radicaba en los colores de las gemas. La del arco era amarilla, la de la espada azul y la de la lanza roja.
Yo sabía quiénes eran estos mortales, Naofumi me lo había dicho. Eran tres de los cuatro Héroes Sagrados, aquellos que habían sido convocados a este mundo para salvarlo de las Olas de la Calamidad.
Si bien Naofumi creía que eran un poco idiotas y pensaban que este mundo era solo ficción, un videojuego, no parecían tan malos. Él no tendría problemas en contarles sobre su situación.
Al menos, eso es lo que haría, si no fuera por esa mortal que estaba con ellos. Sí, Zorra se encontraba en el grupo, en el del Héroe de la Lanza para ser más precisos. Y ambos estaban muy cercanos, demasiado diría yo.
Mierda.
Miré a Naofumi y él también me miró, habíamos pensado lo mismo. Estaba muy claro que Zorra ya había seducido a uno de ellos, el portador de la lanza, y lo había manipulado para que creyera en sus mentiras, al igual que hizo con todo el reino.
Debíamos irnos de aquí rápido, pero antes teníamos asegurarnos de registrar la fecha de la próxima ola.
Justo cuando tratábamos de pasar desapercibidos, un pequeño sonido, similar al silbido de las aves, pero más agudo y molesto, emanó del escudo. Al mismo tiempo, un rayo de luz verde surgió de la gema y golpeó otra gema que se encontraba en el centro del Reloj de Arena del Dragón.
No está demás decir que ahora todos nos estaban viendo, en especial los tres Héroes.
Me acerqué a Naofumi y le susurré en voz baja:
—Tenemos que irnos, ahora.
Sin discutirlo ni por un segundo, dimos la vuelta con rapidez y nos dirigimos hacia la salida de la abarrotada sala. Sin embargo, un estruendoso grito nos detuvo en seco.
—¡¿Eres tú, Naofumi?! ¡Bastardo, al fin te dignaste a mostrar tu asquerosa cara!
—Naofumi, ¿no es ese el nombre del Héroe del Escudo?
—¡¿Es el Héroe del Escudo?!
Tanto los aventureros de los tres grupos, las monjas en los alrededores, y algunos caballeros estacionados a los lados de la gran habitación, todos empezaron a entrar en estado de alerta. Y solo por la mención de un nombre.
Di otra mirada a Naofumi, su expresión aún no era del todo nerviosa. Y aunque esto no estaba dentro de nuestros planes, podríamos adaptarnos. Solo necesitábamos hacer una cosa.
—¡Debemos correr!
—¡Caballeros, bloqueen la salida! ¡El Héroe del Escudo debe enfrentar sus crímenes ante la Corona!
Si bien nosotros poseíamos varios niveles y estadísticas elevadas, los caballeros no se quedaban atrás. En el momento en que recibieron las órdenes, cada uno de ellos corrió hacia la entrada y la bloquearon. Más que caballeros, parecían un muro inamovible e impenetrable.
¿Deberíamos atacarlos o seguir el plan?
—¡Umbroxia, detente!
Justo como lo gritó Naofumi, me detuve a su lado. Y mientras que por una parte se encontraban los Héroes, por la otra estaban los caballeros.
Podría decirse que nos encontrábamos entre la espada y la pared, nunca mejor dicho.
—¡Naofumi!
Una lanza se dirigió hacia nosotros, pero la rápida reacción de Naofumi le permitió bloquearla con su escudo. Aunque logró mantenerse de pie en su lugar, pude notar que hacía una mueca de dolor.
—Motoyasu.
—¡No tienes permitido decir mi nombre, Maldito Violador!
Ante la mención de ese "apodo", la ira se reflejó en la expresión de Naofumi.
—Como si yo fuera a hacerle algo así a una mujer, mucho menos a esa repugnante mortal. ¡No sé cómo puedes siquiera respirar el mismo aire que ella!
—¿Cómo la llamaste? ¡Incluso después de lo que hiciste! ¿Te atreves a insultar a la pobre Myne? ¡Me das asco!
El portador de la lanza activó una de sus habilidades especiales. Antes de que Naofumi pudiera siquiera reaccionar para defenderse, fue golpeado por el arma y lanzado hacia atrás, hacia donde estaban los caballeros.
—¡No! ¡Déjalo!
Cuando presencié cómo todos los caballeros se unieron para contener a Naofumi, una oleada de odio se apoderó de mí y mi sed de sangre se intensificó.
Estaba lista para atacar a la criatura inferior que se atrevió a lastimar a Mi Naofumi, pero de repente escuché su voz. Él me estaba hablando.
—¡No, Umbroxia! ¡Sigue el plan!
¿Seguir el plan...? ¿Debería hacerlo? ¿Aun cuando te han hecho tanto daño? ¡No! Naofumi tiene razón. Si actúo de manera irracional, arruinaré todo. ¡Debo controlarme!
El resto de Héroes y aventureros se acercaron a nosotros. Algunos me miraron con desprecio, otros ni siquiera me dirigieron la mirada. Basura, todos los mortales de este mundo son basura. En cuanto a los Héroes, se concentraron solo en Naofumi. Todos, excepto uno.
—¿Estás bien, Pequeña? Eres del grupo de Naofumi, ¿verdad? ¿Te hizo daño?
La estúpida expresión compasiva del Héroe de la Lanza me causaba repulsión. Sentía la lujuria en sus ojos, cómo me desvestía con la mirada. Era repugnante.
—Tranquila, ahora estás a salvo. Yo soy el Héroe de la Lanza, y no soy como ese tipo. No violo a mis compañeras de equipo. Así que puedes sentirte segura a mi lado, ¿de acuerdo?
Cuando no podía sentir más que repulsión hacia este mortal, él hizo algo que me molestó, algo que me enfureció. Me tocó el hombro. ¡Esta basura mortal se atrevió a manchar mi piel perfecta con su repulsiva esencia!
Debo matarlo.
Pero Naofumi dijo... No, está bien, no lo mataré. Solo haré que desee estar muerto.
¡Si! ¡Lo romperé! ¡Destruiré su espíritu! ¡Es perfecto!
Mis garras crecieron, mis colmillos se afilaron, mis alas y mi cola se movieron en un frenético baile, y luego, comenzó el canto susurrante. Un cántico que no sería escuchado por nadie más, excepto por mí.
—Yo soy la Bruja Umbroxia y la fuente de todo poder. Te ordeno que escuches y obedezcas mis palabras. Córtalo con la sombra. Sombra Cortante Faust.
Al terminar el hechizo, una sombra brumosa se arremolinó en mi mano y la transformó en una poderosa garra. Sí... Ahora esta escoria sentirá el verdadero dolor.
Por un instante, dirigí mi mirada hacia Naofumi y noté cómo su rostro palideció de un momento a otro. No sé qué fue lo que provocó esa reacción. Pero cuando me vio a mí y se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer, comenzó a gritar con desesperación.
—¡Motoyasu, no la toques! ¡Suéltala o será demasiado tarde!
La estúpida sonrisa del mortal de la lanza no desapareció, solo se transformó en una burlona.
—¿Y ahora qué estás diciendo? ¿Acaso te molesta que la toque porque querías violarla? ¡¿Deseabas hacerle lo mismo que a Myne?!
—¡No! ¡No lo entiendes! ¡Ella...! ¡Ella!
—¿Ella qué, Violador?
En el último segundo, cuando mi garra ya estaba a punto de alcanzar al mortal, Naofumi exclamó:
—¡Ella va a matarte!
—¿Qué...?
Fue en ese preciso instante cuando el rojo lo envolvió todo: mi mano, mi rostro, mi hermoso vestido, el brillante suelo y el cuerpo del mortal.
La gran habitación quedó sumida en un silencio sepulcral, y el único sonido que se podía escuchar eran los gritos de dolor del miserable mortal. Había tanta sangre, era un espectáculo macabro pero fascinante.
Sin embargo, la atención no la teníamos solo nosotros dos, no, no, no. Algo más era lo que de forma inevitable atraía las miradas de todos los presentes. Era un brazo, para ser más específico, el brazo izquierdo del Mortal de la Lanza, cortado y yaciendo tirado en el suelo a unos metros de su dueño original.
La vista era sin duda magnífica, y se volvía aún más impactante con los gritos constantes y las lágrimas en sus ojos. No pude contenerme más y comencé a reír.
—¡Ustedes, los mortales, son tan patéticos! En serio, siempre se ponen tan dramáticos cuando les corto una extremidad.
Caminé hacia el brazo ensangrentado y lo tomé con una mano, haciendo gestos burlones con él.
—¡Ay, no! ¡¿Dónde está mi dueño?! ¡Alguien, por favor, ayúdeme!
Continué riéndome, aprovechando que la mayoría todavía estaban conmocionados, aunque algunos observaban con una sed mórbida en sus ojos. Los mortales, nunca cambian.
Luego, dirigí mi mirada al "pobre Héroe", aun luciendo patético. Era tan divertido verlo en ese estado. Decidí acercarme a él, deseando disfrutar más de su miseria.
—Ya que tanto extrañas tu brazo, te lo devuelvo.
Con evidente burla, lancé el brazo a su rostro, pero él no hizo nada para atraparlo. Permaneció allí, viéndose muy traumatizado.
En serio, que patético es.
