Los personajes no me pertenecen, la historia es de mi invención.
Ella no se presentó en el colegio el lunes siguiente.
Ni el martes. Ese día acudí a la ventana de su pequeña habitación para abrirla y encontrarme con un cuarto vacío. No literalmente, porque todas sus cosas seguían ahí. Las mínimas que tenía con ella. algunos cambios de ropa, un par de zapatos de piso bajos, adornados por un moño de color claro, unos que note adquirió cuando comenzamos a salir, completamente distintos a sus botas para la lluvia habituales, las cuales no estaban. Estaban los libros que trajimos de Seattle. Completos en un rincón en la esquina del cuarto. Pero su olor estaba desvaneciéndose. Fuerte, como se podía esperar del lugar que ella habitaba usualmente. Pero no reciente. Solo su huella. Moví todo. Esculque el cuarto batiéndolo por completo. Buscando una pista. Lo que sea que me dijera que ella seguía aquí. Pero no encontré nada. No estaba la ropa que ella había usado ese último día, no estaba su mochila, ni su bolsa de mano. Debajo del colchón, encontré el dije de una pulsera de cuentas que le regale en una salida improvisada a Port Angels, era una pequeña figura de corazón en cristal, en el momento se había sentido muy apropiado, aunque ella se había reusado a aceptarla al principio, después de eso nunca dejo su muñeca. Tome el cristal entre mis dedos, teniendo cuidado de no pulverizarlo por accidente y guarde en el bolsillo interior de mi chamarra. Ella lo tendría de vuelta. Cuando la encontrara. Me parecía un intercambio justo.
Para el miércoles note que el resto de sus compañeros de la casa de acogida empezaban a disminuir de a pocos. Me acerque a uno de los pocos restantes, un chico rubio delgado, desgarbado, que se veía más bien asustado, su mente divagante, apenas capaz de enfocarse en algo concreto, cuyos sentidos se crisparon cuando me acerque a él. Le pregunte directamente por Bella, a lo que su difusa mente apenas alcanzo a dibujar la imagen de la chica que no había dejado mi mente por meses, como un recuerdo borroso, entre las paredes de su casa. Me pregunte como podía ser, si habían estado juntos aparentemente desde su llegada a ese lugar hace un año. Su respuesta su insulsa, insustancial. Un espejo de su indiferencia a la chica y a mi preocupación.
Para el jueves en la noche de acudí a tocar directamente a la puerta de la casa de los cuidadores de Bella no había nada ni nadie más en aquel lugar, ni un alma.
Para el viernes ninguno había regresado.
El sábado busque hasta en el último rincón de esa casa, voltee cada estructura y cada mueble remanente, hasta que su olor me llevo al sótano, acompañado de fuerte aroma a lejía y limpiadores químicos tras de él.
Destroce el lugar. Deseando encontrar un macha de sangre, la más mínima gota, que me diera una razón para dar cacera a los que parecían ser los perpetradores de su desaparición y que este cuarto apestara a una escena de algo más que un accidente.
Me adentre el bosque detrás de la casa vacía. Dejándome consumir por la oscuridad a mi alrededor, recargué mi espalada en árbol y me senté sobre el húmedo suelo, sintiendo debajo de mí y a mis alrededores el movimiento de la vida de los pequeños animales del subsuelo huyendo de mi presencia. Me quede inmóvil y en silencio, esperando captar el más mínimo sonido, pisada, esencia, o cualquier pista que me pudiera alertar de que alguien aún se mantuviera cerca de este lugar.
No hubo nada más que el mero sonido de los animales lo suficientemente lejanos de mí.
La noche cayo de esa manera y la oscuridad me envolvió, mientras mi mente rondaba sobre las mil y una posibilidades.
Los chicos de su casa que se matriculaban en la escuela rara vez tenían pensamientos más profundos que los acontecimientos triviales del día a día. Alguno que otro con alguna meta a futuro. Me devane los sesos pensando en algo que me hiciera poder llegar a ella. no tenía teléfono móvil. Sabía que usaba un email para las tareas de la escuela que dudaba fuera a contestarme de mandarle algún correo. Y además de eso nuestra interacción siempre había sido un encuentro directo en el cual establecíamos nuestro siguiente contacto. Sin fallas. Nunca vi el error en eso, por ingenuo, entendía ahora. Ahora, que me encontraba en esta situación, entendí que en esta época había mil maneras más de contactarse con alguien. Pero no era así en mis tiempos de juventud. Y así como muchas cosas, no me atreví a cuestionar lo estrecho de nuestras líneas de comunicación.
Me quede así, tomando consciencia de lo tonto que había sido durante todo este tiempo. de las mil señales que no vi o que no atine al cuestionar en mi miedo de perderla si lo hacía.
Así que el domingo, junto con el amanecer, entendí que la siguiente cosa que tenía que hacer era la más sencilla y la más aterrorizante de todas.
Tenía que hablar con mi familia.
