Disclaimer: Naruto y todos sus personajes siguen siendo propiedad de Masashi Kishimoto TT_TT

Beta: Nare

Advertencias: Shonen ai


Sasuke

Por suerte, no se había lesionado su lado izquierdo. Lo que quería decir que podía escribir y dibujar en el ordenador casi con total normalidad. Y digo casi porque no podía inclinarse demasiado sobre el portátil, y sentado, completamente erguido —para evitar que le doliera nada—, y con una sola mano, no llegaba bien a escribir con soltura.

Redactaba un email para una compañera de trabajo mientras Naruto charlaba con sus madres y Karin, y Menma jugaba en el jardín. La semana siguiente dos de sus grupos de alumnos tenían examen, y menos mal que había terminado de confeccionarlos durante la semana porque quería pasar todo el fin de semama con Naruto, y ahora simplemente tenía que adjuntarlos en el correo. Iba a estar de baja médica mínimo dos semanas hasta que pudiera moverse con normalidad, y luego a saber cuánto tiempo de rehabilitación con el hombro.

Tomando una profunda respiración, se quedó observando a los otros a través de la ventana de la cocina, escuchando el murmullo de fondo mientras hablaban.

Al parecer, la hermana de la madre de Naruto —la madre de Karin— vivía bastante cerca de la casa de sus padres, y seguramente se habrían cruzado alguna vez las ocasiones que había ido Kushina para visitar a su hermana.

Y su madre…

En un primer momento, cuando llegó Kushina con Menma, se quedó sorprendida de ver un niño en la casa, y seguramente se pensó lo mismo que él cuando vio por primera vez la habitación del crío. Ya le contaría de dónde había salido el bicho, y que aunque no fuera hijo biológico de Naruto, en la práctica era como si lo fuera. Así que iba a tener que acostumbrarse a tener un terremoto cerca.

—Sasuke —lo llamó Naruto desde la puerta.

—Dime.

—Van a salir a comprar, ¿necesitas algo?

Parpadeó un par de veces intentando procesar por qué iban a salir a comprar…

—No. ¿Qué van a comprar?

—Para la cena.

—Ah.

"O sea… Se quedan a cenar…", llegó a la conclusión.

Conclusión correcta, pensó al ver a Naruto poner cara de resignación mientras se encogía de hombros, tras hacer él una mueca de irritación.

No es que quisiera echar a todo el mundo de casa… No le visitaban a menudo, y de vez en cuando le gustaba pasar tiempo con su madre y sus amigos.

Pero se sentía agotado y adolorido, y lo único que quería era irse a la cama y descansar aunque no se durmiera. Y tener a Naruto cerca.

Y besarle, y abrazarle.

No quería pasar toda la tarde y la noche sentado en una punta, y que Naruto estuviera en otra parte, lejos de su alcance.

Después de lo de esa mañana… Si no fuese precavido, o si hubiera tenido un despiste y no hubiera llevado el casco bien puesto…

No quería ni pensarlo.

—Hey…

Alzó la cabeza al llamado del otro, y ahora se dio cuenta de que se le estaban escapando las lágrimas.

—¿Qué te pasa? —se agachó Naruto a su lado para estar a su altura.

—Nada.

Se secó las mejillas con la manga de la camiseta. Si bien las lágrimas seguían brotando solas.

¿Por qué lloraba?

¿Por haber tenido la posibilidad de matarse? ¿Porque si hubiera sucedido eso, no podría estar ahora con Naruto? ¿Porque quería estar a solas con él? ¿O porque quería estar solo, a secas?

No tenía ni idea de qué parte del revoltijo que sentía en la cabeza era la que provocaba que se le saltaran las lágrimas, pero ciertamente le alivió que Naruto se alzara y le abrazara como buenamente pudo, teniendo cuidado con su hombro.

Sin embargo, el alivio duró poco pues Menma entró corriendo detrás de Cleo, ambos dando un respingo ante la incursión.

Y cuando sorbió por la nariz al notar la humedad, el bicho se giró a mirarle y paró en seco. A Sasuke se le pusieron los pelos como escarpias al verlo redirigir los pasos hacia él. Por favor que no se le echara encima…

—¿Te duele? —preguntó en voz baja Menma, sujetándose con una mano en la mesa.

—Un poco, pero no pasa nada.

Al tener a Naruto en su lado izquierdo, no podía moverse mucho para mirar al pequeñajo más directamente, menos aún para abrazarle o acariciarle la cabeza.

—No estés triste, tito. Si quieres podemos ir a dormir juntos.

Hubo de morderse el interior del labio con disimulo para evitar que le venciera la emoción. Hacía que se le encogiese el pecho que Menma le llamase así. Más aún al pensar que, si de verdad le hubiese ocurrido algo más grave, ahora el niño no estaría ahí, jugando tan inocentemente con la gata.

Ni intentando subírsele encima.

Sabía que le iba a doler si se lo permitía… Pero aún así, quería darle un fuerte abrazo.

—¡Menma! —se exaltó Naruto en cuanto se dio cuenta de que se le estaba subiendo a las piernas.

—Déjalo.