Me acerqué al mortal y, con mi mano, lo obligué a mirarme hacia arriba. Debía hacerle entender quién era superior y quién era un simple insecto.
Nuestras miradas se encontraron. Por un lado, estaban mis ojos, firmes y amenazantes, y por el otro, los suyos, temerosos, con lágrimas y enrojecidos por el llanto. Aunque sus pupilas también eran rojas, por lo que se podría decir que ese estado le quedaba bien.
—¿Sabes por qué te sucedió esto? Primero, porque le hiciste daño a alguien que me importa, alguien por quien destruiría este mundo si fuera necesario. Y segundo...
Odio, sed de sangre, toda la negatividad que pude reunir en este pequeño cuerpo fue expresada en esta sola frase.
—¡Porque odio que me toquen, ¿oíste, Mortal?!
Al terminar, solté su repulsivo rostro y lo pateé con fuerza, logrando así que su cuerpo impactara contra el Reloj de Arena del Dragón. Y a pesar de ese poderoso golpe, el reloj permaneció imperturbable, sin mostrar ningún signo de daño.
Veo que esa cosa es resistente. Cada vez me interesa más conocer el pasado de este mundo.
Justo en ese momento, aquellos que aún estaban procesando lo sucedido recuperaron sus sentidos y, como si nada más les importara, corrieron hacia el herido Héroe de la Lanza.
—¡Traigan a los curanderos! ¡De inmediato!
—¡Héroe de la Lanza! ¡Por favor resista!
—¡Motoyasu-sama!
¿"Sama"? ¿Será eso parte del lenguaje de este país? Pero nunca he escuchado algo similar, y en los libros tampoco decía nada. Tal vez debería preguntarle a Naofumi más tarde.)
Aunque casi todos los presentes estaban concentrados en el ahora inconsciente Héroe de la Lanza, Motoyasu Kitamura, hubo otros como los caballeros que retenían a Naofumi, Ren Amaki, el Héroe de la Espada, y Itsuki Kawasumi, el Héroe del Arco, y el propio Naofumi, que me miraban con los ojos muy abiertos y llenos de terror. Excepto mi querido Naofumi, ya que él solo me veía a los ojos y hacia esa mueca suya.
Y cuando creíamos que el silencio que nos rodeaba duraría para siempre, la misma monja que había manipulado llegó al lugar y gritó desde detrás del muro de caballeros.
—¡¿Qué está pasando aquí?!
Uno de los caballeros decidió responder a su pregunta.
—Hermana, necesitamos que traigan refuerzos, el Héroe del Escudo y su monstruosa mascota semihumana hirieron de gravedad al Héroe de la Lanza. Tenemos controlado al Escudo, pero el monstruo...
El mortal me dirigió una mirada aterrada, a lo que yo formé la sonrisa más sádica posible, mientras le hacía señas con mi mano de "Ven a mí, te estoy esperando".
Con temor en su voz, el mortal tragó saliva y volvió a dirigirse a la monja.
—... La bestia sigue suelta, y tal vez sea un problema.
—¡¿No están el Héroe de la Espada y el Héroe del Arco con ustedes?! ¡¿Y qué pasa con sus grupos?!
—Ellos... No parecen muy dispuestos a hacer algo, y el resto de aventureros están salvándole la vida al Héroe de la Lanza.
—¡¿Qué?! ¡Qué tanto fue el daño?!
—Un brazo... La bestia le cortó el brazo entero.
Desde mi posición no pude ver bien la reacción de la monja, pero estaba segura que su piel se había vuelto pálida del terror. ¡Como quisiera ver eso ahora mismo! Pero tengo asuntos más urgentes.
Dos Héroes estaban discutiendo qué hacer conmigo.
—Ren, ¿viste lo que hizo? ¡Está loca! ¡Hay que detenerla ahora!
—... Es una niña, Itsuki. Y aún si es un NPC, ella sigue siendo eso... una niña. Yo... no puedo.
El enojo comenzó a subir al rostro del tal Itsuki, porque sus dientes se apretaron al igual que sus puños, y su rostro se volvió un poco rojo.
—¡Casi mata a Motoyasu! Mira, no sé qué rayos es lo que le hizo Naofumi, ¡pero está claro que esta "niña" ya no tiene salvación! ¡Y lo estoy diciendo yo! ¡Si no mira su cara, se puede ver desde lejos que está disfrutando todo esto!
—Pero... No... Yo...
—¡Ren! ¡Reacciona de una vez!
El Héroe sacudió a su compañero invocado, intentaba que se pusiera de su lado, pero el débil mortal se encontraba tan indeciso que no podía ni hablar. Que divertido, ver a dos patéticos mortales discutir por mi culpa es tan entretenido.
Ahora bien, ¿cuándo seguiremos con la siguiente fase del plan? No falta muy poco por lo que veo.
—¡Ren! ¡Vamos! ¡Di algo!
No importaba cuantas veces lo sacudiera y le gritara, el mortal seguía sin dar una respuesta. Y eso hizo que el otro mortal llegara a su límite.
—¡Bien! Si tú no vas a hacer nada, entonces yo lo haré.
Levantó su arco contra mí, estiró la cuerda, y se preparó para disparar. Yo solo me quedé ahí, con los brazos abiertos de par en par y con una gran e "inocente" sonrisa de niña pequeña esperé el ataque. Esto solo hizo que el mortal mirara hacia otro lado.
Y antes de soltar la poderosa flecha, me otorgó unas "últimas palabras".
—Lo siento, Pequeña. Lamento por todo lo que te hizo pasar ese monstruo de Naofumi, y también, perdóname por esto.
En el instante en el que la flecha iba a ser soltada y, por ende, disparada hacia mí, un grito de furia resonó en todo el lugar. Era el tal Ren, quien con su espada golpeó el arco de Itsuki, evitando así que se llevara a cabo el ataque y haciendo que el Héroe del Arco cayera al suelo en el proceso.
No necesitaba la ayuda, iba a esquivarlo al transformarme en mi versión cría. Y si de alguna manera me hubiera alcanzado, bueno, solo tendría que curarme con mi magia. Pero está bien, supongo.
—¡Ren, ¿qué estás haciendo?!
—¡No voy a permitir que le hagas daño, es solo una niña, Itsuki! ¡NPC o no esto está mal! ¡Así que aléjate de ella!
—¡¿Te has vuelto loco?! ¡¿En serio quieres pelear aquí, de entre todos los lugares?!
—¡Lo haré si no te detienes!
Wow, este tipo en serio es un Héroe, y parece que Naofumi piensa lo mismo, porque su expresión refleja la misma sorpresa que la mía.
La batalla se intensificó, y mientras estos idiotas se peleaban entre sí por mí, los otros mortales todavía intentaban hacer que el tal Motoyasu recuperara su brazo. Debo destacar que estaban haciendo un trabajo decente, parece que los curanderos de allí al menos sabían algo sobre el tema. A diferencia de mí, por supuesto, ya que soy toda una experta en la curación.
Un brazo cortado no representa ningún problema para mí, mucho menos cuando estoy en mi máximo poder mágico.
Creo que ya debería ser momento de que alguien haga algo, digo, antes de que esos dos se maten el uno al otro.
Y, como respuesta a mis "plegarias", otro grupo de caballeros apareció desde la gran puerta. Los caballeros que sostenían a Naofumi se apartaron al notar su llegada, pero nunca alejaron sus manos de él en ningún momento. Pude ver cómo su expresión se volvía incómoda debido a la situación.
Una poderosa voz volvió a resonar por toda la habitación, pero esta vez no fue Ren, sino un anciano bien vestido y con corona. Ah, ya sé quién es este mortal. Es el Rey Idiota.
Todos dirigieron su mirada hacia el recién llegado, incluyendo a los Héroes, excepto el de la Lanza, por supuesto. Ese tipo estaría a oscuras por un buen tiempo.
—¡¿Qué demonios es lo que está pasando aquí?!
El primero en hablar fue Itsuki, quién nos apuntó a Naofumi y a mí.
—¡Su Majestad! Hemos capturado a Naofumi, el Héroe del Escudo, ¡y a su demente compañera! ¡Fue ella quien le cortó el brazo a Motoyasu y lo dejó inconsciente!
Al principio, el Rey Idiota mostró alegría por la captura de Naofumi, pero su expresión comenzó a cambiar a medida que Itsuki hablaba. Su rostro se transformó en una mueca de ira, con el ceño fruncido y los puños apretados, revelando la furia que sentía.
Que patética criatura.
Cuando dirigió su vista hacia mí y me observó por completo, pude sentir el profundo desprecio que me tenía. ¿Y qué esperaba? Él era el líder de un país lleno de idiotas especistas. No es que yo fuera diferente, después de todo, siento odio hacia los mortales en su totalidad, sin importar sus formas o tamaños.
—¡Itsuki-dono, Ren-dono, no entiendo por qué están peleando, pero ordeno que se detengan! En cuanto a Motoyasu-dono, quiero que lo lleven de inmediato con los curanderos. Respecto al Escudo y su asqueroso semihumano, serán llevados a juicio por sus crímenes. ¡Es una orden!
—¡Si, Rey Aultcray!
Los caballeros que habían venido con el mortal se me acercaron, y levantaron sus espadas, estaban listos para matarme de ser necesario. Yo, como habíamos acordado con Naofumi, solo levanté mis brazos en señal de rendición.
