Capitulo 8.
Tan solo arrojo su cuerpo al colchón suave y mullido donde reposaba. Se llevo una mano a la cabeza e intento cerrar los ojos para poder conciliar el sueño. La verdad es que esa noche había sido un poco pesada, desconcertante. La había visto, tal como lo había deseado después de tantos años. Pero no había sido fácil, ella ya no era la misma de antes, su corazón ya no le pertenecía. Estaba con alguien más, decidida a comenzar una nueva vida.
––¿Y yo por que debo seguir amándote?, ¿Por que no puedo iniciar una nueva vida como tu lo has hecho? -se preguntó así mismo intentando comprender todo lo que estaba ocurriendo.
Su mente maquinaba una serie de sucesos, había tomado una decisión ante todo esto, tal vez no era la mejor, pero era lo que había y debía afrontarlo. Era suficiente de tanto drama de su parte, necesitaba dejar a un lado sus antiguos anhelos, esos sueños que alguna vez tuvo en relación al amor. Necesitaba hacerle frente a su presente. Si Candy había decidido olvidarlo, por que él tendría que seguir inconsolable todo el tiempo.
A la mañana siguiente, Susana escucho que alguien tocaba detrás de la puerta de su habitación. Por lo que con premura le sugirió a su madre verificar de quien se trataba.
–– ¡Buenos días Sra. Marlowe!, me gustaría hablar con Susana. ¿Podría comentarle? ––indagó Terry apareciendo en el umbral de la puerta.
–– ¡Mamá es Terrence!, hazlo pasar por favor.
La mujer asentó con la mirada y le dio acceso a Terry.
–– Adelante señor Grandchester, yo saldré un momento para que charlen con comodidad. Con permiso ––señaló la señora Marlote
––Muy bien gracias ––asentó Terry.
Caminó unos pasos y más adelante de la gran alcoba decorada con detalles rústicos, se encontraba Susana a un lado de uno de los sillones del lugar.
–– Hola Terry, buenos días. Debo decir que me sorprende que desees hablar conmigo, después de lo sucedido el día de ayer. Cuando me dejaste abandonada sin importarte mi estado ––reclamó Susana ignorando su mirada para sumergirla en un punto de la pared.
–– Si, precisamente a eso he venido. A disculparme contigo por lo sucedido ayer por la mañana. No debí dejarte sola. Lo siento. Siento haberme comportado de ese modo.
Sus disculpas con tono lleno de sinceridad, lograron que Susana nuevamente ubicara sus azules y cristalinas pupilas sobre el objeto de su amor.
–– ¿Hablas en serio? ¿te estás disculpando? ––vaciló.
–– Si, así es. Y también vengo a decirte que ya es justo que nuestra relación avance. Que no es correcto de mi parte seguir teniéndote a la espera de mis decisiones. La verdad es que tienes razón, tu has estado ahí, conmigo, en las buenas y en las malas. Y a pesar de todo me has seguido amando. Y eso es razón suficiente para que nos casemos.
La solicitud de Terry, logró que a Susana le temblara el cuerpo de la emoción, de verdad que no se esperaba esa noticia. No esperaba que él estuviera en ese momento diciendo todas esas cosas y dispuesto a fijar la fecha del matrimonio con toda seguridad.
–– ¿Estás seguro Terry? ¿Acaso vas a sugerirme alguna fecha para nuestro matrimonio? ¿Por fin lo has decidido?, por que tú bien sabes que yo no quiero presionarte. Es por eso que he esperado tanto, que no me importaría seguir haciéndolo, por ti, por tu amor ––sollozó la mujer que no cabía de felicidad con la noticia.
Él dio unos pasos hacia adelante y con lentitud se acerco a la silla de ruedas, para después tomar una de las manos de la menuda y pálida mujer.
–– Así es Susana. Me gustaría que nos casemos pronto, no sé. Tal vez dentro de un mes.
La joven abrió los ojos de par en par y con el corazón latiendo a mil por hora. Una sonrisa a lo ancho de su rostro le ilumino más la mirada.
