Hola espero que estén muy bien. Me da gusto regresar al Candymundo, extrañaba leer y escribir fics, por lo que me uno de nuevo a ustedes con esta novela. En esta historia me baso en el anime de Candy Candy, por lo que los nombres de algunos personajes no me pertenecen, solo los tomo prestados. Esta es una historia alterna, una continuación desde otra perspectiva. En un universo paralelo, en donde las cosas posteriores a la tradicional historia sucedieron del modo que les narraré. Espero les guste.
Ciudad de Chicago, Octubre de 1922
Las hojas de los árboles caían sin cesar llevadas por el viento una fría noche de otoño, el aire golpeaba con intensidad cada cosa que tenía a su paso. En la mansión Cornwell, Annie Cornwell se encontraba en su habitación acompañada de un médico quien le ayudaría a traer a su primer hijo al mundo.
Mientras su cuerpo sudaba sin sentir el gélido ambiente, para ella era como estar en un horno, los dolores que estremecían su vientre no la dejaban pensar con claridad. Parecían agujas que perforaban cada parte de su cuerpo, incluso la punta de los dedos de sus pies.
Esta angustia era tan extrema que a cada minuto sentía que la respiración le fallaba y deseaba sucumbir, sin embargo, la esperanza de dar a luz a ese ser que ahora empezaba a querer más que a nada en la vida la incitaban a continuar.
Su rostro empalidecía cada vez más y según el doctor aun no era posible que él bebe llegara, no se encontraba lo suficientemente dilatada para hacerlo, pero las fuerzas se le iban a cada momento, estaba haciendo una labor desmesurada con oprimir todo su dolor.
Algunos meses anteriores a este, Annie comenzó a decaer sin motivo alguno. Cada día perdía el apetito, se cansaba con mucha facilidad, además de una fiebre constante y un resfriado que parecía indefinido.
Todos estos síntomas comenzaron a alertar a su esposo Archie, quien irremediablemente se preocupó por la salud de su esposa y su hijo. El doctor Donovan Connor, era el especialista médico de la familia Cornwell, cada vez que Archie notaba alguna anomalía en su esposa de inmediato recurría a él por ayuda. Por lo que durante el tiempo que trato a Annie se pudo percatar que sufría de una enfermedad en la sangre. Algo que de manera irremediable no tenía cura, leucemia era su nombre.
La cual es una enfermedad que se caracteriza por el exceso de células blancas dañadas en la sangre, que poco a poco van destruyendo cada una de las células benignas en el organismo. Es por eso que la persona que la obtiene cada vez es más incapaz de ser invulnerable a alguna enfermedad, convirtiendo un simple resfriado en un mortal virus que puede llevar a la muerte.
Archie sabía las consecuencias desde que el doctor Donovan le confirmo la presencia de esta enfermedad en Annie, es un hecho que al recibir la noticia él creyó desfallecer. Fue tan fuerte el impacto al saberlo que su pecho se estrujo con tal fuerza que el oxígeno no le fue suficiente para respirar, su presión arterial bajo de golpe, (¿Cómo era posible que a punto de tener su bendición, ella tuviera que morir?), aun no sabía si suponer que todo eso solo se trataba de un mal sueño.
Sin embargo, tomó la determinación de cuidarla lo más que pudiera, así arriesgará su vida misma en hacerlo. De ningún modo quería que esa inevitable ocasión llegará. Se propuso no comentarle al respecto a Annie, porque bien sabía que la fuerte impresión de aquella noticia la harían entrar en una depresión inminente.
Todo lo contrario, a esto, él decidió hacer los últimos días de su compañera de vida, los mejores que nunca antes pudiera haber tenido. Disfrutaba cada momento junto a ella de igual forma que al verla sonreír, esto funcionaba como un aliciente al dolor inmenso que llevaba dentro de sí al saber que ese tierno rostro y esa convivencia en familia con ella, no sería más.
No obstante, pese a su empeño por no hacerle saber a su esposa tan cruel realidad, cierto día él se encontraba conversando en la sala de estar con el doctor Donovan y ninguno de los dos se percató de la presencia de Annie justo cerca de ellos.
Aquel día en especial, Annie se encontraba muy feliz, porque faltaba muy poco para que diera a luz, como era de costumbre el médico había ido a hacerle su revisión de rutina, dejándola de nuevo en la habitación solo dándole algunas indicaciones para que descansará.