—Me rindo, mortales, pueden llevarme. Lo mismo pasa con mi compañero de ahí.
Ellos miraron a Naofumi, quien, aunque seguía retenido, se las arregló para levantar los brazos y dar una pequeña sonrisa.
—¡Será mejor que te quedes quieta, semihumana, o tendré que cortar tu cabeza!
—Solo prosigue y no me hagas perder el tiempo, Mortal.
Mi mirada llena de odio no solo asustó al caballero, sino también al resto de sus compañeros. Estos por mero instinto habían retrocedido un paso, pero se recompusieron al instante.
—¡Cier...! ¡Cierra tu sucia boca, Semihumana!
Y con eso dicho, me tomaron de las manos y me arrastraron hacia la entrada de la habitación, a mi lado estaba Naofumi. Su mirada era seria.
—Umbroxia.
—Lo sé...
Hoy iba a ser un largo día.
Nos arrastraron por la calle, los caballeros, los dos Héroes, sus respectivos grupos y el Rey Idiota, todos nos seguían desde atrás. En poco tiempo, llegamos a la entrada del castillo y luego a la sala del trono.
Mientras a nosotros dos nos obligaban a arrodillarnos en el suelo, los Héroes y sus grupos se quedaban a los costados de la habitación. Los caballeros rodeaban todo el lugar, y el rey, sentado en su ridículo trono, nos observaba desde lo alto con desprecio y superioridad.
El deseo de matarlo creció en mi mente.
—Ahora procederemos a dictaminar los cargos contra el Héroe del Escudo y su mascota semihumana.
¿En serio? ¿Mascota? Este mortal ni siquiera intenta ocultar su odio hacia los semihumanos. Si va a sentenciar a alguien, al menos debería hacerlo de manera profesional.
Suspiré en mi interior.
¿Qué se puede esperar de un rey tan inepto como este?
—Héroe del Escudo, se te acusa de agredir de manera sexual a tu compañera de equipo, Myne Sophia. No importa que seas un Héroe, este acto bárbaro en mi reino será castigado con la muerte. Lo mismo se aplica a tu mascota, quien atacó a uno de los Héroes y casi le arrebata la vida.
Con una mano en la barbilla y la otra apoyada en el trono, el rey continuó pronunciando su sentencia. Una sonrisa se extendía en su rostro, creciendo cada vez más. Se veía hambriento de sangre.
No es que la vaya a tener de todas formas.
—Sin embargo, como gobernante piadoso, en lugar de imponer castigos aún más severos y traumáticos, he decidido que la pena de muerte es lo más apropiado. Considera esto como un acto de misericordia, Escudo.
Varias voces comenzaron a murmurar a nuestro alrededor, la mayoría provenientes de los aventureros y los caballeros presentes. El Héroe de la Espada y el Arco permanecieron en silencio, observándonos. Uno de ellos mostraba sorpresa en sus ojos, mientras que el otro mantenía una expresión firme y una sonrisa, como si estuviera diciendo, "¡Se hizo justicia!".
Pero en contra de todas las expectativas, Naofumi no estaba gritando de rabia, llorando o suplicando. Más bien, no podía contener la risa. Esto molestó al rey y confundió a todos los presentes.
—¿Qué es tan divertido?
Las risas no cesaban, parecía como si hubiera perdido la cordura, al menos eso es lo que pensarían los ingenuos mortales con sus limitadas mentes. Sin embargo, Naofumi podía ser muchas cosas, pero nunca un lunático.
—¡Responde a mi pregunta, Escudo!
Cuando por fin pudo calmarse, Naofumi levantó la mirada hacia el rey, su sonrisa burlona aún no desaparecía de su rostro, de hecho, parecía haberse ensanchado aún más.
—Dime, Majestad, ¿serás capaz de cumplir tu palabra? ¿En verdad estás dispuesto a matarme?
—¿Crees que no lo haré solo porque eres un Héroe? ¡Ya te lo dije, eso no me importa en lo más mínimo!
—Está bien, entonces devuélveme a casa. Si mi presencia te molesta tanto, entonces solo haz eso. No es necesario que un rey se ensucie las manos con la impura sangre de alguien como yo, ¿verdad?
Ante sus palabras, el rey solo se cruzó de brazos y frunció el ceño.
—No dudes de que lo haría, de hecho, desearía hacerlo, pero las Olas de la Calamidad no lo permitirán. Solo se pueden invocar nuevos Héroes una vez que los cuatro originales hayan muerto. Eso es lo que indican las investigaciones.
Oh, eso sí que es interesante. Tal vez por eso no podía abrir el portal a mi mundo, porque las olas estaban interfiriendo al ver que también quería llevarme a Naofumi. Por supuesto, podría hacer otro experimento, pero requeriría más de mi magia y si fallo, sería una molestia.
Los otros Héroes comenzaron a protestar por esto, ¿acaso tampoco lo sabían? Bueno, ver sus rostros retorcerse por la ira es un espectáculo agradable.
Entonces, Naofumi, con una sonrisa aún más burlona, habló:
—Así qué, si quieres matarme. Pero no puedes, ¿verdad? Y no es solo por las Olas, sino por esa otra "cosa".
—¿Qué estás diciendo, Escudo?
—¡Oh, vamos! No te hagas el ignorante ahora, Majestad. Tú sabes de que hablo.
Una pequeña gota de sudor cayó desde la frente del mortal, nadie pareció notarlo, excepto nosotros dos, y eso fue suficiente para que Naofumi jugara su carta maestra.
—Si me ejecutas, desatarás una guerra. Tu país arderá y todos tus ciudadanos, incluida tu repugnante familia, todos morirán.
—¡Suficiente!
Las lanzas de los caballeros se acercaron al cuello de Naofumi, pero estas no pudieron sobrepasar sus fuertes defensas.
El primero en expresar sus dudas fue el Héroe de la Espada.
—... Rey, ¿usted sabe a qué se refiere Naofumi?
—Yo también quisiera saberlo, Su Majestad.
El mortal tenía una expresión un tanto patética y nerviosa en el rostro, como si no quisiera revelar este "secreto" a los Héroes. Algo sin importancia, pero que para Naofumi era crucial en este "juicio", al menos si queríamos salir victoriosos.
Cuando el rey no habló, Naofumi decidió tomar la palabra, siempre con ese tono de burla presente.
—¿Ah? ¿Acaso no estaban enterados? Ustedes que presumían de sus conocimientos, ¿no sabían que el país enemigo de Melromarc, Siltvelt, considera al Héroe del Escudo como su Dios?
» Por el contrario, Melromarc piensa en el Arco, la Espada y la Lanza como sus Dioses, mientras que el Escudo es considerado un Demonio. ¿En serio no tenían idea? No puedo creerlo.
Eso era algo que Naofumi había descubierto después de hablar con el mortal Tollynemilla. Al parecer, uno de los antiguos Héroes del Escudo fundó Siltvelt y ahora es considerado un Dios allí. Por lo tanto, es obvio que al enterarse de la situación de Naofumi en Melromarc, ellos querrían venganza y se involucrarían en una guerra inútil con este país.
Las expresiones de Itsuki y Ren eran de sorpresa pura.
—... Maldito Escudo. ¿Cuándo te enteraste de todo eso?
—¡Oh! No, eso no es todo. Ren, Itsuki. Tal vez me equivoque, pero ¿no hay Relojes de Arena en otros países?
Ambos, confundidos por la pregunta, asintieron al mismo tiempo.
—Como también lo hay Olas, ¿verdad?
—Si, ¿y?
—¿Es qué no lo entiendes, Itsuki? ¿No ves como esta Basura nos invocó a todos aquí, a Melromarc? ¿Qué pasará con los demás países? ¿Quién los protegerá de las terribles Olas? ¡Nadie! ¡Y todo porque esta escoria fue egoísta y se apropió del poder de los Héroes para sí mismo!
—¡Silencien a este demonio!
Los caballeros intentaron amordazar a Naofumi, pero él se resistió con facilidad, ya que nuestros niveles eran superiores a los suyos. Esto era muy diferente a los caballeros que estaban custodiando el Reloj de Arena del Dragón. ¿Por qué mortales tan débiles estarían protegiendo a su rey en lugar de aquellos con niveles más altos? ¿Será que solo son estúpidos?
—¡Así que decídete, Majestad! ¡Ejecútanos a ambos y deja que la furia de tu más grande enemigo caiga sobre todos ustedes! Si lo haces, entonces todos en esta sala sabremos qué tipo de Rey eres.
» Uno tan egoísta y estúpido, que fue manipulado por su despiadada hija, Myne, o, mejor dicho, Malty S. Melromarc, ¡la princesa de Melromarc!
La revelación sobre Zorra no pasó desapercibida para los Héroes, ni tampoco lo que Naofumi dijo de la invocación y los demás países. Sin embargo, en ese momento, eso no parecía importarles demasiado, ya que estaban a la espera de la respuesta del Rey. Su decisión determinaría la futura relación de ambos Héroes con el país y su gente.
Política, qué aburrida.