–– Tal vez sea muy pronto para organizar todo. Pero si tu así lo deseas. Por mi esta perfecto. ¡Gracias Terry!, gracias por hacerme tan feliz –rodeó el cuello de Terrence con un abrazo inesperado.
La noticia sin duda la había sorprendido tanto que incluso había olvidado que un día antes la había dejado sola sin su ayuda. En realidad desconocía los motivos por los cuales Terry repentinamente había cambiado de parecer. Pero no le importaba, solo disfrutaba por fin sentirse feliz con el hombre que amaba.
Por su parte Terry más que por decisión propia o por anhelos, había elegido casarse con ella tan pronto, por lo sucedido con Candy. Sí, ella lo había incitado a tomar esa elección. Ella estaba por casarse con Archie y parecía muy enamorada. Preocupada por que alguien pudiera verlos juntos platicando, seguro pensaba que si eso sucedía podría tener problemas con su prometido. Le preocupaba mucho lo que él pudiera pensar. A diferencia de cuando vivía con Albert y Terry era su novio.
Si Terry recordó aquellos momentos, y con fuerza apretó el puño de su mano derecha. Ella ya lo había olvidado, tanto que ahora le preocupaba quedar como toda una dama a los ojos de su nuevo amor.
Unos ruidos extraños y la voz de una mujer discutiendo con alguien, logró sacarlo de sus ensoñaciones. De inmediato suspendió su camino y se adentro en un pequeño cuarto del que al parecer venían los ruidos. Era como un cuarto que alguna vez sirvió comedor y ahora solo tenía apiladas algunas mesas viejas y sillas. Era un poco oscuro y no entraba nada de claridad del exterior, solo unos cuantos rayos iluminaban el polvo que lo cubría.
–– ¡Suéltame Neal! Dejame por favor, ¡alejate de mi! ––suplicó Candy cuando este hombre le tomo las manos e intento besarla en los labios.
–– ¡No seas mojigata!, no te hagas la respetable conmigo. Cuando sé perfectamente que te ves con Terry a la medianoche y hacen quien sabe que cosas mientras nadie los mira. En especial Archie. ¿Qué crees que pasaría si la tía abuela se entera que te ves con ese hombre? Seguro se arruinaría el poco afecto que has logrado ganarte en estos años ––amenazó Neal con su voz mordaz mientras forcejeaba con la chica quien ya entre lágrimas sentía que no tenía salida, que estaba tan vulnerable y nada podía hacer.
Neal ahora era más alto y fuerte, sus manos pesaban como hierro mientras la tenia sujeta por los brazos. Con todas sus leves fuerzas intentaba evitar que él cumpliera su cometido de besarla.
–– ¡Dejame! No intentes amenazarme, le diré todo a Albert. Él se enterará de cualquier cosa que quieras hacerme. Y te irá muy mal, no sabes cuan mal Neal.
–– Eso no me importa, nadie te quitara que yo sea el primero en tu vida. Hace tanto tiempo que anhelado besarte. Desde que me despreciaste, desde aquel entonces prometí vengarme. Hiciste que todos se burlaran de mi, me hiciste quedar mal ante la familia. Por que tú debiste casarte conmigo, pero ahora, ahora no serás nadie. Ni siquiera Archie te querrá así, y terminarás quedándote sola para ir a mis brazos ––se mofó apretando los dientes mientras reía al ver que la fuerza de la mujer no era suficiente para poder librarse.
Días antes había estado paseando por el barco, descubriendo todos los recovecos que habían en este. En uno de esos paseos descubrió ese increíble escondite, tan abandonado y alejado de la claridad, sin imaginarlo se iba a convertir en el sitio perfecto para someter a Candy a sus caprichos. Si Terry podía tenerla, por que él no podría también hacerlo. Después de todo, ella no parecía ser tan decente ni toda una dama como las demás chicas. Siempre había sido una salvaje.