Contuvo el aire al abrazarse el niño de su cuello con fuerza, y se le frunció el ceño contra su voluntad al reprimirse a duras penas de soltar un quejido, soportando el peso del niño sobre sus muslos, y apretándole éste el brazo entre sus cuerpos.

Pero a pesar de todas las molestias y el dolor…

Le recorrió un hormigueo por el pecho cuando Menma se apartó un tanto, le dio un fuerte beso en la mejilla, y se le quedó mirando.

—Sasuke, rey, ¿quieres cenar algo en especial? —le preguntó Kushina, entrando en la cocina.

Le iba a decir que no hacía falta. Tenía un poco de todo siempre, así que no era necesario.

Sin embargo, el peso del niño le recordó que no iba a poder hacerse nada él mismo teniendo el brazo como lo tenía, y que quizá no estaría mal que alguien cocinase para él para variar. Aunque fuese algo sencillo.

—Algo ligero.

—¿Como qué?

—No sé, ensalada, fruta… —empezó a divagar en voz alta.

En ese momento entró su madre también, con Karin detrás, y ambas se quedaron observándole en silencio unos segundos. Apunto estuvo de preguntar qué pasaba cuando Menma le puso una mano en el hombro para mantener el equilibrio, y se giró a mirar a Kushina, que iba hacia el salón para salir ya.

—¿Vamos al parque?

—No, Menma —respondió Naruto. —Van a comprar la cena.

—Yo quiero ir a ver a Haru.

—¿A quién? —preguntó confuso Naruto.

—Es una niña del barrio —le aclaró Sasuke. —¿Te cae bien, Menma?

—¡Sí! —asintió enérgico con una amplia sonrisa. —El otro día jugamos al pilla-pilla y luego me dio un chupachú.

—Entonces hoy le tienes que dar algo tú también si la ves —le dijo Sasuke, aguantándose la risa.

—¿Yo por quéee?

—Porque hay que compartir con los amigos. Si no, se va a pensar que no quieres jugar con ella.

Con cara de espanto, se giró a buscar a Naruto con la mirada, el cual estaba con el ceño fruncido hasta que Menma lo agarró del brazo y lo hizo reaccionar.

—¡Vamos a comprar chuches!

—Si quieres ve con la agüela —le dijo Naruto mientras lo cogía en brazos y se alejaba. —Yo me tengo que quedar con el tito Sasuke para que no se quede solo.

De nuevo, sintió un retortijón por el pecho al escuchar a Naruto referirse a él de esa manera. Le hacía sentir como si formara parte de su familia desde siempre.

—¿Tito Sasuke? —repitió Karin con retintín en un murmullo.

—¿Qué pasa? —se giró hacia ella con fastidio.

—No, nada —mal contuvo una risa ahogada.

Con calma, su madre se acercó hasta él y se agachó para hablarle en voz baja.

—¿Es suyo el niño?

—No, es su sobrino.

Y viendo que, aunque Karin estaba lo suficientemente lejos como para no escucharle si susurraba, prefirió guardarse la explicación para otro momento, pues, al fin y al cabo, Karin era familia de Naruto y por tanto de su hermano también…

Fue en ese momento que empezó a recordar aquel día. Habían quedado para cenar, y ella apenas había llegado al restaurante cuando recibió una llamada y tuvo que irse, dejándole solo en la mesa. Más tarde se enteró de que un familiar suyo había fallecido, pero Karin tampoco contó muchos detalles, más allá de que no habían seguido la costumbre de exponer el cuerpo en el tanatorio para velarlo porque no querían que se viera cómo había quedado.

Sintió como si le dieran un puñetazo en el estómago.

Desde buen principio había sido conocedor de la muerte del hermano de Naruto, sin saberlo. Hacía algo menos de dos años de eso. El crío apenas tendría cuatro años cuando eso sucedió.

—Ya te lo contaré.

—Bueno. ¿Qué quieres para cenar? —cambió de tema.

Ella, como siempre, tenía la destreza de saber cuándo no tenía que forzar una conversación, seguramente intuyendo algo que no debían hablar delante de Karin.

—No hace falta que hagáis nada, de verdad, mamá. Podemos pedir algo para que nos lo traigan.

—Sí, hombre. A saber qué usan para cocinar en los restaurantes esos donde vas tú. Cualquier día os van a intoxicar.

—No seas exagerada, mamá.

—Exagerada dice… —suspiró.

—Podemos ir al asador que hay aquí al final de la carretera. Traen la carne de granjas de la zona —sugirió Karin.

Y así, acordaron ir a buscar la cena ellas más tarde, pero de cualquier modo salieron a dar un paseo con el niño. Casi pareciera una excusa para dejarlos a Naruto y él solos.

Tanto que mejor para él. Empezaba a sentirse al límite de sus energías, y necesitaba echarse un rato, aunque no durmiese nada.

Pero al pensar de nuevo en las escaleras…

Gruñó por lo bajo, cerrando los ojos.

Le iba a doler.

Prefería pedirle ayuda a Naruto y que despejase un poco la habitación que tenía abajo para su hermano. Sí. Sólo iban a ser unos días hasta que se sintiese menos adolorido. Como mucho una semana, calculaba. Al menos hoy, pues no tenía ganas de andar para arriba y para abajo.

Qué ganas de que pasara rápido…

.

.

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Continuará


16/09/23