Los reuní a todos en la gran sala de la mansión principal y les conté sobre Bella, sobre mi relación con ella, sobre el tiempo que nos habíamos visto.
La incredulidad sin palabras dio paso rápidamente a la furiosa verborrea por parte de algunos de mis interlocutores. No me atreví a alegar sobre ninguna de las emociones por parte de ninguno de ellos, porque después de todo, mi engaño no había sido malintencionado, pero tenía claro el riesgo en que nos había puesto y no podía ocultar mi vergüenza en mi egoísmo. Pero ya había superado un poco mi repulsión a mí mismo lo suficiente para entender que era necesario ese egoísmo, en especial cuando la única pieza de mi corazón que no estaba colgando hecha pedazos era la que había logrado rescatar y se encontraba en el bolsillo de mi chaqueta.
Mi declaración original era un bosquejo general de mi relación con Bella. Evitando detalles morbosos, o mucha información sobre lo intima de nuestra relación, aunque era de suponerse que fuera deducible desde el principio.
El ataque verbal furioso de Rosalie precedió a todos, alegando de mi irresponsabilidad, egoísmo, escalando hasta el punto de decirme que si lo que quería era diversión después de tantos años de comportarme como un monje bien me podría haber marchado al clan de Denali por un tiempo hasta volver saciado. Supuse que mi expresión ante su declaración fue clara, puesto no necesito de más para bajar su tono y retroceder unos pasos, así como su marido para tornarse ligeramente frente al resto de mi familia , justo detrás de ella. El resto actuó de manera más prudente después de ese despliegue, no dejando espacio para la información perdida entre sus preguntas sobre el tiempo de nuestra relación, donde nos veíamos, con qué frecuencia, llenando así todos los espacios en los cuales mi comportamiento les había parecido inusual en el último par de meses. Cada pieza de información colocando una pieza más en el rompecabezas en sus mentes.
Alice era por mucho la más confundida de todos. Alegando sobre cómo no me vio, ni una sola vez, compartiendo un solo segundo con esta chica.
Finalmente, cuando el fuego se hubo calmado y el agudo dolor de la sorpresa dio paso a una resignada indignación fue momento de pedirles ayuda.
-Entonces, nos estas diciendo todo esto porque quieres encontrarla – dedujo Emmet con los brazos cruzados sobre el pecho, haciéndolo lucir el doble de ancho.
-No puedo pensar con claridad- admití con bastante vergüenza- Necesito encontrarla.
No elabore demasiado en mi petición, porque la mayoría de los presentes en la sala habían entendido para este punto mi situación.
Alice recordaba su angustia durante los años que tubo visiones sobre Jasper una y otra vez, sin poder nunca fijar donde o cuando lo encontraría.
Jasper visualizo su vida sin Alice en ella una vez más, entendiendo que el vacío que sentía antes de conocerla se convertiría en un abismo si la perdiera ahora.
Carlisle, quien había estado callado en mayor medida durante todo el día, vio a su esposa y rememoro de manera rápida cada momento de los más de 200 años de su vida previo a encontrarla.
Emmet no conocía otra vida inmortal más que la que tenía al lado de Rosalie. Pero sabía que no quería conocer otra de cualquier forma,
Rosalie, no entendería, por ahora.
-Comenzare a buscar información, después de ahí, sabremos donde buscar físicamente. - dijo Jasper, levantándose del sillón donde había estado sentado. Su mente usualmente atareada tenía una simple línea de pensamiento en esta ocasión. Pero al momento que paso a mi lado su mirada se dirigió directamente sobre la mía y pude ver en su mente un recuerdo. Era yo observando a Bella pasar en la cafetería. Nuestras miradas se cruzaron por un momento y ella desvió la mirada curvando las esquinas de su boca hacia arriba, con un profundo sonrojo en sus mejillas. Yo por otro lado no había hecho mejor mi trabajo de disimular, volteando hacia abajo a la comida que tenía en la bandeja frente a mí, moviéndola en un lado a otro con el tenedor. Siguiendo a ese recuerdo, su mente redibujo varios más, así como el recuerdo de las vibrantes sensaciones que ninguno de los dos había podido ocultar frente a Jasper. – Hablamos luego – pensó el cuándo paso justo a mi lado y perdí contacto con su mirada.
El ambiente en la sala era denso, Rosalie seguía sentada en el sillón con su profunda mirada de desaprobación hacia mí. Emmet trato de hablar con ella hasta comprender que probablemente era mejor dejarla.
-Iré con Jasper. - dijo simplemente.
Esme se acercó suavemente a mi tomando mi mano, para alejarse después y tomar a Alice y Rosalie e invitarlas a ir con ella a su oficina.
Me quede en la habitación mirando hacia el ventanal junto con Carlisle.
-Vamos a caminar afuera. – me dijo el recargando una mano en mi hombro.