¡Nunca!, así tenga que morir en el intento ––le escupió la cara logrando zafarse de su agarre, no por mucho tiempo para ser tomada de nuevo entre los brazos de este hombre, quien sujeto su cintura por la espalda y la sometió nuevamente a la pared.
Antes de eso, unos oídos muy agudizados habían escuchado los gritos que provenían del interior de ese lugar, así que con cautela se acercó adentrándose al lugar.
–– ¡Suéltala desgraciado! ––gritó abalanzándose sobre Neal para lograr someterlo contra el suelo y golpearlo mientras ayudaba a la chica a salir del lugar.
Neal al estar desprevenido, logró caer al suelo sin reparo. Por lo que Terrence pudo someterlo con unos golpes que le impidieron poder defenderse. Posteriormente tan solo se quedo tirado en el suelo, intentando limpiar la sangre que había emanado de sus labios por los golpes.
Una vez afuera la pareja:
–– ¿Estás bien? ––preguntó él con un gesto de dulzura.
La verdad es que no había visto de quien se trataba con anterioridad, ya que el lugar estaba oscuro y difícilmente se distinguían los personajes al interior de ese hueco. Pero ahora podía mirar con claridad esos ojos esmeralda que siempre soñaba.
–– Si gracias, gracias por salvarme Terry. No se en que momento le creí a Neal de que Archie le había dicho que me vería en este lugar. Debí sospechar que era una trampa. Que tonta ––sollozó incapaz de pensar con claridad, llevada por su desconsuelo y desesperación.
Terry la protegió entre sus brazos, sintiendo la cálida sensación que emanaba de su cuerpo, percibiendo el olor a rosas que desprendía su cabello. Esos rizos rubios, ojala pudiera permanecer así por siempre, protegiéndola. Abrazándola como nunca antes lo había hecho.
–– Tranquila, tu no tienes la culpa. Es ese malnacido. Ahora mismo voy a ir a encargarlo, a amenazarlo. Si intenta volver a propasarse contigo, lo mataré. Lo haré con mis propias manos ––convino enérgico Terrence, con un rostro lleno de coraje.
De repente se separó del cobijo que le brindaba a Candy e hizo un ademan de marcharse con rumbo a donde Neal.
–– No Terry, no por favor. No quiero que te metas en problemas por mi culpa. No deberías ––sugirió ella con seriedad.
El hombre bajo la mirada y arrugo la frente.
–– Pero no puedo permitir que esto se quede así, ese tipo necesita tener un escarmiento. Necesito protegerte Candy, no quiero que él ni nadie llegue a hacerte algún daño.
Sin esperarlo Terry dejo brotar de lo más profundo de su corazón esas palabras que solo salían por amor. Ella de su lado sorprendida no podía permitir que él se expusiera de ese modo. Exponerse por ella, ¿Qué pasaba con Terry? Si Susana se enteraba, seguro tendría problemas.
–– No Terry, no me hará ningún daño. Esto no volverá a ocurrir, Neal tendrá su castigo. Por que esto no se quedará así, iré y le diré a Albert todo lo ocurrido. Y también Archie lo sabrá. Él...
–– Si claro, Archie ahora es tu prometido y él único que debe defenderte ––la interrumpió vencido –– ahora es él, quien tú deseas te defienda. Claro era de esperarse, lo quieres. ¿Es así Candy? ¿Tú quieres a Archie? ¿en verdad lo amas, de verdad te enamoraste de él como dice?
Candy suspiró con fuerza y una ligera brisa sacudió sus rizos y sus pensamientos.
–– Terry por favor, no es momento de hablar de esas cosas. En realidad no debimos vernos, esto no tenía que ser así.
–– Pero lo es, estamos aquí. Y nos hemos visto nuevamente. Nos encontramos por que el destino quiso que nos viéramos.
Nuevamente él recortó la distancia que los separaba y se acerco a ella con anhelo, mirándola a los ojos.
–– Solo quiero que me confieses si lo amas. Dime Candy ¿tu lo amas? ––cuestionó nuevamente, insistente.
La joven reprobó la mirada, esquivando el rostro. Él la sujeto por el mentón, encarcelándola de nuevo.