—¡Ya basta, Escudo! Tú... ganas... por ahora. ¡Pero, a cambio no podrás salir de este país, serás juzgado por las personas debido a tus crímenes y los de tu mascota semihumana! ¡Ese será tu castigo, así que intenta sobrevivir por tu cuenta y sirve de algo cuando lleguen las Olas!
Unas nuevas risas brotaron de la boca de Naofumi.
—¿Qué crees que he estado haciendo todo este tiempo? En cuanto a quedarme en este país, bueno, veremos cuánto dura eso.
—Maldito Escudo... ¡Llévenselos de mi vista, no quiero ver a estas escorias nunca más!
Mientras éramos arrastrados, las risas de Naofumi resonaban en toda la habitación, hasta que al final nos empujaron fuera del castillo. Naofumi continuaba riéndose.
—¡Umbroxia, ¿viste su cara?! ¡Basura estaba furioso! ¡Casi creí que sus ojos saldrían de sus órbitas por la rabia!
—¡Sí, apenas pude contenerme! ¡En serio, ese tipo es un completo idiota!
Las risas de Naofumi me contagiaron y pronto ambos estábamos riendo a carcajadas frente a las puertas del castillo, mientras varios mortales nos observaban. Era un espectáculo memorable.
Cuando por fin pudimos controlar nuestras risas, nos levantamos y nos miramos el uno al otro.
—Cre... creo que sería mejor que nos vayamos, aún tenemos algunas compras pendientes. Y antes que eso, debemos recuperar el carruaje y luego asegurarnos de decirle a Erhard que estamos bien.
—Si... Hagamos eso.
Durante nuestra caminata, notamos que varios mortales nos miraban y murmuraban entre ellos. Que estupidez, si querían decir algo que lo hagan.
Luego de regresar al centro de la ciudad, nos dirigimos hacia el lugar donde habíamos dejado nuestro carruaje. Sin embargo, para nuestra sorpresa, encontramos a varios caballeros y monjas hurgando entre nuestras cosas. Ante esta situación, actuamos de la manera que cualquiera en nuestro lugar haría.
Pateamos a los caballeros hasta noquearlos, y espantamos a las débiles monjas. Sin pronunciar palabra alguna, nos alejamos de ese maldito sitio.
Después de visitar la tienda de Erhard y que él comprobara que seguíamos con vida, nos pidió que tuviéramos más cuidado de ahora en adelante. Naofumi agradeció su preocupación y nos dirigimos a completar nuestras compras pendientes.
Primero, fuimos a la tienda del boticario. Después de curar a esa interesante anciana, Naofumi se dio cuenta de que sus medicinas ya no eran suficientes. Necesitaba mejorar su calidad y no podía depender solo de mi magia. Por supuesto, estuve de acuerdo con él.
El motivo principal por el cual decidí curar a esa pareja de ancianos fue debido al acuerdo que establecimos las dos, nada más. Solo me involucro en ese tipo de situaciones con mortales que encuentro interesantes, los cuales no son muchos para mi pesar. La mayoría son solo basura común y corriente.
Es una verdadera lástima que, a pesar de la existencia de tanta magia en este mundo, el potencial de los mortales sea tan limitado. ¿Cómo lo sé? Porque en mi mundo, el potencial latente de cada individuo se refleja en sus ojos, como si fueran pequeñas estrellas brillantes. Solo unos pocos, sin necesidad de utilizar magia, pueden percibir esa luminosidad especial.
Yo, sin lugar a dudas, soy uno de esos pocos. He dedicado siglos a aprender sobre la magia y cómo afecta a cada uno de los mortales.
Pero regresando a los mortales de este mundo, es cierto que pueden volverse poderosos mediante el aumento de niveles, incluso superando a los mortales de mi propio mundo.
Sin embargo, mi búsqueda se centra en aquellos casos excepcionales y únicos, donde las estadísticas de un mortal estándar y estos individuos difieren mucho entre sí, a pesar de tener el mismo nivel y ser del mismo tipo de combatiente. Es apasionante descubrir a aquellos mortales que desafían las expectativas y se destacan de manera extraordinaria en comparación.
Podría decirse que soy una especie de coleccionista, pero a diferencia de otros, no tengo problemas en desechar mi colección una vez que deja de ser útil y buscar nuevas adquisiciones.
Es como le dije a Naofumi, si te aferras a una investigación sin descartarla a tiempo, nunca podrás seguir avanzando, descubriendo y aprendiendo. Te convertirás en un necio emocional.
En fin, tal vez algún día encuentre algo que valga la pena preservar, pero hasta entonces solo lo exprimiré y tiraré a la basura, como si fuera una naranja.
Habíamos llegado al boticario, el mortal se veía igual de malhumorado que siempre.
—Tú otra vez, ¿qué quieres?
Qué extraño, el mortal no pareció reconocer a Naofumi como el Héroe del Escudo y a mí como su "Mascota Semihumana". Tal vez los rumores aún no han llegado hasta aquí o solo no le importa.
—Necesito mejorar mi medicinas, ¿tienes algún libro o algo por el estilo?
—¿Con qué tipo de medicinas estas trabajando?
—Las más básicas, pociones de bajo nivel, y no tengo otras recetas para mejorarlas.
—Si, tengo lo necesario justo aquí.
El mortal se dio la vuelta y tomó uno de los libros de la estantería detrás suyo. Se giró otra vez hacia nosotros, y colocó el viejo libro en el mostrador.
—Este es el más barato que tengo, son recetas de pociones de nivel intermedio.
Naofumi tomó el libro y lo hojeó un poco. Ahora que ambos podíamos entender en su mayoría el idioma de Melromarc, leer libros de este país no era un problema. Sabiendo eso, deberíamos comprar libros de hechizos en la tienda de esa... Mortal, así aumentaríamos nuestra capacidad de combate. Además, tengo curiosidad sobre qué habilidades mágicas ofrece este mundo.
—¿Cuánto es por el libro?
—Cuarenta monedas de plata está bien. Te cobraría más, pero el libro ya está viejo y comenzaba a acumular polvo.
—Aquí tiene.
Con el libro ya pagado, salimos de la tienda y nos dirigimos hacia nuestro próximo y más deseado destino, al menos por parte mía, ¡la tienda de esclavos!
Ya estando frente a la entrada de la enorme carpa roja y blanca, Naofumi me miró nervioso.
—¿De verdad quieres hacer esto? Quiero decir, podríamos esperar hasta ese día y dejarte con cualquier otro monstruo.
—No, no sería lo mismo. Es más, desde que vi a Wyndia he sentido algo en mi interior, un fuerte deseo por hacerla mía. Y por eso, creo que sería mejor con una "Loli" filolial. Puede que no te agraden mis gustos, pero está bien, porque todo es por mi sangre de dragón, nada más.
—O sea que, ¿los dragones son unos Lolicon? ¿Gaelion es uno también?
Negué con la cabeza.
—Me refiero a que no me importa, y el hecho de que mi lado dragón reaccione ante ese tipo de mortal es debido a su ansia de dominio. Lo mismo podría suceder con una mujer mortal de tu edad, incluso con un hombre mortal, pero siempre seguirán siendo objetos de mi dominio y placer carnal. Eso es todo.
—Pero entonces, ¿por qué no solo pagarle a una mujer para que lo haga? Si me entiendes.
—¿Una prostituta?
El rostro de Naofumi se sonrojó, miró a ambos lados y, al asegurarse de que no había nadie, suspiró aliviado.
—No tenías que decirlo.
—Pero era eso, ¿no? ¿Cuál es la vergüenza? Si quieres decir algo, solo exprésalo, nadie puede impedírtelo.
—Si vivieras en mi mundo, en mi país, te darías cuenta de por qué soy así.
—Como tú digas.
Entonces, ¿tenía razón al final? ¿Su país si es demasiado restrictivo en cuanto a la sexualidad? Qué extraño país. ¿No se dan cuenta de que de esa manera la población se reducirá con el pasar de las generaciones? Y, con el tiempo, solo habrá ancianos y ningún niño, y todo desaparecerá junto con ellos.
Como sea... El destino de los mortales es siempre desvanecerse en la nada.
—Por cierto, quiero que sepas que pensé en pagarle a una prostituta, pero quería algo que siempre estuviera disponible para mí. Ese tipo de mortal no podría unirse a nuestras aventuras debido a su familia, hogar y ese tipo de cosas.
—Entiendo... Aunque, ¿no se supone que solo es para tu época de celo? ¿Por qué la quieres ahora? ¿Tiene algo que ver con Wyndia y tu lado dragón, como dijiste antes?
—Si, he estado sintiéndome un tanto excitada ante la idea, así que quiero probarlo antes del celo y saber cómo se siente. Puede que incluso tenga un mejor control cuando llegue ese momento. Si entiendes a lo que me refiero.
Un rápido desvío de la mirada por parte de Naofumi confirmó que aún tenía la idea muy presente en su mente.
—Ahora que está todo aclarado, ¿podemos entrar de una vez?
—Bien... Como tú quieras.
Naofumi llamó a la puerta y esperamos unos segundos a qué el Mortal Repugnante o uno de sus esclavos nos abriera.
—Por cierto, tú elegirás el huevo, y si no es un filolial me voy a enojar mucho.
—¡¿Qué?! ¡Eso no es justo, Umbroxia!
—Ya he hablado. Solo elígelo tú, de todas formas, voy a terminar haciendo mío a ese monstruo, pero estaría más feliz si fuera un filolial.