Salimos de la casa, mientras lo seguía en silencio, hasta que estuvimos cerca del borde del bosque a una distancia pertinente de la construcción para que nadie pudiera escucharnos si habláramos a un volumen bajo.
Nos adentramos a la línea de árboles, a el no pareció importarle pisar la maleza del bosque con sus pulcros zapatos de vestir y su ropa formal. Sin perder el ritmo el volteo a verme sobre su hombro y me sonrió con sus amables ojos viéndome de manera intensa. Esperando a que yo estuviera listo.
Entonces le conté todo. Sin censura. La sabia todo de mi igualmente, o casi todo. Era mi creador y en esta vida que teníamos, mi padre. Había convivido más años con el que con mi padre biológico. El me escucho, sin juicio, haciendo los comentarios necesarios en el momento justo para orientar mi a veces desordenada historia. Haciendo preguntas justas, sobre porque creía yo que Alice no pudo vernos nunca. Por qué mantenerlo en secreto por tanto tiempo, la familia de ella y otros detalles que yo asumí que no tendrían mayor interés pero que el parecía tomar en importancia.
Su mente rondo mucho sobre sobre la intimidad física entre Bella y yo. Nunca había discutido abiertamente mi sexualidad con Carlisle. Con tantos años de convivencia y mi habilidad, sabia más de lo necesario sobre su experiencia al respecto, en su vida humana y en sus primeros años como vampiro errante. Así mismo los agudos sentidos que venían con el vampirismo me habían dejado saber bastante al respecto de su tiempo con Esme. Ellos eran los más privados de las otras 3 parejas de la familia. Pero a diferencia de lo que los demás pensaban que él era como un santo, yo sabía que su mente escondía bien sus deseos.
El sin embargo él había sido testigo de mi rechazo a avances sexuales de múltiples mujeres, humanas, vampiros, de mi indiferencia total a la llegada de Rosalie, que era su esperanza de darme una pareja, así como mi aceptación de Esme como una imagen materna y de Alice como una Hermana. Nunca percibiendo interés sexual abierto de mi parte. Él se había preocupado que mi juventud al ser convertido no me hubiera permitido desarrollar esa parte de mí, condenándome así a una existencia solitaria, donde no solo el placer me fuera indiferente sino el amor de una pareja.
Orienté la plática hacia esa dirección cuando le conté sobre ese primer encuentro que tuvimos juntos en el prado, le dije con vergüenza que mi intención al llevarla ahí había sido incluso menos decorosa que como había terminado.
El discretamente me pregunto si su cercanía y su olor no me hicieron difícil el no perder el cuidado, al ser ella tan frágil como lo era en comparación con las de nuestra propia especie.
Me reí y le dije que no tenía manera de compararlo, confirmando así sus sospechas sobre si yo era virgen antes de esto. Pero como el hecho de que su piel me cargara con electricidad al tocarla me hacía no perder el sentido completamente.
Detrás del shock inicial provocado por la revelación y el miedo secundario a la idea de vernos expuestos, Carlisle estaba feliz, por mí.
Perfectamente feliz de que hubiera encontrado mi par.
Y más allá de estar preocupado por como íbamos a encontrarla nuevamente. El no parecía preocupado por todos los otros detalles técnicos. Parecía más que feliz de tener uno más entre nosotros. Me deje llevar por su optimismo y cuando regresamos a la casa, después de mi ronda de confesiones a mi padre y sentirme al fin liberado del secreto que traía a espaldas. Esme nos recibió en la puerta nos sonrió a ambos dándome un amplio abrazo primero a mi para luego dirigirse a su esposo con un beso. Voltee a ver a la puerta mientras ellos se recibían y seguido a mi inspección los pensamientos de madre me distrajeron mientras ella me llamaba a adentro de la casa, despidiendo a Carlisle que se dirigió discretamente a su despacho. La mente de Esme me dijo que Alice se había llevado a Rosalie a una de las cabañas a los alrededores de la mansión y que Jasper estaba con Emmet en una de las oficinas en busca de toda la información que pudiéramos encontrar sobre Bella y quien dirigiera su casa de acogida. Se acerco a mí y me abrazo por la cintura.
-Vamos al vivero Edward, hace un día estupendo. – me dijo con su brazo bien justo a mi alrededor.
Sonreí a mi madre, sabiendo lo que venía delante.
La perspectiva de su interrogatorio fue distinta.
La de sus pensamientos también.
Si Carlisle estaba cautelosamente optimista ante esta situación, Esme estaba exultante. Ella no veía la desaparición de Bella como un como una situación desesperada, la encontraba como un inconveniente que eventualmente sortearíamos, traeríamos a la chica a casa y seriamos felices para siempre.
Mas o menos así era su tren de pensamiento.
Me interrogo con mil preguntas sobre cómo era ella, como nos conocimos, que me gustaba de ella, si la había tratado bien, si ella me trataba bien. No había juicio alguno, no había rencor o dolor en sus preguntas. Había emoción. Cada una de sus preguntas atinaba a un lugar diferente de nuestra relación, pero todas ligadas a entender el tipo de persona que era ella y la profundidad de mis sentimientos.