Pero algo extraño sucedió, porque Connor dejo olvidada las llaves de su vehículo en la mesa de noche donde puso su maletín medico sin percatarse que sus llaves cayeron justo a un lado. Por lo cual Annie, sin pedir ayuda de alguien de la servidumbre decidió ser ella misma quien fuera a dejarlas. Aun en el estado que se encontraba, deseaba agradecerle todo lo bueno que era con ella y la felicidad que le hacía sentir al permitirle su estetoscopio para poder escuchar el corazón de su bebe latir, este suceso la embargaba de felicidad cada vez que lo hacía.
De modo que, al llegar justo a la entrada a la sala de estar antes de pararse frente a ella, escucho la charla que mantenía el doctor con su esposo Archie.
— Doctor ¿usted cree que Annie pueda soportar el embarazo? – comentó Archie con preocupación.
— Eso esperemos, la enfermedad que ella tiene, es tan mortal que temo también por la vida del bebe – indico el doctor – pero no se preocupe, si continuamos con los cuidados adecuados, ella podrá tener con bien al niño y no habrá problema, aunque eso no lo podemos asegurar, creo que será mejor prepararse para lo peor – dijo cabizbajo –. Lo lamento Sr. Cornwell, pero salvarle la vida a su esposa, es algo que está fuera de nuestro alcance, desearía que existiera la cura para esa terrible enfermedad.
Las lágrimas de Archie comenzaron a recorrer sus mejillas sin parar, sus ojos inundados de las mismas veían todo borroso a su alrededor, faltaban tan pocos días para que ella tuviera su alumbramiento, que por instantes deseaba que ese momento no llegará jamás.
Por su parte Annie al escuchar lo que el doctor le había dicho a su esposo, sintió que la respiración comenzó a fallarle, su corazón ya agitado le dolió como si alguien presionará sobre este, de igual forma las lágrimas embargaron sus luceros. Así que solo pudo tocar su vientre, tratando de adquirir las fuerzas necesarias para no darse por vencida, se propuso hacer que su hijo llegará de cualquier manera al mundo, así tuviera que morir en el intento tal y como lo había escuchado.
Para cuando el reloj marco la medianoche de aquel fatídico día, los dolores de parto de Annie, se estaban convirtiendo en extremo insoportables, tal y si su cuerpo se partiera en dos, no obstante, suspiró profundo y antes de comenzar a dilatarse por completo, hizo algo misterioso para la situación por la cual atravesaba.
— ¡Doctor! Por favor dígale a Candy White, que pase aquí conmigo...— dijo Annie exhalando continuamente al notar que cada vez le faltaba más el aire.
— ¿Qué dice? Pero Sra. Cornwell, está a punto de dar a luz – comentó Donovan.
— No me importa usted hágalo – exigió Annie alterada y sintiendo como si deseará arrancarse el vientre del inmenso dolor.
— Está bien, señora, está bien, pero tranquilícese por favor, no es bueno que se altere, necesitamos que llegue al momento adecuado – sugirió Donovan, disponiéndose a salir a buscar a la mencionada.
Candy quien había sido durante muchos años, amiga y casi hermana de Annie, se encontraba justo afuera de la habitación, en espera de que el momento del nacimiento fuera anunciado.
Al entrar en la habitación la joven castaña, noto la palidez cadavérica que tenía cautiva a su amiga, no podía creer que estuviera sucediendo, era extraño verla así, porque hasta hace pocas semanas de su última visita a la mansión Cornwell su rostro se notaba lleno de felicidad y color. Solo de saberla sucumbiendo, Candy dejó caer una lágrima en su rostro.
— Annie ¿Mandaste a llamar por mí? – cuestionó con voz temblorosa Candy, angustiada de verla en tan deplorable situación.
— Así es Candy, necesito hablar contigo antes de morir – susurro Annie tras un grito de dolor.
— ¿Morir? ¿Pero qué cosas dices Annie? Tú no vas a morir, el parto es algo normal que sucede a cada momento, ya verás que saldrás adelante – balbuceo Candy con una sonrisa entre lágrimas, mientras acariciaba con ternura el lacio y delgado cabello de Annie.
— No Candy, lo mío no es normal, voy a morir... Escuche que el doctor Donovan se lo dijo a Archie... Entiéndelo – vocifero Annie con desesperación.
— Tranquilízate Annie... Eso no es cierto, no puede ser posible... Tú no puedes morirte, no digas locuras Annie – exclamó Candy comenzando a sentir signos de irritación e inquietud al no saber que más sugerirle a su agonizante compañera.
— No miento Candy, ¡Créeme por favor! – insistió Annie.
— Annie... No me digas eso, no quiero escucharlo... No Annie – sacudió la cabeza, angustiada y sintiendo un hueco de incertidumbre en la garganta.