—Sin presiones, ¿no?
Lo único que hice fue dedicarle una linda sonrisa a Naofumi, a lo que él suspiró agotado.
La puerta de metal se abrió y la misma vista de antes yacía frente a nuestros ojos, Mortal Repugnante siendo escoltado por sus dos guardias esclavos.
—¡Señor Héroe! Es un gusto verlo de nuevo por mi tienda, ¿qué lo trae a usted y a su dragona por aquí?
—Quería comprar... Un huevo de monstruo.
—¡Oh! ¿La lotería de huevos otra vez? Entonces, por favor pase. Si señor.
Entramos en el interior de la carpa y atravesamos el sitio repleto de jaulas con esclavos, era tan repugnante, el olor era insípido, y, aun así, la miseria de estos patéticos mortales me dejaba tan satisfecha. Era tanto una dicha como una desgracia estar en ese lugar.
Las únicas palabras que salieron de mi boca, fueron...
—Esta tienda tiene su encanto.
La sonrisa de Mortal Repugnante se abrió paso en su asqueroso rostro.
—Veo que te gusta, ¿puedo preguntar qué cosa en específico?
—La miseria, el sufrimiento, el hecho de que los repulsivos mortales pasen por este tipo de cosas es agradable a la vista. Lástima el horrible hedor, pero supongo que es parte del encanto.
—Señor Héroe, veo porque le gusta tanto este monstruo, ella tiene mucho potencial como esclavista. Si señor.
—Claro...
La expresión de Naofumi se arrugó un poco, pero como ya me conocía y de lo que era capaz, estaba bastante acostumbrado a este tipo de comentarios. Aunque eso no significaba que los aceptara.
En cuanto llegamos a la zona de los huevos, los observé con detenimiento e intenté diferenciarlos entre sí. Sin embargo, no hubo caso, todos eran iguales, al menos a simple vista.
Podría usar mi magia y averiguarlo, pero, creo que seguiré con mi anterior postura y permitiré que Naofumi elija.
Me di la vuelta y comencé a caminar en los alrededores.
—Yo iré a explorar la tienda, tú elige ese huevo y todo lo demás. ¡Nos vemos!
—¡Umbroxia! No me de...
Entonces me fui. Quería seguir viendo a los esclavos. Puede que entre ellos hubiera algo... interesante.
Si bien me encantaba el sufrimiento ajeno, incluso yo puedo aburrirme siempre de lo mismo. Es como si comiera el mismo tipo de comida todo el tiempo, en un punto ya deja de gustarte y buscas otro. Claro, los platos de Naofumi eran la excepción. Él siempre cocinaba increíble, y lo mejor de todo es que hacía comida en variedad.
Me estoy desviando. El punto es, que los esclavos de la sección principal ya me habían aburrido, así que decidí ir a la siguiente. Cosa de la que me arrepentí al instante.
—¿En serio? Esto es patético.
A mi alrededor había jaulas repletas tanto de niños como de ancianos semihumanos, y mientras que los ancianos estaban callados, los niños, por otra parte, lloraban sin cesar. Era tan molesto.
Iba a irme de ese sitio y volver con Naofumi, pero algo captó mi atención. Unos ojos peculiares detrás de una jaula.
Encontré otra.
Caminé hacia la jaula, ignorando a los dos mortales a sus lados, solo esta me importaba, nada más.
En la jaula del medio había una niña, tal vez de unos diez años de edad. Tenía un cuerpo delgado y unas orejas redondeadas, junto con una cola grande y regordeta que me recordaban a los mapaches de mi mundo. ¿Podría ser una semihumana de tipo mapache? No es que me importara su especie, incluso su sexo. Solo la deseaba a ella, y a sus maravillosos ojos, los cuales me veían con un intenso y delicioso miedo.
Pero parecía que ella estaba enferma, no podía dejar de toser. No quería que mi nuevo juguete muriera tan pronto. Por lo tanto, al igual que hice con la Anciana, hoy iba a hacer una excepción.
Con mi mano tomé a la niña de la barbilla, y sonreí con malicia.
—Dime, mortal, ¿cuál es tu nombre?
—... Guh...
La niña no habló, pero era obvio que no lo haría, debía ser más persuasiva.
—Dime, ¿quieres vivir? Porque si eso es lo que deseas, entonces no lo lograrás, no con esa enfermedad.
Sus aterrados ojos no me quitaron de su vista, su cuerpo comenzó a temblar, y por un momento noté algo más que miedo en ella, yo vi ira, un deseo de venganza contra aquellos que alguna vez le hicieron daño. Ese era su propósito, para lo único que quería vivir.
Mi sonrisa no hizo más que ensancharse. Solté su rostro y la miré divertida.
—¿Ves? Aún quieres seguir con vida, incluso en tu estado actual anhelas tu supervivencia, pero eso no es todo, ¿verdad? ¿Quieres más? Deseas Venganza.
El temblor de su cuerpo se intensificó, miedo e ira se reunieron en ese pequeño cuerpo, y al ver su reacción no pude evitar reír.
—Yo puedo dártelo, no ahora, pero algún día. Aunque para eso, debes seguir viva, y yo tengo el poder para curarte. Entonces, ¿qué dices? ¿Me dirás tu nombre, Pequeña Mortal?
Dudó al principio, pero al igual que todos los mortales, con sus deseos egoístas, esta niña no fue distinta. Y con el fin de no morir, ella me entregó su nombre, y con él, su alma.
—Ra... Raphtalia...
El esfuerzo del habla la obligó a toser, aunque no por mucho tiempo.
—Muy bien, ahora que me diste tu nombre, es justo que yo te entregue algo a cambio, ¿no crees?
Antes de que Raphtalia pudiera decir algo, estiré mi mano hacia ella y reuní la oscuridad del lugar en la palma. Magia Elemental y Magia volvieron a unirse, y entonces, con un dedo toqué la frente de la niña. El efecto fue instantáneo.
Aunque su cuerpo seguía desnutrido, todas las heridas externas e internas, su enfermedad e incluso las cicatrices fueron erradicadas. Y esto apenas era lo más básico que podía hacer.
Al principio no dijo nada, pero luego su rostro cambió a sorpresa, para terminar con lo que creo era un llanto de felicidad... Tal vez, no lo sabía con seguridad, ya que no estaba acostumbrada a ver a los mortales demasiado y me resultaba difícil distinguir entre un llanto feliz y uno triste con certeza.
Yo por mi parte solo lloré de felicidad una vez, y fue cuando... Trea dijo "Mamá" por primera vez.
... Me estoy comenzando a enojar.
Paz y tranquilidad, Umbroxia. Paz y tranquilidad.
—¿Y bien? ¿Cómo te sientes? Ya no duele, ¿verdad?
Raphtalia me miró con esos ojos aún llorosos. Ahora no había miedo, solo esperanza y un deseo aún mayor de vivir. Sus primeras palabras, después de ser curada, fueron, bueno, las esperadas.
—Gra... gracias... Muchas gracias...
Descarté su gratitud con un gesto de mano y fui directo al punto.
—Esto no fue un acto de caridad. A partir de ahora, tú me perteneces y tu vida existe solo para que yo la utilice. No te preocupes, no te haré daño. En cambio, te volveré fuerte. Así, este mundo que tanto te ha lastimado sentirá toda tu ira.
Podía ver la duda en sus ojos una vez más, pero no importaba. Ahora su destino estaba sellado, junto a mí.
—Como dije, no será hoy, aunque puede que pronto, incluso podrían pasar meses hasta entonces. Por eso debes seguir viviendo, alimentando esa ira, y algún día cumplir tu anhelado deseo.
Me di la vuelta y comencé a irme, su voz fue lo que me detuvo.
—¡Espera! ¡¿Cómo...?! ¡¿Cómo te llamas?!
Con una gran sonrisa en el rostro, me giré para encontrarme con sus ojos. Aquellos mismos ojos poderosos que me habían atraído desde el principio, ahora me miraban con una determinación pura.
—Mi nombre es Umbroxia y soy la compañera del Héroe del Escudo. Cuando te liberes de tus cadenas, búscame. Te ayudaré a convertirte en la mejor versión de ti misma.
Sus ojos se ampliaron en sorpresa. ¿Será por la mención de Naofumi? Tal vez. No todos los días tienes la oportunidad de conocer a un Héroe Sagrado.
—¡Nos vemos, Pequeña Mortal!
—¡Alto! ¡¿Dijiste Héroe del Es...?!
Y entonces, me dirigí otra vez con Naofumi. Él parecía ya haber terminado de elegir el huevo de monstruo y de colocarle el sello de esclavo. Cuando me vio, suspiró aliviado.
—Por fin regresas, ya estaba a punto de ir a buscarte.
—Lo siento, me distraje con algo interesante.
—¿Interesante? ¿Qué cosa?
—Luego te cuento, por ahora, me gustaría tener una pequeña charla con Mortal Repugnante.
—Ah, antes de eso, ¿podrías darme un poco de tu sangre? Quiero mezclarla con la nueva tinta de esclavos que compré.
—Claro.
Corté uno de mis dedos con mi uña y vertí la sangre sobre el tarro con tinta. Luego, Naofumi la mezcló y la vertió sobre el escudo. Su sonrisa era radiante.