Ella no dudo en su mente al asignarle un nuevo cuarto a Bella en todas nuestras casas, preguntándome sus preferencias en colores, gusto y pasatiempos, para poder hacer una imagen más clara del espacio que crearía para ella. por un momento me olvide de la angustia y me contagie del espíritu de ella. La encontraría. La traería conmigo, lo demás, lo figuraríamos en el camino.
Eventualmente Alice volvió a mí con su respectiva ronda de preguntas que ya para ese punto, tenía más que mecanizadas. Se veía desconcertada, ante lo anómalo que era para ella no estar enterada de las cosas antes que los demás. Preocupada en mayor medida por no poder ser tan útil en la tarea de rastrearla. Abrace a mi hermana, porque su mente también estaba libre de reproche, era entera preocupación a la logística de encontrar a Bella. Subimos con Jasper y Emmet a la oficina donde mantenían el equipo de cómputo que destinábamos a todos los tramites que requerían un acceso extraoficial a servidores del gobierno y de grandes empresas.
Las noticias no fueron mejores. El apellido con el que habían enlistado a Bella en la escuela parecía no ser su apellido de nacimiento, el nombre del resto de los chicos no se encontraba en sitios oficiales, apenas y teníamos información de las personas a cargo de la casa de acogida y a pesar de que sabia algo acerca del sitio donde se había mantenido Bella antes de mudarse a Forks, la información no era en absoluto suficiente para iniciar una búsqueda concisa.
Carlisle se unió a nosotros más tarde. Sugiriendo lo que era evidente, pero quizá nadie había atrevido a mencionar, el hecho de que personas tan irregulares se estuvieran dedicando a asuntos ilícitos, que debíamos considerar el que estuviéramos frente a una situación de trata de personas. Mi pecho se hundió ante tal declaración. Lo sabía. Pero aun así no, no era algo que quisiera admitir para mí.
Pero si les admití a ellos lo que Bella me había dicho.
Que tenía miedo de que la separaran de mi si se enteraban de lo nuestro. En el momento no lo entendí, me pareció desproporcionado e inusual, pero lo atribuí a otras cosas y jamás pensé que pudiera ser una declaración literal. Las miradas de todos eran oscuras, pesadas ante las implicaciones de mis explicaciones la falta de información.
-Entonces vamos a tener que buscar por tierra- sugirió Jasper.
El explico su plan, dividirnos en dos grupos, uno que se dedicara a buscar contactos cercanos, fingiendo estar interesados en adquirir los servicios que suponíamos que ellos ofrecían con los chicos de la casa, y otro que buscara físicamente en los alrededores de la propiedad que abandonaron.
Mi presencia en ambos grupos era meramente por ansiedad, porque como les había dicho en su momento, ya no podía ni pensar con claridad, ellos lo sabían y agradecía su amabilidad, en serio.
Emmet y Jasper, quienes parecían ser los mas diestros en involucrarse con personas bajas esferas salieron a Port Angels y a Seattle respectivamente, para buscar algún contacto que pudiera orientarnos. Carlisle, Alice y yo nos dirigimos a la casa de Bella en busca de cualquier cosa que pudiera darnos una pista.
Además de algún corto y desvanecido rastro de aroma, algunas pocas pertenencias sin importancia dejadas atrás y el desastre que yo había hecho en mi rabieta inicial al sondear la casa por pistas.
El olor del sótano había perdido fuerza, pero permanecía lo suficiente como para dejar saber que algo inusual había pasado ahí. Cuando les mostré el cuarto a Alice y Carlisle entre con ellos para aclarar mi punto. Pero esa habitación en particular me ponía los nervios de punta, crecía mi ansiedad por montones tan solo con bajar esa escalera.
Cada minuto entendía más la cantidad de detalles que en su momento pase por alto sobre Bella y las personas a su alrededor. Y cada segundo me castigaba más por mi displicencia y poco cuidado con alguien que era tan fundamental para mí.
Regresamos a la casa sin ninguna novedad, sintiéndome derrotado.
Jasper y Emmet volvieron al día siguiente. Como Alice lo había predicho, con noticias, que ninguno podría catalogar como buenas.
Había información circulando sobre el aparente 'negocio' que dirigían las personas en esa casa.
Pero en la superficie, parecían más bien cazadores, que encontraban chicos jóvenes con la excusa de ser una casa de asistencia, no había mayor información de ellos, Emmet había logrado encontrar que se movían con frecuencia, cambiando nombres y papelería legal con facilidad, pasando por pueblos pequeños, manteniendo un perfil extremadamente bajo.
Una rareza.
Sin cuentas de banco rastreables, sin pertenencias detrás de ellos.
Era el pináculo de algo mucho mas grande.