–– Tan difícil es para ti decirlo ––continúo sin dejar de mirarla, con los ojos aborregados y brillantes al tenerla así de cerca.
–– Terry es que..., por favor. ¿por qué quieres saberlo? Por que si ahora mismo estás casado con Susana y yo...
–– Susana y yo aun no nos hemos casado ––soltó sin rodeos.
Candy parpadeó.
–– Pero ha pasado mucho tiempo, supuse que tu y ella ya lo estaban. Ella te quiere mucho.
–– Eso nunca ha bastado, no Candy. Tu bien sabes lo que sentía por ti. Bien sabes que todo lo hice por ti. Por que tú me lo pediste ––agregó.
–– De cualquier modo lo harías Terry, te casarías con ella. Le debes tu vida, ella se quedo en silla de ruedas por salvarte. Eso yo lo entendí, jamás hubiera sido feliz a tu lado sabiendo que había alguien sufriendo mientras nosotros continuábamos nuestra vida siendo tan egoístas.
Ella dio un paso atrás, mientras negaba con la mirada.
–– ¿Yo debía sacrificarme? ––alegó él.
–– ¿Fue un sacrificio para ti? ––indagó ella confusa.
–– Yo te ama... Yo no te he olvidado Candy ––la distancia nuevamente fue acortada por él. Quien la acorralo a una pared, que le impedía seguir caminando hacía atrás.
En ese punto Candy se sintió vulnerable, nuevamente sometida, pero esta vez no deseaba desprenderse de ahí. Al contrario, anhelaba con el alma esa cercanía, pero, eso no estaba bien. Ella y Terry debían.
–– ¡Candy! ––una voz la sacó de sus ensoñaciones y de su mudez transitoria. Era Archie que se acercaba con Eliza –– ¿Estás bien? ¿No te hizo daño ese tonto de Neal?
Se sintió un poco descontento al mirar que había interrumpido posiblemente un momento incomodo entre ellos dos. Se acercó mas a la chica y ella corrió a tomarlo del brazo, así evitando la cercanía de Terrence.
–– Si, si Archie. Pero ¿como lo supiste?
–– Eliza me lo confesó. Ella me contó que su hermano estaba pensando cometer una locura. La verdad le agradezco que me lo haya dicho.
Eliza asomo una sonrisa y asentó con la mirada, para después echar un vistazo a Terry quien también se encontraba allí. Sorprendida también de encontrarlo con Candy.
–– Que bueno que te encontramos ––continúo Archie–– Desde que Eliza me dijo, corrimos a buscarte por todo el barco, por cada rincón, hasta que dimos en este sitio. Me alegra que estés bien y que ese imbécil no te haya hecho daño. Pero me las pagará, de eso puedes estar segura. ¿Sabes para donde fue? ¿Lo viste Candy?
Candy niega con la mirada.
–– Él aún no ha salido de ese hueco ––señaló Terry el cuarto oscuro a un costado de ellos–– Iba pasando de casualidad por aquí. Y es así como escuche un ruido que venía del interior, decidí entrar y por fortuna pude ayudar a Candy a tiempo. Golpeé a ese tonto en el rostro y seguro ahora mismo sigue quejándose del dolor el muy cobarde.
–– ¿Qué, Neal? ––bufó Eliza entrando sin reparo al lugar señalado.
Los dos hombres y Candy siguieron erguidos en la conversación.
–– ¿Así que por eso estás aquí junto a Candy? ––entrecerró los ojos Archie, inquieto, incómodo–– Entonces agradezco tu intervención. Gracias por ayudar a mi prometida ––fue sincero–– la verdad es que no se que haría si la perdiera.
Tanto Candy como Terry se miraron entre sí, culposos, aún con el recuerdo de la pasada conversación. Sobretodo Candy era la más desconcertada, la verdad es que nunca hubiese imaginado que Terry aun siguiera pensando en ella, tal como lo había indicado, mucho menos que aun no estuviera casado con Susana. ¿Acaso era ella la causa?, no, Terry no debía torturarse así, tenía que aceptar sus destinos, o alejarse de Susana si así lo quería, pero ella no podría cargar con la culpa de aquella separación.