—¡Umbroxia, conseguí el Escudo de Usuario de Esclavo III y IV! Parece que ya había cumplido algunas condiciones previas para ambos escudos, y solo faltaba esta.
—Oh, genial. Con eso, el nuevo monstruo crecerá aún más rápido.
—¡Comenzaré a desbloquear el Escudo de Usuario de Esclavo III! Te esperaré afuera.
Cuando Naofumi se fue, me encontré cara a cara con Mortal Repugnante.
—Entonces, ¿qué necesitaba de mí, Señorita?
—Me encontré con una esclava que captó mi atención, pero no, antes de que lo preguntes, no pienso comprarla. En primer lugar, soy un esclavo y no puedo tomar decisiones sin la aprobación de mi amo.
» En segundo lugar, con la adición de este nuevo monstruo, los gastos de comida y equipamiento aumentarán, sumados a lo que ya se gastó en su compra, lo que significa que será una carga adicional para mantener. Eso es todo lo que diré al respecto.
La sonrisa de Mortal Repugnante se amplió de alegría.
—Tanto maestro como esclavo son fascinantes. Si señor.
Observé con aburrimiento las expresiones extasiadas del mortal y esperé a que terminara. Una vez que lo hizo, proseguí.
—La esclava a la que me refiero es una semihumana con apariencia de mapache, de alrededor de diez años, y estaba enferma. Es la que se encuentra en el fondo, cerca de los cadáveres.
—¿Estaba? ¿Acaso le hizo algo a mi mercancía? Sabe que eso es ilegal, ¿verdad?
—Tranquilízate, solo la curé para que no muriera, la necesito con vida. Hasta entonces será un esclavo sano más para tu colección, aunque no puedo decir lo mismo de su mente.
—Sí, la esclava de la que hablas sufre de terrores nocturnos, por eso ha sido devuelta en varias ocasiones.
—Ya veo. Pero volviendo a lo importante, no me interesa si la conservas o la vendes, solo quiero que cuando la busque, puedas proporcionarme su ubicación sin ninguna negativa, ¿entendido?
El ceño de Mortal Repugnante se frunció por un momento, como si estuviera considerando sus opciones.
—No creo que sea posible cumplir con esa última solicitud, ya que no tengo permitido revelar la información de mis clientes.
Me lo imaginaba, tendré que jugar una mejor carta.
—¿Y si animo al Héroe del Escudo a utilizar más tu tienda? También podría publicitarla entre los ciudadanos del país, diciendo que me compraron aquí. Así sabrán que en tu tienda solo se venden productos de calidad.
—Esa idea me agrada más. Entonces, es posible que cuando llegue el momento, sin darme cuenta, deje un documento con los registros de compra de ese esclavo en específico. No lo sé, los accidentes ocurren siempre.
—Eso es lo que quería escuchar. Bueno, eso es todo. Me retiro.
Giré sobre mis talones y caminé en dirección a la salida.
—¡Espero volver a hacer negocios con ustedes! Si señor.
Con eso hecho, me fui del sitio.
Estaba junto a Naofumi. Habíamos pagado por una habitación en la misma posada que la última vez. Y aunque ya sabían quiénes éramos, Naofumi les aseguró que no causaríamos problemas, por lo que nos permitieron quedarnos. Solo serían unos días y luego de enfrentar las Olas, volveríamos a irnos de este despreciable reino.
Ambos consideramos la idea de visitar otros países, en especial Siltvelt, pero aún teníamos curiosidad por saber cómo eran los mortales allí. ¿Serían adoradores normales o fanáticos religiosos? Si resultaba ser lo primero, decidiríamos ir, de lo contrario, solo elegiríamos otro país y listo.
En ese momento, me encontraba acostada en la cama, leyendo el último libro de gramática de Melromarc. Solo me faltaba un poco para dominar el idioma por completo. Por su parte, Naofumi estaba leyendo el libro que le habíamos comprado al boticario, ya que creía que era mejor aprenderlo todo antes de enfrentar las Olas. Mientras tanto, el huevo de monstruo yacía a su lado en el escritorio.
Durante el tiempo en que leía el libro, decidí abordar un tema que me estaba molestando.
—Por cierto, ¿no crees que deberíamos ir a ver cómo está la Planta? Ya ha pasado un tiempo desde que la dejamos sin supervisión.
—Ah, es cierto, esa cosa. Espero que no haya lastimado a nadie todavía.
—La dejamos en un lugar apartado, no te preocupes. Así que, ¿qué opinas? ¿Vamos a verla? Tal vez ahora si sea un gran peligro al que enfrentar.
Sentí como mi pecho latía de entusiasmo, pero aquella emoción murió con una sola frase.
—No lo creo, si es tan peligrosa será mejor que nos preparemos.
—¿Y qué propones?
Naofumi se dio la vuelta, y aún con el libro abierto en sus manos y una sonrisa emocionada, habló:
—Con la ayuda de este libro la venceremos.
—¿Eh? ¿Qué tiene que ver eso con la Planta? BioPlanta, como se llame.
—Descubrí que posee algunas recetas para herbicidas, puede sernos útil para acabar rápido con la BioPlanta.
—¿Herbicida? ¿Y eso qué es?
Por un instante, la expresión de Naofumi fue tan confusa como la mía, pero pronto cambió a una de comprensión y comenzó a murmurar para sí mismo.
—Es cierto, los herbicidas se inventaron por el 1900, tiene sentido que no supiera de ellos.
—Te estoy escuchando, y no, no tengo idea de lo que es esa cosa del herbicida.
Con una mirada pensativa, Naofumi buscó la forma de explicármelo.
—En resumen, es un líquido que se utiliza para eliminar las malas hierbas. Se emplea en su mayoría en la agricultura, ya que existen plantas que pueden afectar el crecimiento de los cultivos.
Así que era para eso. ¿Podría uno de estos herbicidas ser capaz de aniquilar a una dríada del bosque? Sería divertido probarlo.
—Está bien, esperaré a que acabes con todo lo que necesites. También pienso que deberíamos aprender sobre los hechizos, ya que serán útiles más adelante.
—Cierto. En cuanto termine de leer todo este libro, iremos a la tienda de magia, ¿de acuerdo?
—Yo lo propuse, así que no hay problema. Solo no esperes que interactúe mucho con esa mortal, aún me causa náuseas verla vestida así.
—Bien.
Y con eso, cada uno volvimos a lo nuestro.
Era casi de noche, el sol se encontraba cerca del horizonte, y como había mencionado Naofumi, una vez que acabara con el libro iríamos a esa tienda. Así que aquí estamos.
Entramos por la puerta y lo primero que vemos es a la mortal, ella estaba ordenando los libros. En cuanto nos vio frunció un poco el ceño, pero se mantuvo profesional.
Nos colocamos frente al mostrador y la vimos acercarse.
—¿Qué desea, Héroe del Escudo?
Bueno, esto no empezó muy bien, espero que no termine peor. Tal vez pueda usarlo como excusa y matarla, no es mala idea.
Naofumi, en cambio, se notaba un tanto nervioso.
—Hola de nuevo... Lamento no haberte dicho quién era, pero sabía que sería acusado por falsos cargos y bueno, tuve que huir.
La mortal suspiró, pero su ceño se mantuvo.
—Ya veo, al parecer la iglesia ha influenciado mucho en la Corona. No es raro que esto te haya sucedido.
¿Cómo? ¿Por qué no nos está echando de la tienda? Aquí está pasando algo.
No era la única confundida, ya que Naofumi estaba tan sorprendido como yo.
—Espere. ¿Usted me cree? ¿Así sin más?
La mortal rio un poco ante la reacción de Naofumi, y cambió su ceño fruncido a uno más amigable.
—¿Por qué no lo haría? Claro, nos conocemos desde hace poco tiempo, pero lo que he visto de ti no es lo que divulgan por las calles. No pareces un mal chico, y mucho menos un... Bueno, tú sabes.
Una sonrisa genuina apareció en el rostro de Naofumi, una que solo veía en él cuando estaba conmigo o con Erhard. Y ahora, esta mortal también se había ganado el privilegio de presenciarla.
Qué lástima, yo quería matarla. Bueno, será otro día.
—Entonces, ¿qué los trae por mi tienda? ¿Acaso desean más libros? Por cierto, ¿cómo van con los últimos que les vendí?
—Ya casi dominamos el idioma, solo nos falta un poco más de tiempo. Y en cuanto a lo que venimos, queríamos aprender hechizos, pero no sabemos cómo.
—Oh, eso es sencillo. Primero debemos saber que afinidad mágica tienen.
—¿Afinidad...
—... Mágica?
Ambos, aun con la duda en nuestra mente, vimos a la mortal sonreírnos con dulzura.
—Espérenme aquí un momento, por favor.
Caminó detrás del mostrador, tomó una de esas esferas de cristal de la estantería y, entonando un breve canto, lanzó un hechizo sobre ella. La mortal volvió a estar frente a nosotros y dejó la esfera de cristal encantada en el mostrador.
—Ahora, Héroe del Escudo, por favor mira dentro de la esfera.
—Bien.
Acercando el rostro a la esfera, Naofumi pareció estar buscando algo, pero al cabo de unos segundos, la mortal habló:
—Si, sí, al parecer tú, Héroe del Escudo, posees afinidad con la magia de curación y de apoyo.
