Lluvia de lagrimas
El suave pero constante sonido del golpeteo de la lluvia sobre el techo, le trajo lentamente a la conciencia. Debía llevar mucho tiempo lloviendo, solo así la humedad de la madera comenzaba a filtrar un resquicio de aire frío en el ambiente. Podía sentirlo en la punta de una de las orejas que el cabello había dejado descobijada, pero solo ahí.
El resto de ella se mantenía protegida, disfrutando de una amable calidez proporcionada por las mantas, y su cuerpo al amparo del calor de quien la abrazaba.
En un momento, el golpeteo se volvió más intenso al igual que el viento. Si bien no aullaba, sí, hacía crujir el alero flojo. Llevaban casi un año pretendiendo repararlo, pero siempre lo olvidaban, hasta ¿noches? o ¿mañanas? cómo aquella. Cayó en la cuenta de que no sabía qué hora era.
Recordaba haber comenzado a parlotear sobre despertar en un lugar donde no reconocía del todo el paisaje. Charlando con algo parecido a la ansiedad, cómo si aferrarse al sonido de su propia voz le permitiera no perderse de nuevo. Porque tras la lucidez inicial después del despertar, se sentía embargada de una laxitud que parecía invitarle a volver a dormir.
Aferrada a no marcharse, se concentró en hablar en forma casual. Pretendiendo, de alguna manera, atenuar (volviendo cotidianos) los hechos que habían sido un nuevo capítulo de leyenda en su vida y adicional, habían generado un épico grado de angustia en quien la contemplaba.
Al final no había funcionado. El sopor la envolvió en apenas minutos, instantes en que recordaba la mirada en los ojos de él y la forma en que reprimía el desesperado gesto de querer abrazarla. Así, de nuevo. Se quedó dormida.
Hasta este momento.
La conciencia había traído consigo la noción de comezón en el empeine y en la punta de la nariz, esa última era fácil de rascar sin moverse mucho. Podía solo restregarla con la manta incluso, pero la primera resultaba muy incómoda. Sin querer despertarlo se removió muy lentamente.
─Nos rompiste el corazón.
Las palabras fueron parcas, sin resentimientos ni reclamos, era señalar un hecho. Sin disimular la sorpresa, alzó los ojos hacia el rostro que las había pronunciado y se encontró de nuevo con su mirada.
Sopeso las palabras, aquel "nos" que sabía que también la incluía a ella. Ella que tras analizar aquel panorama de devastación había tomado la única solución que probablemente podía darles una victoria.
Había puesto de nuevo toda su fe y esperanzas en la única persona a la que podía pedirle no rendirse, en la única en la que creía ciegamente que no perdería.
Preparó cuidadosamente los aliados que le respaldarían y por sobre todas las cosas, la herramienta con que llevaría a cabo la hazaña.
Con todo listo, se dispuso a abandonarlo para siempre.
Cómo si de un dique roto se tratara, las lágrimas brotaron de sus ojos cuando recordó aquel momento.
La presión en el pecho y la tristeza infinita de saber que lo perdía todo. La desesperación de querer renunciar en el último momento, el desgarrador deseo final de disculparse con él, sólo con él.
Porque lo que sacrificaba no era sólo a sí misma, sacrificaba su "nosotros", los sacrificaba a ambos y no había podido pedirle opinión.
Era injusto, completamente necesario, absolutamente inevitable, pero injusto y con aquella certeza sellada en el alma se había convertido en dragón.
Aquellas emociones permanecieron congeladas, mitigadas en el sueño eterno de su conciencia hasta ahora. Más de diez mil años después, cuando finalmente hallaban la salida que siempre habían deseado y sobre todo el consuelo que tanto merecían.
—Lo lamento.
Gimió, descubriéndose aferrada a él, llorando a lágrima viva. Ya no devastada y ahogada en culpa, cómo lo hiciera tiempo atrás en un bosque. En esta ocasión, se sentía satisfecha con su actuar.
Por primera vez, percibía aquello como una victoria. No sólo "desviar el golpe" y esperar de nuevo.
No.
Está vez, sentía que habían ganado.
Sólo que el método había resultado tan hiriente cómo efectivo y por ello tenía que drenar aquella herida.
Poco a poco los sollozos fueron menguando, afuera, la lluvia aumentaba y disminuía su intensidad. Y acompasado con aquel sonido, podía sentir palmaditas que acariciaban su cabello y bajaban por su espalda, intentando reconfortarla.
—Zelda, debo ser yo, quien se disculpe contigo. Reaccioné tarde y te perdí en el abismo. Me sabe mal. Parece que siempre te dejo sola para tomar las decisiones más crueles. Valiente escolta estoy hecho.
Al escucharlo, ella separó el rostro de su pecho, él le pasó las palmas afectuosamente por las comisuras de sus ojos tratando de enjugar sus lágrimas.
—Te equivocas, siempre te siento conmigo. Confiar en ti, es lo que me permite elegir con más claridad. Me prestas tu valor cuando estoy desolada. Más allá de las historias y los destinos, eres mi héroe. Te amo por eso Link.
Sonrió, él compartió su sonrisa y acercó su rostro al de ella, hasta que sus labios se unieron en un beso.
—¿TÚ héroe?
Pronunció divertido al separarse, ella volvió a recostarse en su pecho.
—Si, pero soy generosa y te comparto con Hyrule.
Pronunció juguetona, acariciándole el pecho. Ya no quería pensar en cuando creyó que no volvería a tocarlo nunca.