— Candy solo quiero que escuches con serenidad lo que te voy a pedir ¿estás de acuerdo? ¿Harás todo lo que pida? Te lo suplico – suplicó Annie.
— Claro Annie... Yo haría cualquier cosa por ti, pero insisto debe ser un malentendido, compréndelo amiga –respondió con ternura Candy.
— ¡No lo es! —Negó Annie con fiereza y angustia—. Escúchame Candy... Te lo pido por lo que más quieras, ¡Ayyyy! No aguanto estos dolores, debes dejarme que te diga lo que debo, antes que sea demasiado tarde —Candy asentó con la mirada mientras apretaba con fuerza su mano.
Los ojos sorprendidos de Candy no pudieron asimilar lo que sus oídos habían escuchado, (¿Cómo era posible que Annie fuera a morir?, debía ser una locura, un delirio de ella con los dolores que tenía)
Sin embargo y sin creerlo aun tomo la decisión de escuchar con atención lo que aquella acongojada mujer tenía por decirle.
— Candy quiero pedirte que me prometas, que en cuanto yo muera –balbuceo Annie entre sollozos, mientras Candy movía su cabeza de un lado a otro en señal de negación —. Por favor Candy, yo sé que aún no lo comprendes porque es algo difícil de asimilar para mí también lo fue así, incluso cuando me enteré no lo podía creer, sin embargo los dolores constantes de cabeza y los interminables resfriados me dieron a entender que en verdad estaba pasando, aunque yo deseara con todo mi corazón creer lo contrario –agrego cabizbaja llorando –, pero es por eso que te he pedido que estés aquí antes de que nazca mi bebe. Candy por favor has todo lo posible porque llegue con bien a este mundo.
— Así será Annie... No lo dudes, ayudaré al doctor Donovan y traeremos a tu bebe a este mundo sano y salvo y tu igual estarás bien, ya verás —alentó Candy fingiendo sonreír de calma.
— Me alienta que pienses eso Candy...— dijo Annie sintiendo de nuevo una punzada en el vientre — ¡Candy! debo ir al grano, mira lo que deseo pedirte, espero que me prometas que así será —indicó para proseguir tras un suspiro profundo —. Quiero que seas una madre para mi hijo.
— Annie, claro que así será yo seré siempre una madre y estaré al pendiente de tu bebe siempre, para toda mi vida —aseguró Candy con lágrimas que parecían no tener fin al pensar lo inevitable.
— Pero no deseo que solo estés al pendiente, te pido, te suplico que estés con ella durante toda tu vida, que seas una madre por completo para ella porque mi instinto de madre me dice que va a ser una preciosa niña... Candy con lo que te estoy pidiendo me refiero a que... —tartamudeo y sus pupilas marrones se cerraron momentáneamente para después tras una pausa continuar —. Te cases con Archie.
Las palabras de Annie hicieron más expresivos los ojos de Candy, no podía creer lo que estaba escuchando, ¿Por qué?, Annie no podía estarle pidiendo tal cosa, era absurdo. Si bien ella tenía la intención de estar al pendiente siempre del hijo de su amiga, el hecho de tener que formar una familia con alguien a quien apreciaba solo como un amigo y que aparte era esposo de su casi hermana, sería inconcebible.
— Annie... No puedes pedirme eso. Archie te ama a ti, y no puedes decidir por él, mira tú niña me verá a mí como una madre, pero yo no puedo...
— Candy... Archie te ama, siempre lo ha hecho yo lo sé, lo presiento, a su lado serás muy feliz y llegarás a amarlo tal y como yo lo hago, ¿entiendes lo que significa para mí dejarlo ir? Pero no puede ser de otra manera, compréndelo Candy. Lo hago por mi hija...Por su felicidad, porque de ningún modo desearía que ella tuviera que vivir el mismo dolor que yo sentí al ser una huérfana. Tú también lo fuiste —le recordó esa faceta de su pasado, triste para ambas—. Yo deseo con toda mi alma que mi bebe lleve la vida en familia desde que nazca que yo nunca tuve...
— Pero no puedo mentirle, tú eres su madre, siempre lo serás —agregó Candy.
— Lo sé, pero solo deseo su felicidad —resoplo quejándose un poco y apretando con fuerza los parpados—. Candy por favor, te lo suplico. Entiendo que ahora parece una estupidez para ti, pero cuando llegues a tener la dicha de ser madre, lo entenderás y lo verás de la misma forma en que yo lo veo ahora – indicó Annie llorando desconsolado mientras sujetaba su vientre.