Pero por enorme que fuera la situación, mi prioridad era encontrarla a ella. físicamente.
Y no había ningún rastro. Era como si se hubiera desaparecido de la nada.
Estábamos en un callejón sin salida.
Bueno.
No tanto así.
Volcarme a investigar hasta debajo de la última piedra llamaría atención hacia mi familia. Cuando uno hace preguntas en lugares donde usualmente no se hacen, todos se preguntan quién quiere saber.
Nosotros no éramos personas corrientes, la gente de este pueblo ya se hacía suficientes preguntas sobre nosotros, para además atraer la atención del bajo mundo.
Se los hice saber a ellos, porque si además de todo, sumergirme en esta investigación iba a requerir que nos moviéramos nuevamente de casa, lo mínimo que les debía era darles un aviso.
Ninguno estaba sorprendido, de hecho, todos habían empezado a hacer preparativos para tal cosa.
Rosalie y Esme se movieron a otra de la casa en un lugar más privado, más lejano del poblado más cercano, que usualmente era usado por las parejas de la familia cuando querían periodos con más privacidad. Usando como base esa mansión los demás se comenzaron a mover a investigar en distintas áreas. Encontrando entre sus contactos la información que fuera alcanzable. Desentrañando cada vez más la red que aparentemente apenas alcanzábamos a percibir desde la superficie.
Pero no a ella.
Cada minuto la angustia en mi crecía más.
Me había volcado a encontrarla, dedicando cada segundo de mis días a la siguiente pista de información que me fuera disponible.
Estaba extremadamente sorprendido de lo bien escondidos que estaban, eran prácticamente inrastreables.
Emmet, Jasper y Carlisle no me dejaban solo prácticamente nunca, turnándose para quedarse uno al pendiente de mí y el resto para seguir buscando con una dirección diferente. Decían que era para tener diferentes perspectivas al buscar. Pero podía ver en sus mentes como se habían preocupado de lo mucho que mi … crueldad se había intensificado. Nunca fue mi papel, cuando por alguna razón fue necesario involucrarnos en alguna actividad abiertamente criminal en el pasado, verme hostil o sádico. Jasper y Emmet se encargaban perfectamente de eso.
Pero en esta ocasión no era un papel. Y por eso no me dejaban solo.
Las horas se tornaron en días y estos a su vez se acumularon en semanas.
Semanas con interminables preguntas y pocas respuestas.
En realidad, muchas respuestas, solo no la que yo necesitaba.
Habíamos encontrado una red enorme, aterradoramente enorme.
Algo que podría ocuparnos incluso por años de escudriñar hasta las raíces. Pero no quería encontrar las raíces. Necesitaba encontrar una de las flores.
Las raíces arderían después.
Volvía de manera recurrente a la mansión a las afueras de Forks. Manteniéndola en mi circuito de vigilancia constante.
Después de un tiempo y muchas suplicas, hasta una demandante orden de parte de mis hermanos y mi padre. Accedí a ir de casa con ellos.
Ninguno de ellos dijo nada sobre mi elección de presa sobre un gran oso macho que se notaba ansioso por la primavera. Tampoco me apuraron cuando jugué con el mientras lo dejaba creer que podía pelear por su vida con algún fin.
Emmet en su mente me dejo saber al final, que no era necesario hacerlos sufrir así siempre. Pero fue más bien una sugerencia silenciosa.
Hicimos el camino de regreso donde habíamos dejado la maleta con cambios de ropa para todos y posteriormente al auto que habíamos aparcado a la entrada de la reserva nacional. Completando de manera silenciosa el camino a la casa.
Cada uno de ellos consumido en su propio tren de pensamiento. Agradecía enormemente que estuvieran aquí, que a pesar de la pésima compañía que yo era en estos momentos, no regresaran a los brazos de sus parejas, si no que me ayudaran a buscar a la mía.
Jasper, quien había sido el miembro más reciente de todos los varones de esta familia, era un ser bastante peculiar, marcado por la violencia de su pasado, tanto física como emocionalmente, siempre lidiando con eterno duelo entre lo que él consideraba el bien y el mal, se había convertido en una parte elemental para mantener mi cordura.
Su empatía hacia mí no venía únicamente de su habilidad, sino de un empate dentro de su mente, sobre lo que el sentía era su inmerecida relación con Alice y como ella lo había sacado de un bucle de desesperación y como, desde sus ojos, Bella había hecho lo mismo por mí. Volviendo esta situación para el como algo muy personal. Había visto en su mente durante todo nuestro tiempo juntos, el que a pesar de que yo pensaba que había sido muy discreto al respecto de mi relación con Bella, él siempre supo de mi intensa atracción y hacia a quien iba dirigida. Así como de la de ella hacia mí. Pero escogió mantener su mente alejada de esto, así como su boca cerrada al respecto, para darme la oportunidad de vivirlo a mi ritmo.
Nunca sabría como agradecerle todo.