—Sabes, sé que no lo recuerdas, pero después de enterarme. Pase muchas horas sentado en tu cabeza –confesó él besándole amablemente la frente –me ahorraste jornadas enteras de camino, aprovechaba para contarte cosas que había descubierto y quizá podían interesart…
Hubo un silencio. Igual que ella, él había tratado de contarle aquello con calma y ecuanimidad, pero en la última sílaba, sus palabras se detuvieron antes de evidenciar que la voz se le quebraba.
La abrazó con más apego y ella se dejó hacer. Sus ojos aún no parecían querer dejar de llorar, pero podía sentir que, junto a aquellas lágrimas, esa tristeza vieja también la iba abandonando.
—Iba a seguirte.
Pronunció Link, de pronto. Habían estado ya, un rato en silencio, sólo escuchando la lluvia.
—¿Qué?
—Después de hacerle pagar a aquel desgraciado y terminar el trabajo. Yo... pensé en pedirle su piedra a Mineru.
Pronunció con sinceridad, Zelda se estremeció en sus brazos y volvió a separarse de él para mirarlo a los ojos con un asombro que se acercaba al miedo. Él desvío la mirada, apenado.
—Al principio se me ocurrió comprar una nueva casa, en un lugar más amplio. Hallé un buen sitio cerca de Arcadia. Hace mucho que no veía a Karid, estaba ocupado pero el trámite lo hizo Kaede y todo fue muy rápido. Te lo enseñe un par de veces, pero no hubo mucha respuesta.
—¿Tenemos una casa nueva?
—Luego noté que, interactuabas con los otros dragones y se me ocurrió...
—Link...
—Hyrule es vasto. Lo he recorrido de punta a punta y en todos esos lugares había algo que me recordaba a ti. En cada rancho y en cada pueblo había al menos una persona que me hablaba de ti. Así que iba a cumplir la misión y después marcharme a surcar los cielos contigo. Creo que iba a ser un gran final de leyenda.
Concluyo con convicción. Zelda no tenía palabras, el estruendo de un trueno la sobresalto y él aprovecho para jalarla de nuevo a su regazo y estrechar el abrazo.
—Pero los reyes fueron amables, no iban a robarte tu futuro por errores de su pasado. Estaban agradecidos y este fue su último regalo. Tú y yo, lado a lado, por la paz en su reino.
—Así será. Me alegra que pudieran conocerte.
Aceptó ella. Finalmente, sus ojos habían dejado de lagrimear. Afuera, la lluvia azotaba el paisaje. Zelda se dejó arrullar por el sonido de sus corazones acompasados. Pero justo la comezón regresó. El rubio comenzó a reír al verla removerse.
—A decir verdad, creo que si hay algo que no puedo perdonarte.
Ella lo miró interesada mientras se rascaba el empeine.
—Sigue, tienes toda mi curiosidad.
Sonrío, reacomodándose. Link se aclaró la garganta y la miró con seriedad.
—Zell tantas maravillas y cosas interesantes para compartir de nuestro Hyrule y vas les cuentas sobre la moda de los hongos. ¡¿Que pasa contigo?!
Y el rugido atronador de un nuevo relámpago, ahogó el sonido de sus carcajadas.
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Hola!
¿Como están?
Espero que bien, este fic básicamente está ubicado entre el final y la escena post-creditos, porque no sé ustedes, pero yo dudo que la despedida de Mineru haya sido el mismo día que cayó el dragón.
Ha sido concebido como un regalo, llevo 15 años amando a una persona como Zeldita a Linky y he querido escribir algo bonito para nuestro aniversario. Pero también es un regalo para todos los que disfrutamos de la historia de este precioso juego, los que sufrimos cuando creímos que la perdimos y que jugamos por meses con esa pena. Espero que lo hayan disfrutado. Sí es así, mi trabajo está cumplido, ya si pueden, favoriteen, me gusteen o kudeen y siendo ambiciosa, déjenme sus comentarios.
Abrazos.
Cómo tengo mucho que decir al respecto, a continuación, viene mucho texto, pero ya es opcional si quieren profundizar en mi debraye XD
Zelda "Tears of the Kingdom" ha sido mi Zelda. Soy muy manca y siempre creí que era un juego muy difícil para mí, pero me enamore de su historia en el BotW (aún lo estoy jugando) y me llene de hype cuando se anunció la secuela. Porque soy una cursi de primera y he amado la relación de Zelda y Link en esta línea. Fue hermoso descubrir que, contrario a mi idea, no era difícil jugarlo. Cómo lo que me importaba era la historia, le dediqué todos mis esfuerzos iniciales a completar la misión de "las lágrimas" y entonces, se me rompió el corazón.
Sé que no fui la única, vi llorar a muchos streamers, con la misma revelación, vi llorar a mi esposo con la misma revelación. Habíamos empezado el juego el mismo día y también le había dado con todo a esa misión. Yo llegué primero y tuve que compartirle mi pena. De ahí viene el primer dialogo.
"Nos rompiste el corazón"
Pasamos los siguientes dos meses jugando con el corazón roto. Haciendo misiones donde todo mundo hablaba maravillas de Zelda, donde esperaban su regreso a salvo y tú sabias que nunca volvería.
Cuando la pena era mucha, cazaba al dragón blanco para quedarme en su cabeza por minutos. Decidí que sí no nos la devolvían, escribiría un fic para resolverlo. Sí el final hubiese sido otro, el fic habría sido distinto a este.
Pero al final, triunfo el amor jajajajaja
Si leyeron hasta acá, muchas gracias, que tengan días hermosos y un corazón feliz.
Los quiero.