El argumento de Annie, toco lo más profundo del corazón de Candy, quien estaba comenzando a comprender el anhelo que tenía Annie por que su hija fuera feliz. Candy conocía muy bien la nostalgia que era no estar en el lecho de una familia que te ama, conformada por ambos padres que luchan y velan por ti. De modo que mientras trataba de asimilar esta angustia, Annie comenzó a gritar desesperada tras ver un extraño liquido transparente salir de la parte inferior de su cuerpo, por lo que de inmediato Candy corrió por el doctor.
— Candy —la detuvo antes de verla salir por la puerta del dormitorio—. Prométeme que lo harás, solo así podré irme tranquila —con ojos repletos de dolor, por parte de ambas, Candy plegó los parpados—. Por favor Candy, eres la mejor persona que conozco para hacerlo... Te lo suplico —Tras un suspiro, la aludida solo pudo quedarse petrificada sin saber que responder. Aunque la respuesta la tuviera en la punta de sus labios.
Los ojos de Candy miraron fijamente a Annie brindándole seguridad, permaneciendo sin expresar palabra alguna de su boca. Su mundo se iba cada vez más al fondo de un abismo y aquel panorama despejado que su vida comenzaba a vislumbrar, se hundía en un pozo sin escape.
La edificación que ya estaba construyendo nuevamente tras un corazón roto, volvía a destrozarse, esta vez por otro motivo. Y a pesar de lo que dijera, seguiría sin concebir la idea de casarse con alguien a quien no amaba.
— Te lo prometo Annie —dijo en un susurro, casi imperceptible—. Me casaré con Archie y tu bebe tendrá la dicha que ninguna de las dos tuvimos al nacer, le daré todo mi amor y mi vida se la entregaré por completo.
— Gracias Candy. Te quiero mucho amiga y estoy segura que mis dos amores a tu lado serán muy felices y en donde quiera que yo este los observaré con mucha alegría —asintió Annie sintiendo un alivio al escuchar las palabras de su amiga para añadir—. Archie ya lo sabe, se lo he pedido antes que, a ti, y él aceptó, ahora solo depende de ustedes seguir el mismo camino. Candy te aseguro que llegaras amar a Archie, él es el mejor de todos los hombres.
Tras decir esto de nuevo comenzó a sentir la pesadez extrema del pesar que llevaba consigo, por lo que de inmediato entró el doctor Donovan a intervenir a la joven madre, mientras Candy permanecía en shock al notar tantas angustias juntas, parecía inmovilizada y con la mente en blanco sin poder reaccionar.
— Candy. Ayúdeme por favor, mire está comenzando a asomarse la cabeza del bebe —le solicitó el Doctor. Gracias a los conocimientos en enfermería que tenía Candy, podía apoyarlo sin problema. Pero de lo que, si estaba segura, es que le sería muy difícil hacerlo—. Puje un poco más Sra. Cornwell... ya casi lo tenemos.
Pocos minutos después, la tan esperada llegada del primogénito de los Cornwell había llegado provocando el deceso de Annie. Sin embargo, antes de cerrar sus ojos por última vez, ella pudo notar esa cara tan angelical que lloró despavorida. Confirmando también sus sospechas de que aquel producto de su gran amor por Archie, había sido una niña.
En paz Annie Cornwell, sello sus ojos embargada por una tranquilidad que inundó todo su cuerpo al poder haber dado a luz a su tan adorado tesoro, pudiendo de esta forma soñar por la eternidad.
La muerte de Annie fue la noticia más devastadora que pudieron recibir sus seres queridos, Candy lloró desconsolada al saber que no la vería más, de igual forma Archie no asimilaba cómo confrontar la situación por la que estaba pasando. Aquel momento tan conmovedor y doloroso quedaría para siempre clavado en sus vidas, ni siquiera podían recordar la promesa que ambos le habían hecho a Annie antes de morir.
Lo único que sabían a la perfección era que el dolor ante esa pérdida sería irremediable y con nada se podría superar, porque ella siempre permanecería en sus corazones por sobre todas las cosas.
La pequeña Annie como había decidido nombrarla su padre, sería el motivo de su felicidad y el aliciente para Candy a cumplir la promesa que le había hecho a su apreciada amiga, por encima incluso de su propia dicha como mujer. De nueva cuenta la tranquilidad que acariciaba Candy con la yema de los dedos, se desvanecía a cada momento como gotas de lluvia en el pavimento, su nueva perspectiva de vida estaba a punto de comenzar.
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Hola de nuevo, después de algún tiempo de no subir contenido a esta plataforma. Regreso con esta historia, espero les guste. Anteriormente ya la había subido pero perdí la información en mi respaldo por lo que procedí a hacerla de nuevo.
Gracias por leerme. Saludos!