A ninguno, pero en especial a Jasper.
Cuando nos acercábamos a la casa, con las ventanas del auto arriba, porque había sido un día particularmente soleado, vi un bulto, tirado cerca de las escaleras que subían al porche de la casa. Carlisle aparco el auto frente a la casa, sin meterlo a la cochera viendo la misma situación que todos los demás. Nos bajamos rápidamente y fue en ese momento que su olor llego a mí con fuerza.
Bella.
El bulto a medio camino a la puerta, era ella.
La había buscado por semanas como un loco, para que ella terminara en la puerta de mi casa.
Corrí hacia ella, entre más me acercaba, más podía notar lo maltratada que estaba. Su ropa rasgada y sucia, su cabello que antes había sido largo y parejo hasta debajo de su cintura, había sido cortado en mechones irregulares, de distintos largos y grosores, estaba sucio y en pegotes. No podía ver con claridad su cuerpo por la ropa que la cubría, pero mi ya de por si delgada chica estaba en los huesos.
Me acerque a ella, diciendo su nombre como un rezo, apenas consciente de como los tres hombres detrás de mi nos miraban con la misma cantidad de dudas en sus rostros que yo en mi mente, ella respondió, levantando su frente de él escalón donde la había apoyado y volteando a verme, con su precioso rostro apenas reconocible, entre raspones, un ojo morado y su piel rota en distintas partes.
-Edward- dijo mientras subía una de sus manos hacia mí, con un mohín de dolor mientras lo hacía. – te encontré.
Me arrodille frente a ella, no sabiendo como comenzar a proceder, necesitaba meterla a la casa. Necesitaba revisarla. Que Carlisle la revisara. Necesitaba contestarle, hacerle saber que estaba segura ahora. Necesitaba hundirme en su piel y ser capaz de respirar.
Decidí que contestarle era un comienzo decente.
-Si mi vida, me encontraste- le dije mientras con cuidado tocaba sus brazos y caja torácica con una mano, mientras que con la otra acune su mejilla para que recargara su cabeza, porque parecía que en cualquier segundo se desmallaría.
-Pensé que no volvería a verte- su voz era más áspera, como si le faltara el aire.
Mi inspección rápida me dejo saber que al menos podría tomarla en brazos sin causar más daño real. Así que eso hice. Mientras ella seguía hablando, como medio ida. La tome entre mis brazos sintiendo lo prominente de las los huesos de su columna y sus delgadas extremidades, así como el encogimiento de su cuerpo al repentino dolor de ser levantada así, sin embargo, ella no busco alejarse de mí, en su lugar, acomodo su cabeza en mi pecho y una de sus manos de empuño en mi camisa.
Voltee a ver a los desconcertados hombres detrás de mí.
-Necesito llevarla al hospital – dije.
-Serán demasiadas preguntas Edward- me contesto Carlisle observando atentamente a la chica en mis brazos – Además, no sabemos cuánto tiempo tenemos, ni que medidas necesitamos tomar. – dijo lo último viéndome directamente a los ojos, preguntándome en su mente, si la transformaría de ser necesario. Sin embargo, no espero a mi respuesta para seguir– tengo todo lo que ocupo en el sótano, ahí puedo estabilizarla.
Carlisle era el único que yo confiaría para poner sus manos sobre ella, sino eran sus cientos de años de experiencia capaz de salvarla, nadie seria. El vio lo aprensivo de mi mirada, sin embargo, el pánico acumulándose en mí, se acercó y puso su mano en mi hombro, con firmeza.
-Vamos hijo, no hay tiempo para perder. – sus ojos claros, por la casa reciente, pesados en conocimiento, me sacaron de mi repentino trance. Así que entramos a la casa, cuya puerta ya había sido abierta por Emmet y Jasper, así como el camino al sótano despejado.
Sentí una presión desde donde Bella me sujetaba y volteé a verla. Su respiración era pesada y sus ojos se notaban abiertos con esfuerzo. Mi chica estaba luchando.
-Perdónenme – su voz era apenas queda, pero sabía que los demás habrían alcanzado a oírla también, porque voltearon en nuestra dirección discretamente. – solo les he traído problemas- no sabía de qué estaba hablando, termine el camino hacia el sótano, estaba dividido en varios cuartos, cada uno como un almacén de artículos que nos interesaba mantener.
Carlisle tenía un cuarto en el sótano que bien podría rivalizar con un quirófano bien equipado. Si bien las cosas no estaban dispuestas en orden como para ser funcionales, para cuando yo llegue con Bella a el cuarto Carlisle y mis hermanos ya lo habían acomodado básicamente en su totalidad, él lo mantenía así como un almacén de artículos médicos que compraba y donaba al hospital de manera anónima, cuando notaba necesidades en particular, o para alguna organización benéfica. No podría estar más agradecido de su filantropía.
La coloqué en la cama, con el mayor cuidado que pude.
-Te he buscado por todos lados - le conteste a su anterior suplica.