—Nada de ataque, ¿eh?
Pobre Naofumi, ni siquiera con hechizos puede infligir daño. ¡Bueno, eso significa que tendré que esforzarme aún más!
—Ahora sigues tú, Pequeña.
Si bien mi cuerpo era del tamaño de una niña de diez, todavía era capaz de alcanzar el mostrador, así que no fue muy difícil ver en el interior de la esfera de cristal.
Ahora podía comprender a Naofumi, ya que cuando vi la esfera, no había nada más que un pequeño brillo, y eso fue todo lo que pude identificar.
—Qué curioso. Posees dos afinidades que son extrañas de ver juntas, magia de sombras y de curación. Pero, tiene sentido, eres un ser único.
—Je, je, lo sé.
Inflé el pecho y sonreí con orgullo, mi ego, ya elevado, creció un poco más.
—Ya, ya, superestrella, vuelve a tierra firme.
¿Superestrella? ¿Qué significa ser una superestrella? Hay tantas cosas que no entiendo. ¿Por qué tu mundo me resulta tan desconocido, Naofumi? ¡¿Por qué?! Ah, claro, porque no pertenezco a ese lugar... Je, je.
—Ahora que conocen sus afinidades, ¿les gustaría adquirir algunos de mis libros? De momento, dispongo de tres libros que explican algunos de los hechizos básicos relacionados con sus afinidades.
» Cada libro tiene un precio de ochenta monedas de plata por separado, pero puedo hacerles una oferta especial de doscientas veinte monedas de plata por los tres libros. Además, la lectura de afinidad está incluida en esta oferta. Así que, ¿qué dicen?
... Maldita mortal... Es muy astuta.
Al final, decidimos comprar los libros, pero tanto Naofumi como yo sentimos que habíamos sido derrotados una vez más, y por la misma anciana.
Miré a Naofumi, él tenía la cabeza gacha, aunque una sonrisa se dibujaba en su rostro.
—Creo que comienzo a admirar a la anciana, ¿y tú, Umbroxia?
Por favor, tierra, trágame entera.
Luego de eso, regresamos a la posada, teníamos mucho que aprender.
(Día 26)
Desde el día anterior estuve todo este tiempo en la habitación, leyendo libros y aprendiendo cosas nuevas junto a Naofumi. Aunque de vez en cuando él salía de la posada, ya que necesitaba comprar materiales para las nuevas medicinas, el herbicida y el resto de las nuevas recetas.
Ya había terminado de aprender el último libro de gramática de Melromarc y ahora podía afirmar con confianza que dominaba el idioma a la perfección.
Eres una prodigio, Umbroxia. ¡Oh, gracias, Umbroxia, ya lo sabía!
Si... La soledad puede afectar la mente, y lo que estoy pasando no es algo reciente, lo he llevado conmigo durante siglos... Maldita sea.
Volviendo a los libros, también leí dos de los tres libros de magia básica. Había una gran variedad de hechizos, pero con el breve periodo de tiempo que tuve, solo pude aprender seis de ellos. Lo sé, son pocos, deberían ser al menos diez, pero está bien, al menos los que tengo resultan útiles.
Los hechizos que aprendí fueron tres del elemento sombra, dos de curación y uno que combinaba ambos tipos de magia. Estos eran Paso Oculto, Velo Sombrío, Umbral Tenebroso, Sanación, Putrefacción y Oleada Voraz. Creo que elegí bastante bien, al menos considerando que son los primeros que aprendí de los libros.
Mientras que yo pude realizar mis hechizos sin ningún problema, Naofumi, al ser alguien quien jamás había sentido la magia en su vida, le resultó difícil siquiera percibirla. ¡Para su fortuna, cuenta con una gran maestra, por lo que enseñarle desde cero no representa un gran obstáculo!
Aunque todavía enfrenta algunos problemas, Naofumi avanza por el camino correcto, por lo que está bien.
Ahora mismo nos estábamos preparando para salir de la posada e ir a visitar la BioPlanta. Sin embargo, también podríamos esperar dos días para que esté lista mi nueva espada y la armadura de Naofumi... No, yo quería ir ahora. Ya he esperado bastante y no creo que necesitemos tanta preparación para una simple planta, ¿verdad?
Naofumi colocó la última poción de herbicida en su mochila, se levantó de su asiento y me dedicó una sonrisa.
—Bueno, ¿vamos?
—¡Si!
BioPlanta, hoy me mostrarás de qué estás hecha.
Dejamos al huevo de monstruo y al carruaje atrás, en la posada, ya que la zona a la que íbamos carecía de caminos o áreas despejadas por las cuales pudiéramos transitar. Así que, al igual que la última vez, surcamos los cielos, asegurándonos de no ser vistos por los mortales.
En poco tiempo llegamos al lugar donde se encontraba la BioPlanta, y la verdad es que no fue difícil encontrarla. En primer lugar, mi memoria perfecta me ayudaba a no perderme. En segundo lugar, las monstruosidades vegetales se distinguían con facilidad a lo lejos. Era extraño que ningún mortal se hubiera dado cuenta hasta ahora, y si lo hicieron, no pareció importarles.
Me sorprendí un poco al verlo por primera vez, pero Naofumi parecía aún más impactado. El hecho de que una única semilla tuviera la capacidad de expandirse tanto era... fascinante.
—Entonces, ¿qué quieres hacer con... esto?
—Esa es una buena pregunta.
Al principio deseaba ver hasta dónde era capaz de llegar, y por supuesto, no me decepcionó, aunque... No importa que siga expandiéndose más y más, siempre será lo mismo, solo una gigantesca planta incontrolable, con la capacidad de crear monstruos hechos de plantas, sí, pero un ser limitado por su falta de razonamiento.
Tanto potencial desperdiciado, y todo por no poseer inteligencia como nosotros. Sentía lástima por la BioPlanta.
—Saquémosla de su miseria, natural o no, ningún ser vinculado a la naturaleza debería vivir así.
—¿Umbroxia...?
—Tal vez podamos alterar la semilla para que sea más dócil, más consciente, o algo de ese tipo. No soporto verla actuar así.
No podía ver el rostro de Naofumi, no desde mi posición, pero sabía en mi interior que él opinaba lo mismo que yo. O tal vez no, puede que solo vea una planta monstruosa y eso es todo.
Bueno, tampoco es que importe, vamos a matarla de todas formas.
—Desde aquí veo a varios monstruos plantas deambulando, ahora sus frutos no son solo tomates, al parecer hay más variedad. Ah, y el árbol principal tiene un enorme ojo amenazante, creo que está diciendo "Por aquí es donde deben de atacar".
—Si, yo también puedo verlo, pero solo apenas.
—Estaba pensando en ir al ataque en picada, la BioPlanta no se esperará un enemigo desde los cielos. Debemos aprovechar nuestra posición elevada.
—Pensé lo mismo, pero en el momento en que aterricemos seremos atacados por todos lados. De modo que hay que ser rápidos, y mientras yo te protejo lo mejor que pueda de las enredaderas y los monstruos, tú tendrás que atacar al ojo y echarle el herbicida.
Fruncí un poco el ceño ante la idea.
—No lo sé, por lo que recuerdo uno de tus escudos tiene una bonificación que aumenta la eficacia de las medicinas. Tal vez también funcione en el herbicida y podamos eliminarla más rápido.
—Todavía me sigue sorprendiendo tu capacidad de recordar las cosas, en serio es increíble.
—¡Je, je, no era necesario el alago, pero gracias!
Con una sonrisa presumida en el rostro, mi ego volvió a aumentar un poco más. Pude escuchar a Naofumi reír al respecto.
—Yo propongo que primero sigamos mi plan, y si el herbicida sin mi escudo no es suficiente, entonces solo tendré que hacerlo yo. Pero, como dije, hay que actuar rápido.
—¡No me opongo!
—Bien, entonces, será mejor que nos preparemos. Lanza tus hechizos y yo revisaré por última vez que todo esté en orden con los herbicidas.
—¡Claro!
Fue en ese momento cuando comencé a recitar el primero de los dos hechizos que necesitaría.
—Yo soy la Bruja Umbroxia y la fuente de todo poder. Te ordeno que escuches y obedezcas mis palabras. ¡Protégeme con tu sombra! ¡Velo Sombrío Faust!
En el instante en que recité aquel hechizo, fui envuelta en un velo oscuro que cubrió todo mi cuerpo, proporcionándome una ligera protección contra ataques físicos y mágicos.
Ahora, el siguiente hechizo.
—Yo soy la Bruja Umbroxia y la fuente de todo poder. Te ordeno que escuches y obedezcas mis palabras. ¡Ocúltame en la sombra! ¡Paso Oculto Faust!
Si bien para realizar este hechizo era necesario el uso de sombras, todavía era muy temprano en la mañana y el sol se encontraba en el horizonte. Eso fue suficiente para que mi hechizo me camuflara con el resto de mis alrededores, en este caso, el cielo.
—¡Wow! ¡Hacer eso desde aquí arriba hace parecer que estoy flotando!
—¿Ya estas listo? Los hechizos no duraran demasiado tiempo, mucho menos "Paso Oculto".
—Sí, solo déjame sostenerme fuerte a ti, no quiero caerme debido a la velocidad.