–– Te entiendo, sé lo difícil que es perderla ––añadió como en un susurro, perfectamente perceptible para sus oyentes.
–– ¡Neal! ––gritó Candy aterrorizada de ver salir a este hombre, quien era ayudado por su hermana.
Su rostro estaba descompuesto, al parecer Terry le había propinado no uno, sino varios golpes con ira por lo que pretendía hacer. Archie por su parte dio unos pasos hasta tomar por las solapas de la camisa a su primo.
–– ¡Desgraciado, infeliz! ¿Cómo te atreviste? ––reclamó.
–– ¡Basta, suéltalo Archie!, mi hermano ya esta muy golpeado. Te aseguro que tendrá su merecido de otra manera, en cuanto la tía abuela se enteré, lo reprenderá por su mal comportamiento, por la vergüenza que nos ha hecho pasar ––reprendió Eliza empujando con sus manos a Archie para hacerlo a un lado.
Él no muy convencido aceptó soltarlo.
–– Gracias primito ––alegó Neal–– Pero si hablamos de mal comportamiento, también la tía abuela debería reprender a Candy ––Archie se quiso abalanzar de nuevo, Eliza lo detuvo–– Ella también lo ha tenido, mira que encontrarse con Terry a medianoche en la popa del barco, para estar calidamente abrazada a su gabardina. ¿Acaso eso esta bien? Que tu prometida pasee con otro por las noches.
–– ¡Callate!, eso no es cierto ––reprendió Candy. Archie empuño las manos decidido y miró a Terrence de reojo, con enfado.
–– Es por eso que hice lo que hice, por que Candy no es tan digna como parece. ¿Qué esperabas que pensara de ella? No es más que una cualquiera que...
Terry no espero ni le permitió que dijera más, por que mas que inmediato arremetió contra él, lanzandolo a la pared, con ira. Jamás permitiría que siguiera hablando de ese modo de Candy.
–– ¿Qué has dicho imbécil, malnacido?, no te atrevas a hablar así de Candy, nunca menciones siquiera su nombre. ¿Me escuchaste? ––reprendió con ira.
–– ¿Así? ¿Me matarás? Ya no te tengo miedo Terry ––bufó Neal con una risa burlona–– Eres igual de perdedor que yo. Eres un tonto cobarde que prefirió a una inválida que a Candy.
Terry le propino un golpe tan fuerte en la mejilla, que su cuerpo irremediablemente cayó al suelo. Eliza corrió a auxiliarlo.
Archie no dijo más, aún seguía sorprendido, pensando por que Neal había dicho todas esas mentiras. Se sentía desconcertado.
–– Vayámonos Archie ––sugirió Candy–– Ya no quiero estar más aquí, quiero ir a mi alcoba.
–– Si por supuesto ––respondió Archie saliendo de sus ensoñaciones.
Tanto Archie como Candy se alejaron de lugar, casi detrás Terry decidió marcharse también, dejando a Eliza sola auxiliando a su hermano.
–– Neal ¿Porqué fuiste tan estúpido?, te dije que no cometieras una locura. Que te olvidarás de la imbécil de Candy. Me avergüenzas hermano, como fuiste capaz de querer enredarte con esa sirvienta. Con esa tonta. Y aparte de todo dejar que Terry te golpeara de este modo ––reclamó Eliza a su débil hermano quien solo balbuceo.
Mientras tanto, Candy llegaba a su alcoba, Archie quien decidió acompañarla aguardo en el umbral de la alcoba de la joven para despedirse. Ella giró el pomo de la puerta y al abrirla, justo en el perchero se encontraba colgada la gabardina de Terrence. Archie no pudo evitar echar un vistazo y notar que esa gabardina no era de mujer, no era de Candy. La intriga sacudió sus entrañas. Pero justo cuando pretendía decir algo, alguien más aparecido. Era Susana Marlowe.