-Me llevaron – me dijo dejándose ir, empezaba a ver como su adolorido cuerpo perdía tono poco a poco. Su mano. Nunca dejo de sostener la mía, sin embargo. – no quería que pensaras que lo último que te dije fue mentira.
Su voz se oía apenas, su respiración pesada y rápida había ido perdiendo ritmo.
Carlisle se movía rápidamente, ordenando las máquinas para tomar signos vitales. Emmet y Jasper ya no estaban a nuestro alrededor, pero supuse que la ropa con manchas de sangre seca de Bella tampoco sería fácil de tolerar para ellos y oía sus movimientos rápidos en el piso superior.
Carlisle me daba indicaciones para monitorizar a Bella. Los electrodos para su registro cardiaco, el brazalete para toma de presión arterial, coloque paso por paso lo que él me instruyo, dejándolo a él ver los signos de ella según eran registrados. Estaba hipotérmica, su presión arterial por los suelos y su corazón apenas compensando tal cosa. El preparo todo lo necesario para canalizarla volteándome a ver antes de insertar la aguja en su piel.
-Hazlo, voy a estar controlado. – le dije sabiendo que su preocupación era por si yo perdía el control.
Las siguientes horas fueron un sinfín de estudios, con las maquinas que el tenía disponibles en su aparentemente interminable depósito de artículos. Cada nuevo estudio vislumbraba más y más de su sufrimiento.
Un brazo roto.
Varias costillas rotas.
Un pulmón colapsado.
No parecía haber daños anatómicos a los órganos internos, pero si falla renal por la intensa deshidratación como disfunción del hígado y otros órganos por inanición prolongada.
Ella estaba en el borde.
Yo también.
Pasaron horas en la que mi padre y yo nos movimos alrededor de Bella, ella entraba y salía de la conciencia, quejándose de dolor y temblando, hasta que los medicamentos hicieron efecto.
Después de lo que se sintió una eternidad el logro estabilizarla. Había dos intravenosas, una en cada brazo, una sonda nasogástrica, con catéter venoso central, oxígeno a través de una cánula en su nariz y 2 torres con varios administradores de medicamentos a los lados de ella, además constante sonido del monitor de signos vitales.
Me senté en el piso en frente a la cama, viendo fijamente la línea del monitor que marcaba el ritmo de su corazón, lento, pero contante, suficiente para mantenerla viva, por los medicamentos que Carlisle le había puesto. Pero aun latiendo. Me cruce de piernas en una postura poco típica de los de mi especie y deje caer el rostro entre mis manos, sintiendo reconfortante la presión mientras jalaba mi cabello.
Carlisle se sentó al lado de mí, con las piernas extendidas, recargando la cabeza contra la pared.
Su mente vagaba entre estar al pendiente de los monitores de Bella y de mí.
-Se ve mejor- le dije en un intento de ser optimista, que, por el tono de mi voz, sonó muy poco creíble.
El sonrió un minuto, en el cual pensó que sería mejor ser sincero conmigo.
-Esta más estable ahora Edward. - dijo con su típico tono calmando. Ecuánime. Amaba a Carlisle, era en realidad mi ejemplo a seguir, pero en este momento su tono de voz me sonaba condescendiente y quise golpearlo. Sabía lo que el intentaba, pero yo estaba desesperado por esperanza. Sin embargo, el siguió con un tono más oscuro. – No creo que mejore mucho más, sin embargo. En una paciente tan joven, usualmente con las primeras maniobras, la mejoría es rápida- volteo a verme haciendo una lista en su cabeza de todas las cosas que habíamos ocupado hacer para lograr mejoría en ella. – si vuelve a presentar otra crisis, o la situación empeora, aunque sea un poco va a necesitar ser intubada, o quizá hasta diálisis. – hizo una pausa, viendo sus manos y luego volteándome a ver a mí, sus ojos como oro derretido viéndome con preocupación y cariño- ¿ya sabes que vas a hacer?
Sabia a que se refería. Si ella no mejoraba. Si la convertiría. Agache mi cabeza de nuevo, dejándola caer entre mis manos. Sentí el brazo de Carlisle cursar sobre mis hombros, atrayéndome hacia él, permitiéndome descansar mi frente sobre su hombro. Era un gesto humano, era un gesto que no tenía sentido para nuestra especie.
Era justo lo que necesitaba en este momento.
Me apoye en mi padre dejando mi mente ir a mil kilómetros por hora, dando vueltas en cada pequeño detalle de mi corta relación con ella antes de esto. Deteniéndome en seco en lo que me dijo antes de perder la conciencia.
No quería que pensaras que lo último que te dije fue mentira.
No me costó mucho hacer memoria, se refería a la noche en el muelle de Olympia, mi declaración de amor y como ella me correspondió.
Tenía miedo de que pensara que se había ido y que no había honrado lo que se dijo esa noche.