—Tranquilo, no te pasará nada.
Con Naofumi ya asegurado y los hechizos lanzados, me preparé para la larga caída a la superficie, o para ser más específica, al cuerpo de la BioPlanta.
—¡Aquí vamos!
Con un impulso de velocidad impresionante, volamos directo hacia el árbol. Aunque solo Naofumi era visible, dado que yo solo podía lanzarme el hechizo a mí misma, la Bio-Planta no logró verlo a tiempo ni reaccionar ante mi ataque. Como resultado, fue destrozada por una de mis poderosas y gigantes garras de dragón, causando una gran destrucción en su cuerpo, incluyendo su preciado ojo.
—¡Umbroxia, ahora!
Cambié a mi forma humana y recibí una de las pociones de herbicida que Naofumi me lanzó. Con rapidez, salté hasta el lugar donde antes se encontraba el ojo y ahora estaba la semilla de la BioPlanta, y vertí todo el herbicida que tenía sobre ella.
—¡¿...?!
Un intenso chillido de dolor resonó desde el interior de la BioPlanta, seguido de violentas convulsiones en todo su cuerpo. Después de ese espectáculo miserable, todas las BioPlantas, incluyendo sus monstruos creados, se quedaron inmóviles... Pero solo por unos segundos.
El movimiento de la BioPlanta se reanudó, mostrando una furia aún mayor que antes.
—¡Tu turno!
—¡Si!
Salté hacia Naofumi, transformándome en mi forma joven en el proceso. Lo agarré de las manos y lo lancé hacia la posición en la que yo me encontraba antes. Allí, la BioPlanta estaba en pleno proceso de regenerar su ojo, por lo que Naofumi debía apurarse. Los continuos ataques de la BioPlanta y sus monstruos resultaban molestos, y a pesar de mi hechizo, mi defensa no era tan alta.
—¡Come herbicida, Planta Monstruosa!
Naofumi vertió todo el herbicida de la botella, y dado que había sido mejorado por el escudo, la BioPlanta no tuvo ninguna oportunidad de resistirse. Pronto fue sometida por el poderoso efecto del herbicida.
—¡¿...?!
Todas las plantas alrededor, incluyendo la BioPlanta, se retorcieron de dolor, emitiendo chillidos y luego gritos. Se movían de forma tan rápida y violenta, que casi me hicieron sentir pena. Eran solo plantas, no merecían sufrir de esta manera. En cambio, pensé en los mortales, esas criaturas sí merecían esto y mucho más.
Cuando el enorme cuerpo de la BioPlanta empezó a adquirir un tono marrón, la descomposición la envolvió por completo y, al final, comenzó a secarse.
Lo que antes era un hermoso árbol monstruoso, ahora era solo un ser marchito, seco y muerto. Entonces comenzó a derrumbarse.
—¡Umbroxia, hay que huir!
—¡Bien!
Corrí hacia Naofumi y lo cargué en mi espalda, saliendo de ese lugar lo más rápido posible.
Luego de que todo se derrumbara y que ya no hubiera nada que pudiera dañarnos, volvimos a acercarnos. Fue entonces cuando presenciamos cómo, desde el lugar donde alguna vez estuvo el cuerpo principal de la BioPlanta, surgieron innumerables semillas brillantes, cayendo como una lluvia de granizo.
—¿Y ahora qué hacemos con todo esto? No creo que sea una buena idea dejarlas aquí. Si una sola hizo todo esto, imagina lo que podrían hacer las demás.
—Tengo varias ideas, pero primero, ¡absórbelas con tu escudo!
Después de que Naofumi obtuviera algunos escudos nuevos tanto de la BioPlanta como de sus monstruos, que se llamaban Planta Riwe y Mandrágora, él comenzó a dominar uno obtenido de la BioPlanta con el nombre de Escudo de BioPlanta. Al parecer, este escudo tenía un bono de equipo de "Reforma de Plantas", junto con otra característica sin importancia.
El resto de monstruos también nos ofrecieron varias cosas interesantes. El Escudo de Planta Riwe nos proporcionó nuevas recetas intermedias, por lo que ahora Naofumi podría hacer más recetas que no estaban en el libro del boticario. Y, por otro lado, el Escudo de Mandrágora otorgaba un bono de equipo con la habilidad de "Análisis de Plantas".
Ya estaba comenzando a formar algunas ideas en mi cabeza sobre todo esto, pero tal vez no funcionarían como yo las imaginaba. Aunque, para ser honesta, deseaba que así fuera.
Pasamos bastante tiempo recolectando todas las semillas, pero nos dimos cuenta de que no podríamos llevarlas todas en nuestras mochilas. Tendríamos que regresar otra vez a este lugar para recoger el resto. Además, no queríamos desperdiciar todos esos frutos de tan buena calidad. ¿Quién dejaría pasar la oportunidad de obtener comida gratuita de esa calidad?
Estuvimos yendo y volviendo a la posada hasta el mediodía. Fue una experiencia agotadora, y siendo sincera, espero no tener que repetirla nunca más.
Gracias a eso, ahora la habitación estaba abarrotada de frutas, verduras y semillas de BioPlanta... Qué molestia.
Me sentía cansada, aunque no en exceso, solo lo suficiente como para dejarme caer sobre la cama y no tener ganas de levantarme por un tiempo. Naofumi estaba a mi lado, no tan agotado como yo, pero sí un poco.
Fue entonces que lo escuchamos, un crujido, como si algo estuviera rompiéndose. El recuerdo de mi nacimiento vino a mi mente y supe al instante lo que sucedía. No era la única que lo había notado, Naofumi también se encontraba mirando en la misma dirección que yo.
—¿Eso fue...?
—Si, parece que ya es tiempo.
—En la capsula decía que tardaría un día, así que tiene sentido.
Con cierta incomodidad, me levanté de la cama y Naofumi hizo lo mismo. Ambos nos dirigimos hacia el escritorio, donde se encontraba el huevo de monstruo, o más bien, mi futuro juguete de apareamiento.
Una vez frente al huevo, este continuó rompiéndose de forma gradual, desde adentro hacia afuera. A través de las grietas, pude ver parte del aspecto del monstruo, y para mi fortuna, tenía plumas en su cuerpo. La posibilidad de que fuera un filolial solo seguía aumentando.
A medida que las grietas se hicieron más grandes, la cría de monstruo dio un último golpe al cascarón del huevo, lo que resultó en la revelación de su pequeña cabeza emergiendo desde el agujero.
En ese momento la escuché hablar, en el idioma de los monstruos, por supuesto.
—¡Hola!
Estaba confirmado, era un filolial. Aunque nunca había visto cómo lucían en su etapa de cría, yo no contaba, ya que soy parte dragón. Este monstruo se parecía mucho a esas criaturas.
Su plumaje era de un llamativo color rosa, no blanco, marrón, o amarillo, pero ya que había de muchos colores daba igual. El pico era similar al de los filoliales adultos, pero más pequeño, y también podía ver las plumas largas que crecían desde su cabeza, aunque estaban cubiertas por los restos de la cáscara del huevo. Se veía gracioso, me recordaba a un sombrero.
El pequeño filolial miró a Naofumi y luego a mí, sus ojos azules se encontraron con los míos, y noté un cambio en su expresión de alegría a enfado.
—¡Dragón! ¡Aléjate!
Qué criatura tan curiosa, pero no tengo tiempo para molestarla. Quiero volver a la cama.
—Niña, soy un filolial, y un dragón, así que tu odio carece de sentido.
La filolial me miró confundida, pero su hostilidad hacia mi persistió.
—¡A ésta no le importa! ¡Un dragón sigue siendo un dragón, y por eso ésta te odia!
Suspiré, esta criatura ya estaba comenzando a molestarme.
—De todas formas, terminarás apareándote conmigo, así que tus protestas no importan.
Esto sorprendió al filolial, ya que su expresión cambió de ira a disgusto y luego volvió a la ira.
—¡¿Qué?! ¡No! ¡Padre no lo permitirá, ¿verdad, Padre?! ¡¿Verdad?!
Cuando regresó su mirada a Naofumi, este mostraba una expresión complicada en su rostro.
—Umbroxia, ¿se puede saber de qué están hablando ustedes dos?
Yo solo lo observé con ojos cansados, y respondí:
—Creo que esta criatura me odia.
Y con esas últimas palabras, decidí regresar a la cama.
Todavía podía escuchar los gritos suplicantes del filolial, pero todos caían en oídos sordos, ya que yo era la única que los entendía.
Que día tan agotador, y apenas es de mediodía.
Bueno, volvimos a la fecha de publicación normal. ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Divertido? ¿Muy "sangriento" quizás? El pobre Motoyasu tendrá un trauma por esto, se los aseguro, pero ya saben cómo es. Si es por una mujer, terminará desviando sus ideas a algo más... Cof cof Naofumi cof Cof...
En cuanto a Raphtalia, pues no planeo su participación en la historia muy pronto. Digo, ella no es prioridad, no como en la novela original; es más como en Yari no Yuusha, reemplazable, y ya lo fue, por la propia Umbroxia.
En fin, se vienen cositas interesantes, y más con nuestra Filolial favorita ahora en el grupo, cosa que exploraré más a fondo en el siguiente capítulo.
Bien, eso es todo, me despido. ¡Bye bye!