Inspire profundo y levante mi cabeza.
-Si, sé que voy a hacer. – declare.
-Muy bien entonces- Carlisle se levantó y me extendió una mano a mi para ayudarme, que tome por cortesía. - voy a subir, llamare a Esme, estaré al pendiente de cualquier cosa, si algo cambia, dime en el instante. - me abrazo por un momento corto y salió del cuarto.
Mientras escuchaba como subía las escaleras hacia la planta baja, me senté en la cama, en un espacio al pie, donde sabía que no la movería. La observe por minuto, su piel surcada por hematomas, con el yeso y el cabestrillo manteniendo en su lugar su brazo fracturado, veía como le costaba trabajo cada respiración, probablemente aun percibiendo algo de dolor a pesar de estar medicada fuertemente. Habíamos cambiado a Bella en una bata de baño que aparentemente era de Rosalie, pero que Emmet nos había dado cuando nos dimos cuenta que lo único que Carlisle no tenía entre sus instrumentos era una bata de paciente, dándonos cuenta de la cantidad de hematomas en todo su cuerpo, de los cientos de sitios donde su fina piel estaba rota.
Tome su mano. Teniendo cuidado con el sitio de canalización.
Pensar en cómo no cuide de ella ya no cambiaría nada, asumí. Ella había vuelto a mí. Me había encontrado.
Hasta ese momento no me había detenido a pensar como había llegado hasta aquí, en una ocasión, cuando regresamos de Seattle, le indique el sendero de la carretera por el cual se llegaba a nuestra casa. Me espanté de la simple idea de que ella hubiera recorrido ese camino a pie en su estado, pero me di cuenta inmediatamente que probablemente había hecho mucho más que eso.
Movió sus dedos apenas, haciéndome voltear a verla al rostro, encontrando sus ojos apenas abiertos, viéndome a través de sus pestañas. Me acerque a ella y acomode su cabello viendo inclinaba la cabeza hacia mi mano mientras lo hacía. Inspiro profundo antes de tratar de hablar, pero el sonido salió apenas y el monitor de su frecuencia cardiaca se fue el cielo.
-No, está bien Bella, no hables ahora, te dejare dormir. – mientras intentaba levantarme de la cama, sentí su pequeña mano sostenerme de donde pudo tomarme de la camisa con lo que supuse era toda su fuerza.
Volví a mi lugar junto a ella, sosteniendo su delicada mano en la mía.
no podría decir cuánto tiempo en realidad estuvimos así. Carlisle entro y salió de la sala en varias ocasiones. Escuche el ruido de carros llegar a la cochera de la casa y las voces a Alice, Esme y Rosalie en el piso superior.
Alice y Esme saludándome a través de sus pensamientos, disculpándose por no poder bajar, por prudencia ante perder el control en el caso de que algo pasara con Bella y sangre estuviera expuesta.
Pero no cambio mucho, si bien, el rostro de Carlisle se veía cada vez más preocupado, sus pensamientos concentrados en mi hermosa chica y su frágil estado, que no parecía más que empeorar.
No esperes hasta el último momento para tomar una decisión Edward.
Me dijo en su mente mientras apretaba mi hombro antes de salir del cuarto.
La respiración de Bella era cada vez más pesada, con más esfuerzo. Sus signos vitales apenas eran sostenibles a pesar de los medicamentos que Carlisle le ponía.
Inhale profundo la esencia del cuarto. Olía a ella, pero no como siempre había olido. El dolor de su delicado cuerpo había alterado su esencia.
Ahonde en ese hecho, su aroma y como había sido para mí un gancho del cual no había podido soltarme.
Su frágil humanidad y como no solo el ritmo de su corazón y su calor siempre me trajeron calma.
Me había enamorado de ella como humana, no concebía el resto de mi existencia sin ella a mi lado. Pero entendí rápido que sin todo eso jamás me hubiera permitido a mí mismo conocerla. Ver en el fondo de su profunda mirada y tratar de comprender su silenciosa mente.
Me pregunte si ella tendría dudas, si una vez que fuéramos iguales se sentiría de la misma manera.
Solté el aire que había estado guardando, sintiendo que con él se iba un peso que tampoco sabía que estaba cargando.
La vi por un segundo, su cuerpo magullado y luchando por seguir con vida. Su rostro, el cual a pesar de todos los horrores por los que había pasado, seguía siendo lo más bello que mis ojos habían visto.
Me incline sobre ella, acaricie el costado de su mejilla y acomode su cabello, permitiéndome darle un beso sobre los labios apenas separándolos.
-Perdóname, mi amor. – dije en su oreja con un susurro.
Y me acerque a su cuello hundiendo mis dientes en profundo de su carne.
Les agradezco mucho a las personitas que le han dado oportunidad a leer esta historia y me han regalo un comentario.
Deje esta historia abandonada muchos años y ahora encuentro sumamente terapeutico seguirla.
Gracias por pasarse por aquí.
